You are on page 1of 8
16 Daniel Ricci transita, la vive y en algunos casos, nos olvidamos que es una persona que piensa siente, teniendo dificultad para expresar lo que le sucede. Es precisamente con el Rol de Acompafante Terapéutico, donde se contiene acomipa- fando, intentando que ese Sujeto pueda disminuir su pro- blemdtica, trabajando con su familia y otros profesiona~ les de su entorno, es decir, interdiscipli-nariamente para mejorar su calidad de vida. El pasaje de las paginas permitird entender al Sujeto, pasando por distintas temdticas, desde la Historia del Acompaiiante Terapéutico, sus Funciones, sus diferen- cias con el Cuidador Domiciliario, Neurosis y Psicosis, Discapacidad, Adicciones, etcétera. No se queda solo con la teorta, dado que figuran casos empiricos en los que el autor es protagonista asiste, Lic. Laura Gavensky Psicéloga (UBA) Capitulo 1 Historia del AcompafiamientoTerapéutico Para introducir al desarrollo de la temética del Acom- pafiamiento Terapéutico es importante hacer un breve re- corrido hist6rico acerca de los orfgenes de este rol, y las. condiciones que posibilitaron el surgimiento de su figura yrreferimos, luego, al gran auge que tuvo en Argentina en las tiltimas dos décadas. Las condiciones temporales, sociales, histéricas, cul- turales, econémicas y politicas son las que permiten el surgimiento de esta préctica en los afios 70's, frente a un paradigma que ya no podia sostenerse en la clinica psi- quidtica tradicional. Es necesario, entonces, ubicar el surgimiento del AT en determinado contexto, para poder entender, asimis- ‘mo, el por qué de su auge en Argentina a partir de sus primeros desarrollos. La historia nos permite hacer este movimiento hacia cl pasado, viajar a otros tiempos, comprender por qué esta- mos parados hoy en determinada posicién y qué coyun- turas hemos tenido que atravesar para llegar a constituir esta profesién enmarcada en el 4mbito de la salud mental. PORORA SPR PPP RHORRDROBRAAORAHALAAanaA~ PLS STS FS DIS DWI! » , . | } b ' ’ , ’ ; 18 Daniel Ricci Se analizardn las concepciones precedentes acerca de la locura y su forma de abordaje desde la psiquiatria tra- dicional; précticas y concepciones que serfan hoy impen- sadas e inaplicables en el nuevo panorama hist6rico-so- cial, Es entonces, como podemos afirmar que el Acompa- fiante Terapéutico surge en el campo de la Psiquiatria fren- te auna crisis que necesitaba permitirse innovar; era ne- cesaria la apertura al ambiente social del sujet que éste no quedara restringido a un consultorio u hospi tal. Siguiendo a Tomas Kuhn', se produjo -como ocumre en el desarrollo de toda ciencia~ una serie de problemas (0 anomalfas) que no podfan ser resueltos con los méto- dos tradicionales, lo que llevé a poner en duda la eficacia del paradigma vigente y entrar en una etapa de crisis; es allf en donde podemos ubicar los orfgenes del Acompa- fiante Terapéutico. 1.1. GLaBeRActON? 0 NUEVA FORMA DE EIERCER PODER? Haremos alusién a los comienzos de la Psiquiatrfa, ya gue nos hemos referido a una ruptura de su paradigina clisico fundante, con su consecuente visién de la locu- 7 y su tratamiento a nivel institucional, en los Famosos intemmados como asilos 0 manicomios. Para ello, tomare- mos al fil6sofo francés Michael Foucault’, una figura su- mamente importante del siglo XX en las Ciencias Socia- les, que realiz6 valiosos aportes a la temdtica de la locura en su aspecto historiogréfico y fue sumamente critico, Con su andlisis hist6rico pretende mostrar que las ins tuciones con las cuales conviviinos cotidianamente, y que Se nos presentan como algo “natural”, son construccio- r Acompafiamiento terapéutico ». nes hist6ricas. Lo mismo podemos decir de la locura; el valor est4 en la apuesta por su desnaturalizaci6n, no se trataria de una condicién “natural” de desventaja, sino de una construccién social a través de relaciones de sa- ber-poder. Toda la temética girard en torno a estas rela- ciones dialécticas, cuestiones trabajadas profundamente por Foucault, pues el poder que tienen determinados su- jetos en un momento histérico les permite la legitima- ccidn de saberes, los cuales, asu vez, generan poder sobre los sujetos, volviéndolos déciles y obedientes. Pero hagamos un breve recorrido por la historia de la ocura tal como la concibe Foucault. El nos habla del “Gran encierro” que se produce en la época clésica (si- 5, glos XVII y XVII, de la incorporacién enum espacio institucional de locos, delincuentes, pobres; todos aque-\, ‘OS qué se considera que se desvian de los esténdares de Ja sociedad. Instituciones de encierro proliferan y se ex- panden por toda Europa, el encierro se generaliza, el loco queda estigmatizado de “inutilidad social”, recibiendo los peores tratos como, por ejemplo, el encadenamiento. En sintesis, en el perfodo clésico el loco era encerrado en manicomios, hospitates generates, ctctiera, no part Ob- tener alguna cura sifio para @xéluir su presencia del resto de la sociedad. HD eye er ae ‘Difemos que la mayor parte de los autores sefialan como escena fundante de la Psiquiatrfa y.como persona- je central al médico francés Phil ippé Pinslsuuien se de- dicé al estudio de las enfermedades mentales. Es asf, que se sefiala a Francia como el lugar de origen de esta disci plina, a partir del desarrollo de la préctica y los saberes médicos especializados. El reconocimiento que se ha hecho de Pinel ha sido la liberaci6n de los alienados, sa- yp ~oW 20 Daniel Ricci car sus cadenas y permitit un trato de mayor respeto y humanidad. Su modo de abordaje ha sido reconocido como “tratamiento moral”, teniendo en cuenta que mar- 6 una ruptura cof Tos maltratos y consideré que debia ttatérselos con mayor dignidad, sin castigos corporales ni cadenas, como se acostumbraba a hacer. Con Pinel, cobrard un lugar importante la iristitucién para el trata- miento de la locura desde otra metodologfa. Cabe desta- car que, nos encontramos frente al contexto de la Revo- lucién Francesa (Libertad, i inéluso Pinel participé de ella; liberacién de las cadenas, Por un lado, pero institucionalizacién por el otro. Es en- ToHGES;" Como Foucault diferencia la época clésica de la moderna, caracterizada esta titima por la “ilusién de la liberacién del loco” por Pinel y su proyecto de medicar. Esta es una ilusi6n porque pese a que se considera el pro- yecto de Pinel dentro de una l6gica Humanista (esto no quiere decir que no se reconozca el nuevo trato hacia los, alienados), estos sujetos serén igualmente intemados en asilos, donde s¢'préteridé éiGontrar su cura por parte de 168 médicos especialistas. Espacios en donde se encierra a lo “diferente” pues, la diferencia no es bien tolerada por la sociedad moderna, que marca rigidos parémetros entre lo normal y lo patolégico. Espacios que retinen di- versos individuos en un mismo lugar cuya singularidad queda oscurecida y opacada. Es decir, se apunta més bien al control, al dominio, y no a fa recuperacién. Para Foucault, no se necesitard ya de la violencia ni del mal trato, pero nos encontramos en las sociedades moderas con otro tipo de dominacién y control de los cuerpos: las disciplinas. Y al respecto afirma: “Como verdn, en realidad esta escena de la libera- Acompafiamiento terapéutico a cién no es ~ya se sabe desde luego- exactamente una escena de humanismo; pero creo que se la puede anali- zar como una relaci6n de poder o bien como la transfor- ‘macién de cierta relacién de poder que era de violencia la prisién, la celda, las cadenas (...)~ en una relacién de sujecion, que es una sujecién de disciplina™. Al referirse a las disciplinas hace hincapié en un po- der que se aferra a los cuerpos, tomando en cuenta sus gestos, comportamientos, habitos, palabras; es un con- trol constante y una manipulacién sobre los cuerpos, im- poniendo una relacién de docilidad-utilidad. Segin R. Huertas, en “El poder psiquidtrico”, Foucault explica las diferencias entre el poder soberano y el poder disciplina- tio: “Lo que caracteriza al régimen de disciplina moder- no es la manera en que la coaccién mediante violencia ha sido sustituida, en gran medida, por el mds amable cuerpo de la administracién, por expertos cientificamente preparados y, en definitiva por la exhibicién piiblica de poder mediante el despliegue imperceptible de técnicas basadas en un conocimiento detallado de sus objetivos”. Esasi, como desde esta concepcién, el dispositivo dis- ciplinario asilar construye saberes, como nosografias y clasificaciones psigitidiricas, modalidades terapéuticas, etcétera, que permiten ejercer poder sobre los sujetos con- siderados “anormales”. ~ Desde la reflexién de Foucault, el loco queda ausente de palabra; Io determinants serd la mirada desde el sa- ‘béi-poder psiquidtrico, hasta la legada del Psicoandlisis JOE OtzAS Corrientes que introduciran CAMBIOS Tmipor- tantes. RLLLLS St ererereeeererecerecoeecoanns b ~~ KN OOO OOS 2 Daniel Ricci 1.2. UN MoDELO EN cRisis, ANTECEDENTES ¥ CONDICIONES QUE POSIBILITAN EL SURGIMIENTO DEL AT Como hemos afirmado al comienzo, el Acompafiante Terapéutico surge en el seno de una crisis del campo de Ja psiquiatria tradicional, durante la s¢@iinda mitad del siglo XX. Se comienza a cuestionar la internacién como forma de abordaje privilegiada hasta entonces, y aparece la posibilidad de que el paciente pueda encontrarse, interactuar y relacionarse con su ambiente familiar y so. cial, pueda reinsertarse en la sociedad, estableciendo nue- vos vinculos y relaciones, apartandolo de aquella vida de profundo estancamiento ala que se lo sometfa en los fa- mosos manicomios y asilos, donde los avances eran ge- neralmente escasos © précticamente nulos. Es asf que, os encontramos en un escenario de cambios, de innova- ciones, de nuevos tratamientos de pacientes que se pre- sentan a la clinica y de concepciones que se alejan de rotulos y etiquetas estigmatizantes. Una ideologia que se sustentard en la biisqueda de sentido y significacién en los sintomas. Al respecto afirman Susana Kuras de Mauer y Silvia Resnizky: “El rol de Acompafiante Terapéutico surge en una con- cepcién dindmica de la psiquiatria opuesta al planteo ldsico que confina al enfermo mental con el rétulo de loco, alejéndolo de su familia y de la comunidad”, Es entonces un momento en donde se necesitaron re- Cursos alternativos frente a algunas debilidades que se presentaban en la clinica tradicional, en la incapacidad de abordar con detenimiento a determinados pacientes (psic6ticos, adictos, crisis nerviosas, eteétera) con la ne- cesidad de un rol que pudiera suplir esas falencias: un a > 5 Acompatiamiento terapéutico 23 agente de la salud que se incorporara a la cotidianidad del paciente; un recurso que excediera los limites de una institucién, 0 el consultorio de un psicoanalista. Cabe destacar y mencioner un movimiento que se dio anivel mundial y que fue de gran influencta pata el sur- gimiento Gel AT: la fundacién deTos Hospitales de Dia Etpsiélogo chileno Claudio Naranjo Vila® comenta al res- pecto que el primer hospital de dia apareci6 en la Unién Soviética en el afio 1946, luego de Ia Segunda Guerra Mundial, con Cameron en Montreal y Bierer en Londres. Afirma, también, que la Guerra habria tenido ciertos efec- tos en este proceso de caifibio de la psiquiatrfa, pues per- accidente traumético prevenfa que esto fuera crénico y que se tuviera que alejar al paciente de forma permanen- te, Ademés, durante la Segunda Guerra Mundial los hos- pitales estaban colapsad0s Con largas listas de espera, fue por ello que Cameron propuso brindarles un tratamiento sin ocupar las camas del hospital. Por tiltimo, acota que habja que readaptar a los prisioneros de guerra y que la consulta de neuréticos empezaba a aumentar, con lo cual los hospitales psiquidtricos estaban Ilenos y no eran efi- cientes para el tratamiento, al igual que los consultorios. En esta época se comienza a dar importancia al traba- jo.en equipo y al entorno social en que vivian los pacien- tes, asimilando los hospitales de dia a comunidades tera- péuticas. En este contexto ~luego de la Segunda Guerra Mundial~ surge la psiquiatria social. Esta politica fue adoptada por varios paises ¥, @ partir de la décadia del 60, Ja mayoria de los que estaban industrialfzados fue adop- tando un modelo de psiquiatria comunitaria. | Daniel Ricci En lineas generales, podemos decir que estos Hospi- tales de Dia ofrecen un nivel de asistencia intermedia eiitié 1a intethacién y el tratamiento ambillatorio; la fina- lidad es evitar él eticietro permariefite y propiciar el con- tacto con el medio ambiente de los pacientes. Estén des- tinados, fundamentalmente, a pacientes que ya han teni- do una internacién o que no requieren de ella. Otras influencias que posibilitarén la apertura del cam- po de la Psiquiatrfa clésica serén el county ue consideraré a la relacién médico-paciente desde otra pers- pectiva de andlisis y tratamiento) y la antipsiquiatria. Se genera, también, en este contexto innovador, un desarro- Ilo de la psicofarmacologfa. Una situacién que también suele considerarse como antecedente del surgimiento del AT -es la que desarrolla la Dra. M. A. Sechehaye, una terapeuta suiza que trat6 a una paciente con esquizofrenia, llamada Renée. Este caso aparece desarrollado por Beatriz Dorfman Lemer, quicn relata que el tratamiento se habfa tomnado insuficiente, ya que no podfa la terapeuta tener el tiempo de dedica- cién suficiente con la paciente, con los requerimientos gue ésta le solicitaba. La solucién que la Dra: Sechehaye encontré fue preparar a una enfermera para que se hicie- ra cargo de Renée en los momentos en que ella no la podia atender. Lerner asimila esta funcién a lo que hoy conocemos como Acompatiante Terapéutico, teniendoen cuenta tanto las carencias del terapeuta como las de la paciente, afirmando: “five entonces, como se ve, produc- to de una doble necesidad, la de una paciente profunda- mente necesitada de atencién y la de una terapeuta con disponibilidad finita | Acompatiamiento terapéutico 28 Es ésta una realidad a tener en cuenta que serd clave para el surgimiento de la profesién: la necesidad de con- tar con un profesional en salud mental que pueda com- partir més tiempo con el paciente en su vida cotidiana, funcién que les es imposible de realizar a los terapeutas de consultorio. ‘A continuaci6n nos centraremos en los origenes de la profesién en Argentina, pais en.donde tuvo un gran auge y desarrollo en la década d¢i ‘70, pero cabe aclarar que én ottos pafses también se han dado experiencias simila- res, con distintas nomenclaturas, pero con roles simila~ res, es decir, intimamente relacionados con la tarea del AT (que se diferenciard tanto del enfermero como del terapeuta), Rossi argumenta al respecto: “En varios pat- ses de Latinoamérica, como Brasil, Uruguay, México, Peri y Chile, fueron desarrolldndose en los tltimos 20 afios experiencias que llevaron esta denominacién (AT), aunque no han tenido una conceptualizacién persisten- te, ni una expansion orgdnica como se ha producido en Buenos Aires y algunas ciudades de Argentina. Salvo en algunas regiones de Brasil, donde la temdtica det AT (...) tiene un fuerte impulso en la actualidad”®. En Estados Unidos, agrega Rossi, se venia desarrollando desde ha- cia tiempo esta “técnica”, a la que hizo alusién et Dr. Jorge Garcia Badaracco, uno de los pioneros del AT en Argentina’. Podemos decir que el desarrollo préctico precedié a Ja teoria, su sistematizacion téotica no ha'tenideel mis- mo desarrollo que su praxis, siendo la falta de articula- ci6n te6rico-préctica una de las cuestiones que ha debido enfrentar la profesién. i | ¢ eoreee 26 Daniel Ricci 1.3. Los oRIGENES ¥ DESARROLLO DEL AT EN ARGENTINA Los origenes del AT en nuestro pafs podemos ubicar- los en el trabajo de diferentes figuras importantes que dieron paso a su posterior desarrollo conceptual en un clima de renovacién de aquella psiquiatria tradicional y de nuevas concepciones respecto a la “enfermedad men- tal”, cobrando especial importancia el concepto de Salud ‘Mental, Beatriz Lerner? menciona la influencia de Mau- ticio Goldenberg, como un precursor de estas propuestas renovadoras y rescata su importante aporte para un “Plan Nacional de Salud Mental” (1984). La autora describe las ideas fundamentales que caracterizarén este espiritu teformista basado en la intervencién en momentos de crisis, pero con la participacién dé Ia familia y If'Socie- dad;tratando de. superar Viejas conicepetones de la psi- quiatrfa y de la enfermedad mental y adoptando un enfo- que socio-comunitario, cuyo fin es la resocializacién. Goldenberg habfa comenzado su trabajo en el Hospital Evita de Lantis (provincia de Buenos Aires) en cuya di- recci6n de servicio estuvo hasta el afio 1972 y continué con lo que realiz6 posteriormente en los hospitales de Buenos Aires. Desarroll6 programas de suma importan- cia no s6lo para Argentina sino para América Latina, con orientacién comunitaria (sectores de internacién abier- tos en el hospital, hospital de dia, etcétera). Estamos en un contexto en el que se comienza a pen- sar la patologia desde una légica clinica y no desde el aislamiento y el control. Habfa una necesidad de renova- ci6n frente @ abordajes terapéuticos que fracasaban. El AT ha tenido, desde sus comienzos, mayor difusién en el Acompafiamiento terapéutico 21 4mbito privado (en el cual nace), pero hace unos afios también se ha ido incorporando al sector pablico. Nos abocaremos, en un primer momento, a uno de los méximos precursores: el Dr. Eduardo Kalina (médico gradvado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, especialista en Psiquiatrfa). Susana Kuras de Mauer y Silvia Resnizky comentan los comien- zos de esta préctica ubicéndola en el seno de una labor que ellas realizaron siendo estudiantes de psicologia jun- tocon Kalina, al comenzar a trabajar en un equipo en las lamadas terapias de “Abordaje Mailtiple”, en el afio 1971. Este equipo atendia pacientes con graves perturbacio- nes o crisis nerviosas. La idea de Kalina era abrir-paso a otras formas de abordaje, partiendo de los aportes de José Bleger-entre otros~ y enriqueciendo sus ideas a partir de la prictica diaria que levaba a cabo con su equipo de sujetos de corta edad. En su libro, las autoras afirman: “Desde que comenzamos nuestra tarea, trabajamos con la idea de abordar a los pacientes en todos los as- pectos de su vida diaria, intentando crearles un “medio ambiente” terapéutico, participando activamente en sus diferentes grupos de pertenencia, visitando sus casa, co- nociendo a sus amigos, reuniéndonos con los maestros 0 directivos de escuela cuando lo considerébamos oportu- no’ ‘Aqui se ve claramente la idea de salir de un espacio acotado, justamente de crear un ambiente general que fuera terapéutico, que incluya acompaiiar al paciente en sus actividades cotidianas en sus relaciones sociales y familiares y cuyo fin sea su inclusién social, teniendo en cuenta el recorrido por diversas instituciones que atra- viesan a los sujetos (como la familia, la escuela, etoéte- 28 Daniel Ricci ra), Se trata de un abordaje multiple en tanto incluye, no solo al paciente, sind también a su familia, y a la multi- plicidad de recursos a utilizar, dependiendo de cada caso en particular. Se trata de un trabajo en equipo, en el cual si bien la comunicacién debe ser fluida, se diferencian roles y funciones. Este es el modelo de abordaje que rea- lizaran en el marco de CETAM (Centro de Estudio y Tra- tamiento de Abordaje Multiple en Psiquiatria, dirigido por el Dr. Eduardo Kalina), Si nos remontamos a la terminologia Acompafiante terapéutico, éste termino'fue precedido por el de “amigo calificado”, que introdujo en un primer momento el Dr. Kalifia para referirse a este nuevo rol que comenzaba a emerger. El concepto “amigo” tiene, como podemos in- ferir, algunas complicaciones. Entre amigos la relacién es simétrica, de paridad, y en este caso, si bien es necesa- rio establecer un vinculo y encuentro con el paciente, tam- bign se necesita cierta distancia para definir un rol espe- cffico en esta relacién. Otra cuestién negativa es la re- muneracién econémica que en una relacién de amigos estarfa ausente, Entonces, con el cambio de nombre, de “amigo calificado” a “Acompafiante Terapéutico” se acentué la funci6n terapéutica permitiendo una asime- trfa necesaria, una diferenciacién de roles y compromi- sos. En Rossi y Pulice™, sefialan la problematizacién en- tre la amistad y el acompafiamiento terapéutico, refieren que es comtin que el paciente sienta esta confusién debi- doa la gran cantidad de horas diarias y actividades com- partidas entre ambos. El AT no debe colocarse en el lugar de amigo sino que su tarea se enmarca en una estrategia de.trabajo en equipo, estableciendo los lfmites necesa- tios en esta relacién, Ainecniannenaennsonaniall Acompafiamiento terapéutico 29 Pero retomemps los orfgenes del AT en nuestro pais, Destacaremos, también, los aportes del Dr. Jorge Garcfa Badaracco. Graduado de médico con diploma de honor en Universidad de Buenos Aires (en 1947), trabajé en su sala del Hospital Borda realizando reuniones multi- cudinarias con pacientes, familiares, enfermeros y otros profesionales de la salud y fund6 més tarde la Comuni- dad Terapéutica Psicoanalitica de Estructura Multifa- milliar. En 1964 inauguré el primer Hospital de Dia en Argentina, Para el Dr. Badaracco, la sociedad y las rela- ciones humanas son el escenario en donde se manifiesta la enfermedad mental y, por tanto, el lugar privilegiado donde abocarse para tratar a los pacientes; de alli la rele- vancia de los grapos multifamiliares, Trabajé con A¢om- pafiantes Terapéuticos desde la década del 60, época en que ejerci6 la jefatura del Hospital Borda”. Otro de los factores importantes en el desarrollo del AT fue la expansiGn de la carrera de Psicologia (funda- mentalmente en la UBA) en la década del 80. Rossi y Pulice argumentan que el ejercicio de acompafiamiento terapéutico era una salida laboral para los psicdlogos que no tenfan otras ofertas laborales; resultaba esta préctica un primer acercamiento a los sujetos con alguna proble- mitica psiquica, adquitiendo experiencia para su futu- ro, No se puede dejar de tener en cuenta el auge de las corrientes antipsiquidtricas y, fundamentalmeate eames tro pais, el del Psicoandlisis. En 1942 se habia fundado la Asociacién Psicoanalitica Argentina, inicidndose el psi- coandlisis institucional (el acta estuvo firmada por: Angel Garma, Celes Cércamo, Arnaldo Rascovsky, Enrique Pi- chén Rivigre, Maria Langer y Guillermo Ferrari Hardoy). é @ é€ e é e e 6 6 eS e e of geeeteerecereoros PEP POE PPP rnw UrEre 30 Daniel Ricci El pensamiento psicoanalitico necesitaba difundirse y lo hizo a través de la Revista de la APA, que surgi6 en 1943, En Argentina, las ideas freudianas tuvieron gran in- fluencia y el auge del psicoandlisis se dio a partir de la década del 60. Mariano Ben Plotkin menciona al respec- to: “Desde los afios sesenta, él psicoan: una amplia repercusiGn en la cultura argentina, particu- larmente en Buenos Aires. Los extranjeros que visitan la ciudad se sorprenden por la costumbre de los porteiios de emplear términos psicoanaliticos en las conversacio- nes cotidianas. Desde los programas de television hasta las arengas politicas, el psicoandlisis se ha convertido en una “vision del mundo” a través de la cual se analiza y comprende la realidad”, Es en esta etapa cuando se establece el campo de la Sa- lud Mental, segiin sefialan Carpintero y Vainer, momento en que la Psiquiatria dejé de tener un rol hegeménico en el tratamiento de los padecimientos mentales y comenz6 a convivir con otras ciencias sociales" ‘Hemos mencionado, lineas atrés, la expansién del AT en Argentina en relaci6n a la carrera de Psicologfa. Des- de finales de la década del 80 -con la vuelta a la demo- cracia~ a partir de publicaciones, cursos y asociaciones, congresos, etcétera, tiene un gran crecimiento esta pro- fesidn. En 1983 se realizé el “Primer encuentro Argenti- no sobre Acompafiamiento terapéutico en Psiquiatrfa”, En 1985 se realiz6 el “Segundo Encuentro Nacional de Acompaiiamiento terapéutico”, en Buenos Aires, en don- de el aumento del mimero de participantes fue notable, En.el 2001 se llevé a cabo el “Segundo Congreso Nacio- nal”, en la Universidad de Cérdoba, Desde el afio 2002 Acompafiamiento terapéutico 3 se incluy6 como materia optativa en la UBA “Fundamen- tos clinicos del acompafiamiento terapéutico” Esto no quiere decir que el reconocimiento del AT se haya logra- do plenamente, pues todavia no se cuenta con un titulo habilitante que legitime la préctica. Kuras de Mauer y Resnisky dicen al respecto que, bien se ha se han hecho grandes avances en este campo, como también podemos mencionar la existencia en San Juan y Esquel de la Tecnicatura en acompafiamiento te- rapéutico”, todavia resulta insuficiente, de allf que intro- ducen el témino “territorios”, al referirse a “la necesi- dad de echar raices en suelo propio, la conviccién de que solo bien plantados podremos hacer crecer esta pro- {fesion con conciencia””. Notas 1. Kuhn, Thomas (1971): La estructura de las revoluciones cien- tificas. M ra Econdmica. 2. Foucault, Michel (1976): Historia de la locura en la época clésica. México: Fondo de Cultura Econ6mica. ciones Akal. p. 4 4, Huertas, Rafael. “Foucault, reinta afios después. A propési- to de el poder psiquiétrico”. En: Revista de Historia de la Me- ay de la Ciencia fen Linea]. Vol. L VIII, N° 2, julio-di- iembre 2006. pdgs. 267-276 (Fecha de consulta: 18 de agos- de 2012). Disponible en: www.sscl asclepio/article/download/17/17. 1SSN 0210-4466. 5. Kuras de Mauer, Susana y Resni (1985): Acom- pafiantes terapéuticos y pacientes psicéticos. Buenos Aires, Editorial Trieb. p. 20. 1a, Naranjo Claudio, “Hospital de Diaen Psiquiatria. Evo- !

You might also like