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Unidad de Formación Básica Integral

Comunicación y Redacción II

Compendio de textos para Comunicación y Redacción II

PC1 comprensión lectora


1. Dime sí de Pilar Dughi
Dughi, P. (1996). Ave de la noche. Lima: Peisa

2. Bosch, E. y Ferrer, V. (2003). Sobre la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres.


El caso de las teorías frenológicas en el siglo XIX. Clepsydra, 2, 119-133.
https://www.ull.es/revistas/index.php/clepsydra/article/view/2312/1428

PC2 comprensión lectora


1. Algo grave va a suceder en este pueblo de Gabriel García Márquez

2. Salas, C. (2019). La primera fake news de la historia. Historia y comunicación social,


24(2), 411-431.
https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/66268/4564456552454

PC3 comprensión lectora


1. Las chicas de la yogurtería de Pilar Dughi
Dughi, P. (1996). Ave de la noche. Lima: Peisa

2. Ramírez, K. y Trujillo, M. (2019). Sobre violencia de género y acoso sexual: del


silencio a la enunciación, un acto político. Revista Cuestiones de Género: de la Igualdad
y la Diferencia, (14), 221-240. https://doi.org/10.18002/cg.v0i14.5779

PC4 comprensión lectora


1. Larmer, B. y Zhang, J. (2023). La población de China se está reduciendo. Se
enfrenta a un futuro peligroso. National Geographic. https://cutt.ly/f4QFdWl

2. Recaño, J. (2000). La despoblación que no cesa. Demografía: cambios


En el modelo reproductivo, dossier 36. Economistas sin Fronteras, 39-44.
https://cutt.ly/k4QFryV
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PC1 comprensión lectora

TEXTO 1
Dime sí
Pilar Dughi

Cuando la vendedora de la tienda vio a la mujer salir a la Calle vestida con una blusa
que no había pagado, corrió hacia la puerta de salida, pero por alguna extraña razón no
hizo nada para detenerla. Tal vez fue intimidada por la gente que cruzaba la acera, o
quizá no sabía exactamente qué hacer. Si gritar o llamar al vigilante de seguridad del
establecimiento. Esa noche la reprendieron y tuvo que pagar de su sueldo el precio de
la prenda. Cuando regresó a su domicilio, todavía seguía confundida por lo que había
ocurrido en su primera semana de trabajo. La mujer que huyó con la blusa se introdujo
a un automóvil rumbo a su casa. Ella sabía perfectamente lo que había hecho, y no tenía
el menor remordimiento. Aquella tarde tuvo el súbito impulso de cometer un acto
temerario que la sacudiera de la rutina. Consideraba que su vida era aburrida.
Estaba cansada de salir con sus amigas al cine y luego tomar un invariable trago en un
lugar conocido y monótono. Pero también sabía que lo que la hacía languidecer era una
funesta soledad. Sus amigas hablaban de los novios, los maridos, o de lo solas que se
sentían por no tenerlos. Una vez una de ellas dijo que ya no había hombres disponibles
en la ciudad. La mayoría de las amigas tenía treinta años, y decían que los hombres
apropiados de acuerdo a edad ya estaban casados y tenían hijos. O eran divorciados o
viudos, y en esos casos siempre existía la posibilidad de un trauma encubierto que
aparecería en cualquier momento. O hijos insoportables, o un pasado desdichado, o
una historia de infidelidad. Cuando la charla llegaba a este punto, las voces se
apagaban, y un clima de tristeza las invadía.
Había tenido varias parejas, pero ni se había casado ni había tenido hijos. Como ya
llegaba a los treinta y dos años, suponía que si no se apuraba, las posibilidades de
encontrar un novio adecuado se volvían cada vez más lejanas. Se sentía defraudada.
Cuatro años habían pasado desde que terminó con su último acompañante. Pensaba
todo aquello en lo más íntimo de sí misma, aunque exteriormente no lo manifestara.
Cada vez valoraba más su trabajo, como relacionista pública en una empresa de
publicidad, pero aquello resultaba insuficiente. Consideraba que el trabajo, la familia o
las amigas no tenían la misma importancia que una pareja.
A veces tenía ráfagas de mal humor y sus padres decían que su carácter se estaba
agriando. Tenía dos hermanas casadas, con hijos, y los sobrinos ya la llamaban tía, y
aquello le desagradaba. Le gustaba tomar vino en las veladas familiares, lo que hacía
que su madre la observara con desconfianza porque pensaba que una mujer soltera
que bebía por placer podía inclinarse hacia una peligrosa curva de conducta que
terminaría en el desorden. Existía el antecedente de una tía soltera que se volvió
alcohólica, y el recuerdo de sus últimos días en un hospital aparecía con cierta
frecuencia en las pláticas familiares. Las salidas nocturnas de los fines de semana que
se prolongaban hasta la madrugada también despertaban sospechas. Pero ella tenía la
certeza de que la mayoría de las fantasías de sus hermanas y padres desaparecería el
día en que conocieran al novio oficial.

Una noche quedó en encontrarse con una amiga en el café Haití en Miraflores. Hacía
calor, era verano, y le provocó sentarse en las mesitas’ exteriores al lado de la calle.
Pidió una copa de vino y la tomó. Como su amiga no llegaba, pidió otra y también la
tomó. Estaba ensimismada en la espera, cuando vio llegar a un grupo de gente en
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animada conversación. Eran sus hermanas con sus esposos y unos amigos. Reparó
soslayadamente que la miraban con compasión. Los ojos iban desde las copas vacías
hasta ella y viceversa. Además, era sábado por la noche, y podían suponer que ella
estaba sola y que estaría sola en las horas siguientes. Después de saludarla, el grupo
se sentó en una mesa no muy lejana. Sintió las miradas clavadas en su espalda y tuvo
deseos que su amiga llegase cuanto antes a la cita. Pero aquello no ocurría, así que
tuvo que pagar la cuenta y marcharse. En el camino de regreso a su casa, reflexionó
sobre lo absurdo de la situación en que se veía prisionera. Sentarse sola a tomar vino
un sábado por la noche en un lugar céntrico despertaba algunas interrogantes y
comentarios. Casi los podía escuchar. Qué sola está. ¿Por qué tomará tanto? Pobre,
pasar así un sábado por la noche. Es que ha tenido mala suerte. Y a continuación
comenzarían los relatos sobre sus antiguas’ parejas, sus defectos, y claro, también se
mencionarían los problemas de carácter que ella tenía. Alguna voz bondadosa sugeriría
buscar un novio, y se entretendrían un breve período de tiempo eligiendo al candidato,
y luego se olvidarían y pasarían a otro tema de plática.
Le gustaba el cine, y en ocasiones había ido a ver alguna película por la tarde. Había
abandonado los horarios nocturnos porque temía encontrarse con conocidos. Veía a
hombres solos eventualmente, pero muy rara vez vio a una mujer solitaria entre las
butacas. Alguna vez pensó en irse del país a cualquier otra ciudad en donde no fuera
extraño ver a una mujer sola en un cine los sábados por la noche. Pero no tenía ahorros
para hacerlo y sus motivaciones no eran muy sólidas.

Aquella noche cuando llego a su casa, no tenía sueño. Estuvo leyendo algunas revistas
en inglés y encontró algo que le llamó la atención. Una página de correo del corazón.
Los subscriptores eran de diferentes ocupaciones y edades. Algunos querían
correspondencia con extranjeras, e incluso señalaban las nacionalidades posibles.
Entre todos los propuestos, seleccionó tres que le parecieron convenientes.
Inmediatamente escribió una carta en inglés bastante escueta y tratando de ser lo más
cautelosa posible en la información que brindaba. Al otro día envió copias a las
direcciones indicadas. Sospechaba que había hecho algo desatinado, pero en los días
siguientes comenzó a entusiasmarse. Había escuchado historias de muy diversa índole
sobre aquellos asuntos amorosos establecidos por carta. Desde trata de blancas hasta
posibles psicópatas que buscaban mujeres con dinero para asesinarlas. Pero también
conocía de uno que otro caso que había tenido un final feliz. El último que recordaba
era el de una muchacha que se había carteado con un sueco interesado en coleccionar
estampillas de todo el mundo. Un día el sueco llegó a Lima, conoció a la mujer con la
que mantenía correspondencia, la invitó a Estocolmo, y ahora vivían casados con tres
hijos en alguna ciudad de Europa. Aunque la historia había despertado ciertas
interpretaciones escépticas entre sus amigas, algunas no dejaron de manifestar un
encendido interés. Pero nunca se habló entre ellas si es que se habían atrevido a iniciar
una correspondencia de tal naturaleza. Estaba segura, además, que sus amigas se
burlarían apenas les contase el hecho, así que guardé el secreto.
A las pocas semanas recibió ocho respuestas. Una de ellas era de un ingeniero de
Boston, cuarenta años, divorciado, dos hijos, con un empleo estable en una empresa
envasadora de alimentos, al que le gustaba bailar, pescar, cazar y los deportes de
aventura. Afirmaba que estaba buscando una esposa y deseaba tener una familia. El
segundo era un hombre de cincuenta años, divorciado, sin hijos, que laboraba en una
empresa de transportes, viajaba. mucho por USA, le gustaba la música, el cine y conocía
algunos países de América Latina. Señalaba que estaba interesado en cultivar una
buena amistad, básicamente. Entre los dos, evaluó que el primero tenía pretensiones
poco mesuradas. Además, a ella no le gustaba ni pescar, ni cazar, ni los deportes de
aventura. Sobre el segundo, le llamó la atención que a los cincuenta años no hubiera
tenido hijos, pero luego supuso que los hombres no tenían una idea de la paternidad tan
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concreta como lo era la maternidad para las mujeres. Le pareció, además sensible, y su
lenguaje parecía ser más educado que el primero. Contestó la carta del segundo y se
explayó sobre sí misma. Relató la historia de su familia, sus actividades cotidianas,
algunas reflexiones sobre la vida, el futuro, y agregó algo sobre sus habilidades
personales como cocinar y el confeccionarse ella misma su ropa. Tuvo especial cuidado
en no mencionar la palabra matrimonio por ningún lugar.

En el transcurso de las semanas siguientes, la correspondencia se hizo regular. Recibía


una carta semanal y contestaba inmediatamente. El norteamericano desde las primeras
cartas, le explicaba que había llegado a una etapa de su vida en que sentía que había
trabajado demasiado por acumular dinero, y ahora no lo disfrutaba. Deseaba volver a
recuperar el gusto por aquellas actividades que hacían felices a los otros, como viajar,
conocer gente, descansar en una cabaña en la montaña o recorrer una ciudad
desconocida. Lamentaba haberse dado cuenta de esto bastante tarde, y añadía que, si
se hubiera casado un tiempo atrás, no se hubiera divorciado. Tenía algunas propiedades
que había comprado con mucho esfuerzo porque su familia era de origen humilde, y en
la actualidad estaba constituyendo una gran empresa semejante a aquella en la que
había trabajado gran parte de los últimos años. Pero ya no quería organizar su
existencia en función del trabajo, y el deseo de conocer gente distinta lo había llevado
a inscribirse en el correo de la revista en cuestión. Le avergonzaba un poco haber tenido
que recurrir a este medio, pero le divertía saber que a ella le había pasado lo mismo.
Creyó distinguir entre líneas que la soledad de él era una falta de afecto que se hacía
evidente a cierta edad. Quizá se trataba de esos hombres que viven libremente durante
mucho tiempo, hasta que llega el momento en que desean descansar, tener una casa y
una familia acogedora. Había escuchado muchas veces que la sociedad
norteamericana era violenta y la gente vivía con mucho estrés. Además, ella conocía a
empresarios que después de una larga soltería empedernida terminaban añorando el
hogar de la infancia. Ella estaba en circunstancias algo parecidas, así que le pareció
que ambos se complementaban.

En todo aquel tiempo, él la había llamado numerosas veces por teléfono. Su voz era
cálida y afectuosa y las conversaciones prolongadas estaban envueltas en una tenue
atmósfera erótica. Su madre y sus hermanas no tardaron en identificar las llamadas
misteriosas del extranjero. Aunque fue discreta desde el inicio, la impaciencia que
demostraba ante cada timbre telefónico de larga distancia, y la correspondencia
ininterrumpida, comenzaron a despertar conjeturas en la familia. Se barajaron ciertos
comentarios sobre el peligro de salir con hombres desconocidos, sobre la facilidad con
la que muchas personas mentían acerca de su vida, sobre las sorpresas que
aguardaban a las mujeres ingenuas. Estuvo entonces alerta respondiendo a cada frase
malintencionada y aquello, lejos de desanimarla, la dotaba de renovado vigor para
reiterar sus expectativas.

En el transcurso del intercambio postal, el tono de ambos se fue haciendo cada vez más
íntimo. Se contaron sus respectivas historias afectivas, sus ilusiones y las decepciones
de sus vidas. Aunque no hablaron del futuro, era implícito que el primer encuentro sería
tal vez determinante. Seguían hablando de una buena amistad, del mutuo interés, del
deseo de por fin conocerse, pero de ahí no pasaba ninguno de los dos. Ella hubiera
preferido que él fuese más decidido, pero luego se alegraba de verlo tan prudente y
cuidadoso.

A lo largo de aquellas semanas había ido meditando sobre los riesgos a los que podía
estar expuesta comprometiéndose en una relación a larga distancia. Pero la
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tranquilizaba el hecho de que él parecía muy sencillo y natural en sus hábitos cotidianos,
y le daba confianza el ver que la conversación entre ambos fluía espontáneamente.
También había cavilado sobre las dificultades del idioma —él nunca le había escrito en
español—, de las diferentes culturas, de la decisión que tendrían que tomar alguna vez
sobre si vivir en EEUU o en Lima, si él se acostumbraría a ella, si congeniarían. Aunque
nunca había vivido con nadie, había pasado alguna semana de vacaciones con sus
novios, y opinaba que en la intimidad era donde mejor se conocían las personas.

Sus amigas notaron en ella una conducta inexplicablemente reservada, y sin necesidad
de insistir mucho lograron que les con- tara la historia. Las opiniones fueron
encontradas, desde algunas que consideraban el asunto como una locura, hasta otras,
la mayoría, que apostaban porque el vínculo evolucionaría felizmente.
Leyeron la correspondencia y vieron las fotos. Poco a poco llegaron a la conclusión de
que cuando el amor llegaba, no debía ser despreciado. Consideraban que ese empeño
que él había demostrado de mantener una correspondencia sistemática no podía ser
gratuito. Un hombre de esa edad no perdía tiempo tan fácilmente.

Una amiga contó que la secretaria de la empresa donde trabajaba había conocido a su
esposo, de nacionalidad mexicana, a través de un sistema de correspondencia.
Después de un breve noviazgo de tres meses habían terminado casándose
profundamente enamorados. Él era un buen hombre y ganaba mucho dinero. Entonces
algunas señalaron que el desarrollo de los acontecimientos podía ser exitoso, e
insinuaron que tal vez el candidato elegido tendría otros amigos que pudieran conocer.
Les gustó la idea de que ella fuera a residir a EEUU, pues así podrían ir a visitarla de
vez en cuando. Le reprocharon que no hubiera averiguado cómo era la casa de él, y
afirmaban que en las pequeñas ciudades norteamericanas las casas eran grandes,
tenían sótano y desván, y tal vez piscina. A todas les preocupaba el problema del sida
y también de la importancia de descartar una vida sexual promiscua.

Ella creyó notar cierta envidia en algunos comentarios, y aseguró que era más precavido
de lo que se pudiera imaginar. Tomó la decisión de ir a EEUU a conocerlo. Había
madurado la idea de viajar a Miami, comprar ropa de ocasión y luego hacer negocio con
ella en Lima. De paso, ambos se encontrarían y podrían pasear y hacer planes para su
corta estadía. Se sometió a una rigurosa dieta y se cortó el cabello. Solicitó un préstamo
de dinero al banco para devolverlo en mensualidades, hizo una lista de mercadería que
pudiera comprar a buenos precios, y adquirió un buen juego de maletas de cuero. Se
despidió de su familia sin explicar las razones del viaje, aunque supuso que ellos las
presentían.
El avión salía por la noche, así que la acompañaron al aeropuerto su cuñado y su
hermana, y aunque no se habló explícita mente del cortejante, en la despedida hubo
risas y bromas sobre los noviazgos sorpresivos.
Durante el vuelo estuvo releyendo las cartas y contemplando las fotos. En una de ellas,
él estaba con una gorrita blanca vestido con ropa de tenis. Sin ser guapo, tenía el rostro
delgado y una nariz larga y fina que le daba cierta apariencia de fragilidad y ternura. Ella
no dejaba de pensar, sin embargo, que debía ser prudente en su conducta, y estar
dispuesta a desaparecer ante el menor signo extraño que descubriera en él. Sin
embargo, aquel la posibilidad la sentía muy alejada, porque tal había sido el nivel de
comunicación entre ambos, que creía conocerlo, si no bien, por lo menos lo suficiente
como para confiar mínimamente en su sensatez. Él le había hablado de unos amigos
que vivían en Miami a quien querían que visitaran juntos, así como también algunos
familiares, en cuya casa podrían hospedarse.
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El avión aterrizó en medio de un pesado aguacero que produjo fuertes turbulencias.


Aunque era la primera vez que ella iba a Miami, sus amigas le habían informado al
detalle cómo tenía que desplazarse y qué trámites debía realizar. Apenas descendió
hacia los pasillos de espera del aeropuerto, distinguió la masa de gente que esperaba
a los viajeros. Era imposible que ella lo reconociera en aquel tumulto, y era más fácil
que él ya la hubiese ubicado. Ella le habla dicho, además, que llevaría puesto un saco
verde y unos pantalones azules. Para mayor seguridad, llevaba un pañuelo de colores
en el bolsillo, señal distintiva que ambos habían acordado. Terminó de recoger su
equipaje y pasar por las vistas de aduana, y se dirigió hacia el gentío que se distribuía
entre los pasajeros.

AI cabo de una hora ya había paseado por los pasillos y las inmediaciones, y no lo
encontraba. Esperó sentada al lado de sus maletas otta hora más y acudió a
informaciones. Temía que él hubiera confundido los horarios de los vuelos. La azafata
verificó los arribos y las llegadas programadas de los aviones, y comprobó que la
mayoría habían aterrizado puntualmente, así que las posibilidades de equivocación eran
remotas. Cuando ya habían pasado tres horas, decidió llamar al teléfono que él le había
dado de la ciudad de Miami. Le contestó una voz soñolienta como llamada equivocada.
Llamó también a Oklahoma, pero nadie respondió. Cansada por los ajetreos y
emociones de las últimas veinticuatro horas, acudió a sentarse a un snack del
aeropuerto. Pidió una copa de vino y se la tomó. A la cuarta copa notó, en medio de la
algarabía de niños que correteaban entre las mesas, a un par de ancianas que la
miraban con curiosidad. Intuyó entonces, con luminosa claridad, que la historia recién
estaba comenzando.

TEXTO 2
Sobre la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres. El caso de las teorías
frenológicas en el siglo XIX

Bosch, E. y Ferrer, V. (2003). Sobre la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres. El caso de las
teorías frenológicas en el siglo XIX. Clepsydra, 2, 119-133.
https://www.ull.es/revistas/index.php/clepsydra/article/view/2312/1428

RESUMEN
En la España del siglo XIX, Concepción Arenal rebate los postulados de la frenología
que defendían las tesis, por otra parte tradicionales, de la inferioridad intelectual innata
de las mujeres. Estas creencias se sustentaban en presupuestos pseudocientíficos
centrados en el mayor tamaño del cerebro masculino, correlacionando pues tamaño
cerebral y capacidad intelectual. Fueron muchos los pensadores y científicos que a lo
largo de la historia defendieron postulados en relación a la mujer mucho más vinculados
a creencias y prejuicios que a evidencias científicas. Este sesgo estará presente también
en la Psicología, y más concretamente en la Psicología diferencial, la cual dará por
sentado la existencia de diferencias innatas entre hombres y mujeres en cuanto a
sus capacidades y lugar en el mundo. En este trabajo nos centraremos en la réplica
dada por Concepción Arenal a través de su libro La mujer del porvenir a la visión
frenológica sobre la inferioridad intelectual femenina. Sus postulados enlazan con la
llamada «cuestión femenina» en la que se planteaba la necesidad o no de dar acceso a
las mujeres a la educación.
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0. INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia se ha venido defendiendo la idea de que las mujeres son
inferiores a los hombres utilizando tres argumentos que a su vez se retroalimentaban
entre ellos. Éstos serían los supuestos morales, biológicos e intelectuales: es decir, la
mujer considerada moralmente inferior (según los modelos tradicionales de Eva o
Pandora, por ejemplo), la mujer frágil y débil por destino biológico, y por tanto limitada y
necesitada de protección, y el intelectual, que

podría resumirse en la supuesta menor capacidad racional de las mujeres frente a su


mayor capacidad intuitiva y emocional, lo que la incapacitaría para el desempeño de
muchas actividades intelectuales y responsabilidades en el ámbito público.
Todo ello constituye lo que venimos denominado ejes misóginos en la
construcción del estereotipo femenino, que dibujarían la imagen prototípica de las
mujeres como caprichosas, inestables emocionalmente, volubles, seductoras,
débiles, emotivas, dependientes, interesadas «por naturaleza» por el mundo privado y
doméstico (la crianza de los hijos y el cuidado del marido) y alejadas, por tanto, también
por «naturaleza», de la vida pública. Cualquier desviación de esta norma se consideraría
«contra natura», atentando directamente sobre los pilares tantas veces sacralizados de
la familia y el orden social.
Como reacción a estas creencias tradicionales y en un intento de revisión crítica
del conocimiento androcéntrico, a partir de los últimos años de la década de los sesenta
en EEUU, y ya entrados los setenta en España, profesoras universitarias de diferentes
disciplinas, impulsadas e inspiradas por el movimiento de liberación de las mujeres,
empezaron a estudiar cómo funciona la misoginia como soporte del sistema social
asimétrico construido sobre la dominación de un sexo sobre el otro. Identificar estos
ejes a los que nos referíamos implica una serie de transacciones intelectuales
complejas y comprometidas: en primer lugar, darse cuenta de que loque ha venido
considerándose universal, pues en realidad se refería mayoritariamente sólo a una
parte de la población mundial, la masculina, y por ello sesgado hacia las mujeres; en
segundo lugar, determinar la variedad de creencias misóginas asumidas; y en tercer
lugar, identificar su influencia en el pasado y en el presente.
La psicología, que había participado plenamente en el proceso de la creación y
transmisión de los estereotipos tradicionales, consiguió a finales del siglo XIX su
reconocimiento como ciencia independiente una vez independizada del tronco filosófico.
A pesar de la madurez y del rigor metodológico que demostró en otros aspectos, actuó
con mucha frecuencia como transmisora de falsas creencias y prejuicios en lo que se
refiere a diferenciar entre tradición y verdad científica con res-pecto a las mujeres:
contribuyendo a la construcción y transmisión del estereotipo tradicional femenino;
dando argumentos supuestamente científicos para la consideración de la diferencia
como inferioridad, y así otorgar superioridad al papel de lo biológico en la vida de las
mujeres por encima de factores culturales; utilizando, por todo ello, un doble rasero en
sus análisis e interpretaciones.

1. EL CASO DE LA FRENOLOGÍA
Como ejemplo de lo anterior vamos a referirnos al caso de la frenología. Su fundador,
Joseph Gall (1758-1828), fue el primero en tomar en serio la idea de que el cerebro era
el órgano de la mente, de manera que investigó la relación entre cada región cerebral y
la supuesta facultad mental correspondiente.

En 1798 en una carta al barón de Retzer, recogida en Domenech, que se considera


como el escrito fundacional de la frenología, Gall dirá, entre otras cosas:
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Mi finalidad es la de determinar las funciones del cerebro en general y de modo


particular las de cada una de sus partes; de demostrar que mediante el estudio
delas prominencias y depresiones que encontramos en la cabeza y el cráneo es
posible reconocer las distintas inclinaciones y disposiciones de cada persona; y
de enseñar de modo claro las consecuencias que este hecho tiene para el arte
médico, la moral, la educación, la legislación y de modo general para un
conocimiento más profundo del hombre.

En la España del XIX, una mujer, Concepción Arenal, hará una defensa de la valía
y dignidad de las mujeres, considerando falsas las afirmaciones hechas desde la
frenología, negando por tanto causas biológicas a la supuesta inferioridad: éste será el
tema central de su obra La mujer del porvenir.

En La mujer del porvenir rechaza las tesis de Gall según la cual la inferioridad intelectual
de las mujeres tiene una base orgánica, defendiendo la autora que no hay pruebas para
ello, mientras que sí las hay para demostrar que dicha inferioridad se basa en la nula o
muy deficitaria educación recibida, pues a igual instrucción no existía diferencias entre
sexos.

Arenal se refiere a la obra del Dr. Gall Fisiología del cerebro, y extrae de la misma este
fragmento tan significativo: «El cerebro de la mujer está generalmente menos
desarrollado en su parte anterior-posterior, y por eso, por lo común, las mujeres tienen
la frente más estrecha y menos elevada que los hombres. Las mujeres, en cuanto a sus
facultades intelectuales son generalmente inferiores a los hombres».

Concepción Arenal dedicará todo el capítulo II de La mujer del porvenir a refutar estas
ideas, concluyendo que:

En tratándose de las mujeres los mayores absurdos se sientan como axiomas


que no necesitan demostración.
Ni el estudio de la fisiología del cerebro ni la observación de lo que pasa
en el mundo, autorizan para afirmar resueltamente que la inferioridad intelectual
de la mujer sea orgánica, porque no existe donde los dos sexos estén
igualmente por educar, sino donde empieza la diferencia de la educación.

Fue, pues, el derecho a la educación, la máxima preocupación de Concepción Arenal,


y el argumento clave para rebatir las tesis «biologicistas» sobre la menor inteligencia.
Debe recordarse que la existencia en España de una sociedad arcaica, con escaso
desarrollo industrial, con una fuerte ascendencia de la Iglesia católica y fuertes
jerarquizaciones de género en todos los ámbitos de la vida social, el movimiento por la
igualdad de las mujeres tuvo durante este siglo una menor presencia e influencia social
que la que tuvo en otros países del entorno.
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PC2 comprensión lectora

TEXTO 1
Algo grave va a suceder en este pueblo
Gabriel García Márquez

Nota: En un congreso de escritores, al hablar sobre la diferencia entre contar un cuento


o escribirlo, García Márquez contó lo que sigue, “Para que vean después cómo cambia
cuando lo escriba”.

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos
hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión
de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle
a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que
pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola
sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le
preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta
mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con
su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima, estorbado con la idea de
que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este
pueblo.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor
véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar
preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne,
le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y
se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media
hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega
el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se
paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre.
Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con
brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
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-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.


-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están
desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle
central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
-Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales,
todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la
incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de
ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.

TEXTO 2

La primera fake news de la historia

Salas, C. (2019). La primera fake news de la historia. Historia y comunicación social, 24(2), 411-431.
https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/66268/4564456552454

1. Introducción
Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás
engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos.
Abraham Lincoln

Un diario de Nueva York, The Sun, informó durante seis días de agosto de 1835 que un
científico británico había avistado vida inteligente en la Luna gracias a su potente
telescopio. La noticia se extendió por EEUU y llegó a Europa, donde muchos medios se
hicieron eco, captando la atención de los lectores. Una vez descubierta, se la denominó
La Gran Mentira de la Luna. La tesis de este artículo es que La Gran Mentira de la Luna
fue la primera fake news de la Historia Contemporánea. Para probarlo, analizo primero
el concepto de fake news tal y como se entiende ahora, para aplicarlo al caso de La
Gran Mentira de la Luna. La locución fake news se había hecho popular en la campaña
electoral de EEUU de 2016, cuando circularon miles de noticias falsas sobre Hillary
Clinton y sobre Donald Trump que ayudaron a este último a convertirse en presidente
de EEUU, y que hicieron ganar dinero a los que fabricaron estas mentiras.

2. Estado de la cuestión
2.1. Las fake news en la historia
Las fake news no son un fenómeno nuevo. Si aceptamos la definición de Collins, y la
aplicamos a todas las etapas de la historia (sustituyendo internet por el medio de
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transmisión de la época), comprobamos que siempre ha habido bulos y mentiras que


son creídos por grandes capas de la población. Sócrates denunciaba a los sofistas
griegos que viajaban por los pueblos de la Hélade contando mentiras y vendiendo sus
libros (Turner, 1995: 40). Es el mismo comportamiento actual de los que inventan fake
news para distribuir por las redes para ganar dinero.
Platón dedica uno de sus libros a definir a las personas que usan la técnica de
“la venta de conocimiento” (El Sofista, 224c), y en el Fedro hace decir a Sócrates: “el
que piensa que al dejar un arte por escrito […] deja algo claro y firme, rebosa ingenuidad”
(Fedro, 275c).
En la Edad Media se falsificaban bulas papales, como la que forjó un conde de
Armagnac para casarse con su hermana (Boese, 2002: 9). En 1614 un tal Alonso
Fernández de Avellaneda hizo pasar por verdadera una supuesta segunda parte de El
Quijote, lo que se convirtió en El Quijote de Avellaneda (Avellaneda, 2014). En 1675 el
jesuita Daniel Van Papenbroeck denunció que muchos escritos antiguos fabricados por
los monjes y copistas en el siglo XI, eran falsificaciones, lo cual desató la ira de la Iglesia
(Boese, 2002: 9).
En la Era Contemporánea también existieron grandes mentiras difundidas en
masa. En su libro El Museo de los Engaños (Museum of Hoaxes), el historiador Alex
Boese (2002) retrata una serie de fake news modernas datándolas desde el siglo XVIII.
El poder de expansión de las noticias falsas ha dependido de los soportes
existentes en cada época como papiros o pergaminos en la Antigüedad, libros en el
Renacimiento, y, desde el siglo XIX, periódicos impresos en masa, sonidos (la radio en
la primera mitad del siglo XX), o imágenes (televisión en la segunda mitad del siglo XX).
También ha dependido de la evolución de los medios de transporte y de comunicación:
animal, mecánico y digital. La diferencia está en que ahora los medios de masas han
acelerado el tiempo de difusión haciendo que las distancias no importen.
Una de las grandes mentiras de la Historia Contemporánea la fabricó Orson
Welles en 1938 cuando emitió varios programas de radio basados en el libro de H.G.
Wells La guerra de los mundos. La invasión alienígena fue retransmitida con tanto
realismo y veracidad que mucha gente se la creyó.

2.2. Definición de fake news


Por tanto, fake news aunque no sea una definición muy reciente, se puso de moda
cuando el diccionario Collins la bautizó como Palabra del Año: la mayor parte de los
medios de comunicación del mundo recogieron la noticia. Pero fake news no se
circunscribe a la política pues se pueden encontrar muchos casos en los que se habla
de fake news para referirse a noticias falsas en general. Por ejemplo, Arsène Wenger,
el exentrenador del Arsenal, un equipo británico de fútbol, dijo en marzo de 2017 que no
era verdad que hubiera firmado un precontrato con otro equipo de fútbol. En
declaraciones a BeIN Sports, recogidas por medios británicos, añadió (Newstalk, 2017):
“Es un rumor falso. Eso es lo que ustedes llaman fake news. Lo niego formalmente. No
es cierto”.
Collins establece una definición más general de fake news que no se limita al
ámbito político. “Una información falsa y a veces sensacionalista que se presenta como
un hecho y que se publica y se extiende por internet” (false and sometimes sensationalist
information presented as fact and published and spread on the internet).
Para Marc Amorós (2018: 35) el concepto es más extenso pues no habla
exclusivamente de internet:
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Las fake news son informaciones falsas diseñadas para hacerse pasar
por noticias con el objeto de difundir un engaño o una desinformación
deliberada para obtener un fin político o financiero.

Para la Comisión Europea, una fake news es “información falsa, inexacta o engañosa
diseñada, presentada y promovida para causar daño público o con fines de lucro” (Grupo
de Expertos de Alto Nivel, 2018: 3). Lo que convierte a una noticia en fake news es, por
tanto, algo que es falso en origen, que se hace con la intención de ganar dinero o influir
en política, y que se difunde rápidamente a través de medios de masas. La misma
tecnología en la que se basa el progreso, es la que puede causar un enorme daño
(Grupo de Expertos de Alto Nivel, 2018: 13).

A medida que caminamos hacia un entorno cada vez más digital, está
claro que las mismas tecnologías y plataformas que refuerzan la
información legítima, también pueden al mismo tiempo permitir la
existencia de varias formas de desinformación y actividades de baja
calidad y potencialmente dañinas.

Los contenidos de las plataformas son baratos (radio, televisión, y ahora internet con las
redes sociales), y el avance de la tecnología reduce los precios de acceso: los teléfonos
móviles y las tarifas de conexión son baratas.

A principios del siglo XIX no existían móviles ni redes sociales, pero sí tuvo lugar un
salto histórico en los medios de comunicación cuando arrancaron las inmensas rotativas
de alta velocidad, que bajaron el precio de los periódicos a un nivel nunca visto.

3. La mentira de 1835
La primera de las historias de la que fue bautizada como La Gran Mentira de la Luna
apareció el martes 25 de agosto de 1835. Se refería a los grandes avances científicos
logrados por un astrónomo inglés llamado sir John Herschel, el cual estaba empleando
un telescopio nunca visto de grandes dimensiones, para explorar las novedades de la
Luna, y con el que podía distinguir incluso la vida de los insectos (Locke, 1859: 17).
Sir John se había trasladado a Sudáfrica para obtener mejores imágenes del
satélite. “Grandes descubrimientos astronómicos realizados por sir John Herschel, en el
cabo de Buena Esperanza”, anunció en su portada The Sun aquel martes (Locke, 1859:
8).
Para dar una apariencia de artículo científico, The Sun, afirmaba que el texto
sobre Herschel y la Luna estaba tomando literalmente de otro aparecido en el diario
científico Edinburgh Journal of Science, de gran renombre y prestigio en Gran Bretaña,
y que su autor era Andrew Grant, discípulo y compañero de viaje de sir John.
La segunda historia sobre la Luna –publicada el miércoles 26 de agosto– versaba
sobre los descubrimientos en sí de Herschel: ajustando las poderosas lentes, Herschel
había divisado flores rojas y manadas de cuadrúpedos; unos similares a bisontes y otros
a cabras. Además, sir John descubrió criaturas anfibias de forma esférica que se
desplazaban grácilmente sobre las rocas (Locke, 1859:17).
La tercera historia, aparte de mostrar una excelencia de árboles y vegetación
lunar, descubrió una especie superior: eran castores bípedos (biped beavers) que vivían
en cuevas y que había llegado a dominar el fuego, a juzgar por las fumarolas que surgían
de sus habitáculos (Locke, 1859:28). “Llevan a los niños en brazos como cualquier
humano, y sus chozas están mejor construidas y son más altas que las de muchas tribus
de humanos salvajes”. Para aderezar la información, The Sun pidió a un ilustrador que
dibujara las escenas lunares con imágenes de castores bípedos y chozas humeantes.
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La cuarta historia era la importante pues empezaron a aparecer los seres lunares
parecidos a los humanos: eran criaturas cubiertas “de pelo corto y brillante de color
cobre, y tenían alas compuestas de una membrana delgada, sin pelo, que descansan
cómodamente sobre sus espaldas”. Como buen científico, Herschel las bautizó en latín
como “vespertilio homo” u hombres murciélago. El telescopio de Herschel era de tal
potencia que logró detectar cómo estos seres charlaban animadamente y mantenían
formas decorosas, lo cual era un signo evidente de que eran seres racionales como los
humanos (Locke, 1859: 34). Para hacer más comprensible esa parte, The Sun
obsequiaba a sus lectores con unos trabajados dibujos de todos esos seres,
humanoides, animaloides y hasta de la vegetación selenita (Boese, 2002: 61).
Para aquellos lectores escépticos que albergaran alguna duda sobre el hecho,
The Sun añadía que una comisión formada por “varios ministros episcopales,
wesleyanos y otros ministros que, en el mes de marzo pasado, se les permitió, bajo la
estipulación de un secreto temporal, visitar el observatorio y convertirse en testigos
oculares de las maravillas que se les pedía que atestiguaran”.
Como se diría ahora, desde el primer momento, la historia se hizo viral, lo cual
la convirtió en la primera fake news de la historia contemporánea.
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PC3 comprensión lectora

TEXTO 1
Las chicas de la yogurtería
Pilar Dughi
Dughi, P. (1996). Ave de la noche. Lima: Peisa

—En esta ciudad no se puede ser alegre y bonita —rezongó Lucha—, porque la gente
murmura.
La mujer pareció no entenderla.
—Olvídelo, estaba pensando en voz alta —continuó.
—¿Usted la conoce? —preguntó la mujer.
—Bueno, la he visto en la yogurtería.
—Ah, Luchita, mejor no se junte con ella —afirmó sentenciosa la mujer, que era una
empleada de la municipalidad, muy habladora y conocedora de los chismes de la
localidad. Le gustaba comentárselos a Lucha cada vez que la veía. Lucha sonrió
débilmente y se despidió. La mujer le hacía perder tiempo.
Desde que llegó a Ayacucho, hizo algunas amistades sin mucho esfuerzo. Tenía cinco
meses en la ciudad y ya era conocida como administradora de un proyecto de desarrollo
rural. Se había presentado ante las autoridades locales con las que tenía que coordinar
por razones de trabajo: profesores de la universidad, directores de instituciones afines
y hasta con el obispo auxiliar. El proyecto era de cierta envergadura y le habían
aconsejado en Lima que estableciera buenas relaciones con el gobierno regional.
Un día, a las pocas semanas de su arribo, se encontró con una antigua conocida, una
psicóloga que, le explicó, vivía hacía un año en Ayacucho. Era originaria del lugar y,
como ella, desde que la zona se estaba pacificando muchos habían regresado a
establecerse de nuevo. El turismo se había incrementado, se abrían nuevos negocios y
hostales.
—Mi marido ha puesto un restaurante en la Cámara de Comercio, ¿por qué no vienes?
—le propuso la mujer.
Le daba pereza cocinar todos los días y se acostumbró a ir a almorzar al local de la
Cámara de Comercio.

Como el lugar estaba regularmente vacío a partir de las dos de la tarde, entonces ella
se compraba el periódico e iba a comer tranquilamente. Por las tardes, cuando estaba
libre, daba una vuelta por la ciudad. Luego hacía un paseo por las inmediaciones de la
plaza central, tratando de conocer las tiendas, las farmacias y los restaurantes. Así fue
que encontró un pequeño comercio donde se expedían productos lácteos y hierbas
naturales, pero la especialidad de la casa era un yogur natural que se preparaba con
plantas aromáticas, a pedido de los clientes. La dueña, una mujer de unos treinta años,
que atendía detrás del mostrador, tenía el cabello largo y ondulado, teñido de rubio. Sus
ojos vivaces, acentuados con lápiz delineador de color negro, animaban el rostro
redondo de piel sonrosada. Desde el principio fue muy amable.
—Tú no eres de aquí—le dijo con convicción.
Lucha se presentó como estaba habituada a hacerlo. Pensaba que en una ciudad donde
la mayor parte de gente se conocía, una debía ser cordial. La tendera se llamaba Charito
y conocía bastante de productos naturales. Le habló del germen de trigo y le mostró con
orgullo una colección de infusiones medicinales empaquetadas, semejantes a las que
se vendían en el mercado.

—La diferencia es que yo selecciono las mejores hierbas —le explicó Charito—, y, si no
conoces su uso, es mejor que compres los productos ya escogidos.
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Hablaron de dietas y de cómo conservar mejor la


piel en el clima serrano. El frío helado de la ciudad le había resecado a Lucha el cutis y
los labios. En ocasiones había sufrido de gastritis y reacciones alérgicas de causa
desconocida.
—Lo mejor para tu estómago son las flores de azahar —y le alcanzó una bolsa de hojas
y flores secas—. Lo preparas en infusión y bebes una taza diaria.
Lucha agradeció.
—Si lo mezclas con cáscaras de naranja, es bueno para el mal aliento —añadió Charito
con picardía.
Desde entonces, Lucha se convirtió en una compradora asidua. El yogur natural era lo
único que tomaba durante el día cuando tenía apetito. La comida serrana le producía
gases y la digestión se le hacía pesada. Cuando caminaba por las calles, la gente la
saludaba. Ella a veces no recordaba bien los rostros o los nombres, pero siempre
respondía con una sonrisa. Poco a poco la fueron invitando a fiestas y reuniones.
Conoció a músicos notables y participó en festejos y pachamancas. Alquiló una pequeña
casita en Dos de Mayo, una calle colonial que serpenteaba cerca del río. Tenía un alto
portón de madera, un pequeño jardín sembrado con jacarandás, tunas, girasoles y
retamas. A veces llegaban bandadas de palomas que se posaban en los techos vecinos.
Ella les dejaba pedacitos de pan que los animales picoteaban sin ninguna timidez. Como
se sentía un poco sola, compró un televisor pequeño que mantenía generalmente
encendido para escuchar el noticiero nocturno.
En la sala de entrada habilitó una oficina para recibir a la gente del trabajo. Colocó
algunos taburetes sobre los cuales distribuyó publicaciones y documentos que el público
podía consultar. Instaló un teléfono en el dormitorio y amplió las conexiones de luz.
Cuando necesitaba a un carpintero o gasfitero, consultaba a los conocidos con los que
se encontraba en las calles. El agua escaseaba, así que a partir de las once de la
mañana guardaba el líquido en grandes recipientes para poder lavar y asearse. Ese era
un problema antiguo de la ciudad. La gente decía que la población aumentaba tanto,
que ya las cañerías no se abastecerían hasta que culminara la construcción de una
nueva represa, que era el sueño de toda la región.
A veces se aburría, así que adquirió una bicicleta, y por las tardes se dedicó a pasear a
lo largo de la calle. Se vestía con unas mallas de gimnasia y hacía invariablemente el
mismo recorrido. Bajaba por la avenida hasta el río y volvía remontando la pendiente.
Notó que al atardecer un grupo de vecinos solía sentarse en la vereda y conversar hasta
caer la noche. Bebían cerveza y la miraban pasar. Uno de ellos, de unos cincuenta años
de edad, con nariz prominente y piel enrojecida, la contemplaba fijamente cada vez que
ella regresaba exhausta de su recorrido.
—Qué rica hembrita, mueve tu culito —le decía cuando pasaba.
Lucha le devolvía una mirada furiosa.
—Muévete, muévete —le contestaba el tipo.
Los otros tipos se reían y Lucha trataba de evitarlos, pero se sentaban muy cerca de su
portón y era imposible.
—¿No quieres chupármela? —le dijo un día el tipo.
Lucha se le acercó.
—¡Huevón! ¡Cállate! —le contestó.
El hombre se puso rígido.
—¡Déjala! ¡Déjala! —le gritaron los otros. Uno le cogió el brazo y lo jaló hacia ellos.

—Puta de mierda —masculló el hombre.


Desde entonces, Lucha redujo sus horas de deporte. Supo que el tipo vivía en la casa
de al lado. No había reparado antes en él, pero ahora lo veía con frecuencia en la
bodega y en el horno donde compraba el pan.
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El hombre parecía mirarla con rabia. Lucha dejó de saludar indistintamente a los
vecinos, porque ya no sabía cuáles eran los groseros que podían tener amistad con
aquel. Cuando lo veía, evitaba su rostro y lo esquivaba cuando lo cruzaba por la calle.
Para entretenerse, acudía a la biblioteca de la universidad. Ahí se encontró con un
profesor bastante gentil, con cierta autoridad fundada en sus largos años de docencia.
Intercambiaron libros y luego se encontraron en algunas reuniones. Conoció a su
esposa, una mujer joven y pálida que la saludaba con cortesía. Una vez el profesor le
prometió un libro que supuso sería muy útil para Lucha. Ella lo fue a buscar varias veces
a su oficina, pero no lo encontró. Una noche, el profesor tocó la puerta de su casa. Ella
lo recibió con alegría y lo hizo pasar a la sala. El hombre parecía algo nervioso. Lucha
no supo qué hacer y le invitó un café.
—Te has acostumbrado bastante bien —le dijo él.
—Más o menos —contestó ella—. La falta de agua me molesta. Es penoso tener que
recolectarla todos los días.
A Lucha le complacía tener relación con la gente de la universidad. Sentía que podía
conversar sobre las reflexiones que le despertaba su trabajo, las noticias locales y los
libros que leía. La principal forma de enterarse de lo que pasaba en la ciudad era
intercambiando opiniones con ellos. Ya que no había un periódico regional, la radio y
los encuentros personales eran una forma de estar informada.
—¿Y qué te parecemos los ayacuchanos?
—Oh, han sido muy hospitalarios conmigo. Lo único que no me gusta es que beben
mucho en las reuniones y, si una no quiere hacerlo, se molestan. Lo consideran una
afrenta.
—Ah, eso es en toda la sierra —exclamó él—. El campesino bebe en sus fiestas
patronales durante días. La comunidad entera, hombres y mujeres, hasta perder el
sentido.
—Sí, ya lo sé, pero es excesivo.
—Es un pretexto para poder llorar —comentó él—, sin tener vergüenza.
Y a continuación contempló el techo alto de la sala.
—Esta casa es muy antigua, tiene techos de bóveda —señaló.
—Es muy fresca cuando hace calor.
—¿Puedo ver la casa? —inquirió él.
—Sí, claro —respondió ella.
Él se levantó y se dirigió hacia la cocina, que daba al patio.
—Bonita casa —dijo, y luego se acercó hacia el cuarto que estaba al lado de la sala.
Era el dormitorio de Lucha.
—Tienes una cama matrimonial —le dijo.

Y la miró con curiosidad. Lucha se sintió incómoda.


—¿No tienes frío? —le dijo él y trató de rodearle los hombros. Lucha se apartó
rápidamente.
—No —contestó irritada.
—Es una cama muy grande para ti —respondió él, tratando de abrazarla de nuevo.
Lucha salió inmediatamente del dormitorio.
—Ya es muy tarde —le dijo—. Es mejor que te vayas.
El hombre salió detrás de ella y se puso la casaca que había dejado sobre la silla del
comedor.
—Anda a buscarme a la universidad cuando quieras —subrayó mientras Lucha le abría
la puerta.
Lo despidió de un portazo. Estúpido, pensó. ¿Qué se ha creído ese cirio? Se preparó
un mate de coca y antes de acostarse ajustó los cerrojos de las puertas. La época de
lluvias había llegado y el clima se volvió húmedo. Por las mañanas se levantaba con la
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nariz congestionada y comenzó a toser en forma intermitente. Se encontró con Charito,


que conversaba con dos amigas en uno de los portales de la plaza.
—Yo creo que debes tomar canchalagua —le recetó Charito—. Además de ser buena
planta para el resfriado,
facilita la digestión y la puedes preparar con limón como refresco.
La presentó a sus acompañantes. Eran dos chicas altas, algo gorditas, no pasaban de
treinta años y lucían bastante guapas. Tenían el cabello largo, ondulado y suelto sobre
los hombros.
—Son mis amigas —le dijo Charito—. Cuando quieras, podemos hacer jogging hasta el
aeropuerto los domingos por la mañana.
Se había convertido una costumbre en la ciudad correr a lo largo de la carretera los fines
de semana desde horas muy tempranas. El camino hacia el aeropuerto era la distancia
preferida por los deportistas. Jóvenes y adultos de ambos sexos, enfundados en buzos
de colores, practicaban el deporte los domingos. Lucha aceptó la invitación, pero no
quedaron en nada concreto. Caminó hacia el mercado para comprar algunos quesos de
cabra y enviar a Lima. En la calle distinguió al mayor de policía, un hombre canoso y
fortachón, muy conocido entre los ayacuchanos. Cruzaron algunas palabras de
simpatía. Lucha le estaba agradecida porque siempre le resolvía algunos problemas
que no faltaban en el trabajo, como los permisos que a veces tenía que recabar para
que los promotores del proyecto pudiesen viajar a la zona de la selva ayacuchana con
algunos productos, como el querosene, que estaban restringidos por la presencia del
narcotráfico en la región.
—Te he visto conversando en la plaza —le dijo el mayor.
—Ah, sí, con Charito y sus amigas.
—No es una buena compañía, Luchita —le contestó.
—¿Por qué? —objetó sorprendida.
—Yo sé lo que te digo, Luchita —insistió el mayor.
—¿Pero no era tu amiga? Yo también te he visto conversando con ella.
—Por eso mismo, Luchita, yo la conozco —respondió él, moviendo la cabeza con cierto
tono de censura.
Lucha se quedó callada. Se despidió de él y continuó caminando. Sintió que le invadía
la cólera. ¿Y ahora de qué se trata? Es porque son bonitas y, si son alegres, peor, se
dijo. Estuvo reflexionando en ello los días siguientes y rememoró algunas escenas.
Recordaba haber visto a las chicas en la yogurtería por las tardes, platicando
entretenidamente con algunos parroquianos a la hora en que la gente salía a pasear por
la plaza. Era un trío que no dejaba de ser llamativo en la esquina de la tienda.
Aquella semana llovió intensamente y el muro de adobes que rodeaba parte del patio
interior de su casa se desplomó con la lluvia torrencial. Tuvo que hablar con la dueña y
contratar a un par de albañiles para que le reconstruyeran la pared. Una noche en que
se encontraba cocinando, descubrió que se habían robado la ropa colgada en el cordel.
Asustada y provista de una linterna, revisó sus pertenencias y vio que además se habían
llevado varias cajas con medicinas y alimentos. Como todavía no estaba reparada la
pared derruida, tuvo miedo. Se dio cuenta de que era muy fácil entrar a la casa desde
la calle. Llamó a la policía. Cuando llegaron los agentes, recorrieron
las calles laterales y los vecinos se alarmaron. Lucha les explicó que le habían robado.
Uno de los muchachos vecinos se ofreció a subirse a los techos a revisar si había
huecos. Era el hijo del hombre grosero que le hacía comentarios vulgares cuando ella
paseaba en bicicleta. Al poco tiempo llegó el tipo furioso.
—Esa mujer es una loca —les gritó a los policías señalando a Lucha—, se ha peleado
con todos los vecinos.
Y llamó a su hijo dando alaridos.
—Oiga, ¡déjelo! —protestó Lucha—. Él me está ayudando.
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El hombre cogió del brazo a su hijo y lo arrastró dándole empellones hacia su casa. Los
policías tranquilizaron a Lucha.
—Ese tipo es un malcriado —les dijo indignada—. Es un descarado.
Una vecina le explicó confidencialmente a Lucha que ese hombre era un antiguo policía
que había sido dado de baja por comportamiento violento. Le pegaba a su mujer y a sus
hijos y era un borracho. Lucha se despidió de la gente y se encerró en su casa.
Inspeccionó los seguros de las puertas y ventanas y decidió comprarse
candados grandes para instalarlos al día siguiente. La imagen del tipo exaltado
alardeando en medio de la calle le molestó. Resolvió tener más cuidado. Los vecinos no
eran todos de fiar.
Al atardecer del día siguiente, cuando regresaba de hacer las compras de la semana,
vio a un grupo de chicos jugando en la acera de su casa. Entre ellos distinguió al hijo
del vecino, el muchacho que había intentado ayudarla la noche anterior.
—Por culpa de esa, mi papá me ha agarrado a latigazos anoche —exclamó el chico,
lanzándole una mirada cargada de violencia. Los otros la miraron también. Lucha se
sintió desnudada. Ingresó inmediatamente a la casa y cerró con fuerza el portón.
La habían invitado a una reunión por la noche y pensó que le convenía salir para
despejarse un poco. Casi no había podido trabajar en la oficina, apurando a los albañiles
para que terminaran la construcción y buscando a un cerrajero que le reemplazara las
bisagras oxidadas de las puertas. Siendo día de semana prefería acostarse temprano,
pero la inseguridad de la casa producida por los desmanes del aguacero le generaba
una cierta inquietud y temía no poder dormir. Se preparó una infusión de azahar muy
cargada y se fue a la fiesta. Era un grupo pequeño, gente que trabajaba en algunas
instituciones con las que se relacionaba y había también algunos desconocidos. Uno de
los asistentes la enlazó por la cintura.
—¿Qué hace una mujer solita en Ayacucho? —le preguntó mientras bailaban.
—¿Me conoces de algún sitio? —respondió inquieta.
—Aquí todos nos conocemos —contestó él desdeñosamente.
Alguien bromeó y dijo que Lucha no estaba sola sino que era amiga de los visitantes
asiduos de la Cámara de Comercio. La gente estaba ya borracha y reía. ¿Cómo iba a
estar sola Luchita?, repetían. Siempre estaba bien acompañada, decían jocosamente.
Lucha comenzó a inquietarse. ¿Sabían dónde vivía? ¿Que estaba sola? El resto de la
noche permaneció ensimismada y pidió a una de las mujeres que la acompañara
a tomar un taxi en la plaza. Una pareja de esposos se ofreció a llevarla. Las calles
estaban bastante oscuras y la iluminación era muy débil. Al llegar a su casa abrió el
portón y cruzó raudamente el jardín. Cerró las puertas y las aseguró con candados.
Tengo que poner más luces afuera, pensó. Revisó su linterna y notó que le faltaba una
pila. No sirve para nada, razonó, y la arrojó sobre la mesa. Recolectó velas y fósforos
y los puso sobre la mesa de noche. Trató de dormir, pero escuchaba ruidos en el techo.
Las paredes eran de quincha, al estilo de las construcciones antiguas, de caña
empastada con barro, y crujían permanentemente. Era imposible distinguir pasos
humanos o pisadas de gatos. Al menor ruido, llamo a la policía, pensó. La puerta
del patio era de listones de madera y de consistencia muy frágil. De una patada la
pueden destrozar, se dijo.
Pero ella escucharía los ruidos y correría hacia la calle. ¿Tendría tiempo de cruzar el
jardín? Dio vueltas en la cama durante la noche sin poder conciliar el sueño. Se levantó
en la madrugada al escuchar las campanadas de la iglesia vecina. Por primera vez
desde que había llegado a la ciudad sintió que era una foránea. Aquel día decidió no
comprar yogur a pesar de que se le había acabado. No quería pasar por la tienda y que
la vieran conversando con Charito y sus amigas.
Cuando iba a la municipalidad a recoger unos documentos, se encontró con una señora
integrante de una antigua familia ayacuchana y que trabajaba como directora de una
institución.
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—Ay, Luchita —le dijo afligida—. No sé si ya sabes lo que ha pasado. Una desgracia,
una verdadera tragedia.
—No, no sé nada —contestó Lucha.
—Quién lo iba a decir, aquí, en la ciudad, ya ha llegado la plaga.
—¿Qué ha pasado?
—La gente está comentando en todos los sitios, hijita. La semana pasada un paciente
murió de sida.
—¿Cómo?
—Sí, de sida, imagínate.
—¿Cómo ha sabido usted?
—Me lo comentaron en el consultorio del doctor Capuñay.
Era el dentista del hospital.
—Me lo ha dicho también la señora Rojas, la obstetriz —exclamó compungida la mujer—
. Tenemos que hacer
algo por nuestra juventud.
—Bueno, es una pena, así ocurre en todo el país.
—Pero tenemos que detenerlo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Tanta
corrupción, tanto alcohol —continuaba la mujer— hay mucha vida indecente, demasiada
inmoralidad.
Aquel día en la Cámara de Comercio, cuando Lucha fue a almorzar, la dueña se acercó
a conversar con ella.
—Dicen que van a hacer campañas preventivas en los colegios —le explicó a Lucha—.
Ha estado aquí el director de salud de la región con otros médicos y con el mayor de la
policía. Van a hacer un despistaje.
—¿Un despistaje? Pero tendrían que hacérselo a toda la población.
—No, pues —alegó la mujer—, nada más a los sospechosos.
—¿Y cómo van a saber quiénes son sospechosos? Es imposible.
—Luchita, se sabe, eso aquí se sabe —afirmó la mujer con seguridad.
Lucha rio.
—Están locos.
La mujer la miró desconcertada.
—Pero el mal recién ha comenzado. Además, en la ciudad nos conocemos muy bien y
eso facilita la
intervención, eso lo dicen los médicos —continuó.
Ella se alzó de hombros y pidió un menú. Comió sin mucho apetito pensando en el
trabajo que tenía atrasado.

Aquí son unos chismosos, caviló mientras intentaba pasar algunas cucharadas de sopa
de verduras. De segundo había un estofado de pollo que se veía muy grasiento, así que
apenas pudo comerse el arroz con un poco de zanahorias guisadas, apartando
cuidadosamente la carne y la salsa del resto del plato.

A los tres días fue a una de las bodegas más surtidas de la calle principal, que quedaba
al lado de los portales de la plaza. Se encontró con uno de los abogados que trabajaban
en el juzgado.
—¿Ha sabido ya, Luchita? —le preguntó él.
—¿Qué?
—Lo del sida.
—Sí, ya me han contado.
—Han detenido a varios sospechosos.
—¿Pero cómo van a hacer eso?
—Yo sé de nueve personas a las que se han llevado al hospital a hacerles análisis.
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—Pero no puede ser —exclamó Lucha asombrada.

El abogado continuó distraídamente.


—Qué tal castigo. Es como la sífilis antiguamente, de noche con Venus y de día con
arsénico. Porque se medicaba con arsénico. Muchos se morían con la cura, ¿sabía
usted?
Lucha ya no escuchaba.
—Es una llamada de atención para los muchachos, para la gente de vida ligera, digan
lo que digan, es una verdadera muestra del abandono de las buenas costumbres. La
sociedad ayacuchana, de tanto sufrir con el terrorismo, se ha relajado mucho —exclamó
sombríamente.
Lucha se despidió precipitadamente y salió del local. Al dar la vuelta en una esquina se
tropezó cara a cara con la empleada que trabajaba en la municipalidad.
—Luchita, Luchita, ¿adónde vas tan apurada? Hace tiempo que no te veo.
—Uf, he tenido mucho trabajo —contestó.
—Oye, se han llevado a las mujeres esas, a las de la yogurtería.
—¿Cómo?
—Sí, a varios los han llevado al hospital para ver si estaban contagiados de sida. A las
tres mujeres también
les han obligado a hacerse el examen.
—¿Pero por qué? ¿Cuándo?
La mujer abrió los ojos.
—¿Cómo que por qué? Por prevención, pues. Porque una de ellas trabajaba en el
hospital y allá todo el mundo se ha enterado. Ayer las obligaron a ir. Imagínate. Con el
mayor de policía y todo.
—Ah, bueno, qué sorpresa —contestó Lucha automáticamente.
Continuó caminando sin levantar la vista. Al llegar a la esquina vio a Charito que estaba
parada en la puerta de la tienda, como siempre. Cruzó la vereda, pero no pudo evitar
que sus ojos se encontraran con los de ella. Volvió entonces la cara sin saludarla y
desapareció presurosa por otra calle.

TEXTO 2
Sobre violencia de género y acoso sexual: del silencio a la enunciación, un acto
político

Adaptado de la siguiente fuente:


Ramírez, K. y Trujillo, M. (2019). Sobre violencia de género y acoso sexual: del silencio a la enunciación,
un acto político. Revista Cuestiones de Género: de la Igualdad y la Diferencia, (14), 221-240.
https://doi.org/10.18002/cg.v0i14.5779

1. Sobre violencia de género y acoso sexual: del silencio a la enunciación, un


acto político

Tal como se ha señalado, la violencia de género es un problema transversal que afecta


a un gran número de mujeres y que, en casos extremos, llega al femicidio. Esta violencia
se articula principalmente desde lineamientos culturales y sociales. En este sentido,
Expósito (2014) plantea que este fenómeno se entiende como:

Todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño
físico, psíquico y/ o sexual, incluyendo las amenazas, la coerción o la privación
arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública como en la vida privada
(citado por ONU Mujeres, 2014: 20).
Unidad de Formación Básica Integral
Comunicación y Redacción II

Por lo mismo, abordar críticamente la violencia contra las mujeres como reflejo de las
desigualdades sociales es un eje central de los estudios feministas, desde sus inicios
en el siglo XVIII hasta la actualidad (Trujano, 2007). En este sentido, es imprescindible
no perder de vista que esta clase de estudios también tiene como horizonte cuestionar
y tensionar el tratamiento de los derechos humanos en aquellos aspectos que excluyen
a las mujeres.

Desde esta perspectiva, se destaca que la violencia de género ejercida en contra de las
mujeres es una forma de demostración de poder que se vale del empleo de la fuerza y
que, por lo mismo, se manifiesta de formas diversas: física, psicológica, económica,
política y sexual (Cagigas, 2000). En consecuencia —y tal como apunta Ferrer—, la
violencia de género es un problema global, pues:

Se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra


sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho
mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los
derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión (2010: 37).

Con respecto al acoso sexual, siguiendo los planteamientos de Cuenca (2013), se han
usado con mayor frecuencia dos categorías en las tipologías en estas acciones. La
primera es la del chantaje sexual o el acoso quid pro quo (en latín, “esto a cambio de
eso”). Este tipo de acoso consiste en que una persona con un cargo superior obligue a
otra de menor jerarquía laboral o académica a “someterse a los requerimientos sexuales
o perder algún tipo de beneficio laboral o incluso a perder el empleo” (Cuenca, 2013:
428).

La segunda categoría es la de acoso sexual ambiental y alude a aquellas situaciones


en las que quien acosa crea un entorno intimidatorio, hostil u humillante para la potencial
víctima. Entre otras prácticas hostiles, se cuentan las bromas sexuales, los comentarios
relativos al cuerpo o los coqueteos no deseados (Cuenca, 2013). Además de las
descritas, se presenta una tercera categoría que se denomina acoso por razón de sexo
o acoso sexista. Este tipo de conducta comprende el hostigamiento imperecedero que
permite que el acosador manifieste “su desprecio por las mujeres, la desconfianza en
sus capacidades y el valor social secundario que en su opinión estas deben seguir
ocupando” (Pérez del Río, 2007: 185)

Además, se estima que las mujeres inmersas en contextos de violencia de género —


e.g., casos de acoso sexual—, suelen tener miedos e inseguridades que les impiden
generar estrategias de resistencia al maltrato de manera directa. Por lo mismo, en estas
situaciones, las mujeres víctimas tienden a reproducir actitudes de pasividad o de
incapacidad de acción. Estas mismas actitudes, las llevan muchas veces a abstenerse
de reaccionar o de tomar el control de lo que sucede. Estas respuestas redundan, al
final, en el deterioro de la personalidad de las víctimas y en el cuestionamiento de cada
uno de sus propios actos, respuestas o modos de enfrentar la violencia (Hernández,
2014).

2. Consecuencias del acoso: repercusiones sociales de la violencia sexual

Dentro de las repercusiones vinculadas al acoso experienciado, las entrevistadas


manifiestan efectos sicológicos colaterales. A la falta de ánimo consabida, se añade la
Unidad de Formación Básica Integral
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incomodidad que suscita frecuentar los mismos espacios e, incluso, una desconfianza
generalizada hacia el género masculino.

Estas experiencias están en directa concomitancia con diversas investigaciones que


destacan que las mujeres que han vivenciado algún tipo de violencia de género tienden
a experimentar depresión y afecciones físicas causadas por el estrés tales como apatía,
insomnio, desgano, baja autoestima, angustia y falta de concentración, entre otras
(Ferrer et al., 2009; Igareda y Bodelon, 2013; Barreto, 2017). Todavía más, las mujeres
aquí entrevistadas también manifiestan sentirse perturbadas al momento de frecuentar
ciertos lugares y/ o espacios públicos que se transforman en potenciales zonas de
peligro y vulnerabilidad.

En este sentido, el haber sido acosadas sexualmente ha reforzado la inseguridad de


estas mujeres. Tras la experiencia de acoso, viven una tensa resignificación de los
espacios. Aquello que antes se percibía como familiar, ahora se torna amenazante. A
partir de este punto, sin ir más lejos, la vía pública se convierte, para ellas, en un lugar
de cosificación y objetivización de sus propios cuerpos y de los cuerpos de todas las
mujeres (Zúñiga, 2014)

Tal como se ha evidenciado en estos relatos, las víctimas desarrollan un mecanismo de


defensa que consiste en restarse de los espacios públicos, rehuir la vida académica,
alejarse de los propios círculos sociales e, incluso, limitar los propios movimientos.

Redes de apoyo: la contención como mecanismo de resistencia


Tal como se ha subrayado, una de las principales características del acoso sexual es la
dificultad que reviste su identificación, exteriorización y denuncia. A su vez, estas
características se transforman en una constante que limita la capacidad de acción de
las víctimas. De este modo,
resulta crucial el que las mujeres vulneradas cuenten con una sólida contención y con
redes de
apoyo social. La importancia de las redes de apoyo reside en que ellas potencian la
autoestima y, también, proporcionan ayuda material y/ o emocional en momentos de
crisis. Estas redes, por
consiguiente, están directamente vinculadas con el bienestar psicológico de las víctimas
(Aznar et al., 2003). Así lo prueban los testimonios de las entrevistadas.

En este contexto, las entrevistadas relatan que el apoyo familiar es el pilar fundamental
sobre el que se estructura el proceso de superación de esta violencia, ya que contribuye
a generar las condiciones para la identificación de la agresión. En muchas ocasiones,
es el núcleo familiar el que motiva a las víctimas a tomar acciones legales y a romper
todo tipo de relación con el agresor
(Aznar et al., 2003; Mitchel y Hodson, 1983). De este modo, las estudiantes destacan
que la contención es clave para generar en las víctimas la certeza de que se cuenta con
protección absoluta en espacios de intimidad (Estrada, Herrero y Rodríguez, 2012).

Además del entorno familiar, una segunda red de apoyo clave la conforman las
amistades toda vez que las víctimas las suelen tener por personas con disposición a
escuchar, a aconsejar y a orientar. Se revela así la importancia de los espacios de
escucha ya que —tal como se ha señalado— el reconocimiento y la identificación de la
experiencia del acoso como agresión sexual supone recorrer un camino complejo y lleno
de restricciones, impuestas y autoimpuestas.
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Como queda de manifiesto, al contar con estas redes, se fomenta el desarrollo de un


mayor nivel de control en las repercusiones de la experiencia vivida por las víctimas, y
se promueve el desarrollo de estrategias de superación del trauma que supone un acto
de agresión sexual (Aznar et al., 2003). Por añadidura, el apoyo brindado por las

amistades permite que circule información que, potencialmente, puede motivar nuevas
denuncias y, además, puede promover una mejora en la autoestima de las víctimas que
permanecen en silencio.

PC4 comprensión lectora

TEXTO 1
La población de China se está reduciendo. Se enfrenta a un futuro peligroso.
Adaptado de Larmer, B. y Zhang, J. (2023). La población de China se está reduciendo. Se enfrenta a un
futuro peligroso. National Geographic. https://cutt.ly/f4QFdWl

China pronto dejará de ser el país más poblado del mundo, un título que ha tenido
durante siglos, lo que subraya el enorme desafío que enfrenta para mantener su dominio
global.
Es principios de otoño en el centro de China y las calles del pueblo de Ding Qingzi se
están volviendo doradas.
Miles de mazorcas de maíz sin cáscara yacen en rectángulos ordenados frente a las
casas, sus granos secándose al sol. La cosecha es uno de los latidos del corazón de la
vida rural en la provincia de Anhui, una constante que Ding, de 35 años, conoce desde
la infancia. Sin embargo, quedan pocos otros ritmos. Excepto por el maíz, las calles
están casi vacías. Las casas han sido abandonadas. Los sonidos de los niños se han
desvanecido. Y durante años, Ding luchó por encontrar una esposa. Pocas mujeres
jóvenes todavía viven en el pueblo. Menos aún se casarían con un soldador incapaz de
comprar una casa o pagar el precio de la novia. “Mi familia no es rica”, dice Ding.
De pie en su jardín pelando maíz, la tía de Ding lamenta la difícil situación de lo que ella
llama "hombres sobrantes". El pueblo tiene docenas de solteros de entre 30 y 40 años,
dice ella, hombres solitarios como Ding, cuyas esperanzas de amor y familia chocaron
con una fuerza implacable: la agitación demográfica de China.
Después de décadas de una tasa de natalidad en picada, el país ha comenzado una
disminución irreversible de la población que repercutirá en toda China y en todo el
mundo en las próximas décadas. Las repercusiones ya se pueden sentir en lugares
como Anhui, donde la búsqueda de una esposa por parte de Ding también se vio
obstaculizada por un agudo desequilibrio de género. Aproximadamente en el momento
de su nacimiento, nacían 131 niños por cada cien niñas en Anhui, un reflejo de un sesgo
tradicional por los hijos varones exacerbado por la política ahora descartada de un solo
hijo de Beijing. Hoy China tiene un superávit de unos 30 millones de hombres, más de
la mitad en edad de contraer matrimonio.
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Una escasez de población en un país de más de 1.400 millones de habitantes puede


parecer paradójico. El sentido de identidad y fuerza de China ha estado ligado a lo largo
de su historia al asombroso tamaño de su población. Cuando el emperador Qin Shi
Huang ordenó a un millón de trabajadores que construyeran la Gran Muralla en el año
221 a. C., el grandioso esfuerzo correspondió a una dinastía que constituía más de una
cuarta parte de la población mundial. Dos milenios después, el surgimiento de China
como una superpotencia del siglo XXI ha sido impulsado por su oferta aparentemente
ilimitada de trabajadores, cientos de millones de los cuales han emigrado a las ciudades.
Pero China ha llegado a un punto de inflexión. Incluso según los propios cálculos del
gobierno, su población se redujo el año pasado, el comienzo de una larga caída que los
demógrafos predicen que persistirá durante el resto del siglo. La razón principal: la tasa
de natalidad de China se ha desplomado a su nivel más bajo desde la fundación de la
República Popular en 1949. Solo en los últimos siete años, el número de nacimientos
se ha reducido casi a la mitad, de 18 millones en 2016 a 9,6 millones en 2022. Incluso
si la tasa de natalidad se estabiliza, dicen los expertos, la población de China seguirá
cayendo un 50 por ciento o más para 2100, cuando podría ser solo la mitad del tamaño
de la India y comparable en tamaño a la de Nigeria.
La última vez que la población de China cayó fue durante la hambruna cataclísmica del
Gran Salto Adelante, la desafortunada campaña de industrialización de Mao Zedong a
principios de la década de 1960, cuando unos 30 millones de personas murieron de
hambre. Esta vez, la caída no se debe a la hambruna, la guerra o una catástrofe, sino a
los rápidos cambios sociales y económicos, los crecientes costos de casarse y criar a
los hijos, y la política restrictiva del hijo único. Como para marcar el momento, el reinado
de siglos de China como la nación más poblada del mundo llegará a su fin este año, con
India superándola y ocupando la primera posición.
Las consecuencias van mucho más allá de un cambio de guardia simbólico. Es probable
que la disminución de la población de China desacelere, o incluso detenga, la marcha
aparentemente inexorable del país hacia la preeminencia económica mundial, incluso
mientras alivia la presión sobre el medio ambiente del planeta. ¿Cómo apoyará una
fuerza laboral que ya se está contrayendo a una población de ancianos que se espera
que casi se duplique durante el próximo cuarto de siglo? ¿Y cómo fomentará Pekín los
nacimientos después de reprimirlos durante más de tres décadas y media? “Este es un
declive histórico sin precedentes”, dice Wang Feng, sociólogo de la Universidad de
California, Irvine. “Para fines de siglo, China será bastante irreconocible en términos de
lo que sabemos sobre la historia y la posición de China en el mundo”.
China no es la única nación que se tambalea al borde del precipicio demográfico. La
caída de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida se han convertido
en el sello distintivo de las economías urbanas industrializadas, una combinación que
ha puesto patas arriba las pirámides demográficas desde el este de Asia hasta Europa
occidental. China está rugiendo por un camino que está siendo forjado por sus viejos
vecinos, Japón y Corea del Sur. En 2021, Corea del Sur tuvo la tasa de fertilidad más
baja del mundo, con 0,81 hijos por mujer. China no se quedó atrás con 1,16, apenas la
mitad de la "tasa de reemplazo" necesaria para mantener una población estable.
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Sin embargo, la situación de China es excepcionalmente desalentadora, no solo por su


tamaño e influencia global, sino también por una distinción no deseada: es probable que
se convierta en el primer país en envejecer antes de volverse rico. A pesar de su
surgimiento como la segunda economía más grande del mundo, el producto interno
bruto (PIB) per cápita de China sigue siendo menos del 40 por ciento del de Japón y el
20 por ciento del de Estados Unidos.
La velocidad vertiginosa de la transformación de China la empujó hacia el punto de
inflexión más rápido que otros países. Pero la política del hijo único también resultó ser
un acelerador. Lanzado en 1980 para evitar un boom demográfico, el programa acabó
acelerando la llegada del resultado contrario. Beijing abandonó la política en 2016, pero
la tasa de natalidad ha seguido cayendo en picado.
En un planeta cuya población se ha duplicado en los últimos 50 años, la pregunta
candente para China y las naciones más desarrolladas puede parecer extraña: ¿Cómo
pueden evitar un colapso demográfico? Beijing está luchando por obtener respuestas.
El líder supremo de China, Xi Jinping, prometió “mejorar la estrategia de desarrollo de
la población” y “establecer un sistema de políticas para aumentar las tasas de natalidad”.
Lidiar con una implosión demográfica requerirá más que otro ataque de ingeniería social.
En China, incluso podría forzar un ajuste de cuentas en temas tan espinosos como la
igualdad de género, la inmigración, el cuidado de los ancianos y los límites de la alta
tecnología. “Ningún país ha resuelto nunca este problema”, dice Yong Cai, demógrafo
de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. “Este es un nuevo capítulo aún
por escribir para la raza humana”.

TEXTO 2
La despoblación que no cesa
Recaño, J. (2000). La despoblación que no cesa. Demografía: cambios
En el modelo reproductivo, dossier 36. Economistas sin Fronteras, 39-44.
https://cutt.ly/k4QFryV
LA DESPOBLACIÓN QUE NO CESA

Joaquín Recaño
Centre d’Estudis Demogràfics y Universitat Autònoma de Barcelona

L os municipios españoles de menos de 1.000 habi-


tantes representan en la actualidad el 61,4 de las
entidades locales; se hallan repartidos por una vasta
a estos lugares desde mediados del siglo xx. La sos-
tenibilidad demográfica de este conjunto heterogéneo
de municipios plantea un reto demográfico de primer
extensión del territorio, que supone el 40 por ciento orden, pero que debe tener en cuenta, a la hora de
de la superficie española. A pesar de su elevada par- aplicar políticas públicas sobre despoblación, la gran
ticipación en la estructura municipal, su aportación diversidad de la España rural.
demográfica es mínima, pues apenas concentran el
3,11 por ciento de la población. Este notable desequi-
librio entre el volumen demográfico y el territorio
que ocupan los pequeños pueblos de la España rural El largo camino de la despoblación
es el origen del término que, con notable éxito, «La
España Vacía», ha acuñado Sergio del Molino en su Los pueblos situados en los espacios rurales de Es-
ensayo del mismo título. Recientemente, diversos paña forman un conjunto muy heterogéneo, que ha
colectivos han incorporado una pequeña variante de padecido, en mayor o menor medida, los efectos de
carácter menos neutro, «La España Vaciada», que, la despoblación. Este asunto, aunque no es nuevo, ha
a tenor del adjetivo/participio empleado, concede vuelto a situarse, durante los últimos tres años, en un
a la España rural el papel de víctima colateral del primer plano de la agenda política de los principales
acelerado proceso de modernización de la sociedad partidos y con una aproximación recurrente de los
española. medios de comunicación a través de reportajes sec-
toriales y locales que no llegan a captar la extrema
Este desequilibrio población-territorio de tan notable variedad de situaciones que presenta la España rural
actualidad es, sin embargo, la consecuencia de un respecto a la problemática de la despoblación. La
largo y complejo proceso secular que ha afectado a eclosión del tema se vincula una vez más con los
las tierras peninsulares con cronologías temporales e efectos demográficos de la crisis económica, pre-
intensidades espaciales muy diversas. Esta situación cisamente cuando se ha diluido el espejismo de la
constituye en esencia el problema fundamental de inmigración como panacea para resolver la escasez
una vasta superficie del centro y norte peninsular de población de las áreas rurales. Los últimos años
que se caracteriza por lo siguiente: a) unas bajísi- nos han devuelto a la cruda realidad: un espacio de-
mas densidades, que sitúa, en 2017, a un conjunto mográfico que se debate entre la necesidad de una
significativo de provincias españolas entre los espa- transformación radical y el riesgo de la pura extinción
cios menos densos de la Unión Europea, con valores biológica. Pero todo no fue siempre así en la España
similares a las regiones más septentrionales de los rural. Existe una larga y convulsa historia de la pobla-
países nórdicos; b) un pronunciado envejecimiento, ción rural que es la antesala de los actuales problemas
con una significativa proporción de personas ma- de despoblación.
yores de 65 años; una relativa escasez de mujeres,
producto de una histórica emigración diferencial A principios del siglo xx, uno de cada cinco habitan-
por sexo, en la que las mujeres han sido pioneras y tes en España residía en municipios que tienen ac-
principales protagonistas en las salidas de las áreas tualmente menos de 1.000 habitantes, concentrando 4
rurales hacia los entornos urbanos; y, finalmente, millones de personas, la densidad de esas poblaciones
una escasa participación en los réditos de la reciente superaba los 20 habitantes por km2, no muy inferior
inmigración internacional, que se ha caracterizado a la del conjunto de España en aquellos años, 37 ha-
en esos espacios por su volatilidad, con un número bitantes por km2. Un poco más de un siglo después,
significativo de inmigrantes de paso, que no ha po- la población de esos municipios se había reducido
dido restañar las pérdidas demográficas que afectan a 1,45 millones, casi una tercera parte del volumen

39
inicial, y apenas representaba el 3,11 por ciento del Los mecanismos demográficos implicados
conjunto español, su densidad era de 7,3 habitantes en la despoblación
por km2, frente a los 92 de España en las mismas fe-
chas: durante ese lapso se consolidó un vasto mundo El proceso de despoblación es el resultado de la in-
vacío en el interior de la península. Sin embargo, teracción de diferentes fenómenos demográficos. El
estos simples datos no reflejan su compleja evolución principal mecanismo demográfico implicado ha sido
demográfica. históricamente la emigración de jóvenes en busca de
oportunidades laborales y educativas en las ciudades.
El éxodo rural se inicia a finales del siglo xix en La salida de estos jóvenes trajo consigo una profunda
zonas próximas a las áreas urbanas e industriales de depresión del mercado matrimonial local, especial-
Cataluña y el País Vasco y es un proceso asociado a mente agravado por la mayor emigración de las muje-
la modernización auspiciada por la extensión del ca- res en el mundo rural, cuya huella más evidente es el
pitalismo. Sin embargo, durante la primera mitad del fuerte desequilibrio entre hombres y mujeres que aún
siglo xx, la elevada fecundidad de los municipios ru- se conserva en numerosas zonas rurales, con niveles
rales y una mortalidad en rápido retroceso aseguraron superiores a los 160 hombres por cada 100 mujeres
la continuidad e incluso un significativo crecimiento en las edades núbiles. La emigración agregó además
demográfico de los espacios rurales, basado en un un efecto diferido, fue el factor desencadenante de
fuerte crecimiento natural. En ese período, el creci- la caída de la natalidad del momento y también de la
miento urbano se nutre esencialmente de los exceden- futura desnatalidad, la de aquéllos que ya no nacerían
tes demográficos del mundo rural. A partir de 1930, en el mundo rural por la emigración de sus padres.
la coyuntura histórica española, caracterizada por la Mientras el campo asistía a una severa depresión de-
sucesión paulatina de la Gran Depresión, las mejoras mográfica, las ciudades españolas registraron entre
introducidas en el campo por las reformas agrarias principios de la década de los sesenta y la segunda
impulsadas por la Segunda República, la Guerra Civil mitad de los setenta el número más elevado de na-
y la depresión económica de la posguerra, frenaron cimientos de su historia, favorecidos por una nup-
durante un largo período la emigración del campo. cialidad intensa y temprana y un flujo incesante de
Los sectores rurales alcanzaban, en algunas zonas del población joven desde las zonas rurales. Desde 1980,
país, su máximo volumen demográfico entre 1930 y un éxodo rural más reducido pero continuo y la caída
1950 y planteaban un problema de desequilibrio po- generalizada de la fecundidad en todo el país, más
blación-recursos, e incluso sobrepoblación, que puede intensa en los municipios pequeños del centro y norte
sorprendernos ante la exigua realidad demográfica de la península, no hizo más que agravar la despobla-
que los caracteriza actualmente. Desde la década de ción hasta límites insospechados. En esos momentos,
los cincuenta, se produce un progresivo deterioro de las pérdidas poblacionales provocadas por la senectud
las condiciones socioeconómicas de los entornos ru- de las poblaciones rurales pasaron a un primer plano
rales ante la creciente mecanización del campo y la como mecanismo de despoblación: una fecundidad
irresistible y atrayente movilidad social ascendente inferior a la media española, una elevada proporción
que garantizan las ciudades. Entre 1950 y 1991, estos de personas no emparejadas en edades núbiles, con
municipios pierden casi dos millones y medio de ha- un fuerte desequilibrio entre sexos y un creciente e
bitantes y son la principal fuente del éxodo rural hacia intenso envejecimiento que nutría los grupos más
los centros urbanos: el reverso del éxodo rural fue la proclives a la mortalidad.
intensa urbanización que caracteriza ese periodo. Sin
la emigración rural no dispondríamos en la actuali-
dad de las grandes aglomeraciones metropolitanas de
Madrid, Barcelona o Valencia, ni las capitales de pro- Los factores que explican la diversidad
vincias de muchas regiones del interior, situadas en de la España vacía
las mismas áreas de emigración, habrían garantizado
su crecimiento y más recientemente su sostenibilidad El debate sobre la sostenibilidad demográfica de los
demográfica. espacios rurales debe partir del reconocimiento de
la heterogeneidad de los casi 5.000 municipios de
menos de 1000 habitantes existentes en España en la
actualidad. Así, los espacios rurales situados en el sur
peninsular y en los aledaños de la costa mediterrá-
nea y atlántica gozan, por lo general, de una relativa

40
salud demográfica. Por el contrario, los situados en Una aproximación a la heterogeneidad demográfica
el centro y norte del país son los más afectados por de los espacios rurales españoles
la despoblación. Desde 1981, un 15 por ciento de
los municipios de menos de 1000 habitantes registró El desigual impacto del envejecimiento, la baja nata-
incrementos poblacionales. El 85 por ciento restante, lidad y la escasez de mujeres en los tramos centrales
constituido por casi cuatro mil doscientos munici- de la pirámide de estos municipios son las claves de
pios, tuvieron una reducción real de su población. Es la interpretación de las tres tipologías consideradas en
por ello que la variedad de las dinámicas poblacio- el cuadro siguiente (figura 1).
nales de los municipios rurales nos exige establecer
una tipología que recoja los diferentes componentes Un primer grupo de municipios, integrado por el 29,7
socioeconómicos y demográficos que explican esas por ciento de las entidades locales de menos de 1000
diferencias. habitantes, configura un tipo que hemos denominado
espacios rurales de resiliencia demográfica. Se trata de
Para construir esa tipología hemos empleado una téc- entidades de mayor tamaño demográfico y menor alti-
nica estadística denominada análisis de componentes tud, localizadas en las zonas periféricas de la Meseta,
principales, que nos permite identificar los factores lejos de las áreas de montaña más demográficamente
que explican las diferencias existentes entre los mu- deprimidas, con una cierta estabilidad poblacional;
nicipios rurales.1 Para la elaboración de la tipología, densidades de población más elevadas que la media
se han considerado 21 variables que miden aspectos rural española, un índice de masculinidad ligeramente
ligados al tamaño de la población de los municipios superior al conjunto de España y que han experimen-
y sus aledaños, la altitud, la tasa de crecimiento, la tado un menor impacto de la emigración, sólo un 60
densidad de las entidades y los municipios circun- por ciento de los nacidos en esos municipios residían
dantes, la relación de masculinidad, la estructura de- en 2016 en otro municipio de España.
mográfica, la distancia a la capital de provincia y
la intensidad de la emigración interna. Este tipo de En el segundo grupo se incluye el 32,9 por ciento
análisis ha identificado tres factores que explican la de los municipios rurales, que tienen como principa-
mayor parte de la variabilidad de los espacios rurales les características una altitud elevada, una pequeña
españoles. Los factores, por orden de importancia, dimensión demográfica, con una mediana de 175
son los siguientes: un primer factor asociado al en- habitantes, una densidad muy baja, de 6,2 habitantes
vejecimiento, con una relación intensa con las varia- por km2, tasas de crecimiento negativas, un signi-
bles de estructura; un segundo factor conectado con ficativo nivel de masculinidad, superior al grupo
el ámbito de la emigración; y finalmente, un factor anterior, un relativo nivel de envejecimiento y un
definido por la cercanía a espacios más poblados. elevado impacto de la emigración, el 80 por ciento
Los tres factores explican casi el 60 por ciento de la de los nacidos reside en otros municipios. Estos
variabilidad entre municipios. En cada municipio, municipios pueden ser denominados espacios rurales
y mediante esta técnica de análisis, se obtiene una de la emigración.
puntuación en cada uno de los factores, a los que
posteriormente se les ha aplicado, ya en una segunda Finalmente, el tercer grupo, lo constituyen los es-
fase, un análisis de conglomerados también conocido pacios rurales en riesgo de despoblación irreversible, que
como clúster. Esos factores identifican tres espacios pueden llegar incluso a la extinción biológica en
demográficos rurales muy definidos, con unas pecu- los próximos años. Se trata de 1.840 municipios,
liares características demográficas cuyos resultados un 37,4 por ciento de las entidades de menos de
pasamos a analizar a continuación. 1000 habitantes. Presentan las características más
extremas del conjunto de variables que hemos con-
siderado: máxima altitud media, mínima dimensión
demográfica, 110 habitantes de promedio, las den-
sidades más bajas, 4,3 habitantes por km2, máximo
envejecimiento, con edades medias próximas a los
60 años y un 45 por ciento de sus habitantes de más
de 65 años. Son los municipios que han experimen-
tado la máxima emigración femenina y presentan un
1. Recaño, J. (2017) «La sostenibilidad demográfica de la Es- severo proceso de envejecimiento.
paña vacía», Perspectives Demogràfiques, n.º 7, pp. 1-4V.

41
Figura 1: Algunos indicadores de los municipios rurales en España, según tipología de municipios*

Tipología
1 2 3
Municipios
de más
Espacios rurales
de 1.000 Espacios rurales
Espacios rurales en riesgo de
habitantes de resiliencia
Características de cada tipología de emigración despoblación
demográfica
irreversible

Total de municipios 3.162 1.464 1.624 1.840


% Total de municipios españoles 39,00% 18,1% 20,00% 22,70%
% Sobre la población española 2016 96,90% 1,8% 0,70% 0,70%
Población en 1900 2.569 888 539 545
Población en 1981 3.052 618 229 235
Población en 2011 3.703 578 183 122
Población en 2016 3.629 551 173 110
Superficie (Km )
2
53,80 31,00 26,70 29,40
Altitud 3570 475 833 858
Densidad 1981 55,80 19,40 8,00 8,20
Densidad 2011 73,80 17,60 6,20 4,30
Relación (Hombres/Mujeres) 1,00 1,10 1,20 1,20
Edad media 43,50 48,50 51,60 59,10

% Población (0-19 años) 19,30% 14,70% 10,90% 5,20%

% Población de 65 y más años 19,80% 27,40% 29,90% 44,10%

% Nacidos residen en otros municipios 46,90% 64,20% 79,80% 82,10%

Se presentan las medianas de cada distribución (Valor que representa el 50% de cada variable).
* Tipología descrita en el texto.
Fuente: elaboración propia.

Aunque los tres grupos se caracterizan por una gra- de Teruel, y, finalmente, la Rioja. Por el contrario,
dación de los principales indicadores demográficos, en las provincias situadas en el Valle del Ebro, el
el segundo y el tercero, el más problemático, tienen espacio al sur de la línea geográfica que une Cáceres
una mayor proximidad en sus indicadores, lo que y Toledo, la montaña pirenaica y las regiones me-
constituye una mala noticia, porque su supervivencia diterráneas se localizan los municipios rurales con
demográfica está en juego, a tenor de sus estructuras una mayor resiliencia demográfica, o resistencia a la
demográficas. despoblación. La especial configuración del pobla-
miento que caracteriza a las comunidades autónomas
Estos dos últimos grupos componen un área continua de Asturias y Galicia no permite, a través del análisis
donde se localizan los municipios rurales con peores con datos municipales, constatar la verdadera dimen-
perspectivas de futuro: las comunidades circundan- sión de los problemas demográficos que afectan a las
tes con Madrid, especialmente Castilla-León, donde zonas rurales de esas regiones, cuyos problemas de
todas sus provincias están implicadas en menor o ma- despoblación tienen una clara dimensión inframuni-
yor grado en el proceso de despoblación; Castilla-La cipal, localizados en sus concejos y parroquias. La
Mancha, en la que la situación de insostenibilidad distribución de los municipios según las tres catego-
demográfica se concentra en los municipios más pe- rías reseñadas queda ilustrada en el siguiente mapa
queños de las provincias de Guadalajara y Cuenca; (figura 2).
Aragón, con especial protagonismo de la provincia

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Figura 2: Distribución espacial según tipología de municipios

Espacios rurales de resiliencia demográfica


Espacios rurales de emigración

Espacios rurales en riesgo de despoblación irreversible

Los componentes recientes del crecimiento natalidad ha experimentado un continuo descenso


demográfico de los espacios rurales y la mortalidad ha seguido una senda continua de
crecimiento asociada al envejecimiento. Los munici-
Ya hemos señalado que en los últimos años se han pios en riesgo de despoblación irreversible muestran
producido cambios sustantivos en las causas demo- las tasas de natalidad más bajas, las más altas de
gráficas implicadas en la despoblación rural. La emi- mortalidad, el menor crecimiento natural (siempre
gración ha perdido peso y han adquirido un mayor negativo), una mayor emigración interna neta y la
protagonismo las pérdidas demográficas derivadas menor atracción de la inmigración exterior. Cons-
de una fecundidad muy baja y una mayor mortalidad tituyen el caso extremo de decrecimiento entre los
vinculada al envejecimiento. Por otra parte, mien- municipios investigados. Los otros dos grupos de
tras las ciudades se han beneficiado considerable- municipios muestran comportamientos muy afines
mente del aporte inmigratorio exterior, éste último en mortalidad y migraciones, aunque siempre con
ha pasado de puntillas por la mayoría de las áreas crecimientos negativos en su conjunto. En todo caso,
rurales españolas. El conjunto de municipios que desde 1975, primera fecha para la que disponemos
analizamos, aquéllos de menos de 1000 habitantes, de datos de todos los municipios de España, el cre-
sólo ha captado el 1,85 por ciento de la inmigración, cimiento natural de los tres grupos ha sido negativo
un valor incluso menor del peso que representa su en cada año. La contundencia de estos datos es la
población en España, que debemos recordar es el muestra palpable del grave problema que afecta los
3,1 por ciento. municipios de la España Vacía y la prueba evidente
de los graves problemas que plantea enderezar su
Las estructuras demográficas de los espacios rura- evolución demográfica en el futuro. La inmigra-
les condicionan severamente su evolución demográ- ción exterior ha aparecido en diferentes trabajos
fica. Desde mediados de la década de los setenta, la académicos y en diferentes propuestas de diversas

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autoridades políticas y administrativas como solu- Las perspectivas demográficas
ción local para los problemas de despoblación. Sin de los espacios rurales
embargo, esa solución sólo constituye un espejismo
demográfico, ante la imposibilidad de fijar a esos Las perspectivas demográficas de los espacios rurales
inmigrantes a los territorios afectados. A pesar de varían considerablemente según los sectores geográfi-
tratarse de espacios vacíos, la capacidad de atracción cos que consideremos. En algunas áreas, la resiliencia
de inmigrantes del exterior ha sido muy baja durante económica expresada a través del turismo rural, las
el gran ciclo migratorio 2001-2007. Por otro lado, segundas residencias y la existencia de recursos con-
descubrimos que una parte significativa de los inmi- cretos ligados al territorio pueden garantizar la con-
grantes nacidos en el extranjero que llegaron a los tinuidad económica y, en menor medida, el manteni-
municipios con mayores problemas demográficos miento de unos mínimos poblacionales. Sin embargo,
vuelve a emigrar después de un tiempo relativa- la mayor parte de los núcleos rurales no son capaces
mente corto. Por ejemplo, en el período 2000-2017, de retener a los pocos jóvenes que residen, especial-
los municipios rurales españoles tuvieron un saldo mente a las mujeres, y no son especialmente atractivos
migratorio interno negativo de la población nacida para los potenciales inmigrantes, caracterizados por
en el extranjero. Este resultado sugiere, por lo tanto, una elevada circulación que no llega a arraigar en
que a una primera radicación de los inmigrantes en el territorio. Este grupo de población, el único que
esos municipios sigue su re-emigración. Probable- podría enderezar la maltrecha situación demográfica
mente, entre los inmigrantes se reproducen los mis- de la población rural, es la llave de su supervivencia
mos factores que expulsan a la población autóctona demográfica, pero no se atisban cambios en esa di-
de las áreas rurales. rección, si no se potencian inversiones públicas que
fomenten el anclaje de la población en los lugares
con problemas demográficos. Cualquier intervención
política debería tener en cuenta la variedad de los es-
pacios rurales en cuestión, no dilatar en el tiempo una
evaluación más precisa de los factores que explican
esa heterogeneidad e identificar finalmente aquellos
aspectos que puedan favorecer la resiliencia demo-
gráfica y económica de estos espacios en retroceso. n

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