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Taller No.

2:

Crianza Respetuosa
Elogios en la crianza:

Técnicamente, hablamos del refuerzo positivo para referirnos a todos


aquellos elementos que aumentan la probabilidad de aparición de
alguna respuesta.

Es decir, son "todas aquellas cosas" que podemos hacer como padres (y
que también pueden hacer los niños, a través del auto refuerzo), y que
les ayudan a consolidar conductas y a que éstas aparezcan con más
frecuencia.

Beneficios de los elogios:

Cuando elogiamos a nuestros niños (si estos elogios no son sistemáticos),


estamos reforzando su conducta y potenciando su autoestima.

Así, entre los beneficios de los elogios encontramos que hacen que los
niños se sientan reconocidos y valorados; se trata de una forma de validar
y potenciar su comportamiento. Esto es bueno para su autoestima, para
su autoconcepto y para su seguridad personal.

Sin embargo, cuando hablamos de elogiar, no nos referimos únicamente


a decirle a nuestro hijo "qué bien has hecho este ejercicio, qué bien se te
da", por ejemplo; hablamos también, y siguiendo con el ejemplo, de
hacerle ver que gracias a su esfuerzo, dedicación, concentración y
perseverancia, ha resuelto el ejercicio.

Inconvenientes de elogiar constantemente

Sin embargo, no debemos caer en el error de elogiar sistemáticamente a


los niños por sus acciones. ¿Por qué? Porque entonces pueden
acostumbrarse a dichos elogios e incluso, volverse dependientes de ellos.
E incluso, estar esperándolos siempre, hasta tal punto en que si en un
momento dado "nos olvidamos" de elogiarlos, pueden sentirse muy mal.
Porque esperaban ese elogio. Y por otro lado, el refuerzo puede acabar
perdiendo efectividad de tanto usarlo.

Por ello, es bueno para su desarrollo ir adquiriendo el hábito de recibir


elogios y alabanzas pero con moderación, para que así ellos también
aprendan a autorreforzarse y a no depender de factores externos para
sentirse bien consigo mismos.

¿Cómo lograr la correcta utilización de los elogios?

1. Ayúdale a encontrar formas de reforzarse a sí mismo


 De forma verbal (decirse a sí mismos "¡qué bien se me da
esto!", o "qué bien que hago esto", "estoy orgulloso de mí...").
 De otras formas: buscando pequeños refuerzos, por ejemplo;
cuando acabe los deberes tendré un tiempo para jugar, si
aprendo a vestirme solo podré escoger la ropa que yo
quiera...
2. Anímale a identificar sus fortalezas:
Que tu hijo aprenda a identificar todo aquello que se le da bien, y
también aquello en los que se esfuerza y persiste (aunque no
siempre se le dé bien), todos sus pequeños avances, fortalezas,
aprendizajes, etc.
3. Refuerza con un sentido:
Cuando utilizamos los diferentes reforzadores, es importante no
limitarnos a emitirlos (por ejemplo, decir "como has hecho bien los
deberes, vamos al cine"). Se trata de darles un sentido, una relación
con la conducta (es decir, adaptar el reforzador).
Por ejemplo, si nuestro hijo ha cuidado bien de las plantas,
podemos decirle: "¡Te has encargado fenomenal de cuidar las
plantas! ¿Qué te parece si este fin de semana hacemos una
excursión a un jardín botánico y aprendemos más sobre plantas?".
O si ha cuidado muy bien al perrito de la familia, y se ha acordado
de darle de comer, ha jugado con él, lo ha mimado... podemos
reforzarle diciendo: "¡Qué bien has cuidado a [nombre del perro]!
Si quieres podemos ir juntos a pasearlo al sitio que más te
apetezca".
4. Asegúrate de que es consciente de su logro:
Finalmente, recuerda que es importante hacer ver al niño lo que
ha conseguido; es decir, no limitarnos a elogiar una conducta sin
más, sino asegurarnos de que él está siendo consciente de ese
logro o esa buena conducta, que lo valora, que le hace sentir bien
y que por eso quiere repetirlo.
5. Refuerza algunas conductas, pero no todas
Está claro que tu hijo hará mil cosas bien, y es importante apreciar
sus avances, sus esfuerzos para mejorar y aprender... Sin embargo,
no es imprescindible que refuerces absolutamente todos sus logros,
ya que él también tiene que aprender a reforzarse a sí mismo y a
no esperar siempre "algo de fuera".
6. Alterna el refuerzo social con otros tipos de refuerzo
Combina el refuerzo social (como las alabanzas y los elogios) con
otros tipos de refuerzo, así evitarás que tu niño se acostumbre a él.
Puedes usar cualquiera de los elogios antes mencionados (de tipo
verbal, material, de actividad...).
7. Practica el refuerzo
intermitente; a veces sí,
a veces no
El refuerzo intermitente
es una técnica que
consiste en reforzar las
conductas adecuadas
cuando aparezcan,
pero no siempre. Es
decir, unas veces sí y otras no.
Es una estrategia muy eficaz para instaurar y mantener conductas
y aprendizajes que queremos potenciar, ya que el niño no siempre
espera el refuerzo y entonces, cuando lo tiene, éste resulta muy
potente.

Factores de sana convivencia:

 Favorecer la comunicación

Hablar con honestidad y sinceridad evita que las emociones se


antepongan a la razón. Seguramente has tenido alguna discusión
acalorada con tu hijo en la que él o tú han cedido al enojo, sin antes
detenerse a conocer qué es lo que exactamente sucedió y las razones
de ese estado de ánimo.

Para evitar estas situaciones es bueno trabajar en una buena


comunicación basada en el diálogo, charlas cotidianas y reuniones
familiares.

 Respetar el tiempo del otro

Planificar y organizar en horarios y roles las actividades y


responsabilidades en el hogar, es un consejo básico para mejorar la
convivencia.

Además, con el paso del tiempo los miembros van desarrollando


actividades independientes a las del resto, por lo que es importante
tomar en cuenta los compromisos de cada integrante para planear.

 Tolerar los gustos diferentes

Para conseguir una buena convivencia familiar, es imprescindible que


padres e hijos respeten la individualidad de cada uno. Por ejemplo, cada
quien tiene derecho a expresar sus gustos dentro de su propio dormitorio,
así como en la forma de vestir y arreglo persona.

 Mantener el orden
El respeto por los espacios compartidos es fundamental en una
convivencia sana. Generalmente, los conflictos surgen por compartir
estos espacios en forma desordenada. Por el contrario, el orden permite
a los integrantes sentirse respetados e igualmente los hace ser
respetuosos con los espacios y pertenencias del resto de la familia.

Pero el orden debe estar presente no sólo en las cosas, la ropa o la


habitación, sino en la vida, las acciones y las actividades. La estructura
familiar se reconocerá desde un principio y tu hijo adquirirá fortaleza y
seguridad mental. También tendrá confianza en sí mismo, podrá
solucionar sus tareas y labores con mayor facilidad, y su atención y
concentración serán mayores.

 Pasar tiempo en familia

No basta con tolerar y respetar al otro: para conseguir una buena


convivencia familiar, los miembros de tu familia se deben conocer. Esto
implica compartir tiempo de ocio y participar en actividades que
propicien la alegría y el disfrute colectivo.

También puedes organizar noches familiares una vez a la semana para


jugar con videojuegos o juegos de mesa, platicar o resolver algún tema
importante entre todos, o sólo cenar. Lo importante es destinar un
espacio a la convivencia familiar que sea un compromiso tan importante
como asistir a la escuela o al trabajo.

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