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A propósito de la marcha del próximo 27 de septiembre de 2017.

Con ocasión una convocatoria similar al Congreso, el 1° de noviembre de 2011, Antonio


Caponnetto escribió un artículo en Cabildo, que por su extensión de tres páginas, puede
resultar un desafío o un obstáculo insalvable para la pereza intelectual de nuestro ambiente
católico platense profesional – universitario.

Pero al ver tantos amigos comprometidos y empeñados en esta marcha, no podemos menos
que hacerles llegar el texto completo en pdf y algunos párrafos significativos seleccionados
arbitrariamente.

Y que aquellos que los quieran recibir e intentar comprender, los tomen como una advertencia
o consejo más o menos interesado, según la cercanía de nuestra amistad.

Que todos quieran ser peregrinos al Gólgota y no manifestantes al Congreso.

Héctor Emiliano Contreras

hectoremiliano.contreras@gmail.com

Buenas causas, mal defendidas

por Antonio Caponnetto

Selección de párrafos. Ver artículo completo en Cabildo N° 93, noviembre- diciembre 2011.

(…) Pero hay una causa nobilísima cuya defectuosa defensa nos preocupa hoy especialmente.
Se trata de la causa de la vida contra el crimen del aborto. Que tiene buenos apologistas, lo
sabemos; y no son ellos quienes deben darse por aludidos en los párrafos que siguen.

Pero ocurre que los organizadores y promotores más salientes de las genéricamente llamadas
marchas pro vida, no dejan confusión por perpetrar. Son personas bien intencionadas,
honestas, laboriosas, quizás algunos hasta de conducta santa. Celebramos sus talentos y
esfuerzos, que no son pocos. Subrayamos también sus virtudes. Pero la miopía doctrinal en la
que se encuentran les juega una mala pasada. (…)

He aquí, el paquete completo de las categorías gramscianas, los tópicos repetidos por el
amasijo de liberales y marxistas que nos dominan, los estereotipos gastados de la
contracultura moderna. He aquí, en suma, la tosca dependencia a las muletillas impuestas por
la intelligentizia oficial. Algo es malo si discrimina, si es violento, si es antidemocrático, si
conculca los “derechos humanos”.

Y para que sea más malo todavía conviene acusarlo de nazismo, usando para ello las palabras
talismán impuestas por las izquierdas para mentarlos: racismo y machismo.

Una lectura atenta de Maurras podría hacerles comprender que “la Revolución verdadera no es
la Revolución en la calle, es la manera de pensar revolucionaria”. Si hablamos como ellos,
acabaremos pensando y siendo como ellos. (…)

Han caído en la trampa que pacientemente les tendió el mundo: la Fe no es argumento, ni


conocimiento, ni prueba. Escondámosla, o pongámosla entre paréntesis. Detrás de toda
cuestión política ya no hay una cuestión religiosa, al buen decir de Donoso Cortés. No; para
estos providistas se trata de un debate político democrático que es preciso reclamar. “Creemos
en una sociedad unida que proteja la vida, una sociedad que definitivamente renuncie a
cualquier forma de violencia”, dice el manifiesto de “Unidos por la Vida”. (…)

Todo en un clima de estudiantina, de viaje de egresados, de pic nic callejero, mientras una
sanitaria valla policial separaba a ambos partícipes del disenso democrático, para que todos se
pudieran expresar libremente.

El espectáculo de la paridad y de la legitimidad de las posturas fue montado durante largas


horas, siendo funcionales ambos bandos, recíprocamente. Muchos jóvenes tuvieron así su
bautismo de “fuego” pluralista, ghandiano, sincretista y nada confrontativo. Como les inculcan
en ciertos establecimientos educativos “católicos” a los que concurren. (…)

Desde las páginas de “La Hostería Volante” se había acuñado un lema demasiado sugerente
como para desdeñarlo, a pesar de las diferencias sustantivas que tuvimos con aquella
publicación. En efecto, se hablaba allí de “El frente del algodón”, para aludir por lo general a
aquellos católicos débiles y medrosos que tomaban ciertas causas justas como propias, pero al
hacerlo las algodonizaban; esto es, la debilitaban, le restaban prestancia, vigor, enjundia y
gallardía. Hasta confundirla muchas veces con la misma posición del enemigo.

Así pasó ayer con la oposición al seudo matrimonio. Y así está sucediendo por ahora con la
resistencia al aborto. Todos estos jóvenes con espíritu apostólico, todas estas familias
imbuidas de respeto al orden natural, deben salir de la trampa en la que se encuentran y la cual
inducen a terceros. Deben incluso tomar conciencia de que los tiempos que vivimos son –muy
posiblemente- postrimeros, y que no guarda proporción espiritual comportarse en ellos como
cristianos mitigados o híbridos. Lo que se nos pide es, ni más ni menos, que seamos testigos
de Cristo Rey, recordando aquello que dijera Nuestro Señor: “Al que me reconozca
abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante el Padre que está en los cielos” (San
Mateo, 10, 17-3).

Testigos de palabra, de conducta y de sangre. Y aquí es cuando la palabra testigo –


recuperando su mayor potencia y lozanía, su significación más entera y completa- empieza a
escribirse martirio. O mártires de la Fe o cómplices de la Mentira. O confesores de la Cruz o
componedores de votos. O cruzados de la Iglesia Militante o socio de las sectas evangelistas.
O peregrinos al Gólgota o manifestantes ante el Congreso.

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