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Cronwell Jara Jiménez Montacerdos BIBLIOTECA DE NARRATIVA Peters eden: 2006 © CronwelJaraJiménes © Anbol Josie Paredes Gain esto: Foil San Marcos 1 Dials Lisson 125 tna Tel: «28.0563| ema nfomes@evaleanmarcoe com Hecho el deposit egal ena Biblteca Nacional el Pend ep n= 20064835 IS8N9972:29.690:0 Poni reproduc total o patil de est bro ‘Sinprevi autarizacion ert dl ary edo. lnpreso en Pers Pinedin Pens Coordador dea eoleonBisotcs de Naina Peruana Contemporanes: Fal Muamin Care Pree: By Garces de a Vege 97 Lim, teen 428-663 smal eras 8 odtortsanmaos com esoarcmiice “YD 14.22 “Digfano y tragico ese verso tuyo. Un lirio intruso en tu pantano”. ‘Martin Adan. Antes que Yococo cabalgara con maestria nunca vista su cerdo el Celedunio, en la carrera. de cerdos; antes que los caballos de la policia le quebraran los huesos y fuera llamado por ahi como el inmortal; la llaga de su cabeza todavia era tan pequenia que jamas imaginé que una picadura de araiia iba a lograr una herida capaz de inundar de podredumbre el mundo, es decir, lo que se llama este infierno de desmonte y chozas, chiquito como piojo, que cuando se pregunta cémo se Hama: ah, sf, el pueblo, dicen, se llama Montacerdos No sé de dénde habjamos venido ni adénde habiamos llegado. Mamé cargando su uma de palos y cartones; Yococo jadeando apenas, debajo su ruma de carrizos y costales. Eso era todo. ‘Trafamos nuestra casa en hombros. Caia del cielo, como ahora, una agua finita, bonita como pluma de paloma, Era muy de noche. Y hacia frio y yo tenia miedo de que nos piquen y coman los ojos las lechuzas, que nos salten los ojos de los muertos que yo veia, y nos arranquen el corazén Harto caminamos por cruzar la pampa de ‘Amancaes, casi a tientas. Yococo imitando el canto de las aves malagiieras y yo aferréndome a la falda de mama. Mama escupia ajos y viboras maldiciendo Jas lechuzas y Yococo volvia a imitarlas hasta reirse por la célera de Ja maldiciente. Me acuerdo que sin soltar la numa de palos y cartones que llevaba ella al hombre, pujando y pujando, le dio un lefiazo a Yococo: calla, guanacu de mierda, loco, calla: Y lo hizo llorar, haciéndsle agarrar desesperado yaturdido su fea cabeza llagada, revolcdndose de dolor un ratito ahi en el suelo, para luego apurado ponerse en pie y seguimnos llorando, lorando. Sentia calientitas, hormiguearle sus lagrimas como mias, y sino me dolia la cabeza me dolia el coraz6n, mitad miedo mitad pena. Ysin bulla, agarrada yo de la falda, siguiéndola, también Horaba arrastrando mi costalillo de dormir. Como si hubiesen olfateado difunto en la entrada del barrio los perros salieron a ladramos. En alboroto de aullidos y rugidos os cayeron, nos cercaron con, las fauces hechas un ventarrén de pualambres cerran- dose y abriéndose, queriendo despedazarnos. 8 Senti un sacudimiento y desgarrén sobre untobillo y grité abrazdndome entre las piernas de mama. Senti més miedo que con las Jechuzas y los ojos de los muertos que antes nos habian mirado. Yococo con un palo enfrent6 a los perros y les dio a muerte hasta medio quebrarles los huesos a dos de ellos; mama, sin poder moverse por mi culpa, requinténdoles y requinténdome la madre, a pedrada limpia alejaba a otros que huian con algiin hueso roto, gimiendo acobardados Yo, ccarajo, ya. Alcemos la quincha, ahora. Chillaba la colérica. Aqui només, sino los perros nos comen. Nos jalan fas tripas. Yococo volvié a refrse. Mamé arrojé al suelo la ruma de palos y cartones y alz6 nuestro pequefio laberinto de colgajos. Yococo fue el centro del espectaculo en la ‘mafiana que nos aguaité ahi mismo. Las calles despertaban bostezando debajo del fango. Y como desde debajo aparecieron un montén de hombrecitos. Con ojos sobresalidos le rodeaban, le tocaban despacito por ver si era de verdad, si era humano; condolidos, mofandose de él, riéndose con pena, mirandole los harapos y la laga pestilente que reventaba en su cabeza. A aquellos se les derretia en los ojos: écémo era que Yococo podia vivir teniendo tanta llaga, mitad pus mitad costra; tan grande como sandia rajada y casi abierta, deshaciéndole la cabeza? Pero Yococo se divertia mas riéndose de todos 9 aquellos que lo miraban embobados y les arranchaba los panes que traian en la mano, sin que los hombrecitos se quejaran. Lo creerian un muerto. Un muerto vivo. Un muerto vivo pudriéndose. Un inmortal. Y que se burlaba de los seres vivos. Y Yococo parecia saber lo que los hombrecitos pensaban de él. Y para hacerse admirar mas, abria su monstruosa boca de pirafia tanto que se le veian filudosy cariados todos sus sobrepuestos dientes, para susto del mundo. Yococo les mosté una caja y aparecieron seis alacranes vivosy cuatro cucarachas muertas. Les mostr6 una lupa de aumento y, a través del vidrio el mundo se hizo escandalo y magia; los alacranes, gigantes, se trenzaban con descomunales y acorazadas pinzas como bestias prehist6ricas, tal como vien un album hallado en la basura. Metié la mano a un bolsillo y sacé dos pericotes, uno muerto y el otro medio muriéndose. Luego fue a casa y sacé su bolella preferida con cientos de arafias ymoscas vivas peledndose dentro; la hupa hizo ver un horrible remolino de alas y telarafias alborotadas, un universo con puentes de hiloarafa y planetas alados. Luego, se puso a soplar su vieja trompeta, horrible, asustando a los perros. Y lo creerfan un muerto. Un muerto vive. Y entonces, pasada la sorpresa, acaso pensarian que Yococo era en verdad bien raro. Le preguntaban: éte duele? Y él decia que no y se refa senalando con su dedo, de muerto a quien le hubo prequntado. ¥: creerian mago, brujo, difunto, feto, demonio; y volvia a arrebatar una naranja, un limén cou § 10 sal, dando saltitos y careeritas répidas y cortas; a quien Ie hizo la pregunta le arranch6 una manzana de su boca y la metié en el bolsillo de ratones. A olto le arrebato una tajada de tomate con azticar. A mi me dio el tomate y lo empecé a lamery desbrozar con mucho placer. Entonces estos hombres chiquitos supieron que éramos hermanos. Y que no tendrfa yo nada de raro. S6lo unos huecos sangrantes sobre el lodo de mi tobillo rodeado de moscas, y que cojeaba. Y que Yococo no sentiria dolor por sus llagas y que éramos una familia muy pobre. Rara familia de muertos. Muertos vivos. Pudriéndonos. También familia de magos brujos, difuntos, fetos, demonios. Hermanos con cucarachas, ratones y alacranes. ¢Eso pensarian? No sé; pero Yococo parecia sentirse duefio del mundo. Mamé aparecié como un espanto, sorpresivamente, con los ojos saltados, alegres. Salié de una calle y nos trajo algo que nunca habfamos saboreado para nuestro gusto. Una olla chata llenade leche, humeante y aromosa. Mama Griselda sonreia como el rostro de una tardntula podria sonreir. Nos llamé a casa y la sequimos, Nos siguié también el montén de ojos y bocas abiertas de los hombrecitos Parecfan moscas. No podian creer que apretados a.una pared, como araiias. .que habriamos aparecido de la noche na como de milagro, difuntos, como hechos de aire, traidos por el pies y mujeres de lodo, caras de 1 pe estropajo, mugrosos, leganiosos, con cientos de mosquitos picandoles los parpados, ‘espantandolos; querian ver mas sorpresas, Y mama: ifueral, ilargo!, los corri6. Los hom brecitos volaron, deshilachados, cesplumados Y volvieron, mocos verdes y agiles, mocos jadeantes y con miedo propio. Chillaban como Paiaros alborotados. Mama Griselda agarré un palo, se levanté y amenazé seguirlos. Cortieron desesperados como huyendo de una momia, entre risas menudas, melosas. Y de lejos, ya vueltos a agruparse, cogieron Piedras, cogollos de cebolla, latas de leche. Los arrojaban como podian al techo de nuestra choza que nos Protegia, y gritaban: ‘Locos! iLocos! Aparecié una mujer delgada y oscura, con una tabla en la mano: ilargo de aqui, animales! Vayan a refregarse los mocos! Capturé de dos trancos a un negrito: éy tt, negro chivillo, quién te dio permiso para que saltes a fregar a la gente? Y con un solo brazo lo levant6 en alto, sujetandolo de ia camisa, y Je quemé las nalgas de un tablazo. Asi en alto se lo llev6 como si aquel hombrecito granito de arroz pesara y oliera a cosa que no oi Silbando la noche, mama Griselda encendié una hoguera y desaparecié el mundo alrededor de la candela. Yococo habia cruzado la alambrada que da a la chacra y habfa robado unos choclos ya dientones y olorosos. Antes, habia cazado dos cuyes tal como mam le habia ensefiado. Ahora ya sé que a esos cuyes los llaman con otro nombre horrible, leno de cerdas y maloliente. Los 2 chibolos se reian porque yo los lamaba cuyes. Y no se llaman cuyes, me decian y se tapaban la nariz y boca, con asco. Bueno, a estos cuyes esa noche Yococo ya les habia quemado las cerdas. Ya les estaba quitando las visceras cuando a una de ellas se le descolgaron vivitos mojados y gelatinosos, cuatro crios que desesperaban por querer vivir estando atados entre las tripas de la madre. Mamé Griselda los pis6 con el talon: Dias nos pisa a todos. Al cielo iremos. Recuerda: td te sientas sobre una piedra y esperas con un palo en alto hasta que asomen los pelos de la trompa, en su cueva. Contienes la respiracién, quedito, coyes? Y cuando aparece el animal, te recoges en tu garrote y izas!, izas!, ichirn!, tti le zampas sin pena, ichirr!, asi se queje. Porque es una necesidad hacerlo, porque si no morimos, porque alacranes y cuearachas son feos para comer. Y no te rias 0 te doy a ti un palo y te zafo los esos, Tienes que aprender a ganarte la vida, porque vas a ser hombre algiin dia; irds a la escuela, a la universidad y serds doctor y curarés mi ilcera. Y ti, Maruja, bonita, nifita, serés flay joster y volards en avi6n a Cuba. Pero ahora que los hombrecitos han vuelto a.armar la choza, tampoco sé qué hago aqui, sola, rodeada de esos ojos que fosforecen y me espian. Me habia olvidado que esto era una madriguera. Otra vez este amargor salado 1y espeso en mi boca. Mejor estaba al lado de las palomas. Ahi, yo a nadie molestaba. Y 13 mentira, mentira era que me comia los huevos y mataba los pichones. Porque yo quiero mucho a las palomas. éCémo iba a comer a ‘mis hermanas? Esa noche comimos cuyes y choclos fritos y yo va no iba a vomitar. Vomitaba sélo ‘cuando mamé me forzaba a comer cucarachas fritas. Pero cuyes con choclo sabian rico. Mama Griselda sabia frefrlos. Después supe que la ota gente tenia asco y que no los comia porque las llaman ratas. Pero, cierto, sabian rico, més si les echabamos miel de algarroba que mamé conseguia no sé de donde. Esa misma noche llegaron a nuestra choza seis policias sobre seis caballos: troco troco. Dos de ellos desde arriba prepararon los fusiles y, bamboleantes, apuntaron ala choza. Yococo oculté su caja de alacranes entre los trapos del pecho, como ocultando una alhaja Grandes rostros de reptil bajo los quepises, nos apuntaron sin decirnos nada. Sargento Limachi, baje y vaya a ver. ¥ traiga a puntapiés a ese cuadrapedo..., ordend el alférez, escupiendo ajos, sacando la pistola, apuntando. La pistola parecia una hoguera deshaciéndose en su mano. Los rostros, seis hogueras que miraban. Los caballos crinudos, bonitos, parecfan Horar candela. Mama Griselda puso ojos de fuego, sin célera, y no dijo nada. Espiaron las cuevas de los ojos del sargento, la cueva nuestra, temblaba el arma con borrachera ajena, lista a disparar. No, mi alfe, puaqui nuay. Ese jijo e puta por otro lao habrése tu. Y se fueron troco troco los caballos, 4 hijo de puta, bala en el culo si lo vemos. Yéndose ya los alcanz6 la voz de un hombre, hizo detener las bestias. Mire mi alférez, ésa que ve es mi cosa. No, ese muladar no. Es que esos locos nos han invadido ahi. Son peligrosos. En ese lugarcito quiero alzar mi jardin de mastuerzos. Larguelos pues. Que se ‘vayan detrds de los cerros, allé hay espacio. Nadie los molestaré. Y el alférez, perfil de vibora, volvié a hacer andar el caballo. Los otros lo siguieron, Le dijo el alférez que no estaba comisionado para botar a nadie de su choza, que de qué se quejaba si también habia sido invasor de tierras alguna vez. El hombre protesté diciendo que en este barrio nadie habfa sido invasor. Que el gobierno regalé las tiertas. Y el alférez le dijo que se queje ante la junta directiva del barrio. Que otros nos ssaquen. Yo a los locos las saco a patadas. Y el alférez: si tt los sacas como dices, a patadas, juro que te arrastro de los testiculos y te meto ‘preso si no te he ahorcado. Indio maula. Luego empez6 a garuar finilo. Lindas, costureras agujas de aqua. Con gusto of caer cada gota. Luego, al rato: émaula? Ya versn sino saco a estos puercos. Por esos dias los chibolos refan porque Yococo sabia atrapar moscas al vuelo con la boca. Y porque de su boca, al abrirla, salfan vivitas, volando. Entre tanto, su llaga empezaba a crecerle Sabfa Yococo meter zancadillas y tenia mas fuerza que el hombrecito mas recio. Sabia 15 azuzar con un palito y hacer pelear a los alacranes. Sabia montar cerdos entre los fangales y excrementos de la acequia. Los montaba y los hacia correr espantados como pueden correr los burros enloquecidos cuando se les jala el pelo del rabo. El barrio miraba y reia de este haraposo de mataperrada feliz Desde entonces muchos hombrecitos aprendieron este hermoso juego. No habia chiquillo que no quisiera aprender a domar cerdos. ¥ corer los riesgos. Tanto que a veces aparecia un duende espantapdjaros, Yococo, bajando veloz por una calle, sobre un relampago de cerdas, negro y endiablado, huyendo perseguido por la duefia con un garrote en la mano: iay de tisi me revientas el cerdo! iAy de ti, Yococo! Y Yococo siempre, encaramado como un gato sobre el cerdo, escapaba hacia la acequia, brincaba los matorales y se perdia entre las madrigueras de las ratas y los choclales de la chacra. Y atrés: WYocucuuu!, la duefia, imaldeciul, jadeando, tropezando, imontacerdul, icarajjj...! Y regresando sola al fin y al cabo: ite haré chupar mis medias; lamerme los pies, Yococo! Hasta que el cerdo triunfal regresaba por si mismo hacia donde estaba su chiquero; y Yococo a la choza luego de rescatarse del charco imprevisto, y escupir el fango amargo de entre los dientes. Celedunio, asi llamé Yococo al cerdo que una vee, curioso le hociqueé, lo olié y descubrieron que ambos habian sido viejos camaradas aunque sin conocerse. Estaba 16 enfermo. Y la duena ya lo habia arrojado. Si nolo habfa matado y hecho relleno con perejit y yerbabuena era porque: matar cerdu enfermo, hace parir hijo hocicudo y marrano Celedunio parecia un carromato de huesos, mas costillas que pellejo, tanto que parecia haberse tragado una docena de llantas de bicicleta con rayo y jebe. Los aros del costillar soportaban un craneo orej6n y un hocico de perro fiel, que daba pena. Celedunio, llamaba Yococo; y el cerdo, triste, mosquiento como el duefio, sacudia las orejas y se le acercaba Y qué serfa que hicieron tan rara amistad que el cesdo curé la peste. Celedunio entonces empe26 a ensebarse tanto que un dia més y te almorzamos, Celedunio, llegé a asegurar mama Griselda. Y Yococo con Celedunio desaparecieron desde ahi por varios dias. Mamé Griselda, arrepentida, los buscé lamandolos y lorandolos dia y noche iYocoooco0o, in, in! iMentira es...! In, in..., gritando perdida y desolada entre los choclales, iCeledunio! iCeleduuuunitio, buelvan pue, mentira es! In... Hasta que mama misma los vio venir una tarde. Yococo le dijo molesto, abrazado del Celedunio en el que llegé cabalgéndolo: iCeledunio, caca!, mamé iCeledunio no es jruta! Y mama Griselda abraz6 a cerdo y a hijo, y lloraron. Y desde entonces a Yococo se le vio montar s6lo en el Celedunio. Tanto que el cerdo perdié grasa y volvié a ser el mismo cerdo huesudo y de grandes costillas, s6lo que esta vez grueso y brioso. ene eens Por ese entonces empez6 a vérsele a Yococo cada vez més tembloroso y huesude, hecho como a pedradas, y palido porque ly hetida le empez6 a crecer y crecer. Sus pocos pelos se enraizaban como a la mala entre las costras. Patecfa que respiraban s6lo dolor y Que sufrian por su dueno, con dolor de gente Peto que para su duefio ese dolor ya no lo era. Con todo asi, su cabeza llagada colgaba a veces meditativa, como cabeza de gallo con este, cuando se sentaba sobre una piedra, al ie de una cueva de ratas. O como la cabera de esos gallos de pelea, que de tanto picotazo y Por tanto haberse sangrado los mofletes hasta zafarse los picos, luego se ven asi, como descamados y puro espanto. Pero, gallo pica a gallo y a Yococo nadie lo habia picado sino €ra una arafia, cuando chiquito, hacia aos atrés, v la herida que le qued6 infectada le llor6 hasta crecer y crecer como tarantula de Dus chupandole el seso, para chisquetearle, fino, un hilito de sangre de cuando en cuando. Y mal ler. Insoportable. Como si una docena de pejerreyes se le estuviesen pudriendo dentro de las orejas. ¥ mamé Griselda decia {a araha era el dijunto brujo de tu padre, Yococo. Si no ara, se hacia zancudo. Si no zancudo, se hacia alacran, En todos ellos podia vivir el dijunto brujo de tu padre. Crefa que ti NO eras su hijo. iBorracho desconfiaul De todos modos te hubiese picado, Esta es la manada de locos, senor Presidente, véalos usted. Fue cuando entonces nos visitaron dos, tres hombres altos como 18 —— escaleras, rnucho masaltos que Yococo sobre el Celedunio. Tenga cuidado, presidente, podrian ser peligrosos. Colmillos. quijadas de perro. Le ladraron a mama que saliera y deshiciera la pocilga porque peligraban nuestras vidas. Que el Omnibus de la linea 22 podria aplastaros como a larros de basura, Que estdbamos invadiendo una zona prohibida. Que buscéramos otro lugar. Estos ladridos los daba el presidente. Un hombre gordo, ojos de pajarraco, cara de ped; trafa papeles en la mano, y mostrandoselos a mama Griselda: usted, ademés, no esté registrada, std dando un mal ejemplo civico al vecindario al alzar asi su empalizada, Esto no es un zool6gico. Tiene que hacernos un oficio, botar ese cerdo, salir de aqui y esperar. Tal vez le encontremos un lote. Mamé le rogé entonces, les dijo que estabamos enfermos, que tengan Paciencia, que ya nos ibamos, que no molestébamos a nadie, Pero el duefio de la casa donde se apoyaba nuestra choza, chill pero sison sucios como ratas, las comen. Estén convirtiendo en madriguera y chiquero de cerdos mi propia casa. Nos van a pasar la peste bubénica. Mama insistié suplicandole a aquel gordo cara de pez. Y este, como para hacer valer su alto cargo: nada. Sin lloros. Se me largan de aqui no sé adénde, iya! Tiene sdlo una semana de plazo. Esa misma mafiana mama Griselda volvid a traer la olla llena de leche. Era de leche en polvo. Trafa también muchos panes. Todo esto, Jo supe después, lo daban en el club de madres 19 pobres, recién fundado. El gobierno en un camion les traia todas las mafanas cuatro porongos de leche y dos bolsas de pan para Tepartir a todos los nifios indigentes. ¥ mama iba ahi todas las mafanas de esos primeros dias. Logré hacerse conocida y estimada porque lavaba bien los pocillos del club y porque sabia barrer el local de madres Entonces nos llegé mas leche y quardabamos para el resto del dia, alli en unos tarros, en fanto que a la olla se la ocupaba en otra cosa especial. Mama cuidaba que en el club no supieran que cazébamos esos cuyes de monte. Feliz Yococo el domingo cuando sacé su trompeta y sobre el cerdo Celedunio se puso a seguir la procesién de la Virgen de Santa Cecilia, patrona de los misicos. Ebrios, bamboleandose iban tocando los misicos, detrés del rio de las mil velas de la Virgen. Yococo maltocaba y ichin, chan! chatarreaba con los ebrios. Mama iba con un periédico por manto en Ja cabeza. Los quepises de los miisicos se bamboleaban al compas del estruendo de la banda. Al dia siguiente, ‘Yococo encaramado entre las altas ramas del pacae de la acequia, tocaba feliz un huainito ahora en clarinete. Arriba, parecia levitar en la luz de su canto, entre las flores amarillas y los picaflores. Un ancho quepi le cubria las llagas. Decfan que un sefior gordo estuvo tan debide ly apenado) que habia regatado a un leproso el quepiy el clarinete. El sehor gorde, yesulto siendo un masico de la bantlites leprose, Yococo. Eso of. Las callesihigbl 20 Efile porque sus paredes eran de ladrillo y barro. Las lenguas parecfan tener ojos. Y asi vi a Yococo entre las altas ramas. encaramado. Como péjaro enamorado. Tocando jugoso su dlarinete, salpicado de picaflores entre las flores que amarilleaban. Tocaba tan bien el huainito, tan alegre, que la gente decia: pero, ése ha buelto loco el loco? iMirenlo arriba, aleteando feliz como un péjaro! Si. Si, como un pajaro. Nomis le faltaban alas para volar Pero cuando nos incendiaron la choza se nos hizo tierra la boca. Brasa candente los ojos. ‘Tragamos polvo, ceniza y lodo. Fue una tarde cuando mamé, Yococo sobre el Celedunio, y yo, volvfamos de la pampa, cada quien con su ruma de lefios al hombro. Cuando vimnos que dl infierno estaba ardiendo sobre los lerios de la choza. De seguro, puesta la mascara de yeso, tocando tambor y haciendo fiesta, el diablo bailaba detrs de la candela. Era la hoguera tan alta y brava que parecfa surgir desde el fondo de la tierra, saltaba como puma, rugia la candela y parecfa quemar las nubes, puentes y los torreones del cielo. Increfble era ver cémo tan pocos palos hacian tanta lamarada, que hasta amenaz6 con incendiarla casa del vecino que no nos queria. Ya habfan pasado dos dias mas de la semana del plazo y atin no nos habjamos ido. Y si no se quemé la casa del vecino que nos odiaba : mamé con su ruma de palos, ‘Celedunio, yo con el corazén “Afligidos, los vecinos #2): fhiego que amenazaba incendiar el bario, el aire, las piedras, la tierra, y hasta el agua parecia asustarse. A fuerza de pala arrojaban tierra, gritaban: iCofio! ‘Tierra! iCoho! iAgua! Y escupian, tosian. Y preguntaban: iCofio! éGasolina? Si. iBuena gasolina! iY bien que huele! iCémo! éY quién fue el damino? Y otros arrojaban aqua en latones, traida desde la acequia, pasandola por sobre los linderos y la alambrada de la hacienda. Y, luego, s6lo pudimos salvar unos costales que Jos sacamos hechos brasas humeantes y agua de excremento. Y entre ésios unos ratones y alacranes achicharrados yelrevoltijo de vidrios de su botella de moscas. con arafias carbonizadas. Al retirarse los vecinos quedamos de repente solos, como en otro mundo pero mas grande, como embotellados. Tristes nos dejaron. Pensativos, dolidos. Pues ahora me sentia observada por miles de ojos como desde fuera de una enorme botella de arafias tamario del mundo. Mama Griselda se puso a maldecir y a renegar de nuestros vecinos. Hasta que oimos la risa de ganso feliz de nuestro vecino del odio, dentro de su casa. Mama decia que seguro él habia sido el culpable. Y a mas gemido de mama Griselda, mas refa el vecino, con voz tonca, desaforada: ijéaajj, jéaajjj jéaa! iLes adverti, putas, ja, ja... Y su risa se nos inerustaba por las orejas, nos chamuscaba los pelos, los huesos, el cerebro. Inexplicablemente Yococo también empez6 a reir baiito, con felicidad incontenible. Detras de los palos humeantes se bajé el pantalén y solté un alegre moj6n sobre una lata, se subié los harapos y 22 fue con ello a embarrar la puerta del odiado. Al rato que nos fuimos, una vecina dijo: iy cay6 pues la pared sobre la borrachera del compacire! cNo en como el agua del incenclio. Je moj, ola tras ola, el barro del ladrillo? Le cav6, lo aplast6, Y ahi lo ven, vivito y coleando como pato. Recién salidito del agua con caca, jéee, jéee je. Amanecimos detras de un quiosco de madera. Levantamos la casa en un cerrar de ojos. A oscuras, cuando nadie nos vefa y no podian molestarnos. Pero ahi hacia mucho fifo vylos ojos de las ratas me daban miedo. Cientos cientos de ratas habian llegado a vivir debajo del quiosco mucho antes que nosotros. Las pulgas nos picaban, el frio mordia y no dejaban dormir. Y zumba y zumba dandonos ‘su negra serenala toda la noche los zancudos. Sélo Celedunio se divertfa devorando ratas. Y en los dias venideros, en el club de madres discutian si la loca y sus hijos podrian 0 no vivir dentro del local. No discutfan si mama sabia barter 0 no, o si sabia lavar pocillos 0 no; discutian si mamé Griselda era 0 no era loca. Si era loca como aque! Yococo y su cerdo, no podria estar en el local. Finalmente, por mayoria de votos, decidieron que mama Griselda no cuidaria ni vivirfa en el club de madres. Mama Griselda a veces escuchaba un silbido que pronto se nos hizo familiar entre Jas sombras de la noche, y salia sigilosa, sola. Seguia al silbido y nos abandonaba con el 23 prrcora Celedunio por largas horas. éAd6nde irfa? Resulté que desde entonces mama retornaba a veces apestando a licor y vémito. Y una mahana le vi marcas de mordedura en la mgjilla y el cuello. Y una noche un borracho tiré una piedra a la choza y se largé riendo y diciendo: iadiés, culito de dngel, culito de ficuadora, culito de picaflor! Y cuando con mama fbamos por la pampa de Amancaes, no faltaba alguien que le gritaba de lejos Jadiés, culito de chupajeringa! Y mi madre le coniestaba colérica: iVete al diablo, nariz de iguana! iCintura de papayal Y, el otro, siempre lejos: iadiés, culito de flor de Amancaes! iCulito de palito de diente! Y mamé: iqué tienes, nariz.| de cebolla! iCara de cincuenta centavitos de mani con canchal Y agarraba una piedra y correteaba. El hombre, viéndola ir hacia él, * encaramaba el cerro y se perdia riéndose entre | Jos espinos resecos de los negros mojones de | gigante y las lagartijas espantadas. Y ya desde | loalo del cert: (Me rindo! MerindolY mamé | regresaba escupiendo, chuf, chuf, el suelo. Y nos ibamos de nuevo; pero ya més lejos, atrés ofamos: iAdiéooss, adiéooss, culito de zoquete! iCulito de tallarin! Y suftia mama Griselda por la mala destreza de no saber curarle a Yococo. éCémo. | quitarle Ia maldicién del dijunto, puéeess? Y con su saliva le limpiaba las legafias, acaricidndolo. Luego, conteniendo el asco y la respiraci6n se acercaba a esa charola de pus y pelos. Le limpiaba herida por herida con orines tibios de ocho dias, del mismo Yococo, 24 hervidos antes con hojas de yantén y yerbabuena. Pero a cosa iba cada ver peor porque Yococo se quedaba mudo y sonso @ veces. Sonambulo en cualquier lugar. O se sentaba ahi arriba sobre el lomo del Cetedunio ¥ el el cerdo lo paseaba por la acequia 0 los desmontes, ignorando su mal. Que daba va apariencia de difunto. Y yo vela que se iba muriendo en pie, sin quejarse, chupado de pelejos, que se le hinchaba la cara la cabera, y que ahora se le notaba como nunca ¢ esqueleto hasta vérsele mas flaco que aguja de arriero. Que parecia mas difunto. Que se muere. Que se muere mi gorrioncito. amos ‘entonces mama Griselda y yo por los basurales confundiéndonos pronto en un bosque de revolijos pestilentes, en un mar de ratas envenenadas y gatos agusanados por todo Jugar. ¥ nos peniamos a escarbar compitiendo ypeleando con perros vagabundos, gallinazos destartalados y las muchas garras de mendigos hambrientos, en donde gusano, gallinazo, perro y gente, valiamos la misma nad. £5 donde a vida no valia nada. El calor hediondo del fondo de la basura nos ahogaba mareandonos con su tufo de pestilencia, taladrandonos el cerebro, haciéndonos ver pesadillas y murciélagos entre las galerias de Jos pulmones. Y eran murciélagos de peste, que revolaban, se hundian por los tuétanos y illaban desesperados y tristes en nosotros dentro, en ese oscuro donde cae, cae en goterones Ja pena. Pero seguiamos Buscébamos fieros yvidros que juntabamos en cajones y latas para venderlos al sefior del 5 triciclo que nos compraba esas cosas. Pero, inos pagaba tan poco!, que no alcanzaba gran cosa para comprar medicamentos para Yococo. Mamé Griselda entonces volvia a tlorar viendo a su hijo mas chupado por las fiebres y mas hinchado por las llagas, cabizbajo ymuriéndose en pie: que no se muera minnifio. Dioooss, sélvalooo. Y luego lloraba a gritos, aullando, y la gente que la ofa, la creeria fambién bruja. Yo me asustaba. Y con mucha ena hundia mi cara entre los harapos de su falda y lloraba con ella, bajito, sin que se me escuche. Ella de cdlera se ponia a comer tierra. Se baiiaba con ceniza la cara. Y lloraba asf, aranandose la cara y jalandose con rabia los pelos. Ese domingo bajo un sol de oro fuimos a la iglesia en hora de misa, Mama nunca pidié limosna. Fuimos los tres a rezar por Yococo. Y el cerdo Celedunio nos seguia, no queria Tegresar a casa. A la hora de hostia los vecinos hacfan fila, cruzados de brazos, limpios de Piojos y olorosos. Bien peinados abrian la boca velcura: rubio, mejilas rosadas, cara de éngel, les regalaba una preciosa hojita blanca, casi transparent. Y en los ojos biillantes y tristes de los vecinos, un secreto, fa luz de un milagro ‘se cumplia silencioso en lo hondo, entre lluvias de oro fino, rocios preciosos y pétalos de flores divinas. Rezabamos por Yococo, mamé Griselda y Yococo también hicieron fila y cuando les tocé turno, el cura: rubio, meiillas Tosadas, cara de angel, los mir6 desconcertado, NO supo qué hacer, y luego hizo como si 26 preemomern Yococo y mama fuesen invisibles. No i vio. Oera que wia através de mamé v Yoroco indiferente, santo, falténdole només la oureole Y jamses dio la hos, Mains avergonzada se legé a mi ado y se puso una hoja de periédico en la cabeza. También a Yococo Te puso ota hoja en Ta cabeza y se la envolvi6 bien despacito, entre las llagas. Mi angelito. YYococo, cabizbajo. Insufrible. Mmindose en pie. dInsulrible?... La perla que se descolgaba de un ojo de mama, brillaba, me parecia mas que perla, Mira, abandona tu choza, mujer. Y ce a vivir a mi casa. Eustaquio, poate también quiere. ¥ jal tushijos. Abi siquiera teprotegerés de fri, Siguiera no te comerdn Jos zancudos. Ni te incendiaran la pocilga. ! te picaran los gills. Note mearan la oreas los perros. No te morderd la gartia de la madrugada, Los borrachos no te tocarén serenato. Ni tragarésel olor de fos desagties, Ni pisards caca ah donde el mundo hace, temordern fas rats.N peleards con los gates, Nite zampardn piedras los mocosos del hampa. Fazme caso mujer © se mueren tus cries. Ahi en mi casa tos curards mejor. Te cantaran as polomas. Iremos juntas a mercado. Llevarés només las bolsas. Las pulgas ya no tragarén de tu sangre. Ni cau tes piojas ala vista de nai. Ay, iy mira sino, cémo han dejado las ratas el tobillo de tu hij Purita llaga. Casio hilacha de huesos Pobre Yocoto. Lo encontraron un dia sobre el pacae. Parecia dnima en pena. é a estaba penando? Lo vieron los hombrecitos. alto. alla arriba entre las flores amarillas y las ramas. Yococo trinaba su clarinete como pajaro, Imitaba a los periquitos australianos que son amarillos. pechito azul, creo. Imitaba a Jos loros que llegaban al pacae desde los choclales. Imitaba a los ruisenores pechito arriba abajo pechito abajo. A los pajaros chigiisa dando saltitos. A los colibrfes aunque canten en azul quedito. Imitaba el chiu chiu del halcén. Pobrecito. Imitaba qué bien el croc croc de la gallina clueca. Y el canto bravo del gallo. El canto del pdjaro chunetita imitaba cuando los hombrecitos a jebazo limpio le arrearon piedras, una oleada de piedras. Y Yococo refa, seguia tocando hasta que cayéa las aguas de excremento y fango de la acequia, despluméndose en el aire como un péjaro. Lo sacaron los hombrecitos de la acequia, casi ahogandose. Mama lo fue a ver y, a palos, se lolev6 a casa, Lo calateé y lo dejé ahi como @ una lagartija, sentado sobre una piedra. Y riendo, colmillos de piraiia, ojos de rata, volvid al clarinete. Esta vez se puso a imitar a los Pavos. Yococo imitaba mejor que nadie en dlarinete, el canto de los pavos. Pobrecito, Endilgamos a la casa de la presidenta del club de madres, mudndonos, porque nos llamé. Casi felices dejamos, casi con pena, nuestra madriguera. La presidenta nos dio un Tincén al fondo de su casa de adobe. Para mi como que llegaba a descubrir un palacio. Y egamos al fondo ahi bajo el techo de tablas. yaserrin, Allado de las palomas que para mi B eran mégicas. Flotaban. Las palomas empezaron a ser mis vecinas. No sé si me querian pero yo si. Mama dijo que las palomas tun dia me iban a llevar arriba a sus otras casas en donde hay otro barrio como éste sobre las nubes. Con la misma gente pero donde todos somos felices. Que era el verdadero hogar. Que alli yo volaria, pequefita, montando sobre elas. Y que Celedunio también volara, y Yococo sobre él, iY volar me gustaria! Me hacia la idea. Me hacia llorar sin querer. Dona Juana para mi, una reina, La queria como a mama por eso de buena, de reina Me curé las llagas del tobillo y a Yococo trataba de salvatlo. Al caerse a la acequia, las heridas se le pudrieron peor. Mama y dofia Juana le lavaron las llagas primero con querosene. Las llagas en la cabeza siguieron igual 0 peor. Luego, con jab6n carbélico pagado por dona Juana, y nada. Luego lavaban las heridas a agua de ruda, llantén y boldo, y las rociaba con polvitos de sulfatiasol, y nada. Yococo, sin quejarse, de pie, mudo, como que no sufrfa, De tanto Javado al fin las heridas, das luego, apiadadas formaron algo de costra y ya no apestaban tanto, y Yococo volvi6 a ser elde antes. Hasta le empez6 a brotar una mata de pelos como cafiones de paloma. Y volvié amontar sobre el cerdo Celedunio calle arriba y calle abajo. Yococo es un hombre que no sue dolor nitiene asco a nada, dijo Lolo, el negrite de dofia Juana, una mafana en que ella y mama 29 habian ido a hacer la plaza. A que sitiene asco, le careé Pablo, el primo: a que no. A que si. A que no. Y se hicieron las pruebas. Yococo se Teia y acept6 las propuestas. Pablo trajo aji Yocoto molido, del mas temible, capaz de hacer candela la saliva del mismo diablo, Lolo al ver el ajf se le saltaron los ojos, pero dijo: como Poner un chocolate en la boca de Yococo. Tuve miedo por mi hermano. Le pusieron el ajf rocoto en un platito y Yococo feliz por lo que Je proponian, riendo, riendo se comié,en seis cucharadas todo el aji. Luego. nunca sinti6 molestia ni ardor alguno en la boca. iGuauul, Pablo, aullando como perro asustado. Y todos quedamos admirados de que sea demasiado cierto. Y al vernos asi sorprendides, Yococo 116 mas, chillando hasta la tos y el chillido. Pablo, no convencido, ojos saltados alargé la viborilla de la lengua al plato de ajf y la sacé hecha brasa encendida, hasta la lagrima. Tuvo que enjuagarse la boca con agua y jabén, Escupir ochenta veces, rascarse la lengua. También reimos. Luego, en el mismo plato, Pablo puso excremento fresco de perro. Todos hicimos gestos de asco. Yo quise vomitar, se me salfan las tripas por la boca. No, no, eso no, dije. Ti, calla, loca, me dijeron. Me hundi en el fondo de la casa. Vi desde ahi, tras las paredes de quincha, cémo el fiel cerdo Celedunio hociqueaba por curiosear cémo los hombrecitos bromeaban con Yococo. Quise seruna paloma y no pude. Quise flotar. Cerré Jos ojos para ser una paloma y como no pude, lloré. Me fui a ver cémo eran los polluelos Son cabezones, pelados y temblorosos, feos 30 ‘como Yococo; por eso yo queria mucho a los polluelos de las palomas. ¥ para que no molest, vi también cémo los chibolos le metian un rocoto pelado en el trasero, de Celedunio. ¥ eémo él hua, paraiso de todos, arrastrando el infeliz trasero en el suelo, Voli aa cerrar los ojos, y no pude ser paloma. Sali luego 4 la calle. Ya felictaban y aplaudian muchos hombresites a Yococo, Lo gquerian celebra levantandolo en los hombros Else reia y no los dejaba. Yo-co-co. eee Hombrecits sobre sus cerdos, encararados sobre zancos. Y¥o-c0-co, Yo1coc0 le coreaban, |e toreaban. Divino Yococo. Hombrecitos de moco verde; mocos que subiany bajaban con helices mariposeando en las nasces. Pablo, sin aque viera Yococo, me levanlo en peso y me metié dentro de la casa. Como le digas mamé, te mato. Te bajo el cal ytemetoun 0, todo el palo de oo egos lava seis jes it dante, con pepe y too, como al Celeduni lo of deirme, Y como yo no protesté, para probar si era yo Joca como mi hermano, me abrié la bora ala fuerzaymebizo tragr un toro de excremento de 6 mismo, que él mismo habia hecho ahi a mialit, Me puse a voritar y senti que moria. Dosa Juana y mamé me hallaron regada debajo de la meso. al varme ast como dormida, con las manos y la ee embarradas de vémito y caca, me tuviel por loca. Un dia cref que a mama la ade queriendo matar. Dofia Juana se habia ido 31 sola a la plaza Mama G Mama Griselda se jued6 Poniendo las ollas sobre la cocina, Yococs F no habian. Se habjan : $ : n ido a Talat ratas y a montar cerdos, Llegé hon a ese dia no trabajaba. Vi como, 1a Se defendia a punetes, Dor ’ n Eustac fF ae la falda, la levantaba en vilo y la ELrtrt—S—s—S—sesS 7 esta vez lloré fuerte Pero mama misma c im dijo que me callara, que don Euston ne Sueno y para prueba le bes6 ja Mmejilla. L¢ dos dijeron que me lomas, a mara en la cama, mordiéndose. | Cuando vi como enfurecido el le hatin tee | f | don Eustaquio se hundia sob aplastandola, y cémo h ; temblando, como uno soby Cuyes. Parecia tan rico. In lugar de mama, i e ella, | acian esa cosita, re otro lo hacen los | maginé estar en el | En el techo, al sol, Tevol Parecian hechas de flores, azule: t a Y ree eansParentes Alli arriba me una paloma. Era o “fa Yo un polluelo peloma y todavia no podia volar, Pero te a @ esperanza de que me crecieran les phere Y mis brazes se transformaran en alas Y yee Para ello bastaba s6lo mi deseo y cera laban las palomas, violetas, blancas, 32 er fuertemente los ojos. El techo era un lugar muy agradable para mi. Ahi nadie me trataba como loca. Abajo quedaban los locos. Me gustaba ver alliarriba cémo las palomas volaban sobre mi cabeza. Cmose detenian en el aire, sobre la luz, hechas luz, cémo bajaban sobre mi cabeza. Y cémo ahi escarbaban despiojandome las pajitas. Y ver cémo abajo. alld en la acequia, Yococo, Lolo y Pablo perseguian a pedradas a las ratas. Y cabalgaban cerdos ya ver quién gana, Y el que llega tiltimo le mete fa mano al cura de la parroquia. Asi vi un dia que el Yococo fue a meterle la mano al cura. y éste que lo persigue con un leno. Y el Yococo que huye sobre el Celedunio. Te crucifico, Judas, gritaba enloquecido de ira el de la sotana, ue te crucifico; y el Yococo, calle de la parroquia abajo, corriendo sobre el Celedunio, que al pobre le faltaba higado y poto para correr y ya los alcanzaban Celedunio nunca habia sido bueno en las carreras, porque tan flaco era que mas era cerdas y costilas salidas y huesos removidos que propiamente un cerdo. Ya el cura le agarraba los pelos a Yococo cuando inesperadamente el Celedunio dio un brusco brinco y comenz6 a correr con la velocidad de una bala, salvéndose ambos de puro milagto en el instante que el cura tropieza y se va de bruces sobre un charco de patos. Fue la mejor carrera que le vi al huesudo cerdo de Yococo. Y era que al Celedunio por segunda vez se le habia hecho probar, por debajo del abo, la picadura de ajf... jusio antes de ser alcanzado. Alli arriba, en el techo, por primera vez , Por primera escupi y vomité sangre. Descle que mamé empez6 a pelear muchas veces con don Eustaquio cuando doa Juana no estaba, empezé a voritar. Sélo a vomitar ya vomitar. Y la barriga se le hinch6 grande como de elefante, como de un gran tlambor Como si hubiese comido por cien. Doia Juana un da la requinté: Diabla, iQuién ha sido, quién! Para denunciarlo a la poticia. ¥ tengo os cbalos ye leven eran laspatas. ¥ que se pudra en la cércel. Mama nunca dijo nada. Dofia Juana decia a los vecinos que seguro habia sido prefiada por algun vago del muladar. Pero los vecinos chu chu turmuraban, chus chusde don Euslaquio, Y decian que don Eustaquio era gallo de dos gallinas. Lo llegé a saber dofia Juana y desd abi le agaré odio a mams, porque: éQué es 30 de que ef Eustaguio he pisado y hace poner huevo a dos gallinas? Dosa Juana empezé a renegar de mama, ya no curaba a Yococo, al Celedunio lo arrojaba a escobazos ya no se preocupaba por darnos de comer. fae Yococo y yo empezamos a extrafar los cuyes fritos. Por esos dias Lolo empezé a acusarme entonces: ila loca que se come los huevos y los pichones de las palomas, y no el gato! Yo la he vist. Un da hay que cortarle fa lengua, tirarla por los techos. Cuando comniamo: ratas meses atrés comfemos harto hasta chupar y sorber rico los tuélanos y masticar los huestes, embriagéndonos de dicha, Pero 34 cocinar eso. mmadrugada y nos fuimos a las madrigueras y cazamos a tres. Mama y Yococo se comieron tuna que sangraba por la nariz v los ojos, cast crada, casivivita. Y dofia Juana grité asustada diciendo que a quién habjamos matado ahi en casa de dofa Juana no podiamos Yun dia nos escapamos en la cuando nos vio Jos cuellos con codgulos de sangre. En cambio esa noche sentimos un eccandaloso asco cuando dofia Juana nos girvid de comer en tres pedazos: iun horrible huevo frito con biscocho y té! Hasta que wna tarde mama Griselda dijo entve las palomas: nos largamos mariana. Viviremos en la chacra Cuando los caballos, esos gigantes, atropellaron a Yococo pisotedndolo como pasando sobre una mosca, Lolo y Pablo rievon freyendio que pronto se iba a recuperar. Que sus huesos soldarian pronto. Que esa costilla que le saltaba del pecho no era nada, Que to qque voritaba solo era sangre de muerto. Ue tmuerto vivo porque Yococo estaba muerto y ho podia morir, Era inmortal, Dueno de la muerte. Fue ese mismo dia cuando mama habia dicho para imos a vivir en la chacra. Pero no pudimos ir. Esa misma noche dona Juana puso agonizando a Yococo en brazos ge mama. Mama Griselda se puso a llorar como nifia ante su mueco de trapo: éQué ha pasado? ¢Cémo ha sido...? Y Horaba in, in, besando, acariciando @ mi hermano. Lievaron a Yococo a nuestro rinc6n de las palomas. Nos siguieron Lolo y Pablo. Yococo fe mora, temblaba y sélo decia: Celedunio. 35 eect rage Rit REL y babeaba sangre: y Lolo y Pablo: Mentira, mentira. Yococo es inmortal. éComo va a morir un muerto? Y Pablo hablé: A los caballos se les saltaban los ojos como naranjas Y Yococo metido entre los perros, subido sobre el Celedunio, ladrando como perro. Cuando asaron los caballos de la policia. Persequian @ don Polo que ha ultrajado a no sé quién Pasaban los caballos y Yococo: quéu guéu, sobre el Celedunio. Los cabatlos los patearon y pisotearon. A don Polo lo atraparon de un balazo; y Yococo quedé asi. Y el Celedunio... Y dofia Juana: que los caballos siguieron de largo. ¥ los policias, esos borrachos, ni se dieron cuenta. Y siguié diciendo que esto no iba a quedar asi. Que iba a ir a la comisaria de Ciudad y Campo. Que ella tenia un primo que era coronel de la policfa. Que ya verfan esos cachacos de porqueria. También hablé de que se iba hacer escuchar en el club de madres para hacer una colecta y ayudar a Yococo. Y que de todos modos esta vez Mama Griselda iba a ser guardiana del club. Y los hombrecitos: que no frieguen, Yococo no muere. Es inmortal. Y Yococo, otra vez Celedunio..., Celedunio, mamé, No. Por su lado don Eustaquio, calmoso, afilaba que te afilaba un viejo purial, mirando hacia la calle, en donde el cerdo Celedunio, con algin hueso roto, reposaba acezando una tespiraci6n dificultosa, Si estoy sola aqui de nuevo detras del quiosco sera porque después de un mes del 36 | | | accidente de Yococo y Celedunio, @ a Juana noe gust6 mi tos. Ceara qve yvopodris contagary hiego acaba con Lolo escupiendo como yo esa flema roa, Pero aauf va nace me trataré como a loca. Yo nosésesoy love no quiero que me tr. Fetmano Ara sono tengo ied 6 nada només a las raias. Me miran, estarén esperando a que me duerma. Pero Lolo Pablo eligeron este lugar. ¥ yo va no teng fuerzas para irme. éAdénde iri Sobre mi casa, sobre el techo, tras fe rendijas veo rebotar una lluvia delgada vind, Casi transparente como las alas de las palomas. Casi de pétalos. S6lo auelas als Jas palomas, los pétalos, brillan ala luz del Como los arco iris. La iltima vez, mamé Griselda decfa: Inde, bonita eres, cholita. Mi coraz6n de qui Inteligente eres. Piquito de tamarindo. ¢ sabjas cémo éramos, verdad? Cuerda eres Celedunio huyé y no lo vi mas an hora en que don Eustaquio lo llamaba: Celi, Celi, Celi, con un cuchillo en la mano. Yococo murié esa misma noche del atropello, Mama Griselda murié a los don lias, : j0. vomitando por arriba, abortando por abaj Y estoy pensando que si duermo ahora, talvezsuefie. ¥ me retina con mamé y Yocoee nuevamente. Volando él sobre Cal ledunis despertando yo en un nido de paloma 37

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