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EL FOLKLORE DE LA CRIMIN ALIDAD (Vigésimaprimera Conferencia) Resume el curso Bl folklore de ponslided el hacha chia 9 folklore de ln delinevencia.— Talismanes de sefurided en oh evo BI homicidio mégico o telepitico.—El primer del 4 Espaiia.— El desaudismo erimin wal.— La "‘bae tachi” del Justo Juez.— Los ojos de los muertos, Sefioras y Sefiores: Con toda felicidad, cumpliendo totalm que por anticipado habiamos ofrecido, de nuestro modesto curso, cursillo ma: y Derecho Penal. ente el programa hemos llegado al final s bien, de Criminologia Veinte sesiones de cincuenta minutos cada una, aproxi- madamente unas cien mil palabras, nos han permitido hacer un breve recorrido en torno a la Enciclopedia de las ciencias penales, La mayor parte de este tiempo, catorce de las veinte conferencias, es decir mas de la tercera parte, ha sido dedicada a la Criminologia pura. Comenzamos exponiendo los origenes mediatos e inmediatos de esta ciencia; nos detuvimos en la exposicién de las doctrinas de los tres grandes maestros del Positivismo penal italiano; en seguida hicimos también algunas referencias a la obra de los que podriamos llamar maestros menores; ms tarde realizamos un pequefio periplo buscando los criminalistas destacados de los principales paises de Euro- ba y América; y por fin, dimos cuenta répidamente del estado actual de la ciencia y de los dos o tres rejuvenecimientos sucesivos que la han incrementado, primero con el adveni- Lovaiicauy cull va yua ner —260— iniento de fa Eugenesia, luego con el de la Endocrinologia, y finalmente con el del Psicoanéli Esto constituyé lo que pudiéramos Hamar la parte externa de muestras conferencias de Criminologia; en seguida, entran- do en la parte interna, dedicamos una conversacion a las fér- mulas principales en torno a la nocién del delito como fend- meno bioldgico y social. Hecho esto, tratamos al problema, en general, de las formas de la delincuencia, visto desde una altura tal que s6lo permite distinguir los relieves mas acusa- dos, Vimos los delitos comunes en sus tres ordenes de codi- cia, de lascivia y de odio; vimos los delitos politicos bifurcados en formas ascendentes y descendentes; vimos también los delitos sociales y 1a mezcla de lo politico con lo social, que es precisamente el fendmeno més caracteristico de Ia Criminolo- gia contempordnea. Pasando més allé en nuestro camino, consideramos la estatica y la cinematica de la delincuencia. Con motivo de la primera, trazamos un paralelo entre la distribucién geografica u horizontal de Ja criminalidad y la distribucién vertical o social de la misma; ello nos dié motivo para algunas divaga- ciones acerca de los temas principales de la geografia, de la etnografia y de la demografia criminales. Y poniendo ya en marcha esta maquina, pasando de la estatica a la cinemitica, vimos cémo la delincuencia se mueve dentro del tiempo sobre un espacio determinado, unas veces en ciclos regulares y periédicos, que son siempre naturales, asi la alternancia del dia y la noche, la semana, los meses, las estaciones, y otras veces que no tienen una periodicidad y una regularidad tan manifiesta. En estos otros ciclos los habia de naturaleza fisi- ca, tal, por ejemplo, los meteoros, los dias de tormenta, los dias de nevada, los dias de Muvia; pero los mas eran de natu- raleza francamente social; y entonces dedicamos algunas palabras a las caracterfsticas que toma la criminalidad en los tiempos de pobreza y de riqueza, esto desde el punto de vista Tene y Ce 2 punto de vista politico-social, en los r ipos de agitacién, Lovanicauy cull va yua ner 261 Con esto nos trasladamos ya a la Consideracig; de nuevo término que se presentaba a nuestra vista, ef na co de In eva Criminologia, el delincuente. Hicimes peawetia revision de las Drincipales clasificaciones de los dein cuentes que nos habian presentado los autores con que, = a poco, bamos familiarizandonos; y tras esto rea eo previsimo estudio de los tipos principales de delincuent : ls delincuentes natos, los delincuentes locos, los delinn ® habituales, los delinouentes pasionales y los delineuenés ocasionales. Y para que no quedara en olvido una mater ; asaz interesante también, dedicamos cierto tiempo ala eae cion de aquellos factores bioligicos que modifean iene, criminales, y especialmente dos, el sexo y a Ia edad, Hecho esto no nos quedaba, para dar Por terminada esta parte, sino la consideracién de Ta asociacin en wl delte ra aque hasta entonces no habfamos visto més que el deito cova de la accién individual, y realizamos también una breve info macién acerca de las formas principales de la asociaciin en et delito, desde la pareja criminal, homosexual y heterosexual, erética y no erética, hasta la muchedumbre delincuente y e delito corporativo de todo un pueblo, sies preciso, pasando por las formas intermedias de la cuadrilla criminal y la delin- cuencia sectaria. Asi quedé el ciclo de nuestras conversaciones relacionadas con la Criminologia pura. Vinieron después, tras estas catorce conferencias, cuatro de verdadero Derecho Penal. Comenza- mos con una definicién de la pena, vimos sus fases, nos detu- vimos sobre todo en Ja fase de la ley del Talion y en la fase del Derecho Romano, y también en aquella singular fase de anomia penal que acometié a la Europa central en los media- dos del siglo XVIII y que di6 lugar a una situacién contra la que reacciona airadamente el bondadoso Beccaria. El andlisis del libro de Beccaria y la crénica de los viajes de John Howard a través de la geografia del dolor, de la geo- grafia penitenciaria, invirtié otra conferencia més, después de la cual las dos restantes de Derecho Penal se repartieron Lovanicauy vil canocenthier —262— caracteres principales del Derecho IX y el contraste que este Derecho al de los pafses de dictadura: entre la exposicién de los Penal liberal del siglo X Penal ofrece con el Derecho Peni Rusia, Italia y Alemania. Las dos iltimas lecciones, que éstas puedo pretender sin jactancia que estén en Ja memoria de todos, por To poco que hace que se pronunciaron, tuvieron por tema algunas curics dades relativas a la instrucci6n y a la policia judicial cientifi- ca, sobre todo, en primer lugar, los métodos de identificaci6n, el descubrimiento de la Dactiloscopia, sus aplicaciones civiles y criminales; y después, los métodos modernos de los sueros de verdad y los detectores de mentiras, la critica de la prueba testifical y alguna brevisima referencia a los métodos de la policia judicial cientifica. Esto es, pues, cuanto hemos hecho. Yo estoy plenamente convencido de haber incurrido a cada instante en numerosas imperfecciones e incorrecciones; de muchas de ellas me he dado yo mismo cuenta, otras no, que habran sido captadas por ustedes, y hasta habra un tercer grupo de-ellas en que ni ustedes ni yo habremos caido, Ello me duele en extremo; pero, a pesar de todo, en los momentos actuales siento una situacién de bienestar y de contento interior, primero y sobre todo, por la cordialidad con que todos me habéis distinguido, por el interés que me habéis demostrado y que llevaré siempre en el fondo de mi corazén, y después de esto, mi bienestar interior es el de la sensacién de haberme liberado una vez mas de tn peso que he sabido llevar todavia, no obstante las con- diciones en que esta vez me he encontrado. Dias pasados hablabamos nosotros del libro conmovedor "Mis prisiones’, de Silvio Pellico, de aquella desdichada victi- ma del absolutismo politico, v no sésicontamos que, sometido aun régimen carcelatio sumamente duro, ni siquiera tuvo el consuelo de poder escribir aquellos versos que brotaban en él tan naturalmente como el agua de tna fuente; pudo, no obs tante, componer de memoria una tragedia, después represen- tada, y foriada bajo los Plomos de Venecia y del Castillo de Lovanicauy cull va veainiNer Spielberg, la tragedia “Gismonda”, Pues bien, Yo he tenidg que hacer algo por el estilo, Componiendo mi cursitto comple. tamente de memoria, sin libros ni papeles de ninguna clase, que no he podido salvar del desastre sufrido, = Entre estos papeles y anotaciones amonton; nt aio, muchos de ellos se referian a un tema a, co ts sino episodio final, quiero todavia tocar hoy per is sito smpre el favorito y preferido mio, nes folklorieas de Ta criminalidad; y no sélo dey dad, sino también de la penalidad,’ El campo det * saber popular, es tal que se s tal extiende por doqui hiedra extraordinariamente lasciva. la criminali- “folklore”, det lera como una En un pais en que, como en Ale: pena capital se hace mediante el hacha, el hacha era y es el instrumento en torno al cual gira in estas leyendas; especial- mente aquella a la que yo me Tefiero, la de la embriaguez del hacha misma; cuando el arma ha servido demasiado, su es- tructura molecular est4 empapada en sangre, se pone ebria, borracha, y siente impulsos que la hacen volverse contra el mismo que la mManeja; por eso entonces el verdugo se cuida de enterrarla, para precaverse de los impulsos vindicativos del fatal instrumento, y en los bosque es, en las encrucijadas, ei los lugares perdidos de la Germania, donde van a parar escondi- das las cosas malditas, yacen atin hoy dia, oxidadas, deshechas como cadaveres, las hachas de las generaciones de verdugos de aquella tierra. mania, la ejecucién de la Lovanicauy vu Canrocarther —261— Basta con esto en torno al hacha del verdugo. De lo que ‘mos a hablar ahora es del folklore de la delincuencia. Siel jr de la juventud, si la piedra filosofal, han sido las dos srrandes ansias, las dos grandes obsesiones de los hombres, en forno de las cuales se centraron las viejas leyendas, la del Dr. Fausto sobre todo, la obsesién del criminal, la del malhe- chor, ha sido siempre la de encontrar el talismén de invisibi- lidad que le haga seguro e impune en su acci6n delincuente, En os hermosos estudios del alemdn Hellwig acerca de las supersticiones criminales, vemos largas y prolijas resefias de estos talismanes y métodos de invisibilidad, propios de los criminales de su pais: la bujia hecha con grasa femenina, la mano de un no nacido humano, cosas todas medrosas y extraordinarias, que han determinado tantos y tan crueles crimenes en las tierras germénicas. En nuestra Espafia no; felizmente para ella los talismanes, los amuletos de invisibilidad, de insecuestrabilidad, de invul- nerabilidad, en una palabra, todas aquellas garantias que los malhechores piden al destino, todas ellas son mucho mas bonachonas y sencillas. Toda la ciencia popular del delincuente esté hecha, dé ordinario, a base de viejas rutinas del oficio, y sobre todo, ademés, de mucho mas viejas supersticiones, Ya sabéis que la palabra supersticin significa esto precisamente, supervi- vencia. Por tanto, es en cierto modo el folldore criminal un arsenal de antiguallas, una coleccién de fésiles, pero fésiles todavia vivientes y operantes. Algunas son tan viejas que se remontan a las primeras edades de la piedra, a los tiempos, casi, en que el ser humano estaba desprendiéndose de la animalidad y dando a la tierra Jas primeras criaturas verticales. Una, sobre todo, me interesa decirla ante ustedes. Por aquellos afios a que en su sabia conferencia de anoche se tefirié mi compatriota D. Francisco Vera, aquellos afios en que se discutia en Madrid bizantinamente acerca de si el Lovanicauy cull va veai ner —265— fa comenzaba en el afio 1900 o e| 1901, justa, oe ellos dias estaba yo ocupado en mis €Xploracione. pajos fondos sociales mar ilefios; a s ee ts «pa mala vida en Madrid’ » due tuvo la fortuna de ‘a a ana cierta curiosidad, incluso literaria, Por las clases oe y por los personajes que en él se Tevelaron; contempord de este libro mfo son, por una parte,"La Busca” ae Pio pee i; de otra, "La Horda”, de Vicente Blasco Thins °° 8 Busca”, de Pio Baroja, hay muchas coincidencia: mae vida” madrilefia, porque el dibujante que me © esta época ¢. 'S Con mi "Mala u acompafiaba noche en que la fotografia no podia lograrse en los ee y en los barrios bajos madrilefios, era Ricardo Baroja, el her. mano del novelista bien estimado, 3 Pues bien, en estos dias, a menudo m Ja frecuencia con que tropezaba entre | mujeres que poblaban aquellos tristes objetos y sobre todo dos: corazones de cera hechos segtin la estilizaci6n popular de la viscera, con su gancho inferior bien retorcido y en la parte alta con su aorta agrandandose como la copa de un Arbol; corazones atraves: au sados de agujas; y otras veces, figurillas humanas desnudas 0 cubiertas con un simu- Jacro de mortaja, y también acribilladas de igual suerte. Hamaba la atencién 0S escondrijos de las lugares, ciertos Taros éQué era esto? Sencillamente, un homicidio en proyecto y en estado de ejecucién; la representacién de una persona odiada y contra la cual se hacia recaer la muerte por la accién de una voluntad intensamente sostenida, Era lo que después he llamado yo mismo, el homicidio magico o telepatico, Desde el punto de vista juridico, la cosa no tiene impor- tancia ninguna; es un caso de tantos de los que los juristas Haman los delitos imposibles; hay una imposibilidad por inca. Pacidad del sujeto pasivo, otra por incapacidad del sujeto activo, otra por incapacidad del medio empleado, y este caso era precisamente aquel de que hablo. Pero socialmente su interés es grande. Puesto anes pista de esta vieja antigualla, hallé en los archivos de la Lovaricauy cull va veal —266— o het ndlogos, sobre todo ef / « procesos sobre hechos 2 ; sici6n no poces Pree 1a Inquisicion de Valencia, en et de Bsperanaa My tops, repasando Ia “Celestina”, com dos siglo XVITT Ick te manifiestamente a este mismo arte, Iineas en que illada, que vivia en el barrio ct r Ia vieja de 7 ict ane de la Cuesta del Rio, “A otros daba unos cora- de las tenerias de 1A se es de cora Tienos ce aguas quebradas. sto remontaba ya la practica al siglo XV. Toda més, on una ley de las Partidas ef hechizo esté menciona nen igual exactitud que en Ja Celestina; now hal amos Ya dos giglos atrés, en la mitad del siglo XIII, Y cuando la anti etme parecia ya casi insuperable, de pronto vino a proyec- tarla hacia una inmensidad remota y desconocida, el descu- brimiento y las aplicaciones del estudio del arte rupestre en Espaiia. Ya hacfa muchos afios que en Espaiia estaba descubierta yy habfa sido explorada la Cueva de Altamira, de la provincia de Santander, la Capilla Sixtina del arte cuaternario, como se Ie ha llamado, en cuyo oscuro interior estan representados, con una vitalidad exquisita, demostrativa del temperamento artistico del hombre de la época magdalenense, los grandes animales que recorrian el pais en una de las épocas intergla- ciales. Alli esta el jabalf, el ciervo, sobre todo el bisonte, el maravilloso salto del bisonte, uno de los ejemplos a que el otro dia nos referiamos, reveladores del tiempo de reaccién visual de los hombres primitivos, que pintaron a los animales en movimientos tales que s6lo ahora la fotografia instantanea ha podido revelar. Deciamos, pues, que la caverna de Altamira era ya cono- cida desde tiempos antes de 1900; pero afios después, al comenzar el verano de 1914, se hallaban en Espafia buscando cavernas y pinturas rupestres precisamente, las dos mayores autoridades que entonces habia en la materia; uno, el Abate Breuil, francés; otro, el abate Obermaier, aleman, ambos maestros del Instituto de Paleontologia humana que en Paris sostenfa el Principe de Ménaco. veai mer Lovanicauy cull va —267— La Guerra estallé después del atentado de &.,: de Julio; y mientras tino de los eatin a evo, de 28, fia retornar @ su patria, otro, Obermaier, se qu 7 te Breuil, doy la unta de Amptiacion de Estudios ¢ Tnee 2 Odter Cientificas, benemérita institucién espafiola ae enone comenzaba a actuar, le contraté para que vealizar onces casi de estudios por todo el tiempo que se prolongata la vitae a propésito de los dos grandes temas que é! domin; tee rupestre y el glaciarismo cuaternario, eae Obermaier hizo entonces sendos estudios alrededor de |; huellas que los glaciares del cuaternario dejaron en los a des macizos montafiosos espajioles, no ya en los Pitineos bastante estudiados ya por los franceses, sino en los Picos de Europa, en los Montes Ibéricos, en la Sierra de Guadarrama, en la gran Sierra de Gredos, en Sierra Nevada; y ademas & estos estudios geolégicos, hizo la exploracién de las riquisimas cavernas de la regién de las provincias de Santander y de As- turias, es decir de las dos Asturias, de las Asturias de Santilla- na y de las Asturias de Oviedo, como antiguamente se las lla- maba, exploracién que di6é por fruto que Espafia, como nota Wells en su libro reciente, sea el pais mas rico, en cuanto se refiere a prehistoria, del Mundo entero. Y entonces, en todas estas cavernas que revelé el diligen- te cuidado del abate Obermaier y de sus discipulos y colabo- radores, aparecié el mundo de la pintura rupestre de aquellas gentes del magdalenense que vivieron hard catorce, dieciocho 0 veinte mil afios probablemente, o mas, y que dejaron huellas de su arte tan singular y tan expresivo, como pintores, sobre todo, alimafieros. Pero, gde qué clase de animales? Animales exclusiva: mente de caza, tinicamente animales comestibles; las especies representadas en el interior de las cavernas oscuras no son nunca las grandes fieras, ni siquiera el “ursus espeleus” tan familar entonces al hombre; las fieras, si acaso, tienen repre- sentacién en los distintos utensilios del arte mobiliario, pero no en el interior de las cavernas. Lovanicauy cull va yeuail —268— Era éste unl santuario. magico en el que los sacerdotes artistas que decoraron el interior, procuraron, sobre todo, el éxito de sus compaiieros en la caza, pintando los animales de caza por un rito de magia simpatica en la creencia, en la fe persuasiva, de que si pintaban una caza abundante, y sobre todo una caza ya cazada, una caza ya atravesada por las fle. chas y por las azagayas, al dia siguiente la realidad habia de conformarse con sus deseos y Ia tribu habia de lograr una refaccin abundante, Como veis, es exactamente lo mismo que el rito que aan hoy practican las mujeres de las bajas clases sociales en Eu- ropa, Y probablemente también en América, porque los ritos han debido traspasar los mares. Salvador Reinach, en su obra, bien conocida de todos, el “Apolo”, brevisima y sustancil historia de las religions, fué tal vez el primero que lo dijo y hoy ya se trata de un lugar comtn, Pero todavia en Espafia ha tenido una nueva confir- circién. Al otro lado de los puntos cardinales de Bspaia, no en el Norte sino en Levante, en las montafias catalanas y en tas montafias del antiguo Reino de Valencia, existe otra for- izds tal vez mds interesante que la ma de arte rupestre, qui anterior; y digo esto porque Jos artistas de las actuales pro- Vincias de Lérida, de Castell6n, de Valencia, de Albacete, pre fieren los hombres a los animales, porque, aunque alguna vez presentan también a los animales, por ejemplo, en la escena de caza de la Cueva de la Vieja, de Alpera, de ordinario buscan Jos asuntos humanos, asf la danza de Cogul, en la provincia de Lérida; asf también la pintura rupestre verdaderamente deli- ciosa de Bicorp, en Castellon, representativa de dos hombres que trepan por un acantilado para captar una colmena de abejas de aquellas que adn hoy dia siguen anidando en las anfractuosidades de la escarpa vertiginosa. ‘ Pues bien, hay en el grupo de estas pinturas rupestres re a una francamente criminoldgica; y es aquella que presenta el primer crimen conocido en Espaiia, en la vieja Lovanicauy cull va veaniner —269— Espaiia cuya edad se pierde en la lejania de los ti pretéritos. los tiempos més Esta pintura se encuentra en la Ct provincia de Castell6n de la Plana. Ate wee : bre de una condicién elevada, que en él se acusa porqui ca Ja pierna izquierda, sobre la rodilla, lleva una faeretors ie lla especia de liga que en la etnografia comparada se aa el ‘ ‘ponor” y que es la primera representacién de la diferen- ciacién de clases sociales, Es un hombre de una clase distin- guida, se podria decir que es un caballero de la Orden de la Jarretera, de aquella nobilisima orden inglesa, fundada en el siglo XIV por Eduardo III, que bailando una noche con la marquesa de Salisbury le recogié la liga que se le habia caido en el baile, y ante la sonrisa un poco maliciosa de los cortesa- nos, pronuncié aquellas palabras que son el emblema de la Orden: “honni soit qui mal y pense”—maldito sea el que pien- se mal. Se trata de un hombre de clase distinguida, pues ademas, de la cabeza, con la violencia de la carrera emprendida, se le cae una corona que no es de metal, porque la pintura es muy anterior a la Edad de los Metales, es una corona de esparto, tal como las muchas de este género que se conservan en el Museo Arqueolégico de Madrid, recogidas de la famosa Cue- va de los Murciélagos, de las Angosturas de Albufiol, donde sobre una cornisa vertiginosa, casi inaccesible, se hallé una cueva en cuyo interior, en torno de un esqueleto, un cortejo de muertos silenciosos, todos con coronas de esparto, le da- ban eterna guardia. pasé es que un régulo, un reyezuelo de aquellas Lo que jas del Maestrazgo, tuvo ene- iribus primitivas de las montaii migos en su propia tribu, enemigos que tramaron alguna con- jura contra él —estoy diciendo la interpretacion del Abate Obermaier—; los cuales no sintiéndose con capacidad agresiva edirle en un ataque leal, pintaron allilo que suficiente para agré deseaban, un hombre atravesado por las flechas y con la coro- Lovanicauy cull va veal —200— realidad se acomode a sus deseos jue 1a 7 esperando due te el régulo haya sucumbido. de el dia en au J rito exactamente, Por ejemplo, de las tribus africa. a ahora que después de una larga sequia, para hacer a I : hubes del cielo descarguen sus urnas sobre la tierra, os Jas doncellas desnudas del pais y las vierten cubos de agua encima. na caida, y que no tar esta interptetacion permite llegar al primero de los crimenes conocidos en Espafia; y es curioso, por tanto, que el primero de estos crimenes sea un Tegicidio, iQué sorpresa para aquel ignorante fiscal que acusé al Cura Merino y que, olvidando la historia patria, no ya estos viejos antecedentes prehist6ricos, absolutamente ignotos en sus dias, olvidando el atentado de que Fernando el Catélico fué victi- ma en Barcelona por parte del loco Canamés, pretendia que fen Espaiia era la primera vez que un arma se habia osado Jevantar contra la persona de un principe! Vemos, pues, cOmo He aqui, pues, lo que yo he llamado el homicidio magico 0 telepatico. Pero hay también una multitud de formas y pr edimien- tos para lograr talismanes y amuletos de indivisibilidad, o impunidad, cuando menos. ‘No mucho tiempo después de la publicacién de mi “Mala vida”, en 1911, hacia yo mi primer viaje de estudios por la baja Andalucia, por el valle del Guadalquivir, estudiando el bandolerismo andaluz y la delincuencia subversiva, cuando un dia, en Cordoba, vinieron a avisarme de que aquella noche habia sido hallada una mujer absolutamente desnuda en lo alto de la copa de un naranjo de Medina Azahara, Cordoba la Vieja, el Versalles de los Abderramanes. ee Nempo para acudir, con la ilusién de encontrar ea Her alent me ensefiaron la mujer, era una Gan al Warina, una ladrona rural de frutos, y al pregun- Por que de su accién, extrafia para los que no somos Lovanicauy cull va veaininer —271— del feliz pais en que se puede vivir desnudo, me que lo habia hecho tal como to haan loss Sena sus cofrades, porque de esta suerte se hacia invisib] aoe Io menos su presencia no serfa nunca sefialada Por tie | por dos de los perros, que sienten por el ser humano un e¢; a temor en esta forma. *xtrafio Esta misma Practica la encontré al aio siguiente en la huerta valenciana, al siguiente, en Marruecos; y todavia mé leyendo los libros de viaje del viajer * 4 i © espafiol Enrique D’A]. monte, supe también cémo los cuatr 2 Al eros del Sahara, act siempre desnudos, en una forma de eriminaldad aie sean mos llamar de desnudismo delincuente, Otro talisman distinto és el que ofrece el Pueblo gitano con lo que llaman la “bar lachi”, la piedra iman y hasta senne. llamente con minusculas raspaduras de ella; bastan estas mi. niisculas raspaduras, no ya la posesién de un trozo entero de piedra, para que el gitano se sienta completamente impavido y seguro de si mismo y se lance a las aventuras més peligro- sas, pues tiene la plena conviccién de que no sera visto, o, por lo menos, no podra ser preso ni detenido. Habia en el viejo Museo de Historia Natural de Madrid, convertido luego en Museo de Ciencias Naturales, un precio. sisimo ejemplar de esta piedra imén, instalado de una mane. ra verdaderamente Ilamativa, en torno del cual, de ordinario, rondaban codiciosos tipos gitanos, ansiosos de llegar a poser todo 0 parte, por lo menos, de aquella piedra, cuyas virtudes habfan de estar aumentadas extraordinariamente por el hecho de proceder de un Museo del Rey. Un tercer amuleto de invisibilidad, y éste era de proce- dencia cristiana, fué el de una oracién mencionada en diver- sos textos de la literatura picaresca espafiola y, sobre todo, en "La vida del Buscén Don Pablos” de D. Francisco de Que- vedo y Villegas. Es la oracién del Justo Juez, una oracién que da al que la rece y la lleve encima la fortuna de la invisibi- lidad, de la insecuestrabilidad, y de la invulnerabilidad; un Seguro perfecto y completo del delito. Lovanicauy cull va sean rer —27— fi te talisman? ¢Cudndo? Proba- 10 se habia fo este fa ! nae una creacién de pa Pantie 2. ie. 3 e ’ ion no esta mencionada en A esta Ora gtras muchas oracioneS populares de la €poca, la Seta Ene ‘edada, singularmente; pero la del Justo Juez no la ene : las de su clase, atri- i rillo, la reina de las novelas : ee Diese Hurtado de Mendoza y que parece mas bien obra de Sebastian de Orozco, un escritor popular de la cen- turia XVI. El héroe de Quevedo se jacta de haberla compuesto; en todo caso, es tuna supersticién herética, contra la cual proba- blemente reaccionarfa la Inquisicién, por expresar una aberracién de la serie de las bienaventuranzas, aquella que se refiere a los que padecen persecucién con la justicia. @Cuél seria mi asombro al ver que esta oracién que no conoce en Espafia incluso un investigador tan seguro como Américo Castro, es conocida aqui, impresa y todo? El tiempo me agobia ya, y acabaré répidamente lo poco que tenia que decir. Frente a estos talismanes de invisibilidad hablariamos también, épor qué no?, de otros temas que obsesionan el alma del criminal, sobre todo, por poner en peligro su seguridad personal, Asi las supersticiones que se refieren a las heridas del muerto, abiertas en presencia del asesino; asi también la de la imagen del matador en los ojos del muerto, que al pare- cer pueden tener una base biol6gica en que sostenerse. mado Hace ya muchos afios, me parece que hacia 1909 6 1910, hubo en Verona un crimen en que se creyé descubrir en las pupilas del muerto, un contorno, un perfil humano, semejante al que se ve, por ejemplo, en la retina de los animales muer- tos en e] matadero. Entonces se planteé cientificamente en el foro penal la cuesti6n relativa a esta observacién. Llama- dos los profesionales, la cuestién quedé como suelen quedar siempre: “o el perro esta rabioso 0 no lo esta”. Se vid que el ojo humano es una verdadera maquina fotografica, dotado de Lovanicauy cull va yeail Jos mismios elementos: que es la retina impr La cuestién era haber ent los Ii dos de 1°! Prinelpig iquidos de las, camatas de de la sangre Modificados ek UN objes Vo, ttn diat eRhada de Una gust OF tte ua: lel ojo ge der, ‘ © en Ios ca Por la Nlensidad ¢, sada por fa agresign, homicide, Sera posible g método de la investi fema inquietante, dej tra disertacién de hoy, vuestra atencién todo, que si algu: que hoy hemos tratado, eguir por este cami tigacién Microfotog : ue Y Por vuestra by na vez hacéjs de de mi y me lo comuni. quéis, pues puede serme atil, Y nada mis ya, fin el cursillo, per se de las antiguas farsas espaiiolas, dir lo que se decia por entonces: "Aqui da tdonad sus tuchas faltas”, BIN cart er 1 Cari aquyuv wu Lovanic

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