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Capitulo 4.

Segunda semana del desarrollo: disco germinal bilaminar


A medida que se produce la implantación del blastocisto, se producen cambios morfológicos en el
embrioblasto que generan un disco embrionario bilaminar constituido por el epiblasto y el hipoblasto.
El disco embrionario origina las tres capas germinales que forman todos los tejidos y órganos del
embrión. Las estructuras extraembrionarias que se forman durante la segunda semana son la cavidad
amniótica, el amnios, la vesícula umbilical (saco vitelino), el tallo de conexión y el saco coriónico.

FINALIZACIÓN DE LA IMPLANTACIÓN DEL BLASTOCITO

La implantación del blastocisto se completa durante la segunda semana. Se produce durante un


periodo de tiempo específico correspondiente a los 6-10 días posteriores a la ovulación y la
fecundación. Conforme se implanta el blastocito, aumenta la cantidad de trofoblasto que establece
contacto con el endometrio y se diferencia en dos capas: citotrofoblasto y sincitiotrofoblasto.

DIA 8

El blastocisto está parcialmente incluido en el estroma endometrial. En su región ubicada por encima
del embrioblasto, el trofoblasto se ha diferenciado en dos capas:

• Citotrofoblasto: una capa interna de células mononucleares. Pueden identificarse figuras mitóticas
(muestra imágenes visibles de mitosis), a diferencia del sincitiotrofoblasto, y que genera nuevas
células que migran hacia la masa cada vez mayor de sincitiotrofoblasto, donde se fusionan y
pierden sus membranas celulares.
• Sincitiotrofoblasto: una estructura externa multinucleada sin límites celulares visibles y de rápida
expansión.

Las células del citotrofoblasto se dividen y migran hacia el sincitiotrofoblasto, donde se fusionan y
pierden sus membranas células independientes.

El sincitiotrofoblasto erosivo infiltra el tejido conjuntivo endometrial y, así, el blastocisto queda incluido,
lenta y completamente, en el interior del endometrio. Las células del sincitiotrofoblasto desplazan a las
células endometriales en la zona de implantación. Las células endometriales sufren apoptosis (muerte
celular programada), lo que facilita este proceso de infiltración.

Los mecanismos moleculares de la implantación requieren la sincronización entre el blastocisto


infiltrante y un endometrio receptor. Las microvellosidades de las células endometriales, las
moléculas de adhesión celular (integrinas), las citocinas, las prostaglandinas, diversas hormonas
(gonadotropina coriónica humana (hCG) y progesterona), los factores de crecimiento y la
matriz extracelular y enzimas (metaloproteinasa de matriz y proteína-cinasa A) tienen un papel
en la capacitación del endometrio coma estructura receptora. Además, las células
endometriales facilitan la modulación de la profundidad de penetración del sincitiotrofoblasto.

Las células del tejido conjuntivo que rodean el sitio de implantación acumulan glucógeno y lípidos, y
adquieren un aspecto poliédrico (numerosos lados). Algunas de estas células, las células deciduales,
experimentan degeneración en la zona adyacente al sincitiotrofoblasto infiltrante. El sincitiotrofoblasto
engulle a estas células y las utiliza como una rica fuente de nutrición embrionaria. El sincitiotrofoblasto
elabora una hormona glucoproteica, la gonadotropina coriónica humana (hCG), que alcanza la
sangre materna a través de cavidades aisladas (lagunas) existentes en el sincitiotrofoblasto. La hCG
mantiene la actividad hormonal del cuerpo lúteo en el ovario durante el embarazo. El cuerpo lúteo es
una estructura glandular endocrina que secreta estrógenos y progesterona para mantener la
gestación. Existen técnicas de radioinmunoanálisis con un elevado nivel de sensibilidad, que permiten
detectar la hCG y en las que se basan las pruebas de embarazo.
Figura 1: Implantación de un blastocisto en el endometrio. El tamaño real del producto de la
concepción es de 0, 1 mm, es decir, aproximadamente el tamaño del punto y seguido que hay al final
de esta frase. A, Dibujo correspondiente a un corte a través de un blastocisto incrustado parcialmente
en el endometrio uterino (aproximadamente, 8 días). Se puede observar la cavidad amniótica con
forma de hendidura. B, Dibujo correspondiente a un corte a través de un blastocisto de
aproximadamente 9 días implantado en el endometrio. Se observa la aparición de lagunas en el
sincitiotrofoblasto.

Figura 2: Blastocistos implantados. A, 10 días: B, 12 días. Esta fase del desarrollo se caracteriza par la
comunicación de las redes lacunares rellenas de sangre. En B se puede observar que han aparecido
espacios celómicos en el mesodermo extraembrionario, lo que constituye el inicio del celoma
extraembrionario (cavidad).
FORMACIÓN DE LA CAVIDAD AMNIÓTICA, EL DISCO EMBRIONARIO Y LA VESÍCULA UMBILICAL

Las células de la masa células interna o embrioblasto también se diferencian en dos capas:

• Capa hipoblástica: una lámina de células cuboides pequeñas adyacentes a la cavidad del
blastocisto (cavidad exocelómica).
• Capa epiblástica: una lámina de células cilíndricas altas adyacentes a la cavidad amniótica.
Es la capa más gruesa, constituida por células cilíndricas altas relacionadas con la cavidad
amniótica.

Juntas, estas capas constituyen un disco plano. Al mismo tiempo, en el epiblasto aparece una cavidad
pequeña. Ésta crece y se convierte en la cavidad amniótica. Las células del epiblasto adyacentes al
citotrofoblasto, células amniogénicas (formadoras del amnios), se denominan amnioblastos; se separan
del epiblasto y forman los amnios, y junto con el resto del epiblasto, revisten la cavidad amniótica.

Simultáneamente se produce una serie de cambios morfológicos en el embrioblasto (conjunto de


células a partir del cual se desarrolla el embrión), que resultan en la formación de una placa plana
bilaminar de células, casi circular, que se denomina disco embrionario y que está formada por dos
capas: epiblasto e hipoblasto.

El epiblasto forma el suelo de la cavidad amni6tica y se continúa en la periferia con el amnios. El


hipoblasto forma el techo de la cavidad exocelómica y se continúa con la fina membrana
exocelómica. Esta membrana, junto con el hipoblasto, reviste la vesícula umbilical primaria. El disco
embrionario se sitúa ahora entre la cavidad amniótica y la vesícula. Las células de la vesícula forman
una capa de tejido conjuntivo que se denomina mesodermo extraembrionario y que rodea el amnios
y la vesícula umbilical. La vesícula umbilical y la cavidad amniótica hacen posibles los movimientos
morfogenéticos de las células del disco embrionario.

Conforme se forman el amnios, el disco embrionario y la vesícula umbilical primaria, aparecen lagunas
(espacios pequeños) en el sincitiotrofoblasto. Las lagunas se rellenan de una mezcla de sangre materna
procedente de los capilares endometriales rotos y de restos celulares procedentes de las glándulas
uterinas erosionada. El líquido de los espacios lacunares, denominado embriotrofo, llega al disco
embrionario por difusión y proporciona material nutritivo al embrión.

El estroma endometrial adyacente al sitio de la implantación se aprecia edematoso y muy


vascularizado. Las glándulas grandes y tortuosas secretan glucógeno y moco en abundancia.
Figura: Blastocisto humano de 7.5 días, incluido de manera parcial en el estroma endometrial. El
trofoblasto está constituido por una capa interna de células mononucleares, el citotrofoblasto, y por
una capa externa sin límites celulares visibles, el sincitiotrofoblasto. El embrioblasto está integrado por
las capas epiblástica e hipoblástica. La cavidad amniótica se aprecia como una hendidura pequeña.

DIA 9

El blastocisto se encuentra implantado a mayor profundidad en el endometrio, y el defecto que su


penetración genera en la superficie del epitelio está ocluido por un coágulo de fibrina. El trofoblasto
muestra un avance considerable en su desarrollo, en particular en el polo embrionario, en cuyo sincitio
aparecen vacuolas. Cuando estas vacuolas se fusionan constituyen lagunas grandes, a esta fase del
desarrollo del trofoblasto se le conoce como etapa lacunar. La comunicación entre los capilares
endometriales erosionados y las lagunas del sincitiotrofoblasto establece la circulación
uteroplacentaria primordial. Cuando la sangre materna alcanza las redes lacunares, las sustancias
nutritivas y el oxígeno pasan al embrión. La sangre oxigenada alcanza las lagunas procedente de las
arterias endometriales espirales, mientras que la sangre poco oxigenada es eliminada de las lagunas a
través de las venas endometriales.

En el polo abembrionario, entre tanto, células aplanadas que quizá surjan del hipoblasto, crean una
membrana delgada, la membrana exocelómica (de Heuser), que recubre la superficie interna del
citotrofoblasto. Esta membrana, junto con el hipoblasto, genera el recubrimiento de la cavidad
exocelómica o saco vitelino primitivo.

Figura: Blastocisto
humano de 9 días. El
sincitiotrofoblasto cuenta
con un gran número de
lagunas. Células planas
conforman la
membrana
exocelómica. El disco
bilaminar está
constituido por una
capa de células
epiblásticas cilíndricas y
una capa de células
hipoblásticas cuboides.
El defecto original en la
superficie fue sellado por
un coágulo de fibrina.

El producto de la concepción humana de 10 días (embrión y membranas extraembrionarias) está


incrustado de manera completa en el endometrio uterino. Inicialmente, hay una solución de
continuidad en la superficie del epitelio endometrial que pronto queda ocluida por un tapón de cierre,
formado por un coagulo de fibrina de la sangre. Hacia el día 12, el tapón de cierre está cubierto de
manera casi completa por epitelio uterino regenerado. Este proceso se debe en parte a señales
generadas por el adenosín monofosfato cíclico y la progesterona.
DÍAS 11 Y 12

Para los días 11 y 12 del desarrollo el blastocisto está del todo incluido en el estroma endometrial, y el
epitelio de superficie casi cierra por completo el defecto original en la pared uterina. El blastocisto
produce entonces una prominencia discreta que protruye hacia la luz del útero. El trofoblasto se
caracteriza por espacios lacunares en el sincitio, que forman una red de intercomunicación. Esta red
es en particular visible en el polo embrionario; en el polo anembrionario el trofoblasto sigue constituido
ante todo por células citotrofoblásticas.

Al mismo tiempo las células del sincitiotrofoblasto penetran a mayor profundidad en el estroma y
erosionan la cubierta endotelial de los capilares maternos. Estos capilares, que se encuentran
congestionados y dilatados, se conocen como sinusoides. Las lagunas sincitiales se continúan con los
sinusoides, y la sangre materna ingresa al sistema lacunar. Al tiempo que el trofoblasto sigue
erosionando cada vez más los sinusoides, la sangre materna empieza a fluir por el sistema trofoblástico
para establecer la circulación uteroplacentaria.

En el embrión de 12 días, las lagunas adyacentes del sincitiotrofoblasto se han fusionado y forman redes
lacunares, lo que confiere al sincitiotrofoblasto un aspecto esponjoso. Estas redes, que son
especialmente evidentes alrededor del polo embrionario, representan el primordio de los espacios
intervellosos de la placenta. Los capilares endometriales que rodean al embrión implantado
experimentan congestión y dilatación, formando los sinusoides maternos, que son vasos terminales de
pared fina y de calibre mayor al de los capilares convencionales. La formación de vasos sanguíneos en
el estroma endometrial (entramado de tejido conjuntivo) esta influenciada por los estrógenos y la
progesterona.

La expresión de la conexina 43 (Cx43}, una proteína de las uniones comunicantes, desempeña


un papel clave para la angiogénesis en el sitio de implantación y también para el
mantenimiento del embarazo.

El sincitiotrofoblasto erosiona los sinusoides y, así, la sangre materna fluye libremente hacia las redes
lacunares. El trofoblasto absorbe el líquido nutritivo procedente de las redes lacunares y lo transfiere al
embrión. El crecimiento del disco embrionario bilaminar es lento en comparaci6n con el del trofoblasto.
El embrión de 12 días implantado causa una elevación mínima en la superficie endometrial que
sobresale hacia la cavidad uterina.

A medida que se producen los distintos cambios en el trofoblasto y en el endometrio, aumenta de


volumen el mesodermo extraembrionario y aparecen espacios celómicos extraembrionarios aislados
en su interior. Estos espacios se fusionan rápidamente para formar una gran cavidad aislada, el celoma
extraembrionario. Esta cavidad llena de líquido, rodea el amnios y la vesícula umbilical, excepto en la
zona en la que estas estructuras están unidas al corion (membrana fetal más externa) por el tallo de
conexión. Conforme se forma el celoma extraembrionario, la vesícula umbilical primaria disminuye de
tamaño y se forma una vesícula umbilical secundaria más pequeña. Esta vesícula de tamaño menor
está formada por células extraembrionarias que migran desde el hipoblasto existente en el interior de
la vesícula umbilical primaria. Durante la formación de la vesícula umbilical secundaria queda
comprimida una parte importante de la vesícula umbilical primaria, dejando un resto de la vesícula. La
vesícula umbilical del ser humano no contiene vitelo, por lo que se recomienda llamarle de esta manera
en vez de saco vitelino; sin embargo, desempeña funciones importantes como ser el sitio de origen de
las células germinales primordiales, o una función en la transferencia selectiva de nutrientes al embrión.

DESARROLLO DEL SACO CORIÓNICO

El final de la segunda semana se caracteriza por la aparición de las vellosidades coriónicas primarias.
Las vellosidades (procesos vasculares del corion) forman columnas cubiertas por sincitio. Las extensiones
celulares crecen hacia el sincitiotrofoblasto y dicho crecimiento se cree que está provocado por el
mesodermo somático extraembrionario subyacente. Las proyecciones celulares forman las
vellosidades coriónicas primarias, que representan la primera fase del desarrollo de las vellosidades
coriónicas de la placenta (órgano de intercambio metabólico maternofetal entre el embrión y la
madre).

Entre tanto una nueva población de células aparece entre la superficie interna del citotrofoblasto y la
superficie externa de la cavidad exocelómica. Estas células, que derivan de las del saco vitelino, forman
un tejido conectivo laxo y fino, el mesodermo extraembrionario, que de manera eventual ocupa todo
el espacio ubicado entre el trofoblasto, por fuera, y el amnios y la membrana exocelómica, por dentro.
Pronto se desarrollan grandes cavidades en el mesodermo extraembrionario, y cuando confluyen
crean un espacio nuevo conocido como cavidad extraembrionaria o cavidad coriónica. Este espacio
circunda al saco vitelino primitivo y la cavidad amniótica, excepto en el punto en el que el disco
germinal se conecta con el trofoblasto por medio del pedículo de fijación. El mesodermo
extraembrionario que cubre al citotrofoblasto y al amnios se denomina mesodermo somático
extraembrionario; el recubrimiento del saco vitelino se denomina mesodermo esplácnico
extraembrionario.

El celoma extraembrionario desdobla el mesodermo extraembrionario en dos capas:

• Mesodermo somático extraembrionario: reviste el trofoblasto y cubre el amnios.


• Mesodermo esplácnico extraembrionario: rodea la vesícula umbilical.

El mesodermo somático extraembrionario y las dos capas de trofoblasto forman el corion (membrana
fetal más externa), que constituye la pared del saco coriónico, dentro del cual el embrión, el saco
amniótico y la vesícula umbilical están suspendidos por el tallo de conexión. El celoma
extraembrionario es el primordio de la cavidad coriónica.

Figura: Dibujos correspondientes a cortes de embriones humanos implantados, basados principalmente


en los estudios de Hertig y cols. (1956). Se puede observar: 1) que ha desaparecido la solución de
continuidad en el epitelio endometrial; 2) que se ha formado una pequeña vesícula umbilical
secundaria; 3) que ahora la vesícula umbilical y el amnios están rodeados por una cavidad grande, el
celoma extraembrionario, excepto en la zona en la que el amnios se une al corion mediante el tallo de
conexión, y 4) que el celoma extraembrionario desdobla el mesodermo extraembrionario en dos capas:
el mesodermo somático extraembrionario, que reviste el trofoblasto y cubre el amnios, y el mesodermo
esplácnico extraembrionario que rodea la vesícula umbilical. A, Embrión de 13 días, con ilustración de
la disminución del tamaño relativo de la vesícula umbilical primaria y de la aparición inicial de las
vellosidades coriónicas primarias. B, Embrión de 14 días, con ilustración de la vesícula umbilical
secundaria recién formada y de la localización de la placa precordal en su techo. C, Detalle de la
placa precordal destacado en B.

Figura: Blastocisto
humano de alrededor
de 12 días. Las
lagunas trofoblásticas
en el polo embrionario
tienen conexión
abierta con los
sinusoides maternos
en el estroma
endometrial. El
mesodermo
extraembrionario
prolifera y ocupa el
espacio existente
entre la membrana
exocelómica y la cara
interna del
citotrofoblasto.
El crecimiento del disco bilaminar es más bien lento en comparación con el del trofoblasto; en
consecuencia, el disco aún es muy pequeño (0.1 a 0.2 mm). Las células del endometrio, entre tanto,
adquieren configuración poliédrica y quedan cargadas de glucógeno y lípidos; los espacios
intercelulares quedan ocupados por fluido extravasado y el tejido muestra edema. Estos cambios,
conocidos como reacción decidual, se limitan al inicio a la zona inmediata que circunda el sitio de la
implantación, pero poco después se extienden a todo el endometrio.

A medida que se produce la implantaci6n del producto de la concepción, las células del tejido
conjuntivo endometrial siguen experimentando una transformación que se denomina reacción
decidual. Estas células se hinchan debido a la acumulación de glucógeno y lípidos en su citoplasma.
La función principal de la reacción decidual es la nutrición del embrión temprano y la creación de un
sitio privilegiado, desde el punto de vista inmunológico, para el producto de la concepción.

La ecografía transvaginal (ecografía intravaginal) se utiliza para medir el diámetro del saco coriónico.
Esta medición es útil para evaluar el desarrollo embrionario temprano y la evolución del embarazo.

DIA 13

Para el día 13 del desarrollo el defecto superficial en el endometrio suele haber cicatrizado. A pesar de
esto, en ocasiones se presenta hemorragia en el sitio de la implantación como consecuencia del
incremento del flujo sanguíneo hacia los espacios lacunares. Debido a que esta hemorragia tiene lugar
cerca del día 28 del ciclo menstrual, puede confundirse con una hemorragia menstrual normal y, de
ese modo, impedir que el cálculo de la fecha probable del parto sea preciso.

El trofoblasto se caracteriza por estructuras vellosas. Las células del citotrofoblasto muestran
proliferación local y penetran al sincitiotrofoblasto para organizar columnas celulares circundadas por
sincitio. Las columnas celulares con su cubierta sincitial se conocen como vellosidades primarias.

Al mismo tiempo el hipoblasto produce células adicionales que migran siguiendo el interior de la
membrana exocelómica. Estas células proliferan y, de manera gradual, dan origen a una cavidad
nueva dentro de la cavidad exocelómica. Este nuevo espacio se conoce como saco vitelino
secundario o saco vitelino definitivo. Este saco vitelino es mucho más pequeño que la cavidad
exocelómica original o saco vitelino primitivo. Durante su conformación grandes porciones de la
cavidad exocelómica se desprenden. Estas regiones están representadas por los quistes exocelómicos,
que se identifican a menudo en el celoma extraembrionario o cavidad coriónica.

En el mismo periodo el celoma extraembrionario se expande y forma una cavidad amplia, la cavidad
coriónica. Al mesodermo extraembrionario que recubre el interior del citotrofoblasto se le llama
entonces placa coriónica. El único sitio en que el mesodermo extraembrionario atraviesa la cavidad
coriónica corresponde al pedículo de fijación, Con el desarrollo de los vasos sanguíneos este pedículo
se convierte en el cordón umbilical.

El embrión de 14 días todavía tiene la forma de disco embrionario bilaminar plano, pero las células
hipoblásticas de una zona localiza adquieren una configuración cilíndrica y forman una zona circular
gruesa que se denomina placa precordal. La placa precordal indica la futura localización de la boca
y es un elemento organizador importante en la región de la cabeza.
Figura: Blastocisto
humano de 13 días.
Tanto en el polo
embrionario como en el
abembrionario existen
lagunas trofoblásticas, y
ha iniciado la circulación
uteroplacentaria.
Obsérvense las
vellosidades primarias y
el celoma
extraembrionario o
cavidad coriónica. El
saco vitelino secundario
está revestido por
endodermo en su
totalidad.
Figura: Corte realizado en el sitio
de la implantación de un
embrión de 13 días. Obsérvense
la cavidad amniótica, el saco
vitelino y la cavidad coriónica.
Casi todas las lagunas están
ocupadas por sangre.

SITIOS DE IMPLANTACIÓN DE LOS BLASTOCITOS

La implantación de los blastocitos suele ocurrir en el endometrio uterino, en la parte superior del cuerpo
del útero, con una frecuencia ligeramente mayor en la pared posterior que en la anterior. La
implantación del blastocito se puede detectar mediante ecografía y técnicas de radioinmunoanálisis
de alta sensibilidad para la hCG ya desde la segunda semana.

RESUMEN DE LA IMPLANTACIÓN

La implantación del blastocisto en el endometrio uterino comienza al final de la primera semana y


concluye al final de la segunda semana:

• La zona pelúcida degenera (día 5): su desaparición se debe al aumento de tamaño del blastocisto
y a la degeneración causada por la lisis enzimática. Las enzimas líticas son liberadas por los
acrosomas de los espermatozoides que rodean e infiltran parcialmente la zona pelúcida.
• El blastocisto se adhiere al epitelio endometrial (día 6).
• El trofoblasto se diferencia en dos capas: el sincitiotrofoblasto y el citotrofoblasto (día 7).
• El sincitiotrofoblasto erosiona los tejidos endometriales y, así, el blastocisto comienza a incrustarse en
el espesor del endometrio (día 8).
• Aparecen lagunas rellenas de sangre en el sincitiotrofoblasto (día 9).
• El blastocisto se hunde bajo el epitelio endometrial y la solución de continuidad correspondiente
queda cubierta por un tapón de cierre (día 10).
• Se forman redes lacunares por la fusión de las lagunas adyacentes (días 10 y 11).
• El sincitiotrofoblasto erosiona los vasos sanguíneos endometriales y permite que la sangre materna
entre y salga de las redes lacunares; de este modo, se establece una circulación uteroplacentaria
(días 11 y 12).
• La solución de continuidad en el epitelio endometrial queda reparada (días 12 y 13).
• Se desarrollan las vellosidades coriónicas primarias (días 13 y 14).

CORRELACIONES CLÍNICAS

Implantación anómala

El sincitiotrofoblasto es responsable de la síntesis de hormonas, entre ellas la gonadotropina coriónica


humana (hCG). Al final de la segunda semana las concentraciones de esta hormona son suficientes
para detectarse mediante radioinmunoanálisis, que constituyen la base de las pruebas de embarazo.

Puesto que 50% del genoma del embrión que se está implantando deriva del padre, se trata de un
cuerpo extraño que tendría el potencial de ser rechazado por el sistema materno. El sistema inmunitario
de una mujer embarazada necesita modificarse con el objetivo de tolerar la gestación. El modo en
que esto ocurre no se conoce bien, pero al parecer existe un desplazamiento de una inmunidad
mediada por células a otra de tipo humoral (mediada por anticuerpos), y este ajuste protege al
embrión del rechazo. Sin embargo, las alteraciones del sistema inmunitario ponen a la embarazada en
un mayor riesgo de desarrollar ciertas infecciones, como la influenza, lo que explica el incremento del
riesgo de muerte por este tipo de trastornos en las mujeres gestantes. Además, las manifestaciones de
una enfermedad autoinmunitaria pueden modificarse durante el embarazo. Por ejemplo, la esclerosis
múltiple y la artritis reumatoide, ante todo afecciones mediadas por células, muestran mejoría durante
el embarazo, en tanto el lupus eritematoso sistémico (un trastorno inmunitario mediado de manera
predominante por anticuerpos) genera en la mujer una afectación más grave durante la gestación.

En ocasiones la implantación ocurre en sitios anómalos, incluso dentro del útero. Por lo general, el
blastocisto se implanta a lo largo de la pared anterior o posterior del cuerpo del útero. En algunos casos
esta implantación se hace cerca del orificio interno del cuello uterino, de tal modo que, en una fase
posterior del desarrollo, la placenta cruza por encima del orificio (placenta previa), lo que durante la
segunda mitad del embarazo y en el trabajo de parto desencadena hemorragias graves que incluso
amenazan la vida.

En otros casos la implantación ocurre fuera del útero, lo que da origen a un embarazo extrauterino o
embarazo ectópico. Los embarazos ectópicos pueden identificarse en cualquier sitio de la cavidad
abdominal, el ovario o la tuba uterina. A pesar de esto, 95% de los embarazos ectópicos ocurre en la
tuba uterina, y la mayor parte de estos se ubica en el ámpula (80%). En la cavidad abdominal la mayor
parte de las veces el blastocisto se fija a la cubierta peritoneal de la bolsa rectouterina o bolsa de
Douglas. El blastocisto también puede anclarse a la cubierta peritoneal del tubo digestivo o al omento.
En ocasiones el blastocisto se desarrolla en el ovario mismo, lo que produce un embarazo ovárico
primario. Los embarazos ectópicos corresponden a 2% del total, y causan 9% de todas las muertes
relacionadas con la gestación en la mujer. En la mayor parte de los embarazos ectópicos el embrión
muere alrededor del segundo mes de la gestación y esto puede resultar en una severa hemorragia
para la madre.

Los blastocistos anormales son comunes. Por ejemplo, en una serie de 26 blastocistos implantados con
edad variable, de 7.5 a 17 días, recuperados a partir de pacientes con fecundidad normal, nueve
(34.6%) fueron anormales. Algunos sólo estaban constituidos por sincitio; otros mostraban grados
diversos de hipoplasia trofoblástica. En dos había ausencia de embrioblasto, y en algunos el disco
germinal mostraba una orientación anómala. Es probable que la mayor parte de los blastocistos
anormales no hubiera desencadenado algún signo de embarazo debido a que su trofoblasto era de
tan mala calidad que el cuerpo lúteo no hubiera podido persistir. Estos embriones quizá habrían sido
abortados en el siguiente flujo menstrual y, así, el embarazo no se habría detectado. A pesar de esto,
en algunos casos el trofoblasto se desarrolla y forma las membranas placentarias, no obstante, el tejido
embrionario es escaso o no existe. Esta condición se conoce como mola hidatiforme. Las molas
secretan grandes cantidades de hCG y pueden producir tumores benignos o malignos (mola invasiva,
coriocarcinoma).

El análisis genético de las molas hidatiformes indica que, si bien los pronúcleos masculino y femenino
pueden tener equivalencia genética, pudieran tener funcionalidad distinta. Esta evidencia deriva del
hecho de que, si bien las células de las molas son diploides, todo su genoma es paterno. Así, la mayor
parte de las molas deriva de la fecundación de un ovocito que carece de núcleo, a lo que sigue la
duplicación de los cromosomas masculinos para reestablecer el número diploide. Estos resultados
también sugieren que los genes paternos regulan la mayor parte del desarrollo del trofoblasto, ya que
en las molas este tejido se diferencia incluso en ausencia de un pronúcleo femenino.

Otros ejemplos de diferencias funcionales entre genes maternos y paternos derivan de la observación
de que ciertas enfermedades genéticas dependen de si el gen defectuoso o faltante se hereda del
padre o la madre. Por ejemplo, una microdeleción en el cromosoma 15 que se hereda del padre
induce síndrome de Prader-Willi (un trastorno que se caracteriza por hipotonía, discapacidad
intelectual, hipogonadismo y obesidad), en tanto la misma deleción heredada de la madre induce
síndrome de Angelman (una condición que se caracteriza por crisis convulsivas, lenguaje escaso o nulo,
paroxismos de risa y discapacidad intelectual intensa). Este fenómeno, en que existe una modificación
diferencial con o sin expresión de alelos homólogos o regiones cromosómicas que varía con base en el
progenitor del cual deriva el material genético, se conoce como impronta genómica. Se piensa que
menos de 1% de los genes sufre impronta.

La falla reproductiva previa o posterior a la implantación es frecuente. Incluso en algunas mujeres


fecundas, en condiciones óptimas para el embarazo, 15% de los ovocitos no es fecundado, y 10 a 15%
inicia la segmentación, pero no puede implantarse. De 70 a 75% de los ovocitos que se implantan, sólo
58% sobrevive hasta la segunda semana, y de éstos 16% es anormal. De ahí que para el momento en
que se presenta el primer retraso menstrual sólo ha sobrevivido 42% de los óvulos expuestos a
espermatozoides. De este porcentaje cierto número se aborta durante las semanas subsecuentes y
otros más tendrán anomalías al momento de nacer.

Implantaciones extrauterinas

Los blastocistos se implantan en ocasiones fuera del útero (localizaciones ectópicas), Estas
implantaciones provocan embarazos ectópicos: el 95-98% de las implantaciones ectópicas ocurren en
las trompas uterinas, sabre todo en la ampolla y en el istmo. La incidencia de embarazo ectópico ha
aumentado en la mayoría de los países y oscila entre un caso por cada 80 y uno por cada 250
embarazos, dependiendo, en parte, del nivel socioeconómico del grupo de población evaluado. En
Estados Unidos, la frecuencia del embarazo ectópico se aproxima al 2% de todos los embarazos; el
embarazo tubárico es la causa principal de mortalidad materna durante el primer trimestre.

Una mujer con un embarazo tubárico muestra signos y síntomas de embarazo. También puede
presentar dolor abdominal y sensibilidad dolorosa a la palpación debido a la distensión de la trompa
uterina, así como hemorragia anómala e irritación del peritoneo pélvico (peritonitis). El dolor se puede
confundir con un cuadro de apendicitis si el embarazo se localiza en la trompa uterina derecha. Los
embarazos ectópicos producen gonadotropina coriónica humana β en tasas inferiores a las
presentadas en los embarazos normales y, en consecuencia, las determinaciones de esta hormona
pueden mostrar resultados falsamente negativos cuando se miden demasiado pronto. La ecografía
transvaginal es muy útil para la detección temprana de los embarazos tubáricos ectópicos.

El embarazo tubárico tiene varias causas y está relacionado a menudo con factores que retrasan o
impiden el desplazamiento del cigoto en proceso de segmentación hasta el útero: por ejemplo,
adherencias en la mucosa de la trompa uterina o el bloqueo de la trompa secundario al proceso
cicatrizal que acompaña a la enfermedad pélvica inflamatoria. Los embarazos tubáricos ectópicos
provocan generalmente la rotura de la trompa uterina, con hemorragia hacia la cavidad peritoneal
durante las primeras 8 semanas, seguida de la muerte del embrión. La rotura y la hemorragia tubáricas
constituyen una amenaza para la vida de la madre. En estos casos, el tratamiento habitual consiste en
la extirpación quirúrgica de la trompa afectada y del producto de la concepción.

Cuando el blastocisto se implanta en el istmo de la trompa uterina, la trompa suele romperse en una
fase temprana, pues este segmento tubárico estrecho tiene una capacidad de expansión
relativamente escasa y a menudo se produce una hemorragia abundante, debido posiblemente a la
gran cantidad de anastomosis existentes entre los vasos ováricos y uterinos que hay en esta zona.
Cuando el blastocisto se implanta en la parte uterina (intramural) de la trompa, puede desarrollarse
hasta más allá de las 8 semanas antes de que se produzca su expulsión. Si se rompe un embarazo
tubárico intramural, generalmente se produce una hemorragia profusa.

El blastocisto que se implanta en la ampolla o en las fimbrias de la trompa uterina puede ser expulsado
hacia la cavidad peritoneal, donde a menudo se implanta en el fondo de saco rectouterino (un
repliegue formado por la acomodación del peritoneo al recto y el útero). En casos excepcionales, un
embarazo abdominal puede llegar a término y el niño puede nacer vivo mediante una laparotomía.
No obstante, lo más habitual es que la placenta se adhiera a los órganos abdominales y cause una
hemorragia intraperitoneal considerable. El embarazo abdominal aumenta 90 veces el riesgo de
mortalidad materna secundaria a hemorragia en comparación con el embarazo intrauterine y siete
veces en comparación con el embarazo tubárico. En casos muy infrecuentes, el producto de la
concepción (embrión/feto y membranas) implantado en la cavidad abdominal muere y no es
detectado; el feto se calcifica y forma lo que se ha denominado un «feto calcáreo» o litopedion.

Los embarazos heterotópicos (embarazos intrauterino y extrauterino simultáneos) son infrecuentes y se


observan en aproximadamente uno de cada 8000-30000 embarazos concebidos naturalmente. La
incidencia es mucho mayor (aproximadamente 3 de cada 1000) en las mujeres tratadas con fármacos
inductores de la ovulación como parte de las tecnologías de reproducción asistida. El embarazo
ectópico queda enmascarado inicialmente por la presencia del embarazo uterino. En general, el
embarazo ectópico puede eliminarse quirúrgicamente al extirpar la trompa uterina afectada, sin
interferir con el embarazo intrauterino.

Las implantaciones cervicales son infrecuentes; en algunos casos, la placenta se adhiere con firmeza a
los tejidos fibroses y musculares del cuello uterino y suele producir una hemorragia que obliga a llevar a
cabo algún tipo de intervención quirúrgica, como una histerectomía (extirpación del útero).
Placenta previa

La implantación de un blastocisto en el segmento inferior del útero, en la proximidad del orificio cervical
interno (el orificio de abertura del útero), origina lo que se denomina placenta previa, es decir, una
placenta que cubre parcial o totalmente dicho orificio. La placenta previa puede causar hemorragia
debido a su desprendimiento premature durante el embarazo o en el momento del alumbramiento del
feto.

Aborto

Es la interrupción prematura del desarrollo y expulsión del producto de la concepción del útero o la
expulsión de un embrión o un feto antes de que este pueda ser viable, es decir, capaz de sobrevivir
fuera del útero. Un aborto es cualquier producto (o todos los productos) de un aborto. Existen varios
tipos de abortos:

• Amenaza de aborto espontaneo (hemorragia con posibilidad de aborto): es una complicación en


cerca del 25% de los embarazos clínicamente aparentes. A pesar de todos los esfuerzos por evitar
un aborto espontaneo, aproximadamente la mitad de estos embriones abortan finalmente.
• Abortos espontáneos: son embarazos perdidos que ocurren de manera natural antes de la semana
20 de gestación. Son más frecuentes durante la tercera semana después de la fecundación.
Aproximadamente, el 15% de embarazos reconocidos finaliza en un aborto espontaneo,
normalmente durante las 12 primeras semanas de gestación.
• Aborto habitual: consiste en la expulsión espontanea de un embrión o un feto muerto o inviable en
tres o más embarazos consecutivos.
• Aborto inducido: es un nacimiento provocado farmacológicamente antes de las 20 semanas de
gestación (es decir, antes de que el feto sea viable).
• Aborto completo: aquel en que se expulsan del útero todos los productos de la concepción
(embrión y sus membranas).
• Aborto no diagnosticado: retención del producto de la concepción en el útero después de la
muerte del embrión o del feto.

Aborto espontáneo de embriones y fetos

El aborto espontáneo ocurre durante las primeras 12 semanas completas del embarazo, con una
incidencia del 10-20%. La mayoría de los abortos espontáneos de embriones se produce durante las
primeras 3 semanas. Los abortos espontáneos esporádicos y los abortos recurrentes son dos de los
problemas ginecológicos más habituales. Es difícil determinar la frecuencia de los abortos espontáneos
tempranos ya que, a menudo, se producen antes de que la mujer sea consciente de que está
embarazada. Es muy fácil confundir una menstruación tardía con el aborto espontáneo que se
produce varios días después de la primera falta de la menstruación. Mas del 50% de los abortos
espontáneos conocidos se deben a anomalías cromosómicas. Probablemente, la mayor incidencia de
abortos espontáneos tempranos en las mujeres mayores se debe al incremento en la frecuencia de
ausencia de disyunción durante la ovogénesis. Se ha estimado que el 30-50% de todos los cigotos no
llega a desarrollarse hasta la fase de blastocisto ni tampoco se implantan. La falta de implantación del
blastocisto puede deberse a un endometrio con desarrollo insuficiente; sin embargo, muchos casos de
este tipo posiblemente se expliquen por la existencia de anomalías cromos6micas letales en el embrión.
Hay una incidencia mayor de abortos espontáneos de fetos con defectos del tubo neural, labio
hendido y paladar hendido.

Inhibición de la implantación

La administraci6n de dosis relativamente elevadas de progestágenos, estrógenos o ambos (la «píldora


del día después») durante varios días, que comienzan al poco tiempo de un coito sin protección, no
suele evitar la fecundación, pero a menudo impide la implantación del blastocisto. La administración
de una dosis elevada de dietilestilbestrol a diario durante 56 días también puede acelerar el paso del
cigoto en segmentación a través de la trompa uterina. Normalmente, el endometrio progresa hasta la
fase luteica del ciclo menstrual a medida que se forma el cigoto, experimenta segmentación y se
introduce en el útero. La gran cantidad de estrógenos exógenos altera el equilibrio normal entre los
estrógenos y la progesterona necesario para la preparación del endometrio de cara a la implantación.
La colocación de un dispositivo intrauterino (DIU) suele interferir con la implantación al provocar una
reacción inflamatoria local. Algunos DIU contienen progesterona, que es liberada lentamente y que
interfiere con el desarrollo del endometrio de manera que no suele producirse la implantación. Otros
DIU tienen una envoltura de cable de cobre, el cual tiene efectos tóxicos directos sobre los
espermatozoides y también provoca que las células endoteliales uterinas produzcan sustancias toxicas
para los espermatozoides.

RESUMEN

Al inicio de la segunda semana el blastocisto está parcialmente incluido en el estroma endometrial. El


trofoblasto se diferencia en: una capa interna en proliferación activa, el citotrofoblasto, y una capa
externa, el sincitiotrofoblasto, que erosiona los tejidos maternos. Para el día 9 se desarrollan lagunas en
el sincitiotrofoblasto. De manera subsecuente, los sinusoides maternos son erosionados por el
sincitiotrofoblasto, la sangre materna ingresa a la red lacunar, y para el final de la segunda semana se
establece una circulación uteroplacentaria primitiva. El citotrofoblasto, entretanto, forma columnas
celulares que penetran al sincitio y se mantienen rodeadas por éste. Estas columnas son las vellosidades
primarias. Al final de la segunda semana el blastocisto está completamente implantado y el defecto
en la superficie mucosa ha cicatrizado.

Al mismo tiempo la masa celular interna o embrioblasto se diferencia en: el epiblasto y el hipoblasto,
que en conjunto integran el disco bilaminar. Las células del epiblasto dan origen a los amnioblastos
que recubren la cavidad amniótica por encima de la capa epiblástica. Las células del hipoblasto se
encuentran en continuidad con la membrana exocelómica, y juntas circundan al saco vitelino
primitivo. Para el final de la segunda semana el mesodermo extraembrionario ocupa el espacio
ubicado entre el trofoblasto y el amnios, así como la membrana exocelómica en la región interna.
Cuando se desarrollan vacuolas en este tejido se genera el celoma extraembrionario o cavidad
coriónica. El mesodermo extraembrionario que cubre al citotrofoblasto y al amnios corresponde al
mesodermo somático extraembrionario; la cubierta que rodea al saco vitelino es el mesodermo
esplácnico extraembrionario.

La segunda semana del desarrollo se conoce como la semana “de los dos”

1. El trofoblasto se diferencia en dos capas: citotrofoblasto y sincitiotrofoblasto.


2. El embrioblasto forma dos capas: epiblasto e hipoblasto.
3. El mesodermo extraembrionario se divide en dos hojas: somática y esplácnica.
4. Se forman dos cavidades: el saco amniótico y el vitelino.

La implantación tiene lugar al final de la primera semana. Las células del trofoblasto invaden el epitelio
y el estroma endometrial subyacente con ayuda de enzimas proteolíticas. La implantación también es
posible fuera del útero, como en la bolsa rectouterina, sobre el mesenterio, en una tuba uterina o en el
ovario (embarazos ectópicos).

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