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Índice

INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................... 1
ACCIÓN: ...................................................................................................................................... 3
Etimología. ................................................................................................................................ 3
Acepciones de la acción en el derecho procesal .......................................................................... 3
Teorías de la acción.................................................................................................................... 4
La acción en el derecho romano.- ........................................................................................... 5
Teoría de la acción como derecho potestativo.- ....................................................................... 5
Teoría de acción como derecho abstracto. -............................................................................. 6
Teoría de la acción como tutela concreta.- .............................................................................. 8
Teoría de la acción como derecho a la jurisdicción.- ............................................................... 9
Teoría de la acción como instancia proyectiva.- ...................................................................... 9
JURISDICCIÓN .......................................................................................................................... 12
Acepciones de la jurisdicción ................................................................................................... 12
Jurisdicción como ámbito territorial...................................................................................... 12
Jurisdicción como ámbito de competencia ............................................................................ 13
Jurisdicción como conjunto de órganos jurisdiccionales pertenecientes a un mismo sistema o
competencia de la misma materia ......................................................................................... 13
Jurisdicción como función pública de hacer justicia .............................................................. 13
Divisiones de la jurisdicción..................................................................................................... 14
Jurisdicción secular o eclesiástica ...................................................................................... 15
Jurisdicción común, especial y extraordinaria ....................................................................... 15
Jurisdicción civil, penal, contencioso-administrativa, comercial, laboral, agrario, etcétera
............................................................................................................................................ 16
Jurisdicción voluntaria y contenciosa ................................................................................ 17
Jurisdicción retenida o delegada........................................................................................ 17
Jurisdicción propia, delegada, arbitral, forzosa y prorrogada ......................................... 18
Jurisdicción acumulativa o preventiva y privativa ........................................................... 18
Jurisdicción concurrente .................................................................................................... 18
Limites objetivos y subjetivos de la jurisdicción ....................................................................... 19
PROCESO ................................................................................................................................... 21
Naturaleza jurídica ................................................................................................................... 22
El proceso como contrato ..................................................................................................... 23
El proceso como cuasicontrato ............................................................................................. 24
El proceso como relación jurídica ......................................................................................... 24
El proceso como situación jurídica ....................................................................................... 26
Concepto.................................................................................................................................. 27
Etapas en el proceso penal ........................................................................................................ 28
Etapas de los procesos no penales............................................................................................. 31
Principios procesales ................................................................................................................ 31
Conclusión................................................................................................................................... 33
INTRODUCCIÓN

Los conflictos entre la humanidad han estado presentes desde que el hombre tomo
conciencia, en especial desde que se concibió a la propiedad, una vez que el hombre se
percata de la necesidad de frutos, carnes, pieles y demás insumos para sobrevivir, los
comenzó a preservar, naciendo así la idea de adueñarse de las cosas, con el objetivo de
obtener mejores condiciones de vida.
Al adueñarse de las cosas, surge la propiedad privada y con ello la necesidad de protegerla
de otros que quisieran adueñarse de dicha cosa, en la mayoría de estos conflictos estaba
presente la violencia, violencia que se presentaba en caso de defensa y saqueo de objetos que
ya formaban parte de la propiedad privada de algún sujeto. Prontamente lograron percatarse
que la defensa y el ataque surtía mayores efectos si se realizaban en grupos, ocasionando
conflictos con mayores índices de violencia y daños a nivel social; de este modo surge la
necesidad de reglamentar las acciones de los integrantes de alguna comunidad determinada,
de modo que los grupos comienzan a organizarse para poder vivir en paz, misma que le
costaría a cada integrante de la comunidad perder un grado de libertad para obtener
determinados derechos que proporcionarían una vida pacífica y libre, olvidándose de la vida
salvaje.
Con el transcurso de la historia, las normas (de carácter primitivas) se vieron superadas
por los conflictos sociales, hecho que obligó al derecho a evolucionar a la par de las
necesidades sociales, causando que dentro del derecho surgiera una división del propio
derecho con el objetivo de solventar las necesidades presentes en la vida social de una manera
más rápida, eficiente y justa. Teniendo de esta manera el origen del Derecho Civil, Penal,
Agrario, Constitucional, Laboral y demás ramas del derecho, mismas que, de igual manera,
ante el descontrolado crecimiento poblacional se vieron superados, ergo, de dichas ramas del
derecho han surgido nuevas, tal es el caso del Derecho Familiar, Derecho Mercantil y el
Derecho Procesal.
De manera generalizada el Derecho Procesal busca la unificación en la manera de llevar
a cabo la serie de pasos dentro de los litigios, ahora bien, teniendo en cuenta que desde que

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el ser humano existe siempre han existido conflictos, los litigios son quienes tiene la ardua
tarea de dirimir y solucionar dichos conflictos.
En México existe una serie de problemas en la enseñanza del derecho, la cual atraviesa por una
grave crisis. La enseñanza del derecho en México adolece de muchas fallas y defectos. Motivo por el
cual, es menester que, tanto los catedráticos dentro de las universidades de México, así como los
alumnos sigan en la incesante lucha en contra de la ignorancia y se inició con estudios de mayor
carácter objetivo, esto con la finalidad de obtener una mejora en la enseñanza del derecho.
Para el proceso, que es un estudio bipartidista en el derecho, es menester que las nuevas
generaciones conozcan, estudien y analicen el proceso, pues la columna vertebral para el correcto
funcionamiento de la sociedad y el más puro ejercicio de la práctica del derecho.

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ACCIÓN:

El termino acción no es meramente procesal pues se usa en las diferentes actividades diarias
de las personas, la gran variedad de significados y los usos de dicho termino hacen difícil la
adecuada comprensión del mismo desde el aspecto concretamente procesal, por ende, es
menester desentrañar de manera correcta y adecuada el origen y los significados de la acción,
para que a posteriori se pueda estudiar con un mayor grado de comprensión a la acción
procesal, que es lo que compete y más interesa en esta investigación, pues el estudio de la
acción constituye “el más importante análisis de esta ciencia […], su depuración inicia la era
científica de la rama, funda su autonomía y permite la sistematización”. 1

Etimología.

El termino acción proviene de la raíz latina actio, que a su vez es el sinónimo de actus, lo que
alude a la idea de realizar un movimiento.
Generalmente se entiende a la acción procesal como el derecho, la potestad, la facultad o
2
actividad, mediante la cual un sujeto de derecho provoca la función jurisdiccional. No
obstante, dicha definición no es clara, mucho menos concisa, lo que ocasiona una variedad
excesiva en la formulación de opiniones por parte de distintos autores. Lo importante es
destacar que la acción provoca la función jurisdiccional del Estado.

Acepciones de la acción en el derecho procesal

Una vez asentada la función principal de la acción, es menester asentar que ésta tiene al
menos tres acepciones dentro del Derecho Procesal, según Couture, las cuales son: a) como
sinónimo de derecho, b) como sinónimo de pretensión y demanda, y c) como sinónimo de
facultad de provocar la actividad de jurisdicción. 3

1
Briseño Sierra Humberto, Derecho Procesal, Oxford University Press, México, 1999, pág.179-180.
2
Gómez Lara Cipriano, Teoría General del Proceso, Oxford University Press, México, 1999, pág. 95.
3
Couture Eduardo J, Fundamentos de Derecho Procesal Civil, Roque de Palma Editor, Buenos Aires, 1958,
pág. 60

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1. Acción como sinónimo de derecho: “El actor carece de acción” es el ejemplo más
ilustrativo para explicar a la acción con el derecho de fondo o sustantivo de
determinado sujeto, de este modo la acción se considera como la prolongación
adquirida de un derecho de fondo que se ejecutará ante un determinado tribunal
competente.
2. Acción como sinónimo de pretensión y demanda: En este supuesto se interpreta como
la pretensión que tiene un sujeto respecto a un derecho que el considera como valido,
razón por la cual esto promoverá por su propio derecho la acción de demandar o
denunciar, según sea el caso en concreto.
3. Acción como sinónimo de facultad de provocar la actividad de jurisdicción: Se añude
al poder jurídicamente hablando que posee un individuo, el cual posee la facultad de
presentarse ante los tribunales competentes para que, en base al derecho le sean
amparadas sus pretensiones. En este supuesto no se contempla si la acción se
encuentra fundada o infundada, pues lo que importa es que el sujeto invoque a la
autoridad competente para el ejercicio de su acción, posteriormente la autoridad
valuará en base al derecho si sus pretensiones se hallan fundadas o no, de ahí
dependerá la dirección que tome el proceso. Así pues, se entiende al igual que Couture
que la acción “no es el derecho material del actor, ni su pretensión a que este derecho
sea tutelado por la jurisdicción, sino más bien es el poder jurídico de acudir ante los
órganos jurisdiccionales”. 4
Teorías de la acción

Asentado el concepto de acción y evidenciado la falta de universalidad de criterios respecto


a dicho término, es necesario hacer énfasis a las teorías que buscan dar la respuesta a la
interrogante sobre lo que es la acción.
Piero Calamandrei, señaló que las teorías de la acción y las definiciones que surgen dentro
de estas son como el cuento de las mil y una noches, muchas y todas maravillosas. 5
A lo largo del devenir histórico del Derecho y de la propia Ciencia Procesal han existido
diversas posturas, surgidas a raíz de los diversos pensamientos de magníficos doctrinarios y

4
Ibid., p. 61.
5
Piero Calamandrei, Estudio del proceso civil, Ed. Padua, 1947, México, pág. 102.

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estudiosos del derecho, pensamientos que se han concretado hasta ser consideradas teorías,
no obstante, de las vastas y distintas teorías que buscan explicar a la propia acción, no se
podría decir cuál es la más acertada o la mejor, puesto que, todas y cada una surgieron en un
lugar y una época determinada, cuyo objetivo principal era solventar las necesidades de la
propia sociedad, ergo, no se trata de investigar cuál de las distintas teorías sobre la acción
habidas y por haber es la verdadera, como si sólo una teoría es correcta y las demás son
erróneas. Es menester analizar a la acción a lo largo de las diferentes épocas de la humanidad,
así como la conflictiva habida en esas épocas determinadas que originaron dichas teorías.
El factor histórico ha sido el mayor creador de las diferencias históricas de la acción,
influyendo en su propio desarrollo, de acuerdo a las condiciones de la época. 6

La acción en el derecho romano.-

Dicha teoría surge a raíz del pensamiento del jurisconsulto Celso, quien definió a la acción
diciendo: “Acción es el derecho de perseguir en juicio lo que no es debido”. 7
Esta idea fue el pilar fundamental para que, a lo largo de la historia del derecho distintos
autores enfocaran su atención en estudiar a la acción desde su emancipación y autonomía,
afirmando así la relación que existe entre la acción y el derecho, contemplando su
independencia del uno para con el otro.

Teoría de la acción como derecho potestativo.-

Teoría desarrollada y proliferada por el jurista italiano Giuseppe Chiovenda, quien desarrollo
una de las teorías más originales enfocadas en torno a la acción dentro de la doctrina procesal
en donde concreto de manera generalizada que el contenido del llamado derecho de acción
es un puro poder jurídico y no un deber ajeno, teoría que se basó principalmente al partir de
dos afirmaciones: 1) la acción no es un derecho frente al Estado, sino frente al adversario, y
2) la acción no es un derecho a una prestación, sino que es un derecho meramente potestativo;

6
Kelley Hernández Santiago A., Teoría del derecho Procesal, Ed. Porrúa, 2015, México, pág. 81
7
Becerra Bautista José, El proceso civil en México, Ed. Porrúa, México, 2005, pág. 38.

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esto es, un poder jurídico para producir efectos jurídicos. 8 En tal sentido, la acción es el
derecho de provocar la actividad del órgano jurisdiccional frente al adversario, 9esto es, el
derecho de una parte de provocar frente a otra la actuación jurisdiccional de la ley, generando
en esta última no un deber sino una sujeción a los efectos jurídicos de tal actuación.
Actualmente dicha teoría resulta insuficiente para explicar el complejo fenómeno que la
acción representa en los días actuales, en tal sentido, la teoría de la acción como derecho
potestativo no explica cuál es la relación del Estado con el derecho potestativo que se ejercita,
mucho menos expresa el fundamento de la actuación de la acción en el proceso, dicha teoría
doctrinal resulta abandona casi en su totalidad, debido a que el Estado ha asumido en su
totalidad la facultad de administrar justicia, estableciendo de cierto modo una limitación
considerando la utilidad social y no por razones absolutas y necesarias. Estableciendo de
manera analógica que la jurisdicción del Estado depende de una condición: la manifestación
de voluntad de un particular (DE LA ACCIÓN) estableciendo de esta manera lo siguiente:
Nemo iudex sine actore. Ne procedat iudex ex officio.

Teoría de acción como derecho abstracto. -

El derecho a la acción como derecho a la tutela jurisdiccional concreta no explica, ni trataba


de explicar, la realidad que una persona cumpliendo determinados requisitos puede provocar
la iniciación de un proceso y su continuación hasta la sentencia definitiva. Dicha teoría señala
a la acción como un derecho que no sólo corresponde a quien posee un derecho subjetivo
material, es decir, a quien tiene razón, sino que, además la acción puede corresponder a
cualquier persona que se dirija al juez para obtener una sentencia en favor de su pretensión;
no obstante, dicha teoría no contempla si la acción está fundada o infundada. Con esta teoría
se la acción no conlleva necesariamente que la sentencia de quien ejerció la acción deba ser
favorable a dicha persona sobre su pretensión litigiosa.

8
Pekelis Alejandro, “Acción” en Revista de Derecho Procesal, N° 2, Ed. Editores, Buenos Aires, 1948, pág.
116.
9
Chiovenda Giuseppe, Principios de Derecho Procesal Civil, Cárdenas Editor, México, 1989, pág. 70.

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Bajo la corriente de esta teoría Giuseppe definió a la acción como “un derecho subjetivo
público que corresponde a cualquiera que de buena fe crea tener razón, para ser oído en juicio
y constreñir al adversario a acudir hacia él”. 10
Mientras que, para Plóz y siguiendo la ideología de la presente teoría estableció que la acción
era un “poder de la parte actora dirigido al juzgador y al demandado, que tiene como
contenido especifico el derecho subjetivo publico tendiente a garantizar la efectiva
constitución de la relación procesal”. 11
Del mismo modo y siguiendo la orientación plasmada en esta teoría surge el concepto del
jurista Hugo Alsina, quien considera a la acción como “un derecho público subjetivo
mediante el cual se requiere la intervención del órgano jurisdiccional para la protección de
una pretensión jurídica”. 12
Esta teoría se sostuvo además del pensamiento de Couture, quien estableció que la acción
consiste en el derecho de la jurisdicción, pues considera que todo individuo tiene el derecho
de recibir la atención de Estado en caso de necesidad, además estableció que todo individuo
tiene la facultad de solicitar la intervención de los órganos de jurisdicción cada que lo
considere necesario, aunque advierte Couture que la intervención de los órganos
jurisdiccionales es independiente del propio ejercicio de los mismos y que incluso la acción
puede llevarse a su ejercicio sin fundamentos, por ejemplo, aquella persona que solicita que
el Estado le ampare, aún cundo no haya una necesidad. 13
El aspecto con mayor vulnerabilidad de esta teoría consiste en que sostiene al derecho de
acción corresponde a toda aquella persona que de buena fe crea tener razón, argumento
bastante deliberado, principalmente por los doctrinarios que contradicen esta teoría, pues
¿Cómo se podría valorar la buena o mala fe de las personas?; incluso si esta teoría se analiza
de una manera mucho más generalizada el jurista Couture establece que la acción podrá ser
ejecutada por “todo sujeto de derecho”. Si las afirmaciones antes mencionadas se trasladaran
al mundo del ser la mayoría de los órganos jurisdiccionales del país e incluso a nivel
internacional se verían obligados a actuar frente a acciones promovidas por cualquier

10
Ibid., pág. 69
11
Aroca Montero Juan, Introducción al Derecho Procesal, Tecnos, Madrid, 1976, pág. 118.
12
Alsina Hugo, Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial, Ediar, Buenos Aires, 1963,
pág. 333.
13
Aroca Montero Juan, Introducción al Derecho Procesal, Tecnos, Madrid, 1976, pág. 68.

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persona, sin importar que esta tenga un vínculo con el litigo, lo que inevitablemente en el
ejercicio abusivo de la acción y obligaría a los juzgadores a tramitar numerosos procesos
sobre demandas improcedentes; en su mayoría por falta de derecho.

Teoría de la acción como tutela concreta.-

Esta teoría es el producto del pensamiento desarrollado a lo largo del devenir histórico de la
historia de la ciencia procesal, de la causal de contemplar a la acción como un derecho
subjetivo material han surgido distintas teorías.
La teoría en cuestión tiene como característica fundamental el concebir a la acción como
el derecho a obtener una sentencia estricta y concretamente favorable para la parte actora, de
este modo el jurista Wach concebía a la acción como un derecho que se ejerce ante el Estado
para que este satisfaga la tutela jurídica motivo de interés de la parte actora (demandante)
dentro de los términos que marca la ley, y teniendo en todo momento la tolerancia absoluta
del adversario o la parte demandada.
Por su parte, Chiovenda siguiendo la ideología de esta corriente define a la acción como
“el poder jurídico de dar vida a la condición para actuar de la ley” 14
; es decir, el jurista
italiano contempló a la acción como un derecho potestativo, con lo cual establece
concretamente que la acción irá a producir un efecto jurídico en favor de determinado sujeto,
efecto que estará a cargo de otro, el cual no podrá librarse de la no acción y las consecuencias
de dicho efecto. Para Chiovenda la acción no es más que un poder que corresponde frente al
adversario.
La crítica principal a esta teoría es que únicamente contempla el fenómeno de la acción
desde el punto de vista donde se establece que la acción parte única y exclusivamente desde
la decisión del actor, mismo que tiene la razón y que, por lo mismo, tiene más posibilidades
de recibir una sentencia favorable. Pero deja fuera de sus pretensiones la idea en donde el
actor formule sus pretensiones y obtiene una sentencia que va en sentido contrario a sus
intereses. Así mimo, Chiovenda contempla sólo a la parte actora y deja sin uso de sus
derechos a la parte demandada.

14
Chiovenda Giuseppe, Principios de derecho procesal civil, Resus, Madrid, 1977, pág. 69.

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Teoría de la acción como derecho a la jurisdicción.-

Esta teoría establece que la acción no corresponde a un derecho unido al proceso, sino más
bien, la acción corresponde a la tutela jurisdiccional en sentido favorable al titular del mismo
o bien, la acción es el derecho a que se presta el órgano jurisdiccional del Estado a un sujeto
determinado que lo solicita.
Esta teoría se sostiene a partir de tres premisas:
1. Para que exista el derecho de acción no basta con la existencia del propio derecho
subjetivo, sino que además necesita la concurrencia de un “interés en accionar” o
bien, en una necesidad de “tutela jurídica por parte del estado”; es decir, si no existe
un interés o una necesidad la acción no se podrá constituir.
2. La acción tiene por objetivo cumplir con la prestación de la tutela jurídica en
cualquiera de sus diversas modalidades previstas en los ordenamientos, es decir,
conocer, fallar y ejecutar; y no el objetivo previsto en el derecho privado en donde la
acción tiene por objetivo cumplir obligatoriamente con la pretensión de quien ejerce
la acción.
3. La acción se ejerce frente al Estado y de frente al adversario.

Por su parte, Chiovenda rechaza rotundamente esta teoría, pues no acepta que la acción
sea contemplada como “un derecho frente al Estado”, pues asegura que, de contemplarse de
esta manera el Estado quedara obligado a la prestación de la tutela, con lo cual, éste jurista
presupone que el estado se vería obligado, dentro de la existente conflictiva de intereses entre
el ciudadano y el propio Estado a resolver el interés de la parte que ejercita la acción a costa
del sacrificio y la subordinación del Estado.

Teoría de la acción como instancia proyectiva.-

Para entender de manera objetiva la proyección de esta teoría es menester iniciar con definir
el concepto de instancia dentro del mundo jurídico; se entiende como instancia a una
conducta generada por el particular (sujeto de derecho) hacia el Estado (órganos

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jurisdiccionales) por los cuales el particular solicita o de cualquier forma excita las funciones
del Estado.

Briseño Sierra analiza a la instancia, quien la define de la siguiente manera: “El acto jurídico
denominado instancia tiene forzosamente como presupuesto el procedimiento […] tener
derecho de instar es […] pretender algo de alguien en un procedimiento.”15 De este modo,
Briseño Sierra establece las siguientes instancias:
• La petición
• La denuncia
• La querella
• La queja
• El reasentamiento o recurso administrativo
• La acción
La acción se distingue de las instancias antes mencionadas porque, tal y como lo establece
Briseño Sierra, es una instancia proyectiva:
La concepción dinámica del derecho, se basa en el establecimiento de una secuencia
entre varias relaciones jurídicas eslabonadas en un orden lógico y cronológico [...]
este sentido jurídico de la acción permite hablar de una proyectividad, pues la
dirección del acto provocatorio lleva hasta un tercer sujeto, de manera que resultan
finalmente vinculados tres: accionante, juez y reaccionante [...] acciona el actor
cuando demanda, cuando prueba y alega, como acciona el demandado cuando prueba,
cuando recurre, cuando contrademanda y alega de su reconvención [...] ninguna
acción va final y definitivamente al juez, el proveimiento de éste es una mediación,
pero la acción se dirige, va directamente a la contraria [...] el proyectarse de la acción
es propio de la hipótesis normativa que regula el proceso, porque el autor de la norma
ha querido que tres sujetos colaboren en la graduación de una serie dinámica que
progresa gradualmente desde la demanda hasta el auto que cita para oír y recibir
sentencia. 16

15
Briseño Sierra Humberto, pág. 171
16
Ibid., pág. 177 y 178

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De conformidad con el argumento de Briseño Sierra se establece que las demás instancias
(antes enunciadas) se diferencian de la acción por el hecho de que (en las demás instancias)
la relación entre el gobernado y la autoridad es siempre lineal; mientras que, dentro de la
acción como instancia proyectiva la relación de gobernado y autoridad deja de ser lineal pues
la acción “surge de un gobernado, haciende hasta el órgano estatal jurisdiccional (que es el
juez) y desciende hacia un tercer sujeto que será vinculado; en esto radica la instancia de la
proyectividad de la acción”. 17
Lo antes expuesto puede ser comprendido de mejor manera bajo el siguiente esquema:

Dicho esquema releja la esencia de la proyectividad, pues la acción como instancia


proyectiva no se queda ni se detiene en el órgano jurisdiccional, sino que más bien, se
proyecta hacia un tercero para surtir efectos jurídicos, en este caso, seria la vinculación.

17
Gómez Lara Cipriano, Teoría general del proceso, Oxford University Press, México, 2012, pág.131.

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JURISDICCIÓN

La palabra jurisdicción proviene del latín iurisdictio que significa “decir o indicar el
derecho”, es preciso mencionar que este concepto no permite determinar concretamente el
carácter de la jurisdicción, pues si bien es verdadero que cuando el juzgador realiza el
ejercicio de sus funciones jurisdiccionales “dice el derecho”, dentro de una sentencia (por
citar un ejemplo) también “se dice el derecho”, lo mismo ocurre dentro de los órganos
legislativos cuando se emiten creaciones, modificaciones o reformas a determinadas leyes.
Dentro del derecho romano la iurisdictio era una función más que se encomendaba a los
magistrados, con lo cual, éstos adquirían tres potestades: el imperium, la iurisdictio y el
imperium mixtum, las cuales pueden ser analizadas desde la perspectiva de Scialoja, quien
definió lo siguiente:
La iurisdictio se refiere precisamente a la definición de las controversias jurídicas;
correspondía a la función judicial propiamente dicha, incluso según nuestro lenguaje.
El imperium mixtum comprendía ciertas facultades determinadas, que tenía algo de
jurisdicción en cuanto a atribuciones conexas con la atribución de justicia […]; pero
en realidad, el poder con ellas desplegaba en el magistrado un poder de imperium, y
de ahí la denominación de imperium mixtum […]. 18
No obstante, en el actual lenguaje del derecho, la conceptualización de jurisdicción se
emplea en diversos contextos, a lo cual, se desprenden distintos significados.
Acepciones de la jurisdicción

Por su parte, el jurista Couture afirma, dentro de sus estudios realizados a países de
Latinoamérica que la jurisdicción tiene las siguientes acepciones: 19
Jurisdicción como ámbito territorial

A menudo suele confundirse la jurisdicción con el ámbito territorial del cual se puede
ejercer dicha función; así mismo, las propias leyes procesales pueden incurrir en este
error. Para emplear de manera acertada la jurisdicción dentro del propio leguaje
jurídico es necesario saber distinguir claramente la función que ejerce la jurisdicción

18
Scialoja Vittorio, Procedimiento civil romano, EJEA, Buenos Aires, 1957, pág. 105 y 106.
19
Couture Eduardo J., Fundamentos del derecho procesal civil, Depalma, Buenos Aires, 1974, pág. 27-31.

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sobre el propio juzgador y del lugar, demarcación o ámbito territorial dentro del cual
el primero pueda ejercer válidamente la jurisdicción.

Jurisdicción como ámbito de competencia

Esta acepción también es producto de la confusión, pues es bien sabido que no se


debe confundir, mucho menos mezclar el concepto y significado de jurisprudencia y
competencia; no obstante, las propias leyes procesales han pecado de caer en este
error.
Jurisdicción como conjunto de órganos jurisdiccionales pertenecientes a un mismo sistema o
competencia de la misma materia

Usualmente se suele aludir a la jurisdicción desde diversas perspectivas: jurisdicción


federal, local o estatal e incluso la municipal; jurisdicción militar, de trabajo,
administrativa, civil, penal, etc., acepción que se da como una extensión de la propia
palabra jurisdicción, que se presenta en su mayoría en países de Latinoamérica.

Jurisdicción como función pública de hacer justicia

De acuerdo a Couture, esta es la acepción que, en sentido técnico y preciso del


vocablo jurisdicción, se adapta en gran medida, pues, la jurisdicción es una función
pública, una función de los órganos del Estado, tal y como lo apuntó Alcalá-Zamora,
quien sustenta que “en la actualidad debemos partir de la existencia del Estado para
explicar las causas de la jurisdicción”.20 Sustenta esta afirmación debido a que el
Estado, al prohibir la autodefensa por los altos peligros en contra de la paz y el orden
públicos, asume la tarea de la impartición de la justicia otorgando a un tercero, que
en este caso sería un juzgador, el cual debe hacer ejercicio de sus funciones de la
manera más apegada a la imparcialidad.
Es preciso entender a la jurisdicción como una función soberana del Estado, la cual se realiza
por medio de una serie de actos encaminados y proyectados a la solución de un litigio o
controversia por medio de la aplicación de una ley general que se aplicará a un caso en
concreto; es decir, un juzgador solucionará o dirimirá el litigio, esto con ayuda de una o varias
leyes. También es conveniente aclarar que la jurisdicción es comprendida dentro del proceso,
pues no puede haber proceso sin jurisdicción, así como no puede haber jurisdicción sin el
ejercicio de la acción (misma que se halla dentro del propio proceso); a la jurisdicción no se
les puede pensar ni establecer la una sin la otra, más bien, debe asumirse la dualidad de éstas
para con el proceso, pues la acción aislada no puede ni siquiera concebirse y si no se concibe
la acción, no podrá nacer la jurisdicción.

20
Alcalá-Zamora y Castillo Niceto, “Notas relativas al concepto de jurisdicción”, en Estudios de teoría
general e historia del proceso, UNAM, México, 1974, T. I, pág. 32 y 33.

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Así pues, queda establecido de manera concreta que la jurisdicción es una función ejercida
con soberanía por parte del Estado, la cual se desarrolla a través de una serie de actos cuya
finalidad es dar solución a un litigio mediante la aplicación de una ley a determinado caso en
concreto. La culminación de la jurisdicción es la sentencia, aunque existen opiniones
disidentes que sostienen que la jurisdicción finaliza antes de la sentencia y que, el acto de
sentenciar es un acto no jurisdiccional, fundamentando el argumento estableciendo que “son
cuestiones distintas el dirigir el proceso y sentenciar el conflicto.”21 Briseño Sierra establece
que un aspecto fundamental para realizar la distinción entre el acto jurisdiccional y la
sentencia parte de que el primero actúa como el recepcionista de un juez y la segunda es
emitida por el juez y que va dirigida hacia las partes. 22
No obstante, Cipriano Gómez Lara critica fuertemente las ideas que establecen que la
sentencia no es un acto jurisdiccional, pues establece que “es precisamente el acto de
aplicación de la ley general a un caso concreto controvertido y tanto es jurisdicción la
aplicación esa aplicación como todos los actos estatales previos a la misma y que conducen
a ella”. 23 Reforzando su critica en el significado de la palabra jurisdicción, que visto
anteriormente significa “decir el derecho” con lo cual afirma que en la sentencia es en donde
se puede observar cuando “se dice el derecho”, pues en ella se encuentran elementos
objetivos y subjetivos del derecho, mismos que al conjugarse y depurarse se logra establecer
el derecho.
Alcalá-Zamora y Castillo estableció que “el concepto de jurisdicción no se puede elaborar a
base de un solo rasgo o requisito, sino de una concurrencia o confluencia de varios”, es decir,
es menester adoptar un enfoque pluralista para identificar, ubicar y definir la jurisdicción con
certeza.
Divisiones de la jurisdicción

A nivel doctrinario existe una vasta serie de criterios bajo los cuales se podría clasificar a la
jurisdicción; no obstante, Rafael de Piña y José Castillo Larrañaga24 formularon una división,
apegándose a un estudio técnico-jurídico de la jurisdicción:
1. Secular o eclesiástica
2. Común, especial o extraordinaria
3. Civil, penal, contencioso-administrativa, comercial, laboral, agrario, etcétera
4. Voluntaria y contenciosa
5. Retenida y delegada
6. Propia, delegada, arbitral, forzosa y prorrogada
7. Acumulativa o preventiva y privativa
8. Concurrente

21
Briseño Sierra Humberto, op. cit., pág. 261.
22
Ibid., pág. 259.
23
Gómez Lara Cipriano, op. cit., pág. 98.
24
De Piña Rafael y Castillo Larrañaga José, Instituciones del derecho procesal civil, Ed. Porrúa, México,
1969, pág. 55-58.

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Jurisdicción secular o eclesiástica

Esta clasificación ha perdido su vigencia en la mayoría del mundo, sin embargo, aún
prevalecen rastros de su existencia en España e Italia. El término secular rige la columna
vertebral de esta clasificación jurisdiccional, el cual proviene de la raíz latina secolo que se
interpreta como siglo.
Esta jurisdicción vio la luz en la época medieval (motivo por el que actualmente ha perdido
su vigencia en casi todos países), y se nombró de esta manera porque era ejercida por la
iglesia, con lo cual se llegó a pensar que sería una jurisdicción de carácter eterna. La ideología
sobre la que se fundó y motivo dicha jurisdicción se basó principalmente en ideas propias de
la época en donde la iglesia católica (junto con el derecho eclesiástico) realizaban el ejercicio
del derecho sobre la población; es decir, los tribunales eclesiásticos, junto con toda la iglesia
realizaban pactos comúnmente llamados concordatos, los cuales poseían por parte del Estado
la validez de las resoluciones dictadas por parte de los tribunales de carácter eclesiástico.
Este tipo de jurisdicción aplicó principalmente para el conocimiento y decisión de negocios
civiles y criminales.

Jurisdicción común, especial y extraordinaria

La jurisdicción del tipo común, tal y como su nombre lo indica es aquella que imparte el
Estado a todos y cada uno de sus gobernados, sin realizar algún tipo de discriminación o
acudir a determinados criterios de especialización; es aquella que imparte un juez común. El
precedente principal de este tipo de jurisdicción fueron las reuniones feudales donde los
integrantes de una comunidad se organizaban en gremios debido a la inexistencia de una
función de jurisdicción por parte del propio Estado; no es hasta la aparición del Estado
Nacional Moderno que surge un sistema judicial que se encarga de la impartición de esta
jurisdicción.
A posteriori de la jurisdicción estatal común surge por motivos de la división del trabajo la
jurisdicción de carácter especial, término usado erróneamente, puesto que, lo correcto sería
designarla como jurisdicción especializada, pues a medida que los grupos sociales se

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desenvolvían y desarrollaban, los organismos jurisdiccionales se vieron rebasados por la
cantidad de trabajo, así pues, surgen los tribunales que atiende materias determinadas como
los siguientes: tribuales laborales, administrativos, en materia civil, penal, agraria, etcétera.
No obstante, la CPEUM al tenor expresa “nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por
tribunales especiales”. 25
Expresión usada por el constituyente de manera errónea, pues lo que quiso establecer fue
que, están prohibidos los tribunales que ejercen jurisdicción extraordinaria y que son los que
están prohibidos por la Carta Magna. La jurisdicción extraordinaria consiste en organizar a
los tribunales especialmente a propósito, después de haberse suscitado el hecho a juzgarse.
No obstante, la jurisdicción extraordinaria fue creada ex profeso con la finalidad de juzgar
hechos y acontecimientos ocurridos antes de su creación. El caso más ilustrativo es el de los
crímenes de guerra, es decir, de los Tribunales de Núremberg, cuya creación fue para juzgar
a los criminales nazis de la Segunda Guerra Mundial; no obstante y tal como lo estableció
Alcalá-Zamora, los procesos llevados contra éstos constituyeron una verdadera parodia
procesal, ya que, los crímenes y atrocidades cometidos eran evidentes, por lo cual, estas
simulaciones de los tribunales funcionaron más como un medio para hacer un examen
autotutelado o más bien de autodefensa vengativa.26

Jurisdicción civil, penal, contencioso-administrativa, comercial, laboral, agrario,


etcétera

Este criterio de jurisdicción se encuentra estrechamente vinculado con la jurisdicción especial


o especializada; no obstante, más que tratarse de materias ésta división parte de dividir los
asuntos que se ventilan a través de la función jurisdiccional en donde se centra la idea de
enfocarse al contenido del proceso y no al proceso mismo. Es menester precisar que este tipo
de jurisdicción hace mayor referencia a la naturaleza de los propios litigios que de los
procesos, lo que se explica con la división y distribución de funciones y de competencias.
Por ende, existe esta división y clasificación, misma que se basa en la naturaleza del conflicto
o litigio y que redunda en una especialización sustantiva, la cual, es de gran utilidad.

25
Artículo 13 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
26
Alcalá-Zamora y Castillo, Proceso, autocomposición y autodefensa, UNAM, México, 1947, pág. 64-66

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Jurisdicción voluntaria y contenciosa

Existe una unión constante de criterios que sostiene que la única y verdadera jurisdicción es
la de carácter contenciosa, pues esto conlleva el desarrollo o desempeño de la función
propiamente jurisdiccional, con lo cual se establece que la jurisdicción recae sobre una
controversia. No obstante, aún persiste la expresión de jurisdicción voluntaria, puesto que
éste alude a una serie de gestiones o trámites dentro de los cuales no existe el litigio, pero
que se realizan frente a un órgano jurisdiccional, cuya intervención obedece a una petición
de un sujeto de derecho, mismo que busca la satisfacción de su pretensión.
La jurisprudencia también se ha pronunciado respecto a la distinción entre la jurisdicción
voluntaria y contenciosa, tal y como lo expresa la tesis aislada con número I.80.C.62 C (10ª.)
en materia civil emitida por un Tribunal colegiado de circuito con número de registro
2017760, la cual expresa:
La vía de jurisdicción voluntaria no sólo es apta para realizar actos de mera
constatación de hechos. La jurisdicción voluntaria se ejerce también, entre otros
casos, cuando se trata de actos que requieran de una formación especial o de
especiales garantías de autoridad, como sucede cuando la eficacia jurídica de la
voluntad privada se subordina a una confirmación por parte del Estado sobre la
legalidad del acto; en la inteligencia de que la esencia de esta clase de jurisdicción
consiste en que se ejerce frente a un sólo interesado o por acuerdo de dos o más
interesados, inter volventes, esto es, entre personas que ocurren al juez faltando la
pugna de voluntades y, por ende, estando ausentes los elementos de un litigio. A
diferencia de la jurisdicción contenciosa que se ejerce inter vivos, es decir, entre o
sobre los que no estando de acuerdo tienen que acudir a juicio a pesar suyo o en contra
de su voluntad.

Jurisdicción retenida o delegada

Esta clasificación también parte del devenir histórico, pues surge a partir de la concepción de
la organización de carácter autárquico y absolutista en donde los actos estatales (no solo los
jurisdiccionales) se realizaban siempre a nombre del soberano. Esta distinción de la

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jurisdicción se presentó principalmente en la época de la colonia en donde la mayoría, por
no decir en su totalidad, los actos de autoridad, en especial las sentencias emitidas en esta
época se iniciaban siempre con frases casi sacramentales, invocando el nombre del soberano,
así como de sus títulos en cuya gracia, nombre y representación se pronunciaban las
sentencias,
Actualmente este tipo de jurisdicción solo se presenta (y de manera casi nula) sobre la esfera
del derecho administrativo, en donde existe un margen considerable de atribuciones retenidas
o delegadas, principalmente en regímenes de tipo presidencialista. Así pues, se puede
concluir que la jurisdicción de tipo retenida y delegada son cada vez más ajenas a la estructura
y funciones dentro de un Estado de derecho moderno.

Jurisdicción propia, delegada, arbitral, forzosa y prorrogada

Este criterio de clasificación de la jurisdicción parte fundamentalmente de lo planteado por


Castillo Larrañaga y de Pina: 27
La jurisdicción se ha dividido por razón de su ejercicio en propia (conferida por la ley
a los jueces y magistrados por razón del cargo que desempeñan; delegada arbitral
ejercida por encargo o comisión de quien la tiene propia); forzosa (que no puede ser
prorrogada ni derogada); prorrogada (la atribuida a un juez o tribunal por voluntad de
las partes de acuerdo con la ley, en cuyo caso lo que se prorroga es la competencia).
Estas ideas, así como la propia clasificación se asemejan un tanto a la jurisdicción retenida y
delegada.

Jurisdicción acumulativa o preventiva y privativa

La prevención funge más como una forma de afinar la competencia, en donde teóricamente
existe una competencia de dos o más órganos, los cuales se creen con la jurisdicción para
conocer y resolver determinado litigio; el primer órgano es quien conocerá primeramente del
asunto, motivo por el cual, excluirá a los demás quienes se consideraban competentes en un
principio, pero debido a la prevención del primer órgano dejan de ser competentes.
Mientras que, la jurisdicción privativa corresponde a excluir o dejar sin posibilidad alguna a
un tribunal de asumir la prevención o el desplazamiento de la competencia para que de este
modo la ejerza cualquier otro órgano judicial. Nótese la similitud que nace de comparar la
jurisdicción forzosa con ésta, pues ambas se reconocen con carácter absoluto en determinado
órgano judicial.

Jurisdicción concurrente

Dentro del sistema del derecho mexicano se conoce como jurisdicción concurrente al
fenómeno que consta de atribuir competencia de carácter simultaneo (o concurrente) a la
autoridad, que puede ser de carácter federal o local.

27
De Pina Rafael y Castillo Larrañaga José, op. cit., pág. 56.

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En la práctica, esta posibilidad de elección es de suma trascendencia, puesto que, por regla
general, el particular litigante parte actora) acude a los tribunales del orden común y no a los
tribunales del orden federal; la razón de todo esto es que, sin la existencia de fundamento
legal alguno, los juzgados de distrito (entre la enorme carga de trabajo) llegan a entorpecer y
obstaculizar los litigios, por lo cual, los abogados litigantes sugieren no acudir a los juzgados
distritales, más bien, sugieren llevar los asuntos ante los tribunales comunes.
La llamada jurisdicción concurrente da las bases suficientes para llamar de conveniencia
sustenta la base para llamar otra razón de conveniencia, no obstante, varios juzgadores de
distrito entablan acciones privadas en las que deban aplicarse leyes de carácter federal.
Principalmente en las provincias los tribunales del orden común están más expuestos a una
excedente carga de trabajo, pues en dichos tribunales no se ha dividido por materias, además
de que éstos están supeditados a las autoridades políticas locales, por lo cual, se logra
establecer que, cuando en algún tribunal de provincia, cuando sea necesario entablar alguna
acción en contra de alguna persona poderosa, que además este relacionada dentro de un
círculo político, el ejercicio de tal proceso se vería afectado, por lo que, la impartición de
justicia seria parcial.

Limites objetivos y subjetivos de la jurisdicción

Es menester replantear que la jurisdicción es una función estatal, por lo que, hablar de sus
limites resulta todo un problema relativo de interponer un alcance de la jurisdicción. Si los
límites de jurisdicción se analizan desde el tipo objetivo se lograría establecer que la
jurisdicción sólo abarca los objetos que del ejercicio de la función se desprenden y con los
criterios que comprenden a estos nos lleva inevitablemente a otro grande problema, que es la
competencia; es decir, el problema de los limites de la jurisdicción en razón de los objetos
sobre los cuales recae dicha función.
Por su parte, los limites subjetivos de la jurisdicción se enfocan en los sujetos de derecho que
se someten a la función jurisdiccional, por lo cual, se logra establecer que la jurisdicción
estatal somete a todos y cada uno de los individuos que se encuentren dentro del territorio
del propio Estado. También se puede hablar que existen escasos casos en donde sería
menester hablar de la extraterritorialidad de la función jurisdiccional, como en los casos en
los que un Estado extradita a un sujeto de derecho.
La regla general es que todos los sujetos de derecho que se encuentren dentro del territorio
del Estado éstos son susceptibles de someterse a la función estatal; sin embargo, toda regla
general tiene sus excepciones, en este caso existen dos: la inmunidad jurisdiccional y el fuero.
La inmunidad de jurisdicción obedece al principio de respeto a la soberanía de otros estados,
misma que es reconocida de forma unánime. Castillo Larrañaga y Rafael de Pina la definen
de la siguiente manera:
[…] a los Estados, como sujetos del derecho internacional, así como a los jefes de
Estado y a los agentes diplomáticos en el exterior, aunque en cuanto a sus limites
presentan problemas respecto a los cuales la uniformidad de criterios para resolverlos
no se ha logrado […] tiene la inmunidad de jurisdicción la naturaleza de una

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prerrogativa que impide a un Estado someter a otro, a sus jefes y agentes
diplomáticos, a la jurisdicción de sus tribunales. 28

Mientras que, como ya se estableció en párrafos anteriores el fuero es una excepción a la


regla general del sometimiento a la función jurisdiccional que aplica para todas las personas
que se encuentren dentro del territorio de cualquier Estado. Actualmente el fuero es
considerado como un mecanismo de protección para que ciertos servidores públicos no sean
sometidos a la jurisdicción. La ausencia de fuero es un mero requisito de procedibilidad, es
decir, si existe, no se podrá proceder judicialmente en contra de un determinado servidor
público; no obstante, una vez removido el fuero la vía queda en total libertad para que, el
anteriormente servidor publico pueda someterse a la jurisdicción.
Actualmente y por efectos de la sabiduría popular, se sabe que el fuero es sinónimo de
prepotencia e impunidad, quizá porque se ha abusado del propio fuero, contrariado en su
totalidad a su finalidad inicial, puesto que, el fuero surgió dentro de las monarquías absolutas,
esto con el objetivo primordial de proteger a los representantes populares, quienes desde las
tribunas de las cámaras se encargaban de atacar al rey o a la nobleza. El sentido original era
entonces proteger a las personas que desempeñaban esos cargos con la finalidad de
desempeñar de manera libre y correcta sus funciones.

28
Ibid., pág. 32.

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PROCESO

De manera constante se usan las expresiones de juicio, procedimiento y proceso como


sinónimos, no obstante, estas expresiones son el producto del devenir histórico del derecho,
así como de la evolución de la doctrina procesal, y aunque con estos términos de manera
aparente se designa al mismo fenómeno, es necesario advertir que tienen un significado
histórico, cultural y doctrinal diferente. Así pues, antes de desentrañar al proceso, es menester
hacer la distinción entre los términos antes expuestos, esto con la finalidad de partir de una
base sólida del conocimiento entre los términos y así evitar confusiones entre los mismos.
La palabra juicio proviene del latín iudicium, que significaba “la segunda etapa del proceso”,
la cual se desarrollaba ante el juez designado por el magistrado. Posteriormente, dentro de la
historia del derecho surge la idea en el derecho europeo de contemplar al iudicium como todo
el proceso y no sólo una etapa, por lo cual, dicho termino se convirtió en el eje central de
toda la escuela judicialista de Bolonia. Es celebre la definición de Búlgaro respecto a dicho
termino, quien estableció que “iudicium accipitur actus ad minus trium personarum, scilicet
acoris intendentis, rei intentionem evitantis, iudicis in medio conoscentis”. 29 (El juicio es el
acto en el que intervienen cuando menos tres personas: el actor que pretende, el demandado
que resiste y el juez en medio conociendo).
Subsecuentemente, a partir del siglo XVI en Europa central floreció la influencia del derecho
canónico, por lo cual comenzó la sustitución de la palabra iudicium por la de processus,
processus iudicii y processus iudicialis. No obstante, España conservó la tradición y siguió
profanando y usando el término iudicium, como se puede observar con la difusión que este
Estado dio a los países hispanoamericanos.
Una de las razones principales por las que se sustituyó el iudicium por el processus fue porque
el primero poseía una serie de significados, que en varias ocasiones llegó a causar confusión
respecto a su so y aplicación en determinados casos en concreto. A la actualidad existen
algunos países de tradición hispánica que aun usan el término juicio, el cual tiene al menos
tres acepciones: 1) como sentencia de actos; 2) como etapa final del proceso penal y; 3) como
sentencia propiamente dicha. 30
La doctrina concuerda en señalar que no se puede identificar la expresión proceso y
procedimiento; aun utilizando esta ultima dentro del propio derecho procesal, la palabra
procedimiento significa una manifestación de forma externa, de carácter formal que parte
desde dentro del desarrollo del proceso, o más bien, funge como una especie de “etapa” del
mismo proceso; pero no logra la concepción de las relaciones jurídicas que se establecen
entre los sujetos del proceso, mucho menos de la finalidad compositiva del mismo.
Clairá Olmedo afirma que “cuando se habla de procedimiento, se debe entender que se hace
referencia al rito del proceso; así pues, procedimiento es el curso o movimiento que la ley

29
Picardi Niciola, “Processo civile (diritto moderno)” en Enciclopedia del Diritto, Giufré, Milán, 1987, vol.
XXXIV, pág. 102.
30
Ovalle Favela José, “Juicio” en Enciclopedia jurídica mexicana, UNAM-Porrúa, México, 2002, pág. 735 y
736.

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establece en regulación de su marcha dirigida a obtener un resultado, adecuándola a la
naturaleza e importancia de la causa que lleva por contenido. 31
Para Alcalá-Zamora “el procedimiento se compone de la serie de actuaciones o diligencias
sustanciadas o tramitadas según el orden y la forma prescritos en cada caso por el legislador,
en donde se hallan relacionadas o ligadas entre sí por la unidad del efecto jurídico final, que
puede ser el del un proceso o el de una fase del mismo”. 32
Del mismo modo, establece que “si bien todo proceso requiere para su desarrollo un
procedimiento, no todo procedimiento es un proceso”, 33 debido a que el proceso conlleva
una serie de características propias, las cuales tienen una finalidad de carácter jurisdiccional,
que a su vez compone al litigio, mientras que el procedimiento se resume en una serie de
actos en marcha, mismos que pueden ser ligados entre sí.
Para Carnelutti el proceso denota “la suma de los actos que se realizan dentro de la
composición del litigio”; mientras que, el procedimiento es “el orden y la sucesión de
realización”. La diferencia cualitativa entre ambos conceptos es tan compleja y profunda que
se puede observar dentro de la distinción cuantitativa. Para el procesalista italiano “la
combinación de los actos, necesaria para la obtención del efecto común, da lugar a un ciclo,
que se llama procedimiento. No se dice que tal ciclo sea suficiente para conseguir por sí sólo
el resultado final; constituyendo así el proceso, pues este puede existir en más de un ciclo,
es decir, en más de un procedimiento”34
Por otro lado, la sustitución del termino iudicium por la de processum en los países de Europa
Central no solo constituyó el cambio meramente terminológico, sino que además significó
un cambio trascendental en el significado cultural de ambos términos. Para Picardi “el
iudicium implica una concepción dialéctica y argumentativa dentro del estudio del proceso;
mientras que processus es una expresión mucho más allegada a la lógica del siglo XVII, la
cual asume una valoración científica en el análisis de los mecanismos procesales. Mientras
que el iudicium corresponde a un pensamiento problemático, el processum lo es a la
transición a un modo de pensar sistemático, modelado sobre bases científicas”. 35

Naturaleza jurídica

El proceso puede ser analizado desde distintas perspectivas, si se examina a partir del cómo
se desarrolla se estudiará el o sus procedimientos, si se analiza a través del para que sire se
estará enfocando el análisis sobre la propia finalidad, pero si a éste se le analiza desde la
cuestión de ¿Qué es el proceso? Se estudiará la naturaleza jurídica; es decir, la naturaleza
jurídica del proceso.

31
Clariá Olmedo Jorge A., Derecho procesal, Depalma, Buenos Aires, 1982, t. I, pág. 127.
32
Alcalá-Zamora y Castillo Niceto, Cuestiones de terminología procesal, UNAM, México, 1972, pág. 137.
33
Alcalá-Zamora y Castillo Niceto, op. cit., pág. 116.
34
Carnelutti Franceso, Sistema de derecho procesal civil, trad. Alcalá-Zamora y Castillo Niceto y Sentís
Melendo Santiago, UTEHA, Buenos Aires, 1944, pág. 2 y 3.
35
Picardi, “L´esame di coscienza del Vecchio maestro” en Rivista di Dirittio Processuale, núm 2, 1986, pág.
539 y 540.

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Couture establece que el estudio de la naturaleza jurídica “consiste ante todo en determinar
si este fenómeno forma parte de algunas de las figuras conocidas del derecho o por si el
contrario constituye por si sólo una categoría especial”. 36
No obstante, la corriente privatista ha tratado de exponer la naturaleza jurídica del proceso
ubicándolo dentro de figuras conocidas del derecho privado, por citar algún ejemplo puede
decirse que el contrato o cuasicontrato; por su parte, la corriente publicista ha considerado
que el proceso constituye una categoría especial dentro del derecho público, pues se trata de
una relación jurídica o más bien, de una serie de situaciones jurídicas. De este modo se puede
establecer el siguiente grafico para representar las teorías del proceso, mismas que serán
expuestas a la postre.

El proceso como contrato

La doctrina contractualista tiene su base en el fenómeno litis contestatio, tal y como se


observa dentro del derecho romano; esta es la primera fase dentro del largo devenir histórico
del proceso, en esta fase el magistrado expedía la formula sobre la cual fijaría los elementos
que influirían en la decisión del litigio y designaba al iudex (juez) quien sería conocer del
asunto en la segunda etapa. Al acuerdo de las partes para pasar ante un juez (segunda etapa)
se le conoce como litis contestatio. Sciajola expone a la litis contestatio de la siguiente
manera:
Parece que el actor, cuando había recibido del magistrado la fórmula, la consignaba
al demandado, y éste la aceptaba; mediaba así una especie de contrato entre las partes.
El demandado […] al aceptar la fórmula que se había dado contra él, consentía
evidentemente en someterse al juicio en los términos fijados en la fórmula misma; del
consenso por parte del actor no podía haber duda desde el momento en que él mismo
había pedido aquella fórmula […] y la comunicaba a su adversario. Tenemos, pues,
en este importante momento de la litis contestatio, por un lado, un acto de la autoridad
pública, a saber, el decreto del magistrado que pronuncia la fórmula; y, por otro, un
acto consensual, si bien más o menos libre, entre las partes; o sea, el contrato o
cuasicontrato judicial que se constituye entre ellos con la aceptación de la fórmula.37

36
Couture Eduardo J., op. cit., pág. 124.
37
Scialoja Vittorio, op. cit., nota 18, pág. 104

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Dentro del derecho justiniano, en la extraordinaria cognitio se preservó la litis contestatio
para referirse a la primera audiencia, aunque el contenido y la función eran diferentes a la
litis contestatio del procedimiento formulario. Dentro de la nueva litis contestatio ya no existe
el acuerdo entre las partes, ahora la parte actora se encarga de realizar una narración de los
hechos y de sus pretensiones (narratio); mientras que la parte demandada se encargará de
dar respuesta a la demanda (contradictio) ante el magistrado.
Sin embargo, resulta evidente que el lado que más contradice al proceso es esta figura del
contrato, ya que, el proceso jurisdiccional no requiere de algún acuerdo previa entre las partes
para que, de este modo se pueda iniciarse y desarrollarse ante el órgano juzgador.
La crítica mas letal hacia esta teoría la realiza el jurista Couture: “Sólo subvirtiendo la
naturaleza de las cosas es posible ver en el proceso, situación coactiva, en la cual un
litigante, el actor, conmina a su adversario, aun en contra de sus naturales deseos, a
contestar sus reclamaciones, el fruto de un acuerdo de voluntades”. 38

El proceso como cuasicontrato

Con el trascurso de los años hizo que a menudo que surgían nuevas ideas se fuera descartando
la primera teoría privatista, con lo cual surgió la teoría del proceso como un cuasicontrato, el
eje principal de esta teoría seguía el pensamiento de que, si la litis contestatio ya no requería
del acuerdo de voluntades, no seria un delito, mucho menos un cuasidelito, por lo tanto, surge
el fenómeno del cuasicontrato.
A dicha teoría le surgen dos críticas, la primera es que, al recurrir a las fuentes de las
obligaciones, sólo contempla cuatro y da por olvidada la ley, es decir, “la única de donde
derivar una explicación satisfactoria de los anexos a que el proceso de lugar”.39 La segunda
critica consiste en que a la figura del cuasicontrato es de un carácter ambiguo, por lo tanto se
considera más vulnerable que la teoría del proceso como contrato; es decir, si el proceso no
es un contrato, menos aun sería una figura que se asemeja al contrato.

El proceso como relación jurídica

El padre de esta teoría es Oskar Bülow, mismo que señala que el proceso consiste en una
relación de derechos y obligaciones, o lo que es igual, una relación jurídica, pero que esta
relación no es de carácter privado, sino más bien de carácter público:
Desde que los derechos y las obligaciones procesales se dan entre los funcionarios
del Estado y los ciudadanos, desde que se trata en el proceso de la función de los
oficiales públicos y desde que también a las partes se las toma en cuenta únicamente
en el aspecto de su vinculación y cooperación con la actividad judicial, esa relación

38
Couture Eduardo J., op. cit., pág. 127 y 128.
39
Alcalá-Zamora y Castillo Niceto, op. cit., pág. 123

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pertenece, con toda evidencia, al derecho público y el proceso resulta, por tanto, una
relación jurídica pública. 40
De este modo, el padre de esta teoría advirtió de los errores en los que incurre la doctrina,
puesto que “en lugar de considerar al proceso como una relación de derecho público, que
se desenvuelve en modo progresivo entre el tribunal y las partes, ha destacado el aspecto del
proceso: su adelanto gradual, es decir, el procedimiento”.41
No obstante, Chiovenda añadió que esta relación además de pertenecer al derecho
público y de ser progresista, es de carácter autónoma y compleja:
Autónoma en cuanto tiene vida y condiciones propias, independientes de la voluntad
concreta de la ley afirmada por las partes, puesto que se funda en otra voluntad de la
ley, en la norma que obliga al juez a proveer a las demandas de las partes, cualesquiera
que ellas sean […]; compleja, en cuanto no comprende un solo derecho u obligación,
sino un conjunto indefinido de derechos, […] pero todos […] coordinados a un fin
común que recoge en unidad todos los actos procesales. 42

La relación jurídica tiene un momento inicia, en los procesos no penales dicha relación se
constituye con la demanda de la parte actora, la resolución del juzgador que la admite y el
emplazamiento o llamamiento de la demanda a juicio; mientras que, en los procesos penales
la relación jurídica se constituye con la audiencia inicial en la que el Ministerio Público
formula la imputación al sujeto, así como en el auto de vinculación a proceso que dicta el
juez de control al finalizar dicha audiencia.
No obstante, la relación jurídica finaliza cuando se dicta sentencia o algún otro medio
anormal o extraordinario (desistimiento, allanamiento, caducidad, sobreseimiento, etcétera).
Por otro lado, la relación jurídica debe satisfacer determinados requisitos a los cuales Bülow
denominó presupuestos procesales (a. competencia del juzgador; b. imparcialidad del
juzgador; c. capacidad procesal de las partes; d. legitimación de sus representantes), así como
el objeto del proceso (ausencia de litispendencia y cosa juzgada), la demanda y la
notificación al demandado. 43
Esta teoría es de las más aceptadas y difundidas, puesto que, logra ofrecer una explicación
precisa y fundada de la naturaleza jurídica del proceso, además, dicha teoría es de las bases
principales del procesalismo moderno, pues hizo importantes contribuciones para mejorar la
práctica del proceso; además, logró hacer claramente la distinción entre la relación judicial
del proceso que se establece entre el juzgador, las partes y los terceros que participan en dicho
proceso.

40
Bülow Oskar, La teoría de las excepciones procesales y los supuestos procesales, trad. De Rosas
Lichtschein, EJEA, Buenos Aires, 1964, pág. 1 y 2.
41
Ibid., pág. 3
42
Chiovenda Giuseppe., op. cit. nota 14, pág. 123 y 124
43
Bülow Oskar., op. cit. nota 40, pág. 5 y 6.

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El proceso como situación jurídica

Esta teoría surge debido a la crítica hacia la teoría de la relación jurídica, el padre de esta
teoría es James Goldschmidt quien la propuso con la finalidad de explicar la naturaleza
jurídica del proceso.
Según este autor, el proceso no se constituye por una relación jurídica entre las partes y el
juzgador, argumentando que, una vez que las partes acuden ante el juzgador ellos pierden sus
derechos y obligaciones:
La incertidumbre es consustancial al proceso, puesto que la sentencia judicial nunca
puede preverse con seguridad: Durante la paz, la relación de un Estado con su
territorio y sus súbditos es estática, constituye un imperio intangible. En cuanto la
guerra estalla todo se encuentra en la punta de la espada; los derechos más intangibles
se convierten en expectativas, posibilidades y cargas, y todo derecho puede
aniquilarse como consecuencia de haber desaprovechado una ocasión o descuidado
una carga; como, al contrario, la guerra puede proporcionar al vencedor el disfrute de
un derecho que en realidad no le corresponde. Todo esto puede afirmarse
correlativamente respecto del derecho material de las partes y de la situación en que
las mismas se encuentran con respecto a él, en cuanto se ha entablado pleito sobre el
mismo. 44
Debido a este pensamiento el autor establece que durante el proceso no surgen derechos
ni obligaciones, mucho menos se establecen relaciones jurídicas entre las partes y el juzgador,
sino que, el proceso se desenvuelve en una serie de situaciones jurídicas.
De este modo, conviene establecer que es una situación jurídica, a lo que el propio autor de
esta teoría la define como “el estado de una persona desde el punto de vista de una sentencia
judicial que se espera con arreglo a las normas jurídicas”;45cuyas situaciones pueden ser de
dos tipos: expectativas si la sentencia es favorable o perspectivas si la sentencia no lo es.
La crítica fundamental a esta teoría es que contempla al proceso como un mero hecho y
no como un fenómeno jurídico. El autor tiene una limitada perspectiva fáctica que concluye
en la confusión sobre los derechos sustantivos o materiales controvertidos y de los derechos
y obligaciones que se establecen con motivo del proceso.
No obstante, es menester reconocer que esta teoría manifestó que, en relación a ciertos
actos del proceso, las partes más que obligaciones tienen verdaderas cargas procedimentales.
Goldschmidt las define como “la necesidad de prevenir un perjuicio procesal y, en último
término, de evitar una sentencia desfavorable, mediante la realización de un acto procesal”.
46

44
Goldschmidt James, Principios generales del proceso, trad. De Pietro Castro Leonardo, Obregón y Heredia,
México, 1983, pág. 38 y 39.
45
Ibid., pág. 37.
46
Ibid., pág. 53

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Concepto

No obstante, una vez analizada la naturaleza jurídica del proceso, es hora de establecer de
una manera más clara y precisa el concepto de proceso. Por lo antes expuesto se puede definir
al proceso como:
El conjunto de actos mediante los cuales se constituye, desarrolla y termina la relación
jurídica que se establece entre el juzgador, las partes y las demás personas que en ella
intervienen; y que tiene como finalidad dar solución al litigio planteado por las partes,
a través de una sentencia del juzgador basada en los hechos afirmados y probados y
en el derecho aplicable, así como, en su caso, obtener la ejecución de la sentencia. 47
Así pues, se establece que el proceso funge como la suma de actos por medio de los cuales
se constituye, desarrolla y finaliza una relación jurídica, cuya finalidad consiste en dar
solución al litigio planteado por las partes a través de una sentencia emitida por un juzgador.
El proceso es el resultado de una suma procesal, la cual podría ser enunciada de la siguiente
manera:
A + J + a terceros =P48

Los términos usados en la formula anterior hacen las siguientes alusiones:


A: Acción;
J: Jurisdicción;
A terceros: la actividad de terceros
Que dan como resultado a P: Proceso.
En donde loa actos del Estado fungen como el proceso jurisdiccional de las partes y de los
terceros ajenos a la relación sustancial; el ejercicio de jurisdicción es llevado a cabo mediante
los actos del Estado; mientras que los actos de las partes interesadas se pueden traducir como
la acción (en sentido de doble pertenencia de la misma); los actos de los terceros se
contemplan como una herramienta de auxilio al juzgador o a las partes y que convergen junto
a la jurisdicción y la acción dentro de un solo proceso para establecer un fin de carácter lógico
y formal, es decir, la sentencia.
Si bien, el proceso no es más que “un instrumento de satisfacción de pretensiones” 49 dicha
afirmación resulta insuficiente para dimensionar la capacidad y los alcances del proceso; no
obstante, suele ser errónea la idea de pretender descartar el argumento lógico dentro de los
conceptos de proceso y derecho procesal. Un sector mayoritario habla primeramente de
proceso para que, a posteriori se desarrolle el concepto de derecho procesal, no obstante,
algunos autores vuelven a caer en error cuando profana que “el camino para llegara a la
definición del proceso debe ser el consecuente de una determinación de las características
del derecho procesal” 50

47
Ovalle Favela José, Teoría General del proceso, Oxford University Press, México, 2016, pág. 206
48
Gómez Lara Cipriano, op. cit. nota 17, pág. 107.
49
Guasp Jaime, Derecho procesal civil, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1991, pág. 55.
50
Estévez Lois José, Grandes problemas del derecho procesal, Oporto, Universidad de Santiago de
Compostela, 1947, pág. 143.

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Etapas en el proceso penal

El artículo 211 del CNPP establece que el procedimiento penal se divide en tres etapas:
1. la de investigación
2. la intermedia o de preparación del juicio y,
3. la de juicio.

1. La investigación: En esta etapa el Ministerio Público reúna indicios para el


esclarecimiento de los hechos y, en su caso, los datos de prueba obtenidos servirán para
sustentar el ejercicio de la acción penal, es decir, la acusación en contra del imputado y sí así
se desea la reparación del daño, tal y como lo establece el artículo 213 del CNPP. Dicha etapa
comprende dos fases: la investigación inicial y la investigación complementaria.

1.1 Investigación inicial: Según el artículo 211, fracción I, inciso a) del CNPP ésta
comienza con la presentación de la denuncia, querella “u otro requisito equivalente”
El Ministerio Público tiene el deber de dirigir la investigación (según el artículo 212
del CNPP), recabar autorización del juez de control para llevar a cabo determinados
actos de molestia, como son la exhumación de cadáveres, los cateos, la intervención
de comunicaciones, privadas, toma de fluido corporal, vello, cabello, extracciones de
sangre u otros análogos, así como el reconocimiento de una persona y las demás que
señalen leyes aplicadas, tal y como lo expresa el artículo 252 del CNPP.
La fase de investigación inicial puede terminar en alguno de los siguientes supuestos:
a) con la decisión del Ministerio Público de abstenerse de investigar “cuando los
hechos relatados en la denuncia, querella o acto equivalente, no fueren constitutivos
de delito o cuando los antecedentes y datos suministrados permitan establecer que se
encuentra extinguida la acción penal o la responsabilidad penal del imputado”
(artículo 253 del CNPP);
b) con la decisión de archivar temporalmente la investigación, cuando en ella “no se
encuentren antecedentes, o datos suficientes, elementos de los que se puedan
establecer líneas de investigación que permitan realizar diligencias con la finalidad
de esclarecer los hechos que dieron origen a la investigación” (artículo 254 del
CNPP) y;
c) con la decisión de no ejercer la acción penal, misma que el Ministerio Público
puede decretar cuando se actualice alguna de las causas de sobreseimiento previstas
en el art. 327 del CNPP (artículo 255 del CNPP).

1.2 Investigación complementaria:

Esta fase inicia con la “formulación de la imputación” y termina con la resolución


que declare cerrada la investigación (según el artículo 211, fracción I, inciso b del
CNPP). Dicha formulación de imputación debe ser realizada por el Ministerio Público
en la audiencia inicial, ante el juez de control, la cual consiste principalmente en que

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el M.P. “exponga al imputado el hecho que se le atribuye, la calificación jurídica
preliminar, la fecha, lugar y modo de su comisión, la forma de intervención que haya
tenido en el mismo, así como el nombre de su acusador”, salvo que este se deba
reservar (artículo 311 del CNPP).
De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 211 del CNPP, párrafo final, el proceso
se inicia precisamente con la audiencia inicial.
Dentro de la audiencia inicial se debe informar al imputado sobre sus derechos
constitucionales y legales (si no se le hubiesen informado con anterioridad), además,
en ella se debe realizar el control de legalidad de la detención, dar la oportunidad al
imputado de declarar, resolver sobre las solicitudes de vinculación a proceso y
medidas cautelares y definir el plazo para el cierre de la investigación
complementaria, según lo establece el artículo 307 del CNPP. Dentro de esa audiencia
inicial, el agente del Ministerio Público solicitará al juez de control que señale la
oportunidad para que se dicte el auto de vinculación a proceso. Si el imputado
renuncia a que se celebre la audiencia de vinculación a proceso dentro del plazo de
72 horas siguientes o no pide la duplicidad, el juez de control, al escuchar las
alegaciones de las partes, resolverá en la misma audiencia inicial sobre la vinculación
a proceso del inculpado, según lo establece el artículo 313 del CNPP.
El artículo 321 del CNPP establece que antes de finalizar la audiencia inicial el juez
de control debe determinar el plazo para el cierre de la investigación complementaria.

2. Etapa intermedia o de preparación a juicio:

Esta etapa comprende desde la formulación de la acusación (realizada por parte del M.P.)
hasta el auto de apertura del juicio, según lo establece el artículo 211, fracción II del CNPP.
En esta etapa la autoridad que dirige la totalidad de los actos procesales es el juez de control.
El artículo 334 del CNPP establece que esta etapa tiene por objeto el ofrecimiento y la
admisión de los medios de prueba, así como la depuración de los hechos controvertidos que
serán materia del juicio. Esta etapa se compone de dos fases: una escrita y otra oral.

2.1 La fase escrita da inicio con el escrito de acusación que formulará el Ministerio
Público y comprende todos los actos previos a la celebración de la audiencia
intermedia. Los requisitos del escrito de acusación del Ministerio Público son
regulados por el artículo 335 del CNPP:
I. La individualización del o los acusados y de su Defensor;
II. La identificación de la víctima u ofendido y su Asesor jurídico;
III. La relación clara, precisa, circunstanciada y específica de los hechos
atribuidos en modo, tiempo y lugar, así como su clasificación jurídica;
IV. La relación de las modalidades del delito que concurrieren;
V. La autoría o participación concreta que se atribuye al acusado;
VI. La expresión de los preceptos legales aplicables;
VII. El señalamiento de los medios de prueba que pretenda ofrecer, así como
la prueba anticipada que se hubiere desahogado en la etapa de investigación;

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VIII. El monto de la reparación del daño y los medios de prueba que ofrece
para probarlo;
IX. La pena o medida de seguridad cuya aplicación se solicita incluyendo en
su caso la correspondiente al concurso de delitos;
X. Los medios de prueba que el Ministerio Público pretenda presentar para la
individualización de la pena y en su caso, para la procedencia de sustitutivos
de la pena de prisión o suspensión de la misma;
XI. La solicitud de decomiso de los bienes asegurados;
XII. La propuesta de acuerdos probatorios, en su caso, y
XIII. La solicitud de que se aplique alguna forma de terminación anticipada
del proceso cuando ésta proceda.
De acuerdo con este precepto antes citado, una vez concluida la fase de la investigación
complementaria, si el Ministerio Público estima que la investigación aporta elementos para
ejercer la acción penal contra el imputado, presentará dicha acusación. Este artículo pareciera
dar a entender que el ejercicio de acción penal se inicia con la presentación del escrito de
acusación. Sin embargo, el artículo 211 del CNPP, en su penúltimo párrafo, dispone que el
ejercicio de la acción se inicia con alguno de los siguientes actos: a) la solicitud de citatorio
a audiencia inicial; b) puesta a disposición del detenido ante la autoridad.

2.2 La fase oral se inicia con la celebración de la audiencia intermedia y culmina con
el dictado del auto de apertura a juicio.

Al finalizar la audiencia intermedia el juez de control dictará el auto de apertura a juicio, en


donde se indicará, cuáles serán las acusaciones que serán objeto del juicio y los hechos
materia de la acusación; así como los medios de prueba admitidos que serán practicados en
la audiencia de juicio; las personas que deban ser citadas a dicha audiencia, y las medidas
cautelares que se impondrán al acusado, tal y como lo dispone el artículo 347 del CNPP. Con
este auto termina la etapa intermedia.

3. Etapa de juicio:

Esta etapa comprende desde que el tribunal de enjuiciamiento recibe el auto de apertura a
juicio hasta que el tribunal emite la sentencia, así lo dispone el artículo 211 fracción III del
CNPP, en dicha etapa, las pruebas admitidas dentro del auto de apertura a juicio se
practicarán dentro de una audiencia denominada “de debates o de juicio” la cual se llevará a
cabo bajo la dirección del tribunal de enjuiciamiento, en donde las partes expresan sus
alegatos, tanto de apertura como de clausura, una vez oídos estos el tribunal de
enjuiciamiento emitirá su sentencia; es decir, el juez de Juicio Oral escuchará al acusado y al
acusador, examinará las pruebas que se exhiban en los interrogatorios, para finalmente dictar
una sentencia en la que se explique oralmente si el imputado es inocente o culpable

4. Recurso de apelación

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Contra la sentencia dictada por el tribunal de enjuiciamiento se puede interponer el recurso
de apelación, con el que se inicia la segunda instancia del proceso (artículo 468, fracción
II).
La sentencia que se emita con motivo del recurso de apelación podrá confirmar, modificar o
revocar la resolución impugnada, o bien ordenar la reposición del acto que dio lugar a la
misma, según lo establece el artículo 479 del CNPP.

Etapas de los procesos no penales

1. La primera etapa de los procesos diferentes de la materia penal (civil, mercantil, laboral,
etc.) es la etapa expositiva, postuladora o polémica, durante la cual las partes expresan, en
sus demandas, contestaciones y reconvenciones, sus pretensiones y excepciones, así como
los hechos y las disposiciones jurídicas en que se fundan aquellas. En esta fase se plantea el
litigio ante el órgano competente.
2. La segunda etapa es la probatoria o demostrativa, en ella las partes y el juzgador realizan
los actos dirigidos a probar la veracidad de los hechos afirmados y controvertidos por dichas
partes. Esta etapa se desarrolla normalmente a través de los actos de ofrecimiento o
proposición de los medios de prueba, su admisión o desechamiento; así como la preparación
de las pruebas admitidas y la práctica, la ejecución o desahogo de los medios de prueba
admitidos y preparados.
3. La tercera etapa es la conclusiva, en esta etapa las partes expresan sus alegatos o
conclusiones respecto de la actividad procesal precedente y el juzgador también expone sus
propias conclusiones dentro de la sentencia, con la que pone término al proceso en su primera
instancia.
4. Contra la sentencia dictada en primera instancia normalmente procede el recurso de
apelación, con el que se inicia la segunda instancia.

Principios procesales

Según Ovalle Favela “los principios procesales son aquellos criterios o ideas fundamentales,
contenidos en forma explícita o implícita en el ordenamiento jurídico, que señalan las
características principales del derecho procesal y sus diversos sectores, y que orientan el
desarrollo de la actividad procesal”.51
El artículo 20, párrafo I establece que el proceso penal se regirá por los principios de
publicidad, contradicción, concentración, continuidad e inmediación.
Estos principios tienen una doble función: a) permiten determinan cuáles son las
características más importantes de los sectores y ramas del derecho procesal; y b) contribuyen
a dirigir la actividad procesal, ya sea proporcionando criterios para la interpretación de la ley
procesal o en auxilio en la integración de actividad procesal.

51
Ovalle Favela José, op. cit. nota 47, pág. 215.

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1. Principio de publicidad: El principio de publicidad comporta la posibilidad de que
los actos procesales sean presenciados o conocidos incluso por quienes no participan
en el proceso como partes, funcionarios o auxiliares.
2. Principio de contradicción: este principio fundamental del proceso, se expresa en la
fórmula audiatur et altera pars (óigase a la otra parte), lo que impone al juzgador el
deber de resolver sobre las promociones que le formule cualquiera de las partes,
oyendo previamente las razones de la contraparte o, al menos, dándole la oportunidad
para que las exprese. Dicho principio se encuentra dentro del artículo 14
constitucional.
3. Principio de concentración: Desde el ámbito normativo constitucional, el artículo 20,
primer párrafo, establece que "el proceso" se regirá, entre otros, por el "principio de
concentración”. En este sentido, las disposiciones constitucionales centran al
principio de concentración con su interrelación con otros que son fundamentales para
el nuevo modelo procesal. Por un lado, se advierte la importancia de que el único
material probatorio para el sustento de la sentencia es precisamente aquel que se
desahogue en la audiencia de juicio, la cual deberá desarrollarse de manera pública,
contradictoria y oral.
4. Principio de continuidad: El proceso penal deberá realizarse de forma ininterrumpida,
sucesiva y secuencial, de tal forma que permita su desarrollo objetivo y oportuno.
5. Principio de inmediación: Este principio señala que todas las audiencias se
desarrollarán en presencia de un juez, así como de las partes que deban intervenir en
la misma. En ningún caso el juez podrá delegar alguna de sus funciones en otra
persona.

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Conclusión

El proceso jurisdiccional no solo se justifica como producto o consecuencia de la división de


poderes sino como la herramienta universalmente aceptada por los pueblos modernos para la
solución de los conflictos intersubjetivos de intereses, por esta razón es indispensable que
esta finalidad sea atendida de una forma concreta y ágil para que no pierda eficacia.
La crisis de la justicia por la ineficacia de sus tiempos de respuesta respecto a la resolución
de los conflictos no es un problema del proceso jurisdiccional, ya que éste se encuentra
diseñado para que la respuesta sea dada de acuerdo con la materia que procesa en un breve
lapso, el detalle en la prominente insuficiencia es que la mayoría de servidores públicos,
quienes son los encargados de ser las manos del proceso no están aptos para desarrollar sus
cargos. La ineficacia de la justicia es fruto de un cúmulo de factores ajenos al proceso mismo
ya sean de tipo humano, de infraestructura o de falta de técnica de los apoderados de las
partes o de los operadores jurídicos. La respuesta a la ineficacia del poder judicial no puede
ser la negación del servicio jurisdiccional desestimando el uso del proceso jurisdiccional e
incentivando la proliferación de equivalentes jurisdiccionales.
Es menester que a la luz de los principios que definen el Estado de Derecho, se establezca
una necesidad imperiosa de definir cuál instrumento es el adecuado para cumplir con el fin
de la justicia material como uno de los objetivos propios de este tipo de Estado. Este
instrumento debe ser el proceso, pues es la manifestación propia del poder judicial dentro del
marco constitucional en donde las instituciones ejercen el derecho para doblegar a la
población.
Por esto, es necesario que en las escuelas a nivel nacional se fomenten una serie de métodos
e ideas con innovación, pensando en las mejoras de aprendizaje, pues solo con eso el ejercicio
del derecho mejorará y con ello también lo hará la sociedad.

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