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Qué es el autoliderazgo

El concepto de liderazgo se ha utilizado mucho en el ámbito laboral para hablar de la gestión de los
equipos de trabajo. El liderazgo es la capacidad para dirigir y motivar a otras personas. Por tanto, el
autoliderazgo, hará referencia a esta capacidad destinada a uno mismo. Veamos en profundidad qué
es el autoliderazgo.

Definición de autoliderazgo

¿Qué es el autoliderazgo? El concepto de autoliderazgo se define como la capacidad de influencia


intencionada y consciente sobre los propios pensamientos, emociones y conductas con el objetivo
de alcanzar las metas personales que nos hemos propuesto.

La capacidad de autoliderazgo está formada por el conjunto de habilidades psicológicas que


aumentan las probabilidades de logro de los objetivos tanto a medio y largo plazo, a pesar de la
limitación de recursos y la incertidumbre del futuro. El autoliderazgo implica una serie de
competencias como la focalización de la atención en las metas, la persistencia, mantenimiento de la
motivación y disciplina por ellas, aunque no resulten en una gratificación inmediata, la evaluación y
monitorización de las acciones en base a los objetivos establecidos, pudiendo ajustarlas si no son las
óptimas, así como una planificación y priorización de tareas.

Esta habilidad se relaciona con la inteligencia emocional, ya que presenta un componente de gestión
y regulación emocional, al igual que con la inteligencia intrapersonal, dado que implica una
conciencia y conocimiento de nuestra propia persona y la capacidad de usar esta información en
beneficio propio.

La importancia del autoliderazgo reside en el hecho de que la persona tiene el control de su propia
vida, su consecuencia pues es el empoderamiento personal. Las personas con un desarrollado
autoliderazgo toman sus propias decisiones de manera independiente y son capaces de mantener
una focalización en sus objetivos, lo que aumenta las probabilidades de lograr su consecución, y por
lo tanto conseguir aquello que se han propuesto y es importante para ellas.Todo esto repercute en
un mayor bienestar emocional, crecimiento personal, así como en una mayor seguridad y confianza
en la propia persona.

Características del autoliderazgo

Existen una serie de procesos psicológicos y comportamientos de autoliderazgo que presentan


personas con un perfil de autoliderazgo. A estas cualidades se las conoce como las 5 as del
autoliderazgo.

Las 5 as del autoliderazgo

Las 5 características del autoliderazgo son:

Autoconocimiento: es la autoconciencia o capacidad de reconocimiento e identificación de nuestros


propios pensamientos y emociones, de cómo nos afectan y de las causas que los originan. Esta
habilidad comprende el conocimiento sobre los recursos de los que disponemos, así como de las
propias limitaciones, y la conciencia sobre nuestros puntos débiles y fuertes.
Autoestima: hace referencia al conjunto de percepciones, evaluaciones y valoraciones que hace una
persona de sí misma, en cuanto a su valor, forma de ser y cualidades. Este juicio implica la propia
aceptación, respeto y cuidado, lo que permite una potenciación de nuestra persona.

Autonomía: es la facultad por la que las personas somos capaces de establecer prioridades y
objetivos propios y de forma independiente, de formarnos un criterio personal, tomar decisiones y
asumir la responsabilidad de nuestras propias acciones.

Autogestión: es la capacidad de regular las propias emociones (autoliderazgo emocional), conductas


y recursos propios para dirigirlos hacia la meta fijada. También implica ser capaz de analizar y
monitorizar las acciones sin ayuda externa y redirigirlas o ajustarlas cuando es necesario.

Automotivación: es la habilidad para influir en el propio estado de ánimo y en la perseverancia para


mantenerlas frente a una meta establecida. Se compone de la iniciativa, la voluntad, el compromiso
con los objetivos, el optimismo y la orientación al logro.

Cómo desarrollar el autoliderazgo:

El autoliderazgo presenta grandes implicaciones en la competencia propia y en el bienestar, además


de ser muy valorado en diversos ámbitos, especialmente en el laboral. El entrenamiento en estas
habilidades es posible y su puesta en práctica permite el perfeccionamiento de estas. Por ello, a
continuación, te presentamos una serie de estrategias para potenciar tu autoliderazgo:

Conócete: dedica un tiempo al análisis de tus cualidades, de tus puntos fuertes y débiles. Para
facilitar esta autoevaluación, puedes pensar en situaciones en las que crees que actuaste de manera
competente o adecuada y en aquellas en las que tus acciones podrían mejorarse, así como
preguntar a gente cercana sobre tus habilidades o realizarte preguntas a ti mismo o misma.
Mediante este ejercicio podrás obtener una idea sobre tus recursos y limitaciones.

Autoaprendizaje: una vez identificadas tus limitaciones o puntos a trabajar, es recomendable


trabajar en la medida de lo posible en ellos mediante la información y conocimiento sobre estas
cualidades, así como la búsqueda de posibles actividades o tareas que pueden incrementarlas. Por
ejemplo, si crees que debes mejorar tus habilidades sociales puedes apuntarte a actividades
grupales como deporte en equipo, teatro, una asociación, etc. o también es posible acudir a una
persona profesional que realice un entrenamiento en habilidades sociales.

La rueda de la vida: es una técnica de desarrollo personal mediante la que se dibuja un círculo y se
escriben diez áreas que te gustaría cambiar o mejorar de tu vida. Una vez seleccionadas, es
necesario priorizar asignando un número a cada uno de estos puntos de acuerdo con la importancia
que se le otorga a cada una. Mediante esta herramienta se realiza un análisis del presente y una
focalización en el futuro.
Establece objetivos: una vez identificados los deseos o necesidades es necesario plasmarlos de
forma operativa, de manera que estimulen y orienten a la acción. Para ello, es conveniente redactar
objetivos específicos y concretos, que puedan ser medidos o evaluados de alguna manera y sean
realistas, alcanzables mediante el esfuerzo y el trabajo. También es recomendable desglosar o
subdividir el objetivo final en objetivos a corto, medio y largo plazo, ya que permite tener una visión
más clara a la hora de realizar un plan de acción.

Diseña una estrategia: en base a la información que posees acerca de tus propios recursos y
cualidades y los objetivos fijados, establece un puente entre ambos, es decir encuentra la
metodología o acciones que te acercarán a tus metas, pero de manera realista y basándote en tus
virtudes y defectos. Puedes realizar una lluvia de ideas y elegir entre todas las opciones que te
planteas aquella que te resulte más plausible.

Planifica: en el desarrollo del autoliderazgo es muy útil la creación de planes mediante herramientas
visuales como listas, esquemas y horarios. La planificación debe realizarse en base a criterios
temporales y la disponibilidad de recursos, tanto personales como materiales. Programa teniendo en
cuenta aquellas actividades que te llevarán más tiempo y las que menos de acuerdo con tus puntos
fuertes y débiles. Es necesario marcarse fechas límite para la realización de las acciones establecidas.

Focalízate: para mantener la atención es más efectivo centrarse en una sola actividad y después en
otra, ya que el cerebro consigue evitar y filtrar más las distracciones.

Gestiona los cambios: en tu planificación y programación puede incluir un plan b pensando en


posibles contratiempos que puedan surgir, sin embargo, si aun así no es posible controlarlos, intenta
cambiar el punto de vista y percibir este cambio o modificación como una oportunidad.

Desarrolla hábitos: en cuanto al desarrollo y mantenimiento de la autodisciplina y la perseverancia


es imprescindible la creación y compromiso con ciertos hábitos y rutinas que estructuren tu día a
día.

Motívate: para mantener la motivación, disciplina y perseverancia es necesario que desconectes,


socialices, realices actividades gratificantes y te recompenses de vez en cuando tras grandes
esfuerzos. De esta manera contribuyes a reforzar tus propias conductas y a lograr un equilibrio. El
planteamiento de desafíos nuevos y diferentes también colabora en tu automotivación.

Sé flexible: el autoliderazgo implica saber cuándo se debe descansar y cuando ser flexible contigo
mismo o misma para obtener un mejor rendimiento. Es necesario ser una persona que cultive la
autoindulgencia, que no se castigue y se comprenda en los fallos, así como tenga en cuenta sus
propias emociones. Esto último implica, por ejemplo, que si un día hemos recibido una mala noticia
y atendiendo a nuestras emociones detectamos que estamos tristes, deberíamos bajar el ritmo de
exigencia temporalmente y cuidarnos o realizar aquellas actividades de nuestra planificación que no
demandan tanto esfuerzo, si nos sentimos capaces.
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