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EL ¢ABENCERRAJE> Y LA NOVELA MORISCA 307 Francisco Lovez Estrapa, Joaquin Gimeno Casatpuero ¥ CraupIo GUILLEN EL ABENCERRAJE Y LA NOVELA MORISCA 1. El Abencerraje aparece situado en la linea ideolégica que reconoce al moro la condicién de caballero, y que se viene a corres- ponder con Ia que en el siglo anterior defendieron los conversos al igualar los méritos de la nobleza de linaje por encima de las aleyes>. Entre esa defensa y el Abericerraje se encuentra el hecho de 1a expul- sién de los judios y el fin del dominio politico de los arabes. En el caso de los conversos, habia por medio una situacién vital, proyec- tada en todos los sentidos: familiar, politico, social, econémico, artis- tico, etc.; en el del Abencerraje hay s6lo una novela, sin trascender del dominio literario y con sentido seudohistérico. El autor del Abencerraje, en una obra que comienza con Ia violencia épica de tun episodio de conquista, aleanza en su fin una bellisima leccién de cotdialidad (no se olvide esta repetida mencién del acorazén» en la obra) entre hombres de diversa ley. Al fin y al cabo la novela ¢s como un hermoso suefio, cuyas personas y argumento proceden de una situacin histérica sobre la cual Ia imaginacién del escritor intensificé los rasgos de nobleza y de caballerosidad. Esta clase de ficciones literarias agradaban al espafiol del siglo xvt, tan prepsrado para admitir los hechos fuera de lo comin. Acaso uno de los més concluyentes testimonios de Ia fortuna de esta obra sea la apaticién de sus «figuras» en las fiestas del pueblo: el 6 de mayo de 1579, Jusepe de las Cuevas se obligé por escritura para con la villa de Madrid «de hacer una danza en que se represente la batalla de Ro 1. Francisco Lépez Estrada, El Abencerraie y la hermosa Jarife. Cuatro textos su estudio, Publicaciones de la Revista de Archivos, Bibliotecas 3 Museos, Madrid, 1957, pp. 294-298, it. Joaquin Gimeno Casalducro, +E! Abencerraje y le bermosa Jarifa: com posicién y signficados, Nueva Revista de Filologia Hispdnice, XXI (1972), Pp. 1-22; reimpr. en La creaciém literaria de la Edad Media y del Renacimiento, (Su forma y su signifcado), Porria Turanzas, Madrid, 1977, pp. 83-112 (83-86). ut. Claudio Guillén, «Individuo y ejemplaridad en el Abencerrsie», Collected Studies in Honour of Américo Castro's 80t Year, Lincombe Lodge Research Library, Oxford, 1965, pp. 175-197 (178-182). 308 LA FICCION NOVELESCA drigo de Narvéez con el moro Abindarréez, para el dia del Santisi- mo». Esto es, que ya no s6lo el Romancero perpetué la fama de estos hechos politicos, sino que pronto saltaron a la escena encar- rnados por comediantes que jugaron en el ballet de las danzas del Corpus, para luego venir a dar en las tablas profanas del teatro de Lope. No podia aparecer como extraordinatio este hecho de guerra a quienes tenfan el alma preparada para el esfuerz0 que requeria la expansién universal del espafiol en este siglo. Fuera de lo comin podfa ser Ia generosidad de Narvaez, pero esto se concertaba con los anhelos del pueblo. En cietto modo, Ia natracién morisca y Ia obra pastoril se acercan a pesar de Ia diversidad de sus argumentos, por cuanto sus libros sueltan y avivan Ia imaginacién hacia estos domi- nios espirituales en que las criaturas literarias se mueven con un ansiailimitada de perfeccién. No estaban, pues, desunidos estos gé- neros de narracién aparecidos ambos entre 1550 y 1560. Quien en Ia imprenta de Fernandez de Cérdoba, en 1561, junté el Abencerraje con Ia Diana, se nos aparece como intérprete de este comiin destino, y acert6 hasta el punto de que la obra pastoril siguid con su parte morisca. El autor del Abencerraje vino a dar con estremecida fortuna en esta tensa espiritualidad de la nacidn espafiola, [...) Este Aben- cerraje es hoy go20 de nuestra literatura, y lo fue en todo tiempo, desde sus primeros lectores en el siglo xvr. La historia habia de seguir su curso inexorable. La gran crisis habia acontecido en el siglo xv (el mas decisivo de nuestta historia), en que el judio se convittié 0 salié de Espatia, y acabé el dominio del érabe en Anda- lucfa, Los afios pasados desde entonces hasta que se escribe el Abencerraje son pocos. El grandisimo impulso del pueblo espafiol hizo que sélo medio siglo después de Ia caida de Granada se escri Diese esta joya literaria de valor universal. Ni aun siquiera habia abado la crisis en todo el suelo de Espafia; faltan atin los coletazos tremendos de aquella guerra de los moriscos granadinos en las Alpu- jarras, que Pérez de Hits nos conté en su libro, unida a la exalte cin caballeresca del moro, segiin el patrén que ya habia establecido el Abencerraje, Es preciso insistit, para tetminar, en este punt que el autor del Abencerraje supo hallar el acierto reuniendo en una armonia poética asombrosamente genial los mas diversos elementos, unos de orden histérico, y otros, literatio. Uno de los motes de nuestra lirica, glosado en diversas ocasiones, dice: «Tiempo, lugar EL “ABENCERRAIE> Y LA NOVELA MORISCA 309 y ventura | muchos hay que la han tenido, / pero pocos han sa- bido / gozar de la coyuntura» (G. de Covarrubias, La enamorada Elisea): Y esto lo aleanz6 el autor, de suerte que el goce de esta coyuntura Gnica fue la Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa. EL género morisco estaba asegurado. xt, Dos son, como indica el encabezamiento, los protagonistas del Abencerraje (en la versién que trae Antonio de Villegas en su Inventario): don Rodrigo de Narvéez y el moro Abindarréez; dos son también las historias que en la novela se refieren: la del alcaide cristiano y la del frontero musulmén. Se organiza cada una de ellas de manera diferente; se distinguen ademas por el material que selec- cionan. La primera presenta la conducta del aleaide a través de cuatro momentos que no son cronolégicamente consecutivos: hazafias anteriores a Ia accién, escaramuza, anécdota de la dama de Ante- queta, prisin y desenlace. La segunda, por el contrario, presenta la vida del moro a través de cuatro momentos cronolégicamente conse- cutivos: su nacimiento en Granada, su adolescencia en Cértama, su matrimonio en Cofn, y la solucién de sus problemas en Alora. Las dos historias, sin embargo, coinciden en el propésito: destacar la virtud de cada uno de los personajes. La virtud de don Rodrigo, porque su historia explica su conducta, y porque la explica sin suje- tarse a un cauce temporal que !a motive, se presenta en su totalidad desde el principio; la virtud de Abindarrdez, porque su historia dibuja Ia trayectoria de su vida, la trabazén motivadora de las dis- tintas etapas de ésta, no se presenta hasta un determinado momento, y entonces como resultado de la decisién del protagonista. Dos temas, el heroico y el amoroso, sostienen el andamiaje de la obra, El tema heroico, relacionado con la comiin actividad de los caballeros, introduce motivos militares: al principio hazafias ante- riores a la accién, y después, ya en el presente, aspectos de la vida en la frontera; el tema amoroso, relacionado con las circunstancias de Abindattéez y Jarifa (y en un caso con las de Rodrigo de Nar- vez), introduce motivos que presentan el amor y que explican sus efectos. La funcién de cada uno de los temas es distints. Sirve el primero para iluminar el heroismo y para suministrar patrones de conducta; el segundo, en cambio, para definit el amor de acuerdo con las ideas de la época. Coinciden los temas, sin embargo, en una 310 LA FICCION NOVELESCA funcién més trascendente: tratan los dos de la virtud y procuran explicarla Por otta parte, al combinarse los temas con las historias dan ugar a vatios movimientos que encauzan la accién y ditigen el sen- tido. El tema amoroso se proyecta sobre la historia de Abindarréez para llevar a los enamorados desde Cértama, pasando por la separa- in, hasta la reunién definitiva; el mismo tema, al relacionarse, mediante el episodio de Ia dama de Antequera, con la historia de Rodrigo, produce un movimiento como el anterior, pero de direc- cién contraria: se encuentran los enamorados, aunque sélo para volver a sepatatse. Con el tema hetoico sucede algo patecido. Co- mienza éste con la libertad del moro, y, pasando por la prisién, con a libertad termina; comienza con la glotia de los Abencetrajes, y, después de su destruccién, acaba, gracias a Abindarréez, con su restauracién, Como es Ja virtud Ia que determina los vatios movi- mientos, como es ella Ia que los impulsa y condiciona, descubren los personajes el poder de la virtud y magnifican su importancia. De ese modo, ademés, los movimientos coinciden con las histori y-con los temas, porque tratan de la virtud y porque de acuerdo con lla se construyen. Es la vittud, por lo tanto, la materia de la obra; de ahi que la composicién de ésta se organice con el apoyo de los elementos sefialados y al servicio de cada uno de ellos. Se levanta 1a composicin sobre cinco niicleos, divididos (a excep- del tercero) en dos momentos. Comienza el primer niicleo la historia de Narvéer: refiere hazafias anteriores a la obra e introduce los sucesos con los que la accién principia (el encuentro con el moro y su dertota); comienza el segundo Ia historia de Abindarréez, pre sentando su nacimiento (con el episodio dramitico-heroico de los Abencerrajes), y su nifier y juventud en Cértama (con su amor a Jatifa). El tercero, que es muy breve y que separa los dos primeros iicleos de los dos sltimos, concede una libertad temporal a Abin- dattéez para que su matrimonio se efectie. El cuarto vuelve sobre Abindartéez (matrimonio en Coin) y después sobre Rodrigo (anéc- dota de la dama de Antequera); y el quinto, con la prisién, termina las historias y resuelve los conflictos. Dos cartas iluminan al final el significado de la obta, y, relacionadas con elementos anteriores, acentian la virtud de los personajes, especialmente Ia de los prota: gonistas, Pueden verse ahora resumidas en el siguiente esquema nuestras EL ABENCERRAJE Y LA NOVELA MORISCA 3 explicaciones; indicamos en él (y con este orden: niicleo, historia, momento, pérrafo y tema) algunos elementos: * * presentacién y hazaiias anteriores (1-6): herofsmo 1) Narvéez * * escaramuza (7-61): herofsmo jento (62-86): herofsmo nifiez y juventud (87-156): amor 3) Narviez y Abindarréce: libertad y promesa (157-172): amor y he- roismo * Abindarréez: Cofn, matrimonio (173-214): amor y herofsmo ae + * Narvéex: dama de Antequera (215-247): amor y herofsmo * * Alora (248-268): amor y herofsmo 3) Narvéez y Abindarréee * * desenlace (269-320): herofsmo y virtud La obra, por lo tanto, al unirse los niicleos en pareja, se divide en dos partes, delimitadas por el tercer niicleo, y en cierto modo paralelas; cada una de las partes trata por separado a los protago- nistas, y luego los reiine, para volver a separarlos y para concluir con su separacién las dificultades y los conflictos. im, Es notable hasta qué punto el Abencerraje se desvia de las estructuras politico-sociales de su tiempo. [Hay] en él un afin uni- tivo exptesado por medio del amor, la amistad y un encumbramiento moral que incorpora a los hombres a normas superiores de conducta. Todo ello sucede «aunque las leyes sean diferentes», a despecho de los confictos colectivos que trastornan y malbaratan las relaciones personales. Desde la época de los Reyes Catdlicos la politica nacional habia consistido en ir imponiendo por la fuerza una unidad fundada cn la religién y la razén de Estado. Semejante distancia entre historia y literatura plantea una serie de cuestiones complejas € inguietan- tes. [...] Todo el problema de la anovela moriscan exige un enér- sico esfuerzo de desmitologizacién. No se puede seguir formulando, 1, (Las cifras entre paréntesis remiten 1 la divsién del texto en pésrafos establecida en In edicién de F. Lépez Estrada (1957). 312 LA FICCION NOVELESCA cen torno a la figura del moro literatio, las vaguedades roménticas y los anacronismos de siempre, confundiendo las ficciones poéticas con las situaciones hist6ricas, o los conceptos de Ia historiografia mo- derma con los puntos de vista de los espatioles del siglo xvi. El Abencerraje no oftece esencialmente una poetizacién de la vida fronteriza andaluza del siglo xv. No convence sostener que la ficcién de Abindarréez y Jatifa, Natvéez y el Rey de Granada, concuerda con Ia realidad de aquellos tiempos. Lo que tiene de histérico el Abencerraje es la respuesta —o la evasin— imaginativa que expre- saba a las expetiencias compattidas por sus lectores, los de 1560 0 1565, 0 sea, la econtradiccién» poética que acabo de mencionar. No cabe tampoco atribuir a esos lectores una vaga nostalgia de Ia Espafia medieval, tal como Ia define la historiografia de hoy. No es icito confundir Ia lamada «tolerancia» de la Edad Media, interpre- tada por dicha historiografia, con la perspectiva limitada de unos espafioles cuyo horizonte histérico abarcaba ante todo la conquista de Granada 0 la de México, la expulsién de los judios, las Comuni- dades, las guerras imperiales y la permanencia en Espafia de nume- rosfsimos moriscos. El suefio de tolerancia que se descubre en el Abencerraje —suefio, no exigencia ni llamamiento— es funcién de su econtradiccién» bésica, de una dolotida conciencia del presente ‘Algo en nosotros se resiste a mirar hicidamente, en vez de admi- rat sentimentalmente, la figura del hispanoérabe literario. El espaiiol de hoy tiene el oido adaptado desde nifio, diriamos, al romance de Abendmar y al hechizo de su poesia, pero sabe muy poco sobre la existencia concreta de los moriscos del siglo xvr. Hasta cierto punto Ja silueta de Abindarréez nos sigue seduciendo como si fuera real. De ahi el concepto, tan desdibujado, de la emaurofilia literarian Uns auténtica maurofilia, en efecto, supondria dos cosas: simpatia por el moro, y reconocimiento del moro como tal, como otro —ll: mémoslo alterided. Peto los romances frontetizos 0 moriscos, aun cuando ofrecen el punto de vista del campo enemigo, a todas luces no presentan al moto como moro, independientemente de la visién totalizadora del cristiano. (...] Literariamente el asunto es muy heterogéneo. El Abencerraje no es una novela propiamente motisca. El personaje de Narvéez es tan significative como el de Abindatréez, y el conjunto del relato en modo alguno puede reducitse al ensalzemiento del musulmén caba- eresco. El autor dibuja un retrato moral, una ebiografia colectiva», EL GABENCERRAJE> Y LA NOVELA MORISCA 313 ‘en a que los personajes arabes tan sélo participan como meros com- ponentes. La divisién entre moros y cristianos queda anulada por motivaciones humanas més hondas. Pero més tarde el musulmén se quedari solo con la poesia 0 a novela amorisca». Conviene por lo tanto distinguir muy claramente entre nuestro Abencerraje y la moda morisca posterior —los romances nuevos del sltimo tercio del xv1, con sus inefables Azarques, Zaides y Gazules, y, desde luego, las Guerras civiles de Granada (1595, Primera Parte) de Pérez de Hita— que tanto le deben al autor del Abencerraje y al propio tiempo se alejan tanto de él. Podria decirse que Pérez de Hita es el Mateo Alemén de la novela motisca. Pero el Guzman de Alfa rache mantiene la situaci6n bésica del Lazarillo de Tormes, por muy diferentes que sean los usos que se hacen de ella, mientras que 1a obra de Pérez de Hita se aparta radicalmente del Abencerraje. En Jas Guerras civiles de Granada el moro pasa por primera vez ocupat toda la accién novelesca principal, sirviendo de pretexto para la creacién de cuadros hermosos, pintorescos, llenos de colorido. Esta obra da cumbre a la creacién estética de un moro irreal precisamente en el momento en que se va endureciendo Ia actitud nacional ante Jos moriscos de carne y hueso. Y no hay que excluir —pensamos hoy— la posibilidad de que las dos cosas no sean sino aspectos dis- tintos de un mismo fenémeno psiquico-social. La fuga hacia la ficci6n de los pseudo-moros entre 1580 y 1610 aumenta las distancias entre Jo ideal y lo real, haciendo acaso més Ilevadera !a intolerancia en la prictica. La exaltacin del caballezo moro, siempre noble, no es nada incompatible con el menosprecio del morisco, casi siempre plebeyo. El mito del moro de Granada, amigo leal del cristiano, en el fondo idéntico al cristiano, incluso, en la novela de Pérez de Hita, conver- tido de buena gana.al cristianismo, tal vez. contribuyese a subrayar Ja extrafieza o la impaciencia que se sentfa ante los moriscos —disco- los, tercos, incorregiblemente distintos— y a facilitar la decisién de expulsatlos. (...] En cuanto al contexto histérico del Abencerraje, que no es ni Ja expulsién de 1611 ni la vida fronteriza del siglo xv, una de las tareas de la critica consistiré en definitlo con cierta precisién. [...] Desde el punto de vista geogréfico se nota la prioridad de Castilla, y, dentro de ésta, de la regién vallisoletana. Cronolégicamente, todo indica un éxito considerable del Abencerraje entre 1561 y 1565. A estos enlaces concretos —con un publico, un momento en el 314 LA FICCION NOVELESCA tiempo, una regién—, que piden explicacién, dedicaré algunas pala- bras para terminar. Ya sefiald F. Loper Estrada que el tema de la convivencia entre ctistianos, moros y judios era propio de quienes no eran cristianos viejos. Las imégenes de unificacién, de rupture 0 de exilio en el Abencerraje, su exaltacién de una actitud moral aiin ‘més generosa que la tolerancia, ya que no consistia en perdonar dife rencias sino en superarlas o transcenderlas, hallarian muchas. sim- patias en la clase de los ctistianos nuevos. Mateo Alemén colocé el cuento morisco de «Ozmin y Daraja» en su gran novela picaresca: ni el autor del Guzman de Alfarache, ni su protagonista, ni desde Tuego sus personajes musulmanes, eran cristianos viejos por los cuatro costados. Tampoco sorprende que una de las versiones mejo- res del Abencerraje saliese intercalada en la Diana del converso Jorge de Montemayor, ni puede descartarse la posibilidad de que ésté pre parase la interpolacién antes de su muerte en 1561 Maia SoLepap Carrasco LAS GUERRAS CIVILES DE GRANADA DE GINES PEREZ DE HITA Dentro del marco histético, la intriga novelesca de ta Primera parte de las Guerras civiles de Granada se organiza segin dos prin- Cipios estructurales diferentes. El primero, que afecta a un émbito que est mucho més alld del centro del libro, presenta una serie de acciones secundatias entrelazadas, manifesténdose sobre todo como tuna sucesién de episodios de cortesia, algaras, desafios, escaramuzas y exhibiciones ecuestres. Estas iiltimas tienen importancia estructu- ral, porque dan paso a varias historias amorosas ¢ inician el tema que va a predominar en la seccién siguiente. La conspiracién, la ca- lumnia, Ia matanza de los abencerrajes, los asesinatos que comete el rey en las personas de su hermana y de sus sobrinos son las etapas Marla Soledad Carrasco Urgoit, The Moorish novel: «EI Abencerrajes and Pérez de Hita, Twayne, Boston, 1975, pp. 112-114, 118-120,

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