You are on page 1of 3

EL TRASPLANTE

Albert van Hageland (Bélgica)

El gran mago observaba con


mirada severa al malhechor que
estaba en pie frente a él.

El acusado, con la cabeza bien


erguida, parecía no tener
conciencia de la importancia de
su crimen.

— Ha pecado usted gravemente contra los planes cósmicos que


yo había trazado; más gravemente de lo que usted cree —le dijo
—. ¿Sabía, sin embargo, que está prohibido propagar ideas
contrarias al orden establecido?

El acusado no respondió.

— Usted conocía las consecuencias de un acto de tal gravedad —


continuó diciendo el gran mago —, por lo tanto, será usted
trasplantado.

El condenado perdió de pronto toda su seguridad y cayó de


rodillas.
— ¡No, por favor, se lo suplico! — gritó —. Hágame sufrir aquí
durante miles de años, durante todo el tiempo que crea
necesario. Pero no me condene al más atroz de los suplicios.

Impasible, el gran mago apretó el botón de esmeralda que había


sobre su mesa de trabajo.

Brotó un resplandor color malva.

Y en el lugar donde el condenado se encontraba hacía sólo unos


instantes, no se veía ya nada.

Al mismo tiempo, allá abajo, en la Tierra, un llanto infantil


anunciaba un nuevo nacimiento.
FIN

Hageland, A. Van. "El trasplante". En: Las mejores historias de


terror. España, Editorial
Bruguera, 1975. p. 243.

You might also like