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LA TEORÍA DEL SIGNIFICANTE EN LA OBRA DE

JACQUES LACAN
Por ALEJANDRO RUIZ

Vamos a tomar, en primer término, tres cuestiones centrales que plantea


Saussure: la Naturaleza del Signo Lingüístico, la Inmutabilidad y
Mutabilidad del Signo, y el Valor Lingüístico.
- Naturaleza del Signo Lingüístico
El Signo Lingüístico une concepto e imagen acústica (su huella
psíquica, su representación)
Es una entidad psíquica de dos caras
Dos elementos que están unidos y se reclaman recíprocamente
El Signo presenta dos caracteres esenciales: Arbitrariedad del Signo y
Carácter Lineal del Significante
a) Arbitrariedad del Signo
El concepto podría estar representado por cualquier otra secuencia de
sonidos. Esto queda claro, ninguna palabra es mejor que otra.
En este punto, es necesario diferenciar Signo de Símbolo, ya que éste
nunca es completamente arbitrario. Lo vemos, por ejemplo, al utilizar
una balanza como símbolo de justicia, o al emplear una paloma como
símbolo de paz.
Ahora bien. El Signo es arbitrario en relación al significado, pero el
significante no depende de la libre elección del hablante. Por ejemplo,
nombrar un determinado objeto con otra secuencia de sonidos distinta
a la convencional.
Jakobson va a decir que “el hablante, por lo general, es un usuario de
términos, no es un creador de términos”
Ya vamos a ver que esto, en las psicosis, no es tan así. El psicótico,
además de ser un usuario de términos, también es un creador de
términos. Vastos ejemplos de ello tenemos en la obra del Presidente
Schreber.
b) Carácter Lineal del Significante
El significante se desenvuelve en el tiempo
“Todo el mecanismo de la lengua depende de ese hecho. Los
significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo;
sus elementos se presentan uno tras otro; forman una cadena.” (1)

- Inmutabilidad y Mutabilidad del Signo


El signo no es libre, es impuesto.
Decimos – desde el psicoanálisis – que “somos víctimas del lenguaje”.
Pero, a su vez, la lengua se transforma. Y lo que transforma la lengua es
el tiempo. El más claro ejemplo de esto es la etimología. Y también
podemos observarlo en los términos que utilizan las distintas
generaciones.

- El Valor del Signo


El valor del signo está otorgado en relación a tres grandes principios:
a) La lengua es un sistema de valores puros (ideas y sonidos)
b) Sin la ayuda de los signos no podríamos distinguir dos ideas
c) Nada es distinto antes de la aparición de la lengua (el pensamiento,
caótico por excelencia, se ve forzado a precisarse)
La Lengua, entonces, constituye un sistema donde todos los términos
son solidarios, y el valor de cada uno resulta de la presencia
simultánea de los otros. Como lo vemos, claramente, en una oración.
Su valor va a estar dado por las otras palabras que se le puedan oponer.
Es decir, “ser lo que los otros no son”. Como dice Saussure, “la
lengua no pide más que la diferencia”.
Esto podríamos situarlo como el antecedente de la metonimia.

Lacan procede a realizar una suerte de “distorsión” del Algoritmo


Saussuriano. Primero, quita la elipsis. Luego saca las flechas. Posteriormente,
invierte los términos. Ubica el significante por sobre el significado. Después,
escribe el significante de mayor tamaño que el significado, para marcar su
prevalencia. Luego quita la barra de fracción. Y al fin, elimina el significado,
dejando sólo una cadena, la cadena significante.
ste……ste…...ste…...ste…...ste
s1-----s2------s3-----s4-----sn
S1------------S2
Va a proponer al sujeto como efecto del ste.
El sujeto es a constituirse, no viene dado. Y va a aparecer en el espacio, en
el intersticio, en la hiancia, que existe entre los significantes. Allí se va a
producir la significación. Allí va a aparecer el sujeto del inconsciente. Allí
vamos a ubicar las formaciones del inconsciente. Es decir, allí está el lugar de
la verdad. Una verdad que habla en el sujeto más allá de él.
La verdad habla, pero no puede decirse toda.
Para decir esto, Lacan propone un nuevo axioma:
“La Verdad No Toda Es”
“Yo la Verdad habla”
¿Qué está queriendo decir Lacan con esto?
Que “la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad” no puede ser
dicha, es estructuralmente imposible. Pero, a la vez, que siempre algo de la
verdad aparece, algo de la verdad se cuela en el discurso, más allá de que eso
que se diga sea verdadero o falso, sea engañoso o no. Podríamos decir que la
verdad está más allá de lo verdadero y lo no verdadero.
“La ambigüedad de la revelación histérica del pasado nos presenta el
nacimiento de la verdad en la palabra, y por eso tropezamos con la realidad de
lo que no es ni verdadero ni falso” (2)
Entonces, un significante es lo que representa un sujeto para otro
significante. Es decir, un sujeto está representado por – al menos - dos
significantes. Si tomamos el historial freudiano del “Hombre de las Ratas”, por
ejemplo, vemos que el ste “padre” y el ste “ratas” son dos stes que representan
a ese sujeto.
Otro gran tema sobre esta cuestión, es que un ste no se significa a sí mismo.
Es decir, a no es igual a a. Esta segunda a no es igual a la primera, y tampoco
es idéntica a sí misma.
Borges deja esto muy claro en su texto “Pierre Ménard Autor del Quijote”.
Borges construye un personaje de ficción, Pierre Ménard, que se propone
escribir el Quijote. Y el Quijote, convengamos, no se puede escribir de muchas
maneras. Entonces, lo que va haciendo Borges en ese texto, es ir comentando
párrafos de los dos Quijotes – el escrito por Miguel de Cervantes y el escrito
por Pierre Ménard – y él los va interpretando. Por ejemplo:
“La verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las
acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
porvenir” (Miguel de Cervantes). Y comenta Borges: “Redactada en el Siglo
XVII, redactada por el ingenio lego de Cervantes, esa enumeración es un mero
elogio retórico de la historia”.
Y a renglón seguido:
“La verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las
acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
porvenir” (Pierre Ménard). Y comenta Borges: “¿La historia madre de la
verdad?, la idea es asombrosa. Ménard, contemporáneo de William James, no
define la historia como una indagación de la realidad, sino como su origen. La
verdad histórica para él no es lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió.
Las cláusulas finales, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir,
son descaradamente pragmáticas”. (3)
Es algo parecido a la interpretación en psicoanálisis. No digo que sea lo
mismo, pero tiene su punto de encuentro.
Este ste “Quijote” ya hace diferencia cuando se lo escribe de nuevo. El
segundo se va a inscribir en una cadena respecto de algo que va a estar escrito
antes. Ya no es el mismo, al repetirse se diferencia.
Michel Foucault tiene una frase muy conocida que dice “El Sujeto está
Sujeto”. Estos dos “sujetos”, en principio, son aparentemente iguales. Pero si
analizamos la frase, vemos que son bien distintos. El primer sujeto preside la
oración, el segundo está en el predicado. El primero es un sustantivo, el segundo
es un adjetivo. Y así podemos ir marcando diferencias entre ellos
sucesivamente.
El ste, por lo menos, siempre es 2. No hay ste que no implique, por lo menos,
2. Y utilizo el número a propósito.
El sentido no está en el texto mismo. Existe una relación entre el texto y otra
cosa, un otro lugar. Y aquí también podemos hacer un parangón con lo que
ocurre en un análisis.
Como dice Borges: “Ménard, acaso sin quererlo, ha enriquecido con una
técnica nueva el arte desteñido y rudimentario de la lectura”. (4)
Entonces decimos, y esta es la definición que da Lacan, que “el ste representa
un sujeto para otro ste”. Es decir, el ste representa un sujeto (no un significado)
para otro ste (no para alguien). Vemos en el caso de la angustia – definida por
Lacan como “ese afecto que no engaña” - cómo el sujeto no encuentra
significantes que lo representen.
El ste cobra sentido en relación a esa cadena, y depende en qué cadena se lo
coloque variará su sentido (significación). Las cadenas stes son lineales. Por lo
tanto, necesitamos al menos un elemento que abroche ambas cadenas para
romper con esa linealidad. Es lo que ocurre en el chiste, por ejemplo.
Enganchando una cadena discursiva con otra, se logra introducir sentido
(significación) en una de las dos cadenas. Roberto Fontanarrosa, en su humor
gráfico, muestra esto claramente. Por ejemplo, este diálogo entre dos
personajes:
- Sabe, estamos organizando unas Jornadas sobre Invención y Creatividad
- Ah, ¡qué bien! ¿Y cómo se van a llamar las Jornadas?
- “Jornadas sobre Invención y Creatividad”
Como dice Lacan “El lenguaje tiene su máximo de eficacia cuando se llega
a decir algo diciendo otra cosa”
El mundo de las publicidades se maneja bajo esta consigna. Está harto
demostrado que las publicidades “literales” son las que menos éxito tienen.
Vayamos ahora a Freud, el inventor del psicoanálisis.
Freud, en sus “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”, se ocupa –
entre otros temas – de los Actos Fallidos, los Sueños, la Teoría Sexual y la
Teoría de las Neurosis.
Freud, en su afán de transmitir el funcionamiento del Inconsciente, muestra
las lagunas del discurso inconsciente. Y llama la atención más sobre los
fenómenos de palabras que sobre la cuestión del sexo. Si se puede partir de los
fenómenos del lenguaje (equívocos, lapsus, actos fallidos, olvidos) para luego
plantear cuestiones que hacen a la represión y a la sexualidad es porque existe
una estrecha relación entre lo uno y lo otro. Estos fenómenos del lenguaje
obedecen a la necesidad de ocultar un deseo. Son cortocircuitos del discurso
por donde se filtra el deseo inconsciente. Por este desvío del deseo las fallas de
la palabra se relacionan con la sexualidad. Es con las palabras que el sujeto
puede decir lo que, casualmente, no quiere decir. Abre la relación del sujeto al
deseo. Pues bien, Freud nos introduce entonces a la cuestión del significante.
Freud no deja de afirmar la relación del ste con la estructura del sujeto y el
inconsciente a lo largo de toda su obra. Freud es un autor de ideas cambiantes.
Pero, sobre este punto, nada varía desde sus primeros trabajos hasta sus artículos
póstumos.
Va a decir Freud que no hay relación unívoca entre palabra y referentes. La
palabra determina la estructura del sujeto. Es capaz de producir efectos, de
promover síntomas.
El ste tiene que ver con la delimitación misma del campo en que se desarrolla
la práctica analítica. Si en psicoanálisis sólo median las palabras, hay que estar
atentos a esta capacidad de la palabra de zafarse de su significado habitual.
Como dice Oscar Masotta: “no olvidar ese tero que habita toda palabra”. Como
ustedes saben, el tero pone el huevo en un lugar y pega el grito en otro lugar
(para desorientar). Bueno, digamos que con la palabra ocurre algo parecido.
Podemos decir, la palabra dice en un lado, pero también pega el grito en otro
lado.
En sus textos “El Chiste y Su Relación con lo Inconsciente”, “Psicopatología
de la Vida Cotidiana” e “Interpretación de los Sueños”, el tratamiento que hace
Freud de la palabra es un tratamiento significante, de suspensión del sentido
de la palabra. En su intuición fundamental del ste, el chiste se convierte en
modelo. La operación que subyace a ese efecto de un relato que nos hace reír,
es la misma operación que subyace a todo producto producido por el
Inconsciente. El chiste está hecho con palabras, su efecto depende únicamente
de las palabras. La palabra permanece, su sentido se desliza, repentinamente
cambia, y produce como resultado el chiste, siempre y cuando haya un otro que
lo sancione como tal. Freud ve en este deslizamiento del significado el modelo
de toda formación inconsciente (por ejemplo, la formación de síntomas).
Podemos decir, entonces, que Freud vio las relaciones estructurales entre el
Chiste y el Inconsciente a nivel de una Teoría Estructural del Significante. Hasta
las afecciones del hombre (aunque produzcan satisfacción) están estructuradas
como un chiste.
En el conocido caso de Isabel de R, por ejemplo, Freud habla de “parálisis
funcional simbólica”, entendiendo por simbólico lo mismo que nosotros
llamamos significante. En esa familia las cosas no andaban bien, “no
caminaban”. Isabel de R no anda, no camina. Y hace su parálisis histérica. El
analista está a la escucha de la palabra, está atento a ese tero que habita toda
palabra. Por intermedio de las “fallas” de la palabra escucha lo que el paciente
no quiere decir. Es decir, su verdad subjetiva.
Vamos a decirlo así. Parece un trabalenguas, pero no lo es. El sujeto no sabe
lo que dice o no dice lo que quiere decir, o cuando dice lo que quiere decir no
sabe lo que está diciendo. No sabe que está diciendo algo que tiene que ver con
la verdad en el momento mismo que se equivoca con las palabras, en el
momento en que, y sin dejar de decir, no dice lo que quiere.
Lacan va a proponer la Fórmula General de la Metáfora y – al igual que
Freud con la estructura del chiste – la va a proponer como Matriz de todas las
Formaciones del Inconsciente.
Lacan elabora su Teoría del Significante en este momento que describimos
como de Primacía de lo Simbólico (1953-1963). Ubica en la función de la
palabra una función pacificadora. Función pacificadora respecto de lo
imaginario, pero también vertiente resolutiva respecto del síntoma. Y
reiteramos su definición sobre el Inconsciente como “los efectos de la palabra
sobre el sujeto”.
Para finalizar, vamos a realizar un pasaje de la Lingüística a la Lógica. Y
para ello, vamos a tomar otro texto de Lacan, “Subversión del Sujeto y
Dialéctica del Deseo en el Inconsciente Freudiano”. ¡Vaya título!
Decíamos que un ste es lo que representa un sujeto para otro ste.
En este texto, Lacan va a hablar del ste de la falta en el Otro. Lo que nos
conducirá a la cuestión del -1 y de la raíz cuadrada de -1, a la que Lacan nomina
como el ste de la falta del símbolo cero. Esto es, en definitiva, la “Lógica del
No-Todo”. El ste de la falta en el Otro es aquel ste ante el cual los demás stes
representan al sujeto. A falta de este ste, todos los otros no representarían nada.
Y entramos en la paradoja de Russell: si el elemento que designa el conjunto es
miembro o no de dicho conjunto. Podríamos decir, “falta” un ste.
“Puesto que la batería de los significantes, está por eso mismo completa, este
significante no puede ser sino un trazo que se traza de su círculo sin poder
contarse en él. Simbolizable por la herencia de un (-1) al conjunto de los
significantes.” (5)
Y esta situación es provocada por la inclusión del sujeto.
Al nivel del enunciado, al nivel de los stes definidos en términos
lingüísticos, el conjunto se presenta completo: en ninguna lengua faltan
palabras. Lo que introduce este descompletamiento es la enunciación, la
dimensión del sujeto.
En el lenguaje pasamos de la estructura sincrónica a la diacronía del
despliegue de la palabra, a la diacronía de la serie que se infinitiza en la
búsqueda de un límite que acote la significación.
La paradoja consiste en que, al introducir la enunciación, al introducir la
dimensión del sujeto, ya no podemos hacer un conjunto de stes sin que falte
uno. Es imposible hacer un universo del discurso. El juego del senku es muy
gráfico en este sentido. Es un juego bastante conocido. Tenemos una plancha
con agujeros en forma de cruz. Y tenemos fichas para colocar en esos agujeros.
Al inicio del juego, todas las fichas deben estar colocadas en los agujeros,
menos el agujero central que queda descubierto. El juego consiste en ir
“comiendo” las fichas, que saltan unas sobre otras, necesitando el casillero libre
siguiente para comer la ficha anterior. Y el objetivo del juego es dejar la menor
cantidad de fichas posible sobre el tablero. Lo óptimo es dejar una sola ficha, y
si es posible, en el centro. Pero lo importante de este juego, o lo más interesante,
es que si el casillero del centro está ocupado al inicio el juego no se puede jugar.
La falta es la incompletud que permite que la batería significante funcione,
evitando su inconsistencia. Este es su costo, ¡la incompletud!
Por eso esta concepción de sujeto en falta, de sujeto castrado, de sujeto
dividido, con la que tanto insiste Lacan. Un sujeto que se constituye a partir de
su propia sustracción. Vamos a decirlo así, “para ser hay que perder”.
“Por muy bla bla blá que sea esencialmente el lenguaje, es de él que proceden
el tener y el ser” (6)

NOTAS
(1) DE SAUSSURE, Ferdinand. “Curso de Lingüística General”. Centro
Editor de América Latina, Buenos aires, 1982. Página 90.
(2) LACAN, Jacques. “Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje en
Psicoanálisis”. En “Escritos 1”. Siglo XXI Editores, México DF, 1984.
Página 245.
(3) BORGES, Jorge Luis. “Pierre Ménard Autor del Quijote”. En “Obras
Completas”. Emecé Editores, Buenos Aires, 1989. Página 321.
(4) BORGES, Jorge Luis. Ob cit. Página 325.
(5) LACAN, Jacques. “Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el
Inconsciente Freudiano”. En “Escritos 2”. Siglo XXI Editores, México
DF, 1984. Página 799.
(6) LACAN, Jacques. “La Metáfora del Sujeto”. En “Escritos 2”. Siglo XXI
Editores, México DF, 1984. Página 869.
BIBLIOGRAFÍA
BORGES, Jorge Luis. “Pierre Ménard Autor del Quijote”. En “Obras
Completas”. Emecé Editores, Buenos Aires, 1989.
DE SAUSSURE, Ferdinand. “Curso de Lingüística General”. Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1982.
FREUD, Sigmund. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” – Partes I y
II. En “Obras Completas” Tomo XV. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
FREUD, Sigmund. “El Chiste y Su Relación con Lo Inconsciente”. En “Obras
Completas” Tomo VIII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
FREUD, Sigmund. “Psicopatología de la Vida Cotidiana”. En “Obras
Completas” Tomo VI. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
FREUD, Sigmund. “La Interpretación de los Sueños”. En “Obras Completas”
Tomo IV. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
LACAN, Jacques. “Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje en
Psicoanálisis”. En “Escritos 1”- Siglo XXI Editores, México DF, 1984.
LACAN, Jacques. “La Metáfora del Sujeto”. En “Escritos 2”. Siglo XXI
Editores, México DF, 1984.
LACAN, Jacques. “Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el
Inconsciente Freudiano”. En “Escritos 2”. Siglo XXI Editores, México DF,
1984.
MASOTTA, Oscar. “Lecciones de Introducción al Psicoanálisis”. Gedisa
Editorial, Buenos Aires, 1985.

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