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ser uy sentir la tmundo intimamente tiempo exprese un determinado episodio medianamente comin dentro de un pafs en revolucién —Ia de un ciudadano sospechoso de actividades contrarrevolucionatias— 0 a actualizar (y en la oportunidad a “latinoamericanizar”) la vieja cuestiOn de las relaciones entre los intelectuales y el Poder socia- si no traspasarfa sin embargo Tos limites generalmente ad- del poder politico por parte de un gobierno revoluciona- lel cubano, al que nunca hasta hoy desde la izquierda se ido de antidemocritico o discrecional, aun cuando en su haber disposiciones similares y todavia mucho més severas de € xesortes politicos, ideolégicos y hasta emocionales se han moviliza- “S, para que el juicio sobre una medida, semejante a tantas otras imagin6 negar a un poder revolucionario, haya generado, haciendo sta anécdota particular, un enjuiciamiento al socialismo cubano en d? Y, de rechazo y con igual desproporcién: jqué significa ¢.1.tio- Ta posibilidad del Hlamado “intelectual europes” de acceder en for Sinteresada y veraz —y aun asi fraternal y solidariamente— a In realic Tevolucién y del proceso social, politico y cultural latinoamericano? Soncepciones sobre el ejercicio de la legalidad revolucionaria, la de critica, cl papel del arte y In funcién de los intelectuales, han en- sontar Sy suceso la oportunidad para desenvolverse y enjuiciarse reci- ite® Son ellas, en esencia, realmente antagénicas? gDesde qué mo- 8 mise j reolidad, y por consguiente, en un ‘con 103 “artis. +La presién del politico pera que el arte de su actividad politica, no de critica artistica». GRAMSCI tas posibles' y con las “obras de arie postbles’s. ~ ‘EDITORIAL me Un grupo heterogéneo de intelectuales latinoamericanos y europeos, “alar- mado” primero por la detencién de Padilla y luego “avergonzado y encoleri- zado” por su lamentable autocritica, dedujo que la misma solo habia podido obtenerse por Ia utilizacién’ de “métodos que son la negacién de la legalidad y' la justicia revolucionarias”. Explicita ¢ implicitamente se actualizaba en ellos —escritor Padilla mediante— la vasta gama de violaciones al legalismo socialista que fue y sigue siendo habitual en la mayoria de los paises del este europeo. Tal cclo y tal alarma tendrfan alli su explicacién, No necesariamente esa genérica identificacién de procesos histéricos (“recuerda los momentos més s6rdidos de Ia época del stalinismo, sus juicios prefabricados y sus ace rias de brajas”) en los quo poco hay de comin: la presencia y participacién del pueblo cubano en la construecién, de una mueva sociedad; la critica y Ta autocritica ejercidas desde niveles dirigentes entre, ante y para Jas masas; un uso de la violencia revolucionaria, como respuesta ala accién y Ja, violencia Contrarrevolucionarfa, al que hasta hoy no se habia criticado ningiin exceso Sino acaso defecto, Aquella actitud apareceria, asi, fundada mas en el temor: que en la evidencia, en el recuerdo o el mecanico trasplante que en los datod del presente concreto e inédito. Y, sobre todo, en la creencia, por parte de algu- nos dé los més notorios impilsores de Ia carta de Paris, de que la deformacidn. stalinista es ley de una etapa del desarrollo en todos los paises socialistas, etapa en la que, tarde o temprano pero ineluctablemente, deberfan desembocar esos regimenes. Las manifiestas diferencias entre: © <1 camino recorrido hasta la toma del poder; ® el origen politico de los cuadros dirigentes; ® su falta de compromisos con los aspectos corrosivas de Ja trayecto- ria del movimiento comunista internacional que se tiene a la vista; © Ja critica en palabras y hechos, realizada a Jo largo de trece afios de revolucién al esclerosamiento del leninismo y a los responsables hhistérieos de esa agonia; ® cl caricter internacionalista que asumié ¢ infundié a sus actos la. Revolucién cubana, y del que América latina tuvo sus mayores ejemplos; y muchas otras, no alcanzarfan-a impedir que los gobernantes cubanos sueam- Bieran a ese determinismo sin fisuras, en una suerte de identidad fatal. De destino, mis que de multifacsties y contradictorio desarrollo (contradictorio, si, pero también y por eso mismo eteador), positiyo y negativo, con lo que de reciproco contengan uno y otro. e Cuando lo que esperibamos y ‘queriamos era una respuesta critica que in- validara aquellas afirmaciones y ests suposiciones, que contestara tales argu 4, imentos yendo a la raiz ideoldgica que los sustenta, que discuticra la incorrec iesto por lo que dice en si (y no por y a quienes Jo suscrihen| nm ‘contrazeusaciones, los calificativos, la adjetivacién, » eee ee ™, si Ia polémica en profundidad perju ‘a, en lugar de beneficiar al no, $e ha tendido a eludir el tema en leterminadas posiciones, reemplazAndose el criterio de ver- d por el de autoridad. Y esa elusién ha daiado quiz mds que cualquier error ° disputa con el cuestionamiento a ido anteriormente en el manejo del episodio, Porque de nada vale quiturle ‘un escritor dado si lo que ha dicho puede ser cierto, ya que la polé- ‘no es en definitiva con é1 sino con los testigos que een y piensan, los que son intencionada publicidad otorgada al asunto ola millones de hombres simpatizantes de la Revolucién cubana; también « cofundidos, gentes a las cuales cién “aspira a que todo el qua tenga de. hombres. hay que explicar y convencer si dudas se convierta en revolucio- si Ia revolucién “solo debe renunciar a aquellos que sean incorregible- weaccionarios, que sean. incorregibleme: Fidel en 1961. ° € reencontrar su cance, Ia polémica, creemos, puede ser todavia fértil, o esti, a través de ta consideracién personal de la “cuestién Padilla”. poeta Heberto Padilla, eligia hace tiempo, en medio de sus conflictos riores, el camino que después de los sucesos conocidos ha ratificado, Mu- antes de ellos, en 1968, formulé otra especie de autocritica, menos pu- pero tan enfitica como la actual. Cuba”, ¥ mis: “participar con vida y obra en la construcein de ung nte contrarrevolucionarios” como CUBA: 4REVOLUGION Eligié entonces “vivir, Iuchar y més digna y més justa”, porque “para tn escrito revolucionario no crefa en sus propias palabras Juntos o nos salvamos los dos”), cosas como: “un versificador atra & intelectuales”, o “y (su poema En tiempos ‘escril @ solo él domina, y ya mpoco el mejor cauce para la discusié fo cubano. Hasta. Vargas Llosa Sus errores, Ia Revolucién Cubana contra ‘criticarla” haber otra alternativa: o la Revolucién o nada”, S , si quiso serles fiel, si al tiempo las ol- § como ha traspapelado recientemente aquellas de Marti ("Verso, o nos diciendo ahora de si mismo y de pado por sus propias limitaciones ‘parece escrito por um anciano enfermo del hi- dificiles), y afirmando qué en estos dias si ibiendo “cosas lindas” con temas tales como “la primavera”, son enig- ¢ legitimo pensar que ni siquiera él. . m es ni puede ser la considera- |, a través de este tema exteriormente suscitado, del proceso re- zeaba de reconocerlo; “oom ¢s, hoy ‘mismo, una sociedad mana y més justa que cualquier otra sociedad latinoamericana y de sus enemigos es un deber mis apremiante y honroso que 2 £5 cierto, piensan que “todos sus errores” son tantos que han le- Bado a desdibujar la misma imagen de la Revolucién. Una de las tltimas Primera: Plana, No 313; 24-12-68, * La Opintén, 26-71, guias al uso para conocorlos, entre las yarias que han aparecido. wiltimamente, seria el libro de René Dumont que ha tenido no pota influencia sobre des- contentos dé aqui y alla con el proceso cubano, sectores tan mi par él feriémeno stalinista que se han tornado ficilmente permeables a cuante aitica, verificable o no, sefiale la aparicién de aniélogos sintornas en 1a isla. En ef conterto de ese stiptiesto anilisis objetivo y tecnico de las medidas econémicas y agricolas dela Revolucién, se vierte tal cantidad —y cdlidad— de apreciaciones subjetivas, mindsculas o mal intericionadas, que del anfliste prometido sblo quedan dos cosas: por un Indo algunos datos y, por otro, mit chas opiniones. Pero Ke aqui qué las fuentes de los datos son andnimas, los miisios dates son gérieralmente conjeturales las pruebas difusas*, Quedan Pues como ‘nicamente “sélidas* Jas opiniones. Son abundantisimas y todas, més menos, de este tenor: “Con Fidel tenia a veces la impresién de visi- tar la isla conducido por su propietario, quien me iba mostrando sus cam- pos y prados, sus vacas si no sus hombres” *. Jesis Betancourt, primer secretario provincial, dirige también en La Habana el puesto de mando provincial de la ‘Agricultura, “Con qué aire mid¥eial entra en 2] comedor de ese puesto: los mozos con chaquetilla se aprestitan a servirlé, Pero él sé toma mucho tra- ajo" *. “EL reemplaze de los hombres —en el trabajo— es muy lento, puer a Tos maritlos celosos (somos caballeros espafioles) no les gusta ver a sus mur jeres trabajar, Los responsables de la organizacién comunista dicen bellos dis- ‘cursos sobre la nevesidad de poner a trabajar a las mujeres, pero s¢ lo im- piden a su mujer (su propiedad)”®. Preocupaeiones técnico-revolucionariag como: “Al se habilité, una playa para’ el baiio, pero los hombres y mujeres de servicio barren y limpian en Ia maiana. Se podria abrir las puertas una hora més temprano, cuando ¢s tan estupendo bafiarsé, antes de la canicula, ¥ continuar limpimdo en presencia de los bafiistas. E] hotel Habana Libre no abre su piscina sind hasta las 9 como en ef tietipo em que se Uamaba Hilton y albergaba, sobre todo, a turistas ociosos. Habrix qué permitirle al experto eéxtrinjero, si sd jormada de trabajo va a ser dura, qué pueda tener un morfiento de reposo temprano en la maflana, cuando hay buen tiempo y no incitarlo a trabajar tarde, si le gusta bafiarse’*, o actos fallidos de este calibre: “;Cémo era de radiante Bayamo a comienzos de mayo de 1980, en medio ddl fibile do Jas fiestas tradicionales y de Ja liberacién! Ya Ania Fran- eos no utilizarfa al titulo de la Féte cubaine, si volviera a ver Ia triste Ba- yamo (y no importa cual otra ciudad) de julio de 1969, con las tiendas vaclas ¥ los transeintes de cefio fruncido. Hay nifios que a veces estin vestidos com pedazos de sacos viejos, y muchachas avergonzadas de sus harapos. jLa Ha- 4. GL, Jungs Petras. Los Libros. N° 20, josio 1971, pigs, 28/29, 4 René Dumont. Cubs ges s0cialista?. Edit. Nuevo, Venediela 1970, pix. 86. » Dumont, op, clt., p. 75/78. ‘ p. OL. ' Dumont, Dumont, erw tan alegre antes! No es que se eche de menos Ja. prostitneién, ) era negative” ® sto nd qiifta que, en los marcos del movimiento revelpeionario, pue- Abbi, bastienibes da la positividad del proceso. secialista Sanne de, especificos, formularse criticas sobre aspectos que se juzguen ntes 0 negatives. Lejos de debilitarla, esa postura leva a fortal Revolucién cubana, Y al movimiento revolucionario mismo, feces tanta @ més que antes, de una profundizacién en la lucha idealégica y contra ¢l imperialisme en América latina, ante el auge de. las. variantes, tas.y nacional. burguesas en el continente, a las que, justo es decirlo, im en buena medida recientes declaraciones de ditigentes cubanos, Pero, itsistimnos, pata nosotros no es a través del tema hoy suscitado, ni, Tos elementos. que se Han manejado hasta ahora, ni en el terreno en que se vertido Tas criticas, donde corresponda desarrollar este tipo de apreoin- Par siltimo, creemos, que tampoco el cauce. mis feoundo, para. este andlisis de la discusidn. acerca de las virtudes. 0 defectos politicos de, los intelec- que viven en Europa. ‘otnarlos en un solo bloque liberal y/o contrarrevoluctonario (aun, cuando contribuyeron apresuradamente a mimetizarse en Ja lista de firmas), es I e a su valiosa contribucién futura y endosar © de alianzas que no le perteneoe, Ex pensar que por una aotitid equive- da ban dejado de ser acreedores, de golpe y por rechazo, a las palabras de el Castro que los tenfan por destinatarios: “podriamos decir que niuchas hemos visto eémo determinadas causas que m4s afectan al mundp de emo determinadas agresiones, cbmo determinados orfmenes, han en- ® més apoyo, mas protesta y mds combatividad en grapos de trabalado- ales que en organizaciones de tipo politico de, las cuales era de la ee vidad.” (Palabras de clausura en el Congreso, Cultural. ‘CUBA: {REVOLUCION EN LA i CULTURA? solidaridad y, por el otro, que hombres como Sartre, Rossana Rossanda o José Reyueltes se han asustado por el caricter socialista del proceso cubano, ¥, con mis torpeza, hablar despreciativamente de aquellos intelectuales (con culpa claro de ser también intelectual) como de hombres incapaces de solidarizarse con la revolucién hasta el final, por su condicin de “intelectuales europeos”, es colocarse o en Jas posiciones de un folklorismo refjido con eh a. om proletario o en las de um obrerismo infantil, desconociendo que “la doctrina del socialismo ha surgido de teorias filgséficas, hist6ricas. y econémicas que han sido elaboradas por representantes instrufdos de Ins clases poseedoras, por los intelectuales” como escribia Lenin, quien agregaba que ‘por su posicién social, también los fundadores del socialismo cientifico con- temporineo, Marx y Engels, pertenecian a Ja intelectualidad burguesa. Exacta- mente del mismo modo, la doctrina teérica de la socialdemocracia ha surgido en Rusia independientemente en absoluto del crecimiento espontdneo del mo- yimiento obrero, ha surgido como resultado natural e inevitable del desarrollo del pensamiento entre los intelectuales revolucionarios socialistas”.¥° . : Depurado de aquella que entendemos falso contorno, nos queda lo que consideramos es ¢l centro de Ja preocupacién de los intelectuales latincameri- anos sobre ¢] tema: ghay una nueva politica cultural en Cuba? ¥ de alli: qué estatuto admite te Reyolucién cubana para sus escritores y artistas? ¢Qué relaciones se han creado entre el gobierno revolucionario y los inteleo- tuales cubanos? jPermaneceran en el mismo estado que hasta hoy o sufrirdn trasformacién? En qué sentido?. . Durante los primeros afios de la Revolucién no hubo pricticamente nin- guna politica oficial al respecto. La adhesién precritica y entusiasta de sus intelectuales y su voluntaria participacién en un proceso de cambios radicales desplazd Ja cuestién a un plano secundario dentro del cual se suscitaron nu- merosas discusiones y reuniones a cuyo término Fidel Castro dirigié sus como- cidas Palabras a los intelectuales (1961) en las que afirm6 que la Revolucién no implantarla normas en arte, salyo Ja limitacién a Ia propaganda contra- rrevolucionaria. El desarrollo y Ja culminacién de esta etapa es relatada por Roberto Fernindez Retamar: “Sectarismo y dogmatismo han encontra- do siempre en el arte una victima particularmente propicia para ejercer sus errores. Nuestro caso no habria de ser la excepcién. Ello explica las enco- nadas polémicas mantenidas esos aiios en torno a los problemas estéticos. Sim- plificando Jos términos de esas polémieas que involucraban a artistas y a algu- nos funcionarios, sus extremos podrian ser, uno (sobre todo el de algunos foneionarios), Ia postulaoién de un arte més 0 menos pariente del realismo socialista; otro (el de la gran mayoria de los artistas), la defensa de un arte que no renunciara @ las conquistas de la yanguardia. La derrota del primer punto de vista fue sancionada cuando el Che, en El Socialismo y el hombre en Cuba, dio el puntillazo al realismo socialista, aunque no le pareciera ente- ramente satisfactorio el segundo punto de vista: para él, es menester no con- 30 hacer? Obras excogidas, Edit. bt! 5 genie Ou Problemas, Buenos Aires, 1946, Tv 1, esa posicién, sino ir ands alla. Solo que para ir mis allé hoy alsin lado, y Ta vanguardia ‘parece un buen punto de partida ” sf'oe “ un em esa etapa casi completamente derrotadas ciertas deducciones sobre las tesis leninistas de los aiios 1905, interpretaciones referidas oa las tareas de la prensa y de los escritores miembros del Partido na Ia literatura propiamente dicha. na, de acuerdo con Ja cual el Partido yela a la par que por el contenido gico del arte y Ja literatura, por el empleo de los medios de expresién (rea- s) que se estiman los mnis adecuados para la plasmacin de un arte de eleva- ontenido ideolégico y accesible a las masas, sigue manteniéndose en la Unién ea donde, en nombre del Partido, aun se considera legitimo el monopolio a tendencia en pugna con otras a las enales se cataloga como expresivas ideologia burguesa. ‘Otra (consagrada en circunstancias histéricas distintas —situacién de guerra revolucionaria— y producto también de una distinta relacion masa/ lada por Mao en el Congreso de Yenin (1942), que reafir- cin del arte y Ja literatura a la politica y deducia de ello ade Coe. se fe la direccién y control del Partido, rigid —por ue se conoce, hasta hoy, tras un paréntesis expresado por la politica de len flores"— las relaciones entre arte y sociedad en China, imbas (cada una a su modo y con las diferencias que, en cuanto a la habrfa que especificar) tavieron en su época enorme influencia sobre amarxistas preocupados por estas cuestiones, pero dieron lugar a tal aciones y fracasos, todavia evidentes, que cayeron en visible desprestigio. abstante expresan la tendencia casi permanente de muchos politicos reco- onarios por obtener que el arte y la literatura reflejen las luchas de su tiem- modo mds 0 menos preciso, mis 0 menos acritico, mds 0 menos en~ Posible que en Cuba la intencidn —pero también Ja imprecisién— de la mula -abjerta “dentro de la revolucién: todo; contra Ja revolucién ningin echo” haya apagado por un tiempo Ia presién de Ja tendencia que mencio- Fernandez Retamar sin que la misma cejara de luchar por imponerse. cuando aquella linea que establecié la libertad total en materia de formas do el mundo esti de acuerdo en que se respete Ia libertad formal, Creo que y duda acerca de este problema.”) y una limitacién un tanto abstracta ito a contenidos, se haya visto reforzada por el pensamiento del Che nearse com una critica global del dogmatismo marxista que incluyé un reparo al realismo socialista como terreno de “formas congeladas”. * n tanto, desde niveles dirigentes, se alentaba en otro orden la funcién que jugaban sus intelectuales, los que en el proceso habian ido acen- Su actitud politica no solamente contra el imperialismo y la derecha, también contra os disfraces izquierdistas utilizados por Ja feaccién para _¢ Reberto Feminder Retumar. Hacle una nueva éntelectuslided revoluctonoria en Cue Cosa de lax Américas, No 40, enero-febrero 1967. CUBA: tREVOLUCION EN LA CULTURA? 1d quebrar el frente de los partidarios de la Revoluoién cubana. (Reeuérdense las: Posiciones: de: los intelectuales cubanos frente a’ la: revista: Mando’ Nuevo, el: texto de Ia carta que dirigicron a Neruda, la exclusién de Nicanor Pare como: jurado, etc.)..Esas actitudes: fueron sefialadas y reconocidas por: Fidel\ en el menoionado discurso) de: clausara’ del Congreso’ Cultural, ; Hacia, 1968 confluyen distintos: acontecimientos, significativos. Ya conocida. ln'desersién:de Cabrera Infanitey en octubre de ese afio el Comité Director de la Unién de Esoritores: desaprieba! publicamente dos de. los libros) premiados por sus jurades; Los Siete contra Tebas de Antén Arrufat. y Fuera del, Juego’ de Hebetto Padilla, y resuelye publicarlos eon. unprologo en:el que los condena: Las-criticas son: refrondaday par Ja revista’ Verde Olico en.un. artioulo firmada por Leopoldo: Avila que, expiesa, sin aludir directamente, a problemas esté~ ticos o de actividad artistica, aquella presién de la que hablaba Gramsci, la ques, dados: los limites bastante dtfusts) cuando se ejerce desde una, tribuna: revolu- cionaria, @ eseritores que acompafian a la. revolucién y sobre obras que sa publican oficialmente, ingresa. de Teno cn: la. cuestién, estética, y mis. pareos expresar una lucha entre tendencias dirigistas y resistentes que uma. cocxistencia, dialéctica entre la vanguardia, politica y la vanguardia estética. Ello se désprenda del tono’ agresivo de la: nota de Verde Olivo (“medias supuestamente intelectuales”, “a los que: siempre creen que se les estin: dictam- do lineas de trabajo”) y de-sus parrafos mis sobresalientes: “gPor qué caminos ha andado en muchas ocasiones Ia literatura en. este: pais? Por el de la exalta- cién desmedida o de’ la infustifiead’ furia iconoclasta, Las raices de estas ncti- tudes no han sido siquiere apreciaciones literarias ‘paras’ sino motives menos. nobles,equivoeos, absurdos: ext un pats: que hace lo que: esté: haciendo: el mes ira, Por eb camino del ablandamiente ideolégico, de la despolitizaciém absoluta se: llega a Ia tonterfa, pero, a veces, a la contrarrevolucién’. “; haw escrito un par de parrafos siquiera sobre aquella tragedia? (La del ciclém Flo+ rw). Mas tarde el pueblo resembré aquellos campos, las casas volvieron a levantarse, las cosechas surgierom de nuevo, se construyeron diques y presas: para-evitar nuevos desastres, Esa fe otra epopeya sin Homeros”. realidad. Interpretacién ‘Rama, sienda “ch punto clave donde una obra tiene su coherencia interior ¥ qno muchas veves se sittia mis allé de todo el esfuerzo de realizaciém de que es ¢apaz el artista, no queda librada a su investigacién, a su tacto directo con la materia, a Ja evolucién arménica con su ideologia en esta tarea explora- toria, sino que se le proporciona bajo las de un sistema cuya simpli- So ot i prdowy dite Siena keer fe air re oat ee y eal jugeran cada dia mds - lar foo nu deaco extcloole del ae Duster of discus de Bide! on poate dal a IR ree bo ‘pais por la publicacién América Latina, Ne 10, 11 dictom 1088, igs. 18 Marcha, Ne 1548, 18-671, pég, SE. ‘Flora: ~...No para Hablar de lo que octftié, ni dé! hervisnto de la del drama humano; sobre el cual pueden’ hablar los eseritores, si nos> ramos escritores, yo creo que tenemos mity pocos; y vamos a ver st ‘periodistas también, y escriben un poco. Han aparecidé algunas cosas mites, bién hechas, Pero hay qué larzarse alli. Y dentro de treinta’ afios fizhs tendremos ciertos escritores escribiéndd 16 que pas6 ahora; tiéhed qe ¢ ir alli y aprender de la gente y de la vida, périodisth’ y éscritores". “Glaro que las fronteras y los vinculos resultan asi difusos. Puede tratarse de ‘eataclismo hoy y del heroismo desplegado por el pueblo para mitizar sus después (por un deslizamiento que no seria excepcional en la historia de ‘revoluciones socialistas) puede pedirse la observacion y él reflejo del cambio estructuras o de la plasmacién de una nueva sociedad en este o aquel sector ssi pensarse, coherentemente, que los medjos para que tales textos stan efi- es deberin ser “claros” 0 “veridicos” dando un inmenso margen pata juzgar a, la intencidn dlustrativa y, on sintesis, el logro de esos propésites me- e el lenguaje especifico empleado. Tal presuncién y conclusiones como las del Primer Congreso Néclitial! dé cin y Cultura (abril 1971) que sostienen que “el arte ef un atm de fevolucién, un producto de la moral combativa de nuestro pieblo, ah ins- to contra Ja penetracién del enemigo” deben sin embargo ser objeto dé Porque este diltimo también es para nosotros un justo camino orien- ‘si se entiende como punto de arranqie para una’ concepcién revolucio= ia del arte, no como consigna. Sino supone inducir a los artistas a una sobre- acién y 4 una subéstimacién simultinea, Sobreestimacién, ya:que ni el arte tan grandiosa y mecdnica funcién ni la fuerza que tiene es ésa. si es ‘qué todavia conserva alguno de. los caracteres mfgicos que aparentaban ator- # al hombre un verdadero. poder ilimitada sobre los objetos, Y subestimacién, que su trabajo es diverso: (por ofro camino, por otro lenguaje, por otra cién) al de la frase agitativa, al de la explicacién propagandistica, al de ‘enferyorizacién por él discurso, al del odio por el conocimiento. Esa fun- ‘del trabajo del artista, que debe rastrearse en otros terrenos, menos tanté tal vez en el momento del enfrentamiento directo contra el viejo na, pero no menos “itil y digna cuando, en Ia etapa de construccién de una sociedad, ocupa su lugar como nna realidad social mis, y que también a la Tevolucion a comprenderse- . Sobre estos temas y sobre las funciones de sw trabajo en los marcos de I Revolnciéty los propios éscritores cabamds reflexionaban: antes de los comien~ is sdeedog, 6 modo evidentemente autocritico, Porque concientes de los enios qué viven y dé lox cambios prodacidos a sa alrededor se qtrestione- sti propio cambio, o, como bien se ha sefialado , porque no se trata “mica- ente de que el escritor observe o impugne lo que cambia o no en sw contor- sim impugnar lo que no cambia en si mismo cuando pretende estar inmerso mi uN proceso global de cambios. En una conversacién celebfade en Lat Habanié en mayo de 1969 dé Ix que ‘Participaron los cubanos Robéfto Fertiindée Retattter, Edmmunide’ Desnoes y cuBAY {REVOLUCION EN LA CULTURA? Ambrosio Foret, el salvadorefio Roque Dalton, el haitiano René Depestre y el uruguayo Carlos Maria Gutiérrez, explicitaban su preocupacién autoeritiea y Ta coincidencia alrededor de los siguientes puntos: a) “Hay que precisar en qué consiste concretamente el trabajo del escri- tor, su funcién dentro. de uma sociedad en trance de revoluciomarse, En ese, sentido debe inventarse a si mismo no como individuo, sino como funcién. Se trataria del alumbramiento no de obras distintas sino de funciones distintas” * 'b) “Es Ja practica social en el seno de la Revolucién 1a timica actividad que puede transformar totalmente al intelectual ‘principalmente burgués’, del que partimos, en el cuadro intelectual que la Revolucién necesita para su construc- cién socialista y que vendria a ser ¢l principal instrumento de transicién entre Ja cultura de Glite y de grupos que 108 del capitalismo y la cultura integralmente popular, totalizadora.” * c) “En la medida en que seamos mds revolucionarios, seremos mis criticos, Ahora, ¢sa critica, esa libertad revolucionaria, tiene otro sesgo, otro contenido del que tiene dentro de una sociedad burguesa. Es la critica dentro de la Re- yolucién, a partir de una eonstante y activa participacién en e) desarrollo de la sociedad. No es una libertad individual, sino social; no es la afirmacién de mi. libertad contra la sociedad, sino para Ja sociedad. Es una critica y una libertad que siempre cuenta con el otro.” ** . La seriedad de esta actitud libremente asumida, que Ileya a la aceptacién de una relacién subordinada querida y admitida, donde el acento esté puesto sobre la responsabilidad sacial del escritor, sugiere que este camino autocritica, conciente, modesto, seré altamente provechaso para el futuro de Ias relaciones entre los poderes revolucionarios y sus intelectuales, Pero deja abierto el inte- rrogante sobre si aqui se agota Ia tensién. Sobre si los conflictos y las contradic ciones a los que ninguna formacién social puede escapar encontrarin o no en i arte “una victima particularmente propicia para ejercer sus errores”. Pretender desde ya que ell paso a una nueva colectividad, con sus nuevas di- ferencias y tensiones, implique que la obra individual se diluya en una vasta una- nimidad simplificada es olvidar que cada obra de arte que producen los artistas inmersos en esa nueva colectividad ataca también Ja divisién de Ia realidad entre lo individual y lo colectivo, entre lo particular y lo general. Ya que si toda ‘hombre, y en especial el revolucionario, no quisiera ser algo mas que él mismo, no pretendiera disefiar al “hombre total", <] arte no tendria sentido propio en una nueva sociedad. Ese no contentarse ‘con ser tina parcialidad fragmentada, ese exigirse hacia una plenitud concreta e histéricamente recuperable, esa tendencia a unir su limitada particularidad con ¢l todo social para reconquis= ‘tarse en una individualidad cualitativamente superior, dan su lugar al arte y al trabajo del escritor dentro de una sociedad que se quiere més justa, mds real, NUEVOS ATRES 44 El Intelectiuat y la Sociedad. Ed. Siglo XT, México 1960; intervencitm de Roberta Femindez Retamar, pigs. 130/151, 2 Op, cit, intervenciim de Roque Dalton, pig, 20, 4 Op. cit., intervencién de Edmuido Desnoes, pig. 27.

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