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VIRGINIA SCHEITER - TRINIDAD C GABRIELA FURLAN - FLORENCIA UGO (COMPILADORAS) (ee) Teale ol Co) Indice 1. Introduccién 2.La devolucién: un espacio de intercambio a construir con la comunidad Trinidad Cocha y Gabriela Furlan 3. La intervencién psicoldégica desde la perspectiva institucional. Dimensiones de anilisis, objetivos y recursos de intervencién Virginia Schejter 4. Analisis de las practicas como modelo para aprender-investigar-intervenir Virginia Schejter y Alicia Zappino 5. Demandas de investigacién: Ampliacién del campo profesional Virginia Schejter, Julia Cegatti, Laura Selvatici, Paulette De Raco, Florencia Ugo, Malena Jesiotr 6. Un mirada institucional sobre la consulta a un Comité de Etica de un hospital Malena Jesiotr y Virginia Schejter 7. Historia de un proceso. Reflexiones acerca de una intervencién Marta Koltan y Hernan Médici 15 31 63 75 87 Historia de un Proceso, Reflexiones acerca de una intervencién Marta Koltan* y Hernan Médici** Con el presente escrito quisiéramos compartir algunas reflexio- nes acerca de nuestra intervenci6n-conceptualizacién en Psicologia Institucional. Para ello tomamos como material de andlisis un traba- jo llevado a cabo desde el Programa de Psicologia Institucional de- pendiente de la Secretaria de Extensién Universitaria de la Facultad de Psicologia de la UBA. Se trata de la intervencién en una institu- cién que aloja a personas en situacién de calle y que al momento de la consulta se encontraba en un proceso de importantes cambios. Nuestro relato es la expresion de interrogantes, deseos y con- ceptualizaciones enmarcados en el andlisis de nuestra implica- cién (Lourau, 1991). Relatado desde aquello que nosotros privi- legiamos, desde nuestro foco de interés —éacaso es posible algtin otro modo?-— transitaremos por algunas ideas que nos ayudaron a comprender y que posibilitaron la continuidad del proceso compartido con los integrantes de Ja instituci6n. En la historia de este proceso fuimos construyendo un tra- bajo de acompafiamiento en la construccién y pasaje desde *Docente de la catedra | de Psicologia Institucional (1988-2013). Coordinadora Docente de la Practica Profesional del Psicdlogo Institucional (1998-2013). Miembro del Programa de Extension en ee Institucional (1988 y continua). Todo ello en la Facultad de oe aes a *" Docente de la catedra | de Psicologia Institucional (2008). Le del Programa de Extension en Psicologia Institucional (2011 y continua), Facultad de Psicologia, UBA. 87 UNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERIDAD EN NOSOTROS, aquel Hogar que intentaba “socializar y normatizar a los sujetos que allf residian”, hacia la “construccién colectiva de un Centro de Integracién”. Este pasaje conlleva todas las dificultades de un quehacer novedoso en relacién con la autonomia y dignidad de sus usuarios;' asi como también en las expectativas de los profesionales y en la revision de recursos te6rico-metodolégi- cos para todos aquellos que se fueron incorporando a trabajar en el Centro. Para llevar a cabo nuestro trabajo, establecimos un dispos vo de reflexién de frecuencia mensual conformado por el equipo de profesionales? y el Director del Centro. 1, Nuestra intervencién: transformacién de significaciones, construccién de la demanda En agosto de 2011 un psicélogo que trabajaba en el Hogar lama a la consultorfa expresando el pedido “necesitamos orga- nizarnos”, aludiendo al Hogar como institucién y aclarando que hacia poco tiempo que un nuevo director con su proyecto se habia hecho cargo. Agrega que necesitan ordenar los roles y funciones de los que trabajan alli, y también expresa que no todos estaban de acuerdo en realizar la consulta, entre ellos el nuevo director. En ese marco se acordé un encuentro con quienes trabajaban en ese momento. Esta “necesidad de organizarse” contenia en si misma la di- mensién ideol6gica que denotaba los diferentes origenes (0 di- ferentes instituciones)$ de las personas que se encontraban alli presentes. Por un lado, representantes de la instituci6n que habia sido un “Hogar para gente de la calle” gerenciado y administrado 1. Usuarios, residentes 0 los muchachos, en referencia a quienes viven en el Centro de Integracién. 2. Profesionales: psicélogos, trabajadores sociales, estudiantes de Comunicaci6n Social, Disefio Grafico, talleristas. 3. Instituciones en sentido amplio, como modos de hacer y pensar. 88 VIRGINIA SCHEJTER, TRINIDAD COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCIA UGO. por un servicio parroquial. Por otro lado, una organizacién auto- gestiva preocupada por las personas en situacién de calle, donde uno de ellos era el nuevo director del Hogar, al que se Srnabatl profesionales convocados por el nuevo proyecto, ex residentes del hogar, voluntarios, y personas que habian estado en situa- cion de calle. Eneste contexto el pedido resultaba genuino, cada uno conta- ba su parecer y desde los diferentes origenes se hacia presente un conjunto de personas con buenas intenciones mas que un grupo de trabajo. Alli las preguntas a trabajar por nosotros como equi- po consultor fueron équé quiere decir necesidad de organizarse? y épor qué se dirigia a nosotros ese pedido?, équé esperaban que pudiéramos aportar? De esto se desprendia un interrogante mas équé lugar ocupariamos nosotros como representantes dela Facultad de Psicologia levando adelante esta consulta? A partir de los primeros encuentros, se evidenciaron diferentes légicas que se ponfan en practica en el Hogar. Comenzaron a es- cucharse los modos peculiares en que los miembros se planteaban cémo llevar adelante la construccién de un nuevo periodo en esta institucion. Las ideas que expresaban iban definiendo las diferentes légicas en juego. Aquellos profesionales que provenian del servicio parroquial conservaban un modo de hacer y pensar, mas normativo y asistencialista (de hecho el lema del servicio parroquial era “una respuesta cristiana a la problematica del deambulante”). Este hacer resultaba una soluci6n para el problema de la “necesidad de organi- zarse”. Poner (o im-poner, segiin la légica desde donde se lo mirara) reglas de convivencia mis claras y en caso de incumplimiento, la consecuente expulsién del residente. Esta soluci6n se presentaba en en la que lo anterior signi- tensi6n con la idea del nuevo proyecto, 4 ficaba un método coercitivo que funcionaba bajo la amenaza de la calle para aquellas personas que no acataran la norma, y en definiti- va, esta solucin era vivida como un ataque ala Jibertad, una forma de exclusion y muy especialmente, la vuelta ala situaci6n de calle. Por otra parte, para los profesionales invitados a colabo- rar con el nuevo proyecto, “Ja necesidad de organizarse” se 89 UNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERIDAD EN NOSOTROS relacionaba con cierta incomodidad al no saber con claridad qué tarea realizar, o desde d6nde colaborar con el nuevo proyecto. Se escuchaba: “yo vengo y colaboro con lo que creo que hace falta”, “vengo y ayudo pero no sé si es lo que se necesita”. Cada uno de- finfa su hacer acorde a su saber, a su parecer, intentando susten- tarse en sus conocimientos disciplinarios mas que en un accionar colectivo de decisiones compartidas. Esto nos interpel6 también a nosotros, ya que nos surgia la tentacién “de ir a ayudarlos”, colaborando con una institucién que sustenta “valores humanitarios” con los que coincidiamos. E] andlisis de nuestra implicaci6n nos permitié comprender y revisar nuestro posicionamiento ante el paradigma “usuarios, como sujetos de derecho” sustentado por quienes se hacian car- go de este Hogar y los atravesamientos politicos que significaba acompafiarlos para llevar adelante lo que se proponian. Nuestro trabajo comenzé en ese entonces proponiéndonos acompafiar- los para que pudieran clarificar los ideales del nuevo proyecto, caracterizar las dificultades para Ilevarlo adelante y encontrar la modalidad de funcionamiento que se adecuara al paradigma que sustentaban. Hoy pensamos que uno de los aportes que produjo la con- sulta en sus inicios fue el recorte de un objetivo central, “puesto en palabras” por quienes trabajaban alli. Esto no es menor, dado que si bien el pedido de consulta se centraba en la necesidad de organizarse, los modos de llevar a cabo la tarea de los profesio- nales participantes no se sustentaban en un objetivo en comin, sino desde las adhesiones ideolégicas, el interés en participar y la buena voluntad que podia aportar todo aquel que se sumaba. Resultaba de importancia recortar un objetivo central y objetivos secundarios que hicieran posible la construccién de una organi- zacion en sus dimensiones temporal, espacial y de distribucién del trabajo. De este modo entendemos que el indisoluble entra- mado entre lo institucional y lo organizacional permite visualizar cémo los modos organizativos expresan las ideas sustentadas yla conflictiva institucional. 90 VIRGINIA SCHEJTER, TRINIDAD COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCIA UGO Clarificar los objetivos centrales de la institucién results fundamental para todos, usuarios y equipo de trabajo. éQué ha- cemos y como lo llevamos a cabo? A los usuarios les permitiria comprender qué significa dejar la calle, incluirse, permanecer y dejar la institucién con una perspectiva de vida diferente. Al equipo de trabajo, esclarecer por qué cada uno desea seguir tra- bajando en esta institucién, cual es su tarea y promover acciones conjuntas que posibiliten el mutuo reconocimiento y sostén en- tre los miembros del equipo. Y para nosotros, comprender por qué seguimos acompafiando este proyecto de revisién de las sig- nificaciones imaginarias incorporadas y naturalizadas en el que- hacer y el pasaje a las significaciones que expresan los nuevos paradigmas. En este sentido, es un desafio profesional la obser- vacion y analisis delos modos de hacer y las contradicciones con las ideas que se sustentan. También se planteaban diferentes expectativas referidas a nuestro quehacer en la consulta y a nuestro lugar en el Hogar. Por un lado, quienes venian de la institucién anterior, nos pedian que con nuestro saber cientifico avalemos para los usuarios —los que venfan de la calle— 1a importancia del orden y la instauracién de reglas. éNos vefan como jueces, mediadores o instrumentado- res de un gerenciamiento? Por otro lado, los profesionales nos pedian que les indicd4ramos qué era lo que ellos tenfan que ha- cer para poder organizar sus tareas y funciones, énos ubicaban en un lugar de asesoramiento 0 supervisién? De este modo fui- mos comprendiendo el interjuego de imaginarios y expectativas de cada uno en la institucién y del lugar que fbamos ocupando nosotros. 2. Construyendo un Centro de integracién En ese perfodo, nuestro trabajo fue tratar que ellos pudieran Poner en palabras los ideales del nuevo proyecto. Ash, comen a Ton a replantearse el quehacer de todos y cada uno insti rificacion de su la institucién. Esto derivé para algunos en la cla 91 JAD EN NOSOTROS LUNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERID finir su alejamiento del Centro. En este contexto, también nuestro lugar pas6 a ser otro led ellos, de- . on aber disciplinar. Segtin el propio director jamos de ser solo un sal aoa eeeistencia a la consulta en —que se habia mostrado con cierta resistencia 2 are un principio— fuimos valorados como aquellos que posibilita es espacio desde el cual pensar juntos el proceso de conformacién de un equipo, el desarrollo y ejecucién del nuevo proyecto y las problematicas para concretarlo. | Un aspecto del objetivo central que se fue clarificando en e] intercambio fue caracterizar los criterios de ingreso, permanen- cia y egreso de los usuarios del Centro de Integracién. Acorde con el cambio de nombre que pas6 de “Hogar” a “Centro de Integracién”, se modificé la concepcién de aquella primera ur- gencia “que salgan de la calle” para dar paso a los nuevos interro- gantes de cémo lograr que los residentes “no vuelvan”, una vez que salieron del Centro. Por un lado, que no vuelvan a vivir en la calle, y por otro lado que no vuelvan a instalarse en una insti- tucién que ya no estaba pensada como un Hogar, sino como un Centro de Integraci6n entendido como “lugar de paso”. Este no es un objetivo facil para los usuarios y a su vez es com- plejo para los profesionales, ya que requiere que cada usuario re- ciba desde su incorporacién la expresin clara de este objetivo y que durante toda su estadia reciba un acompaiiamiento focaliza- do. Para ello se requiere que administrativos, encargados, talle- ristas y profesionales, consensuando con el Director, encuentren modos de compartir la informacién de lo que transcurre en los distintos espacios, a fin de que los usuarios no aprovechen las fisuras entre ellos para desviar los objetivos propuestos. A su vez, las actividades ofrecidas deberian ser elegidas por su pertinencia y coherencia en relacién con dichos objetivos, y no resultar una sumatoria de actividades que se arman y desarman segtin el inte- rés y conocimiento del que coordina. tarea, y para otros, en de! 92 VIRGINIA SCHEJTER, TRINIDAD COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCIA UGO 3. Nuestra continuidad como intervencién En referencia a las reuniones con nosotros, observabamos altibajos en relacién con quiénes concurrian y al ntimero de miembros presentes en las reuniones; a veces se sumaba algtin miembro nuevo, otros dejaban de concurrir y otros olvidaban la fecha acordada. Esta situacién fue interpretada por algunos como desinterés para concurrir al espacio de reflexion, y se preguntaban por la continuidad de la consulta. Esto fue comprendido por nosotros, como expresién propia del proceso que estaban atravesando, ya que los altibajos de abandono y ausentismo eran parte de la coti- dianidad institucional. Esto fue trabajado con ellos en el sentido de “reproduccién especular” (Ulloa, 1995) y llevé a la continuidad de nuestros encuentros, provocando alivio en los integrantes del equipo, que querian seguir contando con el espacio de reflexion. Fue entonces nuestra propia continuidad y su puesta en palabras lo que clarificé 1a problematica institucional de abandonos y au- sentismo, y nuestro lugar de acompafiamiento en ese proceso que estaban atravesando. Nuestros encuentros continuaron con la frecuencia mensual prevista. La propia regularidad de nuestra presencia tuvo efectos de intervenci6n en el sentido de introducir una pausa reflexiva en la agitada cotidianeidad. Agendar los encuentros para participar del espacio de reflexién no es solo una cuestién de interés sino también la puesta en practica de un modelo organizativo que no resulta facil de implementar. : Esto los ha ido Ilevando a revisar los modos de trabajo co- tidiano. Sefialamos la importancia de construir acuerdos en el equipo, la distribucién de responsables por Areas y la coordina- cién de cada una de estas: no todos pueden ocuparse de todo, pero todos debieran estar informados del trabajo de todos. En este sentido, visualizamos lo complejo que resulta para los co- lectivos institucionales acordar modos compartidos de trabajo Y cémo los estilos personales ponen en cuesti6n las acciones y 93 UNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERIDAD EN NOSOTROS decisiones de los otros miembros del equipo. Ademias e] Director lider fundador del Centro de Integraci6n, ocupa un lugar central y de mucho peso en todas las decisiones. Es habitual que lo con- sulten con asiduidad y a su vez que no lleven a cabo regularmente las reuniones de equipo colectivas. Hoy podemos visualizar que estos sefialamientos han promovido la delegacién de diversas ta- reas por parte del Director y la creacién de un cargo de coordj- nacién operativa que intenta centralizar la tarea de las distintas Areas de trabajo. Del mismo modo, el desorden observable al comienzo que contenfa la légica propia de quienes viven en la calle, fue sus- tituido por un ordenamiento del tiempo (en los horarios) y del espacio (Malfé, 1989). Por ejemplo, la falta de elementos de pri- mera necesidad les hacia recibir donaciones sin considerar si les resultaban de utilidad. Acumular, como expresién de otras ca- rencias en los habitantes del lugar, no les permitia pensar qué era lo que precisaban. La formula acumular = tener, como una légica de la situaci6n de calle los llevaba a acumular para tener. Asf, la comprensién de la significacién imaginaria (Castoriadis, 1986) del acumular y la concomitante dificultad para desprenderse de lo acumulado, en el equipo al igual que para los usuarios, fue posibilitando por ejemplo, una seleccién y ordenamiento en la aceptacién de donaciones. El espacio de reflexién contintia asi acompafiando el devenir institucional y sin una tematica predeterminada. 4. “Logica de la emergencia” y “Logica de la planificacion” Fuimos observando en el intercambio con el Equipo la in- sistencia del relato de situaciones de emergencia que los ocu- pa y preocupa porque consideran que deberfan resolverlas de inmediato. No siempre se trata de cuestiones relacionadas con algtn residente, también alguna reunién 0 actividad se torna del orden de la urgencia. Cuando estas situaciones encuentran posibilidad de ser analizadas, son usualmente relatadas como 94 VIRGINIA SCHEITER, TRINIDAD COcHa, "ABRIELA FURLAN, FLORENCIA UGO. CHEITER, COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCY, 7 ue impostergables y excepcionales, en el objetivos que se plantean como instit no siempre es asf, sino que se trata los modos de entender qué situacio les llegarian a ser una urgencia ye preguntamos entonces éde qué emergencia se trata?, éde quién es la emergencia? Esta también aparece asociada a lo imposter- gable que qued6 pendiente, a la falta de tiempo para “ tengo que ocuparme” y a la vivencia de agotamiento posterior. Si entendemos la emergencia y la vivencia de desborde como analizadores (Lourau, 1991), écémo abordarla? Cuando urge, la resolucién apresurada dificilmente encuentra espacio para la re- flexion acerca de los por qué y para qué, se hace evidente que “hay que hacer algo...”, pero ese algo es luego cuestionado por ser una practica excepcional. Estas situaciones nos han lIlevado a reflexionar acerca de lo que damos en llamar dos légicas de funcionamiento institucio- nal, que categorizamos como “légica de la emergencia” y “logica de la planificacién”, que también observamos en otras consultas institucionales. Llamamos “légica de la emergencia” a la percepcién de su- cesos, situaciones que se producen de manera imprevista, ines- perada y que requieren de una intervencién inmediata. Por otra parte entendemos a la “légica de la planificacién” como el proce- so desarrollado para llevar a cabo los objetivos Propuestos, me- diatizados por una concepcién de tiempo diferente, a mas largo plazo. A su vez requiere el trabajo de puntualizar con claridad los objetivos institucionales. : ' ’ En este sentido, el objetivo institucional aha a Centro pasé a ser nombrado como “nadie ie en or qué, objetivo de maxima que no cuestiona a quien, Se ees sino que lleva a dar comida y techo a todo me er de Hogar Pero ademas, un objetivo complementarlo — nae de paso”. a Centro de Integracién, que lo define como ce pat eet “De paso” para que los usuarios puedan orga! 1 sentido que cuestionan los uciOn. Pero observamos que de diferencias Personales en nes significan un Tiesgo 0 cud- ‘MO actuar acorde a ello. Nos ‘todo lo que 95 UNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERIDAD EN NOSOTROS, vinculos familiares, laborales y de cuidados de su salud por fuera de la institucién y con el horizonte que los usuarios no contintien utilizando el Centro como vivienda permanente. Para ello apare- cen una serie de reglas, normas, actividades y talleres con el fin de trabajar para que “los muchachos”* —como los Ilaman- pue- dan rearmar su proyecto de vida. En el andlisis de diversas situaciones observamos que el equipo de la institucién considera que la légica de la emergencia y la légica de la planificacién se presentan como dos categorias excluyentes y les resulta dificultoso pensar en su entramado con momentos de predominio de una u otra légica segtin la situacién que se trate. La tension entre emergencia y planificacién mien- tras no puede ser explicada, produce malestar y sufrimiento por sentir que no pueden cumplir con aquello que los convoca en la instituci6n. Para superar esta dicotomia, el equipo fue pensando algunos criterios que permitieron definir quiénes estaban en condiciones de planear su vida por fuera de la instituci6n y para quienes esto se veia mas dificultoso. Pero a su vez, esto llevé a plantearse la problematica de los criterios de admisi6n, épermitir o no el in- greso de personas con problemas de adicciones severas, de adul- tos mayores o de personas con enfermedades terminales o con discapacidad fisica, entre otras? Preguntarse acerca de quienes ingresan a la instituci6n, llevé también a revisar las condiciones posibles de atencién y derivacién. Pero paralelamente a estas definiciones, el equipo percibe que continta con la practica de incluir a toda persona en situa- ci6n de calle que se propone para ingresar a la institucién. Sin embargo, no se trata solo de a quiénes admiten, sino de reflexio- nar acerca de qué admiten, qué no toleran de la tarea con los residentes del Centro. En este punto también se visualizan posi- ciones que se perciben como emergencias, pero que son también los modos de “admitir” que tiene cada uno de los miembros del 4. Expresi6n carifiosa, compinche, amigable para nombrar a los usuarios. 96 VIRGINIA SCHEITER, TRINIDAD COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCIAUGO equipo, la propia tolerancia al sufrimiento y angustia que les ge- neran todas estas situaciones cotidianas, Pensamos que las similitudes entre los profesionales y los usuarios que aloja la institucién no son casuales, Los profesiona- Jes, de modo similar a los usuarios que aloja la institucién, nece- sitan resolver lo inmediato y no hay cabida para los proyectos a futuro. Es un gran desafio para el equipo percibir y comprender esta identificacién, no actuar en espejo, y a través de su propio accionar, trasmitir a los usuarios posibilidades de planificaci6n a futuro y no solo respuestas de inmediatez ante la emergencia. Por ejemplo, considerar que no aprobar un ingreso al Centro de Integracin no significa rechazar y no dar hospedaje a quien vive en Ja calle, sino considerar la organizacién de un trabajo’en red con otras instituciones, asi como encontrar posibilidades de de- rivacion a Ambitos adecuados de atencién personalizada para los usuarios que no recibirfan en el Centro aquello que requieren. Asi se van desplegando en el espacio de reflexién los signi- ficantes de las practicas de incluir y despedirse, de cuidarlos y dejarlos crecer, de acompafiar y desprenderse, de aceptar las di- ferencias con otras instituciones. 5. Algunas reflexiones mas Contintan presentes para nosotros diversos interrogantes en relacién con c6mo vamos comprendiendo la légica de quienes pasan de vivir en situacién de calle a una institucionalizacion compleja en si misma. En este sentido nos interrogamos como acompafiamos el proceso de una instituci6n que intenta acercarse a modalidades de funcionamiento instituidos que distan del dia a dia caracteristico de la calle. Los profesionales que trabajan en la institucién han comenzado a revisar sus modalidades de quehacer aprendido y les representa un desafio la busqueda de otros modos de insercién y trabajo acorde a los ee y caracteristicas de esta institucin. En este sentido, sigue sien me una problematica vigente revisar el quehacer de cada uno de 97 LUNA MIRADA INSTITUCIONAL DE LO PSICOLOGICO: LA ALTERIDAD EN NOSOTROS profesionales en la institucién y de todos como conjunto inten- tando conformar un equipo de trabajo. En referencia a los profesionales psicélogos en particular, ob- servamos dos modelos de posicionamiento que no son fructiferos cuando se implementan en forma extrema: una hegemonfa de la mirada psicopatolégica por lo que residentes/usuarios son mi- rados como “pacientes”, y profesionales que se ubican “como un amigo mas” de los residentes —lugar de paridad— que los descolo- ca de su lugar profesional. Consideramos aqui la importancia del andlisis de la implicaci6n y la supervisi6n de la tarea profesional como modos de revisar las modalidades de posicionamiento pro- fesional y las adhesiones ideolégico-politicas. Nos preguntamos a su vez en referencia a nuestro trabajo profesional, ¢por qué pudimos continuar y nos interesa seguir haciéndolo? En este sentido, seguimos revisando las expectativas que tienen los miembros de la institucién respecto de nuestros aportes y trabajamos a su vez cuales son las nuestras respecto de la consulta. Revisamos también en forma continua los propios atravesamientos que hacen a nuestra tarea y a su continuidad, asi como el andlisis de nuestro posicionamiento, que caracteri- zamos como pensar “con” ellos y acompafiarlos en el desarrollo del proyecto institucional. Nos sigue interrogando el por qué nos convoca acompafiarlos con tanto interés. E] andlisis de la propia implicaci6n nos lleva por el camino de una respuesta que esta ligada al compromiso con la tarea que llevan a cabo y a enten- der que acordamos con la concepcién de sujeto de derecho con condiciones de vivienda y trabajo dignos. Esto nos lleva a una revisién continua de los observables de cada encuentro, al de- safio de la comprensién de las légicas propias de una “institu- cién que busca institucionalizarse y a su vez se resiste a ello”, a la puesta en accién coherente de los principios que proponen los nuevos paradigmas y a comprender las vicisitudes en la con- formaci6n de un equipo de trabajo que requiere estar disponible para acompafiar la construccién de modalidades diferentes de convivencia colectiva. Estos interrogantes se refieren no solo ala 98 VIRGINIA SCHEJTER, TRINIDAD COCHA, GABRIELA FURLAN, FLORENCIA UGO vida institucional de este Centro, sino a la interrogacién acer del lugar que ocupa esta instituci6n en la problematica com a que lleva a definir modos de vida tan “indignos” como lo es ae en la calle para poder pasar a construir un “digno” proyecto de vida “sin vivir en situacién de calle”. Bibliografia Ardoino, oles (2000): Del acompafiamiento como paradig- ma, tra ‘ lucci6n de M. L Grosso. 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