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Evangelios Apócrifos

Evangelios apócrifos o extracanónicos es el nombre dado a escritos surgidos en los


primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron
incluidos posteriormente en el canon de la Iglesia católica, ni fueron aceptados tampoco
por otras Iglesias cristianas históricas (Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias
protestantes). Entre esos escritos se encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.

En general, el término «apócrifo» deriva del verbo griego «apokrypto» (= esconder, poner
aparte), en griego: από 'lejos', κρυφος 'oculto'; en latín: apócryphus, que originalmente
significaba "ocultar lejos", y luego fue derivando en "oculto obscuro". Con él se califican
una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no reconocieron
como parte de la Sagrada Escritura, pero que se presentan con nombres o características
que los hacen aparecer como si fueran libros canónicos.

Diferencias entre los evangelios canónicos y apócrifos

A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de
los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren
de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido, 2 y fueron
abrupta o progresivamente desconsiderados por las comunidades cristianas para el
anuncio de la «buena noticia» (significado etimológico del término «evangelio»).

Estilo y contenido en general

Los evangelios denominados «canónicos» conservan el estilo propio de una predicación


apostólica templada, carente de adornos. Algunos autores redactaron otros escritos
distintos de los evangelios resultantes de aquella predicación apostólica. En los evangelios
apócrifos, se pueden encontrar relatos resultantes de abundante fantasía (en algunos de
ellos, Jesús realiza milagros mucho más numerosos y extravagantes), o doctrinas
diferentes de las transmitidas en los evangelios canónicos, o enseñanzas misteriosas
reservadas a unos pocos. Las Iglesias cristianas históricas consideraron que estos escritos
son el resultado de una incorrecta intelección de lo que significa la palabra «evangelio».
En general, se observa en los «evangelios canónicos» un estilo mucho más sobrio que en
los «evangelios apócrifos». Varios apócrifos ya no fueron aceptados por las primeras
comunidades cristianas.2

Autoría

A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos autores apenas señalan su autoría de los
escritos, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la
presunta autoría del escrito por parte de algún personaje distinguido de la comunidad
(Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.), buscando un respaldo en ese
nombre.2

Intelección

Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo, el


evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego, apokryphos) al
entendimiento de la mayoría, quizá con la finalidad de dar apoyo a sus doctrinas cuando
éstas no estaban en total acuerdo con los materiales canónicos, incluidos hoy en la
Sagrada Escritura. Estos mensajes ocultos entre los discursos atribuidos a Jesús estaban
reservados a los iniciados en esas comunidades. Aunque en principio se calificó como
«apócrifo» únicamente a este tipo de escritos, se extendió posteriormente esta valoración
a todos los materiales que no se incluyeron en el canon del Nuevo Testamento,
independientemente de su finalidad, oculta o no. Según el Diccionario de la lengua
española (Real Academia Española), «apócrifo» significa «fabuloso», «supuesto» o
«fingido». En nuestros días, la acepción más utilizada para el término «apócrifo» presenta
una connotación de falsedad. Por tal motivo, se ha empezado a llamar también a esos
escritos «evangelios extracanónicos», para evitar la evocación de algo falso, siendo que las
Iglesias cristianas históricas consideran que son materiales no inspirados por Dios, aunque
no por eso carentes de valor.

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