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PS Vi a os Ve ee Antolugia de Carlos Las ganancias las dedican a apuestas y las pierden en la taberna, con los dados, con el vino y con las mujeres, si es que las mujeres (juglaresas o soldaderas) no for- maban parte del ntimero ®.... Frente a estos juglares, siempre perseguidos por la Iglesia, hay otros mas dignos de respeto: son los que saben tocar algtin instrumento y los que cantan vidas de santos y poemas épicos*; esta clase de juglares debe ser protegida, pues su actividad instruye y anima a los ya- lientes. Los més dotados dentro de este grupo llevan en su repertorio poesias de los trovadores y abandonan a los villanos para deleitar sélo a los poderosos, que saben apreciar la calidad y la variedad, y —lo que es mucho mas importante— favorecen con sus dones a quienes les divierten 1, Como se puede suponer, sdlo nos interesa ahora este timo grupo de juglares, el de los intérpretes, por su relacién directa con la poesia de los trovadores: por tanto, a partir de este momento, cuando hablemos de juglares habremos olvidado Jas vicisitudes de todos los demés, para prestar atencién a los especializados en mt- sica y en poesfa Ifrica. 2. Los TRovapores He procurado evitar, conscientemente, el empleo in- distinto del término juglar y trovador: se trata de dos funciones bien delimitadas, al menos en teoria 3; tal como 8 CE. Menéndez Pidal, Poesta juglaresca, pp. 31 y ss. 9 Vid. Faral, Les jongleurs en France, p. 44. 10 A pesar de todo, los juglares —por muy selecto que fuera su tepertorio— no debfan ser vistos de forma digna por los mo- ralistas y clétigos (es decir, por los hombres de letras), y justa mente para no perder la dignidad y para evitar ser confundido con un juglar cualquiera, el rey Apolonio hace que le pongan una corona en la cabeza cuando va a empezar su canto: Non quiso Apolonio la duefia contrastar, Priso una vihuela ¢ sdpola temprar; dixo que sin corona non sabtié violar, non querid —maguer pobre— su dignidat baxar. (Estr. 185) {Libro de Apolonio, ed. M. Alvar, vol. II, Madrid, 1976). 24 he indicado més arriba, el juglar interpreta y el trova- dor compone; pero no se debe olvidar que la poesia —durante gfan parte de la Edad Media— estaba: estre- chamente relacionada con la misica; el trovador serd, pues, autor de musica y letra: en este sentido, hay que observar que los contempordneos sentfan gran aprecio por una miisica destacada, lo cual supone que en mu- chos casos aparezcan como grandes trovadores algunos poetas de escasa inspiracién literaria. Por otra parte, debemos tener en cuenta que los tro- vadores componen sus obras en una lengua mds o me- nos artificial, el provenzal u occitano, resultado de la neutralizacién de muchos rasgos dialectales: se logra asi una lengua homogénea, vehiculo de comunicacidn de tro- vadores de todo el sur de Francia, desde Burdeos a Gé- nova y desde Clermont Ferrand a Lérida. Este estado de cosas se suele situar cronolégicamente entre los primeros ajios del siglo xix (Guillermo de Poi- tiers) y los ultimos afios del siglo xu (Cerveri de Gi- rona, Guiraut Riquier); a pesar de los esfuerzos Ievados a cabo por grupos burgueses —especialmente de Tolo- sa— a lo largo del siglo xty, la poesia trovadoresca su- cumbié debido a su propia perfeccién formal y a su re- ducida variedad temética: a lo largo de los dos siglos que se suelen considerar clsicos, por lo que a la lirica provenzal se refiere, son muy pocas las innovaciones que se pueden obsetvar y, asi, resulta prdcticamente imposi- ble discernir si un troyador es de principios del siglo x11 o de finales del xm, por el solo procedimiento de juz- gar su lengua, su estilo o su temética amorosa. 2.1. La condicién social de los trovadores Por una serie de prejuicios, muchos de ellos proce- dentes del Romanticismo, estamos acostumbrados a aso- ciar la idea del ¢rovador con la imagen de un joven ves- tido con calzas y que va de corte en corte taiiendo la vi- huela, el latid 0 algin otro instrumento. Sin embargo, es- ta idea es falsa casi en su totalidad. Debemos considerat que el trovador es el autor —como acabo de decir—, pero también, desde un punto de vista social, suele ser 25 sefior feudal o burgués (es decir, comerciante) con algu- nos bienes de fortuna: entre los 350 trovadores de nom- bre conocido, podemos contar, por lo menos, cinco te- yes, otros tantos marqueses, diez condes, cinco vizcon- des; a esta lista hay que afadir los numerosos sefiores de menos poder: mas de una veintena de trovadores dis- ponen de castillos y de hombres armados... Junto a este nuttido grupo, hay que considerar a los clérigos y ecle- sidsticos en general: desde un papa o un par de obispos, hasta varios candnigos y monjes, el estamento religioso estuvo bien representado en la poesfa de los trovadores. Y, por lo que respecta a ese mundo marginal que es / en gran parte de la Edad Media el de los comerciantes, debo recordar que varios burgueses del sur francés tam- bién figuran entre los trovadores: peleteros, comercian- tes de pafios, sastres, etc., llegaron a cultivar con éxito la nueva poesia. Peto no debe pensarse que todos los trovadores sur- gieron de ambientes acomodados: son muy numerosos los autores de los que no sabemos nada mds que el nom- bre y de los que no se puede precisar casi nada: es evi- dente que si la vida de estos personajes ha quedado al margen de los documentos escritos ha sido porque no tenfan un relieve especial; junto a los muchos trovado- res de los que no sabemos nada, surgen unos pocos —de baja extraccién social— de los que nos ha Ilegado al- guna informacién, sea por las criticas de otros trovadores, que los consideran advenedizos, sea potque consiguieron enriquecerse con la poesia, relaciondndose con grandes sefiores: es éste un hecho que no suelen olvidar los colegas; en las discusiones siempre surgird la pulla refe- rida al origen humilde; asi no sdlo se censura la calidad literaria del antagonista, sino que también se marca la barrera social. En cualquier caso, resultaré curioso sefialar que en- tre los trovadores de las primeras generaciones es casi igual el ntimero de grandes sefiores feudades y el de juglares que consiguieron pasar a la posteridad como ‘trovadores; sin embargo, entre los autores de la prime- ta época escasean tanto los burgueses y comerciantes como los caballeros de poca fortuna y los clérigos: con 26 el transcurso del tiempo, el horizonte social se fue am- pliando y todo aquel que sabfa componer musica y letra queria pasar por trovador. 2.2. Trovadores y juglares El aumento de juglares y trovadores a lo largo del siglo xi y, especialmente, en el siglo xm, Ievaron a la protesta sistematica de los autores por tal estado de co- sas: son muy frecuentes las quejas en este sentido; tanto en la Ifrica provenzal como en la francesa 0 como en la gallego-portuguesa oimos la voz airada de quienes piden que no se llame trovador, sino al que lo es en realidad. En este coro destaca la figura de Guiraut Riquier, tro- vador de fines del siglo x1mz, que se dirige a Alfonso X el Sabio para pedirle, como autoridad reconocida que es, que delimite los nombres y atribuciones de cuantos entretienen honestamente a la gente; el texto es intere- santisimo desde muchos puntos de vista, pero, ademés, resulta especialmente util para conocer algunos aspectos del espectaculo y de Ja literatura medieval: Tengo por afrenta que un hombre sin cultura, de vil conducta, si sabe un poco de cualquier instrumento, se vaya inmediatamen- a Pa las calles tocdndolo, buscando y pidiendo que alguien le é algo. Otro —sin justificacién— cantard vilmente por las plazas y, entre las gentes bajas, pondré su mano pidiendo ante todos, conocidos y exttafios, sin vergiienza; después se ird a las taber- nas con el dinero que tenga y no osaré presentarse en ninguna corte buena... Y, sin embargo, Ja juglarfa nacié para mover a los buenos hacia la alegria y el honor: es agradable ofr tocar los instrumentos a quien sabe, pues consigue dar alegria; por eso, los nobles quisieron tener juglares y_ atin los tienen los grandes sefiotes, Después, nacieron los trovadores para cantar los hechos famosos en deseos de nobles acciones. Ahora corten tales tiempos que se ha movido cierta gente sin inteligencia y sin conocimientos, que no saben decir ni hacer cosas agradables y se han dedicado a cantar, trovar, tocar ins- trumentos sélo por pedir y por envidia de los buenos !!, 1 Guiraut Riquier, Suplicatio, wv. 554-627. La obra esté pu- blicada completa, con la traduccién, en mis Textos trovadorescos, Pp. 148-150 y 163; 27 Por su parte, Alfonso X no tardé en responderle con palabras muy acertadas: Los que saltan en las cuerdas tensas, 0 en piedras méviles son ioculatores: de este nombre procede el odioso nombre de juglar, 4 2 reciben tanto los que van por las cortes como los trotamun- los y todos son lamados de Ja misma forma... No obstante, en Espafia esté bien establecido y no queremos que se altere, sino que se diga como se dice, pues las actividades de los juglares est4n suficientemente bien divididas por el nombre: se lama ju glares a todos los de los instrumentos, a los imitadores se_les dice remedadores y a los trovadores segreles en todas las cortes; a los que hablan sin razén, ciegos y sordos a la buena conduc- ta, que muestran su saber vilmente, sin ninguna gracia, por las calles y por las plazas y que se juntan con vil gente viviendo en deshonor, a éstos se les llama, para humillarlos, cazurros. Por eso, decimes que todos los indignos, que viven vilmente, sabios 0 no, no se deben presentar en ninguna corte apreciada: tanto los que hacen saltar monos, cabras o perros, como los que hacen sus juegos vanos —como marionetas— o imitan pajaros o tocan instrumentos o cantan entre gentes bajas a cambio de poco dinero, todos éstos no deben caber bajo el nombre de juglaria; ni los que haciendo de loco siguen las cortes y parece que no tienen vergiienza de ningtin desdoro; a éstos se ie llama bufones en Lombardfa. Mientras que los que con cortesia y suficiente conocimiento se saben comportar entre los poderosos, tocando instrumentos y cantando historias de otros, o cantando versos y canciones de los demds y hechos ajenos, buenos y agradables de oft, éstos bien pueden poseer el nombre de juglar: aportan a la corte muchos entretenimientos y recreos. Aquellos que saben componer pany y musica y saben hacer danzas, coblas y baladas bien compuestas, albas y sitventeses, a aquellos se les llama trovadores y, en justicia, deben tener més honor que el juglar, pues gracias a su saber los otros pueden hacerse juglares, y muestran con agrado y con tesén el camino del honor, hacen féciles las cosas oscuras y no harén ningiin dafio a quien Jes crea en todo. Por eso consideramos que los mejores entre los trovadores —que saben ensefiar cémo debe narrarse el amor cortés y los hechos insignes en versos, en canciones y en otras composiciones— deben ser Iamados doctores en trovar... Todos los que eran Mamados juglates en general, quedan asf divididos segin los nombres: los que hacen su trabajo yendo por todos los sitios vil y desvergonzadamente, tocando sus ins- trumentos, haciendo otras cosas o cantando por las plazas y por los caminds, de noche y de dfa, viven en deshonra, pues desean y les gustan las menudas ganancias y de ellos no se conoce jui- cio ni discrecién para que sean titiles en cualquier clase de sa- ber; asf pues, por su vil conducta, sean Iamados bufones, y ya que no sirven para nada, no les hace falta buen nombre. Todos los que saben usar una cosa hébilmente 0 saben tocar instrumentos, o cantar, u otra cosa, donde el bienhacer esté a 28 salvo, bien cuidado y cortésmente, es razén suficiente pata apro- bar que sean Mamados juglares, pero son distintos de los tro- yadores, Estos son los que saben hacer —con el corazén— co- blas y dansas doblas, atrevidos sirventeses, albas, partimens y saben trovar palabras y sonidos y no se ocupan de ninguna otra cosa en Ja corte, como no sea enviar o decir su saber a jos mds Gotados; por justo saber, sean Hamados trovadores y, los mds dignos de entre ellos, doctores de trovar, pues con saber y senti- do hacen versos y canciones y. otras composiciones buenas, pro- vechosas y agtadables, con bellos ensenhamens. Hard gran coftesfa quien quiera amarlos asi 12, La cita puede parecer un poco extensa, pero mds va- len las palabras de dos insignes autores del siglo xmIt que muchas explicaciones. Resulta claro —tanto en la postura de Alfonso X como en la de Guiraut Riquier— que sélo son dignos de atencién los trovadores y los ju- glares que saben comportarse ante los poderosos, que aportan a la corte muchos entretenimientos y tecteos. Llegamos asi al planteamiento de una nueva cuestién: equé diferencia teal existe entre el trovador y el juglar de poesfa lfrica? A juzgar por los testimonios que hemos presentado, el juglar dista mucho de ser una persona vulgar, sin educacién, y en este sentido se acerca bas- tante al trovador; sin embargo, la principal diferencia estribaré en el estamento social, en la formacién y en la cultura de ambos. Ya he hablado del estamento so- cial; a continuacién me ocuparé de la formacién y cul- tura, 2.3, Formacién y cultura de los juglares y trovadores EL trovador —e insisto en ello— es el autor de mu- sica y letra. La perfeccién formal a la que estd someti- da la poesia de los trovadores y la filigrana de su mu- sica indican_que hay una preocupacidn constante y_una evidente conciencia literaria. Sin embargo, debo hacer una primera observacion: hay que distinguir segtin la situacién social de los trovadores; no deberhos juzgar 12 Cf, de nuevo, mis Textos trovadorescos, pp. 178-183; Me- néndez Pidal comenta Ia obta de Guiraut Riquier en Poesia juglaresca, pp. 10 ¥ 58. 29 con el mismo criterio a los reyes y grandes sefiores y a los mds humildes, porque éstos necesitan de la poesia para vivir, mientras que aquéllos la cultivan como ador- no del espiritu 0 como medio para conseguir unos deter- minados intereses pol{ticos. En definitiva, la diferencia estriba en que_unos son aficionados, mientras que los otros son _profesionales, Pero ademds, y esto es impor- tante, existe distinto nivel de formacién cultural debido a las circunstancias que rodean a cada autor, a cada noble, Es dificil establecer la formacién de los trovadores: depende —como acabo de sugerir— de una serie de factores muy cambiantes, como pueden ser la extraccién social, la época en que vivieron, etc. De lo que no cabe duda es de que el trovador no llega a componer sus obras de forma accidental, sino que ha tenido que desti- nar algiin tiempo al aprendizaje, tanto musical como literario (en sentido amplio). Lo que més varia de un trovador a otro es el tiempo dedicado al aprendizaje, pues en unos casos no pasar4 de dos afios, mientras que en otros, el tiempo dedicado al estudio es mucho mas largo. Segtin los conocimientos que poseemos, parece que habia claras diferencias entre la formacién de los hom- bres de Iglesia y de los laicos ¥; asi, por ejemplo, los aristécratas obtenfan gran parte de su cultura —que no era mucha desde nuestto punto de vista— a través de los libros de oraciones y de los Specula, que no sélo eran advertencias morales o politicas, sino que ademds conte- nian abundantes lecturas (cuentos, ejemplos, etc.); no obs- tante, no era este el tinico camino que posefan los nobles para llegar a la cultura, pero si el mds frecuentado: ade- més, habfa quienes mantenfan a su lado un instructor © profesor particular y también habia quienes enviaban a sus hijos a las escuelas monacales, pero el paso por ellas era breve y en muy pocas ocasiones superaban lo que hoy considerarfamos primera ensefianza: es decir, apenas iban més alld del Ars minor de Donato, con el que aprendian las teorias de las partes del discurso, em- pezando por las letras y sus combinaciones, para conti- 13 Cf. Riché, Ecoles et enseignement, pp. 288 y ss. 30 nuar con el estudio de las ocho partes restantes (nom- bre, pronombre, verbo, adverbio, participio, conjuncién, preposicién ¢ interjeccin) 4. Con esta formacién elemen- tal legaban a construir pequefias frases en latin, podian Jeer y, en algin caso, sabian escribir. He dicho poco més arriba que era frecuente que los hijos de los nobles tuvieran en la misma corte el centro de formacién, con un maestro que los adoctrinaba; pero el adiestramiento para la guerra y la caza ocupaba més lugar que la preparacion intelectual; recordemos el pro- yerbio medieval que sefiala que «quien hasta los doce afios no sabe montar a caballo y sigue en la escuela, sdlo irve para ser clérigo» ©. Segtin lo que acabo de exponer, Ja cultura de los no- bles laicos es muy dispar: hay quienes saben leer con dificultad, otros escriben también; en algiin caso, se sabe de nobles que posefan una pequefia biblioteca de libros profanos y religiosos; son mucho més reducidos los ejem- plos que conocemos de nobles que hubieran llegado a aprender latin "©. Las lecturas apenas varfan hasta el siglo xv, aunque gracias al gtan resurgimiento cultural del siglo xu hay un evidente enriquicemiento: las bibliotecas de la noble- za estén compuestas —habitualmente— por libros de derecho, de historia y por libros religiosos; en algtin caso, la preocupacién por el cultivo de las tierras hace que los nobles se interesen por las obras de Columela y de Paladio; por ultimo, la constante a ividad bélica lleva a la lectura y comentario del De re militari (0 Epito- ma rei militaris), de Vegecio, autot que atin es citado por Villon en el siglo xv "7, Pero es mucho m4s abundante el grupo de quienes tienen una Cultura oral, en lengua ro- mance: para ellos, los maestros son los juglares —més que los clérigos o que los monjes— que pasean de corte a corte un extenso repertorio, como veremos mas ade- lante, si Riché, op. cit, p. 231. 5 Citado por Riché, Ibid., p. 292. 16 Vid. Riché, op. cit., p. 297. 17 CE. Riché, op. cit, p. 302; vid, Villon, Poesta, Prdlogo y notas de C. Alvar, Madrid, 1980, p. 23 (Legado, v. 6) y nota correspondiente, en la p. 132. 31 Aquellos que han conseguido Ilegar a la ensefianza media se ocuparén de aprender las siete artes liberales incluidas en el Trivium (gramatica, retérica y dialéctica) y en el Quadrivium (geometria, aritmética, astronomia y miisica): la base del conocimiento es la gramatica (el Ars Maior de Donato, en concreto); la gramdtica permite co- mentar a todos los autores y, por tanto, tratar todos los temas '8; pero, ademas, la“gramdtica nos abre el camino» oculto de las palabras: ccaltura medi Ni que decir tiene que en estos estudios la retérica ocupa un lugar importantisimo, pues muestra el manejo de Ja lengua para la expresién adecuada. La retérica es «el vinculo santo y fértil entre la raz6n y la palabra» ® Sin embargo, debo recordar que en la escuela (monésti- ca o cortés) se aprende la retérica heredada del mundo clasico: los alumnos estudian largas listas de figuras y de tépicos que pueden servir tanto al orador como al «fun- cionario» que debe redactar textos en latin 74. Como es Idgico pensar, estos conocimientos fueron meticulosamen- te utilizados no sélo por juristas, sino también por pre- dicadores, que los aplicaron a sermones y vidas de san- tos #. Debemos admitir que los clérigos-trovadores tenian una cultura y una preparacién mds amplia que los no- bles, y los nobles la tenfan mds extensa que los humil- des. Del mismo modo, los trovadores del siglo x1 pu- dieron disfrutar de unas ensefianzas més ricas que sus colegas del siglo xu, pues el renacimiento que se operd en este siglo comienza a dar sus frutos a mediados de la centuria y a comienzos del siglo x11: como consecuencia, Ja cultura halla una mayor difusién. 18 Riché, op. cit., pp. 246 y ss. 19 Le Goff, La civilizacién del Occidente medieval, pp. 442 y ss. Vid., también, Curtius, Literatura europea y Edad Media la- tina, pp. 62 y ss. 2 Curtius, op. cit, p. 119. 21 Riché, Ecoles, p. 255; Curtius, Literatura europea, pp. 117 y ss. 2 Riché, op. cit, p. 256. 32 labras (verba) y_ ba) y cosas (res) son_lo mismo; (€l_simbolismo es una constante de la» ieval 97 No es imprescindible la presencia de Jos trovadores en Ja escuela para considerar el influjo de Ja retérica sobre sus obras: en efecto, la retérica se aprende en la escuela, pero se puede ver —o mejor, oft— aplicada por todas partes y, en este sentido, tuvieron un gran influjo los clérigos como divulgadores (versiones del latin a lenguas romances) y los juglares como transmisores: el clérigo, que habitualmente posefa un elevado grado cultural, apli- caba las ensefianzas escolares a los textos que vertian del Jatin, amplidéndolos, reduciéndolos y adorndndolos segtin su propio critetio (pero manteniendo Jas pautas apren- didas); estos textos eran utilizados en la iglesia, si tenfan cardcter religioso (vidas de santos, por ejemplo), o pasa- ban a formar parte del repertorio de los juglares; en otras ocasiones, unos pequefios retoques bastaban para hacer de un texto religioso un cantar de gesta o de la vida de un héroe un modelo del espiritu cristiano, re- sultando muy diffeil, en ocasiones, establecer si un texto nacié para ser divulgado en Ia iglesia o por_las _plaz: : en cualquier caso,/no debemos olvidar que los juglares > comenzaforr str actividad en los lugares sagrados, siendo alejados poco a poco de ellos, 2.4. El juglar: su actividad He sefialado més arriba que el juglar es el intérprete de la obra de los trovadores; una vez mas quiero incidir en la importancia del texto de Guiraut Riquier citado algunas paginas antes: tanto este trovador, como. el rey Alfonso X coinciden en defender a los juglares, pues se dedican a alegrar con sus cantos a los nobles y los incitan a llevar a cabo escenas destacadas; los juglares van por las cortes tocando instrumentos y cantando y sdlo ponen de manifiesto su arte ante los valerosos y ante aquellos que son capaces de apreciar su esfuerzo. Creo que aqui tenemos reunidas las caracterfsticas esenciales del juglar: es miisico y cantor y viaja conti- nuamente de corte en corte, buscando la generosidad de los nobles, que lé pagan regalandole vestidos, joyas, ca- ballos o tierras. Cuando digo que el juglar es musico me refiero al hecho de que sabe tocar varios instrumen- tos musicales: recordemos que algunos trovadores exigen 33 a sus juglares un conocimiento ptofundo; asi lo hace, por ejemplo, Guiraut de Calanson cuando recrimina al juglar Fadet por su ignorancia, a la vez que le recomien- da que sepa «trovar, caerse con gracia, hablar bien, en- tablar discusiones poéticas, tocar el tambor y las casta- fiuelas y hacer sonar la zampofia... tocar la citola, la bandola, el monocordio de una sola cuerda y la cidra». Por si esto fuera poco, el trovador recomienda al juglar que componga una melodia, que temple la rota de die- ciocho cuerdas, que sepa tocar el arpa y modular de- bidamente la gaita para obtener sonidos puros. Junto a estos instrumentos, el juglar deberfa saber cémo se to- can el psalterion de diez cuerdas, Ja lira, el timpano con todos sus cascabeles, etc. Asi podria salir airoso de cualquier situacién 3. Este testimonio, como otros por el estilo, deben ser considerados como algo excepcional: la intencién del trovador parece ser, mds bien, la de enume- rar posibilidades. Lo mas frecuente era que el juglar se acompafiara de vihuela de arco, rabel, laid o lita. Asi se ve en gran cantidad de miniaturas, pinturas y escul- turas (basta recordar el David de la Catedral de Santiago de Compostela). Era normal que el juglar fuera de un lado a otro a pie. Sin embargo, en cuanto el intérptete tenfa algin éxito encontraba una cabalgadura: los trovadores-jugla- | res Uc de Sant Circ 0 Cadenet anduvieron mucho a pie, segtin las respectivas biografias provenzales; pero esta obsetvacién debe considerarse por ser algo anormal: si hubiera sido lo mds normal, los biégrafos no se hubie- tan detenido a recogerla. Como equipaje, llevaban el instrumento, protegido en una bolsa de cuero, y algtin libro, con los apuntes para refrescar la memoria: estos libros, en los que se reco- gian poesfas, cantares de gesta, etc., eran de muy poca calidad y habfan sido confeccionados aprovechando tro- zos de pergamino inservibles ya para menesteres més se- rios, porque estaban rotos, muy usados o porque eran restos demasiado pequefios 4. Para las posibles ganancias 2 Pirot, Recherches, pp. 563-595. 24 Cf, Dronke, La lirica de la Edad Media; vid., también, Me- néndez Pidal, Poesia juglaresca. 34 Ilevaban un talego, que en algtin caso seguirfa vacio al final de la temporada... Porque, en efecto, los juglares tenian una temporada, que comenzaba con la Ilegada de la primavera y conclufa al finalizar el verano: es el perfodo del buen tiempo, de la cosecha y de las fiestas, del amor y de la guerra. Con los primeros frfos, a fines de septiembre, concluyen los combates y terminan las fiestas; sélo queda esperar que el vino se haga y que empiecen a caer las primeras nieves. El juglar ha pasado el invierno junto al trovador, si es que pertenece a algiin trovador en concteto, aprendien- do nuevas obras o perfeccionando la técnica. Cuando los pdjaros empiezan a cantar, juglar y troyador se ponen en marcha (a veces sdlo el juglar) y se dirigen a las cor- tes de los grandes sefiores, donde hay mayores riquezas y donde la generosidad no tiene limite: las cortes del sur de Francia, de Aragén y de Castilla deslumbraron a los juglares. En Tas cortes, la vida transcurre, general mente, con cierta monotonfa, por eso la presencia del juglar es siempre un espectéculo. Se nos ha conservado algdin texto en el que se puede ver cémo era recibido el juglar; la descripcién se refiere a la corte de Alfon- so VIII de Castilla, el de las Navas, y parece de los ul- timos afios del siglo xu; el autor, un catalén, Raimon Vidal de Bezaudun (Besalii): El rey hizo que en su corte se reunieran muchos caballeros y juglares y muchos ricos barones; cuando la corte estuvo for- ia, Ieg6 la teina Leonor; antes, ninguno la habla visto; venta ida con un manto hermoso y bello, de una tela de seda que se llama ciclatén; era rojo, con una lista de plata y, encima, tenia un leén de oro. La reina se inclina ante el rey y luego se sienta a un Indo, alejada de él. Entonces, ved llegar un juglar, sin alboroto, ante el rey liberal y acogedor, y le dice: «Rey, emperador de mértito, he venido asi a vos, y miego, si os ‘ace, que mi narracién sea escuchada y ofda.» El rey dijo: «Mi amor perderd quien hable de aqui en adelante, hasta que el juglar haya dicho todo lo que desea 25. ; Raimon Vidal de Bezaudun, Castia-gilos, wv. 13-14; Ia obra esté publicada y traducida fragmentariamente en mis Textos trovadorescos, pp. 260 y 262, 35 La narracin concluye y el rey se muestra contento con la historia que le ha contado el juglar: Juglar, tengo estos relatos por buenos, convenientes y bellos, y a ti que me los has contado, haré que te den tales soldadas Que conocerés verdaderamente cudmto me han agtadado tus no- ticias 26. Fl autor de esta obrita afiade un par de versos en los que observa que «cuando el rey termind su alocu- cién, no hubo en la corte noble, caballero, doncel o don- cella, absolutamente nadie a quien no Je gustase Ja narra- cién y que no la alabase como, buena y que no se mostrase deseoso de aprenderla» 7’. Si el juglar posefa un repertorio suficiente o si las circunstancias lo permitian, permanecia algiin tiempo més en la corte, donde le daban techo y comida; con las ga- nancias obtenidas se ponfa en marcha, dirigiendo sus pa- sos a otra corte de la que hubiera obtenido buenas re- ferencias de otros juglares con los que ha podido coin- cidir, No es rato que el rey o algtin noble Je diera cartas de recomendacién al juglar, para que fuera bien recibi- do en el nuevo destino; otras veces, el monarca o cual- quier otro sefior feudal pagaban al intrérprete para que flevara canciones injuriosas (sirventeses), compuestas por | ellos mismos, a las tiertas del enemigo, provocando la divisién entre los vasallos del vecino”; y aunque la in- © munidad del juglar en estos casos era notable, sin em- bargo, existia el peligro de que el intérprete fuera dete- nido en la frontera y despojado de sus bienes (come le ocurtié a Giraut de Bornelh) 0, simplemente, que fuera descuartizado por orden del sefior a quien no le gusta- ton las palabras del mensajero; asf murié el juglar Pe- dro, por hablar mal de la vieja reina de Inglaterra o Artuset, que fue vendido por ‘Alfonso Il de Aragén a — los judfos, quienes lo quemaron el dia de Navidad”. 2% Raimon Vidal, op. cit., vv. 435-440; vid. Textos trovadores- cos, pp. 261-263. Sh Ruimon Vidal, op. cit., vv. 443-490; Textos trovadorescos, pp. 261-263. 48 CE. Menéndez Pidal, Poesia juglaresca, pp. 86 y $s. 2 Cf. Menéndez Pidal, op. cit., p. 111. 36 Por Jo general, el juglar aprovechaba determinados acontecimientos para mostrar su arte en ptiblico: podia ser con motivo de una batalla, la coronacién de un rey, el nacimiento del heredero o la muerte del sefior; tam- bién podia entonar su canto en las fiestas sefialadas, que en muchos casos coincidian con dias grandes de la "Igle- sia; otras veces, aprovechaba una gran feria o la boda de lios personajes... Pero en muchas ocasiones no era ne- cesario ningéin acontecimiento especial, pues los sefiores gustaban de estar acompafiados al acabar de comer. En- tonces, el juglar disponia de toda la tarde para entretener a su ptblico con historias, mtisica y danzas. Asi ocurrid en la boda de Flamenca y Archambaut, tal como se nos cuenta en la obra provenzal que lleva por titulo el nom- bre de la protagonista: al final de la comida, se levan- taron los juglares, queriendo todos que los escucharan; alli se oyen todo tipo de instrumentos de aire y uewia: hay titiriteros y tragasables; se pudieron ofr todo tipo de historias: de Ja antigitedad clasica, de la Biblia, del rey Arturo y sus caballeros, de Tristén; cantares de ges- ta sobre Carlomagno y sus vasallos; también se cantaron poesfas de los trovadores... Y mientras se hacfan los pre- os para realizar una justa, comenzaron los bai- . Naturalmente, el autor de Flamenca ha exagetado, vara dar mayor brillo a la fiesta; no siempre la presen- sia de juglares eta tan abundante, ni el repertorio tan va- riado, ni actuaban todos simultaéneamente, ni las bodas se celebraban con tanto lujo. ; Pero del mundo reflejado en Flamenca nos interesa retener el repertorio que han presentado los juglares. Lo podem comparar con otros testimonios anteriores y legaremos a hacernos una idea bastante exacta de lo aoe se le solfa pedir al intérprete: junto a la poesia de eae se suelen nombrar cantares de gesta re- ee Se arlomacs a su entrada en Espafia y a la ba eee ose iy pero tampoco faltan las alusio- a Cane rie 2 a otros temas, del famado ciclo ee nea el i los Vasallos Rebeldes; hay refe- vote ciones biblicas, a historias de santos, a le- las cldsicas y tardias y a temas de novelas artiricas pal 30 Roman de Flamenca, vy. 583-709. Edic. de Nelli-Lavaud. 37 y bretonas en general, datos mas que suficientes para hacernos una idea de la actividad literaria a finales perfodo roménico *. ‘Acabada su actuacién, el juglar era recompensado se- gun el aprecio que hubiera merecido su labor: lo més frecuente eran pequefios regalos, vituallas, etc.; sin em- bargo, no se debfa descartar la posibilidad de dones de mayor categoria, como vestidos, caballos o tierras... terminar la estacién, el juglar regresaba a su casa, donde Ja familia le estaba espetando, produciéndose escenas como la representada por Colin Muset en su Sire cuens, jai vielé (p. 282 de nuestra antologia). 2.5. El publico Ya he ido haciendo algunas obseryaciones con respec to al ptblico de juglares y trovadores; recordemos, por ejemplo, el texto que he utilizado més arriba, de Raimon Vidal de Bezaudun y la corte de Alfonso VIII, o este otro procedente de Ja razo en prosa de la Kalenda maia, de Raimbaut de Vaqueiras (pp. 194 y ss. de nuestra anto- logfa) y que nos muestra una escena de la corte de Mon- ferrato, en el norte de Italia: Por entonces, Hegaron a la corte del marqués dos juglares de Francia que sabian tocar bien Ja vihuela. Un dia estaban tocan- do una estampida que gustaba mucho al marqués, a Jos caballe- ros y a las damas. Pero Raimbaut no se alegraba en absoluto, © de forma que el marqués se preocupé y le pregunté: «Sefior Raimbaut, ¢cémo es que no cantéis ni os alegréis al oir tan hermosa musica de vihuela...? Por fin, Raimbaut recobra la alegria e hizo la estam- pida (Kalenda maia), con la nmisica que los juglares esta- ban tocando en la vihuela. El texto es interesante (aunque sea tardfo) porqu yuelve a poner en telieve cudl era el piiblico de estos poetas: se trata de nobles y cortesanos, igual que en los 31 Asf se puede apreciar en los Ensenhamens y en los Sirventes- Ensenhamens de Guerau de Cabrera, de Guiraut de Calanson y de ee de Paris, publicados por Pirot, Recherches, pp. 543-614. 38 testimonios que nos han transmitido Raimon Vidal o Guiraut Riquier; pero, por otra parte, la razo nos mues- tra el encumbramiento del trovador en la corte y, en Gierto modo, el tipo de vida que Ievaba y lo que es- peraban los nobles de su persona: Raimbaut de Vaquei- ras —como otros tantos trovadores— debfa cantar mientras los juglares interpretaban, pero ademés era ca- paz de componer si asf se lo pedia su protector, cosa nada comtin. fi Creo que nadie pone en duda que la poesia de los trovadores es una poesia de corte, en estrecha relacién con los sefiores feudades **; pero, ademds, hay que tener en cuenta que el cédigo en que se expresan los trova- dores— y asi ha sido puesto de relieve en diversas oca- siones— estd cerrado en si mismo, dirigido a un grupo de iniciados o entendidos en Ja materia; destinar una cancién de tal tipo a un ptiblico diferente era condenar- la al fracaso ¥, No obstante, no hay que considerar estas afirmacio- nes de forma estricta, pues parece evidente que entre la cancién (poesia de amor) y el sirventés (poesia satirica) existe cierta diferencia de alcance: la cancién va dirigida a una dama noble; el publico estar4 constituido, por tanto, por las personas que rodean a la dama; mientras | que el sirventés cifra su éxito en la amplitud de publico, pues no debe olvidarse que era uno de los medios més importantes pata mover a la poblacién hacia una idea | determinada . oy 2.6. La vejez ; Con el paso de los afios, el trovador abandonaba, por , psocil la actividad literaria, més propia de la juven- i ,y se aplicaba a otros quehaceres; sabemos de mu- chos que se instalan en Jas incipientes ciudades y en 3 er Auerbach Leneuaie literario y publico. 7 i i des Mi lalters (OREM Snes ae cement Literaturen ln ello hace que sea earner dificil de componer y que algunos autores tarden —en ocasiones— casi un mes. Una de las caracterfsticas de la cansé es el especial concepto del amor que refleja: el amor cortés 0 -fin’ amors, como se ha Mamado, es uno de los hallazgos mas importantes de los trovadores: frente al desprecio ha- bitual que se mostraba hacia la mujer, los trovadores van a considerarla como algo muy superior, como su se fior feudal. La originalidad consiste, adem4s, en que a lo largo de la poesia de los trovadores se establecerd un paralelismo entre la relacién vasallo-sefior feudal y ena- morado (trovador)-dama; este paralelismo es total y para entenderlo en su exacto valor debemos hacer un breve paréntesis para referirnos al feudalismo. El feudalismo es el «conjunto de lazos personales que unen en una jerarqufa a los miembros de las clases_do- minantes» 38, El sefor concede un (feudo 0 iD a su vasallo (hom), que se ha comprometido a prestar de- terminados servicios al sefior y, a la vez, le ha prometi- 38 CE. Le Goff, Le civilizacién, p. 135. eudchiwpe idad.)Entre vasallo y sefior existe, pues, un con- trato de vasallaje: este contrato constaba de una serie de — actos que se realizaban por ambas partes para llevar a cabo la encomienda, El primero de los actos es el home-” naje, que consta de dos partes: la immixtio manuum (el senior toma entre sus manos las del vasallo) y el volo (declaracién verbal de deseo) *. La més representativa de estas dos partes es la primera. A continuacién se pro- nunciaba un jutamento de fidelidad. En tercer lugar, era muy frecuente que los dos actos anteriores se acompaiia~ tan con el osculum («beso») ”. El feudalismo clésico se limita a los siglos x a xtm y se extiende —con ligeros, matices— por Francia, Inglaterra y el occidente alemén. El empleo del léxico feudal en las relaciones entre el poeta y la dama es constante: podemos aducir cantic de ejemplos; quiz4 el de mas dencia se da en la designacién de la dama como(midons, («mi sefior»); por no insistir en el interés de todo-trovador en que la dama_ le tome las manos y le de el beso, mediante el cual pa~ sar4 a ser su vasallo, es decir, a tener una relacién pet- sonal; e inmediatamente se comprende que servir sea sinénimo de amar"... Por lo general, se suele considerar la poesia de los trovadores como un canto platénico a la dama querida; sin embargo, son tan abundantes las excepciones, que no se puede aventurar tal principio. Los mismos poe tas dan muestras, con frecuencia, de los distintos avances que han experimentado en el terreno amo- toso; en este sentido, debemos observar que el andlisis que se hace de la pasién amorosa en los versos de los trovadores lleva a establecer distintos grados y que serfan (segtin un autor andnimo de mediados del siglo xan); fenbedor, cuando el enamorado no se ha atrevido ‘a manifestar sus sentimientos; pregador, si le ha expre- sado a la dama su amor; entendedor: la dama le acoge con buena cara, le hace caso y premia al enamorado con sonrisas y divetsas prendas; drutz, si «lo acoge bajo sus. 39 Por lo general, homrenaje y fidelidad se prestaban en la re- sidencia del sefior. 40 Cf. Ganshof, El feudalismo, pp. 111-128. 41 Vid. Riquer, Los trovadores, pp. 77-87. 44 mantas». En definitiva, estos cuatro grados correspon- den a los cinco estados que sefialan Jos tratadistas la- tinomedievales al hablar del amor, pues —segin indi- can la pasién amorosa eyoluciona siguiendo siempre unas pautas definidas, que comienzan con el visus («contemplacién»), allogutum («conversacién»), contac- tus («caricias»), basia («besos»), factum (en provenzal, fach, «actor); por Ultimo, se ha sefialado que en algunos casos el fach no Mega a realizatse y se limita a ser un assai 0 assag (ensayo, prueba»), relacién incompleta que se halla documentada en abundantisimos testimonios li- terarios #, a oo Por otra parte, existe otal incompatibilidad entre amor y mattimonioy ya que solo la dama casada tiene entidad-furidica en la Edad Media: la doncella no pue- de poseer vasallos y, por Jo tanto, tampoco enamorados, segiin la concepeién del amor cortés. Este principio hace que las relaciones entre trovador y dama tengan que ser lo més secretas posible, pues en caso contrario se com- promete algo mds que el honor de Ja dama, la vida del poeta: abundan los ejemplos (cfr. la Vida de Peire Vidal). El trovador recurre a un pseudénimo (llamado se- nbal) para esconder a la persona amada; lo més frecuen- te es que la misma dama lleve siempre el mismo senbal. Es necesario indicar, no obstante, que a veces este pseu- dénimo puede aplicarse a personajes de sexo masculino. Por su parte, el marido a veces no tolera la actitud del trovador con respecto a la dama; entonces, se hace gilos («celoso») y presta ofdos a los lawsengiers («adu- ladores» 0 «envidiosos»), que no dudan en acusar a los enamorados con tal de obtener los favores del sefior, que castigard cruelmente a los amantes, como hemos visto més artiba. 2.2. Sirventés: sdtira e injuria No menos importancia que a la cancidén se le debe conceder al sirventés, género que incluye aquellas com- #2 Cf. Riquer, Los trovadores, pp. 90-93. posiciones en las que se satiriza a un individuo (sirventés personal), se critican/las costumbres (sirventés moral), se apoyan unos intereses politicos determinados (sirven- tés politico) o se censura el arte de algtin trovador o juglar (sirventés literario). Es importante sefialar que destaca la libertad de pen- samiento e independencia total del trovador, que se apli- ca, en un momento dado, a censurar la actitud del no- ble que le est4 protegiendo, por ejemplo. EI sirventés se apoya, generalmente, en la melodia de una cancién conocida, facilitando asf su difusién *. Entre las diversas modalidades del sirventés, interesa especialmente el de cardcter politico, pues nos muestra un estado de pensamiento sobre un hecho que afecta a la vida del hombre del siglo x11 o del siglo xr; en este sentido, debemos recordar la serie de sirventeses dedicados a la actividad politica de Inglaterra y Fran- cia, a las Juchas entre el rey francés y el de Aragén, a la guerra de los albigenses o a las guerras contra los dra- bes en la Peninsula, a las Cruzadas de Oriente, o bien, los sirventeses dirigidos contra el Papa o contra el poder del Emperador, etc. Es significativo recordar que mu- chos investigadores consideran la validez del sirventés como dato histérico y son abundantes las deducciones, del mé4ximo valor, que se desprenden de las criticas tro- | vadorescas #5... | En algunas ocasiones se ha incluido dentro del grupo del sirventés histérico un tipo de composicién muy con- creto: la Cancién de Cruzada, subgénero representado por una larga lista de obras, que nos acercan al temor que sentfa el hombre medieval al ponerse en marcha hacia Oriente; por lo general, se suelen dividir en dos 43 Esto explica que en la antologia musical que recogemos al final del presente volumen, no se halle ningin sirventés con miisica propia. 4 CE. Riquer, «1! significato politico»..., citado més arriba. 45 Basta recordar dos obras: el libro de De Bartholomacis Poesie provenzali storiche relative all’Itdlia, Roma, 1931 0 el mds reciente de C. Alvar, La poesta trovadoresca en Espatia y Portugal, Madrid, 197. 46 grupos: uno, en el que se exhorta a los nobles a tomar Ja cruz; este primer grupo se acercarfa bastante al siryen- tés moral o al sermén en verso. Otro grupo, en que el trovador-caballero se lamenta por tener que abandonar a la amada, o bien le envfa recuerdos desde Ultramar; en este caso, estamos muy cerca de las canciones de amor, pero el motivo que las condiciona les da un interés peculiar “, Es légico pensar que si consideramos la Can- cién de Cruzada como género independiente del sirventés politico, deberemos incluir en este epigrafe todos aque- llos sirventeses alusivos a la guerra de los albigenses, a la Reconquista peninsular y a las Cruzadas de Oriente. Un ultimo tipo de composiciones, que también han sido clasificadas como género cercano a los sirventeses, esta constituido por el _planb («planto»), lamento fine- bre por algin protector o sefior 0, en menor propor- cién, por algtin amigo o por la amada. Por lo general, el planh tiene una estructura bastante rigida y que pue- de establecerse en torno a unos motivos fijos: invitacién al lamento, linaje del difunto, lista de Jas tierras que se han afligido con la muerte del personaje, alabanza del difunto, exhortacién al rezo para que se salve su alma y, de nuevo, expresién del dolor que ha producido el fa- llecimiento a les que han quedado en este mundo; en algun caso, se afiade un elogio al sucesor 47. 2.3. Versificacién Una de las novedades mds importantes de la poesia de los trovadores consiste en la concepcién formal de la poesia: frente a la poesia latina, los trovadores se apli- “6 Bédier-Aubry, Les chansons de croisade, Parts, 1909. _Existen otros géneros a los que no nos referimos por eco- nomfa de espacio y que se pueden estudiar con cierto deteni- tmiento, tanto en el libro de Anglade, Histoire sommaire de la JHerature méridionale, como en el de Riquer, Los trovadores, citado en reiteradas ocasiones; entre los géneros que omitimos, no se deben olvidar las peculiaridades del alba, de la pastorela y Ee las distintas variantes de los géneros de debate (partimen, ‘ornejamen, etc.). 47 can al cémputo de las silabas y a la rima (y no a las estrofa forma patte del primer verso de la estrofa si- , o una palabra del ultimo verso aparece en el cantidades) *, guiente, El mimeo de silabas en cada verso puede ser muy | primer ‘verso de la otra estrofa, etc. Todos estos recur- variable; en muy raras ocasiones —casi siempre atribui- sos, ademas de ser artificios poéticos, funcionan como bles a los copistas— se pueden hallar errores de cém-7 elementos mnemotécnicos, para evitar que el juglar al- puto: no debemos olvidar que la poesia de los trova- | tere el orden original de las estrofas, hecho que ocurria dores era cantada; el error métrico repercutirfa, a la fuer- con relativa frecuencia. za, en la misica. Hay que sefialar, ademés, que la rima es, siempre, ‘consonante y que cuando aparece la rima asonante (pro-” 2A pia de los cantares de gesta més antiguos y de los ge neros de cardcter tradicional) se debe —por lo comtin—~ a motivos estilisticos, como puede ser la imitacién de en dos tendencias, segtin el concepto que cada uno de composiciones populares. ellos tiene del estilo: aquellos que se identifican con una Unas estrictas normas regulan, también las rimas, pues _ técnica facil, de comprensién inmediata, con pocos re- no se puede repetir —al menos tedricamente— la mis- cursos estilisticos (¢robar leu); frente a ellos, los defen- Estilo: Trobar Jeu y ttobar clus Desde época muy temprana, los trovadores se dividen ma palabra en tima, a no ser que posea significados sores de una mayor dificultad y rebuscamiento (trobar distintos. clus). Generalmente, se suelen considerar numerosos ma- Del mismo modo, los trovadores se esfuerzan en la tices dentro de este segundo grupo, pero la distincion rima, pues es la parte més destacada del verso: unos | llega a ser problemética en muchos casos; por eso, s€ buscan los términos més dificiles que pueden (rimas han dividido los defensores del trobar clus en dos grupos: caras), mientras que otros procuran utilizar rimas féci- trobar clus, propiamente dicho, y trobar ric: las diferen- les de hallar; unos construyen todas las estrofas con la | cias entre cada uno de estos apartados vienen a ser muy misma tima (wnissonans), mientras otros cambian de | cercanas a las existentes entre el conceptismo (mutatis tima en cada estrofa (singular); algunos hacen que sé | mutandis, equivalente al trobar clus) y al gongorismo repita siempre la misma palabra en idéntico lugar; otros, | (similar al trobar ric). juegan con la posicién de la palabra rima, etc, La varie-_ Desde otro punto de vista, se puede sefialar que la dad de recursos para con la rima es casi infinita y da | dificultad del trobar clus propiamente dicho (el de Mar- una idea de la elaboracién a la que se somete el poema, cabri) procede de Ja acumulacién de conceptos, rebus- desde un punto de vista formal. camiento de imAgenes y abuso de Ja agudeza, junto con Pero el juego no se limita a la estrofa: puede saltar_ el empleo de un lenguaje bajo. La relativa oscuridad del més allé de la unidad y contagiar a toda la composicién: trobar ric se desprende de su belleza formal, pues los asi, no nos extrafiaré ver esttofas que riman de dos en! trovadores que lo cultivan (asi Arnaut Daniel) se sien- dos 0 composiciones en que riman las estrofas impares ten atraidos por la sonoridad de Ja palabra o Ia selec- entre sf y las pares, por su lado; también se pueden cién del vocabulario, que a veces Ilega a extremos insos- hallar otro tipo de relaciones: el ultimo verso de una] pechados; el empleo de rimas caras (diffciles) y de abun- dantes recursos constituye, también, una barrera pata 5 la comprensién inmediata de estas composiciones. 48 Igual que en francés, se cuenta hasta Ja ultima sflaba a Para justificar la divisién estilistica de los trovado- tes, se han sugerido diversas hipétesis: una de ellas tuada; cuando después del viltimo acento queda una sflaba, no se tiene en cuenta. Las rimas Ianas se denominan sostiene que la diferenciacién surge en la Escuela me- femeninas, mi I das lamadas tii - i Hs ae en Go eT dieval, a raiz del aprendizaje de la Retérica, disciplina en 49 48 la que se seguian las doctrinas clasicas: el discurso puede ser adornado mediante dos procedimientos: el ornatus facilis 0 el ornatus difficilis. El ornatus facilis basaba su brillantez en el empleo de las figurae (figuras de dic- cién), mientras que el ornatus difficilis se lograba a tra- yés de los tropos (metdforas, antitesis, metonimias, si- nécdoques, etc.). El _trovador, en definitiva, se hace intérprete en len- ~ gua vulgar, de aquello que casi todos conocen aplicado a textos més elevados, en latin. Ul Los trouvéres y Jos Minnesinger 1, Los TROUVERES 1.1. Trovadores y trouvéres Como he dicho algunas pdginas més arriba, denomi- namos frouveres a los poetas que florecieron en el norte de Francia desde mediados del siglo (xtt) hasta finales del siglo xim) Reduciendo el término a su valor més ¢s- tricto, debe ser aplicado a aquellos que imitaron la téc- nica y el estilo de los trovadores; 0, si lo queremos de otra forma, denominaremos trouveres a los cultivadores de la poesia y doctrina corteses. Se ha repetido insistentemente que la lirica trovado- resca llegé al norte de Francia gracias a la proteccién de que fue objeto por parte de Leonor de Aquitania y de sus hijas Marfa de Champafia y Alais de Blois ”. Pero, este mecenazgo dificilmente hubiera tenido éxito sin la concurrencia de factores sociales (la estructura de la so- ciedad era muy semejante al sur y al norte de Francia, debido al feudalismo y a la presencia de cortes sefio- tiales de gran riqueza) °°, de factores culturales (influjo del «renacimiento» del siglo x11), etc. .? CE. Jeanroy, La poésie Iprique, I, p. 273; vid., también, Frappier, Amour courtois, p. 25. Toja, Lirica cortese, p. 57. 51

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