You are on page 1of 58
Ure ast [eh9 Los griegos de la antigiiedad se explicaban el sentido de las cosas por medio de una serie Coreen rare eee con el nombre de mitologia. Aquellas viejas historias, que na~ ecient eeu ene Ce en blaban de dioses todopoderosos, héroes de corazén valiente y Ree een Me eter ecco Perc eee eee cen eo ua tra del extenso repertorio de la mitologia griega. Sus paginas Pee tie eC omeRee ae key de Pandora y con el caballo de Troya, por qué el rey Midas con- Pere eke eT ue cee Minotauro, qué le sucedié a Orfeo cuando bajé a los infiernos y por qué el joven icaro se empefié en volar como los pajaros con unas fragiles alas de cafia y cera, El conjunto es, en fin, tan ep OS ek ce nas ecm a ee Cenr aii Oe MCR er Cem inte og como ayer, cumplen a la perfeccién su proposito, que es ilus- trarnos sobre los vaivenes de la vida humana por medio de la ENCE ry El presente volumen constituye una inmejorable introduccién al universo de la mitologia. Recoge catorce mites griegos, se- enc Ce ee eee eee eC CRE CC mecca i) Ne Cun Cue cuneate Ree enue ie eee aero j] Reser Pi AVA es AAR} LU ii Mitos griegos Maria Angelidou Adaptacion de Miguel Tristan (Waren Los tories Papapeos Bubising y Viens Vis han exproducido wn i sd nein mito rigos, com texte de ara Angee eusneiomes de Sed ‘Para ia presente etc se ha sewzcionada vatoes mito dle os eit que compere lla original y el rxto de Maria Angelidow ha sid adapta, ania yrefdido ‘por al escrtes Miguel Ts pon su ifsion ene mbit educate. Primera ecén, 2008 Resmpresionss, 2009, 2009 2010, 2010, 2011 Seca teimprsion, 2011 Depsito Leyal 8, 37.222-2011 ISSN: 978-81-516-9065.6 Naim, de Orden V.V. DXA? MARIA ANGELIDOU Sobel texto original @SVETUN Sobrolas lastaciones. MIGUEL TRISTAN Sobre ladapacin dl texto original y las nots, SANTIAGO MURAS Soe as actividades ‘© PAPADOPOULOS PUNLISHING Sobre la cxproduccisn de libro cgi ‘© VICENS VIVES PRIMARIA, S.A. Sobrela copraduecsn del bo criginel yl presente edicisn ‘seg ear 8 del Real DecrctoLegishativo 1/1996. (bea protegida por el RDL1/1986,de 12 de abil por el que se apruebs el Texto Refundido ea Ley de Propiedad Intlectualy por a LEY 23/2006, de7 de juli. Los inactores dels , se pregunté Europa, angustiada, Aca- baba de comprender que en aquel toro habia algtin engano, y su coraz6n se lend de terror. 3 metamorfoseao: transformade, EL toro se detuvo al Hegar a Creta, una isla de altas montanas y fértiles' Hanuras. Alli, cerca de una fuente, Zeus le revel6 a Fu ropa quién era él en realidad, y, bajo la sombra de los plitanos, la abraz6 por vex primera y le descubrié todos los secretos del amor, _ Europa tuvo tres hijos con Zeus y se quedé para siempre a vi- vir en Creta, pues el padre de los dioses le regalé la isla para que facta la patria de sus hijos y sus nietos. En cuanto a Zeus, volvié Pronto al Olimpo, pero siempre guardé un magnifico recuerdo de su romance con Europa. Y, para que quedara un testimonio eterno de su amor, colocé en el firmamento’ unas cuantas estre- las dispuestas en forma de toro. Todavia hoy, cuando miramos al cielo por la noche, podemos ver esa resplandeciente figura, a la que los sabios llaman «constelacién de Tauro». 4 feriles: que dan cosecbas abundantes y muchos for. 5 firmamento: ciclo, 6 Almas mits griegosexpicn de un modo egendario por qu cits cons- telaciones, es decir, conjuntos de estrellas, pazecen formar un determinado dibujo. $i miramos al cela y unimos las estrellas dela constelacion de ‘Tauro on una tinea imaginaria, obtenemos un perfil semejante al de un toro, cu riosidad que, segtin el mito, se debe a la voluntad de Zeus de que se recuer~ den eternamente sus amores con Europa, 46 Teseo y el laberinto de Creta De los tres hijos que tuvo Europa, uno llegé a ser rey de Creta. Se llamaba Minos y era un hombre ambicioso, pues no se limits a gobernar sobre su isla, sino que embarcé a menudo a su ejér- cito con el propésito de conquistar territorios en la orilla norte del Mediterraneo. Atenas y Mégara, entre otras ciudades griegas, cayeron en sus manos, lo que convirtié a Minos en uno de los hombres mas respetados y temidos de su época Minos habia tenido dos hijas con su mujer, Pasifae. Aunque Jay quetia con locura, su mayor deseo era tener un hijo varén para nombrarlo heredero de su imperio. Ast que el dia en que Minos supo que Pasifae estaba embarazada por tercera vez, una plécida sonrisa le iluminé la cara. Presintié que la criatura que venfa en camino era el vardn que tanto habia deseado y se pro- metié que le daria una educacién magnifica para que, cuando llegase a ser rey, se ganase el aprecio de todos los hombres y mu- jeres de Creta. Sin embargo, cuando Pasifae dio a luz, la alegria de Minos se quebré en pedazos, pues el recién nacido no tenia nada que ver con el nifio que el rey habia sofiado, Era un ser monstruoso, con cabeza de toro y cuerpo de hombre, al que pronto se le empez6 a llamar «el Minotauro», ‘el toro de Minos’ Cuando el rey lo vio por vez primera, se enojé tanto que se encaré con su esposa. a7 Ese monstruo no puede ser hijo mio! le grité—. Res- ponde, Pasffae: scon quién me has engafado? Pasifae no tuvo mas remedio que confesar la verdad. Lloran- do a lagrima viva, explicé que habi un magnifico toro blanco al que habia visto pastando en uno de ia tenido amores con un toro, los valles mas verdes de Creta. Al ofr aquello, Minos se quedé pensativo. Records la historia de su propia madre, que habfa lle- gado a Creta a lomos de un falso toro, y sospeché que tal vez el animal que habia enamorado a Pasifae era en realidad un dios. Por eso mismo, descarté la idea de matar al Minotauro, pues te- mia provocar la ira de los dioses si llegaba a darle muerte. Ya ‘mis sereno, Minos le dijo a su esposa: —FEse monstruo es una vergiienza para nuestra familia, asi que lo esconderemos para que nadie pueda verlo. Aquel mismo dia, Minos mandé llamar a un arquitecto del que habia ofde hablar mucho. Se llamaba Dédalo, y era un in- ventor genial. —Quiero que construyas un laberinto —e dijo Minos. —;Un laberinto? —pregunté Dédalo. —Si, un palacio con una distribuciéa tan compleja que quien entre en él no encuentre jamds la salide Con su admirable ingenio, Dédalo levanté en Cnosos! un pa- lacio nico en el mundo. Estaba compuesto por miles de salas y pasillos comunicados entre si, y uno podfa caminar durante dias por el interior de aquel edificio sin encontrar nunca la salida, Pues siempre acababa por volver a estancias y corredores en los 1 Cnosos fue en la antigdedad la capital de Geeta, y el ugar donde residia el rey de aise, MITOS GRIFGOS que ya habfa estado. Solo un dios, con su inteligencia ilimitada, po- dria haber descubierto el camino que llevaba a la salida, Fue all, en aquel edificio infer- nal, donde Minos encerré al Mi- notauro. Para que pudiese ali- mentarse, el rey obligaba todos los aiios a siete muchachas y siete mucha- chos a entrar en el laberinto, donde eran devorados por el monstruo. Las victimas del Minotauro legaban de las ciudades que Minos habia conquistado en el nor- te, donde todo el mundo sufria el ho- ror de aquel cruel impuesto de sangre. El Minotauro llevaba nueve atios dentro del laberinto cuando legs a Creta un grupo de jovenes proce- dente de Atenas. Entre ellos, se en- contraba el propio principe de la ciudad, un muchacho muy apues- to y con fama de hombre valiente que se Hamaba Teseo. A pesar de que su destino era morir devorado por el Minotauro, Tesco hizo el viaje hasta Creta con una entereza ejemplar que sorprendi ros. Cuando uno de ellos le pregunts cémo po- a sus compatie- dia estar tan tranquilo sabienéo que se dirigia hacia la muerte, Tesco le respondid: —Porque confio en mi mismo. $é que voy a derrotar al Mi- notauro y que regresaré con vida a Atenas Parecfa una fanfarronada, pero para conseguir su propésito, ‘Tesco no sélo contaba con su valor sin limites, sino también con claliado imprevisto del amor. Sucedié que, el dia en que Teseo llegé a Creta, habia una her- mosa muchacha en el puerto. Era Ariadna, la hija mayor del rey Minos. En cuanto vio a Teseo, Ariadna not6 que su corazdn se aceleraba y tuvo la sensacién de que necesitaba de aquel mucha cho para ser feliz. en la vida. Nunca antes habia visto a un hom- bre tan hermoso como Teseo, y la entristecié saber que su desti- no era morir devorado por un monstruo. Aquella noche, Ariadna no logré dormir, pues no hacia mas que pensar en Teseo. De madrugada, cuando todo el mundo dormia, se cubrié con un manio y abandoné en secreto el pala- cio real de Cnosos. Unos minutos después, Dédalo oy6 que lla maban a la puerta de su casa y, cuando salié a la calle, se quedé de Jo mas sorprendido, Era Ariadna. —sQué 05 ocurre, princesa? —pregunt6—. ;Cémo es que ve- nis a estas horas, y a solas? Pasad adentro, que la noche es fria. Ariadna entré en Ia casa de Dédalo, y enseguida confess el motivo de su visita: se habia enamorado de ‘Teseo y habia toma- do la determinacién de salvarle la vida, —Maestro —le dijo a Dédalo—, tt eres la tinica persona que puede ayudarme... Dime qué he de hacer para salvar a Teseo y te lo agradeceré hasta el fin de mis dias, Piensa que si ese mu- chacho muere, yo también morité de tristeza. By MITOS GRingos na lo enternecieron, pero —Si salvara a Teseo traicionado.. —Os i Deis lo Tego.. —suplicd Atiadna, a oan los ojos bafiados en lagrimas, lolor de la j 5 Joven era, en fn, tan sincero y conmovedl lor Por ceder a su deseo, Le explicé a Ariadn: 2 Pens6 que no debia ayudarla, ~Aio— vuestro padre creeria que lo he ¥ Se eché a los pies de protegid "tin por la oscuridad de la noche nile Teseo estaba encerrado ala es. Minos lo condujesen hasta el labe. - Sus meji- que la joven estaba enamora principe rene Jas manos y dijo con vor dul sheets —No sufrsis, princesa, varé conmigo a Ateras, Alalba, los soldedos condujeron a través Saldté con vida del aberinto, vos le- TESEO ¥ EL LABERINTO DE CRETA 3Cémo puede sonreir si se encamina hacia la muerte? —se preguntaba todo el mundo, Una ver en el interior del laberinto, Tesco siguié las instruc- ciones que le habia dado Ariadna, Primero, at6 el cabo del hilo de seda a las puertas del laberinto, y luego, mientras avanzaba por el interior del palacio, fue desenrollando el carrete. De ese modo, cuando quisiera volver a la calle, no tendria mas que en- rollar de nuevo la seda en el carrete, y el hilo le mostraria el ca- mino de la libertad. ‘Todo salié segiin lo previsto, Con su ejemplar valentia, Teseo se enfrenté al Minotauro y le dio muerte clavandole en el cora- 26n la espada de oro, que deshumbré al monstruo con su brillo portentoso. Alatardecer, cuando Tesco salié del laberinto, Ariadna estaba esperandolo, con la inquietud en el corazén y los ojos llenos de légrimas, Los dos se besaron por primera vez y, dos horas mas tarde, a la luz de la luna, se hicieron a la mar con rumbo a Ate- nas, 3 El vuelo de fearo 4 veces la fortuna de unos hombres trae consigo la desgracia de Otos. Ast la victoria de Teseo sobre el Minotauto arruind para Siempre la vida de Dédalo. ¥ es que, cuando Minos supo queTe- seo habta escapado del Inberinto y se habia fagado de Creta en Compania de Arladna, se enfurecié tanto que acudié en busca de Dédalo y le dijo a gritos: ~ iQue los dioses te castiguen, maldito traidor! ;Acaso no te Pedi que construyeras un edifcio del que nadie pudiera salir? iMe has fallado, Dédalo, y lo vas a pagar caro! Hoy mismo te Sncerraré en el laberinto, y haré que tu hijo te acompane para ‘ultiplicar tu sufrimiento! Supongo que sabras cémo cscs, a del edificio, pero te aconsejo que no lo intentes, a dejar luna pateja de guardianes vigilando la salid de cortaros la cabeza si os ven aparecer. _ EH hijo de Dédalo se ilamaba caro y estaba a punto de cum- plir catorce aos. Era un joven travieso Pues voy a dejar | y tendrn érdenes do y sonrisa picera, y tenia midopeiucbawe 1 tenia un cardcter tan alegee que la gente de Gnosos lo adoraba. Tados los habitantes de la ciudad, pues, se apsnaron mucho al saber que nunca mds volverfan a ver a fear, También Dédalo se qued6 abatido por la tristeza, Entré on el {aberinto cabizbsjo, y pass sus primeras horas de encierro suse do en un profundo silencio, No podia soportar la idea de que su 54 hijo tuviera que vivir y morir all! dentro, asi que se empesié en encontrar como fuese una manera de salir de aquel edificio in- fernal. Su mente, fértil como un almendro en una eterna prima- vera, comenv6 a barajar ideas, y al poco rato, Dédalo exclamé: —i¥s lo tengo! jSaldremos de aqui volando come los pajaros! —No digas disparates, padre —replic6 Icaro con tristeza— sDesde cuando los hombres pueden volar? —2Es que no tienes confianza en mi, muchacho? ; Vamos, ale- gra esa cara de una vez y aytidame, que tenemos mucho trabajo por delante! El laberinto levaba nueve anos en pie, y, en ese tiempo, la hierba habia crecido en algunos pasillos, la lluvia habia formado estanques en ciertos rincones, las abejas habian construide pa- nales en las vigas, y se habjan acumulado restos de animales aqui y alld. De manera que Dédalo no tuvo dificultades para en- contrar los materiales que necesitaba para su invento. Trabajé sin descanso durante todo un dia, y @ Ja mafana siguiente le mos- 6 a Icaro dos pares de alas. Las habia fabricado con unas ca- » unidas con cera y forradas con plumas. Entusiasmado, Dé- dalo exclamé: — {Vamos a ser los pajaros més extraiios del mundo...! Con ayuda de unas cuerdas, padre e hijo se ataron las alas a la yalda. Luego, dedicaron un buen rato a aprender a manejar- Jas, y al final consiguieron moverlas con tanta soltura como si hubieran nacido con ellas. Habia llegado la hora de escapar del laberinto, y entonces Dédalo le advirtié a su hijo: —Esctichame, Icaro: no debes volar demasiado bajo, porque cuando lleguemos a mar abierto, las olas empaparian tus alas, y se volverian tan pesadas que caerfas al mar: 55 Icaro sonri6, —No te preocupes, padre —dijo—: yolaré lo mas alto que pueda, No, hijo, tampoco debes volar demasiado alto, as mucho al sol,el calor derretid la cera que mantiene unidas las caftas y tus alas se deshariin. sHas entendido? —Si, padre, ~ Fatonces, emprendamos el vuelo. ¥, sobre todo, no te apar- tes de mi lado pase lo que pase, {caro empez6 a batir las alas con rapider, de arriba abajo, tal ¥ como Ie habia enscfiado su padre. Su cuerpo se fue elevando, Primero con lentitud y nego mas aprisa, y cuando volvié la ca. beza para mirar attés por ver primera, el laberinto ya se vein pe- sho como una miniatura, Dédalo, al ver que su hijo se aleja- ba, tom6 impulso y eché a volar. Habla decidido que viajarian Iejos de Creta, en cireccién al norte, donde habia muchas islag en Tas que podrian empezar una nueva vida. Desde la ticrra, los campesinos y los pescadores miraban llenos de asombro a aque- llos dos pajaros tan grandes y extraios, caro, levado por el go- 20 de la ingravider' y entusiasmado con la belleza del ciel, rom. i6 ater y su risa soné cristalina como el agua de un artoyo, Se Fentia fan feliz que rovia las alas eada vez con més fuerza, y-vo- Si te acer- aba mas y més alto: arriba, muy arriba, més arriba adn... Dédalo, en cambio, tardé en acostumbrarse al milagro del Wuclo, Durante un buen rato, se sintié incbmodo, pues no deja- ba de pensar que los hombres han nacido para tocar la tiers on los pies. Sin embargo, acabé por olvi arse de sus temores y, | ingravides:capacidad de sostenerse en el aire 56 ‘mientras volaba, comenz6 a sonar con la nueva vida que les es- peraba alli donde el viento Jos llevase. Sonriente, giré la cabeza para mirar a su hijo, y de pronto una mueca de terror le defor- mé la cara, jlcaro no estaba ni detrés ni delante, ni encima ni debajo! Dédalo lo buscé por todas partes, pero no consiguié en- contrarlo. Al fin, fij6 su vista en el mar y descubrié que el mu- chacho flotaba sobre el agua, inmévil como un cadaver, de es- paldas al cielo, A su alrededor vagaban las caas de sus alas, is persas. Roto de dolor, Dédalo comprendié la terrible verdad: su hijo, inconsciente y temeratio® como todos los jévenes, habia confiado demasiado en su propia habilidad, habia querido volar mds alto que los pajaros, y el sol habia castigado su soberbia’ de- rritiéndole las alas para que se ahogara en el mar... a” 2 temerari: demasiado atrevido imprudente. 3 sober: cualidod del que se cree superior a los dems, ‘en uno mismo, " exceso de conflanra Edlipo y el enigma de la Esfinge Los dioses del Olimpo eran muy severos con todo aquel que los defraudaba, Algunos, como Hera, tenian un caracter tan venga- ny tivo que no perdonaban jamas una ofensa.' En cierta ocasi Hera decidié castigar a los habitantes de Tebas* por un crimen ciudad, y se sirvid de la Esfinge para conseguirlo, cometido en ls La Esfinge era un monstruo colosal que habia nacido en el cora~ z6n de Africa. Tenia cabera y torso de mujer, patas de le6n, cola de serpiente y unas cnormes alas de éguila. Hera le ordené que se apostara en un desfiladero situado en el camino de Tebas, por el que tenian que pasar por fuerza todos los que iban a la ciu- dad. En cuanto se acercaba un viajero, la Esfinge le cerraba el paso y le obligaba a detenerse. —Si quieres seguit adelante —le decia con voz muy dulee—, deberds responder a un acertijo. < ‘Al viajero lo invad{a entonces un miedo atroz, Con un nudo cn la garganta, preguntaba: —i¥ qué pasara si no atino con la respuesta? —Que no tendré mas remedio que castigarte por tu comple- ta ignorancia, 1 Hera, esposay hermena de Zeus al mismo emo, ea ta dios de los mate :monios ya protectora de los partos. 2 ‘Tebas es uaa ciudad griega situada a unos 45 km al noroeste de Atenas. 39 —————— |) MITOS GRIEGOS La Esfinge, con la voz més dulce que pueda i nunciaba entonces su enigma, que decia asf aginarse, pro- Sdio tiene una voz, Yanda con cuatro pies por la mariana, dos al mediodia y tres por la noche, Cantos menos pies tiene, mds veloz corre. Silo conoces, te ama, pero si no lo conoces, Jucha contra ti y te destruye, Ante la enorme dificultad del enigma, el viajero empezaba a sudat y a temblar de miedo. Aunque hacia todo lo posible por encontrar la respuesta, los minutos pasaban en vano, pues el tnismo terror le impedia pensar con claridad. La Esfinge, mien- {ras tanto, esperaba impasible, como si no tuviera prisa alguna, pero, al cabo, rompfa su silencio para dec —No sabes la respuesta, sverdad? Hl viajero ni siquiera contestaba, gPara qué iba a decir nada si ¥a sabia que su muerte era irremediable? Entonces, la Esfinge éstiraba Tos brazos, acercaba las manos al cuello del viajero y apretaba con todas sus fuerzas hasta estrangularlo, Y, cuando Rotaba que su presa habia dejado de respirar, se lanza - ba sobre ella y la devoraba sin compa- Durante cierto tiempo, la Esfin- 8¢ sembré el terror en el camino que evaba a ‘lebas. Los labrado- res de la zona dejaron de pasar por el desfiladero, y los merca- deres de otros lugares renun- 60 EDIPO Y FL ENIGMA DE LA ESFINGE ciaron a viajar a la ciudad, La Esfinge, pues, empez6 a pasar ham- bre, asi que algunos dias volaba hasta ‘Tebas en busca de alguna victima ficil. Solia sentarse en lo alto de las murallas de la ciu- dad y, en cuanto aparecia alguien, se abalanzaba sobre él. Fueron muchas las ocasiones en que las calles y plazas de Tebas queda- ron regadas por la sangre de un nifio que jugaba en un caballo de madera, de un labrador que iba al mercado a comprar un céntaro 0 de una muchacha que habfa salido a pasear en com- pafiia de sus amigas. Nadie podia evitar los ataques de la Esfinge, y todos los habitantes de Tebas asumieron con resignacién que podian ser devorados por el monstruo el dia menos pensado, La “nica manera de acabar con el peligro era resolver el oscuro acer- tijo que la Esfinge proponia a los viajeros, pero nadie parecta ca- paz de llevar a cabo una hazafa tan extraordinaria, Las cosas cambiaron de repente gracias a un forastero Hama- do Edipo. En realidad, Edipo habia nacido en Tebas, aunque él mismo no lo sabia, porque se habia criado lejos de la ciudad. Cuando era un recién nacido, sus padres fueron advertidos de gue aquel nino les iba a acarrear muchas desgracias, asi que de- cidieron abandonarlo en el monte. Por fortuna, unos pastores lo encontraron y le salvaron la vida, Edipo era may inteligente, y confiaba tanto en su sabiduria que acudi6 a Tebas sin més pro- pésito que resolver el enigma de la Esfinge. Al ver que un foras- tero se acercaba, la Fsfinge se interpuso en su camino y le pre- gunto: —1Adénde vas, viajero? —A Tebas —respondié Edipo con vox. firme. —Pues no pasaras de aqui a no ser que me des la respuesta a un acertijo, 6 —Dimelo y trataré de responder. Entonces la Esfinge dijo Solo tiene una voz, Yanda con cuatro pies por la maiana, dos al mediodia y tres por la noche. Cantos menos pies tiene, mds veloz corre. Silo conoces, te ama, pero si no lo conaces, Juche contra ti y te destruye, Edipo escuché el enigma con la mayor atencién, esforzando. se por desentraar su oculto sentido. Intenté abstraerse y olvi- darse de la Esfinge, pero, aun asi, no lograba dar con la solucién. Al final, recogié un palo que vio a la yera del camino, trazé con él un circulo en sl suelo y se metié dentro, pues pensaba que de esa manera podria aislarle de todo lo que le rodeaba y concen- tr se mejor. Ed:po se pasé ms de una hora cn el interior donde lo encontra ‘ON unos pescadores, ¢ perecer: morir. 5 Sérifos e¢ uma de las numerosas les que Forman el archipiéiago de las Cicla *r Egeo, al este de la peninsula del Pelopon

You might also like