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¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
El Magisterio de la Iglesia nos dice: “La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida
cristiana” (LG 11).
Esa es la razón de que "los demás sacramentos, como también todos los ministerios
eclesiales y las obras de apostolado están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan"
(Presbyterorum ordinis, 5).
Banquete del Señor: porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus
discípulos la víspera de su pasión (1 Co 11, 20).
Fracción del pan: porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por
Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (Mt 14, 19; 15,
36; Mc 8, 6. 19).
Asamblea eucarística: porque se celebra en la Asamblea de los fieles, expresión
visible de la Iglesia (1 Co 11, 17-34).
LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
SU ORIGEN
SU HISTORIA
Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de Jerusalén
se dice: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles a la
comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones…” (Hechos 2, 42.46; C
1342).
Si los cristianos celebramos la Eucaristía desde los orígenes, y con una forma tal
que, en su substancia, no ha cambiado a través de la gran diversidad de épocas y
de liturgias, es porque nos sabemos sujetos al mandato del Señor, dado la víspera
de su pasión: “haced esto en memoria mía” (1 Co 11, 24-25; C 1356).
“A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo,
sino también los que están ya en la gloria del cielo” (C 1370). Y el sacrificio
eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos “que han muerto en Cristo y
todavía no están plenamente purificados” (C 1371).
Cristo quería que este santo banquete fuera para todos, pero no todos están
preparados (ver las parábolas de Cristo de las vírgenes prudentes y las necias. y
del hombre sin el traje de boda en Mt 25, 1-13; y 22, 1-14).
“Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas
disposiciones, comulguen cuando participan en la Misa” (C 1388).
Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados, debo
recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco
siempre, debo tener siempre un remedio (C 1393).
LA EUCARISTÍA Y EL CIELO
Cristo mismo dijo: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6, 51).
San José Sánchez del Río, un adolescente mexicano martirizado a los catorce años y
canonizado en 2016. Estando en prisión, pudo recibir el Santísimo Sacramento cuando lo
introdujeron de contrabando en su celda junto con una canasta de alimentos. Fortalecido
por este viático, pudo soportar la tortura y permanecer fiel a Cristo cuando sus captores le
dijeron que debía renunciar a su fe o ser ejecutado. Respondió a sus perseguidores: “Mi fe
no está a la venta”.
Isabel Ana Seton, es una de estas personas conversas. Se sintió atraída a ingresar a la
Iglesia Católica después de ser testigo de la devoción de los católicos al Santísimo
Sacramento. La gracia de Dios la llevó a la fe en la Presencia Real. Cuando todavía era
episcopaliana, se encontraba una vez en oración en su iglesia en Nueva York, cuando miró
por la ventana abierta y se imaginó orando a Jesús en el tabernáculo de una iglesia católica
a una cuadra de distancia. La noche después de su entrada en la Iglesia Católica y su
Primera Comunión, santa Isabel Ana escribió en su diario: “Por fin DIOS ES MÍO y YO SOY
SUYA”.
Repetimos estas palabras atribuidas a santa Teresa de Calcuta: “Una vez que comprendes
la Eucaristía, nunca puedes dejar la Iglesia. No porque la Iglesia no te lo permita, sino
porque tu corazón no te lo permite”.
«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo» (Jn 6,51).