pecaron Huirán como sombras cuando se hace la luz. Madre, esas arrugas se formaron pensando ¿Dónde estará mi hijo, por qué no llegará? Y por más que las bese no las podré borrar. Madre, tus manos tristes como aves moribundas ¡Déjame que las bese! Tanto, tanto han rezado, Por mis locos errores y mis vanas pasiones. Y por último, Madre, deja que me arrodille, Y sobre tu regazo, coloque mi cabeza. Y dime: ¡Hijo de mi alma!, para llorar contigo.