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4.vinicultura - Elaboracion de Espumosos
4.vinicultura - Elaboracion de Espumosos
En función del procedimiento utilizado para obtener las burbujas podemos inicialmente clasificar
los vinos espumosos en dos grandes grupos: Aquellos que las obtienen por un procedimiento
exterior al vino y aquellos otros que utilizan el propio vino para conseguirlas.
En el primer caso, gasificamos un vino tranquilo mediante la inyección de dióxido de carbono de
origen químico, en un tanque presurizado. Esta es la forma más básica, fácil y barata de
conseguir burbujas. Los vinos elaborados con este procedimiento industrial reciben el nombre
de vinos espumosos gasificados y habitualmente son de inferior calidad o destinados a
gráneles. En el segundo caso hablaremos de vinos espumosos naturales ya que, mediante
diferentes técnicas y procesos naturales, físicos o biológicos, las burbujas se consiguen a partir
del propio vino.
Para conseguir las burbujas partiendo del propio vino se utilizan diversos métodos de
elaboración, pero la mayoría de ellos implican la realización de dos fermentaciones alcohólicas.
Con la primera fermentación conseguimos un vino, que denominamos base. Con la segunda
fermentación conseguimos, a partir del propio vino, el dióxido de carbono que posteriormente
formará las burbujas. Estos vinos espumosos además tienen que elaborarse mediante técnicas,
que, bajo presión, disuelvan ese dióxido de carbono en el vino. Por todo lo anterior, podemos
considerar que los vinos espumosos están entre los más técnicos y complejos de elaborar,
desde el punto de vista de la enología.
Las peculiaridades de cada uno de los métodos de elaboración utilizados para crear y disolver el
dióxido de carbono en el vino es uno de los principales elementos que marca las distintas
calidades de los vinos espumosos. La diferencia en tamaño, consistencia y persistencia de las
burbujas, que forma el dióxido de carbono integrado en el vino, marcará su carácter. Los vinos
espumosos naturales se elaboran desde hace muchos años, en multitud de zonas geográficas y
con diferentes variedades de uva. Gracias a la gran diversidad de climas, suelos y variedades
de las zonas de producción nos encontraremos con vinos de muy diferentes estilos.
Su color. La gran mayoría son blancos, en ocasiones elaborados con variedades de uvas
tintas, y rosados, aunque también encontraremos algunos tintos.
El nivel de azúcar residual que marca su dulzor. Pueden ir desde los 0 gramos por litro,
de los totalmente secos, hasta los más de 50 en los intensamente dulces.
La cantidad de dióxido de carbono disuelto en el vino. En ocasiones puede alcanzar los 7
gramos por litro.
La presión a la que se encuentra disuelto el dióxido de carbono en el vino. En algunos se
encuentra a presiones de 3,5 atmósferas (1 atmósfera equivale aproximadamente a 1
bar) pero en otros llega a superar las 6.
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Esta última cuestión es muy importante ya que, según el método utilizado para
conseguir esa presión, implica grandes diferencias en los costes de producción de los vinos
espumosos naturales.
Antes de conocer los diversos métodos de elaboración es importante destacar el hecho de que
probablemente los primeros vinos espumosos que se bebieron fueron fruto de la casualidad y no
de la pericia del hombre por producirlos. Hace cientos de años alguien embotelló por error un
vino que aún no había terminado la fermentación alcohólica y creó accidentalmente el primer
vino espumoso.
Ahora sabemos que para que se lleve cabo el proceso de fermentación alcohólica se necesita
que el mosto tenga una temperatura mínima. Cuando llega el invierno en las zonas
geográficamente frías las levaduras quedan inactivas por efecto de la bajada de temperatura,
deteniendo la fermentación antes de acabar. Si embotellamos el vino en ese momento veremos
que la subida de las temperaturas de la siguiente primavera reactiva las levaduras y la
fermentación se reinicia en el interior de la botella. Las levaduras consumirán entonces el
azúcar, aún presente en el vino, para convertirlo en alcohol. En este proceso fermentativo se
creará dióxido de carbono que permanecerá en el vino ya que no puede escapar de la botella.
Los primeros elaboradores pudieron recrear de forma controlada este proceso, seguro que, a
partir de multitud de accidentes, hasta convertirlo en el primer método utilizado en la historia
para elaborar vinos espumosos. Embotellar un mosto que aún no ha terminado su fermentación
alcohólica para que la finalice en la botella, con la consiguiente creación de dióxido de carbono
en el vino, es la técnica de elaboración de vinos espumosos naturales más antigua que
conocemos y por eso recibe el apropiado nombre de Método Ancestral. Este método, también
conocido en Italia como Método Rurale, ha seguido utilizándose desde la antigüedad hasta
nuestros días. Entre otros vinos que se elaboran con esta técnica tenemos los pét-nat, tan de
moda en los últimos tiempos. Variaciones en esta técnica, que incluyen la eliminación de los
restos de levaduras en el vino o la utilización de tanques durante la elaboración, han dado lugar
a otros métodos, como el Método Dioise y el Método Gaillacoise en Francia o el Método Asti en
Italia, por los que se elaboran vinos espumosos muy conocidos.
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A diferencia del Método Ancestral y similares, basados en una sóla fermentación, los tres
métodos más importantes y más utilizados para crear vinos espumosos naturales parten de un
vino ya elaborado, es decir que sí ha finalizado la fermentación alcohólica. Habitualmente este
vino base estará compuesto por una mezcla de diferentes vinos, que en muchas ocasiones
provienen de diferentes variedades de uvas e incluso han envejecido en madera. Estos métodos
se conocen como Método Tradicional, Método Transfer y Método Charmat.
Estos tres métodos tienen en común, además de elaborarse a partir de un vino finalizado, que
se añade un licor de tiraje al vino base para que se lleve a cabo una segunda fermentación
alcohólica. Este licor de tiraje está compuesto por vino, azúcar, levaduras, nutrientes y un
agente clarificante, como la bentonita. Durante esta segunda fermentación alcohólica, realizada
en un recipiente cerrado, se genera el dióxido de carbono que se integra en el vino finalizado a
la vez que se eleva ligeramente su nivel de alcohol. Las similitudes entre estos tres métodos
terminan aquí ya que cada uno de ellos tiene sus propias peculiaridades.
Método Tradicional
En este método el licor de tiraje, necesario para que se realice la segunda fermentación
alcohólica, se añade al vino base en una botella. Estas botellas posteriormente permanecerán
apiladas en horizontal, posición conocida como de rima, durante un largo periodo de tiempo en
una zona oscura y fresca de la bodega. A lo largo de este proceso, el dióxido de carbono
generado durante la fermentación se integrará en el vino, que también ganará complejidad
gracias a la presencia de las lías. La permanencia del vino junto con sus lías tiene que superar
los 9 meses para que en la Unión Europea pueda legalmente etiquetarse como vino espumoso
elaborado por el Método Tradicional.
Pasado el tiempo de permanencia con las lías que el productor considere óptimo, en ocasiones
de varios años, se procede a clarificar el vino. A través del degüelle se eliminan los restos de
lías presentes en el vino, labor facilitada por el agente clarificante, y posteriormente se rellenan
las pequeñas pérdidas de líquido que este proceso causa en las botellas. El vino utilizado para
rellenarlas se conoce como licor de expedición. Este licor de expedición puede ser el propio vino
elaborado u otro diferente, que presenta las características organolépticas y los distintos niveles
de dulzor, que confieren al vino espumoso finalizado el estilo deseado por el productor. Es este
licor de expedición es, en base al azúcar que contiene, el que establece la categoría legal del
vino espumoso en función del dulzor ya que todos los vinos son secos cuando finaliza el
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El Método Tradicional es el más costoso de elaborar entre los vinos espumosos, pero también el
más apreciado y valorado en términos de calidad y precio. En función de su origen se conoce
por diferentes nombres como Traditionnelle, Champenoise, Classique o Classico, entre otros.
Los vinos más conocidos elaborados con este método son: Champagne y los diversos Crémant
de Francia, Cava y Espumosos de Rioja en España, Franciacorta y Trento en Italia o Cap
Classique en Sudáfrica, entre otros muchos de todo el mundo.
Método Transfer
El procedimiento técnico a seguir es idéntico al del Método Tradicional, hasta que llega el
momento de eliminar los restos de lías producidas tras la segunda fermentación en botella. En
este método las botellas se vacían tras la segunda fermentación, habitualmente más corta que
la del Método Tradicional, en un tanque presurizado y a baja temperatura. Este tanque realiza la
clarificación de un gran volumen de vino al mismo tiempo, en vez de botella a botella. Una vez
clarificado se añade al depósito el licor de expedición, que marcará el estilo del vino espumoso
finalizado. A continuación, el vino del depósito se embotella de nuevo, mediante procesos
presurizados que mantienen integrado el dióxido de carbono en el vino. Con este método el vino
espumoso se comercializa en una botella diferente a la que utilizó para la segunda
fermentación. Por el método Transfer se elaboran muchos vinos espumosos de calidades
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comerciales, sobre todo en el nuevo mundo. Cada vez se utiliza menos porque los
costes de producción son similares a los que conlleva el Método Tradicional, pero sin alcanzar
su misma calidad.
Método Charmat
Difiere de los dos métodos anteriores fundamentalmente en que la segunda fermentación
alcohólica se realiza en un tanque cerrado, en vez de hacerlo en una botella. El licor de tiraje se
añade a un gran tanque cerrado, presurizado y con temperatura controlada, donde se realiza la
segunda fermentación alcohólica. Estos vinos tendrán habitualmente un corto periodo de
contacto con sus lías ya que una vez finalizada la fermentación se clarifican por frío. Con
posterioridad se añade el licor de expedición, que marcará el estilo del vino finalizado, y se
embotella mediante procesos presurizados.
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