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ÍNDICE

Unidad 2: Latinoamérica y Ecuador

1.1Objetivo 3
1.2 Introducción 3

2. Información de los subtemas 5


2.1 Antecedentes históricos en América Latina 4
2.2 Organización Administrativa en América Latina 6
2.3 Sistema Político y Jurídico en América Latina 9
2.4 Sistema Político y Jurídico en Ecuador 12

3. Bibliografía 15
Latinoamérica y Ecuador

1. Unidad 2:

» Objetivo:

Comprender de forma global todos los elementos históricos, filosóficos y


políticos que determinaron el desarrollo de los ordenamientos jurídicos de la
familia romano-germánica en América Latina y Ecuador.

» Introducción:
En esta Unidad nos enfocamos de los antecedentes de la introducción de la
familia romano germánico en América Latina y en Ecuador. Luego nos
ocupamos del análisis de la organización administrativa en América Latina a
partir de sus antecedentes más remotos, que se buscan en los albores de los
tiempos de la conquista española. Finalmente, repasamos las principales
características del sistema político y jurídico del Ecuador, basados
principalmente en la introducción de la cultura jurídica por parte de los países
europeos que llevaron a cabo la conquista de las Indias Occidentales (hoy
tierras americanas).
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2. Informacion de los subtemas

21. Antecedentes históricos en América Latina


Luego del inicio de la conquista de las actuales tierras americanas por parte del reino
de España, y de que se suscitaran abusos en contra de las poblaciones originarias por
parte de los conquistadores, se hizo necesaria la aplicación de algún ordenamiento
jurídico.

Así, en 1681 fueron promulgadas las leyes las Leyes de los Reinos de las Indias por
parte del Rey Carlos II de España.

En estas Leyes se reconocieron los deberes y derechos que tenían los nuevos
pobladores de las Indias Occidentales, Islas y Tierra firme del Mar Océano. Son un
compendio de las Leyes de Burgos, las Leyes Nuevas y las Ordenanzas de Alfaro.

Según Rodríguez: “Cuando la Corona se dio cuenta de que se estaban cometiendo


abusos con los aborígenes, empezó a dictar una normativa que los favoreciera. Ningún
trabajador europeo del Siglo XVI podía contar con un articulado que los beneficiara
tanto como a los indios las Leyes de Burgos y Valladolid, de 1512 y 1513. Horario de
trabajo, habitación, alimentación, protección a los menores y a la mujer embarazada
fueron algunas de las fecundas conquistas sociales obtenidas por los naturales. A ellas
se fueron agregando muchas más según pasaba el tiempo” (Rodríguez, 1994, p. 12).
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Las autoridades que estaban en las actuales tierras de América comenzaron a producir
unas normas propias. Las Audiencia Reales desarrollaban estas normas propias a partir
de provisiones y autos; mientras los Virreinatos a través de ordenanzas y bandos.

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En las tierras recientemente conquistadas también se estableció un derecho canónico


indiano que permitía determinar las formas de evangelización, así como la mejor
adecuación de las disposiciones de Trento a la vida Indiana.

Según refiere Rodríguez, “La puesta en vigencia de estas normas canónicas estaba
sujeta a la atenta revisión de las autoridades civiles en virtud de los derechos
concedidos a los reyes castellanos sobre la Iglesia en Indias, cuyo conjunto es conocido
con el nombre de Real Patronato” (Rodríguez, 1994, p. 13).

Por otro lado, los pueblos de las Indias Occidentales gozaban de alguna flexibilidad en
el desarrollo de su ordenamiento jurídico, siempre y cuando no se vulneraran las
disposiciones de la Corona española y las disposiciones de la iglesia católica. Según
Mahecha y Mazuera, “el derecho se ejecutaba teniendo en cuenta lo que constituía
una costumbre para los pobladores, permitiendo a los jueces indianos a través del
arbitrio judicial, salirse en ocasiones del marco de la ley” (Mahecha y Mazuera, 2017).

En las colonias españolas de América coexistían tres modalidades de Derecho que


constituyeron una mezcla jurídica.

En primer lugar, el derecho indiano, cuyo contenido estaba enfocado principalmente a


la evangelización, la protección del nativo, lo público y las diferencias étnicas y
culturales presentes en estas tierras. Este derecho se caracterizaba por una baja
sistematización, ser rico en casuística y una amplia semejanza al derecho de Castilla
(Mahecha y Mazuera, 2017).
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En segundo lugar, el derecho castellano que estaba enfocado principalmente al


derecho privado, al derecho penal y al derecho procesal.

Y en tercer lugar, el derecho indígena que solo se aplicaba a los miembros de las
poblaciones originarias, siempre en armonía con la leyes castellanas.

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2.2 Organización Administrativa en América Latina

Si bien con la conquista de las actuales tierras americanas, específicamente, de las


tierras de la actual América Latina (parte de América del Norte, América Central,
América del Sur) trajo consigo la implantación en estas tierras del derecho romano que
aplicaban los conquistadores españoles y portugueses principalmente, el derecho
romano “recibido” en América, no era el derecho clásico de Roma, sino,
fundamentalmente, el derecho del Corpus Iuris justinianeo, estudiado en las escuelas
jurídicas de occidente.

Paralelamente, la conquista también trajo consigo la importación de la organización


administrativa europea, pero adecuada a los pueblos recientemente conquistados.

En el propio del derecho indiano, la figura central es el monarca, quien concentra en sí


todos los poderes. Sin embargo, el monarca podía desconcentrar y delegar sus poderes
a los virreyes en las tierras de las Indias Occidentales, sin que, por este hecho, perdiera
el monarca autoridad.

En los Libros III y IV de la recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias. se
regulan las funciones de los virreyes, gobernadores, alcaldes, corregidores, la
organización militar y al ordenamiento territorial.

Los virreyes estaban obligados a dar cuenta de las actividades que emprendían, con
una clara división del poder a fin de que unos controlaran a los otros (Mahecha y
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Mazuera, 2017).

Además de los Virreyes, en las Indias el poder también podía delegarse a presidentes y
gobernadores.

Por otro lado, dado que Castilla consideró que los territorios de la actual América eran
demasiado grandes, recurrió a la figura de las capitulaciones. Estas capitulaciones eran
una especie de convenios público-privados, según el cual se establecía un acuerdo
entre la corona y un particular, quien debía financiar su expedición para llegar a las
nuevas tierras a fundar ciudades; y a cambio de esto la corona le daba la gobernación

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del territorio por el periodo de tres vidas. Este gobernador podía repartir tierras,
administrar justicia y mandar en el territorio fundado, respondiendo también a
tributos acordados y condiciones establecidas. De esta manera se estructura el espacio
territorial en las tierras nuevas, bajo la tutela de la corona, pues esta no pierde la
extensión y propiedad sobre lo conquistado.

La grande América advertía unas formas de gobierno propias que se daban a través de
ordenamientos jurídicos. Así, América se divide en provincias, asignándole a cada una
de ellas su propia administración y dentro de las provincias indianas, ciudades de
españoles (Mahecha y Mazuera, 2017).

Posteriormente, con la llegada de la Dinastía de los Borbones en 1700 (influenciados


por los nuevos modelos administrativos en Francia), los españoles construyeron un
nuevo ideario cultural, político y tecnológico propios de la revolución industrial que vio
crecer unas nuevas formas económicas y sociales.

La religión ya no era el centro de las discusiones éticas y morales, puesto que ya el


cristianismo ya no era considerado el primer influenciador del estado

Ante la decadencia y debilitamiento del poder central frente a las tierras lejanas, en la
era de Felipe V se dio una recentralización que pretendió fortalecer la ya desgastada
economía española a través del ejercicio del control político y económico, en
detrimento de los habitantes de las colonias (Mahecha y Mazuera, 2017).
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La preocupación por las riquezas de América lleva a la monarquía a abrir el gobierno


colonial a los españoles nacidos en las nuevas tierras (los criollos) una clase en
ascenso. Así mismo, a mejorar las defensas costeras de Portobello, la Habana y
Panamá, la construcción de puertos como el de Buenos Aires y a dar permisos como el
de la Casa de la Moneda de Chile.

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Los Borbones inspirados por el Despotismo Ilustrado que decretaba una aceptación y
acatamiento total al poder real, instauraron la real renta del tabaco y naipes,
institución que introdujo la moneda. En 1786, la figura del intendente conectado
directamente con la corona, tenía el poder legal para realizar cambios en el sistema de
gobierno local. El intendente tenía atribuciones militares, políticas y sobre la
jurisdicción de la iglesia restándoles autonomía a los cabildos y el poder a las
oligarquías criollas.

Sin embargo, todo lo anterior marcó el inicio del camino para la liberación de las
colonias. Los impuestos que se exigían al pueblo y el endurecimiento de las leyes a
través de reformas como la tributaria, lograron que los indígenas y los criollos se
levantaran con la intención de que el virreinato cayera. Los pobladores de América
habían entendido que tenían derechos; con la declaración de independencia de
Norteamérica en 1776 y el espíritu filosófico de la ilustración. Se marcó el fin de un
régimen y el comienzo de una nueva era.
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2.3 Sistema Político y Jurídico en América Latina

El sistema político de la mayoría de países de América Latina tiene su origen en los


albores de las luchas de independencia.

Quienes dirigieron las gestas independentistas en América Latina, en su mayoría


fueron las elites tradicionales, herederas del imperialismo colonialista y del criollismo.

Los dos grandes objetivos que, en general, perseguían, eran por una parte, encarar los
problemas heredados y, por otra parte, crear las estructuras de gobierno cuyo poder
no pudiera ser desafiado por medios legales (Zamora, 2017).

Pese a la proliferación constante de caudillos y constituyentes durante los primeros


años de las guerras por la independencia, la política del siglo XIX latinoamericano si
contaba con reglas no escritas e instituciones de hecho que normaban la conducta
pública.

En la práctica, en los territorios latinoamericanos coexistían un derecho oficial, y unas


instituciones no oficiales. Mientras ese derecho oficial definía el orden social, existían
instituciones no oficiales, no escritas -el caudillismo, y no la ley-, que garantizaron el
orden basado en la lealtad personal para mantener unida a la sociedad (Zamora,
2018).

Producto de aquellas instituciones no escritas que fueron relevantes en los procesos


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de independencia, especialmente del caudillismo, es que los países en América Latina


han tendido a formar conglomerados (grupos humanos) que se subordinan a un
superior (pater, caudillo, presidente).

Precisamente esta práctica se ha naturalizado hoy en día y tiene una importancia


extraordinaria toda vez que la figura del presidente y la institución presidencial han
adquirido una cuantía inusitada y cuasi perniciosa (Zamora, 2018).

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Según Ebergenyi y Sartori, el presidencialismo, como forma institucional en la cual


recae la responsabilidad de dirigir los destinos de las naciones, es un concepto típico
de los Estados Unidos de Norteamérica.

Históricamente, la institución presidencial se creó en América ya que cuando los


Estados europeos empiezan a practicar el gobierno constitucional, todos (a excepción
de Francia que se convirtió en República en 1870) eran monarquías; y las monarquías
ya tenían un jefe de Estado hereditario.

Sólo hasta bien entrado el siglo XX Europa dio cabida a los presidentes electos (1919),
mientras en América casi todos los países conquistaron su independencia como
Repúblicas (excepto, temporalmente, Brasil y, en cierto modo México a mediados del
siglo XIX) y, por tanto, debieron elegir desde el primer momento a sus jefes de Estado,
es decir, a sus presidentes.

En esta perspectiva el presidencialismo ha sido entendido como un régimen en el cual


el presidente es siempre el titular del Poder Ejecutivo, elegido mediante voto popular
o, como ocurre en los Estados Unidos, a través de un Colegio Electoral sin mayor
autonomía esencial con respecto a las preferencias populares y donde los periodos de
gestión para el presidente y la asamblea son fijos (Mainwaring Scott y Shugart, 1994).

Según Sartori, existen dos criterios mínimos para definir a los sistemas presidenciales:
a) la elección popular directa o casi directa del jefe de Estado por un tiempo
determinado, el cual puede variar de cuatro a ocho años, y b) El gobierno o el
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Ejecutivo, no son designados o desbancados mediante el voto parlamentario, pues los


gobiernos son una prerrogativa presidencial; es el presidente el que a su discreción
nombra o sustituye a los miembros del gabinete (Sartori, 1996).

Otras características relevantes del presidencialismo que está presente prácticamente


en todos los países de América Latina, es que en el gobierno presidencial, se
concentran en el único cargo del Presidente los poderes de jefe de Estado y de jefe de
gobierno. Como jefe de Estado, es el presidente quien representa a la nación en las
relaciones internacionales. Además, es el Presidente, quien tiene la iniciativa en las

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leyes más importantes, siendo por lo general fuente de decisiones. Es decir, el


Presidente no sólo es el poseedor del Poder Ejecutivo, sino que también es el jefe del
Estado y únicamente puede ser destituido entre elecciones por el drástico peso de la
impugnación (Pasquino, 1983).

Una situación fácilmente palpable es que mientras en América Latina el


presidencialismo ha funcionado mal, en los Estados Unidos, al parecer, la situación es
distinta.

¿En que radica la diferencia?

A diferencia de lo que acontece con América Latina, en los Estados Unidos, donde se
inventó el presidencialismo, el pueblo vota por sus legisladores y electores. Es decir, el
pueblo elige a sus electores, y son estos últimos quienes eligen luego al presidente, y
todo el proceso es sancionado por el cuerpo legislativo. Con ello, la separación de
poderes y atribuciones queda establecida y articulada.

Por otro lado, en el caso del régimen político de los Estados Unidos, la división de
poderes entre el presidente y el Congreso, está más radicalizado, por lo que, se lo ha
definido como un gobierno de instituciones separadas que comparten el poder, o como
un gobierno de instituciones separadas que compiten por el poder compartido, de
forma tal que la separación de poderes impide al Parlamento interferir en los asuntos
internos que corresponde al campo del Ejecutivo; es decir, en ningún caso éste puede
destituir al Presidente (Zamora, 2018).
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2.4 Sistema Político y Jurídico en Ecuador


Tal como se mencionó en el capítulo anterior el derecho romano que trajeron los
conquistadores españoles a América Latina, y por ende, al Ecuador, no era el Derecho
romano clásico, sino el derecho del Corpus Iuris Civilis de Justiniano.

El derecho ecuatoriano, sin embargo, tiene indudablemente la impronta del Derecho


romano, a través del derecho español introducido durante la conquista y colonia, y a
través del derecho francés, nacido del Código Civil Napoleónico y de los otros grandes
códigos europeos, que sirvieron de inspiración a las codificaciones nacionales, que
estaban influidas por el Derecho Romano y a la vez por el estudio intensivo que se
hacía en épocas pasadas del Corpus Iuris Civilis.

El código civil ecuatoriano se inspiró en el modelo del código chileno de Andrés Bello,
y este, a la vez, estaba influenciado por el Código Civil de Napoleón.

Por ello, puede afirmarse que sistema jurídico ecuatoriano es latino-romano, en donde
la principal fuente del derecho es la ley. La prevalencia de la ley como fuente del
Derecho, no implica que la costumbre haya sido proscrita totalmente como fuente.
En el artículo 57, numeral 10, de la Constitución de la República, se reconoce y
garantiza a favor de las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas,
entre otros, el derecho colectivo a crear, desarrollar, aplicar y practicar su derecho
propio o consuetudinario, que no podrá vulnerar derechos constitucionales, en
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particular de las mujeres, niñas, niños y adolescentes. Además, el mismo Código Civil
estipula que para que la costumbre sea considerada como un derecho, la ley debe
remitirse a ella. En cuanto a la jurisprudencia, la Ley de Casación (art. 19) dispone que
todas las sentencias de casación serán obligatoriamente publicadas en su parte
dispositiva en el Registro Oficial y constituirán precedente para la aplicación de la Ley.
Además, se establecen dos formas de resoluciones obligatorias: a) La triple reiteración
de un fallo de casación constituye precedente jurisprudencial obligatorio y vinculante
para la interpretación y aplicación de las leyes, excepto para la propia Corte Suprema.

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b) La Corte Suprema de Justicia puede emitir resolución obligatoria sobre puntos de


derecho respecto de los cuales existan fallos contradictorios de las cortes superiores y
tribunales distritales, aunque no le hayan llegado por vía de casación. La Corte
Suprema resolverá sobre los fallos contradictorios ya sea por su propia iniciativa o a
pedido de las cortes superiores o tribunales distritales. El Presidente de la Corte
Suprema emitirá un instructivo para el adecuado ejercicio de esta atribución.

Por otro lado, el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social,


democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se
organiza en forma de república y se gobierna de manera descentralizada.

La participación ciudadana constituye uno de los ejes fundamentales de la democracia


en el Ecuador, de tal forma que es un derecho de la ciudadanía, que en forma
individual y colectiva está llamada a ejercer un rol protagónico en la toma de
decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos y en el control popular de las
instituciones del Estado y de la sociedad, en el marco de un proceso permanente de
construcción del poder ciudadano.

El Gobierno del Ecuador, está organizado de la siguiente manera: Poder Legislativo,


Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Electoral y el Poder de Participación Ciudadana.
La función legislativa está representada por la Asamblea Nacional, integrada por
asambleístas electos para periodos de cuatro años. Es unicameral y tiene su sede en la
capital del Ecuador, Quito. Una de las funciones principales de la Asamblea Nacional,
es la aprobación de normas generales de interés común, como leyes.
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La función ejecutiva es ejercida por el Presidente de la República, quien es al mismo


tiempo el Jefe del Estado y de Gobierno y el responsable de la administración pública.
Está integrada por la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, los Ministerios
de Estado y los demás organismos e instituciones necesarios para cumplir, en el
ámbito de su competencia las atribuciones de rectoría, planificación, ejecución y
evaluación de las políticas públicas nacionales y planes que se creen para ejecutarlos.
El periodo de funciones del Presidente de la República es de cuatro años, y puede ser
reelecto por una sola vez.

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En el Ecuador, la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por los
órganos de la función judicial y por los demás órganos y funciones establecidos en la
Constitución. Los órganos de la función judicial gozan de independencia interna y
externa, autonomía administrativa, económica y financiera. Ninguna autoridad de las
demás funciones del Estado podrá desempeñar funciones de administración de
justicia ordinaria. El acceso a la administración de justicia ordinaria es gratuito y en
todas sus etapas, los juicios y sus decisiones son públicos, salvo en los casos que sean
señalados expresamente por la ley. Por otro lado, en el Ecuador se reconoce
expresamente la justicia indígena, con base en sus tradiciones ancestrales y su derecho
propio, dentro de su ámbito territorial, con garantía de participación y decisión de las
mujeres. El Estado garantizará que las decisiones de la jurisdicción indígena sean
respetadas por las instituciones y autoridades públicas. Dichas decisiones estarán
sujetas al control de constitucionalidad.

La función electoral está conformada por el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal


Contencioso Electoral, ambos tienen sede en Quito, jurisdicción nacional, autonomías
administrativa, financiera y organizativa, así como personalidad jurídica propia. La
función electoral tiene como mandato fundamental, el garantizar el ejercicio de los
derechos políticos que se expresan a través del sufragio, así como los referentes a la
organización política de la ciudadanía.

La Función de Transparencia y control social, es una institución que se crea a partir de


la promulgación de la nueva Constitución de la República en octubre de 2008. La
Función de Transparencia y Control Social promueve e impulsa el control de las
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entidades y organismos del sector público, y de las personas naturales o jurídicas del
sector privado que presten servicios o desarrollen actividades de interés público, para
que los realicen con responsabilidad, transparencia y equidad; fomenta e incentiva la
participación ciudadana. La Función de Transparencia y Control Social está formada
por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, la Defensoría del Pueblo, la
Contraloría General del Estado y las superintendencias. Estas entidades tienen
personalidad jurídica y autonomía administrativa, financiera, presupuestaria y
organizativa.

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3. Bibliografía

» Dougnac Rodríguez, A. (1994). Manual de Historia del Derecho Indiano. Mexico:


Universidad Nacional Autónoma de México.

» Mahecha, A y Mazuera, P. (julio-diciembre, 2017). Las Leyes de los Reinos de las


Indias. Revista Diálogos de Saberes, (47)31-49. Universidad Libre (Bogotá).
https://doi.org/ 10.18041/0124-0021/dialogos.47.2017.1695.

» Pasquino, Gianfranco, voz "Formas de gobierno", en Bobbio, Matteucci y


Pasquino, Diccionario de política, México, Siglo XXI Editores, 1983.

» Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de


estructuras, incentivos y resultados, México, Fondo de Cultura Económica,
1996.

» Mainwaring Scott y Shugart, Matthew, "Juan Linz: presidencialismo y


democracia. Una revisión critica", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias
Sociales, México, núm. 135, vol. 34, octubre-diciembre de 1994;

» Zamorano Farías, Raúl, Entre la teoría y la acción, Observando el orden social en


México: el sistema de la política y el sistema derecho, México, Juan Pablos
Editor, 2017.

» Zamorano Farías, Raúl. Cuestiones


constitucionales, no.38 México ene./jun. 2018. Sistemas de
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