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SOMOS UN NUEVO PUEBLO EN CRISTO

EFESIOS 2:14-22

INTRODUCCIÓN:
El domingo pasado leímos que, en la sangre de Cristo, hemos sido unidos, tanto judíos como
gentiles. Pablo mostrará que esta unión no es solo para nuestro bien sino para un proposito mayor. El
estar unidos unos con otros era la voluntad de Dios, pero no solo para disfrutar de esto, sino porque
por medio de esta unión, Cristo haría algo nuevo.
Cristo después de destruir lo que había, edificará algo nuevo. Ahora veremos a Cristo derribando los
muros de hostilidad para levantar un templo de santidad para Dios.

1. Cristo nos ha unido unos con otros.


Desde el tiempo de los profetas se nos hablaba del Mesías como el “príncipe de Paz” (Is. 9:6). Él
traería una verdadera paz sobre la tierra. Zacarías nos dice que Él “hablaría paz a las naciones” (Zac.
9:10). Es decir, no solo traería paz, sino que Él mismo extendería este mensaje de paz.
Cristo nos ha unido unos con otros, primero….
1.1 Derribando el muro que nos dividía: La ley
Efesios 2:14 “Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la
pared intermedia de separación”
Cristo mismo con Su sacrificio derribo el muro de hostilidad que separaba a judíos y gentiles. Por
esto el Reino de Dios está abierto para todos aquellos que se arrepientan y crean en Él más allá de su
procedencia, etnia, edad, pasado, etc.
No puede haber unidad cuando algo nos divide. Ahora todos los que creen en Él pueden disfrutar de
Su salvación y de las promesas destinadas para los hijos de Dios. Pero para al derribar este muro,
paso algo decisivo: Cristo inhabilito o abolió la ley.
Efesios 2:15 “poniendo fin a la enemistad en Su carne, la ley de los mandamientos expresados
en ordenanzas…”
El muro que separaba, eran los rituales y leyes con las cuales los judíos discriminaban a los gentiles.
Cristo, mediante su muerte abolió esto. Esta ley pedía un nivel de perfección inalcanzable que ni los
fariseos podían cumplir, más allá de esto, fallaron en lo más importante: no conocer ni mostrar el
corazón de la ley. (la ley debía guiarnos al Mesías)
Romanos 7:4,6 “Por tanto, hermanos míos, también a ustedes se les hizo morir a la ley por medio
del cuerpo de Cristo, para que sean unidos a otro, a Aquel que resucitó de entre los muertos, a fin
de que llevemos fruto para Dios…. Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a
lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la
letra.”
En la cruz Él fue hecho pecado y soporto la maldición de la ley contra el pecado. Gracias a Su
sacrificio, hemos muerto con Él a la ley. Somos libres de la ley. Nuestra sentencia de muerte eterna,
por transgredir la ley de Dios, ha sido cancelada.
Esto es posible solo si hemos creído en el sacrificio de Cristo. Nuestra unión con Él significa que
nuestro castigo ha sido pagado y la ley no puede reclamar nada, somos perdonados.
Los judíos pensaban que solo guardando la ley podían ser salvos. Solo importaba lo que debían hacer
y lo que no. Cristo anulo esto. Ahora los gentiles y judíos pueden ser salvos por un nuevo pacto, en
el cual solo la fe verdadera en Cristo es el medio para ser reconciliados y estar en comunión con
Dios. Pero hay algo que no debemos olvidar: Estar muertos para la ley significa estar vivos para
Dios. Toda persona naturalmente vive para sí misma, para sus deseos, el cristiano no vive así, sino
dice: “Ya no vivo yo más Cristo vive en mi” (Gal 2:20).
Cristo destruyo este muro que nos separaba, para que podamos vivir en unidad en Él. Pero Cristo
también nos unió…
1.2 Creando un nuevo pueblo en Él.
Efesios 2:15b “para crear en Él mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz,”
La pared de separación entre judíos y gentiles fue derribada, la ley fue invalidada para que, de ambos
pueblos, sea creado uno nuevo en Cristo. Todos los que están en Cristo son un solo pueblo. La
iglesia es un solo cuerpo y Cristo es la cabeza de este nuevo cuerpo. Es un nuevo pueblo, que se
distingue por su unidad y su mensaje de paz. Somos un pueblo creado en Cristo para vivir en paz y
para llevar este mensaje a otros.
Efesios 2:19 “Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos
de los santos y son de la familia de Dios”
Ahora en Cristo somos miembros del mismo pueblo. Muchas veces el pueblo de Israel trataba a los
extranjeros como una clase inferior, aun los que vivián en Jerusalen. Ahora los gentiles, es decir,
nosotros, sea donde sea que vivamos físicamente, espiritualmente somos parte del pueblo de Dios.
Pero también somos de la misma familia de Dios, “miembros de la casa de Dios”. Es un privilegio
poder vivir en la familia de Dios, con el amor y la comunión que eso implica.
Hebreos 12:22-23 “Ustedes, en cambio, se han acercado al monte Sión y a la ciudad del Dios vivo,
la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos
que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya
perfectos,”
Ahora tenemos una familia internacional eterna. Somos familia de creyentes en Europa, Medio
Oriente, Asia, etc. Lo somos también de creyentes que vivieron hace 1000 años, así como también de
los que serán creyentes en los años por venir.
Somos una asamblea donde todos vivimos adorando en unidad tanto en el cielo como en la tierra.
Es por esto por lo que somos llamados a ser un ejemplo de personas que viven en comunidad,
dedicadas a adorar a Dios en cada área de su vida, demostrando la reconciliación que Cristo ha
traído, mostrando amor, perdón y gracia. Entonces, Cristo no solo nos ha unido unos con otros, sino
que también…
2. Cristo nos ha unido con el Padre.
Para esto, Cristo nos ha…
2.1 Reconciliado con Dios
Efesios 2:16 “y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo
dado muerte en ella a la enemistad.”
No solo había un muro de hostilidad entre los judíos y los gentiles, sino que también entre ambos
pueblos y Dios. Este muro fue demolido también por medio de Su muerte.
Colosenses 1:21 nos dice que: “… eran de ánimo hostil, ocupados en malas obras”.
Nuestra mente y voluntad se rebelan contra Dios. Dice la Palabra que éramos hostiles a Él, lo
rechazábamos naturalmente. Agregando a esto, nos ocupábamos en malas obras, es decir,
adorábamos a alguien o algo más que no era Dios. ¿Ves esto regularmente en tu vida hoy? Es
momento de arrepentirse y creer en Él.
Este muro de hostilidad ha sido derrumbado por la muerte de Cristo. La justicia divina quedo
satisfecha en el momento que Cristo cargo con nuestros pecados, siendo Él sin pecado, tomo en la
cruz el castigo que Su pueblo merecía. Ahora como un solo pueblo, hemos sido reconciliados con el
Padre.
Es importante recordar que esta reconciliación es algo que Cristo hizo para Su Pueblo. Muchas veces
puedes pensar que, ya que la salvación es individual, lo que importa es lo que yo haga o como yo
esté, pero esa nunca es la forma de pensar de un creyente. Los creyentes piensan en comunidad y dan
gracias a Cristo por Su obra por toda la Iglesia. Cristo no solo nos reconcilio, sino que Él mismo ha
traído este mensaje…
2.2 Anunció el evangelio de reconciliación.
Efesios 2:17-18 “Y VINO Y ANUNCIÓ PAZ A USTEDES QUE ESTABAN LEJOS, Y PAZ A
LOS QUE ESTABAN CERCA. Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos
nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.”
Isaías (57:19) profetizo que algún día la paz de Dios sería proclamada para los de cerca y los de
lejos. Los cercanos eran el pueblo judío y los lejanos, nosotros, los gentiles. Solo mediante el
evangelio de Cristo, el Espíritu reúne a los gentiles y judíos que creen, como el verdadero Israel ante
el Padre.
Somos guiados a la presencia del Padre, por el Espíritu, gracias a la obra de Cristo.
Hechos 10:36 “Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por
medio de Jesucristo; este es Señor de todos.”
Es importante recordar que Jesús no fue físicamente a todos los lugares a anunciar Su evangelio,
pero si lo hizo y lo hace a través de mensajeros, quienes llevan el Evangelio a todo lugar. Cristo hizo
posible nuestra salvación y reconciliación y la sigue extendiendo por medio de Su Iglesia.
2 Corintios 5:18b “nos reconcilio consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la
reconciliación…”
La reconciliación con Dios es la restauración de la comunión en amor con la Trinidad, la cual se
renueva cada día mediante el arrepentimiento y la fe. Al recibir esta reconciliación, hemos sido
enviados con este mensaje hacia otros que no lo han escuchado aún o que quizás no han escuchado el
correcto. Quizás han escuchado una parte del mensaje (católicos) pero no todo. Somos un nuevo
pueblo con un mensaje claro. Cristo no solo nos une unos con otros y con el Padre, sino que Él está
formando de nosotros un templo.

3. Cristo hace de nosotros un templo.


Pablo explicará como Cristo extiende y fortalece Su Iglesia mediante el ejemplo de una edificación:
un templo.
3.1 Fundamentados en la Palabra
Efesios 2:20 “Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas…”
Hay un solo fundamento, la Palabra de Dios. Este fundamento es la base de la vida de un creyente y
de la Iglesia. El decir apóstoles y profetas, es hablar de ambos Testamentos. Los apóstoles y profetas
recibieron la revelación de Dios en un tiempo determinado. ¡Aquel periodo de revelación divina
termino en el primer siglo de nuestra era! Luego se fue consolidando en este Libro, llamada Biblia.
Tenemos un solo fundamento firme y ese es la Palabra. La verdadera iglesia de Dios solo se
fundamentará en la Palabra, sin añadir nuevas revelaciones, sino comprendiendo con mayor
profundidad lo que la Biblia dice y al aplicar con mayor fidelidad sus enseñanzas en nuestras vidas y
la Iglesia.
Gálatas 1:8 NTV “Si alguien—ya sea nosotros o incluso un ángel del cielo—les predica otra
Buena Noticia diferente de la que nosotros les hemos predicado, que le caiga la maldición de
Dios.”
Las nuevas revelaciones son incontrastables y fruto de un poder espiritual maligno, según la palabra
de Dios. Es nuestra responsabilidad fundamentar nuestra vida en el consejo fiel que proviene de la
Palabra de Dios. Por medio de ella, nuestro Señor nos inspira, exhorta, anima, enseña y disciplina.
Por medio de ella podemos experimentar una relación viva con Él. Pero no solo estamos
fundamentados en la Palabra, también estamos…
3.2 Establecidos en Cristo
Efesios 2:20b-21 “siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien
ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”
El personaje principal de la Palabra es Cristo. Él es la “piedra angular”. La piedra angular era
probablemente una piedra grande en la base del templo, colocada en la esquina y que determinaba la
posición de dos paredes o la piedra en la parte superior que une al edificio. En cualquiera de los dos
casos, era una piedra que determinaba la correcta dirección y alineación de la edificación. Cristo
determina la dirección y la alineación del Templo de Dios, Su Iglesia.
Necesitamos fijar nuestra vida y la iglesia en la roca principal que es Cristo, Él debe ser siempre
nuestro objetivo, nuestro Centro. Todos nuestros esfuerzos siempre deben estar enfocados en hacerlo
todo para la gloria de Dios y para que Cristo sea conocido y exaltado. Si perdemos este enfoque en
nuestras vidas o iglesias, todo será un desastre.
Necesitamos estar de acuerdo y unidos en esto: Cristo es el centro y el proposito de la Iglesia. Si es
así, realmente seremos un Templo Santo en el Señor y para Él. Los salmos nos hablan del Mesías
como la piedra angular.
Salmos 118:22 “la piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del
ángulo”
El Mesías fue desechado por los más poderosos, pero es exaltado a la diestra del Padre. Para nuestro
orgullo natural pecaminoso y diabólico es ilógico que un libertador sea humillado, pero para los que
han nacido de nuevo es la base de su esperanza. Nuestro salvador es también nuestro ejemplo, vida,
pastor, protector, guía y camino. Él debe ser nuestro objetivo si anhelamos crecer como un templo
santo para Dios. Pero también necesitamos estar…
3.3 Edificados en unidad y en el Espíritu.
Efesios 2:22 “En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu.”
Somos “juntamente edificados”, esto es, en unidad. No hay posibilidad de que crezcamos uno
independientemente del otro. En la iglesia de Dios, Su familia, nos necesitamos. Necesitamos las
palabras sabias de aquellos avanzados en la fe y necesitamos ayudar a los nuevos. Debemos animar a
los que se han apartado y alegrarnos por aquellos que están avanzando. Exhortar a los que se
desvían, y mostrarles el amor de Dios.
Solo así podemos ser una morada de Dios. Unidos, sin divisiones. Hay diferentes comunidades en la
Iglesia, pero somos una sola iglesia. Si las comunidades de adultos no se preocupan por la
comunidad de niños, todo se va derrumbando, si la comunidad de Jóvenes no se preocupa por los
Adultos, también. Y así con todas las comunidades. Si hay comunidades a las cuales apoyamos muy
poco o nada, debemos reenfocarnos. Y también necesitamos preocuparnos por las misiones, nuestra
iglesia en Trujillo debería ser Luz en otros distritos, departamentos y países. ¿Lo somos? ¿Pensamos
en todo esto? ¿o solo me preocupa mi grupo pequeño o a veces ni ellos? Una advertencia.
1 Corintios 3:16-17 “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita
en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios
es santo, y eso es lo que ustedes son”.
Este verso no está hablando de nuestro cuerpo como templo de Dios, sino de la Iglesia como el
Templo de Dios. El destruirlo es dividirlo, y a los que lo hagan, Dios mismo los destruirá porque al
hacer esto demuestran que están apartados de Dios.
Dios vive en Su Pueblo por medio del Espíritu, y el Espíritu no se moverá con libertad donde hay
división. Somos templo de Dios colectivamente, no olvidemos esto, no se trata solo de nosotros, sino
de todo el pueblo de Dios. Si no te importa la iglesia o la divides, es altamente probable que tu
corazón este lejos del Espíritu verdadero de Dios.

CONCLUSIÓN:
Quiero que reflexiones en esto. Vivíamos lejos del Pueblo de Dios, de sus promesas. Pero ahora
hemos sido incluidos por medio de la Sangre de Cristo y en Él. Hemos sido unidos con otros
creyentes en este nuevo y maravilloso edificio espiritual llamado Iglesia, donde disfrutamos de
nuestra reconciliación con el Dios Creador. Con nuestro Padre Celestial. Somos Su Familia.
Pero para seguir disfrutando de esto, requiere también de nosotros. Tienes que entender lo que Cristo
ha hecho para que vivas en comunidad, solo así puedes ser edificado, solo así puedes crecer y
servirle.
Quizás no entiendes esto porque tu corazón se ha enfriado, pero quizás no lo entiendes porque no has
nacido de nuevo. No hay arrepentimiento ni fe en tu vida y tienes un castigo seguro en el infierno.
Hoy es el momento de poder venir a Cristo si anhelas hacerlo. Y si eres creyente hoy día es el
momento de arrepentirte si no has prestado atención a la comunidad de creyentes. Si lo has estado
haciendo, sigue esforzándote más por la familia eterna que Dios te ha dado, y por todos aquellos que
formaran parte de ella. Cristo pago con Su sangre por este Pueblo, Su Iglesia.

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