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Los 10 mandamientos de las guías

europeas 2018 de Hipertensión en


Adultos
Bryan Williams, MD FESC Giuseppe Mancia
European Heart Journal, Volume 39, Issue 33, 1 September 2018, Pages 3007–
3008,https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehy439
Published: 04 September 2018

Estas nuevas guías de hipertensión arterial que fueron largamente esperadas (al igual que
las americanas en su momento) finalmente vieron la luz en Barcelona en el contexto del
Congreso de la Sociedad Europea de Hipertensión (ESH). Las mismas fueron desarrolladas
en conjunto con la Sociedad Europea de
Cardiología (ESC).
Estas guías proveen recomendaciones
para diagnosticar, evaluar el riesgo y
determinar cuándo y cómo tratar la
hipertensión arterial, tanto con cambios
del estilo de vida como con medicación.
En este sentido, difieren en varios
puntos con respecto a las americanas.

• Definición de hipertensión: Elevación persistente de la tensión arterial sistólica de


consultorio ≥140 mmHg y/o una diastólica ≥90 mmHg con su equivalente en el
monitoreo ambulatorio de 24h con una tensión media ≥ 130/80 mmHg o el
monitoreo domiciliario con una media ≥135/85 mmHg. Aquí en el primer
mandamiento de la definición y los puntos de corte se encuentra la gran diferencia
o el gran “pecado permitido” con respecto a las guías escritas del otro lado del
atlántico.

• Screening y diagnóstico de hipertensión: Los programas de búsqueda deben ser


establecidos para asegurar que las cifras de tensión arterial de consultorio sean
medidas en todos los adultos al menos cada 5 años y más frecuentemente en
aquellos con presión normal/alta. Cuando se sospeche el diagnóstico, el mismo
debe ser confirmado por varias mediciones de consultorio en diferentes momentos
o por registros ambulatorios de 24h o por registros en el domicilio.
• Cuando considerar iniciar tratamiento farmacológico: Para aquellos adultos con
hipertensión grado 1 (tensión de consultorio 140-159/90-99) y una edad por encima
de los 80 años se debe iniciar tratamiento luego de un período de cambios de estilo
de vida solamente. Para aquellos pacientes de alto riesgo cardiovascular con
hipertensión grado 1 o pacientes con grados más altos (ej: grado 2 ≥160/100) el
tratamiento farmacológico debe ser iniciado inmediata y simultáneamente con los
cambios del estilo de vida.

• Consideraciones especiales para pacientes frágiles o añosos: Para aquellos


mayores de 80 años que todavía no recibieron tratamiento farmacológico, este debe
ser considerado con valores ≥160 mmHg. Para aquellos pacientes frágiles y añosos
la decisión debe ser tomada de acuerdo con el juicio clínico y las expectativas de
beneficio de acuerdo con cada paciente en particular. La indicación de tratamiento
nunca debe ser negada basándose solamente en la edad.

• ¿Cuánto debemos bajar la tensión arterial?: Lo ideal sería alcanzar una tensión
arterial sistólica <140 mmHg en todos los pacientes tratados, incluyendo los
pacientes añosos en buen estado general que toleran bien la medicación. El objetivo
de 130 mmHg debe ser considerado para la mayoría si el tratamiento es bien
tolerado. Incluso valores menores a 130 pueden ser considerados, pero solamente
en pacientes jóvenes y nunca en mayores de 65 años. Valores similares están
recomendados para pacientes diabéticos. Un objetivo de 120 mmHg de tensión
sistólica no justifica el costo/beneficio. La tensión diastólica de consultorio debe
tener un objetivo <80 mmHg.

• Modificaciones del estilo de vida: El tratamiento de la hipertensión incluye


rigurosamente cambios en el estilo de vida además del tratamiento farmacológico.
Las intervenciones sobre el estilo de vida son importantes, ya que pueden retrasar
la necesidad de tratamiento farmacológico o complementar su efecto. La restricción
del sodio, el consumo moderado de alcohol, la alimentación saludable, el ejercicio
regular, el control del peso y la cesación del hábito tabáquico tienen beneficios en la
salud que exceden por mucho al simple control de la tensión arterial.

• Iniciar tratamiento con 2 drogas en la mayoría: La monoterapia es usualmente


inadecuada para la mayoría, especialmente con estas nuevas guías que bajaron los
objetivos con respecto a las guías previas. El tratamiento con dos drogas debe ser
considerado el tratamiento habitual para la hipertensión. La única excepción se
limita a aquellos pacientes que se encuentran apenas por encima del límite y que el
objetivo puede ser alcanzado con una sola droga y en aquellos pacientes frágiles o
muy añosos en los que una reducción más prudente podría ser más adecuada.

• Una sola pastilla: La pobre adherencia al tratamiento está directamente relacionada


con el número de medicaciones prescriptas y es el mayor factor para un mal control.
Una sola pastilla que combine 2 drogas es ahora la estrategia inicial de elección, o
incluso una pastilla que combina 3 drogas cuando sea necesario debe ser
considerada. Esto puede controlar las cifras en la mayoría de los pacientes y mejorar
la adherencia para que los resultados a largo plazo sean los deseables.

• Simplificar el algoritmo de tratamiento: una combinación de un inhibidor de la


enzima de conversión o un bloqueante del receptor de angiotensina combinado con
un bloqueante de los canales de calcio o un diurético de la familia de las tiazidas.
Los betabloqueantes deben ser utilizados solo cuando existe una indicación
específica como control de la angina de pecho, post infarto agudo de miocardio,
insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida o cuando sea necesario el
control de la frecuencia cardíaca.

• Manejo del riesgo cardiovascular en pacientes hipertensos: Los pacientes


hipertensos frecuentemente tienen factores de riesgo concomitantes. La terapia
con estatinas debe ser utilizadas en pacientes hipertensos con enfermedad
cardiovascular establecida o un riesgo cardiovascular moderado o alto de acuerdo
con los scores. El uso de estatinas también puede ser beneficioso en pacientes
hipertensos con riesgo bajo a moderado. La terapia antiplaquetaria
(específicamente bajas dosis de aspirina) está claramente indicada para prevención
secundaria pero no está recomendada para prevención primaria (pacientes sin
evidencias de enfermedad cardiovascular).

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