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El concepto de Estado Nación moderno.

Precisiones (2015); en Área de Derechos


Humanos y Pedagogía de la Memoria, INFD (2015). Estado,Democracia y Derechos
Humanos, Clase 1: Estado y proyecto histórico. Especialización en Derechos Humanos.
Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. (Extracción)

2. Precisiones acerca del concepto de Estado


2.1. El Estado Nación moderno como punto de partida
En este apartado ofrecemos las primeras nociones conceptuales que admiten precisar de
qué hablamos cuando hablamos de Estado y dilucidar cómo esas concepciones y tipos de
Estado han sabido integrar a la mayor parte de la ciudadanía por medio de políticas y
derechos, y otras veces ejercieron una feroz represión popular, a través de interrupciones
del Estado de derecho, por medio de la instalación de dictaduras cívico militares y del
Terrorismo de Estado.
Partimos de comprender que la historia de la humanidad registra formas asociativas
diversas, puesto que los seres humanos, al ser sujetos sociales de y en comunicación,
conformamos permanentemente grupalidades diferenciales, al tiempo que establecemos
sociedades políticas mediante las cualesinstituimos acuerdos y formas particulares de
relación y gobierno. Somos
seres en relación, esto es, necesitamos darle un sentido y -principalmente- un orden a los
vínculos que establecemos cotidianamente. El Estado moderno resulta ser uno de esos
órdenes sociales construidos históricamente para la vida en sociedad.
Habrán escuchado que habitualmente se dice “el Estado somos todos”. Consideramos
que esta idea -que ya forma parte del sentido común- requiere ser problematizada tanto
conceptual como históricamente, puesto que no siempre los Estados han propiciado la
representación en términos de igualdad y equidad ciudadana. Consecuentemente, en
cada momento histórico no todas las personas
fueron consideradas ciudadanas y/o ciudadanos, ni todas las ciudadanas y/o ciudadanos
participaron de la misma manera en la configuración del Estado.
Por otra parte, seguramente muchas y muchos de ustedes estarán pensando también en
torno a la idea del Estado como garante de derechos (políticos,económicos, sociales,
culturales, civiles y ambientales, entre otros derechos que se derivan directamente de las
declaraciones, convenciones, pactos y tratados internacionales de DDHH). Repensar
históricamente esta idea será una manera de
comenzar a problematizar la noción de Estado.
El Estado, como bien sabemos, claramente tiene esa función de garante de los derechos
aunque -como dijimos- no siempre en la historia la ha tenido, y además tiene otras
funciones o roles que también intentaremos abordar y complejizar en esta clase.
En este marco, tengamos en cuenta que lo que hoy denominamos Estado no es otra cosa
que lo se ha ido construyendo e institucionalizando como “el Estado-Nación moderno”,
que -según varios
investigadores- tiene sus antecedentes históricos en el denominado Tratado de Westfalia,
cuando
en 1648 varias ciudades europeas establecieron la paz, luego de largas décadas que
ensangrentaron
el continente con guerras religiosas, profundos conflictos territoriales y disímiles luchas
por la organización del poder. La paz de Westfalia, entonces, es entendida como un
acontecimiento diplomático paradigmático que posibilitó el largo proceso emancipatorio
europeo por la independencia, facilitó la configuración de naciones y un tipo de relación
social que implicó generar institucionalidad como respuesta al problema teológico y
político que imperó en la Europa medieval.
Esto no quiere decir que antes no haya habido Estado, ya que organizaciones sociales
antiguas tenían su forma de Estado (como el egipcio, el persa y el romano). Pero en este
módulo nos interesa, más que discutir la historia del concepto de Estado, comprender el
rol que asume en cada época histórica. Una mirada significativa en torno a la idea de
Estado -aunque con grandes
diferencias entre sus impulsores- es la que presentan los pensadores“contractualistas”
(Thomas Hobbes, John Locke, Jacques Rousseau), quienes consideran que los seres
humanos decidimos consensuar y establecer un “contrato social” para delegar el poder y,
de esa manera, formar el Estado o sociedad política en el marco de ciertos acuerdos.
Desde esta perspectiva, previo al establecimiento del pacto o contrato social, la sociedad
se encuentra en un “estado de naturaleza” y generalmente resuelve sus conflictos
mediante el uso de la fuerza o por medio de “leyes naturales” (el “contractualismo”
considera que el conocimiento válido es el que se encuentra presente en la Naturaleza).
Mientras que en la Edad Media la organización social y el poder se centraban en figuras
investidas de autoridad divina (el Papa y los reyes como representantes de Dios en la
Tierra), el contrato social de la era moderna invierte esa legitimidad, dado que pasa a
validarse en una construcción acordada entre personas (en tanto suma de voluntades
individuales) que permite intermediar las relaciones
y a la vez garantizar un orden, seguridad y protección institucional, derechos y deberes
para la vida comunitaria.
Una definición clásica de Estado moderno que resalta sus aspectos estrictamente
funcionales es la del sociólogo alemán Max Weber, para quien la función estatal esencial
es la de formalizar una serie de instituciones y ejercer el monopolio legítimo de la
dominación física dentro de un territorio.

2.2 El Estado y el sistema capitalista


Ahora bien, el Estado -como lo podemos pensar actualmente- fue adquiriendo sus
características y atributos en el marco del surgimiento, desarrollo y expansión del
capitalismo, lo que le otorga un carácter insoslayablemente clasista. En este sentido, el
sociólogo greco-francés Nicos Poulantzas define al Estado como una relación social, esto
es, “como la condensación material de una relación de fuerzas entre las clases y
fracciones de clases, tal como se expresa, siempre en forma específica, en el seno del
Estado” (Poulantzas: 1979:154). Por tal motivo, podemos comprender que la morfología
estatal concreta (cuántas oficinas tiene, cuánto personal contrata, de qué recursos
dispone) y sus prácticas (las políticas que define, las tareas que ejecuta, las funciones
que cumple y las que ignora) dependen de las variables relaciones de fuerzas sociales y
de la manera en que se expresa en el ámbito definido por un territorio (Thwaites Rey y
1
López, 2005).
Esto significa que el Estado capitalista no es un ente separado e independiente de la
sociedad y sus
luchas -como lo piensa la tradición liberal- sino que por el contrario constituye su
expresión material, es decir, va configurándose históricamente al calor de los proyectos y
disputas sociales.
Esas relaciones son dinámicas y cambiantes y, en tal sentido, el Estado es también

1
Cabe aquí una aclaración importante: la materialidad en el Estado
no se produce de un modo lineal, no se refleja como un espejo de la sociedad;
sino que el Estado presenta opacidades y resistencias propias, diferenciales según
sus
instituciones.
dinámico y cambiante, se erige como un campo en el que diversos grupos sociales
encaran procesos de lucha contra ciertas directrices de Estado mientras otros buscan
mantener el estado de situación.
Desde una perspectiva histórica, Oscar Oszlack (1997), destacado investigador argentino
especializado en ciencias políticas, analiza el proceso por el cual el Estado va
constituyendo mecanismos de centralización del poder y de adquisición de legitimidad a
partir de una serie de
propiedades:
capacidad de obtener reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de
relaciones; de
institucionalizar su autoridad; de diferenciar su control, a través de la creación de un
conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad;
de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión de símbolos que refuerzan
sentimientos de pertenencia y solidaridad social.
Para este mismo autor, el origen, expansión, diferenciación y especialización de las
instituciones estatales, constituyen intentos de resolución de la creciente cantidad de
cuestiones que va planteando el desarrollo contradictorio de la sociedad. Frente a tales
cuestiones el Estado adopta posiciones respaldadas por recursos de dominación, que
expresan un variable grado de coerción o consenso (Oszlack,1984).
Posteriormente, cuando abordemos los tipos particulares de Estado, volveremos sobre
estos puntos que enuncia el autor y veremos diferentes ejemplos, pues los aportes de
Oszlack sintetizan también varias dimensiones desde las que se puede comprender el
Estado.
A partir de lo que venimos trabajando podemos afirmar que -así entendido- el Estado
sintetiza la organización del poder dentro de una comunidad; esto significa que reproduce
el orden social a través del desarrollo de instituciones y declaración de derechos por
medio de una dirección política y un cuerpo administrativo concreto. En resumen, sus
características principales son: el
territorio; la población; la soberanía; las instituciones públicas; la administración del poder
(político, económico, coercitivo y simbólico) y el ordenamiento jurídico (dominación legal).
La manera en que cada gobierno (o grupo que asuma la representación política en un
momento histórico determinado) conjugue estos aspectos, otorgando prioridad a algunos
de ellos en función de ciertos posicionamientos políticos (poder como dominio o
consenso, ejercicio o posesión, por ejemplo) e intereses sociales representados (la
articulación de sectores sociales –bloque- en el poder) dotará de contenido y significación
al Estado.
En este punto cabe precisar que la construcción de un orden político no implica solamente
poder, autoridad y leyes, sino también el desarrollo de un sistema de significados
comunes: un poder gobernante capaz de imponer definiciones “verdaderas” para la
población, por medio de ese proceso de legitimidad que el pensador italiano Antonio
Gramsci complejiza y denomina “hegemonía”.
Tomamos la noción de hegemonía del pensador italiano Antonio Gramsci, para quien el
Estado se
constituye en la relación entre la sociedad política y la sociedad civil que a su vez se
construye en
base a consensos, donde un grupo o clase impone un conjunto de significados (formas de
ver el
mundo). La hegemonía está así concebida como la construcción que permite el paso a
una esfera de
dirección cultural e ideológica de la sociedad, por parte de un grupo. Esta hegemonía se
dinamiza a
través de mecanismos culturales como la educación, religión y medios de comunicación.
Este
proceso nunca es acabado, siempre admite rupturas, choques y conflictos: luchas en
torno al
sentido de las formas impuestas y transformación del orden establecido. Ejemplos:
prácticas
artísticas contrahegemónicas, huelgas, marchas,etc.
Como podemos conjeturar, el Estado no existe jamás en sí mismo sino siempre bajo el
ángulo de relaciones con otros actores de la sociedad política o global. Estos actores
(agentes públicos, actores internacionales, organizaciones de la sociedad civil,
empresarios, etc.) generan transacciones –interacciones-, disputan poderes, negocian
valores y sentidos en torno al Estado.
Precisamente, la crisis del Estado (y ésta es una referencia que solemos escuchar
constantemente)
está asociada al desafío que supone para los gobiernos nacionales la injerencia e
incidencia política, económica y/o simbólica de otro tipo de actores cuyos ejemplos
pueden darse en determinadas
organizaciones internacionales y empresas multinacionales o en actores locales como el
empresariado y el sector rural entre otros.

2.3. Estado, nación, gobierno y democracia


Aparecieron hasta aquí algunos conceptos que, en términos pedagógicos,consideramos
que resulta conveniente despejar y precisar para no generar confusiones, ya que no se
trata de términos que puedan intercambiarse como sinónimos; por el contrario, cada
categoría referencia particularidades específicas. En principio, nos parece prioritario
despejar la idea de “nación” y de “gobierno” en torno a la noción de “Estado”. También
consideramos oportuno identificar cómo aparece ligada
la idea de “democracia” cuando problematizamos estas nociones.

Dicho esto, volvamos a Oszlack (1997) quien señala que -al igual que en la noción de
Estado- en
la idea de nación también se conjugan elementos materiales y simbólicos (a los que
prefiere denominar ideales). Este autor especifica que los primeros se vinculan con el
desarrollo de
intereses resultantes de la diferenciación e integración de la actividad económica dentro
de un espacio territorio, lo cual supone la formación de un mercado y una clase burguesa
nacionales. En tanto que los elementos ideales, “implican la difusión de símbolos, valores
y sentimientos de pertenencia a una comunidad, diferenciada por tradiciones, etnias,
2
lenguaje y otros factores de integración que configuran una identidad colectiva” .
Estos aportes nos resultan significativos en función de la definición de Estado que
venimos
presentando, ya que aquí se entiende que el Estado fundamentalmente en sus aspectos
simbólicos, configura la nación (y a su vez es configurado por ella) mediante la
determinación de una serie de
medidas unificadoras (políticas, económicas,territoriales) y acuerdos simbólicos (lengua,
tradiciones). Sin embargo, resulta necesario aclarar que en la historia y en la actualidad

2
Cabe destacar que la constitución de esta identidad colectiva, de un“nosotros”
nacional frente
a un “ellos” conformado por las otras naciones, tiene también el efecto de diluir la
fragmentación y antagonismos de la sociedad civil (O ́ Donnell,1978).
es posible
3
reconocer naciones sin Estados y también Estados que son plurinacionales (Bolivia,
Canadá, Suiza y Bélgica son ejemplos de ello).
Pero ¿cómo es que se generan estos procesos unificadores?; y sobre todo, si pensamos
en sociedades con profundas diversidades étnicas y políticas como las de América latina
en épocas de la conquista colonial: ¿cómo es que se van construyendo acuerdos
simbólicos para conformar el Estado Nación? Para responder a los interrogantes
planteados tengamos en cuenta que éstos son
procesos largos y lentos, y -como veremos- muchas veces extremadamente violentos. En
efecto, no es posible pensar en la constitución de un Estado sin violencia. Sin embargo,
como vimos más arriba, la hegemonía no se construye sólo con coerción. Un espacio
concreto donde podemos recurrir para buscar elementos que den lugar a ciertas
respuestas es el de la cultura y también la tradición oficiales.
La cultura y la tradición oficial compartida son los lugares en donde se van generando
ciertos procesos de identidad y de cohesión social. Esto justifica que cada Estado tenga
su “simbología oficial”: su moneda, su bandera, sus himnos y tradiciones para la
identificación interna y la relación y diferenciación con otros Estados o naciones.
En cuanto a la idea de gobierno, seguramente habremos leído o escuchado en alguna
parte que, ya desde la antigüedad, Aristóteles definía diversas formas de gobierno:
monarquía (conforme
al bien común ejercido por uno); aristocracia (acorde al bien común ejercido por unos
pocos) y democracia o república (relacionado al bien común ejercido por muchos).
Por supuesto que en la actualidad y en la práctica existen distintas experiencias, de
acuerdo con la concepción de gobierno que cada Estado-Nación ha ido construyendo
(parlamentario, monarquía parlamentaria, presidencial, etc.). En todo caso, el tipo de
gobierno se define como la expresión institucional de la autoridad del Estado. ¿Y cuál es
el rol primordial que se espera de un gobierno? En primer lugar, el de promover la
elaboración, sanción y ejecución de leyes y programas de acción a través de sus diversas
instituciones legítimamente constituidas. Sin embargo, dependiendo del tipo de Estado
que se establezca, la forma de gobierno encontrará también sus variaciones. Por ejemplo,
en tiempos de establecimiento de un Estado de tipo autoritario, la forma de gobierno será
el de dictadura.
Ahora bien, ¿qué entendemos por democracia? Es una idea que también cuenta con una
considerable historia detrás pero que en la actualidad está asociada a un tipo de régimen
político representativo y a una forma de gobierno, producto de la participación
responsable de la ciudadanía (por medio del sufragio, por ejemplo). Entonces, podemos
sintetizar esta noción sobre el fundamento de que se trata de una particular forma de
gobierno que se caracteriza por la participación activa de los miembros de las
comunidades que conforman el Estado-Nación; lugar donde todas y todos gozan de
pluralismo de opinión y de derechos individuales y sociales que se expresan en las leyes
y en las políticas públicas. Como podemos observar, el ideal de igualdad está sobre la
base del sentido democrático de las sociedades. La conquista y universalización de los
derechos, las luchas históricas por la redistribución de poderes (los sindicatos y otros
espacios
asociativos) y de reconocimiento de derechos colectivos (mujeres, migrantes,
diversidades sexuales, entre otras) son hechos que, como indagaremos en las siguientes
clases, amplían el espacio de la democracia.

3
En ambos casos la idea de nación está centrada en lo simbólico,es decir, como
comunidad de valores y tradiciones, como identidad colectiva.
2.4. La conformación de Estados en América latina
Veamos a continuación cómo los rasgos característicos que se atribuyen al Estado-
Nación se hacen presentes a la hora de analizar proyectos históricos determinados.
Nos detendremos en el proceso de constitución de los Estados nacionales en América
latina que se dio a lo largo del siglo XIX. Señalaremos en primer lugar que desde las
primeras décadas del siglo XIX las colonias europeas establecidas en América latina
encontraron el freno poderoso de las guerras de independencia, conflictos que de alguna
4
manera dieron paso a la consolidación de los ideales de la ilustración occidental en
nuestras tierras . En este contexto, abordaremos el rol del Estado y los procesos políticos
ligados a él, entendiendo que resultaron significativos a la hora de consolidar la
emergencia de las naciones y también de las sociedades.
Un rasgo que podemos resaltar es que la configuración de las naciones en el continente
ha sido promovida desde un poder central, capaz de aunar sectores poblacionales muy
diversos, de determinar espacios geopolíticos concretos y de generar una serie de
símbolos distintivos de las identidades colectivas que se fueron encontrando hermanadas
por un idioma y unas tradiciones culturales más o menos comunes.
Esos Estados nacionales se apoyaban sobre sociedades profundamente desiguales.
Como se verá más adelante, las libertades civiles estaban formalmente garantizadas para
todos, pero las condiciones para su ejercicio estaban desigualmente distribuidas. Esto se
acentuaba aún más cuando se trataba de los derechos políticos: limitados a grupos
determinados de la población, a veces de
manera implícita y a veces de manera explícita. Los incipientes Estados nacionales en
América latina dan cuenta de un Estado constituido, como dijimos, por un gobierno
central, sólido y enérgico, capaz de controlar el espacio social y territorial. Además,
presenta un ejército nacional organizado y profesionalizado y cuenta con la formación de
un mercado interno unificado y de alguna manera también integrado a la economía
mundial.
En esta cita de Oszlack encontramos sentido a aquello que antes referenciábamos acerca
de los elementos materiales. El autor parte de la base de que la conformación de un
mercado nacional es condición necesaria para la constitución de un Estado nacional:
“El Estado argentino, como el Estado en América latina
en general, es un fenómeno que nace en todo el
continente en medio de lo que es la segunda revolución
industrial, la revolución de los transportes, la posibilidad
de acceder a los mercados externos. Un aparato que se
va construyendo un poco al ritmo del desarrollo del propio
sistema capitalista, de relaciones de producción, de un
mercado”.
OSZLAK, Oscar “En qué Estado estamos...”(fragmentos
de entrevistas) en Diario La Opinión, Rafaela, 2014
Considerando que durante el Siglo XIX, las sociedades latinoamericanas se encuentran
profundamente fragmentadas, ¿cómo se configuraba esa formación económica y cómo se
sostenía?
Se trata de una economía basada en la producción primaria, cuyo resultado luego se
exportaba para mantener las cuentas fiscales que se sostenían por medio de la
explotación y/o reducción a la servidumbre de los pueblos originarios y de grandes masas
poblacionales de origen afro (esclavos), y luego se suma la incipiente masa obrera (de

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La Ilustración remite a un movimiento filosófico y cultural del siglo XVIII,
especialmente de Francia, que acentúa el predominio de la razón humana y la creencia
en su progreso. (RAE, 2014).
origen europeo) dedicada a labores de manufactura con capital extranjero
(preferentemente inglés). En tanto, la clase burguesa, terrateniente y
oligárquica que se va conformando va ocupando lugares estratégicos en las instituciones
del Estado.
En tal sentido, si hablamos en términos de derechos, es importante identificar que desde
la segunda mitad del siglo XIX y hasta entrado el siglo XX, en algunos países primero y en
otros después, los Estados promovieron los intereses de las clases capitalistas y las
forjaron instaurando los derechos de propiedad. En este marco se desarrollaron las
condiciones estructurales que cimentaron los
procesos de inserción internacional y se desplegaron derechos civiles y políticos, aunque
todavía en un contexto de fuerte exclusión social y política.
Y si hablamos de Argentina en particular, la primera serie de antecedentes de derechos
humanos realmente notables en nuestra historia viene de la mano de la Logia Lautaro
(encabezada por José de San Martín, Carlos de Alvear y Bernardo de Monteagudo). Este
grupo dictó entre 1815 y 1817 un conjunto de disposiciones revolucionarias y protectoras
de derechos que van desde la abolición de la Inquisición y la proscripción de la tortura
hasta la llamada “libertad de vientres”, audaz paso en pro de la eliminación de la
esclavitud (Garín, 2008). Desde entonces, se reconocen en el país los derechos a la vida,
la honra, la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad. Sobre este tema particular
avanzaremos en las siguientes clases.

Para quienes desean ampliar el tema acerca de cómo se fue delineando el territorio nacional después de la
caída del Imperio español en América, hasta la conformación del Estado nacional en la década de 1880,
recomendamos ver el siguiente vídeo realizado por Canal Encuentro. Se trata de un relato que traza una
línea histórica que nos puede resultar muy útil para referenciar datos históricos y sobre todo ampliar la
comprensión de procesos sociales y políticos para complementar el contenido de esta clase. “Historia de un
país-La formación de un país”
http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=50002

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