You are on page 1of 69

LA RESOCIALIZACIÓN COMO FIN PRIMORDIAL DE LA PENA:

COMPONENTES PARA PROGRAMAS DE RESOCIALIZACIÓN


EFECTIVOS

“¿Cómo podría dejar de ser la prisión la pena por excelencia en una sociedad en
la que la libertad es un bien que pertenece a todos de la misma manera y al cual
cada uno está apegado por un sentimiento universal y constante? Su pérdida tiene,
pues, el mismo precio para todos; mejor que la multa, la prisión es el castigo
igualitario.” (Foucault, 2000, p. 234).

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

DEPARTAMENTO DE DERECHO PENAL

Bogotá D.C., junio de 2020

Ariel Chapaval Ventura

1
Tabla de contenido

Pág.

Introducción ……………………………………………………………………………… 3

1.   Resocialización como fin último de la pena ……………………………………... 8


1.1. Teorías y concepto de resocialización ………………………………………. 8
1.2. Facultad sancionatoria y resocialización como fin último de la pena ………. 12
1.3. Desarrollo histórico de la resocialización en Colombia …………………….. 14
1.4. Redención de la pena como incentivo a la resocialización …………………. 16

2.   Fallas en el proceso resocializador ………………………………………………. 22


2.1. Condiciones materiales en los establecimientos carcelarios ………………... 22
2.2. Condiciones inmateriales en los establecimientos carcelarios ……………… 27
2.3. Reincidencia como manifestación de una falla en la resocialización ………. 30

3.   Programas de resocialización en Colombia y en el derecho comparado ………... 34


3.1. Programas de resocialización efectivos en el mundo ………………………. 36
3.2. Tratamiento penitenciario en Colombia ……………………………………. 41
3.2.1.   Programas de resocialización en Colombia …………………………. 46

4.   Acompañamiento psicológico como elemento clave en el desarrollo de programas


resocializadores ……………………………………………………………...….. 50
4.1. Psicología basada en evidencia y terapias alternativas ……………….…….. 51
4.2. Terapia cognitivo-conductual ………………………………………………. 53

5.   Conclusiones ……………………………………………………………………. 58
6.   Bibliografía ……………………………………………………………………... 64
7.   Jurisprudencia citada ……………………………………………………………. 67
8.   Normas citadas ………………………………………………………………….. 68
9.   Informes y otros documentos …………………………………………………… 68

2
Resumen

Respondiendo a la pregunta de ¿qué funciona?, en este trabajo se analizan los componentes


de programas de resocialización exitosos. Para esto, se estudió el concepto de
resocialización como fin de la pena y la forma como ha sido implementada en las prisiones
nacionales e internacionales. Se aborda la compleja situación que atraviesa el país respecto
del sistema carcelario y las variables que inciden en el proceso resocializador. Finalmente,
se revisan estudios que determinan la efectividad de diferentes programas de
resocialización en el mundo y se evidencia a la psicología con enfoque cognitivo-
conductual como componente que influye positivamente a la resocialización.

Palabras o conceptos clave: resocialización, reincidencia, enfoque cognitivo-conductual,


programas socioeducativos.

3
INTRODUCCIÓN

Foucault (2000) habla sobre el orgullo que sintieron nuestros ancestros al implementarse

(hace no mucho tiempo) la idea de la cárcel como institución. Ya no se habla de un castigo

dirigido al cuerpo sino a uno que atenta contra el alma de la persona.

En la actualidad son pocos1 los casos en los que se puede hablar con orgullo de los

establecimientos carcelarios y penitenciarios porque se sabe, o al menos se ha oído, que las

condiciones físicas y psicológicas de estos lugares son denigrantes y en muchos casos,

vulneran los derechos humanos de los reclusos.

En el contexto colombiano, existe un enorme problema con estos establecimientos. En

múltiples ocasiones se ha pronunciado la Corte Constitucional sobre la crisis carcelaria del

país, hasta el punto que ha sido declarada como un estado de cosas inconstitucional2

(Hernández, 2018; Quintero Lyons, Navarro Monterroza, & Meza, 2011). Las condiciones

carcelarias se ven afectadas entre otros factores, por el fenómeno de la reincidencia, que

1
No obstante, existen programas de resocialización exitosos. Ejemplo de estos, son las prisiones de “Halden”
y “Bastoy” en Noruega, las cuales han demostrado tener un impacto directo en la reducción de la reincidencia
del país. (Hoidal, 2018). Actualmente, Noruega es uno de los países con menores tasas de reincidencia cuya
población oscila en el 20% (Martínez-Conde, 2017).

2
Figura jurídica creada por vía jurisprudencial en donde se da una violación sistemática a hechos
especialmente graves y contrarios a la Constitución. De acuerdo con la sentencia T- 025 de 2004, los
elementos que deben estar presentes para que declare el estado de cosas inconstitucionales son: i) la
vulneración masiva y generalizada de varios derechos constitucionales que afectan a un número significativo
de personas; ii) la prolongada omisión de las autoridades en el cumplimiento de sus obligaciones para
garantizar los derechos; iii) la adopción de prácticas inconstitucionales, como la incorporación de la acción de
tutela como parte del procedimiento para garantizar el derecho de los internos; iv) la no expedición de
medidas legislativas, administrativas o presupuestales necesarias para evitar la vulneración de los derechos;
(v) la existencia de un problema social cuya solución compromete la intervención de varias entidades,
requiere la adopción de un conjunto complejo y coordinado de acciones y exige un nivel de recursos que
demanda un esfuerzo presupuestal adicional importante; (vi) si todas las personas afectadas por el mismo
problema acudieran a la acción de tutela para obtener la protección de sus derechos, se produciría una mayor
congestión judicial. (Corte Constitucional, Sentencia T-025 de 2004). “La Corte Constitucional colombiana,
mediante sentencias T-153 de 1998, T-388 de 2013 y T-762 de 2015 declaró el estado de cosas
inconstitucional en las prisiones del país.” (Hernández Jiménez, 2018b, p. 95).

4
corresponde a la población que retorna a los establecimientos tras volver a cometer delitos.

Es un círculo vicioso en donde la situación se vuelve cada vez peor.

Actualmente, y simplificando extremadamente el tema, el proceso penal ordinario3 en

Colombia se enseña así: Inicia con la etapa de indagación en la cual, la Fiscalía General de

la Nación se encarga de recoger los elementos materiales probatorios necesarios para lograr

hacer la individualización del sujeto y del delito. Una vez identificados, empieza la etapa de

investigación donde se vincula formalmente al sujeto en cuestión (formulación de la

imputación) al proceso y se le informa sobre los delitos por los cuales se le acusa y, por

último, la etapa de juicio, donde se realizan las audiencias de formulación de la acusación,

preparatoria y de juicio oral que culminarán con una sentencia absolutoria o condenatoria.

Algunos doctrinantes en materia penal, tienden a sugerir que el punto final de un proceso

penal es la sentencia condenatoria (Avella, 2007; Zamora-Acevedo, 2014; García Ramírez,

2018). Sin embargo, existe una realidad después de esta sentencia que es de gran

importancia pues, desde el momento en que la persona ingresa al establecimiento de

reclusión, comienza uno de los objetivos principales de los procesos penales: la

resocialización.

Ahora bien, el artículo 4º del código penal colombiano establece las funciones de la pena.

Según este, “la pena cumplirá las funciones de prevención general, retribución justa,

prevención especial, reinserción social y protección al condenado”.

3
El proceso ordinario es el previsto para adelantar todos aquellos asuntos o pretensiones a los cuales la ley no
les ha señalado una vía especial. En todas las ramas del derecho procesal, existe un proceso de esta naturaleza,
que se considera como tipo, el cual se utiliza cuando la norma lo indica expresamente o cuando guarda
silencio al respecto (Azula Camacho, 2010). Por medio de la Ley 1826 de 2017, en Colombia se implementó
el procedimiento penal abreviado, que tiene como principal objetivo descongestionar el sistema judicial. Este
procedimiento solo procede para una clase de delitos específicos y, como su nombre lo indica, reduce la
duración del proceso penal por medio de la limitación del número de audiencias que en él se practican.

5
De igual manera, la ley establece que el tratamiento penitenciario, para alcanzar su

finalidad resocializadora deberá realizar “el examen de su personalidad y a través de la

disciplina, el trabajo, el estudio, la formación espiritual, la cultura, el deporte y la

recreación, bajo un espíritu humano y solidario” (Ley 65 de 1993, art 10).

A su vez, el artículo 10 – 3 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos (incorporados a la

legislación nacional por via del bloque de constitucionalidad) establece que “el régimen

penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la

readaptación social de los penados...”. Por lo tanto, la responsabilidad del Estado no debe

ser únicamente capturar a quienes cometan delitos, sino que también tiene la obligación de

conseguir la reinserción social durante toda la ejecución de la pena.

Teniendo en cuenta lo anterior, surge la siguiente pregunta de investigación:

¿Cuáles son los componentes para programas efectivos de resocialización?

A partir de lo anterior, se proponen como objetivo general: Estudiar los programas de

resocialización identificando los componentes que favorecen su efectividad.

Los objetivos específicos son:

•   Estudiar los documentos, normas jurídicas y decisiones judiciales existentes sobre

resocialización y la forma cómo ha sido implementada en las cárceles en diferentes lugares

del mundo y en Colombia.

6
•   Describir el estado actual de las condiciones carcelarias en Colombia y las variables que

afectan negativamente, así como aquellas que potenciarían la resocialización.

•   Analizar los programas efectivos de resocialización e identificar componentes comunes y

específicos.

•   Identificar si existe algún componente específico reconocido por su efectividad para

promover la resocialización.

Con base en la estructura del trabajo planteada y los objetivos que se han presentados, la

investigación será de carácter cualitativo, utilizando herramientas como la recolección de la

información en la ley, jurisprudencia, doctrina y estadísticas que proporcionan algunas

entidades estatales y no gubernamentales que faciliten un mejor entendimiento del tema en

cuestión.

Este trabajo se dividirá en 4 capítulos. En el primero de ellos, se estudiarán los conceptos,

teorías y desarrollo histórico de resocialización; su función y el sistema que se aplica en

Colombia. En el segundo capítulo se abordarán las fallas del proceso resocializador

clasificadas en condiciones materiales e inmateriales. Además, se incluirá el análisis de la

reincidencia como máxima expresión de las falencias en la resocialización. El tercer

capítulo hace referencia a la revisión de programas efectivos de resocialización en el

mundo y en Colombia, con la identificación de componentes comunes y específicos. En el

cuarto capítulo se plantearán diferentes alternativas que favorecen los procesos de

resocialización con base en los hallazgos del tercer capítulo. Los últimos capítulos estarán

destinados a la discusión de los hallazgos, conclusiones y recomendaciones.

7
1.   RESOCIALIZACIÓN COMO FIN ÚLTIMO DE LA PENA

1.1.   Teorías y concepto de resocialización

En la legislación nacional, si bien se ha incorporado el concepto de resocialización en

distintas leyes4, no se ha encontrado evidencia de que exista una definición concreta. No

obstante, lo anterior ha dado pie para que el concepto de resocialización haya sido

ampliamente desarrollado por la jurisprudencia y la doctrina. No ha sido tarea fácil poder

establecer una definición para este concepto, que abarque la totalidad de su contenido y

alcance por la misma naturaleza ambigua de su nombre, lo cual ha generado que se creen

diferentes posiciones doctrinales. A continuación, se hará un breve análisis sobre cuatro

teorías doctrinales que proponen una definición del concepto de resocialización.

Para el profesor José Luis de la Cuesta Arzamendi5, y con base en su artículo “La

resocialización: objetivo de la intervención penitenciaria” existe una variedad de

definiciones que se pueden clasificar en dos teorías principales que se presentan en cuanto

al modelo resocializador: una de socialización, cuya explicación parte de la carencia

relativa o absoluta de socialización y por ello, “la ejecución de la pena debe aprovecharse

para lograr una socialización en reemplazo, dirigida a corregir y rellenar esa carencia o

defectos de la socialización… y otra, de corrección, que explica la conducta delictiva como

una manifestación de la incapacidad del delincuente de autodeterminarse y de controlar su

4
Ejemplo de ello son las leyes 65 de 1993, 599 del 2000 y 1709 de 2014.

5
Catedrático del Derecho Penal. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Doctorado
honoris causa en la Universidad Alexandru Ioan Cuza y Universidad de Huánuco. Actualmente, director del
Instituto Vasco de Criminología (IVAC-KREI).

8
comportamiento” (Arzamendi, 1993, pp. 11 y 12). Por esto, es necesaria la intervención

penitenciaria para mejorar o corregir dichos comportamientos6.

Dichas teorías valorativas han sido consideradas como irrealizables y han sido objeto de

críticas por parte de diferentes sectores por confundir cuál papel le corresponde al derecho

en el proceso de encarcelamiento y cuál se debe dejar a la moralidad pues, dichas

perspectivas extremas pueden llegar a generar un conflicto con los Estados de Derecho por

encontrar inconvenientes con la dignidad humana7 y los derechos fundamentales conexos.

De esta forma, como es común en el estudio de las ciencias jurídicas, se crearon unas

teorías mixtas que reúnen elementos de las dos primeras. Estas son las llamadas: teoría para

la moralidad y teoría para la legalidad. Para la primera, la intervención resocializadora

debe “lograr la interiorización y asunción por el individuo de los criterios valorativos

dominantes en la sociedad en que ha de integrarse. Solo así –se dice-, regenerado

moralmente, el retorno a la sociedad tendrá lugar de una manera segura, sin riesgo de

comisión de delitos futuros” (Arzamendi, 1993, pp. 11 y 12) Para la segunda, se propone

que la intervención resocializadora debe tener como objetivo principal la adecuación del

comportamiento del delincuente al marco de la legalidad. Es decir, desprovisto de cualquier

clase de juicio moral, siempre que se adecúe a lo jurídicamente posible.

6
El artículo 142 de la Ley 65 de 1993 estipula que el objetivo del tratamiento penitenciario es preparar al
condenado, mediante su resocialización para la vida en libertad.
7
El artículo 1ro de la Constitución Política establece que Colombia es un Estado social de derecho,
organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

9
Ambas teorías también han sido objeto de críticas pues, en el caso de las teorías moralistas,

es muy difícil concebir un Estado de Derecho cuyas políticas sean tan conservadoras o

antiliberales pues, en estas, el Estado no debería intervenir tanto en el fuero interno de las

personas como si fuera a imponerle al individuo una serie de valores o principios

encaminadas a la aceptación del sistema. Las críticas de la teoría legal se fundamentan en

que la intervención estatal se queda corta al limitarse únicamente a lo que concierne a la

legalidad formal pues, los valores sociales que no son necesariamente parte del ámbito

legal, también deberían ser incluidos en el proceso resocializador.

La Corte Constitucional colombiana se ha pronunciado respecto de la función

resocializadora de la pena en varias oportunidades. Veamos algunos de estos

pronunciamientos:

•   Sentencia T-286 de 2011. Se ofrece la siguiente definición de resocialización: “la sanción

penal tiene un fin resocializador, esto es, lograr que la persona respete las normas

establecidas para vivir en sociedad y se integre a ella sin poner en peligro los bienes

jurídicamente protegidos”.

•   Sentencia C-026 de 2016. Se hace un pronunciamiento respecto de la dignidad humana y su

relación con la resocialización. Al respecto, se argumenta que “la función de reeducación y

reinserción social del condenado debe entenderse como la obligación institucional de

ofrecerle todos los medios razonables para el desarrollo de su personalidad y como

prohibición de entorpecer este desarrollo. Por tanto, le corresponde al interno, dentro de su

autonomía, fijar el contenido de su proceso de resocialización”.

10
•   Sentencia T-276 de 2016. Se hace referencia a la resocialización como un concepto que

“implica el derecho a vivir nuevamente dentro de la comunidad sin romper las mínimas

reglas de armonía, la cual no puede ser un mero valor axiológico que debe manifestarse en

consecuencias concretas”.

Con base en lo anterior, es posible concluir que para la Corte Constitucional, el derecho de

resocialización ha tenido una acepción que se inclina hacia los postulados de las teorías

legalistas, en cuanto a que la intervención debe limitarse a que el recluso pueda cumplir con

las normas básicas de la sociedad y no tanto a meterse en el fuero interno de la persona

pues, en primera instancia, esto podría llegar a vulnerar la dignidad y la autodeterminación

de la persona y, en segunda instancia, porque el Estado solo debe intervenir para brindarle

las herramientas básicas al recluso que le permitan vivir en sociedad. El elemento

resocializador interno le corresponde al interno por su derecho de autodeterminación.

Para este trabajo investigativo, resulta evidente cómo la postura jurisprudencial ha adoptado

principalmente el modelo legalista de la resocialización. Sin embargo, se considera que la

resocialización debería guiarse por un modelo que mezcle teorías legales y morales. Es

decir, que no se quede tan corto a la hora de intervenir en el proceso de encarcelamiento. Es

por esto que, a lo largo de este trabajo de investigación, se utilizará una teoría mixta de

resocialización que combina el elemento legalista de intervención minimizada del Estado

con uno también moralista, que pueda llegar a afectar el fuero interno del recluso a través

de la incentivación de programas alternativos que le permitan utilizar dichas actividades

para reconstruir su fuero interior.

11
1.2.   Facultad sancionatoria y resocialización como fin último de la pena

Para hablar la facultad sancionatoria del Estado es necesario referirse a la teoría del

contrato social. En nuestro contexto, las autoridades han establecido sus políticas

criminales a la luz de la tesis del contrato social (Velásquez Muñoz, 2004), la cual puede

ser entendida, “de una parte para explicar el origen político y voluntario del Estado y de

otra, para justificarlo como fundamento de la legitimidad” (Sánchez, 2001, p. 1). La base de

la facultad sancionatoria del Estado parte de esta segunda acepción del contrato social en

donde un individuo transgrede la normativa que el Estado ha impuesto y por esto activa el

accionar del mismo.

La legitimidad en el ejercicio del poder político implica el cumplimiento de los fines

definidos por el propio Estado como condicionantes de su accionar. “En el caso

colombiano, el modelo constitucional de Estado Social de Derecho conlleva a que la

legitimidad en el ejercicio del poder político implique que todo el accionar del aparato

estatal debe orientar su sentido hacia la satisfacción de los fines esenciales del Estado que

aparecen en el artículo 2° de la Constitución Política de 19918 y que la jurisprudencia

constitucional ha concebido como valores constitucionales.” (Delgado, 2013, pp. 12 y 13).

8
El artículo 2do de la Constitución Política colombiana establece que “son fines esenciales del Estado: servir
a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y
en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional,
mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.

Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia,
en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los
deberes sociales del Estado y de los particulares.”

12
Así, una vez es violado el contrato social, el aparato gubernamental se ve obligado a

responder tomando las medidas necesarias, cuyos objetivos son de carácter preventivo y

correctivo. Esto quiere decir que una vez el juez ha dictado sentencia condenatoria, el

recluso no debe únicamente estar destinado a vivir un aislamiento donde solo recibe los

servicios básicos por parte del Estado, sino que este debe trabajar en función del recluso

para protegerlo y corregirlo, aportándole herramientas de trabajo que le facilite comenzar

un proceso de cambio interno (ya sea en las conductas o en su manera de pensar) que más

adelante, cuando recobre su libertad, le permita llevar una vida que se adecúe a las normas

y principios del contrato social.

Si bien la resocialización como concepto había estado inmerso en nuestro sistema legal

como uno de los fines de la pena, no siempre fue considerado como el fin último y, solo

hasta hace un poco tiempo atrás se le dio tal calificación. En Colombia, la pena ha tenido

distintos objetivos en diferentes épocas como lo era “la retribución o la represión,

situaciones donde se hablaba únicamente de políticas netamente represivas; el cambio surge

principalmente por el surgimiento de una nueva escuela de pensamiento que desencadenó

una nueva forma de entender y estudiar los diferentes fenómenos sociales” (Cifuentes,

2016, p. 7).

En la legislación nacional, la primera vez que se hace alusión al concepto resocializador es

en el Decreto-Ley 100 de 1980, comúnmente conocido como el antiguo código penal. El

artículo 12 del pasado código establecía que “la pena tiene función retributiva, preventiva,

protectora y resocializadora”. Esto sin perjuicio de que el país ya habría ratificado varios

tratados internacionales que hacían referencia al concepto, como el Pacto de Derechos

13
Civiles y Políticos9 (Ley 74 de 1968) y la Convención Americana de Derechos Humanos10

(Ley 16 de 1972).

Es así, como el concepto comienza a cobrar especial relevancia por la presión internacional

ejercida a lo largo del siglo XIX, lo que generó que varios países comenzaran a

implementar la idea resocializadora en sus políticas criminales. Colombia no se quedó atrás

y fue así como finalmente en 1993, con la consumación de la Constitución de 1991 que

instituyó a Colombia como un Estado social de Derecho, se decidió establecer que la

resocialización es el fin último de la pena.

1.3.   Desarrollo histórico de la resocialización en Colombia

El concepto de resocialización es relativamente nuevo en nuestra legislación. Antes de la

Ley 65 de 1993, los procedimientos aplicables respecto del sistema penitenciario estaban

cobijados bajo dos normativas que hicieron unas primeras aproximaciones al concepto en

cuestión: el Decreto 1405 de 1934 y el Decreto 1817 de 1964.

En ambos, se establecían los deberes de algunas de las autoridades penitenciarias como las

del director general de prisiones, los directores de penitenciaría y los inspectores delegados,

en donde se encuentran, entre otras atribuciones, la de otorgarle al condenado la

9
El numeral 3ro del artículo 10 establece que el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya
finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados.
10
El numeral 6to del artículo 5 establece que las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad
esencial la reforma y la readaptación social de los condenados.

14
oportunidad de una regeneración moral y readaptación de la disciplina social11. Si bien

estos conceptos funcionarían como la base para la construcción de uno más completo, es

posible identificar cómo en el Estado colombiano ya se había pensado en el tratamiento del

recluso con miras a la resocialización.

Para aquella legislación, la resocialización del recluso no era considerada como el fin

último de la pena. Es también interesante un planteamiento que hace el antiguo régimen

sobre la manera en cómo los reclusos podían llegar a ser resocializados. Al respecto de

esto, establecía el artículo 127 del Decreto 1405 de 1934 que “todos los establecimientos

carcelarios y penitenciarios del país se regirán por el principio de que el trabajo es la mejor

y más alta escuela de regeneración moral y social de los penados y detenidos. Por

consiguiente, se implantará el trabajo obligatorio en distintas actividades, inclusive las

escolares”.

Es así como se puede observar que, para el Estado de ese entonces, era posible llegar a la

resocialización de la persona a través de dos clases de programas, el de educación y el del

trabajo, y que este último era el proceso más idóneo para conseguir este fin.

Actualmente se cuenta con una normativa que se rige por dos leyes. Por un lado, la ley 65

de 1993 comúnmente reconocida como código penitenciario y carcelario12, y por el otro, la

11
Ejemplo de esto es el artículo 28 literal i) por el cual, El Director General de Prisiones tendrá las siguientes
atribuciones y deberes:

i) Volar continuamente, por todos los medios que estén a su alcance, a fin de que la detención y las penas
privativas de la libertad sean siempre para los sindicados y condenados una oportunidad de regeneración
moral y readaptación a la disciplina social, subordinando a este objetivo toda la organización dé la vida de las
Cárceles.
12
De ahora en adelante, CPC.

15
ley 1709 de 2014 que adiciona y modifica algunas estipulaciones de la primera. En ambas

se establecen unos condicionamientos a las facultades sancionatorias del Estado. Se

estipulan las diferentes limitaciones y modalidades que debe adoptar el juez a la hora de

imponer una pena, como las prisiones domiciliarias, las multas e incluso, la prohibición de

las penas de muerte, destierro y confiscación13.

Al mismo tiempo se incluyeron tanto las funciones como las finalidades de la pena, las

cuales tienen como objetivo fundamental lograr la resocialización de la persona. Al

respecto, el artículo 9º del CPC establece que “la pena tiene función protectora y

preventiva, pero su fin fundamental es la resocialización. Las medidas de seguridad

persiguen fines de curación, tutela y rehabilitación”.

Es evidente entonces cómo los términos anteriormente utilizados por el régimen antiguo

pasaron a convertirse en uno nuevo denominado resocialización, medio necesario que

materializa la corrección del recluso una vez ha sido puesto en libertad y reinsertado a la

sociedad a la que pertenece.

1.4.   Redención de la pena como incentivo a la resocialización

Uno de los mecanismos que se ha utilizado en el país para incentivar la asistencia de los

reclusos a los programas resocializadores fue la redención de la pena. La resolución 3272

13
El artículo 6to de la Ley 65 de 1993 establece que no habrá pena de muerte. Se prohíben las penas de
destierro, prisión perpetua y confiscación. Nadie será sometido a desaparición forzada, torturas ni a tratos o
penas crueles, inhumanas o degradantes.

16
de mayo de 199514 desarrolló que la pena impuesta al privado de su libertad sería reducida

de acuerdo a los días de trabajo, educación, enseñanza o con la asistencia a los diferentes

programas de resocialización que ofrezca el establecimiento carcelario en el que se

encuentra. Así, por cada dos días que el recluso trabaje, atienda a programas de educación o

enseñe, se le reducirá un día de su pena15. Dentro de las opciones también se incluyen

experiencias de carácter deportivo o artístico (Corte Constitucional. Sentencia T-286 de

2011).

La redención de la pena no puede ser entendida exclusivamente como un mecanismo al que

pueden acceder las personas privadas de la libertad para descontar días de la pena que les

fue impuesta, sino también como la posibilidad de materializar el elemento resocializador

en su proceso (Hernández Jiménez, 2018b, p. 229).

La regulación del derecho de redención puede ser encontrada en el artículo 103 del CPC,

adicionado por la ley 1709 de 2014, que establece que: “la redención de pena es un derecho

que será exigible una vez la persona privada de la libertad cumpla los requisitos exigidos

para acceder a ella. Todas las decisiones que afecten la redención de la pena, podrán

controvertirse ante los Jueces competentes” (subrayado fuera del texto original). De

14
Dispone el artículo 3º de la resolución que “De conformidad con el artículo 82 de la Ley 65 de 1993 y con
sujeción a la decisión que en cada caso adopte el Juez de ejecución de penas y de medidas de seguridad, a los
detenidos y condenados se les abonará un día de reclusión por dos días de trabajo, siempre que el trabajo
realizado sea idóneo para este efecto, de acuerdo a lo previsto en el presente reglamento.

No obstante, y teniendo en cuenta lo dispuesto en el Artículo 86 de la Ley 65 de 1993, los detenidos


únicamente podrán trabajar en labores públicas, agrícolas o industriales, en iguales condiciones que los
condenados, siempre que el director del establecimiento lo juzgue procedente en cada caso particular,
considerando la conducta del interno, la calificación del delito y su seguridad.”

15
En agosto de 2019, la senadora María del Rosario Guerra impulsó un proyecto de ley encaminado a facultar
la redención de la pena privativa de la libertad mediante el fortalecimiento de la formación en valores en los
establecimientos de reclusión. Actualmente, se encuentra en estado pendiente pues, se debe discutir la
ponencia para el primer debate en el Senado (Senado de la República de Colombia, Gaceta 894 de 2019,
ponente primer debate: Jose Obdulio Gaviria Vélez).

17
acuerdo con esta estipulación, encontramos que el derecho a redimir la pena se concreta en

la posibilidad que tiene el recluso de asistir a programas que le permiten descontar su pena

por medio de actividades resocializadoras como el trabajo, la enseñanza y el estudio.

Al igual que con la resocialización, el concepto de redención también ha sido estudiado por

la jurisprudencia y la doctrina nacional. Dada su amplitud, se comparte la siguiente

acepción: “El elemento neurálgico de la fase de la ejecución de la pena privativa de la

libertad en un sistema que privilegie como fin la resocialización de los internos. A través de

este instrumento, los internos se ven motivados a tener un buen comportamiento durante su

reclusión y a practicar actividades artísticas, deportivas, de lectura, trabajo, estudio,

recreación o enseñanza, para recibir en contraprestación un abono de pena adicional, con el

que pueden reducir el tiempo efectivo de privación de la libertad y, de contera, acceder a

los beneficios administrativos y judiciales propios de cada fase del tratamiento

penitenciario. Como podrá verse con más detalle a medida que avance el presente estudio,

la importancia de la redención de pena no estriba únicamente en brindar la esperanza al

interno de reducir el tiempo de su reclusión, sino en la posibilidad de garantizar el

purgamiento de la pena dentro de los límites insoslayables de la dignidad humana.”

(Barrera, 2012. P. 1).

En el trabajo investigativo también se ha podido observar cómo ha sido el tratamiento y la

importancia que se le ha dado a los mecanismos de redención en Colombia por parte de la

jurisprudencia pues, en palabras de la Corte Constitucional, la redención de la pena es la

“única fuente de materialización de la resocialización del penado que accede al descuento

de días de prisión física por realizar determinadas actividades, entre ellas, el estudio y el

trabajo” (Corte Constitucional, Sentencia T-718 de 2015).


18
A su vez, en una sentencia más reciente, la Corte Constitucional afirmó que las “tareas

como el trabajo, la educación, y la enseñanza, constituyen mecanismos que posibilitan la

resocialización de los internos en establecimientos penitenciarios y permiten redimir la

pena durante las diferentes fases del tratamiento penitenciario” (Corte Constitucional,

Sentencia T-100 de 2018).

Es necesario hacer mención a un problema que se ha presentado en Colombia respecto de la

redención de la pena. De manera errónea, algunos jueces y abogados colombianos han

confundido la naturaleza de la redención considerándola algunos como un beneficio

administrativo y otros como un derecho (Barrera, 2012; Hernández Jiménez, 2018b).

Al respecto de este problema, Juan Pablo Uribe Barrera afirma que "la mayoría de los

jueces de ejecución de penas y medidas de seguridad en Colombia entienden que si bien el

interno tiene derecho a realizar actividades tendientes a su resocialización, el

reconocimiento de una rebaja o redención de pena como contraprestación a tal esfuerzo,

consiste en uno más de los beneficios administrativos que se conceden a los condenados,

por lo que, de mediar norma penal aplicable que excluya tales gracias, el penado no tendrá

derecho a que se le abone parte de la pena por esta vía” (Barrera, 2012, p. 2).

La razón por la cual existe esta confusión es porque, con la entrada en vigencia de la ley

1709 de 2014, se adicionó el artículo 68A al CPC estableciendo “que no se concederán la

suspensión condicional de la ejecución de la pena; la prisión domiciliaria como sustitutiva

de la prisión; ni habrá lugar a ningún otro beneficio, judicial o administrativo, salvo los

beneficios por colaboración regulados por la ley, siempre que esta sea efectiva, cuando la
19
persona haya sido condenada por delito doloso dentro de los cinco (5) años anteriores”

(subrayado fuera del texto original).

No obstante, la misma Ley en su artículo 6416 definió a la redención como un derecho que

será exigible por el recluso una vez haya cumplido con los requisitos legales establecidos

para acceder a dicho mecanismo. Al respecto, la Corte Constitucional sostiene que “la

redención de pena está excluida de la categoría de “beneficio”, y es un “derecho” que puede

ser solicitado y exigible por la persona privada de la libertad siempre que cumpla con los

requisitos para acceder a ella y, en todo caso, las decisiones que la afecten pueden ser

controvertidas ante los jueces competentes” (Corte Constitucional, sentencia T-718 de

2015).

Para la doctrina, es también evidente que se trata de un derecho y no de un beneficio

administrativo. Se afirma que “la redención de pena no es un beneficio ni un subrogado

(mecanismo sustitutivo de la pena) sino una expresión de la dignidad humana y un

instrumento por medio del cual el Estado ofrece al penado la posibilidad de resocializarse.”

(subrayado fuera del texto original) (Hernández Jiménez, 2018a, p. 16). De esta manera, se

concluye que, tanto la doctrina nacional como la jurisprudencia, confirman que la redención

de la pena no se configura como un beneficio administrativo sino como un derecho por el

cual el privado de la libertad amortiza su pena y contribuye a su proceso resocializador.

Estos programas permiten la resocialización porque preparan al individuo para que

encuentre un camino o propósito una vez sean dejados en libertad. Los vínculos que se

fomentan en las cárceles pueden tener un efecto resocializador en la persona porque

16
Que adiciona el artículo 103, por el cual se incorpora el derecho de redención al CPC.

20
favorecen el desarrollo de dichas actividades como fuentes de ingreso. Sin embargo, es

importante destacar que, de acuerdo a las cifras presentadas por el informe estadístico del

INPEC, para mayo de 2020, 100.468 reclusos participaron en alguno los programas de

resocialización que ofrecen los establecimientos carcelarios. Esto corresponde al 53,48% de

la totalidad de la población carcelaria en Colombia:

Por esto, se considera importante entender que la naturaleza de la redención de la pena es

un derecho y no un beneficio administrativo, como se ha confundido comúnmente en la

práctica, pues es un mecanismo que permite desarrollar el elemento resocializador de la

pena.

21
2.   FALLAS EN EL PROCESO RESOCIALIZADOR

En este segmento se pretende comprobar cómo las condiciones y mecanismos encaminados

a la resocialización de los presos han fallado o no han sido suficientes para alcanzar tal

objetivo. El propósito será analizar la vida en las cárceles colombianas para determinar si la

resocialización se puede realizar en dichas condiciones. Para esto, se utilizarán estudios que

se describen las condiciones materiales e inmateriales17 de las cárceles colombianas, se

revisarán los pronunciamientos jurisprudenciales e investigaciones de tipo cuantitativo.

Adicionalmente, se hará un breve análisis sobre el fenómeno de la reincidencia.

2.1.   Condiciones materiales en los establecimientos carcelarios

El hacinamiento carcelario hace referencia a un estado de acumulación de individuos en un

mismo establecimiento, el cual supera físicamente su capacidad para albergarlos a todos.

“Cuando el número de internos es mayor, existe hacinamiento y esa precariedad locativa ha

empujado al preso en Colombia a ocupar los lugares destinados para el tránsito común e

incluso aquellos establecidos para el aseo y la evacuación de las necesidades fisiológicas,

convirtiéndolos en su zona de descanso y donde pernoctan, lo que a su vez se fusiona con el

obstáculo para acceder a los programas de resocialización”. (Hernández Jiménez, 2018b, p.

89).

Es una situación que se ha presentado frecuentemente en el país y que ha generado una

crisis en materia de derecho internacional por ser violación constante de derechos


17
Para los efectos de este trabajo de investigación, se entenderá por condición material toda circunstancia o
restricción tangible. Por condición inmaterial se hace referencia a cualquier circunstancia o restricción que no
se puede percibir por los sentidos.

22
humanos18. A su vez, ha generado responsabilidad del Estado hasta el punto en que fue

declarado como un estado de cosas inconstitucional por parte del alto Tribunal

Constitucional. Al respecto, en sentencia de 1998 la Corte se pronunció estableciendo que:

Las condiciones de hacinamiento impiden brindarle a todos los reclusos los medios

diseñados para el proyecto de resocialización (estudio, trabajo, etc.). Dada la imprevisión

y el desgreño que han reinado en materia de infraestructura carcelaria, la sobrepoblación

ha conducido a que los reclusos ni siquiera puedan gozar de las más mínimas condiciones

para llevar una vida digna en la prisión, tales como contar con un camarote, con agua

suficiente, con servicios sanitarios, con asistencia en salud, con visitas familiares en

condiciones decorosas, etc. De manera general se puede concluir que el hacinamiento

desvirtúa de manera absoluta los fines del tratamiento penitenciario.19 (Corte

Constitucional, Sentencia T-153 de 1998).

Según el último informe estadístico realizado por el INPEC, la población intramural en las

cárceles colombianas asciende a 112 .039 personas. Esto se evidencia en la siguiente tabla:

18
Desde el siglo XIX datan quejas en torno al hacinamiento de los establecimientos de reclusión colombianos
(Campuzano, 2000, p. 112).
19
Corte Constitucional. Sentencia T-153 de 1998. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz.

23
Como puede observarse, esta población ha fluctuado en el último año manteniendo un

número de aproximadamente 117.000 reclusos hasta la fecha. Debe anotarse que tal

reducción, evidenciada en los últimos meses de este año, se debe a la situación que enfrenta

el país y el mundo respecto de la pandemia del virus COVID-1920, ya que el Presidente de

la República expidió el Decreto 546 de abril de 2020, por el cual se adoptan medidas para

sustituir la pena de prisión y la medida de aseguramiento de detención preventiva en

establecimientos penitenciarios y carcelarios por la prisión domiciliaria y la detención

domiciliaria transitoria en el lugar de residencia a personas que se encuentran en situación

de mayor vulnerabilidad frente al virus.

Frente a los índices de sobrepoblación, se estimó que, para mayo de 2020, 31.276 personas

en todo el territorio nacional sobrepasaban los límites de los establecimientos carcelarios:

Esto quiere decir que actualmente en Colombia el índice de hacinamiento es de 38.7%

sobre la capacidad total que pueden albergan los establecimientos carcelarios. “En estas

condiciones no solo se dificulta la satisfacción de algunas necesidades básicas, relacionadas

con el espacio, la alimentación y en general el modo de subsistencia, sino que además se

entorpece el cumplimiento de la resocialización, como fin primordial dentro de la fase de

ejecución de la pena de prisión”. (Hernández Jiménez, 2018a, p. 18).


20
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus (CoV) son una amplia familia de virus
que pueden causar diversas afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como
ocurre con el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el que
ocasiona el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV). Un nuevo coronavirus es una nueva cepa de
coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano.

24
Cuando el hacinamiento se presenta en estos establecimientos, necesariamente surgen otras

consecuencias que impiden el desarrollo del fenómeno resocializador pues se generan una

serie de condiciones deplorables que “afectan el espacio vital, la alimentación, la salud y la

seguridad de los presos” (Washington Office on Latin America, 2010). Por ende, es

necesario resaltar que la condición de hacinamiento tiene una relación que afecta la

resocialización de los reclusos.

Otra materialización de las condiciones materiales se presenta frente a la salubridad e

higiene. Se cree que estas tienen una conexión intrínseca con los altos índices de

sobrepoblación carcelaria y merecen especial atención como condiciones materiales de los

establecimientos carcelarios que pueden afectar la resocialización de los reclusos.

Prueba de esto se manifiesta en la ya citada sentencia T-153 de 1998, que decidió sobre la

preocupante situación de hacinamiento en las cárceles La Modelo de Bogotá y Bellavista de

Medellín. En ésta decisión se relacionan las visitas realizadas por funcionarios de la Corte

Constitucional a dichos establecimientos y se concluye que las condiciones higiénicas y

sanitarias son deficientes. Al respecto, la Procuraduría señala que “el estado físico de las

cárceles es preocupante, pues la mayoría de las construcciones son antiguas, vetustas y

obsoletas, el tamaño de las celdas es reducido, carentes de luz, aireación y servicios

sanitarios, lo cual agrava aún más las actuales condiciones de hacinamiento. Es común

encontrar problemas en el suministro de agua, en la evacuación de aguas residuales,

cañerías obstruidas y deficiente presentación de los servicios públicos, entre otros”. (Corte

Constitucional, Sentencia T-153 de 1998).

25
Otro ejemplo frente a e este tema se evidencia en la sentencia T-282 de 2014 donde, el

actual senador Iván Cepeda Castro21 junto a dos abogadas - todos miembros de la fundación

Comité de Solidaridad con los Presos Políticos - relata la visita que realizaron a la

Penitenciaria Nacional de Valledupar. En esta dejaron clara “la grave crisis de salubridad

que se vive en la penitenciaría, especialmente ante la casi total ausencia de agua potable,

en un lugar en donde la temperatura alcanza los 40 grados centígrados, con una población

carcelaria de aproximadamente 1500 internos, quienes literalmente viven entre sus

excrementos y se enfrentan entre ellos por la falta de agua. Situación que representa una

violación flagrante a su derecho a la salud a un ambiente sano, y a su vida en condiciones

de dignidad.”22

Para los efectos de este trabajo investigativo, las consecuencias derivadas del hacinamiento

y las pobres condiciones de higiene y salubridad de los establecimientos carcelarios se

traducen en unas fallas concretas: falta de espacios comunes, imposibilidad de crear

talleres, la presencia de áreas educativas en lugares impropios y nada motivadores,

dormitorios colectivos, etc. Todos estos, entorpecen el proceso resocializador porque es

precisamente en estos espacios donde se presta la oferta de este tipo de programas.

Una buena infraestructura y salubridad en general, son el medio para desarrollar el proceso

resocializador y evidenciada la situación que presentan los establecimientos carcelarios en

Colombia, los reclusos pierden acceso al goce de las condiciones materiales que les

permitirían llevar una vida digna en prisión.

21
Iván Cepeda Castro es un político, defensor de derechos humanos y filósofo de profesión colombiano.
22
Corte Constitucional. Sentencia T-282 de 2014. M.P.: Luis Ernesto Vargas Silva.

26
2.2.   Condiciones inmateriales de los establecimientos carcelarios

A lo largo de la historia, las cárceles se han caracterizado por su complejidad en ámbitos

como la filosofía y la psicología pues, la privación de la libertad provoca una serie de

consecuencias en el recluso generadas por la tensión emocional permanente. (Echeverri,

2010; Sykes, 1958).

Para analizar este fenómeno, se utilizarán los estudios: “la prisionalización, sus efectos

psicológicos y su evaluación”, por el Dr. Jaime Alberto Echeverri Vera23 y “la sociedad de

los cautivos”, del Dr. Gresham M’Cready Sykes24, quienes explican las consecuencias

emocionales que experimenta una persona cuando es privada de su libertad. Entre estas, se

destacan el fenómeno de prisionalización, la ansiedad y la pérdida de intimidad, todos

relevantes puesto que afectan al proceso resocializador.

En primer lugar, se hace referencia al fenómeno que se describe como prisionalización,

circunstancia por la cual una persona, como consecuencia de una sentencia judicial

condenatoria y su encarcelamiento, termina asumiendo un código de conductas y valores

establecidos en la subcultura carcelaria (Sykes & Messinger, 1960; Hernández Jiménez,

2018b). Se sintetizan dichas conductas así (Sandoval, 1998; Echeverri, 2010):

•   Norma básica: la no delación. Esto es, no inmiscuirse en los asuntos del otro ni delatarlo.

•   Frialdad en las reacciones: control en las conductas y actitudes.

23
Psicólogo Clínico. Magíster internacional en Psicología Forense. Miembro de la Asociación Europea de
Psicología Conductual (aepc). Adscrito al Instituto Español de Psicología Forense (iepf). Coordinador de los
laboratorios de la Facultad de Psicología dela Universidad Cooperativa de Colombia, sede Medellín.
24
Sociólogo y criminólogo estadounidense conocido por sus trabajos de investigación en delincuencia y
criminología. Fue profesor de sociología en universidades como Princeton, Dartmouth y Northwestern.

27
•   No explotar a los internos-colegas.

•   Dureza personal, resistencia y fortaleza física y mental.

•   Hostilidad, desprecio y desconfianza hacia el funcionario.

•   Cualquier conflicto que ponga de manifiesto un enfrentamiento entre un interno y un

funcionario debe ser considerado como una agresión a todo el colectivo de reclusos y, en

consecuencia, la razón siempre es del interno.

No por nada, “se dice que el hombre es un animal social que siempre debe afrontar el hecho

de que otros buscan que se adapte a las reglas y los procedimientos y, de alguna manera

tiene que responder a esas demandas externas. Puede aceptarlas en un todo o en parte,

transformándolas en auto exigencias, o puede rechazarlas e intentar evadir las

consecuencias, pero nunca ignorarlas por completo”. (Sykes, 1958, p. 65).

De esta manera, “se acepta un rol socialmente desvalorado: el de preso, con vasta

información sobre el funcionamiento de la cárcel y adecuación de su comportamiento a los

códigos de conducta impartidos al interior de la misma” (Hernández Jiménez, 2018b, p.

194). El recluso que conserva todavía su código de principios y valores sociales se

encuentra más expuesto a sufrir un rechazo por parte de la población carcelaria y a su vez,

esto traerá como consecuencia su lenta adaptación a las conductas de los demás alejándolo

del proceso resocializador, que supone la adaptación de los reclusos a las normas legales y

sociales.

Otro de los efectos que genera el encierro es la ausencia de expectativa. Todas las fuerzas

internas de los reclusos sólo tienen como meta, al momento de entrar a la prisión, salir lo

28
antes posible del establecimiento. Día y noche las personas cuentan los días faltantes para

poder salir del mismo; asisten al área jurídica de la cárcel para preguntarles a los abogados

o a los defensores del pueblo la situación de su proceso, dudas sobre la pena impuesta,

preguntas referentes al tiempo restante que les queda dentro del establecimiento. En pocas

palabras, sienten que el tiempo que duran dentro de la cárcel es un tiempo perdido.

Este comportamiento natural de una persona que está totalmente encerrada, trae consigo

una frustración e impotencia pues, no existen expectativas en relación con la propia vida

que no estén conectadas en alguna medida con el fin del retorno a la vida libre en el menor

tiempo posible. (Echeverri, 2010; Sykes, 1958).

La ansiedad también juega un papel importante como condición inmaterial en las cárceles.

Pues, “desde el mismo momento en que se produce el ingreso de una persona a prisión su

nivel de ansiedad incrementa significativamente, provocando un estado anímico que se

revela en una elevada tensión emocional.” (Echeverri, 2010, p. 5). Adicionalmente, se

afirma que los niveles de ansiedad percibidos por una persona que ingresa por primera vez

a estos sitios pueden ser superior a los de aquellos que ya han vivido este tipo de

experiencia.

Otro factor que debe ser tenido en cuenta es la falta de intimidad. Cuando los reclusos

ingresan a la cárcel, son forzados a convivir con otros integrantes. Este fenómeno se

manifiesta de una manera más extrema en las prisiones colombianas por los altos índices de

hacinamiento. Desde el punto de vista emocional, las consecuencias que acarrea esta

situación son enormes pues, “toda persona necesita para su desarrollo personal equilibrado

momentos íntimos en los que se pueda dedicar a sí mismo” (Echeverri, 2010, p. 6). Esta
29
situación, acompañada de otros factores como la ansiedad y la adaptación a las normas

sociales de la prisión ponen al recluso en una difícil posición para trabajar en sí mismo.

Estas y otras variables25 del fuero interno de la persona tienen un efecto importantísimo en

el desarrollo resocializador pues, es muy difícil concebir un verdadero cambio en un

individuo que es más susceptible de padecer trastornos emocionales en un espacio cuyas

condiciones tampoco facilitan la consecución de tal finalidad.

2.3.   Reincidencia como manifestación de una falla en la resocialización

Según un reciente informe presentado por el INPEC, la reincidencia es el fenómeno por el

cual aquellos individuos que, habiendo sido condenados en ocasiones anteriores, han vuelto

a ser privados de la libertad y se encuentran en condición de condenados por la comisión de

nuevos delitos. (INPEC, 2019). Es importante tener en cuenta que, la población reincidente

también afecta las tasas de hacinamiento en los establecimientos carcelario y, por ende,

termina teniendo un impacto en otras variables materiales de la resocialización.

Se considera que la reincidencia es un excelente indicador de la eficacia de un sistema

penitenciario pues, evidencia el porcentaje de personas que realizan una conducta delictiva

en forma reiterada, es decir, personas que no lograron ser completamente reinsertadas y

rehabilitadas en la sociedad. Por esto, se parte de un supuesto en donde, las pobres

condiciones carcelarias y su incidencia en el proceso resocializador favorecen al fenómeno

25
Adicionalmente, el Dr. Jaime Alberto Echeverri menciona otras variables como la ausencia de expectativa,
la despersonalización y la pérdida de intimidad como factores que afectan la salud mental del recluso.

30
de la reincidencia. También se cree que el mejoramiento de estas, podría contribuir a una

adecuada reparación del privado de la libertad.

Los estudios periódicos que realiza el INPEC han servido de base para analizar cómo se

comportan los índices de reincidencia a través del tiempo en Colombia. Se muestran las

estadísticas presentadas por el instituto:

Debe anotarse que, respecto de la información contenida en esta tabla, “el Instituto

Nacional de Prisiones de Colombia (INPEC) no realiza estimaciones de la reincidencia

postpenitenciaria de forma sistemática, sino que ha publicado recientemente el número de

internos que tenían antecedentes delictivos” (Generalitat de Catalunya, 2015, p. 70). De

esta manera, con base en los datos proporcionados por el instituto, no es posible determinar

con certeza cuál es la población reincidente del país.

31
No obstante, “algunas noticias de prensa afirman que el índice de reincidencia se encuentra

entre el 80 % de la población intramuros (de cada 10 liberados, 8 vuelven a la cárcel)26 y el

40% (de cada 10 liberados, 4 vuelven a la cárcel)27” (Hernández Jiménez, 2018a, p. 30).

De esta manera, se comparte la preocupación expresada por la Corte Constitucional en

sentencia T-762 de 2015, por la cual se advierte que existe un problema en la manera como

se ha llevado a cabo el registro y monitoreo de la población reincidente del país.

Para el profesor Hernández Jiménez (2018a), quien ha trabajado en las instalaciones de la

cárcel “La Modelo”, las condiciones en las que los presos deben cumplir la ejecución de sus

penas: el hacinamiento, el maltrato por parte de sus compañeros y guardias de seguridad y

la falta de programas enfocados a la reparación, son algunas de las causas de las fallas en la

resocialización (Hernández Jiménez, 2018a). Se parte de la base de que dichas condiciones

tienen como consecuencia la no satisfacción de la resocialización, como uno de los fines de

la pena. Por esto, para este trabajo investigativo, no es sorprendente que se mencione que

las tasas de reincidencia en Colombia son altas y han tenido un constante crecimiento a

través del tiempo.28

Se considera que las tasas de reincidencia son un elemento clave para medir la efectividad

del fin resocializador en un establecimiento carcelario porque logra poner en evidencia las

fallas del sistema penitenciario colombiano. Si bien es cierto que la finalidad

resocializadora no es una obligación unilateral en cabeza del Estado y, por el contrario,

26
Disponible online en: http://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=242942
27
Disponible online en: http://sistemaspenitenciariosdelmundo.blogspot.com.es/2015/06/elsistema-
penitenciario-de-colombia.html
28
Según las estadísticas del INPEC, para el 2019 el 20.4% de la población intramural se encuentra allí por
reincidencia.

32
también requiere de un actuar por parte del recluso29, las condiciones presentadas en los

acápites 1.6.1 y 1.6.2 dan muestra de las distintas fallas en las que ha incurrido el Estado

colombiano frente al proceso resocializador y, los indicadores presentados por agentes

estatales y algunas noticias de prensa son los que justifican la propuesta que propone este

trabajo de investigación: la identificación de los componentes que hacen de un programa

resocializador efectivo.

29
En sentencia C-181 de 2016 la Corte Constitucional argumenta que “una visión unidireccional de la
finalidad resocializadora de la pena negaría todo objetivo de reinserción social a una sanción fundada en la
reincidencia, pues a priori e intuitivamente se llegaría a la conclusión relativa de que el origen mismo de la
recaída en el delito es el fracaso de las medidas estatales tendientes a la rehabilitación social del
delincuente. Sin embargo, esta posición argumentativa no consulta la realidad de la función resocializadora
de la pena, pues la misma no impone deberes unilaterales solamente en cabeza del Estado, sino que implica
una serie de obligaciones de doble vía en los que necesariamente participa el delincuente que es objeto de
sanción.”

33
3.   PROGRAMAS DE RESOCIALIZACIÓN EN COLOMBIA Y EN EL

DERECHO COMPARADO

Como se mostró en los capítulos anteriores, la población reclusa del país ha tendido a

aumentar en Colombia. Una de las razones por las cuales se ha presentado este fenómeno

“atañe al déficit en los juzgados y sistemas penitenciarios en la revisión de expedientes, el

seguimiento de condenas, la verificación de los programas implementados y su efectividad

en la resocialización e inserción social”30. (Osorio Gutiérrez, N. C., Salamanca Santos, M.

d. P., Rivera Montealegre, L. E, & Ávila Palacio, C. A. 2015, p. 186).

La mayoría de reclusos presentan problemas de adaptación social antes de la ejecución de

su pena privativa de la libertad. Entre ellas, se encuentran “la estigmatización y el

ostracismo familiar y comunitario, y el consiguiente impacto negativo sobre su capacidad

para encontrar empleo o vivienda, regresar a la educación formal o crear o re-crear su

capital individual y social. A menos que reciban ayuda para confrontar estos problemas,

con frecuencia se ven atrapados en un ciclo de integración social fallida, re delincuencia,

recaída y rechazo social.” (Naciones Unidas. 2013, p. 5).

Partiendo de la base de que la prisión también genera unos efectos importantes en el recluso

durante la ejecución de su pena y que, la gran mayoría de estas personas entra a estos

establecimientos con niveles educativos bajos31 y, por lo tanto, han sufrido una lesión en el

30
Otras causas pueden ser atribuidas a: la tipificación de nuevas conductas; la dificultad de acceder a
mecanismos sustitutos de pena y las reformas penales (Hernández Jiménez, 2018b).

31
Según el último informe estadístico del INPEC, 5.753 (4,8%) ingresaron a los establecimientos de reclusión
siendo iletrados(as) y 40.395 (34,0%) lo hicieron habiendo cursado algún grado de básica primaria. El grupo
que concentra la mayor población es el de los internos(as) que llegaron con algún grado de básica secundaria

34
desarrollo de actividades pro sociales y habilidades que les permitan realizar un trabajo que

les funcione como fuente de ingreso, se debe hacer una aproximación a este tema desde una

perspectiva que permita entender la delincuencia como un problema que surge de la

sociedad y, por ende, debe reorientarse, dejando a un lado el modelo retributivo - que ha

demostrado no ser una buena solución - para dar paso a uno restaurativo, que permita

disminuir los factores que inciden en el crimen y se implementen propuestas

resocializadoras que incentiven un cambio en los reclusos que, por un lado, les permita

reflexionar mejor sobre las conductas que los llevaron a encontrarse en dicha situación y,

por el otro, les permita incrementar sus deseos de hacer parte de la sociedad a la que

pertenecen.

Sin embargo, antes de adentrarse en el tema, es necesario dejar claro que para que este tipo

de enfoque se lleve a cabo, es necesaria la intervención del Estado por medio de políticas

criminales destinadas a la protección de la dignidad, integridad, desarrollo y seguridad de

los reclusos.

Es por esta razón que en este acápite se pretende identificar los componentes comunes en

los programas de resocialización a nivel internacional y nacional, con la finalidad de poder

establecer cuáles son esenciales para un efectivo proceso de resocialización y cuáles, por el

contrario, deberían ser puestos a un lado ya que no tienen un efecto positivo o incluso,

tienen una consecuencia negativa frente a la resocialización.

o media vocacional, los cuales agrupan 68.274 (57,5%), entre los cuales se encontraban 21.855 (18,4%)
bachilleres. Los(as) internos(as) que habían cursado estudios de educación superior en sus diferentes
modalidades de técnico, tecnólogo y pregrado universitario, sumaron 4.050 (3,4%). Finalmente están quienes
al momento de su llegada a los ERON contaban con especialización en un área profesional, los cuales
representan únicamente 297 personas (0,3%).

35
3.1.   Programas de resocialización efectivos en el mundo

A nivel internacional, puede afirmarse que la idea de una pena basada en una idea

resocializadora nace con la prisión moderna a finales del siglo XVIII (Foucault, 2000). Sin

embargo, no será hasta la década de los 70’s que se empieza a trabajar en la resocialización

como fin de la pena de manera estructurada. Esto es, que la atención del tratamiento se

enfoque primordialmente en el sujeto delincuente.

Al respecto, “los tratados internacionales introducían en esta misma década a la

resocialización como finalidad de la pena. En España, la resocialización se integraba como

finalidad principal en la Constitución de 1978, frente al castigo retributivo de la dictadura

franquista. En Estados Unidos, y más tarde, en otros países anglosajones, el alejamiento se

hizo indiscutido a mediados de los 1970’s, a partir de la ley del Estado de California, de

1976, y los procesos de reforma de las sentencing guidelines de Minnesota, de 1978,

muchos otros Estados y el sistema federal en 1984” (Zysman. 2010, p. 2).

Desde entonces, se han implementado una variedad de programas enfocados a la

resocialización efectiva de los reclusos en varios países del mundo. En esta sección, se

comparten los hallazgos basados en estudios científicos sobre la efectividad de los

programas de resocialización a nivel internacional. En este campo de investigación se

mezclan distintas disciplinas y existen cientos de estudios que argumentan la efectividad de

diferentes tipos de programas resocializadores, llevados a cabo en diferentes entornos y

aplicando diferentes medidas para medir su “éxito”. La revisión exhaustiva de todos estos

estudios hace que sea muy difícil, si no imposible, sacar conclusiones sólidas sobre el

efecto de estos programas.


36
Si a esto se le suma que para determinar la eficacia del programa, también se deben

responder las preguntas de: ¿Qué funciona, para quién funciona y bajo qué condiciones

funciona? la búsqueda de una respuesta satisfactoria se vuelve más exigente. Es por esto

que, para los propósitos de este trabajo de investigación, se utilizará la disminución de

reincidencia como indicador determinante de la eficiencia de los programas analizados.

Otros autores han utilizado el mismo indicador para medir estos resultados (Garrido,

Redondo, & Sánchez-Meca, 1999; Graña, Garrido, & González, 2007; Andrews & Bonta,

2007).

Distintos estudios de meta-análisis32 se han enfocado en analizar los contextos de América

y Europa frente a este tema. Un estudio investigativo sobre programas de resocialización

que se realizó en cinco países europeos, basándose en programas de tratamientos,

consultando 55 revistas especializadas y solicitando estudios de 118 investigadores

especializados, ejecutaron un trabajo de investigación desde 1980 a 1991, arrojó los

siguientes resultados (Garrido, Redondo, & Sánchez-Meca, 1999):

32
El meta-análisis es una “técnica estadística (de análisis de segundo orden, o secundario) que permite
resumir los resultados obtenidos por diferentes estudios primarios (es decir, estudios empíricos sobre la propia
realidad). En otras palabras, el investigador meta-analítico no trabaja directamente con muestras de individuos
(en nuestro caso, delincuentes que han sido tratados), sino que su muestra de evaluación la constituyen
investigaciones realizadas con anterioridad.” (Garrido, Redondo, & Sánchez-Meca, 1999, p. 13)

37
Como puede observarse en la tabla, el estudio se hizo sobre distintitas modelos teóricos de

resocialización en cinco países: Alemania, España, Gran Bretaña, Holanda y Suecia. Los

modelos teóricos sobre los cuales se representa el meta-análisis son ocho:

a.   No conductual;

b.   Educativo;

c.   Conductual;

d.   Cognitivo conductual;
38
e.   Teoría penal / Disuasión;

f.   Comunidad terapéutica;

g.   Derivación y;

h.   Global.

Fuente: (Garrido, Redondo, & Sánchez-Meca, 1999)

Se encontró que los programas que mostraron mejor efectividad en el tratamiento de los

reclusos en Europa fueron el cognitivo y el cognitivo-conductual, mientras que otros, como

el modelo educativo o las terapias disuasivas obtuvieron puntajes bajos e incluso negativos

(Garrido, Redondo, & Sánchez-Meca, 1999). Conclusiones similares se han podido

observar en estudios de la misma naturaleza (Hollin, 1999; Miceli, 2009; Willis, Prescott,

& Yates, 2013).

39
Los resultados fueron evidenciados en una tabla que mide dichos tratamientos de acuerdo a

los índices de reincidencia de la población analizada. “En términos de coeficiente de

correlación, el tamaño del efecto medio obtenido por los 32 programas evaluados fue de r+

= 0.120 Este resultado significa que se obtuvo una efectividad moderada que, en promedio,

puede cifrarse en el 12% (r+ = 0.120). Así, asumiendo 100 sujetos en el grupo tratado y

otros 100 sujetos en el grupo de control, la tasa de reincidencia en el grupo tratado sería del

44%, mientras que en el grupo de control la tasa de reincidencia sería del 56%. En otras

palabras, los sujetos tratados reincidieron un 12% menos que los no tratados.” (Garrido,

Redondo, & Sánchez-Meca, 1999).

En artículo publicado en 1999, Hollin (1999) realizó una síntesis sobre doce trabajos de

meta-análisis que analizaban la efectividad de los programas de resocialización en la

reincidencia y concluyó que, en primer lugar, en los grupos que recibían alguna clase de

tratamiento se percibió una reducción en la reincidencia que oscilaba en el 10% frente a los

grupos que no habían sido tratados (Lipsey, 1992). La segunda conclusión y quizás la más

importante, fue que no todos los programas causaron el mismo efecto y que, por el

contrario, unos demostraron tener un impacto significativamente mayor que otros, llegando

a niveles de 20% de reducción en la reincidencia.

Hollin (1999) resume los hallazgos adicionales de su análisis:

1.   La focalización indiscriminada de programas de resocialización es contraproducente. Los

objetivos de los programas y la discriminación de la población reclusa debe ser siempre un

factor de aplicación.

40
2.   El tipo de programa es importante. Se deben utilizar programas estructurados y basados en

evidencia para sujetos de alto riesgo y aproximaciones multimodales para los de menos

riesgo.

3.   Los estudios más exitosos incluyen componentes cognitivo-conductuales.

4.   Los programas deben diseñarse atendiendo la capacidad de receptividad de los sujetos.

5.   Los programas de tratamiento en comunidad tienen un mayor impacto que los programas

realizados en instituciones. Aunque, estos últimos podrán ser efectivos si se acompañan de

tratamientos en comunidad.

6.   Los programas más efectivos son los realizados por un personal capacitado que, además,

participe en el tratamiento de principio a fin.

3.2.   Tratamiento penitenciario en Colombia

De acuerdo con lo establecido en el artículo 12 del CPC, en Colombia, para desarrollar el

proceso resocializador se ha implementado el sistema progresivo. Por medio de este, se

pretende incidir de manera positiva en los comportamientos del recluso a través de “la

orientación de un equipo interdisciplinario que observa y clasifica técnica y científicamente

a los reclusos y brinda el tratamiento requerido, superando los factores de riesgo y

atendiendo sus necesidades básicas” (Acosta, 1996, p. 26).

La resolución 003190 de 2013 estableció que los programas de resocialización en Colombia

se llevarían a cabo a través del llamado Plan de Acción y Sistema33. En este, se reglamentan

las actividades de trabajo, estudio y enseñanza que ofrecen los establecimientos carcelarios

del país. Cabe aclarar que, según lo dispone el artículo primero de la resolución, el Sistema

33
En lo sucesivo PASO.

41
de Oportunidades debe basarse siempre en los principios de dignidad humana, convivencia,

legalidad, autonomía, igualdad, oportunidad, gradualidad y progresividad.

De esta manera, la política carcelaria y penitenciaria en Colombia ha tratado de crear

mecanismos de resocialización para los reclusos, con el fin de que, en el tiempo de

ejecución de la pena, logre involucrarse en actividades que le permitan construir una vida

que se adecúe a las normas de la sociedad de la que hará parte una vez deje el

establecimiento.

Para la Corte Constitucional, la resocialización debe ser entendida como un derecho que

tienen los internos de un establecimiento carcelario:

“El derecho a participar en los programas de educación y trabajo representa una

actividad que tiene como finalidad la resocialización y el refuerzo de la concepción del

mismo como valor fundante de la sociedad. El objetivo principal de la participación del

recluso en programas de educación y trabajo es preparar al interno para su vida en

libertad; por lo tanto, las actividades laborales y de educación se tornan de carácter

obligatorio para aquellos reclusos que tengan la calidad de condenados, teniendo en

cuenta su finalidad de resocialización.” (Corte Constitucional, Sentencia T-267 de 2015).

Así, queda claro que la resocialización en Colombia se desarrolla principalmente a partir de

las actividades de trabajo, estudio o enseñanza. El artículo 143 del CPC también desarrolla

el tratamiento penitenciario y establece que “éste debe realizarse conforme a la dignidad

humana y a las necesidades particulares de la personalidad de cada sujeto. Esto se verifica a

través de la educación, la instrucción, el trabajo, la actividad cultural, recreativa y


42
deportiva, las relaciones de familia e igualmente se basará en el estudio científico de la

personalidad del interno, el cual será progresivo, programado e individualizado.”

El tratamiento al cual hace alusión el artículo 143 se desarrolla en el artículo siguiente, el

cual establece las fases del tratamiento progresivo de la siguiente manera:

1. Observación, diagnóstico y clasificación del interno.

2. Alta seguridad que comprende el período cerrado.

3. Mediana seguridad que comprende el período semiabierto.

4. Mínima seguridad o período abierto.

5. De confianza, que coincidirá con la libertad condicional.

Hernández Jiménez (2018a) desarrolla las características que conllevan cada una de estas

fases:

En la primera, que inicia desde que el condenado ingresa al establecimiento carcelario, “se

realiza el proceso de identificación y registro, determinándose su lugar de reclusión al

interior de la penitenciaria (distribución interna), así como los programas requeridos para

desarrollar su proceso resocializador. Para este efecto se tienen en cuenta tanto la naturaleza

del delito por el cual fue condenado como su edad, género, personalidad y su perfil

criminológico” (Hernández Jiménez, 2018a, p. 10). La segunda fase comprende el período

cerrado de reclusión, el cual marcará el inicio de las actividades y programas encaminados

a desarrollar la resocialización del recluso.

43
En la tercera fase, que comprende el periodo semiabierto, el recluso podrá acceder a que se

le otorguen permisos de salidas de la cárcel por hasta 72 horas. Sin embargo, advierte el

profesor que para acceder a esta fase se deben haber desarrollado actividades de

resocialización de manera exitosa, así como haber observado buen comportamiento durante

el tiempo de privación de la libertad, que debe superar la tercera parte de la pena

(Hernández Jiménez, 2018a). Ya en la cuarta fase, denominada mínima seguridad o periodo

abierto, el recluso que haya cumplido con 4/5 partes de su pena podrá acceder a permisos

que le permitan salir del establecimiento carcelario por períodos de hasta 15 días.

Finalmente, en la fase de confianza, el recluso habrá cumplido con 3/5 partes de su pena, lo

que le permitirá acceder a la libertad condicional35 subrogado que, a su vez dispone de otros

requisitos legales para su declaratoria.

35
El juez, previa valoración de la conducta punible, concederá la libertad condicional a la persona condenada
a pena privativa de la libertad cuando haya cumplido con los siguientes requisitos:

1. Que la persona haya cumplido las tres quintas (3/5) partes de la pena.

2. Que su adecuado desempeño y comportamiento durante el tratamiento penitenciario en el centro de


reclusión permita suponer fundadamente que no existe necesidad de continuar la ejecución de la pena.

3. Que demuestre arraigo familiar y social.

44
Como se puede observar, el tratamiento penitenciario tiene como eje fundamental la

confianza que se deposita en los reclusos en la medida en que estos van cumpliendo con el

tiempo de sus penas y los programas a los que deben atender durante su reclusión. En las

primeras 3 fases, “son obligatorios los programas de educación penitenciaria encaminados a

la resocialización del interno, sin que se excluya el trabajo, que adicionalmente es

considerado como obligatorio”36 (Hernández Jiménez, 2018a, p. 13). Ya en las últimas 2

fases, la confianza que se deposita en el recluso aumenta, permitiéndole al recluso acceder a

subrogados, beneficios y permisos.

36
“Estos programas son impartidos bajo la misma teleología resocializadora y se exceptúan de obligación de
laborar a las personas mayores de 60 años, las mujeres durante los 3 meses anteriores al parto y el mes
siguiente al mismo y quienes padezcan una enfermedad que les imposibilite la realización de alguna actividad
laboral”. (Hernández Jiménez, 2018a).

45
En el artículo 145 del CPC se regula el Consejo de Evaluación y Tratamiento, el cual estará

formado por medio de grupos interdisciplinarios y se encargará de realizar y evaluar la

función resocializadora en cada uno de los internos. Estos desempeñan un papel

importantísimo en el proceso resocializador ya que es la institución encargada de

desarrollar el sistema progresivo en las cárceles colombianas.

3.2.1.   Programas de resocialización en Colombia

Actualmente, en Colombia se pueden destacar los siguientes programas de resocialización:

A) inducción al tratamiento penitenciario; B) misión carácter; C) cadena de vida; D)

programa responsabilidad integral con la vida; E) programa de intervención penitenciaria

para adaptación social; F) educación integral y calidad de vida y; G) programa preparación

para la libertad. Cada uno de estos programas es dirigido a distintos grupos de internos con

características distintas.

Sin embargo, se advierte que la información disponible es limitada y la mayoría de fuentes

encontradas son de autoría estatal.

A.   La inducción al tratamiento penitenciario es el programa por el cual se busca que el nuevo

interno se adapte y se motive una vez ingresa al establecimiento carcelario con el fin de

que, de acuerdo con el Sistema de Oportunidades que se ofrece en el establecimiento,

“elabora la propuesta de su proyecto de vida a desarrollar durante su tiempo de reclusión,

con miras hacia la libertad, estableciendo objetivos y metas a lograr en cada una de las

fases de tratamiento.” (INPEC. Resolución 7302 de 2005).

46
B.   Misión carácter es otro programa de resocialización dirigido a internos que se encuentran

en fase de alta seguridad. Se basa en “transformar desde una visión ética la relación

inmediata consigo mismo y el entorno de prisionalización para la construcción de una

cultura productiva y prospera desde las capacidades individuales hasta la práctica de

valores universales.” (Misión carácter, 2020). La metodología de este programa consiste en

reunirse una vez por semana para desarrollar al máximo el potencial individual de sus

participantes a partir de la “creación de un sistema de pensamiento que, cuando es utilizado

constantemente, genera la transformación social”37 En estas reuniones, se realizan cinco

actividades específicas: retroalimentación, sensibilización, lectura del principio,

socialización y autoevaluación y tarea de aplicación.

C.   Cadena de vida busca “generar fortalezas en los internos de acuerdo con el marco del

sentido de coherencia, en relación con la vida (existencia) y la calidad de vida relacionada

con salud (aspecto de la esencia humana)”. El tratamiento consiste en abordar varios

conceptos (coherencia, empatía y experiencia de vida) y desarrollarlos en 46 sesiones en un

lapso de seis meses. El programa está basado en la “salutogénesis”, descrita como “una

propuesta alternativa en salud que apunta a establecer las capacidades de generación de

salud de la persona en sus diferentes entornos individual, colectivo y social, incorporando

no sólo las situaciones positivas sino también las negativas como oportunidad; nace de

Aaron Antonovsky, en los años 70.”38

37
Disponible online en: http://misioncaracter.org/

38
Disponible online en: http://epn.gov.co/elearning/tratamiento/MODULO7/1.1.2.1.cad_concep.html

47
D.   El programa de responsabilidad integral con la vida tiene como objetivo principal “reducir

los niveles de autoengaño en la población penitenciaria, abordando cada una de las

dimensiones y descriptores que comprenden el concepto: autoengaño, manipulación,

mecanismos de negación y mixtificación; de esta manera, se busca fomentar el

comportamiento pro social y las competencias sociales de los internos”39. El programa está

creado para tratar un grupo específico de participantes que hayan sido clasificados como

internos de alta o mediana seguridad. Su desarrollo se realiza a partir de actividades como:

presentación de información sobre los conceptos de autoengaño y reconocimiento del

mismo; ejercicios de respiración y relajamiento e; identificación y expresión de emociones.

E.   El programa de intervención penitenciaria para adaptación social o PIPAS, es un programa

destinado a un grupo poblacional que haya cometido delitos sexuales. Su objetivo principal

es “reducir la presencia de factores de riesgo asociados a la reincidencia del

comportamiento sexual delictivo en hombres condenados por delitos sexuales”40. Este debe

ser ejecutado por psicólogos profesionales especializados en agresión sexual. Su

metodología consiste en unas sesiones grupales donde se buscará lograr la aceptación de la

comisión del delito por parte de los participantes y la comunicación de un deseo de cambiar

dichos comportamientos. Adicionalmente, el programa está dirigido a población en fase de

tratamiento de alta seguridad (INPEC, 2016).

F.   El programa de educación integral y calidad de vida “fomenta una cultura carcelaria basada

en el reconocimiento del otro, la adherencia a la norma formal que implica el respeto hacia

los demás y el cuestionamiento de los símbolos de subcultura delincuencial con el fin de

39
Disponible online en: http://epn.gov.co/elearning/tratamiento/MODULO8/m3_02.html
40
Disponible online en: http://epn.gov.co/elearning/tratamiento/MODULO6/m2_02.html#close

48
fomentar una cultura de responsabilidad y respeto.” (INPEC, 2016). Este programa no

discrimina la población a la que va dirigida.

G.   Finalmente, el programa de preparación para la vida en libertad está dirigido a aquel grupo

de reclusos de mediana o mínima seguridad que les faltan cinco meses para retomar su

libertad. Se busca “Lograr la disminución de la afectación de prisionalización en el retorno

a la vida en libertad del PPL, por medio de la optimización de habilidades de ajuste en las

áreas individual, familiar, educativo, laboral, social y comunitario.” (INPEC, 2016).

Como puede observarse, la información que se brinda es abstracta y limitada. Sin embargo,

se puede concluir que:

1.   Algunos de los programas están destinados a poblaciones discriminadas por el tipo de

delito que cometen o por el factor de riesgo que representan;

2.   En algunos programas se busca desarrollar habilidades pro sociales que permiten al interno

entender y relacionarse mejor con la manera en cómo reaccionan a sus emociones y;

3.   Los programas de resocialización no están descritos de tal manera que se pueda concebir

consistencia interna que sustente la relación entre las variables dependiente e

independiente. En otras palabras, la intervención orientada a disminuir el autoengaño,

mixtificación, manipulación y mecanismos de manipulación a través del desarrollo de

habilidades pro sociales y competencias sociales de los internos. En la revisión de estudios

con base empírica, no se encontró sustento para ese tipo de intervención.

4.   La oferta resocializadora en el país es bastante limitada y no está sustentada en evidencia

empírica que favorezca su efectividad.

49
4.   ACOMPAÑAMIENTO PSICOLÓGICO COMO ELEMENTO CLAVE

EN EL DESARROLLO DE PROGRAMAS RESOCIALIZADORES

La población carcelaria en el país es cada vez más numerosa.41 Existen distintas

explicaciones que responden por qué el país atraviesa dicha situación. Por un lado, el

sistema jurídico no otorga fácilmente penas alternativas a la privación de la libertad o

rebajas en la pena.42 Por otro lado, se puede atribuir al contexto sociopolítico nacional, que

genera un escenario que promueve actos de narcotráfico, homicidios, secuestros, entre otros

delitos que, incentivan a la creación de políticas criminales que endurecen las penas con la

finalidad de desincentivar la comisión de las mismas (Osorio Gutiérrez, Salamanca Santos,

Rivera Montealegre, & Ávila Palacio, 2015).

Finalmente, podría también atribuirse a una falla en el sistema judicial en la revisión de

expedientes, seguimiento de las condenas y verificación de los programas de

resocialización que se implementan en las cárceles (Osorio Gutiérrez, Salamanca Santos,

Rivera Montealegre, & Ávila Palacio, 2015). Por esto, resulta necesario reflexionar acerca

de la manera cómo se han implementado estos programas en Colombia con base en uno de

los componentes que ha mostrado ser más efectivo en el derecho comparado: el

acompañamiento psicológico.

Así, en este capítulo se describirán las diferencias que presenta la oferta de terapias

psicológicas basadas en evidencia de aquellas que no siguen el método científico. Seguido a


41
Ver apartado 2.1.

42
Ejemplo de esto es la errónea percepción de que los programas que permiten redimir la pena son beneficios
administrativos y no derechos.

50
esto, se presenta la terapia cognitivo-conductual43 como elemento clave para el desarrollo

de programas de resocialización y finalmente se compartirán algunos ejemplos de

programas resocializadores exitosos que se han basado en este tipo de terapia.

4.1.   Psicología basada en evidencia y terapias alternativas

Desde un largo tiempo atrás, el estudio de la cárcel y las funciones de la pena ha sido

abordado desde diferentes disciplinas distintas a las ciencias jurídicas. La psicología es una

de ellas. Por esto, resulta necesario hacer una distinción entre las terapias psicológicas

basadas en evidencia científica de aquellas denominadas como terapias alternativas o

pseudociencias. Estas últimas pueden ser definidas como “afirmaciones, creencias o

prácticas que son presentadas incorrectamente como científicas, pero que no siguen un

método científico válido y no pueden ser comprobadas de forma fiable o carecen de estatus

científico.” (Caballo & Salazar, 2019, p. 19).

La importancia de hacer tal distinción en un trabajo de investigación jurídico radica en que,

comúnmente, se sabe que el acompañamiento psicológico es necesario para el desarrollo

del proceso resocializador con miras a que el privado de la libertad desarrolle habilidades

pro sociales. Sin embargo, la oferta de terapias -y pseudoterapias- es relativamente amplia

y por esto, puede engañar a los juristas que no han tenido una educación en dicha

disciplina.

Las terapias basadas en evidencia científica se caracterizan por (Caballo & Salazar, 2019):

43
De ahora en adelante: TCC.

51
1.   Sus resultados experimentales deben ser reproducibles y susceptibles de ser

verificados por otros investigadores;

2.   Utilizan metodologías científicas;

3.   Los datos recopilados están documentados y son disponibles para su revisión

externa por expertos;

4.   La metodología exige que las teorías puedan someterse a pruebas empíricas

rigurosas.

Por otro lado, las pseudociencias se caracterizan principalmente por la falta de

experimentos cuidadosamente controlados que proporcionan la base de las ciencias

naturales y que afectan su crecimiento. Se destacan porque:

1.   Son más propensas a ser impulsadas por objetivos ideológicos, culturales o

comerciales;

2.   El campo ha evolucionado muy poco desde que se estableció por primera vez;

3.   Las observaciones o datos que no son consistentes con las creencias establecidas

suelen ser ignorados o suprimidos de forma activa.

4.   Los principios fundamentales y aspectos primordiales del campo a menudo no son

falsables44 y es poco probable que alguna vez se alteren o se muestren que están

equivocados. (Caballo & Salazar, 2019; Lower, 2013)

Teniendo en cuenta que el acompañamiento psicológico es un elemento fundamental de los

programas resocializadores, resulta indispensable la discriminación de las pseudociencias

para facilitar la selección de aquellas terapias que han demostrado tener un impacto

44
Quiere decir que no se puede comprobar empíricamente que sea falso.

52
positivo y verdadero en la reducción de los índices de reincidencia, variable que se ha

utilizado en este trabajo investigativo para medir la efectividad de los programas de

resocialización.

Actualmente, se puede consultar la división 12 del American Psychological Organization,

para verificar los niveles de evidencia que proporcionan las distintas terapias psicológicas.

La terapia cognitivo-conductual se sitúa dentro del marco de la psicología basada en

evidencia científica. Además de esto, ha sido objeto de múltiples estudios orientados a

analizar la efectividad de diferentes componentes en programas de resocialización a nivel

global y ha demostrado tener un impacto positivo en ellos (Andrews & Bonta, 2007; Willis,

Prescott & Yates, 2013).

4.2.   Terapia cognitivo-conductual

Desde un punto de vista metodológico, la TCC es una disciplina científica (Andrews &

Bonta, 2007; Caballo & Salazar, 2019). Ventura (2020), psicóloga clínica cognitivo-

conductual afirma que “la eficacia de dichas terapias o la veracidad de sus modelos, no se

basan en escritos, creencias u opiniones más o menos brillantes o creativas, sino en datos

experimentales”.

La terapia cognitivo-conductual “está basada en la interrelación de los pensamientos, las

acciones y los sentimientos” (Rosselló & Bernal, 2007, p. 4). Es la forma de entender cómo

piensa la persona acerca de sí mismo, de otras personas y del mundo que lo rodea, y cómo

lo que hace afecta sus pensamientos y sentimientos. De esta manera, la TCC puede ayudar
53
a cambiar la forma en que se piensa (“cognitivo”) y cómo actúa (“conductual”) el paciente

(The Royal College of Psychiatrists, 2007).

Como se muestra en el capítulo anterior, la oferta resocializadora en el país es limitada y

carece de evidencia empírica que sustente su efectividad. Sin embargo, varios trabajos de

investigación sostienen que los programas resocializadores basados en los principios de las

terapias cognitivas-conductuales tienen un impacto directo en la disminución de la

reincidencia (Andrews & Bonta, 2007; Graña, Garrido & González, 2007; Hollin, 1999).

Ejemplo de esto es el modelo canadiense denominado “Riesgo-Necesidad-Responsividad”,

el cual ha sido elaborado y contextualizado dentro de una teoría cognitiva del aprendizaje

pro social de la conducta delictiva (Andrews & Bonta, 2007; Stewart, Gabora, Kropp &

Lee, 2014). Como su nombre lo indica, el programa se basa en tres pilares. De manera

general, Andrews y Bonta (2007), los definen como:

-­   Riesgo: parear el nivel de intensidad de la intervención con el riesgo de reincidencia

del recluso;

-­   Necesidad: examinar las necesidades criminógenas45 para adecuar el tratamiento y;

-­   Responsividad: “maximizar la capacidad del infractor para aprender de una

intervención de rehabilitación mediante un tratamiento cognitivo-conductual y la

adaptación de la intervención al estilo de aprendizaje, motivación, habilidades y

puntos fuertes del infractor” (subrayado fuera del texto original) (Andrews & Bonta,

2007).

45
Las necesidades criminógenas son los “factores de riesgo dinámicos que están directamente vinculados con
el comportamiento criminal” (Andrews & Bonta, 2007).

54
Este último cobra especial relevancia, al ser el que mejor desarrolla los principios de la

psicología con un enfoque cognitivo-conductual. La responsividad tiene dos partes: una

general y una específica. La general, utiliza métodos cognitivos de aprendizaje social para

influir en el comportamiento de la persona. Las estrategias de aprendizaje cognitivo son las

más eficaces, sin importar el tipo de infractor (agresores sexuales, indígenas infractores,

mujeres infractoras, entre otros) (Dowden & Andrews, 2004); (Andrews & Bonta, 2007).

En la parte específica, el acompañamiento se ajusta al estilo de aprendizaje, personalidad y

características particulares del infractor (como su género o raza) (Andrews & Bonta, 2007).

En un estudio realizado en el 2006, se encontró que, si se aplica solo el principio de

responsividad (aquel que utiliza métodos cognitivos-conductuales en el procedimiento) en

el tratamiento, se encuentra un cambio de aproximadamente 23% en la reincidencia de los

reclusos (Andrews & Bonta, 2006). Sin embargo, cuando los tres principios se aplican al

tiempo, la eficacia en la reducción de la reincidencia fue mayor:

Fuente: (Andrews & Bonta, The psychology of criminal conduct, 2006)


55
En la tabla, se muestra la relación entre la reincidencia (eje “y” o vertical) y la cantidad de

principios riesgo-necesidad-responsividad (eje “x” u horizontal) aplicados al programa

rehabilitador46. Los colores rojo y azul se refieren a la aplicación del programa en entornos

residenciales y de custodia o en entornos comunitarios, respectivamente. Como puede

observarse, los programas aplicados que no tienen en cuenta los principios del modelo y

que son realizados en entornos residenciales (o de custodia) tienen una influencia negativa

en la reincidencia. Es decir, pueden fomentar la reincidencia del sujeto. Contrario a esto, los

programas que utilizaron los tres principios del modelo planteado y que fueron ejecutados

en entornos comunitarios, alcanzaron una reducción en la reincidencia del 35%. Aquellos

que fueron realizados en ambientes residenciales, pero con la aplicación de los principios,

demostraron alcanzar una disminución en la reincidencia de aproximadamente 17%.

De esto, se pueden concluir varias cosas:

1.   El modelo riesgo-necesidad-responsividad se fundamenta en los principios de la

psicología basada en evidencia con enfoques cognitivo-conductuales;

2.   La variable que mide el éxito de este programa es la disminución en la reincidencia;

3.   Los programas que utilizaron la aplicación de los tres principios en entornos

comunitarios obtuvieron el mayor puntaje de éxito, versus aquellos que no

incorporaron dichos principios y fueron desarrollados en entornos residenciales, los

cuales mostraron tener un efecto contrario en los índices de reincidencia.

46
En inglés, la rehabilitación es el término que se ha empleado para referirse a la resocialización.

56
Actualmente, según las estadísticas presentadas por el gobierno canadiense, los índices de

reincidencia de ese país han oscilado entre el 20.7% y 24.4% (General Ministry of the

Solicitor, 2016), alcanzando uno de los niveles más favorables, comparado a la situación

nacional, donde no existe certeza sobre dicha variable, pero se estima que se encuentra

entre un 40% y 80%.

Adicionalmente, se considera necesario resaltar que las prisiones nórdicas, popularmente

conocidas por su efectividad en el proceso resocializador, han utilizado programas basados

en principios de psicología cognitivo-conductual (Laursen & Laws, 2017; Bukten y otros,

2015) y alcanzado bajos niveles en sus índices de reincidencia47.

47
Actualmente, Noruega es uno de los países con menores tasas de reincidencia cuya población oscila en el
20% (Martínez-Conde, 2017).

57
5.   CONCLUSIONES

Para este trabajo de investigación se partió de la base de que la resocialización es un

concepto compuesto por dos componentes: uno moral, enfocado en el sujeto privado de la

libertad, que vela por la promoción de pensamientos pro sociales a través de la

interiorización y asunción de tales criterios cognitivos y; uno legalista, cuya finalidad

radica en que la persona adecúe sus comportamientos al marco de la legalidad.

De igual forma, se observó cómo el concepto de resocialización ha evolucionado en el

contexto nacional. Se encontraron unas aproximaciones a tal concepto en los Decretos 1405

de 1934 y 1817 de 1964, los cuales establecían dentro de los deberes de algunas de las

autoridades que se propenderá por otorgarle al privado de la libertad una oportunidad de

regeneración moral y readaptación de la disciplina social. Sin embargo, solo hasta al año

1993 se incorporó el concepto de resocialización en el Código Penitenciario y Carcelario

como fin último de la pena.

Al igual que con la resocialización, el concepto de redención48 también se abordó en el

trabajo investigativo por cumplir una doble función: la de permitirle al sujeto descontar días

de su pena por la cantidad de horas de trabajo, estudio o enseñanza y, la de materializar, a

través de dichas actividades, el proceso resocializador en las cárceles. Se mostró que la

naturaleza jurídica de la redención de la pena es un derecho y no un beneficio

administrativo pues, la evidencia ha traído a la luz que esta errónea concepción del

48
El artículo 103ª del CPC, adicionado por la Ley 1709 de 2014 establece que: la redención de la pena es un
derecho que será exigible una vez la persona privada de la libertad cumpla los requisitos exigidos para
acceder a ella. Todas las decisiones que afecten la redención de la pena, podrán controvertirse ante los Jueces
competentes.

58
concepto perjudica a las personas privadas de la libertad al no permitirles gozar de un

derecho del cual son titulares y porque afecta la resocialización de los mismos.

Estos programas permiten la resocialización porque preparan al individuo para que

encuentre un camino o propósito una vez sean dejados en libertad. Los vínculos que se

fomentan en las cárceles pueden tener un efecto resocializador en la persona porque

favorecen el desarrollo de dichas actividades como fuentes de ingreso.

En el segundo capítulo, se analizaron las fallas que se presentan en la resocialización en el

contexto colombiano. Se encontró que, condiciones materiales como el hacinamiento y las

condiciones de higiene y salubridad de los establecimientos carcelarios obstruyen el

proceso resocializador al traducirse en fallas concretas: falta de espacios comunes,

imposibilidad de crear talleres de grupo, la presencia de áreas educativas en lugares

inapropiados, dormitorios colectivos, etc. Esto puesto que en estos espacios es donde se

presta la oferta resocializadora del país. De esta manera, se concluyó que un mejoramiento

en la infraestructura y condiciones de salubridad en general, son el medio para desarrollar

el proceso resocializador. Sin embargo, dadas las circunstancias que se presentan

actualmente en los establecimientos carcelarios de Colombia, los reclusos pierden acceso al

goce de las condiciones materiales que les permitirían llevar una vida digna en prisión.

Adicionalmente, se estudiaron las consecuencias emocionales que experimenta una persona

cuando es privada de su libertad. Se encontró que, los fenómenos de prisionalización,

ansiedad y pérdida de intimidad, entre otros, afectan al proceso resocializador. Esto, porque

las circunstancias incentivan a la persona a asumir un código de conductas y valores

establecidos por la subcultura y el contexto carcelario, de manera que, el recluso que


59
conserva sus principios y valores es susceptible a ser rechazado por el grupo, lo cual trae

como consecuencias: 1) una lenta adaptación a normas de la cárcel y, 2) un alejamiento del

proceso resocializador, que supone enseñar al sujeto el seguimiento de las normas sociales

y legales del país en el que vive.

Se analizó el fenómeno de la reincidencia, entendida como una situación en donde aquellos

individuos que, habiendo sido condenados en ocasiones anteriores, han vuelto a ser

privados de la libertad y se encuentran en condición condenados por la comisión de nuevos

delitos (INPEC, 2019). Esto, resultó ser de gran importancia, puesto que, por un lado, sirvió

para evidenciar las fallas en la resocialización de las personas y, por el otro, porque fue

empleada como una variable para medir la efectividad de los programas resocializadores,

ya que evidencia el porcentaje de personas que realizaron una conducta delictiva de manera

reiterada. Sin embargo, debe resaltarse que no fue posible determinar con exactitud el

porcentaje de personas que reinciden en el país puesto que las fuentes oficiales “no

corresponden a estimaciones de reincidencia postpenitenciaria sino al número de internos

que tienen antecedentes penales” (Generalitat de Catalunya, 2015, p. 70).

Se concluyó que las pobres condiciones carcelarias y su incidencia en el proceso

resocializador favorecen al fenómeno de la reincidencia. También se cree que el

mejoramiento de estas, podría contribuir a una adecuada resocialización del privado de la

libertad.

En el tercer capítulo, se revisó una variedad de estudios destinados a la identificación de

componentes comunes en programas de resocialización exitosos en el derecho comparado.

De tal estudio, se encontró que la variable que se ha utilizado comúnmente para medir la
60
efectividad de los programas resocializadores es la reincidencia (Lipsey, 1992; Hollin,

1999; Miceli, 2009).

Adicionalmente, se identificaron los siguientes componentes, comunes a la mayoría de

programas de resocialización analizados:

1.   Discriminación de la población a la que va dirigida el programa, en función de las

características del sujeto y el delito que cometió;

2.   Estructuración de los programas con base en la psicología con enfoques cognitivo-

conductuales;

3.   Diseño de los programas de acuerdo a la capacidad de receptividad de los sujetos;

4.   Los ofrecimientos de programas en comunidad tienen un mayor impacto que los

programas ofrecidos en residencias. Esto es, que el recluso acceda de manera

voluntaria al programa y;

5.   Los programas más efectivos son los ejecutados por un personal capacitado que se

encuentre presente en la totalidad del proceso.

En el contexto colombiano, se identificaron siete programas de resocialización: A)

inducción al tratamiento penitenciario; B) misión carácter; C) cadena de vida; D) programa

responsabilidad integral con la vida; E) programa de intervención penitenciaria para

adaptación social; F) educación integral y calidad de vida y; G) programa preparación para

la libertad. Se encontró que algunos de los programas están destinados a poblaciones

específicas, discriminadas por el tipo de delito cometido o por el factor de riesgo que

presentan.

61
También se logró identificar que algunos de los programas buscaban fomentar el

aprendizaje de habilidades pro sociales que le permitieran al sujeto mejorar su

entendimiento respecto de sus propias emociones. Sin embargo, se concluye que la oferta

resocializadora en el país es limitada y no está sustentada en evidencia empírica que

favorezca su efectividad.

Finalmente, se analizó el acompañamiento psicológico con enfoque cognitivo-conductual

por ser uno de los componentes que mostró ser más efectivo en los programas de

resocialización del derecho comparado. La terapia cognitivo-conductual se definió como la

interrelación de los pensamientos, las acciones y los sentimientos, en los programas de

resocialización.

Esto cobra especial importancia en el contexto nacional pues, dentro de los programas de

resocialización, analizados en el capítulo tercero, muy pocos resultaron tener una

sustentación empírica, o han sido basados en propuestas psicológicas anacrónicas, como la

salutogénesis.

Distintos estudios de investigación a nivel internacional, no solo mostraron en sus

resultados que los programas basados en este tipo de terapia psicológica tuvieron un

impacto positivo en la disminución de la reincidencia de las personas, sino que, cuando se

implementaban programas basados en otro tipo de terapia, las consecuencias podían llegar

a ser adversas (esto es, favoreciendo la reincidencia de las personas que atendieron a ellos).

De esta manera, resulta necesario recomendar un estudio y planeación de las políticas

carcelarias con base en los programas de resocialización exitosos a nivel mundial, los

cuales han utilizado como fundamento, los principios de la psicología con enfoques
62
cognitivo-conductual. Se cree que los programas estatales de resocialización deben buscar

sustento académico y científico y limpiarse de todos sus enfoques pseudocientíficos.

Varios trabajos de investigación sostienen que los programas resocializadores basados en

los principios de las terapias cognitivas-conductuales tienen un impacto directo en la

disminución de la reincidencia. Programas efectivos, como el de “riesgo-necesidad-

receptividad” en Canadá, y los implementados en los sistemas carcelarios nórdicos,

sirvieron de ejemplo para materializar la efectividad del enfoque cognitivo-conductual en

los programas de resocialización.

   

63
6.   BIBLIOGRAFÍA
 
-­   Andrews, D. A., & Bonta, J. (2007). Risk-Need-Responsivity Model for Offender
Assessment and Rehabilitation. Her Majesty the Queen in Right of Canada.

-­   Andrews, D. A., & Bonta, J. (2006). The psychology of criminal conduct. Newark,
New Jersey: LexisNexis.

-­   Área de Investigación y Formación Social y Criminológica. (2015). Tasa de


reincidencia penitenciaria 2014. Barcelona: Generalitat de Catalunya, Centre d'
Estudis Jurídics i Formació Especialitzada.

-­   Ariza, Libardo (2011). Reformando el infierno: los tribunales y la transformación


del campo penitenciario en América Latina. En Ariza, L. e Iturralde, M. Los muros
de la infamia. Prisiones en Colombia y en América Latina, pp. 18-118.

-­   Avella, P. (2007). Estructura del proceso penal acusatorio. Fiscalía General de la


Nación, pp. 1-176.

-­   Arzamendi, J. D. (1993). La resocialización: objetivo de la intervención


penitenciaria. Papers D'estudis Formació, pp. 9-21.

-­   Barrera, J. U. (2012). Rebaja de pena por vía de redención: ¿derecho o beneficio?


Comentario a la sentencia 35.767 de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema
de Justicia, del seis (06) de junio de dos mil doce (2012), M.P. José Leónidas
Bustos Martínez. Revista Nuevo Foro Penal,vol 8, num 79, pp. 153-172.

-­   Braga, L y Vasconcelos F, Ituassu C. (2018). Institution for the Resocialization of


Prisoners. Revista Pensamento Contemporaneo en Administraçao, vol 12, num 2,
pp. 17-30.

-­   Bukten, A., Lund, I. O., Borger, E., Riksheim, M., Lobmaier, P., Skurtveit, S. C., &
Kunøe, N. (2015). The Norwegian Offender Mental Health and Addiction Study –
Design and Implementation of a National Survey and Prospective Cohort Study.
Libertas Academica , 9, 59-66.

-­   Caballo, V. E., & Salazar, I. C. (2019). Introducción a las pseudociencias. En V. E.


Caballo, & I. C. Salazar, Ingenuos: el engaño de las terapias alternativas (págs. 19-
31). Madrid: Siglo XXI España.

-­   Cifuentes, K. O. (2016). Impacto de los programas de resocialización en la


reinserción social de la población reclusa. Facultad de Ciencia Política y Gobierno
Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pp. 1-59.

-­   Delgado, C. R. (2013). La legitimidad en el ejercicio del poder político en el Estado


social de derecho. Una revisión desde el caso colombiano. Ius et Praxis, pp. 85-122.

64
-­   Dowden, C., & Andrews, D. A. (2004). The importance of staff practices in
delivering effectivecorrectional treatment: A meta-analysis of core correctional
practices. International Journal of Offender Therapy and Comparative
Criminology, 48, 203-214.

-­   Echeverri Vera, J.A. (2010). “La prisionalización, sus efectos psicológicos y su


evaluación.” En Revista Pensando Psicología, vol 6, num 11, pp. 157-166.

-­   Foucault, M. (2000). Vigilar y castigar. Buenos Aires, Argentina: Siglo veintiuno.

-­   García Ramírez, S. (2018). Objeto y fines del proceso penal. Biblioteca jurídica
Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM , 36.

-­   Garrido, V., Redondo, S., & Sánchez-Meca, J. (1999). Tratamiento de los


delincuentes y reincidencia: una evaluación de la efectividad de los programas
aplicados en Europa. Anuario de Psicología Jurídica, 9(1), 11-37.

-­   General Ministry of the Solicitor. (2016). Rates of recidivism (re-conviction) in


Ontario. Ontario.

-­   Graña, J. L., Garrido, V., & González, L. (2007). Evaluación de las características
delictivas de menores infractores de la comunidad de Madrid y su influencia en la
planificación del tratamiento. Psicopatología Clínica Legal y Forense, 7, 7-18.

-­   Hernández Jiménez, N. (2018a). El fracaso de la resocialización en Colombia.


Revista de Derecho, Universidad del Norte(49), 1-41.

-­   Hernández Jiménez, N. (2018b). El derecho penal de la cárcel: Una mirada al


contexto colombiano con base en el giro punitivo y la tendencia al mayor
encarcelamiento (Justicia y conflicto no 2) (1.a ed.). Bogotá, Colombia: Siglo del
Hombre Editores.

-­   Hoidal, A. (octubre de 2018). Normality behind the Walls: Examples from Halden
Prison. Federal Sentencing Reporter, 31(1), 65.

-­   Hollin, C. R. (1999). Treatment Programs for Offenders: Meta-Analysis, “What


Works,” and Beyond. International Journal of Law and Psychiatry, 22(3-4), 361-
372.

-­   Laursen, J., & Laws, B. (2017). Honour and respect in Danish prisons: Contesting
‘cognitive distortions’ in cognitive-behavioural programmes. Punishment & Society,
19(1), 74-95.

-­   Lipsey, M. W. (1992). Juvenile Deliquency Treatment: A Meta-Analytic Inquiry


into the Variability of Effects. En T. D. Cook, H. Cooper, D. S. Crodray, H.
Hartmann, L. V. Hedges, R. J. Light, . . . F. Mosteller, Meta-Analysis for
explanation (págs. 83-127). New York: Russell Sage Founda-tion.

65
-­   Lower, S. (2013), Pseudoscience, What is it? How can I recognize it?, disponible
online en: [http://www.chem1.com/acad/sci/pseudosci.html].

-­   Martínez-Conde, M. J. (04 de 08 de 2017). Las exitosas cárceles donde los presos


trabajan, hacen deporte y tienen tiempo libre. El Definido, págs. 1-3.

-­   Miceli, V. (2009). Analyzing the Effectiveness of Rehabilitation Programs. Senior


Honors Projects, 1-35.

-­   Misión carácter. (2020). Obtenido de http://misioncaracter.org/

-­   Montgomery, Reid H, Jr & MacDougall, E. C. (1986). Curing criminals: The high-


tech prisons of tomorrow. The Futurist, pp. 20-36.

-­   Nesterova, M. (2011). Peculiarities of Prisioners’ Perception of Justice and the


Belief in a Just World. Regional Review / Regionalais Zinojums, 7, pp. 46-60.

-­   Oliveira Silva, C. L., & Silva Saraiva, L. A. (2016). Alienación, segregación y


resocialización: Significados del trabajo penitenciario. Revista De Administraçao,
51(4), 366-376.

-­   Osorio Gutiérrez, N. C., Salamanca Santos, M. d., Rivera Montealegre, L. E., &
Ávila Palacio, C. A. (2015). Programas socioeducativos para resocialización en el
contexto penitenciario. En C. Sierra Ramírez, N. R. Camacho Deily, C. A. Ávila
Palacio, L. E. Rivera Montealegre, M. d. Salamanca Santos, N. C. Osorio Gutiérrez,
. . . M. Gutiérrez Quevedo, Política criminal y "prevención" (págs. 185-226).
Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

-­   Quintero Lyons, J., Navarro Monterroza, A., & Meza, M. I. (2011). La figura del
estado de cosas inconstitucionales como mecanismo de protección de los derechos
fundamentales de la población vulnerable en Colombia. Revista jurídica Mario
Alario D'Filippo, 69-80.

-­   Rosselló, J., & Bernal, G. (2007). Manual de tratamiento para la terapia cognitivo-
conductual. Río Piedras: Instituto de Investigación Psicológica de la Universidad de
Puerto Rico.

-­   Sandoval, E. (1998). Penología. Partes general y especial. Bogotá: Ediciones


Jurídicas Gustavo Ibáñez.

-­   Stewart, L. A., Gabora, N., Kropp, P. R., & Lee, Z. (2014). Effectiveness of Risk-
Needs-Responsivity-Based FamilyViolence Programs with Male Offenders.
Springer Science + Business Media, 29, 151-164.

-­   Sykes, G. (1958). La sociedad de los cautivos: estudio de una cárcel de máxima


seguridad. Buenos Aires: Siglo veintiuno editores.

66
-­   Sykes, G & Messinger, S. (1960) The Inmates social system. En Theorical studies
in social organization of the prison, United States of America: Social Science
Research Council. (pp. 5-20). New York, Social Science Research Council.

-­   The Royal College of Psychiatrists. (2007). La terapia cognitivo-conductual (TCC).


Londres: Consejo Editorial de Educación Pública del Royal College of
Psychiatrists.

-­   V. G., S. R., & J. S.-M. (1999). Tratamiento de los delincuentes y reincidencia: una
evaluación de la efectividad de los programas aplicados en Europa. Anuario de
Psicología Jurídica, 9(1), 11-37.

-­   Velásquez Muñoz, C. j. (2004). Ejercicio de la potestad sancionatoria de la


administración en España y Colombia para la protección del medio ambiente y los
recursos naturales. Revista de Derecho, Universidad del Norte, 1-64.

-­   Vera, J. E. (20 de Noviembre de 2010). La prisionalización, sus efectos psicológicos


y su evaluación. Revista Pensando Psicología, 6(11), 157-166.

-­   Washington Office on Latin America. (10 de Diciembre de 2010). Sistemas


Sobrecargados: Leyes de drogas y cárceles en America Latina. 8.

-­   Willis, G. M., Prescott, D. S., & Yates, P. M. (2013). The Good Lives Model
(GLM) in theory and practice. Sexual Abuse in Australia and New Zealand, 5(1), 3-
9.

-­   Zamora-Acevedo, M. (2014). La búsqueda de la verdad en el proceso penal. Acta


Académica, 54, 147-186.

-­   Zysman, D. (2010). Justificación del castigo e inflación penal. Universidad de


Palermo, 1-4.

7.   JURISPRUDENCIA CITADA
 
-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-718
de 2015, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-100
de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.  
 
-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-025
de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.  

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T- 153
de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.

67
-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T- 282
de 2014, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia C-181
de 2016, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-286
de 2011, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia C-026
de 2016, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-276
de 2016, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-267
de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.

-­   Colombia, Rama Judicial del Poder Público, Corte Constitucional, Sentencia T-762
de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.

8.   NORMAS CITADAS
 
-­   Colombia, Presidencia de la República, Decreto 1405 de 1934.

-­   Colombia, Presidencia de la República, Decreto 1817 de 1964.

-­   Colombia, Presidencia de la República, Decreto Ley 100 de 1980 (Antiguo Código


Penal).

-­   Colombia, Asamblea Nacional Constituyente, Constitución Política de 1991.

-­   Colombia, Congreso de la República, Ley 65 de 1993 (Código Penitenciario y


Carcelario).

-­   Colombia, Congreso de la República, Ley 599 de 2000 (Código Penal).

-­   Colombia, Congreso de la República, Ley 1709 de 2014.

9.   INFORMES Y OTROS DOCUMENTOS


 
-­   Colombia, Consejo Nacional de Política Económica y Social (2015). CONPES
3828. Política penitenciaria y carcelaria en Colombia.

68
-­   Generalitat de Catalunya, Centre d´ Estudis Jurídics i formació especialitzada. Área
de investigación formación social y criminológica (2015). Tasa de reincidencia
penitenciaria 2014 (pp. 1-250).

-­   Colombia, Dirección del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Resolución


3272 de 1995.

-­   Colombia, Dirección del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Resolución


7302 de 2005.

-­   Colombia, Dirección del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Resolución


003190 de 2013.

-­   Colombia, Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC). Oficina asesora


de Planeación. Grupo de estadística (2019). Informe estadístico enero de 2019.

-­   Colombia, Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC). Oficina asesora


de Planeación. Grupo de estadística (2019). Informe estadístico mayo de 2020.

-­   Colombia, Dirección del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC).


Acosta, D. (1996). Sistema integral de tratamiento progresivo penitenciario.

 
 
 
 

69

You might also like