Una investigacién impresionan
nes, rica en ideas y humana en
un placer leerlo»,
ido, juicioso y entretenido de
«Richard Bosworth ha escrito aqui un relato
la vida del Duce a partir de una extensa investigacion de las fuentes y de un
conocimiento exhaustivo de la épocae.
The Sunday Telegraph
«Un revisién renovada, inteligente y sensata de Ja figura de Mussolini y del
periodo fascistav.
The New York Times Book Review
«El estudio definitivor.
Library Journal
«RJ. B. Bosworth ha escrito una biografia fascinante de un lider com
¢ imperfecto que no poseia ni la suficiente visién ni las habilidades politicas
necesarias para gobernar una naci6n. (...] Bosworth ha realizado uns investi-
gacién muy rigurosa e imparcial al alcance de todos los lectores del ascenso
al poder y la cafda de Mussolini, a partir de un exhaustivo conocimiento de la
historia de Italia para narrar la vida de una de las figuras més tirdnicas del
sigho xx».
The Washington Post
tuna investigacién minuciosa, sensata y juiciosa-
mente escéptica». .
Times Literary Supplement
«Una biografia espléndida,
R. J. B. BOSWORTH
PNYERSIDAD Nacionay
Mussolin into
‘TRADUCCION DE JOSE MANUEL ALVAREZ FLOREZ,
p
EDICIONES PENINSULA
BARCELONAMAWYA/VALLS +
DURGSITO LHEAL:B, 30.082-2003,
1s: 84-8307-586-5,
PARA MICHAL,
DE NUEVO,CONTENIDO
Prefacio,
Introduccién, 17
1. LAS FURIAS ¥ BENITO MUSSOLINT (19444-1945), 29
2. BL PRIMERO DE LA CLASE? LOS MUSSOLINI ¥ EL JOVEN BENITO
(41885-1902), 55
3. EMIGRANTE ¥ SOCIALISTA (1902-1910), 75
4: LA LUCHA DE CLASES (1910-1914), 97,
5. GUERRA ¥ REVOLUCION (1914-1919), 121
(6. LOS PRIMEROS MESES DE FASCISMO (1919-1920), 145
7. BL ASCENSO DEL FASCISMO AL PODER (1920-1921), 167
8. GOBIERNO (1922-1924), 193
9. LA IMPOSICION DE LA DICTADURA (3924-1925), 219
10, EL HOMBRE DE LA PROVIDENCIA (1926-1929), 243
21, MUSSOLINI EN SU POMPA (1929-1932), 267
12, BL DESAF{O DE ADOLF HITLER (1932-1934), 291
13. UN IMPERIO EN ETIOPIA (1935-1936), 315
14. CRISIS EN EUROPA (1936-1938), 339
15. SE ACERCA UNA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1938-1939), 365
16. LA INNOBLE SEGUNDA DE ALEMANIA (1939-1941), 389
17. PRIMERA CAIDA Y DEBIL RESURRECCION (1942-1943), 415
18, EL FANTASMA DE BENITO MUSSOLINI (1945-2001), 445,
Notas, 465
Bibliografia, 555
Indice, 625PREFACIO
‘estas actitudes pueden encontrarse en mi prosa o si merece la pena hacerlo,
confesar también que he procurado estudiar a Mi
medida con «los ojos de la piedad>.* Confio en que los lectores se den cuenta
de que le considero un bravucén, un cobarde y un fracasado, y que el hecho de
esc
ir su biografia no me ha convertido en un adorador del Duce ni del fas-
pese a lo que sigue siendo Ia interpretacién
tida de su «amigo» Adolf Hitler, era, estoy convencido, un hombre no
muy diferente de muchos otros. En su tosca vanagloria, su racismo y su sexis-
‘mo atroces, sus innumerables pecados de acci6n y de omisi6n,
rismo, pero con la gracia de su humanidad, era parecidoa
su generaci6n y, con esa gracia o si
Dos agradecimientos finales. El primero, para Christopher Wheeler, el
mis sensible y alentador de los editores, El segundo, para Mike, cuya aporta-
ciéna la sutileza, la amplitud y la fel
dedicado este libro.
triste darwi-
16
INTRODUCCION
@De qué politico curopeo de la primera mitad del siglo xx se podria confiar en
ue leyese las obras filos6ficas y lterarias de sus compatriotas y enviase a sus
autores notas criticas y de felicitacion?’ ;Quién, en un periodo de profanda
crisis y pese a su evidente mala salud, conservaba en su escrtorio un ejemplar
de los Didlogos de Platén, anotado de su puto y letra?” ;Quién proclamaba pi-
blicamente su amor a los érboles e interrogaba ansiosamente a sus burdcratas
sobre los dafios causados por las tormentas en el entorno? ;Quién, en su char-
lade sobremesa, mientras estaba afianzado en el poder, se entregaba fascinado
a la tarea de rastrear sus antecedentes intelectu:
que admiraba a los historiadores cont
a inclinarse ante la moda’
tia ser windulgencia con los profesores»? Quién parecia casi siempre dispues-
toa conceder tna entrevista y, uma vez concedida, se sentia sumamente com-
placido ante la perspectiva de hablar sobre pol
filos6ficas? ;Quién dejé més de cuarenta y cuatro volmenes de obras com-
pletas? Quién afirmé con una parte de verdad que el dinero nunca habia
manchado sus manos? ;Quién podia mantener una conversacién en tres idio-
tras su boda y su primer embarazo, vivia en el extranjero, esribiéndole regu-
lar y personalmente,* incluso aunque a veces solo se tratase de informer de la
Alegria de la familia por las victorias de la seleccién nacional de futbol?”
La respuesta, un tanto sorprendente, a todas esas preguntas es Benito
‘Mussolini, Duce del fascismo italiano y dictador de Italia desde 1922 (0 1925) a
1945 (0 1943). Los primeros bidgrafos en lengua inglesa y muchos contempo-
réneos llegaron a la conclusién de que Mussolini era, basicamente, un truhén.
yun necio al mismo tiempo. Tal como lo express, con esa dosis de veneno que
‘vertia a veces Anthony Eden, un caballero inglés muy correcto: «Mussolini es,
me temo, un auténtico mafioso completo, y su palabra no
Promiscuidad, presuncién, vanidad descarada, crueldad ru
ia... esas eran las palabras que més se asociaban con Mussol
presentado mas como tin personaje cémico que con el tipo de
”
aii TT]rvrRopucciON
do a los dictadores Hitler y Stalin, Estos dltimos eran tiranos totalitarios temi-
bles. Mussolini, aunque fue el primero que proclamé la intencién de edificar un
io», solo era un «César de serrin," nada més que un bufén.”
Es muy posible que la conclusién a la que lleguen los lectores de esta nue-
‘va biografia sea esa, que lo era, pero al iniciar las paginas de este libro deberian
tener en cuenta lo mucho que la larga tradici6n de interpretaci6n cri
carrera del Duce tiene de prejuicio racial anglosajén haci
fuera de la ley y especialmente h:
Jos que ciertos australianos conocidos mios atin laman «Eyetalians». El dar
por supuestos el fracaso, la superficialidad y la criminalidad ha formado parte
habitual del discurso en lengua inglesa sobre Mussol como si se vinie-
se a decir implicitamente que esos defectos son desconocidos fuera de Italia.
La valoraci6n habitual, segtin la cual Mussolini era «un personaje de tercera
categoria», podria parecer que indica que en otras tierras més felices situadas
mis al norte, anglosajonas, los gobernantes han sido, son y serén siempre
hombres (y mujeres) de primera categoria.
Estas manifestaciones de superioridad sin tapujos se han recibido con
ierto disgusto en Italia. Es indudable que para una generacién dela izquierda
italiana, vinculada de un modo u otro al Partido Comunista Italiano (que
{g026 por su parte de un crecimiento y un apoyo electoral constantes hasta f-
rales de la década de los setenta), forj6 su identidad apoysndose en el «mito de
Ia Resistencia». Segiin esta
de 1922 a 1945, cay6 bajo un desgot
mentacién, la dictadura de Mus
liano durante la generacion del
‘Alemania nazi fue algo natural e inevitable. También lo foal picid
Ia guerra apocaliptica y en el gen 1ejor modo de entender lo que
cranel fscsmo yel nazismo, Mussol itler,era a través del «modelo del
fascismo», que revelaba las diversas similitudes entre los dos regimenes y sus
caudillos «carisméticos». Era un modelo que tenia y tiene mucho de verdad.
‘Sin embargo, para Ja izquier a de posguerra esa interpretaci6n resul-
taba eficaz sobre todo en Ja politica contemporanea. Podia ayudar a poner
coto a la rapacidad de los ricos, al sexismo de los hombres, al atractivo de un
nacionalismo revivide. Pc clase obrera,a los sindicatos, al
nes ¢ ideas a los que el fascis~
‘mo se habia opuesto y que habia reprimido, ;
Hobe, como es muy nara, muchos alin ques pacino =
ingpiteel a ban de acuerdo en modo
puestos izquierdistas sobre su mundo, y que no esta
Eiguno con la condena de todos os aspects de pasado fascista. Dede media-
8
nerRopUCcION
dos de la década de los sesenta, quienes han dado en llamarse los eanti-anti-
fascistas» hallaron un adalid en Renzo de Felice, el Bidgrafo, extraordinaria-
gio Pini y Duiglio Susmel, dos ex fascistas,
yaen la década de los cincuenta un estudio del Duce en cuatro
volimenes que mostraba mucha simpatia hacia él (y que sigue siendo ttl para
{os estudiosos). Pero De Felice, en lo que acabaria siendo una biografia en sie-
te voltimenes, que abarca mas de seis mil péginas y que se publicé entre 1965 y
10 volumen péstumamente, aporté una versién inmensamente
itome del historiador
como «rata de archivo», por utilizar la expresién hostil de Stalin. Ley6 en pro-
fundidad los documentos oficiales, que se encontraban en su mayoria en el Ar-
chivio Centrale dello Stato de Roma (estos archivos se hallan en un edificio
proyectado para la Esposizione Universale Romana ‘Exposicién Universal de
Roma’), que debia celebrar los veinte aftos de régimen fascista en 1942), Cuan-
do se hizo evidente que De Felice no era tan hostil al Duce como la cultura de
la izquierda, el laborioso bidgrafo pasé a convertirse en un imén para fascistas
supervivientes que le otorgaron libre acceso a sus documentos y diarios. De
Felice soliafaclitar la publicacién de esas obras una ver terminada su investi-
{gacidn. Tanto en su prosa, pese a su talante divagatorio y confuso, como en su
papel de editor, De Felice ha dejado una herencia notable, herencia que nin-
gin biografo posterior de Mussolini puede eludir.
‘ADe Felice, como intérprete de Mussolini, hay que leerlo con mucha pre-
caucién. Sobre todo en los iltimos voltimenes de su obra, en los que procura
amenudo exculpar al Duce y se muestra ferozmente despectivo con k
legustaba
no conseguir convencer a Hitler de que el epicentro de la Segunda Guerra
Mundial no se hallaba en el frente ruso sino en el Mediterraneo. La versi6n del
pasado de De Felice se habia convertido, poco antes de su muerte, en material
“til para una nueva detecha italiana en ascenso. Lo alababan los miembros su-
Puestamente «posfascistas» de la Alianza Nacional, dirigida por Gianfranco
Fini, un hombre que seguta proclamando que Mussoi
srande del siglo xx, y también Silvio Berlusconi. Este multimillonario supera
los esfuerzos del propio Mussolini por ser un periodista metido en politica,
Presentando en vez de eso el espectro aterrador de un magnate de los medi
‘metido en politica. En la Italia contempordnea, Berlusconi hace la noticia de
muchos, demasiados, modos.
cra el estadista masmwrropuccion
Desde mi lejano refugio australiano observo estos acontecimientos con el
smo disgusto de viejo cascarrabias con que observo la mayor parte de la po-
Iitica contemporsnea. Serfa de mala educacién por mi parte, sin embargo, no
‘deuda con la biografia de De Felice, En mis notas remito cons-
tantemente a sus pagi - Pero los
modelos que mas me bat
toriador francés Pierre Milza)." El enfoque que hago en él de Mussol
condicionado por mi interpretacién de la historia europea mas general
‘Cuando Christopher Wheeler me planteé amablemente que tal vez pudie-
sntar acometer tun nuevo andlisis del Duce, me mostré dubita-
afia. Y me consideraba mas, y atin me con-
sidero, un historiador «estr ita» ufuncionalista», descoso de explorar
las races sociales» de la p toriador «inte sta», con-
‘vencido de que los grandes hombres son realmente grandes,
época. El que sigan interesindome estos temas demuestra que influys en
literatura sobre la Alemania nazi de la década de los ochenta. En At
‘menos, todos los que ensedtan historia europea del siglo xx son en algtin gra~
roducido de contrabando durante
jana en asignaturas que los estu-
dor «debi, sobre qu
id de sus ideas, y
et tenido su poder, sobre la
én sobre hasta qué punto la prictica
n desde sartiba» 0 aflord desde «abajo». Como tuve
(ser «pensionista» de
de la Unién Sovitti
sda aportar también al
imy \gnifica obra de Sheila Fitzpatrick” y otras sobre
temas similares de la mn Soviética y, sobre todo, del funcio-
namiento de su supuesto Estado stotalitario» en medio de la complejidad y la
ambigiledad de la soc
Empecé por tanto n
ciedad, partiendo de
también que ensefiar
Hitler no descarta el
\cién decidido a situar a Mussolini en su so-
c ico respecto a lo del «gran hombre»
ya la idea liberal (pero también fascista) de que cada individuo es potencial-
mente libre para hacer su voluntad. Estaba seguro de que «mi» Mussolini (y
procuraba al mismo tiempo eludir las posibles necias ambiciones de cor
tirme en un egcan bidgrafo») explicarfa tanto sobre la sociedad de Italia (y las
Italias) como sobre los deslices individuales de un ser humano particular.
20
INTRODUCCION
No obstante, con la finalidad de preparé tarea, me puse inme-
diatamente a leer biografias recientes de politicos importantes del siglo xx.
Hubo dos que me impresionaron especialmente. La primera fue la minuciosa
‘ex6nica sobre el general Franco de Paul Preston, con su andlisis stil de como
se ejerci6 el poder en Espana durante el largo periodo de régimen franquista
Entre los temas de los que tomé nota para una comparacién con Mussolini fi-
guraba la insistencia de Preston en el «pragmatismo inescrutable
lo, que procuraba wevitar el compromiso y |...] su gusto p
Franco, me explic6 Preston, no olvidaba practicar la confusiéi
desconcertar a los futuros historiadores: «Reescribié periddicamente, alo lar-
go de su vida, su propia historia vital». Aparecen asi en su crénica del pasado
pastantes Francos. (Cuintos Mussolinis podria yo necesitar conocer entoncesy
‘me preguntaba.) Pero, en definitiva, existié un >ctor hist6rico real, al menos
segtin Preston. Los «poderes» de Franco «eran comparables a los de Hitler y
mayores que los de Mussolini».™ Protegido por su «capacidad para calibrar
instantineamente la debilidad y/o el precio de un hombres, Franco, argu-
1 Preston, utilize su poder durante cuatro décadas «con una destreza
consumada, golpeando decisivamente a sus enemigos directos pero mantenien-
do la lealtad de los que estaban dentro de la coalicién nacionalista con astucia
yon una in sagaz de la debilidad humana propia de un hombre que
habia aprendido a hacer politica entre las tribus de Marruecos».* Era un dic~
tador fuerte, aunque tratase al adversario con una crucklad ciega y aunque st
‘isin del mundo resultase ser implacablemente estéri. Seguin Prest
formd de lo siguiente al pretendiente don Juan de Borb6r
toda mi confianza en nadie», y esta juiciosa cautela habfa signi
i «Esp, {fuel ficil de gobernar». Preston, reflexioné, hab'
In conclusion de que en la Espana de Franco existié realmente un gran hom-
leer el segundo volumen del estudio de Kershaw, que llegé a Australia a finales
del afio 2000.” Pero lo que me resulté mis interesante cuando estaba planean-
do mi biogratia fue la introduccién de Kershaw a su primer volumen. Kershaw
jue al asumir la tarea de escribir la biografia habia seguido al
ia obra estaba enraizada en la
ria social (yo sabia también que habfa escrito mucho sobre historiogra-
fia), Estaba vinculado a miembros de aquella escuela funcionalista 0 estructu-
aiwropuccioN
ralista que habia consurnido a una generacién en el debate con los intenciona-
listas, que consideraban a Hitler el actor hist6rico supremo de su época. Crefan
elaHolocausto de Hitler» yla «Revolucién de Hitler»;
hasta llegaban a considerar a Hitler un «Dios psicopatav.” Kershaw y sus ami-
20s, sin embargo, estudiaban la relacion entre el pueblo aleman y el régimen
nazi, ¢ intentaban determinar en qué medida habia legado el nazismo a ebte-
ner el «consenso» de los alemanes.
Los antecedentes intelectuales de Kershaw eran una de mis preocupacio-
nes, Otra era el hecho de que Hitler parecia no haber tenido en realidad una
vida privada (salvo la conjeturada por los psicohistoriadores). El Franco de
Preston disfrutaba de una esposa y una hija, jugaba al golf, pescaba y acabo
vvictima de una degeneracién grotesca, atacado por el Parkinson. Pero al mun-
do privado de Hitler era mis difi cexistia en realidad. En él
caso del Fahrer, Kershaw lament ninguna retirada a una ¢s-
fera fuera de lo politico, a una existencia més profunda que condicionase sus
reflejos piiblicos» , en aparente contradiccién, cuando actuaba como
tun gobernante era notoriamente voluble, erritico en la asistencia a su despa-
cho, complaciente con su «temperamento artistico» y con su devocién al est-
Jo de vida bohemio. Puede que pensase que Alemania era facil de gobernar y
puede que no, pero daba a menudo la impresién de que no se esforzabalo més
minimo por hacerlo.
En Ia Alemania nazi el poder estaba concentrado en el Fubrer. Eso era algo
indiscutible, pero Kershaw explicé que ese poder «procediia solo en parte del
x. Era en mayor medida un producto social: una creacion de ex-
propio
pectativas sociales y de una motivacidn que Hitler infundié a sus seguidoress.
Una historia de Hitler—continuaba Kershaw-—tiene que ser, por tanto, una
historia de su poder: como lleg6 a conseguirlo, qué carsct ‘cémo lo ejer-
ci6, por qué se le permitié ampliarlo hasta romper todas las barreras institu-
‘ionales, por queé fue tan débil la oposicién a ese poderv.”* Kershaw legaba a la
conclusién de que el mejor instrumento conceptual para abordar estas cuestio-
nes eran las ideas weberianas sobre el carisma, pero, prevenia, el analista hist6-
rico debe estar tan acompasado con la sociedad alemana como con el propio
Hitler Para Kershaw, las frases clave de toda la historia del régimen nazi fue-
ron las acuftadas por Werner Willikens, un burécrata prusiano especialista en
agricultura que, a diferencia del Faver, se podia tener Ia seguridad de encon-
trarle en su despacho. En febrero de 1934, Willikens eseribi6: «Todo el que tiene
le oportunidad de observario sabe que al Fubrer le resulta muy dificil ordenar
todo lo que se propone realizar. Sin ernbargo, hasta el momento todo el mun-
do trabaja mejor en su puesto en la nueva Alemania si trabaja, como si dijera-
pyrRopUCCION
mos,en la direccién del Fuhrer». «Todo el mundo tiene el deber de intentar,en
lespiritu del Fuhrer, trabajar en su direccién, caminar hacia é, ahadia.” Aqut
estaba, pues, lo que constituia para Kershaw un nuevo tipo de poder." baio
aya influencia los alemanes procuraban dar expresin al La verdadera no-
Vedad de sa ambiciOn eran su pretensién de penetrar en los corazones y las
nentes de sus sdbditos e instaurar asi el fascismo como una religion politica.
La palabra etotltario» fe ampliando su significado después de que se usase
por primera ver en mayo de 1923 en I! Mondo de Amendola, en el que sealu-
dia con ela, simplemente,
Mussolini, durante un tiempo al menos,
una relacién plenamente orginica con el puebl
‘mo que iria penetrando en su coraz6n, casi contra su voluntad, aspir6 en ¢s-
tos afios a ser un nuevo tipo de revolucionario y a hallar una formula poli-
tica que superase el socialismo de su juventud y de muchos de sus enemigos
antifascisas.
‘Asus
bre. La piedra angular del nuevo
rmientos colaboraron en es0, al j
de Italia. Era el momento oportuno para que Mus
préctica Io que le habia descrito a Farinacci como su tictica preferida: «Tomar
de pronto la iniciativay atavar a mis adversarios en el momento en que estén
sis desprevenidos y més asustados»? Al asesinato que habian planeado Zani-
boni y Capello en noviembre de 1925 siguieron otros atentados contra la vida
del Duce. A as once de la manana del 7 de abril de 1926, una islandesa de cla-
se alta, Violet Gibson,” dispar6 contra Mussolini cuando salia de un local cel
Campidoglio, en el centro histérico de Roms, donde, irénicamente, acababa
de inaugurar una conferencia internacional de cirujanos. El proyectl solo le
1026 el puente de la nariz, y Mussolini aproveché la ocasion para fotografiarse
poco después siguiendo con su tarea del dia, con solo un pequefio vendaje fa
ial que ocultaba su roce con la muerte, De hecho, a las cuatro y meds de
tarde, yan luciendo la venda, pronuncié un discurso en una reunion de Fure
cionaris del partido y trabajadores del gobierno. Afrm@ allen una frase ea
tral que se conveririaenseguida en consigna del régimen, que estaban todos
bligados a evivirpeligrosamente.Y escuchad lo que os digo como un Vie
“Sj avanzo, seguidme; si retrocedo, matadme; si muero, vengad-
me’»." Cuando aquella misma noche, més tarde, se eunié una multitud ante
el Palazzo Chigi sali6 a un balcén para deciles: «Soy uno desruestra geners-
‘ibn, Eso significa que soy el tipo més nuevo de italiano, uno al que nunca 73-
randean los acontecimientos, uno que nunca se desvia del camino que le asig-
1né el destino». Arnaldo telefoned desde Miln llorando, con emocion menos
cespartana. (Tenia el teléfono intervenido y la policfa grabé la conversacion.)
Mussolini le djo a su hermano que se tranquilizase; el intento de asesinato n°
les, sin embargo, si es que lo eran realmente, no se les dio via li-
tado fascista era la represion, Los aconte
244
pa
OO
EL HOMBRE DE LA PROVIDENCIA
Je habia afectado més que «por un instante». Arnaldo, como siempre, aprove-
‘hla ocasién para dar gracias al Seior por haber salvado al Duce de un des-
tino peor”
‘A la sefiorita Gibson se le diagnosticé un desequilibrio mental y fue ex-
pulsada muy pronto con destino a Inglaterra, cuyos diplomaticos habian in-
tercedido en su favor" (aunque los periddicos fascistas no desaprovecharon la
‘oportunidad de una fiipica xen6toba; por ejemplo, La Vita Italiana arremeti6
contra la wdiabdlica extranjeras).” Pero un tercer intento de asesin
‘c6 una reacci6n més directa por parte de las
tiembre, Gino Lucetti* un anarquista que habfa regresado a
iodo de emigracin en Francia, lan26 una bomba contra Mussol
este subia en cache hacia la Porta Pia camino de su despacho; re
pero resultaron heridos ocho transetintes. El escindalo que caus6 el atentado
tuvo como consecuencia el nombramiento de un nuevo jefe de policia, Artu-
+0 Bocchini, del servicio prefectural. Antes de que Bocchini hubiese asumido
hhado in situ por fascistas furiosos y el inci-
\e rodeado de polémica, pues hay quien sostiene que no fue
‘Zamboni quien perpetr6 el atentado o que el plan de asesinato se habia fra-
guado en circulos fascistas disidentes de Bolonia, cuyo ras, Arpinati, acabaria
chocando con el Estado
Lo realmente importante del caso Zamboni fue, sin embargo, la reaccién
de Mussolini, Intensificé la represién estatal: el 6 de noviembre destituyé al
moderado Federzoni del cargo de ministro det Interior, del que volvié a hacer-
se cargo, y puso en marcha cambios en la legislacién, Aunque esos cambios de
la legislacién los redactaron Federzoni y Rocco, que eran ex nacionalistas, no
fascistas fanticos, fue entonces cuando se prohibieron oficialmente los par-
tidos, sindicatos y asociaciones de la oposicion e Italia se convirtié en un Es-
tado unipartidista, Los secesionistas del Aventino, que llevaban en el limbo
desde enero de 1925, quedaron privados finalmente de sus escafios en el Parla
‘mento. La pena de muerte, de cuya abolicién habian sido pioneros en Europa
el gran ducado de Toscana y luego la Italia unificada, fue restablecida para los
‘crimenes politicos. El 25 de noviembre, se cte6 un tribunal especial para la de-
fensa del Estado (Tribuna Speciale per la Difesa dello Stato) y se le dio un bar-
niz partidista, ya que la mayoria de los jueces que actuaban en él procedian de
la MVSN. Se control6 con mayor firmeza la emigracién clandestina. Los tiemn-
pos en que se podia hacer pasar clandestinamente a Salvemini por el Pequefio
San Bernardo mientras los guardias de frontera daban cuenta de un copioso
245
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