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social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
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Irlanda cuenta con parajes verdes y cielos despejados, grandes paisajes urbanos de casitas
coloridas y hermosas catedrales muggles.
Jungkook se llevó su vieja cámara fotográfica desde Londres, con una retícula mágica
nueva instalada que le permitía captar una instantánea con dos o tres segundos de
movimiento.
Había tomado tantas fotografías esos días, que la capacidad de su cámara había llegado al
límite, y el pobre joven tuvo que seleccionar con cuáles quedarse antes de irse a dormir.
¿Owen con el cabello largo y ondulado, y tatuajes en sus brazos apoyándose en la
barandilla del barco que tomaron? ¿o un petigrís escondiéndose tras las raíces de un árbol en
Waterford, mientras mordisqueaba una bellota?
Hmnh. Se quedaba con el petigrís, se dijo, aunque su tío era un buen partido.
Owen estaba algo liado con algunos asuntillos relacionados con el departamento de
Deportes y Juegos Mágicos, por lo que llevarse hasta allí a su sobrino consigo no sonaba
como un regalo.
No obstante, intentaban aprovechar saliendo del hotel para hacer turismo en algunos
lugares, y su tío le prometió disfrutar de unos días libres después de firmar unos documentos.
"Debo visitar dos criaderos de dragones para firmar el consentimiento del Ministerio." le
dijo.
"¿Dragones?"
"Quieren... trasladarlos." Resumió como pudo.
Por parte de Jungkook, no hubo ningún problema, a él no le importaba estar sólo, si le
dejaba dar algunas vueltas por la ciudad de Waterford, y encontrar un rincón tranquilo en el
que sentarse y escribirle a Taehyung.
Jimin le había mandado una postal desde Ámsterdam esos días. Sigo prefiriendo el
Quidditch al fútbol americano, le escribió su amigo en el dorso como dato, provocándole una
risita.
Cuando Owen acabó sus obligaciones, los dos tomaron un tren hasta Cork Harbour, una
de las paradas en las que se estacionaron con la intención de que el más joven conociese los
campos de cultivos y herbolarios de la población mágica irlandesa.
Eran una maravilla, y probablemente, Cork Harbour ocultaba aún más magia detrás de sus
parajes y el pequeño poblado de magos que se asentaba junto al río Lee.
Tras una mañana soleada de turismo se sentaron en una terraza junto al río para tomar algo
refrescante.
"¿Qué hay de tu novia? ¿Te la has dejado olvidada en Londres?" soltó Jungkook con una
socarronería típica de un chaval de su edad.
Owen exhaló una sonrisa frente a su sobrino.
"Clover está muy ocupada." Dijo con una elegancia señorial, y sin tocar demasiado la
fugaz y complicada relación que compartían.
Owen era un desastre en todo menos en su trabajo. Clover era demasiado estricta en el
resto de los aspectos.
Puede que los dos funcionasen en la cama, e incluso llegase a pensar que podrían mantener
una relación seria después de irse de viaje juntos las pasadas navidades. Pero eso era otra
historia.
"¿Qué hay de la tuya?" le devuelve Owen con astucia.
Jungkook casi se atraganta con su bebida. La mirada vieja y felina de su tío es capaz de
leerle como si fuera un libro abierto. Mierda.
"No tengo novia." Responde secamente.
"Bueno, la persona a la que le escribes todos los días." Insiste Owen.
"N-no le escribo todos los días. Sólo una vez a la semana." Jungkook se defiende
sonrosándose.
Owen se ríe un poco ante la evidencia, mientras levanta un dedo para que el personal le
traiga la cuenta de su par de consumiciones.
"¿Qué? También hablo con mis amigos." Argumenta Jungkook de forma muy poco
creíble.
El hombre paga la cuenta con unas monedas muggles, y ambos se levanta de la terraza
cerca de la hora de medio día.
"¿Hace falta que te dé la charla sobre... protección?" pregunta con cierta duda.
Jungkook casi tropieza consigo mismo. Levanta la cabeza y niega rápidamente. Ni de coña
iba a tragarse la charlita típica que los padres les regalaban a sus hijos.
"O-Owen, por dios." Escupe Jungkook molesto.
Su tío sonríe brevemente. El río azul refleja la luz de un sol brillante bajo los coloridos
toldos de las calles concurridas de Waterford, mientras ambos caminan.
"Vamos, tengo un lugar al que llevarte." Le dijo entonces. "Te gustará conocerla."
Jungkook se llenó de dudas, pero también llenó sus pulmones de aire limpio y fresco
mientras subían por una calle de piedra. Por aquella zona sólo había viviendas, nada de zonas
comerciales, ni muggles entre los que perderse.
Visitaron la casa de alguien a quién su tío deseaba que conociera.
Gwenn Stucker. Su nombre no le dijo nada especial a Jungkook al principio, aunque
después de entrar en la antigua casa y toparse con un elfo doméstico de nariz larga y aspecto
de malas pulgas, identificó dónde se encontraban.
Un hogar de magos.
Gwenn debía tener más de ochenta años, acicalada con un vestido sencillo de franela, y
cabello blanco recogido tras la nuca.
Ella clavó sus ojos sobre Jungkook cuando les invitó a pasar, como si les hubiera estado
esperando. Les invitó a tomar asiento en un sofá que acumulaba demasiados años, y sus ojos
grises se detuvieron sobre el chico incluso entonces, mientras Owen parloteaba sobre su
breve visita a Waterford.
Jungkook sintió que ella le miraba como si tratase de identificarle alguno de sus rasgos.
Y sólo comprendió por qué, cuando Gwenn se levantó de la butaca para traerle una fotografía.
El elfo doméstico entró en la sala con una bandeja con una tetera hirviendo y varias tazas
para los invitados.
Jungkook se fijó en la fotografía que ella le ofreció, se trataba de dos chicas jóvenes y de
alguna forma supo, que una de ellas era su madre.
Gwenn podía haber sido su abuela, pero en realidad era la tía abuela materna de Jungkook
o eso le dijo, intentando presentarse.
"Es increíble lo que te pareces a tu padre. Casi pensé que eras su versión más joven cuando
entraste."
Jungkook no sabía muy bien qué decirle. Pero Gwenn parecía tener algo en su posesión
que podía interesarle al muchacho.
Ella se largó de allí mientras Owen probaba el té, esbozando una cara de asco.
Jungkook se preguntó por qué su tío ni siquiera le había mencionado que tenía alguien
cuyo lazo sanguíneo materno se encontraba en Cork Harbour.
Su tío sabía de primera mano lo sucedido en Hogwarts durante finales del curso pasado,
y sólo quería alentar a su sobrino a conocer un poco más su ascendencia
Pensó que eso le ayudaría, sin duda. Aunque para Jungkook era tan impactante que casi
no sabía muy bien qué decirle. Él le miró de soslayo, Owen era de improvisar incluso con
aquellas cosas, pensó en silencio.
"No pruebes el té, está asqueroso." Le dijo en voz baja dejando la tacita sobre la mesa.
El joven se sintió un poco nervioso esperando a que Gwenn volviese al salón. La tapicería
era vieja, y aunque todo estaba limpio, incluso la casa olía a antiguo.
La anciana tardó unos minutos más en volver, y Jungkook levantó la cabeza fijándose en
los detalles que había en el salón, cuadros, figuritas, fotografías en las estanterías repletas de
libros...
Owen tomó la fotografía de la joven madre de Jungkook y su hermana, y volvió a mirarla
dejándose llevar por nostalgia.
"No me extraña que tu padre decidiese quedarse en un país extranjero en vez de volver a
Corea." Dijo en voz baja.
Jungkook le miró entonces, mientras él volvía a dejar la fotografía en su sitio. Fue el único
cumplido que escuchó sobre su madre, pero de alguna forma, sintió que guardaba un fuerte
cariño arraigado.
Él jamás había pensado que su padre decidiera quedarse en un país extranjero por amor.
Pero de alguna forma, se sintió cálido cuando pensó en aquello.
Cuando Gwenn volvió, trajo una pequeña cajita cerrada entre las manos. Se sentó al lado
de Jungkook regalándole una mirada familiar, como si le costase liberarse de aquello.
"Era tu padre." Expresó con emoción. "Pero ella siempre la llevaba puesta cuando era
joven. Se la olvidó aquí durante años, incluso cuando se casaron."
Los dedos ancianos de Gwenn abren la cajita, el interior muestra un terciopelo oscuro, y
contiene un cordón plateado del que cuelga una pequeña estrella brillante.
Ella la toma entre sus dedos y la acaricia con las yemas como si le trajera mil recuerdos.
El borde de la joya es plateado, y en el centro hay una piedra pulida que refleja la luz que
les rodea. La plata antigua está grabada y renegrida con el apellido de su familia: Jeon.
Y algo le decía que aquello debía significar mucho para su ascendencia.
"Ten. Es tuyo." Le ofrece la señora.
Jungkook recibe el cordón plateado y contempla la reliquia entre los dedos, casi sin
creérselo. Él nunca había tenido en posesión algo de aspecto tan valioso, más que su preciada
Saeta que le permitía surcar los cielos.
"Gracias... señora Stucker." Contestó el muchacho envolviéndola con la mano.
Ella le miró melancólicamente. Después Jungkook guardó el colgante en su bolsillo,
sintiendo el corazón rítmico y de alguna forma, sintiéndose conciliado.
Owen y Jungkook estuvieron allí durante un rato más, y se largaron a media tarde
rechazando quedarse para la cena.
Gwenn vivía sola, con un par de elfos domésticos que se encargaban de la enorme casa de
su familia desperdigada y hermanos mayores fallecidos. Le dijo a Jungkook que podría ir a
visitarla cuando quisiera, incluyendo un apretón de hombro que provocó que el muchacho se
sonrojase un poco y volviera a agradecerle su amabilidad.
En cuanto a Owen, le soltó que se cortara de una vez aquellas melenas, que ya tenía una
edad para hacerlo.
Owen apretó los labios. No esperaba un comentario menos intrusivo.
"Podías haberme dicho que mi tía abuela vivía en Irlanda." Exhaló Jungkook más tarde,
bajando la calle pausadamente, con las manos guardadas en los bolsillos de sus tejanos
desgastados.
"No sabía muy bien cómo decírtelo. Su hermana echó una vez a tu madre de casa al
averiguar que salía con un novio asiático." Suelta su tío.
"¿Qué?"
"Bueno... creo que Gwenny también se ha suavizado después de todos estos años." Dice.
"Pero tu abuela era mayor, y bastante más... desagradable. Las familias de magos más
antiguas suelen ser algo clasistas."
Jungkook le mira de medio lado. "Vaya, no pensé que tuviesen problemas porque mi padre
no fuera... británico."
Owen se encoge de brazos, restándole importancia. "El pasado es pasado, Jungkook. Pero
debes saber que las familias de magos arraigadas suelen rechazar casi cualquier cosa que se
sale de sus estándares. Por eso la vieja amargada de mi madre me echó de casa con dieciséis
años."
Jungkook parpadea, sintiendo mucho aquellas palabras de su tío. Debía haber sido horrible
para él, aunque se había buscado la vida como nadie, y ahora podía decir que tenía un buen
trabajo.
"Guarda bien eso que la señora Stucker te ha dado, parece valioso." Le dijo Owen.
Jungkook no necesitaba que se lo recordase. En ese momento, lo tenía en su puño,
guardado en el bolsillo izquierdo de su pantalón derecho, sin poder soltarlo, como si aferrarse
a ello le hiciera sentirse más cerca de sus padres.
Era lo único que había tenido de ellos en toda su vida. Y aún necesitaba encontrar un rato
a solas para volver a contemplarlo, y admirar la belleza de algo que podía significar tanto.
No obstante, su tío le ofrece visitar la Catedral de St. Colman antes de la cena.
Y con la puesta de sol, la ciudad pacífica Cork Harbour se ve realmente hermosa, de un
tono cálido y rosado que caldea sus pechos.
Jungkook y Owen entraron en la catedral para admirar el interior, y después salieron
tranquilamente mezclándose con otros turistas.
El mundo mago siempre se sentía abarrotado, más rápido y algo loco, lleno de cosas que
cambiaban constantemente, y apenas tenían sentido.
Pero estar entre muggles le hacía recordar en qué otro mundo había vivido otros tantos
años.
"Espera, dame unos minutos." Jungkook levanta un dedo y saca su cámara.
Owen se enciende un cigarro junto a un árbol mientras Jungkook fotografía la catedral a
unos metros. El rosetón y la alta torre es lo que más le llama la atención al muchacho, bajo
aquel cielo rosado de un maravilloso atardecer de verano.
Él dirige la cámara hacia la torre y mantiene el dedo sobre el botón antes de sacar la
instantánea, hasta que escucha un revuelo al que no le da demasiada importancia.
A Owen se le cae el cigarro de la mano y abre la boca sin poder creérselo. Jungkook saca
la fotografía tranquilamente, justo cuando una criatura rugiente y enorme engancha sus garras
al techo lleno de tejas, desgarrándolo. Alas puntiagudas, y garras afiladas. Lomo escamado
y un chirrido que hace que sus oídos sufran una conmoción por los decibelios.
Su cámara también lo capta, aunque casi se le cae de las manos.
"¿D-dragón?" escupe Jungkook apartando la cámara.
La gente comienza a gritar, y Owen sale disparado hacia el chico para agarrar su codo.
"Por las barbas de Merlín," suelta. "¡¿cómo ha llegado uno de esos hasta aquí?!"
El dragón escala sobre la catedral hundiendo el techo allá donde sus garras se clavan.
Toma aire y escupe una gran bocanada de fuego que hace arder en llamas las copas de varios
árboles exteriores y un mercado cercano.
"¡¡Apartémonos, es peligroso!!" Owen tira del más joven con ímpetu, y ambos salen
corriendo entre la marea de muggles asustados.
Jungkook corre siendo arrastrado por su tío, pero gira la cabeza para volver a mirarlo sin
poder creérselo.
Un dragón, ¡uno de los de verdad!
Se suponía que debía estar asustado, pero se encontraba maravillado. Apenas quedaban
dragones en ese siglo, y se criaban en zonas muy específicas de Europa. Por lo que tener tras
él a uno de verdad, era como un milagro.
Cuando tomaron la suficiente distancia, pudieron observar la escena desde lejos mientras
los muggles les empujaban asustados y corriendo de un lado a otro. La policía humana
llegaba alertada por el fogonazo.
"Debe haberse escapado de la reserva..." Jadea Owen. "Están intentando trasladarlos para
la celebración del Torneo–"
"¡Cuidado!" Exclama su sobrino.
Owen y Jungkook bajan la cabeza cuando un escuadrón de magos pasa volando a gran
velocidad sobre ellos. Vuelven a incorporarse completamente alucinados, y Jungkook exhala
una sonrisa.
"¿¡Has visto eso!?" señala el chico. "¡Son un montón!"
Un puñado de Aurores se mueven como aves rapaces en el cielo, y se dirigen en formación
hacia la catedral. Apuntan al dragón con un hechizo aturdidor conjunto, y logran penetrar la
piel de la bestia para dormirle lanzando unos rayos.
Más tarde, tendrían que encargarse de desmemoriar a los pobres muggles, y todos los que
habían visto pasar aquella criatura volando.
"¿Cómo pueden hacer eso?" preguntó Jungkook a su tío.
"Encantamientos desmemorizantes, ¿recuerdas? Te sorprendería saber la cantidad
de muggles que son desmemorizados al año."
Con un sencillo encantamiento, la catedral comenzó a reconstruirse de por sí sola, hasta
recuperar su apariencia, y quedarse tal y como estaba antes.
Jungkook adoraba la magia, y sobretodo, adoraba pertenecer a ese mundo que no le
permitía estar tranquilo.
¿Quién necesitaba estar tranquilo después de todo, siendo un mago?
Él podría decir que sus vacaciones en Cork Harbour fueron fantásticas, tenía la fotografía
de un dragón real, y algo de mucho más valor sentimental que el de una valiosa joya en su
bolsillo.
*

Una semana después.


"A ver, déjame verlo." Jimin toma entre sus dedos el colgante de Jungkook.
La plata está algo renegrida, con unos grabados que han perdido la calidad por la erosión
del tiempo, pero la piedra del centro se ve como la de un diamante en bruto. Pulida, con
aristas, de un brillante blanquecino, como una auténtica estrella.
La luz que se refleja parece realmente hipnótica, y girándola entre sus dedos, casi se
asemeja a la bola de una discoteca.
Puff intenta jugar con los reflejos y los caza con una pata.
"Parece... muy antigua." Comenta Jimin en voz baja.
Los mechones de su cabello rubio están más largos, y su rostro parece algo más afilado
que hace unos meses.
Jimin había aprovechado el verano para entrenarse y hacer algo de deporte fuera del
Quidditch que tanto extrañaba. Voleibol en una playa desértica de Ámsterdam, y un excelente
bronceado junto a aquellos brazos esculpidos.
En cuanto a Jungkook, él no había hecho demasiado por entrenarse, pero tenía una buena
fisionomía de nacimiento, estaba más alto que su mejor amigo, y su cabello estaba tan largo
después de verano, que el flequillo oscuro había pasado a llegar hasta por debajo de su mejilla
sin más remedio.
"Fue de mi padre. Y probablemente de mi abuelo." Dice el joven cruzándose de brazos.
"Es curioso, ¿verdad?"
Ambos se encuentran en la habitación de Hoseok, en la última planta de la casa de campo,
sentados descalzos y en manga corta sobre el suelo de madera.
"Te darían una fortuna por esto." Dice Jimin.
Hoseok empuja la puerta de su dormitorio bruscamente, y trae un pesado libro entre los
brazos. Subir las escaleras con eso, no era un plan que deseaba repetir más adelante.
"Y del padre de tu abuelo, probablemente." Añade Hoseok haciéndose un hueco entre
ambos. "Mirad esto."
Boom. El pesado libro toca el suelo, y Jimin y Jungkook se miran de soslayo. Ese era su
amigo...
"Veamos..." Hoseok pasa las páginas rápidamente lamiéndose el dedo. "Conseguí esto en
una librería de antaño. Lectura ligera para el verano."
"¿Eso? ¿Lectura ligera?" Jimin se lleva una mano a la cara teatralizando.
"Estás zumbado..."
Jungkook aprieta los labios para no descojonarse de su amigo.
"Aquí... esto es... ¡sí!" Hoseok encuentra la página ignorando a su par de amigos estúpidos.
"Sabía que ya lo había visto en otro lado. Mira esto, Kook."
El azabache parpadea y mira el libro por encima del hombro de su amigo. El símbolo de
la estrella de cinco puntas está dibujado con un círculo en el centro. Exactamente igual que
el de su colgante.
La estrella excerita.
"Ese amuleto es una representación de los excerita." Cuenta Hoseok. "De la inmunidad
que has heredado de tus antepasados. La estrella refleja la luz de los astros, como tu linaje
refleja cualquier hechizo... Bueno, es que estuve investigando un poco, je, je..." se rasca la
nuca con una sonrisita. "Eso de tu inmunidad es realmente interesante, ¿sabes que apenas han
existido casos?"
"Vaya." Jungkook le echa un vistazo al libro, pero sólo encuentra aquel dibujo entre un
montón de cosas que no parecen tener nada que ver con lo suyo.
Cuando Jimin le devuelve el colgante, Jungkook se lo cuelga por primera vez del cuello y
lo mete bajo el cuello de su camiseta blanca decidido a no mostrárselo a todo el mundo.
"Oh, por cierto, tengo algo que enseñaros." Recuerda Jungkook de repente.
El joven sacó su vieja cámara para enseñarles la fotografía móvil del dragón y los tres
estuvieron alucinando un rato por sus alas, el tamaño de su mandíbula y garras.
Hoseok mencionó la cría de Dragones en uno de los campos irlandeses cercanos a Cork
Harbour.
"¿Sabéis a cuantos grados puede escupir un dragón? ¡Un par de ellos podrían derretir los
muros de un castillo con su aliento perfectamente!" dijo el de Hufflepuff emocionado.
"Aunque no los de Hogwarts. El Colegio está blindado con encantamientos de protección."
Jimin puso los ojos en blanco justo cuando que la madre del chico tocó en la puerta para
avisándoles de la cena.
Dios. A veces Hoseok le daba dolor de cabeza.
Para Jungkook, volver a estar con sus amigos esos últimos días de vacaciones era tan
familiar que se sentía como en casa.
Jimin y Hoseok, y sus diferencias. Los dos hermanos menores de Hoseok –que ya no eran
tan pequeños–, su madre dando voces a los críos, preparando cantidades ingestas de comida,
y el señor Jung parloteando incansablemente sobre los asuntillos del ministerio y el
departamento de Objetos Muggles durante la cena.
Era agradable saber que Azkaban había sido reforzada en seguridad, reconstruida y
blindada, además de que les habían sacado información al séquito del Escarabajo Negro –tal
vez con algunos métodos no muy legales–, y todo parecía estar controlado.
Jimin les había traído un par de camisetas de Ámsterdam a sus amigos, un balón de rugby
para Jungkook con el que terminó rompiendo accidentalmente una ventana, y una campana
de viento súper curiosa para Hoseok, que había terminado colgando en la propia.
Se divirtieron como si fueran no hubieran crecido desde los cinco años, comiendo pasteles
de calabaza y zanahoria, saliendo a dar una vuelta por los campos de maíz plantados, y
echando una mano en las tareas de recolección de mazorcas.
Cuando lo hicieron, a Jimin le mordió un gnomo en el dedo. Pero según Myeong, no tenía
de qué preocuparse, puesto que la saliva de gnomo tenía propiedades curativas.
"¿No voy a convertirme en un gnomo zombie, ni nada de eso?" Dijo Jimin preocupado.
Jungkook sonrió a su lado. "Míralo así, lo de gnomo ya lo tienes." Soltó burlándose.
Jimin le lanzó a Jungkook una mazorca que le golpeó en toda la nuca, y Jungkook le dijo
a Myeong que debía expulsar del campo de maíz a al zombie gnomo de Jimin.
Ella sonrió, pero también se ruborizó un poquito.
Desde que Myeong había crecido ese último año, estaba inesperadamente colada por
Jungkook. Por lo que esos días a penas le hablaba, y sólo se dedicaba a sonrojarse cuando el
muchacho aparecía o se dirigía a ella con algo.
Jungkook le preguntó a Hoseok si le ocurría algo a su hermana, y él se encogió de brazos
soltándole que tal vez estaba colada. Y... premio. Estaba en lo cierto.
Jimin también le parecía bastante guapo a la chica, pero Jungkook siempre tenía ese
toque... despistado. Y algo solitario, que hacía rebosar su corazón adolescente como una flor
de primavera.
En el porche de Hoseok, Jungkook terminó de doblar su última carta para Taehyung. La
introdujo en un pequeño sobre mientras su corazón latía rítmicamente, y se la dio a su fiel
lechuza.
Ella sabía el camino y Jungkook confiaba en ella como nadie.
La lechuza agarró la carta con el pico y saltó desde su brazo iniciando el vuelo. Abrió las
alas partiendo en un largo trayecto, donde sus alas se expandieron y agitaron mezclándose
con el viento en la distancia.
En los cientos de kilómetros que les separaban durante aquellos largos meses.
Entre el cielo oscuro y estrellado, entre viento que anunciaba el final de un cálido verano,
y hacía que las hojas de los árboles dejasen de agarrarse a sus ramas, derramándose
lentamente mientras septiembre se acercaba.
Con el sol precipitándose sobre el cielo más azulado del comienzo de una nueva mañana,
el pico de una lechuza blanca toca el cristal de una ventana.
Pero en el dormitorio de Taehyung no hay nadie, y ella desciende su vuelo sin soltar la
valiosa carta.
Un joven de cabello claro baja del caballo y desata las riendas pacíficamente en los
terrenos de la casa de la familia Kim.
Taehyung vista unos pantalones de montar, y se siente acalorado a pesar de que la
temperatura estuviese descendiendo esos días.
Allí, acariciando aquel lomo marrón de uno de los caballos de su familia, extraña a Veenea
inevitablemente. Y no es lo único que extraña. Pero sabe que se encuentra tan cerca de poder
encargarse de ella como era debido, que sólo tenía que esperar a cumplir la mayoría de edad
para llevársela consigo. Y quedaba muy poco. Menos de un año.
Taehyung giró la cabeza cuando Seokjin se aproximaba en silla de ruedas a las caballerías.
El sonido metálico le hizo percatarse a tiempo.
"Has crecido muy rápido." Dice su hermano de aspecto pálido.
Tae sonríe un poco. "Oh, venga ya, llevo montando desde los trece años." Dice quitándose
los guantes.
"Oh, no lo digo por eso. Te ha llegado otra carta... de tu novio." Suelta, abanderando la
cartita entre sus dedos.
Su hermano menor sale disparado hacia él inmediatamente. Le quita la carta de las manos
balbuceando que él no tenía novio, como si acabase de atravesarle un rayo.
"Ya... ¿Jeon Jungkook?" Seokjin levanta una ceja. Había leído la firma remitente, y no era
la primera vez que veía llegar a aquella lechuza blanca como la nieve. "¿Quién es el chico?"
pregunta interesado.
"Un amigo con el que me escribo." Su hermano parece eludir su pregunta astutamente.
"¿Estás saliendo con él?" insiste Seokjin.
"¡Que no!" suelta Taehyung frunciendo el ceño.
"Oh... ya... claro." Canturrea Seokjin. "Sabes que mamá y papá van a querer conocerlo."
Taehyung se guardó la carta tras la espalda, enfrentándose a la mirada de Seokjin. Eso era
lo que más le preocupaba.
"Muy bien." Dice algo mosqueado.
Seokjin suspira con una sonrisita, y ambos ponen rumbo a casa de nuevo, en silencio.
Había muchos factores complicados de contarle a su familia, obviando el hecho de que ni
siquiera estaban saliendo. ¿Debía olvidarse de Jungkook o...? ¿Enfrentarse a lo que pudiese
pasar con su familia?
De todas formas, Tae no estaba seguro de cómo podía hablar de él sin sonrojarse. Aquello
era algo distinto a lo de Bogum.
Lo de Bogum y él había sido fácil, pero Jungkook... era súper ajeno a su mundo. Y
bastantes problemas habían tenido su familia con que Seokjin naciese squib, estuviesen
jodidos por el Adam y su padre siguiese robándole al ministerio, como para... hablarles de
un mestizo.
Taehyung logra encontrar un momento en el que abrir la carta de Jungkook cuando está a
solas.
Su letra es reconocible, con algunos caracteres asiáticos escritos como saludo.
No habían podido verse en todos esos meses, pero cada una de sus cartas resultaban
reconfortantes, y Taehyung siempre se las devolvía emocionado. Jungkook le había contado
sobre su visita a Irlanda, los campos y herbolarios del litoral, que conoció a su tía abuela
materna y había dormido en varios hoteles muggles por semanas.
Además, le había dicho que sólo comía comida rápida. Así que echaba de menos los
estofados que preparaban en Hogwarts y la fruta escarchada que se vendía en navidad.
Entre el par de hojas arrugadas, Taehyung encontró una fotografía de una puesta de sol
rosada e infinita que jamás se apagaría sobre un río azulado. Él la contempló durante un largo
rato entre sus dedos, casi como si fuera capaz de escuchar el sonido de las olas, y el calorcito
de aquellos suaves rayos acariciando su rostro.
Jungkook era así, se dijo. Cálido como los rayos de un sol.
Podría responderle, pero quedaba tan poco tiempo para volver a Hogwarts, que no sabía
muy bien que podía contarle que no le hubiese dicho a esas alturas.
Además, el toque de los nudillos contra la puerta de su dormitorio le hizo esconder la carta
bajo su almohada.
"¿Sí?" Contestó el joven.
Bianca, su madre, entró en la habitación del joven para avisarle de que era el momento de
tomar la fotografía familiar.
Vestía un elegante vestido negro con hombreras, y su cabello oscuro estaba elegantemente
recogido tras su nuca. Sus labios pintados y delineados de un color rojo oscuro como el de la
sangre, le hace parecer más pálida.
"Estás listo, ¿cariño?" formula con un toque maternal.
Taehyung casi lo olvida, pero se levanta de la cama abotonándose los botones de las
mangas, y toma su chaqueta echándosela sobre los hombros.
"Sí, vamos."
Cuando los dos bajan la escalera, Seokjin tose sobre un pañuelo en varias ocasiones.
"Dame. Te traeré otro." Su padre, Seongjin, aparta el pañuelo ensangrentado de sus labios
y desaparece unos instantes.
Taehyung se siente golpeado, pero aquello le sucedía a veces, y era inevitable. Su estado
de salud pendía de un hilo, pero había aprendido a vivir con aquello cada vez que abrazaba
su almohada.
Seokjin se encontraba bien arreglado, a pesar de todo, con un traje oscuro y elegante, y el
cabello oscuro bien peinado.
Taehyung apartó la mirada, conteniendo sus emociones cuando Bianca doblaba la solapa
de su chaqueta, recolocándosela cariñosamente.
"Estás muy guapo, casi tan mayor como cuando conocí a tu padre." Le dijo.
Taehyung bajó la cabeza un poco, el halago le hizo sentirse mejor, y cuando Seongjin
volvió al salón, el par de encargados de la fotografía les acomodaron para tomar su mejor
perfil.
Flash.
Y así fue como los Kim consiguieron su foto familiar ese año. El año en el que su hijo
cumplió la mayoría de edad para el mundo mago.
Taehyung tuvo un montón de regalos como celebración, por parte de sus ramas familiares.
Aunque a él le sobraba de eso, hasta el punto de recibir cosas que consideraba completamente
innecesarias.
Un soporta varitas plateado para la suya, varias chaquetas largas acabadas en cola muy de
moda entre los pagos europeos, joyas, plumas de tinta, zapatos de piel, y un elegante anillo
con el símbolo serpenteante de Slytherin, perteneciente a la familia.
Ese último se lo puso en el dedo índice, y se alegró de saber que era de su bisabuelo y su
padre lo había estado guardando para dárselo. Seokjin tenía otro de color negro, con el mismo
sello.
Según le dijo su padre, el abuelo de Taehyung trabajó durante muchísimos años en el
Ministerio, y fue uno de los primeros magos de sangre pura en hacer los registros de las
familias más antiguas del mundo mago y sus árboles genealógicos.
Y entre todos los regalos, también recibió una caja verde esmeralda, llena de polvo, y con
un trozo de tela raída y desgastada que portaba un molesto olor a viejo y húmedo.
Taehyung arrugó la nariz al principio.
Su madre le dijo que podía tirar lo que quisiera, pues había un montón de cosas antiguas
e inservibles, que tal vez llevaban un siglo o dos sin usarse.
Así eran los magos de familias antiguas, siempre terminaban guardando hasta lo más inútil
en una caja, y después lo olvidaban en una alcoba.
A Taehyung le sabía mal deshacerse de cosas. Pero, ¿en serio iba a ponerse él esa túnica
colorida y con florituras? Por dios, a él no le podías sacar del negro sin sentirse como un
completo imbécil.
Después de que los invitados se largasen bien entrada la noche, echó una mirada a todo
en su dormitorio y se sentó sobre la cama descartando algunas cosas que le parecían horribles.
Volvió a abrir aquella caja esmeralda, y sacó de un tirón el trozo de tela para cerciorarse.
Era una capa súper vieja, de un color negro aterciopelado, con el bordado del sol, la luna
y estrellas plateadas y doradas.
Estaba tejida con un forro de terciopelo muy raro, que hizo que Taehyung perdiese unos
segundos de su valiosa existencia acariciándolo con los dedos.
Arrugó la nariz de nuevo al olerla. Sin duda necesitaba un lavado, pensó.
Pero por algún motivo, se puso de pie y se acercó al espejo, rodeando sus hombros con la
capa.
Era tan larga, que podía doblarla dos veces para intentar no pisársela. Y lo hizo pensando
en que aquello sería inútil, pues el tejido resultaba pesado en comparación a las capas
habituales que llevaban por el común uniforme de Hogwarts.
Por un momento, mientras daba una vuelta sobre sí mismo tras atarla sobre el cuello, ni
siquiera se percató de que... el reflejo de su cuerpo había desaparecido.
Tuvo que quedarse estático unos segundos frente al espejo hasta que su mandíbula se
desencajó, percatándose de la asombrosa escena.
Su cabeza flotaba sobre la nada, y allá por donde la capa se abría podía volver a ver
asomarse uno de sus brazos.
"Wow." Exhaló el muchacho.
¿Era... invisible?
Taehyung elevó la capucha para comprobarlo. Se tapó completamente y descubrió el
asombroso efecto: no podía verse reflejado, pero él si podía ver a través de ella, como si el
tejido le permitiese observar su alrededor sin ser detectado.
Cuando se quitó la capa, apenas le quedaba aliento.
Tenía una maldita capa de la invisibilidad, y ni siquiera lo había sospechado.

1 de septiembre. Estación King Cross, Londres


Jung Hoseok empuja el carrito a través del muro, y después va Jungkook.
Al otro lado de los ladrillos que separan el andén nueve y tres cuartos del mundo humano,
les espera el tren expreso de Hogwarts, listo para partir en unos minutos.
"Vamos, carguemos el equipaje. No nos queda tiempo." Hoseok señala con la cabeza a
Myeong y Seungri, su hermano más pequeño.
Jungkook les sigue, y tropieza con Myeong.
"Disculpa." Le dice a la chica, aunque ella se disculpa más rápido e inclina la cabeza súper
avergonzada.
A Jungkook le apetece meter la cabeza en un cubo de agua, desde que Myeong se
comportaba tímidamente con él como si entre ellos hubiese algo. Por el amor de dios, tenía
varios años más que ella, ¡y era la hermana pequeña de uno de sus mejores amigos!
Los muchachos descargaron su equipaje y Hoseok resopló agobiado. Tener que hacerse
cargo de dos críos no era fácil. Su mirada va a parar a Jungkook contándolo como el tercero
de sus críos.
Quizá era más grande que él físicamente, pero también le parecía bobo.
Jimin ya había llegado a King Cross con su padre un buen rato antes, y él espera a los
chicos junto al tren, hablando con una joven de Gryffindor.
Lauriel tiene una trenza castaña recogida. Parlotea con Jimin todo lo que puede hasta que
sus amigos aparecen para robar su atención.
"¡Chao, Chim! ¡Nos vemos en el colegio!" dice y desaparece con una sonrisita dulzona.
Jungkook levanta una ceja, pero Hoseok está demasiado ocupado como para percatarse
de aquello.
"Id entrando, buscad un compartimento." Ordena a sus hermanos y pasándose una mano
por el cabello castaño. "Joder, soy padre a los diecisiete. Esto es demasiado duro."
"¿Padre a los diecisiete?" repite Jimin burlón. "Para eso hay que hacer otras cosas antes."
Jungkook pasa un brazo por encima los hombros de Jimin, mientras entran suben al tren.
"Ya... y algo me dice que alguien ya está pensando en cómo hacerlo..." masculla el
pelinegro divertido.
Jimin sonríe captando su indirecta. Ni siquiera había pensado en Lauriel de esa forma,
pero era una posibilidad teniendo en cuenta que sus hormonas estaban disparadas.
"No, no, no – vosotros os sentáis en otro." Suelta Hoseok al toparse con sus hermanos.
"Myeong, acompáñale, te toca a ti."
"¡P-pero Hobi! ¡Siempre he ido con vosotros!" replica su hermana.
"¡Myeong, mamá dijo que tú le acompañarías!" apunta el mayor.
Ella se enfurruña un montón y mira a Jungkook de soslayo. Jimin intenta convencer a
Myeong de que acompañe a su hermano pequeño en su primer trayecto.
No podían estar sentados cinco personas en el mismo compartimento, además... ellos eran
demasiado mayores para hablar de cómo se convertía uno en padre delante de los muchachos.
Jungkook se queda paralizado junto a la ventana en ese momento cuando sus ojos perciben
a Kim Taehyung al otro lado del vagón.
Su corazón late tan rápido que siente un poco de taquicardia. Se lleva una mano al pecho
masajeándoselo con unos dedos, puede percibir sus mejillas más calientes, su respiración
entrecortada y su boca secándose.
Habían hablado tantas veces a través de aquellas cartas, que incluso algunas noches,
cuando él se iba a dormir, sentía que aquello no era real.
Que no estaba hablando con Taehyung, aunque fuese la misma letra fina y alargada y su
excelente forma de expresarse. No podía estar diciéndole lo mucho que le gustaba en
comparación a lo poco que le soportaba. No podía ser que él mismo le estuviese escribiendo
que ojalá hubiera podido abrazarle más fuerte antes de despedirse.
Y desde luego, no podía ser real que estuviera muriéndose de ganas por volver a besarle
como lo hizo el día que se despidieron.
Tenía que estar muy loco para estar imaginándose como sería alguno de sus besos.
Taehyung encuentra sus ojos en medio del jaleo de alumnos que intentan buscar el lugar
idóneo para sentarse, y ambos se miran durante unos instantes.
Yoongi tira de la manga del chico para que entre a un compartimento situado en el otro
extremo, pero cuando Jungkook comienza a andar hacia él tranquilamente, Tae se deshace
de Yoongi pidiéndole que le esperase dentro.
Se dirige hacia Jungkook emocionado. Su aspecto consta de una sudadera ancha rojo
oscuro, y un sencillo pantalón grisáceo sobre unas deportivas.
Taehyung sonríe un poco, y baja la cabeza unos instantes mordisqueándose el labio. Tan
sencillo, tan... Jungkook.
"Hola." Saluda con un suspiro que sabe a poco.
Jungkook sonríe levemente, y ladea la cabeza sin sentirse demasiado convencido por
aquel saludo.
"Hola."
"No te he visto en el andén, por un momento pensé que-"
El azabache agarra su muñeca sin esperar a que terminase su frase y le hace avanzar entre
el gentío, atravesando el tren.
Taehyung le sigue rápidamente sin saber a qué venía aquello. Pero después de que
Jungkook golpease un hombro con el propio y recibiese el chasquido de una chica quejándose
porque no mirase por donde iba, empuja levemente a Taehyung entre una de las cabinas que
hay entre vagón y vagón –donde dejaban el carrito de la comida y chucherías–.
Tras la cortina, sus pechos se juntan, y los brazos de Jungkook le envuelven, y le besa
como si aquel fuera el lugar más idóneo del mundo.
Y Taehyung pierde la razón de repente. Sus neuronas sólo piensan en los labios del
Gryffindor sobre los suyos. En el sabor del dulce bálsamo labial que utilizaba para que no se
cortasen.
En el calorcito corporal compartido y en el hormigueo que recorre su cuerpo haciéndole
sentirse tan efervescente.
Y aunque hubiera deseado golpearle con una Bludger en toda la cara por hacer eso, Tae
sostiene su rostro con una mano y enreda un brazo alrededor de su cuello para asegurarse de
que sus labios no iban a ningún lado.
El corazón del Slytherin palpita rápidamente, como si hubiese roto en una estampida. Ni
siquiera habían hablado como dos personas civilizadas. Pero tenían diecisiete, ¿a quién le
importaba?
Comparten sus primeros besos –besos de verdad– para conocer los labios de su compañero
con entusiasmo.
Taehyung tenía más experiencia en eso de los besos, y su forma de besar le hace saber a
Jungkook que, si se esmerase un poco más y no estuviera tan nervioso por estar en mitad de
un tren lleno de alumnos, y por llevar tanto tiempo sin verle, podría lograr hacer que le
temblasen hasta las rodillas.
Cuando escuchan un sonidito de varios alumnos pasando por la cabina y abriendo la puerta
del segundo vagón, se detienen y se miran ruborizados a unos centímetros, con las
respiraciones acariciándose y los labios tibios más húmedos.
Taehyung pone una mano sobre la boca de Jungkook entonces, intentando contrarrestar
aquella mirada de león de Gryffindor dispuesto a morderle.
"¿No podías esperar un poco?" masculla el rubio furiosamente ruborizado. "N-no sé, a
que llegásemos al castillo... o algo."
Jungkook se deshace de su mano y la sostiene. "Te dije que te había echado de menos."
"Pues n-no, no has dicho nada de eso." Replica Tae rápidamente.
De hecho, no había dicho nada más allá de un sencillo hola, antes de arrastrarle hacia un
rincón del tren para besarle.
"Perdón, ¿está mal que hagamos esto ahora?" Jungkook suelta el lazo de sus brazos
levemente.
El rubio recorre con sus dedos el borde de su sudadera, y tira del cuello sujetándole frente
a su rostro.
"Está muy mal, Jeon Jungkook." Le asegura en tono de amenaza. “Muy mal.”
Jungkook se ríe en voz baja dulcemente.
"No has cambiado ni un ápice..." Manifiesta el pelinegro mirándole a los ojos con un leve
rubor en su rostro.
"¿A-a qué te refieres...?"
Jungkook entrecierra los ojos y ladea su rostro. Roza con su nariz suavemente la
mandíbula del chico. El peliclaro se deja llevar por la increíble sensación, su lenta respiración
contra su piel le hace perderse, casi olvidando dónde se encuentran.
No vuelven a besarse, pero ambos comparten unos instantes de cercanía antes de saber
que debían salir de allí, imaginándose que sus amigos comenzarían a extrañarles. Antes de
separarse, Tae desliza sus dedos bajo el cuello de la sudadera del azabache, detectando un
cordón plateado y brillante. Tira de él con un par de dedos y saca la estrella excerita frente a
sus ojos.
Él parpadea curioso ante el leve resplandor.
"Wow, ¿y esto?" cuestiona en voz baja. "Nunca había visto un amuleto así."
Jungkook lo toma entre sus dedos, y vuelve a introducirlo bajo su cuello cuidadosamente.
"Es un regalo familiar." Responde en un murmullo. "Te dije que mi tía abuela materna..."
Taehyung y él se distancian lentamente, intentando recomponerse.
Jungkook le deja algunos datos extra sobre su visita a Irlanda, y de paso, recibe el feliz
cumpleaños de Taehyung.
"Quiero enseñarte algo, por cierto." Le dijo Taehyung.
"O-oh, ¿sí?" Jungkook pregunta con un brillito en los ojos. “¿D-de que se trata?”
Se siente poco acalorado para razonar bien. Y sabe que su compañero le hubiera lanzado
un buen depulso para lanzarle por la ventana, si hubiese tenido la varita a mano.
"Mejor hablamos de eso más tarde." Dice Tae pasándose una mano por el cabello peinado
hacia atrás.
Por dios, Jungkook estaba demasiado emocionado para encontrarle el sentido real a sus
palabras. Y él también se ponía nervioso con aquella cercanía incluso aunque estuvieran
donde estaban.
"Claro…" El pelinegro traga saliva pesada.
Se cuestiona por qué Taehyung le parecía tan guapo ese año, por qué su mirada cada vez
era más rasgada, y su aspecto parecía más adulto que el de otros chicos de diecisiete.
Podía habérselo preguntado él mismo con un par de besos más, sino fuera porque la señora
del carrito acababa de pillarles escondidos, mientras se le desencajaba la mandíbula.
"¡Se p-puede saber qué hacen ahí! ¡V-vayan a sus respectivos vagones ahora mismo!"
chirría la señora de cabello grisáceo del carrito.
Jungkook y Taehyung se miran de soslayo, sintiéndose un pelín avergonzados.
"Nos vemos en la cena, Kookie." Se despide el de Slytherin brevemente. "¡Hasta luego!"
"C-chao."
Tae se introduce en el vagón y busca su compartimento, y Jungkook suspira
profundamente guardándose las manos en los bolsillos del pantalón desgastado.
¿Kookie? ¡¿Kookie?! Por las barbas de merlín, aquello sí que eran sus hormonas
colisionando.
"Jovencito, también va por usted." Dice ferozmente la mujer con el ceño fruncido.
Jungkook se encoge de brazos, echándole un breve vistazo al contenido del carrito aún
ruborizado.
Tal vez necesitaría algo con lo que distraerse el resto del viaje, para no estar planteándose
cómo iba a sobrevivir en Hogwarts ese sexto año.
"Huuhh, sí, deme tres de esas." Suelta señalando las bolsitas de garrapiñadas. "Pfff...
mejor que sean cuatro."

El Gran Comedor de Hogwarts está a rebosar de alumnos durante la cena.


Nadie podría decirlo después del catastrófico desencuentro sucedido a final de quinto año.
Algunos alumnos estuvieron a punto de abandonar la escuela de magos británica, pero tras
el encarcelamiento de los magos tenebrosos que amenazaban la sociedad, y no saber nada
más sobre Thomas Merrythought, las familias de los alumnos habían dejado que el tiempo
terminase borrando aquellos incidentes.
No habían vuelto a sucederse ataques al ministerio ni a las comunidades muggles, y Albus
Dumbledore se encontraba en el castillo, presidiendo frente al majestuoso atril cuya lechuza
dorada abría las alas al empezar su discurso.
Después de la ceremonia del sombrero seleccionador, y de que los nuevos alumnos de
primer año fueran repartidos en sus correspondientes casas asignadas, Dumbledore dio
ánimos a los jóvenes para enfrentarse a su curso y considerar Hogwarts como su nuevo hogar
durante esos meses.
Pero todos clavaban su mirada distraídamente en algo, y debía ser muy importante, desde
que ese algo mantuvo cubierto bajo una manta durante toda la cena, mientras los estudiantes
comenzaban a preguntarse qué podía ser.
"Recordad que este año es muy especial para todos los presentes. Recibimos al nuevo
profesor de Defensas, Alastor Moody, Ex-Auror del Ministerio, que ha aceptado colaborar
con el colegio por el bien de una formación profesional durante este año." Dumbledore
apunta con una mano al hombre que se encuentra en una esquina de la mesa de los profesores.
Está sentado y apoya ambas manos sobre un bastón que parecía la sinuosa rama de un
árbol, pesada, oscura. Tanto como su aspecto desaliñado.
Jungkook posa sus ojos sobre él, y siente un tremendo escalofrío en el cuerpo. Su ojo
izquierdo es giratorio y se encuentra enganchado a su rostro mediante una correa de cuero.
Su cabello, claro y lacio, cae hacia ambos lados con el aspecto de no haber sido peinado
desde hace un buen tiempo, y su ropa parece muy desgastada, excepto por el hecho de que
llevaba una gabardina con varias placas de reconocimiento militar del Ministerio de Magia.
Hoseok emite un sonidito a su lado, sintiéndose aterrorizado.
"Vaya... algo me dice que no va a ser tan simpático como el idealista de Merrythought."
Masculla el de Hufflepuff.
"Recuerda que era un psicópata…" Murmura Jimin.
"Más bien, pertenecía a un grupo de ideologías extremistas." Añade Jungkook, sin poder
evitar recordar su amargo enfrentamiento. “Pero sí, un poco psicópata sí que lo era.”
Él estira el cuello para ver mejor a Alastor Moody, y cuando su ojo se vuelve por completo
hacia el joven, Jungkook vuelve a hundirse en el banco de madera algo acongojado.
Okay, no pensaba volver a mirarle de frente.
"Vale, no tiene pinta de ser una hermanita de la caridad." Concuerda el azabache. "Pero
era auror, ¿no? Eso quiere decir que ha estado en guerras."
"Tiene pinta de que el Ministerio ha metido las narices en Hogwarts, después de todo."
Murmura Hoseok entre sus dos amigos. "¿Por qué sino iba a estar el señor Crouch junto a
Dumbledore?"
"¿Quién es ese?" formula Jungkook.
Hoseok hace una señal disimulada, y Jungkook le sigue con la mirada, posándola sobre
un hombre elegante con bigote, maletín en mano y bombín negro sobre la cabeza.
"Le he visto en dos ocasiones, por el trabajo de mi padre en la oficina de Objetos Muggles.
Es el director del Departamento de Seguridad Mágica." Les informa Hoseok. "Y esa de allí,
es Mafalda Hopkirk, del departamento del Uso Incorrecto de la Magia, los que se encargan
de los detectores para menores."
Jimin les escucha silenciosamente. "Muy bien, ¿y qué hace aquí toda esa gente?" duda el
chico.
"No lo sé... pero, tiene pinta de que van a anunciar algo peligroso, y no apto para menores."
Dice Hoseok.
"Genial, no me he jugado suficiente la vida a estas alturas." Ironiza Jungkook. “Qué
fantasía.”
Dumbledore continúa hablando mientras ellos continúan reproduciendo su conversación.
"El Ministerio ha decretado que se celebrará un evento muy especial este año, y debido a
los acontecimientos, es imposible volver a retrasarlo."
Mientras ellos cuchichean, Dumbledore tira de la manta y desnuda un cáliz de piedra de
metro y medio, que hace que casi todo el Gran Comedor abra la boca y comience a parlotear
sobre aquello.
El fuego azulado se enciende y libera unas asombrosas llamas que llaman la atención de
todo el mundo.
"¡El cáliz de fuego!" Enuncia Dumbledore, llamando la atención del trío de chicos y de
todo el salón.
Un silencio sepulcral se extiende como una bomba de humo entre todos.
"Todo aquel que quiera participar en el Torneo, deberá escribir su nombre en un pedazo
de pergamino y arrojarlo a las llamas antes del 31 de octubre. ¡Y no lo hagan a la ligera! Una
vez elegido, no habrá vuelta atrás. Desde este momento, el Torneo de los Tres Magos dará
comienzo."
La voz de Dumbledore retruena en todo el gran salón. "Y ahora, daré paso al señor
Bartemius Crouch, director del Departamento de Seguridad Mágica, quien desea transmitiros
unas valiosas palabras."
Los jóvenes clavan en él los ojos cuando el señor Crouch sube al atril.
Jungkook y Jimin se apuntan un tanto para Hoseok, quien había dado de lleno
identificándole antes de tiempo.
"¡El Torneo de los Tres Magos! El premio de mil galeones será recompensado para el
participante que salga victorioso de tres arduas pruebas." Manifiesta el hombre.
La gente comienza a ilusionarse sobre el premio, hasta que el señor Crouch hablar sobre
la mayoría de edad establecida y la peligrosidad para los más jóvenes.
"Sin embargo, debido a la seriedad de las pruebas y a las bajas de magos que perecieron
en los anteriores torneos de siglos pasados, el Ministerio de Magia ha decretado que los
participantes sólo podrán ser mayores de diecisiete años."
Todo el salón comienza a quejarse por aquello, aunque Jungkook, Jimin y Hoseok se
miran sabiendo que la medida no les afectaba demasiado.
De hecho, Jungkook estaba cumpliendo los diecisiete ese mismo día, y el resto de sus
amigos ya los tenían.
Crouch les habló de que Hogwarts había sido elegido como el anfitrión del evento ese
año, por el propio cáliz de fuego –como si tuviera una conciencia propia–. Y mencionó la
llegada de un par de colegios importantes que se unirían al periodo del evento durante esos
meses, junto a los alumnos del Colegio de Magia y Hechicería británico.
En concreto, serían alumnos procedentes del Instituto Durmstrang y la Academia Mágica
Beauxbatons. La cena dio paso después de eso y todo el mundo parecía sentirse súper
excitado por las noticias.
¿Gente nueva? ¿Una competición mágica en el Colegio? Fascinante.
"¿Vas a presentarte?" Jimin exhala una sonrisa. "Jungkook, eso sería una pasada."
"Ni de coña va a presentarse." Suelta Hoseok, decidiendo por él antes de tiempo. "¿Habéis
escuchado lo peligroso que es? Será mejor que participen sólo los de séptimo año. Nosotros
ya tuvimos suficiente el año pasado con lo de los TIMOs."
"Oye, echar tu nombre al cáliz no asegura que vayas a ser escogido." Jimin se cruza de
bazos. "A lo mejor yo lo hago, ¿quién no iba a querer esos mil galeones? ¡Podría invertirlos
en mi futura carrera como jugador de Quidditch!"
Jungkook resopla lentamente mientras sus amigos discuten.
"¿Es que estás loco?" Hoseok parece súper enfadado de repente. "¿Quieres morirte,
imbécil? Que no me entere de que ninguno de los dos quiere meter su nombre en esa cosa,
esto no es un juego. Si han trazado una línea de edad es por algo."
Jimin se distancia de Hoseok algo mosqueado. "Joder. Siempre estás igual, sólo te gusta
cortarle las alas a la gente."
"¡Eh, chicos! ¡Yo voy a meter mi nombre!" Dean se levanta de la mesa emocionado. "Voy
a por ese premio, sé que puedo conseguirlo. ¡Mil galeones es muchísima pasta!"
Ginebra le da una colleja para que vuelva a sentarse. "No tan rápido, listillo. ¡Siéntate
ahora mismo!"
Él se sienta con un tirón de orejas por parte de la chica.
"No hay ninguna prisa. Tenemos más de un mes para presentarnos." Dice otro joven
inclinándose sobre la mesa. “¿Sabéis que una vez leí que una de las pruebas la realizaron en
un Desierto?”
Jungkook gira la cabeza entre todo el revuelo y busca a conscientemente Taehyung. Sus
ojos le encuentran con facilidad, el chico está conversando con los de su grupo de Slytherin,
y su mirada sigue a Park Bogum, quien se levanta de la mesa gesticulando.
Algo le dice que tenía la intención de presentarse, y llamar la atención como nadie. Muy
Slytherin, eso de ser tan ambicioso y esperar reconocimiento.
Jungkook vuelve a girarse sobre su mesa, y se deja llevar por la tonta conversación de su
grupo, donde Hoseok y Jimin se enfadan uno con el otro, y el resto empieza a suponer qué
tipo de pruebas podrían enfrentarse, y juegan a desafiarse a meter su nombre allí dentro.
Al final de la cena, Jungkook se separa del gentío haciéndose el despistado, y espera a
junto a la escalera de la entrada deseando cruzarse a Kim Taehyung.
Taehyung es quien le localiza primero, deja pasar a su grupo de amigos de Slytherin que
se dirigen a la sala común de la planta inferior, y camina hacia Jungkook percatándose de su
rostro pensativo.
Puede leer en su rostro cierto desorden, y pensamientos caóticos sobre las noticias que
Hogwarts les había lanzado a la cara desde la primera noche.
"Eh..." Taehyung se relame los labios con una sonrisita. "¿Cuántos minutos quedan para
que acabe tu cumpleaños? ¿cuatro?"
Jungkook sonríe al verle. "No sé, ¿por qué?"
"Hmnh... me preguntaba si podías superar tu primer día de mayoría de edad mágica, sin
plantearte un inminente suicidio." Dice divertido.
El de Gryffindor desvía la mirada y se ríe levemente. "Oh. Prefiero hacerlo de alguna que
no sea escuchar como los de sexto se debaten por quién la tiene más grande.”
"Hmnh, conozco ese tipo de conversaciones." Confirma el rubio con una sonrisita.
Jungkook intenta no distraerse demasiado con su coqueteo.
"Vas a... ¿te gustaría participar en ese Torneo?" formula con cierta preocupación nerviosa.
Taehyung no parece pensárselo demasiado, pero su rostro se vuelve serio al responder y
su voz roza un tono mucho más grave.
"No necesito el dinero." Responde. "Y tú, ¿vas a presentarte...?"
"No, no lo sé... es que..." Jungkook parece algo dubitativo. "No creo que sea conveniente
que..."
No era como si le apeteciese jugar a algo que podría matarle. Además, ya había tenido
suficiente el curso pasado – donde incluso había llegado a morir, en el sentido más literal
posible.
Taehyung escudriña su rostro silenciosamente, y se acerca lo suficiente a él como para
que volviese a mirarle con sus ojos castaño oscuro. A él tampoco le apetecía pensar en aquello
de nuevo.
En Hoseok siendo torturado, y él cayendo al suelo sin vida. En los minutos corriendo por
el bosque asustado, hasta que se topó con los chicos.
Taehyung le abraza de repente, como si tratase de conciliar una parte de él profundamente
escondida, que sus ojos sí eran capaces de detectar tras su apariencia.
Jungkook no sabe por qué, pero se siente frágil en su abrazo. Ni siquiera sabía que
necesitaba algo como eso, a pesar de habérselo escrito una docena de veces en sus cartas
durante verano.
Él estrecha los hombros de Taehyung en silencio y libera un suspiro sintiendo como su
corazón golpeaba contra su pecho. Cuando se separan, Taehyung le da las buenas
noches maldiciéndose por no compartir la misma sala común con el joven –aunque entonces
tendrían un problema, se dijo–.
“Buenas noches.” Responde Jungkook con un toque dulce, tras pegar un tironcito en su
nariz con un par de dedos.
"J-Jungkook. Espera..." Taehyung le detiene unos instantes sintiendo un tirón en su pecho.
Sus mejillas están sonrosadas de repente, y su respiración se vuelve más rápida.
Jungkook detiene sus pasos y se gira mirándole de nuevo, con aquellos ojos almendrados
muy abiertos, y una molesta corbata algo desecha bajo el nudo de su camisa y capa.
"¿Sí?"
"Me preguntaba si... tú... y yo, q-quiero decir, n-nosotros-" Taehyung empieza a decir
aquello de forma tan liosa, que casi resulta ininteligible.
"¿Hmnh?" el azabache parpadea sin comprender nada. “Que, ¿estás practicando Pársel?”
le suelta de forma cómica.
Pero Taehyung eleva la voz, y le mira muy estrictamente como si estuviera haciendo un
gran esfuerzo.
"Q-que, que si quieres... ¿Qué si tú quieres salir conmigo?" pregunta de forma directa.
Jungkook se queda como si acabase de ver pasar un fantasma. O más bien a un Poltergeist,
pues en Hogwarts había un montón de fantasmas súper amigables.
"¿Y-yo?"
Taehyung explota en una carcajada nerviosa. "No, tú no. Hoseok. Quiero salir con alguien
que le caiga bien a mi hipogrifo." Suelta con sarcasmo.
Jungkook mira al suelo con cierto rubor, ignorando su comentario tirante. Exhala una
sonrisa, a pesar de lo nervioso que se encontraba Taehyung.
"C-claro que sí, ¿cómo no iba a quererlo?" Contesta de una forma tan dulce, que Taehyung
casi se atraganta con su propio mal carácter.
Y es su corazón es el que le indica lo feliz que se siente al escuchar la respuesta del
muchacho, alcanzando la velocidad de una de las carreras de sus caballos.
"B-bien, pues... hasta mañana." Dice Taehyung dando unos pasos en el sentido contrario,
sin dejar de mirarle. “B-buenas noches.”
Jungkook observa cómo se larga levantando la mano en señal de despedida. Y presupone
que le iba a costar dormirse esa noche por cómo su propio corazón intentaba escaparse por
su esófago.
En realidad, él era quien hubiera deseado pedirle salir antes. Pero Taehyung se le había
adelantado, como casi siempre.

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Beatriz

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Este PDF es de uso personal, y ha sido adquirido a través del Patreon.com/chispasrojas.
Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
¡Gracias por apoyarme en Patreon!

Snape vierte una gota de una esencia fatal sobre el caldero, y levanta la mirada hacia el
atento curso de sexto para comprobar que todos se han quedado con los pasos. Las parejas
repiten el guion y elaboran la receta cuidadosamente. Jungkook está de pareja con Namjoon
y este le salva por los pelos de cometer un terrible error que les hubiera hecho explotar el
caldero.
“Y… ya está.” Dice en voz baja, cuando Jungkook deja de removerlo.
“Recuérdame devolverte esto en otro momento.” Jungkook traga saliva pesada.
“¿Podemos estar juntos el resto del curso?”
Namjoon sonríe ampliamente y se guarda las manos en los bolsillos del pantalón.
“Ya hablaremos sobre eso.”
Tenía mucha suerte de que su compañero de Ravenclaw adorase la alquimia –y pociones
fuese una de sus asignaturas favoritas–, y de paso siguiese siendo el prefecto de su curso.
Snape se detiene frente a la mesa de los chicos, arruga la nariz cuando huele el contenido,
y les mira brevemente antes de anotar el visto bueno sin muchas ganas.
Lo hace especialmente por Namjoon, cuyo impecable expediente era difícil de enfrentar.
Porque si fuera por Jungkook, le hubiera puesto un notable sólo por ver su cara de
Gryffindor humillado.
“Señor Jeon… le aconsejo que no se pierda las clases de pociones este curso… así como
le animo a atesorar su valioso tiempo de vida, alejándose del Torneo de los Tres magos.” Le
dijo arrastrando las palabras antes de pasar a la siguiente mesa.
Namjoon levantó ambas cejas, y Jungkook se mordió la lengua.
Pero bueno, ¿es que todo el mundo pensaba que a él le apetecía participar en esa mierda?
Los dos salieron de las mazmorras al finalizar la clase y se dirigieron juntos hacia el Gran
Comedor un poco antes de la hora del almuerzo.
“Mira, mira, ¡ha salido en el Profeta!” Jimin se inclina sobre el hombro de Taehyung.
El de Slytherin pasa la hoja del periódico y lee rápidamente algunos datos sobre los
colegios de Europa participantes.
“El instituto Durmstrang es una escuela ubicada en Escandinavia, donde enseñan Artes
Oscuras. ¿Podéis creerlo?” Hoseok se sienta al lado de Taehyung, levantándose las lentes
con un dedo.
“El ministerio británico ni siquiera permite que los menores conozcan bien cómo funciona
la magia más oscura.” Menciona Taehyung.
“Eso es una basura.” Expresa Jimin. “Cualquier alumno de Hogwarts estaría en
desventaja, ¿cierto?”
“Jimin, eso es lo correcto.” Hoseok se irrita rápidamente. “A la población se le enseña
cómo contrarrestar los efectos de las maldiciones, no cómo hacer daño al resto.”
“¿Y tú por qué estás de tan mal humor, si se puede saber?” le lanza el chico rápidamente.
Hoseok desvía la mirada y resopla, decidido a comenzar a ignorarle.
Jimin se sienta al otro lado de Taehyung y comparte el periódico con el chico.
“No sabía que Durmstrang no admite a los nacidos de muggles.” Menciona Taehyung en
voz baja.
Jimin evade esa última información, pues se encuentra echándole un vistazo rápido a La
Academia Mágica Beauxbatons, cuyo palacio se ubica en los pirineos entre Francia y España,
y se dice que fue donde cursó el famoso alquimista Nicolas Flamel, y su esposa Perenelle.
La foto en movimiento de la directora de Beauxbatons muestra a una señora tan alta que
parece una torre estirada entre a los alumnos y alumnas de uniforme azul.
Jungkook llega hasta la mesa de los chicos cuando aún no hay demasiada gente en el
comedor. Se inclina tras la oreja de Taehyung pasando un brazo sobre su pecho para
saludarle.
“¿Qué hacéis?” pregunta con una sonrisita.
Taehyung levanta la cabeza y sonríe felizmente. Jimin y Hoseok le saludan con un tono
muy distinto, Hobi se mueve hacia la derecha para permitir que Jungkook se sentase junto a
Tae.
Era sabido a esas alturas que Kim Taehyung y Jeon Jungkook estaban saliendo juntos. Y
aquello se había convertido en la comidilla de Gryffindor y Slytherin. Por no decir hasta los
de las casas ajenas también les echaban el ojo de vez en cuando.
“Han vuelto a habilitar las salidas a Hogsmeade.” Dice Taehyung. “Y Hagrid me ha dicho
que podría ir esta tarde a ver a Vee.”
“Voy contigo.” Se apunta Jungkook rápidamente.
Taehyung le mira con una sonrisita cómplice.
“¿Puedo ir yo también?” bromea Jimin, con ganas de meter las narices entre ambos para
fastidiar un poco.
Jungkook se ríe en voz baja sin darle ninguna respuesta. Y Jimin presupone que estaría
estrangulándole mentalmente.
No le importa demasiado, total, sólo lo hacía por fastidiarle.
Esa tarde Jungkook y Taehyung fueron hasta la cabaña de Hagrid, Taehyung estuvo
cepillando al hipogrifo –sin tocar sus preciadas alas– e incluso montó sobre él mientras la
criatura se movía con mucho orgullo.
Casi como si intentase vacilarle a Jungkook. Le miraba como diciendo, yo lo hago mejor
que tú, capullo.
Jungkook prefería no meterse demasiado en eso, aunque se le caía la baba viendo a
Taehyung quitarse la capa y montar sobre el hipogrifo. Casi parecía que había nacido para
eso.
Taehyung dio varias carreras con Veenea y se divirtió bastante.
“¡Acércate, ven!” le dijo antes de bajar de Vee, un rato más tarde.
Jungkook vaciló un poco y se acercó al hipogrifo con una reverencia. Veenea tenía aquella
manía de mirarle fijamente con los ojos rubíes, como si el azabache estuviera un territorio
ajeno.
No obstante, pudo acercarse tras su muestra de respeto y acarició su cuello brevemente
cuando Taehyung le insistió a hacerlo dirigiendo su mano bajo la suya.
Veenea era preciosa. Con patas largas, con un pelaje alvino que la hacía parecer una perla.
“Ves… sólo se hace la dura… en realidad le gustas.” Suspiró Taehyung tras su oreja.
“Como a todo el mundo.”
Jungkook estaba derritiéndose esa tarde entre su leve contacto y aquella forma le hablarle.
Sus dedos se entrelazaron solos de vuelta al castillo. La puesta de sol se iba perdiendo a
sus espaldas, y antes de entrar al hall principal, Jungkook empujó gentilmente a Taehyung
tras una columna del patio para besar sus labios.
Su movimiento Gryffindor era incuestionable. Y el besuqueo del león se extendió durante
unos minutos, en los que Jungkook se encargó de dejar una docena de besitos en su labio
inferior y sus respiraciones húmedas acariciaron los labios del otro.
Taehyung tenía el corazón disparado incluso entonces, jugando con los movimientos
lentos de labios y dejando pasar simplemente el tiempo en los centímetros en los que a veces
se miraba con los ojos entrecerrados.
En la forma cariñosa y algo tímida de estrecharse, y enterrar los dedos entre los largos
mechones de la nuca de su compañero.
No había mucha más intención que la de conocerse y disfrutar de aquella sensación que
Jungkook nunca había percibido antes. La de la propia ansiedad que le hacía pensar que no
le había besado lo suficiente antes de separarse.
A la espera de que los dos colegios mágicos se unieran ese curso al anfitrión de Hogwarts,
Jungkook y Jimin habían retomado los entrenamientos de Quidditch ese curso.
Volar de nuevo hacía que Jungkook pudiese volver a sentir lo que era respirar aire puro,
dejar que su cabello fuera bamboleado por el aire, y su estómago sintiera los vertiginosos
giros, subidas y bajadas rápidas en su Saeta.
Aunque los entrenamientos de Quidditch no sólo consistían en montar en escoba, claro.
También debían hacer estiramientos a ras del suelo, alguna que otra carrera y abdominales
para mantenerse ágiles físicamente.
Jimin estaba disfrutando como nunca de conocer que los partidos de Quidditch habían
vuelto a Hogwarts. Y se estaba tomando súper enserio aquello de practicar para ser el mejor
Cazador de todo el colegio.
“¿Y qué si nos hacen jugar contra esos españoles de Beauxbatons? Se van a enterar de
quiénes somos los de Gryffindor. En Quidditch no nos gana nadie.” Jimin se encuentra
sentado en la biblioteca con su par de amigos con una actitud deliberadamente competitiva.
Hoseok levanta la cabeza del nuevo tomo de Cuidado de Criaturas Mágicas avanzado para
EXTASIS. Estaba empezando a cansarse de que Jimin no tuviera otra cosa en la boca que
Durmstrang y Beauxbatons.
“Jimin, también hay españoles en Hogwarts, ¿sabes?” Dice con voz neutra. “Aunque
Beauxbatons también acepta a franceses, alemanes e italianos.”
Jimin se levanta de la mesa sin hacerle demasiado caso.
“Bueno, yo me voy a la sala común un rato. Chao.”
Jungkook le sigue con la mirada hasta que desaparece de la biblioteca.
“Wow, eso ha sido rápido.” Comenta el azabache. “¿Os ha pasado algo?”
Hoseok vuelve a hundir la cabeza en el libro.
“Nada.” Musitó desganado. “Está haciendo amago de su unineurona, eso es todo.”
Las clases durante la siguiente semana transcurrieron con normalidad, mientras se
iniciaban los preparativos para hacerle un hueco a los alumnos extranjeros que llegarían al
colegio.
Alastor Moody imponía excesivamente a cualquier alumno, y casi nadie era capaz de
participar en clase cuando aparecía por la puerta.
En una ocasión, le lanzó una tiza a Longbottom, y le golpeó en toda la frente.
Otro día, miró tan mal a Jungkook por hablar, que el joven pensó que le cortaría la lengua
con uno de sus hechizos.
El profesor Moody –también apodado como Ojocolo Moody, aunque nadie tenía el valor
suficiente para decir aquello en voz alta– les habló sobre las maldiciones imperdonables en
una clase de Defensas.
Y por desgracia, ninguno del trío de oro se sintió especialmente cómodo con aquella
mención, por lo que Kim Taehyung intervino soltando que se ahorrase su demostración, pues
todos conocían los efectos adversos del uso de las maldiciones.
Ojoloco se acercó tanto a Taehyung, que Jungkook tuvo ganas de saltar desde su asiento
para empujarle.
Pero Taehyung aguantó imperturbable con una frialdad apabullante, y le devolvió la
mirada hasta que Moody se giró para volver a dirigirse a su mesa de profesor cojeando por
aquella pata de palo.
Sin duda, Taehyung era alguien admirable.
Jungkook continuó con sus entrenamientos esos días, e incluso participó en un partido
amistoso contra Hufflepuff.
Taehyung se cruzó de piernas sentado en la grada, y estuvo viendo a Jungkook jugar
durante un buen rato.
No había nada que no hubiera visto antes. Jungkook siempre había sido un buen buscador,
tenía aquella forma natural de moverse o quedarse suspendido sobre su escoba mientras los
hechos sucedían, mientras el resto del equipo se movía.
Él se mantenía concentrado, sin perder el hilo de los movimientos de su equipo.
La única diferencia era que Taehyung ya no se obligaba a dejar de mirarle, ni se prohibía
mentalmente hacerlo, como si Jungkook fuera un imán que le hacía sentirse asustado.
Adoraba verle exhalar una sonrisa, adoraba verle deslizarse en el aire por el como si fuera
un pez en su elemento, vestido con aquel uniforme de Quidditch yema y granate, de la casa
Gryffindor.
El tremendo estúpido estaba buenísimo con aquel condenado uniforme.
Y otra tarde, Tae se sonrojó un poco cuando Jungkook le vio sentarse a leer un libro y este
le saludó desde el aire con la mano al verle.
Taehyung levantó la mano para devolverle el saludo, sintiéndose como un crío muy tonto.
Y entonces todos los del equipo de Gryffindor empezaron a saludar a Taehyung
alegremente, levantando la voz e invitándole a que se uniera un rato. Los Bateadores
sacudieron los bates con una sonrisita, y Jimin soltó con una sonrisa que dejaran de
avergonzarles, como si todos hubieran planeado a escondidas cómo fastidiar un poco a
Jungkook en su próximo entrenamiento.
Tae supuso que, por la cara de Jungkook, hacia el jefe del equipo, iría a matar a todos
después de eso. Los de su equipo comenzaron con una risita generalizada –sin ánimo de
ofender–, y Taehyung se llevó una mano a la cara sintiéndose avergonzado.
Por las barbas de Merlín, no era culpa de Jungkook que a todo el mundo le pareciese súper
adorable que Kim Taehyung a veces se sentase en una grada para ver sus entrenamientos.
Además, no era el único que lo hacía, a veces también había gente que pasaba por allí sólo
por tomar el aire y distraerse un poco. ¿No?
Después de los entrenamientos, Taehyung espera a Jungkook a la salida del patio de
prácticas, apoyando su espalda contra la pared y sujetando su libro contra el pecho. Planea
mostrarle la capa de invisibilidad, pensando en las mil y una opciones que se le podría ocurrir
a la mente maliciosa del Gryffindor una vez que supiera que tenía aquello en sus manos.
¿Una escapadita a Hogsmeade? ¿Y si buscaban la sala de los objetos perdidos por la noche,
a expensas de Filch?
Jungkook advierte que está esperándole nada más entrar al castillo, mientras el resto de su
equipo se esparce aun vistiendo con los uniformes de Quidditch, él se aproxima a Taehyung
cuyos profundos ojos se posan en él como si quisiera decirle algo.
El de Gryffindor siente un hormigueo intenso, un tirón en el estómago que hace arder en
llamas su corazón de diecisiete.
¿Decirle algo? Ya habría tiempo para eso, cuando se cansase de comérselo a besos.
“Kookie-” Taehyung intenta hablar de algo, pero el ímpetu de su novio de Gryffindor le
hace arrastrarle por la muñeca hacia otro lado del castillo, hasta encontrar el lugar idóneo
para tapar su boca con sus labios.
“Mmhn–”
Taehyung se deja devorar sintiendo como su corazón se acelera peligrosamente.
La primera vez que se enrolla con Jungkook con tanta hambre, se siente hasta mareado.
Aunque Jungkook era el que parecía que tenía más hambre de lo común esos días.
Sus besos habían pasado de ser agradables y disfrutables, a volverse algo más profundos
y con una suave lengua como acompañante. Sus manos se adherían a su cintura hasta el punto
de que ambos se quedasen sin aire, y les costaba tanto separarse, que Taehyung sentía que a
veces tenía hasta fiebre por culpa de Jungkook.
En una ocasión, un prefecto les riñó por estar dándose el lote en un rincón del castillo.
Tampoco era como si pudiera culparles –aquello era algo común entre las parejas de los
últimos cursos– pero si alguien de más rango, como un profesor, les pillaba tan
exageradamente calientes, le quitarían unos cuantos puntos a su casa como mínimo.
Jungkook se sentaba en la sala común de Gryffindor de vez en cuando, escuchando hablar
a sus amigos de cualquier otro tema, sin poder evitar que su maldita conciencia viajase las
rachas de besos sucedidas con el muchacho.
A veces se sonrojaba y sacudía la cabeza, pidiéndose a sí mismo pensar en aquello en otro
momento. Pero su condenado corazón –y reacciones notables físicas– volvían a arrastrarle
eso de nuevo.
Taehyung se sentía algo vulnerable a veces, e inexperto. Podía sonar estúpido si lo dijera
en voz alta, pero lo que le pasaba con Jungkook no era ni parecido a lo que había sentido con
Bogum durante al año pasado.
De hecho, distaba muchísimo. Besar a Jungkook no era como besar a otra persona. A
veces pensaba que besó a Bogum porque él mismo se sentía enfadado con todo, y porque
besar a alguien le ayudaba a distraerse y resultaba agradable sentir unos labios que le
devolvían los besos con interés.
Pero con Jungkook era como si su pulso tuviera un problema y se echase a temblar a
diario.
Como si su estúpido cerebro no pudiera atender a las palabras del Gryffindor cuando
ojeaba sus delineados labios rosados.
Y lo mejor de todo, es que Jungkook advertía con bastante resolución cuando Taehyung
miraba sus labios, y él le besaba para que dejase de hacerlo, ya estuviesen sentados en la
biblioteca o hablando en voz baja antes de separarse.
Aunque no se podían comparar los breves besitos de la biblioteca, a los morreos sin aliento
en los solitarios pasillos del castillo de Hogwarts.
Estar con Jungkook hacía que su vello se erizarse, por el roce de sus dedos entrelazándose,
por su voz baja de terciopelo, y por la humedad de su respiración entre sus besos.
Hasta su corazón sufría altibajos cuando esporádicamente Jungkook le rodeaba con los
brazos desde la espalda, y apoyaba su mentón sobre su hombro.
Taehyung le agarró la mano sobre la hora de la cena, y aprovechando que todo el alumnado
se encontraba fuera de la sala común de Slytherin, los dos se saltaron con la intención de
llevar hasta allí al muchacho.
Jungkook le siguió hasta la planta inferior, pasando por las antiguas mazmorras y más allá
del aula habitual de pociones, Taehyung cantó el santo y seña del salón de los esmeraldas.
No era la primera vez que Jungkook entraba –ilegalmente– en la sala común de Slytherin.
Ya lo había hecho en una ocasión por buscarle y casi se pegó con varios de ellos.
Pero esa noche el enorme y elegante salón esmeralda estaba completamente vacío. El
fuego de la chimenea se encontraba encendido con unos destellos verdosos, y las lámparas
como gemas del color oliva colgaban del techo dándole un aspecto de duende al salón lleno
de distinguidas estanterías que llegaban hasta el techo.
A le veces sorprendía lo diferentes que podían resultar las salas comunes. La de Gryffindor
era más desordenada, y resultaba bastante pequeña y acogedora que la de los esmeraldas.
No obstante, Jungkook no dijo nada cuando ambos se encontraron a solas allí.
Taehyung le llevó a su habitación compartida y soltó su mano para rebuscar en uno de los
cofres de pertenencias personales que guardaba bajo su cama con dosel de terciopelo verde.
Jungkook le dio una vuelta al dormitorio, fijándose en la distinguida decoración, además
del hecho de que las habitaciones no eran de cinco, sino de tres.
“Voy a poner una queja formal en el Ministerio.” Bromea Jungkook sentándose sobre su
cama repantingado, y señalando con la cabeza. “Esa lámpara de cristal de ahí debe costar la
mitad del salón de Gryffindor. Exijo una compensación.”
En realidad, a Jungkook le importaba una santa calabaza qué sala común fuera más bonita.
Sólo lo hacía por fastidiar un poco, pensó clavando los codos sobre la cama.
Taehyung se ríe levemente, y se incorpora frente a él tirando de una manta que guardaba
en el cofre. Esta se desdobla suavemente y él la sujeta con ambas manos mostrándosela.
Jungkook parpadea unos instantes. Terciopelo negro, bordada con lo que parecía un mapa
del cielo con estrellas, la luna de plata y el sol dorado.
Y necesita unos segundos para advertir que no era una manta, sino se trataba de una capa
enorme y antigua.
“¿Alguna vez has visto algo como esto?” pregunta el chico.
“Parece lo típico que se pondría alguien con ciento cincuenta años.” Suelta Jungkook,
provocando una carcajada en el de Slytherin. “Menuda antigualla.”
“No. No. Atento.”
Taehyung rodea sus hombros con la capa, es tan larga que podría arrastrarla por el suelo.
Pero cuando el joven rubio da una vuelta sobre sí mismo, Jungkook abre la boca y se
incorpora un poco sin levantarse del borde de la cama.
El cuerpo de Taehyung se difumina delante de él y su cabeza parece estar flotando.
“Wow.” Exhala el muchacho. “¿De dónde has sacado eso? ¿Funciona de verdad?”
“Me la dieron por mi cumpleaños. Estuve a punto de tirarla, hasta que... bueno.” Responde
Taehyung, levantando la capucha sobre su cabeza. “He comprobado que la gata del señor
Filch no puede verme.”
Cuando se cubre bien, el chico desaparece por completo. Jungkook pestañea de nuevo
intentando vislumbrar su silueta, pero si no fuera porque Taehyung gatea sobre sus rodillas
y regazo, ni siquiera hubiera adivinado hacia dónde se dirigía.
Él se hace hacia atrás apoyando los codos sobre el colchón de nuevo, y Taehyung baja su
capucha para dejar unos besos sobre sus labios.
Jungkook suspira algo emocionado, cuando sus respiraciones se acarician tras unos
besitos.
“¿Qué te parece?” formula Taehyung dejándole un poquitín mareado.
“Que besas muy bien.” Suspira Jungkook bajo esos centímetros.
“Sobre la capa, pedazo bobo.” Menciona su compañero con media sonrisa.
“Oh. M-me gusta esa capa. Seguro que se pone de moda en la pasarela parisina de brujas
y magos, 2020.” Argumenta jocosamente.
Taehyung se levanta soltando una risita compartida, y diluyendo un poco las chispas
físicas que saltaban entre ambos.
“Nunca he leído nada sobre capas de invisibilidad.” Dice el rubio, volviendo a doblarla.
“Sí sobre pociones que duran un tiempo, pero, ¿prendas? ¿crees que puede ser valiosa?”
Jungkook se inclina sobre sus propias rodillas clavando los codos.
“Guárdala bien. Por si acaso.” Dice, mientras Taehyung la esconde en el fondo del baúl
negro que guarda con llave, y vuelve a empujar bajo su cama.
Aquello de tener una capa de la invisibilidad y el Mapa del Merodeador, podía acabar
resultando una mezcla explosiva si se les ocurría volver a saltarse las normas del colegio en
conjunto.
Taehyung se incorpora silenciosamente y da un paso hasta Jungkook, poniendo ambas
manos sobre sus hombros.
Jungkook levanta la cabeza desde abajo y le observa con aquellos ojos de color oscuro
que relevan una galaxia inmensa. Casi como si estuviera anhelándole, a pesar de dudar de
qué tan solos estaban en ese momento.
Taehyung se inclina entonces para volver a besarle, insistiendo en que su lengua acariciase
la del Gryffindor como un caramelo derritiéndose.
Jungkook recibe bien su maravilloso beso permaneciendo sentado, y la atmósfera se
vuelve un poco más densa cuando el rubio clava una rodilla sobre la cama, junto a su cintura.
Los dedos de Jungkook se deslizan brevemente sosteniendo los del contrario.
La duda de ambos se comparte en silencio, sin llegar a tumbarse sobre la cama, sin ser
capaces de verbalizarlo.
Jungkook observa el pesado anillo plateado de Taehyung, cuyo símbolo es similar al de
una serpiente de Slytherin, y lo acaricia con las yemas de los dedos valorando la reliquia
familiar del muchacho.
“Crees que… d-deberíamos intentar…” empieza Taehyung, lanzando el corazón de
Jungkook contra las costillas. “¿Llegar a tiempo para cenar algo, o…?”
Jungkook suelta una risita silenciosa.
“Del uno al diez… ¿cuánto de prohibido crees que puede estar que nos enrollemos en tu
cama ahora mismo?” pregunta mordisqueándose la punta de la lengua de forma coqueta.
“Catorce.” Suelta Taehyung provocando que Jungkook soltase unas carcajadas reales.
“Teniendo en cuenta que ni siquiera deberías haber entrado en la sala común.”
“Cien puntos menos para Gryffindor.” Valora el azabache divertido.
“Y doscientos cincuenta menos para Slytherin.” Añade Taehyung, apartándose y tirando
de su mano gentilmente para levantarle.
Jungkook se pone de pie con cierto recelo. Pero su estómago resuena de manera ridícula
y Taehyung se lleva la mano al rostro.
“Uy.” Expira un poquito sonrojado.
“Había olvidado que eres un glotón…” gruñe el de Slytherin. “Tú y Jimin podríais acabar
con la despensa del colegio, sin sentir remordimientos.”
Jungkook estira los brazos perezosamente.
“Una vez, en segundo curso, saqueamos la despensa por la noche y nos llevamos dos
bolsas de magdalenas de chocolate caseras a la habitación. Las escondimos en el altillo de la
cama.” Suelta Jungkook, como si fuera lo más normal del mundo. “A la siguiente semana
colocaron un encantamiento ahuyentador en la despensa, y acabamos corriendo por todo el
castillo mientras nos perseguía una bocina que gritaba, ¡ladrones, indignos, chorizos!”
Taehyung le mira con la boca abierta.
“Jimin y yo estuvimos castigados dos semanas. Súmale a eso el dolor de estómago por
comernos todas las magdalenas.” Finaliza el pelinegro. “Menos mal que fue McGonagall la
que nos puso el castigo… que si llega a ser Snape…”
El de Slytherin se ríe suavemente, sin poder creerse que Jungkook fuera tal desastre. Su
historial de castigos y delitos adolescentes podía superar el de cualquier otro chaval de su
edad.
Y, aun así, no era como si lo hiciera con malicia. Es que Jungkook no podía quedarse
quieto.
Taehyung lo considera terriblemente adorable, a pesar de que su aversión por aquel
comportamiento le había hecho pensar en el pasado que era insoportable.
Y eso que él no era especialmente fan de saltarse las normas. Pero, ¿con quién narices no
paraba de saltárselas desde hacía varios cursos?
“Vamos… no quiero saber qué pasará si esta noche no quedan salchichas.” Dijo
Taehyung tirando de su mano.

A mitad de octubre, el Colegio de Hogwarts recibe la llegada de los visitantes extranjeros.


El último curso del Instituto Durmstrang llega en un buque mágico que navegó bajo agua
durante todo el trayecto hasta la isla británica.
Jungkook pudo ver cómo salió del agua con sus propios ojos, mientras un puñado de
alumnos esperaban la llegada de sus visitantes en el Desembarcadero.
Hoseok estaba a su lado hablando sobre qué tipo de encantamientos podía tener un barco
de aquellas dimensiones para sobrevivir bajo el agua y que todos los alumnos llegasen
intactos.
“Es probable que ese barco sea del siglo catorce. Por la cera del casco.” Dijo su amigo,
con un ojo de águila.
El buque era increíblemente imponente, con velas negras y de aspecto esquelético. Era
posible que incluso aquel navío hubiera sido utilizado por piratas fantasmales, en sus mejores
tiempos.
El director de Durmstrang, Igor Karkarov, saludó a Albus Dumbledore estrechando su
mano. El barco estaba echando sus anclajes en el Lago Negro, y serviría como residencia
para todo Durmstrang durante aquellos meses que convivirían con los alumnos de Hogwarts
durante el Torneo.
Los estudiantes de Durmstrang que bajaban del buque vestían con capas de piel como
parte del uniforme escolar, además de sombreros de piel y túnicas de color rojo sangre.
El norte de Europa debía ser realmente frío por esas fechas, mientras que el otoño de
Hogwarts apenas empezaba a acariciarles con una brisa que deshojaba los árboles.
“Un momento, ¿ese no es Kristoff Holger? ¡El nuevo fichaje del equipo noruego de
Quidditch!” dice una chica de Gryffindor, alertando a un montón de alumnos de Quidditch.
Jungkook estira el cuello mientras todos se arremolinan.
Efectivamente, Holger debía tener dieciocho años y era alumno de Durmstrang. El joven
se encontraba entre uno de los mejores fichajes de esa última temporada de Quidditch. En
aspectos técnicos, debía ser uno de los mejores buscadores de Europa, y en aspectos físicos,
a la mitad de las nenas de Hogwarts se le caía la baba por el noruego.
Jungkook y Jimin se miran mientras los demás actúan como fans bobos que corren a
saludarle.
“Vaya. Tendré que hacerme con un autógrafo suyo… en otro momento...” Suelta Jimin
decidido a no unirse a la vergüenza ajena que le estaba causando aquello.
Jungkook se unió a su estado de ánimo. “Yo ni pienso acercarme.” Le asegura.
Los alumnos del Instituto Durmstrang asistieron a un gran banquete de bienvenida en el
Gran Comedor, donde se les hizo un lugar para sentarse.
Jungkook vio a Park Bogum confraternizar con Kristoff, y algunos más de Slytherin, como
Yoongi. Tal vez sus familias se conocían de algo, supuso.
Aunque lo bueno de todo eso, es que Taehyung se hizo un sitio en la mesa entre Hoseok
y él, y estuvieron distrayendo su atención de los invitados.
“Los Holger siempre han sido diamantes escandinavos...” Comentó Taehyung. “Todo el
Colegio debe saberlo.”
“¿Qué es eso?” Jimin le preguntó desde el otro lado de la mesa, mientras almorzaban.
“Pues… genealógicamente…”
“Sangre pura.” Interviene Hoseok. “Grandes magos en el pasado, su rama genealógica
debe ser enorme, ¿verdad?”
“Así es.” Asiente Taehyung.
“Me apuesto a que tiene su propio castillo donde vivir.” Añade Hoseok sin ser realmente
sarcástico, dando un trago a su bebida de grosella con burbujas.
Jungkook se siente súper pequeño al lado de eso. ¿De verdad existían magos descendientes
en Europa así, en el siglo en el que estaban?
“No me jodas, bastante tenemos aguantando las fantasmadas de Slytherin a veces, como
para que ahora encima se junten con…” Jimin se calla de inmediato. “Sin ofender, Tae.”
Suelta rápidamente levantando las manos.
Taehyung sonríe un poco, sin tomárselo demasiado en serio. Todos finalizan la cena en
cuestión de unos minutos, mientras conversan.
“Bueno, chicos, seamos amigables.” Presenta Hoseok, con serenidad. “Esto es lo que
vamos a tener durante el curso. Y la mayoría de los que están en esa mesa van a pelearse por
echar su nombre en el cáliz de fuego.” Resuelve elocuentemente. “Dejémoslos que se
despellejen solos como lagartos.”
“Oh, Bogum va a hacerlo. Presentarse, digo.” Les cuenta Taehyung. “Está convencido de
que tiene suficiente nivel para el Torneo. Y que el cáliz se decidirá por él, por encima de
todos.”
Jimin pone los ojos en blanco. “Cómo no.”
“¿En serio?” Jungkook le mira con curiosidad. “Jimin también quiere hacerlo.”
“Claro que voy a hacerlo.” Asegura el peliclaro con una presuntuosa seguridad. “Aún no
han abierto la sala donde han metido el cáliz. Pero Séptima Vector dice que el plazo de
inscripción estará abierto desde esta noche, cuando los de Beauxbatons lleguen a Hogwarts.”
Hoseok suelta su bebida en la mesa, y se levanta de la mesa bruscamente.
“Buenas noches.” Articula antes de largarse.
Taehyung le sigue con la mirada advirtiendo algo.
“¿Qué le ha picado?” repite Jungkook en voz baja.
“Yo que sé, le molesta que quiera presentarme al Torneo.” Farfulla Jimin bastante
molesto. “Si quiere reconocimiento, o el premio de galeones para su familia, que se presente
él, ¿no?”
Jungkook no dice nada ante eso. Sus amigos mantenían una tensión extraña últimamente
que les volvía distantes.
“No creo que sea eso.” Valora Taehyung, repentinamente. “Creo que sólo está…
preocupado.”
“Huh.” Jimin le mira un instante como si no pudiera creérselo. Aunque no dice nada más,
y da un trago a su zumo mientras un pensamiento lejano parece hacerse cada vez más pequeño
en sus ojos.
Los alumnos de Beauxbatons llegaron al atardecer en un carruaje diminuto tirado por doce
caballos de Abraxan. Algunos alumnos estaban sentados en el espeso césped del patio de
Transformaciones cuando los vieron surcar el cielo.
Hoseok y Jungkook corrieron a asomarse, y el de Hufflepuf conocía su nombre porque,
ya lo había leído antes. Los caballos de Abraxan eran caballos enormes y alados,
extremadamente poderosos, que recordaron a ambos al Patronus de Jimin.
“Y sólo beben Whiskey de Malta.” Dijo el muchacho cuando Jungkook y él miraban al
cielo.
Jungkook no quería ni imaginarse la cantidad de dinero que podía costar mantenerlos.
“Increíble, ¿verdad?” Namjoon se acercó a ellos con un rostro de fascinación y respeto
por la ingeniosa forma de transporte de Beauxbatons. “Viví durante hasta los seis años en
Francia. Y pensar que podía haber acabado estudiando en esa Academia… cuando cumplí
los once recibí la carta de Hogwarts, y también de Beauxbatons.”
“Uh, ¿en serio?” Jungkook se siente muy interesado en su anécdota.
Namjoon les cuenta que se había decidido por quedarse en Hogwarts desde que su familia
se había asentado finalmente en Londres, para trabajaba en la imprenta mágica del Profeta.
Durante la cena, Beauxbatons entró en el comedor con una asombrosa presentación por
parte de los alumnos. Todos vestían túnicas de color azul pálidos, que parecían hechas de
seda fina.
Llevaban un pequeño sombrero ladeado que acabada en pico.
“Parece un helado derretido.” Dijo Jimin en voz baja, provocando una risita en Jungkook.
A pesar del helado derretido como sombrero, había que ser un poco tontos para no
quedarse embobados con la belleza de los jóvenes de Beauxbatons. Parecían exquisitamente
refinados, la mayoría con cabellos claros y bonitas sonrisas.
Soltaron unos cuantos encantamientos de pajaritos de colores y pétalos que danzaron
alrededor de ellos, y después, les mostraron su respeto a Albus Dumbledore con una
inclinación.
Todos los ojos se posaron sobre la directora de la Academia, Madam Olympe Maxime.
“Mira esa mujer…” señaló un chico de su mesa.
Era increíblemente enorme. Más que en las fotografías, y de seguro, más que Hagrid.
Todo el mundo se quedó con la boca abierta.
“Espero que encontréis una agradable estancia, junto a vuestros compañeros de
Durmstrang, y nuestros alumnos de Hogwarts, durante los próximos meses de curso.” Dijo
Dumbledore amablemente. “Recordad que esta noche, el salón donde ha sido puesto el cáliz
de fuego, se abrirá para que puedan comenzar a meter sus nombres.”
Y cuando los alumnos de Beauxbatons se sentaron en la misma mesa que Durmstrang y
Dumbledore terminó de hablar, la cena dio comienzo.
El comedor se sentía mucho más animado con la presencia extra de los invitados, la
diferencia de sus ropas, acentos, e idiomas resultaba llamativa, y mucha gente comenzó a
confraternizar con ellos.
“Eh, las de Beauxbatons están buenísimas. Yo este año me ligo a una.” Dijo un muchacho
socarronamente.
Jimin se rio en voz baja, y después de la cena, a pesar de las pocas ganas que tenía de
saludar a los de Beauxbatons –pura rivalidad– accedió a acompañar a Seamus para acercarse
a la mesita vecina.
“¿Quieres que lo veamos de cerca esa noche?” preguntó Taehyung deslizándose al lado
de Jungkook.
“¿Hmnh?”
“El cáliz, dicen que es una reliquia que se vincula al mundo mágico desde hace siglos.”
Expresa Taehyung.
Jungkook pareció de acuerdo. El salón del cáliz de fuego se abrió esa misma noche, y los
dos fueron a ver la apertura del salón junto a Hoseok.
Bastantes alumnos –incluso menores de edad– se acercaron al lugar para curiosear, y ver
quienes irían a tirar su nombre al fuego.
Jimin no estaba por ninguna parte –contra todo pronóstico–, y Hoseok se sintió más
tranquilo en un primer momento.
Él se sentó en un banco de madera observando cómo la gente hacía cola para presentarse.
Taehyung y Jungkook permanecieron de pie y en primera fila, observando junto al resto.
El cáliz tenía una línea circular brillante y azulada que flotaba alrededor de este,
moviéndose lentamente.
“¿Qué es eso?” duda Jungkook.
Namjoon se acercó tras los chicos escuchándoles.
“Una línea de edad. Dumbledore lo dibujó.” Dice el de Ravenclaw. “Es para filtrar la edad
de los participantes, aunque también otorga seguridad, para que ninguno de nosotros meta el
nombre de una tercera persona. El cáliz lo rechazaría inmediatamente.”
“Oh, vaya.” Suspira el pelinegro.
“El Ministerio se metería en un problema si un menor participase.” Comenta Taehyung.
“Por no hablar de los padres.”
Entre los más rápidos y decididos estuvo Park Bogum, quien se acercó al cáliz con un
aplauso orgulloso de su grupo de Slytherin, y con un trozo de papel enrollado donde había
escrito su nombre.
Bogum atravesó la línea temporal y dejó caer el papel sobre la llama azul. Esta liberó unos
destellos cuando lo hizo.
Taehyung y Bogum brevemente se miraron cuando el chico pasó por su lado.
Tae sintió un pequeño pinchazo de preocupación por él sólo entonces. Saber que realmente
se había presentado, de alguna forma, le hizo temer por su integridad.
Aunque estaba seguro de que Bogum sabía perfectamente lo que hacía, y se encontraba
preparado para ser el elegido.
“¿Sois conscientes de que, si un nombre sale elegido, esa persona se encuentra obligada a
participar?” formuló Namjoon. “El cáliz de fuego establece un contrato mágico vinculante,
nadie va a podría echarse atrás.”
“Ni siquiera quiero imaginarme qué métodos puede tener el cáliz para obligar a un
participante que se arrepienta de haberse presentado.” Dice Taehyung con voz más grave.
Jungkook le mira de soslayo.
“¿Arrepentirse? ¿O más bien… acojonarse?” repitió él en voz baja.
Sólo había una forma de que alguien que se presentase, intentase rechazar posteriormente
la elección del cáliz, y era: muriéndose de miedo al conocer las pruebas.
Un poco después de eso, un grupito de chicos de Durmstrang entró en el salón haciendo
girar la cabeza a todos los muchachos de Hogwarts.
Un murmullo generalizado se extendió entre las chicas.
“Mira, ahí viene…”
“¡Es él! ¡Va a presentarse!”
Kristoff Holger se dirigía decididamente hacia el cáliz, con un trozo de papel entre los
dedos.
El salón se quedó en completo silencio cuando arrojó su papel al cáliz, y su mirada fue a
parar directamente a Hoseok, quien se encontraba sentado en un rincón solitariamente.
Otro imbécil, pensó Hoseok de mala gana. Hasta que sus ojos y los del mayor se
encontraron.
Algo se removió dentro de él, silenciosamente.
Después de eso, Kristoff abandonó el salón, y algunos más de Durmstrang arrojaron sus
nombres.
Esa noche nadie más se acercó al cáliz de fuego, ni siquiera los alumnos de Beauxbatons,
quienes prefirieron aplicar la estrategia de postergar su aparición para otro momento, y con
el objetivo de presentar a sus candidatos en secreto.
Sólo hubo una persona más que entró al salón del cáliz cuando todos los alumnos se fueron
a dormir esa noche.
Y arrojó un nombre, que convirtió las llamas en un tono escarlata que sólo lograron
recuperar su destello azulado cuando se acercó la madrugada.

Varios días después


“¿Al final…? ¿No te has presentado?”
“Hmnh… bueno… estoy pensándolo.” Tararea Jimin en voz baja.
Jungkook y Jimin están tirados en el césped de uno de los patios, holgazaneando durante
la tarde.
“Park Jimin, ¿pensándolo?”
Jimin se ríe un poco. “¿Qué hay de ti?”
“Na, yo paso de esa mierda.”
“Claro, claro, te quitaría tiempo para mimar a Taehyung.” Suelta Jimin divertido.
Jungkook levanta la cabeza y le mira mal. “¿Qué dices idiota?”
“Vamos, os he visto escaquearos para daros besitos.” Dice su amigo estirando los brazos
y doblándolos bajo su propia nuca. “Si no te estás saltando clases es porque Taehyung nunca
se salta nada. Que si fuera por ti…”
Jungkook le pega un tirón a su capa y le cubre la cabeza para que se calle. Menudo
pervertido estaba hecho su amigo, se dice mentalmente.
Aunque sí, bueno, puede, en un cierto caso hipotético, que sus hormonas revolucionadas
le hubieran hecho pensar en aquello de saltarse las clases. Pero él también era un chico
responsable, ¡por el amor de dios!
Jimin se deshace del embrollo molesto de su cabeza, y se incorpora sobre el césped
soltando unas carcajadas.
“Oh, ahí está Hagrid.” Dice de repente.
Jungkook se levanta a su lado, pero encuentra Madam Maxime en compañía del hombre.
Ambos parecen iniciar una conversación amable.
“Creo que hasta Hagrid va a echarse novia este año.” Se lamenta Jimin, echándole bastante
teatro. “Y yo sigo solo, abandonado, sin nadie que se preocupe por qué pasará con mi pobre
y solitaria alma.”
“Hoseok está preocupado.” Manifiesta Jungkook divertido, aunque no tenía nada que ver
con eso.
“Ya.” Expresa levantándose y sacudiendo su capa. “¿Dónde está hoy…, por cierto?”
“No sé, ¿en la biblioteca?” responde su amigo con simpleza.
Jimin suspira sonoramente. “Voy a… dejarme caer por la biblioteca, ¿vienes?”
Jungkook niega con la cabeza. “No, por favor, no más biblioteca. Nos vemos luego.”
“¡Nos vemos luego!” Jimin se encoge de brazos y sale del patio.
El azabache se queda a solas, pero al menos se siente un poco mejor sabiendo que Jimin
había abandonado la idea de presentarse.
El joven de pelo claro de Gryffindor se pasea por Hogwarts distraídamente, se cruza a un
grupito de chicas de Beauxbatons que se le quedan mirando, y de paso se choca con una de
ellas justo al girar una esquina.
Como hecho fatídico: la chica llevaba una bola de cristal en la mano, que se cae al suelo
y se parte en un montón de pedazos.
“¡N-no! ¡La bola de nieve!” La muchacha se lleva las manos a la cabeza, con un acento
extranjero.
Jimin mira el desastre sintiéndose culpable.
“L-lo siento.” Dice el joven.
“¿Qué lo sientes?” ella le mira ferozmente con ojos azulados. Su cabello es pelirrojo, y su
rostro está lleno de pecas. “Esa bola de nieve la he traído desde Francia. ¡Era un regalo de mi
casa!” exclama con enojo.
Jimin parpadea, sin poder creerse que encima la tía le levantase la voz. ¡¿Estaba de
broma?!
“Joder, pues mira por dónde vas si llevas algo encima tan importante, mocosa.” Escupe
Jimin guardándose las manos en los bolsillos.
Ella exhala una sonrisa sarcástica. “¿Mocosa? ¿Perdona?” repite incrédula.
“Perdonada. Y si me disculpas...” Jimin pasa de largo, y la chica le agarra del borde de la
camisa con una cara irritada.
“¡No, no, no! ¡Tú me lo pagas, rubito!”
Jimin echa hacia atrás la cabeza cuando sus rostros se encuentran excesivamente cerca.
Sólo entonces se percata de que sus pestañas son tan claras que apenas pueden distinguirse
en sus párpados.
“Pero qué forma más desagradable que tenéis de ligar los extranjeros, por los calzones
holgados de Merlín.” Escupe Jimin, haciendo entrar en erupción a la joven.
Ella le agarra del cuello de la camisa y comienza a zarandearle cómicamente, justo cuando
Madam Maxime se topa con aquellos dos gritándose.
“¡Giselle!” exclama la directora. “¿Se puede saber qué hace?”
La chica suelta a Jimin como un rayo y se siente tan avergonzada que se tapa la cara con
ambas manos.
“E-eh-eh… s-señora Maxime, verá…”
Jimin carraspea un poco, y aunque el cuello de su camisa y corbata están medio del revés,
le echa un cable de improvisto.
“D-disculpe, Madam Maxime, ¿verdad?” emite de repente. “Hemos tenido un pequeño
accidente, pero Giselle es tan amable que se ha ofrecido a recoger su propio desastre. No
sabía que Beauxbatons constaba con una educación tan excelsa, es un placer recibirles en el
castillo.” Dice Jimin presumiendo de un respecto muy considerado.
“Oh, Giselle, querida. No se preocupe.” Maxime se acerca a la muchacha complacida por
las palabras de Jimin, saca su elegante varita de color plateado del bolsillo y musita un
encantamiento que recompone su bola de nieve mágicamente.
Ella exhala su aliento y agarra la bola de cristal de nuevo, súper emocionada. Jimin no
sabe dónde meterse.
“Muchísimas gracias, Maxime.” Dice, y mira a Jimin de soslayo cuando la directora sonríe
cándidamente.
“Tenga cuidado la próxima vez.” Le dice antes de largarse.
Giselle no sabe muy bien cómo enfrentarse a Jimin después de eso. “Uh…”
“Eh…”
“Y-yo…”
“N-no hace falta que, quiero decir…” musita Jimin.
“S-sí… g-gracias por decirle que...”
Jimin carraspea un poco tenso. “Nos vemos, supongo.”
“¡Au revoir!” dijo la muchacha saliendo disparada.
Un grupito de chicas de Beauxbatons están mirándoles a ambos desde uno de los arcos
del patio, se ríe en voz baja y cuchichean, y Giselle se dirige a ellas tan colorada como su
propio cabello.
Jimin intenta apartar el hecho como algo aislado sacudiendo la cabeza. Se dirige a la
biblioteca intentando olvidar la escenita.
Casi le zurra una de esas princesitas, y había vivido para contarlo. Maravilloso.
Por suerte, encuentra a Hoseok en el interior de la biblioteca, aunque no tiene la
oportunidad de acercarse a él pues el muchacho dispone de la excelente compañía de alguien
muy inesperado: Kristoff Holger.
Ambos parecen hablar amigablemente, y contra todo pronóstico, Kristoff y Hoseok
comparten unos pergaminos de apuntes.
A Jimin casi se le desencaja la mandíbula.
¿No se supone que Hoseok no le gustaba las técnicas mágicas de las que aprendían los
alumnos de Durmstrang? Por dios, ¡a él ni siquiera le gustaba el Quidditch!
Jimin se siente tan molesto, que opta por retirarse mordiéndose el labio tan fuerte, que casi
se hace sangre.
Jungkook vuelve a cruzárselo por un pasillo de improvisto.
“Eh, ¿no ibas a la biblioteca?”
“Cambio de planes, me voy a la torre Gryffindor.” Dice su amigo pasando por su lado
rápidamente.
Jungkook se gira en redondo y se pregunta por qué carajos todo el mundo andaba tan
cambiante de humor últimamente.

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Beatriz

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social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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La única clase nocturna del Colegio de Hogwarts es la práctica de Astronomía, que se


sucede tras la cena y dura un total de 90 minutos de reloj, un día a la semana.
Taehyung se encontraba conversando con Yoongi y un compañero del Coro del Sapo de
camino a la Torre de Astronomía, cuando Jungkook apareció velozmente con rostro de
preocupación.
“Tae. Es urgente.” Dijo con voz grave, el azabache agarró la manga de su jersey y tiró de
él llamándole la atención.
Taehyung parpadeó, se despidió brevemente de sus amigos y siguió sus rápidos pasos con
inquietud.
“¿Qué ha pasado? ¿Kookie?” insistió Taehyung entre el silencio de sus zancadas.
Los dos se alejaron de la Torre de Astronomía, doblaron un par de pasillos iluminados por
tenues antorchas, y Jungkook localizó el hueco de la escalera serpenteante a donde se dirigía.
“Jungkook–” Taehyung agarró su muñeca y estaba a punto de detenerle, sintiendo el
corazón en la garganta.
Pero lejos de lograr un argumento razonable, el de Gryffindor le empujó por los hombros
bajo el hueco de la escalera y su espalda golpeó la pared haciéndole soltar un jadeo.
Sus labios fueron rápidamente cubiertos por los de Jungkook, en un intenso beso que
ejerció un tirón en la boca de su estómago.
“Mmn-hnm–” su corazón se lanzó contra sus costillas cuando el azabache acarició con su
lengua sus labios entreabriéndolos.
Taehyung se siente mareado en el primer par de besos del muchacho. Necesita enganchar
el anclaje de sus dedos en el borde de su jersey para sentirse estable.
Cuando Jungkook se separa, se encuentran tan cerca que sus pestañas se rozan y sus labios
húmedos y entreabiertos respiran el mismo aire.
“Me has asustado...” refunfuña.
“Ssshhh…” sisea el de Gryffindor, desanudando levemente su corbata esmeralda con finas
rayas blancas. “Es una urgencia.”
Taehyung rueda sus ojos con las mejillas ruborizadas, si bien la luz no llega a iluminarles
exactamente, puede ver el perfil de su silueta en el suave contraluz.
E iba a matar a Jungkook, iba a hacerlo, se dice mentalmente mientras el joven se
concentraba en algo más.
Él se siente un poco nervioso cuando Jungkook acaricia el primer botón del cuello de su
camisa y lo desabotona con esmero. Jungkook apoya un brazo en la pared junto a su cabeza
y se inclina para besarle, aunque en esta ocasión evade sus labios y deja colgado a Taehyung
a traición.
Taehyung abre los labios y vuelve a cerrarlos, se muerde el labio inferior rápidamente
omitiendo su propia queja.
Un intenso hormigueo invade la piel allá por donde Jungkook posa sus tibios labios.
Debajo de su oreja, en el lóbulo de esta con un leve tirón de sus dientes, y unos besitos por
la línea de su mandíbula, trazando suavemente un cariñoso camino que le hace liberar un
jadeo reconfortante.
El joven entrecierra los ojos y se retuerce un poco entre sus brazos. Nunca se había
preguntado si se sentía preparado para los besos en el cuello. Y aún menos con Jungkook.
No era algo que hubiera hecho antes, pero ese instante de gloria le hizo saber la forma en
la que el deseo les hacía entrar en combustión.
Y Jungkook le hacía reaccionar como nadie, le hacía sentirse inexperto y nervioso,
inexplorable.
Y estaban cometiendo la mayor irresponsabilidad del mundo saltándose una clase –aunque
eso era culpa de Jungkook– y enrollándose debajo de una escalera como si no tuvieran otra
cosa mejor que hacer a esa hora lectiva de la noche.
¿Porque no la tenían? ¿Verdad?
“Mhmn…” los besos de Jungkook en su cuello entierran sus dedos entre los mechones de
su cabello negro.
Taehyung le acaricia jadeando suavemente, y la temperatura sube entre los dos hasta que
se sienten acalorados. El de Gryffindor levanta la cabeza unos segundos después y sujeta su
mejilla con una cálida mano.
“¿Te gusta esto más que las clases de Vector…?” pregunta con real curiosidad sobre sus
labios.
Su compañero estrecha el lazo de sus brazos alrededor de su cuello y responde con un
beso.
Pegados a la pared y enfrentándose al otro entran en una lenta combustión besándose de
forma más profunda y agresiva, en la que Taehyung se encarga de arrancar el aliento de los
labios del pelinegro con unos mordisquitos de sus dientes en su labio inferior.
Y estar en un maldito rincón a solas le sabía a gloria, a pesar de que estuvieran saltándose
treinta y cuatro normas al mismo tiempo.
Jungkook sabe que le sobra el jersey y la corbata, cuando se siente lo suficientemente
caliente. Pero no estaba tan ido de la cabeza como para deshacerse de alguna prenda allí
mismo, por mucho que se muriese de ganas por comenzar a hacerlo.
Taehyung le empuja hacia un lado, planeando darle la vuelta a la tortilla. Y Jungkook se
deja llevar hasta la misma pared permitiendo que el rubio le besase como quería.
Se comen a besitos con una leve sonrisa que se va borrando de sus labios, mientras las
manos de Jungkook exploran la espalda, cintura, y trasero del chico con unos cálidos dedos
sobre el tonto uniforme.
Claro, eso no dura demasiado, cuando el peor ser viviente de todo el castillo se topa con
el par de mocosos enrollándose y bastante emocionados debajo de la escalera.
Y no lo hubiera hecho si no fuera porque el sonido de sus besos era bastante llamativo.
Snape levanta la lámpara de aceite de su mano y los ilumina. Su mera presencia provoca
que ambos se separen como si les hubiese tocado un rayo. O bueno, peor. Porque a Jungkook
ya le había atravesado un rayo en cuarto año, y que Snape lo hiciese era mucho peor que una
descarga del mismísimo Zeus.
“J-joder-” maldice Jungkook. “P-profesor…”
Taehyung y él intenta recomponerse sintiéndose súper avergonzados.
“Vaya. Si se han escapado un par de zorros de las mazmorras.” Pronuncia el hombre sin
una pizca de gracia, mirándolos a ambos. “Me pregunto qué diría su madre de esta actitud
tan reprochable, señor Kim. Saltándose clases, ¿en serio?”
“S-señor Snape-”
“Quince puntos menos para Gryffindor.” Anuncia Severus, arrastrando las palabras
severamente. “Y aunque me cueste tirar piedras sobre mi propio tejado, señor Kim… quince
menos para Slytherin.”
Taehyung y Jungkook se miran de soslayo. Y reciben un feroz castigo del director de la
casa Slytherin por saltarse la clase de Astronomía y según sus palabras textuales; mantener
un comportamiento altamente lascivo en las instalaciones de un colegio donde estudiaban
menores.
Jungkook dejó caer la copa dorada sobre la mesa del Gran Comedor después de tomar un
trago de su zumo de calabaza.
“Te juro que Snape tiene un condenado radar en mi trasero.” Exclama el azabache
irritado.
Jimin se ríe en voz baja a la hora del desayuno, inclinándose sobre la mesa con un rostro
muy divertido.
“Por lo menos no te ha dejado sin Quidditch este año, ¿cuál es tu pena? ¿barrer la
Lechucería todos los sábados y domingos?” su amigo intenta consolarle de una forma poco
efectiva.
“Jimin, está llena de caca de Lechuza.” Gruñe Jungkook.
Además, a Taehyung le había tocado echarle una mano al señor Filch fregando el baño de
los chicos de la segunda planta, que se había misteriosamente inundado.
“Huh, ahí viene tu amiguito.” Jimin suelta aquello haciendo que Jungkook levantase una
ceja.
Cuando gira la cabeza hacia la puerta, ve a Hoseok acercarse con un puñado de libros de
su clase optativa sobre Cuidado de Criaturas Mágicas avanzado.
“¿Mi amiguito?” repite incrédulo.
“Voy a estirar un poco las piernas, creo que Seamus está afuera.” Inventa Jimin
levantándose de la mesa.
No sabe qué cojones ocurre con Hoseok y Jimin, pero Hoseok saluda al rubio de paso, y
el chico pasa de largo sin decir ni mu, y con una cara desganada.
El de Hufflepuff suelta los libros encima de la mesa y mira por encima de su hombro antes
de esbozar una mueca de desagrado.
Se sienta junto a Jungkook musitando el montón de tareas que tenía pendientes, y eso que
sólo estaban a principios de curso.
“Mira, de verdad, es que con todo esto de la incorporación de Durmstrang y Beauxbatons
no he tenido tiempo para nada. Sprout me ha pedido que ayudase a algunos de los nuevos
alumnos a orientarles por el castillo y a echarles una mano con las asignaturas de Hogwarts,
y es una locura.” Parlotea Hoseok agobiado, pasándose una mano por la corbata amarillo
yema. “¿Sabías que Beauxbatons tiene una asignatura de plantas acuáticas del mediterráneo?
Yo tampoco. Les envidio tanto.”
Jungkook exhala una risita. Hoseok podía que haber acabado en la casa Ravenclaw por
aquella remitente obsesión que tenía por saberlo casi todo y sacar excelentes notas, pero sus
ganas de mejorar en todo no se basaban en ambición ni rivalidad, sino en pura pasión por el
mundo que le rodeaba.
Y su mayor afluente eran los animales mágicos, la naturaleza más pura, y aquella nobleza
por la que su corazón se decantaba.
“Oye, te he visto con Holger esta mañana en el pasillo.” Menciona Jungkook clavando los
codos en la mesa.
“Oh sí, será wolverine sobre la escoba, pero no se entera de nada, el pobre.” Contesta
Hoseok, pasando las hojas del libro rápidamente. “Le he tenido que dejar una guía de apuntes
que escribí yo mismo. Y dos manuales. Pero dice que va a pagármelos, así que… tendré unos
galeones extra para navidades.”
Jungkook envidia un poco a su amigo, le importaba tan poco el Quidditch –más allá de
tomárselo como un evento divertido–, que ni siquiera parecía verse demasiado sorprendido
sobre que Kristoff fuera una inminente celebridad en todo el colegio, y la mitad de Hogwarts
sólo hablase de eso.
“Seguro que Jimin se muere de envidia porque seáis amigos.”
“Huh, ahora que lo dices…” musita en voz baja.
“¡Eh, chicos! ¡No os perdáis esto! ¡Un prefecto va a meter su nombre!” Will les hace
señales con la mano desde el portón del Gran Comedor.
Jungkook y Hoseok se levantan de la mesa con una miradita, y también lo hacen otros
muchachos que estaban ganduleando por allí o simplemente jugando al ajedrez mágico.
Salen del comedor acelerando el paso y se dirigen al salón que habían establecido para el
cáliz de fuego.
Un grupo de Ravenclaw aplaude y empuja divertidos la espalda de Kim Namjoon hacia
el cáliz.
Los vitoreos de la casa de los zafiros se alzan en todo el salón y Namjoon se sonríe
ampliamente, aunque baja la cabeza humildemente mientras se dirige hacia el cáliz de fuego
con un papelito entre los dedos.
Jungkook abre la boca sorprendido. “Kim Namjoon… ¿va a presentarse?”
El joven atraviesa la línea de edad, rascándose la nariz brevemente, estira el brazo y deja
caer el papelito en las llamas de fuego azulado, que libera unos destellos.
Todo el mundo le felicita después de eso, le dan unos golpecitos en la espalda y le animan
diciendo que sería el elegido de Hogwarts.
“Creo que es un buen sujeto para que el cáliz le reconsidere.” Expresa Hoseok mirándole
desde allí, junto al azabache. “Es uno de los mejores de nuestro colegio… y está muy
preparado. Puede ser un gran rival para Durmstrang.”
Jungkook reconsidera sus palabras observando a Namjoon, y el joven de Ravenclaw le
mira de soslayo con una sonrisa, y les saluda con la cabeza a ambos.
Tal vez debía haberlo estado reflexionando durante todos aquellos días. Y Namjoon
parecía saber perfectamente lo que se hacía. Él no se estaba presentando como otros, tan sólo
por vacilar o hacerse el valiente, o porque la gente hablase de él y hacerse notar entre todos.
No. Namjoon no tomaba una decisión así, sin meditarla.

Jimin intenta apartar el hecho de que acababa de cruzarse a Kristoff en la entrada, con un
enorme grupo de babosas persiguiéndole para pedir su autógrafo.
Guapo. Joven. Exitoso. Y encima venía de uno de los colegios de magia más antiguos de
Europa.
Qué puta pesadilla, pensó Jimin pasando por un lado sin apenas espacio.
Para colmo, la otra tarde él les había dado una clase magistral sobre cómo hacer trompos
en el aire con la escoba (girar muy rápido y dejarse caer en círculos) porque el entrenador se
lo había pedido.
Y él apareció con una sonrisa y un ánimo encantador, que hizo que Jimin apartase su lado
fan, para comenzar a sufrir náuseas durante el último par de semanas.
“Creo que Bogum saldrá elegido.” Dijo Jungkook. “Quedan dos días para la selección,
¿verdad?”
Él y Hoseok se encuentran sentados en el jardín del Patio de Transformaciones, tomando
los leves rayos de sol de otoño que dejaban de calentar por momentos.
“Sí. Pero, si Park Bogum tiene un rival… apostaría por Joonie.” Comenta Hoseok
sujetando la pluma con la que escribía, y cruzándose de brazos. “La casa de Ravenclaw puede
sentirse orgulloso de tener a alguien tan capaz y brillante. Siendo sincero, le veo en el
Torneo.”
Jimin se sienta junto a ellos dejando su bolsa con provisiones para la clase de pociones en
el suelo.
“En serio, ¿apoyáis que Namjoon se presente?” resopla, escuchándoles. Él le pega un
mordisco a una barrita de cereales, y mira a sus dos amigos sin entender nada. “Pensé que
decíais que era peligroso y blah, blah, blah.”
Jungkook consigue ver a Taehyung pasando entre los arcos del pasillo que asoman al
patio, y se levanta rápidamente para ir a saludarle.
“Ahora vuelvo.” Les dijo.
Hoseok y Jimin se quedan a solas unos instantes.
El de Hufflepuff clava su pluma en su redacción de Historia de la Magia cuyo pergamino
apoya sobre sus rodillas, y entonces es interrumpido por la bravuconería de Jimin soltando
algo tan absurdo que casi atraviesa el papel con la punta.
“Aunque, a decir verdad, no es como si me extrañase que estés de su parte. También estás
con el tipo ese de Durmstrang.” Expulsa fatídicamente. “No ha sido tan inesperado saber que
estás de su parte.”
Hoseok levanta la cabeza con los ojos muy abiertos.
“¿Disculpa?” por un instante, incluso piensa que había escuchado mal a Jimin.
Pero Jimin se relame, y sus ojos son dos rendijas oscuras.
“¿Cómo se llamaba? Oh, sí, Kristoff Holger. Ese imbécil.” Pronuncia. “Tiene correteando
tras él a medio patio de chicas y apenas ha sido fichado por noruega para la liga de Quidditch.
Ridículo.”
“Espera…” Hoseok sonríe incrédulo. “Pensé que habías dicho que eras fan suyo.”
“Sí, claro, le chuparía la polla encantado.” Suelta con un fuerte sarcasmo. “Pffs.”
Hoseok ladea la cabeza y emite un oh sintiendo el guantazo verbal.
Jimin insiste en comerse su barrita de cereales en silencio después de eso, y desvía la
mirada. Pero Hoseok sí que se le queda mirando. Y no solo eso, su sangre comienza a hervir
por lo desagradable que estaba siendo.
Es más, últimamente, Jimin era un puto desagradable con todo el mundo.
Hoseok suelta la pluma y su redacción sobre el césped de un manotazo.
“A ver qué me entere, entonces te obsesionas con que Durmstrang iba a venir a Hogwarts,
estás todo el puto día hablando de lo mismo, y te pones como un fanboy con Holger cuando
llega…, para que días después odies todo eso.” Manifiesta Hoseok enojándose. “Entiendo
Jimin, eres muy congruente a veces.” Dice con voz aguda.
Jimin le mira de medio lado.
“Disculpa, ¿te he ofendido?” duda bajando la voz, con una cara inocente. Jimin se lleva
una mano teatral al pecho, sufriendo por su falsa preocupación. “Había olvidado que ahora
también es tu mejor amigo, ¿podrías perdonarme?”
Hoseok frunce el ceño. “Pero, ¿qué coño te pasa?” exclama molesto. “¿Ahora también
tienes un problema con que me lleve bien con él?”
“No, para nada. Me encanta saber que estás más con ellos que con nosotros. Y
probablemente Holger gane esa basura de Torneo, y de paso puedas sentirte orgulloso por
él.”
“Jimin, tú fuiste quien dijo que confraternizáramos con ellos, ¿y ahora te pones como un
capullo?” vacila Hoseok perdiendo los nervios. “Y-yo sólo estoy cumpliendo con lo que
Sprout–”
“Claro, la tontería de los apuntes da para mucho–” le interrumpe velozmente.
“Vete a la puta mierda, Jimin.” Escupe Hoseok con voz grave, levantándose del suelo.
Él recoge sus cosas con las manos temblorosas, y Jimin le mira encolerizado.
En la frente del Gryffindor se marca una vena sobre su ceño fruncido. E intenta rebuscar
lo que sea para soltar cualquier cosa hiriente que le hiciese saber a Hoseok lo decepcionado
que se sentía con él porque estuviese apoyando al resto en aquello del Torneo, mientras le
retiraba la palabra a él por tan sólo mencionar que le apetecía ganar aquel premio.
¿Por qué tenía que ser tan injusto? ¿Es que él era menos que el resto?
“Tú también puedes irte a la mierda, Jung. Y no hace falta que te molestes en volver a
hablarme.” Expresa Jimin. “Es más, libérame de tu insufrible presencia durante el resto del
curso.”
Hoseok se cuelga su bolsa del hombro y le mira desde arriba. Su rostro se debate una
mezcla de enfado y dolor, que envía una extraña punzada directa al pecho de Jimin sabiendo
que se había pasado con eso último.
El Hufflepuff mete la mano en su bolsa y rebusca algo.
“¿No eras tú quién quería su autógrafo? Ahí lo tienes.” Suelta lanzándole un trozo de papel
que sale volando.
Sin mucho esfuerzo, el trozo de pergamino se deja caer sobre el césped, junto a la rodilla
de Jimin.
Y está firmado con una bonita letra negra llena de florituras, junto una snitch dibujada que
mueve las alas. Incluye la dedicatoria especial: para Park Jimin.
Jimin vuelve a mirarle con un rostro indescifrable entonces.
“Que te jodan, Jimin.” Pronuncia Hoseok, antes de marcharse.
Jimin traga saliva pesada, se queda allí, con un par de cabezas que giran la cabeza
sintiéndose atraídos por la breve discusión a voces.
Jungkook y Taehyung pasan por uno de los arcos del patio dirigiéndose hacia ellos, ajenos
a la discusión.
“Eh, Hobi–” empieza Jungkook.
Hoseok atraviesa entre los dos bajando la cabeza y golpeando el hombro del azabache, y
pasa de largo entrando al castillo.
Jungkook se gira en redondo y le sigue con la mirada mientras se aleja ondeando su capa.
¿Había visto sus ojos llenos de lágrimas? ¿O era un efecto de las lentes?
Jungkook sale caminando tras él, pero Taehyung agarra le agarra del codo para detenerle.
“Mira…” dice, señalando a Jimin.
Su otro amigo sale del patio por otro de los arcos, evadiéndoles a ambos.
“Pero, ¿qué…?”
“Será mejor que… les des su espacio…” sugiere Taehyung, con una corazonada. “Por
ahora.”
Tal vez no les conocía de forma muy íntima, pero durante el tiempo que Tae había estado
con los chicos en sexto, comenzó a notar que Hoseok y Jimin habían empezado a comportarse
de una forma especialmente tensa entre ellos.
Y Jungkook no terminaba de captar demasiado bien por qué estaba sucediendo.
Sólo quedan un par de días para la elección de los participantes del Torneo de los Tres
Magos, y los alumnos continúan con su actividad natural con el agregado de los alumnos
invitados.
Los de la Academia Mágica de Beauxbatons presentan una unidad del coro en el patio y
hacen saltar hermosos delfines de agua desde la fuente, sólo con sus voces.
Jimin pasea por allí a solas, evadiendo unas cuantas caras conocidas, y advierte de
casualidad a la chica pelirroja de Beauxbatons.
¿Giselle? ¿La tonta que casi le zurra en mitad del pasillo porque se le escurriese una bola
de nieve entre las manos?
Jimin se sienta a observar el coro. La gente aplaude cuando terminan, y Giselle encuentra
sus ojos de soslayo.
Ella aparta su mirada súper rápido. Se siente amenazada por el de Gryffindor –como si
fuese un matón esperando a hacerle algo–, y pierde el hilo de la conversación con sus amigas
durante unos minutos.
Cuando vuelve a echar un vistazo, el rubio ni siquiera está. No era para tanto.
Aunque desgraciadamente a Beauxbatons le encanta el Quidditch y son bastante
competitivos, así que el nombre de Park Jimin, como el mejor Cazador de Gryffindor –la
casa más competitiva entorno al Quidditch– y el que más veces atravesaba el aro, se hace
resonar en su cabeza hasta el punto de preguntarse por qué narices tenía que ser él y no otro
chico.
No sé, Jeon Jungkook, por ejemplo. Que, para colmo, esos dos siempre estaban juntos, y
casi todas suspiraban por él como si fuera una súper estrella por haber salido en los periódicos
británicos.
Kim Taehyung se dirige hacia la sala común de Slytherin a mitad de la tarde, sintiéndose
un poco cansado de las clases.
Entra en el salón y escucha estudiando y resolviendo dudas al grupito de chicos que se
sienta junto a la pequeña biblioteca exclusiva de la sala. Otro par están echándose una partida
al ajedrez mágico.
Él pasa a su dormitorio para quitarse y colgar su capa, y después vuelve a la sala común
encontrando a Bogum sentado en el sillón dorado y esmeralda.
El joven se encuentra con la mirada perdida sobre la llama con destellos esmeraldas de la
chimenea.
Taehyung se sienta a su lado a propósito, apoyando un brazo sobre el respaldo y mirándole
directamente.
“¿Qué? ¿Emocionado?” formula Taehyung.
Bogum esboza una leve sonrisa en sus labios, parpadea y gira la cabeza para mirarle,
alegrándose de recibir su breve compañía.
“Algo así…” Menciona bajo sus ojos. “Me tomo esto en serio, Taehyung. ¿Qué hay de tu
chico?”
Taehyung se mordisquea la punta de la lengua, y mira brevemente el fuego esmeralda.
Hablar de Jungkook en ese momento no era lo que planeaba.
“Sé que vas en serio…” Murmura con sinceridad. “Bog.”
“¿Hmnh?”
“Oye. Sé que eres capaz, pero…” Taehyung suspira y vuelve a mirarle muy seriamente.
“Si sales elegido, te apoyaré en lo que necesites. Cuenta conmigo, ¿de acuerdo?”
Bogum parpadea unos instantes, se siente conmocionado por las agradables palabras de
Taehyung.
No era como si se llevasen mal o algo, ellos simplemente se habían distanciado durante
esos meses, y apenas pasaban tiempo juntos.
Pero los sentimientos de Bogum por él siempre estarían ahí. A pesar de que estuviese con
el estúpido de Jeon, quien prácticamente parecía habérselo arrancado de sus brazos.
Bogum sabe que no es así, no obstante. Taehyung sabía perfectamente con quién elegía
estar, y lo había visto en sus ojos aquella noche de los TIMOs, cuando eligió arriesgarse a
luchar por Jungkook.
Pero a veces no podía evitar tenerle un desdén terrible al escarlata por forzarse a pensar
que, por su culpa, Taehyung ya no estaba con él.
“Gracias. Contaré contigo.” Dice Bogum, el de verdad.
El auténtico Bogum, y no el tirano que a veces era.
Aunque traga saliva por un momento, y vuelve a mirarle de soslayo, preguntándole a
Taehyung si él ya había arrojado su nombre al cáliz.
Taehyung sonrió un poco.
“Nah, no. No está entre mis planes complicarme más las cosas.” Contestó con sinceridad.
“Bien, eso significa que tengo reales posibilidades de ser el elegido.” Dijo Bogum, sin real
intención de hacerle un cumplido.
Aunque lo era. Era un cumplido, porque Bogum estaba seguro de que, si Taehyung no se
presentaba, él mismo era el que más probabilidades tenía de salir escogido de todo Hogwarts.
Porque Bogum sabe que Kim Taehyung era excesivamente ágil, dotado y dedicado a las
artes mágicas, como para pensar que, si su nombre estuviera entre los candidatos, alguien
pudiese tener una mínima opción frente a él.
Taehyung acepta su cumplido silenciosamente, y se levanta el sillón tras apretar su
hombro con una mano familiar.
“Suerte.” Le dijo de corazón, esperando que pudiera alcanzar aquella primera victoriosa
gloria.

*
Jimin cenó muy rápido, sentándose al otro lado de la mesa dejando un poco en shock a
Jungkook, quien no le encontró con la mirada durante la cena.
Le preguntó a Hoseok por el chico, y él sólo se encogió de brazos. Sabía que estaban
enfadados y que habían discutido por algo.
Pero Hoseok no le había contado mucho más, y Jungkook esperaba que se solucionase
tarde o temprano.
Así que Jimin evadió a sus amigos esa noche, y se largó hacia la sala común sin muchos
ánimos.
Para su sorpresa, topa con un pequeño grupo de Beauxbatons saliendo del salón del cáliz
a esa hora. Debían haber votado en secreto, se dijo.
Beauxbatons quería mantener muy en secreto qué ases se guardaba bajo la manga.
Pero lo que no se esperó para nada, era encontrarse con Giselle Bonnet arrojando su
nombre orgullosamente bajo el aplauso de un puñado de chicas.
Ellas se largaron taconeando para no perderse lo que quedaría de la cena.
Jimin se apoyó en la puerta con los brazos cruzados, y Giselle tuvo un atisbo del muchacho
justo al pasar por su lado.
Él se ahorró saludarla. No le interesaba demasiado, aunque le siguió inevitablemente con
la mirada, mientras el grupito de chicas se alejaba balanceando sus vestidos azules que
llegaban por encima de las rodillas, sobre sus zapatos de diminuto tacón que resonaban por
todo el castillo cuando caminaban.
Y, ¿quién no iba a girar la cabeza cuando caminaban? Todo el mundo lo hacía.
Giselle se despide brevemente de sus compañeras y se separa del grupito de repente,
dándose la vuelta en redondo.
Jimin sigue mirándola desde el otro lado del pasillo, aunque se siente un poquito forzado
a mirar hacia otro lado cuando ella se dirige hacia él de forma tan directa.
No. No era una casualidad que caminase de nuevo hacia allí, y aún menos con aquella
cara de francesa estirada.
“¿Me estás siguiendo?”
Jimin casi se atraganta con su propia saliva por la cantidad de carcajadas que escapan de
su pecho. Dios, aquello era tan bueno como que le estuviera hablando de nuevo.
“¿Repite eso?” sonríe Jimin bastante divertido, aún apoyado en el marco de la entrada.
Ella se chasquea con la lengua, y rodea los ojos antes de tomar un profundo suspiro que
le inspira paciencia.
Mira de soslayo la sala del cáliz, y después vuelve a mirar a Jimin.
“¿Eres el perro guardián de esa cosa?”
“¿Huh?”
“Que si vas a presentarte.” Insiste ella. “O ya lo has hecho, y planeas destruir a tu oponente
antes de tiempo.”
“No.” Jimin responde con una apabullante neutralidad, guardándose una mano en el
bolsillo del pantalón del uniforme. “Y no.”
“Oh.” Giselle se queda un poco traspuesta. Algo le hace creer que va en serio.
“Y tú… ¿por qué te has presentado?” Jimin levanta una ceja que ofende a Giselle en
exceso.
Ella se cruza de brazos, preguntándose qué demonios tenía aquel tipo para subestimar a
una joven de Beauxbatons.
“¿Qué? ¿Crees que no sería capaz de enfrentarme a un Basilisco? No tengo miedo a las
pruebas, Park Jimin.” Dice la pelirroja cruzándose de brazos.
Jimin le mira socarrón, y le divierte saber que se sabía su nombre completo a esas alturas.
“Huh, si no lo digo porque tengas miedo. Lo decía porque no eres capaz de caminar sin
que se te caiga una bola de nieve de las manos.” Sonríe Jimin pícaramente.
A Giselle le entra un tic nervioso en el ojo, y aprieta un puño enguantado de seda azul
jurándose que se lo metería en toda la frente por mendrugo.
“No puedes nadar por nuevos horizontes hasta que tengas el coraje de perder de vista la
orilla.” Le dijo con nobleza, y unas llamas de valía en sus ojos claros.
Jimin le miró fijamente, aunque su mirada más bien la recorrió de arriba abajo como un
gato, dudando de cuanto tiempo había estado Giselle reteniéndose aquella estúpida frase de
manual, bajo la lengua.
“Por casualidad, ¿no tendrás una libretita donde te apuntes esas cosas?” duda el chico con
una mueca. “He leído que los europeos sois muy clásicos.”
Ella suelta una carcajada seca. Bueno, sí que la tenía. Pero no para frases motivacionales,
sino para recetas de hierbas que le apuntaba su abuela.
Giselle murmura algo sobre qué demonios le importaba a Jimin lo que apuntaba ella en
su libreta, y Jimin se ríe tan abiertamente, que ella se le queda mirando descubriendo la
bonita sonrisa del rubio, que hace ruborizar sus mejillas.
No sabe muy bien por qué, pero se pregunta qué era lo que hacía él merodeando por allí,
a solas.
A pesar de no conocerle de nada, algo le decía Jimin estaba un poco perdido esos días,
como si no supiera muy bien cómo evadirse de cosas que, de alguna forma, parecían estar
perturbándole interiormente.
“¿Por qué no quieres presentarte?” pregunta curiosa.
Jimin cree que hay demasiadas cosas que no puede explicarle a una desconocida. Así que
sólo se encoge de hombros y deja su pregunta allí, flotando sobre el aire.
“Sabes…” pero Giselle añade algo que el joven no esperaba. “Yo no lo hago por dinero.
Tampoco necesito reconocimiento, ni gloria. Pero a veces, hacer una mala elección es mejor
que no hacerla. Y tener el coraje de seguir adelante, eso es lo difícil. Una persona que está
parada, incapaz de continuar, nunca llegará a ninguna parte. Lo único que se necesita para
avanzar es coraje.”
El joven escucha sus palabras y comprende el significado de su valor. De que lo hacía por
ella misma, y por nadie más.
Jimin sonríe suavemente, entonces. Giselle se siente un poco confundida cuando el joven
se pasa la mano por el cabello dorado, exhalando el aire que contenía en sus pulmones.
“Es exactamente lo que estaba pensando.” Dijo. “Espero que no te lo dijera también te
abuela.”
*

Jungkook tiene al gato de Jimin encima del pecho, mientras sus ojos se pierden en el alto
techo de la sala común de Gryffindor. Lleva unos pantalones de cuadros rojos, y una sencilla
camiseta blanca y lisa de manga corta.
La chimenea está encendida, y todos los alumnos se han ido a dormir a esa hora.
Pero Jimin no había aparecido todavía. Y llevaba un día completo evadiéndole, hasta el
punto de preocuparle.
Cuando escucha al retrato de la Señora Gorda abrirse con un chirrido, levanta la cabeza
rápidamente, y Puff salta desde su pecho para ir a saludar a su chico favorito, avisándole de
que era Jimin.
Jimin lo agarra con un brazo y se lleva a la bola de pelo gris-azulada hacia el dormitorio,
pero Jungkook le detiene incorporándose del sofá.
“Eh, Jimin.” Le saluda.
El peliclaro gira la cabeza, se sorprende por verle allí a esa hora.
“¿Kook?” él suelta de nuevo al gato, mientras su amigo se acerca preocupado. “¿Qué
haces… despierto?”
“Oye…”
“He metido mi nombre en el cáliz.” Dice de repente.
Jungkook le mira atónito. “Oh. Vaya, pensé que…”
Jimin y él comparten un silencio que se extiende por toda la sala común. Lo único que se
escucha es un maullido de Puff y el fuego de la chimenea crujiendo por la leña.
“Sabes que voy a apoyarte en todo, ¿verdad?” expresa su mejor amigo. “¿Acaso dudas de
eso?
Jimin levanta los ojos y le mira fijamente. Sabe que Jungkook estaba siendo sincero, podía
verlo en sus ojos castaños y en rostro.
“Aunque a veces seas un capullo de cuidado.” Bromea el pelinegro. “Y aunque Bogum
vaya a partirte la boca si le quitas el puesto de candidato.”
Jimin se ríe en voz baja, y Jungkook echa un brazo por encima de sus hombros
amigablemente.
“Bueno, ¿qué? ¿saqueamos una despensa?” le suelta con un vacile. “No tengo ganas de
irme a la cama.”
“Oh sí, me muero por ponerme hasta el culo de magdalenas.” Ironiza su amigo.
Aunque ambos lo descartan rápidamente, recordando la mala experiencia. Ellos se quedan
un rato hablando en la sala común, y Jungkook logra que Jimin vuelva a comportarse como
siempre.
Le pregunta dónde se había metido, y le cuenta por encima que había estado charlando
con una chica de Beauxbatons.
Jungkook le hace la pequeña bromita de si era guapa, y Jimin sacude con la cabeza
descartándola de inmediato. Aunque sí, lo era.
Los dos hablan un rato hasta que les da suficiente sueño como para irse a dormir.
Después suben al dormitorio compartido y Jimin se pone el pijama, se lava los dientes en
el baño y se mete en la cama.

El día de la selección, el salón del Gran Comedor es despejado.


El cáliz es trasladado de nuevo allí, bajo la presencia de todos los profesores del centro,
el director de Durmstrang, Karkarov, y la directora Maxime de Beauxbatons.
También aparecen unas cuantas conocidas caras del Ministerio que supervisan todo.
Jungkook piensa en Owen, con quien había intercambiado unos mensajes esos días debido
al comienzo del Torneo. Según su tío, a él no le correspondía la dirección del Torneo de los
Tres Magos a pesar de ser considerado un juego de mundo mágico.
El cáliz de fuego era un objeto demasiado antiguo y transcendental, del que se hacía cargo
el departamento de Seguridad Mágica, llevado por Barty Crouch.
Jungkook sintió un poco de lástima por eso, le hubiera encantado que su tío pudiera estar
en Hogwarts durante las pruebas. Aunque él le dijo que tal vez su departamento podría
pasarse por los terrenos más adelante.
Jungkook estaba sentado sobre la mesa, como la mayoría de estudiantes que se
encontraban de pie o en los alrededores del cáliz.
Dumbledore dio el inicio a la ceremonia de selección indicando que el cáliz era
considerado como el juez imparcial cuya decisión era incuestionable.
Además, era un objeto que decidía por su propia cuenta, y siempre valoraba a los mejores
candidatos teniendo en cuenta todas sus características, por distintas que fueran.
Todo el mundo estaba emocionado esa tarde. Los de Gryffindor habían hecho sus apuestas
al mejor candidato, y un par de amigos de Jungkook se estaban jugando unos cuantos
galeones a quién resultaría elegido, como el más tonto de todos.
Hoseok llegó a la ceremonia a tiempo, mientras todo el mundo se apiñaba en el interior
del salón y las primeras llamas liberaban una ráfaga zafiro que destellaba en sus pupilas.
Hoseok encuentra a Jimin y Jungkook con los ojos.
Jungkook le había dicho unas horas antes que Jimin había metido finalmente su nombre
en el cáliz, y que se sentía poco arropado. Él no dijo nada. Para sorpresa de Jungkook, se
guardó su reacción, decidiéndose por no asistir a la ceremonia de selección.
Pero ahí estaba. Llegando justo a tiempo para comprobarlo.
“¡Kristoff Holger!” lee Dumbledore en voz alta, sosteniendo el papelito escrito con su
nombre que había salido despedido de las llamas del cáliz.
Todo el mundo aplaude a Holger, especialmente Durmstrang, cuyos alumnos parecen
extremadamente orgullosos del muchacho. Él se acerca para estrechar su mano a
Dumbledore.
“Felicidades, señor Holger.”
“Gracias.”
“Pase a la sala de los trofeos, por favor.” Dice el director, indicándole con una mano. “Nos
veremos en un momento.”
El chico de Durmstrang es acompañado por Severus hasta el pequeño salón de trofeos,
mientras el resto de los participantes son escogidos.
Un segundo nombre sale despedido del cáliz entonces y Albus agarra el papel volador con
una ágil mano llena de anillos plateados.
Un silencio sepulcral se extiende en el salón, como una niebla fría y tensa que corta el
ambiente.
“Bonnet, señorita, Giselle Bonnet.” Enuncia Albus Dumbledore con una voz clara y
retumbante.
Jimin abre la boca y busca a con los ojos Giselle entre los de Beauxbatons.
Entre todos los chicos y chicas vestidos de azul pálido, una joven pelirroja con pecas se
abre paso con aquel sombrero que parecía un trozo de helado, y se dirige hacia el director de
Hogwarts para estrechar su mano.
Los de la Academia Mágica aplauden y vitorean a la chica, y ella esboza una sonrisa de
orgullo y satisfacción que llena sus limpios ojos de una fina película de lágrimas.
Dumbledore la felicita y le ofrece que entre al salón de trofeos mientras tanto.
El último nombre está por caer, y sería alguien de Hogwarts, entre el puñado de chicos y
chicas que esperaba ser escogidos.
Había tantas posibilidades, que, por un segundo, Hoseok libera todo el aire de sus
pulmones y se siente como un manojo de nervios y vértigo.
Jimin se replantea su decisión durante unos segundos, Park Bogum toma aire preparado
para ser escogido, y Kim Namjoon espera con serenidad y paciencia para descubrir el nombre
de seleccionado, entre el resto.
Jungkook ve cómo la llama zafiro se libera con un fuerte destello plateado.
Taehyung cruza las manos tras su propia espalda y entonces, escuchan el nombre del
muchacho:
“¡Kim Namjoon!”
Los de Ravenclaw rompen en un aplauso y vitoreo que podría derribar las paredes del
colegio. El resto de los candidatos y grupos de Hogwarts aplauden con sorpresa.
Incluso Kim Namjoon se queda quieto por un segundo, sin esperarse aquello último.
¿Habían dicho su nombre? ¿Ese era su nombre?
El chico recibe un empujoncito de uno de su grupo y se dirige a Namjoon con asombro en
sus ojos.
“Felicidades, señor Kim. Estoy seguro de que será un grato representante de Hogwarts en
el Torneo.” Dice Dumbledore estrechando su mano.
“Gracias, señor.” Namjoon ensancha su sonrisa y mira hacia atrás, recibiendo el apoyo de
todo el mundo.
Taehyung se hace un hueco entre los jóvenes de Hogwarts y toca el hombro de Bogum,
quien mantiene la cabeza baja aceptando su rechazo y decepción en silencio.
Bogum le mira de soslayo, e intenta restarle importancia con una sonrisa débil. Pero
Taehyung sabe lo mucho que significaba para el muchacho.
Jimin, sin embargo, al otro lado del salón, no siente ninguna real por no haber sido
escogido.
De alguna forma piensa, que había valido la pena intentarlo. Y que se sentía bien por
haberlo hecho. Se había enfrentado a sí mismo haciéndolo, por muy complicado que resultase
entenderlo para otras personas.
Hoseok suspira nerviosamente a unos metros de distancia.
Conocer que Namjoon era el candidato seleccionado de Hogwarts le hizo sentirse mucho
más tranquilo, y con cierta satisfacción pensó que él ya lo había supuesto.
“Bien. Los tres seleccionados se han dado lugar a conocer.” Anuncia Dumbledore. “El
señor Holger, de Durmstrang. La señorita Bonnet, de Beauxbatons. Y el señor Kim, de
Hogwarts, Ravenclaw.”
Todo el mundo aplaude brevemente.
“La primera prueba del Torneo,” prosigue. “se dará a conocer exactamente una hora antes
del desafío. El cual se jugará en mitad del mes de noviembre. Dicho esto, gracias por asistir
a la selección de-”
El cáliz comienza a liberar unos destellos tras Dumbledore, que alertan a todos los
alumnos.
La profesora McGonagall da unos pasos, sacando su varita del bolsillo de su capa, al igual
que algún otro de los profesores. Pero es el señor Crouch quien más sorprendido se encuentra
de tal suceso.
Nadie sabe lo que sucede, ni siquiera el propio director de Hogwarts, cuando otro trozo
de papel sale disparado del cáliz de piedra cuyas llamas humean de un color escarlata
enfermizo.
Captura el trozo de papel en el aire, especialmente renegrido con unas letras
incandescentes que se apagan bajo sus pupilas incrédulas e iris grisáceos.
“J-Jeon…”
“Jungkook…”
“Jeon Jungkook.” Lee, casi con voz ronca. “¡JEON JUNGKOOK!”
Todos los asistentes, desde el primero hasta el último pierde el aliento al escuchar el
nombre completo de aquel chico.
Ni siquiera el propio chico puede creérselo, cuando Jimin le mira como si se tratase de un
traidor, Hoseok libera un jadeo preguntándose por qué no se lo había dicho, y Taehyung
empuja a todos los de su curso para ver el rostro de Jungkook desde el otro extremo, mientras
su corazón se dispara desagradablemente.
¿Jungkook se había presentado sin avisarles? ¿Él… no se lo había contado?
“¿¡Jeon Jungkook?!” Dumbledore parece tan furioso que le podría haberle lanzado una
maldición petrificus totalus solo con sus ojos.
Jungkook se relame los labios, nervioso, y avanza entre el gentío sintiendo como si
caminase entre la extraña neblina de un sueño.
Todos los ojos se clavan sobre él.
Pero Dumbledore no estaba enfadado con Jungkook. Él tenía la edad necesaria para meter
su nombre en el cáliz.
Lo que no era comprensible… es por qué un cuarto candidato había sido elegido para el
Torneo de los Tres Magos.
¿Por qué una segunda persona de Hogwarts?
¿Y por qué Jeon Jungkook, si él jamás metió su nombre en esa cosa?
Jungkook se acerca a Dumbledore, sin ofrecerle la mano. Sus ojos se encuentran tan
abiertos que parecen redondos.
“S-señor… Y-yo… yo no me he presentado al Torneo.” Dijo Jungkook en voz baja.
Dumbledore frunció el ceño rápidamente. Agarró al muchacho por el hombro y tiró de él
deseando no haber escuchado algo que sólo iba a complicarlo todo.
Taehyung salió disparado entre el grupo de gente, y siguió los pasos de Dumbledore y el
muchacho.
“¡Jungkook!” le llamó aterrorizado.
No quería dudar de Jungkook. No podía hacerlo. Y aún menos cuando el de Gryffindor
giró la cabeza para mirarle, y pudo verlo en sus ojos.
Él no lo había hecho.

Jungkook baja la escalera del salón de trofeos y sus pupilas se pierden brevemente entre
la cantidad de vitrinas resplandecientes, cristales limpios y estatuillas doradas bien pulidas.
Al fondo de la sala, una chimenea enorme y varios sillones ocupados por los candidatos
seleccionados.
Namjoon se levanta del sillón en cuanto ve bajar a Jungkook la escalera. Kristoff clava en
él sus ojos, y la señorita Bonnet permanece sorprendida por la aparición del muchacho.
“¿Qué…?” exhala Namjoon. “Jungkook, ¿qué haces aquí?”
Snape se mantiene estático como una maldita serpiente venenosa antes de acabar.
McGonagall baja la escalera rápidamente tras el joven Jungkook, perdiendo los nervios.
“¿Dos candidatos de Hogwarts? ¿Cómo puede haber sucedido eso?”
Barty Crouch, el director del departamento de Seguridad Mágica del Ministerio mantiene
una actitud rigurosamente pasiva, a pesar de su sorpresa.
“Si ha sucedido, hay que aceptarlo. No tenemos más remedio.” Dice Crouch.
Dumbledore cierra la puerta de salón de trofeos y baja la escalera levantando la túnica
grisácea levemente.
“P-profesora, le aseguro que yo no he metido mi nombre, ¡yo no me he presentado al
Torneo!”
El señor Crouch niega la cabeza. Aquel chico tenía que estar de broma, se dice el hombre.
“No se deje llevar por el miedo, señor Jeon. Las normas son las normas. Aunque tenemos
que ampliar el registro de magos para este año, de tres a cuatro.” Expresa Barty Crouch. “No
sé cómo podré explicarle un hecho tan excepcional a la prensa.”
Dumbledore se acerca a Jungkook y le agarra del jersey negro con un fuerte tirón que le
acerca a su rostro.
“¿No has puesto tu nombre en el cáliz de fuego? ¿¡Estás diciendo que tú no te has
presentado!?” vocifera Dumbledore.
“N-no, señor, se lo aseguro, se lo prometo.” Jungkook balbucea con una terrible
sinceridad. “¡No estoy mintiendo, jamás he metido mi nombre ahí dentro!”
“Albus.” Minerva McGonagall habla tras el director del colegio.
Él le suelta, y Jungkook libera varios jadeos nerviosos.
“Albus… confío en el chico.” Dice la directora de la casa Gryffindor. “No hay motivo
alguno para que esté mintiendo.”
“Desgraciadamente…” comienza a decir Severus. “También confío en el señor Jeon.
Aunque he de decir que el muchacho padece de una tremenda afición ligada a un compulsivo
síndrome de TOC que le impide ver más allá del… peligro.”
Vaya, ¿tenía que darle las gracias a Snape por tan vago halago? Más bien parecía que
quería meterle la zancadilla.
“Jungkook jamás ha hablado de presentarse.” Dice Kim Namjoon, poniendo la mano en
el fuego por el chico. “Está diciendo la verdad.”
El muchacho respira profundamente para intentar mantener sus nervios cuando el personal
de la sala comienza a hablar sobre aquello.
Pero todo se resume en algo muy simple; Barty Crouch insiste en que el muchacho estaba
obligado a participar, por mucho que él insistiese en que no lo estaba haciendo
voluntariamente.
“Si no lo hace, el cáliz le obligará con otros métodos. Y será mucho peor entonces.” Dijo
entonces, con una voz inquieta. “El señor Jeon es a partir de hoy… un participante más… del
Torneo de los Tres Magos.”

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Beatriz

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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
¡Gracias por apoyarme en Patreon!

“Señor Jeon, será mejor que descanse esta noche.” Minerva señala a Jungkook con la
cabeza para que abandone la sala. “Márchese.”
El joven titubea un poco, pero Dumbledore parece de acuerdo en que se marchase. Tenían
demasiadas cosas que hablar con el señor Crouch.
Los cuatro participantes del Torneo abandonan el salón a la orden del director de
Hogwarts, después de despedirse de los directores de los otros colegios.
Jungkook sale de allí frotándose la cara. No puede creerse que estuviera pasando eso, y
que aquel tipo acabase de soltarle que no tenía más remedio.
Namjoon pasa al lado del chico y le mira con cierta lástima.
“Jungkook… ánimo. Si de verdad, estás obligado… sé que lo harás bien…” le dijo el
Ravenclaw antes de marcharse. “Puedes enfrentarte a cualquier cosa.”
El pelinegro camina por el pasillo de Hogwarts, y sus pasos se detienen en mitad del
pasillo cuando ver a Taehyung acercarse a solas.
No queda nadie por allí, sólo el de Slytherin, quien parecía haberle estado esperando
durante las horas de discusión, cuando incluso el resto se había retirado.
Su rostro parece increíblemente sombreado.
“T-Taehyung… y-yo… yo… oye…” jadea Jungkook. “No he metido mi nombre en el
cáliz. Esto ha sido un accidente-”
“Ya lo sé, no te preocupes.” Taehyung le abraza con mucha convicción.
Jungkook se siente rápidamente confortado por sus brazos, y el muchacho le estrecha
durante unos instantes para después mirarle muy fijamente.
“¿Qué te han dicho?” pregunta con voz grave.
“Que estoy obligado a participar, haga lo que haga, o el cáliz hará algo peor.”
“Joder-” el rubio parece bastante irritado. “Y Dumbledore, ¿no van a investigar qué es lo
que ha pasado? Se suponía que la línea de edad y seguridad estaba creada para que nadie
pudiese meter el nombre de una tercera persona.”
“Dumbledore parecía muy enfadado.” suspira.
Taehyung se pasa una nerviosa mano por el cabello.
“Okay, tienes un enemigo. Eso es lo más evidente.”
“¿Un enemigo?”
“Alguien te quiere ahí fuera, Jungkook. Y no quiero saber por qué.” argumenta
astutamente.
Jungkook le mira con dolor de cabeza. Demasiada tensión. Otra vez las mismas dudas.
Otra vez esa sensación incierta.
Taehyung siente aquella punzada molesta en el corazón, que le hace temer por el chico. Y
no era por las pruebas, sabía que Jungkook podía enfrentarse perfectamente a eso, aunque él
no quisiera.
Pero Jungkook era… su Jungkook. Y si cerraba los párpados podía ver aquel destello del
Avada Kedavra impactando en el chico.
Y no quería recordarlo. No podía.
Taehyung notó a Jungkook realmente afectado, agarró su mano y le sacó de allí para tomar
algo de aire fresco en uno de los patios exteriores.
Después, le acompañó hasta el retrato de la Señora Gorda, pidiéndole que descansase un
rato en la sala común Gryffindor.
“Si necesitas algo, dímelo.” Le dijo muy atento. “Intentaré enterarme de qué hablan los
profesores.”
Jungkook asintió con la cabeza. Y esta vez Taehyung volvió a abrazarle, pero con una
fuerza que casi le hizo soltar un gemidito. No obstante, se relajó por unos instantes entre sus
brazos y permitió que Taehyung lo hiciera.
Jungkook entró a la sala común de Gryffindor tras despedirse del chico, las miradas de
algunos Gryffindor se posan en él.
“Eh, ¿te presentaste en secreto? ¡Qué bien guardado te lo tenías, Jeon!” suelta Dean,
dejándole una palmadita en la espalda.
El azabache resopla, y niega rotundamente aquello.
“¿Cómo lo has hecho para que elijan a dos de Hogwarts? Dumbledore parecía enfadado.”
Dice una chica.
“¡No sé cómo ha pasado, yo ni siquiera-!” el muchacho bufa, y se desanuda la corbata,
molesto.
Atraviesa el salón e ignora a todos. Pero se encuentra a Jimin en la escalera, y su amigo
tiene cara de pocos amigos.
“Chim.”
“No me digas Chim.” Emite Jimin. “¿Por qué no me contaste nada? ¿Por qué ni siquiera
lo has compartido conmigo? Sabías perfectamente que yo-”
“¡Jimin, sabes perfectamente que yo no he metido mi nombre en el cáliz!” exclama
Jungkook enfureciéndose.
“Ya, alguien lo ha hecho por ti, ¿no?” Añade su amigo muy molesto. “Pero decírselo a
Jimin era demasiado fácil. Seguro que sí que has contado con Hoseok, como siempre haces
cuando-”
“¡¿Sabes qué?!” Jungkook sale disparado hacia él y empuja su hombro con una mano.
“¡¡¡Estoy cansado de tu actitud de mierda!!! ¡¡¡Deja de comportarte como un gilipollas, o
harás que todo el mundo termine alejándose de ti!!!”
Jimin se tambalea un poco, y sus rostros se acercan tanto, que varios jóvenes de Gryffindor
se acercan corriendo a la escalera para comprobar si iban a zurrarse.
El peliclaro agarra el cuello del jersey de Jungkook, como si fuera a hacerlo.
“Eso es lo que piensas de verdad, ¿no?” le devuelve Jimin, con voz muy grave. “Pues,
¿sabes qué, Jungkook? yo también estoy cansado de que creas que todo el mundo gira
alrededor de ti. Despierta, no vas a ser el protagonista de todo lo que sucede, siempre. Por
mucho que te esfuerces por serlo.”
Ambos se miran muy de cerca, las pupilas de Jungkook se deslizan hacia el fuerte agarre
de su jersey.
“Suéltame.” Masculla Jungkook, amenazante.
Ninguno se mueve durante unos largos segundos, y entonces, Jimin le suelta.
“Jódete.” Le dice el peliclaro.
“Que te jodan a ti.” Contraataca Jungkook, cuando el chico le da la espalda.
Ese fue el último día que Jungkook y Jimin hablaron. Jimin se sentía profundamente
traicionado, Jungkook estaba muy dolido por su falta de confianza.
Hoseok estuvo evadiéndole unos días, mientras todo el sofoco de la prensa queriendo
entrevistar a los cuatro jóvenes seleccionados, se sucedía.
Jungkook tuvo que soportar a Rita Skeeter, una famélica periodista sedienta de preguntas
fuera de lugar, que toqueteaban el pasado de su familia.
Y el joven salió en primera portada a pesar de todo:
El cáliz de fuego selecciona a dos candidatos de Hogwarts, ¡hecho histórico en los
registros del Torneo!
Conócelos ahora en nuestras columnas;
Kim Namjoon, un elocuente mago cuya familia lidera la imprenta mágica del país.
¡Brillante, guapo e increíblemente valiente!
—Lo haré lo mejor para superarme a mí mismo durante el Torneo— Dijo el muchacho.
Jeon Jungkook, un joven de 17 años aficionado al Quidditch, ¡sediento de fama y gloria!
¡¿Podría alguien resistirse a su sexy y ruda forma de rechazar a nuestra entrevistadora?!
—Iros a la puta mierda, sanguijuelas— Palabras textuales registradas.
Jungkook hace una bola de papel con el estúpido periódico y lo lanza hacia el otro extremo
de la sala común de Gryffindor. La bola rebota y rueda por el suelo.
Es la hora de la cena, y todo el mundo se encuentra en el Gran Comedor. Pero él prefiere
quedarse allí, a solas, consigo mismo.
Owen le había dicho que alguien acababa de atentar contra él. Pero no tenía más remedio
que seguir adelante. Además, le dijo que trataría de filtrarle datos de las pruebas en caso de
que pudiese enterarse de algo.
¿Acaso tenía un enemigo en Hogwarts?
Jungkook se cruza de brazos mirando las llamas del fuego, siente la misma presión dentro
del pecho. Como algo queriendo escapar, hacerle explotar.
Y lo que más le jode es sentirse tan sólo en ese momento. Todo el mundo parece desconfiar
de él, como si realmente fuera una persona con sed de fama y terriblemente ambicioso.
No era su culpa que casi siempre llamase la atención, incluso cuando no quería hacerlo.
No era su maldita culpa que su nombre saliera casi siempre a flote, ¡como si el mundo le
señalase a propósito!
Jungkook escucha un chirrido en la puerta y levanta la cabeza. Desde el sofá no tiene
visión directa del retrato de la entrada, pero después de unos segundos, nadie entra y parece
haber sido un simple crujido de la antigua madera.
Él se fuerza a mantener la calma reordenando sus pensamientos, aunque sabía que la
perdería de un momento a otro.
Su mejor opción en ese momento: irse a dormir. No pensaba volver a pasarse por el
comedor, ni pensaba volver a cenar en lo que quedaba de semana, aunque su estómago se
resintiera con un rugido.
Justo entonces intenta ponerse de pie, pero algo le empuja a sentarse de nuevo.
Él parpadea, preguntándose si estaba volviéndose loco.
A lo mejor por fin le estaba pasando. Estaba perdiendo la puta cabeza, que era lo que de
verdad le faltaba para saber que el mundo realmente conspiraba contra su persona.
Pero aquella figura invisible deja un beso sobre sus labios, sosteniendo su rostro con una
mano.
Jungkook pestañea mirando la nada y con los labios ocupados por algo.
Y antes de volverse loco… intuye que aquellos labios son de Taehyung.
“Tae.” Musita como si fuera un juego de adivinarle.
Él se quita la capucha y se acuclilla frente a Jungkook, con una sonrisita.
“Sabía que estarías aquí. Y no necesito un mapa mágico para encontrarte.” Le dice
divertido.
Jungkook sonríe con cierta aflicción, que entristece a Taehyung.
“Te he traído algo que va a encantarte.” Añade el de Slytherin.
Él se quita la capa de invisibilidad, y le muestra una fiambrera transparente, llena de arroz,
alitas de pollo y varios sándwiches robados de la mesa.
Jungkook exhala una carcajada silenciosa. Dios, ¿qué haría sin Kim Taehyung en un
momento como ese?
Cuando todo el mundo parecía estar dándole la espalda, ahí estaba él, de forma
perfectamente eficiente.
Jungkook agarra su cena y la destapa con bastante hambre. Toma los palillos que
encuentra en la fiambrera y se lleva un trozo de arroz a la boca llenando sus mejillas.
Taehyung se sienta a su lado, y pasa una mano por su cabello oscuro, acariciándole con
unos dedos brevemente.
El de Gryffindor casi se siente como un niño pequeño, se atraganta con el arroz y
Taehyung se ríe en voz baja mientras el azabache golpea su propio pecho.
Tae le cuenta que había estado metiendo las narices en la reunión del profesorado, bajo la
capa de invisibilidad. Parece sentirse orgulloso de eso, aunque dice que los profesores estaban
muy tensos, y no le daba buena espina el director de Durmstrang, Karkarov.
“Además… creo que Dumbledore puede verme.”
“¿Qué? ¿Dumbledore?” emite Jungkook masticando.
“No lo sé… quiero decir, no estoy seguro.” Explica Taehyung. “Me ha mirado
directamente en una ocasión, pensé que estaba viéndome, y entonces… pasó de largo. ¿Crees
que Dumbledore puede ver a través de la capa?”
Su compañero se encoge de hombros. “No lo sé… Viniendo de Dumbledore, podría hacer
cualquier cosa.”
Taehyung se cruza de brazos con actitud reflexiva, mientras el chico termina su cena.
No pasan demasiados minutos cuando el sonido del retrato de la Señora Gorda abriéndose
hace saltar a Taehyung del sofá escarlata.
Él se cubre con la capa a una velocidad de vértigo.
Jungkook deja el recipiente de comida vacío a un lado, y se prepara para echarle un vistazo
al Gryffindor que debía estar saltándose también la cena cuando…
Su amigo de Hufflepuff aparece guardándose la varita en el bolsillo.
“¿Hoseok?” Jungkook duda unos segundos.
“Aquí estás.”
“¿Qué haces aquí?” formula el azabache.
Taehyung se quita la capa, y el de Hufflepuff da un brinquito al verle tan de repente.
“¿Y tú, que haces aquí?” le dice Hoseok a Tae.
Jungkook y Taehyung se miran de soslayo, y Hoseok capta lo absurdo de su propia
pregunta.
Eran Jungkook y Taehyung, claro que iban a estar juntos.
“Alguien ha dormido a la Señora Gorda.” Dice Hoseok. “No he necesitado el santo y seña
para entrar. Pero por un momento pensé que alguien había entrado para…”
“La he dormido yo, antes.” Interviene Taehyung.
El rubio pone cara de Oops, lo siento, cuando Jungkook le mira levantando una ceja. Tan
asusto, que sólo se le ocurriría a Taehyung. Y él mismo, ni siquiera se había parado a pensar
cómo se había podido colar su novio.
Hoseok entonces permanece en silencio, con las pupilas sobre Jungkook.
No habían vuelto a hablar en esos días, desde lo de la ceremonia de selección. Pero el de
Hufflepuff no había perdido el tiempo.
“He investigado algo.”
“Hoseok, yo-“
“Ya sé que tú no te has presentado, Kook.” Dice el castaño, levantándose las gafas sobre
la nariz con un dedo. “Pero alguien lo ha hecho por ti. Y he estado intentando averiguar
cómo.”
Jungkook se siente increíblemente aliviado cuando le escucha decir eso. Si no fuera
porque había crecido un poco, estaría lanzándose sobre él para abrazarle.
Taehyung exhala una leve sonrisa tras el chico, y entonces los tres se sientan en una de las
mesas para poner sus ideas a disposición del otro.
“Encontré en la biblioteca que,” empieza a decir Hoseok. “sólo un hechizo confundus, de
gran calibre, podría hacer que el cáliz aceptase el nombre de alguien que no es voluntario.
Pero eso sólo podría hacerlo alguien bien experimentado en la magia. Un gran mago.”
Los muchachos se miran entre ellos.
“Bien, yo expongo a Igor Karkarov.” Dice Taehyung, revelando la información que sabe
rigurosamente. “He escuchado a Snape decir que estuvo inyectándose Adam hasta el año
pasado, cuando lo derogaron. Hoy le seguí hasta el camarote del buque de Durmstrang y se
quitó la túnica delante de mí.” Menciona.
Jungkook abre mucho los ojos. ¿En serio Taehyung había hecho eso?
“He visto que aún tiene marcas moradas en el antebrazo izquierdo.” Prosigue. “Ese tipo
sigue metiéndose. Además, se guarda una pequeña cajita de mano que lleva en el bolsillo.
Parece bálsamo labial, pero es Adam en polvo. Lo he reconocido porque-”
Taehyung se detiene abruptamente. Hoseok se encuentra completamente sorprendido por
sus revelaciones, y Jungkook, advierte por qué su lengua se había trabado.
Le cuesta continuar hablando, pero Taehyung toma aire, y se atreve a pronunciarlo frente
a los dos muchachos con un tono mucho más ronco.
“Porque mi hermano usa una igual.” Expresa. “Es para casos de emergencia...”
Un breve silencio se extiende entre ellos.
“Taehyung, no es por nada, pero… ¿Qué tengo que ver yo con el Adam?” pregunta
Jungkook.
El rubio le mira, como si fuera lo más obvio del mundo. Pero es Hoseok quien lo junta los
hilos de sus palabras, y lo razona en voz alta:
“Puede que la reforma del ministerio no le haya gustado.” Dice. “Jungkook… el año
pasado intentaron secuestrar a nuestro grupo de quinto para poner al ministerio en un
compromiso. No lo lograron, debido a que tú te escapaste...”
Taehyung apoya los codos sobre la mesa. “Si hay más gente del Escarabajo Negro fuera
de Gran Bretaña…, estoy seguro de que quieren vengarse.” Expresa en voz baja.
“Empezando por ti.”
Jungkook hunde la cabeza entre sus propias manos.
“En el puto ojo del huracán…” menciona hastiado.
Taehyung pone una mano sobre su hombro para que se tranquilizase.
“Si eso es así, yo te protegeré.” Dice Taehyung sin ningún temor. “Vamos a destaparles
antes de que puedan hacerte algo.”
Jungkook se siente agradecido por su forma protectora de hablarle, pero no sentía miedo
de una posible venganza. Simplemente, odiaba estar siendo arrastrado por una situación tan
ajena.
“Vale. Pero hay otra opción.” Anuncia Hoseok entonces. “Y tenemos que barajarlas
todas.”
Los dos muchachos le miran de repente, como si estuvieran preguntándose qué otra razón
podría haber para que el nombre de Jungkook hubiese acabado en el cáliz de fuego.
“Puede que el cáliz te haya elegido por su propia cuenta.” Sugiere.
“¿Cómo?” exhala Jungkook.
“Es excerita.” Dice el Hufflepuff, señalándole. “Tiene un potencial tan alto que a lo mejor
el cáliz se ha visto interesado. A lo mejor…, solamente quiere ponerle a prueba.”
“No creo que el cáliz cuente con esa potestad.” Dice Jungkook.
“Hoseok, la primera norma de la ceremonia de selección, es que sólo se pueden elegir
candidatos entre los nombres presentados.” Le recuerda Taehyung.
“Vale, ¿y si él mismo se ha presentado sin darse cuenta?”
Eso último hace que Jungkook reciba un golpe verbal en el estómago.
“¿Qué?” salta el muchacho. “Pero, ¿qué dices? ¿Cómo voy a presentarme sin-?”
“Escucha, lo mejor no eras consciente.” Defiende Hoseok, interrumpiendo las ganas de
lanzarle una silla que tenía Jungkook a su amigo. “Las llamas del cáliz se volvieron del color
rojo sangre más escarlata que jamás he visto cuando escupió tu nombre. ¿Sabes a qué me
recordó? A esa noche.”
“¿Esa noche?” repite Taehyung.
“Yo estaba tirado en el suelo, cuando… cuando esa cosa salió de él.” Gesticula Hoseok.
“Todo era de color rojo. Como muy… poderoso.”
“No me he presentado, Hoseok.” Se defiende Jungkook de nuevo, con un tono muy grave.
“No soy sonámbulo. No hago cosas sin darme cuenta, ¡yo no he metido mi nombre ahí
dentro!”
“Vale.” Hoseok se echa hacia atrás sobre el respaldo de su silla, aceptando su defensa.
“Pero como he dicho, hay que pensar en todas las opciones. Sólo una magia muy poderosa
puede confundir al cáliz de tal manera.”
“Entonces… volvamos a Igor Karkarov.” Expresa Taehyung, intentando apartar el tema
de cuestionar a Jungkook, a un lado. “Si hay alguien al nivel que Dumbledore en este colegio
y en este momento, son los otros directores de las escuelas de magia.”
“Snape también es muy poderoso.” Comenta Jungkook en voz baja, cruzado de brazos.
Y sólo lo dice por decir algo. Aunque de alguna forma, no cree que Snape le tenga tanta
tirria como para querer matarle. Y aún menos cuando era un familiar lejano de Taehyung, e
incluso conocía a sus padres.
“Snape no haría eso. Por mucho que el otro día se pusiera como una moto cuando nos
encontró enr-” Tae casi se atraganta con su propia lengua intentado omitir aquella
información tan vergonzosa delante de Hoseok.
Incluso Jungkook le mira con los ojos muy abiertos, esperando que no dijera eso.
“E-en, en la biblioteca, claro. Estudiando fuera del horario. Por eso nos han castigado.”
Soluciona cómo puede, aunque Hoseok levantase una ceja imaginándose algo peor.
“Vale, entonces… cuál es el plan.” Dice Jungkook. “¿Qué debería hacer, mientras tanto?”
“Pues... lo más lógico.” suspira Hoseok. “Sobrevivir.”

Mientras que el día de la prueba se acerca, el colegio continúa con su ritmo normal de
clases.
Hoseok sale de la clase de Runas atestado de pergaminos y dibujos, gira por el pasillo que
va más directo a la biblioteca, y se topa con su ahora peor e irónicamente persona menos
deseada: Park Jimin.
Jungkook y Jimin no se hablaban desde hacía un tiempo, pero ellos dos… bueno, ni se
miraban. Y tenían suerte de no estar en la misma Casa.
Aunque después de tantos años siendo amigos y compartiendo tiempo juntos, se sentía…
extrañamente doloroso tener ignorarse uno al otro.
Y hubiera intentado acercarse a él para solucionarlo, pues, aunque Jimin fuera bien
testarudo a veces, no dejaba de tener buen corazón. Y Hoseok estaba seguro de que se había
percatado que Jungkook y él mismo habían vuelto a hablar como siempre.
Pero encontrarle haciendo manitas con Giselle Bonnet, ampliamente sonriente, le
resultaba incluso más insoportable que estar enfadado con él por ser un imbécil.
Y Hoseok retrocede unos pasos sintiéndose increíblemente asqueado. Increíblemente
repulsivo. Prefiere tomar otra ruta de castillo un poco más larga, pero que le haría no pasar
por al lado de aquellos dos estúpidos tortolitos.
¿Era necesario que todos estuvieran echándose novio/as ahora? Le apetecía meter la
cabeza en un hoyo.
El Hufflepuff se da de bruces contra Kristoff, y se le caen todos los pergaminos al suelo.
“Oh, cuanto lo siento.” Emite el chico.
Hoseok se agacha y recoge uno a uno cada rollo silenciosamente, mientras el muchacho
se acuclilla a su lado para ayudarle.
“Discúlpame, de verdad.” Insiste el noruego, echándole una mano.
Hoseok levanta la cabeza brevemente.
“Culpa mía, tenía la cabeza en…” su brillante cerebro destella con malicia. “Oh.”
Ambos se incorporan, y Kristoff le pasa los pergaminos restantes.
“Qué bien encontrarte, justo estaba preguntándome si podías echarme una mano con
Herbología.” Dice el de Durmstrang.
“Claro. Sí.” Confirma Hoseok. “Yo iba hacia la biblioteca ahora.”
“Pero… ¿la biblioteca estaba en ese otro sentido?” señala el chico, sintiéndose
repentinamente desorientado.
Hoseok aprieta los labios.
Exactamente. Yo también me desoriento… aunque lleve aquí siete años.” Miente
haciéndose el tonto. “Vamos.”
Los dos empiezan a caminar en el sentido contrario, justo hacia donde Jimin y la chica
estaban, y justo desde donde Hoseok huía.
Pero la simple idea de molestar a Jimin pasando por allí con Kristoff, resuena en su cabeza
de forma tan lamentable como maravillosa.
Y como Kristoff es bastante majo y guapo, aparte de tener un acento muy gracioso,
Hoseok utiliza su mejor baza para reírse en voz alta cuando pasa junto a Jimin.
El de Gryffindor le echa un ojo de pura casualidad. Y Hoseok no le mira, pero hubiera
deseado hacerlo sólo para saber si realmente podía fastidiarle.
Porque si joder a Jimin fuera una asignatura ese curso, por las barbas de merlín, él se
emplearía en sacar matrícula.

“Dragones.”
Taehyung mira fijamente a Jimin. “¿Qué dices?”
“Que son Dragones.” Repite el de Gryffindor, apoyándose en uno de los arcos del patio.
“Los traen de Irlanda. Jungkook incluso fotografió uno, por accidente.”
“¿Cómo lo sabes?” formula Taehyung.
“Giselle dice que les trasladaron hace unos días. Los tienen al otro lado de la montaña,
fuera de los terrenos, según Maxime.” Expresa Jimin, sujetando la cinta de su bandolera sobre
el hombro.
“Eso es muy peligroso.” Valora Taehyung.
“Lo sé.” Exhala Jimin, antes de marcharse. “Será mejor que se lo digas. La prueba es
mañana, así que…”
Taehyung agarra el codo del chico y le detiene unos instantes.
“Espera, ¿me estás diciendo que sabes esto desde hace unos días?”
“¿Cómo quieres que sepa que no teníais ni idea?” Se defiende Jimin. “Hasta Namjoon
parece haberse enterado por alguien de Ravenclaw.”
“Joder.” Maldice Taehyung. “Por lo menos díselo tú, Jimin. También es tu puto amigo.”
Jimin parece titubear un poco.
“Mira, no sé… vosotros estáis más juntos.” Musita. “Jungkook ahora ni siquiera me
habla.”
“¡Tú tampoco le hablas a él!” exclama Taehyung.
El de Gryffindor resopla brevemente. Estira la cabeza y logra ver a Giselle al otro lado del
patio de la fuente, reuniéndose con varias chicas de Beauxbatons.
“Tengo que irme. Después hablamos.” Dice evadiendo la situación.
Casi se roza con Hoseok, quien se dirige a Taehyung y aprovecha para apartarle el rostro
e ignorarle por completo.
Taehyung se queda allí plantado, cruzándose de brazos.
“¿Qué dice?” pregunta Hoseok con voz neutral.
“Que la prueba va de… dragones.” Manifiesta Taehyung, con voz fatigosa.
“No me jodas.” Hoseok se lleva una mano a la cabeza. “Y ahora qué hacemos. Es mañana
mismo.”

Las horas hasta la prueba transcurren muy rápido y Jungkook está tan tenso que sólo
piensa en las palabras de Hoseok: sobrevive.
Pero ni siquiera sabe qué tan duro podía ser aquel desafío.
Taehyung y él habían estado rebuscando información, y las pruebas solían variar entre;
zonas pantanosas, criaturas horribles y maliciosas, páramos desérticos con temperaturas
extremas… y un largo etcétera.
Además, él no quería enfrentarse a un Basilisco. Porque matar a una serpiente gigante no
entraba entre sus metas.
Es más, incluso Park Bogum podría tener más probabilidades de sobrevivir que él.
Bogum hablaba Pársel. Bogum podría decirle a ese Basilisco, eh, ¿qué tal si llegamos a
un trato?
Mientras que él mismo se dejaría asfixiar y asesinar por la criatura.
Jungkook no era inmortal, aunque fuese excerita. Era inmune a los hechizos, o más bien
tenía una pronta recuperación y una fuerte absorción de cualquier tipo de magia.
Pero una criatura desarrollada podría aplastarle con su zapato.
Jungkook recibe una señal en la chimenea de la sala Gryffindor esa noche. Entre las brasas,
su tío Owen le da la noticia que el muchacho necesita para saber a qué se estaba enfrentando.
Y saber aquello es menos grato de lo que hubiera pensado.
El retrato de la Señora Gorda es empujado, y Hoseok y Taehyung entran a toda prisa. Sus
rostros le delatan. Los tres conocen la misma información, y sienten la misma desidia.
“Estoy jodido, ¿verdad?”

“Dormirle es la mejor opción.” Especifica Hoseok. “El problema es que la piel de los
dragones es muy gruesa, y tienen una capa especial que no permite el traspaso de los
hechizos. Así que…”
“Ya. Vi cómo entre siete Aurores tardaron un rato en derribar a uno con un sencillo
aturdimiento.” Dice Jungkook, apoyando los brazos y la cabeza sobre la mesa. “Y algo me
dice que no voy a tener la ayuda de seis personas ahí dentro.”
El joven se siente cansado, después de toda la noche dándole vueltas a lo mismo.
Taehyung había desaparecido, en busca de algo que pudiera ayudarle. Y cuando los
primeros rayos de sol asoman por la ventana, Jungkook se ve obligado a salir para asistir a
su citación en el exterior de Hogwarts.
Hoseok se separa de él entonces, pidiéndole que utilizase la cabeza.
La prueba no podía consistir en matar un dragón. Ningún chico de diecisiete o dieciocho
años podía hacer algo como eso.
Tenía que haber algo más. Y tal vez se lo explicarían antes de la prueba.
El joven pelinegro se reúne con los otros tres participantes del Torneo, y son trasladados
a unas instalaciones exteriores del colegio, en un riguroso silencio.
Namjoon y Jungkook se miran de soslayo. Los dos se sienten terriblemente nerviosos.
Allí, en las casetas, reciben los uniformes de guerra. Capas del color de sus casas/colegios,
guantes de cuero, rodilleras, y un lugar donde sentarse hasta que el director del departamento
de Seguridad Mágica, su séquito, y la prensa llegaran.
Jungkook siente los nervios en la garganta, como un puño tratando de asfixiarle.
Hoseok le había dicho una cosa antes de separarse. Sólo una cosa.
“Me constaste cómo atravesabas con los dedos una barrera en la zona restringida de la
biblioteca, el año anterior.” Dijo. “Vi como la jaula de fuego no te afectaba, aquella noche
de los TIMOs.”
“Y lo mejor que puede pasarte, es que tampoco te mate el fuego valyrio.” le dijo la mente
maestra de su amigo.
Pero a Jungkook no le apetecía probar suerte a que un dragón le escupiera, para
comprobarlo.
“Llámame loco, Hoseok, pero prefiero no acabar desnudo.” le dijo.
Barty Crouch reunió a los participantes y repartió a suertes los dragones: el Hocicorto
Sueco, el Galés verde Común, el Bola de fuego chino, y finalmente, el Colacuerno Húngaro.
Cuando Jungkook introdujo la mano en cuarta posición en el saco de piel del señor Crouch
para tomar el dragón que faltaba, un Colacuerno Húngaro diminuto se adhirió a su guante y
escaló por su muñeca.
Jungkook le miró fijamente. El peor de todos, pensó.
Aunque observando los rostros del resto de los campeones, ninguno estaba más contento
con el suyo.
“Bien. Y ahora lo más importante.” Dijo Crouch. “Para que la prueba se dé por finalizada,
debéis haceros con un objeto muy importante.”
“¿Cuál, señor?” preguntó Giselle.
“Lo descubriréis ahí fuera, en la arena.” Mencionó el nombre, antes de retirarse.
“Perfecto. Gracias por la nula ayuda.” Gruñó Kristoff.
“¡Al sonido del cañón! ¡La prueba se dará por comenzada!” anunció Dumbledore.
“Holger, usted será el primero, después la señorita Bonnet, el señor Kim y… Jeon Jungkook.”
Jungkook asintió con la cabeza, y el grupo estuvo esperando durante un buen rato allí
dentro. Cuando Kristoff Holger salió, Jungkook escuchó un enorme estruendo.
Después Giselle, quien parecía muy nerviosa antes de recibir señal verde para salir.
Jungkook y Namjoon se miraron silenciosamente.
“Suerte.” Le dijo el de Ravenclaw al chico, cuando se separaron.
“Igualmente.” Jungkook se quedó a solas durante varios largos minutos.
No sabía demasiado bien como sentirse, pero ya que estaba allí, no tenía más remedio que
dar lo mejor de sí mismo. Además… no le daban miedo los dragones.
Le daba más miedo Puff, cuando se enfadaba y se enganchaba a la capa de Jimin.
Él tiró del cordón plateado de su cuello y sacó la pequeña estrella excerita entre sus dedos.
Le echó un vistazo a la piedra brillante del centro de la estrella, y de alguna forma, se sintió
reconfortado.
Sólo tenía que buscar ese objeto. Sólo tenía que agarrarlo, y la prueba terminaría.
“¡Tsss!”
Podía intentar hacerle un hechizo confundus, y si apuntaba bien a su garganta… ¿Qué tal
si anulaba su fuego durante unos segundos?
“¡Tsssssss!”
Jungkook levanta la cabeza y la sacude, buscando el origen de aquel sonido.
“¡Jungkook!” alguien masculla su nombre desde el otro lado de la lona.
Jungkook se pone de pie y se acerca a la rendija de la tienda, y algo la atraviesa lanzándose
sobre sus brazos.
El joven abraza aquella espalda invisible, apartando momentáneamente la idea de reñirle
por llegar hasta allí.
Estaba prohibido hablar con los campeones antes de las pruebas. Debían mantenerse
totalmente aislados.
“Tae…” murmura Jungkook. “No deberías…”
El chico le suelta, y se quita la capucha de la capa de invisibilidad.
“Escucha.” Solicita levantando un dedo. “He estado investigado sobre las normas... y se
me ha ocurrido algo.”
Los dos escuchan las voces de varios profesores acercándose a la tienda. Si alguien
descubría a Taehyung allí, Jungkook podría ser penalizado.
“Taehyung-” Jungkook agarra los hombros del chico e intenta empujarle hacia afuera.
“Tienes que salir, vete.”
“P-puedes usar tu escoba.” Insiste el muchacho.
“¿Qué? ¡No nos han dejado traer escoba!” chirría Jungkook.
“¡Puedes invocarla con tu varita! La Saeta de trueno puede alcanzar los 200 kilómetros
por hora, el Galés verde ni siquiera vuela tan rápido.” Le informa el de Slytherin.
“Oh, ¡pobre Galés verde!” Ironiza Jungkook, insistiendo para que se marchase. “¡Qué
lástima que me tocase enfrentarme al COLACUERNO!”
“¿¡¡¿Qué?!!?” Taehyung abre tanto los ojos, que parecía que se le iban a salir de las
órbitas. “¡Esos dragones vienen de Hungría! ¡Son muy agresivos!”
“¿En serio? Pensé que sería como un dulce gatito.” Añade Jungkook con su sarcasmo.
Taehyung le da un breve empujón para que le soltase, y su rostro se vuelve muy serio
cuando agarra el del chico entre sus dos manos.
“Invoca a tu escoba. Eres rápido, el más rápido que he visto. Y no sólo eso, eres bueno.
Muy bueno.” Le alienta el rubio. “No te enfrentes a él. Evade sus ataques y hazte con lo que
necesitas para que den por finalizada la prueba.”
Jungkook asiente entre sus dos manos, aunque Taehyung comenzase a apretarle las
mejillas como un besugo.
“V-vale.”
Tae advierte la estrella excerita colgando de su cuello. Le planta un rápido beso en los
labios y guarda su colgante bajo el cuello de la túnica del chico.
Ambos se miran unos segundos. Taehyung se quita un anillo plateado y se lo da a
Jungkook.
“Ten. Te dará suerte.” Menciona dejándoselo en la mano. “Guárdalo en tu bolsillo.”
El azabache ni siquiera tiene tiempo para rechazárselo, le echa un vistazo al anillo y
vislumbra el símbolo de Salazar Slytherin grabado en el pesado anillo.
De repente vuelven a escuchar las voces de alguien acercándose, después de un terrible
estruendo de lo que parecía ser un rugido.
“Vete. Vamos.” Jungkook le empuja levemente.
Y Taehyung retrocede unos pasos, y sale de la tienda cubriéndose con la capucha de
invisibilidad.
Jungkook se queda allí, mirando la nada y apretando el anillo en un puño. Su aliento se
diluye lentamente en aquel ambiente tenso. La idea de Taehyung era ingeniosa. Él era bueno
volando, muy bueno.
¿Qué podía hacer un dragón gigante y alado contra… eso? Ah, sí. Machacarle.
Y entonces alguien llega para avisar de su turno al chico.
Él guarda el anillo en el bolsillo, toma aire y sale de las instalaciones de los campeones,
dirigiéndose a lo que parece un anfiteatro recién creado.
Es enorme, y está lleno de gente. Iluminado por luz blanquecina mágica, lleno de
estandartes con los símbolos de los colegios participantes. Plagado de vitoreos y gente que
grita su nombre, Jungkook se siente levemente mareado al principio.
El dragón se encuentra en el centro del enorme recinto, lleno de rocas y oquedades, con
zonas quemadas y un desagradable olor a combustión.
Él saca su varita, y jadea brevemente buscando qué demonios era aquel objeto valioso.
Cuando el Colacuerno ve a Jungkook, lo primero que hace es escupirle tan fuerte que el
muchacho se tira al suelo tras una zona rocosa para evadirlo.
El calor es sofocante, y su piel comienza a humedecerse pronto tras un intento de huida
mientras la criatura intenta aplastarle con sus zarpas.
“¡Accio Saeta de Trueno!” Jungkook utiliza su varita para llamar a su escoba.
Pasa cerca de un nido enorme lleno de huevos, y el dragón parece enfurecerse aún más.
Él chirría como si odiase a Jungkook por encima de todas las cosas.
Jungkook se lleva una mano a un oído, piensa: intentaré no tenértelo en cuenta.
Pero a pesar de eso puede escuchar el sonido cortante de su Saeta deslizándose por el aire.
Viene desde el castillo, y a penas tarda quince segundos en aparecer y en lanzarse hacia
Jungkook como si pretendiese salvarle.
El chico salta a la escoba y el público grita de emoción, como si aquello fuese un partido
de Quidditch.
Y si lo fuera, piensa el muchacho, aquel Colacuerno era una Bludger muy loca.
Jungkook vuela muy rápido y esquiva su aliento ardiente. No había nada con aspecto de
importante por el estadio, absolutamente nada que le indicase ¡agárrame! ¡soy valioso!
Y aquello era lo que más de los nervios le estaba poniendo.
Hasta que de repente, se percató de algo.
El dragón no se retiraba de una zona: el nido de huevos.
Y era como si estuviera protegiéndolo.
Jungkook advierte velozmente que había un huevo dorado entre ellos. Y tras unos minutos
de sufrimiento, planea una maniobra de distracción, se deja caer con su escoba en
tirabuzones, y agarra el pesado huevo de oro tan ferozmente que incluso le falta el aliento.
Su corazón retumba en sus oídos, está cubierto de sudor, rasguños, e incluso tiene un trozo
de capa quemada.
Pero un pitido resuena en todo el estadio.
“¡¡¡Y… Jeon Jungkook se ha hecho con el huevo de oro!!! ¡Cuarto participante
clasificado!” anuncia un hombre, dando por finalizada la prueba.
Aun así, el dragón se enfada tanto, que Jungkook casi se cae de la escoba cuando volvió
a escupirle. Tuvo que salir de allí con la ayuda de un par de profesores que le sacaron con los
nervios a flor de piel.
Jungkook se lamentó por que el palo de su escoba hubiera perdido la cera que tanta
lustrosidad le aportaba.
El joven quedó en segunda posición, por detrás de Namjoon quien había conseguido
hacerse con el huevo incluso en menos tiempo, y sin ni siquiera salir chamuscado.
Crouch le dijo a Jungkook que podía quedarse con el huevo, y que el artefacto le serviría
como pista para la siguiente prueba.
Estuvo allí un rato más, mientras la señora Pomfrey y varias enfermeras se preocupaban
de atender una quemadura en su brazo. En cuanto le vendaron y evacuaron de allí, Jungkook
volvió a Hogwarts, todos los alumnos esperaban atentos su regreso, así como el del resto.
El pelinegro llevaba el macizo huevo de oro entre los brazos, y, aun así, Taehyung empujó
a varios alumnos para correr y abrazarle. Él se tambaleó un poco, y Hoseok se acercó a los
dos muchachos con una sonrisa algo afligida, comprobando el terrible aspecto de Jungkook.
“Tienes mucha suerte, ¿lo sabías?” le dice en tono conciliador.
“¡Jeon Jungkook! ¡Jeon Jungkook!”
“¡Jeon Jungkook!” vitoreaban los de Gryffindor, acercándose y animando al chico.
“¡Qué espectáculo!” le dijo Dean súper emocionado.
Varios de Slytherin se retiraron haciendo unas muecas de desagrado. Los de Ravenclaw
ni siquiera estaban en el patio de piedra, todos se habían largado para celebrar la victoria de
Kim Namjoon en la sala común, con una fiestecilla clandestina.
“A que todo el mundo le ha encantado verte montar en escoba.” Dice Taehyung tras su
abrazo. “Lo has hecho fantástico.”
El fanatismo del público por el Quidditch era inevitable, tanto que incluso todo el mundo
había jurado que el momento de Jungkook fue el más divertido de ver a pesar de no ser el
ganador. Como si se tratase de un circo romano.
“Reconozco que por un momento pensé que ibas a morir…” masculla Hoseok, de brazos
cruzados. “Hasta que te vi llamar a tu escoba. Ingeniosa idea.”
“¡Vamos, Jungkook! ¡Abre el huevo!” Le pide Will.
“¿Huh?”
“¡Sí! ¡Ábrelo! He escuchado a los de Durmstrang decir que debe tener algún uso.”
“Uh… supuestamente es una pista sobre la próxima prueba.” Musita Jungkook.
Taehyung y Hoseok se hacen para atrás dándole un poco de espacio al pelinegro.
El muchacho observa el pequeño anclaje de la punta del huevo, pasa sus dedos por encima,
lo aprieta y gira brevemente, y el huevo se abre como los pétalos de una flor emitiendo un
chirrido que provoca que todo el mundo se tape los oídos y retroceda despavorido.
Los tímpanos de Jungkook palpitan de dolor cuando consigue cerrarlo entre todo el jadeo.
“¡Qué cosa más horrible!” suelta Park Bogum.
La mitad de Gryffindor se da la vuelta cuando se percata de su presencia, allí en medio.
“E-eh, s-sólo pasaba para felicitar a ese capullo.” Escupe rápidamente, cubriéndose con
su virilidad.
Taehyung esboza una sonrisa al escucharle.
“Okay, no vuelvas a abrir esa cosa.” Le pide Hoseok. “Sea cual sea la pista… dudo que
podamos mantenerlo abierto de esa forma.”
Los chicos se separan después de la pequeña celebración, aunque los de Gryffindor
también montan otra fiestecilla clandestina en la torre de los escarlatas, sirviéndose jugos de
cerezas con burbujas, chucherías, y juguetitos de la tienda de bromas de Hogsmeade.
Jungkook logra tomar una ducha que relajase sus músculos. Se pone una sudadera ancha
y un pantalón cómodo sobre sus tenis y baja la escalera con el huevo de oro bajo el brazo.
Casi parece que es un padre adolescente, cuando todo el mundo comienza a vitorear y
felicitarle de nuevo.
¿Seguro que aquella fiestecita era por él? ¿O porque todo el mundo necesitaba liberar
estrés y hormonas? –las fiestas organizadas por alumnos estaban prohibidas, y aún más en
las zonas comunes–.
Jungkook se echa un par de fotos con varios amigos y el huevo de oro, que parece ser la
estrella de la fiesta. El líder del equipo de Quidditch, y varias chicas le felicitan por haber
mantenido en secreto aquello de presentarse.
Además, una chica le pide salir a Jungkook asegurándole que ella haría lo necesario para
superar a Kim Taehyung, y a él casi se le cae el huevo de las manos.
Estaba clarísimo que iba a terminar ganando a Namjoon, o eso decía todo el mundo.
Aunque su estrategia de distraer al dragón con un excelente hechizo le había hecho ser más
rápido.
Y Kristoff Holger, había sido descalificado por usar un encantamiento de conjuntivitis,
donde la dragona se había tambaleado, rompiendo uno de sus huevos reales.
Él decide retirarse antes de comenzar a discutir con sus estúpidos compañeros. ¿Es que
nadie iba a entender que él no se había presentado? ¡Ni siquiera intentaba ser mejor que
Kim Namjoon!
Jungkook sube la escalerita de piedra con un suspiro, y se topa choca de improvisto con
otro muchacho.
Cuando levanta la cabeza, Jimin está quieto en el rellano, mirándole fijamente.
Jungkook desvía la mirada e intenta pasar por su lado. Pero Jimin se mueve cortándole el
paso sin ánimo de molestarle.
“K-Kook… espera…” suspira el muchacho.
Jungkook fija sus ojos en él, su rostro serio y alicaído. Sus ojos castaños y pudorosos.
“Te felicito. Verte volar allí dentro ha sido… increíble.” Expresa con voz clara. “Sabía
que lo harías.”
“¿Y ahora te dignas a hablarme?” suelta Jungkook. “Capullo. Casi muero ahí afuera.”
“Huh… L-le dije a Taehyung que te dijera-” intenta defenderse.
“Sé perfectamente lo que le dijiste a Taehyung.” Le corta el pelinegro. “Pero podías
habérmelo dicho tú.”
“Bueno, tú tampoco te has dignado a hablarme en un mes entero.”
“¡Porque eres un imbécil!”
“¡Tú también lo fuiste!”
Los dos se miran en el rellano, con los ojos muy abiertos. Jimin resopla sonoramente, y
se frota una sien con los dedos.
“Siento haberte acusado de presentarte.” Reconoce el chico.
“Yo no me he presentado.” Repite Jungkook.
“Lo sé. Pero… en ese momento, me enfadé bastante, porque dijiste que…” expresa. “Y
luego, yo la cagué aún más soltando algo como que… y-yo no pienso eso. De verdad que
no.”
Jungkook da unos pasos débiles, y abraza a su amigo. Ambos se habían dicho cosas
estúpidas para herirse.
“Jimin, yo tampoco pienso que seas un gilipollas.” Dice Jungkook, cuando vuelven a
mirarse. “Aunque a veces lo seas un poco.”
Jimin sonríe levemente.
“Ni yo que intentes ser el centro del mundo.” Le devuelve el chico. “Aunque estés metido
en el ojo del huracán, todo el rato.”
Jungkook se ríe en voz baja. “Tenemos que hablar de eso, por cierto…” suspira
recordando la teoría de que probablemente alguien intentaba vengarse de él.

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Beatriz

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Este PDF es de uso personal, y ha sido adquirido a través del Patreon.com/chispasrojas.
Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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Las feroces gotas de lluvia golpean contra las ventanas del salón de la biblioteca, bajo un
cielo encapotado que refulge y se ilumina por el flash de los truenos.
El interior de la biblioteca de Hogwarts se encuentra repleto de alumnos que se preparan
para los exámenes de diciembre. Jungkook y Jimin se sientan en uno de los laterales, y
preparan sus presentaciones orales escribiéndolas con pluma.
“Dos meses. Ese es el tiempo que nos han dado hasta la segunda prueba.” Murmura
Jungkook, inclinando la cabeza. “Podré averiguar cómo abrir ese huevo... aunque debería
preocuparme antes por los exámenes. Estoy jodido con Aritmancia. Y con Pociones.”
“Estás jodido con todo, menos Quidditch.” Masculla Jimin, pasando las páginas de su
manual de Runas antiguas. “Y… el baile de navidad.”
“¿El baile de navidad?”
“Huh, ¿no has escuchado esta mañana a McGonagall, cuando apareció en el
invernadero? Nos ha citado a todos los alumnos a las cinco, en el Hall.”
Jungkook se frota una sien. Pues no, no la había escuchado, estaba demasiado ocupado
peleándose con una mandrágora.
“¿Para qué?”
“No sé, Jungkook…, para montar un botellón en el puente cubierto, ¿tú que crees?”
suelta su amigo sarcástico. “Irá a darnos normas de etiqueta, o algo.”
Jungkook esboza una mueca, ambos se quedan allí un rato más hasta que el joven le
profiere un codazo para que espabile. Recogen sus cosas con cierta desgana, y se unen a
varios chicos de Gryffindor que se dirigen al Hall a la hora indicada.
La profesora McGonagall les espera rigurosamente, vestida con una túnica negra de
terciopelo y un enorme sombrero de pico que apunta hacia el cielo.
“Vayan pasando, por favor. Siéntense.” Les indica.
Jungkook y Jimin se miran de soslayo, el interior está despejado, con todos los bancos y
mesas colocadas contra la pared.
Hay un gran tocadiscos de vinilo en el centro del salón que llama la atención de cada
uno de los jóvenes y jovencitas que entran.
Cuando todo el salón se encuentra sentado y en silencio –no todos los alumnos de
Hogwarts estaban allí, por los horarios de clase–, McGonagall les habla sobre la indudable
importancia del baile de navidad:
“La ceremonia del vals siempre se ha realizado en celebración al Torneo de los Tres
Magos. Cuatro, en este caso.” Dice la profesora. “Hay que causar una buena impresión a
los Colegios invitados, por lo que hoy, practicaremos entre todos, el arte de la danza.”
“Oh, venga ya.” Suelta Jimin, entre un puñado de gente bufando y blasfemando. “Tiene
que estar de broma.”
Jungkook aguanta las ganas de descojonarse allí mismo.
“Los protagonistas del Torneo harán la apertura del baile de navidad esa noche.” Dice
McGonagall, y a Jungkook se le quitan las ganas de reírse. “¡Pónganse de pie todos, por
favor! Poneos de dos en dos.”
Después de enfrentarse a un dragón, aquello de tener que bailar el vals delante de todo el
mundo sonaba a cachondeo. A muchos les costaba trabajo incluso acercarse a una chica.
Pero Jungkook busca con la mirada a Taehyung, y se percata de que el muchacho no se
encontraba allí, al igual que Namjoon, –ambos debían estar asistiendo a su horario de
optativas en alquimia–.
El tocadiscos comienza a reproducir el lento ritmo de un vals, así que Jungkook se gira
indudablemente hacia su amigo Jimin, y Jimin le mira compartiendo la misma neurona –
decididos a practicar con alguien de confianza–, hasta que McGonagall aparece entre
ambos con una idea que no iría a gustarles.
“¡Señor Jeon! Usted será uno de los indudables protagonistas del baile, será mejor que
practique conmigo, para que no cometa errores.” McGonagall le ofrece una mano y
Jungkook siente un terrible vértigo antes de tomarla.
Por las barbas de merlín, aquello era lo más vergonzoso que había hecho en su vida.
Jimin se queda completamente tirado, y sin un mejor amigo que le liberase del inminente
trágame tierra que se acercaba.
Hoseok retrocede unos pasos mientras las parejas se van formando demasiado rápido
para sus sentidos humanos, y Minerva le da una orden letal.
“Señor Jung, póngase con Park.” Dijo Minerva.
Justo después indicó a Jungkook que, pisar a una dama mientras bailaban era de mala
educación.
Jimin también había escuchado eso último, aunque ni siquiera se había percatado de que
Hoseok estaba a un par de metros. Y mucho menos de que él tampoco había encontrado
una salvaguarda con quien escudarse antes de acabar irremediablemente unido a él.
Jimin se acerca a Hoseok sin demasiada dilación, y ambos comparten una mirada
embarazosa.
“Eh, bueno-” el de Gryffindor desvía la mirada y carraspea un poco. “¿Quieres que te
lleve yo? Q-quiero decir, que yo sea el que-”
Hoseok le toma de la cintura con indignación.
“Nah, ya me encargo yo.” Musita secamente.
“H-huh.”
Jimin apoya una mano sobre su hombro, y su mano contraria se entrelaza con la del otro
en el aire.
El corazón de Hoseok se dispara, aunque el joven se esfuerza el máximo por distanciarse
mentalmente todo lo posible de aquello.
Los dos permanecen en silencio durante unos segundos, siguiendo las indicaciones de
McGonagall, y dejándose llevar por el ritmo del vals que les mece levemente.
Llevaban tanto tiempo sin compartir una conversación, que la leve forma de
intercambiar monosílabos le hizo a Jimin, de alguna forma, increíblemente afligido y
nostálgico.
“C-creo que esta navidad estaré con mi padre en Brighton.” Dijo con la intención de
romper el hielo entre ambos.
Aunque más que hielo, había un Iceberg gigantesco.
“Hmnh. Claro.” Hoseok asiente con un presuntuoso desinterés, y sus pasos dan una
pequeña vuelta al ritmo de la música.
Normalmente, pasaban algún día de la navidad juntos con Jungkook desde que eran unos
críos. Pero ese curso Jimin dudaba bastante lo de pasar las navidades con el chico, tras
aquel distanciamiento que habían sufrido.
“E-espero que las disfrutéis...” Dijo con sinceridad.
Jimin entrecierra los ojos sintiéndose aquel desconsuelo. En otra ocasión, Hoseok le
hubiera insistido para encontrar algún día… y le terminaría convenciendo. Siempre lo
hacía.
Pero aquella forma de pasar de todo le hacía daño. Le hacía mucho daño, y le hacía
entender cuánto le estaba echando de menos.
Por el amor de dios, Hoseok era uno de sus mejores amigos. Y no sólo eso. Él… él
sentía que… aunque Hoseok nunca parecía haber sido consciente.
Pero, ¿por qué ni siquiera se había acercado? ¿por qué narices insistía en pasar de largo
cada vez que se cruzaban? Y cada vez que estaba con Jungkook, extendiendo aquella
estupidez durante más tiempo.
Jimin ni siquiera sabe que Hoseok no se encontraba muy preparado para responderle a
cualquiera de sus exigencias emocionales, cuando él también estaba siendo un capullo.
Pero Hoseok se siente increíblemente conmocionado con Jimin allí mismo, con su pecho
cerca del suyo, con una de sus manos entrelazadas, y con su mirada directa y furiosa
mientras él trata de evadirle mirando hacia otro lado.
¿Por qué demonios tenía que pasarle eso? ¿Por qué tenía que sentirte así, con él? ¿Qué
tenía de distinto a Jungkook? Y, ¡¿en qué jodido momento Jimin había empezado a hacerle
eso?!
Hoseok detiene el baile abruptamente y suelta su mano.
Cuando vuelve a mirar a Jimin, su rostro parece extremadamente diferente por algo que
no logra captar a tiempo.
“J-Jimin… oye… yo…” intenta decir el de Hufflepuff.
“Voy a ir con Giselle al baile, se lo pediré esta tarde.” Interrumpe el chico, con una voz
tirante. “Más vale que te consigas a alguien decente con quien ir. Las buenas siempre se
acaban rápido, ¿no?”
Hoseok le mira atónito.
“Por cierto, me has pisado dos veces.” Dice metiéndose las manos en los bolsillos del
pantalón de uniforme. “La próxima vez mejor deja que te lleven.”
Hoseok se siente tan zarandeado y desconcertado por sus afiladas palabras, que aprieta
la mandíbula decidiéndose a no decirle nada. Mostrarse frío era más efectivo.
Aunque le hubiera gritado que era un estúpido, con aquellas horribles ganas de besarle
que apretaban su garganta en ese instante, haciéndole pensar que podría llorar por ello.
“¡Muy bien, cambio de pareja!” McGonagall da la eficaz orden para terminar de cortar
el momento.
Hoseok se gira y choca con el pecho de Jungkook esporádicamente.
“E-eh, eh…” sonríe el muchacho. “¿Qué pasa?”
“N-no le soporto…” bufa Hoseok con una respiración fuerte. “Aparta, Kook…”
Jungkook se hace un lado y el chico atraviesa el salón a grandes zancadas, abandonando
la clase de danza. Él solo le sigue con la mirada, y cuando vuelve a mirar la cabeza en
dirección a Jimin, el chico parece tan conmocionado como el escapista de su otro amigo.
“No preguntes.” enuncia Jimin relamiéndose los labios, cuando Jungkook se acerca.
Jungkook cierra la boca, advirtiendo qué tan delicada es la situación de sus dos amigos.
El amor siempre lo era –que se lo dijeran a él–, y aún más, cuando no estabas preparado
para enfrentarte a eso.

La torre Gryffindor se encuentra solitaria esa noche. Con la cálida chimenea latente y
una fría lluvia que se convierte en granizo, la pequeña sala común escarlata se siente más
cálida.
Jungkook no se había saltado la cena, pero había devorado unas cuantas piezas de
comida, para después levantarse antes de tiempo y volver al salón exhausto.
Entre tantos exámenes y preparaciones para los EXTASIS, además de su preocupación
por las pruebas, le tenía realmente cansado.
Y Taehyung estaba comenzando a volverse un maestro en eso de invadir las salas
comunes ajenas, pues el chico le hizo una señal con la cabeza indicándole que le seguiría
más tarde.
Unos minutos después de estar a solas, Taehyung se coló en la torre Gryffindor, y los
dos se acurrucaron juntos en el sofá cómodamente.
Puff –el gato de Jimin– se paseaba por allí con la cola levantada, echando un vistazo al
esmeralda como si supiese que aquel no era el lugar más indicado para un Slytherin.
Pero sí lo era, mientras estuviese en los brazos de Jungkook. Y las mejillas de Tae aún se
sonrosaban suavemente cuando hablaban desde bien cerquita. Cuando coqueteaban, y se
dejaban algún besito en la nariz o en la mejilla entre aquellos centímetros cálidos y la luz de
la chimenea.
Jungkook apoyó su cabeza en el regazo del muchacho mientras hablaban. Tae pasó sus
finos dedos por su cabello observándole desde arriba.
El cabello oscuro de Jungkook tenía mechones largos con una onda natural que
acariciaban sus dedos.
Jungkook se sentía tan cómodo que podía cerrar los ojos y dormir en su regazo, y ojalá
hubiera podido hacerlo sino fuera porque aún estaban en el colegio.
“Tengo algo que te pertenece.” Dijo Jungkook entonces, rebuscando en el bolsillo del
pantalón.
Él sacó el pesado anillo plateado de Slytherin de su bolsillo y se lo ofreció de nuevo a su
dueño.
Taehyung sujetó sus dedos unos instantes sin tomarlo, valorando si lo necesitaba de
regreso.
“Quédatelo hasta que finalicen las pruebas.”
“¿En serio?” dudó Jungkook. “Tae, es tuyo…”
“Y seguirá siéndolo.” Sonrió el rubio. “Pero el anillo de Salazar trae suerte, te lo
aseguro. Prefiero que ahora esté contigo.”
Jungkook asintió levemente, y Taehyung agarró el anillo para deslizarlo por su dedo
índice.
Sujetó su mano en alto unos instantes y Jungkook observó el anillo en su propio dedo. El
símbolo de la serpiente casi le recordaba a la marca de nacimiento que tenía sobre su
hombro.
Aunque Taehyung aún no lo había visto, y era un poco tarde para quitarse el jersey y
desabotonarse la camisa levemente, sin que su compañero se preguntase si aquello iba con
segundas.
Porque sabiendo cómo se ponían últimamente, no podía decir que no.
Jungkook cerró la mano y miró a su compañero desde abajo.
“Hmnh.”
“¿Qué?”
“Ah… s-sobre el baile de navidad… me preguntaba si…” comienza Jungkook.
“Oh, pensé que jamás me lo dirías.” Ironiza el de Slytherin. “¿No se supone que
deberías ir con una chica, por eso de que los campeones del Torneo son los protagonistas?”
“Huh, ¿crees que llamaríamos demasiado la atención?”
Taehyung ensancha su sonrisa. “Creo que Madam Maxime se caería de espaldas.”
“Entonces, podríamos poner al lado a Hagrid para que la sujetase entre sus brazos.”
Jungkook se ríe suavemente. “Le haríamos un favor, de una vez por todas.”
“Kookie…, Hagrid se caería detrás de ella.”
Los dos comienza a reírse animadamente. Y después de unos instantes Jungkook le mira
mucho más serio desde su regazo.
“Ven conmigo.” Le dijo el chico. “Acompáñame al baile.”
La sonrisa de Tae se desvaneció lentamente, y su corazón elevó sus rítmicos latidos.
“De acuerdo.” Respondió, irremediablemente feliz.
Jungkook sentía aquel hormigueo que le hacía encontrarse emocionado, casi como para
dar saltos.
¿Debería practicar con él algo de baile? ¿O Taehyung ya había aprendido a bailar antes?
“Huh, tal vez debería decírtelo…” empezó a balbucear Tae de repente. “Pero, no has
sido el primero en tratar de invitarme.”
“¿Uh?” Jungkook se incorpora desde su regazo y le mira de medio lado. “¿Qué dices?
¿Quién?”
Taehyung esboza una sonrisilla observando su actitud repentinamente ofendida.
“Sólo te he dicho que sí a ti, tranquilízate león.” Suelta, divertido.
Pero Jungkook levanta una ceja pensando que apenas habían pasado unas horas desde
los ensayos de baile, ¿quién cojones había intentado adelantarse con su chico? ¿¡Y sabiendo
que él era su novio!? ¿¡Acaso intentaban rivalizarle!?
“Bogum quería que le acompañases, ¿no es así?” augura esperando lo más evidente.
En realidad, Bogum ni siquiera le molestaba a esas alturas. Ya no se enfrentaban como
cuando eran unos críos, y de alguna forma…, ¿a veces pensaba que era un buen tipo? –
aunque aquello era un secreto–.
“¿Bog? Ah, no. Él no.” Dice de repente. “Kristoff Holger me detuvo en el corredor de
los retratos de las cámaras inferiores, justo cuando estaba saliendo de la clase de-”
Jungkook se atraganta con su propia saliva tan fuerte, que casi se escurre del sofá al
escuchar el nombre de Holger.
“¿Kri-Kristoff? ¿¡Ese tipo te lo ha pedido!?” formula con los ojos desorbitados.
Taehyung se encoge de brazos con la mayor naturalidad del mundo.
“Sí. ¿Qué ocurre?”
La mandíbula de Jungkook casi toca el suelo.
“No sé,” dice el chico. “a lo mejor, esperaba que Holger se viese más interesado en, por
ejemplo, ¡¿Jung Hoseok?! ¡Siempre están juntos!”
Taehyung parpadea frente a su rostro. “Espera, Jungkookie, ¿estás… celoso…?”
pronuncia cómicamente.
“No. ¿Celoso yo? No, ¡para nada!” Expresa teatralmente, intentando no parecer súper
ofendido –aunque lo estaba–. “Simplemente, esperaba no tener que competir contra ese tío
también fuera del dichoso Torneo.”
Taehyung empieza a reírse exageradamente. Jungkook era realmente divertido incluso
cuando no planeaba serlo, y aunque su ceño estaba fruncido y su cara redonda parecía la de
un conejo enfurruñado, a Tae le parecía adorable que Jungkook se preocupase porque
Holger le estuviera rondando últimamente –dato que, por cierto, comenzó a contarle en ese
mismo instante–.
El joven de Durmstrang se le había acercado en la biblioteca, en el patio de la torre del
reloj, e incluso había utilizado su amistad con Park Bogum para preguntarle sobre la familia
Kim.
Debía estar interesado en sus lazos de sangre pura, le contó Taehyung. Seguramente
intentaba estrechar amistades por algún interés externo. Así funcionaban casi todos los
contactos interesados en el prestigio que tenían algunas familias de magos británicas.
Jungkook se sintió realmente sorprendido por aquella revelación.
E incluso esa noche, cuando Tae le rodeó los hombros con sus brazos y abrazó su
espalda desde atrás, pegando su mejilla a la suya, se preguntó mentalmente qué había hecho
él para que Taehyung escogiese estar a su lado.
Porque estaba muy enamorado, y aún no habían logrado decirlo con palabras.

Un día después. Biblioteca, ocho de la tarde.


La tormenta exterior es una constante en esos fríos meses en los que el invierno azota el
castillo de Hogwarts.
Los alumnos se sienten afortunados de que la biblioteca conste de varias calderas
calientes, y las ventanas sean buenas aislantes del exterior.
No obstante, las paredes de un castillo tan enorme hacen que el ambiente siempre se
sienta más helado.
Kim Namjoon ubica a Jimin y Jungkook en la biblioteca, completamente sumidos en sus
pergaminos, repasando antes del último examen pre vacaciones.
“Hola, chicos.” Saluda en voz baja. “¿Cómo lo lleváis?”
Jungkook le saluda y suelta su pluma, estirando los brazos.
“Fatigado… Flitwick se ha pasado con los apuntes.”
“Eh, Nam.” Jimin se muestra rápidamente interesado en el chico. “¿Con quién vas a ir al
final al baile?”
“Huh, pues… estoy pensándolo.” Responde reflexivamente. “¿Vosotros ya tenéis
pareja?”
“Giselle.” Dice Jimin, con una sonrisita.
“Oh, claro.” Sonríe receloso. “Estáis saliendo, ¿no es así?”
“Oh, no, nada de eso…” responde Jimin, con una sonrisita.
Jungkook se ríe en voz baja. Si un par de besos y un tonteo sano no era serio para Jimin,
no quería imaginarse qué lo era.
“No creo que salgamos. Ella volverá a la academia de Beauxbatons a final de curso,
¿recuerdas?” menciona Jimin, cruzándose de brazos.
“Pues con más razón, yo no perdería el tiempo para decírselo.” Le alienta Namjoon.
Jimin se reclina en su silla pensando en sus palabras.
Sentía cómodo con ella, para él, Giselle era divertida, valiente, inteligente, saber cosas
de ella resultaba interesante. Y, además, nunca venía de más tener a alguien con quien
compartir algo de roce físico… Estaba en la edad de enrollarse.
Pero, sólo se gustaban. Y Jimin aún no había pensado ni en dar el paso de ser algo más
con nadie.
Sólo se estaban divirtiendo juntos, sin presiones.
De repente, Jimin levantó una ceja un segundo, como si la sola imagen Hoseok le
golpease con un rayo.
Un momento, ¿estaba…? ¿estaba pensando en él justo cuando se lo preguntaban?
Exclama en su mente, cerrando la boca.
“¿Y tú, Kook?” le pregunta Namjoon a Jungkook. “¿Con quién irás?”
“Huh, se lo he pedido a Taehyung…” dice el joven, ruborizándose adorablemente.
Namjoon abre los labios. “Oh, ¿pueden ir parejas del mismo sexo juntos? Eso es
fantástico.”
Jimin y Jungkook miran inmediatamente al muchacho, a quien parece abrírsele una
cortina de posibilidades.
“¿En quién pensabas?” insiste Jungkook para que lo soltase.
“Hoseok.” Responde el de Ravenclaw.
Jimin casi se atraganta con su propia saliva.
“Estás de broma, ¿no?” escupe sarcásticamente.
Namjoon le mira con los ojos muy abiertos y sonríe sin captar lo personalmente
ofendido que Jimin se sentía por eso. Porque si fuera por él, hubiera deseado tirarle el bote
de tinta mágica en toda la cara sin pensárselo.
“¿Qué? ¿Ya va a ir con alguien?” sonríe el de Ravenclaw.
“Oh… pues, no lo sé.” Responde Jungkook con neutralidad. “No he podido hablar con él
sobre el baile.”
“Seguramente vaya con Holger.” Gruñe Jimin, inclinándose sobre sus apuntes y
clavando la pluma sobre su redacción.
“Hmnh, no creo que a Hoseok le inter-” intenta decir Jungkook
“Van a ir juntos-” insiste Jimin, cortante. “Me juego mi puto brazo derecho de Cazador.”
“Le preguntaré de todas formas.” Dice Namjoon ingenuamente.
Jimin atraviesa el pergamino con la punta de la pluma, muriéndose de celos.
Jungkook se lleva un puño a la boca intentando no reírse.
Namjoon no iba a darse cuenta de lo cabreado que estaba su amigo, y Jimin tampoco
pensaba decirle nada pues era demasiado orgulloso. Pero él estaba viéndolo desde ahí, y era
demasiado divertido.
“Suerte intentándolo.” Sonríe falsamente Jimin levantando la cabeza.
Namjoon asiente con bastante inocencia, mira el reloj de su muñeca y se levanta de la
mesa.
“Bueno, Kook, Jimin, os dejo estudiar. Tengo una reunión de prefectos en cinco
minutos.” Dijo despidiéndose. “¡Nos vemos!”
“Hasta luego…” responde Jungkook.
Jimin se muerde el labio inferior con fuerza, intentando reprimir su fastidio.
“Oye, si tanto te molesta que Namjoon quiera pedírselo a Hoseok…” murmura su
amigo. “¿Por qué no se lo has pedido tú?”
Jimin le mira como si acabase de pegarle un latigazo.
“¿Qué dices? Voy a ir con Giselle, capullo.” Insiste Jimin, desviando su mirada.
Jungkook siente un poco de lástima por la forma en la que Jimin estaba negando sus
propios sentimientos.
“Jimin. Sabes que…, no se me da muy bien esto de dar consejos.” Dijo su amigo con
una voz muy baja. “Pero creo que deberías empezar a ser sincero con él. O más bien,
contigo mismo.”
Él le miró de soslayo, dejando la pluma a un lado.
“¿Crees… que me odia?” Preguntó con inseguridad.
“¿Odiarte?” Jungkook exhala una carcajada silenciosa. “Por favor, Chim… te adora.
Siempre va a hacerlo, aunque dejéis de hablaros.”
Jimin no dijo nada más, pero sus palabras calaron bien adentro.
Porque de alguna forma, él sentía lo mismo. Aunque pensase que lo suyo era mucho más
complicado.

*
La noche del baile
El baile de navidad se celebraba en el buque de Durmstrang. Un barco del siglo pasado
con una decoración extraordinaria y suelo de madera encerado.
Jungkook se sentía allí dentro como si visitase un palacio enorme, de altos techos e
innumerables habitaciones.
Los de Durmstrang tenían una cocina privada, una biblioteca que habían traído desde los
países escandinavos –aunque también compartían la de Hogwarts con los alumnos, debido
a su estancia en el castillo anfitrión–, y el puñado de alumnos de los últimos cursos
constaban con habitaciones individuales en sus camarotes.
Ningún alumno de Hogwarts había visitado el buque antes, excepto Taehyung, quien se
había colado semanas atrás espiando a Igor Karkarov hasta su camarote.
Jungkook se cruzó con el director de Durmstrang en ese momento, justo cuando los
campeones del Torneo se reunían en círculo esperando las indicaciones para entrar al gran
salón de baile.
Namjoon llevaba una túnica de gala con colores grisáceos-azulados, mostrando con
orgullo el color de la casa Ravenclaw. Estaba realmente atractivo, con aquel cabello oscuro
peinado hacia atrás.
Giselle iba vestida de rosa pálido, con un delicado vestido como el de una bailarina de
ballet, con el cabello recogido en tirabuzones rojizos que caían tras su espalda desnuda.
Kristoff Holger llevaba un sencillo traje negro, de aspecto militar, con una pesada capa
de piel oscura, guantes de piel y unos elegantes gemelos en las mangas, a juego con sus
zapatos.
Y en cuanto a Jungkook, llevaba un traje negro bastante sencillo, hasta el punto de casi
parecer vestido para una gala muggle. Camisa blanca y pajarita negra, con una chaqueta del
mismo color que caía hasta sus rodillas.
Había peinado un lado de su cabello hacia atrás, dejando su flequillo largo y liso al otro
lado.
“¿Estáis preparados? Veamos…” McGonagall les echa un vistazo a los dos muchachos
de Hogwarts, le ordena a Jungkook que se ponga la pajarita derecha, y a Namjoon que
cierre un botón más de su impecable chaqueta.
Bajo su visión de gata no escapa el destacable anillo que Jungkook lleva en una de sus
manos. “Oh, señor Jeon, veo que se ha preocupado por portar una joya. No obstante, ¿no
sería más correspondiente llevar algo de Gryffindor en su casa?”
Namjoon también le echa un ojo, y Jungkook mete la mano en el bolsillo de su pantalón
con una mirada algo desafiante.
¿Y qué demonios le importaba a ella si Gryffindor estaba representada esa noche?
Giselle se retoca su falda rosada con las manos, y Holger parece hablar en voz baja con
Karkarov de algo sumamente importante.
“¿Dónde están vuestros acompañantes?” pregunta Minerva nerviosa. “¡A penas queda
un minuto para vuestra entrada!”
Después de aquello y casi como si fuera un encantamiento, los acompañantes de los
campeones no tardan más de unos segundos en aparecer en el hall del barco, siguiendo a
Madam Maxime.
Jungkook pierde el aliento en cuanto ve entrar a Taehyung.
Taehyung aparece vestido de un blanco impecable. Un traje sin corbata, con un botón
abierto en su camisa blanca bajo su cuello, chaqueta y pantalón de un color marfil que hacía
ver su piel casi dorada.
Él siente que le cuesta tragar saliva, y se pregunta si realmente iba a ser su acompañante,
después de todo. ¿Había olvidado decírselo la otra noche? ¿Estaba ya montado en esa nube
que le hacía sentirse atontado?
Jungkook se sentía acostumbrado a verle usar tonos negros –fuera del uniforme también
oscuro– que se vio golpeado por su aparición incluso cuando el muchacho se acercó a él
con una sonrisa en sus labios.
“¿Estás nervioso?” preguntó Taehyung elegantemente, advirtiendo el rostro desfallecido
del muchacho.
“¿N-nervioso? Qu-qué va. No.” Dijo con los ojos clavados sobre él, como si le hubiese
hechizado.
Y aunque Jungkook no fuera muy consciente, él se veía realmente atractivo frente a
todos. Casi parecía mayor por unos años, como si su apariencia física hubiera madurado
muy rápido.
“Eh, Kook.” Hoseok le saluda pasando por su lado.
El de Gryffindor no se había percatado de que Taehyung no había sido la única pareja en
acercarse. Y aunque le costó arrancar sus ojos de él, se percató de que con Jimin, Hoseok, y
una chica de Slytherin que debía acompañar a Kristoff Holger.
Jungkook supo que Kristoff iría con ella porque, Hoseok se había acercado directamente
a Namjoon.
Y Jimin parecía tan incómodo, que había olvidado prestar atención a lo que Giselle le
estaba diciendo sobre lo guapo que estaba.
“Campeones, preparaos para la entrada.” Avisó un profesor, ordenándoles que se
colocasen en fila.
Jungkook y Taehyung se colocaron los últimos, justo detrás de Namjoon y Hoseok.
El de Slytherin agarró del brazo al chico.
“Estás buenísimo en traje.” Le soltó Taehyung en voz baja, antes de que McGonagall
avisase para que abriesen las puertas. “Aunque me pone más tu uniforme de Quidditch.”
Jungkook esbozó una sonrisita incrédula. ¿Qué él estaba buenísimo…? Mejor se
guardaba lo que le apetecía decirle para más tarde, cuando pudiera agarrar su mano y
arrastrarle hacia algún lado para besarle.
“¿Qu-qué?” masculla Jungkook mirándole de medio lado.
Taehyung simplemente sonríe y niega con la cabeza. Okay, no era el mejor momento
para decírselo, pero no podía seguir conteniéndose aquella basura.
Cuando abrieron el portón, la fila de campeones se enfrentó al enorme salón –con
brillante suelo de mármol–, que estaba plagado de gente que había entrado por el otro
extremo del barco.
Todo el mundo se encontraba vestido de gala, con hermosos vestidos y túnicas de
colores. Había una banda musical al fondo del salón, un montón de mesas con aperitivos
para los invitados, ponche dulzón y cómodas sillas.
La gente permaneció muy atenta a la entrada de los chicos, emocionándose por las
parejas y clavando sus ojos sobre ellos.
Jungkook estaba súper nervioso a pesar de todo, pero la mano de Taehyung en su brazo
le hizo sentirse sostenido por su temple.
Cuando llegaron al centro del salón, se miraron unos instantes antes de comenzar el
breve baile con el que iniciaban la celebración.
“Tranquilo.” Le dijo Taehyung en voz baja, dejándose tomar por el muchacho.
Jungkook traga saliva y la música de vals comienza a marcar el ritmo, los dos se mueven
torpemente unos instantes. Y el pelinegro se maldice a sí mismo pensando que tal vez debía
haber planeado con Taehyung que fuera él quien le llevase.
Mira levemente hacia los lados sintiéndose perdido. Pero Taehyung aprieta su mano
entrelazada en el aire y llama su atención de nuevo, murmurando:
“Recuerda cómo lo hicimos el otro día en la torre.” Expresa con confianza. “Olvida a
todo el mundo. Estábamos tú y yo. Solos.”
Jungkook atiende a sus palabras y recibe el cálido apretón de su mano. Por un segundo,
se deja llevar por el feliz recuerdo que compartieron esa noche.
Dos días antes, en lo alto de la torre de los escarlatas. La música del vals resonando, y
los dos tonteaban mientras intentaban practicar algo.
En realidad, bailaron vals muy pocos minutos, pues estuvieron haciendo movimientos
disco y funks hasta el punto de reírse exageradamente uno del otro.
Jungkook le dio una vuelta extravagante a Taehyung con su mano, y después le inclinó
como en las películas, con el fatídico resultado de que ambos se tambalearon hasta caer al
suelo.
Lo intentaron de nuevo, claro, aunque Taehyung estuvo poniéndole nombres a sus pasos
de baile que les hacía desternillarse, hasta que la música se serenó y terminaron apoyando
la cabeza en el hombro del otro, y dejándose llevar por un ritmo mucho más lento.
“Taehyung…”
“¿Hmnh?”
Jungkook estaba guardándose algo que parecía querer decirle desde hacía un par de
noches, pero entonces sólo se miraron.
El pelinegro sujetó su rostro con una mano y dejó un beso sus labios. Y se dieron unos
besitos más deteniendo su baile, mientras la lluvia caía fuera de la torre Gryffindor.
Después de eso, estuvieron a punto de pillarles allí a ambos, pero Taehyung llevaba la
capa de invisibilidad y era más rápido que un lince cuando se trataba de desaparecer.
Y por muy absurdo que sonase, Jungkook logró recuperar el ritmo del baile en la
ceremonia y se tranquilizó recordando sus pasos.
Taehyung y él siguieron el ritmo, hasta que la música se dio por finalizada.
Se inclinaron uno frente al otro brevemente, siguiendo el protocolo. Y después del
aplauso, todas las parejas de campeones salieron de la pista central uniéndose al resto de los
asistentes.
Jimin y Giselle hacían una estupenda pareja, pero esa noche el pelirrubio parecía
ausente. Sumido en pensamientos lejanos que hacían ver a Giselle que Jimin estaba
mentalmente en otra parte, más que a su lado.
“¿Quieres tomar algo?” le preguntó ella amablemente.
Jimin negó con la cabeza, aunque después de mirar la zona del ponche y encontrar allí a
Kim Namjoon y Hoseok, cambió de idea radicalmente.
“Sí. Sí, yo voy a por algo. Espera aquí.” Le dijo separándose de ella.
Jimin atravesó la oleada de gente que empezaba a bailar una música más animada, y se
aproximó a la pareja, quienes parecían estar divertidos por algo, soltando una risita
cómplice.
“Entonces, ¿tu padre sigue en el Ministerio? Caray, me encantaría trabajar en la unidad
de sanidad mágica.” Expresa Namjoon. “¿Sabes qué tan importante puede llegar a ser la
alquimia para salvarle la vida a alguien?”
“Lo sé.” Suspira Hoseok. “Por eso la he elegido como optativa, aunque reconozco que
me interesan más los animales, que las personas. Ellos son fascinantes.”
“¿En serio? Wow…” Suspira Nam, sintiéndose encantado con el muchacho.
Jimin se deja caer a su lado, sujetando una copa de cualquier cosa que agarra sin mucho
interés, más que el de entrometerse entre ambos.
“Eh. Hola. ¿Qué tal la noche?” saluda con una sonrisita falsa.
“¡Jimin! Me alegra haberte visto bailar esta noche.” Dice Namjoon. “Giselle y tú hacéis
una pareja hermosa, ¿verdad, Hobi?” comenta el Ravenclaw mirando de soslayo a Hoseok.
Hoseok tiene sus ojos clavados sobre Jimin como si siquiera matarle, y se lleva un
oportuno canapé a la boca que llena sus mejillas.
“¿¡Huhm!? ¡Uhumn!” asiente alegrándose de no poder articular palabra. “¡Mhmn!”
Jimin le mira entrecerrando los ojos. Los dos saben muy bien la rabia que sienten uno
por el otro, mientras Nam sonríe ajeno a todo.
Y, a decir verdad, Hoseok está mucho más cabreado con Jimin esa noche que los días de
antes. De hecho, metería su cabeza en la ponchera con tal de fastidiar su estúpido look de
tío bueno.
¿O debía hacérselo a la princesita de rosa con la que estaba saliendo?
La música suena más fuerte y cañera, y Namjoon suela la copa sobre la mesa
dirigiéndose a Hoseok de nuevo.
“Bueno, qué, ¿salimos a bailar?” le ofrece el chico extendiéndole una mano.
Jimin se gira en redondo y derrama su copa sobre la chaqueta de Hoseok. “¡Oh!”
“¡Ah!” se queja el Hufflepuff. “P-pero, ¿qué haces?”
“Dios, cuanto lo siento.” Se lamenta Jimin. “Déjame que te acompañe al baño.”
Hoseok aprieta los labios, y señala a Namjoon con la cabeza para indicarle que iría más
tarde.
El chico se acerca a varios compañeros de Ravenclaw, y Jimin y Hoseok vuelven a
enfrentarse en solitario.
“Deja que saque mi varita, voy a convertirte en un estúpido florero-”
“Chst, chsssst, ¿vas a enfadarte conmigo por un accidente?” disimula el rubio.
“Accidente mis cojones, Jimin.” Suelta Hoseok. “¿Se puede saber qué haces?”

“¡No es mi culpa que tengas encima a todo el mundo últimamente!”


“Entonces, tú puedes salir con quien tú quieras, ¿y yo no?”
“Eh. No estoy con ella. Y por cierto, me la suda muchísimo con quién salgas.” Escupe
Jimin. “¿En serio crees que me gustas, o algo de eso?”
Hoseok agarra una copa y se la tira en toda la cara.
“¡Oooh!” una chica que pasa junto a la mesa emite un gritito al ver al rubio de ponche.
El líquido se derrama desde su cabello claro perfectamente peinado hacia atrás, por su
cara, hasta la camisa y chaqueta de su pecho.
Jimin se desabotona la chaqueta grisácea intentando salvarla.
“Ostras, se me ha derramado, justo como a ti.” Sonríe el chico. “Qué tonta es la
gravedad, ¿no?”
“¿Gravedad?” gruñe Jimin. “Te voy a dar yo a ti gravedad, imbécil.” Le suela en tono
amenazante.
Hoseok bufa, y suela la copa vacía en la mesa.
“Muérete, Jimin.” Le escupe al chico, dándole la espalda.
Él sale disparado del salón, y Jimin siente el corazón latir bajo su garganta. Se pasa una
manga por la cara, y sale dando grandes zancadas tras él para agarrarle.
Hoseok es súper rápido y se escapa rápido, y Jimin se lleva por delante a varias personas
que chocan con él, que le insultan de paso.
“¡Hoseok!” exige. “¡Espera!”
Como si Hoseok fuera a hacerle caso alguno. Él se gira un instante para dedicarle el
dedo corazón de su mano, y otro que te jodan saliendo al hall.
Fuera del salón de baile, Jimin aprieta los pasos, gira el portón a la izquierda y agarra la
muñeca de Hoseok de improvisto.
El tirón le hace soltar un jadeo a su compañero.
Ambos se miran con el corazón zumbando en sus oídos.
“¡S-suéltame!” Hoseok le empuja maldiciéndole. “¡Que me sueltes!”
“¡Calla – cállate!”
Jimin agarra sus muñecas y estampa sus labios contra los del chico.
Hoseok se resiste un par de segundos. Pero sólo son un par de segundos, pues
fugazmente siente las venas heladas, con un fuerte pulso marcándose bajo su esternón y sus
labios palpitando bajo los cálidos de Jimin.
Sus ojos se cierran unos instantes, y aquel beso no dura más de unos segundos.
Giselle sale del salón de baile buscando al Gryffindor con la cabeza.
Cuando les ve separándose lentamente, siente que, de alguna forma, sabía que se toparía
con algo como eso. Aunque cuando días atrás supo que Jimin estaba mal con un amigo,
jamás pensó que era… ese tipo de amigo.
Jimin exhala el aire de sus pulmones cuando se separan. Sus ojos son muy distintos a los
de antes, y en vez de irritación o rabia, cargan temor a la reacción de su compañero.
“Y-yo…” musita. “Escucha…”
“J-Jimin…” Hoseok se fuerza por mantener su respiración estable, pero su vista
periférica ve a Giselle junto a la muerta.
Ella no se mueve de allí, pero su mera presencia hace que Hoseok retroceda.
“C-creo que primero deberías hablar con ella.” Le dijo.

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Beatriz

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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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La mañana de navidad los alumnos de Hogwarts se encuentran recogiendo sus


pertenencias para pasar unos días con sus familiares.
Jungkook no tenía planes serios, más que los pasar unos días tranquilos con Owen.
"Nos vemos, Kook." Se despidió Jimin, cargando a Puff en un brazo y su maleta en otro.
"¡Sé buen chico!"
Jungkook exhaló una sonrisa. "Feliz navidad, Chim."
"¡Feliz navidad!"
Esperando cerca del puente cubierto con una maleta de mano, Hoseok se acercó minutos
después con su par de hermanos pequeños discutiendo por quién debía cargar con las maletas.
"Qué, ¿no te has despedido de él?"
"¿Hmn?" Hoseok se abotona su abrigo blanco de cuadritos con un leve rubor de mejillas.
"Y-yo no tengo nada que hablar con él."
Jungkook puso los ojos en blanco.
"Vamos." Indicó Hoseok cuando el carro se acercó.
"¡Jungkookie!"
Jungkook gira la cabeza y ve acercarse a Taehyung justo a tiempo, se inclina sobre sus
propias rodillas unos instantes y jadea, antes de aproximarse más tranquilo.
"Feliz navidad." Dice Taehyung.
Jungkook da unos pasos hacia él, acaricia su mejilla con un par de dedos y le abraza
pasando un brazo por encima de sus hombros para atraerle.
"Feliz navidad." Respondió en voz baja.
No hacía falta decirlo, pues la noche de antes –aparte de casi morir por el encuentro fatal
de Karkarov– se habían dado los suficientes besitos como para celebrarlo.
Y era absurda la forma en la que el muérdago mágico no paraba de crecer sobre ellos
como si tuviesen alguna especie de aura de romance. Filch iba a tener un gran problema a la
hora de fumigar los marcos de piedra del castillo, y Jungkook estaba seguro de que, si se
enteraba de que era por ellos, les mandaría a limpiarlo.
"Hmnh, m-me preguntaba si querías venir a cenar con mi familia. P-podrías quedarte en
mi casa un par de días." Ofrece Tae, tímidamente.
Jungkook se siente sorprendido por su propuesta, su corazón late rápidamente en su
pecho.
"No quiero estar toda la navidad sin verte." Insiste Taehyung, sus ojos grandes le miran
con honestidad. "S-si quieres, claro. Si no vas a estar con Owen esos días. O a lo mejor
prefieres estar con Hoseok-"
"Iré a verte." Responde conmovido.
"Ah, ¿sí?" Tae reacciona sorprendido.
Jungkook asiente con una sonrisita.
"T-te enviaré una lechuza, entonces." Dice Taehyung, algo nervioso. "Así concretamos
los días."
Los chicos se despiden ese día antes de volver a la estación de Hogsmeade. Horas
después, de regreso a Londres, Jungkook pasa unos días con Owen.
"Lo hiciste realmente bien." Le dice su tío mientras se acercan al edificio que tenía como
apartamento.
"¿Eh?"
"Lo del dragón." Repite. "Me han dicho lo bien que reaccionaste. Pero debo decirte que
el resto de las pruebas serán peores."
"¿¡Peores!?"
"Bueno, tenéis una pista para ir más preparados, ¿no es así? ¿cuál es tu pista?"
Jungkook se pasa una mano por el cabello.
"Sólo un huevo."
"¿Y qué hay en el huevo?"
"No lo sé, no he podido abrirlo. Tampoco he tenido tiempo para preocuparme por ello,
entre los exámenes, la fiesta de invierno..."
"Vale, vale. Ya." Su tío le deja unas palmaditas en la espalda. "Tendrás tiempo cuando
vuelvas, descuida. Estoy consiguiendo un permiso para estar en las inmediaciones de la
tercera prueba."
"Oh, ¿en serio?"
"Así es. Si todo va bien, te echaré una mano." Owen guiña un ojo. "Pero tienes que
prometerme que vas a ganar esa recompensa."
Jungkook se ríe en voz baja con su tío. Y los días que pasa en el apartamento son un
poco aburridos en comparación a sus días en Hogwarts, aunque le vienen bien para descansar.
Jungkook no se percata hasta entonces lo rodeado de gente que había estado los últimos
meses. Y no sólo por estar en el ojo del huracán, sino por las visitas extranjeras de los otros
colegios y el jaleo constante de gente hasta en el lugar de la biblioteca.
Había pocos sitios a los que escapar en un castillo plagado de gente, si bien ahora se
sentía un poco solo en el apartamento que conocía como su casa.
Allí, frente a una de las ventanas del apartamento que dan al exterior de la cuarta planta,
Jungkook toca sutilmente el anillo de su dedo, y contempla la nieve caer en una de las calles
de Londres.
Owen se sienta tras él en el sillón, con una cerveza fría en la mano y una vista de águila.
Lleva el cabello recogido en una coleta y una ropa mucho más cómoda.
"¿Eso es suyo?" pregunta indiscretamente.
Jungkook le mira de medio lado, antes de dirigir su mirada de nuevo hacia afuera.
"Sí." Pronuncia, sabiendo que se refería al anillo de Slytherin.
Iba siendo hora de dejar de evadir las preguntas de su tío para explicarle que tan
implicado estaba con otra persona, piensa serenamente. Ya no estaban en verano. Y no se
sentía tan crío y tonto, después de todo.
"Pues... es el sello de Slytherin." Valora Jun Owen. "Sólo unas cuantas familias
británicas más antiguas tienen el anillo del sello representativo. Slytherin forjó tres, y las
repartió a sus descendientes, que a su vez han ido heredándolo sobre los más... jóvenes."
Owen le da la información haciéndole saber a Jungkook que sospechaba más de lo que
creía antes de que le nombrase a Kim Taehyung. No sabía quién era el menor de la familia
Kim, pero sí que sabía sobre los Kim, como cualquier otro mago de la comunidad sabría de
las familias más nobles del mundo mágico.
"Estoy saliendo con un chico." Dice Jungkook, girándose para mirarle.
Su tono de confesión le hace guardar silencio.
"Se llama Kim Taehyung." Añade, con la mirada perdida en el suelo. "Y... bueno... me
ha invitado a pasar unos días de navidad a su casa. Pero, no sé si-"
"¿No te apetece ir?"
"No es eso." Jungkook respira lentamente. "Es que, Owen. Yo... no tengo nada."
Owen se incorpora del sillón, mirándole significativamente.
"Nada que ofrecer. Nada con lo que responderle." Prosigue el más joven, con un tono de
inseguridad. "Él tiene padres, un hermano, una casa enorme. Pasa algunos veranos en una
viña de su familia..., suele viajar con su padre y toca el piano con su madre. Está estudiando
dos asignaturas optativas más que yo en Hogwarts para acceder de forma profesional al
Ministerio y, su familia es de sangre pura-"
"Jungkook." Su tío le detiene y posa una mano sobre su hombro. "¿Por qué pones en la
balanza todo eso?"
"¿Hmnh?"
"Me refiero a... te he preguntado por un anillo." Manifiesta Owen. "Y tú estás poniendo
todo eso en un lado de la balanza, y a ti mismo, frente a todo lo que piensas, justo en el otro
extremo. ¿Qué importa quién sea esa persona? ¿O lo que pueda o no ofrecer alguien?" Él
posa su mano derecha sobre el pecho del chico. "Si está contigo es por esto."
Jungkook baja la cabeza sintiendo la mano de su tío sobre su corazón.
"Y déjame decirte, que en los años que te llevo de ventaja, esto es todo lo que de verdad
alguien necesita. Todo."
Owen aparta su mano mientras que Jungkook lo asimila. Tenía razón incluso entonces.
Sólo estaba asustado. Y Taehyung sólo estaba confiando en él como si esperase una gran
respuesta. Pero... lo único que esperaba, era a Jungkook. Nada más.
"Bueno, ¿y cuando voy a conocer al chico?" pregunta su tío más animado. "No me digas
que nunca vas a presentártelo."
Jungkook esboza una sonrisita.
"Dentro de otros quince años." Bromea.
Días después, Jungkook recibió una lechuza. Era de Hoseok, y quien le dijo que esas
navidades Jimin no iba a ir a cenar a su casa. Una lástima, puesto que los tres llevaban
pasando la noche vieja todas las navidades desde segundo curso.
Jungkook lamentó tener que escribirle que él tampoco estaría, pero prometió
recompensárselo más adelante –le llevaría algún regalo navideño–, además de decirle que le
pidiera disculpas a su madre por no aparecer por allí esas navidades. La madre de Hoseok
siempre preparaba comida extra para ellos, y tejía algún jersey –todos los condenados años–
a juego para los chicos.
Estaba algo nervioso esperando la lechuza de Taehyung, que no tardó en llegar
demasiado, y le dejó un sobrecito con su firma a mano.
Jungkook podía utilizar la Red Flu para llegar hasta la localidad situada al exterior de
Londres, y desde ahí caminar hasta la casa de los Kim. Su tío se ofreció para acompañarle –
y así de paso meter las narices– pero Jungkook insistió ir a solas.
Quedaron un viernes por la mañana.
El chico llevó una mochila con algo de ropa. Utilizó la chimenea de un local conectado
a la Red Flu, pagó la tasa de viaje, agarró un puñado de polvos Flu y los lanzó al suelo. El
rugido de las llamas esmeraldas le consumieron y transportaron hacia otra chimenea.
El local de viaje estaba lleno de gente. Se trataba de un diminuto poblado de magos con
algunas casas y locales comerciales. Más allá sólo había casas enormes con terrenos de
campo.
"Vamos, vamos, muévase, ¡va llegar otro ahora mismo!" le dice un hombre a Jungkook,
para que se apresurase a sacar el culo de allí.
Jungkook sale de la chimenea y mueve la cabeza, logra encontrar a Taehyung
rápidamente en el exterior, nada más empujar la puertecita de cristal con un hombro.
El fresco de la mañana golpea sus mejillas.
"Hola." Saluda Jungkook.
El azabache viste con unos jeans apretados y un jersey negro y ancho, y carga un bolso
de viaje en el hombro.
Taehyung se encuentra vestido con una chaqueta vaquera abotonada hasta el cuello, su
cabello está algo más largo y los mechones se encuentran rizados. Una gran bufanda está
enrollada alrededor de su cuello y cubre su barbilla. Él mantiene las manos enguantadas
guardadas en los bolsillos del pantalón y su mirada se posa sobre Jungkook esbozando una
suave sonrisa que arruga la comisura de sus ojos.
"Has llegado..." Dice sonriente, como si pensase que no sería capaz de atravesar una
dichosa red Flu, o algo.
"Huh... sí." Contesta Jungkook, aproximándose.
"¿Te ayudo con eso?" Tae se ofrece voluntario a echarle una mano.
"N-no, no." Responde el pelinegro velozmente.
Tae intenta agarrar la bolsa que cuelga de su hombro y Jungkook lo evita, apartándole.
"Vale, vale, sheriff... lo tuyo es tuyo." Añade Taehyung. "¿Qué tal estos días de
vacaciones?"
"P-pues... increíblemente aburridos, empezando porque soy el único que hace la compra
en casa." Menciona tontamente. "Owen no se come las verduras."
Taehyung se ríe alegremente, Jungkook sonríe un poco, pero el de Slytherin le nota un
poco tenso, a pesar de todo.
"¿Estás bien?" pregunta Tae en una voz más baja.
Jungkook asiente con la cabeza.
"Un poco nervioso." Reconoce. "No sé si me he traído r-ropa suficiente para..."
Tae da unos pasitos y acaricia su nuca con unos dedos, posa sus labios a un lado de su
nariz dejando un suave beso.
"Está bien, sólo son un par de días, ¿no?" dice el chico, dejándole embobado. "Vas a
estar cómodo, te lo prometo."
Jungkook se sonrosa levemente. Taehyung le ofrece la mano y el otro la estrecha.
"Vamos. No estamos muy lejos." Dice Taehyung.
Jungkook le sigue por la callecita de piedra, Taehyung se detiene para comprar unos
panecillos de cereales y pasas que huelen de lo lindo, a cambio de unos Sickles.
Además, le mira divertido a Jungkook en varias ocasiones, mientras se dirigen a su casa,
y él le pregunta si pasa algo.
Tae no entiende muy bien por qué Jungkook parecía más tímido que otras veces. Total,
sólo iban a estar en su casa. Había reflexionado mucho acerca de llevarle allí, y era consciente
de la diferencia que existía entre familias, pero su madre había insistido en conocer al chico
–Jin se había ido de la lengua mencionando que Tae tenía novio, y no era Bogum–, y él se
había decidido en presentarle a su familia con orgullo.
Sentía a Jungkook como algo suyo, si bien a penas llevasen saliendo más de cuatro
meses. Pero se conocían desde hacía años, desde que era unos niños. Y quería que se sintiese
arropado, igual que lo hacía con Hoseok. Sólo deseaba que su familia se comportase...
con alguien mestizo.
Porque eso era lo único que le preocupaba a Taehyung, mientas se preparaba para plantar
cara por él si fuese necesario.
"Vaya... vives... ¿vives ahí?" Jungkook parpadea cuando se acercan a la finca de la
familia.
Enorme, con unas caballerías y una gran reja oscura cubierta de setos altos que frenaban
el paso de las miradas indiscretas.
"Sí." Expresa Tae. "En realidad, es de la familia de mi padre. Mi madre se instaló aquí
cuando se casaron, ella ya estaba embarazada de Seokjin."
"Wow."
Taehyung y Jungkook atraviesan la verja y caminan tranquilamente por el camino que
les dirige a la casa, justo en el centro hay una fuente de piedra cuya agua se encuentra helada.
Cuando llegan a la puerta, un elfo doméstico la abre tras el toque de Taehyung, y le echa
una mala mirada a Jungkook cuando ambos entran.
"Él es Jungkook, Desmond." Dice Taehyung, quitándose la chaqueta. El elfo la toma y
la dobla. "Deberás tratarle como alguien de la familia, ¿de acuerdo?"
"O-oh, h-hola." Jungkook se inclina en señal respetuosa, y Desmond casi se cae de
espaldas.
¿Un mago inclinándose ante un elfo doméstico? El mundo debía estar acabándose.
"Déjeme su equipaje, lo subiré yo mismo-"
"No se preocupe, puedo encargarme solo." Dice Jungkook.
"Joven, puede dejarlo aquí y yo subiré las escaleras con..." Insiste el elfo.
"No, no, está bien, de verdad. Puedo llevarlo." Repite el azabache.
Taehyung le mira con una sonrisita, agarra su mano y tira de ella.
"Ven, vamos. Creo que mamá está en casa." Dice Tae bastante contento. "¡Mamá!"
El elfo doméstico se queda junto a la puerta sintiéndose bastante frustrado, mientras
Jungkook se ve arrastrado por su mano.
El suelo está enmoquetado de un color verde oscuro, parece suave bajo sus zapatos.
"Desmond está con nosotros por herencia de la familia," le explica rápidamente. "sirvió
a mi abuelo, a mi padre, y seguramente esté conmigo en caso de que herede esta casa. Aunque
debería quedarse con Seokjin, ya que él es el primogénito, pero..."
La madre de Taehyung, Bianca, se asoma por una de las puertas sujetando una copa de
algo transparente, con una cereza en el centro.
Está vestida con un vestido sencillo de color blanco, y tiene el cabello completamente
oscuro, con un mechón claro. Jungkook ya la había visto en una ocasión, tiempo atrás en
aquel estadio de Quidditch. Pero ahora era muy distinto, estaba en su casa, frente a ella y de
la mano de su hijo.
El chico siente bastante impresionado cuando Bianca le saluda, y sus mejillas se
sonrosan. Era una mujer imponente, elegante, de mediana edad, y hermosa.
"Oh, Jeon Jungkook, ¿verdad?" Pronuncia la mujer. "Taehyung me ha hablado de ti. Es
un placer conocerte y que vengas a pasar unos días con mi hijo."
Él emite otra inclinación respetuosa.
"Encantado, señora Kim." Responde Jungkook. "E-es un placer que me haya invitado."
"Siéntete como en casa, Jungkook. Cualquier necesidad que tengas, puedes pedírsela a
los elfos." Dice con amabilidad. "¿Hay alguna comida que quisieras probar? ¿Te gustaría
montar a caballo?"
Jungkook abre la boca. "Pues... nunca he montado, así que..."
Taehyung sonríe, y aprieta su mano entusiasmado.
"Bueno, ¡voy a enseñarle su dormitorio! ¡luego bajamos, mamá!" Taehyung vuelve a
arrastrarle, y esta vez lo hace escalera arriba.
"Desmond os avisará cuando la comida esté lista, cielo." Les dijo.
Jungkook agradece mentalmente a Tae que le apartase de la mirada de su madre, porque
se le estaba comprimiendo la garganta de los nervios, y estaba seguro que iba a soltar alguna
gilipollez que sobraba en menos de tres segundos.
Él le sigue escaleras arriba, Taehyung abre una de las muertas y le señala con la cabeza
para que entre.
Cuando Jungkook pasa, encuentra un dormitorio enorme y personalizado. Armarios
empotrados, una cama con dosel en colores fríos, dos ventanas enormes y acolchadas bajo
las que sentarse a leer, varias estanterías refinadas y ropa doblada en el reposapiés que hay a
los pies de la cama.
"Oh... vaya... ¿esto es un dormitorio de invitados?" duda Jungkook.
Taehyung cierra la puerta y echa el pestillo, dándose la vuelta con una sonrisa juguetona.
"Nah, esta es mi habitación." Dice deslizando el asa del bolso de viaje de Jungkook por
su hombro.
Aparta el bolso dejándolo caer al suelo y agarra el cuello del jersey del chico con un
puño.
"Y esa, mi cama." Masculla, besando sus labios improvisadamente.
Un beso más acaramelado y meloso de lo esperado para su acompañante. Sus labios se
mueven con hambre, como si fuera un divertido juego que Tae había estado esperando.
Los labios de Jungkook se vuelven más rosas rápidamente, y Taehyung le empuja
suavemente hacia la cama para que se siente.
"¿Qu-qué haces?" El azabache levanta la cabeza cuando se sienta en el borde de la cama.
"No está Seokjin, ni mi padre." Murmura Taehyung seductoramente. "Y tenemos un
buen rato hasta la hora de la comida."
Jungkook comprende la astucia de su novio, pero no esperaba que lo primero Taehyung
hiciera al llevarle hasta su dormitorio fuera intentar comérselo a besos.
No obstante, no tiene nada que objetar. Sabe que necesitaban aquella intimidad después
de varios meses resistiendo. Jungkook era el primero en robarle momentos así cuando estaban
en el Colegio, y ahora se encontraban a solas y en su espacio personal. Nada de habitaciones
compartidas en Hogwarts, ni salas comunes donde les interrumpían, ni rincones en pasillos
donde Snape les diese un tirón de orejas, ni aquel rincón frío y elevado de la Torre del Reloj.
Jungkook se tiende en la cama apoyando la cabeza en el almohadón, y Taehyung enreda
los brazos alrededor de su cuello subiéndose encima suya y besándole con emoción.
Sus labios se funden en besos deliciosos y sonoros. Profundos y juguetones, que
humedecen sus labios y agitan sus respiraciones con una caricia de lengua.
Jungkook pierde el aliento cuando recibe un delicado mordisco en el labio inferior, un
suave tironcito que le hace emitir un jadeo.
La nariz de su compañero y la propia se acarician cuando Taehyung cambia de lado, y
sus respiraciones abrazan los labios del contrario hasta que al de Slytherin se le ocurre un
mejor plan.
Él se inclina levemente y besa la línea de su mandíbula, dejando delicados besos que la
delinean lentamente. Aparta el cuello alto de su jersey con unos dedos, y llega hasta la oreja
de Jungkook, donde mordisquea el lóbulo suavemente y lo acaricia con los labios.
Jungkook jadea suavemente, sus propias manos recorren su cintura y bajan por espalda
cuidadosamente, apretando con unos dedos gentiles la curva de su trasero. Se muerde el labio
húmedo inferior levemente, dejándose llevar por el subidón de dopamina que bombea en
cada vena de su cuerpo.
Con Taehyung encima, todo se vuelve complicado si quería mantener la paciencia por
los nervios y las evidentes erecciones de ambos. Lo mucho que se gustan mutuamente es
perceptible –y no era la primera vez que resultaba tan evidente–, pero de alguna forma, era
tan agradable como vergonzoso saberlo.
Taehyung sonríe con la respiración agitada, se deja desliza hacia un lado, y reposando la
cabeza sobre el mismo almohadón, y mirándole con los ojos brillantes y labios rosados.
"Hmnh, ¿y-ya has acabado?" suspira Jungkook, con las mejillas ruborizadas.
Taehyung rodea su cintura con una pierna, se mantienen tan cerca cómo es posible, con
los brazos alrededor del otro y aquel agradable hormigueo recorriéndoles.
"Mmnh... Podemos estar así un poquito más..." Murmura Tae, dejándole besitos en la
comisura de sus labios.
Jungkook entrecierra los ojos y besa sus labios de forma directa, como señal de apetito.
Ambos son conscientes de que deben rebajar el tono y lo hacen con su mejor esfuerzo,
pasando a una sesión de besos y abrazos mucho más soft que los de antes.
Jungkook se entretiene acariciando su cabello claro y besuqueándole entre sus brazos
como si fuera un juego. Se detiene en el cuello de su compañero, desabotona los botones
superiores de su camisa vaquera, dejando un suave chupetón sobre su piel y en la base de su
cuello.
Su olor y su tacto se vuelve algo familiar y explorable con el paso de los minutos de sus
besos más silenciosos. No tienen prisa, ni tampoco es necesario tenerla. Están felices
acurrucándose juntos, calentándose mutuamente por el inevitable deseo que corre por sus
venas.
Piensa que, además, sería mejor que no se calentasen en exceso si no querían un
interesante dolor de entrepierna y la incomodidad de que alguien de su familia tocase en
breves a su puerta.
"Quiero hacerlo contigo." Murmura Jungkook sobre sus labios, e inclinándose sobre el
chico con un codo clavado en la almohada.
Su forma de decirlo es tan suave que Tae se siente como el confidente de uno de sus
secretos.
"Yo también quiero hacerlo." Confiesa Taehyung, con un rubor de mejillas. "Pero... creo
no es la hora, ni el mejor momento..."
Jungkook se ríe levemente. "Ya... ni tampoco creo que sea el mejor lugar para
intentarlo." Añade, extrañamente divertido.
Ni de broma iba a intentar hacerlo con Taehyung la primera vez que se quedaba en su
casa, aquello era demasiado... ¿lanzado?
Taehyung frunce el ceño. "¿Qué tiene de malo mi cama?" pregunta ofendiéndose, con
los dedos enterrados en la nunca del contrario.
"¿Tu cama? Es maravillosa." Responde en voz baja, sintiendo la caricia de sus dedos.
"Aunque preferiría que no me pidieses hacerlo aquí mismo. No con tu familia en la planta de
abajo."
"¿Te pone nervioso mi familia?" replica Tae, como si le apeteciese retarle.
¿Estaba retándole a tener su primera vez de esa forma? Wow.
Jungkook chasquea con la lengua brevemente. "Taehyung... no sé si..."
"V-vale, vale. Ya sé que no es el mejor lugar." Expresa el rubio. "P-pero, por la noche
estarán dormidos. P-podemos no hacer ningún ruido." Sugiere como si tratase de
convencerle.
Jungkook se sonroja bastante, se aparta de Tae un poco y se queda sentado sobre la cama
de forma reflexiva. Él mismo era quien acababa de sacarle el tema de querer hacerlo. Si bien
no se refería a ese momento, o esa misma noche. Sólo era un comentario, porque la tensión
física entre ambos existía al mismo nivel de su romance, y era evidente que necesitaba ser
resuelta... si bien Taehyung parecía sentirse mucho más preparado en ese aspecto.
¿Quién iba a decir que un león de Gryffindor que estaba sintiéndose como un gatito
nervioso?
El corazón de Jungkook retumba en su corazón, y de repente, se siente tan nervioso como
si se tratase de su primera exposición oral en una presentación de Historia de la Magia.
"Es que..." comienza a decir. "Yo nunca he..."
Taehyung parpadea, y se incorpora mirándole de medio lado y apoyando la espalda en
la cabecera acolchada.
"Yo tampoco." Declara Taehyung.
Jungkook le mira esporádicamente, con una duda ingenua en sus ojos castaños. "¿Qué?
¿Nunca has...? Pensé que, tal vez, tú..."
Taehyung exhala una carcajada ahogada.
"¿En serio crees que lo hice con Bogum?" formula divertido. "Nah, nosotros sólo... nos
agarrábamos de la mano, y nos besamos algunas veces. Pero nada más lejos."
"Huh." Suspira Jungkook, sintiéndose muy tonto.
"Nunca me he sentido con alguien como lo hago contigo, Kook." Añade Taehyung.
Jungkook gira la cabeza y le mira con los ojos muy limpios. Taehyung se encuentra con
la espalda apoyada en el cabecero, el cabello algo despeinado y las piernas cruzadas y
extendidas sobre la cama.
"Yo tampoco..." Le devuelve el azabache, haciendo que el pulso de Taehyung se
mantuviese de forma rítmica por sus sentimientos.
Y si le hubieran dicho un año antes que iba a estar tan irremediablemente enamorado,
saliendo con él, o teniendo una conversación sobre sexo, después de enrollarse en su propia
cama, Taehyung hubiera dicho que era una maldita broma. Pero allí estaban, y no se
arrepentía de cada paso que había dado.
Taehyung exhala una sonrisita. Se pone de rodillas y abraza su espalda. La estrecha con
unos brazos apoyando su mentón en el hombro de Jungkook esperando confortar su
nerviosismo.
"Okay, no te preocupes. Encontraremos otro momento para hacerlo..., ¿de acuerdo?"
pronuncia con un hilo de voz. "N-no quiero sonar como un desesperado."
Jungkook acaricia cálidamente los brazos ajenos que estrechan su cintura, y el dorso de
sus manos.
"No suenas así." Expresa el pelinegro. "Y-ya te he dicho que yo... deseo hacerlo
contigo... y me hace muy feliz que tú también." Pronuncia de forma adorable.
Taehyung sonríe sobre su hombro, suelta su cintura para apretar sus hombros entre
ambos brazos y empieza con un ataque de besuqueos exagerados sobre una de las mejillas
del contrario.
Jungkook se queja un montón entonces, y se enfurruña bastante, sin saber muy bien
cómo defenderse del nuevo koala de su novio.
Pero Taehyung no planea soltarle –o al menos no fácilmente–, y el chico se retuerce
hasta que le deja un pequeño empujón que le hace caer de espaldas a Tae sobre la cama.
Sólo en ese momento, Jungkook se levanta acalorado, sonrojado, y con un pulso nervioso
provocado entre la sobredosis de mimos de Taehyung, y la conversación íntima que habían
compartido unos instantes antes.
Jungkook se permite pasearse por su dormitorio y meter las narices donde no le llaman.
No podía evadir el hecho de que el dormitorio era tan grande como el salón de su casa,
y tenía dos ventanas enormes a cada lado de la cama, desde donde se veía el jardín exterior,
atravesado por un pequeño riachuelo y un puente muy romántico.
Había un par de mesitas afuera con unas sombrillas cargadas de nieve.
Jungkook mete las manos en los bolsillos y ve a un par de hombres atravesarlo. Uno de
ellos se encuentra en una silla de ruedas plateada, y el otro, tiene el cabello tan claro como
Taehyung, si bien lo lleva mucho más largo.
El joven lo reconoce rápidamente. Elegante, distinguido, vestido con una túnica y capa
negra de terciopelo, era padre de Taehyung. Con su hermano Seokjin.
"Ahí está tu padre."
"Oh." Taehyung se levanta de la cama. "Ven, vamos a saludarles."
Jungkook se pone más tenso que un trozo de escayola, Taehyung peina su cabello con
unos dedos y se alegra de que el calentón de ambos se hubiese disipado.
"No te pongas nervioso, vas a caerle bien a Seokjin." Dice, tirando de su mano. "No te
asustes de mi padre, aunque pueda ser un poco... bueno."
"E-eh, e-espera..." musita Jungkook, siento igualmente arrastrado.
Taehyung desbloquea la puerta de su dormitorio, salen de allí y bajan la escalerita
principal. En cuanto los dos hombres entran en la casa y cuelgan sus abrigos, los ojos de
Seongjin y Jin van a parar al desconocido del joven Jungkook.
"¡Papá!" saluda Taehyung.
"Oh, Jeon Jungkook." Pronuncia su padre, quitándose los guantes y ofreciéndole una
mano. "Encantado de conocerle, ¿qué tal?"
"Señor Kim." Jungkook estrecha su mano educadamente. "Todo bien, gracias."
Jungkook planea saludar a Seokjin, pero él no le ofrece una mano. Sin embargo, se
levanta de la silla con esfuerzo, su aspecto es pálido y parece desgastado.
Jin le ofrece la mano entonces, cuando se encuentran a la misma altura en la que se miran
a los ojos.
"Soy Seokjin, un placer conocer al príncipe escarlata." Le saluda al más joven,
estrechando su mano. "Te he visto en el Profeta varias veces."
Jungkook siente un escalofrío estrechando su mano. "Oh, sí..."
"Siéntate, Jin. No es recomendable que estés de pie." Le indica el padre.
"Jungkook se merece ser saludado en condiciones, ¿no es cierto, hermanito?" dice
Seokjin, con cierta débil diversión.
Taehyung se mordisquea el labio, y toma la mano de Jungkook mientras su padre les
ofrece que se dirijan a la mesa, para tomar algo juntos antes del almuerzo.
Ambos se dirigen al salón, y Taehyung gira la cabeza para ver a su padre junto a la
entrada.
Aprieta la mandíbula levemente, y espera que se comporte frente a Jungkook.
Cuando Seongjin vuelve al salón, todos se sientan para tomar algo, excepto Seokjin.
"Leí que te presentaste al Torneo de los Tres Magos. Una idea muy ambiciosa." Dijo
Seongjin.
Y Taehyung clavó sus ojos en él.
"¿Por qué lo hace? ¿Dinero? ¿Fama? ¿Esa gloria interminable... de la que hablan?" añade
su padre, rebuscando algo en Jungkook.
"No... no me presenté." Expresa Jungkook. "El cáliz me eligió. El Ministerio de
Seguridad Mágica ha abierto un caso para averiguar lo que ha sucedido, y por qué se ha
producido..."
"Oh, ja, ja, ja." La risa de Seongjin suena grave en la mesa. "¿Quién echaría el nombre
de otra persona en el cáliz? Es un artefacto ancestral e increíblemente difícil de engañar. Me
pregunto... ¿cuenta con alguien que pueda odiar tanto a un joven de diecisiete años, como
para arriesgarse a hacer eso?"
Jungkook no sabe qué decirle, Seokjin llega a la mesa y se posiciona justo enfrente del
chico.
"Sólo espero que su ambición no sobrepase los límites, Jeon." Menciona el padre de
Taehyung.
Seokjin y Jungkook conectan sus ojos unas décimas de segundo, mientras sirven la
comida.
"¿Conoce el legado de los Sagrados Veintiocho?" le pregunta.
Taehyung se aclara la garganta para detener a su padre. Jungkook niega con la cabeza.
"El Directorio de sangre pura del siglo pasado, emitió una lista escrita por un mago
anónimo, que comprendía a las 28 posibles familias de sangre pura en la década de 1930."
Dice Seongjin, tomando un sorbo de vino. "Entre ellas, la familia Kim, aunque hay varios
Kim en Gran Bretaña, así como los Park, la gente sabe a qué Kim se refieren cuando se habla
de los Veintiocho."
"Oh, vaya. ¿Así que ese documento transcribe toda vuestra genealogía?" A Jungkook se
le hace interesante la idea, especialmente eso de poder conocer de dónde provenías.
¿No era maravilloso saber quiénes eran y donde vivían los padres de tus abuelos? ¿O
imaginarte qué historias podían haber vivido los abuelos de tus abuelos?
"Toda." Afirma Seongjin. "Los abuelos de nuestros abuelos, y sus relaciones con
ascendientes mágicos, y ascendientes de estos mismos. ¿Le has enseñado la habitación de tu
abuela, Taehyung?"
Taehyung nieva brevemente, colocándose la servilleta de tela sobre los muslos.
"Huh... no." Responde, y mira a Jungkook de medio lado y trata de explicárselo lo más
resumido posible, a pesar de que no le apetecía nada hablar de aquello, y aún menos delante
de Seokjin. "Sólo es una habitación tapizada."
"¿Sólo?" repite su padre, algo molesto.
"Mi abuela bordó el árbol genealógico de los Kim que se emitió en el manuscrito de
1930, añadió a su hijo, y también a... mí, como su nieto."
Taehyung siente como se le contrae el estómago, pensando en que jamás incluyó a
Seokjin. Su abuela ya había fallecido hace más de 13 años, y Seokjin tenía 7 en ese momento.
Bordó el nombre de Kim Taehyung, pero no su cara –aún era un bebé en ese entonces, y
esperaba poder bordar su rostro cuando fuera un poco más adulto–, pero a Seokjin ni siquiera
le hizo un hueco, y sólo porque había nacido squib.
Ni siquiera le habló a partir de los cinco años, cuando se percató de que su falta de
desarrollo mágico fue diagnosticada como una ausencia de magia desde nacimiento. Es decir,
un hijo no-mágico, nacido de padres mágicos. Un squib.
Para ella era una desgracia, sin dudarlo. ¿Cómo podían seres de sangre pura y grandes
familias de magos, dar a luz a un niño que no tuviese ni un cromosoma mágico en su sistema?
Al principio culpó a Bianca de eso, porque ella no tenía el apellido Kim, era muy joven
y pensó que era su culpa. Pero Bianca era tan pura como cualquiera de ellos.
Cuando dio a luz a Taehyung –quien tuvo sus primeros indicios mágicos desde apenas
un bebé, como por ejemplo zarandear el móvil de viento que colgaba por encima de su cuna–
, la perdonó (más o menos) y adoró a Taehyung como si fuera un angelito.
Pero Taehyung se dio cuenta del sufrimiento silencioso de Seokjin conforme su yo niño
fue creciendo. Cómo él se quedaba apartado, cómo Bianca siempre le amaba y consolaba en
silencio. Era su hijo mayor, después de todo, y ella le amaba como a nadie, y le insistía en
ser fuerte mentalmente. Esa era la familia en la que había nacido.
Su padre también le amaba, si bien tuvo algunos problemas de orgullo propio –los Kim
eran muy orgullosos–, hasta que salió el Adam.
Condenada sustancia que hizo que Seokjin desarrollara habilidades mágicas, hasta que
dañó su sistema de forma inesperada. Después llegaron todas aquellas noticias del Ministerio,
por culpa del MACUSA estadounidense y sus revelaciones sobre los componentes
perjudiciales del Adam.
¿Habían matado a su hijo por utilizar aquella sustancia? Miles de familias británicas lo
habían usado, ya fuese por motivo familiar o porque los propios squibs se sentían interesados.
Las familias de magos siempre eran más tradicionales que una familia común, integrada en
la sociedad moderna.
Pero Seongjin también se encargaba de mantener a Seokjin lo mejor posible con las dosis
controladas de Adam, por la culpabilidad que acarreaba.
Con magia o sin magia, era su maldito hijo, y le quería con ellos, vivo. Y había tardado
años en darse cuenta, hasta que vio peligrar su vida.
"¿Sus padres son muggles, Jungkook?" pregunta Seongjin en mitad de la mesa.
Seokjin levanta la cabeza. "Padre." Pronuncia, dándole un toque de atención que él
ignora.
Bianca no dice nada, clava el tenedor en la comida e ignora aquello, mientras Seongjin
y su hijo mayor se retan con una mirada.
Jungkook se percata de la inminente tensión del momento.
"No, no son muggles." Responde con naturalidad, demostrando que no se sentía
incómodo por su pregunta, aunque comenzaría a estarlo dentro de poco.
"Jungkook es mestizo." Dice Taehyung de repente, como si tratase de defenderle.
"Y, ¿en qué sector trabajan?" Insiste Seongjin con una actitud pasiva. "¿Se relacionan
con la comunidad mágica o... desarrollan una actividad muggle?"
Jungkook ni siquiera prueba la comida entonces. No sabe muy bien como expresar
aquello, pero se atiene a la tensión del momento y capta la inquietud del rostro de Seokjin,
que está sentado en frente de él. Y Taehyung crispándose, justo a su lado.
"M-mis padres... fallecieron p-por un... accidente. Cuando yo..." intenta explicar, con
una voz temblorosa que ni siquiera él mismo reconoce salir de su garganta.
Taehyung apoya una mano en su antebrazo y le detiene, y cuando se miran, sus ojos
están muy abiertos, casi desencajados. Y los de Jungkook se encuentran brillantes, con una
película de lágrimas sin derramar.
"Entonces, ¿quién ha cuidado de ti, hasta ahora?" Se inmiscuye Seongjin con arrogancia.
"Es probable que tu falta de atención familiar haya hecho que terminases presentándote al
Torneo... de forma casi... enfermiza. ¿Buscas ese reconocimiento a través de la prensa? ¿Y
ahora aquí... en mi mesa?"
"¿Qué...? Señor, yo no busco nada con-"
"Ya basta." Exclama Taehyung interrumpiéndole, con un tono muy duro.
Pero no lo dice por Jungkook, sino por su padre, a quien dirige otra mirada de
desaprobación, mientras él se mantiene con una actitud serena y distante.
Su madre prefiere no levantar la cabeza. Jin clava los codos sobre la mesa y entrelaza
los dedos de sus propias manos, mirando a su hermano.
Taehyung se levanta de la mesa y deja la servilleta sobre el plato intacto.
"Vamos a mi habitación, Jungkook. Desmond puede subir nuestro almuerzo más tarde."
Sugiere.
El elfo doméstico se acerca a la mesa escuchando su propuesta.
A Jungkook le cuesta una barbaridad levantarse y dejar a su familia plantada, pero lo
hace lentamente, y se inclina en una señal respetuosa, deseándoles buen provecho.
Taehyung sale del hermoso y decorado salón delante suya, sin mirarle, y sube la escalera
con Jungkook siguiendo sus pasos.
Lo único que Jungkook escucha entonces es el silencio, mientras se distancian del
comedor. Ni una palabra sobre la mesa por parte de aquellos, ni tampoco entre los jóvenes
mientras suben la escalera.
Taehyung señala otro dormitorio, situado a varias puertas del propio.
"Por cierto, ese de allí es el tuyo." Le dice, aunque no pensaba mandarle para allá ni en
broma. "Olvidé... mostrártelo..."
Sólo se había atenido a eso de dormir en dormitorios separados por aquello de que debía
respetar a su familia.
Pero Tae entra en su propio dormitorio seguido de Jungkook, y se frota la cara con ambas
manos. Parece realmente molesto, y alterado. Como si le apeteciese patear la butaca color
crema que había junto a una bonita lámpara de pie.
Jungkook cierra la puerta lentamente tras su propia espalda y mira al chico.
"Lo siento." Dice.
Y Taehyung le mira horrorizado entonces. Se acerca a él negando con la cabeza y
relamiéndose los labios.
"No, no, no. No digas eso, por favor." Le pide en voz baja. "Yo soy quién lo siente. Lo
siento muchísimo, Jungkook. Siento muchísimo que te haya hablado así. Sabía que iba a
pasar algo así, pero... no pensé que..."
"¿Sabías que pasaría?"
"No." Corrige velozmente. "O sea, esperaba algo así, pero no durante la comida. Y no
delante de ti."
Jungkook extiende sus brazos y rodea sus hombros.
"Taehyung, escucha... no quiero causar un problema a tu familia." Dice con suavidad.
"No. No. Espera." Taehyung le detiene antes de que Jungkook diga alguna tontería,
temiéndose lo peor. "No es tu culpa, ¿vale? Es la suya. Él es el adulto, y él es el que debería
comportarse."
"Tae-"
"¡Jungkook, no!" exclama, quitándoselo de encima.
Jungkook le mira con los ojos muy abiertos. Taehyung traga saliva e intenta
tranquilizarse frente al chico, explicándole sus motivos.
"Esto es importante para mí." Manifiesta Taehyung. "No se trata sólo de estar contigo.
Va más allá, ¿entiendes? Va mucho más allá, y no tiene nada que ver con la persona que
elija."
Jungkook le contempla con la espalda apoyada sobre la puerta, la cual resuena entonces
con unos nudillos. El incorpora rápidamente girando la cabeza. Taehyung se dirige a la puerta
y la abre esperando que fuera Desmond con la comida.
Pero cuando lo hace, encuentra al otro lado a su madre.
Ella es quien empuja un carrito con dos bandejas tapadas.
"Pensé que tendríais hambre." Menciona, asomando la cabeza.
Taehyung sale y agarra el carrito para empujarlo hacia adentro.
"Gracias." Le dice con sinceridad.
Bianca mira a Jungkook asegurándose de que el chico se encontraba bien, y el azabache
comprende su mirada como si leyera un libro abierto.
"¿Te gusta el té, Jungkook?" pregunta de repente, mientras se aparta para que Taehyung
pasase.
"Huh... bueno, Hagrid siempre prepara té cuando-" su voz se apaga sintiéndose un poco
cortado por su mención a Hagrid.
Aunque Taehyung sonríe inesperadamente, y ella continúa hablando:
"Tenemos muchos tés en casa, ¿qué tal si luego eliges cuál te apetece que tomemos
juntos?" dice. "¿Has probado los pasteles de arroz de la localidad? A Seokjin le encantan los
pasteles de arroz al estilo coreano."
Jungkook acepta tímidamente, percatándose de su estrategia para conocer a Jungkook
con más calma. Sin presiones.
"Bueno, aprovechad la comida, chicos." Expresa retirándose.
"Gracias, mamá." Contesta Taehyung, antes de cerrar la puerta.
Cuando Jungkook y él se miran, la tensión del ambiente se siente menos crispada.
"Si eso son fresas con chocolate, me pido quedarme con los dos boles de postre." Se
burla Jungkook brevemente.
Tae exhala una sonrisa. Los dos muchachos almuerzan allí más cómodamente de lo
esperado, se tiran en la cama para holgazanear un rato, si bien Jungkook aprovecha para
investigar algunas cosas que Taehyung tiene en su cuarto.
¿Estatuillas de oro? ¿apuntes de pergaminos bien ordenados? ¿literatura mágica?
¿un soportavaritas? ¿un montón de corbatas bien dobladas en un chisme para colgarlas?
¿plumas mágicas..., sin estrenar?
Okay, sí, ese era su novio de Slytherin. A Taehyung debía gustarle las chaquetas finas y
largas, porque tenía tantas en un compartimento del armario, que Jungkook comenzó a
preguntarse por qué demonios se había fijado en él, si siempre vestía jerséis anchos y
sudaderas –cuando no llevaba el uniforme de Hogwarts–.
Por la tarde salieron al jardín para que Taehyung le mostrase los caballos. Jungkook le
dijo que no montaría en caballo ni de broma. Eso de tener algo con sentido ajeno entre sus
dos piernas –ejem– no era algo por lo que se desviviera. Por algo se le daba montar bien en
escoba.
Así que después de dar una vuelta por la caballería, acariciar el morro de uno de los
sementales, y salir de nuevo al jardín helado, Taehyung atacó a Jungkook con una bola de
nieve que impactó en toda su nuca de la forma más inesperada posible.
Jungkook se giró al principio con desconcierto.
Taehyung estaba riéndose, y escondiéndose tras del tronco de un árbol como si acabase
de cometer el mayor crimen en la historia de la magia.
Y lo había cometido.
Es decir, no tenía ni idea de lo que acababa de hacerle a Jungkook. Acababa de lanzarle
una bola de nieve dura y apretada, por la espalda, y a traición.
Así que Jungkook tuvo que devolvérselo a lo grande. A lo grande.
Taehyung se asomó unos instantes, preguntándose si había pasado de él tras unos
segundos de silencio. Y entonces advierte que Jungkook se encuentra levantando un trozo de
nieve del tamaño de un ladrillo, que se lo lanza justo cuando Tae se cubre de una probable
muerte por enterramiento.
Taehyung abre la boca, escucha a Jungkook chasquear con la lengua con decepción, y el
rubio sale corriendo hacia otro lugar más seguro desde donde prepararse.
Jungkook le ve pasar volando –no literalmente–, se aproxima a él y Taehyung
contraataca asomándose para volver a atacarle.
El Gryffindor esquiva la bola de nieve.
"Penosa puntería." Reconoce en voz alta, metiéndose con él.
El azabache se agacha para hacer una más grande, y escucha a Taehyung bufar. Se asoma
de nuevo y le golpea con otra en todo el cabello, llenándoselo de copos escarchados.
"¿Qué decías?"
Taehyung se ríe como un conejillo, Jungkook tiene una bola de nieve que apelmaza entre
sus manos desnuda, mientras le jura venganza.
Él sale corriendo y Jungkook también lo hace, fallando su tiro.
El siguiente también lo falla, y Taehyung y él comienza a pelear en una batalla campal
como si tuvieran diez años.
Una de las bolas de nieve de Jungkook le golpea en toda la espalda, y él lo celebra por
todo lo alto. Como si Jimin acabase de marcar la Quaffle en el aro céntrico, y ganase un
partido por ello.
Si Tae fuera un poco más delgado, y no hiciera ejercicio, estaba seguro de que aquella
bola le hubiese partido en dos. Pero el de Slytherin se hace el tonto, y se derrumba en el suelo
como si aquello le hubiese lastimado –era una inofensiva bola de nieve–.
Jungkook se acerca exhalando una sonrisa.
"¿Estás bien?" jadea contemplándole.
"A-ay..." solloza Tae falsamente.
El azabache controla su respiración y se acuclilla a su lado, pasando una mano por su
espalda.
"¿Te he dicho daño?" duda, inquietándose por el muchacho. "¿Tae?"
Taehyung entierra los dedos en la nieve y le lanza un puñado de nieve en toda la cara.
"¿Te lo has creído, bobo?" se burla.
Jungkook parpadea, enfureciéndose. "Voy a destruirte, bestia inmunda." Masculla.
Taehyung se levanta al borde de tropezarse consigo mismo, y sale corriendo
patosamente, mientras Jungkook le persigue con ferocidad.
El azabache le atrapa rodeando su cintura con los brazos desde atrás. Ambos se
tambalean y caen al suelo riéndose exageradamente, están jadeantes y a pesar del frío exterior
y estar empapándose por la nieve, se sienten acalorados por los sprints de sus carreras.
El cielo encapotado comienza a derramar lentamente más copos de nieve sobre ellos.
"¡N-no, no, Jungkook, no!" se queja Taehyung con una risita, mientras el muchacho le
hace cosquillas.
No se lo puede quitar de encima, no si Jungkook insiste en su venganza, pues él es más
fuerte –por algún incomprensible motivo anatómico–.
Como empieza a nevar, Seokjin se asoma al porche con la silla para avisarles, pero se
encuentra con aquellos tirados en el suelo a unos metros, y hechos un completo desastre.
Jugando como si fueran unos niños, en una burbuja muy lejana a su mundo.
A decir verdad, Seokjin nunca había visto a su hermano de esa forma. Ellos sí habían
jugado con la nieve cuando eran más pequeños, pero la diferencia de edad entre ambos
siempre fue notable, y algo le hizo descubrir que Jungkook le hacía sacar a Taehyung una
parte de él muy... diferente.
"¡Taehyung!" le llama Seokjin, deteniendo su juego. "Será mejor que entréis."
Jungkook gira la cabeza y ve a Seokjin en el porche. Con los dedos helados y rojizos,
los pulmones hinchándose y desinflándose de aire, ambos se levantan y sacuden los
pantalones húmedos.
"¡Voy!" responde Tae.
A Taehyung le duelen los dedos del frío, y ni siquiera se percata de ello hasta ese
momento. Jungkook echa un brazo despreocupado por encima sobre sus hombros mientras
vuelven a casa.
Ambos jadean sonoramente, y se miran con una sonrisa abierta.
"Que sepas, que, esto no va a quedar así..." Se atreve a exhalar Taehyung a modo de
desafío, provocando una risita en Jungkook.
Él pasa una mano por su cabello lleno de nieve, sacudiéndoselo, y sus manos se
entrelazan de forma natural sin ni siquiera percatarse.

Tras cambiarse de ropa, tomaron el té con Bianca, quien fue bastante agradable con
Jungkook y no insistió en preguntarle demasiado. Pero se vio muy interesada en ese talento
que Jungkook tenía para el Quidditch, y le contó que a ella le gustaba montar en escoba
cuando era más joven.
Seokjin se sentó junto a ellos mirando al muchacho, y Bianca se levantó para retirarse
un rato.
Había algo en el aura de Jungkook –percibió Jin– interesante, que le hacía querer saber
de qué se trataba.
Y tras cambiarse de ropa vio el colgante que pendía bajo su pecho. Un cordón largo y
plateado, brillante, con una pieza de joyería antigua en forma de estrella, y en el centro, una
piedra facetada con aspecto de diamante.
"¿Es eso algo de tu familia?" preguntó Seokjin, con interés.
Jungkook se llevó los dedos al colgante. No se había dado cuenta hasta entonces que se
había dejado aquello a simple vista. Usualmente, lo mantenía guardado pues por algún
motivo todo el mundo se encontraba interesado en su colgante cada vez que asomaba por su
ropa.
"Oh, sí. Es..."
"Es realmente llamativo, ¿de qué se trata?"
"Sólo es una reliquia familiar."
"¿Sólo una reliquia familiar?" Taehyung saca unas gafas de vista de su bolsillo y se las
pone, ofreciéndole una mano. "¿Podría..., verlo de cerca...?" solicita educadamente.
Taehyung se encontraba en el baño en ese momento, por lo que Jungkook y Seokjin
estaban a solas, sentados en el enorme salón de tonos esmeralda, frente a la chimenea.
El cielo ya estaba oscureciendo tras las ventanas, cuando Jungkook se saca el colgante
por encima del cabeza y se lo entrega a Seokjin en un puño.
Él le toma y ojea la pieza como si pensase algo más de ella. No sólo una reliquia familiar.
En un borde de una de las puntas se encuentra grabada la palabra excerita, y Seokjin la
reconoce. Lo había leído en algún lado, cuando intentó curarse hace años.
"Curiosa joya..." Musita el mayor, lentamente. "Pero más curioso resulta que algunos
como yo nazcamos sin magia, y tratar de asimilarla nos destruya... y otros nazcan con...
tanto."
Jungkook le mira con atención, y su corazón se dispara cuando Seokjin lo pronuncia:
"Excerita." Dice astutamente. "Sabía que no eras tan normal. Pero, ¿acaso conoces todo
tu potencial, Jungkook?"
Jungkook y Seokjin no tienen tiempo para hablar sobre eso, pues Taehyung vuelve al
salón mencionando que tenía hambre. Y estaba seguro de que iban a tomar la cena iban solos,
después de lo sucedido con su padre durante el almuerzo.
Seokjin le devuelve el colgante a Jungkook, y Taehyung se fija en el aspecto de su
hermano en esa décima de segundo.
"Jin, ¿estás bien?" Taehyung rebusca en su bolsillo y le ofrece un pañuelo. "Ten."
La nariz de Seokjin libera un hilo rojizo que mancha sus labios.
"Oh, no me di cuenta. Gracias." Responde tomando el pañuelo y llevándoselo a la nariz.
Jungkook le mira con cierta aflicción.
"¿Quieres que te lleve a tu dormitorio, para que descanses?" pregunta Tae.
Jin asiente con la cabeza, se despide de Jungkook y Taehyung empuja su silla
llevándoselo. Vuelve en unos minutos, y se sienta a su lado repantingado, bajo de su brazo.
Jungkook no lo había pensado hasta entonces, pero Seokjin... tenía razón, en cierto
sentido. Él había nacido sin nada de magia, y ahora estaba jodido por culpa de acceder a ella,
mientras que Jungkook, había nacido con una cualidad extraordinaria.
Por la noche, después de la cena, Tae y Jungkook se tumban juntos en la cama del
dormitorio de invitados donde le correspondía dormir.
Jungkook ya había dejado sus cosas sobre la mesa, un par de pantalones doblados, su
teléfono móvil –él si usaba teléfono fuera de Hogwarts, no como otros–, cepillo de dientes,
y su varita, entre otras pertenencias.
"Mi hermano está así por el Adam." Expresa Taehyung, con un rictus muy serio y en
voz baja. "Necesita cuatro dosis al día para no entrar en fase degenerativa. El año pasado eran
dos. La prescripción médica sólo permite que tome dos como máximo, pero es insuficiente...
y está muriéndose, Jungkook."
"Cómo consigue tu padre... ¿esas dosis extras? ¿sigue llevándoselas del Ministerio...?"
"Sí. Tiene varios contactos." Responde Tae. "Aunque ahora utiliza polvos de Adam. Son
más rápidos. Puede echarlos en la comida, pero... es más recomendable esnifárselos. Por eso
reconocí la cajita que Karkarov llevaba en el bolsillo..."
Jungkook suspira lentamente. Aquello sonaba doloroso, y sabe que debía serlo aún más
de lo que imaginaba, si fuera su propio familiar.
"Siento eso, Tae."
Taehyung le resta importancia. Pero él le había visto decenas de veces mal en Hogwarts,
por ese motivo. Taehyung se había vuelto muy fuerte mentalmente en esos últimos meses, y
Jungkook lo sabía.
Estaban creciendo muy rápido.
"Bien, entonces," Tae se incorpora en la cama y le mira con diversión. "voy
a dejarte dormir."
"¿Dejarme?" sonríe Jungkook, cruzando los brazos tras su propia nuca.
"Ahá..." sonríe el chico, levantando las manos en señal de paz. "Aunque te recomiendo
no asustarte si notas que alguien te invade durante la noche. No respondo por mis instintos
sonámbulos."
Jungkook se ríe suavemente, su pecho retumba cuando Taehyung le abraza, los dos se
dan las buenas noches un poco después.
"Hasta mañana, Kookie." Le dijo su chico.
Esa noche en casa de Taehyung, Jungkook se quedó durmiendo antes de lo esperado, sin
recibir ningún ataque sonámbulo. Sólo estuvo un par de días por allí, pero Taehyung no
quería que se marchase (aunque tampoco quería abusar de la confianza de su familia).
Y para el de Gryffindor, estar con Taehyung le hizo sentir que las horas pasaban más
rápido de lo común, –y era realmente similar a estar con uno de sus mejores amigos, aunque
con él había besos, muchos besos y juegos interminables–.
"Papá." Taehyung entra en el salón-despacho de Seongjin esa mañana de invierno.
Tras acompañar a Jungkook hasta la red Flu, había vuelto sólo para dirigirse a su padre.
Seongjin tuvo la suficiente clase para no sentarse a almorzar con ellos, ni aparecer a la hora
de la cena ningún día en el que Jungkook estuvo presente.
Y aquello había lastimado a Taehyung lo suficiente, como para saber que tenían una
conversación pendiente.
Taehyung se sienta en una butaca situada frente a la mesa de su despacho y se cruza de
piernas. Sus ojos se clavan en el mayor con dureza, mientras él se sirve una copa de Whiskey.
"No quiero que estés con Jeon." Comenzó. "No pertenece a nuestro mundo, Taehyung.
Y sabes perfectamente que... quiero lo mejor para ti."
"¿Qué? ¿Lo mejor... para mí?" repite su hijo.
"Hijo, acepto tu preferencia por los hombres." Pronuncia Seongjin, refiriéndose a su
orientación sexual. "A pesar de tu inclinación, no nos traerá descendencia alguna para la
familia."
Taehyung se siente paralizado por aquella mención.
"Acepto que Park Bogum no sea la persona que creas que pueda hacerte feliz. Pero un
Jeon..., ni siquiera sigue la tradición genealógica de nuestra familia."
"Te refieres a que no es sangre pura." Escupe Taehyung. "Dilo con palabras, igual que
has dicho el resto. Quieres que salga con alguien de sangre pura. Y eso es todo lo que te
importa."
"Sí." Afirma severamente, elevando el tono de voz como su hijo. "Sí. Es mi única,
mi única condición. Haz sentirse orgullosa a tu familia, Taehyung. Nos lo debes."
"¿Tu única condición para qué? ¿para que sea tu hijo? ¿¡Para que quedes bien delante de
todos los estirados con los que hacemos celebraciones?!" pregunta elevando el tono de voz.
Seongjin mira por la ventana, y exhala su aliento lentamente.
"Eres mi único hijo, Taehyung... porque Seokjin..."
"¡Seokjin aún no está muerto!" exclama Taehyung. "¡Sigue vivo, y también es tu hijo!"
"Seokjin tiene un pie en el otro mundo, Taehyung – sabes perfectamente a lo que me
refiero-" repite, dirigiendo sus ojos al chico.
Taehyung se levanta bastante enojado.
"No puedes sentirte orgulloso de mi... ¿sólo por enamorarme? ¿sólo por ver que soy feliz
con alguien que yo he elegido?"
"Puedes elegir a cualquier otra persona-"
"¡Que tú hayas aprobado!"
"¡¡¡Jamás te he pedido nada antes!!!" exclama su padre bruscamente. "Jamás te he
obligado a hacer nada, ¡sólo te he pedido una cosa, y es que mantengas la tradición y no seas
una vergüenza para tu familia!"
La mano que sujeta su copa tiembla, y él la posa sobre la mesa controlando su respiración
agitada.
Taehyung le mira con los ojos desencajados.
"Pues prepárate para sentirte muy decepcionado, padre. Exactamente igual que como yo
me siento contigo, ahora mismo." Le dijo el muchacho, antes de largarse.

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