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LA ADORACION EN GENESIS

La adoración era el medio del que disponían los antiguos hebreos para acercarse a Dios.
Cuando Dios se revelaba y comunicaba con las personas, estas respondían en adoración
a Dios. Caín y Abel se presentaron ante Dios con ofrendas, Noé agradeció a Dios su
protección edificando un altar, Abraham dio el diezmo del botín de guerra a Melquisedec,
Jacob adoró a Dios es respuesta al sueño donde Dios se le reveló.

Una de las características resaltantes en la adoración registrada en Génesis es la


práctica del culto individual y familiar. En una época donde el pueblo de Israel
todavía estaba en gestación, los individuos y sus familias elevaban  la adoración a
Dios tribalmente. Individuos como Abel, Abraham, Noé, Jacob y sus familias se
acercaban a Dios para adorarle.
Un medio a través del cual se expresaba la adoración a Dios era a través de la
ofrenda. Esta era una dádiva ofrecida a Dios en gratitud y reconocimiento por los
favores recibidos. La ofrenda era dada de lo mejor que la persona poseía, ya que
buscaba agradar a Dios en respuesta a la provisión divina. La ofrenda iba
acompañada de una actitud genuina de gratitud y reconocimiento de la grandeza y
bondad de Dios.
Otra práctica encontrada en esta época es el uso de los altares. El altar era el
lugar donde se sacrificaba y ofrecía la ofrenda, ya sea un animal y algún producto
agrícola. El altar podía ser no más que un montón  de piedras apiladas. En una
época donde no había un lugar específico donde ofrecer adoración a Dios, los
altares personales y familiares eran los lugares de culto.
Junto con la ofrenda y el altar, la postración era otra práctica de adoración. La
misma palabra adoración  tiene su origen en esta idea. Las personas literalmente
se postraban en tierra ante Dios, es decir tocaban el suelo con su frente, en señal
de humillación y sometimiento. Era la expresión gráfica de la actitud que
demandaba la adoración a Dios.
Todas estas prácticas primitivas fueron evolucionando y dieron lugar, más
adelante, a formas más elaboradas de adoración. Pero desde ya, se puede ver
como las ideas de acción de gracias, sacrificio, humillación y sometimiento están
presentes y cómo se va a volver vez tras vez sobre estos mismos principios a lo
largo del peregrinaje histórico de Israel.

1.3. RAICES HISTORICAS DE LA ADORACION HEBREA

Israel no desarrolló su adoración en el vacío. Fue influenciada, como era de


esperarse, por las prácticas de adoración de sus vecinos, sobre todo de sus
vecinos más avanzados e influyentes. La adoración tiene un elemento cultural, en
tanto manifestación humana de comunicación con Dios. Este elemento cultural es
indisoluble y acompaña incluso a las prácticas actuales de adoración.
En la antigüedad el sacrificio era la forma aceptada de expresar el fervor religioso
y la adoración a la deidad. El sacrificio estaba presente en todas las civilizaciones
antiguas. Tenía al menos cuatro ideas subyacentes.
El primer propósito del sacrificio era alimentar a la deidad. Los dioses necesitaban
de los sacrificios para poder alimentarse y así evitar la muerte por inanición. Los
seres humanos sustentaban a sus dioses y así prolongaban su existencia. Cuando
se dejaba de dar sacrificios, los dioses morían en el olvido de la gente. Un
segundo propósito era dar una dádiva. El sacrificio era una ofrenda, algo que se
entregaba voluntaria y graciosamente. Era una muestra de gratitud a la deidad.
Un tercer propósito del sacrificio era propiciar la comunión entre el adorador y la
deidad. Al ofrecer el sacrificio, el adorador se comunicaba y conectaba con su dios
y entraba en comunión con él. Un último propósito era liberar la vida. Las vidas de
los primogénitos le pertenecían a la deidad, en tanto dadora de la vida. Así,
cuando se sacrificaba a los primogénitos, se estaba liberando la vida, al devolver a
los primogénitos.
Todas estas ideas, excepto la primera, influenciaron en la adoración de Israel y en
el posterior desarrollo del sistema de sacrificios. La adoración hebrea tenía
muchas similitudes con la de sus vecinos paganos, pero se diferenciaba
radicalmente en la idea del pacto que fue establecido posteriormente con Abraham
y elaborado con Moisés.
Este origen común en las prácticas de adoración provocó que los israelitas
confundieran los significados detrás de los ritos de adoración. Aunque los
significados de la adoración hebrea diferían de los significados de la adoración
pagana, en su forma externa eran muy parecidas. Esto provocó que Israel muchas
veces apostatara y fuera tras la adoración de dioses paganos.
Posteriormente, con la salida de Egipto y la dádiva de la ley mosaica, se
transformó completamente la adoración en el Antiguo Testamento, esta se
sistematizó y complejizó. Pero la adoración como necesidad  humana ha estado
presente desde los orígenes mismos de la existencia humana. El entendimiento y
práctica de la adoración fue progresivo.

2.  LA ADORACION EN LA EPOCA MOSAICA

El éxodo tuvo un impacto profundo en la religiosidad hebrea. La salida de Egipto a través del actuar
sobrenatural de Dios, el peregrinaje por el desierto durante cuarenta años, y sobre todo, la ley dada
por Moisés afectaron y transformaron la forma de adoración del pueblo, junto con los significados
de cada acto nuevo de adoración.
Lo que destaca en este periodo es la gestación y desarrollo del sistema de sacrificios en la ley
levítica. Esta fue la base de toda la adoración posterior. Incluso en la iglesia primitiva del Nuevo
Testamento, aunque ya no había sacrificios, su significado subyacente estuvo presente en la cruz
de Cristo.
El establecimiento formal del pacto de Dios con Israel, marcó un paso hacia adelante en el
entendimiento del tipo de comunión que Dios demandaba de su pueblo. Lo que anteriormente fue
una adoración casi espontánea e individual, ahora toma un carácter formal, sistemático y
congregacional.
La formalización y oficialización de la adoración, lamentablemente también dio pie al legalismo, la
observancia vacía y la falta de autenticidad  en la adoración israelita. La idolatría fue algo con lo
que tuvieron que luchar desde temprano.

2.1. EL SISTEMA DE SACRIFICIOS

El sistema de sacrificios implicaba ciertas ideas detrás de sus elaborados ritos. La


salvación y el perdón eran dos ideas que estaban íntimamente ligadas al sistema
de sacrificios. El adorador buscaba precisamente eso, salvación y perdón de parte
de Dios. La intención era volver a reestablecer la comunión con Dios que había
sido rota por el pecado.
La santidad también estaba presente en los sacrificios ofrecidos como adoración a
Dios. Dios era santo, y demandaba la misma santidad de su pueblo, es decir, que
se apartaran de los demás y se consagraran al servicio exclusivo a él. Dios
demandaba exclusividad, era parte del pacto que Dios había establecido con ellos.
Los sacrificios también servían para graficar el pecado humano y la gracia divina.
El sacrificio era ofrecido para cubrir o borrar el pecado del hombre y se pedía de
esa manera la gracia de Dios para tal fin. Era un reconocimiento de la
imperfección humana y de la misericordia divina.
Además, los sacrificios servían para expresar la religiosidad en la vida de los
israelitas. Individualmente y por familias, los sacrificios eran ofrecidos como parte
del vivir cotidiano del pueblo. Las fiestas nacionales también eran parte del
calendario y la vida nacional del pueblo israelita. Sus instituciones y su sociedad
giraban en torno a este sistema. Entendían la religión a partir de este sistema.
Había cinco tipos de sacrificios. La comida de comunión, los holocaustos, la
dedicación de los primogénitos, el día del perdón y los sacrificios privados.  Cada
uno de ellos tenía un rito específico y un significado que acompañaba ese rito.
La comida de comunión y ofrenda de paz consistía en el sacrificio de un animal,
cuya carne era consumida por el adorador y la sangre era ofrecida a Dios en el
altar, de ahí su nombre. En oriente la comida era una forma de estrechar lazos,
por ejemplo, con un visitante. Así, se buscaba restaurar y estrechar los lazos de
comunión entre el adorador y Dios. También era un sacrificio que traía paz al
adorador, de ahí su otro nombre. Por lo general, este tipo de sacrificios se ofrecía
por el pecado y la culpa. Se solía ofrecer en familia, por ejemplo, en la Pascua.
Un segundo tipo de sacrificio era la dedicación de los primogénitos. Todo
primogénito, humano o animal, pertenecía a Dios. Dios como dador de la vida
reclamaba la vida del primogénito. Los primogénitos humanos eran redimidos. Se
ofrecía un animal limpio en su reemplazo. Se entregaba la vida del primogénito en
el altar y esto traía paz entre el adorador y Dios. Tan importante era este concepto
en el Antiguo Testamento que Israel era conocido como el primogénito de Dios.
El holocausto era una dádiva que se ofrecía libremente a Dios. Era una ofrenda
total, es decir, que se consumía toda la ofrenda en el altar. También era conocida
como ofrenda encendida. Era un homenaje a Dios, un tributo y acción de gracias.
También se solía ofrecer como el cumplimiento de un voto. Aunque era voluntario,
se demandaba que fuera de lo mejor y había especificaciones al respecto.
El día del perdón era una fiesta nacional que se ofrecía una vez al año. Su
intención era expiar los pecados que no hayan sido cubiertos por los otros
sacrificios. Este sacrificio lo ofrecía el sumo sacerdote por todo el pueblo de Israel.
Así se aseguraban de mantener una buena relación con Dios. Había dos víctimas,
una se ofrecía totalmente en el altar, y la otra era abandonada en el desierto,
luego de que el sacerdote pusiera su mano sobre la cabeza del animal.
Finalmente, también estaba contemplada la posibilidad de sacrificios privados.
Estos se ofrecían  para honrar a Dios, pedir ayuda, o como acción de gracias y
purificación. Era voluntaria y podía consistir de los diezmos o de algún producto
agrícola. Esta ofrenda indicaba la bondad de Dios. También había ofrendas en
relación a votos que el adorador hacía.
Aunque puede resultar poco claro para el adorador actual entender todos los
detalles e implicancias de los sacrificios veterotestamentarios, es importante hacer
un esfuerzo por entenderlos, ya que, aunque no estén vigentes hoy, prefiguran y
guardan muchos significados presentes en la adoración de hoy.

2.2. EL ROL DIDACTICO DEL SISTEMA DE SACRIFICIOS

El sistema de sacrificios tenía la intención de dar una provisión para el perdón de


los pecados ceremoniales. También cumplían un rol didáctico, ya que graficaban
realidades espirituales. Asimismo, tenían un papel profético, ya que anunciaban
las promesas futuras de Dios de un perdón y gracia total por medio del Mesías,
aunque este entendimiento fue posterior.
El sistema de sacrificios era la base de la adoración de Israel. La vida nacional,
familiar y personal giraba en torno al sistema de sacrificios. Primero en el
tabernáculo y luego en el templo de Jerusalén, el sistema de sacrificios brindaba a
Israel la base para su adoración a Dios.
La intención primaria del sistema de sacrificios era la restauración o perpetuación
de las relaciones correctas entre el adorador y Dios. La intención era facilitar que
el adorador morase con Dios sin el temor al juicio y sin la carga  de la culpa.  La
adoración fue centrándose más y más en la cuestión de la expiación y el rescate.
El resultado final era que el adorador gozara de nuevo de  la presencia de Dios.
El concepto principal era la obediencia. El sacrificio debía ir acompañado de la
obediencia a la ley divina. Era una consecuencia lógica, cuando el adorador
reestablecía su comunión con Dios y recibía el perdón, era liberado de la culpa.
Luego se esperaba que el adorador se mantuviera obediente a Dios. El propósito
del sistema de sacrificios era expiar los pecados por  omisión, mas no los que eran
cometidos conscientemente.
El requisito para la validez del sacrificio era una actitud de penitencia y
arrepentimiento. Era la actitud del adorador lo que hacía que el sacrificio sea
válido. Se esperaba que el adorador genuinamente se arrepintiera de su pecado.
El mero ejercicio del rito, sin la consiguiente actitud, invalidaba el sacrificio. A
pesar de ello, el poder radicaba absolutamente en Dios. El poder de gracia
provenía de Dios. Era Dios quien se acercaba  a redimir y salvar al momento del
sacrificio.
Los sacrificios también tenían un límite. Estaban establecidos para expiar los
pecados cometidos sin querer. Para los otros pecados la única esperanza era
rogar la misericordia de Dios. Por lo general, sacrificios no abarcaban los pecados
morales, sino solo los pecados rituales. Más allá de eso, solo contaba el poder de
Dios para salvar.
El mensaje de los sacrificios aún perdura hasta hoy. Ideas como pecado, gracia,
santidad, salvación y perdón están tan vigentes hoy como en ese momento. Las
enseñanzas, acciones y dichos de Jesús y los apóstoles están impregnados de
estos conceptos, cuyo origen está en el sistema de sacrificios. Entender este
sistema de sacrificios da mayor luz al momento de leer las páginas de los
evangelios. También provee una mejor comprensión de la adoración que Dios
demanda hoy.

3. LA ADORACION EN LA EPOCA DEL TEMPLO


Con la entrada y asentamiento en la tierra de Canaán, Israel fue desarrollando sus instituciones y
su sociedad en general. Algún tiempo después el pueblo clamó a Samuel por rey, acabando así
con los gobiernos tribales de los jueces. Estos reyes centralizaron el gobierno y empezaron a darle
forma a la vida social, cultural y religiosa de Israel.
Con la monarquía el culto público se trasladó a la capital, Jerusalén, con la construcción del templo
y la organización de los levitas en torno a la música y el culto público. La adoración nacional llegó a
uno de sus picos más altos de desarrollo. Aunque estuvo presente desde los tiempos patriarcales,
la idolatría del pueblo caracterizó este tiempo, en estas circunstancias los profetas desarrollaron su
ministerio. Por último la cautividad babilónica terminó por darle las formas definitivas a la adoración
tal como se la encuentra en los tiempos de Jesús, es decir, el judaísmo como se le conoce hasta
hoy.
El sistema de sacrificios siguió siendo la base de su adoración, pero a esto se agregó el
perfeccionamiento de la música, el canto, la danza y los salmos como expresiones de la
religiosidad del pueblo israelita. Todas estas manifestaciones fueron alcanzando su madurez.
Aunque habían estado presentes desde los inicios de la vida hebrea, es en esta época que estas
manifestaciones religiosas alcanzan su madurez e imprimen su impronta en la adoración israelita y
en la futura adoración cristiana.

3.1. DESARROLLO DEL CULTO

El rey David hizo mucho por la adoración como manifestación nacional de religiosidad. No solo fue
el compositor de muchos salmos, también trasladó el culto oficial a la capital, Jerusalén, organizó a
los levitas, junto con los músicos y el coro. También comenzó los planes para la construcción del
templo, planes que hizo realidad su hijo Salomón.
Estos emprendimientos no solo incluían la construcción de un templo que sirva de
morada permanente para el arca del pacto, símbolo físico de la presencia de Dios
entre su pueblo. También incluía la conformación de un coro, junto con un libro de
canciones, los salmos, y un cuerpo de músicos que acompañaran el culto público.
La música era parte importante del culto público. Estaba a cargo de un grupo de
levitas especialmente preparados para tocar los instrumentos y acompañar a los
cantores durante las fiestas y el culto público. Israel se vio influenciado desde
temprano por el desarrollo musical de sus vecinos más avanzados. Sobre todo
importó muchos instrumentos musicales.
La música, desde luego, apareció desde mucho antes. Al parecer la aparición de
la música como acto humano y cultural tuvo un origen utilitario. Acompañaba a la
vida cotidiana en sus momentos importantes. La guerra, el culto religioso, las
bodas, los funerales eran acompañados de música.
Así, la música tenía una gran influencia en la vida religiosa de Israel. Es notoria la
gran influencia e importancia de los instrumentos musicales y las formas
musicales en la adoración de Israel. Aunque la música acompañó a la adoración
desde las épocas patriarcales, en este periodo histórico cobra una gran
importancia como parte de la vida nacional. Era de esperarse, ya que el paso de
una vida nómada a una sedentaria, permitió el desarrollo cultural de la nación
hebrea.
Relacionado con la música, estaban los salmos. Estos fueron parte central de la
adoración del Antiguo Testamento. Reflejan la historia de Israel y abarcan un gran
abanico de estados emocionales y condiciones espirituales. Contienen tanto
teología, como ética. Su composición fue progresiva, abarcando un gran periodo
de tiempo. Participaron en su composición varios autores, compiladores y editores.
Al parecer en el periodo post-exílico los salmos fueron tomando su forma final,
como se los conocía en el periodo del Nuevo Testamento. Diversos salmos,
algunos tan antiguos como los pertenecientes al periodo mosaico, fueron
compilados a lo largo de los años. Durante la monarquía muchos salmos fueron
compuestos e incluidos en el libro de adoración hebreo.
El carácter propio de este libro ha influenciado no solo la adoración de Israel sino
también de la iglesia. Su propósito es acompañar al adorador en su adoración,
pero también obedecía a una intención pedagógica, guiaba la vida cotidiana del
adorador, en la expresión de sus emociones y en la comunicación con el Creador.
Los salmos reflejan tanto la vida cotidiana, la expresión tanto privada como la
pública de la vida espiritual.

3.2. EL MINISTERIO DE LOS PROFETAS


Junto con el desarrollo y refinamiento de la adoración en Israel, gracias a las
reformas de la monarquía, vino también una decadencia espiritual causada por la
idolatría. Los israelitas miraron hacia sus vecinos paganos y copiaron muchas
prácticas paganas. Esto puede explicarse en parte por las similitudes que tenían
muchos ritos. Además, al conocer poco de agricultura, los israelitas se volcaron a
aprender de sus vecinos las técnicas de cultivo. Muchas de estas prácticas de
cultivo iban acompañadas de ritos idolátricos.
La decadencia espiritual fue notoria. Junto con la idolatría hubo un relajamiento de
la moral en general. Las leyes que regulaban la buena convivencia entre los
ciudadanos se violaron sistemáticamente. En este contexto los profetas
anunciaron su mensaje.
Profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Miqueas, Sofonías y Zacarías dieron un
mensaje al pueblo, en cuyas palabras estaban involucrados muchos llamados a la
adoración. Básicamente el mensaje de los profetas referente a la adoración incluía
tres ideas.
Los profetas denunciaban el pecado relacionado a la adoración, la idolatría.
Denunciaban como sus hermanos se habían ido tras los dioses paganos, desde
los reyes hasta los más humildes. En segundo lugar, anunciaban un castigo por la
idolatría. Dios demandaba obediencia y santidad, y cuando el pueblo incumplía su
parte del pacto, entonces Dios castigaba a su pueblo con la intención de hacerlos
volver a él.
Los profetas también enseñaban como debía ser la verdadera y genuina
adoración que Dios demandaba. Asimismo, anunciaban perdón si el pueblo se
arrepentía y volvía a Dios. Por lo general la respuesta del pueblo fue de rechazo al
mensaje profético. Parte del mensaje profético referente a la adoración incluía a
los gentiles como parte del pueblo que adoraría a Dios.
Los profetas fueron la conciencia del pueblo. Denunciaron la idolatría, enseñaron
la verdadera adoración y llamaron a la reconciliación. Resaltaron el carácter ético
de la adoración. El adorador tenía la obligación de ser consecuente y ser 
obediente a Dios. Su adoración debía ir acompañada de una actitud correcta y de
un genuino interés por agradar y seguir la voluntad divina.
3.3. INFLUENCIA  DE LA CAUTIVIDAD BABILONICA

A pesar de los innumerables llamados de los profetas, el pueblo siguió pecando y


el castigo fue inevitable. Primero Israel, y luego Judá, fueron llevados cautivos
como castigo por su pecado. El pueblo que había puesto su confianza en
elementos externos como el templo, había dejado la santidad que Dios le
demandaba.
La cautividad babilónica marcó profundamente la espiritualidad y religiosidad
judías. El pueblo aprendió la lección y, por lo menos en forma externa, dejó la
idolatría para siempre. Pero aun en esas circunstancias Dios no los abandonó.
Muchos profetas desarrollaron su ministerio en la cautividad y luego de ella.
El pueblo aprendió que Dios era soberano y que estaba en control de todas las
cosas. La derrota a manos de pueblos paganos y la cautividad no significaban la
superioridad de los dioses paganos por sobre Jehová. Todo lo contrario, Dios
había utilizado, soberanamente, a pueblos paganos para castigar y enseñar a su
hijo Israel.
Con la reconstrucción de la nación judía, bajo el liderazgo de Nehemías y Esdras,
los judíos vincularon la adoración a la Palabra de Dios y al arrepentimiento
espiritual. La Palabra de Dios era el medio que Dios usaba para enseñar a su
pueblo y manifestarles su voluntad. Del pueblo se demandaba arrepentimiento por
sus pecados y un deseo genuino de obedecer la voluntad divina. Con Zacarías
aprendieron la prioridad que la adoración tiene en la vida espiritual. La
reconstrucción del templo se convirtió en la prioridad del remanente.
Finalmente, una institución y una idea fueron cobrando mayor relevancia dentro de
la vida de adoración judía, la sinagoga y el Mesías. Lejos de Jerusalén, los judíos
necesitaron un lugar donde congregarse y mantener su identidad cultural. La
sinagoga sirvió para mantener las tradiciones espirituales. Asimismo, la idea del
Mesías fue adquiriendo más notoriedad. Bajo un gobierno extranjero, los judíos
fueron anhelando más y más al ungido de Dios que los guiaría espiritualmente
como en tiempos de Moisés o David.

CONCLUSIONES
La adoración abarca una parte importante de la vida espiritual del creyente. Sirve
de medio para relacionarse con el Creador. Es la manera que tienen las personas
para expresar su amor y devoción a Dios.
La adoración en el Antiguo Testamento fue desarrollándose y cobrando nuevos
significados a lo largo de la historia. En la época patriarcal, la adoración era
individual o familiar. Sus manifestaciones primordiales eran las ofrendas, los
altares y el postrarse. Aunque Israel compartía un origen común con sus vecinos,
su adoración se distinguía de los demás por los significados que incluía, por
ejemplo, las demandas morales de obediencia hacia el adorador y la búsqueda de
la santidad.
Durante el éxodo, la ley mosaica transformó por completo la vida religiosa y social
del pueblo hebreo. La adoración estaba contemplada en la ley a través del sistema
de sacrificios. Aunque era un sistema complejo, lleno de rituales, tenían profundas
verdades espirituales. La idea seguía siendo la búsqueda de la comunión con
Dios. Los sacrificios proveían una solución al pecado humano y permitían 
reestablecer la comunión del adorador con Dios. Se demandaba genuinidad y
generosidad de parte del adorador.
Con el ingreso a Canaán y el paso a una vida sedentaria, Israel fue
desarrollándose culturalmente. Esto permitió el desarrollo social, económico y
religioso. Con la monarquía liderando, se establecieron las provisiones para el
culto público. El templo, los músicos y cantores y los salmos fueron las nuevas
manifestaciones de la espiritualidad israelita.
Un problema que enfrentaron los israelitas a lo largo de su historia fue la idolatría.
Los profetas la denunciaron y demandaron del pueblo una adoración genuina. Con
la cautividad el pueblo aprendió la lección. Fue incorporando a su adoración el
estudio de las Escrituras y un mayor énfasis en el arrepentimiento y la observancia
de la ley. La sinagoga y la esperanza en el Mesías fueron dos características de
este periodo.
Como se puede apreciar, la adoración fue un proceso dinámico. Con la revelación
progresiva, Dios fue preparando a su pueblo para un entendimiento cada vez
mayor de su voluntad y así pudieran tener una relación más estrecha con él. La
adoración implica relación, santidad, obediencia, gracia, gozo, perdón, etc. Es la
forma como se vive la vida espiritual, es la forma como el hombre se relaciona con
Dios.
Así resaltada su importancia y preeminencia en la vida cristiana y en la comunidad
eclesial, es vital hacer un esfuerzo por educar a los creyentes y guiarles a
comprender las verdades profundas y reconfortantes que los actos de adoración
guardan.

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