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INSTITURO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE CONTINUA Y TÉCNICA DE PIRANÉ.

PROFESORADO DE EDUCACION PRIMARIA. Año 2010.


PRÁCTICA PROFESIONAL I I.

LA REIFICACION DEL ORDEN INSTITUCIONAL Y SUS ROLES.

La reificación es la aprehensión de fenómenos humanos como si fueran cosas, vale


decir, en términos no humanos, o sobrehumanos. Se puede expresar de otra manera
diciendo que la reificación es la aprehensión de los productos de la actividad humana
como si fueran algo distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza,
como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina. La
reificación implica que el hombre es capaz de olvidar que el mismo ha creado el mundo
humano. El mundo deificado es, por definición, un mundo deshumanizado, que el
hombre experimenta como facticidad extraña.
La reificación puede describirse como u paso extremo en el proceso de objetivación,
por el que el mundo objetivado pierde su comprensibilidad como empresa humana y
queda fijado como facticidad inerte, no humana y humanizable. El hombre, productor
de un mundo, se aprehende como su producto y la actividad humana como
epifenómenos de procesos no humanos. Los significados humanos no se entienden
como productores de un mundo, sino, a su vez, como producidos por la “naturaleza de
las cosas”. Debe destacarse que la reificación es una modalidad de la conciencia.
Aunque aprehenda el mundo en términos reificados, el hombre sigue produciéndolo, o
sea que paradójicamente, es capaz de producir una realidad que lo niega.
El orden institucional, tanto en conjunto como segmentado, puede aprehenderse en
términos deificados. La receta básica para la reificación de las instituciones consiste en
concederles un status antológico independiente de la actividad y la significación
humana. Por medio de la reificación, el mundo de la s instituciones parece fusionarse
con el mundo de la naturaleza, se vuelve destino, y se vive íntegramente como tal, con
alegría o tristeza según sea el caso.
Los roles pueden deificarse al igual que las instituciones. El rol se aprende como un
destino inevitable en el cual el individuo puede alegar que no le cabe responsabilidad
alguna. Ejemplo: “no tengo opción en este asunto. Tengo que actuar de esta manera
debido a mi posición” (como marido, padre, general, arzobispo, presidente del
directorio, hampón, verdugo, o lo quesea).

Berger, Meter. Luckman, Thomas. (1972). La construcción social de la realidad.


Amorrortu. Buenos Aires. Cap. II. Pags. 116-119.

EL MOVIMIENTO INSTITUCIONAL

La institución es en principio un objeto cultural que expresa cierta cuota de poder social.
Nos refiramos a las normas-valor que adquieren fuerza en la organización social de un
grupo o a la concreción de las normas-valor en establecimientos, la institución expresa
la posibilidad de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento individual.
El nacimiento y acontecer del sujeto humano se produce en una trama de relaciones y
sucesos pautados por instituciones de diverso nivel de generalidad y pregnancia que,
paulatinamente y por el proceso de socialización, pasan a formar parte del interior de la
subjetividad y a funcionar como un regulador social interno.
La potencia reguladora (del comportamiento individual y grupal) de las instituciones
internalizadas deviene de dos hechos.
a) las interiorizaciones mas profundas se hacen el los primeros periodos de vida,
ahí donde el ser humano es mas indefenso y se parece mas a un primitivo
aterrado frente al poder devastador de la naturaleza.
b) Las normas que tienen mayor vigencia en un grupo social se presentan al
individuo de manera múltiple.
Violar los marcos que establecen las instituciones, desviarse de ellas, contestarlas
críticamente, no acarrean solo el riesgo del castigo externo e interno de la autoridad.
Significan, además, correr el peligro de ser desmembrado del cuerpo social y también (y
peor aún) de derivar hacia una posición irreversible de extranjero.
Cuando el poder regulador de las instituciones internalizadas fracasa, el conjunto ejerce
su poder de vigilancia y castigo a través de las formas sociales encargadas de la
protección de lo establecido.
Es esquema descriptivo utilizado hasta aquí es el siguiente:
 Un conjunto de sujetos y su particular forma de organización, que les
permite asegurar las necesidades básicas para subsistir,
 Un conjunto de producciones culturales que procuran sostener esta
organización porque ha demostrado ser útil.
 Un proceso que posibilita este sostén, la socialización, y otros que acuden
a apoyarlo en sus efectos, los del control social,
 Una tensión inevitable entre los deseos de los individuos y la necesidad de
amoldarlos a la forma social admitida,
 Otro conjunto de producciones culturales destinadas a convencer y
generar la decisión que exige el sacrificio del deseo individual en pro de la
estabilidad colectiva.

Si dejáramos la descripción aquí, solo habríamos captado la superficie de los fenómenos


que queremos comprender. Incluyamos un nivel de complejización.
El conjunto social no es homogéneo. Dentro de el se diferencian grupos y sectores que
reivindican su derecho al usufructo de una mayor cuota de bienes sociales: mas espacio,
mas alimento, amas objeto, mas poder para manipular cosas y personas, mas acceso a
conocimientos y secretos, mas símbolos que certifiquen estos mayores derechos. Estos
grupos conquistan –en general a través de medios cruentos- el usufructo de estos
derechos, y producen explicaciones que los justifican, en general enraizados en
elementos míticos, mágicos, religiosos.
Tales explicaciones conforman una trama que encubre la violencia de la expropiación
de derechos en el origen de las diferencias, y las deja establecidas en un orden natural
que no se cuestiona.
Y nos hallamos entonces frente a otra tensión inevitable: la que se establece entre los
grupos y sectores con diferentes posición respecto de esos derechos especiales, y frente
a otro conjunto de producciones culturales: las que procuran quitar peligrosidad a la
tensión, encubriendo las diferencias, justificándolas por algún hecho o razón ajenos a la
voluntad de los mas poderosos, otorgándoles algún valor especial en vista de alguna
meta o proyecto mas general.
Desde este nivel de complejización de nuestra descripción, las instituciones que
preservan la subsistencia del conjunto social son también maneras de preservar la
particular forma como se ha distribuido el poder para el uso privilegiado de bienes
económicos, sociales y culturales.

Fernández, Lidia. (1998). Las instituciones educativas. Dinámicas institucionales en


situaciones críticas. Paidós Buenos Aires. Primera parte. Pags. 17-19.

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