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ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN

Los elementos de la obligación son sus componentes esenciales, de tal modo que ésta no
puede concebirse sin su presencia. Entendemos que integran esencialmente la obligación, los
sujetos, el vínculo, el objeto y la causa fuente. La causa fin será un elemento trascendente para
el caso de las obligaciones nacidas de los contratos.

SUJETOS

Son sujetos de la obligación aquellas personas (humanas o jurídicas) que aparecen vinculadas
por este tipo de relación jurídica. El sujeto activo -o acreedor- será aquel habilitado para exigir
del deudor el comportamiento debido, mientras el sujeto pasivo -o deudor- será quien deba
satisfacer la prestación debida. Ambos deben ser sujetos de derecho.

Dependiendo el tipo de obligación, los sujetos pueden ser acreedor y deudor en una misma
obligación (ej. Contrato de compraventa). Además, los sujetos pueden estar determinados
desde el inicio de la obligación o determinarse con posterioridad (títulos al portador, promesas
de recompensa, etc.).

En general, la calidad de sujeto de la obligación puede transmitirse, sea entre vivos o mortis
causa, a menos que exista una prohibición convencional o que se trate de una obligación en la
que las cualidades del sujeto en cuestión sean determinantes (obligaciones intuitu personae).

Los sujetos o partes de la obligación pueden ser individuales o plurales. Puede existir una
pluralidad activa (varios acreedores), pluralidad pasiva (varios deudores) o pluralidad mixta
(varios acreedores y varios deudores). La pluralidad puede ser originaria, cuando tiene lugar
desde el nacimiento de la obligación o derivada, si deviene con posterioridad al nacimiento de
la obligación.

VÍNCULO

El vínculo es un elemento complejo que presenta un doble carácter: de un lado compele al


deudor a cumplir (presión psicológica), limitando así su conducta y de otro proporciona al
acreedor el poder de hacer efectivo el cumplimiento (medios judiciales), cuando éste no se
materializa espontáneamente. Así, el vínculo supone una primera etapa donde sobresale la
deuda y una segunda etapa donde adquiere preeminencia la responsabilidad.

Las vías de acción antes mencionadas deben respetar ciertos principios y cuentan con límites,
que significan una atenuación del vínculo (favor debitoris, protección de grupos vulnerables,
límites en la ejecución, límites temporales, etc.).

El vínculo jurídico puede extinguirse o atenuarse, perdiendo virtualidad, por lo que la


obligación del deudor se transformaría en un “mero deber moral”, y el acreedor no tendría
derecho a exigir el cumplimiento de la obligación. Sin embargo, lo entregado en cumplimiento
de deberes morales o de conciencia es irrepetible (art. 728, si el deudor decide pagar no puede
arrepentirse).

OBJETO

Hacen al objeto de la obligación el comportamiento debido por el deudor (prestación) y el


interés perseguido por el acreedor. Así, el objeto de la obligación sería el plan o proyecto de
conducta futura del deudor para satisfacer un interés del acreedor.

El contenido (u objeto) de la obligación debe ser (art. 725):


Posible: física y jurídicamente. Existe imposibilidad física cuando no es materialmente factible
para ninguna persona (imposibilidad absoluta) realizar la prestación que hace al objeto de la
obligación. Si el objeto es imposible de forma originaria, el negocio será nulo, mientras que si
la imposibilidad es sobreviniente, la obligación devendrá ineficaz, extinguiéndose.

Lícito: debe ser conforme a la ley, a la moral y a las buenas costumbres.

Determinado o determinable: Para que exista una obligación, su objeto debe estar
determinado o resultar determinable. El objeto está determinado cuando se encuentra
identificado e individualizado desde el nacimiento de la obligación, de tal modo que no puede
ser confundido con otro, y es determinable cuando es factible la individualización del objeto
con posterioridad.

Valorable patrimonialmente: La prestación debe tener un valor pecuniario, en el sentido de ser


susceptible de apreciación patrimonial. Si la prestación no fuera susceptible de ser valuada en
dinero, el acreedor no experimentaría daño patrimonial alguno por causa de su inejecución.
Sin embargo, el interés del acreedor en obtener el objeto puede no ser económico.

CAUSA

Es importante distinguir entre causa fuente y causa fin.

Por un lado, la causa fuente remite a su origen o antecedente. Sobre este concepto, el nuevo
Código dispone: "No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo
para producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico" (art. 726).

La causa fin, por su parte, es un requisito expreso y esencial para la celebración de contratos,
actos jurídicos y obligaciones derivadas de actos lícitos. Se dispone así que "La causa es el fin
inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad.
También integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido
incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes"
(art. 281). Aunque la causa fin no esté expresada en el acto, se presume su existencia mientras
no se pruebe lo contrario; y el acto será válido, aunque la causa expresada en él sea falsa,
siempre que se funde en otra verdadera (art. 282).

Se habla de "frustración del fin" en situaciones donde el cumplimiento de la prestación es aún


posible, pero la finalidad de la obligación contractual ya no pueda cumplirse por circunstancias
sobrevivientes a la contratación, volviéndola inútil y carente de interés.

"La frustración definitiva de la finalidad del contrato autoriza a la parte perjudicada a declarar
su rescisión, si tiene su causa en una alteración de carácter extraordinario de las circunstancias
existentes al tiempo de su celebración, ajena a las partes y que supera el riesgo asumido por la
que es afectada.” (art. 1091).

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