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Sin embargo, una vez extinguido el Antiguo Régimen, una nueva lucha se dio
en el seno de las sociedades occidentales: la pugna entre la burguesía
dominante y el proletariado, fruto de las transformaciones sociales y
culturales de la Revolución Industrial.
Así, los partidos políticos obreristas, anarquistas y sindicalistas permitieron a
los trabajadores organizarse políticamente para aspirar a una cuota de la
conducción de sus sociedades.
Sin embargo, el devenir político del siglo XIX y XX hizo obsoletas estas
categorías, permitiendo que surgieran dos nuevas en su reemplazo:
¿Cómo funcionan los partidos políticos?
El funcionamiento interno de los partidos políticos depende en gran medida
de las regulaciones legales y jurídicas que disponga la constitución de un
país, en la que generalmente hay segmentos dedicados explícitamente a ello.
Por el contrario, las democracias más robustas fueron aquellas cuyos partidos
políticos se obligaron a la alternancia en el poder, a respetar las reglas de
juego y a formar parte de un sistema respetuoso del deseo de las mayorías.
Los países unipartidistas como Corea del Norte tienden a un modelo dictatorial.
¿Y cuáles son los actores más aptos e idóneos para acometer esas
tareas? Sencillo: son los partidos políticos y sus líderes –imbuidos de
ética pública inquebrantable-, líderes sociales, empresariales,
religiosos, servidores públicos y, sobre todo, ciudadanos activos e
interesados en la vigilancia y monitoreo de la gestión pública, pues
sin ciudadanos críticos y pro activos no hay país que encare, con
éxito y sentido de compromiso, ningún desarrollo integral. De modo,
que la tarea de planificar y gobernar no es solo tarea de políticos,
servidores públicos, sector privado, sino también, de una ciudadanía
responsable y vigilante de la buena gestión pública.
Un vistazo a los partidos políticos en el Perú permite advertir en seguida, como sus
caracteres más nítidos, la anemia ideológica, la endeblez organizativa o la
temporalidad, y, como sustrato de ellas, el caudillismo que los origina e impulsa.
Casi todos los partidos políticos del Perú se han creado como una proyección de la
voluntad e intereses de una persona con cierta riqueza, perteneciente a alguna familia
de abolengo, incluso venida a menos, y criada en un hogar en el que un tema de
conversación habitual era la política y sus actores, con los cuales su familia estaba
vinculada por el parentesco, los negocios o la amistad.
Durante casi todo el siglo XIX, gobernaron el Perú los caudillos militares. Todos ellos
consideraron que el ejercicio del poder político les pertenecía como un atributo natural
de su condición de militares, su disposición de las armas y su poder de mandar a los
oficiales de rango inferior y a las tropas. Entre ellos se disputaban la Presidencia de la
República que ganaba el más hábil o fuerte. No obstante, por más ambiciosos y
audaces que fueran, necesitaban el acuerdo expreso o tácito de las familias
propietarias de las grandes haciendas, cuyos intereses se comprometían a defender
desde el Estado. Los pocos civiles que ejercieron la Presidencia de la República
rellenaron los vacíos creados por las disputas de los caudillos militares.
Manuel Pardo y Lavalle, propietario de una gran hacienda en la Costa y con estudios
superiores en Chile y Francia, quebrantó este esquema al crear en 1871 el Partido
Civil, un conglomerado de latifundistas y burgueses embrionarios para darle cierta
estabilidad a la economía. Su Partido ganó las elecciones y él gobernó el país de 1872
a 1876. Lo asesinó un sargento del Ejército en noviembre de 1878, cuando ejercía la
Presidencia del Senado.
Hasta 1919, la conducción del Poder Ejecutivo la ejercieron los representantes del
Partido Civil, con los interregnos de los caudillos elegidos: Andes Avelino Cáceres y
Remigio Morales Bermúdez, militares; y Nicolás de Piérola y Guillermo Billinghurst,
civiles.
Augusto B. Leguía, un caudillo civil formado en Europa, dividió a este Partido y gobernó
con una facción de él desde 1919 hasta 1930. Lo derribó el comandante Luis M.
Sánchez Cerro, al que asesinó un militante aprista en abril de 1933. Continuó en la
Presidencia de la República el general Oscar R. Benavides, por decisión del Congreso
Constituyente, y lo sucedió por elecciones en 1939 el representante de la oligarquía
financiera Manuel Prado, hijo de Mariano Ignacio Prado, el Presidente que se llevó los
ahorros nacionales en plena guerra con Chile. A Manuel Prado lo continuó, el civil José
Luis Bustamante y Rivero, prostulado por una coalición de partidos, hasta que fue
depuesto por el general Manuel A. Odría en octubre de 1948. Odría se quedó en la
Presidencia de la República hasta 1956, año en que lo sucedió por elecciones, Manuel
Prado, a quien un golpe militar excluyó de su mandato en 1962, faltando unos días
para terminarlo. La Junta Militar instaurada facilitó la llegada de Fernando Belaunde
Terry a la Presidencia en las elecciones de 1963 hasta que el 3 de octubre de 1968 lo
derrocó el movimiento militar acaudillado por el general Juan Velasco Alvarado.
La naturaleza caudillista de los partidos políticos del Perú determina que ellos carezcan
de una sólida ideología y de programas de gobierno coherentes con las necesidades
del país, que gobiernen en función de los intereses de la oligarquía y de las empresas
extranjeras y que se extingan poco después de la muerte de sus conductores
fundadores. Los partidos políticos existen mientras sus caudillos gozan de fuerza vital
para apetecer la Presidencia de la República y concitan el apoyo de familias con poder
económico que ven en esas opciones alguna ventaja para invertir en ellas con la
expectativa de recuperar su capital y percibir las ganancias directas e indirectas que
estiman normales cuando sus patrocinados asumen o comparten los Poderes del
Estado. A las familias oligárquicas peruanas, que podrían ser denominadas en conjunto
la derecha económica, no les interesa pagar partidos políticos estables, como en otros
países, si pueden alquilarlos sin comprometerse o, si les conviene más, convencer a
algunos jefes militares ambiciosos.
Tal ha sido el sino de los partidos creados por Manuel Pardo (Partido Civil), Andrés
Avelino Cáceres (Partido Constitucional), Nicolás de Piérola (Partido Demócrata),
Augusto B. Leguía (Partido Democrático Reformista), Luis M. Sánchez Cerro (Unión
Revolucionaria), Manuel Prado (Movimiento Democrático Peruano), y Manuel A. Odría
(Unión Nacional Odriista). Va tras ellos el partido fundado por Fernando Belaúnde
(Acción Popular).
En algún momento tendremos que superar esta insuficiencia y manera de ser de las
grandes mayorías sociales peruanas. Y no será por la acción de las clases propietarias
en el control del Estado, sino por la de ellas mismas, gracias a la catarsis provocada
por la ideología que las ayudará a disipar las miasmas de la herencia colonial que
continúan contaminando su espíritu.
SISTEMA ELECTORAL
Un sistema electoral es un conjunto de reglas que determinan cómo se llevan a cabo
las elecciones y los referendos y cómo se determinan sus resultados. Los sistemas
electorales políticos están organizados por los gobiernos, mientras que las elecciones
no políticas pueden tener lugar en empresas, organizaciones sin fines de lucro y
organizaciones informales.
Los sistemas electorales consisten en conjuntos de reglas que rigen todos los aspectos
del proceso de votación: cuando se realizan las elecciones, a quién se le permite votar,
quién puede presentarse como candidato, cómo se marcan y emiten las papeletas de
votación, cómo se cuentan las papeletas de votación (método electoral), límites en el
gasto de campaña, y otros factores que pueden afectar el resultado. Los sistemas
electorales políticos están definidos por las constituciones y las leyes electorales, por lo
general son conducidas por comisiones electorales y pueden usar múltiples tipos de
elecciones para diferentes cargos.
Algunos sistemas electorales eligen a un único ganador para un puesto único, como
representante de distrito en una asamblea nacional, primer ministro, presidente o
gobernador, mientras que otros eligen múltiples ganadores, como miembros del
parlamento o juntas directivas. Hay una gran cantidad de variaciones en los sistemas
electorales, pero los sistemas más comunes son el escrutinio mayoritario uninominal, el
sistema de segunda vuelta electoral, el escrutinio proporcional plurinominal y la
votación preferencial. Algunos sistemas electorales, como los sistemas mixtos, intentan
combinar los beneficios de los sistemas no proporcionales y proporcionales.
El estudio de los métodos electorales formalmente definidos se llama teoría de la
elección social o teoría del voto, y este estudio puede tener lugar dentro del campo de
la ciencia política, la economía o las matemáticas, y específicamente dentro de los
subcampos de la teoría de juegos y el diseño de mecanismos. Las pruebas de
imposibilidad como el teorema de la imposibilidad de Arrow demuestran que cuando los
votantes tienen tres o más alternativas, no es posible diseñar un sistema de
votación que permita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia
global de la comunidad. El motivo es que es relativamente probable que se produzca
un empate entre tres o más alternativas, de forma que, por ejemplo, la alternativa A sea
preferida al la B, la B a la C y la C a la B.
Misión y visión
Garantizar la obtención de la genuina y libre expresión de la voluntad
popular para fortalecer la institucionalidad democrática.
Ser una institución de excelencia que cuenta con la confianza de la
población, promoviendo una cultura de valores democráticos mediante el
uso de tecnología e innovación.
Funciones:
Servicios de la ONPE
Planificar, preparar y ejecutar todas las acciones necesarias para el
desarrollo de los procesos electorales a su cargo, así como de referéndum
y otros tipos de consulta, en estricto cumplimiento de la normativa vigente.
Verificar y controlar externamente la actividad económico-financiera de las
organizaciones políticas, y administrar el financiamiento público indirecto
de los Partidos Políticos, en período electoral, y los espacios en radio y
televisión para la difusión de sus propuestas y planteamientos durante
período no electoral.
Brindar apoyo y asistencia técnica a los partidos políticos, movimientos de
alcance regional o departamental, que lo soliciten, en sus procesos de
democracia interna, y a instituciones públicas y privadas y a
organizaciones de la sociedad civil, que lo soliciten, en sus procesos
electorales conforme a las normas legales vigentes, previa evaluación y
disponibilidad de recursos.
Asistencia técnica
La asistencia técnica es la asesoría especializada en materia electoral que
ofrece la ONPE a los comités electorales o a los organizadores de los
procesos electorales de las organizaciones políticas, las instituciones
públicas y privadas, y las organizaciones de la sociedad civil que lo
soliciten, de manera permanente, gratuita y a nivel nacional.
Este servicio puede comprender la asesoría en la planificación y
organización de los procesos electorales, la capacitación en
procedimientos electorales, así como la asesoría para el diseño de los
materiales electorales y/o de capacitación a los actores electorales.
Supervisión de financiamiento en las organizaciones políticas
La Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios tiene como función
efectuar la verificación y control externos de la actividad económica
financiera de las organizaciones políticas.
Asimismo, está a cargo de la determinación del tiempo disponible para
cada partido político en la franja electoral y la asignación correspondiente
de los espacios en radio y televisión en periodo no electoral.
Adicionalmente, le compete dictar la normatividad y reglamentos para
lograr el cumplimiento de las acciones de verificación y control.
Funciones
De acuerdo con la Resolución Jefatural N° 527-2009-JEF-RENIEC 8 del 18
de agosto de 2009, que aprueba el Reglamento de Organización y
Funciones del RENIEC, las funciones de este organismo son las
siguientes: