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EXPERIENCIA RELIGIOSA
Sigmund Freud 1
Es en el artículo “Tótem y Tabú”, donde Sigmund Freud parte de la hipótesis de Darwin según la cual la
sociedad humana se formó a partir de una o varias hordas primitivas, dominadas por un macho poderoso
y despótico. Freud consideró a este macho como el padre de la horda, quien, imponiéndose por la
fuerza, se reservaba todas las hembras para él solo, sometiendo a sus hijos a un régimen de abstinencia
sexual forzada. Un día, ocurrió que los hijos se rebelaron, mataron al jefe-padre y se lo comieron en un
memorable banquete.
Ocurría sin embargo que los sentimientos hacia el jefe-padre eran ambivalentes, porque además de
odiarlo también lo amaban. Consiguientemente, sintieron culpa por lo que le habían hecho y decidieron
“revivirlo” en la figura de un Tótem (por ejemplo, un animal) cuya vida de ahora en más habría de ser
sagrada para la tribu, ya que matando al Tótem podría aparecer un nuevo macho despótico. Sólo se lo
“mataba” en banquetes periódicos, donde se lo sacrificaba para recrear simbólicamente el crimen de los
antepasados.
Simultáneamente quedaba prohibido a los miembros del clan tener relaciones sexuales con las mujeres
del mismo (tabú, o prohibición del incesto) y de esta forma, obligándose mutuamente a tener relaciones
sólo con mujeres de otro clan se evitaba la aparición de un nuevo macho y los consecuentes impulsos
agresivos hacia él. Llegó Freud así a creer que la sociedad surgió de la necesidad de contener el impulso
sexual y el afán destructivo.
Todo estos acontecimientos fueron también, según Freud, el origen de las religiones, incluyendo la
cristiana. Cristo es la representación del jefe sacrificado (en la cruz) y la eucaristía (comunión) el
equivalente simbólico del banquete donde se come el cuerpo de Cristo. Y por si esto fuera poco, los
cristianos se consideran entre sí como hermanos “en Cristo”, tal como en la horda primitiva se
consideraban entre sí sus miembros en relación al jefe.
Freud encaró también la cuestión religiosa en el marco de las relaciones entre la sexualidad y la moral
victoriana de su época. Por un lado, este sistema ético obligaba a la represión de los impulsos sexuales
invocando, por caso, dogmas religiosos, pero por el otro lado estos impulsos no podían permanecer
indefinidamente reprimidos y buscaron una descarga de compromiso hacia fines desexualizados
(sublimación) como por ejemplo el arte, el deporte, la filosofía y otras manifestaciones de la cultura
incluida... ¡la religión!
Las ideas y sentimientos religiosos eran, así, la causa de la represión sexual, pero al mismo tiempo estos
impulsos reprimidos y sublimados eran el origen de nuevas experiencias religiosas. Algo así como la
historia del huevo y la gallina. Otra manera de canalizar el impulso sexual reprimido, aunque esta vez de
manera decididamente patológica, es a través del síntoma neurótico, el que entonces sería como una
descarga equivalente a la experiencia religiosa, sólo que caratulada como enferma. De hecho, a Freud le
había llamado la atención la curiosa semejanza entre los rituales presentes en la neurosis obsesiva y ciertas
prácticas religiosas.
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Sigmund Freud 2
A partir de la investigaciones del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939) y las teorías del
“inconsciente colectivo” y de los arquetipos de su discípulo Carl Gustav Jung (1875 - 1961), ha habido una
sucesión muy variada de corrientes en la psicología que se relacionan en mayor o menor grado con las
ideas y las terapias del New Age. En particular la así llamada psicología transpersonal, fundada por el
psicólogo italiano Roberto Assagioli (1888-1974), pretende ir más allá de la experiencia psíquica del
individuo en búsqueda de una conciencia colectiva superior que sería la puerta al descubrimiento de un
“principio divino” que yace en el fondo de todo ser humano. De ahí nacen una multitud de técnicas típicas
del New Age: el biofeedback, la hipnosis, el rebirthing, la terapia Gestalt y la provocación de estados
alterados de conciencia, inclusive con el uso de drogas alucinógenas.
La religión satisface a algunas personas porque sienten placer, es emocionante. Otros sienten una
comunicación con un ser sobrenatural, sienten la presencia de Dios. Para otros lo que es importante es
escuchar un buen sermón donde pueden emplear su mente para entender a Dios. Para otros es lo que el
teólogo Rudolph Otto llama “lo numinoso”, una experiencia de la santidad y majestuosidad de Dios. La
gente busca sentir paz, gozo, ser amado por Dios y la comunidad de fe. Se sienten realizados cuando
tienen una dimensión espiritual en sus vidas. Sienten un poder espiritual, tal vez pueden ver este poder
actuar en milagros y exorcismos. A otros la religión los llena de sentimientos de culpa y temor. Como se
puede ver, la religión es un asunto muy complejo. Una clave para entender la experiencia religiosa, es que
Dios ha dado a cada uno de nosotros una personalidad única y podemos sentir su presencia y
experimentar nuestra religión con los factores caracterológicos que Él nos ha dado, ya sea que seamos
introvertidos, extrovertidos, ascéticos, expresivos, artísticos, músicos (entre otros).
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-Alteraciones químicas del cuerpo. Otras condiciones médicas pueden alterar los estados de conciencia:
deshidratación, disfunción del tiroides, falta de sueño, experiencias antes de una migraña o un ataque
epiléptico, estado de delirio con fiebres altas, el uso de venenos, el período de abstinencia en los
tratamientos de drogas adictivas, alcohol, o pastillas, o los alucinógenos como la marihuana, etc.
Se puede entrar en un estado alterado de conciencia en un servicio religioso, en la celda de una prisión,
en una clase de yoga, o en un ayuno prolongado. El éxtasis o el trance pueden ser compartidos por
enfermos, drogadictos o gente buscando experiencias religiosas. Todos estos describen sus experiencias
en términos muy similares a los cristianos: paz, luz, visiones, alegría, etc.
También la hiperventilación puede afectar la mente. Esto es algo que puede pasar en un culto muy
emotivo. La gente que hiperventila comienza a sentir mareos, con sensaciones de electricidad en sus
manos y otras sensaciones asociadas con entrar en un EAC. La química de la sangre es alterada causando
estos efectos. La presión arterial cae, la gente suda especialmente las palmas de las manos, y puede
desmayarse.