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Historia del Cristianismo

Jesús y sus primeros discípulos fueron judíos. El cristianismo continuó utilizando las
escrituras sagradas hebreas, convirtiéndose el Tanaj en lo que hoy se conoce como el
Antiguo Testamento. Aceptando muchas doctrinas fundamentales del judaísmo, como el
monoteísmo, el libre albedrío y el Mesías, término hebreo usualmente traducido como
mesías en español, y su equivalente Cristo (Cristos "[el] ungido" en griego).

Relaciones con el mundo helenista

La Tierra de Israel fue sumamente disputada por los antiguos imperios, debido en gran
parte a su ubicación geográfica. Estaba en medio de dos grandes rutas comerciales: Egipto
y Mesopotamia, Arabia y Asia Menor. Alejandro Magno que derrotó a los persas y se
adueñó de Palestina, cuando fue recibido en triunfo en Jerusalén, fue considerado por
muchos el mesías tan esperado. Tras la muerte de Alejandro (323 a. C.), Ptolomeo I se
posesiona de Egipto, Seleuco I se adueña de Asiria y nuevamente Palestina queda en
discordia. Recordando la ideología de Alejandro, que era unir a toda la humanidad bajo
una misma civilización de tonalidad marcadamente griega (fusión denominada
Helenismo), esta fusión combinaba elementos griegos con otros tomados de las
civilizaciones conquistadas, aún variando de región en región. Esto le dio una unidad a la
cuenca del Mediterráneo, que serviría a la expansión del Imperio romano y al cristianismo
mediante la predicación del Evangelio. Para los judíos el helenismo era una amenaza para
su religión, pues la filosofía helenística era politeísta. La presión del helenismo era
constante y la fidelidad de los judíos a su Dios y a sus tradiciones también. Esta presión
desató una rebelión por una parte de los judíos macabeos, quienes se rebelaron contra el
helenismo de los seléucidas, quienes pretendían imponer sus ideales.

Posteriormente, se presenta el romano Pompeyo en el 63 a. C. quien toma Palestina


deponiendo al último de los macabeos, Aristóbulo II. La política romana era tolerante a la
religión y las costumbres de los pueblos conquistados.

Herodes I, que no era de etnia hebrea sino idumeo, aunque judío por religión, hizo todo lo
posible por introducir el helenismo, a tal grado que, para agradar a los romanos, intentó
colocar un águila en la entrada del Templo de Jerusalén, lo cual provocó una rebelión
nuevamente, que se sofocó con dos mil crucifixiones.

Durante este tiempo existían grupos religiosos como los fariseos que eran un partido del
pueblo y no gozaban de las ventajas materiales que otorgaba el régimen romano y
velaban por cumplir la ley, creían en la resurrección y en la existencia de los ángeles. Los
saduceos eran el partido de la aristocracia, cuyos intereses les llevaban a colaborar con el
régimen. Eran aristócratas y conservadores, no creían en la resurrección ni en los ángeles.
Los zelotes eran extremistas militantes que se oponían tenazmente al régimen romano.
Jesús y los apóstoles estaban más cerca de los fariseos en la doctrina (Jesús no los criticó
por ser malos judíos, sino porque en su afán de cumplir la ley se olvidaban de los seres
humanos). Todos los partidos y todas las sectas judías tenían algo en común, compartían
el monoteísmo ético y la esperanza escatológica.

El monoteísmo ético: Creencia en un solo Dios. Dios requiere algo más que un servicio
apropiado, requiere "la justicia" entre los seres humanos (aunque la justicia la
interpretaba cada grupo de manera distinta) y honrar a Dios con toda la vida misma.

La esperanza escatológica: Guardaban la esperanza mesiánica, creían firmemente que el


día llegaría cuando Dios interviniera en la historia de Israel y el cumplir un "reino de Paz y
Justicia".

Estas fueron las bases para el cristianismo, ya que ayudaron a su expansión por todo el
Imperio romano.

El cristianismo también continuó con muchos de los patrones encontrados en el judaísmo


de la época de Jesús, como la adaptación de la forma litúrgica de la adoración en la
sinagoga a la iglesia o templo; la oración; la utilización de las sagradas escrituras; un
calendario religioso; el uso de la música en himnos y oración; además de disciplinas como
el ayuno. Los cristianos adoptaron inicialmente las traducciones griegas de las escrituras
judías, conocidas como la Septuaginta, como su propia Biblia, y más tarde se canonizaron
muchos de los libros del Nuevo Testamento.

Inicios del cristianismo


El cristianismo comenzó entre un pequeño número de judíos. En el libro de los Hechos de
los Apóstoles 1:15 se mencionan cerca de 120. En el siglo III, el cristianismo creció hasta
convertirse en la congregación dominante en el norte del mundo mediterráneo. También
se extendió de forma importante al este y al sur del Mediterráneo. Esta sección examinará
aquellos primeros 300 años.

La Iglesia cristiana primitiva

El concepto "judeocristianos primitivos" es utilizado a menudo al discutir sobre el


cristianismo primitivo. Jesús de Nazaret, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte
de sus seguidores eran judíos. Así como los 3000 convertidos en Pentecostés luego de la
crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y
todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial
romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición
como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La más grande división en el
cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos
o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Sin embargo, después de la
conversión de Cornelio y su aceptación como cristiano, ahora existía otro grupo, los
cristianos gentiles. Como un movimiento escatológico, anticiparon que los gentiles se
transformarían al Dios de Israel como lo profetizaba Isaías en los versículos 56:6-8. El
Nuevo Testamento no utiliza el término "gentil-cristiano" o "judío-cristiano", en cambio
Pablo escribe en contra de aquellos quienes estaban circuncidados, quienes se separaban
de los no circuncisos:

Circuncisos y no circuncisos se interpretan generalmente como judíos y griegos


respectivamente, siendo estos últimos quienes predominaban. Sin embargo, esto es una
simplificación excesiva de la provincia de Judea del siglo I debido a que existían algunos
judíos que no seguían circuncidándose, y que algunos griegos (llamados prosélitos o
judaizantes) sí lo hacían además de otros tales como egipcios y etíopes.

lrededor del año 50, los apóstoles convocaron el primer concilio de la Iglesia, el Concilio
de Jerusalén. Este consejo afirmó que los gentiles podían ser cristianos sin adoptar todas
de la ley mosaica. (Hechos capítulo 15).

La Iglesia cristiana primitiva fue muy libremente organizada, dando lugar a diversas
interpretaciones de las creencias cristianas. En parte para asegurar una mayor coherencia
en sus enseñanzas, a finales del siglo segundo comunidades cristianas habían
evolucionado una jerarquía más estructurado, con un centro de obispo tiene autoridad
sobre el clero en su ciudad, que lleva al desarrollo del obispo metropolitano. La
organización de la Iglesia comenzó a imitar la del Imperio; obispos en ciudades
políticamente importantes ejercieron mayor autoridad sobre los obispos de las ciudades
cercanas. Las iglesias en Antioquía, Alejandría y Roma mantienen las posiciones más altas.
A partir del siglo segundo, obispos menudo congregado en sínodos regionales para
resolver doctrinal y cuestiones de política. Duffy afirma que en el siglo tercero, el obispo
de Roma comenzó a actuar como un tribunal de apelaciones para los problemas que otros
obispos no podían resolver.

Final de la etapa apostólica

Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Santiago, que
encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado
a sucederlo, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del
judaísmo eran cada día mayores. Se cree que Pablo fue decapitado y Pedro fue muerto
crucificado boca abajo en Roma durante la persecución por parte de Nerón (13 de octubre
de 54 al 11 de junio de 68). Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan solo
Juan, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia
Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos.

Con el emperador Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose, hasta que en el año


90 con el imperio bajo el emperador Nerva (de quien dice su biógrafo Xifilino que «no
permitió que se acusase a nadie por haber observado las ceremonias de la religión judaica
o haber descuidado el culto de los dioses»), pudo regresar Juan a Éfeso, y pocos años
después falleció, a edad muy avanzada. Con su muerte (hacia el año 100) concluye la
etapa apostólica.

Primeras herejías

Las disputas de doctrinas comenzaron en los inicios del cristianismo. La Iglesia cristiana
organizó concilios para resolver estos asuntos. Los concilios que representan a toda la
Iglesia cristiana fueron llamados concilios ecuménicos. Algunos grupos fueron rechazados
por herejes, como por ejemplo: Simonianismo, Nicolaísmo, Judaizantes, Gnosticismo,
Marcionismo, Montanismo, Adopcionismo, Mandeanismo, Monarquianismo,
Nestorianismo, Apolinarismo, Arrianismo, Docetismo

Arrio (discípulo del obispo Pablo de Samosata) era un líder entre los cristianos que tenía
un entendimiento muy particular del movimiento trinitarista, reflejando la divinidad
natural de Cristo. Aunque muchos de los escritos de Arrio fueron destruidos por el
emperador Constantino, podemos inferir por los argumentos de Atanasio de Alejandría
contra Arrio, algunos conceptos básicos del movimiento.

La hipótesis de Arrio era que Jesús fue creado por Dios (como en, "Hubo un tiempo donde
el Hijo no lo era"), y por ende, era "secundario" a Dios. Su texto de prueba primaria era
Juan 17:3. Por su parte, la posición del cristianismo tradicional era que Jesús fue y siempre
ha sido divino, y que tiene una naturaleza divina junto con el Padre y el Espíritu Santo:
existe una Trinidad santa y completa, asimismo homogénea, es decir, las tres personas
tienen el mismo rango.

Religiones competidoras

El cristianismo no era la única religión que buscaba creyentes en el siglo I. Los


historiadores modernos del mundo romano, a menudo ponen interés en lo que ellos
llaman "religiones mistéricas" o "cultos mistéricos" que comenzaron en el último siglo de
la República Romana y se fueron incrementando durante los siglos del Imperio romano.
Autores romanos, tales como Tito Livio, comentan la importación de "dioses foráneos"
entre las calles del estado romano. El judaísmo también recibe creyentes y en algunos
casos hicieron proselitismo activamente. El Nuevo Testamento refleja una clase de
personas a quienes se les refiere como 'creyentes en Dios' quienes se piensa que son
gentiles convertidos, quizás aquellos quienes no se habían circuncidado; Filón de
Alejandría hace explícito el deber de los judíos de recibir a los nuevos creyentes.

Siglos II y III

En el segundo siglo de nuestra era, numerosos eruditos comenzaron a producir escritos


que nos ayudan a entender la forma en que se desarrolló el cristianismo. Estos escritos se
pueden agrupar en dos grandes categorías, trabajos dirigidos a una amplia audiencia de
eruditos no creyentes y trabajos dirigidos a aquéllos que se consideraban cristianos. Los
escritos para los no creyentes se llamaban usualmente "apologéticos" en el mismo sentido
que el discurso dado por Sócrates en su defensa ante la asamblea ateniense, llamada
Apología cuya palabra en griego significa "acción de hablar en defensa de alguien".2 Los
apologistas, como se conoce a estos autores, hacen una presentación para clases
educadas de las creencias cristianas, a menudo asociadas con un ataque de las creencias y
prácticas de los paganos.

Otros escritos tienen el propósito de instruir y amonestar a los hermanos cristianos.


Muchos escritos de este período, sin embargo, sucumbieron a la destrucción de la Iglesia
católica primitiva como herejías, o en desacuerdo con su mensaje. Aun así, hoy en día se
han encontrado escritos como el Evangelio de Tomás en 1945.

Origen y evolución de la jerarquía en la Iglesia

En la Iglesia, después de las primeras autoridades de carácter carismático en forma de


apóstoles, al desaparecer éstos, emergen en las comunidades cristianas las estructuras
jerárquicas que se asemejan a las de las sociedades de donde proceden. Se distinguen dos
bloques:

En las comunidades de origen hebreo, se establecía un gobierno colegial de ancianos o


presbíteros, que seguía la tradición judía, procedentes de las familias más importantes o
de las sinagogas. Esta colegiación estaba a su vez presidida por otro anciano, que en
tiempos anteriores, en Jerusalén llegó a ser Santiago, el hermano de Jesús.

En las comunidades de mayoría gentil, la Iglesia era gobernada por un colegio de obispos
(episcopoi) y diáconos. Las figuras de los obispos como prototipos de autoridad y
supervisores de la población cristiana urbana son los encargados de la administración,
prefectos y gestores, mientras que los diáconos son los servidores o siervos.

Esta doble estructura jerárquica inicial del cristianismo fue tendiendo lentamente a la
unificación para todas las iglesias, fusionándose los obispos y los presbíteros, aunque por
un tiempo se les denominara indistintamente. Finalmente se establecieron las condiciones
para poder aspirar a obispo, e igualmente, para el peldaño inferior de los diáconos, en sus
principales tareas asistenciales, administrativas y auxiliares de los obispos.

El gobierno jerárquico de la Iglesia Católica se basa en la autoridad de los sucesores de los


apóstoles, llamados obispos, reunidos en concilio bajo la autoridad del primero de los
obispos. Para los católicos romanos, éste es el obispo de Roma, llamado papa, porque
tanto Pedro (que primero se trasladó de Jerusalén a Antioquía de Siria) como Pablo
murieron en Roma. Ésta es una de las razones por la que, a partir del siglo XI, la Iglesia de
esa ciudad fue reconocida por la Iglesia de Occidente como cabeza de las demás Iglesias
católicas romanas: por haber tenido dentro de sí a dos apóstoles, dándole por ello mayor
autoridad frente a otras ciudades que sólo habrían tenido a uno. Para el caso de Pablo,
además del testimonio de sus cartas desde la prisión romana, existen testimonios
arqueológicos y escritos de su martirio en Roma. Más importante es el caso de Pedro, a
quien los católicos considera que suceden los 265 papas que después de él han regido la
Iglesia Católica Romana.

Persecuciones

A diferencia de la mayoría de las religiones en el Imperio romano, el cristianismo requiere


sus adherentes a renunciar a todos los demás dioses, una práctica adoptada por el
judaísmo, consulte idolatría. La negativa de los cristianos a unirse a las celebraciones
paganas significaba que no podían participar en la mayor parte de la vida pública, lo que
provocó que no son cristianos, incluyendo autoridades gubernamentales-para temer que
los cristianos fueron enojar a los dioses y amenazando así la paz y la prosperidad del
Imperio. Además, la intimidad peculiar de la sociedad cristiana y su secreto sobre sus
prácticas religiosas generaron rumores de que los cristianos eran culpables de incesto y el
canibalismo; las persecuciones resultantes, aunque por lo general local y esporádica,
fueron un rasgo definitorio de la autocomprensión cristiana hasta que el cristianismo fue
legalizado en el siglo cuarto. Una serie de persecuciones organizadas más céntrico de
cristianos surgió a finales del siglo tercero, cuando los emperadores decretaron que los
militares del Imperio, política y crisis económicas fueron causadas por dioses enojados.
Todos los residentes recibieron la orden de dar sacrificios o ser castigado. Judíos fueron
exentos siempre y cuando paguen el Impuesto judía. Las estimaciones sobre el número de
cristianos que fueron ejecutados oscila entre unos pocos cientos a 50 000. Muchos
huyeron o renunciaron a sus creencias. Los desacuerdos sobre el papel que, en su caso,
estos apóstatas deben tener en la Iglesia llevó a la donatista y cismas Novatianist Las
relaciones entre la Iglesia y el Imperio no fueron consistentes: «Tiberio quería tener a
Cristo colocado en el Panteón y se negaron primero de todos a perseguir a los cristianos
más tarde en su actitud cambió.. [-] ¿Cómo vamos a explicar el hecho de que hombres
como Trajano y Marco Aurelio sobre todo deben tener tan implacablemente perseguidos
los cristianos Por otro lado Cómodo y otros emperadores malvados lugar? ellos
favorecida». A pesar de estas persecuciones, los esfuerzos de evangelización persistieron,
lo que el Edicto de Milán, que legalizó el cristianismo en 313. Por 380, el cristianismo se
convirtió en la religión oficial del Imperio romano. religiosos filósofo Simone Weil escribió:
«En la época de Constantino, el estado de expectación apocalíptica debe haber llevado
más bien delgado [- '. un gran peligro social" La inminente venida de Cristo, esperanza del
Último Día constituido] Además, el espíritu de la antigua ley, tan ampliamente separados
de todo misticismo, no era muy diferente de la propia espíritu romano. Roma pudo llegar
a un acuerdo con el Dios de los ejércitos».

Siglos IV y V: oficialización del cristianismo en el Imperio romano

Constantino I (307 al 22 de mayo de 337)

El emperador Constantino I fue, como los emperadores antes que él, el sacerdote superior
del mitraísmo. Sin embargo, también estaba interesado en crear unidad para facilitar el
gobierno, y para hacer esto se involucró en la disputa entre grupos cristianos sobre el
arrianismo, invocando el Primer Concilio de Nicea, este concilio produjo el Credo Niceno.

Constantino mitigó algunas diferencias entre el cristianismo ortodoxo y su principal


competidor, la religión oficial del Sol Invictus. Por ejemplo, en tiempos de Constantino se
empezó a celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre[cita requerida], debido a que
esta era la fecha de celebración del nacimiento de Mitra y Baco, así como la fecha de los
festivales del solsticio de invierno tales como la Saturnalia. Además, Constantino instituyó
el uso de símbolo chi-rho (crismón), representativo del cristianismo, aunque según
algunos estudiosos esto servía para propósitos cristianos y no cristianos simultáneamente.

Cambio constantiniano

Críticos de la unión de la Iglesia y el Estado apuntan a este cambio como el comienzo de la


era del constantinianismo, cuando el cristianismo y la voluntad de Dios gradualmente se
vieron identificadas con la voluntad de la élite gobernante; y en algunos casos fue más que
una justificación religiosa para el ejercicio del poder.

Reavivamiento del paganismo por Roma en el siglo IV


Golpeado por estos desarrollos, el emperador Juliano (Noviembre de 361 a junio de 363)
(denominado "el Apóstata" debido a su rechazo del cristianismo y su conversión al
mitraísmo y al neoplatonismo) intentó restaurar el estado anterior entre las religiones del
imperio al eliminar los privilegios dados por antiguos emperadores romanos como
Constantino (exención de impuestos entre el clero cristiano, por ejemplo), prohibiendo a
las distintas denominaciones cristianas perseguirse entre sí y volviendo a traer a
arzobispos quienes habían sido proscritos por el arrianismo, alentando al judaísmo y una
suerte de neopaganismo.

El cristianismo se convierte en religión del Estado

La oposición de Juliano duró por poco, emperadores como Constantino II repelieron las
acciones de Juliano e incentivaron el crecimiento del cristianismo. Este estado de cosas
fue finalmente reforzado por una serie de decretos (como el Edicto de Tesalónica) por el
emperador niceno Teodosio I, comenzando en febrero de 381, y continuando por su
reinado.

A fines del siglo IV el cristianismo se transformó en la religión oficial del Imperio romano,
por decisión de Teodosio I el Grande.

Antigüedad tardía

El emperador Constantino I establece los derechos de la Iglesia en el año 315. Cuando


Constantino se convirtió en emperador del Imperio romano de Occidente en el 312,
atribuyó su victoria al Dios cristiano. Muchos soldados en su ejército eran cristianos, y su
ejército era la base de su poder. Con Licinio, (emperador romano de Oriente), publicó el
Edicto de Milán, que ordenó la tolerancia de todas las religiones en el imperio. El edicto
tuvo poco efecto en las actitudes de las personas. Las nuevas leyes se hacen a mano para
codificar algunas creencias y prácticas cristianas. el mayor efecto de Constantino al
cristianismo era su patrocinio. Dio grandes dones de la tierra y el dinero a la Iglesia y se
ofreció exenciones fiscales y cualquier otra condición jurídica especial de bienes de la
Iglesia y de personal. Estos regalos y los posteriores se combinaron para hacer de la Iglesia
el terrateniente más grande de Occidente en el siglo sexto. Muchos de estos regalos
fueron financiados a través de impuestos severa de cultos paganos Algunos cultos
paganos fueron forzados a disolverse por falta de fondos.; cuando esto sucedió la Iglesia
asumió el papel anterior del culto de cuidar de los pobres. En un reflejo de su mayor
prestigio en el Imperio, clérigos comenzaron a adoptar el vestido de la casa real,
incluyendo la COPE. Hechos 8: 9-21
Durante el reinado de Constantino, aproximadamente la mitad de los que se identificaron
como cristianos no se adhirió a la versión de la corriente principal de la fe. Constantino
temía que la desunión sería desagradar a Dios y dar lugar a problemas para el imperio, por
lo que tomó medidas militares y judiciales para eliminar algunas sectas. Para resolver
otras disputas, Constantino comenzó la práctica de invocar concilios ecuménicos para
determinar interpretaciones vinculantes de doctrina de la Iglesia.

Las decisiones tomadas en el Concilio de Nicea (325) acerca de la divinidad de Cristo llevó
a un cisma; la nueva religión, el arrianismo floreció fuera del Imperio romano.
parcialmente para distinguirse de los arrianos, la devoción católica a María se hizo más
prominente. Esto condujo a nuevas escisiones.

En 380, la corriente principal del cristianismo -en oposición al arrianismo, se convirtió en la


religión oficial del Imperio romano. El cristianismo llegó a ser más asociado con el Imperio,
dando lugar a la persecución de los cristianos fuera del imperio de estar, como sus
gobernantes temían cristianos rebelarse en favor del emperador. En 385, esta nueva
autoridad legal de la Iglesia resultó en el primer uso de la pena capital que se pronuncia
como una sentencia sobre un cristiano 'hereje', es decir, Prisciliano.

Durante este período, la Biblia, ya que ha llegado hasta el siglo 21 se colocó primero
oficialmente en Concilios de la Iglesia o Sínodos través del proceso de 'canonización'
oficial. Antes de estos Consejos o Sínodos, la Biblia ya había alcanzado una forma que era
casi idéntica a la forma en la que se encuentra ahora. Según algunas versiones, en 382 el
Concilio de Roma primero reconocido oficialmente el canon bíblico, que enumera los
libros aceptados del Antiguo y Nuevo Testamento, y en 391 se hizo la traducción de la
Vulgata latina de la Biblia. Listado Otras cuentas por el Concilio de Cartago del 397 como al
Consejo de que finalizó el canon bíblico como se le conoce hoy en día. El Concilio de Éfeso
en 431 aclaró la naturaleza de la encarnación de Jesús, declarando que era a la vez
totalmente hombre y totalmente Dios. Dos décadas más tarde, el Concilio de Calcedonia
solidificó primacía papal romana que se sumó a la descomposición continua en las
relaciones entre Roma y Constantinopla, la sede de la Iglesia de Oriente. También
despertaron fueron los desacuerdos monofisitas más de la naturaleza precisa de la
encarnación de Jesús, que dio lugar a la primera de las diversas Iglesias ortodoxas
orientales rompiendo lejos de la Iglesia católica.

Después de la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476, la fe católica


compitió con el arrianismo por la conversión de las tribus bárbaras. La conversión 496 de
Clodoveo I, rey pagano de los francos, vio el comienzo de un aumento constante de la fe
en Occidente.
División del Imperio Romano

Origen

Para asegurar el control del Imperio romano y hacer más eficiente su administración, el
emperador Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido
como tetrarquía, consistente en la división del Imperio en dos partes, gobernadas por dos
emperadores augustos, cada uno de los cuales llevaba asociado un «vice-emperador» y
futuro heredero césar. Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia y se
abrió un período de guerras civiles que no concluyó hasta el año 324, cuando Constantino
I el Grande unificó ambas partes del Imperio.

Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó Nueva
Roma, pero se la conoció popularmente como Constantinopla ('La Ciudad de
Constantino'). La nueva administración tuvo su centro en la ciudad, que gozaba de una
envidiable situación estratégica y estaba situada en el nudo de las más importantes rutas
comerciales del Mediterráneo oriental.

Constantino fue también el primer emperador en adoptar el cristianismo, religión que fue
incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y terminó por ser proclamada por el
emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria, religión oficial del Imperio.

Imperio romano oriental en el 480.

A la muerte del emperador Teodosio I, en 395, el Imperio se dividió definitivamente:


Flavio Honorio, su hijo menor, heredó Occidente, con capital en Roma, mientras que a su
hijo mayor, Arcadio, le correspondió Oriente, con capital en Constantinopla. Para la
mayoría de los autores, es a partir de este momento cuando comienza propiamente la
historia del Imperio bizantino. Mientras que la historia del Imperio romano de Occidente
concluyó en 476, cuando fue depuesto el joven Rómulo Augústulo por el germano (del
grupo hérulo) Odoacro. En cambio la historia del Imperio bizantino se prolongó aún
durante casi un milenio.

Luego de la caída del Imperio romano de Occidente, la figura del obispo de Roma se volvió
relevante también en lo político, siendo la única autoridad de los romanos. Pocos disputan
estas pruebas desde el punto de vista histórico, pero como ya se dijo, sí se disputa la
conclusión de autoridad a que se puede llegar a partir de ellas, por otras razones. Entre las
pruebas de esta sucesión apostólica, están las siguientes:

Sucesión apostólica del obispado de Roma


Tal como lo asevera el catolicismo, la legitimad de los obispos de las iglesias cristianas se
fundamenta en la transmisión de la autoridad espiritual de los apóstoles a sus sucesores.
En el caso del primado apostólico de Roma, al igual que el resto de las sedes espiscopales,
su origen y antigüedad parece confirmada por las fuentes más antiguas, como Ireneo de
Lyon (Adversus Haereses) y Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica), quienes parecen
coincidir en que tras el martirio y muerte del apóstol Pedro, el siguiente en ser elegido
como obispo de Roma fue Lino, de quien no se tienen mayores informaciones sobre su
vida, y que sin embargo ambos autores identifican con aquel mencionado por San Pablo
en sus cartas a Timoteo24 Tal sucesión, como se ha dicho, se daría tras la muerte de
Pedro, esto es, hacia el año 64 ó 67 d.c.

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