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Los l6gicos escolisticos tardios id dearon divertidos apoyos paca la ia) mediante los cuales se podian recordar las muchas formas © figuras de silogismo (conclusiones a p de una premisa mayor y ‘menor). Estos recursos mnemotécnicos consistfan en palabras di silabas, en parte reales y en parte creadas laba representaba una de | con este propésito. Cada si las tres proposiciones, y las vocales dentro 4s aquéllassignificaban el eadcter de estas proposiciones. La vocal Por ejemplo, denotaba una relacién general y positva; la vocal o, una | parcial y negativa. Asf el agradable nombre designabs tarbara, con sus tres 4, * un silogismo que consista en tres proposiciones generales ¥ Positivas (por ejemplo: «Todos los hombres son mortales; todos los seres mortales precisan de alimento; en consecuencia todos los hom- bres precisan de alimento» Y para un silogismo consistente en una Proposicin general y positiva y dos parciales,y negativas (por cjem. Blo: «todos los gatos tienen bigotes; algunos animales no tienen bigo | fes; en consecuencia alganos animales no son g Palabra Baroco, que contiene una atos») fue acufiada la ¥ dos o. Fuese la palabra misma, © la manera peculiarmente indirecta denotaba, 0 ambas a la de ejercitar el pensamiento que "e2, debicron de haber parecido a las genera- + Elector debe gue aqui se reproduce exe mecanografad de una conte not 13), que no ha sido cudadceaments que esti entemeclado on bres indesitables, correstiones, iliacog mca (version 4, vase pig 3, tciado por el autor de dapostivas (alas que corraponden ae lpnasenmiendas menores con vistas» a rar I intel Billed,» abadido algunas notasexplictrss. En algun etter be ee, ernment acepadae dels ches de arc han cambiadey he dade ea idence es moderns. (N del com 35 ciones posteriores particularmente graciosas y caracreristicas del for- tmalismo pedante, que rechazaban en el pensemisnto medieval; y cuando los escritores humanistas, incluido Montaigne, quesian ridi- culizar a'un poco mundano y estéil pedante, le reprochaba tener st cabeza lena de «Barbara y Baroco», etc. Fue as{ como la palabra Ba- roco (Baroque en inglés y francés) vino a significar cualquier cosa en extremo abstrusa, oscua, fantistia e init (como ocurre hoy en mu hos etculos con la palabra intelectual). (La otra derivaciém del tér- mino a partic dela palabra latina veruca y la espafola barueca, que signtican, originalmente, «verruge® y por extensién «perla de forma irregular, resulta muy improbable, tanto por razoncs logicas como puramentelingisticas.) El clasicismo del siglo xv aplicé ext término despectivo sobre todo | al ipo de arguiecrura y omamento que reprobaba, con especial refe- rencia al estilo del gran arquitecto del siglo xv Francesco Borromin | Pero en el siglo 0%, cuando Ranke dijo que «cada periodo responde mediatamente ante Dios», ese término orginalmente despectivo — como también Gético y Rococd— fue despojndo de sus connotaciones injurosasy convertido en una designacinneutra, que denotaba sel es slo que siguid al Renacimiento>, ex decir, esl del siglo XVM y co- mienzos del xvui, Esta neutralizacién o, si se prefiere, historizacién del visio término cargado de oprobio, condujo a varias extensions de su 1s algunas de las cuales entrafian también sus resgos. Ante todo, t= nemos la extensi inocua que hace de él un medio dentro de las artes, visuals: lo que en principio habia estado limitadoa la arquitecura y al ‘oeamento fue (otra ver, dicho sea de paso, al igual que el «Geico» y el +Rococé»)aplicado también ala escultura yal intra En segundo ha fa tenemos otra extensin, ta menos inocna, como medio fuera dels artes visuals (pero todavia perreneciente al mismo periodo histérico}, de tal modo que ahora hablamos de poesfa, misica e incluso matematicas, barrocas. En tercer lugar, tenemos la atin menos inocua extensién, que Figura 1. Beenini, Cathedra Petri. Basilica de San Pedro de Roma li ns al a pedo on cute; de med gue cada ets re: Andeson 197) puestamente relacionado con uno precedente, como se supone al «Ba: rroco» propiamente dicho, se relaciona con el Renacimiento y puede ser denotado mediante denominaciones compuestas como «Barroco hele- nistico», «Barraco romanico», «Barroco del gético tardio», et, 36 37 38 Figura 2. Andrea Sansovino, Tumba del cardenal Ascanio Sforza. ‘del Popolo, Roma (foro: Alinari 6156). ‘Todo esto ha provocado una confusién considerable, que se ageava por el hecho de que el término Barroco, en su forma neutralizada, pro- piedad, sin duda alguna, de los historiadores de art, fue yes aplicado or quienes no lo son, y que no siempre pueden seguir las correccio- nes graduales que los especialistas hacen de sus propios errores. In del pe- iodo de la Contrarreforma, sea que consideremos a un hombre joven como el Ludovico Capponi (fig. 32), en la Coleccion Frick, o a una 84 Figura 38. Bernini, Busto de Costanza Buonareli. Bargllo, Florencia (foto: Alinari 271 85 Figura 39. Bernini, Busto de Luis XIV. Versalles (foto: Alinari 25588). Figura 43. Orazio Gentileschi, David después de su victoria sobre Goliat Galeria Spada, Roma {feco: Alinari 28918}. gran dama tal como Eleanora de Toledo, Gran Duguesa de Toscana, en el retrato de Bronzino (fig. 37). Un retrato barroco es, sin embargo, libre y abierto nuevamente al ‘mundo. La actitud del Busto de Costanza Buonarelli de Bernini (Sig 38) es sensualmente alegre, palpita con irreprimida vitalidad, armo- niosa a pesar de su susceptibilidad hacia todo tipo de impresion y emo- cin, El Barroco (hablo s6lo de Italia, donde se originé el estilo) ha su- perado la crisis de la Contrarzeforma. Se ha hallado un modus vivendi para cada ambito; os cientifics dejaron de ser quemados como Gior- dano Bruno (cuya muerte puede ser considerada un acontecimiento en- faticamente manierista, mientras que la liberacién de Campanella por Urbano VIII fue un acontecimiento barroco) y las esculturas romanas no estuvieron por més tiempo ocultas en celdas. El sistema de la Igle- sia era ahora tan poderoso ¢ incontestado, que podia permitirse ser re- lativamente tolerante respecto a cualquier esfuerzo vital, més asin, asi rmilaria y absorberia gradualmente estas fuerzas vitales, hasta llegar a ppermitir que las mismas iglesias se lenaran con aquella sinfonia visual de putt alegres, oro resplandeciente y decoraciones teatrales como las due se observan en la Cathedra Fetri. En el ambito de los retcaos esta decoraci6n suntuosa tiene un paralelo en el iltimo busto de Bernini de Luis XIV (fg. 39), estallido triunfal de una nueva libertad que fue con- uistada paso a paso durante el siglo xvi El relajamiento o liberacién alcanzados por el periodo barroco se puede observar en todos los campos de la actividad humana. Los in- termedios florentinos del teatro maniersta (similares a las méscaras in- slesas) abundaban en alegorias tan complicadas como las que se vie- ron en el Intermedio de 1585 y 1589, cuando se escenificé el final de La Reptilica de Platon incluyendo los planetas, la armonia de las es- feras, las tres diosas del destino, y hasta la Necesidad, portando el eje inexorable del Universo (fig, 40). Por easualidad poseemos el diario de un noble que vio esta pieza y afirmaba que era muy hermosa pero que nadie podia comprender de qué trataba todo aquello. Algunos ais ‘mas tarde estas alegorfas fueron remplazadas por la épera moderna, lena de emociones naturales y afinadas melodias (Daphne de Rinuc- cini, 1594; Orfeo de Monteverdi, algo mas tarde). El propio estilo de la escritura habfa asumido un carécter especificamente manierista en 1 cs Alb (foro: Anderson 2385), Figura 45. Domenichino, La sltima comunisn de San Jerénimo. ‘Museo del Vaticano, Rama (foo: Alinati 7752) 93 Fig. 47. Adriaen Brouwer, Divinidades clésicas. Obra hoy desaparecida que pertenecié a una colecein privada (tomado de Richard Hamann in ‘Memovian [Schriften zur Kunstgeschichte, Il, Berlin, 1963, pég. 93, fg. 102} Figura 46. Guido Reni, Marda Magdalena. Walters Art Gallery, Baltimore. 94 oa ‘odo el continente (gongorismo en Espaias eufuismo en Inglatera Lyly, Green y Donne). El mismo fue también superado por Cervantes ¥ Shakespeare. Un bello ejemplo lo constituye El cuento de invierno (1610-1611), de Shakespeare, que ridiculiza con toda intencién la rosa eufuistica de los cortesanos y le opone el discurso, emocional,e incluso versificado, pero hermosamente natural y humanamente pro- fando, de los personajes principales, Caballero 3°: Una de las notas més tieenas(..] fue cuando, al relatar tas circunstancias dela moerte dela rein noblemente confesada y la ‘mentada por el re, la atenciGn heria a su hij, hasta que, de una seal de pena en otra, con un jay! yo dria que sangraba ligrimas. Seguro ‘que mi corazén lloré sangre. Al més crue se le mudaba el color Unos se desmayaron, todos se entrstecieron, El ewento de invierno 5.2 Perdita: Permitidme, ¥ mo me llaméis suyersticiosa, que de rodillas le implore su bendicién, Seiiora, reina, que, euando yo empecé, acabaste, ddadme wuestra mano, que a bese, El euento de Invierno 5.3" ¥ con un cambio significativo en la historia si se compara con el mo- delo de Shakespeare, el «Pandosto» de 1588, de Robert Greene. Esta suerte de happy end es un rasgo tipicamente barroco (en la 6pera de Monteverdi, incluso Orfeo se queda en posesién de su mujer): un con. flicto doloroso resuelto en una salida placentera (eompérese con las Propias anécdoras sobre los bustos de Bernini de Scipione Borghese y Ja Fontana dei Quattro Fim). En las artes plisticas el aumento de los valores emocionales como resultado de un conflicto de impulsos opuestos, que silenciosamente se fusionan en un poderoso sentimiento de excitacién subjetiva, fue ob. servado ya en obras como la Aparicin de la Virgen a san Francisco de * (rad, casts Madd, Espasa Calpe, colccin Austral, 1999), 96 Figura 48, Leonardo da Vinci, Fgura oe Castillo de Windsor, grotescas, dibujo, 97, Pietro da Cortona (fig. 4), 0 El éxtasis de Santa Teresa de Bernini (figs. 27, 28). Pero ademés, esta tendencia dio lugar al descubsimiento de ‘nuevos temas iconogrificos acordes con la nueva tendencia de la ima- sinacién y el sentimiento. El San Sebastién herido es curado por santa Irene, de Giovanni Domenico Cerrini (fig. 41), representa una nueva concepcién de las escenas de martires en las que el dolor fisico es sen- ‘ido intensamente (en contraste con las representaciones medievales y renacentistas) pero se funde en un éxtasis de bienaventuranza, En este .cas0, el santo esté atin atado al érbol, una ilustracién drastica del con- flicto entre el dotor fisico y el alivio. Fl episodio no era del todo desco- nocido en el arte prebarroco, pero estaba restringido a series abarcado- ras que representaban la vida entera de San Sebastién; mientras que ahora, cl episodio esta singularizado y posee mayor intensidad emocio- nal, convirtiéndose en un tema favorito en el arte barroco. Agar mic viendo de hambre en el desierto es consolada por un angel (fig 42), de Pier Francesco Mola (existen muchas otras representaciones, por ejem- pplo, Lanfranco, Pietro da Cortona), muestra la figura de algiin modo patética de Agar, que es uno de los personajes favoritos del arte barroco, ‘como también lo son otros sucesos de su vida (su retorno a la casa de Abraham antes del nacimiento de Ismael) y otras escenas de reconclia

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