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MARIA MULAMBO - LOS SEMIDIOSA DEL REINO AFRO-BRASILEÑO

María Mulambo es guardiana y jefa de falange, su nombre es el nombre de una


legión de miles de "Marías Mulambos", mujeres que tienen personalidades e
historias de vida diferentes. En general, su fama es la de buena asesora tanto
de sus médiums como de sus consultores, llegando a ser querida, respetada y
muy buscada en los Centros de Umbanda y Candomblé.

Estas Entidades están muy interesadas y dedicadas a ayudar a sus médiums y


protegidos. MARIA MULAMBO, como energía principal, sin sus variantes
determinadas por el karma, por la evolución, es casi siempre hermosa,
femenina, amable, elegante, seductora, pero reservada. Son mujeres
exquisitas, sensuales, muy comunicativas y con una fuerte personalidad.

Naturalmente, algunos médiums descarriados y con poca conexión con la


Entidad interfieren negativamente en el comportamiento y la expresión cuando
se incorporan, pero cuando se trata de "Mulambos" se destacan, enseñando al
médium con el que están "tratando", porque "no se juega con María Mulambo".

Su misión consiste en hacer frente a la basura espiritual en la que vive la


mayoría de las personas, eliminando la baja vibración que emana la mente de
las personas no preparadas para afrontar el día a día.

En eliminar la angustia y la desesperación de los humanos, haciéndoles creer


en sí mismos y en su potencial divino. Eliminar del campo vibratorio las
energías nocivas que alejan al ser humano de la parte divina a la que
pertenece. Esta es su base. Son consideradas Entidades capaces de organizar
la vida personal de una persona encarnada, pero exigen de sus protegidos
acción y carácter firmes.

Las Marías Mulambos tienen muchos protegidos en el mundo espiritual y


también están cargadas de serias y necesarias exigencias de evolución,
porque con "Mulambo" se puede arreglar o romper. Conceden pedidos, pero
también cobran, enseñan, aunque para eso tengan que dejar sufrir a sus
protegidos.

La mayor parte de la legión de Marías Mulambos trabaja dentro de la vibración


de Oyá, es decir, es común ver a "hijos" de esta Orisha siendo médiums de
María Mulambo.

Son entidades de gran influencia, trabajan con magia y fuertes exigencias,


cuentan con grandes aliados en el plano espiritual, logrando llevar a cabo sus
misiones con éxito.

Cuando se incorporan, sus trajes son de los más variados estilos, los colores
van desde el negro, rojo o ambos colores e incluso trapos/cintas de colores. La
elección de la vestimenta depende del desempeño vibratorio de la entidad:
Estrada, Calunga, Encrucijada, Almas, etc. Les gustan los licores, las sidras,
los vinos y las bebidas fuertes como la cachaza y el whisky.

Sus ofrendas pueden ser simples o complejas, según el propósito de la obra, y


pueden incluir cintas rojas y negras, ramas de romero y frutas como higos,
además de pimienta y chocolate. Reciben sus ofrendas en cruces de caminos
en forma de T, en templos de Umbanda o Candomblé, cementerios, playas,
bosques, cascadas, o en lugares recomendados por la Entidad incorporada al
medio.

Estos espíritus tienen un vasto desempeño de líneas: Encruzilhadas, Higuera,


Cementerio, Estrada, Calunga Grande (en la Playa), Cabaret, Lodo, Cruzeiro
das Almas (incluyendo Iglesias), entre otros.

El origen del nombre María Mulambo o Molambo, proviene del sufrimiento de


privaciones económicas o emocionales que estos espíritus atravesaron en vida,
y fueron acogidos e invitados a trabajar en esta falange.

María Mulambo es un ícono de ayuda para las mujeres que llegan al “fondo del
pozo” y necesitan fuerza y aliento, no solo para continuar sus luchas, sino
también para superar y trascender las dificultades y ser más dignas e
independientes. Prefiere ver a sus protegidos solos que mal acompañados.
Pueden realizar pequeños encantamientos para favorecer una relación, pero
repudian los hechizos vinculantes.

Quizás la más conocida sea María Mulambo da Lixeira (del basurero), es una
entidad que trabaja para los dos lados, es decir, tanto para bien como para mal.
Pero no crean que es una entidad empeñada en hacer el mal!!

Sí a los encarnados que en lugar de evolucionar se pierden en las redes de la


evolución, transgrediendo las leyes cósmicas.

Quizás sea por este aspecto de la entidad que la mayoría cataloga a la falange
como ligada a la degradación y la miseria, por recibir sus EBÓS cerca de un
basurero.

Pero vale señalar que como toda POMBA GIRA, se recibe fuera del domicilio
que muchos determinen, ya que el lugar indicado para ofrecer los axés es
dentro de los límites de la casa religiosa, a menos claro que la casa utilice
únicamente las energías negativas de cada entidad, o si no hay control sobre
las energías de EGUNES. Peor si tienes el prejuicio de que las Pombas Giras
lindas y los Exús no se diferencian de los Kiumbas.

Sí, las POMBAS GIRAS son egunes, porque pertenecen a legiones de


entidades que después de desencarnar se quedan del lado espiritual, sirviendo
para buscar un mejor equilibrio y cuando regresan habiendo ya saldado la
mayor parte de las deudas y recibido sus créditos, que ciertamente, a medida
que evoluciona, cobra menos, y dona mucho más.

Al igual que las demás falanges, las MULAMBOS también tienen sus
representantes en varios lugares, como cementerio, playa, matos, caminos,
etc.

Lo que la mayoría determina como cruzado no es más que variantes de una


entidad que usa un nombre conocido para mantener comunicación en varias
líneas de comunicación espiritual, interconectando encarnados y
desencarnados, pues aunque la distancia entre una entidad espiritual del nivel
de Exús o Pombas Giras, o ciganos, boiadeiros, caboclos de pena, y tantos
otros entes, ya sean enormes entre ellos y los ORIXÁS, mantienen un hilo
conductor con la energía maestra que, de manera escalonada, se eleva a lo
más alto.

La historia de la líder de esta poderosa legión, según Omolubá, se describe así:

Fue a principios del siglo XIX, alrededor de 1818, época en que Brasil
caminaba hacia su independencia de Portugal y, aunque oficialmente elevado a
la “Categoría del Reino Unido”, mantenía en su estilo de vida las costumbres
de un ser sumiso, explotado, una colonia oprimida. Fue durante este tiempo
que nació en Alagoas, hija de los Manhães, respetada familia de agricultores
que vivían de la crìa de ganado en la región cercana al entonces pueblo de
Penedo.

María Rosa da Conceição – así se llamaba – creció bajo los moldes educativos
arraigados de la región. De joven, Brasil ya decía ser independiente: no lo era.
Su destino quedó sellado en manos de su padre, como le sucedió a tantos
otros miles de niñas. Eran de común validez los pactos matrimoniales, no entre
los amantes, sino entre quienes veían en este expediente la forma de unir
familias, los que se consideraban poderosos y tradicionales, apuntando sólo a
intereses comerciales, territoriales y hasta políticos. María Rosa da Conceição
no escaparía a este destino cuando, a los 19 años, se comprometió con los
Cardin, en la persona de Vicente, su hijo.

También había “el otro lado” de esta historia. María Rosa, por supuesto, no
amaba a Vicente. Era Luciano, capataz de la hacienda Manhães, el dueño de
su corazón, viudo, sin hijos, casi el doble de la edad de la niña. Como
empleado dedicado, servía a la familia, incluso en días difíciles, como las
sequías, que periódicamente devastaron el nordeste. Luciano era un hombre
de carácter incuestionable, una dote que ciertamente no habría sido
considerada por el coronel Manhães, si el capataz le proponía oficialmente
casarse con la hija del terrateniente. Pero Luciano y María Rosa, fuera de
tiempo y espacio, estaban locamente enamorados.
Viviendo un romance clandestino pero real, vieron acercarse el desastroso día
de la boda planeada de Rosa con Vicente. El compromiso de seis meses ya
había expirado. Cada día que pasaba, las esperanzas de una solución
disminuían. En junio de 1837, tres meses antes de la fecha fijada para la
ceremonia nupcial, María Rosa y Luciano recurrieron a la única salida que les
pareció posible, la huida, y huyeron a la región de Pernambuco.

Esa era la salida posible, pero no honorable, por las familias ofendidas y por las
costumbres del pueblo. El escándalo se apoderó de las fincas, hubo barrido de
caminos y el interior, explorado por los dos hermanos de María Rosa en un
intento de recuperarla y castigar a un empleado que ahora se había revelado
como indigno de confianza, además de un odioso seductor. ¡También para los
Cardin la humillación no tenía precedentes! Todos ellos exigieron la reparación
del honor familiar, ultrajado por un hombre considerado sin linaje y de dudosa
procedencia. Después de todo, ¿qué riquezas o poderes tenía? ¿De qué
familia venía? ¡Tal vez era mestizo o quién sabe qué más! ¿Cómo te atreves a
hacer eso? Se merecía un castigo igual a su locura. En cuanto a María Rosa,
los Cardin juzgaron que no había recibido la educación adecuada de sus
padres, tanto que había actuado de manera tan escandalosa e inmoral. Es
entonces cuando las dos familias cortan lazos, unidas solo en el firme propósito
de encontrar y castigar a Luciano.

Durante tres años y seis meses se hizo una persecución incesante e


implacable a la pareja que, lejos de la furia y el deseo de venganza de su parte
y ya con una hija, había encontrado en las tierras de Coronel Aurino de Moura
su refugio de felicidad, y, donde, con la misma dedicación propia de su
carácter, Luciano también trabajaba como capataz.

En una calurosa tarde de diciembre de 1840, cuando andaba despreocupado


en el corral de la finca, atendiendo a un animal herido, una patrulla rodeó el
lugar. Había dos líderes, blancos, negros, esclavos, rastreadores y
mercenarios. Sin ninguna explicación, mataron al animal a tiros y a Luciano a
puñaladas. María Rosa, quien cuidaba a su hija en su casa, fue llevada
inconsciente de regreso a la ciudad de Penedo.

Regresar a casa en tales circunstancias significaba, por supuesto, enfrentar


(¿quién sabe?) el odio, pero sobre todo, la humillación. Y esa era la única
razón por la que habían traído a María Rosa. Después de escupir a los demás,
el padre la echó, con el orgullo herido y los oídos cerrados a las súplicas de los
dos hijos y de la mujer, sufriendo la madre al reconocer que su hija merecía
castigo, pero no la repudiaban. Los pedidos fueron vanos.

Verse abandonada a sus propios recursos no la asustó. Pero su pequeña hija


no pidió ni mereció el abandono y el repudio de la familia. Entonces María Rosa
pensó que ir al albergue de familiares podría aliviar el sufrimiento de la niña.
Con ella volvió a Pernambuco y, en la ciudad de Olinda, apeló a sus tíos que,
no la trataron como a una sobrina. Por el contrario, su condición de
dependiente e indefensa convirtió a María Rosa en una sirvienta de la familia,
soportando nuevas humillaciones por el bien de su hija.

¡Ojalá, sin embargo, fuera sólo tal martirio!... Meses después de llegar a Olinda,
la vida de María Rosa tomó un nuevo rumbo al ver morir de viruela a su
pequeña hija.

Y María Rosa volvió a huir. Ahora sola. Sin amor, ni siquiera estima ni
consuelo. Perdió todo lo más importante y valioso que tenía, prueba carnal y
espiritual del único amor de su vida. Partió por el camino que, también esta
vez, le parecía la única y desesperada solución posible: la prostitución.

Así pasaba sus días de amargura en el falso esplendor de la noche bohemia.


Pronto, su salud se vio socavada por la tuberculosis y las enfermedades
venéreas. Escuálida y tísica, una vez más comenzó a ser repudiada incluso por
sus colegas de profesión de la llamada “vida fácil”. Luego comenzó a mendigar
en las calles. En sus andanzas de extrema pobreza, permaneció dos años en
Recife, trasladándose luego de ciudad en ciudad hasta regresar a su tierra
natal.

No era la bella joven de antaño la que deambulaba por las calles de Penedo,
sino una mujer delgada, envejecida precozmente, abatida, llena de cicatrices,
desgarrada por el sufrimiento del cuerpo y del alma. Irreconocible, pronto fue
“bautizada” por la burla popular como MARIA MULAMBO. Así la encontraron
los dos hermanos, la llevaron a la hacienda a pocas leguas de la ciudad y le
dieron la noticia de la muerte de sus padres y su inclusión en la herencia de
Manhães, gracias a la intervención de su madre, la última en morir.

María Rosa recibió de sus hermanos, dicho sea de paso, toda la ayuda que
necesitaba debido a su enfermedad. Por lo tanto, logró recuperar parte de su
salud y comenzar una nueva vida, ahora dedicada a la comunidad, ayudando a
los necesitados (que no eran pocos) abandonados y sin hogar, niños, mujeres
y ancianos. Su parte de la herencia la asignó a este trabajo anónimo en un
asilo ya existente en Maceio, donde pasaba todas sus horas de vigilia
sirviendo.

Fue en 1857 cuando murió María Rosa da Conceição. Recibida en el plano


astral por muchos conocidos y parientes, a quienes hubo beneficiado en su
vida terrena siguió llamándose, ahora cariñosamente, María Mulambo.

En 1900 conoció a otra mujer de gran prestigio, María Padilha, cuyo propósito
principal era la lucha por la igualdad de género, inspirando decisivamente a
líderes feministas en el plano físico. Bajo su influencia, aceptó una invitación
para unirse a un nuevo movimiento religioso que aún se está organizando en el
plano astral, llamado Umbanda, que comienza a liderar a miles de criaturas.
Así, constituyó la falange de María Mulambo, trayendo innumerables beneficios a
los encarnados y desencarnados en la tierra brasileña.

REFERENCIAS:
Omolubá. Maria Mulambo na Sombra e na Luz. Editora: Cristalis Editora.
Baibich. Cláudia, Pombagiras - Pombagira Guardiã Maria Mulambo. sábado, 13 set
2008.
Disponible en el sitio:
pombagiras.blogspot.com.br/search/label/MARIA%20MULAMBO.
Rakaama. Maria Mulambo.

Disponible en el sitio: rakaama.blogspot.com.br/search/label/Maria%20Mulambo.

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