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MAGIA TERAPEUTICA EN EL SEGUNDO TOMO DEL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA DE ALONSO FERNANDEZ DE AVELLANEDA: EL ROMANCE DEL CONDE PERANZULES Y UNA REPLICA A CERVANTES Magdalena Altamirano San Diego State University, Imperial Valley 5 ity» Imps RESUMEN Miguel de Cervantes incorporé varios romances en sui Dont Quijote de 1605 y esta prictica fue imitada por Alonso Fernandez de Avella- neda en su continuacién de la novela cervantina. Entre las baladas inchuidas cen el Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha figura un “romance del conde Peranzules", aludido por Sancho Panza en el episodio de los melones. Avellaneda, defensor de la ortodoxia religiosay del inmovi- lismo social, us6 la balada para dirigir una critica a su rival a propésito de ciertos pasajes sobre magia terapéutica del primer Don Quijote. Es posible ‘que el romance de Peranzules, que hasta la fecha no ha sido identificado, estérelacionado con el romance de “El conde don Pero Vélea". La publicacién del Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (Tarragona, 1614), fitmado por Alonso Fernandez de Avellaneda, cambié el rambo del Don Quijote cervantino, el personaje y la obra. Al mar- gen de los cuestionamientos sobre la calidad de la continuacién apécrifa, es indudable que entre esta y el Don Quijote ce Cervantes se establece un intere- sante y complejo intercambio de influencias. Como es sabido, el Segundo tomo avellanediano tuvo su primera inspiracién en el Don Quijote cervantino de 1605, no solo porque desarrolla la tercera salida del héroe, anunciada al _Hipani Rei eure 2012) am (Coprght © ou: University of Pennsylvania Pres. Al ih reerved ‘This content downloaded from 130.191.9718 on Wed, 20 Apr 2016 21:38:35 UTC. ‘Alluse subject to hip: about tor orgerns 372 O HISPANIC REVIEW : summer 2012 final de esa obra, sino también porque retoma un buen niimero de elementos usados por su predecesor. Y la influencia del libro de Avellaneda en el Don Quijote de 1615 fue decisiva, ya que motivé muchos de los cambios sustancia- les introducidos por Cervantes en la segunda parte de su novela (Iffland, De fiestas 17); el mas notable de ellos, la ide de don Quijote a Barcelona, en lugar de las justas de Zaragoza, para distanciar a su protagonista del creado por el apécrifo, aunque ello implicara enmendar sus propias planas y contravenir Jo anunciado en 1605. El intercambio de influencias es una razén para estu- diar la obra de Avellaneda, pero no es la ‘inica, Otra razén posible esté en el hecho, sefialado por James Iffland, de que el Segundo tomo es una muestra de recepcién contemporinea del Don Quijote de 1605 (“Do We Really” 72); cl andlisis de la prosa del escritor que se esconde bajo el nombre de Alonso Fernandez. de Avellaneda’ nos permite apreciar la lectura que este hizo de la primera parte cervantina y, sobre todo, su reaccién a la novela de su predece- sor. Una reacci6n no exenta de censura. Elensalmo avellanediano Son muchos los terrenos en los cuales podemos apreciar el intercambio de influencias entre el Don Quijote de Cervantes y el Segundo tomo de Avella- neda. En mi opinién, uno de los més importantes es el manejo que ambos autores hacen del romancero, génerc muy en boga en los momentos de escritura y publicaci6n de las obras que nos ocupan. En el Don Quijote de 4605 la. presencia del romancero es modesta (entre diez y doce romances), pero aumenta considerablemente en la continuacién de 1615, donde se incrementa el mimero de baladas (unas treinta) y se desarrollan tendencias, Tomancisticas nuevas apenas esbozedas en el libro de 1605 (Altamirano 467-70). En medio de los dos Don Quijote de Cervantes se sitda el Segundo tomo (alrededor de veinte romances), que no oculta la huella del romancero del Don Quijote de 1605 y le hereda baladas —y més de una idea— al de 1615, En la novela avellanediana de 1614 y en la cervantina de 1615 el género 5. Para un panorama de I investigacin en tornoa la identdad de Avellaneda, véase Luis Gomez Canseco 29-59. 2 Estas observaciones,y algunas otras que expresaré en las piginas que siguen, ve basan en una Jnvestgacin en curso sabre el corpus romancstio del Segundo tomo. ‘This content downloaded from 130,191.97:18 on Wed, 20 Apr 2016 21:3835 UTC. “All use subject op about stor orgierns Altamirano : MAGIA TERAPEUTICA EN EL SEGUNDO TOMO —© 373, también fange como vehiculo dialégico, portador de respuestas, criticas y satitas entre los dos escritores. En el romancero incorporado en las obras de Cervantes y Avellaneda hay varios aspectos dignos de estudiarse. En esta ocasién me concentraré en un romance del Segundo tomo que hasta la fecha no ha podido ser identificado: el romance del conde Peranzules, argido por el Sancho apécrifo como “cosa muy probada para el dolor de ijada”. El objetivo de mi trabajo es, por un lado, examinar el trasfondo de la alusién de Sancho, que esconde una réplica de Avellaneda a Cervantes a propésito de ciertos pasajes sobre magia terapéu- tica del primer Don Quijote, y, por 4 otto, aportar nuevos datos para la identificacién del romance, proponiendo la candidatura de un texto atin no considerado por la critica. Laalusién al romance del conde Peranzules tiene lugar durante el episodio de los melones, en el capitulo sexto de la novela. Camino de Zaragoza, don Quijote imagina que el guardia de un melonar es Orlando el Furioso y decide pelear contra él para acrecentar su farsa. A pesar de los ruegos de Sancho, don Quijote se baja del caballo, insste en la batalla y termina en el suelo, tras ser apedreado dos veces por el melonero. Segiin el narrador, la primera piedra “dio a nuestro caballero tan terrible golpe en el brazo izquierdo que, a no cogelle armado con el brazalete, no fuera mucho quebrirsela [la adargal, aunque sintié el golpe bravisimamente”; la segunda piedra “dio... a don Quijote en medio de los pechos, de suerte que, a no tener puesto el peto grabado, sin duda se la escondiera en el estémago. Con todo . . . dio con el buen hidalgo de espaldas en tierra, recibiendo una mala y peligrosa caida, y tal, que, con el peso de las armas y fuerza del golpe, quedé en el suelo medio aturdido” (Avellaneda 6: 94). De acuerdo con el narrador, las consecuencias mas serias de la agresién son el golpe en el brazo izquierdo y la caida de espaldas. Huye el melonero y Sancho se acerca a su amo para preguntarle si est malherido; don Quijote responde que no y agrega: —Dame, Sancho, la mano, pues ya he salido con muy cumplida vitor que, para alcanzarla, bistame que mi contrario haya huido de mi y no ha cosado aguardarme; y el enemigo que hye, hacerle la puente de plata, como dicen, Dejémosle . .. ir; que ya vendré tiempo en que yo le busque y, a pesar suyo, acabe la batalla comenzada. Solo me siento en este brazo inquierdo malherido; que aquel furioso Orlando me debié tirar una terrible maza que tenfa en la mano, y, si no me defendieran mis finas armas, entiendo que me hubiera quebrado el brazo. ‘This content downloaded ftom 130.191.9718 on Wed, 0 Ape 2016 21:38:38 UTC ‘All use subject tip-aboutjtororgiterms 374 O HISPANIC REVIEW : stummer2012 —Maza —dijo Sancho—, bien sé yo que no la ten‘a; pero le tité dos guijarros con la honda, que si con cualquiera dellos le diera sobre la cabeza, sobre mi que por més que tuviera puesto en ella ese chapitel de plata, 0 como le llama, hubiéramos acabado con el trabajo que habemos de pasar cn las justas de Zaragoza, Pero agradezca la vida que tiene a un romance que yo le recé del conde Peranzules, que ¢s cosa muy probada para el dolor de ijada. (6: 295) Sancho afirma que el romance del conde Peranzules tiene virtudes extrali- terarias y magicas, que es un ensalmo, aunque no nos da su texto, o parte de 4, ni ningin otro dato que permita adivinar a qué romance se refiere. Esta situacién contrasta con la tendencia general de Avellaneda, quien, cuando usa un romance, casi siempre lo hace citando o refundiendo versos con- cretos, o aludiendo muy directamente al argumento de las baladas que ut liza, La gran excepci6n a esta tendencia es el romance de Peranzules. La alusién de Sancho se inscribe en el marco de creencias del Siglo de Oro. Tolerada por las leyes civiles, la prictica del ensalmo fue condenada por la Iglesia y no siempre bien vista por los representantes de la cultura oficial.’ El famoso teélogo, matemitico y astrénomo Pedro Ciruelo, en su Reprovacién de las supersticiones y hechizerias (Salamanca, ca. 1538), afitmaba que los ensalmos eran usados por “algunos vanos hombres y mujeres ... para sanar Jas llagas, heridas, apostemas y otras cosas sobre que suelen entender los cirujanos”, a diferencia de las néminas (papeles colgados al cuello), que se creian eficaces “para sanar de las calenturas, tercianas, quartanas y de otras maneras de fiebres y dolencias que entiznden los médicos” (108-09). Ciruelo ‘establecia cuatro tipos de ensalmos, partiendo de dos grupos iniciales: ensal- ‘mos que constaban “de solas palabras” y ensalmos que “juntamente con las palabras, ponen algunas otras cosas sobre Ia herida o Ilaga” (no); cada una de estas categorias se subdividia en otras dos de acuerdo con la bondad 0 maldad de las palabras 0 cosas involucradas. El tratadista conclufa su tipo- logia afirmando que “todas [las maneres de ensalmos] son malas y ... pe{cal 3 Una pragmitica de los Reyes Catélics (477) equiparaba a los ensalmadores con los fisicos, irujanes, bricarios y otros, quienes debian exariarse ante el Protometiato; debi alos exce- 408 cometidos por los protomédicos, el examen fv aboido por Carlos y Juana de Casta (533) en lo que respecta a ensalmadoces,pareras, doguerosy especieros. La constitucionessinodales de Toledo castigaban con excomunin mayor las curaciones por ensalmo (Rodriguez Marin, sale 3). ‘This content downloaded from 130.191.9718 on Wed, 20 Apr 2016 21:38:35 UTC ‘All use subject htp-abou tor orgterns Altamirano : MAGIA TERAPEUTICA EN BL SEGUNDO TOMO —® 375 el que las usa, mayormente el ensalmador” (111), En otro momento de su Reprovacién, Ciruelo negaba la eficacia de ensalmos y néminas arguyendo que la palabra, al ser obra humana, cerece de virtudes naturales para curar (177-78). Bl tratado de Ciruelo se reedité varias veces en los siglos XVI y XVI y constituy6 un referente obligado en la lucha contra las supersticiones; lo ‘menciona Sebastién de Covarrubias Horozco en su Tesoro de la lengua castellana 0 espafiola (Madrid, 1611). En la misma obra el lexicégrafo, contemporéneo de Cervantes y Avellaneda y hombre de Iglesia como Ciruelo, define ensalmo como “cierto modo de curar con oraciones, unas veces solas, otras aplicando juntamente algunos remedios” y llama ensalmadores a “los que curan con ensalmos”, aunque se protege aclarando que “toca ¢l examinar los tales a los seitores obispos y a los sefiores inquisidores apostélicos” y que “es todo superstici6n’” (s. v. ensalmo). Las palabras de Covarrubias nos llevan, casi de Ja mano, a un tipo muy especial de documentos: los expedientes inquisitoria- les, que demuestran que la curacién por la palabra estaba muy extendida en la época, sobre todo entre los estratos populares, y reproducen muchos textos con funciones terapéuticas. No en balde Francisco Rodriguez Marin proc- lamé folcloristas avant la lettre a los inquisidores y escribanos del Santo Of- cio (Ensalmos 9). Los materiales antiguos y modernos® confirman que una caracteristica tipica de los ensalmos es hacer explicite el padecimiento o la parte del cuerpo que se desea curar, circunstancia logica dada la funcién preponderantemente curativa de este tipo de discursos. Y, aunque existen ejemplos que buscan el bienestar general de la persona, los ersalmos tienden a especializarse. Con respecto a la Peninsula Ibérica, Juan Blézquez Miguel cita el caso de Dominga Panera, quien a mediados del Seiscientos curaba las nubes de los ojos con granos de trigo y recitando el siguiente texto: “Si la nube es negra, Dios la detenga; / si es blanca, Dios la deshaga; / si es rubia, Dios la consuma, / Sefiora Santa Lucia, sefiora Santa Ana” (223). Del archivo inquisitorial de la Nueva Espafia proceden estos ensalmos, uno para curar heridas (;16082) y otro para detener hemorragias (26192): Y ansi confieso ser verdad, cen gracia de tan santo misterio [Tiers Cth uit pn na). $reg pt Se coor aie mo ee ldap int sinner opi conn tear sta ng en oo {vn ney Mat Psp ast Cot pr ct ‘This content downloaded from 130.191,97 18 on Wed, 20 Apr 2016 21:35:35 UTC. ‘All use subject ip: /about stor orgherms 376 O~ HISPANIC REVIEW : summer2022 pido y suplico a su dibina majestad que sea serbido que, con la gracia del Espiritu Santo, de alumbrar y sanar esta herida en birtud de lo dicho. (Campos Moreno n® 18) Porla virtud de San Pedro y por la dignidad de tu Dios y por Dios y Santa Maria, cesta sangre se ataje. (n° 31) La mencién del mal a curar se da también en los conjuros de tipo terapéu- ticoy que se distinguen de los ensalmos por su tono imperativo, Asi ocurre ‘en el conjuro de la rosa (erisipela);cuestionada por las autoridades inquisito- riales (1513), Constanza Alonso, vecina de Argamasilla, declaré esta versi6n: Por la rosa curo, «© por la vexigosa, porla torondosa, ct por la albar, que Dios abata e haga mal. —Di, rosa maldita, aeémo fuiste aqui venida? —Di, rrosa malhadada, geémo fuiste aqui llegada? ... Mas gana, vete de cachas, rendas te tomaré ¢ la raya te cortaré, ‘elas ondas de la mar te echaré, donde ni gallo canta, ni buey ni vaca brama, Fuye, mal, allende el mar, {que fulano no te puede sofrir, ni parar ni sofrr. (Cirac 99-100) 1 Oteasvariedades de conjuros buscan tener ito en asuntos amorosos, daar a una persons ‘encontrar objetos perdido, advinar, et. Para ina muestra de conjures no terapéuticos, véase Sebastin Cirae Estopanin (136—46), que reproduce el repertorio de Antonia Mejia de Acosta, procesada por hechicera ante el Tribunal de Toledo en 1633, ‘This conten downloaded from 130.191,97.18 on Wed, 20 Apr 2016 21:38:35 UTC ‘Al use subject to htipsiaboutjtororgerns Altamirano : MAGIA TERAPEUTICA EN EL SEGUNDO TOMO — 377 fica de La alusién del Sancho avellanediano cumple con la caracteri cexpresar el padecimiento o parte del cuerpo que se desea curar, presente en los ensalmos y en los conjuros de tipo terapéutico. Sin embargo, llama la atencién que, cuando don Quijote se cueja de la herida del brazo izquierdo, aquella que “sintié bravisimamente”, el escudero responde subrayando la cficacia de un romance para el dolor de ijada, es decir, el dolor de cualquiera de las dos cavidades que van de las cosillasfalsas a los huesos de las caderas (RAE s. v. ijada). Ahora bien, el Sancio de Avellaneda, mucho més que el cervantino, se caracteriza por las incongruencias discursivas (Riquer lix-ixi, xci-xcii), lo que podria explicar lo disparatado de traer a colacién un censalmo para un padecimiento no sufiido por su amo, o no principalmente. Recordemos que la “mala y peligrosa caida”, mencionada por el narrador y de la cual no se queja don Quijote, ha sido de espaldas; ademés, como sefiala Iland, la caida no debié ser tan seria va que se produjo cuando el caballero estaba desmontado (De fiestas 270-71), Pero el episodio de los melones no ha concluido, y pocos pérrafos més adela:te tenemos una justficacion a poste- riori de la presencia del ensalmo. Tras el apedreamiento de don Quijote, del que Sancho ha salido ileso, amo y escudero se refugian en la cabafia del melonero, hasta la que llega este litimo acompafiado de tres mozos. Armados con estacas, el melonero y sus compinches propinan una paliza a don Quijote y Sancho, con el siguiente saldo: Y a don Quijote, que por su desgracia se habja quitado el morrién, le dieron tres 0 cuatro [palos] en Ia cabeza, con que le dejaron medio aturdido y aun muy bien descalabrado. Pero Sancho lo pas6 peor, que, como no tenia reparo de coselete, no se le perdié garrotazo en costilas, brazos y cabeza, quedando tan bien atordido como lo quedaba su amo. Los hombres ... se Ilevaron al lugar, en prendas, el rocin y jumento por el daito que habfan hecho. De alli a un buen rato, vuelto Sancho en si, y viendo el estado en que suis cosas estaban y que le dolian las costillas y brazos de suerte que casi no se podia levantar, comenz6 a llamar a don Quijote. (Avellaneda 6: 296) Como consecuencia de esta paliza, don Quijote sufrira su primer desdo- blamiento de la personalidad y empezaré a recitar versos del romance “Rey don Sancho, rey don Sancho, no digas que no te aviso” (IGRH 0330) (Avella- ‘This content downloaded from 130.191.9718 on Wed, 20 Apr 2016 21:38:35 UTC ‘All use subject to hipabout tor orgerms gy O— HIsPANIe REVIEW : summer 2012 neda 6: 297-98)! A esta recitacién seguiré un parlamento, de don Quijote a Sancho, que aprovecha el romance arterior y otto més, “Ya se sale Diego Ord6nex” (IGRH 0332). Ambos romances pertenecen al ciclo épico del cerco de Zamora, detalle importante para nuestros propésitos, como se vera. El ciclo del cerco de Zamora refleja las Iuchas fratricidas de los herederos de Fernando I de Castilla: por un lado, Urraca, sefiora de Zamora, y Alfonso VI de Leén; por el otro, Sancho IT de Castilla, quien muere asesinado ante los ‘muros de Zamora, ciudad que ha sitiado. Este ciclo se relaciona muy de cerca con el del Cid, quien sirvié de joven al rey Fernando y, a la muerte de este, a Sancho y a Alfonso (Diaz-Mas 73). ‘No pasemos por alto que en el tltimo pasaje avellanediano Sancho, el ensalmador, es q haya valido en absoluto haberlo pronunciado poco antes, cuando pretendia proteger a su amo. La ironia de que el romance del conde Peranzules, la “cosa muy probada para el dolor de ijada”, se presente a destiempo y apli- cado a la persona equivocada apunta a una denuncia de estas pricticas, teni- das por supersticiosas por Ciruelo, Covarrubias y otros miembros de la alta cultura de la época, grupo al que se adhiere Avellaneda. Son varios los criticos {que consideran a este iltimo un defensor del orden establecido, sobre todo cen lo que se refiere a las estructuras sociales y ala ortodoxia religiosa (Gémez Canseco 83, 88-89: Iffland, De fiestas 36-37: Riquer 40-43, 94). Esta actitud permea la denuncia de Avellaneda, quien se vale del fallido ensalmo para dirigir un dardo contra Cervantes y devolver a su sitio lo que este ha alterado. Sancho, representante por antonomasia de la clase campesina en el Segundo tomo! sera el instrumento para lograrlo. Junto con la ortodoxia religiosa que caracteriza varios momentos del libro de 1614, la religiosidad popular juega en él un papel muy importante; como ha seialado Luis Gémez Canseco, el personaje del escudero es “quien n necesita el remedio para el dolor de ijada, sin que le 7, El desdoblamient dela personalidad es un rig tipo dela locura de protagoistaapécrifo “An aspecto” 39-40) ete sue otros ses episodio: Avellaneda: 37 31-235 2 590-3524 55-46 29% 3H 30: 638. El recuse aparece dos veces en los capitlos inciles de primer Don Quijote (Ls: 7-76; 7: 88-8), para después ser abandonado por Cervantes, Uso ls fitulos de romances del Pan-Hispani Ballad Pret / Prpecta sobre el Romancero Pan-hispniso, coordinado por Suzanne H, Petersen; la primers mencién de una balada le sigue, entre parénte- sis el niimero quelecorrxponde en el Indice Geral del Romancero Hispénico (IGRH), cuando fue posible obtener ' Sancho y el melonero son los dnicos campesinos en Ia obra de Avellaneda (Ufland, Defestas 35). This content downloaded from 130.191.9718 on Wed, 20 Ape 2016 21:38:35 UTC ‘All use subject hp about tor orgiterns Altamirano : MAGIA TERAPEUTICA EN EL SEGUNDO TOMO — 379, ‘encarna més por extenso el complejo mundo de las creencias populares del Siglo de Oro” (82-85), con sus continuas invocaciones a los santos? y su aficin a la magia terapéutica represen:ada por el romance de Peranzules, El agregado de la magia terapéutica en el Segundo tomo tiene filiacién cervan- tina, Sabemos que, al escribir su continuacién, Avellaneda siguié muy de cerca ciertas partes del Don Quijote de 1605. El episodio del melonero, por ejemplo, se inspira en la paliza propinada al protagonista de Cervantes por el mozo de los mercaderes toledanos; 2aliza a la que sigue el primer desdo- blamiento de la personalidad y la recitecién de romances por parte del héroe (Cervantes I, 4: 70; 5: 71-76).!* La doble paliza, al caballero y al escudero avellanedianos, a manos de risticos arrrados con estacas recuerda el episodio de los yangueses,"' cuando Sancho pide un par de tragos “de aquella bebida del feo Blas”, que “quizé sera de provecho para los quebrantamientos de hhuesos, como lo es para las feridas” (Cervantes I, 15: 161)" 0 sea el balsamo de Fierabras, que segéin don Quijote Io cura todo (I, 19: 14). En el mismo episodio de los yangieses es Sancho quien hace referencia a la necesidad de ccurarse —con bizmas— de los golpes recibidos, golpes que en la obra cervan- tina causan fuertes dolores en las costilas de amo y escudeto (I, 15: 162-63, 1655 16: 167, 172-73). Avellaneda us6 con libertad elementos de las palizas de su predecesor para crear las suyas: situs en un solo episodio las dos agresio- nes, retuvo la asociacién del escudero con la magia y la curacién, pero sus- tituy6 el bilsamo de Fierabris por el ensalmo para el dolor de ijada, recuerdo de las costillas maltrechas del Don Quijote primigenio. La idea de incorporar un ensalmo es igualmente deudora de Cervantes. En ella resuenan otras par- tes del libro de 1605. EI cuerpo y las funciones corporates tienen una presencia notable en el primer Don Quijote, sobre todo a través del personaje de Sancho, como lo 5: Bor ejemplo: Santa Agueda (213), Sam Antén (3: 254; 6 293), Santa Apotonia (6: 296-97). ‘Santa Birbara (7:31), San Belorge Jorge: 2: 238), San CristObel (6: 292), San Juin (22: 10), San Martin (6 297), San Quintin (6255), San Roque (a: 33). VEanse 2 2305 2: 374 3: 389. vo, La similtud entre los desdoblamientos de anos protagonists fue comentada por Ramon ‘Menéndes Pial, quien sefalé que varios elementos del episodio cervntino procedian del ans imo “Entremés de los romances” (“Un aspecto"39-). th, Como destaca iffland (De fiestas 272, la coneaién con la palin de los yangheses habia sido anunciada poco antes por el propio Sancho (Avellaneda 6 291). 42. EL Sancho avellnediano menciona a Fierabis frente al cortillo que lo rode camino a Zara ova: “Si matamos alguna gruess de aquellos gigantones o irablses.., yo les prometo. de tralles una de aquelas rics joyas que ganaremcs y media docena de gigantones en escabeche” (7-3-1) ‘This content downloaded from 130,191.97.18 on Wed, 20 Apr 2016 21:35:35 UTC. ‘All use subject hp-about tor orgterns y8o O HISPANIC REVIEW : summer 2012 _muestran los efectos de la ingesta del bilsamo de Fierabrés 0 los apuros que preceden al descubrimiento de los batanes como fuente del ruido que atemo- riza al escudero (Cervantes I, 17: 180-82; 20: 215-17). En la novela cervantina de 1605 también hay un ejemplo de magia terapéutica asociado a una parte especifica del cuerpo humano. Lo anterior no pas6 desapercibido para el escritor que se esconde bajo el nombre de Alonso Fernandez de Avellaneda, quien hizo del Sancho apécrifo un personaje extremadamente ligado a las, funciones corporales, hasta llegar a lo escatologico, y quien aproveché otto elemento de la obra de Cervantes para la construccién del episodio de los ‘melones: el ensalmo con que el cura Pero Pérez. evita que don Quijote des- ‘cubra que el escudero de la princesa Micomicona es maese Nicolés, el bar- bero. Cuando es derribado por una mula de alquiler, al barbero se le caen las barbas postizas —parte clave de su disftaz— y la reaccién del cura no se hace esperar: El cura, que vio el peligro que corria su invencion de ser descubierta, acu- did luego a las barbas y fuese con ellas adonde yacia maese Nicolés dando + «voces todavia, y de un golpe, legindole la cabeza a st pecho, se las puso, murmurando sobre él unas palabras, que dijo que era cierto ensalmo apropiado para pegar barbas, como lo verian; y cuando se las tuvo puestas, se apart6, y quedé el escudero tan bien barbado y tan sano como antes, de que se admir6 don Quijote sobremanera, y rogé al cura que cuando tuviese lugar le ensefiase aque ensalmo, que él entendfa que su virtud a mas que a pegar barbas se debia cle estender, pues estaba claro que donde las barbas se quitasen habia de quedar la carne llagada y maltrecha, y que, pues todo lo sanaba, a més que barbas aprovechsba. Asi es —dijo el cura, y prometiS de ensefarsele en la primera oca~ sion, (Cervantes, I, 29: 342) La burla radica aqui en que la supuesta curacién por ensalmo ¢s realizada por un cura, ¢s decir, por quien no debia incurrir en este tipo de actividades, basadas en un pacto con el diablo (Blizquez 210; Ciruelo 115). Notemos el interés de don Quijote por los ensalmos: no solo cree en ellos, sino que considera conveniente aprenderlos, dados los avatares de la vida caballeresca. ‘Ademés, el hidalgo ya ha practicado activamente la magia al eaborar el bél- samo de Fierabrés, en una escena en la que Frederick de Armas ve un ensalmo ¢ Iffland, una parodia religiosa (De fiestas 124): ‘This content downloaded from 130 191,97.18 on Wed, 20 Apr 2016 21:35:35 UTC. All use subject to hip: about stor orgiterns Altamnirano : MAGIA TERAPAUTICA EN EL SEGUNDO TOMO — 381 1 tomé sus simples (ingredientes), de los cuales hizo un compuesto, mez- clindolos . .. y cociéndolos .. . hasta que le pareci6 que estaban en st punto, Pidié Iuego alguna redoma . ...y como no la hubo en la venta, se resolvié de ponello en una alcuza.. ¥ luego dijo sobre la alcuza mas de ‘ochenta paternostres y otras tantas avemarias, salves y ctedos, y a cada palabra acompafiaba una cruz, a modo de bendicion. (Cervantes 1, 17: 180)" ‘Como ha sefialado De Armas a propésito del episodio de las barbas, el ccura parece saber que a don Quijote le interesan los ensalmos y aprovecha esta circunstancia para seguir engafiéadolo, En ambos pasajes (balsamo y ensalmo), los ejecutantes de los actos magicos pertenecen a estratos sociales superiores a Sancho, un campesino analfabeto. Las diferencias sociales que median entre los ensalmadores de Cervantes y Avellaneda no son gratuitas: obedecen a visiones distintas del munco. En su Reprovacién de las supersticiones y hechizerias, Ciruelo admitia que “los jueces eclesiésticos y seglares de la iglesia de Dios” mantenian una actitud relajada hacia los ensalmos, las néminas y otras supersticiones, pero insistia en que de todas maneras eran pecado y era obligacién de los confeso- res corregir y dar penitencia por estas faltas. Para ello los confesores debian reparar en la condicién de los infractores, pues “a las personas sin letras la inorancia las escusa o alivia el pecado” (siempre y cuando no hayan sido advertidas por te6logos o prelados) y “a los hombres de letras, que saben 0 son obligados a saber lo que conviene ¢ su salvacion”, no. Ciruelo cerraba su amonestacion enfatizando que “muchas cosas son pecados en los mayores que en los menores se escusan, 0 por falta de edad, 0 de ses0, 0 de saber” (121-22). Asi las cosas, la transgresién cervantina es casi total, ya que tanto don Quijote como Pero Pérez pertenecen al grupo de los que estén obligados 1 saber y, por su profesiOn, Pérez deberia situarse del lado de los confesores, no del de los ensalmadores, El matiz radica, claro, en que el licenciado solo esta fingiendo ensalmar, aunque no deja de haber wn guifi, bastante irénico, en el hecho de que conoce muy bien el ritual En la actuacién del bromista y no muy ortodoxo Pero Pérez (Redondo, “Bl personaje” 224) parece haber una parodia del clero supersticioso, muy abundante en la época; la Inquisicién, mas bien tolerante con los delitos de 23. El psaje fue expurgado por a Inguiscin portuguesa a partir de “yIuego” (I, 17: 180n). ‘This content downloaded from 130.191 97.18 on Wed, 20 Apr 2016 21:38:35 UTC ‘Alluse subject to hip: about tor orgterms 3a O HISPANIC REVIEW : summer 2012 hechiceria entre seglares, no se distingui6 por perseguir con excesivo celo las précticas marginales de los religiosos." En el Siglo de Oro tampoco fue infrecuente que miembros de la nobleza, incluso de la alta nobleza, recurrie- ran a los servicios de hechiceros o hechiceras,* aunque estos tltimos solfan pertenecer a sectores menos privilegiados (Campos 28~29; Cirac 209-22). Las palabras del mismo doctor Ciruelo revelan que la afici6n a ensalmos, némi- nas y demés se daba entre letrados. Cervantes fue mas alla y puso en escena un hidalgo y a un clérigo ejecutando rituales magicos, con el segundo dis- puesto a ensefiarle al primero el saber prohibido, tal y como hacian los he- chiceros con sus discipulos en la vida real (Cirac 137). A Avellaneda debié ‘molestarle la parodia de Cervantes, el que se riera de una realidad conside- rada pecaminosa por los sectores mis crtodoxos de la Iglesia y el que cuestio- nara las estructuras sociales vigentes al rebajar a don Quijote y a Pero Pérez, hombres obligados a saber, a la categovia de ensalmadores, Partidario del inmovilismo social (Iffland, De fiestas 37), Avellaneda reac- cioné transfiriendo la practica del ensalmo a Sancho, el que pertenece a la clase de los ignorantes, de los menores “de ses0 0 de saber”, es decir, a la clase donde, en la opinién avellanediana, podian darse los ensalmos (mal ‘menor), para eliminar asi los rebajamisntos que a este respecto habfan mos- trado don Quijote y Pero Pérez. La transferencia del ensalmo a Sancho se inscribe en un proyecto del escritor anonimo muy bien estudiado por Iffland: el de acentuar al méximo la rusticidad de Sancho para convertirlo en cifra del campesinado —despreciado por Avellaneda— y, con ello, cortar de un tajo las “inguietantes resonancias” del Sancho cervantino, un tonto-listo “que ha entrado en el terreno de las aspiraciones de ascenso social”, al creer- se escudero y potencialmente gobernador (De fiestas 141, 250, 329-30). En el ‘marco ideoldgico del Segundo tomo, los ensalmos son cosa de risticos y Sancho, un campesino zafio, ignorante y supersticioso, sin posibilidades de reversibilidad —para usar el concepto de Iffland—, tampoco puede tener éxito con los ensalmos porque estos simplemente no funcionan. 1a, Para ejemplos de cléigos poscedores de libios 0 manuscritos relacionados con la magia, 0 realizndo toda clase de supersiciones, vanse Bizquez 144-60 y Cirac 1-8 1s. Blizquee menciona el caso del duque de Infitado y la fama de supersiciosos que los Men- . Real Academia Espatola, Diccionario de la lengua espaftola. 22 ed. 2001.14 abr. 2010 “. Redondo, Augustin. “El personaje de don Quijote.” 1980. En Otra manera de ler ef Quijote" historia tradicionesculturalesy teratura. Madi Castalia, 998. 205-30. .“Gayferos: de caballero a demonio (o del romance al conjuro de los aos 1970) 188, En Revisitando las cultura del Siglo de Oro: mentalidades,tradiciones elturales, creaciones paralitearias yliterarias Salamanca: U de Salamanea, 2007. 49-38. Rico, Francisco. “Brojeria y literatura.” En Srujologia: porencias y comunicaciones del 1 Congreso Espafol de Brajoleia (San Sebastn, septiembre de 1972). Madtid: Seminasios Yy Ediciones, 1975. 97-17 Riquer, Martin de. Introducién, En Don Quijote de la Mancha, De Alonso Fernéndez de ‘Avellaneda, Ed. Martin de Riquer. Vol. . Madrid: Espasa-Calpe, 1972. vi-civ. Rodriguez Marin, Francisco. Cantos popular espatoles. 182. 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