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TEMA 1 TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN

1.1 NOCIÓN PRELIMINAR

Todos los Países tienen una constitución, si se entiende ésta como el conjunto
de reglas que ordenan el funcionamiento de su régimen político; es así como
una tiranía o una dictadura tienen una constitución, la cual puede ser muy
simple, enunciable, por ejemplo en la forma de que el tirano ejerce todas las
funciones del Estado. Esa regla sería la constitución de una tiranía.

La esencia del constitucionalismo es el sometimiento del Estado al Derecho, y


como se supone que el Derecho es la expresión de la voluntad general, que
refleja los deseos, aspiraciones y opiniones de la comunidad con respecto a lo
que debe ser la vida social (por lo menos esa es la concepción en las teorías
democráticas), resulta que el constitucionalismo procura, entonces, el imperio
de la voluntad general en la organización y conducción del Estado.

Ahora bien, el derecho al cual el Estado debe someterse se manifiesta a través


de normas que, en conjunto, forman un ordenamiento jurídico escalonado en
forma de pirámide jurídica en cuya cúspide está la ley constitucional y en cuyos
planos inferiores, cada vez más amplios, están las Leyes Generales, los
Decretos, las Ordenanzas, los Acuerdos, etc.

De la ley constitucional -llamada también ley fundamental porque establece los


principios generales de la organización estatal- parten todas las demás leyes
encargadas de desenvolver y reglamentar esos principios generales. Como es
natural, en el estatuto constitucional no pueden constar todos los preceptos
jurídicos relativos a la organización estatal. Constan solamente los principales,
aquellos que forman la estructura jurídica básica del Estado, de acuerdo a los
que se organiza por medio de las supraordenación, coordinación y
subordinación de sus diferentes órganos. Por eso, en buena parte, las normas
constitucionales son normas de organización destinadas a fijar un orden de
competencias con arreglo al cual se crea el derecho y se asegura su vigencia.
Todo lo que no está comprendido dentro del estatuto constitucional, está o
debe estarlo en las diferentes ramas del derecho que se desprenden de él que
y que le están jurídicamente subordinadas. Lo importante es que el
ordenamiento jurídico, en sus diferentes niveles, forme un solo cuerpo y que
todas sus normas guarden perfecta concordancia con la norma fundamental.
Porque como la ley constitucional es parte integrante del orden jurídico y ocupa
dentro de él una posición de primer rango, puesto que determina las
condiciones de validez de las demás normas, bien claro está que éstas valen
jurídicamente sólo en cuanto concuerdan con los preceptos constitucionales.
En la medida en que tal concordancia puede ser establecida, se habla de la
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constitucionalidad de las leyes, que es precisamente una de las condiciones de


su validez jurídica.

1.2 DEFINICIONES DE CONSTITUCION

En la actualidad se ha hecho una distinción entre Constitución en Sentido


Material y Constitución en Sentido Formal.

1.2.1 Constitución en Sentido Material.

Se entiende por constitución material de un estado, el conjunto de reglas de


distinta jerarquía y valor que se refieren al funcionamiento de los órganos del
estado. También hacen parte de esa constitución, en sentido material, los usos
y las costumbres que animan la vida de las instituciones; por ejemplo hacen
parte de ella los reglamentos de las cámaras legislativas además de la norma
fundamental; también hacen parte de ella los estatutos de las entidades
descentralizadas creadas por las corporaciones locales ( Municipios ). De la
misma manera entre los usos y las costumbres que integran una constitución
en sentido material se encuentran las prácticas políticas.

La constitución en sentido material plasma la realidad del país.

1.2.2 Constitución en Sentido Formal.

Ésta es entendida como un texto escrito, que contiene las normas


fundamentales del estado, las relaciones del estado y la sociedad, el régimen
de derechos y deberes de la persona. Podemos decir que la constitución en
sentido formal, siempre viene acompañada de una realidad: Una constitución
en sentido material. En general la mayoría de los países tienen una
constitución en sentido formal. El esfuerzo de los países se orienta a hacer más
coincidente su constitución política en sentido formal con su constitución
política en sentido material, porque con esto consideran que garantizan mejor
la libertad.

Sin embargo existen países como por ejemplo Inglaterra que no poseen
constitución en sentido formal, y disponen de un sistema garantizador del
sentido de la libertad y de la sociedad altamente desarrollado. Tiene en cambio
una constitución en sentido material ( costumbres ), además de unos textos
antiguos que se refieren a la libertad y algunos textos mas recientes que son
formalmente leyes ordinarias que pueden ser cambiadas por el parlamente y
que integran en conjunto una constitución costumbrista.

Las constituciones en sentido formal adquieren en los distintos países su


verdadero contenido en la dinámica de las constituciones en sentido material,
Puede existir una constitución en sentido material sin una en sentido formal;
pero no existe una en sentido formal sin una en sentido material.
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En sentido restringido y específicamente jurídico y político, se conoce con el


nombre de Constitución al conjunto de normas jurídicas fundamentales que
pretenden modelar la sociedad política y que regulan la organización,
funcionamiento y atribuciones del poder, así como los derechos y obligaciones
de las personas.

En este mismo sentido, los diferentes teóricos del derecho han expresado las
siguientes definiciones de Constitución:

"Es una ley que un pueblo impone a sus gobernantes con el objeto de
protegerse contra el despotismo"

"Es el conjunto de las leyes que forman la organización de un Estado y regulan su acción y su vida”

"El término Constitución puede definirse como el cuerpo de normas y máximas con arreglo a las
cuales se ejercen habitualmente los poderes de la soberanía, aunque todo Estado puede decirse en
cierto sentido tiene Constitución, el término gobierno constitucional se aplica sólo a aquellos cuyas
normas o máximas fundamentales no sólo definen como deben ser elegidos o designados aquellos a
quienes se confíe el ejercicio de los poderes soberanos, sino que imponen restricciones eficaces a tal
ejercicio, con el fin de proteger los derechos y prerrogativas individuales y defenderlos contra
cualquier acción del poder arbitrario"

"Constitución de un Estado o nación comprende a aquellas de sus reglas o


leyes que determinan la forma de su gobierno y los derechos y deberes del
mismo frente a los ciudadanos, y de éstos con respecto al gobierno"

"Una Constitución es una ley fundamental conforme a la cual se organiza el gobierno de un Estado y se

regulan las relaciones de los individuos o de las personas morales con la colectividad"

"La tabla fundamental que regula la forma de gobierno, organiza los poderes
públicos y atribuciones, La garantía de los derechos y de la libertad de los
ciudadanos"

"Expresión jurídica del régimen del Estado, en dos manifestaciones, a saber: la


organización de los poderes, instituciones fundamentales en las que encarna
prácticamente el ejercicio de la soberanía, y la limitación de la acción de esos
poderes en sus relaciones con la personalidad. En definitiva, la Constitución se
concibe como un conjunto, sistema o régimen de garantías"

"La ley orgánica y fundamental de una nación o Estado, la cual puede ser
escrita o no-escrita, estableciendo el carácter y la concepción de su gobierno,
sentando los principios básicos a los cuales su vida interna ha de conformarse,
organizando el gobierno y regulando, distribuyen y limitando las funciones de
sus diferentes departamentos, y prescribir en la extensión y manera de ejercicio
de los poderes soberanos"
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"Un instrumento en el cual la nación, depositaría permanentemente la


soberanía, establece su gobierno, limita las funciones que le confiere, define
las reglas generales de su conducta y determina cuáles son los derechos de
relaciones de los individuos que deben estar para siempre exentos de la
presión de la autoridad"

"En el derecho público moderno se la define como un conjunto de normas que


determina la forma de gobierno, la organización de los poderes y las
atribuciones de estos frente a los derechos y garantías de los particulares; o
también, como cuerpo de normas y máximas con arreglos a las cuales se
ejercen habitualmente los poderes de la soberanía"

"Un complejo normativo establecido de una sola vez y en el que de una manera
total, exhaustiva y sistemática se establecen las funciones fundamentales del
Estado y se regulan los órganos, el ámbito de sus competencias y las
relaciones entre ellos"

El autor del presente encuentro se identifica con la siguiente definición, "La


Constitución es un esquema jurídico de la organización del Estado, proclamado
con especial solemnidad por el órgano autorizado para ello y destinado a fijar la
estructura estatal, así en lo relativo a la formación y funcionamiento del
gobierno (jefatura del Estado, congreso, gabinetes, tribunales, fuerza
pública...), como el relativo a la acción de la opinión pública y sus medios de
expresión (partidos políticos, sufragio...) y a la garantía de los derechos y
prerrogativas de las personas”.

La Constitución, en este sentido, representa un esfuerzo por someter la


totalidad del hacer político de una sociedad a un esquema lógico y racional
previamente establecido. Es un principio configurador de lo político.

Sin embargo, es necesario distinguir entre el sistema normativo constitucional


que una comunidad adopta y el régimen político que ella en realidad vive. Esta
distinción es importante porque generalmente difieren en uno del otro, sobre
todo en países subdesarrollados económica y socialmente. El texto
constitucionalidad –o sea y conjunto de preceptos normativos- con frecuencia
deviene en un documento meramente nominal, al margen o incluso en
contradicción con el cual suele desarrollarse un régimen político distinto
configurado principalmente por factores extraconstitucionales, tales como la
tradición, las costumbres, los usos y las fuerzas económicas y sociales fácticas.
De modo que la verdad política de una sociedad no se encuentra
necesariamente en su texto constitucional, si no en su régimen, es decir, en la
solución efectiva que ella da al problema de la convivencia social. Es esta
solución efectiva la que demuestra la manera de ser política de un pueblo.

1.3 CLASIFICACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES: ESCRITAS Y NO


ESCRITAS, RÍGIDAS INFLEXIBLES, OTORGADAS, PACTADAS Y
DEMOCRÁTICAS
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De las diversas clasificaciones que han propuesto los tratadistas sobre la


Constitución, tomaremos en cuenta sólo aquellas que, a nuestro juicio,
responden a un criterio técnico y objetivos de diferenciación.

1.3.1 Constituciones escritas y constituciones no escritas

Atendiendo a su aspecto formal, ó sea a la manera y que se condensa y


expresa el derecho constitucional -si mediante fórmulas precisas, si como usos
y costumbres tradicionales, etc._ tenemos la primera clasificación de las
constituciones en Escritas y No escritas. Son constituciones escritas las que
contienen una serie de normas precisas, legisladas, solemnemente
promulgadas, a las cuales debe ajustarse la conducta del Estado. Estas
constituciones se proponen estatuir en un documento todas las instituciones y
principios de convivencia social.

Constituciones no escritas o consuetudinarias, en cambio, son las que carecen


de un texto concreto y están integradas principalmente por las costumbres,
usos, hábitos y prácticas que, surgidas y perfeccionadas durante un largo
proceso histórico, importan todo un sistema de conceptos para guiar la vida del
Estado.

Como se puede ver, el criterio diferencial que da lugar a esta primera


clasificación es el relativo a la expresión formal que puede adoptar el derecho
constitucional. Pero es necesario advertir que lo "escrito" y lo " no escrito" no
hay que tomarlo literalmente, porque en rigor todas las constituciones son en
parte escritas y en parte no-escritas. El derecho constitucional escrito no se
agota en el conjunto de sus leyes constitucionales y siempre deja lugar a la
complementación interpretativa de la costumbre, así, el derecho constitucional
no-escrito tiene también una parte escrita, consignada en documentos, que
forman un derecho excepción o bien con derecho complementario. Se trata, en
consecuencia, de constituciones predominantemente escritas y constituciones
predominantemente no escritas, cuyos tipos más representativos son la
francesa y le inglesa, respectivamente.

Con respecto a la Constitución inglesa no hay un texto, hay textos; estos son
de todas las épocas, y nunca han sido codificados o agrupados.

Puede decirse, en general, que la exigencia de una Constitución escrita fue una
de las consecuencias de las transformaciones liberales del siglo XVIII, que
vieron en ella un medio eficaz para asegurar la supremacía del derecho la vida
social.

1.3.2 ventajas y desventajas de estos tipos de constitución

Se ha discutido mucho acerca de las ventajas y desventajas que ofrecen las


constituciones escritas y las constituciones no escritas. Las opiniones de los
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teóricos políticos se han dividido en esta materia. Uno de los argumentos a


favor de las constituciones escritas afirma que: " Una Constitución escrita es
un depósito de verdades probadas y experimentadas, acompañadas de una
sanción de la autoridad, a la que puede apelarse en los tiempos de conflicto
entre los partidos cuando los espíritus que son atormentados por peligro de las
conmociones civiles, y cuando todo lo que puede conducir a traer a los
hombres a reflexionar y fijar el espíritu público, es de tan grande importancia
para la paz de la sociedad"

Los argumentos en favor del derecho constitucional consuetudinario del tipo


inglés dicen que: “Publicar y poner en mano de todos una obra clara, metódica,
razonada, vale tanto como abrir un perpetuo concurso a cuantos se creen
capaces de hacerla mejor, o bien someterse al juicio de la lógica ante un
tribunal cuyas apelaciones en derecho son innumerables; además, conceptúan
que toda construcción sistemática equivale una promesa de ser completo,
perfecto, de proveer a todo y prevenirlo todo."

En nuestra opinión, la estabilidad jurídica y política del Estado depende en gran


medida de la firmeza con que se establecen sus leyes fundamentales. Para
lograr esa firmeza es mejor fijar el derecho en forma escrita, de modo que sirva
como testimonio solemne y público de los principios que rigen al Estado. Por
tanto, estimamos que el derecho constitucional escrito y codificado cumple con
mayor eficacia su función de garantizar la vida social. La eficiencia con que la
Constitución consuetudinaria ha regulado la vida de Inglaterra no es, una
prueba de la superioridad implícita de este sistema constitucional sobre el
escrito y codificado, porque su éxito no es independiente de la madurez política
y alto sentido de responsabilidad del pueblo inglés, condiciones sin las cuales
no hubiera sido posible la supervivencia de tal sistema constitucional.
Pensemos, pues, en la superioridad del derecho escrito, por lo menos para los
pueblos de origen latino, en los que la Disciplina Civil no es precisamente una
de sus mejores virtudes.

1.3.3 Constituciones Codificadas y Constituciones No Codificadas

Las constituciones escritas admiten, a su vez, una clasificación secundaria:


codificadas, es decir, contenidas en un documento unitario, orgánico y
sistemático (ejemplo la de Colombia) y no codificada, o sea contenida en
diversas leyes que no forman un solo cuerpo y cuyas disposiciones se
identifican por la materia sobre la que versan y no por la índole del documento
en el cual constan (ejemplo las leyes fundamentales del actual Reino Español y
las Leyes Constitucionales Francesas de 1875)

Normalmente las constituciones escritas están codificadas en forma de un solo


cuerpo de leyes. Lo cual ha servido para que se denomine "codificadas" a las
constituciones escritas y "dispersas" a las constituciones no escritas, la
confusión ha nacido del hecho de que lo que caracteriza las modernas
constituciones escritas es, no sólo su condensación en fórmulas literarias
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precisas, sino además su propósito en comprender en un solo documento


orgánico sistemático todas las normas fundamentales de la organización
estatal, respecto de las cuales las demás normas jurídicas ocupan una posición
subordinada.

Es cierto también, que las constituciones no escritas son, por su naturaleza, no


codificadas, puesto que dependen de usos y costumbres y aún de documentos
escritos aislados unos de otros.

En conclusión, las constituciones codificadas y las no codificadas derívanse de


dos concepciones políticas diferentes: el tipo de Constitución escrita y
codificada responde una concepción que cree en la superioridad y
permanencia de un sistema constitucional cuidadosamente planeado, mientras
que el otro tipo, obedece una concesión que reconoce la complejidad de las
instituciones políticas, cuyo desenvolvimiento imprevisible debe operarse de
acuerdo con las necesidades y exigencia sociales.

1.3.4 Constituciones flexibles y constituciones rígidas

Desde otro punto de vista, se distinguen dos clases de constituciones: flexibles


y rígidas. Si las normas constitucionales pueden ser modificadas por el
legislativo ordinario (Congreso), de la misma manera que las demás leyes,
estamos frente a una Constitución flexible. Pero si las normas
constitucionales están colocadas por encima o fuera del alcance del poder
legislativo ordinario (Congreso), en razón de que habiendo sido dictadas por
una autoridad superior -asamblea constituyente- no pueden cambiarse sino por
ella, estamos frente a una Constitución rígida.

1.3.5 Constituciones otorgadas, pactadas y democráticas

Atendiendo a su origen o a la forma de su establecimiento, las constituciones


pueden clasificarse en otorgadas, pactadas y democráticas. Esta clasificación
tiene importancia secundaria, porque se limita señalar tres momentos
diferentes en la trayectoria histórica del derecho constitucional antes que
determinar tres tipos de instituciones actualmente vigentes.

Se llaman constituciones otorgadas (o también cartas) a aquellas que resultan


de una concesión graciosa del monarca en favor de los súbditos, en virtud de la
cual aquél se desprende voluntariamente de todos o parte de sus poderes
absolutos para consignarlos en una ley, a la que consciente también
someterse. Son documentos mediante los cuales el rey o príncipe, que detenta
el poder absoluto, concede graciosamente al pueblo ciertas franquicias o
libertades.

Las constituciones pactadas son las que nacen de un contrato celebrado entre
el rey y el pueblo, como portadores de dos voluntades tenidas como
equivalentes. En ella se produce un pacto entre el rey o príncipe y el pueblo,
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resultado de una transacción o capitulación, y en consecuencia, encierran una


decisión bilateral del gobernante y los gobernados, tomadas a base de muchas
concesiones.

Las constituciones democráticas son las que dicta el pueblo, en el ejercicio de


su facultad soberana, por medio de sus representantes integrados en el poder
constituyente. Se caracterizan ellas por ser documentos jurídicos solemnes,
que limitan las atribuciones del poder público y que reconocen y garantizan una
inviolable esfera de libertad en favor de cada individuo. Este tipo de
constituciones resulta de una decisión unilateral del pueblo y corresponde
históricamente a la consagración del principio de la soberanía popular.

1.4 ESTRUCTURA CONSTITUCIONAL: PARTE ORGÁNICA Y PARTE


DOGMÁTICA

Toda Constitución tiene dos partes perfectamente diferenciales: la parte


orgánica y la parte dogmática. La primera contiene los preceptos referentes a la
estructura y funcionamiento de la maquinaria estatal, a la integración de sus
diferentes órganos, a la demarcación de sus competencias y demás cuestiones
relativas a la organización de las múltiples instituciones que forman el aparato
oficial del Estado. La segunda, en cambio, está formada por las disposiciones
que declaran los principios generales relativos a la fuente y residencia de la
soberanía, a los derechos y garantías de la personalidad, a las limitaciones del
poder público y, en fin, a los fundamentos doctrinales sobre los cuales
descansa la vida social política.

El Estado supone necesariamente un complejo sistema de órganos,


mecanismos y engranajes por medio de los cuales cumplen sus finalidades
esenciales. Es una estructura de poder organizada mediante la
supraordenación, la coordinación y la subordinación de órganos. Tal estructura
está diseñada para conducir un objetivo previamente fijado, y todos los
elementos reciben una disposición y un papel funcional con arreglo a la
finalidad prevista. Esa ordenación técnica de los órganos estatales está dada,
en sus aspectos fundamentales, por el estatuto constitucional, en su parte
orgánica. Allí se establece la división de poderes, el modo de integración de
cada uno de ellos, su funcionamiento y su competencia, sus organismos
subalternos, y en general, todo lo referente a la organización de esa
complicada maquinaria que es el Estado moderno.

La parte dogmática, en cambio, contiene los preceptos que declaran pública y


solemnemente la filosofía política con arreglo a la cual se ha organizado el
Estado. Allí constan las normas limitadas de la acción del poder público –
porque la acción de dicho poder no puede ser ilimitada- así como las
prerrogativas de los individuos.

1.5 LAS DECLARACIONES DE DERECHOS


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La Declaración de los Derechos que el Estado reconoce en favor de las


personas, que constituyen la esencia de la dogmática constitucional, supone
dos afirmaciones fundamentales, históricamente vinculadas a los movimientos
revolucionarios de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. El individuo es dueño
de una esfera de libertad personal en la que el poder estatal no debe intervenir,
y toda actividad del Estado debe estar sometida a normas jurídicas precisas, de
suerte que las decisiones del Estado queden limitadas y se garantice la
vigencia de los Derechos Humanos.

Las Declaraciones de Derechos, que forman la parte dogmática de los textos


constitucionales, giran en torno a esa afirmación de libertad individual y de la
consideración del Estado como instrumento para hacer efectiva esa libertad.

Históricamente, las primeras declaraciones de derechos con verdadero sentido


democrático -que estuvieron dirigidas a la generalidad de la población y no a
determinados estamentos privilegiados- fueron la Declaración de
Independencia de Las Tres Colonias Norteamericanas el 4 de junio de 1776 y
la Declaración de los Derechos del Hombre y Del Ciudadano proclamada en
Francia el 26 de agosto de 1789. Estas tablas de derechos constituyen el
antecedente histórico de las modernas declaraciones de los derechos de la
persona humana.

Las primeras tablas de derechos se basan en la doctrina de los derechos


naturales, o sea en la afirmación de que unos derechos nacen con los hombres
y que son anteriores y superiores al Estado, ya que éste no los puede crear
sino que simplemente los reconoce, son los llamados derechos naturales que
son inherentes al ser humano por el simple hecho de pertenecer a la especie
humana.

Según esta doctrina, el hombre tiene por su sola calidad humana y antes de
toda sociedad, un cúmulo de derechos naturales independientes del fenómeno
social y anteriores a él. Así lo firma la Declaración Independencia
Norteamericana, cuando proclama " como verdad es evidente que todos los
hombres nacen iguales, que a todos les confiere su creador ciertos derechos
inalienables centre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad..."

1.6 DERECHOS CIVILES Y DERECHOS POLÍTICOS

Dentro de la esfera jurídicamente protegida, del individuo, existen dos clases


de derechos: los civiles y los políticos. Los primeros pertenecen a la esfera
humana en sí y se extienden a todos los individuos, nacionales o extranjeros,
que habitan en el territorio del Estado. Los segundos pertenecen
exclusivamente a la persona en cuanto a miembro activo del Estado, es decir,
en cuanto a ciudadano.
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De modo que el individuo, en tanto realiza manifestaciones peculiares de la


vida privada, goza de Derechos Civiles, y en tanto participa en las tareas
oficiales del Estado, goza derechos políticos.

Los Derechos Civiles se conceden generalmente a todas las personas, sin


distinción de raza, edad, sexo, idiomas, religión, opinión política, origen
nacional o social, posición económica o cualquier otra condición. Los derechos
políticos en cambio se conceden solamente los nacionales, y entre éstos, sólo
a los que tienen la calidad de ciudadanos. No todos los habitantes de un
Estado son ciudadanos. Lo son tan sólo aquellos que han cumplido los
requisitos especiales que la ley exige para la obtención de la ciudadanía, que
es una calidad jurídico política especial que acredita a la persona como
miembro activo del Estado y que le habilita para ejercer los derechos políticos,
es decir, para participar en la toma decisiones tocantes a la vida colectiva.

Hay, pues, una doble consideración del individuo: como persona humana y
como miembro activo del Estado. En cuanto persona humana, a él le
corresponden todos los Derechos Civiles, sin discriminación alguna, puesto que
tales derechos son inherentes a su calidad humana. Toda discriminación por
razones de raza, religión, riqueza, condición social o cualquier otra índole está
proscrita por los principios jurídicos y morales que hoy prevalecen en el mundo.
En cuanto a miembro activo del Estado, corresponden al individuo los derechos
políticos que le habilitan para tomar parte en la vida cívica de la comunidad,
mediante los diversos medios reconocidos para hacer valer su voluntad en la
resolución de las cuestiones de interés general. El individuo tiene, en
consecuencia, dos personalidades: una personalidad privada y otra pública. A
la primera le corresponden los Derechos Civiles, reconocidos por igual a todas
las personas que habitan el territorio del Estado con independencia de
cualquier otra consideración, y a la segunda pertenecen los derechos políticos,
cuyo ejercicio convierte al individuo en un miembro participante del poder
público, encargado de desempeñar una tarea de interés general dentro la
sociedad política.

Aunque resulta difícil dibujar el límite exacto entre unos derechos y otros,
generalmente se consideran como Derechos Civiles el de la vida, el de la
libertad, el de la seguridad personal, el de la honra, el de la propiedad, el de la
inviolabilidad de domicilio, el de formar un hogar, el de la libre manifestación del
pensamiento, el de la libre conciencia y religión, el de manifestar opiniones, el
de reunión y asociación pacífica, etc.

Son derechos políticos, el de participar en el gobierno del Estado, el de elegir y


ser elegido, el de desempeñar funciones públicas, el de militar en partidos
políticos, el de opinar sobre cuestiones del Estado, y los demás relativos a la
vida política de la comunidad.

1.7 CONSTITUCIONALISMO SOCIAL


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1.7.1 Sociedad de masas e hipertrofia del urbanismo

La revolución industrial dio origen a la moderna sociedad de masas, cuya


característica principal es la hipertrofia del urbanismo, con todos los conflictos.
La concentración de la población en las grandes ciudades y la
superconcentración en las áreas metropolitanas, como consecuencia de las
migraciones campesinas, han creado al Estado gravísimos problemas de
sanidad, educación, transporte, desocupación, actividades marginales,
vivienda, alimentación,... la sustitución del taller por la fábrica ha reunido
inmensas masas proletarias en ciudades y engendrado con ello alarmantes
problemas de miseria, desocupación y delincuencia.

Como resultado de esto surge el urbanismo cargado de conflictos sociales. La


explosión demográfica de las ciudades desborda todo: espacios, leyes,
costumbres. Las masas de ambulantes y desocupadas, con plena conciencia
de su poder y su fuerza, exigen soluciones rápidas y frecuentemente su
descontento la lleva a desbordar los preceptos penales. Esto ha generado un
mundo de tensión y desequilibrio.

La masificación poblacional, ha producido cambios cualitativos en la sociedad.


La organización ha modificado el comportamiento político de las personas y a
moldeado un peculiar tipo de sociedad. Estas nuevas condiciones sociales
requieren una nueva forma de Estado, apta para resolver los problemas del
desarrollo económico y social que los grandes conglomerados humanos
requieren. El Estado tradicional, diseñado de acuerdo con el esquema liberal
clásico, es insuficiente para estos fines y quizás se vuelve necesario
reemplazarlo por un nuevo tipo de Estado que pueda reglamentar una sociedad
masificada, ser agente dinámico del desarrollo y de la distribución del ingreso y
aprovechar plena, racional e intensivamente los recursos humanos, naturales,
financieros y tecnológicos de la sociedad.

Este nuevo Estado planificador y asistencial debe ser un auténtico Estado


Nacional en oposición al Estado Oligárquico (Donde solo gobiernan unos pocos
en aras de su propio bienestar e ignorando el interés general) que hoy
prevalece en América Latina.

1.7.2. Los derechos sociales

Las nuevas corrientes del pensamiento jurídico, que se manifestaron en el


mundo durante el siglo pasado y el actual como consecuencia del gran
desarrollo industrial y capitalista de Europa y los Estados Unidos de
Norteamérica, pusieron de manifiesto que, al lado de los Derechos Civiles y
políticos del individuo, existen también los derechos llamados sociales. Esto se
dio Especialmente durante siglo XIX, con la aparición del Maquinismo, lo que
llevo a que se planteará crudamente la cuestión social. La máquina, que como
simple instrumento, tal vez hubiera podido liberar al hombre, ha agudizando
más la explotación del hombre por el hombre, cuyo origen acaso debe
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buscarse en los comienzos de la historia. Las nuevas relaciones de producción


que trajo consigo la Primera Revolución Industrial dieron oportunidad para que
los pensadores políticos y los economistas descubrieran la existencia de este
nuevo tipo de derechos conexos con el proceso producción industrial.

El Maquinismo modificó sustancialmente la estructura de la sociedad: la


producción industrial sustituyó la agraria y la tierra cedió su lugar a la
maquinaria como fuente principal de la riqueza de las naciones. La civilización
aldeano-campesina, fundada en la forma de producción agrícola, devino
gradualmente en civilización urbana, montada sobre los engranajes del
Maquinismo Industrial. La gran empresa capitalista, engendró en las ciudades
un inmenso ejército de proletarios sometidos al yugo esclavizante de largas
jornadas de labor y exiguos salarios.

Sin duda, fueron las Escuelas Socialistas las primeras en proclamar los
Derechos Sociales en favor de los sectores económicamente más débiles de la
población. Luego de hacer el análisis crítico del régimen de injusticia social
imperante, ellas propusieron soluciones de diversa índole, que fueron desde la
quimera poética y generosa del Socialismo Utópico y del anarquismo hasta la
esquematización irrealizable del Socialismo Marxista. En todo caso, pese a la
impracticabilidad de algunas de las soluciones propuestas, hay que reconocer
que las Escuelas Socialistas dejaron sembrada la inquietud de las
reivindicaciones sociales y que algunas de ellas, especialmente la Marxista,
tuvieron el mérito de haber llamado la atención de la gente hacia la crueldad
del capitalismo del siglo XIX.

El Derecho Constitucional de este siglo, a partir de la Primera y Segunda


Guerra Mundiales, reconoció formalmente la existencia de los Derechos
Sociales y los consagró junto a los demás derechos de la personalidad
humana.

1.7.3. Carácter asistencial de los Derechos Sociales

Los Derechos Sociales consisten básicamente en prestaciones y servicios a


cargo del Estado, en provecho de la población. Tienden a dotar al individuo de
un mínimo de seguridad económica, preservándose de una eventual privación
material grave que pueda poner en peligro, sino su vida, por lo menos su
dignidad y su libertad, bajo la premisa de que la seguridad económica es una
indispensable condición de la libertad efectiva.

Profundizando un poco en la naturaleza de los Derechos Sociales, se puede


advertir que ellos representan un esfuerzo de la ley por aproximarse más
estrechamente a los seres humanos concretos (no sólo como entes jurídicos),
en sus particulares situaciones de fortaleza o debilidad económica frente al
grupo. La legislación social tiene, por eso, una nueva concepción del hombre.
No la concesión que tuvo el Liberalismo que vio al individuo en abstracto,
sustraído de la vida social, desposeído de sus características personales, sino
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una concepción que toma al hombre concreto e integrado en la vida colectiva y


sometido por tanto a la riqueza social.

Por eso se ha definido a los Derechos Sociales como las prestaciones


jurídicamente exigibles al Estado en favor de los sectores económicamente
más débiles de la sociedad, otorgadas con la finalidad de restablecer la
igualdad real entre las personas. Estos derechos no se limitan a proteger a los
individuos contra el poder estatal sino que ofrecen a éstos su ayuda contra la
opresión económica de la fuerza social. Aunque formalmente los Derechos
Sociales están atribuidos a todos los individuos, sociológicamente
considerados son derechos de las capas trabajadoras. Y están contenidos
principalmente en las leyes laborales, agrarias, de seguridad social, de
inquilinato, de protección al consumidor, etc. por eso, en materia laboral, el
Estado no sólo guarda neutralidad, sino que ha tomado decididamente a su
cargo la protección de los intereses de los trabajadores, que constituyen sin
duda la parte más débil en las relaciones de trabajo.

1.7.4. Nueva perspectiva de los Derechos Humanos

Nos hemos habituado a considerar la cuestión de los Derechos Humanos


exclusivamente desde la óptica de las relaciones entre el poder y los
ciudadanos, es decir, desde el unilateral punto de vista de las vinculaciones
entre los gobernantes y los gobernados. Tal vez sea el impacto traumático de
las dictaduras latinoamericanas, el que nos ha llevado a adoptar tal actitud.
Pero, de todos modos, esta forma de considerar el problema es parcial, y ésta,
si bien es una verdad, no es toda la verdad, puesto que existen determinados
factores de orden económico que amenazan también la integridad de los
Derechos Humanos.

Lo que ocurre es que, en apreciables medida, aun vivimos bajo la onda


doctrinal de las revoluciones liberales del siglo XVIII, cuya actitud fundamental,
como reacción al régimen del Absolutismo Monárquico, fue la de desconfiar del
poder político y la de otorgar a la persona humana una serie individual de
libertades, jurídicamente protegidas, frente a las cuales que el Estado se
declara incompetente. Sólo posteriormente el pensamiento socialista puso de
relieve, con ocasión de los fenómenos económicos y sociales producidos por la
Primera Revolución Industrial, que había otros factores violatorios de los
Derechos Humanos: las fuerzas económicas dentro de la sociedad.

El pensamiento socialista, por primera vez, cuestiona y pone en duda ciertos


dogmas liberales de la primera etapa de protección de los Derechos Humanos.
Pone en duda, por ejemplo, la igualdad de las personas ante la ley, la
intangibilidad del derecho de propiedad privada, la libre contratación laboral, el
automatismo de las fuerzas del mercado, el sistema de inhibiciones estatales
ante procesos económicos y otros principios que desempeñan una gran tarea
en la escalada para controlar el mutismo monárquico de hace dos siglos pero
que no encuadran hoy en los nuevos conflictos de la sociedad. Nace así el
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"Constitucionalismo Social", que incorpora los Derechos Económicos al texto


constitucional y los coloca al lado de los tradicionales Derechos Civiles y
Políticos de la persona humana.

El respeto a los Derechos Humanos no es tan sólo la ausencia de represión


política: es también una acción dinámica de prestaciones compensatorias en lo
económico y social a favor de los sectores desafortunados del grupo. En las
democracias formales no existe represión política pero no por eso puede
firmarse que se respeta los Derechos Humanos, ya que amplios sectores de la
población sufren inseguridad económica y marginación social. La libertad
escrita en las leyes no les llega. En efecto, los textos legales no prohíben al
trabajador enriquecerse, ni al obrero comprar acciones, ni al enfermo curarse,
ni al niño tener educación o la familia poseer techo y abrigo. No lo prohíben,
ciertamente. Pero como esas posibilidades meramente teóricas no tienen
sustentación económica, en la realidad sucede que no puede el trabajador
alcanzar fortuna, el enfermo medicina, educarse el niño, o familia tener su
propio techo, porque sin base económica aquello es simplemente retórica legal
sin anclaje en una realidad concreta.

El Estado debe sustentar la libertad en la seguridad económica. De lo contrario


todo resulta ilusorio. Es, para muchos, la libertad para “morirse de hambre”.

1.8 ACONDICIONAMIENTO SOCIAL DE LA PROPIEDAD

1.8.1. La propiedad como instrumento de dominación

En los tiempos actuales se ha producido un acondicionamiento de los


Derechos Individuales dentro del marco del interés social, fenómeno al que se
ha denominado control social de la libertad individual. Como consecuencia de
él, se han modificado sustancialmente varios conceptos jurídicos tradicionales,
entre los cuales está el de la propiedad privada.

La injusta distribución de la riqueza, causada por el irrestricto juego de las


fuerzas económicas, engendra un Estado de dominación de unos hombres por
otros y anula en la práctica la libertad del mayor número. Ante esto, sería
inexcusable la no intervención del Estado destinada a reparar las injusticias
sociales, redistribuir el ingreso y reivindicar la libertad de las personas. La
legislación constitucional contemporánea debe hacerse cargo de la
responsabilidad concerniente al Estado en la reglamentación de las relaciones
de propiedad y en el planeamiento del desarrollo económico social de la
comunidad.

1.8.2. La función social de la propiedad

Este es un principio que ha sido consagrado constitucionalmente para limitar el


derecho de propiedad privada por causa de utilidad común. Actualmente se
considera que el propietario de un bien desempeña la función pública, en
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cuanto está ligado a hacerlo producir, no sólo para él, sino para la colectividad.
No es permitido al propietario, mantener ociosos los bienes que posee: está
moral y legalmente obligado a hacerlos producir. Tiene que cumplir el deber
social de aumentar la riqueza nacional. La sociedad no sólo debe abstenerse
de prestarle protección sino que debe intervenir en el control de esos bienes
para darles un destino social.

La función social de la propiedad se manifiesta, pues, en varias dimensiones:


como obligación del propietario de poner en producción sus bienes en
condiciones óptimas, como supresión de formas de propiedad privada que
causan daño a la sociedad, como control de los gastos suntuarios de las clases
ricas, como prohibición de la expansión de recursos financieros, como
participación popular en la distribución del ingreso nacional, como control social
de las riquezas naturales básicas del país, como movilización de la propiedad
privada y orientación del ahorro hacia los objetivos de desarrollo determinados
por el Estado, como régimen de tratamiento de las inversiones extranjeras.
Todos estos son aspectos de la propiedad puesta en función social, bajo el
control estatal, a fin de que el interés del propietario se subordine al interés de
la colectividad.

1.8.3. La concepción hispano-colonial de la propiedad de la tierra

Las Guerras de Independencia Hispanoamericana no constituyeron una


revolución social. Se limitaron a romper los lazos de subordinación política con
la metrópoli, pero dejaron intocados los valores, la estructura y las jerarquías
de la sociedad tradicional. Las nacientes repúblicas iberoamericanas
transfirieron privilegios de las elites tradicionales en favor de las criollas -civiles
y militares- y dejaron intactos los mecanismos de poder, montados
especialmente sobre la aristocracia de la tierra y los privilegios comerciales de
la burguesía. De la Colonia se pasó a la República la concepción señorial de la
propiedad de la tierra que consideraba a ésta como elemento de rango, poder o
dominación antes que como instrumento de producción.

Sin embargo, dentro de la evolución de la propiedad de la tierra, considerada


desde el punto de vista de la dominación social que ella implica y de su
influencia política sobre los mandos del Estado, es indudable que actualmente
esa constelación de poder que en su tiempo fue el latifundio señorial se ha
eclipsado en gran medida y, sin extinguirse ni mucho menos, ha dado paso a
un nuevo factor de poder nacido del proceso de modernización capitalista, que
ese latifundio tropical ligado al comercio de exportación (banano, café, cacao,
azúcar, etc.) con la emergencia de la planeación tropical, el latifundio señorial
perdió su hegemonía política sobre el Estado y cedió el pasó nuevo factor de
poder, formado por la oligarquía de productores de bienes de exportación. De
todas maneras, existe en nuestro país una alta concentración de tierras en
pocas manos, y que esto determina para la minoría propietaria, el ejercicio de
una elevada proporción de dominación social e influencia política, aunque hay
que destacar que esta minoría ha disminuido en comparación con el pasado.
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De ahí que la Reforma Agraria ocupe un lugar de importancia en la


reorganización económica de los países subdesarrollados, como el nuestro.
Pero la Reforma Agraria no sólo debe ser mirada desde el enfoque
"distribucionista" sino también desde el "productivista". En otras palabras, el
cambio de los sistemas de tenencia de las tierras debe ser una operación que
concilie las demandas sociales con las exigencias del desarrollo económico, es
decir, que busque una justa redistribución de la propiedad y del ingreso
agrícola entre los trabajadores del campo al mismo tiempo que la eficiente y
racional utilización del suelo sea capaz de alcanzar un alto grado de
rendimiento.

1.8.4. Democracia económica.

La injusta distribución de la riqueza implica también una injusta distribución de


la libertad.

Se podría decir que no es libre sino el que tiene medios económicos para serlo.
Sin seguridad económica no existe para el hombre posibilidad de realizarse a sí
mismo ni es factible la formación de una sociedad igualitaria y, en estas
circunstancias, los derechos de la persona humana se convierten en una
utopía. Bien puede la Constitución reconocer formalmente un cúmulo de
derechos a todos los miembros de una sociedad política, al amparo de la
retórica "igualdad ante la ley". Pero si en la práctica estos derechos constituyen
un imposible práctico para la mayor parte de la población serán meras
ilusiones.

Solamente cuando tales derechos sean efectivos, es decir, en la medida en


que se establezcan posibilidades reales de acceso a la riqueza para todos los
miembros de la comunidad, podrá hablarse de democracia económica.

Ahora bien, como la democracia económica es la infraestructura de la


democracia política, ésta carece de sustentación si aquélla no existe. De modo
que la tarea se presenta en el sentido de suprimir la diferencia entre la
democracia política y la democracia económica y buscar una nueva fórmula
integradora de libertades formales y materiales que ofrezca una solución para
los problemas del subdesarrollo económico y social.

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