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LOS PARTIDOS POLITICOS.

¿Qué son los partidos políticos?


Los partidos políticos son entidades creadas para incentivar la
participación democrática de la ciudadanía de un país y servir como
representante y organizador de quienes comparten sus objetivos, intereses y
valores políticos, así como su visión de la sociedad.

Su objetivo fundamental es proponer candidatos para los cargos públicos


de elección popular, a quienes les ofrecen apoyo electoral.

Los partidos políticos han jugado un rol fundamental en el destino de


las Repúblicas desde la caída del absolutismo. Intervinieron en la
instalación de la democracia y la lucha por las reivindicaciones sociales en
las etapas iniciales del capitalismo. Sin embargo, no siempre se han entendido
de la misma manera.

En líneas generales, de un partido político se espera, para serlo, que posea


un programa de gobierno de la sociedad en su conjunto, que compita en
los mecanismos democráticos para ejercer el poder y que canalice los
intereses de un sector político determinado.

¿Cómo se originaron los partidos políticos?


El primer partido político moderno surgió en el siglo XIX, en el seno del
Parlamento de Gran Bretaña.

La monarquía no era el poder absoluto que había sido en siglos anteriores, y


en este momento se fundan los partidos liberal (Whigs) y conservador
(Tories).
Desde entonces, las sociedades del resto de Europa imitaron el ejemplo y se
dividieron políticamente.

Los conservadores eran los partidos que buscaban preservar los privilegios de


los sectores tradicionales de poder.

Por otro lado los liberales representaban a la burguesía pujante, plebeya,


que aspiraba a mayor representación política y mayor poder de decisión.

Esta lucha se exportó luego a América, tras sus guerras independentistas.

Historia de los partidos políticos


Los antecedentes más tempranos de los partidos políticos provienen de las
distintas facciones organizadas que pugnaban entre sí por controlar el
poder y dirigir las sociedades.

Entre estos antecedentes se encuentran los optimates y populares del


Senado Romano, los güelfos y gibelinos durante la Edad Media europea, o
los jacobinos y girondinos durante la Revolución Francesa.

Pero la formación de partidos políticos propiamente dichos no fue posible


hasta la abolición del llamado Antiguo Régimen, que confería a la
aristocracia y la monarquía todos los poderes políticos.

El surgimiento de la burguesía como nueva clase social dominante condujo, de


hecho, a la instauración de la República y a la democratización del ejercicio
del poder, lo cual permitió la aparición de los primeros partidos políticos.

Sin embargo, una vez extinguido el Antiguo Régimen, una nueva lucha se dio
en el seno de las sociedades occidentales: la pugna entre la burguesía
dominante y el proletariado, fruto de las transformaciones sociales y
culturales de la Revolución Industrial.
Así, los partidos políticos obreristas, anarquistas y sindicalistas permitieron a
los trabajadores organizarse políticamente para aspirar a una cuota de la
conducción de sus sociedades.

Clasificación de los partidos políticos


Los Demócratas y Republicanos son un ejemplo de bipartidismo.

Solía distinguirse entre dos tendencias en los partidos políticos:

 Partidos de creación interna. Llamados “Partidos de cuadros”, nacen


dentro del Parlamento como facciones que compiten por el poder.

 Partidos de creación externa. Llamados “Partidos de masas”, son fruto


de la canalización de las luchas sociales hacia el ejercicio de la política
organizada.

Sin embargo, el devenir político del siglo XIX y XX hizo obsoletas estas
categorías, permitiendo que surgieran dos nuevas en su reemplazo:

 Partidos multicomprensivos. También llamados “Catch-all” (del inglés


“atrapa-todo”), se dirigen a grupos sociales más amplios, es decir, son
partidos inter-clasistas, cuyo mayor sector de proveniencia es la clase
media, un segmento social de límites más bien difusos.

 Partidos “cartel”. Considerados partidos promotores de una “competencia


imperfecta”, son aquellos que subsisten gracias a una clase política más o
menos homogénea, que administra o intenta administrar los recursos
del Estado a su conveniencia. Estos tienden al bipartidismo y a la
reducción de la cantidad de partidos participantes.


¿Cómo funcionan los partidos políticos?
El funcionamiento interno de los partidos políticos depende en gran medida
de las regulaciones legales y jurídicas que disponga la constitución de un
país, en la que generalmente hay segmentos dedicados explícitamente a ello.

Al margen de esas especificaciones, se espera que organicen una forma de


democracia interna, suerte de reflejo de la que aspiran a ver plasmada en la
sociedad. Eso les permite elegir su cúpula dirigente así como sus candidatos a
cargos públicos.

Un partido debe operar de manera democrática y respetuosa respecto al


deseo de sus bases (votantes), pues de otro modo se arriesga a
decepcionarlas y, eventualmente, perderlas.

Del mismo modo, se aspira a determinados estándares de transparencia en


asuntos de financiación y de manejo de sus fondos. Estos generalmente
provienen de donaciones, colectas voluntarias entre sus afiliados o eventos de
recaudación, todo dentro del marco de lo lícito.

Incluso se espera que posean cargos disciplinarios, organismos de


vigilancia interna y que respeten las reglas de juego democráticas y
republicanas.
¿Cuáles son sus funciones?

Los partidos políticos funcionan como aliados políticos de causas populares.

Los partidos políticos no solamente sirven para impulsar un candidato


determinado a un cargo de elección popular, mediante campañas
electorales y movilizaciones civiles.

También permiten la formación de élites políticas, la canalización de


peticiones populares hacia el poder, y juegan un rol clave en la orientación de
la opinión pública.

En muchos casos funcionan como aliados políticos de las causas


populares, como protestas, huelgas o manifestaciones.
Organización interna
Los partidos políticos suelen tener una estructura que comprende:

 Dirigencia. El centro de la organización, que toma las


decisiones principales. Suele estar encabezado por un presidente, director
o jefe político de elección interna.

 Candidatos. Los postulantes a cargos de elección pública, según hayan


sido escogidos por la estructura del partido.

 Cuerpo administrativo. Los burócratas encargados de la gestión interna


del partido.

 Técnicos e intelectuales. Sirven de asesores al partido o lo representan


espiritualmente en otras lides, como las humanísticas.

 Militantes. Todos aquellos afiliados al partido que participan además de


manera activa en sus eventos políticos.

 Afiliados. Todos aquellos que concuerdan con el partido, están inscritos


en él, pero sólo participan de él mediante su voto.

 Simpatizantes. Aquellos votantes que sin estar afiliados ni inscritos,


sienten afinidad por el partido y a menudo votan por sus candidatos.
¿Por qué son importantes los partidos
políticos?

Las democracias más robustas se obligaron a respetar las reglas de juego.

Los partidos políticos demostraron durante el siglo XX su importancia como


mecanismo de organización política de las masas. En especial, se
articularon en defensa y fortalecimiento de la democracia.

Los grandes regímenes autoritarios del siglo XX, responsables de las


grandes masacres de la historia fueron siempre unipartidistas.

Por el contrario, las democracias más robustas fueron aquellas cuyos partidos
políticos se obligaron a la alternancia en el poder, a respetar las reglas de
juego y a formar parte de un sistema respetuoso del deseo de las mayorías.
Los países unipartidistas como Corea del Norte tienden a un modelo dictatorial.

La importancia de los partidos políticos


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Se podrá decir u opinar lo que se nos ocurra de los partidos políticos


–incluso quien escribe, a pesar de ser un militante de uno ellos, ha
sido un crítico coherente e irreverente de algunas prácticas e
inobservancias de sus líderes-cúpulas y la clase política-. Pero hay
que estar claro, aquí como en la China, que los partidos políticos son
pilares fundamentales en cualquier régimen democrático donde prime
un mínimo de Estado de derecho, de libertades públicas, de libre
juego de las ideas y del derecho universal –de cada ciudadano o
grupo de ellos- a organizarse y expresarse libremente. Otra cosa es
asumir postura crítica –y de autocrítica, por cierto, de muy escasa
tradición en nuestra clase política- con apego a preservarlos y
exigirles mayores estándares de institucionalidad democrática y una
mejor conexión con las aspiraciones y las expectativas que la
ciudadanía espera de la clase política, la propia actividad política y,
sobre todo, del ejercicio del poder.

Cierto que el descrédito de la clase política es universal, pues los


fenómenos Donald Trump, y en cierta forma, Emmanuel Macron, no
dejan de ser dos ejemplos palpable de cómo la clase política o, los
políticos-lideres profesionales o de oficio han ido perdiendo crédito y
valoración ciudadana frente a nuevos actores políticos no
tradicionales que han llegado al poder, más que por méritos y
cualidades, por ese desfase-crisis universal de los paradigmas
políticos-ideológicos, las insatisfacciones ciudadanas frente a políticos
despojados de ética y de cumplimiento programático, o peor aún, de
vulgares farsantes de la política que han estafado y abusado de la
confianza ciudadana.

No obstante, el fenómeno –de los outsiders-, en nuestra opinión, no


será, a largo plazo, la respuesta acertada, pues, me temo que los
riesgos –de depositar el poder en manos de improvisados- serán
mayores y de impredecibles consecuencias…, pues no olvidemos que
el ejercicio de la política y del poder –a pesar de todo su descrédito-
tiene un manejo o protocolo histórico-universal prácticamente
inviolable que hace posible la gobernanza entre las naciones vía la
diplomacia, los intercambios comerciales, políticos, culturales y la
convivencia pacífica. Por ello, es de vital importancia que todos los
actores políticos, sociales y públicos, en cualquier sociedad, estén al
unísono en la orientación de servir y de ser partes activas e integrales
de las soluciones –de toda índole- en una determinada sociedad.

¿Y cuáles son los actores más aptos e idóneos para acometer esas
tareas? Sencillo: son los partidos políticos y sus líderes –imbuidos de
ética pública inquebrantable-, líderes sociales, empresariales,
religiosos, servidores públicos y, sobre todo, ciudadanos activos e
interesados en la vigilancia y monitoreo de la gestión pública, pues
sin ciudadanos críticos y pro activos no hay país que encare, con
éxito y sentido de compromiso, ningún desarrollo integral. De modo,
que la tarea de planificar y gobernar no es solo tarea de políticos,
servidores públicos, sector privado, sino también, de una ciudadanía
responsable y vigilante de la buena gestión pública.

Sin embargo, debemos abogar por organizaciones políticas saludables


y de fuerte arraigo en su institucionalidad democrática. Y para ello,
debemos, todos, presionar y aspirar para que los partidos políticos
sean –por leyes- las escuelas donde se forjen los ciudadanos aptos
para el ejercicio de la actividad política –entendida como una ciencia:
la de la planificación y la administración de los recursos públicos,
impactar, favorablemente, las vidas de los ciudadanos y la confianza
pública-. Entonces, bajo ninguna circunstancia, podemos abogar ni
fomentar –desde cualquier otro ámbito ni muchos menos por inquina
particular- porque los partidos políticos asuman procesos
supuestamente sui géneris o “modernizantes”, pero para los cuales
no están preparados.

Debemos exigir, eso sí, que sus líderes y cúpulas contribuyan y


fomenten, al interior de sus organizaciones y en el ejercicio de los
poderes públicos: más institucionalidad democrática, más
trasparencia pública, más ética pública, entre otros valores; y ello
implica, construir, quizás por primera vez, registros -de militantes y
miembros- confiables y verificables y, por vía de consecuencia,
procesos eleccionarios internos –monitoreados por la JCE- para
garantizar democracia interna y la sobrevivencia de los liderazgos en
ciernes.

En fin, que una democracia no se construye -sobre base sólida- si


cada vez que una que otra institución, en este caso, los partidos
políticos y sus líderes, entran en crisis o atomización, y queremos
resolverles sus problemas sin exigirles, siquiera, un mínimo de
esfuerzo y de autocrítica propia. Y para los partidos políticos y sus
líderes, entiendo que, ese mínimo esfuerzo –de voluntad política y de
gerencia efectiva- es que ellos mismos, al precio que sea, construyan
sus registros –padrones- de militantes y miembros.

¡Porque tiempo hay! Y de sobra… (Digo, si no hay miedo a enfrentar


el auto-engaño de creernos y vender un imaginario de partido político
-llámese PLD, PRM, PRD o PRSC- que no existe o que no hay forma
de verificar, y que además, en la práctica y después de cada
campaña electoral, repelamos como el diablo a la cruz).

Señores, un partido político, por poner un ejemplo, de trescientos mil


miembros o militantes –localizable y verificable-, es un partidazo,
pues todos sabemos que, en ellos (en esos “aparatos” como les
llamaba Narcisazo), solo una minoría trabaja, se esfuerza y asume
compromiso partidario -más allá de cada zafra electoral-. ¡Dejémonos
de autoengaño y cuentos chinos…!

ESTADOS UNIDOS, UN PAÍS CON DOS PARTIDOS


El asno demócrata y el elefante republicano suelen aparecer dibujados con los
colores, barras y estrellas de la bandera americana.
 

Desde 1852, todos los presidentes de Estados Unidos han sido candidatos


del Partido Demócrata o del Partido Republicano. Eso significa que, desde
hace más de 160 años, el gobierno del país ha estado en manos de dos partidos.

Existen otros partidos en Estados Unidos, como el Partido Verde, el Partido


Libertario, el Partido Socialista e incluso existe un Partido Comunista (con
una ideología opuesta al sistema capitalista que predomina en el país).

Sin embargo, Demócratas y Republicanos han sabido adaptarse a los cambios


históricos hasta dominar el sistema político bipartidista: eso significa que han
ido alternándose en el poder durante décadas, sin que otros partidos políticos
puedan hacerles sombra.

Una historia de burros y elefantes


El Partido Demócrata (DP) se fundó en 1828 y fue uno de los primeros partidos de
Estados Unidos. El símbolo del partido es un asno porque el primer candidato que
presentaron a las elecciones, Andrew Jackson, tenía fama de terco y sus
oponentes le apodaron Andrew Jack-ass (burro).
En vez de enfadarse, Jackson aprovechó el mote diciendo que el burro era
un animal humilde y muy trabajador. Al final ganó las elecciones de 1828 y se
convirtió en el 7º presidente de Estados Unidos.
En 1854 se creó el Partido Republicano (GOP). Sus fundadores procedían de
partidos con ideologías muy diversas, pero tenían un objetivo común: la abolición
de la esclavitud. El primer presidente republicano fue Abraham Lincoln, que
ganó las elecciones en 1860.
La imagen de los Republicanos es un elefante. El origen de este símbolo está en
una caricatura de 1874, que representa la derrota del GOP en las elecciones
presidenciales. Los Republicanos dieron la vuelta a la historieta, asegurando que el
elefante es un animal fuerte e inteligente.

Las claves para mantenerse en el poder

La Constitución de 1787 facilita el sistema bipartidista: los partidos grandes


obtienen representantes más fácilmente, mientras que los partidos pequeños
necesitan muchos más votos para conseguir representación en el congreso.
Además, la prensa suele informar únicamente sobre los dos partidos
principales, de modo que el resto de partidos no aparecen en los grandes medios
de comunicación. Encontrar información sobre los candidatos y propuestas de los
partidos minoritarios es complicado.
Además, Estados Unidos es un país tan grande y tan diverso (50 estados y más
de 320 millones de personas), que la ideología de demócratas y republicanos puede
cambiar mucho de un estado a otro.
Los representantes de un mismo partido pueden defender distintos intereses: por
ejemplo, los demócratas del sur son más conservadores que los demócratas del
norte. Eso deja poco espacio a otras alternativas políticas.

Entrar en política cuesta dinero

Preparar la campaña electoral, hacer mítines delante de miles de personas, viajar


por todo el país con un equipo de comunicación… ¡es muy caro! Los partidos
tienen un presupuesto asignado por el Congreso, pero también pueden recibir
donaciones.
Las donaciones a partidos están controladas por la Comisión Electoral de
Estados Unidos: hay un límite en la cantidad de dinero que las personas y empresas
pueden dar a los partidos. De esta forma se intentan evitar los favores políticos:
que grandes compañías o empresarios consigan favores del gobierno a cambio de
dinero.
Por ejemplo, a una empresa petrolera no le interesa que se impulse la energía solar
o eólica. Para influir en la política energética del país, donará mucho dinero a un
partido para que su candidato gane. Así tendrán un presidente a su favor y podrán
presionarle para que no invierta en energías renovables. Los candidatos del Partido
Demócrata y el Partido Republicano han ocupado la presidencia de Estados Unidos
desde hace más de un siglo

PORQUE EN ESTADOS UNIDOS EXISTEN DOS


PARTIDOS POLITICOS.

El escenario de las elecciones presidenciales en Estados Unidos parece limitarse a dos


opciones: votar por el Partido Demócrata o el Republicano, sin embargo, existen los
“terceros partidos”, organizaciones que han participado en la vida política
estadunidense sin obtener grandes resultados. A pesar de que demócratas y
republicanos han ganado, de manera alternada, las elecciones presidenciales desde
1852, los terceros partidos han existido sin una posibilidad real de competir contra las
dos instituciones políticas más importantes del país. Partidos como el Libertario, el
Verde o el de la Constitución son algunos casos de agrupaciones menores que no han
logrado contender del todo en Estados Unidos, pues el sistema mayoritario emplea un
mecanismo que dificulta la competencia o aparición de nuevas asociaciones, de
acuerdo con una investigación de Yolanda Casado Ramírez, catedrática de la
Universidad Complutense de Madrid. PUBLICIDAD Te recomendamos: Registran en
EU más de 22 millones de votos anticipados a dos semanas de la elección Casado
Ramírez indica que el mecanismo de elección indirecta para la presidencia de Estados
Unidos, a través del Colegio Electoral, opera con la regla mayoritaria que limita el
alcance de candidatos de terceras opciones o independientes, pues llegan a contar con
un apoyo electoral significativo, pero solo en región determinada del país. En este
sentido, cuando el electorado escoge una opción que tiene un fuerte apoyo local puede
parecer como “malgastar el voto”, pues su decisión no tendría injerencia en un
proceso nacional que se disputa entre las dos opciones más grandes. Además, existen
barreras institucionales, legales y administrativas que no permiten la formación de
terceras opciones políticas, ya sean agrupaciones o candidaturas independientes. Cada
estado establece los requisitos para participar en las elecciones y éstos pueden resultar
complicados de cumplir, como los casos donde se debe obtener una cantidad elevada
de firmas, con plazos insuficientes para recabarlas, señala la profesora. Te
recomendamos: ¿Qué son los estados péndulo y por qué son clave en las elecciones de
EU? Otra causa que no permite el desarrollo de otras opciones políticas es el limitado
acceso en espacios mediáticos, pues éste se centra en demócratas y republicanos.
Además, de acuerdo con la investigadora, los votantes prestan más atención a los
candidatos que a las afiliaciones partidistas, lo que disminuye las opciones de
presentar nuevas agrupaciones. Así, el bipartidismo se encuentra favorecido por el
sistema electoral, factores administrativos y la tendencia a centralizar la atención en
candidatos antes que partidos.  Con el método electoral donde “el ganador se lleva
todo”, se suman nuevos intereses políticos y la competencia por la elección de
representantes queda entre dos grupos, pues una tercera opción, de momento, no tiene
un gran impacto en el proceso.

Los partidos políticos en el Perú

Un vistazo a los partidos políticos en el Perú permite advertir en seguida, como sus
caracteres más nítidos, la anemia ideológica, la endeblez organizativa o la
temporalidad, y, como sustrato de ellas, el caudillismo que los origina e impulsa.

Casi todos los partidos políticos del Perú se han creado como una proyección de la
voluntad e intereses de una persona con cierta riqueza, perteneciente a alguna familia
de abolengo, incluso venida a menos, y criada en un hogar en el que un tema de
conversación habitual era la política y sus actores, con los cuales su familia estaba
vinculada por el parentesco, los negocios o la amistad.

Durante casi todo el siglo XIX, gobernaron el Perú los caudillos militares. Todos ellos
consideraron que el ejercicio del poder político les pertenecía como un atributo natural
de su condición de militares, su disposición de las armas y su poder de mandar a los
oficiales de rango inferior y a las tropas. Entre ellos se disputaban la Presidencia de la
República que ganaba el más hábil o fuerte. No obstante, por más ambiciosos y
audaces que fueran, necesitaban el acuerdo expreso o tácito de las familias
propietarias de las grandes haciendas, cuyos intereses se comprometían a defender
desde el Estado. Los pocos civiles que ejercieron la Presidencia de la República
rellenaron los vacíos creados por las disputas de los caudillos militares.

Manuel Pardo y Lavalle, propietario de una gran hacienda en la Costa y con estudios
superiores en Chile y Francia, quebrantó este esquema al crear en 1871 el Partido
Civil, un conglomerado de latifundistas y burgueses embrionarios para darle cierta
estabilidad a la economía. Su Partido ganó las elecciones y él gobernó el país de 1872
a 1876. Lo asesinó un sargento del Ejército en noviembre de 1878, cuando ejercía la
Presidencia del Senado.

Hasta 1919, la conducción del Poder Ejecutivo la ejercieron los representantes del
Partido Civil, con los interregnos de los caudillos elegidos: Andes Avelino Cáceres y
Remigio Morales Bermúdez, militares; y Nicolás de Piérola y Guillermo Billinghurst,
civiles.

Augusto B. Leguía, un caudillo civil formado en Europa, dividió a este Partido y gobernó
con una facción de él desde 1919 hasta 1930. Lo derribó el comandante Luis M.
Sánchez Cerro, al que asesinó un militante aprista en abril de 1933. Continuó en la
Presidencia de la República el general Oscar R. Benavides, por decisión del Congreso
Constituyente, y lo sucedió por elecciones en 1939 el representante de la oligarquía
financiera Manuel Prado, hijo de Mariano Ignacio Prado, el Presidente que se llevó los
ahorros nacionales en plena guerra con Chile. A Manuel Prado lo continuó, el civil José
Luis Bustamante y Rivero, prostulado por una coalición de partidos, hasta que fue
depuesto por el general Manuel A. Odría en octubre de 1948. Odría se quedó en la
Presidencia de la República hasta 1956, año en que lo sucedió por elecciones, Manuel
Prado, a quien un golpe militar excluyó de su mandato en 1962, faltando unos días
para terminarlo. La Junta Militar instaurada facilitó la llegada de Fernando Belaunde
Terry a la Presidencia en las elecciones de 1963 hasta que el 3 de octubre de 1968 lo
derrocó el movimiento militar acaudillado por el general Juan Velasco Alvarado.

Se sabe lo que vino después

La evolución indicada hasta el golpe de Estado de Velasco Alvarado tuvo como


denominador común el decisivo poder deliberante de las familias oligárquicas en la
designación de las personas que debían asumir los Poderes Legislativo, Ejecutivo y
Judicial, para lo cual disponían de una red de influencias, contactos y medios de
prensa, de la aquiescencia servil de la mayor parte de familias de la clase media y de
ciertos partidos políticos, y de la contemplación pasmada de las clases trabajadoras,
todos los cuales hacían el papel de caja de resonancia de las cuerdas pulsadas por las
familias oligárquicas.

La naturaleza caudillista de los partidos políticos del Perú determina que ellos carezcan
de una sólida ideología y de programas de gobierno coherentes con las necesidades
del país, que gobiernen en función de los intereses de la oligarquía y de las empresas
extranjeras y que se extingan poco después de la muerte de sus conductores
fundadores. Los partidos políticos existen mientras sus caudillos gozan de fuerza vital
para apetecer la Presidencia de la República y concitan el apoyo de familias con poder
económico que ven en esas opciones alguna ventaja para invertir en ellas con la
expectativa de recuperar su capital y percibir las ganancias directas e indirectas que
estiman normales cuando sus patrocinados asumen o comparten los Poderes del
Estado. A las familias oligárquicas peruanas, que podrían ser denominadas en conjunto
la derecha económica, no les interesa pagar partidos políticos estables, como en otros
países, si pueden alquilarlos sin comprometerse o, si les conviene más, convencer a
algunos jefes militares ambiciosos.

Tal ha sido el sino de los partidos creados por Manuel Pardo (Partido Civil), Andrés
Avelino Cáceres (Partido Constitucional), Nicolás de Piérola (Partido Demócrata),
Augusto B. Leguía (Partido Democrático Reformista), Luis M. Sánchez Cerro (Unión
Revolucionaria), Manuel Prado (Movimiento Democrático Peruano), y Manuel A. Odría
(Unión Nacional Odriista). Va tras ellos el partido fundado por Fernando Belaúnde
(Acción Popular).

Varias formaciones que postularon a sus candidatos a los Poderes Ejecutivo y


Legislativo a partir de 1990 sólo tienen de partidos la denominación de acuerdo con la
Ley de Partidos Políticos que permite su creación sólo con cierta cantidad de firmas, sin
que importe que figuren en los padrones de otros partidos o se haya pagado por ellas.
Para la derecha económica significan más opciones de inversión y locación.

El Partido Aprista sobrevive a su caudillo Haya de la Torre por su organización celular,


copiada de los partidos comunistas, incluido el llamado centralismo democrático, por
haber encontrado un caudillo de repuesto y por el convencimiento de sus militantes
más experimentados de que el acceso a los Poderes del Estado, las empresas y otras
entidades públicas, las universidades, los colegios profesionales, las cooperativas, los
clubes, las organizaciones sindicales, etc. les abre también sus codiciadas arcas y les
posibilita otros ingresos non sanctos. La motivación que el beneficio económico
personal suscita (“La plata viene sola”) obra como una colosal fuerza psicológica capaz
incluso de sepultar a la ley y a la moral, y de atraer a ciertos aliados.

El Partido Popular Cristiano, creado por una disidencia en el Partido Demócrata


Cristiano como una congregación asambleísta, trata de representar a una parte de la
burguesía y a la clase media, imitando a los partidos de este mismo signo europeos y
alzando como estandarte la religión católica, situación que para muchos es una
irradiación manipuladora de la Iglesia Católica y la sombra de la fatídica Inquisición.

En los partidos de izquierda también opera el caudillismo en diversa medida, aunque


con menor ambición y calidad intelectual, con el efecto consiguiente de una atracción
ínfima de las clases y otros grupos sociales a los cuales pretenden representar.
Los caracteres indicados de los partidos políticos en el Perú constituyen una herencia
de la dominación española en tres siglos.

Mientras duró el virreinato, los españoles nacidos en el Perú se consideraban súbditos


de la Corona, tanto o más leales que los nacidos en España, y acataban la autoridad
de los virreyes convencidos de su legitimidad indiscutible. Por lo tanto, les era extraña
la necesidad de conformar una fuerza social propia que los representara. La idea de la
democracia no existía para ellos. El camino hacia los favores de los virreyes y la
audiencia era congraciarse con ellos, colmándolos de obsequios, invitaciones, coimas y
una ostensible obsecuencia.

Cuando advino la independencia, estos españoles peruanos, que no la habían


promovido, advirtieron que serían ellos los detentadores del poder político. No podían
serlo los mestizos, indios y esclavos negros, sometidos a su férula y anulados como
fuerzas pensantes. Fue del todo normal, por consiguiente, que gobernaran como lo
habían hecho los virreyes, y que el control del gobierno se discutiese en el seno de sus
familias.

La creación de partidos políticos fue originariamente una necesidad de la burguesía


europea para abatir al feudalismo. Así sucedió en Inglaterra (recuérdese la marcha
hacia el constitucionalismo y la campaña de Cronwell en 1648) y en Francia (la
Revolución de 1789 se gestó en las logias y los clubes conspirativos, precursores de
los partidos).

Después, al instituirse la igualdad de todos ante la ley, las elecciones requirieron el


concurso de los partidos, como formas de organización de los grupos sociales para la
defensa y promoción de sus intereses. En lo sucesivo, las clases sociales organizaron
y financiaron a sus partidos, y los militantes de éstos consideraron normal e
indispensable acatar la disciplina interna.

En el Perú, la noción y la necesidad de partidos políticos apareció también como una


necesidad de la tardía burguesía, aunque con las limitaciones impuestas por el origen
oligárquico de ésta.

La debilidad general de los partidos políticos en el Perú obedece a tres causas: 1) la


herencia ideológica colonial reproducida de generación en generación en la conciencia
colectiva que predispone a la mayor parte de ésta a inclinarse ante el poder económico,
como si fuera una renovada versión de la supremacía de los virreyes y la audiencia; 2)
la tendencia en muchos militantes de los partidos, heredada del feudalismo, a rechazar
el liderazgo de otros, aunque sea legítimo, y a convertirse en caudillos larvarios; y 3) la
ausencia de la tendencia asociativa que hace la fuerza de los grupos organizados,
formada en muchos siglos de corporativismo.

En Europa las corporaciones gremiales y de comerciantes tuvieron un poder muy


grande que los reyes y nobles no pudieron doblegar. No desaparecieron ni con la Ley
Le Chapelier aprobada en 1791, como una expresión de la Revolución Francesa. Se
reencarnaron en los sindicatos y las asociaciones mutualistas. La fuerza de los partidos
políticos en Europa y otras partes con tradición corporativa es una continuación de ésta
con fines distintos. En el Perú, el poder virreinal prohibió esa clase de corporaciones.
Las que admitió fueron sólo cofradías religiosas para manifestarse en procesiones que
permitían cierto desahogo a las masas de fieles, por lo general mestizas, indias y
afroperuanas. La afectio societatis, o elemento conceptual cohesionante de las
corporaciones, hansas, sociedades mercantiles, logias, partidos políticos y otros grupos
con fines diversos, es aún en nuestro país un factor impostado. No es el caso de
Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Cuba, México, Venezuela y otros países de América
a los que afluyeron grandes grupos de inmigrantes europeos quienes trajeron consigo
sus hábitos de corporativismo y organización, fundaron los primeros sindicatos e
impulsaron la formación de partidos políticos.

En algún momento tendremos que superar esta insuficiencia y manera de ser de las
grandes mayorías sociales peruanas. Y no será por la acción de las clases propietarias
en el control del Estado, sino por la de ellas mismas, gracias a la catarsis provocada
por la ideología que las ayudará a disipar las miasmas de la herencia colonial que
continúan contaminando su espíritu.

CLASE PARA ELDIA 02-08-2021.

SISTEMA ELECTORAL
Un sistema electoral es un conjunto de reglas que determinan cómo se llevan a cabo
las elecciones y los referendos y cómo se determinan sus resultados. Los sistemas
electorales políticos están organizados por los gobiernos, mientras que las elecciones
no políticas pueden tener lugar en empresas, organizaciones sin fines de lucro y
organizaciones informales.
Los sistemas electorales consisten en conjuntos de reglas que rigen todos los aspectos
del proceso de votación: cuando se realizan las elecciones, a quién se le permite votar,
quién puede presentarse como candidato, cómo se marcan y emiten las papeletas de
votación, cómo se cuentan las papeletas de votación (método electoral), límites en el
gasto de campaña, y otros factores que pueden afectar el resultado. Los sistemas
electorales políticos están definidos por las constituciones y las leyes electorales, por lo
general son conducidas por comisiones electorales y pueden usar múltiples tipos de
elecciones para diferentes cargos.
Algunos sistemas electorales eligen a un único ganador para un puesto único, como
representante de distrito en una asamblea nacional, primer ministro, presidente o
gobernador, mientras que otros eligen múltiples ganadores, como miembros del
parlamento o juntas directivas. Hay una gran cantidad de variaciones en los sistemas
electorales, pero los sistemas más comunes son el escrutinio mayoritario uninominal, el
sistema de segunda vuelta electoral, el escrutinio proporcional plurinominal y la
votación preferencial. Algunos sistemas electorales, como los sistemas mixtos, intentan
combinar los beneficios de los sistemas no proporcionales y proporcionales.
El estudio de los métodos electorales formalmente definidos se llama teoría de la
elección social o teoría del voto, y este estudio puede tener lugar dentro del campo de
la ciencia política, la economía o las matemáticas, y específicamente dentro de los
subcampos de la teoría de juegos y el diseño de mecanismos. Las pruebas de
imposibilidad como el teorema de la imposibilidad de Arrow demuestran que cuando los
votantes tienen tres o más alternativas, no es posible diseñar un sistema de
votación que permita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia
global de la comunidad. El motivo es que es relativamente probable que se produzca
un empate entre tres o más alternativas, de forma que, por ejemplo, la alternativa A sea
preferida al la B, la B a la C y la C a la B.

SISTEMA ELECTORAL DEL PERÚ

El sistema electoral del Perú es el nombre que da la Constitución


política del Perú al conjunto de instituciones encargadas de la
organización, planificación y ejecución de los distintos procesos
electorales que se llevan a cabo en el país. Todas ellas tienen su sede
en la capital, Lima. El sistema electoral tiene por finalidad asegurar que
las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre y espontbánea de
los ciudadanos; y que los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de
la voluntad del elector expresada en las urnas por votación directa.
Historia
En los inicios de la República, la tarea de organizar y llevar adelante
las elecciones era una labor que se repartían tanto el Poder
ejecutivo como el Poder Legislativo. Recién en 1931, con la creación
del Jurado Nacional de Elecciones es que se tuvo un ente autónomo e
independiente encargado de asumir las tareas electorales. De esa
manera, este organismo asumió la labor de crear el padrón de todos los
ciudadanos peruanos, otorgarles su cédula de identidad (denominada
antiguamente Libreta Electoral), coordinar todas las necesidades
logísticas antes, durante y después de los procesos eleccionarios y,
finalmente, realizar el escrutinio y proclamar los resultados. Asimismo
tuvo facultades jurisdiccionales para resolver los asuntos contenciosos
que sobre materia electoral se presentaban.
Con la promulgación de la Constitución de 1993, el Jurado Nacional de
Elecciones fue dividido en tres organismos distintos, formando así lo que
actualmente se conoce como el Sistema Electoral.

Entidades que lo conforman


El Sistema Electoral está conformado por las siguientes entidades:

 Jurado Nacional de Elecciones - JNE. Dedicado a administrar e


impartir justicia electoral y fiscalizar la legalidad de los procesos
electorales.

 Oficina Nacional de Procesos Electorales - ONPE. Dedicada a


organizar y ejecutar los procesos electorales, dictar
disposiciones para mantener el orden y la protección de las
personas durante elecciones.

 Registro Nacional de Identificación y Estado Civil - RENIEC.


Dedicado a preparar y actualizar el padrón electoral en
coordinación con la ONPE. Este proceso se lleva a cabo cada
15 años.

QUE ES EL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES


  
Es un organismo constitucionalmente autónomo con
competencias a nivel nacional. Su máxima autoridad es el Pleno,
que está integrado por cinco miembros elegidos en diferentes
instancias: uno por la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia
de la República (quien lo preside); uno por la Junta de Fiscales
Supremos, uno por el Colegio de Abogados de Lima, uno por los
Decanos de las Facultades de Derecho de las Universidades
Públicas y uno por los Decanos de las Facultades de Derecho de
las Universidades Privadas. La conformación colegiada y la forma
de elección del Pleno garantizan la independencia e
imparcialidad en la toma de decisiones de cada uno de sus
miembros.
 
 

OFICINA NACIONAL DE PROCESOS ELECTORALES EN


EL PERU- ONPE.

La Oficina Nacional de Procesos Electorales, mejor conocida por sus


siglas ONPE, es un organismo electoral constitucional autónomo que
forma parte de la estructura del Estado Peruano. Es la autoridad máxima
en la organización y ejecución de los procesos electorales, de referéndum
y otros tipos de consulta popular a su cargo.
Su finalidad es velar por que se obtenga la fiel y libre expresión de la
voluntad popular, manifestada a través de los procesos electorales a su
cargo. Con relación a las organizaciones políticas, se encarga de la
verificación de firmas de adherentes de los partidos políticos en proceso de
inscripción; la verificación y control externos de la actividad económico-
financiera, así como brindar asistencia técnico-electoral en los procesos de
democracia interna.
Brinda asistencia técnica en la elección de autoridades de centros
poblados, de universidades, de representantes de la sociedad civil a nivel
nacional y local, en los consejos de coordinación regional y local y de
autoridades y representantes de todas las organizaciones de la sociedad y
del Estado que requieran su apoyo durante los procesos electorales.

Misión y visión
Garantizar la obtención de la genuina y libre expresión de la voluntad
popular para fortalecer la institucionalidad democrática.
Ser una institución de excelencia que cuenta con la confianza de la
población, promoviendo una cultura de valores democráticos mediante el
uso de tecnología e innovación.

Funciones:

Servicios de la ONPE
Planificar, preparar y ejecutar todas las acciones necesarias para el
desarrollo de los procesos electorales a su cargo, así como de referéndum
y otros tipos de consulta, en estricto cumplimiento de la normativa vigente.
Verificar y controlar externamente la actividad económico-financiera de las
organizaciones políticas, y administrar el financiamiento público indirecto
de los Partidos Políticos, en período electoral, y los espacios en radio y
televisión para la difusión de sus propuestas y planteamientos durante
período no electoral.
Brindar apoyo y asistencia técnica a los partidos políticos, movimientos de
alcance regional o departamental, que lo soliciten, en sus procesos de
democracia interna, y a instituciones públicas y privadas y a
organizaciones de la sociedad civil, que lo soliciten, en sus procesos
electorales conforme a las normas legales vigentes, previa evaluación y
disponibilidad de recursos.
Asistencia técnica
La asistencia técnica es la asesoría especializada en materia electoral que
ofrece la ONPE a los comités electorales o a los organizadores de los
procesos electorales de las organizaciones políticas, las instituciones
públicas y privadas, y las organizaciones de la sociedad civil que lo
soliciten, de manera permanente, gratuita y a nivel nacional.
Este servicio puede comprender la asesoría en la planificación y
organización de los procesos electorales, la capacitación en
procedimientos electorales, así como la asesoría para el diseño de los
materiales electorales y/o de capacitación a los actores electorales.
Supervisión de financiamiento en las organizaciones políticas
La Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios tiene como función
efectuar la verificación y control externos de la actividad económica
financiera de las organizaciones políticas.
Asimismo, está a cargo de la determinación del tiempo disponible para
cada partido político en la franja electoral y la asignación correspondiente
de los espacios en radio y televisión en periodo no electoral.
Adicionalmente, le compete dictar la normatividad y reglamentos para
lograr el cumplimiento de las acciones de verificación y control.

1. Verificación y Control: contiene datos


sobre información financiera presentada
por las organizaciones políticas; acciones
de verificación y control de las finanzas
partidarias; normas, procedimientos e
instructivos; y otros datos relacionados
con el financiamiento de las
organizaciones políticas.
2. Aportes Limpios: módulo de consultas
sobre aportaciones a las organizaciones
políticas.
Verificación de firmas
La verificación de firmas es un procedimiento que sirve para comprobar la
autenticidad y validez de las firmas o huellas dactilares presentadas en las
listas de adherentes por las organizaciones políticas en proceso de
inscripción.
El procedimiento de verificación de firmas de listas de adherentes se
realiza en dos etapas:

 Verificación electrónica de registros.


 Comprobación de firmas.
Se verifican electrónicamente todos los registros presentados
(comprobando la autenticidad del número de DNI, los nombres y apellidos,
comparándolos con los datos de la última actualización del padrón) para
obtener los registros hábiles, es decir aquellos que se encuentren en la
última actualización del padrón y que no estén suspendidos en el ejercicio
de su ciudadanía.
Concluida la verificación electrónica se comprueba la autenticidad de las
firmas o huellas dactilares en los registros hábiles.
La comprobación de firmas se realiza usando la técnica del cotejo,
teniendo en cuenta los conceptos teóricos y prácticos de la grafotecnia y la
dactiloscopía.
REGISTRO NACIONAL DE IDENTIFICACIÓN Y ESTADO
CIVIL
El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), es
un organismo autónomo del Estado Peruano encargado de la identificación
de los peruanos, otorgando el Documento Nacional de Identidad (DNI),
registrando hechos vitales como nacimientos, matrimonios, defunciones,
divorcios y otros que modifican el estado civil. Durante los procesos
electorales, proporciona el Padrón Electoral que se utilizará en las
elecciones.
Fue creado mediante la Ley N° 26497 2 del 12 de julio de 1995, en
concordancia con los Artículos 177.° y 183.° de la Constitución Política
del Perú. Tiene su sede en Lima, Perú y la actual jefa nacional es Carmen
Velarde Koechlin.3

Funciones
De acuerdo con la Resolución Jefatural N° 527-2009-JEF-RENIEC 8 del 18
de agosto de 2009, que aprueba el Reglamento de Organización y
Funciones del RENIEC, las funciones de este organismo son las
siguientes:

 Registrar los nacimientos, matrimonios, divorcios, defunciones y


demás actos que modifiquen el estado civil de las personas; así
como las resoluciones judiciales o administrativas que a ellos se
refieran susceptibles de inscripción y, los demás actos que señale
la ley;
 Emitir las constancias de inscripción correspondientes;
 Preparar y mantener actualizado el padrón electoral en
coordinación con la Oficina Nacional de Procesos Electorales;
 Proporcionar al Jurado Nacional de Elecciones y a la Oficina
Nacional de Procesos Electorales, la información necesaria para
el cumplimiento de sus funciones;
 Mantener el Registro de Identificación de las personas;
 Emitir el Documento Único que acredita la identidad de las
personas; así como sus duplicados; Planear, organizar, dirigir,
normar y racionalizar las inscripciones de su competencia;

 Promover la formación de personal calificado que requiera la
institución, así como de los Registradores Civiles y demás
personal que integra el Sistema Registral;
 Colaborar con el ejercicio de las funciones de las autoridades
policiales y judiciales pertinentes para la identificación de las
personas, dejando a salvo lo establecido en el inciso siguiente y
en los incisos 1, 5 y 6 del Artículo 2° de la Constitución Política del
Perú
 Velar por el irrestricto respeto del derecho a la intimidad e
identidad de la persona y los demás derechos inherentes a ella
derivados de su inscripción en el registro;
 Garantizar la privacidad de los datos relativos a las personas que
son materia de inscripción;
 Implementar, organizar, mantener y supervisar el funcionamiento
de los registros dactiloscópico de las personas;
 Brindar durante los procesos electorales, la máxima cooperación
a la Oficina Nacional de Procesos Electorales, facilitando, de ser
necesario, el uso de su infraestructura, material y recursos
humanos,
 Realizar la verificación de la autenticidad de las firmas de
adherentes para procesos señalados por la Ley, así como para el
ejercicio de los derechos políticos previstos en la Constitución y
las Leyes;
 Emitir los Certificados Raíz para las Entidades de Certificación
para el Estado Peruano que lo soliciten;
 Mantener la confidencialidad de la información relativa a los
solicitantes y titulares de certificados digitales; y
 Cumplir las demás funciones que se le encomiende por ley.

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