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LOS ISPIROS DEL ABENCERRAJE Luts F. Avites University of California, Irvine i la importancia de un texto literario se pudiera medir de acuerdo con las recepciones conflictivas que éste despierta en sus lectores, entonces la posicion significativa que ocupa la novela El Abencerraje en el campo literario estaria asegu- rada. Pese a la reducida extension de cada una de sus versiones, esta obra ha generado una cantidad sorprendente de comentarios tanto afines como contradictorios en- tre si! Se ha interpretado como un relato centrado en la virtud (Casalduero, Glenn, L6pez Estrada 1957) y la cortesia (Le6n), como una exposicién de ideas erasmistas (Holzinger), como un ataque velado a las injusticias que sufrfa la poblacion morisca de una Espafa imperialista y expansionista (Shipley), un llamado a la tole- rancia (casi todos los criticos), un texto puramente literario (Darst), una obra llena de contradicciones histéricas si se compara con su contexto de produccién (Guillén), 0 como una representacion de la dome acion del Otro dentro de un discurso orientalista (Burshatin y, hasta cierto punto, Gaylord). Tal ha sido la magia de El Abence- rraje, su constante didlogo con el presente y con su pasado. Mi ‘Las cuatro versiones conservadas aparecen en la indispensable edicién de Francisco Lopez Estrada publicada en 1957, con un excelente estudio que ha sido progresivamente revisado en ediciones posteriores (Catedra), Sobre la relacién entre los manuseritos, toda es importante el ensayo de Whinnon. 453 454 Luis F. Avilés AR 71 (2003) intenci6n en este trabajo es replantear la trayectoria que va desde el conflicto bélico hasta la amistad en el espacio fronterizo represen- tado en la novela por medio de una lectura atenta de los suspiros que emite Abindarraez. Como se vera a continuacién, el suspiro es una especie de protolenguaje que efecttia una alteracion significativa de las maneras de actuar en el espacio fronterizo. A su vez, despierta una reflexién Gtica que tiene como punto de partida la pregunta o reclamo por el Otro, un componente fundamental de la amistad y la hospitalidad. En otras palabras, estudio el suspiro como un evento ético que provoca en este caso una alteracién y expansién de las fronteras, ya se localicen en el frente de guerra, ya en los cuerpos que se encuentran y tienen por necesidad que dialogar. Segtin el Tesoro de la lengua castellana de Covarrubias, una frontera se define como “la raya y término que parte dos reynos, por estar uno frontero del otro” (608b). La divisién de tierras corres- ponde a dos enclaves politicos con jurisdiccién propia, y en el caso especifico de la frontera granadina representada en el Abencerraje, se anade el estado de guerra frente a un territorio ocupado por otra etnia.” La frontera granadina es ante todo un espacio donde el enemigo esta frontero, al otro lado (de frente), y donde las relaciones de contacto son primordiaimente conflictivas, aunque existe amplia documentacién de casos de relaciones alternas que podian incluir la amistad y el didlogo.’ Como enclave en guerra, este territorio re- quiere de un frontero (ahora con el significado de gobernador 0 aleaide) que sirva en un castillo o fortaleza para defender el territorio de los que estan del otro lado.* La novela depende de esta nocién bélica de frontera desde sus inicios, donde se destacan los aspectos militares que definen a Narvaez y sus compaiieros. Se menciona que es “notable en virtud y hechos de armas,” y como capitan junto a sus hombres “no dejaban de ofender a sus enemigos y defenderse de ellos,” saliendo victoriosos “en todas las escaramuzas que ent. ban.” Es Narvaez el que alienta a sus soldados a salir la noche en que * Sobre la frontera de Granada, véase Carrasco Urgoiti 1956 (21-30) y 1976 (29-40); consultar también los excelentes trabajos recogidos en el volumen en honor al profesor Carriazo. “EI volumen de Carriazo recoge amplios datos al respecto, en especial los capitulos ii y ili, Véanse también los capitulos vi y vii en Lopez Estrada (1957), * Véanse estos significados en el Diccionario de Autoridades (u: 801a y b). © Abencerraje (131 y 133 respectivamente). Cito de la edici6n de Francisco Lopez Los suspiros del Abencerraje 455 capturan a Abindarraez, amonestandolos después de la cena dicién- doles que “han pasado muchos dias que no hemos hecho cosa que nuestros nombres acreciente” (133). Las funciones bélicas de la frontera son las que se privilegian al comienzo de la novela. Al salir de noche, se intenta combatir en escaramuzas para capturar al enemigo. En este sentido, la novela concibe en un principio a la frontera como lo que podriamos lamar un espacio prescriptivo. Este tipo de espacio reproduce las acti- vidades que son pertinentes a lo que deberia ser una frontera bélica, como por ejemplo la escaramuza, la confrontacién y violencia, y el uso de las armas porque como dice Narvaez,“con 6] se cobra expe- riencia en las propias y se pierde miedo a las ajenas” (133), y también la adquisicién de un tipo especifico de renombre y fama asociado a los héroes y el relato de sus proezas." La frontera como espacio prescriptive reproduce los intereses politicos de cada bando, los cuales van a guiar la conducta y los usos del territorio de acuerdo con el “servicio de su ley y de su rey” (132), como comenta el mismo narrador con referencia a Narvaez. En otras palabras, en un principio se concibe la frontera como un espacio que reproduce sus normas de uso correspondientes, asociadas a un poder y a una ley cuyos re- presentantes son soldados encargados de vigilar y salvaguardar las tierras colindantes al reino frontero. Esta nocién restringida y cer- cana a una ley es indispensable para la representaci6n inicial de la novela, y aqui me quiero distanciar de varios criticos que han inten- tado de alguna manera suavizar este contenido militar.’ Los valores Estrada (1996) que se basa en la version del Inventari Antonio de Villegas, indicando en el texto el nimero de pagina entre paréntesis, Las citas de las otras versiones las tomo de la edici6n de Lopez Estrada de 1957. ° El renombre y la fama del héroe militar estén intimamente ligados al relato de sus proezas, lo que Burshatin ha denominado la “epic tradition” (199), La novelita comienza con una alusién a la necesidad de relatar estos “hechos dignos de perpetu memoria” en un pais donde hace falta reconocer a sus héroes: “esta nuestra Espana tiene en tan poco el esfuerzo, por serle tan natural y ordinario, que le paresce que nto se puede hacer es poco; no como aquellos romanos y griegos, que al hombre que se aventuraba a morir una vez en toda la vida le hac sus escritos inmortal y le trasladaban a las estrellas” (131-32), Sobre este aspecto, consultar Casalduero (45), y la interpretacién mucho mas critica de Burshatin (199-200). 7 Ledn parece ser el primero en hacer esto, al decir que la escena de combate es “un elemento decorativo” y que la verdadera batalla estriba en la competencia corte- sana de la magnanimitas (259-60), consistente con su intento de resaltar la cortesia Darst, en su insistencia en defender ta titerar jedad del texto y en gran medida por 456 Luis F. Avilés AR 71 (2003) heroicos de Narvaez y sus escuderos estan en concordancia con las acciones que la frontera, como espacio, requiere de sus soldados en los castillos o “fuerzas” destinados a proteger el territorio. Sin embargo, la novela se ocupa de representar este espacio prescriptivo para asi transformarlo significativamente, haciendo apa- recer elementos que rebasan y de alguna manera extienden las expectativas y posibilidades de interacci6n en dicho espacio. El eje basico que produce el cambio de esos determinantes espaciales asociados a la guerra y el conflicto son precisamente todos aquellos elementos que parecerian entrar en contradiccién con los dic- tamenes de la ley territorial que predispone las acciones de Narvaez y sus escuderos. La novela comienza con un alcaide sumamente preocupado por su funcién fronteriza, y es por ello que ve la nece- sidad de salir por la noche en busca de posibles cautivos. Esa salida esta determinada por tres requerimientos que tienen diferentes pun- tos de origen y que aparecen perfectamente delineados en el dis- curso que dirige Narvéez a sus hombres antes de la partida. Primero, la necesidad individual de acrecentar la honra: “no hemos hecho cosa que nuestros nombres acreciente” (133; mi énfasis). Este primer imperativo es comin tanto en la literatura como fuera de ella (forma parte de los imperativos cortesanos y guerreros que estan presentes en manuales de conducta y en discursos de tema aulico, y que también tienen una larga tradicidn clasica). Segundo, la necesidad de responder a una ley asociada a Espaita como territorio que hay que defender, y cuyo foco de responsabilidad recae en Narvaez: “y seria dar yo mala cuenta de mi y de mi oficio, teniendo a cargo tan virtuosa gente y valiente compafia, dejase pasar el tiempo en balde” (133; mi énfasis). Esa ley que debe cumplir el alcaide como parte de su oficio presenta su propia temporalidad impuesta, aquella que va en contra del ocio en el que no se acrecienta la fama ni las funciones asignadas al frontero (su oficio y cargo) para la proteccién del territorio, y por las que hay que dar cuenta en el futuro. El tercer punto de origen se localiza en el otro lado, en el enemigo: “sera bien dar a entender a nuestros enemigos que los valederos de Alora no duermen” (133). La temporalidad ociosa no puede proyectarse al trabajar con la versi6n de la Diana, rebaja um tanto el “bellicose desire” de la salida de Narvéez y sus hombres (268). Burshatin, por otro lado, cataloga el episodio de la escaramuza como “sporting in its indifference to urgency,” citando un articulo de Peter Dunn (en 201), Ms me ee Los suspiros del Abencerraje 457 enemigo, sino que hay que darle a entender o recordarle que el espacio fronterizo es esencialmente bélico, reproduciendo en la escaramuza un ciclo de recordatorios y de repeticiones constantes de estas funciones que he llamado prescriptivas. No sélo hay que recordarselo a los hombres de Narvaez, sino al enemigo que esta al otro lado. La frontera es, pues, un Hamado a actuar de dos bandos que necesitan articular, en la repeticién constante de la escaramuza, los aspectos determinantes del espacio fronterizo que he enumerado. La pregunta importante entonces es la siguiente: ,cudles son esos elementos que expanden, reconfiguran y en gran medida transfor- man ley (la honra individual y la ley comunitaria) que se le impone a los hombres en la frontera? Y a esta pregunta sigue inme- diatamente otra: ;de qué manera pueden esos elementos alternos reconfigurar las acciones que requiere la frontera, y cual seria su poder transformador? Frente a un texto que anuncia un tipo de relato que hace falta en la Espana Ilena de héroes (a imitacion de los relatos de griegos y romanos), y que deberia estar basado en Ja guerra y la valentfa, nos enfrentamos con una escritura que reproduce versiones alternas de intercambio fronterizo basadas en la amistad, el amor y la generosidad. Lo importante aqui es analizar cémo es posible este cambio y cudles son sus medios de expresion. El encuentro con Abindarraez es el primer momento en que el espacio fronterizo comienza a transformarse. Esto se debe a la vestimenta del soldado arabe, descrita con amplitud de adjetivos y enumeracién de las partes de su vestido (134-35). Su apariencia inicial evoca una especie de unién y enlace entre los elementos guerreros (armas) y los amorosos (decoracion). Por una parte, el moro es “grande de cuerpo,” y “parescia muy bien a caballo,” car- gando “una gruesa y hermosa lanza de dos hierros.” También lleva una darga (adarga o escudo) y una cimitarra (espada en forma de hoz). Por otro lado, estos elementos guerreros se combinan con el adorno, los colores del vestido y, més importante atin, con la imagen de su dama en el brazo derecho. La doble aparicién del guerrero y el amante vestido con adorno para ver a su dama se evidencian en el significado a la vez bélico y decorativo que se le otorga a la “toca tuneci,” la cual “dandole muchas vueitas por ella, le servia de her- mosura y defensa de su persona” (135; mi énfasis). En adicién a todo esto, el moro va “mostrando gentil continente y cantando un cantar que él compuso en la dulce membranza de sus amores,” como indica el narrador (135). Abindarraez entra en el espacio fronterizo de 458 Luis F. Avilés HR 71 (2003) manera contradictoria y equivoca, uniendo aspectos estéticos y amo- rosos con los instrumentos bélicos.* No esta ocupando el espacio guerrero desde la vertiente determinada de su valor de uso (bus- cando cautivos 0 entrar en escaramuzas), sino que aparece despro- visto de toda estrategia, cantando y anunciando en exceso su pre- sencia: “no faltaba al moro contentamiento; y como trafa el coraz6n enamorado, a todo lo que decia daba buena gracia” (136). Es como si el amor (su coraz6n), al desbordarse hacia el exterior, invadiera o perturbara la necesidad de proteccion y control. Ademas, anda solo y no en grupo, como van los escuderos que acompaiian a Narvaez. De hecho, es tan inusual esta ocupacién espacial del joven moro, que de pronto amenaza la funcién guerrera de los escuderos, quienes pare- cen quedar absortos ante esta aparicién: “Los escuderos, transpor- tados en verle, erraron poco de dejarle pasar, hasta que dieron sobre él” (136). El excesivo color y adorno, el canto, la gallardia del moro, todo ello se convierte en una especie de espectaculo que socava la funcién bélica en la frontera debido a su sorpresa, su caracter inesperado y su riqueza visual. Abindarrdez no esta ocupando este espacio como recordatorio a sus enemigos de que los que estan fronteros a Alora no duermen (parte del discurso de Narvéez), sino que no duerme por alguna raz6n extrafia que los escuderos del aleaide no intuyen, adormecidos ellos por esa espectacularidad de la aparici6n.® Abindarriez tiene que volver por si para enfrentarse ahora a los escuderos (“con animo gentil volvié por si” [136]), frase muy importante que no meramente significa defenderse, sino tam- bién “restaurar con las buenas acciones, y procederes el crédito, u opinion, que se habia perdido, u menoscabado” (Autoridades ut: 52la). 2Y qué ha perdido el moro? Precisamente su reputacién como guerrero, puesto que lo han sorprendido en un acto de espectacu- al relatar sus amores y decirle: “prisemie en el habito que me encontrastes por mostrar a mi sefiora el alegria de mi corazon” (148). Notese también que las indicaciones que hago aqui sobrepasan la comin interpretacidn del vestido de Abindarriez como un mero t6pico que ya aparecia en el romancero, El vestido tiene otras funciones aqui que van més alla del tépico ¥ su articulacis * Se puede argumentar mi que es demasiado herm desarticula por un instante Ia entre homb: na en la tradicién platonic féicilmente que la aparici6n espectacular del otro (el , el que esti adomado/a) reclama un asombro que funciones corporales. Esto ocurre, como puede verse eS, y forma parte de los efectos de la hermosura o la sorpresi ¥ la del romancero moriseo, Los suspiros del Abencerraje 459 laridad personal, no dirigido a estos escuderos sino entonado para él mismo (como autor y participe) y para su dama ausente. Es importante recordar que Abindarraez va en secreto, sin que su pro- tector, el padre de Jarifa, lo sepa (y nadie mas lo sabe, con la excepcion de la duefia que acompaiia a Jarifa). Ademas, los senti- mientos amorosos siempre reclaman una discrecién impuesta por los cédigos de la época (el anonimato de la dama como imperativo para su amante).'” En cuanto a los escuderos, ellos también vuelven en si, porque si permanecen inmovilizados y dejan pasar al moro, quedarian afrentados ante su alcaide (le tendrian que dar cuenta de su ineptitud), ademas de perder la ganancia econdmica de los despo- jos del contrincante. La narraci6n de la escaramuza nos devuelve al tipo de relato que se esperaba de acontecimientos fronterizos, y aqui todos los perso- najes reanudan sus funciones bélicas en el espacio prescriptivo. Sin embargo, en el momento de la captura de Abindarriez, éste pasa de ser un sujeto representado casi como pura apariencia visual a ser un asume un primer plano, promoviendo aspectos de i en la frontera. Esa voz aparece inicialmente como un enigma, como indica Darst (268). Ante la amenaza de Narvaez a que se rinda 0 muera, el moro riposta con una frase que ninguno de los personajes escucha 0 parece entender: “—Matarme bien podras . .. que en tu poder me tienes, mas no podra vencerme sino quien una vez me venci6” (137). Comenta el narrador; “El alcaide no paré en el misterio con que se decian estas palabras” (137), quizés porque parar (prestar atencién a las palabras del ahora cautivo) implicaria una atencién que se desvia de las actividades guerreras que le corresponden en ese momento a Narvéez, como curar las heridas del enemigo y montarlo a caballo para llevarlo a Alora (137-38; estas acciones son parte de la generosidad del alceaide y de su oficio al mismo tiempo).'! Por qué es enigmatica la frase? ‘© Ademds de esto, podemos pensar en la sorpresa inesperada de aquel que ve interrumpido su soliloquio. Cuando un personaje estd solo y habla sobre su yo personal, es mucho mas vulnerable y puede reaccionar violentamente ante la apari- én de un extrafo que lo escuche. Esto ocurre, por ejemplo, en La vida es sue, cuando a Segismundo lo interrumpen Rosaura y Clarin, "' La explicacion de Darst de que Rodrigo de Narvaez, “as far as is known from the text, is not in love nor has he ever been in love” (268-69), ¥ que por eso el alcaide no entiende a Abindarréez, ademas de estar asada en una versi¢ ce del relato que car 460 Luis F. Avilés AR 71 (2003) Simple y lanamente porque el moro rehusa aceptar la condicién de vencido que le impone el contexto de su captura, dandole un sentido distinto a la palabra “vencido” (descontextualizada de lo que le ocurte en ese momento), y continuando una lucha no ya fisica, sino lingiiistica. El significante “vencido” ha sido transferido a un registro ante el cual hay que “parar” (detenerse) para ponderarlo, cosa que no ocurre en el relato porque tiene un referente muy alejado del con- texto del cautivo que va preso. La frase de Abindarréez se desplaza hacia una zona irreconocible en Ia frontera, la del amor (la expe- riencia e interioridad del moro cautivo, su intimidad). Estas son las dos zonas, guerra y amor, que entraran ahora en un circuito dialégico donde se va a intentar encontrar un punto de contacto. Dicho punto de contacto trata de producir una energia interactiva por medio de un enfoque en la palabra “vencido,” pero que permanece como enigma para los personajes y que se le revela al lector mas tarde. Representa un primer intento de comunicacién que se ha perdido para los personajes, y que de alguna manera sobrevive en la voz del narrador. En efecto, las zonas del amor y la guerra permanecen todavia separadas porque la palabra “vencido,” a pesar de que com- parte un registro metaférico con ambas zonas (vencido de amor y vencido en la guerra), no ha logrado articular el contacto necesario que dara paso al dialogo. Camino de Alora, Abindarraez vuelve a producir un enunciado cargado de enigma, como si volviera a rearticular por segunda vez esa zona que mantiene todavia en secreto: “él dio un grande y profundo suspiro, y hablé algunas palabras en algarabfa, que ninguno entendio” (138), Este suspiro es un evento fundamental para en- tender la nueva desarticulacién de los parametros determinantes del espacio fronterizo después de la escaramuza y la captura del moro, éPor qué es tan importante el suspiro? Simplemente porque ese gesto comienza a disolver la barrera fundamental que separa a los enemi- gos, la cual esta constituida por diferencias culturales y lingiiisticas. El suspiro es el inicio de un acceso a la interioridad del otro, a un conocimiento preliminar sobre su persona. La reaccién de Narvaez del viejo (la versién de la Diana), no es convincente si tenemos en cuenta la frase del narrador y las acciones que se tienen que hacer después de la escaramuza. Con algunas salvedades que luego discutiré, Burshatin interpreta acertadamente esia frase de Abindarriez como un desplazamiento desde lo épico hacia la metaforicidad que é1 asocia con lo pastoril (204-05, y 208). eee l,l Los suspiros del Abencerraje 461 es inmediata y muy importante: “Rodrigo de Narvaez iba mirando su buen talle y disposicién; acorddbasele de lo que le vio hacer, y pareciale que tan gran tristeza en animo tan fuerte no podia. proceder de sola la causa que alli parescia” (138). El capitan reconoce una incongruencia entre las acciones del guerrero en la escaramuza y el hombre que ahora suspira, precisamente porque todavia lo ve con la mirada fronteriza de tipo militar, aquella que le hace participar no solamente de los tres imperativos que le hicieron salir esa noche (Ia fama individual, la ley de Espaiia, y el otro como enemigo), sino también a partir de la experiencia que acaba de tener en su lucha contra el moro. Si el aleaide padece de una ceguera, ésta tiene su base en la imposibilidad de interpretar correctamente el atuendo del moro y su mensaje, justamente porque no ha aprendido a ver esa noche més alld de su funcién oficial de frontero. Esta es la misma ceguera que comparte con sus escuderos, Narvaez procede a “infor- marse” sobre lo que le ocurre al cautivo, y lo amonesta de forma parecida a como amonesté a sus soldados, recordandole su deber como militar: mirad que el prisionero que en la prisién pierde el animo, aventura el derecho de la libertad. Mirad que en la guerra los caballeros han de ganar y perder, porque los mas de sus trances estén subjectos a la fortuma; y paresce flaqueza que quien hasta aqui ha dado tan buena muestra de su esfuerzo, la dé ahora tan mala. (138; mi énfasis) ‘Todo este fragmento aqui citado se refiere a las obligaciones que impone el espacio bélico, reclamando del moro consistencia con su valentia en la batalla. El capitan invoca posturas de resignacion y paciencia que provienen del pensamiento estoico y que forman parte de la subjetividad que el soldado debe asumir en momentos de c ‘ Hasta aqu(, el alcaide ha sido representado consistentemente desde su oficio militar. Pero el lado generoso de Narvaez hace acto de presencia en su aparente increpacidn, y con un discurso que empie: a alejarse de los imperativos dominantes de la cita anterior: Si sospirdis del dolor de las Hagas, a lugar vais do seréis bien curado. Si os duele la prisién, jornadas son de guerra a que estén subjectos cuantos la siguen. Y si tenéis otro dolor secreto, fialde de mé, que yo os prometo como hijodalgo de hacer por remediarle to que en mi fuere (138; mi énfasis). La promesa se convierte en una especie de sorpresa de parte de Narvéez, porque significa un compromiso inesperado de ayuda que 462 Luis F. Avilés HIR 71 (2003) transforma la relacién entre el vencedor y el vencido (entre el victorioso y su prisionero) en otro tipo de relacién basada en la curiosidad por el otro, o mejor atin, en la pregunta que suscita el malestar del otro. Esta pregunta por el otro también aparece en Abindarréez, quien ahora tiene curiosidad por saber quién es su vencedor: “—,Cémo os Hamais, caballero, que tanto sentimiento mostrais de mi mal?” (139), a lo que Narvaez responde con su nombre y cargo militar. La sorpresa de Narvdez es una promesa de ayuda hecha por un militar a su prisionero, la cual llevara a una obligacién que no forma parte de las funciones militares de la fron- tera, como se vera adelante. El suspiro es una comunicacién primaria pero enigmé ica, en- trecortada e incompleta del moro. Representa un signo equivoco de una interioridad que no co sponde, a ojos de Narvéez, con la exterioridad de Abindarréez (su comportamiento en la escaramuza). Este es el peligro fundamental del suspiro, la posible pérdida del reconocimiento del cautivo como guerrero extraordinario gracias a un enunciado que genera un malentendido y que en su expresién minima no puede explicarse a si mismo. Como mensaje trunco, despierta la curiosidad del escucha y genera de inmediato promesas de ayuda 0 preguntas sobre la condicién fisica y emocional del otro, sobre un posible secreto que se desconoce. En Covarrubias la palabra “sospirar” significa “sacar el espiritu de lo profundo del pecho, con significacién del dolor y ansia que padecemos.” También es indicio de “dessear alguna cosa con grande ahinco,” y finalmente se asocia con una “passién muy comtin a los enamorados” (946b). En el Abencerraje el suspiro es una manifestacion externa y precaria- mente reveladora de una interioridad velada e invisible. Pero en su minima capacidad comunicativa, en su caracter enigmatico reside su magia y su poder, La respuesta al suspiro genera un circuito que desemboca en un didlogo que va a sobrepasar los requisitos comu- nicativos entre vencedor y vencido (determinados por el espacio fronterizo y sus reglas), que intentara suplementar las comunicacio- nes truncas y enigmaticas (suspiros y enigmas), precisamente porque se despierta una voluntad de intercambio mucho mas efi- ciente que comienza con un gesto de obligacién hacia el otro. En otras palabras, el suspiro es una especie de excedente involuntario del cuerpo que a pesar de que aparece como una comunicacién trunca, adquiere un poder que impone un mandato de ayuda al otro, que reestablece la voluntad comunicativa, restaurando en gran me- Los suspiros del Abencerraje 46: dida la “efectividad” del discurso, atin cuando dicho discurso se da entre enemigos. Todo suspiro es una especie de llamado a un otro (presente 0 ausente), e implica una condicién precaria del que suspira, un desbordamiento de sentimientos, nostalgia o melancolia, y también impaciencia, aburrimiento. Casi siempre se despierta la curiosidad por quien suspira, queremos saber qué le pasa, si sufre, si esta enamorado, si padece algtin mal, si est molesto. Las personas usan y se valen regularmente del suspiro para amar la atencién sobre ellos mismos y su propia condicién, Cuando se emite en un grupo, tiene la voluntad de despertar la curiosidad. En el caso del Abencerraje, es el inicio de un intercambio verbal que logra vencer hasta cierto punto los imperativos del lugar. Si el suspiro es una expresion de un exceso de sentimiento, entonces puede ser inter- pretado desde ambos contextos: el bélico (dolor y angustia del cautiverio), y el amoroso (el deseo por Jarifa). Esta ruptura o malen- tendido se resuelve con el didlogo y la franqueza de Abindarrdez hacia Narvaez. En este sentido, mi lectura del poder del suspiro no se suscribe ala interpretacién de Burshatin, quien ve en la precaria situacién de Abindarraez una oportunidad para extender y magnificar el poder de Narvaez sobre toda la vida del moro. Burshatin argumenta que Rodrigo de Narvaez “interprets, speculates, rejects, insistently ques- tions. He is a seductive master” (205), y que gracias a este poder tiene la habilidad para ordenar los eventos y resolver todos los problemas. Me parece que habria que interpretar la insistencia de Abindarraez en comunicar su interioridad (con su frase enigmatica y, luego, con el suspiro seguido de las expresiones en algarabia) como una especie de llamado al didlogo que es consistente con sus rasgos mas distin- tivos, que son su mocedad ¢ inseguridad como sujeto fuera de lugar. En otras palabras, Abindarraez no es un representante idealizado de su “ley” o etnia en la medida en que lo podria ser Narvaez como ejemplo de perfeccién. Pero esto no quiere decir que el joven moro sea una victima de la superioridad fisica y discursiva de Narvaez (superioridad que si esta presente en el texto y que no cuestiono en ningtin sentido), sino que mas bien reconoce el poder del otro y lo usa para asi resolver su dislocacion como sujeto. Abindarraez tiene un problema constante a través de toda la obra. Su condicién de des- terrado, su dislocacién, se refieja en su incapacidad para resolver él solo sus problemas. Siempre depende de otros, de las estrategias de casarse con ella luego de la separacién, del padre Jarifa para verla 5 464 Luis F. Avilés HR 71 (2003) de Jarifa para sobrevivir su destierro, y de Narvaez para volver a ver a su amada y reconciliarse con el padre y con el rey de Granada. El capitan cristiano se convierte asi en otro instrumento mas para Abindarraez, como también el moro sera un instrumento para el alcaide. Ambos buscan en el otro modos de negociar sus propias vidas. Esto permite entender tres eventos fundamentales de la obra primero, que Abindarraez decida contar su intimidad al alcaide; segundo, que acepte la proposicién de Narvaez y, mas importante avin, que cumpla su palabra; y tercero, que le pida directamente a Narvaez que resuelva su problema familiar con el rey de Granada valiéndose de la amistad del alcaide con el rey. Como especie de suplemento del suspiro que permita la comuni- cacién con el otro, existe un segundo elemento imprescindible para la revelacion del secreto amoroso, y éste se centra en el poder del renombre y la fama. Abindarrdez ya ha ofdo hablar de Narvdez, lo conoce “de ofdas,” y sabe que en 61 puede confiar: “aunque nunca os vi sino ahora, gran noticia tengo de vuestra virtud y experiencia de vuestro esfuerzo; y porque no os parezca que el dolor de las heridas me hace sospirar, y también porque me paresce que en vos cabe cualquier secreto, mandad apartar vuestros escuderos y hablar os he dos palabras.” (139) La decision de contarle su historia a Narvaez es posible gracias al conocimiento de oidas como fuerza positiva que impacta en la opinién del enemigo, lo que también permite rectificar cualquier malentendido que el suspiro haya generado en el que lo ha es- cuchado. La fama es un diseurso que traspasa las limitaciones del espacio fronterizo, ereando una dowa que se mueve y viaja aunque el poseedor de la fama nunca se haya visto. Esto es precisamente lo que Guillén describe como parte de la “ejemplaridad”: “Las irradiaciones de su prestigio [el de Narvaez] le acompafan por todas partes” (150)."* Esta fuerza de la opinion como generadora de amistad y amor a distancia ya aparecia en Aristoteles y en un libro fundamen- tal, el De Amicitia de Cicerén, donde se dice que “excellence of character excites affection more than anything else, and attracts others to love its possessor, In fact, on account of virtue and good character, we may in a certain sense love those we have never seen” Comenta Blumenberg, parafraseando a Cicerdn: “Virtue shines forth and com: mands the respect of the human com * (86), Lo suspiros del Abencerraje 465 (43). En efecto, la reputacién de Narvaez es de tipo guerrero, pero a su vez promueve la relacién de amistad con un enemigo que se percibe igual en virtud y rango. Aqui hay que recordar que el discurso sobre la amistad promovia la revelacion de los secretos mas intimos porque el amigo era una especie de refiejo o doble de uno mismo. La funci6n de la amistad era precisamente la posibilidad de tener un cireulo muy pequefio de personas en quienes confiar problemas y conseguir soluciones. Lo crucial de esta novela es que reproduce el inicio de una amistad que tiene como punto de partida el renombre, la fama y la noticia de la virtud del otro, que en este caso es un enemigo en la frontera, La importancia de los discursos sobre la amistad en el Abeucerraje es indiscutible, y sorprende la falta de trabajos que se dediquen a este aspecto de la obra.!* El renombre y la fama es algo que aprovecha muy bien Narvaez, y de lo que también se va a valer Abindarréez. Recordemos que el moro tiene un renombre que, aunque no ha legado a ofdos del alcaide, si parece conocido en el territorio fronterizo (al otro lado).!" El renombre y la fama rompen. con las limitaciones del cronotopo en tanto y en cuanto expanden sus posibilidades y reconfiguran sus limitaciones, ya sean espaciales, temporales y de género,'® Es el renombre de Narvaez y su amistad con el rey de Granada lo que va a resolver finalmente el problema familiar de Abindarraez. Volvamos a repetirlo: es Abindarraez quien pide directamente al capitan (y esta © “Nihil est enim virtute amabilius, nihil quod magis alliciat ad diligendum, quippe cum propter virtutem et probitatem etiam eos quos numquam vidimus quodam modo diligamus” (42). Sobre la amistad, consultar el libro de Cicerén, y los va Entralgo y Derrida. * Ciertamente se extiende al ambito del receptor del libro, ya que es un-apellido muy reconocible en leyendas y romances populares. Pero dentro de la obra, Narvaez, no ha tenido noticia del apellido Abencerraje. ' Lo que quiero decir con esto es que los pardmetros prescriptivos asociados ahora a un género literario (como deseribe Bakhtin el cronotopo y su funcin genérica) se expanden considerablemente en textos como e] Abencerraje, El suspiro como preambulo de la revelacién amorosa ocurre en el espacio militar de la frontera, expandiendo asi no slo las funciones espaciales, sino también las del género literario {su aparicin en diversos textos y con diferentes funciones, como en la Diana). Bl suspiro es, pues, el inicio de una expansividad tanto espacial como literaria. Sobre el cronotopo, véase el libro de Bakhtin (en especial 84-85, donde define el poder genérico del cronotopo). Sobre los diferentes registros genéricos en el Abencerraje, véase el articulo de Souviron Lopez. psos trabajos de Lain 466 Luis F. Avilés HR 71 (2003) vez sin un suspiro ni frases ininteligibles) que intente resolver su problema como desterrado: “Bien sé que por tu virtud te ama el Rey, aunque eres cristiano; suplicote alcances de él que nos perdone su padre [el de Jarifa]” (132; mi énfasis).'7 El suspiro en El Abencerraje es el predmbulo al didlogo, el inicio de la comunicabilidad de un secreto y la eventual solucién de esas rupturas 0 escisiones que menciona Guillén (137-39). No debe, pues, sorprender que el segundo suspiro de Abindarréez se produzca en el momento en que va a iniciar el relato de su vida: “El alcaide los hizo apartar y, quedando solos, el moro, arraneando un gran sospiro, le dijo” (139). Esta es la soledad de Ia amistad, el acercamiento de dos personas que comparten cosas en comin, porque la revelacién de un secreto sdlo puede hacerse en privado, con un amigo."* Y no es que ambos personajes sean un reflejo especular de! otro, sino que desde las diferencias logran intuir necesidades y soluciones que pueden compartir, nutriéndose mutuamente." Al terminar su historia Abit darraez, el alcaide de Alora ve la posibilidad de ayudarlo por medio de la virtud y la fama que le ha revelado el relato, La posibilidad de ocorrer al otro requiere entonces de un relato, del didlogo que sustituye al suspiro y el enigma. Ahora le toca a Narvaez sacrificar algo: los despojos y ganancias de la escaramuza (el dinero del rescate), Para ello tiene que pedirle un favor a sus escuderos: Hay que tener claro que en el texto del feventario no existe ninguna indieacién de que Narvaez estaba pensando hacer esto. Lo tinico que se dice como predmbulo al pedido de Abindarriez. es lo siguiente: “Un dia acaescio que, acabando de comer, el Abencerraje dijo estas palabras" (159), La iniciativa es totalmente de parte del cautivo y no del aleaide. Esto si representa una especie de evolucidn del mozo, quien ya esta aprendiendo a interpelar al otro directamente, a base del conocimiento que tiene de su captor hospitalario, 'S Un escritor tan leido e importante como Guev nta sobre la amistad y el secreto en su Aviso de privados: “No piense que ha hallado pequeiio tesoro el hombre que ha hallado amigo de quien fie su secreto porque no es tanto flar los tesoros que estéin en las areas como confiar secretos que estén en las entrafas” (249-50). El suspiro es ¢! exordio de una exteriorizacién de la verdad interna del sujeto (asf como en el aliento va el alma del que lo emite), "" En este sentido, estoy mas de acuerdo con las interpretaciones que tienden a igualar (o al menos acercar) a ambos personajes y no las que resaltan en demaséa la estatura ética y superior de Narvaez. Claro esté, ambos personajes son diferentes, pero logran encontrar una’esfera comtin que les ayuda a intereambiar sus zonas de personaje (y aqui me valgo de la frase de Bakhtin “character zone,” en Dialogic Imagination 46-47), Los suspiros del Abencerraje 467 “_Seniores, fiad de mi este prisionero, que yo salgo fiador de su rescate” (150, mi énfasis).*° Este lenguaje econémico reproduce una pequefa pero crucial cadena de obligaciones.*! Narvaez confia en la palabra de Abindarréez, y el alcaide a su vez pide que sus escuderos (con)fien en que recibirén su parte de la ganancia en el futuro. El guerrero pasa ahora a ser un fiador, posicién muy cercana a la del mercader y que se va a rechazar en Ja carta dirigida a Jarifa. En dicha carta, Narvaez no acepta el dinero enviado por Abindarréez diciendo: “si en enviarme el oro se mostré caballero generoso, en rescebirlo yo paresciera cobdicioso mercader” (164). El texto de la Diana con- serva, sin embargo, el pago al fiador Narvaez, cumpliendo asi su promesa a los escude “—Dezid a la sefiora Xarifa que yo recibo las doblas en rescate de su marido, y a ella le sirvo con ellas para ayuda de los gastos de su boda” (Lépez Estrada 1957, 413). No cabe duda que la versién del Inventario se resiste a incorporar el con- tenido econdémico de la version de la Diana, aunque ese contenido se encuentra en mayor o menor grado en todas las versiones. Si tenemos en cuenta la cita de Guevara en nuestra nota 18, entonces queda claro que Abindarrdez (con)fia su secreto a Narvaez (confia el tesoro que carga en sus entrafias, para usar el vocabulario de Guevara). Este fiar, con raices econémicas, es lo que nos permite corroborar la doble accién de ayudar a alguien y la espera de algin beneficio de esa ayuda. ZY no es ésta la relacién de (con)fianza que esgrimian los defensores de los moriscos, ese pedido a fiar su estadia para prometer cierta ganancia a los terratenientes implicados e interesados en su defensa?”” Para mi, el suspiro es el predémbulo que "En la version de la Diana es interés por la ganancia de los escuderos es. ralleros, que quiga de las passiones enamo- fa que la tuviessen, tenian mds ojo al interesse que tan buena presa les prometia, . .. dieron con gran impetu sobre é1” (Ed. Lopez Estrada 1957, 380). Darst también se fijé en esta variante (269). La cita corrobora mi argu- mento sobre el interés de la escaramuza por sobre la incongruencia de la apariencia de Abindarriez, ocasionada por una ceguera militar y econémica que bora los aspectos amorosos del traje y la cancioneilla, ®! Notese que este lenguaje del dinero aparece en la cita de Guevara sobre la amistad (véase nota 18), Las palabras “fiar” y *confiar” utilizadas por el obispo de Mondofiedo me van a seryir para ilustrar la naturaleza de una amistad cuya base es también de tipo econdmico (contexto del rescate, de cierto interés por adquirir prestigio y fama, y por la serie de obligaciones interesadas que voy a explicar). = Con respecto a los intereses de los terratenientes de la zona de Aragén y la radas tenian poca experien 468 Luis F. Avilés HR 71 (2003) origina una (con)fianza en el otro, tanto en su sentido social como: lazo comunitario de amistad, como en su sentido econdémico de una posible recompensa futura. La amistad en el Abencerraje no es desinteresada, como han dicho algunos criticos, como tampoco es desinteresado el regalo o la caridad. Y, en tiltima instancia, eso no importa, puesto que la estadia de los moriscos no era tampoco un pedido desinteresado. Si examinamos los suspiros que aparecen en la obra, todos provienen de Abindarraez, y en todas las instancias de su articula- cidn, esos suspiros tienen una funcién activa por parte del personaje. En otras palabras, a pesar de ser actos aparentemente “involun- tarios”, siempre adquieren una funcién performativa muy grande, para valernos de la terminologia de Austin. Esto es cierto también en el momento en que suspira frente a Jarifa, cuando recuerda que tiene que regresar a Alora para cumplir su promesa a Narvaez. Asi como le sucedi6 al alcaide, Jarifa inmediatamente tiene una reaccion nega- tiva frente a ese suspiro, y como ha sefialado Burshatin (205, nota 32), su amonestacién es muy parecida estructuralmente a la de Narvaez: La dama, no pudiendo sufrir tan grande ofensa de su hermosura y voluntad, con gran fuerza de amor le volvi6 a si y le dijo —{Qué es esto, Abindarriez? Paresce que te has entristecido con mi alegrfa; yo te oyo sospirar revolviendo el cuerpo a todas partes. Pues si yo soy todo tu bien y contentamiento como me decias, {por quién sospiras?; y Si no lo soy, {por qué me engafaste? Si has hallado alguna falta en mi persona, pon los ojos en mi voluntad, que basta para encubrir muchas; y si sirves otra dama, dime quién es para que la sirva yo; y si tienes otro dolor secreto de que yo soy ofendida, dimelo, que o yo moriré o te libraré de él. (153) La estructura de su respuesta al suspiro es una muy parecida a la reaccién de Narvaez, ya que se inicia por la pregunta sobre la condicién del otro y termina con las posibilidades y los ofrecimien- tos para resolver el problema (oraciones condicionales con si). dedicatoria a Jer6nimo Jiménez de Embtin en Cordénica, consultar Carrasco Urgoiti (1972) y Lopez Estrada en su estudio preliminar a la edicion de Catedra (1996, 60-61) Estos aspectos econémicos Jos amplio en otro trabajo que llevo en curso, Sobre ionaba la e: el regalo, los textos fundamentales son el le Mauss quien ya cues 3), y la lectura que de él hiciera Derrida (1995). de un “pure gift” (7 Los suspiros del Abencerraje 469 Nétese que las especulaciones sobre lo que le pasa a Abindarraez estan ahora contextualizadas dentro de la esfera del amor, la cual corresponde al lugar donde estan los amantes, y es en este contexto tinicamente en el que se entiende el enunciado increpador de Jarifa. El suspiro vuelve a ser un riesgo, y ya no podemos mas que pensar que su articulacién por parte de Abindarréez no puede ser tan inocente (teniendo en cuenta su experiencia con Narvaez y el re- torcimiento de todo su cuerpo, exagerando los gestos). Aunque arriesgado, el suspiro continiia siendo el preambulo que escoge Abindarrdez, consciente o inconscientemente, para revelar su inte- rioridad y seguramente para pedir ayuda al otro. En efecto, Jarifa toma la iniciativa y propone soluciones luego de que Abindarraez, con un cuarto suspiro, le cuenta lo sucedido en la frontera: “El Abencerraje, corrido de lo que habia hecho y paresciéndole que no declararse era ocasién de gran sospecha, con un apasionado sospiro la dijo” (126). Jarifa le propone a Abindarraez enviar el dinero del rescate como solucién al problema. Esta reeomendaci6n ha sido tildada por algu- nos criticos de graciosa (nota 52 de la edicién de Lopez Estrada, 154), la “nica descortesia de la novela” (Leén 261), como una “realistic response” a la que luego se le llama “physical” (en contra- posicién a una espiritual [Darst 270]), y peor atin, se responsabiliza a Jarifa de proponer “the only two vaguely ignoble intentions” de la obra ocasionadas por las “importunities of pasionate, sexual love” (Holzinger 231). Lo que no ven estos criticos es que el espacio del amor ha sido ahora invadido por la guerra, El aqui ha sido afectado por lo que ha ocurrido all4. Lo que articula Jarifa es precisamente una negociacién entre estos dos contextos, proponiendo una solu- ci6n justificada: el envio del dinero del rescate como pago por un prisionero que en efecto no esta sujeto fisicamente en la prisién. Una respuesta mucho mas comprometedora (desde el punto de mira de la critica moralista) seria decirle a Abindarraez que no regrese y que no se envie ningtin rescate. Pero ese no es el caso. Jarifa responde al problema del rescate efectiva e inteligentemente. Su tinica ceguera es alos codigos de la obligacién y la amistad que ella desconoce (son cédigos de registros masculinos, de relaciones entre hombres y soldados). Ella no estuvo presente en el intereambio con Narvaez. La reaccién de Abindarréez a la propuesta de Jarifa es mucho mas inteligente y equilibrada, puesto que 1 mismo entiende que el amor habla a través de ella (“lo mucho que me queréis no os deja que me 470 Luis F. Avilés HR 71 (2003) aconsejéis bien” [155]). Jarifa se mueve, en efecto, dentro del ambito del amor de una manera mucho mas c6moda que en otros registro lo cual no quiere decir que sus respuestas sean corporales, erréneas ‘© cuestionables éticamente. De hecho, Jarifa vaa ser otro sujeto que va ahora a entrar y participar de las consecuencias de la guerra, yendo voluntariamente de cautiva para acompafar a su amante. El amor entra asi dentro de la esfera de la frontera, tanto en la historia que cuenta el viejo como en el castillo de Narvaez, castillo que es ahora transformado en una casa por la presencia de la pareja, Los cautivos pasan a ser huéspedes: “Entrad y reposaréis en vuestra casa; y tenelda de aqui adelante por tal, pues lo es su duefio” (131). La representacion de la frontera y de sus aspectos prescriptivos se transforma significativamente gracias a una necesidad de dar expresiOn a la interioridad del otro. La frontera se ve afectada no slo por las circunstancias externas y politicas que la determinan como espacio bélico, sino también por la interaccién especifica de los personajes en ese contexto. La interioridad florece y se comunica a otro precisamente porque la frontera no puede exigir dimensiones monolégicas de los personajes que interactiian en ella. En otras palabras, las relaciones entre los personajes en el Abencerraje de- pende no sdlo del lugar que ocupan, sino también del bagaje de experiencias con el que cargan. La posible unidimensionalidad de la frontera como espacio bélico ha cambiado de perspectiva en la novela al incluir esas interioridades expresadas por medio de suspi- ros, enigmas y narrativas personales. La frontera, en este sentido, se localiza no meramente en una extension de territorio o enclave politico, sino que incluye una regién mucho mas cercana/al alma y al cuerpo del otro, y atin mds préxima a la interioridad (el secreto y la voz) que a la exterioridad (la apariencia), mas enfocada en expe- riencias compartidas (el amor) que en circunstancias de conflictivi- dad (la guerra). Es un espacio mucho més afin al cuerpo, a la posibilidad del didlogo, la voz, la amistad y la (con)fianza. La frontera se convierte en un espacio mas creativo, poroso, leno de accesos imprevisibles y de sorpresas. El renombre es un discurso que viaja, que penetra hasta el lugar fronterizo. El suspiro es un prélogo del ser y sus circunstancias, un primer paso hacia el didlogo y la amistad. Toda la novela explora el intento de vencer barreras y de superar limites: la amistad entre dos enemigos, la relacion amorosa entre hermanos que no lo son, el casamiento secreto que vence los im- pedimentos del padre, la solucién al problema de la familia de los Los suspiros del Abencerraje ATL Abencerrajes, la liberacién de la pareja sin pedir rescate, el rechazo final de una parte de los regalos (reconociendo que la versién de la Diana st incluye su aceptacién). Toda la obra promueve la posibili- dad de superar obstaculos y limites por medio de la comunicacién y circuitos de poderes que no son absolutos ni unidireccionales. En esto consiste la magia de este texto y sus elocuentes suspiros. OBRAS CITADAS El Abencerraje (Novela y romancero). Ed. Francisco Lopez Estrada. 10" ed. Madrid: Catedra, 1996. Austin, John L. How to Do Things with Word: Harvard UP, 1975. Bakhtin, Mikhail M. The Dialogic Imagination. Trad. Caryl Emerson y Michael Holquist. Texas: U of Texas P, 1981, Blumenberg, Hans. “Light as a Metaphor for Truth.” En Modernity and the Hegemony of Vision. Ed. David Michael Levine. Berke- ley: U of California P, 1993, 30-62. Burshatin, Israel, “Power, Discourse, and Metaphor in the Abence- rraje.” Modern Language Notes 99 (1984): 195-212. Carrasco-Urgoiti, Maria S. “Las cortes sefioriales del Aragon mudéj y el Abencerraje.” Homenaje a Joaquin Casalduero, Madrid: Gredos, 1972. 115-28. —. 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