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© 00 La HeaEwonla RELicIOsa 2.2. “Cua aGLuTinapor” Viendo a través de los documentos eclesiasticos actuar al cura-aglutinador, nos imaginamos a nosotras(os) mismas(os) reg jo en la parroquia el en la construccién de la r vera expresando su id alfin y al cabo, éste era “un importante recurso ioso popular, el cura desempei el josas™, Con la peticién q para la comunidad, Ante rol de “auténtico er a los files de que se inv las iglesias y que las respetaran o, activa de sus solicitudes en torno a lo mi procesi a més estrechamente ligadas a los ficles y con la direccién que le intentaba en las concur wea se media por el nivel de integracién que cada er convocados por su cura a celebrar la sujeto y cada grupo social sé hermandad religiosa en medio de la ‘Auanon Catcene sont 2.2.1, La fibrica de iglesias como esfuerzo conjunto En tomo de las construcciones de las iglesias y lugares sagrados como ermitas, sacristias 0 cementerios en los distintos curatos, la Iglesia colonial mostré dos sentidas preocupaciones: sus condiciones m: comportamiento de los feligreses sobre y en ellas. idas construcciones para servicio de los oficios religiosos, la realidad fisica de las mismas parecia contrariar los deseos escritos. Por algunos informes de visitas eclesidsticas y ci tuvieron lugar en el siglo XVIII en dist parte norte del valle geografico siudad de Popayan que dan tanto hacia el Pacifico como los que lo hacen hacia la regién amazénica; y los partidos pertenecientes a la jurisdiccién de la ciudad de Cali), podemos damos cuenta de manera general del estado de las construcciones que servian de iglesia en este extenso term formes, unas de ellas alcanzaban a mayoria no Henaban ni siquiera la) dependeri, al parecer, ivel de pobreza y, por otro, de las mn) de los fieles. Asi, tanto para las autoridades civiles como para las eclesitsticas resultaba reprochable el que una comunidad gozara de ciertas condiciones econémicas (¥. gr. buenas tietras, minas, etc.) y tuviera una segundo factor de decenc observable en sus vestimentas, conducta en iglesias, amor al trabajo y grado de asimila 8, cuidado de las ca mn de la doctrina cristiana. en los mis recénditos y apartados lugares de la vasta didcesis, y crés de dichas personas por construir lugares sagrados en los cuales recibir 4 Consrmuvinoo La Hecewonin Regios instituciones de poder. En 1736, en visita pastoral adelantada por el obispo Diego Fermin de se informé que en el pueblo de Noanamé ba con Santisimo ni con imagenes Que los indios andaban desnudos y “muy mina del Cajén, se sefialé que un a. De Névita, capital de la provincia y residencia del gobernador, que la igle: refugio a los animales; por lo cual se ‘mando levantar ur se encontré iglesia, y en Tadd de toda la provincia, A Quibdé ‘Awana Cniceoo 05030 arribé el 6 de octubre y vio alli una iglesia decente y conocié a un parroco que cumplia bien con su deber™” En1759, respondiendoaunaorden del virrey Solis que solicitabainformacién sobre los pueblos de indios de la didcesis de Popayén, el gobemador Antonio Alcalé Galiano mandé a Juan Antonio de Ibarra, arrendador de tributos, a hacer el inventario de las iglesias de los pueblos cercanos a Popayén, En Tambo, San Francisco de Chapa, San Pedro del Alto del Rey, Santiago de Piagua, Paniquité, Calibjo, Totord y otros pueblos, Ibarra encontré que pajizas en las que una mesa servia de altar y era donde se colocaba la estatua 0 el cuadro del patrono del pueblo. Los ornamentos y vasos sagrados, en general, eran escasos y pobres. El autor del informe destacaba, de todas maneras, el que en la iglesia de Timbfo se contaba con numerosas imagenes; que en Guambia habia sagrario de madera dorada adomado de espejos y una custodia de plata; y que en San Miguel de Puracé habfa una corona de plata y un rosario de oro. Por su parte, los corregidores de Antioquia le informaron al Virrey que en el pueblo di de teja; pueblo de Sabanalarga, , con cubierta de paja y compuesta de cinco altares con numerosas imagenes. En este habia una capilla consagrada a Jestis Nazareno. La iglesia , mas pequefla, también era de paja. En San Antonio de Pereira 1 eta de paja y en ella se destacaba el cuadro de informaba que en La de los indios* i Toro v Ansera, CCoxstRuvenbo La Hecewonin Reva contaba con iglesia de techo de teja y que se mantenia “con la decencia que corresponde a la pobreza de sus vecinos”. Del sitio del Hatillo, que hacia parte de su jurisdiccién, dijeron que “en tiempos pasados hubo alguna gente ‘més que en lo presente, y mantuvieron una corta capilla, su techo de paja, en donde se celebraba la fiesta del Patron, y habiendo muerto aquellos, se arruind dicha y los vecinos que alli vivian no la han reedificado por ser todos pobres". De Bujio, otto sitio pertencciente a Toro, las mencionadas autoridades afirmaron que sus habitantes en 1760 “fundaron capilla para celebrar la fiesta del Patrén, lo que se continud hasta el afio de mil setecientos sesenta y ocho, en el que se quemé, volviéndola a edificar desde dicho tiempo y hasta lo presente no la han concluido, siendo su techo de pajas; siguen la misma pobreza”. Del Ultimo de los sitios de Toro, Hato de Lemus, dijeron que tenia “su capilla y colocado al Patron San Joseph, celebrando su fiesta anualmente”. Don Juan José Gutiérrez del Toral, alcalde ordinario de primer voto de la ciudad de Santa Ana de Anserma, informé que la santa iglesia parroquial se hallaba “totalmente arruinada” y que, por no poderla reedificar, el cura march6 a las provincias del Chocé en busca de limosnas para intentar “el reparo de dichas nainas”. Que por tal razén Nuestro Seftor Sacramentado se hallaba depositado en una capilla del convento de franciscanos. [gualmente informa de una “corta capilla” de Nuestra Sefiora de Chiquinquirg, la cual ha pasado Por varias reedificaciones. Por iltimo, dice que eran tan pobres los moradores de esta jurisdiceién que sus iglesias no contaban con cofradias’ni con bienes para sufragar el alumbrado de las limparas “ni demas gastos correspondientes ‘a una mediana decencia en el culto divino” A Anserma pertenecian los pueblos de indios de Gudtica, Quinchia, Tachiguia, Caftamomo, Vega de Supia, La Montaia y San Lorenzo, la parroquia de Anserma la Vieja, el sitio de Sevilla y los reales de minas de Quiebralomo y Marmato. De los moradores de Sevilla y Anserma ta Vieja, en el informe enviado al gobernador don José Ignacio de Ortega, se dice que “coneurren al pasto espiritual a la citada Anserma la Vieja en donde tienen una iglesia de paja y-con la decencia que suis cortas fuerzas y fervor les ha permitido, con poca esperanza de aumento por lo estéril de las tietras”. De los habitantes de Quinehia, Gustica y Tachiguia, cuyos pueblos se encu uno y dos dias de Sevilla recorriendo malisimos eaminos, que se encuentran carentes de pasto espicitual pues “cuando se regresa de un pueblo a otro el citado cura, ya ha pasado bastante tiempo que han carecido de aquel socorro”. En Quinchia la iglesia se halla “muy desdichada” debido a la de sus habitantes a los que se stas tierras, con variados Aunnon Cisesp0 Osonia ¥ se mantiene “con la decencia mas eémoda a su pobreza”; y en Tachiguia, los indios tienen una capilla. De los indios de Supia en el mismo informe se dice que tienen una iglesia “con la decencia posible a las fuerzas de ellos y de los vecinos agregados, que la mantienen con el Santisimo Sacramentado colocado, su cofradia y de las benditas animas del purgatorio”, pero que “por comiin son gente haragana, propensa a la embriaguez, pues aunque tienen tierras suficientes a la mayor labor que se inclinan es al maiz y a la cafia dulce ppara sus chichas y guarapos, porque son muy pobres”. Del Real de Minas de San Sebastién de Quiebralomo se informa con admiracién que “su iglesia [es] la mas decente que hay en todo este territorio; el cura de dicho pueblo es el doctor don Diego Joseph de Ayala, quien con su celo de buen pastor y el fervor y devocién de aquellos pardos, tiene la iglesia con la decencia que se manifiesta el dia de hoy, siguiendo lo mismo con el culto divino, lo que no se experimenta en otros lugares de gente blanca y de comodidades”. De los indios del pueblo de Cafiamomo, que su cura es el mismo del real de minas anterior “a cuya iglesia concusren a cumplir con los preceptos de nuestra santa madre iglesia y educacién de la doctrina cristiana, asi por la inmediacién como por no poder éstos fundar iglesia, asi por lo pobre de ellos como por lo ‘oprimido en que se hallan”. De los del pueblo de La Montaila, que “sus casas de paja [son] muy ordenadas, las que se componen de una calle en largo y en los dos extremos se halla en el uno una iglesia de bahareque y su cubierta de aja, con la moderada decencia para el cultivo divino y Sefior Sacramentado, el que tienen colocado; y en el otro una capilla del mismo material muy corta, los naturales de dicho pueblo son devotos al culto divino, de no mal: Y, finalmente, de los del pueblo de San Lorenzo, que tienen una “iglesia muy limitada con la decencia que les permite sus fuerzas” y que su cura es el mismo del real de Quiebralomo. En 1797, el gobemador Diego Antonio Nieto realizé una visita a la gobemnacién de Popayén y de su informe también se pueden conocer algunos datos sobre los asuntos religiosos que se vivian en el territorio que administraba*. De la ciudad de Popayan, capital de la gobernacién, Nieto informé, entre otras cosas, que la iglesia catedral se hallaba destruida y que eso incidia en la falta de piedad cristiana alli presente entre sus habitantes. De Ja provincia de Micay, poblada en buena parte por libres que vivian dispersos, Nieto comenta que mandé construir tres poblados para que estas gentes se “avecindaran” y pudieran asi “recibir algin pasto espiritual”. De os indios de la misma provincia, advierte que “desde la conquista hasta el dia sera muy GE NIPT A Vinita ste thera dh Bananite PA ae CCowstauvenbo Us Hacevonia Reticiosa raro el que se ha confesado”. De la provincia de Iscuandé, que mands formar un pueblo para concentrar a fos indios que vivian dispersos “con casi ningin conocimiento de la ley de Dios”. De Barbacoas que, pese a su gran extensién, slo habia un cura que lo atendfa, razén por la que decidié poner otro, ademas de tres coadjutores que ayudarian a impartir religion. Informa que la nueva sign de Mocoa tiene ya establecidos dos pueblos a “expensas de la fatiga del religioso misionero fray Javier de Paz” y que la de los andaquies, que antes se hallaba en manos del colegio de misiones de Popayan y “en el dia” en. Jas de los observantes de Santafé, no ha progresado mucho. De la provincia de Paez sefiala que sus indios “se hallan tanto © mas résticos que cuando ‘se conquistaron y casi en todos subsisten los vicios de pereza, embriaguez y consiguientes, sin haber adoptado en el fondo el mayor nimero de ellos nuestra sagrada rel ¥y que sus pobladores libres “viven dispersisimos en suis respectivas jurisdicciones y muchos como brutos, pues las considerables distancias a las iglesias les sirve de pretexto para dejar de visitarlas, aun en tos dias de mayor obligacién”. Concluia su informe el gobemador Nieto diciendo que habia notado, en todos los lugares visitados, que se prestaba poca atencién al “aseo y adomo de las iglesias; hay algunas tan mal tratadas ¥ desatendidas, que causa horror entrar en ellas”. Una de las causas de esto, segiin Nieto, podia sor Ia falta de estimulo de algunos curas a sus feligreses “para reparar la indecenc! Para cerrar este apartado, veamos los comentarios que en 1808 se hicieron de Cali y sus partidos". De Santa Maria Magdalena se sefialé que habian tres iglesias; en Yotoco, segiin este mismo documento, habia una capilla que atendia medio millar de personas; en, la Hacienda de Hatoviejo, una capilla de teja que atendia 48 esclavos y 8 nobles; en la Hacienda Jamundi, fa cubierta de teja en Ia que eran atendidos aproximadamente 200 negros; en Rioclaro, una iglesia de teja sobre paredes de adobe; en el territorio tubicado entre el Rio de las Calas y el de Timba, una capilla para atender @ 35 esclavos; en el Partido de Quintero “no hay iglesia y en donde el cura reside es en el pueblo de Roldanillo y cuida de ambos partidos”; en Roldaniilo habia una iglesia con su patrono midrtir “San Sebastién que se venera en la Santa Iglesia parroquial”; en Cajamarca, una iglesia parroquial, una capilla en la que se venera la “bienaventurada Virgen y Madre de Dios, con titulo de ‘glorioso patriarca sefior San José”. En Cajamarca no habia inguna religién”. En este informe de 1808 se dice también que en el pueblo de Pescado hay una iglesia de teja en que se venera ® visperas de Is Independencia: Esta de Cal y sus partidos en 1808", Ceypedesi Ananoa Calceno Osorio San Ana y a San Joaquin; en El Espinal, una iglesia; en El Salado, una capilla; en Arroyohondo, no habia capilla; en Yumbo, una iglesia parroquial con cura propio; en la Hacienda Mulal6, una capilla; en Vijes, una capilla de teja; en Cali, conventos de las 6rdenes de Santo Domingo, San Francisco, San Agustin, La Merced y San Juan de Dios, iglesia de San Francisco (ineonelusa, de cal y Indrillo), iglesia parroquial (también inconclusa, de cal y ladrillo) y cinco ayudas de parroguia en paredes de adobe y techo de teja: San Antonio, Santa Rosa, Sah Nieolis de Mira, La Ermita (en la que se venera a Nuestra Seiiora de los Dolores) y el Beaterio donde se “recogen muchas mujeres virtuosas”; enel pueblo de Anaconas, una iglesia con “pared de adobe con cubierta de teja ‘mal reparada” En una sintesis bastante somera, tal como dejan ver los informes de diferentes afios del siglo XVIII, la didcesis de Popayan no contaba con muy buenas iglesias. Mejor que las del Chocé, las de la parte amazénica del obispado, las del territorio del suroceidente diocesano y las de la provineia de Pez, estaban las de Antioquia, las de las jurisdicciones de Cali y de Popayan y las de los territorios ubicados al norte del valle del rio Cauca, Por lo general, Jas iglesias no eran de muy s6lida estructura y solian ser escasas de ajuar. La pobreza que exhibfan estaba en clara sintonia con la pobreza del obispado'™, Por lo tanto, poco podia esperarse que las jerarquias diocesanas pudieran hacer para atender con efic \das las necesidades materiales de las numerosas ‘casas de Dios” que aqui y alld se localizaban en los distintos espacios de tan dilatado obispaio. Si por el lado de la institucién religiosa no se contaba con suficientes recursos econémicos y mucho menos tenian con qué sufragar los gastos los habitantes corrientes de la diécesis, la tinica via que quedaba para construir, Teparar y embellecer las casas de Dios era la voluntad de las personas y del propio cura. A pesar de que las autoridades gubernamentales y las jerarquias diocesanas, como se ha visto en los informes arriba mencionados, no ahorraban ‘Reouérdese queen lt clasificacin realizada por Dora Len Borja, Popayzn a finsles del siglo XVI (es fil presumir que su lugar en el X' rch aunque ss condiciones para 1), es una didcesis de evans categoria CConstauveno 1a Hevewonia Reuiciosa (os descalificadores contra las comunidades“ en las cuales veian con indignacién las malas condiciones de los lugares sagrados locales, eae ellas por iniciativa propia y otras por la exhortacién del cura, en el siglo se observan numerosos intentos por tratar de hacer de las iglesias unas moradas mas “dei para el regocijo espiritual de los fieles y para el beneplicito de Dios y del santo patrono. Todos éstos eran esfuerzos cot iban fort fieles con palabras de aliento y con oraciones especiales de_agradecimiento a todos los que se habian comprometido en el ‘empefio. Es de suponer que en esas empresas de construc los hombres y mujeres se repartieran las tareas de diversa uubieran algunos cuyo aporte fuera en dinero, otros en materiales y otros aprecia en San Antonio de Pereira en 1759 josnas en tanto que los indios aportaron lo se manifiesta al dia de hoy”. También lo apreciamos, al despuntar e! siglo XVIII, en el Macizo Central al estimular los curas la que cumplir los hombres de iglesia tualmente los agotaba tanto que muchas nunidad, Carlos Inca de Salazar, ofrecia ayuda slo de josos y estaba emp itarle sus favores par: ‘Awanon Cniceno Osonia para pedirle les ayudara en la obtencién de un permiso para “la ereccién de una ca ¥8 que los negros del real se molestaban cuando los veian @ su propia capilla o cuando querian enterrar a alguien de su calidad o Siquiera asistir a misa. El cura, Domingo Burbano de Lara, elevé la peticién ante el visitador eclesiéstico y el permiso le fue concedida"™. Un pequeno triunfo como ése, en el.que el cura tuvo alguna participacién, pudo servirle 4 los libres para fortaleder su identidad, independizarse evles icamente de los negros con los que existian tensiones por el uso de su iglesia y sentirse tegrados en la mas vasta comunidad cristiana, El entusiasmo por recibir el aval para empezar una construccién de "mp'o Podia ser tal que a veces el mismo cura y los fieles perdian las dimensiones del suetio que esperaban ver hecho una realidad prontamente ‘Ties considerar la necesidad de realizar una iglesia mejor y mucho mas amplia ‘ento de su poblacién, el cure del sitio de Quilichao, Jacinto aiio de 1793 con gran “fervor sus parroquianos, Caicedo proponia que se le oro del lugar una contribucién con la cual podria acabar la obra que “resulta del servicio de ambas majestades”. El cura parece que hal buenas relaciones con los 4 ia de los ataqu de Ia familia Arboteda y de los poderosos de Caloto, siempre molestos con los habitantes libres de Qu Segiin parece, los 1 recibian malos de los Arboleda y padecian por la falta de carne porque el ganado lo vendian los duefios de las haciendas a compradores ajenos de | (o de mejorar la iglesia los planos al gobernador, costo que suponia ya que la cctura arreglada” de Jo deseado “me hizo juzgar fue escogido entre de las laminas que para adomo suelen venir de Europa, y pudo ser tacién de alguna iglesia de Italia” feligreses lograron ci de toda la com: & nelearon. En 1801, de nuevo en el Real de minas de Quiebralomo, conflicto de esta EI director de minas, Don Angel Diaz, jacion empez6 a edificar una casa de bahareque y paja cn un lugar “que impedia el corto terreno que debia dejarse para plaza de dicha iglesia” estaban al se Consrauvenbo La Hacewonia Reuicisa Los vecinos infructuosam« el cura y hasta con el ‘lealde ordinario. Se prohibio la construccién de la vivienda pero Diaz obtuvo tun permiso superior y se decidié a empezar las obras. Un vecino, molesto con el asunto, después de asistir a misa el domingo y ante otras cincuenta personas amenaz6 con derribarla o quemarla en caso de ser terminada. Las cosas se ponian més y més tensas y el alcalde no hacia nada al respecto, por lo gue el cura Jo reconvino acusindolo de no Habia asi, en algunos momentos y lugares asumian un papel més activo que el mismo cura tratando de defender lo que ‘an era un patrimonio religioso colectivo amenazado por el interés de alguien. particul Pese a todo, como las jerarquias eclesiésticas y las e superiores lo hacfan casi no falté el cura que se quejé del desinterés marcado de los fe tarea de darle buen aspecto a los materiales de local. Cuando la ap: apoderaba de los corazones de los parroquianos, parece que no era suficiente ni la exhortacién ni la amenaza por parte del cura. Para éi era un golpe moral dificil de asi cano Mariano Bueno, cura de Quibdé, no pudo contener su dofor y le escribié en 1792 al Monarca que en su parroqui la iglesia, “» sposa”, estaba “vestida de andrajos y adomada solo de su pobreza. Es! F e308 parajes tenia “hijos izados” que mirabs primeros honores de su “dejan que caiga y, caida, * podia no ser tn attibuto perenne en una comunidad, pero si obedecer a ciertas dinémicas_intergeneracionales. ; eneraciones, sobre todo las primeras o fundadoras, pudo presentarse un interés mayor por adelantar las construcciones religiosas que en las subsecuentes. En fa época bajo dominio ibérico, y no slo en el periodo de Conquista, ado nuevo era impensable sin una misa y sin la capilla de bahareque con techo de paja como signo De ahi en adelante, para muchas comunidades el esferzo que suficiente. Otra razén de esta cambiante actitud s ficles pudo deberse a fuertes nes de vida. Un deterioro pa mineras) 0 duras épocas Asuna Catcebo 05010 vivian sus efectos no se interesaran en darle a li © bienes, sin querer si ia sus cortos ingresos ficar con ello necesariamente una disminucién en su fe, aunque asi lo quisiesen ver las maximas autoridades eclesidsticas. Con situaciones como esas, era mucho mas comprensible el cura que buscaba continuar su labor sacrificandose a través del no cobro prolongado de sus estipendios y reduciendo al maximo los costos de los servi prestados. Las consecuencias de lo anterior, sobre las propias condiciones de vida de los curas, ya se desctibieron en el primer capitulo al cual remito al lector (apartado: “Vivir como cura”. En la visita de 1771 presentada al comienzo de este apartado se informaba, respecto de To anterior, que en dos comunidades de Toro, Hatillo y Bujio, que murieron; los que les siguieron, alegando excesiva pobreza, no la habjan reedificado. En la segunda, tras su incendio en 1768, acho afios después de haber sido erigida, los habitantes dificilmente podian terminar de reconstruirla tos habian mostrado algin empefio. En ichao el desinterés manifiesto de sus parroguianos por la ampliacién de lesia hacia 1808 no se compadecia con la devocién demostrada 15 afios atrds, Para el cura Jacinto Antonio Caicedo la razén no era la pobreza puesto que el sitio se hallaba ubicado cerca de unias importantes minas de oro, sino fa que ver con el demonio que “como enemigo de estas obras” introdujo ‘logré apagar en muchos corazones el fuego que ardia en edificarle la casa a Dios” Sobre el comportamiento de Jos feligreses en los lugares sagrados, es importante registrar las actitudes que se rechazaban en las CoAstituciones sinodales de 1717. Alli, a manera de denuncia y al mismo tiempo de radiografia que estaba ocurriendo en la relacién que sostenian los vecinos con los templos, iglesias y sitios sacros, se puede leer que se prohibia tajantemente que tefrescos, privados, CCoystmuvevo9 La Hecewania REwiosa ni en los atrios, porticas 0 soportales de ellos por ninguna causa, introduecién 0 pretexto™, Sobreestoscomportamientos, cabs eran vistos de manera despet la observacién sinodal o si conttaria, es d en esos no podria encontrarse la expresién de ‘unos mayores 8 entre los fieles y los lugares sagrados. Comer, departir, beber chocolate y refrescos podrian sugerir un caracter mas familiar y afable cen los nexos que las personas. Para muchos vecinos igenas, campesinos, a cierta distancia, etc.), ir a estos 0s a orar era también la oportunidad de compartir y encontrarse con otros, te de una comunidad cristiana que siempre habria ce guiarse por into de los lazos sociales. Comer y beber en compaitia de otros lugares sagrados hablaria, entonces, de una apropiacién particular de los ismos por parte de las gentes que los vefan como sus espacios ganados. Las cciones de los curas ante esto hacen suponer que habian estado tolerando tales conductas y faltaria ver hasta dénde las combatirian después de las prohibiciones del sinodo. 2.2.2, Procesiones y rogativas: proteccién colectiva y profuundicacién de la unién Los viajeros que en el siglo XVIII y XIX pasaron por los territorios bajo isteban, quien pasé por esta region por el afto cuarenta del , decia de Popayén: forme y my templado lo mis del ao llueve con ‘i 7 Algunas, templos y eas Una década después, el frau varios comentarios sobre S partes que, en el siguiente bloque de cita, sis con puntos suspensivos Amanon Cateso0 sono Pasamos pot Inzé, que es una capilla que esta sobre un cerro, en donde se venera una Virgen muy milagrosa. Antiguamente hubo allf un pueblo lamado Inz4. Por lo peligroso Pero no, no era eso lo que podria estar pasando, La falla no estaria en el uso inadecuado de una estrategia de mediacién, sino en la escogencia inapropiada de ella, Hemos dicho atrés que la estrategia de la integracion cultural era rotos. Y lo que pasabi profunda ruptura -eada de Carlos III y el despliegue de su reforma eclesi una de las cosas més combatidas desde la Corona fueron las manifestaciones “irracionales” de la multitud no sélo en su vida diaria sino también, y especialmente, en las festividades religiosas. La politica carlostercerista fue un intento por eliminar todos aquellos elementos que conducian al desorden, al escéndalo y al desborde en las fiestas consagradas a s figuras camavalescas y grotescas de iadas. No mas tarascas, no mas gigantes, no més matachines ni danzas indecentes. El Corpus en Cartago en 1783 ~conectando con el comentario del cura de Soata que hablé con Ancizar en . Avanoa Calct00 Os0R0 lo XIX sobre la necesidad de que las fiestas fueran llamativas para los fieles~ habia perdido todo atractivo para las gentes. La sobriedad buscada por la reforma borbénica ahuyent6 a la concurrencia y creé, alli, la fractura entre festividad religiosa y fieles cristianos. En esas condiciones, Ja profundizacién de la cohesién social y cultural era casi impo: habia que reintegrar lajunidad y eso s6lo podrfa ocurrir si la fiesta del Corpus Volvia a ser una época\de encuentro divertido con tarascas y dems. El cura se veria abocado a explorar otra estrategia de mediacién que le significaria buscar un ablandamiento de las érdenes civiles que habian forjado la ruptura Hasta tanto esto no se hiciera, la profundizacién de la integracién cultural a través del Corpus quedaba en suspenso. La mano del Estado borbénico ilustrado se dejé ver en todo tipo de fiestas religiosas. EI oidor visitador Juan Antonio Mon y Velarde, cuando visi provincia de Antioquia, intenté “aplicar algin remedi q pueblo” que en las fiestas de Nuestra Sefiora de la Candelaria, patrona de la villa de Medellin, “abusa de todo y busca su ruina atin en las mismas obi y sactificios que hace a los santos. Le parece que no estin compl mezclan juegos de toros y otros agregados, que bien lejos de influir en el culto son el ma De dicha celebracién se criticaba, “exceso de gastos” en que se incurria y se descalificaban las corridas de toros tildndolas de “juego barbaro”. El discurso ilustrado hispinico, una de cuyas conereciones fue la Reforma Eclesidstica, propugnaba un rechazo ‘que supuestamente tendian a innecesarios que “no eran gratos a la patrona” de Juego de los toros le parece “abominable a todas lag naciones cultas”) y a la ausencia real de devocién (“no debian mezclarse diversiones que distrajeran a sus devotos del verdadero culto”). Bajo ese discurso, era necesario cambiar drésticamente esa inveterada costumbre que “desde la més remota antigiiedad celebra la villa de Medel ligreses, no obstante, De nuevo, observamos como borbénico comenzé a producir una di construido, juntos, feligreses y cura lacus cura quedaba entre la espada y la pared. Por un lado, estaba su aliado histérico con el que habia podido contar para crear esa inestable armonia de la hegemonia religiosa local y, por otto, estaba el Estado que andaba apretando clavijas no s6lo en cuanto a costumbres CCoustRUvEN00 UA Hina ReLiIosA de las gentes sino tambien en lo referente respecto, recordemos que los los distintos modelos de control de la Iglesia implementados por el Estado modemo hispénico, fueron vistos por muchos como meros representantes de. la Majestad Regia’. Que el cura se opusiera a los designios de la Corona cera exponerse demasiado. Eso explica la soledad del cura de Cartago que, a nombre del cabildo y del Rey, haci que no le of sreses entendian que la ruptura habia innovaciones borbénicas y que, por tanto, no debian contar con el ahora languidas fiestas religiosas. actuar de los arios. Al tucién eclesidstica, bajo Aparte del Corpus, otra fiesta de nutrida participacién popular era Ja de San Juan (24 de junio) que se ligaba a la de San Pedro y San Pablo (29 de junio). La fiesta en honor de San Juan Bautista se caracterizaba por la abundancia de los bautizos en conmemoracién de lo hecho por el santo con Cristo en el rio Jordan, Nutridos también eran los matrimonios. Eran frecuentes las procesiones noctumas con antorchas y encabezadas por los curas, aunque en la didcesis de Popayén en las primeras décadas del siglo XVIII se mando “que no salgan de noche las procesiones” para que “no se de oct concurso de gente, bailes ni comidas de que suelen resultar tantos dafio Las fiestas de San Pedro y San Pablo eran, en la practica, una continuacién de las de San Juan. Es dificil separarlas. Hasta en el tipo de diversiones tipicas se neogranadino ain despu dos posibilidades. Una’era colgar de las patas al cuerda atada a dos postes en sus extremos. Debajo st unos jinetes que, con fuerza, intentaban arrancarle la cabeza. La otra forma era enterrarlo, dejandole sélo la cabeza por fuera, y una mujer con los ojos vendados y un machete en la mano debia de n solo tajo descabezarlo. Awana Caceno Osono ‘San Juan Bautista tras denunciar la inmoralidad del matrimonio de Herodias (madre de Salomé) con Herodes Antipas, principal mandatario de Judea en las primeras décadas del siglo Id. C. La mujer vendada dispuesta a matar el i mente Salomé. 'Luego de realizar una maravillosa danza como regalo de cumpleafios al ahora esposo de su madre, que era el hermano de de su tio-padrastro en agradecimiento por tan delicioso baile. Aconsejada y tratando de ayudar a su madre envuelta en el escéndalo propiciado por San Juan Bautista, ella no pidié ni tierras ni riquezas sino la cabeza del santo; solicitud que con gusto hizo cum, ojos de la mujer podrian signifiear que la muerte de San Juan por Salomé no fue un acto directo sino intermediado. El gallo colgado patas arr que se trataria de San Pedro quien, cuando iba a ser sacrificado, crucificaran con la cabeza hacia abajo en sefial de hur por haber negado a Cristo. El gallo colgado de las patas serfa, entonces, all mismo tiempo Juan y Pedro y eso explicaria por qué las dos fiestas estaban tan estrechamente ligadas. Otro divertimento muy seguido en estas festividades, y muy temido por las autoridades, fueron las carreras nocturnas a caballo. En la ciudad de Antioquia, por el afio de 1809, pero pensando también en Sopetran y otros curat calificaba de “barbaras” e“inhumanas”. En ellas, no era extrafio que lo los espe perdieran la vida. Las borracheras, la algarabia, el griterio y las blasfemias su telén de fondo™. Ni los jueces ni los curas parecian ser capaces de contener el desorden provocado en éstas y otras fiestas. Habrian quedado, los informes de documentos y lo que la historiografia generalmente ibrepasados por completo por la expresividad popular. Pero mirando las cosas de otra manera nuevamente nos damos cuenta que eso no era tan rotundamente asi. En las fiestas de San Pedro y San Pablo celebradas en el vecindario de Ulta de Gato, en la parte norte del actual departamento del Valle, Isaac Holton registré cémo a mediados del v) CASTANO PAREIA, Yor Jn Tidicas en ls Prov cantante en los divertimentos pues en ellos oficiaba de “Maestro de Ceremonias se daba inicio al juego del gallo y todos ja muchacha mis bonita que he especifico de estudio, también a otro cura se le aprecia apoyando, junto con el Icalde peddneo de Rionegro, las fiestas patronales en honor de ia Natividad 's vecinos, no obstante, se habian venido Aunque no podemos desconocer el cardcter auténomo que muchas veces toms el pueblo cuando participé de las fiestas religiosas, es evidente que no se le puede pensar en absoluto independiente de la direcoién hegeménica que le {entaba dar el cura al curso de sus acciones. Al cura, aunque la documentacién, 2 archivo no nos lo deje observa y, por ende, cierta produccién etnohistérica muy insistente en la dualidad oficial/popular también le niegue cual capacidad de orientacién, lo vemos presente y participativo. El “estar alli” le daba cierto rasgo de garante de que el desborde de las gentes podia encontrar ‘unas fronteras y un reencauzamiento. Unas veces entremezclado con los fieles yy otras tomando cierta distancia pero tolerante, debemos volver a plantear sn local era una construccién conjunta cura’ centre Iglesia y Religion popular. Mantener tal : ice que ante nuestros ojos se pierda el rico mundo de la interaccién que era el que predominaba en las parroquias coloniales. feligresiay no una simple divi Unas fiestas religiosas populares que tal vez contaron con un poco de ‘mayor autonomia frente al accionar hegeménico del cura y que subsisten en ¢ , fueron las que se dieron en lo que hoy es el norte del departaniento poblacién afro’. Esas fiestas incluyen “Las $", “El bunde de Quinamay “San Roque” y “La Nifia Maria”. Como en el caso de estigadores consideran que éstas cumpl des (entre otras, de las actu rica, Santander activa de los mensajes cristianos por parte de los pobladores negros que hicieron, en algunos aspectos, variaciones acordes con Sus propias experiencias 1eses or los Andes, Bogots, Banco dela Ref Aa. Cit.p. 13 Asuna Catcen0 Osowo Fiesta de San Pedro. 3838 cm, Mi Jueves y Viernes de Semana Santa‘ y las fiestas de diciembre fueron también festividades muy concurridas. Hasta el presente, las primeras han hecho de Popayén un invaluable destino religioso turistico dada su larga tradicién de realizarlas con gran pompa y solemnidad. En las segundes, el ambiente era mis relajado porque se acompaiiaba de bailes, alegria y la gran oferta gastronémica de esta temporada, 2.3. “CURA ARMONIZADOR” Con el cura-armonizador nos encontramos en tn terreno meno: eclesidstico, por decirlo asi, y claramente mas social; pero tanto los feligreses como las autoridades civiles y el cura consideran que alli la labor del sacerdote se hace importante y necesaria para poder superar las tensiones que am con Hlevar a.un trastocamiento del orden social en el cual todos, en mayor © menor medida, se sienten ocupando un lugar, asf éste no sea el mejor. Lo que no quiere decir que haya, por parte de los fieles, plena conformidad con el orden, De hecho, su inconformidad es la que se esté expresando pero a través -nden a desatar los lazos que unen a unos con otros. Las rios han hecho su aparicién de manera més evidente y es deber del cura remendar el tejido que esta desanudindose o dar puntadas para que una parte de dicho tejido no quede como un bilo suelto. aque podria llevar justamente a una transformacién violenta del paisaje human. ignorarel conflicto sino que, con los instrumentos 1o con cuidado para recuperar la El orden restaurado dev actividades corrientes que : cuya base son la desigualdad y el privilegio que conducen a las jerarquias. Sin embargo, mas de una vez la amenaza de ruptura expresada en cimarronismo y protesta politicamente significé que la sociedad revisara la manera como se relacionaba con sus propias instituciones viejas (esclavitud) 0 nuevas wecesidad de ajustarlas para evitar futuros actos similares". Ei cura actué, en no pocas ocasiones, como una memoria act frente a las autoridades civiles centrales que procedian sin tener en cuenta las, lades de las personas. El recuerdo de conflictos pasados podia hacer que ren el Ambito local se moderaran un poco para prevenir el rebrote del malestar social ve a los actores movilizados a su lugar y a las 2.3.1. En los espacios del a (patenques) La forma mas amenazante y radical de expresién del rechazo con el denigrante sistema esclavista hispénico que pudieron articular Ios esclavos fueron los palenques. Espacios de contrapoder en los cuales se luchaba por estatuir una autonomia, los palenques fueron perseguidos con determina por la Corona, Ei del Rey, nadie podia sustraerse a su legitimo Antawn Caics0 sono Intentar escapar de su jurisdiccién era tomado como un delito de lesa majestad. La poblacién africana y sus descendientes que vivian como esclavos sabian lo desafiante que era su osada aventura de querer conformar comunidades de cimarrones. En caso de ser capturados, los castigos que podian recibir Hegaban hasta el ajusticiamiento®", El riesgo de enmontarse era alto. Bl peligro de ser capturado era latente, Pero ain asi, no faltaron los intentos exitosos y fallidos. En cada uno de ellos, la figura del cura catdlico jugé un importante papel. ‘Unas veces como puente con la sociedad esclavista para buscar el Feconocimiento del palenque como una sociedad auténoma, otras como elemento armonizador buscando la convivenci: palengue irreductible y la autoridad de 1a Corona que no lograba someter a la comunidad cimarrona, Yy otras como una necesidad espiritual dentro de los mismos palenques, el cura se vio envuelto en este tipo de tensiones sociopoliticas que descontrolaba a las, autoridades civiles coloniales. Famoso y duradero en Ia Colonia fue el palenque de El Castigo cuyos origenes parecen remontarse al siglo XVII. Sus primeros pobladores pudieron ser unos ladrones que robaron un dinero de la Corona que se transportaba de Pasto a Popayén. Temiendo ta justicia real, dieron con un paraje bastante peculiar del cuai les o} unos indios de la zona. Con mujeres, mas, animales, herramientas y plantas se establecieron en el lugar y se icieron inexpugnables pese a los duros ataques de que fueron objeto” lidad de su reducci wulatillos y un negro” se presentaron ante un sacerdote jesuita a s “en nombre de todos los que estaba retirados en aque! sitio, asi esclavos libres, cura que les administre los santos sacramentos para vivir como ino de Tambo Pintado torio del palenque para Pefiol, Miguel de Espafia, se adentr6 al informarse de su estado y decidir lo concemiente al adoctrinamiento de sus Pobladores. Para su sorpresa, se encontré alli con dos poblados; cada uno con su respectiva iglesia ya hecha. La segunda visita le depararia una nueva ‘Cowsauvenno LA Hacewonia Retioisy sorpresa grata. Advirtié cémo en su yoria los hombres: “viven casados y reducidos al temor de Dios”. Tras esto, el cura comenzé las gestiones pa ‘atablecimiento de la parroquia en el palenque. Junto con el sacerdote jesuita, se dirigié al Vicario General de la didcesis pidiendo autorizacién. La jerarquia diocesana la concedié, enterd de os hechos al cabildo de Popayan y sol para El Castigo un perdén general asi como se habia hecho con Tos palenques. de Cartagena y Panamé. én de tener un cura para el palenque fue mal interpretada por la ees de Q instancia re habia sido consultada, Se crefa que “la Voluntaria reduccién de los mestizos, negros y mulatos libres y esclavos que “pasto espiritual para a almas’ revi ito de Ja autoridad del Rey en la zona. Nada nis lejos de la realidad. Se pensaba con el deseo, Se buscaba forzar zona para “conveniencia de los vecinos y hacendados de Popayan y Pasto” que se habian visto tan afectados por los permanentes delitos de abigeato y cuatreria que sufrian a manos de los patianos‘™*. En esa ‘misma equivoca sn, el cabildo de Popayén nombré como juez civil de El Castigo al capitin Andrés de Ziitign y Fajardo, uno de los hacendados afectados. Sin embargo, los cimarrones le impidieron su ingreso al palenque porque no querian su presencia ni la de ningtin representante del Estado, Zaniga Feaccioné acusando al cura interino de no querer colaborarle al Estado. Miguel Ue Expaiia, por su parte, dectaré que los cimarrones no estaban dispuestos & aceptar a otra autoridad hispénica distinta al cura y que él no podia hacer més que dedicarse a la ensefianza de la doctrina cristiana entre unos hombres y Ja reclamaban. i ‘contactarse y con quién no. La desconfianza hacia las autoridades estata lente, Contrastaba fuertemente con la confianza puesta en las ecles tas e invasoras. A las segundas, en cambio, Esa titima imagen que de la Iglesia cristiana se hacian los negros y mulatos del lugar era ta que el cura no queria traicionar. Se abstenia de insistir en Ta necesidad de que aceptaran jueces civiles para que no le tuvieran ninghn recelo, Como una manera de evitar més presidn estatal y con el animo de ‘Auiawon Calceno Osa2o advertia que los negros estaban resueltos a resistirse inclusive con las armas si fuere necesario. Como pruebas del adelanto de su tarea c1 nizadora en el palenque, el cura contaba que habia decidido realizar dos visitas al afio. Una primera en enero, en época de unas fiestas que los patianos habian fundado y acostumbraban. celebrar. La segunda, después de Pascua de Resurreccién para que cumplieran con el precepto dual como estaba mandado por la Iglesia catélica. Sefialaba ademas que para la ensefianza de Ia doctrina cristiana tenia nombrados dos negros distinguidos por ser buenos cristianos Ja estén ensefiando juntando todas las tardes a todos los negritos y negritas en la esto es el tiempo que se recogen a poblado y para este efecto les tengo dado (os de doctrina cristiana y aun cartlla para los que se aplicasen a aprender a leer, necesidad de precepto Aunque estas gentes estuvieran en la practica por fuera del poder e: unia con la sociedad hispénica. La fuerza del vinculo era, pese at. politica. Al fin y al cabo habian construido sus propias iglesias, bajo matrimonio y habian creado unas festividades de corte ‘0 sin la ayuda directa del cura. Si le enseflaban esos adelantos comunitarios era para que él viera en ellos a unos cristianos temerosos de Dios pero que ponfan en entredicho el orden injusto de fos hombres. La accion del cura entre ellos no fue la de la mera imposicién unilateral del janismo para de ahi abrir paso a la dominacién po Ja otra majestad para no verse limitada en sus propésitos. El cura tenia todo esto muy claro y por eso actuaba con cautela, sin apresuramientos y hasta soportando criticas de los propios blancos. Si salvar almas era la esencia det trabajo eclesiastico, por mas que ellas se mostraran insurrectas con el orden establecido ningiin cura podia negarse a sus pedidos que clamaban por Cristo. No acompafiarlos en su profunda religiosidad era darle pie a los errores populares para que se enseflorearan de esos hombres y mujeres. Ya no solo se habrian perdido stibditos sino que a eso se le agregaban sus almas. Que el Rey no pudiera controlar a todos CConstnovenbo La Heciwonia REUICIOSA No obstante, aunque el cura comenz6 a asistirlos con alguna regularidad y comenzé un proceso de socializacién cristiana con los nifios haciendo uso de Jos mayores, la sociedad patiana siempre fue problemitica para los blancos {que tenian sus intereses en la zona. Las relaciones que entre el palenque y las autoridades civiles se presentaron estuvieron signadas por la ambigitedad, tensiones soterradas, La desconfianze mutua era el ingrediente basico que las alejaba y acercaba, Mas, en épocas de lucha por la on neogranadina, parece que las semillas sembradas por los curas que estuivieron en el Patia dieron sus frutos. La adhesin de los patianos a las fuerzas realistas pudo derivar del secular contacto con lo hispanico a través del Evangelio. Aunque no aceptaban las autoridades subordinadas del Rey en. palenque, pudieron haber aprendido a asociar su figura a la de Dios por las jjustificaciones del derecho divino. ‘Cuando los patianos se sumaron a la lucha contra los patriotas, la retérica sobre los hechos que protagonizaron tendié a cambiar. Por fuerza de las nuevas circunstancias eran tenidos por aguerridos defensores del orden divino que estaba a punto de desintegrarse. En ese momento los patianos fueron vistos como parte cohesiva del mundo hispanico. Pese a las marcadas confrontaciones que habian separado al palenque de las autoridades coloniales, en ese momento critico aparecfan hermanados en la defensa de la sociedad establecida. En el Patia se refugiaron las tropas y el gobernador de Popayén an derrotados del ataque de los patriotas de las ciudades confederadas fa que huy6 de su prisién, las. Luego fue cura en Llanogrande 1s en el poder contra n la Gaceta de Colombia que citculé durante la ‘marché al Patia y se incorpord a sus, por tres affos entre 1816 y 1819. La opinion de los crio los patianos se puede segu Gran Colombia. En resumen, la rebelion politica de los esclavos en for de palenques no conducia de manera automitica a la rebelién -a entre los patianos se manejaba en una esfera distinta a Ia religiosa ¥ eso mismo ocurria entre los hombres de iglesia. Entre unos y otros la religi6 estaba por en jlitico. Para las autoridades ci les las religioso c: La labor del cura permitié tender una pequefia cuerda de conexién que si no condujo al sometimiento total de los encimarronados, al menos puco ayudar las confrontaciones no fueran cada vez peores. El cura, en este ©as0, mnaba nada pero tampoco permitia que la pequefta luz de didlogo s° ivamente. Una convivencia inestable que permanentemente habia lose. Esto era mejor, en todo cas0y eee Cen Oe que tener que asumir la absoluta falta de control sobre un tertitorio conguistado por esclavos abiertamente descontentos con Ia sociedad esclavista, igiosas catdicas. Sugiere esto que alo ! todo en los siglos XVII y XVII, el desenipetio a lanaresrnteg = se asocié a una p Contra la religién local. La opinién que en el marco dé una vis i ida en 1751 se tenia del cura en el lo mismo que de los que oficiaban -xactamente tando de 1” y que de él no se sabia “cosa jon”, Los de Mercaderes afirmaban man para alguna confesién pide ses persuadiéndolos al santo ndo en mal estado, jue no anda acién de on esta siempre atento a defender “a sus feligreses cuando los ratar injustamente los jueces y demds blancos”™, ni menos hacerles extorsiones ni con armas ofensivas; que “cumple a nivel parroquial, era posiblemente simbolo de aunque all a jicas. Los santos, las virgenes, los cristos y los mismos curas eran tenidos por seres que ina sociedad profundamente desigual. Si no todas querer tramitar las peticiones, la mayoria de las ocasiones dolor y al sufrimiento de los que los fieles eran portadores. prestaban oidos Quiza en ello radique el hecho de que los negros de Cartago, que quisieron conformar en las fronteras de su jurisdiccién un palenque en 1785 (hecho mencionado en Ia seccién sobre imagenes), cargaran para el monte com unas Constauyesbo ta Hecewonta Reus imagenes sagradas (un cristo, un santo y varias virgenes) y se mostraran jnteresados en construir una capillay, en especial, robarse luego un cura de Ia eiudad. La construccién de Ia capilla, la disposicién de imagenes dentro de ella, la costumbre de rezar todas las noches el rosario y el orden ceremonial que le ponian, podrian haberlos considerado como airactivos para que cuando al cura éste no se enojase sino que, més bien, los felicitara por su vos de Cartago se sentian muy ligados a i idible a la vez que especial i pasto espiritual, no se vefan a si mismos capaces de realizar las obras de un hombre que habia dedicado su vida entera a los servicios religiosos. EI era un intermediario infaltable en la sociedad que pensaban conformar Si el palenque de Cartago hubiera sido capaz de resistir en el tiempo, las autoridades civiles, lo mismo que hicieron en los casos de los palenques de la ‘segunda mitad del siglo XVI en la provincia de Cartagena y para Fl Castigo, habrian echado mano de los curas para atemperar el ambiente. Los funcionarios del Estado tenian plena conciencia de lo importante que eran esos servidores de la Iglesia para los hombres y mujeres que se escapaban para construit, en ‘un palenque, una sociedad sofiada en Ia libertad. La libertad en los palenquesno se pensaba: cculturales, De igual manera, para preservar la libertad construida con riesgo de Ja vida propia, era necesario tener un mediador que ayudara a calmar el malestar ira de los blancos ofendidos y que le facilitara a los cimarrones obtener, rediante un perdén real, el reconocimiento al derecho de autogobernarse™. En julio de 1792 se supo en Popayéin de la huida de unos esclavos, junto con un par de docenas de indios andaquies, hacia la zona de Sibundoy donde formaron dos palenques*. Para los indios de los alrededores el asunto era muy problematico ya que los negros les robaban los frutos de sus cultivos ¥ sus mujeres. Por eso, se habian ofrecido a colaborar en su reduccién. También un capellén, Francisco J. Paz Maldonado, se prestaba para acompafiar una comitiva que lograra la supresion de los palenques “sin que se ocasionen nenos efusign de sangre”, Paz Maldonado decia: “ofrezco mi we XE) EF cura doctinero de Tenerife, Mi fea, ante con fe del Toro, y et de Tusbaco, Ba fo la Real Aodieneia de Sanafé y el Consejo de Indias f. GUTIERREZ AZOPARDO- ‘Awana Crict90 Os0tI0 persona para acompafiarles en cuanto fuere necesario, asi en el pasto espiritual como también a evitar, con mis persuasiones, algunas consecuencias fatales ‘que puedan ocasionarse en esa pesquisa”. El cura doctrinero de las montaiias de Mocoa, un fri le agustino, comentaba jel beneficio espiritual sacramentos”, sia para que en ella y con mi asistencia logren el beneficio que desean y juntamente el que se bauticen sus hijos”. Le habian ratificado también su intencién de reunirse cuando “se verifique que hay sacerdote, iglesia y pardmetros necesarios”. Los indios cimarrones querian seguir perteneciendo “al reino de Dios y servir al soberano rey”. El religioso agustino, en ‘6 formalmente por escrito al gobernador de Popayén, Diego A\ jeto, la fundacién de un pueblo cerca de los territorios ocupados por los negros fugitivos y obtuvo el permiso. Se autorizé al capelldn Paz Maldonado adelantar la gestién y se le nombré cura del nuevo asentamiento que habria de reemplazar los palenques. Algunos indios se allegaron al nuevo pueblo pero los negros veian esa fundacién con desconfianza, Para gandrselos, Maldonado informaba de la situacién al los el perdén con tal de que dejaran el palenque. Salidos de su condicién rebelde, proponia el cura, se les dejarfa trabajar aparte para que juntaran el dinero con et cual podrian comprar su propia libertad y tendrian pasto espiritual de manera permanente. En abril de 1793 Paz Maldonado le escribia al gobemnador de Popayén que sé iba en busca de los negros porque éstos se mostraban ansiosos de ingresar fal nuevo poblado en las condiciones anteriormente descritas. Esto lo sabia porque tenia en sus manos una misiva enviada por los esclavos fugitivos. Por diciembre de 1794 daba un halagiiefio parte diciendo que los indios “se hallan ya cristianos y contentos de vivir en poblado concurriendo gustosos a la ensefianza de la doctrina cristiana y a oir el santo sactificio de la misa”. En cuanto a los negros, informaba que construfan su propio pueblo y que cestaban a la espera de que al “negro ra :ntonio Carvajal, a quien todos le guardaban gran respeto, le dieran el titulo de Teniente de Gobernador y Capitén de Conquista para que los gober comprometiendo, a cambio de no hostigarios y perm propia manumisién, no permitir el ingreso de mas negros fugitivos. Jos capturarian y devolverian a las autoridades para su cf 1cos meses, en 1795, Paz Maldonado contaba que en el pueblo Consmnuvewoo ta Hraewonla Rr San Agustin, habian 17 descendientes de africanos trabajando en una mina. De ellos, 13 eran hombres (uno sin brazo y otro viejo), 2 mujeres y 2 niffos. En vista de que a pesar de los ingentes esfuerzos hechos todavia anduvieran a finales de 1801 algunos negros fugitives, el cura Paz Maldonado pidié le fueran concedidos 10 soldados veteranos para perseguirlos, atraparlos y destruir su palenque. A Paz Maldonado le parecia el colmo la pertinaciade losnegros que preferian seguir andando por los montes sin Dios ni Ley. A su juicio, no habia razon para seguir en rebeldia cuando tenfan todas las garantias para volver a llevar tuna vida cristiana y para obtener la libertad en forma legal. La obstinacién de esos negros le molestaba profundamente y por eso decidid, en Ultimo término, acudir a la fuerza. Si después de tantos aitos de esfuerzos no querian reducirse, era porque sencillamente no hacia mella en ellos la palabra persuasiva. La rnegacién entre los negros cimatrones de su consentimiento de una hegemonia religiosa y politica por la via pacifica no podia llevar a otra cosa distinta gue a buscar su sometimiento por via forzosa. Cuando la persuasién fallaba, el tinico camino que quedaba eta la accién punitiva desnuda. Lo cierto de todo Jo planteado en este apartado es que los curas de almas no quedaron reducidos al desempefio de un rol sélo religioso y cultural en tiempos coloniales. Su ascendencia sobre los vasallos del Rey se reconocia de parte y parte. Con sus actos, con sus diligencias y con sus ejemplos se convirtieron, respecto de los palengues, en aquel pegante que no permitia la total y absoluta fractura de Ia sociedad colonial. Por sus manos y con sus palabras, las peticiones —unas veces sin cambios y otras veces transformadas— ian y venian de la sociedad dominante a la sociedad rebelde y viceversa. Eso no quiere decir, de todos modos, que hubieran sido siempre capaces de atajar la arrogancia de los poderes civiles que se sentian humillados con la osada actitud de los subaltemos esclavos 0 que pudieran disipar del todo el aire insurrecto que muchos esclavos respiraron. La intencién, sin embargo, de evitar al maximo sangre y muertes en las empresas represivas y de buscar caminos de entendimiento entre las fuerzas en colisién hace que veamos a los curas con menos prejuicios. En esta historia de los palenques, en la que los curas de almas entraron en contacto con el entomo en el cual vivian los esclavos fugitives y percibieron idariamente sus miserias y aspiraciones, de la labor mediadora que en las Gitimas décadas (desde mediados de los afios ochenta del siglo XX) ha desarrollado la institucién eclesidstica en pro de | Antavon CatceD9 0500 » superar el conflicto armado en nuestro pais, tal como nos Jo ha mostrado el historiador Ricardo Arias. 2.3.2. La tarea de desactivar el malestar social Pero no sélo los palenques fueron expresiones de malestar social en la Colonia, También los levantamientos, los motines, las protestas y otras formas similares de accién colectiva popular alertaron a las autoridades coloniales y pusieron en la cuerda floja al modelo. politico hegeménico. A finales de la cénturia las revueltas se hicieron mas corrientes y sensibles que de costumbre, En la base de todo ello estaban las innovaciones que comenzaron con el régimen borb6nico, més coneretamente con el gobiemo de Carlos IMI, quien emprendié una inmensa reforma estatal que afecté la vida de las personas del comin hasta en los mas apartados territorios de su gran imperio. Un virreinato de menor categoria como lo fue el de la Nueva Granada y una didcesis de poca estatura como la de Popayan no escaparon a esa dindmica, Una forma de bajarle la temperatura al malestar de los negros esclavos y de los campesinos y artesanos mulatos, mestizos, negros libres y blancos pobres fue solicitar ta colaboracién del cura de almas. Este, con sus discursos ministros estatales, operé buscando desactivat que podian hacer estallar con violencia y precipitud el equilibrio que él mismo y sus antecesores, con empefio y tesén, habfan ayudado a construir tiempo atrés. Con ahinco, con esmero, en los mornentos mas candentes de la vida local se aplicaba a tratar de remendar pacientemente el tejido que otros, en un arrangue de autoritarismo o de resentimiento, destrozaban con rabia. Su aplomo y su imparcialidad, virtudes esperables en un servidor de Dios, debian estar én el centro de su actuar en tas situaciones en las que la colisién social se ve como inevitable. De un lado y de otro, de parte del Estado pero también de Ios sectores sociales que protestaban, se pedia al cura que su intervencién no fuera en favor de la contraparte, Mostrar parcialidad lo descalificaba como frbitro idéneo a ojos de la parte que no se sentfa representada. Pero en esto no ROTH NRIAS, Ricoto, “Le jorarquia cei colombians y el proceso de pz de Belisrio 8) Mision Crea NO 8, Bagot, Universidad de fos Andes, 1993, pp. 52-63, opado colombo, IncanigetayTeicded (1430-2000), pp. 269-316. {UEROA, Helwvar, "Corienes del Consrauvenbo LA Hecewonls Retiaiosa hay que olvidar, de todas maneras, que el cura eta miembro de una pilar del orden hispénico que, ademds, se encontraba constrefiida poi reforma eclesiastica que impulsaba la Corona en la segunda mitad del XVIIL Podia pedir por los alzados pero tenia que hacerlo con el lenguaje y las formas apropiadas, sin desconocer la superioridad del Monarca y el deber propiedades y riquezas de la Corona nada sencilla cuando en el fragor de la protesta el autocontrol individual y colectivo se anulaban con facilidad. En enero de 1772 el principal blanco de la amenaza de un levantamiento de esclavos en Toro fue justamente el cura Francisco Antonio de Ayala y Rada. Cuatro hombres, dos mulatos y dos negros, fueron hasta su casa y enérgicamente le reclamaron una cédula real. En ella supuestamente el Rey les otorgaba a todos los esclavos la carta de libertad y, como no convenia a jos blancos propietarios, insinuaban los hombres, la habian ocultado donde el cura, al que identificaban con los intereses de la contraparte. Li los esclavos se formaron derivé de una lectura hecha el 1° de e de la misa mayor, de una cédula en la que Su Majestad mandaba qui yy duefios de criados no los hagan trabajar en los domingos y dias de fiestas’ ‘Aparte de los que fueron a buscar al cura, hubo un grupo més nutrido de personas que se dirigi6 ismas intenciones a casa de Manuel Antonio se regé la voz de que los Una década después, en 1781, las pro (Toro y Hato de Lemos) fueron de mayor que borbdnicas estatales de monopolizar tanto el cultivo como la comercializacién del tabaco y Ia destilacién y venta de aguardiente, los dos principales ramos ‘econémicos de los lugares mencionados, afectaron la economia familiar de los pobladores, éstos no vieror protesta y el motin las tinicas maneras de esa iembre de 1780 y la de los Comuneros en marzo de 178 Tomar las vias de hecho, ademas de posibilitarles ser tenidos en cuenta en los afectaban, no era una novedad entre las gentes \écadas atrés, Ansan Caiceoo Oso%0 ante medidas del mismo corte, los cosecheros de tabaco y los fabricantes de aguardiente se agitaron amenazantes, Io que hizo de ellos unos interlocutores que, aunque fueran molestos, no podian ser pasados por alto™. Pero al igual que en 1781, no fueron en el valle del rio Cauca los iinicos que se amotinaron tratando de reversar las disposiciones arbitrarias sobre la hoja y la bebida. En Cali y sus alrededores en 1765 hnubo una auténtica “trepidacién soci oblig6 al cabildo a suprimir las medidas estatales a nivel a las autoridades caleiias una tremenda reprimenda de parte del Virrey que los calified de ligeros y de tener apagada su lealtad! Los éucesos de agosto de 1781 en Hato Lemos muestran que un gran tumulto de personas, entre 300 y 400, armadas de los més disimiles instrumentos (lanzas, espadas, sables, machetes, rozadores, escopetas, hachas y barretones) fueron hhasta el estanguillo y derramaron el aguardiente y despedazaron el tabaco alli resguardado. Al dia siguiente pasaron a Toro y luego a Roldanillo donde hicieron exactamente lo mismo. Participaban, mas que sujetos individuales y aislados, familias enteras en las que se vefan madres y nifios, jovenes y vViejos. Las reivindaciones estaban dirigidas a retomar a una forma econdmica, tun patrimonio comtin, que se estaba removiendo y que por ello ponia a unidades domésticas al borde de la fisica hambre. Los habitantes, deci mismos funcionarios estatales, triste desaliftada choza”, cul ‘cuatro matas de plétano”. Su pobreza estaba fuera de toda duda y de alguna ‘manera hacia entendible sus fuertes reacciones y sus enérgicos reclamos™. El movimiento no actué de manera anarquica. Conté con toda una organizacién que ayudd a que gentes de otras localidades se unieran al levantamiento. Se tomaron medidas de control interno y de prevencién ante las autoridades. Se contd con el apoyo de ottos grupos sociales y de algunos funcionarios estatales. Se echaron a correr rumores de asaltos como parte de tuna guerra de nervios para infuundir més temor a las autoridades. Los intentaron, hasta donde les fue posible, evitar el pillaje y el robo a manos de los amotinados. Se buscaba, en fin, contar con un movimiento legitimo capaz de enfrentar con argumentos (que con frecuencia hacian referencia a tradiciones y costumbres antiguas y comunitarias) la legalidad representada por las autoridades civiles. Al final, en buena medida por la actitud firme demostrada PIEDRAHITA, Diégenes, punts para la historia de Toro, C 1939, as para ta eluded de Santiago dle Cali, sociales en la Nueva Granada, sigh XVII, Coxsrmuveno La Hecewowia Reticosa y por el nivel de estructuracién aleanzado, pu punto de que fueran perdonados por el Rey y n forzar las cosas hasta el nados al didlogo™. agitado jugaron un papel ambiguo. En primera tar estatal, 1o que mor a Dios”, fueron llamados “para que con adviertan (a tos alzados} su error, reprendan y evidenciaba que eran faltos sus cristianas persuasiones podian en algtin momento del Rey, se esperaba que la amenaza de un mas all las autoridades civiles, expresando una idea muy propia de la & no era més que una extensidn idealdgica del Estado. Los hombres del estado fe a este propésito pero pronto se icomandante de las milicias, enviado especialmen se quejaba de josos franciscanos, a los que pidid le ayudaran “a persuaditlos 10 se atrevieron a hacerlo arguyendo la gran posibilidad de que se les “faltase al respeto"™. Eso no queria decir que los sacerdotes se hubieran convertido en convidados de piedra en este momento tan critico que vivian Toro y Hato de Lemos. Hicieron sus esfuerzos pero, tan pronto vefan un avance en los didlogos, los n retraido gracias a su verbo El cura Pedro Fermin de Rojas, logros de sus intents, escribfa una carta en la que expresaba qu muy ajeno a decirles cosa alguna porque me tienen ceansado, pues parece que mientras mas se les persuade y ruega diciéndoles lo que les esta a su favor, se les cierra el uso del conocimient Aunque un cura tratara de cot a la fuerza, de todos modos tinicos perdedores eran s. Asi, el alzamiento se pres curas como una defensa encamnizada por unas formas de vida muy arraigadas ire Ta poblacién que protestaba. Oponerse a sus peticiones de manera que derribar por tos popes y32s8 Eso hizo mulatos y demés amotinados por otra via. Una que los pusiera més al margen de las autoridades civiles para no ser percibidos como conttarios a los reclamos populares. Se mostraron interesados en solicitar un perdén general para que los alzados se contuvieranal verlamagnanimidad del Rey y, més serenos, entendieran mejor la situacién. Ademés, acudieron a practicas religiosas de integraci como la de organizar una procesién con San José, el santo patrono. Si todos: con devocién en ocasiones pasadas habian marchado unidos solicitindole con fervor al santo por mejores tiempos y mejores cosechas, ahora era un momento propicio para volverse a unir con el fin de evitar que la sociedad se dividiera aiin ‘mis. La crisis social no podria solucionarse sosteniendo un confficto entre los mismés miembros de ta comunidad. Contra la fuerza disgregadora que se habia formado, una fuerza cohesiva mayor debia organizarse. Los curas, con logros y fallas, unas veces en el centro del conflicto y otras un poco al margen, no dejaron de estar presentes de principio a fin en ar el triunfo definitivo del fragmentacién, se celebré una misa de campanas y fuegos artificiales cuando se obtuvo el perdén real al estaban tan pendientes los hombres de Unos affos mas adelante, en 1785, el “clérigo Paz Maldonado, antes de marchar al Putumayo a tratar de reducir los negros apalencados, tuvo que contener la ita de los indios del pueblo de Inzé contra el corregidor Manuel Serralde. Lo qi jente linchar. Pese a que Serralde trataba mal a los curas doctrineros y entorpecia de continuo su labor ‘evangelizadora, Paz Maldonado se vio en la necesidad de ampararlo para evitar una tragedia®™, Encasa del cura nadie se atreveriaa ponerle las manos encima. Los aposentos eclesidsticos eran tomados como casa de Dios y en ellos solo los clétigos y I josos tenian jurisdiccién plena. Inclusive ni las mismas autoridades civiles estaban en capacidad de actuar en ellos para prendet un delincuente que se hubiera refugiado alli. Menos atin lo hacer los indios en tumulto por més que la raz6n estuviera de su lado, En situaciones limites como la anterior donde Ia vida de un feligrés estaba en peligro, y asi éste no fuera un dechado de virtudes er era el tinico dador de podian usurparle este poder a la CConstmuveno La Hecwonla Retiosa Pero los irrespetos a jueces y curas, aunque no fueran de comtin ocurrencia, la Colonia. Pedro Betancur Manrique, cen agosto de 1803 ante sus superiores de que los negros esclavos de Sebast ‘Moreno se habjan amotinado y habjan puesto su autoridad por el suelo, Para ca, ademas de denigrante, era insoportable semejante cuando éste intent6 qui suchil xr peores daiios o incidentes mayores® como a un blanco enemigo pero vestido con sotana. De ser apreciados asi, los curas de la Colonia tuvieron que cuidarse mucho. Algunos fueron lo suficientemente habiles para realizar esa desmarcacién pero otros no tanto aunque lo intentaran. Parecer 0 no parecer ‘un buen mediador se constituia en algo vital para su buen desempeo y buena recepcién en la cotidianidad de la parroquia a su cargo. De esa percepcién elemento abusivas de unos y las respuestas agresivas de otros. Solo el verdadero cura armonizador estaba en condicién de reintegrarle a la parroquia el sentido de orden hegeménico-jerarquico perdido momenténeamente. CONCLUSIONES lo XVIII sin tener en igién local: la de la zona de contac de relaciones que han solido quedar ocul t6 una gran multitud a ojos de los investigadores. Esa zona dk denominado rel ntacto, que en términos del campo religioso hemos regida slo por las tendencies la negociacién, las intersecciones, En ese campo de amplias posil fue un actor de primer orden. Gracias a su accionar con el cual buscaba crear consenso y consentimiento entre sus fieles, intent construir la hegemonia otros caminos mas persuasivos. -s de esas vias fueron aqui estudiadas. Cada una de ellas apuntaba a una npre conservar un nn por conquistar a ganados. En ms importante de,

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