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Hogwarts Hex Capítulos 01-06 (Chispasrojas Patreon) - COMPLETA - 1
Hogwarts Hex Capítulos 01-06 (Chispasrojas Patreon) - COMPLETA - 1
Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
¡Gracias por apoyarme en Patreon!
Irlanda cuenta con parajes verdes y cielos despejados, grandes paisajes urbanos de casitas
coloridas y hermosas catedrales muggles.
Jungkook se llevó su vieja cámara fotográfica desde Londres, con una retícula mágica
nueva instalada que le permitía captar una instantánea con dos o tres segundos de
movimiento.
Había tomado tantas fotografías esos días, que la capacidad de su cámara había llegado al
límite, y el pobre joven tuvo que seleccionar con cuáles quedarse antes de irse a dormir.
¿Owen con el cabello largo y ondulado, y tatuajes en sus brazos apoyándose en la
barandilla del barco que tomaron? ¿o un petigrís escondiéndose tras las raíces de un árbol en
Waterford, mientras mordisqueaba una bellota?
Hmnh. Se quedaba con el petigrís, se dijo, aunque su tío era un buen partido.
Owen estaba algo liado con algunos asuntillos relacionados con el departamento de
Deportes y Juegos Mágicos, por lo que llevarse hasta allí a su sobrino consigo no sonaba
como un regalo.
No obstante, intentaban aprovechar saliendo del hotel para hacer turismo en algunos
lugares, y su tío le prometió disfrutar de unos días libres después de firmar unos documentos.
"Debo visitar dos criaderos de dragones para firmar el consentimiento del Ministerio." le
dijo.
"¿Dragones?"
"Quieren... trasladarlos." Resumió como pudo.
Por parte de Jungkook, no hubo ningún problema, a él no le importaba estar sólo, si le
dejaba dar algunas vueltas por la ciudad de Waterford, y encontrar un rincón tranquilo en el
que sentarse y escribirle a Taehyung.
Jimin le había mandado una postal desde Ámsterdam esos días. Sigo prefiriendo el
Quidditch al fútbol americano, le escribió su amigo en el dorso como dato, provocándole una
risita.
Cuando Owen acabó sus obligaciones, los dos tomaron un tren hasta Cork Harbour, una
de las paradas en las que se estacionaron con la intención de que el más joven conociese los
campos de cultivos y herbolarios de la población mágica irlandesa.
Eran una maravilla, y probablemente, Cork Harbour ocultaba aún más magia detrás de sus
parajes y el pequeño poblado de magos que se asentaba junto al río Lee.
Tras una mañana soleada de turismo se sentaron en una terraza junto al río para tomar algo
refrescante.
"¿Qué hay de tu novia? ¿Te la has dejado olvidada en Londres?" soltó Jungkook con una
socarronería típica de un chaval de su edad.
Owen exhaló una sonrisa frente a su sobrino.
"Clover está muy ocupada." Dijo con una elegancia señorial, y sin tocar demasiado la
fugaz y complicada relación que compartían.
Owen era un desastre en todo menos en su trabajo. Clover era demasiado estricta en el
resto de los aspectos.
Puede que los dos funcionasen en la cama, e incluso llegase a pensar que podrían mantener
una relación seria después de irse de viaje juntos las pasadas navidades. Pero eso era otra
historia.
"¿Qué hay de la tuya?" le devuelve Owen con astucia.
Jungkook casi se atraganta con su bebida. La mirada vieja y felina de su tío es capaz de
leerle como si fuera un libro abierto. Mierda.
"No tengo novia." Responde secamente.
"Bueno, la persona a la que le escribes todos los días." Insiste Owen.
"N-no le escribo todos los días. Sólo una vez a la semana." Jungkook se defiende
sonrosándose.
Owen se ríe un poco ante la evidencia, mientras levanta un dedo para que el personal le
traiga la cuenta de su par de consumiciones.
"¿Qué? También hablo con mis amigos." Argumenta Jungkook de forma muy poco
creíble.
El hombre paga la cuenta con unas monedas muggles, y ambos se levanta de la terraza
cerca de la hora de medio día.
"¿Hace falta que te dé la charla sobre... protección?" pregunta con cierta duda.
Jungkook casi tropieza consigo mismo. Levanta la cabeza y niega rápidamente. Ni de coña
iba a tragarse la charlita típica que los padres les regalaban a sus hijos.
"O-Owen, por dios." Escupe Jungkook molesto.
Su tío sonríe brevemente. El río azul refleja la luz de un sol brillante bajo los coloridos
toldos de las calles concurridas de Waterford, mientras ambos caminan.
"Vamos, tengo un lugar al que llevarte." Le dijo entonces. "Te gustará conocerla."
Jungkook se llenó de dudas, pero también llenó sus pulmones de aire limpio y fresco
mientras subían por una calle de piedra. Por aquella zona sólo había viviendas, nada de zonas
comerciales, ni muggles entre los que perderse.
Visitaron la casa de alguien a quién su tío deseaba que conociera.
Gwenn Stucker. Su nombre no le dijo nada especial a Jungkook al principio, aunque
después de entrar en la antigua casa y toparse con un elfo doméstico de nariz larga y aspecto
de malas pulgas, identificó dónde se encontraban.
Un hogar de magos.
Gwenn debía tener más de ochenta años, acicalada con un vestido sencillo de franela, y
cabello blanco recogido tras la nuca.
Ella clavó sus ojos sobre Jungkook cuando les invitó a pasar, como si les hubiera estado
esperando. Les invitó a tomar asiento en un sofá que acumulaba demasiados años, y sus ojos
grises se detuvieron sobre el chico incluso entonces, mientras Owen parloteaba sobre su
breve visita a Waterford.
Jungkook sintió que ella le miraba como si tratase de identificarle alguno de sus rasgos.
Y sólo comprendió por qué, cuando Gwenn se levantó de la butaca para traerle una fotografía.
El elfo doméstico entró en la sala con una bandeja con una tetera hirviendo y varias tazas
para los invitados.
Jungkook se fijó en la fotografía que ella le ofreció, se trataba de dos chicas jóvenes y de
alguna forma supo, que una de ellas era su madre.
Gwenn podía haber sido su abuela, pero en realidad era la tía abuela materna de Jungkook
o eso le dijo, intentando presentarse.
"Es increíble lo que te pareces a tu padre. Casi pensé que eras su versión más joven cuando
entraste."
Jungkook no sabía muy bien qué decirle. Pero Gwenn parecía tener algo en su posesión
que podía interesarle al muchacho.
Ella se largó de allí mientras Owen probaba el té, esbozando una cara de asco.
Jungkook se preguntó por qué su tío ni siquiera le había mencionado que tenía alguien
cuyo lazo sanguíneo materno se encontraba en Cork Harbour.
Su tío sabía de primera mano lo sucedido en Hogwarts durante finales del curso pasado,
y sólo quería alentar a su sobrino a conocer un poco más su ascendencia
Pensó que eso le ayudaría, sin duda. Aunque para Jungkook era tan impactante que casi
no sabía muy bien qué decirle. Él le miró de soslayo, Owen era de improvisar incluso con
aquellas cosas, pensó en silencio.
"No pruebes el té, está asqueroso." Le dijo en voz baja dejando la tacita sobre la mesa.
El joven se sintió un poco nervioso esperando a que Gwenn volviese al salón. La tapicería
era vieja, y aunque todo estaba limpio, incluso la casa olía a antiguo.
La anciana tardó unos minutos más en volver, y Jungkook levantó la cabeza fijándose en
los detalles que había en el salón, cuadros, figuritas, fotografías en las estanterías repletas de
libros...
Owen tomó la fotografía de la joven madre de Jungkook y su hermana, y volvió a mirarla
dejándose llevar por nostalgia.
"No me extraña que tu padre decidiese quedarse en un país extranjero en vez de volver a
Corea." Dijo en voz baja.
Jungkook le miró entonces, mientras él volvía a dejar la fotografía en su sitio. Fue el único
cumplido que escuchó sobre su madre, pero de alguna forma, sintió que guardaba un fuerte
cariño arraigado.
Él jamás había pensado que su padre decidiera quedarse en un país extranjero por amor.
Pero de alguna forma, se sintió cálido cuando pensó en aquello.
Cuando Gwenn volvió, trajo una pequeña cajita cerrada entre las manos. Se sentó al lado
de Jungkook regalándole una mirada familiar, como si le costase liberarse de aquello.
"Era tu padre." Expresó con emoción. "Pero ella siempre la llevaba puesta cuando era
joven. Se la olvidó aquí durante años, incluso cuando se casaron."
Los dedos ancianos de Gwenn abren la cajita, el interior muestra un terciopelo oscuro, y
contiene un cordón plateado del que cuelga una pequeña estrella brillante.
Ella la toma entre sus dedos y la acaricia con las yemas como si le trajera mil recuerdos.
El borde de la joya es plateado, y en el centro hay una piedra pulida que refleja la luz que
les rodea. La plata antigua está grabada y renegrida con el apellido de su familia: Jeon.
Y algo le decía que aquello debía significar mucho para su ascendencia.
"Ten. Es tuyo." Le ofrece la señora.
Jungkook recibe el cordón plateado y contempla la reliquia entre los dedos, casi sin
creérselo. Él nunca había tenido en posesión algo de aspecto tan valioso, más que su preciada
Saeta que le permitía surcar los cielos.
"Gracias... señora Stucker." Contestó el muchacho envolviéndola con la mano.
Ella le miró melancólicamente. Después Jungkook guardó el colgante en su bolsillo,
sintiendo el corazón rítmico y de alguna forma, sintiéndose conciliado.
Owen y Jungkook estuvieron allí durante un rato más, y se largaron a media tarde
rechazando quedarse para la cena.
Gwenn vivía sola, con un par de elfos domésticos que se encargaban de la enorme casa de
su familia desperdigada y hermanos mayores fallecidos. Le dijo a Jungkook que podría ir a
visitarla cuando quisiera, incluyendo un apretón de hombro que provocó que el muchacho se
sonrojase un poco y volviera a agradecerle su amabilidad.
En cuanto a Owen, le soltó que se cortara de una vez aquellas melenas, que ya tenía una
edad para hacerlo.
Owen apretó los labios. No esperaba un comentario menos intrusivo.
"Podías haberme dicho que mi tía abuela vivía en Irlanda." Exhaló Jungkook más tarde,
bajando la calle pausadamente, con las manos guardadas en los bolsillos de sus tejanos
desgastados.
"No sabía muy bien cómo decírtelo. Su hermana echó una vez a tu madre de casa al
averiguar que salía con un novio asiático." Suelta su tío.
"¿Qué?"
"Bueno... creo que Gwenny también se ha suavizado después de todos estos años." Dice.
"Pero tu abuela era mayor, y bastante más... desagradable. Las familias de magos más
antiguas suelen ser algo clasistas."
Jungkook le mira de medio lado. "Vaya, no pensé que tuviesen problemas porque mi padre
no fuera... británico."
Owen se encoge de brazos, restándole importancia. "El pasado es pasado, Jungkook. Pero
debes saber que las familias de magos arraigadas suelen rechazar casi cualquier cosa que se
sale de sus estándares. Por eso la vieja amargada de mi madre me echó de casa con dieciséis
años."
Jungkook parpadea, sintiendo mucho aquellas palabras de su tío. Debía haber sido horrible
para él, aunque se había buscado la vida como nadie, y ahora podía decir que tenía un buen
trabajo.
"Guarda bien eso que la señora Stucker te ha dado, parece valioso." Le dijo Owen.
Jungkook no necesitaba que se lo recordase. En ese momento, lo tenía en su puño,
guardado en el bolsillo izquierdo de su pantalón derecho, sin poder soltarlo, como si aferrarse
a ello le hiciera sentirse más cerca de sus padres.
Era lo único que había tenido de ellos en toda su vida. Y aún necesitaba encontrar un rato
a solas para volver a contemplarlo, y admirar la belleza de algo que podía significar tanto.
No obstante, su tío le ofrece visitar la Catedral de St. Colman antes de la cena.
Y con la puesta de sol, la ciudad pacífica Cork Harbour se ve realmente hermosa, de un
tono cálido y rosado que caldea sus pechos.
Jungkook y Owen entraron en la catedral para admirar el interior, y después salieron
tranquilamente mezclándose con otros turistas.
El mundo mago siempre se sentía abarrotado, más rápido y algo loco, lleno de cosas que
cambiaban constantemente, y apenas tenían sentido.
Pero estar entre muggles le hacía recordar en qué otro mundo había vivido otros tantos
años.
"Espera, dame unos minutos." Jungkook levanta un dedo y saca su cámara.
Owen se enciende un cigarro junto a un árbol mientras Jungkook fotografía la catedral a
unos metros. El rosetón y la alta torre es lo que más le llama la atención al muchacho, bajo
aquel cielo rosado de un maravilloso atardecer de verano.
Él dirige la cámara hacia la torre y mantiene el dedo sobre el botón antes de sacar la
instantánea, hasta que escucha un revuelo al que no le da demasiada importancia.
A Owen se le cae el cigarro de la mano y abre la boca sin poder creérselo. Jungkook saca
la fotografía tranquilamente, justo cuando una criatura rugiente y enorme engancha sus garras
al techo lleno de tejas, desgarrándolo. Alas puntiagudas, y garras afiladas. Lomo escamado
y un chirrido que hace que sus oídos sufran una conmoción por los decibelios.
Su cámara también lo capta, aunque casi se le cae de las manos.
"¿D-dragón?" escupe Jungkook apartando la cámara.
La gente comienza a gritar, y Owen sale disparado hacia el chico para agarrar su codo.
"Por las barbas de Merlín," suelta. "¡¿cómo ha llegado uno de esos hasta aquí?!"
El dragón escala sobre la catedral hundiendo el techo allá donde sus garras se clavan.
Toma aire y escupe una gran bocanada de fuego que hace arder en llamas las copas de varios
árboles exteriores y un mercado cercano.
"¡¡Apartémonos, es peligroso!!" Owen tira del más joven con ímpetu, y ambos salen
corriendo entre la marea de muggles asustados.
Jungkook corre siendo arrastrado por su tío, pero gira la cabeza para volver a mirarlo sin
poder creérselo.
Un dragón, ¡uno de los de verdad!
Se suponía que debía estar asustado, pero se encontraba maravillado. Apenas quedaban
dragones en ese siglo, y se criaban en zonas muy específicas de Europa. Por lo que tener tras
él a uno de verdad, era como un milagro.
Cuando tomaron la suficiente distancia, pudieron observar la escena desde lejos mientras
los muggles les empujaban asustados y corriendo de un lado a otro. La policía humana
llegaba alertada por el fogonazo.
"Debe haberse escapado de la reserva..." Jadea Owen. "Están intentando trasladarlos para
la celebración del Torneo–"
"¡Cuidado!" Exclama su sobrino.
Owen y Jungkook bajan la cabeza cuando un escuadrón de magos pasa volando a gran
velocidad sobre ellos. Vuelven a incorporarse completamente alucinados, y Jungkook exhala
una sonrisa.
"¿¡Has visto eso!?" señala el chico. "¡Son un montón!"
Un puñado de Aurores se mueven como aves rapaces en el cielo, y se dirigen en formación
hacia la catedral. Apuntan al dragón con un hechizo aturdidor conjunto, y logran penetrar la
piel de la bestia para dormirle lanzando unos rayos.
Más tarde, tendrían que encargarse de desmemoriar a los pobres muggles, y todos los que
habían visto pasar aquella criatura volando.
"¿Cómo pueden hacer eso?" preguntó Jungkook a su tío.
"Encantamientos desmemorizantes, ¿recuerdas? Te sorprendería saber la cantidad
de muggles que son desmemorizados al año."
Con un sencillo encantamiento, la catedral comenzó a reconstruirse de por sí sola, hasta
recuperar su apariencia, y quedarse tal y como estaba antes.
Jungkook adoraba la magia, y sobretodo, adoraba pertenecer a ese mundo que no le
permitía estar tranquilo.
¿Quién necesitaba estar tranquilo después de todo, siendo un mago?
Él podría decir que sus vacaciones en Cork Harbour fueron fantásticas, tenía la fotografía
de un dragón real, y algo de mucho más valor sentimental que el de una valiosa joya en su
bolsillo.
*
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Snape vierte una gota de una esencia fatal sobre el caldero, y levanta la mirada hacia el
atento curso de sexto para comprobar que todos se han quedado con los pasos. Las parejas
repiten el guion y elaboran la receta cuidadosamente. Jungkook está de pareja con Namjoon
y este le salva por los pelos de cometer un terrible error que les hubiera hecho explotar el
caldero.
“Y… ya está.” Dice en voz baja, cuando Jungkook deja de removerlo.
“Recuérdame devolverte esto en otro momento.” Jungkook traga saliva pesada.
“¿Podemos estar juntos el resto del curso?”
Namjoon sonríe ampliamente y se guarda las manos en los bolsillos del pantalón.
“Ya hablaremos sobre eso.”
Tenía mucha suerte de que su compañero de Ravenclaw adorase la alquimia –y pociones
fuese una de sus asignaturas favoritas–, y de paso siguiese siendo el prefecto de su curso.
Snape se detiene frente a la mesa de los chicos, arruga la nariz cuando huele el contenido,
y les mira brevemente antes de anotar el visto bueno sin muchas ganas.
Lo hace especialmente por Namjoon, cuyo impecable expediente era difícil de enfrentar.
Porque si fuera por Jungkook, le hubiera puesto un notable sólo por ver su cara de
Gryffindor humillado.
“Señor Jeon… le aconsejo que no se pierda las clases de pociones este curso… así como
le animo a atesorar su valioso tiempo de vida, alejándose del Torneo de los Tres magos.” Le
dijo arrastrando las palabras antes de pasar a la siguiente mesa.
Namjoon levantó ambas cejas, y Jungkook se mordió la lengua.
Pero bueno, ¿es que todo el mundo pensaba que a él le apetecía participar en esa mierda?
Los dos salieron de las mazmorras al finalizar la clase y se dirigieron juntos hacia el Gran
Comedor un poco antes de la hora del almuerzo.
“Mira, mira, ¡ha salido en el Profeta!” Jimin se inclina sobre el hombro de Taehyung.
El de Slytherin pasa la hoja del periódico y lee rápidamente algunos datos sobre los
colegios de Europa participantes.
“El instituto Durmstrang es una escuela ubicada en Escandinavia, donde enseñan Artes
Oscuras. ¿Podéis creerlo?” Hoseok se sienta al lado de Taehyung, levantándose las lentes
con un dedo.
“El ministerio británico ni siquiera permite que los menores conozcan bien cómo funciona
la magia más oscura.” Menciona Taehyung.
“Eso es una basura.” Expresa Jimin. “Cualquier alumno de Hogwarts estaría en
desventaja, ¿cierto?”
“Jimin, eso es lo correcto.” Hoseok se irrita rápidamente. “A la población se le enseña
cómo contrarrestar los efectos de las maldiciones, no cómo hacer daño al resto.”
“¿Y tú por qué estás de tan mal humor, si se puede saber?” le lanza el chico rápidamente.
Hoseok desvía la mirada y resopla, decidido a comenzar a ignorarle.
Jimin se sienta al otro lado de Taehyung y comparte el periódico con el chico.
“No sabía que Durmstrang no admite a los nacidos de muggles.” Menciona Taehyung en
voz baja.
Jimin evade esa última información, pues se encuentra echándole un vistazo rápido a La
Academia Mágica Beauxbatons, cuyo palacio se ubica en los pirineos entre Francia y España,
y se dice que fue donde cursó el famoso alquimista Nicolas Flamel, y su esposa Perenelle.
La foto en movimiento de la directora de Beauxbatons muestra a una señora tan alta que
parece una torre estirada entre a los alumnos y alumnas de uniforme azul.
Jungkook llega hasta la mesa de los chicos cuando aún no hay demasiada gente en el
comedor. Se inclina tras la oreja de Taehyung pasando un brazo sobre su pecho para
saludarle.
“¿Qué hacéis?” pregunta con una sonrisita.
Taehyung levanta la cabeza y sonríe felizmente. Jimin y Hoseok le saludan con un tono
muy distinto, Hobi se mueve hacia la derecha para permitir que Jungkook se sentase junto a
Tae.
Era sabido a esas alturas que Kim Taehyung y Jeon Jungkook estaban saliendo juntos. Y
aquello se había convertido en la comidilla de Gryffindor y Slytherin. Por no decir hasta los
de las casas ajenas también les echaban el ojo de vez en cuando.
“Han vuelto a habilitar las salidas a Hogsmeade.” Dice Taehyung. “Y Hagrid me ha dicho
que podría ir esta tarde a ver a Vee.”
“Voy contigo.” Se apunta Jungkook rápidamente.
Taehyung le mira con una sonrisita cómplice.
“¿Puedo ir yo también?” bromea Jimin, con ganas de meter las narices entre ambos para
fastidiar un poco.
Jungkook se ríe en voz baja sin darle ninguna respuesta. Y Jimin presupone que estaría
estrangulándole mentalmente.
No le importa demasiado, total, sólo lo hacía por fastidiarle.
Esa tarde Jungkook y Taehyung fueron hasta la cabaña de Hagrid, Taehyung estuvo
cepillando al hipogrifo –sin tocar sus preciadas alas– e incluso montó sobre él mientras la
criatura se movía con mucho orgullo.
Casi como si intentase vacilarle a Jungkook. Le miraba como diciendo, yo lo hago mejor
que tú, capullo.
Jungkook prefería no meterse demasiado en eso, aunque se le caía la baba viendo a
Taehyung quitarse la capa y montar sobre el hipogrifo. Casi parecía que había nacido para
eso.
Taehyung dio varias carreras con Veenea y se divirtió bastante.
“¡Acércate, ven!” le dijo antes de bajar de Vee, un rato más tarde.
Jungkook vaciló un poco y se acercó al hipogrifo con una reverencia. Veenea tenía aquella
manía de mirarle fijamente con los ojos rubíes, como si el azabache estuviera un territorio
ajeno.
No obstante, pudo acercarse tras su muestra de respeto y acarició su cuello brevemente
cuando Taehyung le insistió a hacerlo dirigiendo su mano bajo la suya.
Veenea era preciosa. Con patas largas, con un pelaje alvino que la hacía parecer una perla.
“Ves… sólo se hace la dura… en realidad le gustas.” Suspiró Taehyung tras su oreja.
“Como a todo el mundo.”
Jungkook estaba derritiéndose esa tarde entre su leve contacto y aquella forma le hablarle.
Sus dedos se entrelazaron solos de vuelta al castillo. La puesta de sol se iba perdiendo a
sus espaldas, y antes de entrar al hall principal, Jungkook empujó gentilmente a Taehyung
tras una columna del patio para besar sus labios.
Su movimiento Gryffindor era incuestionable. Y el besuqueo del león se extendió durante
unos minutos, en los que Jungkook se encargó de dejar una docena de besitos en su labio
inferior y sus respiraciones húmedas acariciaron los labios del otro.
Taehyung tenía el corazón disparado incluso entonces, jugando con los movimientos
lentos de labios y dejando pasar simplemente el tiempo en los centímetros en los que a veces
se miraba con los ojos entrecerrados.
En la forma cariñosa y algo tímida de estrecharse, y enterrar los dedos entre los largos
mechones de la nuca de su compañero.
No había mucha más intención que la de conocerse y disfrutar de aquella sensación que
Jungkook nunca había percibido antes. La de la propia ansiedad que le hacía pensar que no
le había besado lo suficiente antes de separarse.
A la espera de que los dos colegios mágicos se unieran ese curso al anfitrión de Hogwarts,
Jungkook y Jimin habían retomado los entrenamientos de Quidditch ese curso.
Volar de nuevo hacía que Jungkook pudiese volver a sentir lo que era respirar aire puro,
dejar que su cabello fuera bamboleado por el aire, y su estómago sintiera los vertiginosos
giros, subidas y bajadas rápidas en su Saeta.
Aunque los entrenamientos de Quidditch no sólo consistían en montar en escoba, claro.
También debían hacer estiramientos a ras del suelo, alguna que otra carrera y abdominales
para mantenerse ágiles físicamente.
Jimin estaba disfrutando como nunca de conocer que los partidos de Quidditch habían
vuelto a Hogwarts. Y se estaba tomando súper enserio aquello de practicar para ser el mejor
Cazador de todo el colegio.
“¿Y qué si nos hacen jugar contra esos españoles de Beauxbatons? Se van a enterar de
quiénes somos los de Gryffindor. En Quidditch no nos gana nadie.” Jimin se encuentra
sentado en la biblioteca con su par de amigos con una actitud deliberadamente competitiva.
Hoseok levanta la cabeza del nuevo tomo de Cuidado de Criaturas Mágicas avanzado para
EXTASIS. Estaba empezando a cansarse de que Jimin no tuviera otra cosa en la boca que
Durmstrang y Beauxbatons.
“Jimin, también hay españoles en Hogwarts, ¿sabes?” Dice con voz neutra. “Aunque
Beauxbatons también acepta a franceses, alemanes e italianos.”
Jimin se levanta de la mesa sin hacerle demasiado caso.
“Bueno, yo me voy a la sala común un rato. Chao.”
Jungkook le sigue con la mirada hasta que desaparece de la biblioteca.
“Wow, eso ha sido rápido.” Comenta el azabache. “¿Os ha pasado algo?”
Hoseok vuelve a hundir la cabeza en el libro.
“Nada.” Musitó desganado. “Está haciendo amago de su unineurona, eso es todo.”
Las clases durante la siguiente semana transcurrieron con normalidad, mientras se
iniciaban los preparativos para hacerle un hueco a los alumnos extranjeros que llegarían al
colegio.
Alastor Moody imponía excesivamente a cualquier alumno, y casi nadie era capaz de
participar en clase cuando aparecía por la puerta.
En una ocasión, le lanzó una tiza a Longbottom, y le golpeó en toda la frente.
Otro día, miró tan mal a Jungkook por hablar, que el joven pensó que le cortaría la lengua
con uno de sus hechizos.
El profesor Moody –también apodado como Ojocolo Moody, aunque nadie tenía el valor
suficiente para decir aquello en voz alta– les habló sobre las maldiciones imperdonables en
una clase de Defensas.
Y por desgracia, ninguno del trío de oro se sintió especialmente cómodo con aquella
mención, por lo que Kim Taehyung intervino soltando que se ahorrase su demostración, pues
todos conocían los efectos adversos del uso de las maldiciones.
Ojoloco se acercó tanto a Taehyung, que Jungkook tuvo ganas de saltar desde su asiento
para empujarle.
Pero Taehyung aguantó imperturbable con una frialdad apabullante, y le devolvió la
mirada hasta que Moody se giró para volver a dirigirse a su mesa de profesor cojeando por
aquella pata de palo.
Sin duda, Taehyung era alguien admirable.
Jungkook continuó con sus entrenamientos esos días, e incluso participó en un partido
amistoso contra Hufflepuff.
Taehyung se cruzó de piernas sentado en la grada, y estuvo viendo a Jungkook jugar
durante un buen rato.
No había nada que no hubiera visto antes. Jungkook siempre había sido un buen buscador,
tenía aquella forma natural de moverse o quedarse suspendido sobre su escoba mientras los
hechos sucedían, mientras el resto del equipo se movía.
Él se mantenía concentrado, sin perder el hilo de los movimientos de su equipo.
La única diferencia era que Taehyung ya no se obligaba a dejar de mirarle, ni se prohibía
mentalmente hacerlo, como si Jungkook fuera un imán que le hacía sentirse asustado.
Adoraba verle exhalar una sonrisa, adoraba verle deslizarse en el aire por el como si fuera
un pez en su elemento, vestido con aquel uniforme de Quidditch yema y granate, de la casa
Gryffindor.
El tremendo estúpido estaba buenísimo con aquel condenado uniforme.
Y otra tarde, Tae se sonrojó un poco cuando Jungkook le vio sentarse a leer un libro y este
le saludó desde el aire con la mano al verle.
Taehyung levantó la mano para devolverle el saludo, sintiéndose como un crío muy tonto.
Y entonces todos los del equipo de Gryffindor empezaron a saludar a Taehyung
alegremente, levantando la voz e invitándole a que se uniera un rato. Los Bateadores
sacudieron los bates con una sonrisita, y Jimin soltó con una sonrisa que dejaran de
avergonzarles, como si todos hubieran planeado a escondidas cómo fastidiar un poco a
Jungkook en su próximo entrenamiento.
Tae supuso que, por la cara de Jungkook, hacia el jefe del equipo, iría a matar a todos
después de eso. Los de su equipo comenzaron con una risita generalizada –sin ánimo de
ofender–, y Taehyung se llevó una mano a la cara sintiéndose avergonzado.
Por las barbas de Merlín, no era culpa de Jungkook que a todo el mundo le pareciese súper
adorable que Kim Taehyung a veces se sentase en una grada para ver sus entrenamientos.
Además, no era el único que lo hacía, a veces también había gente que pasaba por allí sólo
por tomar el aire y distraerse un poco. ¿No?
Después de los entrenamientos, Taehyung espera a Jungkook a la salida del patio de
prácticas, apoyando su espalda contra la pared y sujetando su libro contra el pecho. Planea
mostrarle la capa de invisibilidad, pensando en las mil y una opciones que se le podría ocurrir
a la mente maliciosa del Gryffindor una vez que supiera que tenía aquello en sus manos.
¿Una escapadita a Hogsmeade? ¿Y si buscaban la sala de los objetos perdidos por la noche,
a expensas de Filch?
Jungkook advierte que está esperándole nada más entrar al castillo, mientras el resto de su
equipo se esparce aun vistiendo con los uniformes de Quidditch, él se aproxima a Taehyung
cuyos profundos ojos se posan en él como si quisiera decirle algo.
El de Gryffindor siente un hormigueo intenso, un tirón en el estómago que hace arder en
llamas su corazón de diecisiete.
¿Decirle algo? Ya habría tiempo para eso, cuando se cansase de comérselo a besos.
“Kookie-” Taehyung intenta hablar de algo, pero el ímpetu de su novio de Gryffindor le
hace arrastrarle por la muñeca hacia otro lado del castillo, hasta encontrar el lugar idóneo
para tapar su boca con sus labios.
“Mmhn–”
Taehyung se deja devorar sintiendo como su corazón se acelera peligrosamente.
La primera vez que se enrolla con Jungkook con tanta hambre, se siente hasta mareado.
Aunque Jungkook era el que parecía que tenía más hambre de lo común esos días.
Sus besos habían pasado de ser agradables y disfrutables, a volverse algo más profundos
y con una suave lengua como acompañante. Sus manos se adherían a su cintura hasta el punto
de que ambos se quedasen sin aire, y les costaba tanto separarse, que Taehyung sentía que a
veces tenía hasta fiebre por culpa de Jungkook.
En una ocasión, un prefecto les riñó por estar dándose el lote en un rincón del castillo.
Tampoco era como si pudiera culparles –aquello era algo común entre las parejas de los
últimos cursos– pero si alguien de más rango, como un profesor, les pillaba tan
exageradamente calientes, le quitarían unos cuantos puntos a su casa como mínimo.
Jungkook se sentaba en la sala común de Gryffindor de vez en cuando, escuchando hablar
a sus amigos de cualquier otro tema, sin poder evitar que su maldita conciencia viajase las
rachas de besos sucedidas con el muchacho.
A veces se sonrojaba y sacudía la cabeza, pidiéndose a sí mismo pensar en aquello en otro
momento. Pero su condenado corazón –y reacciones notables físicas– volvían a arrastrarle
eso de nuevo.
Taehyung se sentía algo vulnerable a veces, e inexperto. Podía sonar estúpido si lo dijera
en voz alta, pero lo que le pasaba con Jungkook no era ni parecido a lo que había sentido con
Bogum durante al año pasado.
De hecho, distaba muchísimo. Besar a Jungkook no era como besar a otra persona. A
veces pensaba que besó a Bogum porque él mismo se sentía enfadado con todo, y porque
besar a alguien le ayudaba a distraerse y resultaba agradable sentir unos labios que le
devolvían los besos con interés.
Pero con Jungkook era como si su pulso tuviera un problema y se echase a temblar a
diario.
Como si su estúpido cerebro no pudiera atender a las palabras del Gryffindor cuando
ojeaba sus delineados labios rosados.
Y lo mejor de todo, es que Jungkook advertía con bastante resolución cuando Taehyung
miraba sus labios, y él le besaba para que dejase de hacerlo, ya estuviesen sentados en la
biblioteca o hablando en voz baja antes de separarse.
Aunque no se podían comparar los breves besitos de la biblioteca, a los morreos sin aliento
en los solitarios pasillos del castillo de Hogwarts.
Estar con Jungkook hacía que su vello se erizarse, por el roce de sus dedos entrelazándose,
por su voz baja de terciopelo, y por la humedad de su respiración entre sus besos.
Hasta su corazón sufría altibajos cuando esporádicamente Jungkook le rodeaba con los
brazos desde la espalda, y apoyaba su mentón sobre su hombro.
Taehyung le agarró la mano sobre la hora de la cena, y aprovechando que todo el alumnado
se encontraba fuera de la sala común de Slytherin, los dos se saltaron con la intención de
llevar hasta allí al muchacho.
Jungkook le siguió hasta la planta inferior, pasando por las antiguas mazmorras y más allá
del aula habitual de pociones, Taehyung cantó el santo y seña del salón de los esmeraldas.
No era la primera vez que Jungkook entraba –ilegalmente– en la sala común de Slytherin.
Ya lo había hecho en una ocasión por buscarle y casi se pegó con varios de ellos.
Pero esa noche el enorme y elegante salón esmeralda estaba completamente vacío. El
fuego de la chimenea se encontraba encendido con unos destellos verdosos, y las lámparas
como gemas del color oliva colgaban del techo dándole un aspecto de duende al salón lleno
de distinguidas estanterías que llegaban hasta el techo.
A le veces sorprendía lo diferentes que podían resultar las salas comunes. La de Gryffindor
era más desordenada, y resultaba bastante pequeña y acogedora que la de los esmeraldas.
No obstante, Jungkook no dijo nada cuando ambos se encontraron a solas allí.
Taehyung le llevó a su habitación compartida y soltó su mano para rebuscar en uno de los
cofres de pertenencias personales que guardaba bajo su cama con dosel de terciopelo verde.
Jungkook le dio una vuelta al dormitorio, fijándose en la distinguida decoración, además
del hecho de que las habitaciones no eran de cinco, sino de tres.
“Voy a poner una queja formal en el Ministerio.” Bromea Jungkook sentándose sobre su
cama repantingado, y señalando con la cabeza. “Esa lámpara de cristal de ahí debe costar la
mitad del salón de Gryffindor. Exijo una compensación.”
En realidad, a Jungkook le importaba una santa calabaza qué sala común fuera más bonita.
Sólo lo hacía por fastidiar un poco, pensó clavando los codos sobre la cama.
Taehyung se ríe levemente, y se incorpora frente a él tirando de una manta que guardaba
en el cofre. Esta se desdobla suavemente y él la sujeta con ambas manos mostrándosela.
Jungkook parpadea unos instantes. Terciopelo negro, bordada con lo que parecía un mapa
del cielo con estrellas, la luna de plata y el sol dorado.
Y necesita unos segundos para advertir que no era una manta, sino se trataba de una capa
enorme y antigua.
“¿Alguna vez has visto algo como esto?” pregunta el chico.
“Parece lo típico que se pondría alguien con ciento cincuenta años.” Suelta Jungkook,
provocando una carcajada en el de Slytherin. “Menuda antigualla.”
“No. No. Atento.”
Taehyung rodea sus hombros con la capa, es tan larga que podría arrastrarla por el suelo.
Pero cuando el joven rubio da una vuelta sobre sí mismo, Jungkook abre la boca y se
incorpora un poco sin levantarse del borde de la cama.
El cuerpo de Taehyung se difumina delante de él y su cabeza parece estar flotando.
“Wow.” Exhala el muchacho. “¿De dónde has sacado eso? ¿Funciona de verdad?”
“Me la dieron por mi cumpleaños. Estuve a punto de tirarla, hasta que... bueno.” Responde
Taehyung, levantando la capucha sobre su cabeza. “He comprobado que la gata del señor
Filch no puede verme.”
Cuando se cubre bien, el chico desaparece por completo. Jungkook pestañea de nuevo
intentando vislumbrar su silueta, pero si no fuera porque Taehyung gatea sobre sus rodillas
y regazo, ni siquiera hubiera adivinado hacia dónde se dirigía.
Él se hace hacia atrás apoyando los codos sobre el colchón de nuevo, y Taehyung baja su
capucha para dejar unos besos sobre sus labios.
Jungkook suspira algo emocionado, cuando sus respiraciones se acarician tras unos
besitos.
“¿Qué te parece?” formula Taehyung dejándole un poquitín mareado.
“Que besas muy bien.” Suspira Jungkook bajo esos centímetros.
“Sobre la capa, pedazo bobo.” Menciona su compañero con media sonrisa.
“Oh. M-me gusta esa capa. Seguro que se pone de moda en la pasarela parisina de brujas
y magos, 2020.” Argumenta jocosamente.
Taehyung se levanta soltando una risita compartida, y diluyendo un poco las chispas
físicas que saltaban entre ambos.
“Nunca he leído nada sobre capas de invisibilidad.” Dice el rubio, volviendo a doblarla.
“Sí sobre pociones que duran un tiempo, pero, ¿prendas? ¿crees que puede ser valiosa?”
Jungkook se inclina sobre sus propias rodillas clavando los codos.
“Guárdala bien. Por si acaso.” Dice, mientras Taehyung la esconde en el fondo del baúl
negro que guarda con llave, y vuelve a empujar bajo su cama.
Aquello de tener una capa de la invisibilidad y el Mapa del Merodeador, podía acabar
resultando una mezcla explosiva si se les ocurría volver a saltarse las normas del colegio en
conjunto.
Taehyung se incorpora silenciosamente y da un paso hasta Jungkook, poniendo ambas
manos sobre sus hombros.
Jungkook levanta la cabeza desde abajo y le observa con aquellos ojos de color oscuro
que relevan una galaxia inmensa. Casi como si estuviera anhelándole, a pesar de dudar de
qué tan solos estaban en ese momento.
Taehyung se inclina entonces para volver a besarle, insistiendo en que su lengua acariciase
la del Gryffindor como un caramelo derritiéndose.
Jungkook recibe bien su maravilloso beso permaneciendo sentado, y la atmósfera se
vuelve un poco más densa cuando el rubio clava una rodilla sobre la cama, junto a su cintura.
Los dedos de Jungkook se deslizan brevemente sosteniendo los del contrario.
La duda de ambos se comparte en silencio, sin llegar a tumbarse sobre la cama, sin ser
capaces de verbalizarlo.
Jungkook observa el pesado anillo plateado de Taehyung, cuyo símbolo es similar al de
una serpiente de Slytherin, y lo acaricia con las yemas de los dedos valorando la reliquia
familiar del muchacho.
“Crees que… d-deberíamos intentar…” empieza Taehyung, lanzando el corazón de
Jungkook contra las costillas. “¿Llegar a tiempo para cenar algo, o…?”
Jungkook suelta una risita silenciosa.
“Del uno al diez… ¿cuánto de prohibido crees que puede estar que nos enrollemos en tu
cama ahora mismo?” pregunta mordisqueándose la punta de la lengua de forma coqueta.
“Catorce.” Suelta Taehyung provocando que Jungkook soltase unas carcajadas reales.
“Teniendo en cuenta que ni siquiera deberías haber entrado en la sala común.”
“Cien puntos menos para Gryffindor.” Valora el azabache divertido.
“Y doscientos cincuenta menos para Slytherin.” Añade Taehyung, apartándose y tirando
de su mano gentilmente para levantarle.
Jungkook se pone de pie con cierto recelo. Pero su estómago resuena de manera ridícula
y Taehyung se lleva la mano al rostro.
“Uy.” Expira un poquito sonrojado.
“Había olvidado que eres un glotón…” gruñe el de Slytherin. “Tú y Jimin podríais acabar
con la despensa del colegio, sin sentir remordimientos.”
Jungkook estira los brazos perezosamente.
“Una vez, en segundo curso, saqueamos la despensa por la noche y nos llevamos dos
bolsas de magdalenas de chocolate caseras a la habitación. Las escondimos en el altillo de la
cama.” Suelta Jungkook, como si fuera lo más normal del mundo. “A la siguiente semana
colocaron un encantamiento ahuyentador en la despensa, y acabamos corriendo por todo el
castillo mientras nos perseguía una bocina que gritaba, ¡ladrones, indignos, chorizos!”
Taehyung le mira con la boca abierta.
“Jimin y yo estuvimos castigados dos semanas. Súmale a eso el dolor de estómago por
comernos todas las magdalenas.” Finaliza el pelinegro. “Menos mal que fue McGonagall la
que nos puso el castigo… que si llega a ser Snape…”
El de Slytherin se ríe suavemente, sin poder creerse que Jungkook fuera tal desastre. Su
historial de castigos y delitos adolescentes podía superar el de cualquier otro chaval de su
edad.
Y, aun así, no era como si lo hiciera con malicia. Es que Jungkook no podía quedarse
quieto.
Taehyung lo considera terriblemente adorable, a pesar de que su aversión por aquel
comportamiento le había hecho pensar en el pasado que era insoportable.
Y eso que él no era especialmente fan de saltarse las normas. Pero, ¿con quién narices no
paraba de saltárselas desde hacía varios cursos?
“Vamos… no quiero saber qué pasará si esta noche no quedan salchichas.” Dijo
Taehyung tirando de su mano.
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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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Jimin intenta apartar el hecho de que acababa de cruzarse a Kristoff en la entrada, con un
enorme grupo de babosas persiguiéndole para pedir su autógrafo.
Guapo. Joven. Exitoso. Y encima venía de uno de los colegios de magia más antiguos de
Europa.
Qué puta pesadilla, pensó Jimin pasando por un lado sin apenas espacio.
Para colmo, la otra tarde él les había dado una clase magistral sobre cómo hacer trompos
en el aire con la escoba (girar muy rápido y dejarse caer en círculos) porque el entrenador se
lo había pedido.
Y él apareció con una sonrisa y un ánimo encantador, que hizo que Jimin apartase su lado
fan, para comenzar a sufrir náuseas durante el último par de semanas.
“Creo que Bogum saldrá elegido.” Dijo Jungkook. “Quedan dos días para la selección,
¿verdad?”
Él y Hoseok se encuentran sentados en el jardín del Patio de Transformaciones, tomando
los leves rayos de sol de otoño que dejaban de calentar por momentos.
“Sí. Pero, si Park Bogum tiene un rival… apostaría por Joonie.” Comenta Hoseok
sujetando la pluma con la que escribía, y cruzándose de brazos. “La casa de Ravenclaw puede
sentirse orgulloso de tener a alguien tan capaz y brillante. Siendo sincero, le veo en el
Torneo.”
Jimin se sienta junto a ellos dejando su bolsa con provisiones para la clase de pociones en
el suelo.
“En serio, ¿apoyáis que Namjoon se presente?” resopla, escuchándoles. Él le pega un
mordisco a una barrita de cereales, y mira a sus dos amigos sin entender nada. “Pensé que
decíais que era peligroso y blah, blah, blah.”
Jungkook consigue ver a Taehyung pasando entre los arcos del pasillo que asoman al
patio, y se levanta rápidamente para ir a saludarle.
“Ahora vuelvo.” Les dijo.
Hoseok y Jimin se quedan a solas unos instantes.
El de Hufflepuff clava su pluma en su redacción de Historia de la Magia cuyo pergamino
apoya sobre sus rodillas, y entonces es interrumpido por la bravuconería de Jimin soltando
algo tan absurdo que casi atraviesa el papel con la punta.
“Aunque, a decir verdad, no es como si me extrañase que estés de su parte. También estás
con el tipo ese de Durmstrang.” Expulsa fatídicamente. “No ha sido tan inesperado saber que
estás de su parte.”
Hoseok levanta la cabeza con los ojos muy abiertos.
“¿Disculpa?” por un instante, incluso piensa que había escuchado mal a Jimin.
Pero Jimin se relame, y sus ojos son dos rendijas oscuras.
“¿Cómo se llamaba? Oh, sí, Kristoff Holger. Ese imbécil.” Pronuncia. “Tiene correteando
tras él a medio patio de chicas y apenas ha sido fichado por noruega para la liga de Quidditch.
Ridículo.”
“Espera…” Hoseok sonríe incrédulo. “Pensé que habías dicho que eras fan suyo.”
“Sí, claro, le chuparía la polla encantado.” Suelta con un fuerte sarcasmo. “Pffs.”
Hoseok ladea la cabeza y emite un oh sintiendo el guantazo verbal.
Jimin insiste en comerse su barrita de cereales en silencio después de eso, y desvía la
mirada. Pero Hoseok sí que se le queda mirando. Y no solo eso, su sangre comienza a hervir
por lo desagradable que estaba siendo.
Es más, últimamente, Jimin era un puto desagradable con todo el mundo.
Hoseok suelta la pluma y su redacción sobre el césped de un manotazo.
“A ver qué me entere, entonces te obsesionas con que Durmstrang iba a venir a Hogwarts,
estás todo el puto día hablando de lo mismo, y te pones como un fanboy con Holger cuando
llega…, para que días después odies todo eso.” Manifiesta Hoseok enojándose. “Entiendo
Jimin, eres muy congruente a veces.” Dice con voz aguda.
Jimin le mira de medio lado.
“Disculpa, ¿te he ofendido?” duda bajando la voz, con una cara inocente. Jimin se lleva
una mano teatral al pecho, sufriendo por su falsa preocupación. “Había olvidado que ahora
también es tu mejor amigo, ¿podrías perdonarme?”
Hoseok frunce el ceño. “Pero, ¿qué coño te pasa?” exclama molesto. “¿Ahora también
tienes un problema con que me lleve bien con él?”
“No, para nada. Me encanta saber que estás más con ellos que con nosotros. Y
probablemente Holger gane esa basura de Torneo, y de paso puedas sentirte orgulloso por
él.”
“Jimin, tú fuiste quien dijo que confraternizáramos con ellos, ¿y ahora te pones como un
capullo?” vacila Hoseok perdiendo los nervios. “Y-yo sólo estoy cumpliendo con lo que
Sprout–”
“Claro, la tontería de los apuntes da para mucho–” le interrumpe velozmente.
“Vete a la puta mierda, Jimin.” Escupe Hoseok con voz grave, levantándose del suelo.
Él recoge sus cosas con las manos temblorosas, y Jimin le mira encolerizado.
En la frente del Gryffindor se marca una vena sobre su ceño fruncido. E intenta rebuscar
lo que sea para soltar cualquier cosa hiriente que le hiciese saber a Hoseok lo decepcionado
que se sentía con él porque estuviese apoyando al resto en aquello del Torneo, mientras le
retiraba la palabra a él por tan sólo mencionar que le apetecía ganar aquel premio.
¿Por qué tenía que ser tan injusto? ¿Es que él era menos que el resto?
“Tú también puedes irte a la mierda, Jung. Y no hace falta que te molestes en volver a
hablarme.” Expresa Jimin. “Es más, libérame de tu insufrible presencia durante el resto del
curso.”
Hoseok se cuelga su bolsa del hombro y le mira desde arriba. Su rostro se debate una
mezcla de enfado y dolor, que envía una extraña punzada directa al pecho de Jimin sabiendo
que se había pasado con eso último.
El Hufflepuff mete la mano en su bolsa y rebusca algo.
“¿No eras tú quién quería su autógrafo? Ahí lo tienes.” Suelta lanzándole un trozo de papel
que sale volando.
Sin mucho esfuerzo, el trozo de pergamino se deja caer sobre el césped, junto a la rodilla
de Jimin.
Y está firmado con una bonita letra negra llena de florituras, junto una snitch dibujada que
mueve las alas. Incluye la dedicatoria especial: para Park Jimin.
Jimin vuelve a mirarle con un rostro indescifrable entonces.
“Que te jodan, Jimin.” Pronuncia Hoseok, antes de marcharse.
Jimin traga saliva pesada, se queda allí, con un par de cabezas que giran la cabeza
sintiéndose atraídos por la breve discusión a voces.
Jungkook y Taehyung pasan por uno de los arcos del patio dirigiéndose hacia ellos, ajenos
a la discusión.
“Eh, Hobi–” empieza Jungkook.
Hoseok atraviesa entre los dos bajando la cabeza y golpeando el hombro del azabache, y
pasa de largo entrando al castillo.
Jungkook se gira en redondo y le sigue con la mirada mientras se aleja ondeando su capa.
¿Había visto sus ojos llenos de lágrimas? ¿O era un efecto de las lentes?
Jungkook sale caminando tras él, pero Taehyung agarra le agarra del codo para detenerle.
“Mira…” dice, señalando a Jimin.
Su otro amigo sale del patio por otro de los arcos, evadiéndoles a ambos.
“Pero, ¿qué…?”
“Será mejor que… les des su espacio…” sugiere Taehyung, con una corazonada. “Por
ahora.”
Tal vez no les conocía de forma muy íntima, pero durante el tiempo que Tae había estado
con los chicos en sexto, comenzó a notar que Hoseok y Jimin habían empezado a comportarse
de una forma especialmente tensa entre ellos.
Y Jungkook no terminaba de captar demasiado bien por qué estaba sucediendo.
Sólo quedan un par de días para la elección de los participantes del Torneo de los Tres
Magos, y los alumnos continúan con su actividad natural con el agregado de los alumnos
invitados.
Los de la Academia Mágica de Beauxbatons presentan una unidad del coro en el patio y
hacen saltar hermosos delfines de agua desde la fuente, sólo con sus voces.
Jimin pasea por allí a solas, evadiendo unas cuantas caras conocidas, y advierte de
casualidad a la chica pelirroja de Beauxbatons.
¿Giselle? ¿La tonta que casi le zurra en mitad del pasillo porque se le escurriese una bola
de nieve entre las manos?
Jimin se sienta a observar el coro. La gente aplaude cuando terminan, y Giselle encuentra
sus ojos de soslayo.
Ella aparta su mirada súper rápido. Se siente amenazada por el de Gryffindor –como si
fuese un matón esperando a hacerle algo–, y pierde el hilo de la conversación con sus amigas
durante unos minutos.
Cuando vuelve a echar un vistazo, el rubio ni siquiera está. No era para tanto.
Aunque desgraciadamente a Beauxbatons le encanta el Quidditch y son bastante
competitivos, así que el nombre de Park Jimin, como el mejor Cazador de Gryffindor –la
casa más competitiva entorno al Quidditch– y el que más veces atravesaba el aro, se hace
resonar en su cabeza hasta el punto de preguntarse por qué narices tenía que ser él y no otro
chico.
No sé, Jeon Jungkook, por ejemplo. Que, para colmo, esos dos siempre estaban juntos, y
casi todas suspiraban por él como si fuera una súper estrella por haber salido en los periódicos
británicos.
Kim Taehyung se dirige hacia la sala común de Slytherin a mitad de la tarde, sintiéndose
un poco cansado de las clases.
Entra en el salón y escucha estudiando y resolviendo dudas al grupito de chicos que se
sienta junto a la pequeña biblioteca exclusiva de la sala. Otro par están echándose una partida
al ajedrez mágico.
Él pasa a su dormitorio para quitarse y colgar su capa, y después vuelve a la sala común
encontrando a Bogum sentado en el sillón dorado y esmeralda.
El joven se encuentra con la mirada perdida sobre la llama con destellos esmeraldas de la
chimenea.
Taehyung se sienta a su lado a propósito, apoyando un brazo sobre el respaldo y mirándole
directamente.
“¿Qué? ¿Emocionado?” formula Taehyung.
Bogum esboza una leve sonrisa en sus labios, parpadea y gira la cabeza para mirarle,
alegrándose de recibir su breve compañía.
“Algo así…” Menciona bajo sus ojos. “Me tomo esto en serio, Taehyung. ¿Qué hay de tu
chico?”
Taehyung se mordisquea la punta de la lengua, y mira brevemente el fuego esmeralda.
Hablar de Jungkook en ese momento no era lo que planeaba.
“Sé que vas en serio…” Murmura con sinceridad. “Bog.”
“¿Hmnh?”
“Oye. Sé que eres capaz, pero…” Taehyung suspira y vuelve a mirarle muy seriamente.
“Si sales elegido, te apoyaré en lo que necesites. Cuenta conmigo, ¿de acuerdo?”
Bogum parpadea unos instantes, se siente conmocionado por las agradables palabras de
Taehyung.
No era como si se llevasen mal o algo, ellos simplemente se habían distanciado durante
esos meses, y apenas pasaban tiempo juntos.
Pero los sentimientos de Bogum por él siempre estarían ahí. A pesar de que estuviese con
el estúpido de Jeon, quien prácticamente parecía habérselo arrancado de sus brazos.
Bogum sabe que no es así, no obstante. Taehyung sabía perfectamente con quién elegía
estar, y lo había visto en sus ojos aquella noche de los TIMOs, cuando eligió arriesgarse a
luchar por Jungkook.
Pero a veces no podía evitar tenerle un desdén terrible al escarlata por forzarse a pensar
que, por su culpa, Taehyung ya no estaba con él.
“Gracias. Contaré contigo.” Dice Bogum, el de verdad.
El auténtico Bogum, y no el tirano que a veces era.
Aunque traga saliva por un momento, y vuelve a mirarle de soslayo, preguntándole a
Taehyung si él ya había arrojado su nombre al cáliz.
Taehyung sonrió un poco.
“Nah, no. No está entre mis planes complicarme más las cosas.” Contestó con sinceridad.
“Bien, eso significa que tengo reales posibilidades de ser el elegido.” Dijo Bogum, sin real
intención de hacerle un cumplido.
Aunque lo era. Era un cumplido, porque Bogum estaba seguro de que, si Taehyung no se
presentaba, él mismo era el que más probabilidades tenía de salir escogido de todo Hogwarts.
Porque Bogum sabe que Kim Taehyung era excesivamente ágil, dotado y dedicado a las
artes mágicas, como para pensar que, si su nombre estuviera entre los candidatos, alguien
pudiese tener una mínima opción frente a él.
Taehyung acepta su cumplido silenciosamente, y se levanta el sillón tras apretar su
hombro con una mano familiar.
“Suerte.” Le dijo de corazón, esperando que pudiera alcanzar aquella primera victoriosa
gloria.
*
Jimin cenó muy rápido, sentándose al otro lado de la mesa dejando un poco en shock a
Jungkook, quien no le encontró con la mirada durante la cena.
Le preguntó a Hoseok por el chico, y él sólo se encogió de brazos. Sabía que estaban
enfadados y que habían discutido por algo.
Pero Hoseok no le había contado mucho más, y Jungkook esperaba que se solucionase
tarde o temprano.
Así que Jimin evadió a sus amigos esa noche, y se largó hacia la sala común sin muchos
ánimos.
Para su sorpresa, topa con un pequeño grupo de Beauxbatons saliendo del salón del cáliz
a esa hora. Debían haber votado en secreto, se dijo.
Beauxbatons quería mantener muy en secreto qué ases se guardaba bajo la manga.
Pero lo que no se esperó para nada, era encontrarse con Giselle Bonnet arrojando su
nombre orgullosamente bajo el aplauso de un puñado de chicas.
Ellas se largaron taconeando para no perderse lo que quedaría de la cena.
Jimin se apoyó en la puerta con los brazos cruzados, y Giselle tuvo un atisbo del muchacho
justo al pasar por su lado.
Él se ahorró saludarla. No le interesaba demasiado, aunque le siguió inevitablemente con
la mirada, mientras el grupito de chicas se alejaba balanceando sus vestidos azules que
llegaban por encima de las rodillas, sobre sus zapatos de diminuto tacón que resonaban por
todo el castillo cuando caminaban.
Y, ¿quién no iba a girar la cabeza cuando caminaban? Todo el mundo lo hacía.
Giselle se despide brevemente de sus compañeras y se separa del grupito de repente,
dándose la vuelta en redondo.
Jimin sigue mirándola desde el otro lado del pasillo, aunque se siente un poquito forzado
a mirar hacia otro lado cuando ella se dirige hacia él de forma tan directa.
No. No era una casualidad que caminase de nuevo hacia allí, y aún menos con aquella
cara de francesa estirada.
“¿Me estás siguiendo?”
Jimin casi se atraganta con su propia saliva por la cantidad de carcajadas que escapan de
su pecho. Dios, aquello era tan bueno como que le estuviera hablando de nuevo.
“¿Repite eso?” sonríe Jimin bastante divertido, aún apoyado en el marco de la entrada.
Ella se chasquea con la lengua, y rodea los ojos antes de tomar un profundo suspiro que
le inspira paciencia.
Mira de soslayo la sala del cáliz, y después vuelve a mirar a Jimin.
“¿Eres el perro guardián de esa cosa?”
“¿Huh?”
“Que si vas a presentarte.” Insiste ella. “O ya lo has hecho, y planeas destruir a tu oponente
antes de tiempo.”
“No.” Jimin responde con una apabullante neutralidad, guardándose una mano en el
bolsillo del pantalón del uniforme. “Y no.”
“Oh.” Giselle se queda un poco traspuesta. Algo le hace creer que va en serio.
“Y tú… ¿por qué te has presentado?” Jimin levanta una ceja que ofende a Giselle en
exceso.
Ella se cruza de brazos, preguntándose qué demonios tenía aquel tipo para subestimar a
una joven de Beauxbatons.
“¿Qué? ¿Crees que no sería capaz de enfrentarme a un Basilisco? No tengo miedo a las
pruebas, Park Jimin.” Dice la pelirroja cruzándose de brazos.
Jimin le mira socarrón, y le divierte saber que se sabía su nombre completo a esas alturas.
“Huh, si no lo digo porque tengas miedo. Lo decía porque no eres capaz de caminar sin
que se te caiga una bola de nieve de las manos.” Sonríe Jimin pícaramente.
A Giselle le entra un tic nervioso en el ojo, y aprieta un puño enguantado de seda azul
jurándose que se lo metería en toda la frente por mendrugo.
“No puedes nadar por nuevos horizontes hasta que tengas el coraje de perder de vista la
orilla.” Le dijo con nobleza, y unas llamas de valía en sus ojos claros.
Jimin le miró fijamente, aunque su mirada más bien la recorrió de arriba abajo como un
gato, dudando de cuanto tiempo había estado Giselle reteniéndose aquella estúpida frase de
manual, bajo la lengua.
“Por casualidad, ¿no tendrás una libretita donde te apuntes esas cosas?” duda el chico con
una mueca. “He leído que los europeos sois muy clásicos.”
Ella suelta una carcajada seca. Bueno, sí que la tenía. Pero no para frases motivacionales,
sino para recetas de hierbas que le apuntaba su abuela.
Giselle murmura algo sobre qué demonios le importaba a Jimin lo que apuntaba ella en
su libreta, y Jimin se ríe tan abiertamente, que ella se le queda mirando descubriendo la
bonita sonrisa del rubio, que hace ruborizar sus mejillas.
No sabe muy bien por qué, pero se pregunta qué era lo que hacía él merodeando por allí,
a solas.
A pesar de no conocerle de nada, algo le decía Jimin estaba un poco perdido esos días,
como si no supiera muy bien cómo evadirse de cosas que, de alguna forma, parecían estar
perturbándole interiormente.
“¿Por qué no quieres presentarte?” pregunta curiosa.
Jimin cree que hay demasiadas cosas que no puede explicarle a una desconocida. Así que
sólo se encoge de hombros y deja su pregunta allí, flotando sobre el aire.
“Sabes…” pero Giselle añade algo que el joven no esperaba. “Yo no lo hago por dinero.
Tampoco necesito reconocimiento, ni gloria. Pero a veces, hacer una mala elección es mejor
que no hacerla. Y tener el coraje de seguir adelante, eso es lo difícil. Una persona que está
parada, incapaz de continuar, nunca llegará a ninguna parte. Lo único que se necesita para
avanzar es coraje.”
El joven escucha sus palabras y comprende el significado de su valor. De que lo hacía por
ella misma, y por nadie más.
Jimin sonríe suavemente, entonces. Giselle se siente un poco confundida cuando el joven
se pasa la mano por el cabello dorado, exhalando el aire que contenía en sus pulmones.
“Es exactamente lo que estaba pensando.” Dijo. “Espero que no te lo dijera también te
abuela.”
*
Jungkook tiene al gato de Jimin encima del pecho, mientras sus ojos se pierden en el alto
techo de la sala común de Gryffindor. Lleva unos pantalones de cuadros rojos, y una sencilla
camiseta blanca y lisa de manga corta.
La chimenea está encendida, y todos los alumnos se han ido a dormir a esa hora.
Pero Jimin no había aparecido todavía. Y llevaba un día completo evadiéndole, hasta el
punto de preocuparle.
Cuando escucha al retrato de la Señora Gorda abrirse con un chirrido, levanta la cabeza
rápidamente, y Puff salta desde su pecho para ir a saludar a su chico favorito, avisándole de
que era Jimin.
Jimin lo agarra con un brazo y se lleva a la bola de pelo gris-azulada hacia el dormitorio,
pero Jungkook le detiene incorporándose del sofá.
“Eh, Jimin.” Le saluda.
El peliclaro gira la cabeza, se sorprende por verle allí a esa hora.
“¿Kook?” él suelta de nuevo al gato, mientras su amigo se acerca preocupado. “¿Qué
haces… despierto?”
“Oye…”
“He metido mi nombre en el cáliz.” Dice de repente.
Jungkook le mira atónito. “Oh. Vaya, pensé que…”
Jimin y él comparten un silencio que se extiende por toda la sala común. Lo único que se
escucha es un maullido de Puff y el fuego de la chimenea crujiendo por la leña.
“Sabes que voy a apoyarte en todo, ¿verdad?” expresa su mejor amigo. “¿Acaso dudas de
eso?
Jimin levanta los ojos y le mira fijamente. Sabe que Jungkook estaba siendo sincero, podía
verlo en sus ojos castaños y en rostro.
“Aunque a veces seas un capullo de cuidado.” Bromea el pelinegro. “Y aunque Bogum
vaya a partirte la boca si le quitas el puesto de candidato.”
Jimin se ríe en voz baja, y Jungkook echa un brazo por encima de sus hombros
amigablemente.
“Bueno, ¿qué? ¿saqueamos una despensa?” le suelta con un vacile. “No tengo ganas de
irme a la cama.”
“Oh sí, me muero por ponerme hasta el culo de magdalenas.” Ironiza su amigo.
Aunque ambos lo descartan rápidamente, recordando la mala experiencia. Ellos se quedan
un rato hablando en la sala común, y Jungkook logra que Jimin vuelva a comportarse como
siempre.
Le pregunta dónde se había metido, y le cuenta por encima que había estado charlando
con una chica de Beauxbatons.
Jungkook le hace la pequeña bromita de si era guapa, y Jimin sacude con la cabeza
descartándola de inmediato. Aunque sí, lo era.
Los dos hablan un rato hasta que les da suficiente sueño como para irse a dormir.
Después suben al dormitorio compartido y Jimin se pone el pijama, se lava los dientes en
el baño y se mete en la cama.
Jungkook baja la escalera del salón de trofeos y sus pupilas se pierden brevemente entre
la cantidad de vitrinas resplandecientes, cristales limpios y estatuillas doradas bien pulidas.
Al fondo de la sala, una chimenea enorme y varios sillones ocupados por los candidatos
seleccionados.
Namjoon se levanta del sillón en cuanto ve bajar a Jungkook la escalera. Kristoff clava en
él sus ojos, y la señorita Bonnet permanece sorprendida por la aparición del muchacho.
“¿Qué…?” exhala Namjoon. “Jungkook, ¿qué haces aquí?”
Snape se mantiene estático como una maldita serpiente venenosa antes de acabar.
McGonagall baja la escalera rápidamente tras el joven Jungkook, perdiendo los nervios.
“¿Dos candidatos de Hogwarts? ¿Cómo puede haber sucedido eso?”
Barty Crouch, el director del departamento de Seguridad Mágica del Ministerio mantiene
una actitud rigurosamente pasiva, a pesar de su sorpresa.
“Si ha sucedido, hay que aceptarlo. No tenemos más remedio.” Dice Crouch.
Dumbledore cierra la puerta de salón de trofeos y baja la escalera levantando la túnica
grisácea levemente.
“P-profesora, le aseguro que yo no he metido mi nombre, ¡yo no me he presentado al
Torneo!”
El señor Crouch niega la cabeza. Aquel chico tenía que estar de broma, se dice el hombre.
“No se deje llevar por el miedo, señor Jeon. Las normas son las normas. Aunque tenemos
que ampliar el registro de magos para este año, de tres a cuatro.” Expresa Barty Crouch. “No
sé cómo podré explicarle un hecho tan excepcional a la prensa.”
Dumbledore se acerca a Jungkook y le agarra del jersey negro con un fuerte tirón que le
acerca a su rostro.
“¿No has puesto tu nombre en el cáliz de fuego? ¿¡Estás diciendo que tú no te has
presentado!?” vocifera Dumbledore.
“N-no, señor, se lo aseguro, se lo prometo.” Jungkook balbucea con una terrible
sinceridad. “¡No estoy mintiendo, jamás he metido mi nombre ahí dentro!”
“Albus.” Minerva McGonagall habla tras el director del colegio.
Él le suelta, y Jungkook libera varios jadeos nerviosos.
“Albus… confío en el chico.” Dice la directora de la casa Gryffindor. “No hay motivo
alguno para que esté mintiendo.”
“Desgraciadamente…” comienza a decir Severus. “También confío en el señor Jeon.
Aunque he de decir que el muchacho padece de una tremenda afición ligada a un compulsivo
síndrome de TOC que le impide ver más allá del… peligro.”
Vaya, ¿tenía que darle las gracias a Snape por tan vago halago? Más bien parecía que
quería meterle la zancadilla.
“Jungkook jamás ha hablado de presentarse.” Dice Kim Namjoon, poniendo la mano en
el fuego por el chico. “Está diciendo la verdad.”
El muchacho respira profundamente para intentar mantener sus nervios cuando el personal
de la sala comienza a hablar sobre aquello.
Pero todo se resume en algo muy simple; Barty Crouch insiste en que el muchacho estaba
obligado a participar, por mucho que él insistiese en que no lo estaba haciendo
voluntariamente.
“Si no lo hace, el cáliz le obligará con otros métodos. Y será mucho peor entonces.” Dijo
entonces, con una voz inquieta. “El señor Jeon es a partir de hoy… un participante más… del
Torneo de los Tres Magos.”
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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
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compartirlo.
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“Señor Jeon, será mejor que descanse esta noche.” Minerva señala a Jungkook con la
cabeza para que abandone la sala. “Márchese.”
El joven titubea un poco, pero Dumbledore parece de acuerdo en que se marchase. Tenían
demasiadas cosas que hablar con el señor Crouch.
Los cuatro participantes del Torneo abandonan el salón a la orden del director de
Hogwarts, después de despedirse de los directores de los otros colegios.
Jungkook sale de allí frotándose la cara. No puede creerse que estuviera pasando eso, y
que aquel tipo acabase de soltarle que no tenía más remedio.
Namjoon pasa al lado del chico y le mira con cierta lástima.
“Jungkook… ánimo. Si de verdad, estás obligado… sé que lo harás bien…” le dijo el
Ravenclaw antes de marcharse. “Puedes enfrentarte a cualquier cosa.”
El pelinegro camina por el pasillo de Hogwarts, y sus pasos se detienen en mitad del
pasillo cuando ver a Taehyung acercarse a solas.
No queda nadie por allí, sólo el de Slytherin, quien parecía haberle estado esperando
durante las horas de discusión, cuando incluso el resto se había retirado.
Su rostro parece increíblemente sombreado.
“T-Taehyung… y-yo… yo… oye…” jadea Jungkook. “No he metido mi nombre en el
cáliz. Esto ha sido un accidente-”
“Ya lo sé, no te preocupes.” Taehyung le abraza con mucha convicción.
Jungkook se siente rápidamente confortado por sus brazos, y el muchacho le estrecha
durante unos instantes para después mirarle muy fijamente.
“¿Qué te han dicho?” pregunta con voz grave.
“Que estoy obligado a participar, haga lo que haga, o el cáliz hará algo peor.”
“Joder-” el rubio parece bastante irritado. “Y Dumbledore, ¿no van a investigar qué es lo
que ha pasado? Se suponía que la línea de edad y seguridad estaba creada para que nadie
pudiese meter el nombre de una tercera persona.”
“Dumbledore parecía muy enfadado.” suspira.
Taehyung se pasa una nerviosa mano por el cabello.
“Okay, tienes un enemigo. Eso es lo más evidente.”
“¿Un enemigo?”
“Alguien te quiere ahí fuera, Jungkook. Y no quiero saber por qué.” argumenta
astutamente.
Jungkook le mira con dolor de cabeza. Demasiada tensión. Otra vez las mismas dudas.
Otra vez esa sensación incierta.
Taehyung siente aquella punzada molesta en el corazón, que le hace temer por el chico. Y
no era por las pruebas, sabía que Jungkook podía enfrentarse perfectamente a eso, aunque él
no quisiera.
Pero Jungkook era… su Jungkook. Y si cerraba los párpados podía ver aquel destello del
Avada Kedavra impactando en el chico.
Y no quería recordarlo. No podía.
Taehyung notó a Jungkook realmente afectado, agarró su mano y le sacó de allí para tomar
algo de aire fresco en uno de los patios exteriores.
Después, le acompañó hasta el retrato de la Señora Gorda, pidiéndole que descansase un
rato en la sala común Gryffindor.
“Si necesitas algo, dímelo.” Le dijo muy atento. “Intentaré enterarme de qué hablan los
profesores.”
Jungkook asintió con la cabeza. Y esta vez Taehyung volvió a abrazarle, pero con una
fuerza que casi le hizo soltar un gemidito. No obstante, se relajó por unos instantes entre sus
brazos y permitió que Taehyung lo hiciera.
Jungkook entró a la sala común de Gryffindor tras despedirse del chico, las miradas de
algunos Gryffindor se posan en él.
“Eh, ¿te presentaste en secreto? ¡Qué bien guardado te lo tenías, Jeon!” suelta Dean,
dejándole una palmadita en la espalda.
El azabache resopla, y niega rotundamente aquello.
“¿Cómo lo has hecho para que elijan a dos de Hogwarts? Dumbledore parecía enfadado.”
Dice una chica.
“¡No sé cómo ha pasado, yo ni siquiera-!” el muchacho bufa, y se desanuda la corbata,
molesto.
Atraviesa el salón e ignora a todos. Pero se encuentra a Jimin en la escalera, y su amigo
tiene cara de pocos amigos.
“Chim.”
“No me digas Chim.” Emite Jimin. “¿Por qué no me contaste nada? ¿Por qué ni siquiera
lo has compartido conmigo? Sabías perfectamente que yo-”
“¡Jimin, sabes perfectamente que yo no he metido mi nombre en el cáliz!” exclama
Jungkook enfureciéndose.
“Ya, alguien lo ha hecho por ti, ¿no?” Añade su amigo muy molesto. “Pero decírselo a
Jimin era demasiado fácil. Seguro que sí que has contado con Hoseok, como siempre haces
cuando-”
“¡¿Sabes qué?!” Jungkook sale disparado hacia él y empuja su hombro con una mano.
“¡¡¡Estoy cansado de tu actitud de mierda!!! ¡¡¡Deja de comportarte como un gilipollas, o
harás que todo el mundo termine alejándose de ti!!!”
Jimin se tambalea un poco, y sus rostros se acercan tanto, que varios jóvenes de Gryffindor
se acercan corriendo a la escalera para comprobar si iban a zurrarse.
El peliclaro agarra el cuello del jersey de Jungkook, como si fuera a hacerlo.
“Eso es lo que piensas de verdad, ¿no?” le devuelve Jimin, con voz muy grave. “Pues,
¿sabes qué, Jungkook? yo también estoy cansado de que creas que todo el mundo gira
alrededor de ti. Despierta, no vas a ser el protagonista de todo lo que sucede, siempre. Por
mucho que te esfuerces por serlo.”
Ambos se miran muy de cerca, las pupilas de Jungkook se deslizan hacia el fuerte agarre
de su jersey.
“Suéltame.” Masculla Jungkook, amenazante.
Ninguno se mueve durante unos largos segundos, y entonces, Jimin le suelta.
“Jódete.” Le dice el peliclaro.
“Que te jodan a ti.” Contraataca Jungkook, cuando el chico le da la espalda.
Ese fue el último día que Jungkook y Jimin hablaron. Jimin se sentía profundamente
traicionado, Jungkook estaba muy dolido por su falta de confianza.
Hoseok estuvo evadiéndole unos días, mientras todo el sofoco de la prensa queriendo
entrevistar a los cuatro jóvenes seleccionados, se sucedía.
Jungkook tuvo que soportar a Rita Skeeter, una famélica periodista sedienta de preguntas
fuera de lugar, que toqueteaban el pasado de su familia.
Y el joven salió en primera portada a pesar de todo:
El cáliz de fuego selecciona a dos candidatos de Hogwarts, ¡hecho histórico en los
registros del Torneo!
Conócelos ahora en nuestras columnas;
Kim Namjoon, un elocuente mago cuya familia lidera la imprenta mágica del país.
¡Brillante, guapo e increíblemente valiente!
—Lo haré lo mejor para superarme a mí mismo durante el Torneo— Dijo el muchacho.
Jeon Jungkook, un joven de 17 años aficionado al Quidditch, ¡sediento de fama y gloria!
¡¿Podría alguien resistirse a su sexy y ruda forma de rechazar a nuestra entrevistadora?!
—Iros a la puta mierda, sanguijuelas— Palabras textuales registradas.
Jungkook hace una bola de papel con el estúpido periódico y lo lanza hacia el otro extremo
de la sala común de Gryffindor. La bola rebota y rueda por el suelo.
Es la hora de la cena, y todo el mundo se encuentra en el Gran Comedor. Pero él prefiere
quedarse allí, a solas, consigo mismo.
Owen le había dicho que alguien acababa de atentar contra él. Pero no tenía más remedio
que seguir adelante. Además, le dijo que trataría de filtrarle datos de las pruebas en caso de
que pudiese enterarse de algo.
¿Acaso tenía un enemigo en Hogwarts?
Jungkook se cruza de brazos mirando las llamas del fuego, siente la misma presión dentro
del pecho. Como algo queriendo escapar, hacerle explotar.
Y lo que más le jode es sentirse tan sólo en ese momento. Todo el mundo parece desconfiar
de él, como si realmente fuera una persona con sed de fama y terriblemente ambicioso.
No era su culpa que casi siempre llamase la atención, incluso cuando no quería hacerlo.
No era su maldita culpa que su nombre saliera casi siempre a flote, ¡como si el mundo le
señalase a propósito!
Jungkook escucha un chirrido en la puerta y levanta la cabeza. Desde el sofá no tiene
visión directa del retrato de la entrada, pero después de unos segundos, nadie entra y parece
haber sido un simple crujido de la antigua madera.
Él se fuerza a mantener la calma reordenando sus pensamientos, aunque sabía que la
perdería de un momento a otro.
Su mejor opción en ese momento: irse a dormir. No pensaba volver a pasarse por el
comedor, ni pensaba volver a cenar en lo que quedaba de semana, aunque su estómago se
resintiera con un rugido.
Justo entonces intenta ponerse de pie, pero algo le empuja a sentarse de nuevo.
Él parpadea, preguntándose si estaba volviéndose loco.
A lo mejor por fin le estaba pasando. Estaba perdiendo la puta cabeza, que era lo que de
verdad le faltaba para saber que el mundo realmente conspiraba contra su persona.
Pero aquella figura invisible deja un beso sobre sus labios, sosteniendo su rostro con una
mano.
Jungkook pestañea mirando la nada y con los labios ocupados por algo.
Y antes de volverse loco… intuye que aquellos labios son de Taehyung.
“Tae.” Musita como si fuera un juego de adivinarle.
Él se quita la capucha y se acuclilla frente a Jungkook, con una sonrisita.
“Sabía que estarías aquí. Y no necesito un mapa mágico para encontrarte.” Le dice
divertido.
Jungkook sonríe con cierta aflicción, que entristece a Taehyung.
“Te he traído algo que va a encantarte.” Añade el de Slytherin.
Él se quita la capa de invisibilidad, y le muestra una fiambrera transparente, llena de arroz,
alitas de pollo y varios sándwiches robados de la mesa.
Jungkook exhala una carcajada silenciosa. Dios, ¿qué haría sin Kim Taehyung en un
momento como ese?
Cuando todo el mundo parecía estar dándole la espalda, ahí estaba él, de forma
perfectamente eficiente.
Jungkook agarra su cena y la destapa con bastante hambre. Toma los palillos que
encuentra en la fiambrera y se lleva un trozo de arroz a la boca llenando sus mejillas.
Taehyung se sienta a su lado, y pasa una mano por su cabello oscuro, acariciándole con
unos dedos brevemente.
El de Gryffindor casi se siente como un niño pequeño, se atraganta con el arroz y
Taehyung se ríe en voz baja mientras el azabache golpea su propio pecho.
Tae le cuenta que había estado metiendo las narices en la reunión del profesorado, bajo la
capa de invisibilidad. Parece sentirse orgulloso de eso, aunque dice que los profesores estaban
muy tensos, y no le daba buena espina el director de Durmstrang, Karkarov.
“Además… creo que Dumbledore puede verme.”
“¿Qué? ¿Dumbledore?” emite Jungkook masticando.
“No lo sé… quiero decir, no estoy seguro.” Explica Taehyung. “Me ha mirado
directamente en una ocasión, pensé que estaba viéndome, y entonces… pasó de largo. ¿Crees
que Dumbledore puede ver a través de la capa?”
Su compañero se encoge de hombros. “No lo sé… Viniendo de Dumbledore, podría hacer
cualquier cosa.”
Taehyung se cruza de brazos con actitud reflexiva, mientras el chico termina su cena.
No pasan demasiados minutos cuando el sonido del retrato de la Señora Gorda abriéndose
hace saltar a Taehyung del sofá escarlata.
Él se cubre con la capa a una velocidad de vértigo.
Jungkook deja el recipiente de comida vacío a un lado, y se prepara para echarle un vistazo
al Gryffindor que debía estar saltándose también la cena cuando…
Su amigo de Hufflepuff aparece guardándose la varita en el bolsillo.
“¿Hoseok?” Jungkook duda unos segundos.
“Aquí estás.”
“¿Qué haces aquí?” formula el azabache.
Taehyung se quita la capa, y el de Hufflepuff da un brinquito al verle tan de repente.
“¿Y tú, que haces aquí?” le dice Hoseok a Tae.
Jungkook y Taehyung se miran de soslayo, y Hoseok capta lo absurdo de su propia
pregunta.
Eran Jungkook y Taehyung, claro que iban a estar juntos.
“Alguien ha dormido a la Señora Gorda.” Dice Hoseok. “No he necesitado el santo y seña
para entrar. Pero por un momento pensé que alguien había entrado para…”
“La he dormido yo, antes.” Interviene Taehyung.
El rubio pone cara de Oops, lo siento, cuando Jungkook le mira levantando una ceja. Tan
asusto, que sólo se le ocurriría a Taehyung. Y él mismo, ni siquiera se había parado a pensar
cómo se había podido colar su novio.
Hoseok entonces permanece en silencio, con las pupilas sobre Jungkook.
No habían vuelto a hablar en esos días, desde lo de la ceremonia de selección. Pero el de
Hufflepuff no había perdido el tiempo.
“He investigado algo.”
“Hoseok, yo-“
“Ya sé que tú no te has presentado, Kook.” Dice el castaño, levantándose las gafas sobre
la nariz con un dedo. “Pero alguien lo ha hecho por ti. Y he estado intentando averiguar
cómo.”
Jungkook se siente increíblemente aliviado cuando le escucha decir eso. Si no fuera
porque había crecido un poco, estaría lanzándose sobre él para abrazarle.
Taehyung exhala una leve sonrisa tras el chico, y entonces los tres se sientan en una de las
mesas para poner sus ideas a disposición del otro.
“Encontré en la biblioteca que,” empieza a decir Hoseok. “sólo un hechizo confundus, de
gran calibre, podría hacer que el cáliz aceptase el nombre de alguien que no es voluntario.
Pero eso sólo podría hacerlo alguien bien experimentado en la magia. Un gran mago.”
Los muchachos se miran entre ellos.
“Bien, yo expongo a Igor Karkarov.” Dice Taehyung, revelando la información que sabe
rigurosamente. “He escuchado a Snape decir que estuvo inyectándose Adam hasta el año
pasado, cuando lo derogaron. Hoy le seguí hasta el camarote del buque de Durmstrang y se
quitó la túnica delante de mí.” Menciona.
Jungkook abre mucho los ojos. ¿En serio Taehyung había hecho eso?
“He visto que aún tiene marcas moradas en el antebrazo izquierdo.” Prosigue. “Ese tipo
sigue metiéndose. Además, se guarda una pequeña cajita de mano que lleva en el bolsillo.
Parece bálsamo labial, pero es Adam en polvo. Lo he reconocido porque-”
Taehyung se detiene abruptamente. Hoseok se encuentra completamente sorprendido por
sus revelaciones, y Jungkook, advierte por qué su lengua se había trabado.
Le cuesta continuar hablando, pero Taehyung toma aire, y se atreve a pronunciarlo frente
a los dos muchachos con un tono mucho más ronco.
“Porque mi hermano usa una igual.” Expresa. “Es para casos de emergencia...”
Un breve silencio se extiende entre ellos.
“Taehyung, no es por nada, pero… ¿Qué tengo que ver yo con el Adam?” pregunta
Jungkook.
El rubio le mira, como si fuera lo más obvio del mundo. Pero es Hoseok quien lo junta los
hilos de sus palabras, y lo razona en voz alta:
“Puede que la reforma del ministerio no le haya gustado.” Dice. “Jungkook… el año
pasado intentaron secuestrar a nuestro grupo de quinto para poner al ministerio en un
compromiso. No lo lograron, debido a que tú te escapaste...”
Taehyung apoya los codos sobre la mesa. “Si hay más gente del Escarabajo Negro fuera
de Gran Bretaña…, estoy seguro de que quieren vengarse.” Expresa en voz baja.
“Empezando por ti.”
Jungkook hunde la cabeza entre sus propias manos.
“En el puto ojo del huracán…” menciona hastiado.
Taehyung pone una mano sobre su hombro para que se tranquilizase.
“Si eso es así, yo te protegeré.” Dice Taehyung sin ningún temor. “Vamos a destaparles
antes de que puedan hacerte algo.”
Jungkook se siente agradecido por su forma protectora de hablarle, pero no sentía miedo
de una posible venganza. Simplemente, odiaba estar siendo arrastrado por una situación tan
ajena.
“Vale. Pero hay otra opción.” Anuncia Hoseok entonces. “Y tenemos que barajarlas
todas.”
Los dos muchachos le miran de repente, como si estuvieran preguntándose qué otra razón
podría haber para que el nombre de Jungkook hubiese acabado en el cáliz de fuego.
“Puede que el cáliz te haya elegido por su propia cuenta.” Sugiere.
“¿Cómo?” exhala Jungkook.
“Es excerita.” Dice el Hufflepuff, señalándole. “Tiene un potencial tan alto que a lo mejor
el cáliz se ha visto interesado. A lo mejor…, solamente quiere ponerle a prueba.”
“No creo que el cáliz cuente con esa potestad.” Dice Jungkook.
“Hoseok, la primera norma de la ceremonia de selección, es que sólo se pueden elegir
candidatos entre los nombres presentados.” Le recuerda Taehyung.
“Vale, ¿y si él mismo se ha presentado sin darse cuenta?”
Eso último hace que Jungkook reciba un golpe verbal en el estómago.
“¿Qué?” salta el muchacho. “Pero, ¿qué dices? ¿Cómo voy a presentarme sin-?”
“Escucha, lo mejor no eras consciente.” Defiende Hoseok, interrumpiendo las ganas de
lanzarle una silla que tenía Jungkook a su amigo. “Las llamas del cáliz se volvieron del color
rojo sangre más escarlata que jamás he visto cuando escupió tu nombre. ¿Sabes a qué me
recordó? A esa noche.”
“¿Esa noche?” repite Taehyung.
“Yo estaba tirado en el suelo, cuando… cuando esa cosa salió de él.” Gesticula Hoseok.
“Todo era de color rojo. Como muy… poderoso.”
“No me he presentado, Hoseok.” Se defiende Jungkook de nuevo, con un tono muy grave.
“No soy sonámbulo. No hago cosas sin darme cuenta, ¡yo no he metido mi nombre ahí
dentro!”
“Vale.” Hoseok se echa hacia atrás sobre el respaldo de su silla, aceptando su defensa.
“Pero como he dicho, hay que pensar en todas las opciones. Sólo una magia muy poderosa
puede confundir al cáliz de tal manera.”
“Entonces… volvamos a Igor Karkarov.” Expresa Taehyung, intentando apartar el tema
de cuestionar a Jungkook, a un lado. “Si hay alguien al nivel que Dumbledore en este colegio
y en este momento, son los otros directores de las escuelas de magia.”
“Snape también es muy poderoso.” Comenta Jungkook en voz baja, cruzado de brazos.
Y sólo lo dice por decir algo. Aunque de alguna forma, no cree que Snape le tenga tanta
tirria como para querer matarle. Y aún menos cuando era un familiar lejano de Taehyung, e
incluso conocía a sus padres.
“Snape no haría eso. Por mucho que el otro día se pusiera como una moto cuando nos
encontró enr-” Tae casi se atraganta con su propia lengua intentado omitir aquella
información tan vergonzosa delante de Hoseok.
Incluso Jungkook le mira con los ojos muy abiertos, esperando que no dijera eso.
“E-en, en la biblioteca, claro. Estudiando fuera del horario. Por eso nos han castigado.”
Soluciona cómo puede, aunque Hoseok levantase una ceja imaginándose algo peor.
“Vale, entonces… cuál es el plan.” Dice Jungkook. “¿Qué debería hacer, mientras tanto?”
“Pues... lo más lógico.” suspira Hoseok. “Sobrevivir.”
Mientras que el día de la prueba se acerca, el colegio continúa con su ritmo normal de
clases.
Hoseok sale de la clase de Runas atestado de pergaminos y dibujos, gira por el pasillo que
va más directo a la biblioteca, y se topa con su ahora peor e irónicamente persona menos
deseada: Park Jimin.
Jungkook y Jimin no se hablaban desde hacía un tiempo, pero ellos dos… bueno, ni se
miraban. Y tenían suerte de no estar en la misma Casa.
Aunque después de tantos años siendo amigos y compartiendo tiempo juntos, se sentía…
extrañamente doloroso tener ignorarse uno al otro.
Y hubiera intentado acercarse a él para solucionarlo, pues, aunque Jimin fuera bien
testarudo a veces, no dejaba de tener buen corazón. Y Hoseok estaba seguro de que se había
percatado que Jungkook y él mismo habían vuelto a hablar como siempre.
Pero encontrarle haciendo manitas con Giselle Bonnet, ampliamente sonriente, le
resultaba incluso más insoportable que estar enfadado con él por ser un imbécil.
Y Hoseok retrocede unos pasos sintiéndose increíblemente asqueado. Increíblemente
repulsivo. Prefiere tomar otra ruta de castillo un poco más larga, pero que le haría no pasar
por al lado de aquellos dos estúpidos tortolitos.
¿Era necesario que todos estuvieran echándose novio/as ahora? Le apetecía meter la
cabeza en un hoyo.
El Hufflepuff se da de bruces contra Kristoff, y se le caen todos los pergaminos al suelo.
“Oh, cuanto lo siento.” Emite el chico.
Hoseok se agacha y recoge uno a uno cada rollo silenciosamente, mientras el muchacho
se acuclilla a su lado para ayudarle.
“Discúlpame, de verdad.” Insiste el noruego, echándole una mano.
Hoseok levanta la cabeza brevemente.
“Culpa mía, tenía la cabeza en…” su brillante cerebro destella con malicia. “Oh.”
Ambos se incorporan, y Kristoff le pasa los pergaminos restantes.
“Qué bien encontrarte, justo estaba preguntándome si podías echarme una mano con
Herbología.” Dice el de Durmstrang.
“Claro. Sí.” Confirma Hoseok. “Yo iba hacia la biblioteca ahora.”
“Pero… ¿la biblioteca estaba en ese otro sentido?” señala el chico, sintiéndose
repentinamente desorientado.
Hoseok aprieta los labios.
Exactamente. Yo también me desoriento… aunque lleve aquí siete años.” Miente
haciéndose el tonto. “Vamos.”
Los dos empiezan a caminar en el sentido contrario, justo hacia donde Jimin y la chica
estaban, y justo desde donde Hoseok huía.
Pero la simple idea de molestar a Jimin pasando por allí con Kristoff, resuena en su cabeza
de forma tan lamentable como maravillosa.
Y como Kristoff es bastante majo y guapo, aparte de tener un acento muy gracioso,
Hoseok utiliza su mejor baza para reírse en voz alta cuando pasa junto a Jimin.
El de Gryffindor le echa un ojo de pura casualidad. Y Hoseok no le mira, pero hubiera
deseado hacerlo sólo para saber si realmente podía fastidiarle.
Porque si joder a Jimin fuera una asignatura ese curso, por las barbas de merlín, él se
emplearía en sacar matrícula.
“Dragones.”
Taehyung mira fijamente a Jimin. “¿Qué dices?”
“Que son Dragones.” Repite el de Gryffindor, apoyándose en uno de los arcos del patio.
“Los traen de Irlanda. Jungkook incluso fotografió uno, por accidente.”
“¿Cómo lo sabes?” formula Taehyung.
“Giselle dice que les trasladaron hace unos días. Los tienen al otro lado de la montaña,
fuera de los terrenos, según Maxime.” Expresa Jimin, sujetando la cinta de su bandolera sobre
el hombro.
“Eso es muy peligroso.” Valora Taehyung.
“Lo sé.” Exhala Jimin, antes de marcharse. “Será mejor que se lo digas. La prueba es
mañana, así que…”
Taehyung agarra el codo del chico y le detiene unos instantes.
“Espera, ¿me estás diciendo que sabes esto desde hace unos días?”
“¿Cómo quieres que sepa que no teníais ni idea?” Se defiende Jimin. “Hasta Namjoon
parece haberse enterado por alguien de Ravenclaw.”
“Joder.” Maldice Taehyung. “Por lo menos díselo tú, Jimin. También es tu puto amigo.”
Jimin parece titubear un poco.
“Mira, no sé… vosotros estáis más juntos.” Musita. “Jungkook ahora ni siquiera me
habla.”
“¡Tú tampoco le hablas a él!” exclama Taehyung.
El de Gryffindor resopla brevemente. Estira la cabeza y logra ver a Giselle al otro lado del
patio de la fuente, reuniéndose con varias chicas de Beauxbatons.
“Tengo que irme. Después hablamos.” Dice evadiendo la situación.
Casi se roza con Hoseok, quien se dirige a Taehyung y aprovecha para apartarle el rostro
e ignorarle por completo.
Taehyung se queda allí plantado, cruzándose de brazos.
“¿Qué dice?” pregunta Hoseok con voz neutral.
“Que la prueba va de… dragones.” Manifiesta Taehyung, con voz fatigosa.
“No me jodas.” Hoseok se lleva una mano a la cabeza. “Y ahora qué hacemos. Es mañana
mismo.”
Las horas hasta la prueba transcurren muy rápido y Jungkook está tan tenso que sólo
piensa en las palabras de Hoseok: sobrevive.
Pero ni siquiera sabe qué tan duro podía ser aquel desafío.
Taehyung y él habían estado rebuscando información, y las pruebas solían variar entre;
zonas pantanosas, criaturas horribles y maliciosas, páramos desérticos con temperaturas
extremas… y un largo etcétera.
Además, él no quería enfrentarse a un Basilisco. Porque matar a una serpiente gigante no
entraba entre sus metas.
Es más, incluso Park Bogum podría tener más probabilidades de sobrevivir que él.
Bogum hablaba Pársel. Bogum podría decirle a ese Basilisco, eh, ¿qué tal si llegamos a
un trato?
Mientras que él mismo se dejaría asfixiar y asesinar por la criatura.
Jungkook no era inmortal, aunque fuese excerita. Era inmune a los hechizos, o más bien
tenía una pronta recuperación y una fuerte absorción de cualquier tipo de magia.
Pero una criatura desarrollada podría aplastarle con su zapato.
Jungkook recibe una señal en la chimenea de la sala Gryffindor esa noche. Entre las brasas,
su tío Owen le da la noticia que el muchacho necesita para saber a qué se estaba enfrentando.
Y saber aquello es menos grato de lo que hubiera pensado.
El retrato de la Señora Gorda es empujado, y Hoseok y Taehyung entran a toda prisa. Sus
rostros le delatan. Los tres conocen la misma información, y sienten la misma desidia.
“Estoy jodido, ¿verdad?”
“Dormirle es la mejor opción.” Especifica Hoseok. “El problema es que la piel de los
dragones es muy gruesa, y tienen una capa especial que no permite el traspaso de los
hechizos. Así que…”
“Ya. Vi cómo entre siete Aurores tardaron un rato en derribar a uno con un sencillo
aturdimiento.” Dice Jungkook, apoyando los brazos y la cabeza sobre la mesa. “Y algo me
dice que no voy a tener la ayuda de seis personas ahí dentro.”
El joven se siente cansado, después de toda la noche dándole vueltas a lo mismo.
Taehyung había desaparecido, en busca de algo que pudiera ayudarle. Y cuando los
primeros rayos de sol asoman por la ventana, Jungkook se ve obligado a salir para asistir a
su citación en el exterior de Hogwarts.
Hoseok se separa de él entonces, pidiéndole que utilizase la cabeza.
La prueba no podía consistir en matar un dragón. Ningún chico de diecisiete o dieciocho
años podía hacer algo como eso.
Tenía que haber algo más. Y tal vez se lo explicarían antes de la prueba.
El joven pelinegro se reúne con los otros tres participantes del Torneo, y son trasladados
a unas instalaciones exteriores del colegio, en un riguroso silencio.
Namjoon y Jungkook se miran de soslayo. Los dos se sienten terriblemente nerviosos.
Allí, en las casetas, reciben los uniformes de guerra. Capas del color de sus casas/colegios,
guantes de cuero, rodilleras, y un lugar donde sentarse hasta que el director del departamento
de Seguridad Mágica, su séquito, y la prensa llegaran.
Jungkook siente los nervios en la garganta, como un puño tratando de asfixiarle.
Hoseok le había dicho una cosa antes de separarse. Sólo una cosa.
“Me constaste cómo atravesabas con los dedos una barrera en la zona restringida de la
biblioteca, el año anterior.” Dijo. “Vi como la jaula de fuego no te afectaba, aquella noche
de los TIMOs.”
“Y lo mejor que puede pasarte, es que tampoco te mate el fuego valyrio.” le dijo la mente
maestra de su amigo.
Pero a Jungkook no le apetecía probar suerte a que un dragón le escupiera, para
comprobarlo.
“Llámame loco, Hoseok, pero prefiero no acabar desnudo.” le dijo.
Barty Crouch reunió a los participantes y repartió a suertes los dragones: el Hocicorto
Sueco, el Galés verde Común, el Bola de fuego chino, y finalmente, el Colacuerno Húngaro.
Cuando Jungkook introdujo la mano en cuarta posición en el saco de piel del señor Crouch
para tomar el dragón que faltaba, un Colacuerno Húngaro diminuto se adhirió a su guante y
escaló por su muñeca.
Jungkook le miró fijamente. El peor de todos, pensó.
Aunque observando los rostros del resto de los campeones, ninguno estaba más contento
con el suyo.
“Bien. Y ahora lo más importante.” Dijo Crouch. “Para que la prueba se dé por finalizada,
debéis haceros con un objeto muy importante.”
“¿Cuál, señor?” preguntó Giselle.
“Lo descubriréis ahí fuera, en la arena.” Mencionó el nombre, antes de retirarse.
“Perfecto. Gracias por la nula ayuda.” Gruñó Kristoff.
“¡Al sonido del cañón! ¡La prueba se dará por comenzada!” anunció Dumbledore.
“Holger, usted será el primero, después la señorita Bonnet, el señor Kim y… Jeon Jungkook.”
Jungkook asintió con la cabeza, y el grupo estuvo esperando durante un buen rato allí
dentro. Cuando Kristoff Holger salió, Jungkook escuchó un enorme estruendo.
Después Giselle, quien parecía muy nerviosa antes de recibir señal verde para salir.
Jungkook y Namjoon se miraron silenciosamente.
“Suerte.” Le dijo el de Ravenclaw al chico, cuando se separaron.
“Igualmente.” Jungkook se quedó a solas durante varios largos minutos.
No sabía demasiado bien como sentirse, pero ya que estaba allí, no tenía más remedio que
dar lo mejor de sí mismo. Además… no le daban miedo los dragones.
Le daba más miedo Puff, cuando se enfadaba y se enganchaba a la capa de Jimin.
Él tiró del cordón plateado de su cuello y sacó la pequeña estrella excerita entre sus dedos.
Le echó un vistazo a la piedra brillante del centro de la estrella, y de alguna forma, se sintió
reconfortado.
Sólo tenía que buscar ese objeto. Sólo tenía que agarrarlo, y la prueba terminaría.
“¡Tsss!”
Podía intentar hacerle un hechizo confundus, y si apuntaba bien a su garganta… ¿Qué tal
si anulaba su fuego durante unos segundos?
“¡Tsssssss!”
Jungkook levanta la cabeza y la sacude, buscando el origen de aquel sonido.
“¡Jungkook!” alguien masculla su nombre desde el otro lado de la lona.
Jungkook se pone de pie y se acerca a la rendija de la tienda, y algo la atraviesa lanzándose
sobre sus brazos.
El joven abraza aquella espalda invisible, apartando momentáneamente la idea de reñirle
por llegar hasta allí.
Estaba prohibido hablar con los campeones antes de las pruebas. Debían mantenerse
totalmente aislados.
“Tae…” murmura Jungkook. “No deberías…”
El chico le suelta, y se quita la capucha de la capa de invisibilidad.
“Escucha.” Solicita levantando un dedo. “He estado investigado sobre las normas... y se
me ha ocurrido algo.”
Los dos escuchan las voces de varios profesores acercándose a la tienda. Si alguien
descubría a Taehyung allí, Jungkook podría ser penalizado.
“Taehyung-” Jungkook agarra los hombros del chico e intenta empujarle hacia afuera.
“Tienes que salir, vete.”
“P-puedes usar tu escoba.” Insiste el muchacho.
“¿Qué? ¡No nos han dejado traer escoba!” chirría Jungkook.
“¡Puedes invocarla con tu varita! La Saeta de trueno puede alcanzar los 200 kilómetros
por hora, el Galés verde ni siquiera vuela tan rápido.” Le informa el de Slytherin.
“Oh, ¡pobre Galés verde!” Ironiza Jungkook, insistiendo para que se marchase. “¡Qué
lástima que me tocase enfrentarme al COLACUERNO!”
“¿¡¡¿Qué?!!?” Taehyung abre tanto los ojos, que parecía que se le iban a salir de las
órbitas. “¡Esos dragones vienen de Hungría! ¡Son muy agresivos!”
“¿En serio? Pensé que sería como un dulce gatito.” Añade Jungkook con su sarcasmo.
Taehyung le da un breve empujón para que le soltase, y su rostro se vuelve muy serio
cuando agarra el del chico entre sus dos manos.
“Invoca a tu escoba. Eres rápido, el más rápido que he visto. Y no sólo eso, eres bueno.
Muy bueno.” Le alienta el rubio. “No te enfrentes a él. Evade sus ataques y hazte con lo que
necesitas para que den por finalizada la prueba.”
Jungkook asiente entre sus dos manos, aunque Taehyung comenzase a apretarle las
mejillas como un besugo.
“V-vale.”
Tae advierte la estrella excerita colgando de su cuello. Le planta un rápido beso en los
labios y guarda su colgante bajo el cuello de la túnica del chico.
Ambos se miran unos segundos. Taehyung se quita un anillo plateado y se lo da a
Jungkook.
“Ten. Te dará suerte.” Menciona dejándoselo en la mano. “Guárdalo en tu bolsillo.”
El azabache ni siquiera tiene tiempo para rechazárselo, le echa un vistazo al anillo y
vislumbra el símbolo de Salazar Slytherin grabado en el pesado anillo.
De repente vuelven a escuchar las voces de alguien acercándose, después de un terrible
estruendo de lo que parecía ser un rugido.
“Vete. Vamos.” Jungkook le empuja levemente.
Y Taehyung retrocede unos pasos, y sale de la tienda cubriéndose con la capucha de
invisibilidad.
Jungkook se queda allí, mirando la nada y apretando el anillo en un puño. Su aliento se
diluye lentamente en aquel ambiente tenso. La idea de Taehyung era ingeniosa. Él era bueno
volando, muy bueno.
¿Qué podía hacer un dragón gigante y alado contra… eso? Ah, sí. Machacarle.
Y entonces alguien llega para avisar de su turno al chico.
Él guarda el anillo en el bolsillo, toma aire y sale de las instalaciones de los campeones,
dirigiéndose a lo que parece un anfiteatro recién creado.
Es enorme, y está lleno de gente. Iluminado por luz blanquecina mágica, lleno de
estandartes con los símbolos de los colegios participantes. Plagado de vitoreos y gente que
grita su nombre, Jungkook se siente levemente mareado al principio.
El dragón se encuentra en el centro del enorme recinto, lleno de rocas y oquedades, con
zonas quemadas y un desagradable olor a combustión.
Él saca su varita, y jadea brevemente buscando qué demonios era aquel objeto valioso.
Cuando el Colacuerno ve a Jungkook, lo primero que hace es escupirle tan fuerte que el
muchacho se tira al suelo tras una zona rocosa para evadirlo.
El calor es sofocante, y su piel comienza a humedecerse pronto tras un intento de huida
mientras la criatura intenta aplastarle con sus zarpas.
“¡Accio Saeta de Trueno!” Jungkook utiliza su varita para llamar a su escoba.
Pasa cerca de un nido enorme lleno de huevos, y el dragón parece enfurecerse aún más.
Él chirría como si odiase a Jungkook por encima de todas las cosas.
Jungkook se lleva una mano a un oído, piensa: intentaré no tenértelo en cuenta.
Pero a pesar de eso puede escuchar el sonido cortante de su Saeta deslizándose por el aire.
Viene desde el castillo, y a penas tarda quince segundos en aparecer y en lanzarse hacia
Jungkook como si pretendiese salvarle.
El chico salta a la escoba y el público grita de emoción, como si aquello fuese un partido
de Quidditch.
Y si lo fuera, piensa el muchacho, aquel Colacuerno era una Bludger muy loca.
Jungkook vuela muy rápido y esquiva su aliento ardiente. No había nada con aspecto de
importante por el estadio, absolutamente nada que le indicase ¡agárrame! ¡soy valioso!
Y aquello era lo que más de los nervios le estaba poniendo.
Hasta que de repente, se percató de algo.
El dragón no se retiraba de una zona: el nido de huevos.
Y era como si estuviera protegiéndolo.
Jungkook advierte velozmente que había un huevo dorado entre ellos. Y tras unos minutos
de sufrimiento, planea una maniobra de distracción, se deja caer con su escoba en
tirabuzones, y agarra el pesado huevo de oro tan ferozmente que incluso le falta el aliento.
Su corazón retumba en sus oídos, está cubierto de sudor, rasguños, e incluso tiene un trozo
de capa quemada.
Pero un pitido resuena en todo el estadio.
“¡¡¡Y… Jeon Jungkook se ha hecho con el huevo de oro!!! ¡Cuarto participante
clasificado!” anuncia un hombre, dando por finalizada la prueba.
Aun así, el dragón se enfada tanto, que Jungkook casi se cae de la escoba cuando volvió
a escupirle. Tuvo que salir de allí con la ayuda de un par de profesores que le sacaron con los
nervios a flor de piel.
Jungkook se lamentó por que el palo de su escoba hubiera perdido la cera que tanta
lustrosidad le aportaba.
El joven quedó en segunda posición, por detrás de Namjoon quien había conseguido
hacerse con el huevo incluso en menos tiempo, y sin ni siquiera salir chamuscado.
Crouch le dijo a Jungkook que podía quedarse con el huevo, y que el artefacto le serviría
como pista para la siguiente prueba.
Estuvo allí un rato más, mientras la señora Pomfrey y varias enfermeras se preocupaban
de atender una quemadura en su brazo. En cuanto le vendaron y evacuaron de allí, Jungkook
volvió a Hogwarts, todos los alumnos esperaban atentos su regreso, así como el del resto.
El pelinegro llevaba el macizo huevo de oro entre los brazos, y, aun así, Taehyung empujó
a varios alumnos para correr y abrazarle. Él se tambaleó un poco, y Hoseok se acercó a los
dos muchachos con una sonrisa algo afligida, comprobando el terrible aspecto de Jungkook.
“Tienes mucha suerte, ¿lo sabías?” le dice en tono conciliador.
“¡Jeon Jungkook! ¡Jeon Jungkook!”
“¡Jeon Jungkook!” vitoreaban los de Gryffindor, acercándose y animando al chico.
“¡Qué espectáculo!” le dijo Dean súper emocionado.
Varios de Slytherin se retiraron haciendo unas muecas de desagrado. Los de Ravenclaw
ni siquiera estaban en el patio de piedra, todos se habían largado para celebrar la victoria de
Kim Namjoon en la sala común, con una fiestecilla clandestina.
“A que todo el mundo le ha encantado verte montar en escoba.” Dice Taehyung tras su
abrazo. “Lo has hecho fantástico.”
El fanatismo del público por el Quidditch era inevitable, tanto que incluso todo el mundo
había jurado que el momento de Jungkook fue el más divertido de ver a pesar de no ser el
ganador. Como si se tratase de un circo romano.
“Reconozco que por un momento pensé que ibas a morir…” masculla Hoseok, de brazos
cruzados. “Hasta que te vi llamar a tu escoba. Ingeniosa idea.”
“¡Vamos, Jungkook! ¡Abre el huevo!” Le pide Will.
“¿Huh?”
“¡Sí! ¡Ábrelo! He escuchado a los de Durmstrang decir que debe tener algún uso.”
“Uh… supuestamente es una pista sobre la próxima prueba.” Musita Jungkook.
Taehyung y Hoseok se hacen para atrás dándole un poco de espacio al pelinegro.
El muchacho observa el pequeño anclaje de la punta del huevo, pasa sus dedos por encima,
lo aprieta y gira brevemente, y el huevo se abre como los pétalos de una flor emitiendo un
chirrido que provoca que todo el mundo se tape los oídos y retroceda despavorido.
Los tímpanos de Jungkook palpitan de dolor cuando consigue cerrarlo entre todo el jadeo.
“¡Qué cosa más horrible!” suelta Park Bogum.
La mitad de Gryffindor se da la vuelta cuando se percata de su presencia, allí en medio.
“E-eh, s-sólo pasaba para felicitar a ese capullo.” Escupe rápidamente, cubriéndose con
su virilidad.
Taehyung esboza una sonrisa al escucharle.
“Okay, no vuelvas a abrir esa cosa.” Le pide Hoseok. “Sea cual sea la pista… dudo que
podamos mantenerlo abierto de esa forma.”
Los chicos se separan después de la pequeña celebración, aunque los de Gryffindor
también montan otra fiestecilla clandestina en la torre de los escarlatas, sirviéndose jugos de
cerezas con burbujas, chucherías, y juguetitos de la tienda de bromas de Hogsmeade.
Jungkook logra tomar una ducha que relajase sus músculos. Se pone una sudadera ancha
y un pantalón cómodo sobre sus tenis y baja la escalera con el huevo de oro bajo el brazo.
Casi parece que es un padre adolescente, cuando todo el mundo comienza a vitorear y
felicitarle de nuevo.
¿Seguro que aquella fiestecita era por él? ¿O porque todo el mundo necesitaba liberar
estrés y hormonas? –las fiestas organizadas por alumnos estaban prohibidas, y aún más en
las zonas comunes–.
Jungkook se echa un par de fotos con varios amigos y el huevo de oro, que parece ser la
estrella de la fiesta. El líder del equipo de Quidditch, y varias chicas le felicitan por haber
mantenido en secreto aquello de presentarse.
Además, una chica le pide salir a Jungkook asegurándole que ella haría lo necesario para
superar a Kim Taehyung, y a él casi se le cae el huevo de las manos.
Estaba clarísimo que iba a terminar ganando a Namjoon, o eso decía todo el mundo.
Aunque su estrategia de distraer al dragón con un excelente hechizo le había hecho ser más
rápido.
Y Kristoff Holger, había sido descalificado por usar un encantamiento de conjuntivitis,
donde la dragona se había tambaleado, rompiendo uno de sus huevos reales.
Él decide retirarse antes de comenzar a discutir con sus estúpidos compañeros. ¿Es que
nadie iba a entender que él no se había presentado? ¡Ni siquiera intentaba ser mejor que
Kim Namjoon!
Jungkook sube la escalerita de piedra con un suspiro, y se topa choca de improvisto con
otro muchacho.
Cuando levanta la cabeza, Jimin está quieto en el rellano, mirándole fijamente.
Jungkook desvía la mirada e intenta pasar por su lado. Pero Jimin se mueve cortándole el
paso sin ánimo de molestarle.
“K-Kook… espera…” suspira el muchacho.
Jungkook fija sus ojos en él, su rostro serio y alicaído. Sus ojos castaños y pudorosos.
“Te felicito. Verte volar allí dentro ha sido… increíble.” Expresa con voz clara. “Sabía
que lo harías.”
“¿Y ahora te dignas a hablarme?” suelta Jungkook. “Capullo. Casi muero ahí afuera.”
“Huh… L-le dije a Taehyung que te dijera-” intenta defenderse.
“Sé perfectamente lo que le dijiste a Taehyung.” Le corta el pelinegro. “Pero podías
habérmelo dicho tú.”
“Bueno, tú tampoco te has dignado a hablarme en un mes entero.”
“¡Porque eres un imbécil!”
“¡Tú también lo fuiste!”
Los dos se miran en el rellano, con los ojos muy abiertos. Jimin resopla sonoramente, y
se frota una sien con los dedos.
“Siento haberte acusado de presentarte.” Reconoce el chico.
“Yo no me he presentado.” Repite Jungkook.
“Lo sé. Pero… en ese momento, me enfadé bastante, porque dijiste que…” expresa. “Y
luego, yo la cagué aún más soltando algo como que… y-yo no pienso eso. De verdad que
no.”
Jungkook da unos pasos débiles, y abraza a su amigo. Ambos se habían dicho cosas
estúpidas para herirse.
“Jimin, yo tampoco pienso que seas un gilipollas.” Dice Jungkook, cuando vuelven a
mirarse. “Aunque a veces lo seas un poco.”
Jimin sonríe levemente.
“Ni yo que intentes ser el centro del mundo.” Le devuelve el chico. “Aunque estés metido
en el ojo del huracán, todo el rato.”
Jungkook se ríe en voz baja. “Tenemos que hablar de eso, por cierto…” suspira
recordando la teoría de que probablemente alguien intentaba vengarse de él.
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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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Las feroces gotas de lluvia golpean contra las ventanas del salón de la biblioteca, bajo un
cielo encapotado que refulge y se ilumina por el flash de los truenos.
El interior de la biblioteca de Hogwarts se encuentra repleto de alumnos que se preparan
para los exámenes de diciembre. Jungkook y Jimin se sientan en uno de los laterales, y
preparan sus presentaciones orales escribiéndolas con pluma.
“Dos meses. Ese es el tiempo que nos han dado hasta la segunda prueba.” Murmura
Jungkook, inclinando la cabeza. “Podré averiguar cómo abrir ese huevo... aunque debería
preocuparme antes por los exámenes. Estoy jodido con Aritmancia. Y con Pociones.”
“Estás jodido con todo, menos Quidditch.” Masculla Jimin, pasando las páginas de su
manual de Runas antiguas. “Y… el baile de navidad.”
“¿El baile de navidad?”
“Huh, ¿no has escuchado esta mañana a McGonagall, cuando apareció en el
invernadero? Nos ha citado a todos los alumnos a las cinco, en el Hall.”
Jungkook se frota una sien. Pues no, no la había escuchado, estaba demasiado ocupado
peleándose con una mandrágora.
“¿Para qué?”
“No sé, Jungkook…, para montar un botellón en el puente cubierto, ¿tú que crees?”
suelta su amigo sarcástico. “Irá a darnos normas de etiqueta, o algo.”
Jungkook esboza una mueca, ambos se quedan allí un rato más hasta que el joven le
profiere un codazo para que espabile. Recogen sus cosas con cierta desgana, y se unen a
varios chicos de Gryffindor que se dirigen al Hall a la hora indicada.
La profesora McGonagall les espera rigurosamente, vestida con una túnica negra de
terciopelo y un enorme sombrero de pico que apunta hacia el cielo.
“Vayan pasando, por favor. Siéntense.” Les indica.
Jungkook y Jimin se miran de soslayo, el interior está despejado, con todos los bancos y
mesas colocadas contra la pared.
Hay un gran tocadiscos de vinilo en el centro del salón que llama la atención de cada
uno de los jóvenes y jovencitas que entran.
Cuando todo el salón se encuentra sentado y en silencio –no todos los alumnos de
Hogwarts estaban allí, por los horarios de clase–, McGonagall les habla sobre la indudable
importancia del baile de navidad:
“La ceremonia del vals siempre se ha realizado en celebración al Torneo de los Tres
Magos. Cuatro, en este caso.” Dice la profesora. “Hay que causar una buena impresión a
los Colegios invitados, por lo que hoy, practicaremos entre todos, el arte de la danza.”
“Oh, venga ya.” Suelta Jimin, entre un puñado de gente bufando y blasfemando. “Tiene
que estar de broma.”
Jungkook aguanta las ganas de descojonarse allí mismo.
“Los protagonistas del Torneo harán la apertura del baile de navidad esa noche.” Dice
McGonagall, y a Jungkook se le quitan las ganas de reírse. “¡Pónganse de pie todos, por
favor! Poneos de dos en dos.”
Después de enfrentarse a un dragón, aquello de tener que bailar el vals delante de todo el
mundo sonaba a cachondeo. A muchos les costaba trabajo incluso acercarse a una chica.
Pero Jungkook busca con la mirada a Taehyung, y se percata de que el muchacho no se
encontraba allí, al igual que Namjoon, –ambos debían estar asistiendo a su horario de
optativas en alquimia–.
El tocadiscos comienza a reproducir el lento ritmo de un vals, así que Jungkook se gira
indudablemente hacia su amigo Jimin, y Jimin le mira compartiendo la misma neurona –
decididos a practicar con alguien de confianza–, hasta que McGonagall aparece entre
ambos con una idea que no iría a gustarles.
“¡Señor Jeon! Usted será uno de los indudables protagonistas del baile, será mejor que
practique conmigo, para que no cometa errores.” McGonagall le ofrece una mano y
Jungkook siente un terrible vértigo antes de tomarla.
Por las barbas de merlín, aquello era lo más vergonzoso que había hecho en su vida.
Jimin se queda completamente tirado, y sin un mejor amigo que le liberase del inminente
trágame tierra que se acercaba.
Hoseok retrocede unos pasos mientras las parejas se van formando demasiado rápido
para sus sentidos humanos, y Minerva le da una orden letal.
“Señor Jung, póngase con Park.” Dijo Minerva.
Justo después indicó a Jungkook que, pisar a una dama mientras bailaban era de mala
educación.
Jimin también había escuchado eso último, aunque ni siquiera se había percatado de que
Hoseok estaba a un par de metros. Y mucho menos de que él tampoco había encontrado
una salvaguarda con quien escudarse antes de acabar irremediablemente unido a él.
Jimin se acerca a Hoseok sin demasiada dilación, y ambos comparten una mirada
embarazosa.
“Eh, bueno-” el de Gryffindor desvía la mirada y carraspea un poco. “¿Quieres que te
lleve yo? Q-quiero decir, que yo sea el que-”
Hoseok le toma de la cintura con indignación.
“Nah, ya me encargo yo.” Musita secamente.
“H-huh.”
Jimin apoya una mano sobre su hombro, y su mano contraria se entrelaza con la del otro
en el aire.
El corazón de Hoseok se dispara, aunque el joven se esfuerza el máximo por distanciarse
mentalmente todo lo posible de aquello.
Los dos permanecen en silencio durante unos segundos, siguiendo las indicaciones de
McGonagall, y dejándose llevar por el ritmo del vals que les mece levemente.
Llevaban tanto tiempo sin compartir una conversación, que la leve forma de
intercambiar monosílabos le hizo a Jimin, de alguna forma, increíblemente afligido y
nostálgico.
“C-creo que esta navidad estaré con mi padre en Brighton.” Dijo con la intención de
romper el hielo entre ambos.
Aunque más que hielo, había un Iceberg gigantesco.
“Hmnh. Claro.” Hoseok asiente con un presuntuoso desinterés, y sus pasos dan una
pequeña vuelta al ritmo de la música.
Normalmente, pasaban algún día de la navidad juntos con Jungkook desde que eran unos
críos. Pero ese curso Jimin dudaba bastante lo de pasar las navidades con el chico, tras
aquel distanciamiento que habían sufrido.
“E-espero que las disfrutéis...” Dijo con sinceridad.
Jimin entrecierra los ojos sintiéndose aquel desconsuelo. En otra ocasión, Hoseok le
hubiera insistido para encontrar algún día… y le terminaría convenciendo. Siempre lo
hacía.
Pero aquella forma de pasar de todo le hacía daño. Le hacía mucho daño, y le hacía
entender cuánto le estaba echando de menos.
Por el amor de dios, Hoseok era uno de sus mejores amigos. Y no sólo eso. Él… él
sentía que… aunque Hoseok nunca parecía haber sido consciente.
Pero, ¿por qué ni siquiera se había acercado? ¿por qué narices insistía en pasar de largo
cada vez que se cruzaban? Y cada vez que estaba con Jungkook, extendiendo aquella
estupidez durante más tiempo.
Jimin ni siquiera sabe que Hoseok no se encontraba muy preparado para responderle a
cualquiera de sus exigencias emocionales, cuando él también estaba siendo un capullo.
Pero Hoseok se siente increíblemente conmocionado con Jimin allí mismo, con su pecho
cerca del suyo, con una de sus manos entrelazadas, y con su mirada directa y furiosa
mientras él trata de evadirle mirando hacia otro lado.
¿Por qué demonios tenía que pasarle eso? ¿Por qué tenía que sentirte así, con él? ¿Qué
tenía de distinto a Jungkook? Y, ¡¿en qué jodido momento Jimin había empezado a hacerle
eso?!
Hoseok detiene el baile abruptamente y suelta su mano.
Cuando vuelve a mirar a Jimin, su rostro parece extremadamente diferente por algo que
no logra captar a tiempo.
“J-Jimin… oye… yo…” intenta decir el de Hufflepuff.
“Voy a ir con Giselle al baile, se lo pediré esta tarde.” Interrumpe el chico, con una voz
tirante. “Más vale que te consigas a alguien decente con quien ir. Las buenas siempre se
acaban rápido, ¿no?”
Hoseok le mira atónito.
“Por cierto, me has pisado dos veces.” Dice metiéndose las manos en los bolsillos del
pantalón de uniforme. “La próxima vez mejor deja que te lleven.”
Hoseok se siente tan zarandeado y desconcertado por sus afiladas palabras, que aprieta
la mandíbula decidiéndose a no decirle nada. Mostrarse frío era más efectivo.
Aunque le hubiera gritado que era un estúpido, con aquellas horribles ganas de besarle
que apretaban su garganta en ese instante, haciéndole pensar que podría llorar por ello.
“¡Muy bien, cambio de pareja!” McGonagall da la eficaz orden para terminar de cortar
el momento.
Hoseok se gira y choca con el pecho de Jungkook esporádicamente.
“E-eh, eh…” sonríe el muchacho. “¿Qué pasa?”
“N-no le soporto…” bufa Hoseok con una respiración fuerte. “Aparta, Kook…”
Jungkook se hace un lado y el chico atraviesa el salón a grandes zancadas, abandonando
la clase de danza. Él solo le sigue con la mirada, y cuando vuelve a mirar la cabeza en
dirección a Jimin, el chico parece tan conmocionado como el escapista de su otro amigo.
“No preguntes.” enuncia Jimin relamiéndose los labios, cuando Jungkook se acerca.
Jungkook cierra la boca, advirtiendo qué tan delicada es la situación de sus dos amigos.
El amor siempre lo era –que se lo dijeran a él–, y aún más, cuando no estabas preparado
para enfrentarte a eso.
La torre Gryffindor se encuentra solitaria esa noche. Con la cálida chimenea latente y
una fría lluvia que se convierte en granizo, la pequeña sala común escarlata se siente más
cálida.
Jungkook no se había saltado la cena, pero había devorado unas cuantas piezas de
comida, para después levantarse antes de tiempo y volver al salón exhausto.
Entre tantos exámenes y preparaciones para los EXTASIS, además de su preocupación
por las pruebas, le tenía realmente cansado.
Y Taehyung estaba comenzando a volverse un maestro en eso de invadir las salas
comunes ajenas, pues el chico le hizo una señal con la cabeza indicándole que le seguiría
más tarde.
Unos minutos después de estar a solas, Taehyung se coló en la torre Gryffindor, y los
dos se acurrucaron juntos en el sofá cómodamente.
Puff –el gato de Jimin– se paseaba por allí con la cola levantada, echando un vistazo al
esmeralda como si supiese que aquel no era el lugar más indicado para un Slytherin.
Pero sí lo era, mientras estuviese en los brazos de Jungkook. Y las mejillas de Tae aún se
sonrosaban suavemente cuando hablaban desde bien cerquita. Cuando coqueteaban, y se
dejaban algún besito en la nariz o en la mejilla entre aquellos centímetros cálidos y la luz de
la chimenea.
Jungkook apoyó su cabeza en el regazo del muchacho mientras hablaban. Tae pasó sus
finos dedos por su cabello observándole desde arriba.
El cabello oscuro de Jungkook tenía mechones largos con una onda natural que
acariciaban sus dedos.
Jungkook se sentía tan cómodo que podía cerrar los ojos y dormir en su regazo, y ojalá
hubiera podido hacerlo sino fuera porque aún estaban en el colegio.
“Tengo algo que te pertenece.” Dijo Jungkook entonces, rebuscando en el bolsillo del
pantalón.
Él sacó el pesado anillo plateado de Slytherin de su bolsillo y se lo ofreció de nuevo a su
dueño.
Taehyung sujetó sus dedos unos instantes sin tomarlo, valorando si lo necesitaba de
regreso.
“Quédatelo hasta que finalicen las pruebas.”
“¿En serio?” dudó Jungkook. “Tae, es tuyo…”
“Y seguirá siéndolo.” Sonrió el rubio. “Pero el anillo de Salazar trae suerte, te lo
aseguro. Prefiero que ahora esté contigo.”
Jungkook asintió levemente, y Taehyung agarró el anillo para deslizarlo por su dedo
índice.
Sujetó su mano en alto unos instantes y Jungkook observó el anillo en su propio dedo. El
símbolo de la serpiente casi le recordaba a la marca de nacimiento que tenía sobre su
hombro.
Aunque Taehyung aún no lo había visto, y era un poco tarde para quitarse el jersey y
desabotonarse la camisa levemente, sin que su compañero se preguntase si aquello iba con
segundas.
Porque sabiendo cómo se ponían últimamente, no podía decir que no.
Jungkook cerró la mano y miró a su compañero desde abajo.
“Hmnh.”
“¿Qué?”
“Ah… s-sobre el baile de navidad… me preguntaba si…” comienza Jungkook.
“Oh, pensé que jamás me lo dirías.” Ironiza el de Slytherin. “¿No se supone que
deberías ir con una chica, por eso de que los campeones del Torneo son los protagonistas?”
“Huh, ¿crees que llamaríamos demasiado la atención?”
Taehyung ensancha su sonrisa. “Creo que Madam Maxime se caería de espaldas.”
“Entonces, podríamos poner al lado a Hagrid para que la sujetase entre sus brazos.”
Jungkook se ríe suavemente. “Le haríamos un favor, de una vez por todas.”
“Kookie…, Hagrid se caería detrás de ella.”
Los dos comienza a reírse animadamente. Y después de unos instantes Jungkook le mira
mucho más serio desde su regazo.
“Ven conmigo.” Le dijo el chico. “Acompáñame al baile.”
La sonrisa de Tae se desvaneció lentamente, y su corazón elevó sus rítmicos latidos.
“De acuerdo.” Respondió, irremediablemente feliz.
Jungkook sentía aquel hormigueo que le hacía encontrarse emocionado, casi como para
dar saltos.
¿Debería practicar con él algo de baile? ¿O Taehyung ya había aprendido a bailar antes?
“Huh, tal vez debería decírtelo…” empezó a balbucear Tae de repente. “Pero, no has
sido el primero en tratar de invitarme.”
“¿Uh?” Jungkook se incorpora desde su regazo y le mira de medio lado. “¿Qué dices?
¿Quién?”
Taehyung esboza una sonrisilla observando su actitud repentinamente ofendida.
“Sólo te he dicho que sí a ti, tranquilízate león.” Suelta, divertido.
Pero Jungkook levanta una ceja pensando que apenas habían pasado unas horas desde
los ensayos de baile, ¿quién cojones había intentado adelantarse con su chico? ¿¡Y sabiendo
que él era su novio!? ¿¡Acaso intentaban rivalizarle!?
“Bogum quería que le acompañases, ¿no es así?” augura esperando lo más evidente.
En realidad, Bogum ni siquiera le molestaba a esas alturas. Ya no se enfrentaban como
cuando eran unos críos, y de alguna forma…, ¿a veces pensaba que era un buen tipo? –
aunque aquello era un secreto–.
“¿Bog? Ah, no. Él no.” Dice de repente. “Kristoff Holger me detuvo en el corredor de
los retratos de las cámaras inferiores, justo cuando estaba saliendo de la clase de-”
Jungkook se atraganta con su propia saliva tan fuerte, que casi se escurre del sofá al
escuchar el nombre de Holger.
“¿Kri-Kristoff? ¿¡Ese tipo te lo ha pedido!?” formula con los ojos desorbitados.
Taehyung se encoge de brazos con la mayor naturalidad del mundo.
“Sí. ¿Qué ocurre?”
La mandíbula de Jungkook casi toca el suelo.
“No sé,” dice el chico. “a lo mejor, esperaba que Holger se viese más interesado en, por
ejemplo, ¡¿Jung Hoseok?! ¡Siempre están juntos!”
Taehyung parpadea frente a su rostro. “Espera, Jungkookie, ¿estás… celoso…?”
pronuncia cómicamente.
“No. ¿Celoso yo? No, ¡para nada!” Expresa teatralmente, intentando no parecer súper
ofendido –aunque lo estaba–. “Simplemente, esperaba no tener que competir contra ese tío
también fuera del dichoso Torneo.”
Taehyung empieza a reírse exageradamente. Jungkook era realmente divertido incluso
cuando no planeaba serlo, y aunque su ceño estaba fruncido y su cara redonda parecía la de
un conejo enfurruñado, a Tae le parecía adorable que Jungkook se preocupase porque
Holger le estuviera rondando últimamente –dato que, por cierto, comenzó a contarle en ese
mismo instante–.
El joven de Durmstrang se le había acercado en la biblioteca, en el patio de la torre del
reloj, e incluso había utilizado su amistad con Park Bogum para preguntarle sobre la familia
Kim.
Debía estar interesado en sus lazos de sangre pura, le contó Taehyung. Seguramente
intentaba estrechar amistades por algún interés externo. Así funcionaban casi todos los
contactos interesados en el prestigio que tenían algunas familias de magos británicas.
Jungkook se sintió realmente sorprendido por aquella revelación.
E incluso esa noche, cuando Tae le rodeó los hombros con sus brazos y abrazó su
espalda desde atrás, pegando su mejilla a la suya, se preguntó mentalmente qué había hecho
él para que Taehyung escogiese estar a su lado.
Porque estaba muy enamorado, y aún no habían logrado decirlo con palabras.
*
La noche del baile
El baile de navidad se celebraba en el buque de Durmstrang. Un barco del siglo pasado
con una decoración extraordinaria y suelo de madera encerado.
Jungkook se sentía allí dentro como si visitase un palacio enorme, de altos techos e
innumerables habitaciones.
Los de Durmstrang tenían una cocina privada, una biblioteca que habían traído desde los
países escandinavos –aunque también compartían la de Hogwarts con los alumnos, debido
a su estancia en el castillo anfitrión–, y el puñado de alumnos de los últimos cursos
constaban con habitaciones individuales en sus camarotes.
Ningún alumno de Hogwarts había visitado el buque antes, excepto Taehyung, quien se
había colado semanas atrás espiando a Igor Karkarov hasta su camarote.
Jungkook se cruzó con el director de Durmstrang en ese momento, justo cuando los
campeones del Torneo se reunían en círculo esperando las indicaciones para entrar al gran
salón de baile.
Namjoon llevaba una túnica de gala con colores grisáceos-azulados, mostrando con
orgullo el color de la casa Ravenclaw. Estaba realmente atractivo, con aquel cabello oscuro
peinado hacia atrás.
Giselle iba vestida de rosa pálido, con un delicado vestido como el de una bailarina de
ballet, con el cabello recogido en tirabuzones rojizos que caían tras su espalda desnuda.
Kristoff Holger llevaba un sencillo traje negro, de aspecto militar, con una pesada capa
de piel oscura, guantes de piel y unos elegantes gemelos en las mangas, a juego con sus
zapatos.
Y en cuanto a Jungkook, llevaba un traje negro bastante sencillo, hasta el punto de casi
parecer vestido para una gala muggle. Camisa blanca y pajarita negra, con una chaqueta del
mismo color que caía hasta sus rodillas.
Había peinado un lado de su cabello hacia atrás, dejando su flequillo largo y liso al otro
lado.
“¿Estáis preparados? Veamos…” McGonagall les echa un vistazo a los dos muchachos
de Hogwarts, le ordena a Jungkook que se ponga la pajarita derecha, y a Namjoon que
cierre un botón más de su impecable chaqueta.
Bajo su visión de gata no escapa el destacable anillo que Jungkook lleva en una de sus
manos. “Oh, señor Jeon, veo que se ha preocupado por portar una joya. No obstante, ¿no
sería más correspondiente llevar algo de Gryffindor en su casa?”
Namjoon también le echa un ojo, y Jungkook mete la mano en el bolsillo de su pantalón
con una mirada algo desafiante.
¿Y qué demonios le importaba a ella si Gryffindor estaba representada esa noche?
Giselle se retoca su falda rosada con las manos, y Holger parece hablar en voz baja con
Karkarov de algo sumamente importante.
“¿Dónde están vuestros acompañantes?” pregunta Minerva nerviosa. “¡A penas queda
un minuto para vuestra entrada!”
Después de aquello y casi como si fuera un encantamiento, los acompañantes de los
campeones no tardan más de unos segundos en aparecer en el hall del barco, siguiendo a
Madam Maxime.
Jungkook pierde el aliento en cuanto ve entrar a Taehyung.
Taehyung aparece vestido de un blanco impecable. Un traje sin corbata, con un botón
abierto en su camisa blanca bajo su cuello, chaqueta y pantalón de un color marfil que hacía
ver su piel casi dorada.
Él siente que le cuesta tragar saliva, y se pregunta si realmente iba a ser su acompañante,
después de todo. ¿Había olvidado decírselo la otra noche? ¿Estaba ya montado en esa nube
que le hacía sentirse atontado?
Jungkook se sentía acostumbrado a verle usar tonos negros –fuera del uniforme también
oscuro– que se vio golpeado por su aparición incluso cuando el muchacho se acercó a él
con una sonrisa en sus labios.
“¿Estás nervioso?” preguntó Taehyung elegantemente, advirtiendo el rostro desfallecido
del muchacho.
“¿N-nervioso? Qu-qué va. No.” Dijo con los ojos clavados sobre él, como si le hubiese
hechizado.
Y aunque Jungkook no fuera muy consciente, él se veía realmente atractivo frente a
todos. Casi parecía mayor por unos años, como si su apariencia física hubiera madurado
muy rápido.
“Eh, Kook.” Hoseok le saluda pasando por su lado.
El de Gryffindor no se había percatado de que Taehyung no había sido la única pareja en
acercarse. Y aunque le costó arrancar sus ojos de él, se percató de que con Jimin, Hoseok, y
una chica de Slytherin que debía acompañar a Kristoff Holger.
Jungkook supo que Kristoff iría con ella porque, Hoseok se había acercado directamente
a Namjoon.
Y Jimin parecía tan incómodo, que había olvidado prestar atención a lo que Giselle le
estaba diciendo sobre lo guapo que estaba.
“Campeones, preparaos para la entrada.” Avisó un profesor, ordenándoles que se
colocasen en fila.
Jungkook y Taehyung se colocaron los últimos, justo detrás de Namjoon y Hoseok.
El de Slytherin agarró del brazo al chico.
“Estás buenísimo en traje.” Le soltó Taehyung en voz baja, antes de que McGonagall
avisase para que abriesen las puertas. “Aunque me pone más tu uniforme de Quidditch.”
Jungkook esbozó una sonrisita incrédula. ¿Qué él estaba buenísimo…? Mejor se
guardaba lo que le apetecía decirle para más tarde, cuando pudiera agarrar su mano y
arrastrarle hacia algún lado para besarle.
“¿Qu-qué?” masculla Jungkook mirándole de medio lado.
Taehyung simplemente sonríe y niega con la cabeza. Okay, no era el mejor momento
para decírselo, pero no podía seguir conteniéndose aquella basura.
Cuando abrieron el portón, la fila de campeones se enfrentó al enorme salón –con
brillante suelo de mármol–, que estaba plagado de gente que había entrado por el otro
extremo del barco.
Todo el mundo se encontraba vestido de gala, con hermosos vestidos y túnicas de
colores. Había una banda musical al fondo del salón, un montón de mesas con aperitivos
para los invitados, ponche dulzón y cómodas sillas.
La gente permaneció muy atenta a la entrada de los chicos, emocionándose por las
parejas y clavando sus ojos sobre ellos.
Jungkook estaba súper nervioso a pesar de todo, pero la mano de Taehyung en su brazo
le hizo sentirse sostenido por su temple.
Cuando llegaron al centro del salón, se miraron unos instantes antes de comenzar el
breve baile con el que iniciaban la celebración.
“Tranquilo.” Le dijo Taehyung en voz baja, dejándose tomar por el muchacho.
Jungkook traga saliva y la música de vals comienza a marcar el ritmo, los dos se mueven
torpemente unos instantes. Y el pelinegro se maldice a sí mismo pensando que tal vez debía
haber planeado con Taehyung que fuera él quien le llevase.
Mira levemente hacia los lados sintiéndose perdido. Pero Taehyung aprieta su mano
entrelazada en el aire y llama su atención de nuevo, murmurando:
“Recuerda cómo lo hicimos el otro día en la torre.” Expresa con confianza. “Olvida a
todo el mundo. Estábamos tú y yo. Solos.”
Jungkook atiende a sus palabras y recibe el cálido apretón de su mano. Por un segundo,
se deja llevar por el feliz recuerdo que compartieron esa noche.
Dos días antes, en lo alto de la torre de los escarlatas. La música del vals resonando, y
los dos tonteaban mientras intentaban practicar algo.
En realidad, bailaron vals muy pocos minutos, pues estuvieron haciendo movimientos
disco y funks hasta el punto de reírse exageradamente uno del otro.
Jungkook le dio una vuelta extravagante a Taehyung con su mano, y después le inclinó
como en las películas, con el fatídico resultado de que ambos se tambalearon hasta caer al
suelo.
Lo intentaron de nuevo, claro, aunque Taehyung estuvo poniéndole nombres a sus pasos
de baile que les hacía desternillarse, hasta que la música se serenó y terminaron apoyando
la cabeza en el hombro del otro, y dejándose llevar por un ritmo mucho más lento.
“Taehyung…”
“¿Hmnh?”
Jungkook estaba guardándose algo que parecía querer decirle desde hacía un par de
noches, pero entonces sólo se miraron.
El pelinegro sujetó su rostro con una mano y dejó un beso sus labios. Y se dieron unos
besitos más deteniendo su baile, mientras la lluvia caía fuera de la torre Gryffindor.
Después de eso, estuvieron a punto de pillarles allí a ambos, pero Taehyung llevaba la
capa de invisibilidad y era más rápido que un lince cuando se trataba de desaparecer.
Y por muy absurdo que sonase, Jungkook logró recuperar el ritmo del baile en la
ceremonia y se tranquilizó recordando sus pasos.
Taehyung y él siguieron el ritmo, hasta que la música se dio por finalizada.
Se inclinaron uno frente al otro brevemente, siguiendo el protocolo. Y después del
aplauso, todas las parejas de campeones salieron de la pista central uniéndose al resto de los
asistentes.
Jimin y Giselle hacían una estupenda pareja, pero esa noche el pelirrubio parecía
ausente. Sumido en pensamientos lejanos que hacían ver a Giselle que Jimin estaba
mentalmente en otra parte, más que a su lado.
“¿Quieres tomar algo?” le preguntó ella amablemente.
Jimin negó con la cabeza, aunque después de mirar la zona del ponche y encontrar allí a
Kim Namjoon y Hoseok, cambió de idea radicalmente.
“Sí. Sí, yo voy a por algo. Espera aquí.” Le dijo separándose de ella.
Jimin atravesó la oleada de gente que empezaba a bailar una música más animada, y se
aproximó a la pareja, quienes parecían estar divertidos por algo, soltando una risita
cómplice.
“Entonces, ¿tu padre sigue en el Ministerio? Caray, me encantaría trabajar en la unidad
de sanidad mágica.” Expresa Namjoon. “¿Sabes qué tan importante puede llegar a ser la
alquimia para salvarle la vida a alguien?”
“Lo sé.” Suspira Hoseok. “Por eso la he elegido como optativa, aunque reconozco que
me interesan más los animales, que las personas. Ellos son fascinantes.”
“¿En serio? Wow…” Suspira Nam, sintiéndose encantado con el muchacho.
Jimin se deja caer a su lado, sujetando una copa de cualquier cosa que agarra sin mucho
interés, más que el de entrometerse entre ambos.
“Eh. Hola. ¿Qué tal la noche?” saluda con una sonrisita falsa.
“¡Jimin! Me alegra haberte visto bailar esta noche.” Dice Namjoon. “Giselle y tú hacéis
una pareja hermosa, ¿verdad, Hobi?” comenta el Ravenclaw mirando de soslayo a Hoseok.
Hoseok tiene sus ojos clavados sobre Jimin como si siquiera matarle, y se lleva un
oportuno canapé a la boca que llena sus mejillas.
“¿¡Huhm!? ¡Uhumn!” asiente alegrándose de no poder articular palabra. “¡Mhmn!”
Jimin le mira entrecerrando los ojos. Los dos saben muy bien la rabia que sienten uno
por el otro, mientras Nam sonríe ajeno a todo.
Y, a decir verdad, Hoseok está mucho más cabreado con Jimin esa noche que los días de
antes. De hecho, metería su cabeza en la ponchera con tal de fastidiar su estúpido look de
tío bueno.
¿O debía hacérselo a la princesita de rosa con la que estaba saliendo?
La música suena más fuerte y cañera, y Namjoon suela la copa sobre la mesa
dirigiéndose a Hoseok de nuevo.
“Bueno, qué, ¿salimos a bailar?” le ofrece el chico extendiéndole una mano.
Jimin se gira en redondo y derrama su copa sobre la chaqueta de Hoseok. “¡Oh!”
“¡Ah!” se queja el Hufflepuff. “P-pero, ¿qué haces?”
“Dios, cuanto lo siento.” Se lamenta Jimin. “Déjame que te acompañe al baño.”
Hoseok aprieta los labios, y señala a Namjoon con la cabeza para indicarle que iría más
tarde.
El chico se acerca a varios compañeros de Ravenclaw, y Jimin y Hoseok vuelven a
enfrentarse en solitario.
“Deja que saque mi varita, voy a convertirte en un estúpido florero-”
“Chst, chsssst, ¿vas a enfadarte conmigo por un accidente?” disimula el rubio.
“Accidente mis cojones, Jimin.” Suelta Hoseok. “¿Se puede saber qué haces?”
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Queda prohibida la subida y/o comercialización de este trabajo en cualquier plataforma o red
social. La autoría y derechos intelectuales pertenecen a la autora Beatriz Ruiz Sánchez.
El fanfic desarrolla la historia de una pareja ficticia, sin ánimos de agraviar o difamar a
cualquiera de las figuras en las que se inspira.
Por favor, respeta el trabajo de la autora y disfruta de este contenido exclusivo sin
compartirlo.
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Tras cambiarse de ropa, tomaron el té con Bianca, quien fue bastante agradable con
Jungkook y no insistió en preguntarle demasiado. Pero se vio muy interesada en ese talento
que Jungkook tenía para el Quidditch, y le contó que a ella le gustaba montar en escoba
cuando era más joven.
Seokjin se sentó junto a ellos mirando al muchacho, y Bianca se levantó para retirarse
un rato.
Había algo en el aura de Jungkook –percibió Jin– interesante, que le hacía querer saber
de qué se trataba.
Y tras cambiarse de ropa vio el colgante que pendía bajo su pecho. Un cordón largo y
plateado, brillante, con una pieza de joyería antigua en forma de estrella, y en el centro, una
piedra facetada con aspecto de diamante.
"¿Es eso algo de tu familia?" preguntó Seokjin, con interés.
Jungkook se llevó los dedos al colgante. No se había dado cuenta hasta entonces que se
había dejado aquello a simple vista. Usualmente, lo mantenía guardado pues por algún
motivo todo el mundo se encontraba interesado en su colgante cada vez que asomaba por su
ropa.
"Oh, sí. Es..."
"Es realmente llamativo, ¿de qué se trata?"
"Sólo es una reliquia familiar."
"¿Sólo una reliquia familiar?" Taehyung saca unas gafas de vista de su bolsillo y se las
pone, ofreciéndole una mano. "¿Podría..., verlo de cerca...?" solicita educadamente.
Taehyung se encontraba en el baño en ese momento, por lo que Jungkook y Seokjin
estaban a solas, sentados en el enorme salón de tonos esmeralda, frente a la chimenea.
El cielo ya estaba oscureciendo tras las ventanas, cuando Jungkook se saca el colgante
por encima del cabeza y se lo entrega a Seokjin en un puño.
Él le toma y ojea la pieza como si pensase algo más de ella. No sólo una reliquia familiar.
En un borde de una de las puntas se encuentra grabada la palabra excerita, y Seokjin la
reconoce. Lo había leído en algún lado, cuando intentó curarse hace años.
"Curiosa joya..." Musita el mayor, lentamente. "Pero más curioso resulta que algunos
como yo nazcamos sin magia, y tratar de asimilarla nos destruya... y otros nazcan con...
tanto."
Jungkook le mira con atención, y su corazón se dispara cuando Seokjin lo pronuncia:
"Excerita." Dice astutamente. "Sabía que no eras tan normal. Pero, ¿acaso conoces todo
tu potencial, Jungkook?"
Jungkook y Seokjin no tienen tiempo para hablar sobre eso, pues Taehyung vuelve al
salón mencionando que tenía hambre. Y estaba seguro de que iban a tomar la cena iban solos,
después de lo sucedido con su padre durante el almuerzo.
Seokjin le devuelve el colgante a Jungkook, y Taehyung se fija en el aspecto de su
hermano en esa décima de segundo.
"Jin, ¿estás bien?" Taehyung rebusca en su bolsillo y le ofrece un pañuelo. "Ten."
La nariz de Seokjin libera un hilo rojizo que mancha sus labios.
"Oh, no me di cuenta. Gracias." Responde tomando el pañuelo y llevándoselo a la nariz.
Jungkook le mira con cierta aflicción.
"¿Quieres que te lleve a tu dormitorio, para que descanses?" pregunta Tae.
Jin asiente con la cabeza, se despide de Jungkook y Taehyung empuja su silla
llevándoselo. Vuelve en unos minutos, y se sienta a su lado repantingado, bajo de su brazo.
Jungkook no lo había pensado hasta entonces, pero Seokjin... tenía razón, en cierto
sentido. Él había nacido sin nada de magia, y ahora estaba jodido por culpa de acceder a ella,
mientras que Jungkook, había nacido con una cualidad extraordinaria.
Por la noche, después de la cena, Tae y Jungkook se tumban juntos en la cama del
dormitorio de invitados donde le correspondía dormir.
Jungkook ya había dejado sus cosas sobre la mesa, un par de pantalones doblados, su
teléfono móvil –él si usaba teléfono fuera de Hogwarts, no como otros–, cepillo de dientes,
y su varita, entre otras pertenencias.
"Mi hermano está así por el Adam." Expresa Taehyung, con un rictus muy serio y en
voz baja. "Necesita cuatro dosis al día para no entrar en fase degenerativa. El año pasado eran
dos. La prescripción médica sólo permite que tome dos como máximo, pero es insuficiente...
y está muriéndose, Jungkook."
"Cómo consigue tu padre... ¿esas dosis extras? ¿sigue llevándoselas del Ministerio...?"
"Sí. Tiene varios contactos." Responde Tae. "Aunque ahora utiliza polvos de Adam. Son
más rápidos. Puede echarlos en la comida, pero... es más recomendable esnifárselos. Por eso
reconocí la cajita que Karkarov llevaba en el bolsillo..."
Jungkook suspira lentamente. Aquello sonaba doloroso, y sabe que debía serlo aún más
de lo que imaginaba, si fuera su propio familiar.
"Siento eso, Tae."
Taehyung le resta importancia. Pero él le había visto decenas de veces mal en Hogwarts,
por ese motivo. Taehyung se había vuelto muy fuerte mentalmente en esos últimos meses, y
Jungkook lo sabía.
Estaban creciendo muy rápido.
"Bien, entonces," Tae se incorpora en la cama y le mira con diversión. "voy
a dejarte dormir."
"¿Dejarme?" sonríe Jungkook, cruzando los brazos tras su propia nuca.
"Ahá..." sonríe el chico, levantando las manos en señal de paz. "Aunque te recomiendo
no asustarte si notas que alguien te invade durante la noche. No respondo por mis instintos
sonámbulos."
Jungkook se ríe suavemente, su pecho retumba cuando Taehyung le abraza, los dos se
dan las buenas noches un poco después.
"Hasta mañana, Kookie." Le dijo su chico.
Esa noche en casa de Taehyung, Jungkook se quedó durmiendo antes de lo esperado, sin
recibir ningún ataque sonámbulo. Sólo estuvo un par de días por allí, pero Taehyung no
quería que se marchase (aunque tampoco quería abusar de la confianza de su familia).
Y para el de Gryffindor, estar con Taehyung le hizo sentir que las horas pasaban más
rápido de lo común, –y era realmente similar a estar con uno de sus mejores amigos, aunque
con él había besos, muchos besos y juegos interminables–.
"Papá." Taehyung entra en el salón-despacho de Seongjin esa mañana de invierno.
Tras acompañar a Jungkook hasta la red Flu, había vuelto sólo para dirigirse a su padre.
Seongjin tuvo la suficiente clase para no sentarse a almorzar con ellos, ni aparecer a la hora
de la cena ningún día en el que Jungkook estuvo presente.
Y aquello había lastimado a Taehyung lo suficiente, como para saber que tenían una
conversación pendiente.
Taehyung se sienta en una butaca situada frente a la mesa de su despacho y se cruza de
piernas. Sus ojos se clavan en el mayor con dureza, mientras él se sirve una copa de Whiskey.
"No quiero que estés con Jeon." Comenzó. "No pertenece a nuestro mundo, Taehyung.
Y sabes perfectamente que... quiero lo mejor para ti."
"¿Qué? ¿Lo mejor... para mí?" repite su hijo.
"Hijo, acepto tu preferencia por los hombres." Pronuncia Seongjin, refiriéndose a su
orientación sexual. "A pesar de tu inclinación, no nos traerá descendencia alguna para la
familia."
Taehyung se siente paralizado por aquella mención.
"Acepto que Park Bogum no sea la persona que creas que pueda hacerte feliz. Pero un
Jeon..., ni siquiera sigue la tradición genealógica de nuestra familia."
"Te refieres a que no es sangre pura." Escupe Taehyung. "Dilo con palabras, igual que
has dicho el resto. Quieres que salga con alguien de sangre pura. Y eso es todo lo que te
importa."
"Sí." Afirma severamente, elevando el tono de voz como su hijo. "Sí. Es mi única,
mi única condición. Haz sentirse orgullosa a tu familia, Taehyung. Nos lo debes."
"¿Tu única condición para qué? ¿para que sea tu hijo? ¿¡Para que quedes bien delante de
todos los estirados con los que hacemos celebraciones?!" pregunta elevando el tono de voz.
Seongjin mira por la ventana, y exhala su aliento lentamente.
"Eres mi único hijo, Taehyung... porque Seokjin..."
"¡Seokjin aún no está muerto!" exclama Taehyung. "¡Sigue vivo, y también es tu hijo!"
"Seokjin tiene un pie en el otro mundo, Taehyung – sabes perfectamente a lo que me
refiero-" repite, dirigiendo sus ojos al chico.
Taehyung se levanta bastante enojado.
"No puedes sentirte orgulloso de mi... ¿sólo por enamorarme? ¿sólo por ver que soy feliz
con alguien que yo he elegido?"
"Puedes elegir a cualquier otra persona-"
"¡Que tú hayas aprobado!"
"¡¡¡Jamás te he pedido nada antes!!!" exclama su padre bruscamente. "Jamás te he
obligado a hacer nada, ¡sólo te he pedido una cosa, y es que mantengas la tradición y no seas
una vergüenza para tu familia!"
La mano que sujeta su copa tiembla, y él la posa sobre la mesa controlando su respiración
agitada.
Taehyung le mira con los ojos desencajados.
"Pues prepárate para sentirte muy decepcionado, padre. Exactamente igual que como yo
me siento contigo, ahora mismo." Le dijo el muchacho, antes de largarse.
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