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Libro de MARIA MULAMBO
Libro de MARIA MULAMBO
Cuando se incorporan, sus trajes son de los más variados estilos, los colores
van desde el negro, rojo o ambos colores e incluso trapos/cintas de colores. La
elección de la vestimenta depende del desempeño vibratorio de la entidad:
Estrada, Calunga, Encrucijada, Almas, etc. Les gustan los licores, las sidras,
los vinos y las bebidas fuertes como la cachaza y el whisky.
María Mulambo es un ícono de ayuda para las mujeres que llegan al “fondo del
pozo” y necesitan fuerza y aliento, no solo para continuar sus luchas, sino
también para superar y trascender las dificultades y ser más dignas e
independientes. Prefiere ver a sus protegidos solos que mal acompañados.
Pueden realizar pequeños encantamientos para favorecer una relación, pero
repudian los hechizos vinculantes.
Quizás la más conocida sea María Mulambo da Lixeira (del basurero), es una
entidad que trabaja para los dos lados, es decir, tanto para bien como para mal.
Pero no crean que es una entidad empeñada en hacer el mal!!
Quizás sea por este aspecto de la entidad que la mayoría cataloga a la falange
como ligada a la degradación y la miseria, por recibir sus EBÓS cerca de un
basurero.
Pero vale señalar que como toda POMBA GIRA, se recibe fuera del domicilio
que muchos determinen, ya que el lugar indicado para ofrecer los axés es
dentro de los límites de la casa religiosa, a menos claro que la casa utilice
únicamente las energías negativas de cada entidad, o si no hay control sobre
las energías de EGUNES. Peor si tienes el prejuicio de que las Pombas Giras
lindas y los Exús no se diferencian de los Kiumbas.
Al igual que las demás falanges, las MULAMBOS también tienen sus
representantes en varios lugares, como cementerio, playa, matos, caminos,
etc.
Fue a principios del siglo XIX, alrededor de 1818, época en que Brasil
caminaba hacia su independencia de Portugal y, aunque oficialmente elevado a
la “Categoría del Reino Unido”, mantenía en su estilo de vida las costumbres
de un ser sumiso, explotado, una colonia oprimida. Fue durante este tiempo
que nació en Alagoas, hija de los Manhães, respetada familia de agricultores
que vivían de la crìa de ganado en la región cercana al entonces pueblo de
Penedo.
María Rosa da Conceição – así se llamaba – creció bajo los moldes educativos
arraigados de la región. De joven, Brasil ya decía ser independiente: no lo era.
Su destino quedó sellado en manos de su padre, como le sucedió a tantos
otros miles de niñas. Eran de común validez los pactos matrimoniales, no entre
los amantes, sino entre quienes veían en este expediente la forma de unir
familias, los que se consideraban poderosos y tradicionales, apuntando sólo a
intereses comerciales, territoriales y hasta políticos. María Rosa da Conceição
no escaparía a este destino cuando, a los 19 años, se comprometió con los
Cardin, en la persona de Vicente, su hijo.
También había “el otro lado” de esta historia. María Rosa, por supuesto, no
amaba a Vicente. Era Luciano, capataz de la hacienda Manhães, el dueño de
su corazón, viudo, sin hijos, casi el doble de la edad de la niña. Como
empleado dedicado, servía a la familia, incluso en días difíciles, como las
sequías, que periódicamente devastaron el nordeste. Luciano era un hombre
de carácter incuestionable, una dote que ciertamente no habría sido
considerada por el coronel Manhães, si el capataz le proponía oficialmente
casarse con la hija del terrateniente. Pero Luciano y María Rosa, fuera de
tiempo y espacio, estaban locamente enamorados.
Viviendo un romance clandestino pero real, vieron acercarse el desastroso día
de la boda planeada de Rosa con Vicente. El compromiso de seis meses ya
había expirado. Cada día que pasaba, las esperanzas de una solución
disminuían. En junio de 1837, tres meses antes de la fecha fijada para la
ceremonia nupcial, María Rosa y Luciano recurrieron a la única salida que les
pareció posible, la huida, y huyeron a la región de Pernambuco.
Esa era la salida posible, pero no honorable, por las familias ofendidas y por las
costumbres del pueblo. El escándalo se apoderó de las fincas, hubo barrido de
caminos y el interior, explorado por los dos hermanos de María Rosa en un
intento de recuperarla y castigar a un empleado que ahora se había revelado
como indigno de confianza, además de un odioso seductor. ¡También para los
Cardin la humillación no tenía precedentes! Todos ellos exigieron la reparación
del honor familiar, ultrajado por un hombre considerado sin linaje y de dudosa
procedencia. Después de todo, ¿qué riquezas o poderes tenía? ¿De qué
familia venía? ¡Tal vez era mestizo o quién sabe qué más! ¿Cómo te atreves a
hacer eso? Se merecía un castigo igual a su locura. En cuanto a María Rosa,
los Cardin juzgaron que no había recibido la educación adecuada de sus
padres, tanto que había actuado de manera tan escandalosa e inmoral. Es
entonces cuando las dos familias cortan lazos, unidas solo en el firme propósito
de encontrar y castigar a Luciano.
¡Ojalá, sin embargo, fuera sólo tal martirio!... Meses después de llegar a Olinda,
la vida de María Rosa tomó un nuevo rumbo al ver morir de viruela a su
pequeña hija.
Y María Rosa volvió a huir. Ahora sola. Sin amor, ni siquiera estima ni
consuelo. Perdió todo lo más importante y valioso que tenía, prueba carnal y
espiritual del único amor de su vida. Partió por el camino que, también esta
vez, le parecía la única y desesperada solución posible: la prostitución.
No era la bella joven de antaño la que deambulaba por las calles de Penedo,
sino una mujer delgada, envejecida precozmente, abatida, llena de cicatrices,
desgarrada por el sufrimiento del cuerpo y del alma. Irreconocible, pronto fue
“bautizada” por la burla popular como MARIA MULAMBO. Así la encontraron
los dos hermanos, la llevaron a la hacienda a pocas leguas de la ciudad y le
dieron la noticia de la muerte de sus padres y su inclusión en la herencia de
Manhães, gracias a la intervención de su madre, la última en morir.
María Rosa recibió de sus hermanos, dicho sea de paso, toda la ayuda que
necesitaba debido a su enfermedad. Por lo tanto, logró recuperar parte de su
salud y comenzar una nueva vida, ahora dedicada a la comunidad, ayudando a
los necesitados (que no eran pocos) abandonados y sin hogar, niños, mujeres
y ancianos. Su parte de la herencia la asignó a este trabajo anónimo en un
asilo ya existente en Maceio, donde pasaba todas sus horas de vigilia
sirviendo.
En 1900 conoció a otra mujer de gran prestigio, María Padilha, cuyo propósito
principal era la lucha por la igualdad de género, inspirando decisivamente a
líderes feministas en el plano físico. Bajo su influencia, aceptó una invitación
para unirse a un nuevo movimiento religioso que aún se está organizando en el
plano astral, llamado Umbanda, que comienza a liderar a miles de criaturas.
Así, constituyó la falange de María Mulambo, trayendo innumerables beneficios a
los encarnados y desencarnados en la tierra brasileña.
REFERENCIAS:
Omolubá. Maria Mulambo na Sombra e na Luz. Editora: Cristalis Editora.
Baibich. Cláudia, Pombagiras - Pombagira Guardiã Maria Mulambo. sábado, 13 set
2008.
Disponible en el sitio:
pombagiras.blogspot.com.br/search/label/MARIA%20MULAMBO.
Rakaama. Maria Mulambo.