You are on page 1of 26
adolfo| VANGUARDIA ARTISTICA sancher vaxquexr| Y VANGUARDIA POLITICA La vanguardia artistica responde histéricamente a la necesidad de asc- gurar la continuidad del movimiento creador e innovador que es consus- tancial con el arte. El concepto de vanguariia artistica se ha acuade en nuestra época en relacién con la Mamada revolucién del arte moderno, Pero, es evidente que all arte de todos los tiempos Je es inherente una funcién de ruptura ¢ inno- Vacién eon respecto al que, después de haber agotado sus posibilidades exea- Goras, ha entrado en una fase de decadencia. No obstante, si en toda épaca ha habido adelantados de un arte nuevo, es tm rasyo caracteristico de nuestro Hempo la radicalidad en el cumplimiento de esas funciones de ruptura ¢ innovacién por parte de las vanguardias contemporéneas, asi como la elevada conciencia teérica de ello. Durante los iiltimos decenios se ha desarrollado, en efecto, un rico y fecundo movimiento de renovacién de formas, de bic. queda de nuevos medios de expresién y de ruptura con el pasado artistico inmediato, Hablar entonces de “vanguardismo decadente” es una contradiccién en términos, 0 una eplicacién de criterios inadecuados al juzgar la yan- Guardia artistica. vanguardia artistica surge, histéricarente, en oposicién al orden estético dominante. Pero la burguesia no se contenta con responder a sus Protestas pomendo en marcha su mequinaria ideolégica, sino que dicta contra Adelle Sanchez Vazquez, doctor en lilosalla y profesor titular de la cdtedra go Estética en Ic Facultad de Filosofia: y Letras de la Universidad Nacional AulGnoma de Mésico. En la misma tiene su cargo el seminario de Esiétioa 7 Yarios cursos ce filosolia contempordnea. Ha Publicado, entte ottaa obras, y existencialisme, Las ideas estéticas on les Manuscrites Econé- nrico-filosSticos de Mare, La filosolia de Rosseau y su influencia en Mexico. Jas ideas esiéticas de Marx y Filosofia de Ia Praxis, ADOLFO VAZQUEZ 4 el artista ima yerdadera excomunién social. Se abre asi un proceso de incom- patibilidad radical entre el artista de vanguardia y el régimen social deca- dente en que eleya su protesta estética. Pero ésta adquiere nuevos matices —particularmente éticos—; sin em- bargo, pesé a su radicalismo, se detiene alli donde comienza la protesta efectiva, revolucionaria, El Suzrealismo marga el limite de la protesta de una vanguardia artistica que no sélo quiere ser tal. La vanguardia artistica nece- sita superar ese: limite y acercarse a la vanguardia politica, revolucionaria y ello no por razones politicas inmediatas. Ciertamente, en la sociedad capi- talista em la que rige Ia enajenacién, la opresion y la explotacién del hombre por el hombre, la vanguardia artistica tiene que encontrarse con la politica que dirige la lucha por Ja transformacién radical de la sociedad, Ahora bien, dejando a un Iado las excepciones que confirman Ia regla, la verdad es que ese encuentro y esa vinculacién no se han producido hasta ahora. Desde que la burguesia modificé su actitud primitiva hacia el arte de vangoardia fa’ piocurado por lodos lor medion impedir esa vinculacién, El artista dejé de ser un proscripto desde el momento en que la clase burguesa dominante se convencié de que las revoluciones artisticas no ponen en pe- ligro la estructura de la sociedad. En contraste diametral con tiempos no lejanos, el arte de vanguardia cs hoy el arte dominante en la sociedad capi- talista, Pero caeriamos en una burda simplificacién si dedujémamos de ello que, por esta razén, es una expresién decadente de la decadente burguesia. Pero Io. que no puede negarse es que ha nacido y se ha desarrollade en uma socieded burguesa en decadencia y que esto no podia dejar de tener consecuencias de cierto género para el arte, Entre ellas, la de aislamiento de. grandes sectores sociales y, sobre todo, de aquellos eobre los cuales dee cansa Ja tarea de crear en otros terrenos. Pero el yerdadero artista (firme reducto de Io humano) no puede aceptar esta reduccién de Ja actividad crea- dora y del goce de ella a un sector privilegiado; el suyo. Otros hombres han de compartir también el vivir humano del que es un aspecto indisoluble la yerdadera apropiacién del arte. Abora bien, ¢qué puede hacer el artista en esta situacién? gConvertir su obra en instrumento de Ja lucha por la transformacién revolucionaria de Ja sociedad? Pero {no se cae con ello en um utopismo o voluntarismo artis- fico? Las revoluciones artisticas no pueden cambiar la sociedad. Pero tam- poco se trata de renunciar a esas revoluciones ni de retroceder en la via de ellas para tratar de hallar Ja comunicacién perdida mediante una simplifi- cacién 0 vulgarizacién de los medios de expresién. Si asi lo hiciera, la van- guardia se negaria a si misma y se haria complice del decadentismo. Lo que ha de ser cambiado revolucionariamente para que el reducto humano, creador del arte, se extienda, es la estructura social misma. Con su obra, el artista contribuye a asegurar y enriquecer la apropia- eién estética y, en definitiva, al hombre como ser creador, Pere al crear, obturados los puentes que le levan a los demas, se reduce el drea de Ja apropiacién verdaderamente humana de su producto por los otros, y, de este modo, contribuye a estrechar el area misma de lo humano. El artista esti obligado a Tuchar por abrir esos puentes, pero no hipo- : tecando su libertad de creacién, sino incorpordidose en diversas formas a la lucha por la transformacién radical de la sociedad. De ahi la doble nece- sidad de ser revolucionario —es decir verdaderamente creador— en el arte, y de disipar Ia ilusién —alimentada por los idedlogos burgueses— de que termina ahi la revolucién para él artista, y de que su conformismo politico yy social &s incompatible —e incliso indispensable— para ser revolucionario ‘en el terreno de la creacién artistica, Deliberadamente o no, se pierde dé vista con ello que la rebeldia artistica en el marco del conformismo social se hate cémplice del orden burgués. Todo esto explica por qué la burguesia se ‘halla tan interesada en presentar como una situacion irrebasable el divorcio de Ia vanguardia artistica de la vanguérdia politica y que recurra a todos Jos a —econémicos, politicos © ideolégicos— para mantenerlo y abr darlo. Hay que reconocer asimismo que, durante largos aiios, la politica se guida en este terreno por las vanguardias marxista-leninistas —dentro y fuera del campo socialista— ha contribuido a afianzar esa escisién. Partiendo de la tesis justa de que el destino del arte se halla ligado al del hombre como ser creador y, por tanto a la ‘mete destruir la vieja sociedad y crear otra nueva, socialista, se han manejado inadecuadimente lis cale- gorias de progreso y reaccidn, de vanguardia y decadencia, y se ha consi- derado eeenanette que lo estético y lo politico podrian encontrarse en un punto medio o nivel masivo, Ante esta situacién, las vanguardias aetisticas reaccionaron. tratando de preservarse del contagio de todo virus politico con Jo cval no hacian sino hacerse cémplices de la politica més regresiva. La vanguardia politica, a su ver, cerraba los ojos ante la significacién verdadere y la magnitud de la revolucién artistica de nuestro tiempo y fomentaba un arte que, a la postre, se nuirie de formas ya decadentes. El resultado ha sido, durante afios y afios, el divorcio de la vanguardia artistica y la vanguardia politica, ya que la primera, en el marco de esta situacién, no podia aceptar el conformismo politico y social de la segunda, ni esta ultima podia resip- narse a que s¢ limitara su libertad y potencialidad creadoras 0 a que el ca- racter del arte se redujera a verter lo muevo en Jo viejo. Esta situacién ha comenzado a modificarse timida y lentamente en Ins filtimos afios, aunque todavia pesa mucho en este problema la carga negativa del pasado, De aqui la necesidad de que una y otra vanguardia abran. los ojos a las nuevas experiencins que Ie brinda la Revolucién Cubana. Abor- demos la cilestién en toda su radicalidad: ¢Es posible que las dos vanguar- dias, lejos de exchiirse, se busquen y necesiten mutuamente? Lo es a con- dicién de que se vea el arte y la revolucién como dos expresiones —indlise- lublemente ligadas— de Ja actividad creadora del hombre. Pero la Revolucién Cubana nos brinda ya una respuesta prictica a nuestra cuestién al mostrar- nos eémo el divorcio de una y otra vanguardia, propiciado por la burguesia y favorecido por una politica cultural errénea, no es inexorable, De ahi una Woble Ieccién. a) Que la revolucién no es sélo un acto creador sino que crea Jas condiciones necesarias para que el arte sea un patrimonin social y sienta las bases para acabar con la dicotamia propia de Ia sociedad bur- guesa: arte de vanguardia, arte de masas, b) Que problemas vitals para el arte (libertad de creacién, comunicacién artistica, etc.) son, eu definitive, Problemas politicos que exigen que el artista asuma un compromiso politico revolucionario, lo cual no significa que deba hacer de su creacion um adita. mento de la politica. Este compromiso se vuelve atin més imperioso para los artistas de los paises que se encuentran en los escalones mas bajo del subdesarrollo, En Ja dramuitica situacién de Ia explotacién, miseria y opresién que se vive en ellos queda poco lugar para una yerdadera apropiacién estética del arte, La mayoria de su poblacion —hundida en el analfabetismo— no s6lo. no tiene acceso a los bienes culturales mas elementales, sino que ni siquiera cuenta con los sucedaneos artisticos que, en los paises capitalistas industria- lizados, se dan masivamente, aunque ciertamente para embotar la sensibia Jidad ertistica, Esta sélo logra afirmarse en la tradicién cultural y nacional aunque ello tampoco escape a la deformacién que imprime a un pais sub- desarrollado la dominacién colonial. ADGLES: eQué sentido tiene hablar aqui de arte de vanguardia? Qué alcance SANCHEZ tienen’ sus manifestaciones cuando éstas existen? Kn muchos paises seria VAZQUEZ dificil hablar incluso desu existencia, Ahora bien, cuando existe vive preca- riamente y el artista miembro de ella es como um cuerpo extraiio en sit propio Pals cuando no un proscripto. Falto del reconocimiento del piiblico y de la critica, su situacién se vuelve insoportable y de ahi la tentacién de eseapar a los paises, capitalistas desarrollados donde el arte de vanguardia domina y- es reconocido, Pero esta escapada conduce muchas veces al escapismo y, por tanto, al mas cerrado conformismo politico y social. Sélo la lucha practica revalucio- naria de su pueblo contribuye a sacarlo de esa situacién. Cuanto mas fuerte es su aldabanazo tanto mis dificil le es mantenerse en su exilio voluntario Sin embargo cuando decide comprometerse con su pueblo, teme que su arte deje de ser fiel a su vocacién creadora y se convierta en simple instrumente de consignas politicas inmediatas. Es entonces cuando resalta Ja importancia del andlisis critico de expe riencias pasadas, de una acertada comprensién de las relaciones de lo estétion y de lo politico y de uma justa valoracién de las experiencias. positivas en este terreno, En Ja medida en que la Iucha adopte las formas mas directas y violentas, las exigencias politicas que se planteam al artista cobran un cardcter mas imperioso. Y es aqni donde surge el peligro de contribuir, unos y otros, al divorcio de la vanguardia artistica de Ja politica. Una y otra, sia embargo, deben rechazar el falso dilema de escapismo o subordinacién del arte a ‘objetivos, politicos immediatos. El antidoto del escapismo esté en Ja incorpo- racidn efectiva del artista a las luchas de su pueblo. El antidoto de la impa~ ciencia subjetiva y voluntarista de la vanguardia politica se halla en el res- peta a la liberiad de creaciéu y en la comprensién de que —parafraseando a Marx— el arma del arte no puede ‘sustituir al arte de las armas. Pero e? ta de un pais subdesarrollado ha de comprender también que el débil, pera reconocido y aislado destacamento del que farma parte, slo comenzaré 8 existir nacionalmente y a cumplir su misién artistico-social cuando. en- cuentre un Ienguaje comin con li vanguardia politica revolucionaria de su 6 pueblo. + collazos | ENCRUCIADA DEL TENGUAJE Es dificil dar coherencia total a una serie de preocupaciones que’ sur- gen de la actual narrativa latinoamericana y que, sobre todo, se basan en wna idea ya generalizada: su importancia literaria, su cada vez mayor circu- lacién en capas medias e intelectuales que antes no participaban del con- sumo editorial; la proliferacién creciente de nuevas obras y la emergencia de nuevos narradores que —desesperadamente— buscan su ‘insercién en un Mercado continental; la “actualizacién” de un lenguaje narrativo; el abor- damiento de estructuras narrativas retomadas de la novelistica europea y norteamericana; el acercamiento a una manera de concebir la literatura como @jercicio auténomo del contexto socio-cultural y politico (esto, sobre todo, més marcado en el sector del Plata), lavand la supuesta concienicia histérica y responsabilidad intelectual en la divisién esquematica del acto treador y del hecho intelectual mismo, Las ideas que pretendo desarrollar, sin el 4nimo de agoterlas en el espacio de este trabajo, tienen que ver con otra actitud, mucho mas confusa en este momento, de la narrativa latino- americana, y es aquella segiin la cual el auge de nuestra novela, su afirma- Cién ‘universal, se debe a un hecho: la “decadencia”, estancamiento o anu- lacién de la novelistica europea, entendiéndose por europea, en michas oca- siones, el caso aislado de Francia o de Espafia (en este iltimo pais el fend- Meno es bastante distinto), en lo que se viene a patentizar de nuevo que cuando el escritor latinoamericano se dirigia hacia la metrépoli europea. lo hhacia concretamente hacia Francia, sitio y escenario de las renoyaciones Mis violentas de la literatura contempordnea, Cuando se invoca este argu- Qeccr Coltases, colombicno, 26 afios. Ha publicado dos libros de cuentos: Ysreno también moja las espaldas y Son de méquing, Tiene en pronsa ERS Bowela: Los dias de la pacioncia, Aciiclmente vive on Cuba, dirige ol tte Je Investigaciones Literarias de Casa de las Américas. OSCAR COLLAZOS 18 ‘sibilidad an ellos, Asi planteado el parslelismo, pot mento de Ja decadencia y deteriora de la “mueva ola’, del “nouveau roman”, s€ quiere asociarlo como secreta motivacién del auge e importancia de mues- fra narrativa, En otras palabras: dejamos de ser en razén de la afirmacién de los otros; somos, en razém del dejar de ser de los atzos. Somos importantes por el deterioro de una cultura que ejercid su dominio sobre la nuestra, aim incipiente, y no por un hecho aislado auténomo, de afirmacién conti- nental. En el plano sociopolitico equivaldria a decir; somios un continente am revuelta porque la revuelta es imposible entre los antiguos colonizadores; somins uni cuntinente con wma revolucién socialista, porque ésta es una impo- ia resultar mecinico (lo que Beni es ubicarme en el mismo plano mecénico y facil con que se fha dbordado la ins ia de nuestra literatura), como ha sido apologeti- 2ada, sobre todo em Ios sectores editoriales 0, en ocasiones, entre los escri- ‘tores| enmarcados en el “boom". Maurio Vargas Llosa, en un reportaje que babré necesidad de leer entre Iineas para comprender Ia ambivalencia y apresuramiento de sus declara- ciones, dice —por ejemplo—! que “la literatura no puede ser valorada Por comparacién con Ja realidad. Debe ser una realidad auténoma, que existe por si misma” Este argumento, digno de discutirse, lo aplazo para el transcurso de este ensayo, jue jen él, pare adelantar mis propésitos, se esta patentizando una peligrosa actitud de mistificacién, justamente la misma que motiva a muchos escritores jéyenes a plantearse la literatura en términos absolutos de autonomia, a descubrir en ¢} hecho creador otra reali= dad, tirdnica, arbitraria, reminiscencia no tan lejana de lo que los “Vanguar- dismos”, cincuenta ates) atras, su soberbia “ultraista’ o “creacionista” registraban en discusiones que, hoy quedan més en Jos anales del folclore cultural que en los de Ja reflexi6n critica, Es el mismo Vargas Llosa quien responde més adelante, en una afirmacién contrmdictoria y refiriéndose a las posibilidades de concientizacién ofrecidas por el novelista: “Cuando son grandes novelas son grandes porque contienen demonios que pertenecen a la colectividad y no silo al moyelista””. La discusién se aplaza, pues, con més puntos de apoyo, con mas agravantes, si se quiere. La primera idea que busco hacer coherente en cl curso de este trabajo es la que se refiere a la mistificacién del hecho creador, entendido como auto- nomia verbal, como otro mundo en disputa con Ia realidad, en “campe- tencia con Dios”. Si hoy, em circunstancias especiales, y sobre todo en aquellos paises que vieron Ja penetracién de la cultura europea con acentos mas marcados, él trabajo novelistico se orienta hacia la conversion de la literatura en una “fiesta”, en una “ceremonia”, en un “rito" (ésta parece ser la idea que ator- menta a Carlos Fuentes, desde Zona sagrada a Cambio de piel) oa la apre- hensién de um instante (el Julio Cortizar de 62 modelo para armar) y a concebir, siguiendo mecdnicamente las enunciados del estructuralismo euro- peo o los remotos origenes del formalismo ruso, en los jévenes escritores esta conducta ha conducido\a otry;hecho: el distanciamiento cada vez mas 2 "La coltera en México.” Siempen, sbeil 16 de 1969, ical de la realidad, su banalizacin, el olvido de lo real circundante, el wamiento de las circunstancias objetivas que lo redean, que enmarcan obra literaria, a partir de las cuales esta obra se afirma (también se }, reconociéndose en sus fuentes, en sus origentes mis concretos. Plantear un hecho lingtistico, se olvida una mzén poderosa: la impor- fancia de la novela latinoamericana, tanto dentro como fuera del continente, esta precisamente LA ENCRUCTADA DEL LENGUAJE OSCAR COLLAZOS Mario Benedetti, en su articulo “El born entre dos libertades"’ escribia, después de dos’ afios de experiencia dentro de la Revolucién Cubana, algo que se hace necesario citar aqui: “Asi como estoy’ seguro de que, tarde o temprano, et ritmo de la historia estaré marcado por el socialismo, también empiczo a intuir que habré que inventar una nueva relacién entre éste y el indelectual. Una relacion que no podré ser, por supuesto, la propuesia por el estalinismo, pera que tampoco seré la que imaginan muchos escri- tores que sinceramente se proclaman dz izquierda, y que sin embargo con ciben la revolucién como un fenémeno agradable, mondo, virginal, confor table, incontaminada, lineal, al que no es riecesaria sacrificar nada”. En todo este marco de preocupaciones culturales tend: que ubicarse una problemitica subyacente: la de la actual literatura Jatinoamericana y sus relaciones especiales entre productor y consumidor lo mismo que las rela- ciones entre el escritor, perteneciente a la Grbita capitalista, en vias de acer- camiento a la tinica sociedad socialista de América Latina: Cuba. No seria aventurado hacer aqui una proposicién: la busqueda de la noyelistica latinoamericana, Ios pasos hacia Ia conformacién de literaturas nacionales, tiene mas perspectivas en las imperfecciones que registran ciertas obras que quieren afrontar Ja realidad con una nueva Optica, desintimizarls, darle cauce a un periodo histérico que esta en plena movilidad. Tiene més perspectivas este tipo de propuestas que aquel que busea Megara un mo- mento final, en una explosion. Popalinnica del lenguaje o del instrumento verbal que se agotaré por faltas de relacién con la realidad que Io produce. Las perspectivas de una novelistica latincamericana mas coherente y total se hacen mayores en esa correspondencia, en esa confrontacién que (inte~ lectualmente) niega Vargas Llosa, increpa Carlos Fuentes o retoriza Julio Cortizar, Una noyela como Hombres de a caballo de David Vifias, abre mas perspectivas (y carro el riesgo de plantear sélo una hipétesis) que las ofre- cidas fA por ciertas teudencias intelectualizantes, falsamente rituales, repre- sentadas en ciertos juegos mecdnicos, en puro oficio literario, tipo 62 modele Para armar 0 Cambio de piel, Toda obra de arte, parcial o totalmente, nos remite a la realidad que el autor nos propone, ¥ cuando hablo de realidad quiero decir referencia a un mundo que puede ir de lo especificamente concreto a lo absolutamente mitico, En la drbita de esta realidad propuesta debe ubicarse la actitud cri- tica. Y en esa correspondencia de esta realidad con las soluciones artisticas es en donde debe enmarcarse Ia verosimilitud, credulidad o inteligibilidad de la obro, Es a partir de un tono inicial, de una especie de “sbrete-sesamo” como el escritor introduce al lector al tipo de realidad que, a través del instrumento verbal, nos’ propone, Remitiéndonos a la obra de Julio Cortizar (al cuentista Cortézar, sin duda al aspecto mds determinante de su obra narrativa), seria interesante proponernos una valoracién critica de su obra como sugerencia, como intro- duccién a una realidad que se da, tambien, en un tono que empieza a “expo- nerse” desde el mismo momento en que la escritura se carga de signifi: éados. Ahi estin los cuentos de Bestiario (ya no) en cl puro y absoluto clima de realidad simbolicada, mitificada hecha expresién literaria. Es justamente esta confrontacién, esta posibilidad y este riesgo el que el escritor frente al lector: hacerle comunicable una experiencia indi- ual, hacer colectiva una realidad que se le aproxime, si no en su manera s literal y hasta racional, por lo menos en claves, en sugerencias, em fos signos, en nuevas dimensiones, Guendo en Todos los fuegos ef fuego Gortézar aborda un mundo de apa~ ite ficcién (pongo el caso de “la autopista del sur”) és la confrontacién "con la realidad (un aspecto de Ja violencia tipica de las sociedades de con- sumo) Io que le da trascendencia y vida al producto literario. Fl embotella- “miento en la autopista, al regreso de un week-end parisimo, produce una serie absurda de acontecimienios, de encuentros, de relaciones (que Lezama Lima Mamarie producto del “azar concurrente”) en las que se desenmascara Ta artificialidad de la sociedad del espectéculo y del bienestar: 1a violencia es aqui cjercida por el condicionamiento popular que las instituciones cream en la mentalidad embrutecide, mecénicamente volcada hacia los artificios Wublicitarios, temética que wm director (esencialmente europea) como Jean ac Godard esté levando, en wn tipo particular de eccritura cinematogra fica, a sus iiltimas consecuencias, Lo insélito no surge de Ia interyencién ‘pura: se produce, al contrario, del abordaje de una realidad que Wega, en sus exirems, a ser insélita, En uno de sus cuentos mas realistas, “Reunidn”. seria imposible no pensar hasta qué punto la realidad (el desembarco. del *“Granma”, la figura del Che), no es la determinate de una ficcién que el lector, en un proceso reversible, devuelve a sus origenes. Y lego, justa- mente, a uno de mis propdsitos: la deuda que el escritor contrae. com sw pir Dlico, el cuidado que debe a sus Iectores, la justificacién de ciertos meca- snismos receptivos inevitables. Para tomar el caso més reciente (y seguramente el fendmeno literario amas especial de la narrativa latinoamericana actual, Cien’ artos de sdledad’) quiero insistir en mi planteamiento, ¢son, acaso, la fantasmagoreria de Ma- condo, sus terremotos verbales, los actos aparentemente puros de ficcién los que determinan y determinaran la permanencia de esta obra maestra con- _ femporcinea? De ninguna manera. Si algo se le puede reprochar a la mayor parie de los criticos que se han acereado a la obra de Garcia Marquez ¢s la limitacién y e] entusiasmo irrational, puramente literario, con que han lomado y abordado esta obra. Detras de ella, mas allé del deslumbramiento ds las levitaciones de la imagineria falica, de Igs reiteraciones legendarias que pueda causarnos su lectura, hay tin hecho esencial: Ja novela descubre todo tm aparato social, desentrana toda una realidad que, incluso en sus mo- > mhentos mas inverosimiles, nos remite al contexto colombiano y latinoameri- €ano que halla por primera vez su expresiém mds cabal. Gabriel Garcia Marquez lo dice expresimente en la conversacién con Vargas Llosa, antes citada: “Yo creo que particularmente en Cien aios de spledad yo soy un escritor espantosamenie realista, porque creo que en Amé- rita Eniina todo es posible, todo es real... (...) Yo creo que tenemos que eee Pie incre del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda este fantdstice realided latinoamericana forme parte de Ruastros libros y gue la literatura latincamericana corresponda a la vida Tntinoamericana’ donde suceden tas cosas mds extraordinarias todos Tos dias LR ENCRUCIADA DEL LENGUAJE OSCAR COLLAzoS somo los que hicieron treinticuatro guerras civiles 1 Vas perdieron todas, 0 corno por ejemplo, ese dictador de El Salvador, cuya nombre no recuerdo eratlamente ahora, que inventé un péndulo para descubrir si los alimentos estibar envenenados y que ponia sobre In sopa, sobre la carte, sebie et pose cado. Si ef péndulo se inclinaba hacia Va izquienda, é) no con, ¥ Si se ineli- naba a la derecka se to comia, pero io que as formidable vs que nunca to envenenaron”, Hace sélo unos meses, en Bogota, en charlas inforrales con Angel Rama, me llamaba la atencién el interés dél critico uraguayo por la vealed poli: ica de Colombia, Rama realizaba, entonces, una cerie de pesquisas, casi policiacas, tendientes @ buscar las taices reales de una mitologia. Nuestras conversaciones sobre la literatura colombiana eran irrisorias en compara- idm con las que entablibamos alrededor de la vida politica del pais, Desde las guerras civiles del siglo pasado, pasando por la Guerra de loc Mil Dias, el predominio de treinta anos de hegemonias conservadoras, la creacién de) primer gobierno liberal, Ja violencia desencadenada con el ascenso. de Ma- Hiano Ospina Pérez al poder en 1946, el asesinato de Jorge Eliecer Gaitén, la mitologia de las costas colombianas, la imagineria religiosa popular que el catolicismo no logré controlar en su’ violenta crurada contemporinea, todo este mundo de factores estaban Profundamente tratados en Cien afos de sole- dad, Bastaba remitirnos a la historia, ejercer un acto de confrontacién con ‘a realidad colombiana, para ver de qué forma Garcia Marquez. habia asis- tido a una fiesta de mitos y de sangre, de tropelias politicas y endemoniadas tealidades que luego iban a ser vertidas en su gran novela. Seria pedante insistir en una serie interminable de casos, en la enumeracién y viviseccién de una serie de obras para demostrar nuestro planteamiento, que —por otra Latina el problema se hace mucho mas esencial, Pans cualquier sociedad en “via de desarrollo” (ya no sélo econémico sina cultural) Ia literatura debe plantearse otras derroteros. No se trata de llegar a las “alturas” de Ja cultura de la metrépoli: se trata de Jograr nuestra propia identidad, de ha- Tarnos en muestra propio pellejo, El complejo de inferioridad del colonizada se traduce en este tina de actitudes;, puesto que ells han Hegado a un estado de madurez tal, puesto que allos ham logrado que su cultura se halle en el horno de un Peta eat, arte reducido a la condicién de un espectéculo, nosotros podemos y debemos ser superiores a nucstra barbaric También somes capaces de llegar a las “alturas” que ellas han logrado. También en Hosatros es posible el refinamienta, los furegos artificiales No es esto lo que Te preocupa a Carlos Fuentes en Cambio de piel? eNo se explica, acaso, por ‘qué, ttatando de demostrar nuestra “universalidad”, los personajes de esta “novela se conyiertan en alter ego del autor (un intelectual capaz de hablar in tres cuatro idiomas diferentes, capaz de convertir el discurso literario en drica racional?) Si Fuentes fue, en un momento bastante marcado de su ra, la expresin critica de la burguesia mexicana, el terror y el indice cusador de la burguesia que crecié con la revolucion, ¢seria posible seguir jendo en él al gran escritor que desde el seno de su clase desenmascara @ una revolucién escamoteada, desnuda a uma aristocracia mimética y_gro- tesca? No parece asi. Cambio de piel deja de ser la expresidn critica incle- ‘mente de una clase para convertirse on Ia expresién apologética de un tipo de intelectual, de un tipo humano y de una conducta que no es América Latina, que no es la burguesia mexicana, que dista mucho de ser el modelo (lleguemos a esta concesién) de la aristocracia intelectual europea. En nom ‘bre de un complejo de inferioridad la actividad creadora de Fuentes se orienta, e orientarse, hacia un hecho: probarle los europeos que en América Tatina podemos ‘llegar a hacer una literatura cuya osadia cultural, cuyo tefinamiento sexual y afectivo, cuyas peripecias internacionales, no tienen jada que envidiarle a todo cuanto se ha escrito entre ellos, los antiguos colo- nizadores. En una conversacién reciente, esta ver com el poeta Roque Dalton (a pe, por otra parte, debo la intensificacién estimulante de este trabajo), Te of decir algo que comparto plenamente: “Fuentes legé a ser con La ‘muerte de Artemio Cruz el novelista latinoamericano més importante de su meracién”. Ahora (aparte del juego publicitario del “boom”) ¢Fuentes po- ser un gran escritor, si entendemes la palabra escritor sélo en el sentido “del oficio, en el puro y radical sentido del manejo de un instrumental lite- yario, de un objeto verbal? Es aqui en donde se halla la encrucijada del lenguaje. Las limitaciones ‘del lIéxico (aun en sus deshordamientos mas extremos, aun en sus peri- ‘ias mas osadas), nos remiten de nuevo a una de las consideraciones de “Roland Barthes y es aquella segim la cual “un lézico nace del cuerpo y del pasado del escritor y se convierte, poco @ poco, en automatismo de su ‘erie... Asi, bajo el nombre de estilo se forma un lenguaje autérquico que no bucea sino en la mitologia personal y secreta del autor” (obra citada antes). Desde el mismo momento en que esta “mitologia personal y secreta” del escritor Carlos Fuentes pierde sus posibilidades de transferencia, la lite: ‘Tatura pierde también sus significados. No hay posibilidad de comunicacin, “no hay nexos entre la realidad personal del autor y la experiencia colectiva 1 lector, Es ¢] momento en que el eseritor se encuentra en el mas puro, ico e impotente estado de soledad. En otros términos: es la hora del aigo mis total. Ahora bien, este breve planteamiento tiene otras razo- somos una generacién que, bien 0 mal, se siente deudora de una eper- a literaria, de un Mamado a la conciencia profesional y a las fuentes de Aun continente en plena movilidad social, en pleno estado de crisis y- descom- ‘Posicién. Por yez primera una generacién de escritores encuentra el camino “abierto en un conjunto de obras y autores que, rebasando los limites del “Gquematismo, da las bases de una literatura continental. A una o dos gene- Ht LA ENCRUCTADA DEL LENGUAJE 27 ‘OSCAR COLLAZOS raciones anteriores a la nuestra, s¢ debe la expresién inequivooa de un continents, se debe gram parte de las motivaciones extvaliterarias de la actual literatura.” A’ partir de un se entiende la multiplicidad de la expresion tan bien como la multiplicidad de Ja realidad y las posibilidades de Ia cul- tura en cuanto entidad susceptible de insercién en In obra literaria, Pero si, precisamente ahora, cuando en el plano sociolégico se descubren las abismales diferencias de una sociedad escindida en extremos, el mati- daje vergonzoso de dos realidades (por una parte la aparatosidad de la socie~ dad industrial en emergencia y por otra la contradictoria existencia de lo que Lewis lama “cultura de la pobreza”), seria acaso consecuente pedir una “‘urbanizacién” arbitraria de nuestra literatura, un grado de refina- miento cultural tal que hiciese volver la espalda a esa otra realidad, a ese otro mundo, para confinarnos en la artificialidad de un cosmopolitismo radical? Esta bien: la vieja polémica (evidentemente maniquea) entre “lite- ratura urbana” y “literatura rural" ha sido superada. Hay que celebrarlo, Esta bien; la obra de un escritor se origina en una serie de experiencias individuales que lo marcan, que le dejan un pesado y alienante estadg de phen $ que cade AnuIeAtMeta arian realidad expecifica (ciltatal 6 Scan que lo persigue, La creacién literaria, aceptemos, es una especie de exorci= zacién de nuestros demonios interiores, de las fijaciones _y hechos monstruo- sos que nos persiguen. La creacién es, en cierta medida, en desembarazo, un acto de liberacién, el ejercieio de muestra propia desalienacién. Pero lo que quisiera retomar aqui es que cada dia los mecanismos publicitarios en que se mueven los exeritores consagtados (en algunos casos modelos influyentes), tienden a crear otto modelo de consumo, a condicionar el tr bajo literario y, mientras no exista em el escritor emergente wma coneiencia plena y rigurosa de este fenémeno, la marea podra arrastrar con todo cuanto esté flotando en las orillas. EI viento arrastrard la resaca, reduciéndola a palyo. De ahi que este trabajo no tenga otra direccién como no sea Ja aper- tura de un didlogo (y no de sordos) con una generacién afectada. Los mo- delos absolutos empiezan a fallarnos, de una u otra forma, Nuestro inicial deslumbramiento se convierte en frialdad, deviene decepcién en muchos casos. En definitiva, no ¢s a un supuesto desarrollo “intelectual” a Jo que nos debemos: es a una Tazin sociocultural que, de ninguna manera, es la razdn deierminada por un fenémeno extraliterario: el “boom". Nos debemos a um momento sociocultural y politico que el refinamiento de algunos escritares latinoamericanos, volcados hacia Europa, quiere desvirtuar. Los unos han Hegado a su “nodo": actitudes intelectuales y obra literaria coinciden per= feclamente én este propésito. Los otros, contradictoriamente, podrian estar en camino de lograrlos: Ta obra de Mario Vargas Llosa, es verdad, no co- rresponde a lo que él intelectual Mario Vargas Llosa nos propone, dogma ticamente, como finalidad critica ni como actitud mecénicamente politica, Los esquemas liberales del escritor en plano perenne de subyersién segura- mente son vilidos frente a un mundo en descomposicién, Pero la palabra subversién trasladada a of Contexta, a otro tipo de sociedad, picrde su significacién. la pierde frente al socialismo. No hace falta decir que reducir al escritor al triste papel de policia de Ia nueva sociedad tiene algo de ver- 0 ¢ irrisorio. Es que, en términos generales, se puede ser disolvente, Eubversivo, peligrosamente combativo en una sociedad en descomposicién. Cuando una sociedad esti en vias de construccién (enfrentada a todas las menazas de un enemigo real, enfrentada todavia a la vieja mentalidad liberal heredada del orden anterior) el significado de las palabras se hace equivaco, los esquemas se destrozaron, la buena fe y los actos sentimentales se resienten; en una revolucién se es escritor, pero también se es reyolucio- nario. En una revolucién se es intelectual, y tiene que serse necesariamente politico, En una revolucién cada carta barajada es una carta clara. Las palabras cuando el lenguaje esta reestructurandose, con el tono de una nueva condncta y de un nuevo tipo de relaciones culturales y sociales se yuelven tigurosamente significantes. Lo cierto es que, dentro 0 fuera de la revolu- Gon, participante: 0 espectadores de ella, no podem... seguir permitiéndonos Ja vieja Tibertad de eseindir a escritor entre ese ser awrmentado y milagroso yy eNcRUCHADA Eis 2% el hombre que ingenua o perversamente dindole la razon Pe heNGUAtE novedades NOVELISTAS DE NUESTRA EPOCA Jorge Amado, DONA FLOR Y SUS DOS MARIDOS; p. 534; § 15.—; dols: 4.40. Jorge Amado, GABRIELA, CLAVO Y CANELA: p. 441; $ 15.—; dols. 3:80. Clarc Silva, PROHIBIDO PASAR: p. 139; $ 4.80; dols. 1.40. Yambo Ouologuem, DEBER DE VIOLENCIA:; p. 211; § 6.—; dols. 1.75. BIBLIOTECA DE ESTUDIOS LITERARIOS Giuseppe Bellini, LA NARRATIVA DE MIGUEL ANGEL ASTURIAS: p, 213; $ 8—; dols. 2.30, Dario Puccini, MIGUEL HERNANDEZ. VIDA ¥ POESIA: p. 223; $ 7.50; dols. 2.20. Hugo. Friedrich, TRES CLASICOS DE LA NOVELA FRANCESA; p. 189; $ 6.50; dols. 1.90. LOS FUNDAMENTOS DE LA CULTURA. Robert Graves, LOS MITOS HEBREOS; —p. 377; § 25. dols. 7.40, EN PRENSA Robert Graves, LA DIOSA BLANCA Raymond Queneau, LOS HOS DEL VIEJO LIMON Ricardo Martin, LOS OJOS ¥ LA BOCA. Enrique Laguerre, EL FUEGO ¥ SU AIRE Elvio Romero, LOS INNOMBRABLES EDITORIAL LOSADA §.A. - Alsina 1131 - T. E. 38-7267 - Bs. As. LITERATURA EN LA REVOLUCION REVOLUCION EN LA LITERATURA El ensayo de Oscar Collazos, La encrucijada del lenguaje, merece refle- xin y discusién. En torno al concepto y al problema de la realidad en la narrativa, Collazos examina la respuesta literaria que surge de la obra de algunos escritores latinoamericanos contempordneos, entre ellos el que esto escribe. Dejaré de lado diversos subtemas que esta cuestién suscita en el trabajo de Collazos, para limitarme a dos aspectos que alli dominan; 1) Una cierta concepcién de la realidad que lleva a denunciar lo que el autor Hama “mistificacion del hecho creador”, y 2) una demuncia de orden més técnico sobre la utilizacién de estructuras nerrativas procedentes de la novelistica europea y norteamericana. Quede desde ya entendido que no escribo con fnimo de polémica, puesto. que me parece excelente que un ensayista tan animoso y bien dotado como Collazos aborde cuestiones capitales para nues+ tre cultura, sino que lo hago para incitar al lector a que analice nuestros puntos de vista y Hegue a conclusiones que nos beneficiaran a todos INFERIORIDAD Y SUPERIORIDAD (COMPLEJOS DE) Quizd sea titil empezar por la segunda de las cuestiones nombradas; menos importante que la precedente, servird sobre todo para encaminarnos mejor hacia el problema central. A Collazos Je preocupa un supuesto com- plejo de inferioridad en el escritor Intinoameticano, que lo Ilevaria a querer estar desesperadamente “al dia” en materia de técnicas narratives europeas © norteamericanas; piensa mo tanto en el escritor como creador sino como intelectual teorizante (lo cual, como veremos después, es ya un malenten- dido), “tratando de probarse a si mismo capaz de ser como ellos (los euro- peos), de acercarse a ellos, de ser —de alguna manera— un tributario de sus exigencias”. Ahora bien, gde qué escritares habla Collazos? Si se trata de los bisofios, Tuego que no es a base de complejos de inferioridad (o de superioridad) ie harén una obra significative; pera como el autor se maneja a Jo larga todo su ensayo con menciones y citas de algunos de los escritores mas yeteranos de estos afios, me veo chica a decirle que su tesis me parece jnacertada. Ninguno de los novelistas que cita, incluido el que esto escribe, tiene cl menor sentimiento de inferioridad frente a la cultura extranjera, “Hi como creador ni como teorizador, y precisamente porque no lo tiene es ‘tapar de inventar, aprovechar o perfeccionar las téenicas més diversas con ‘una total naturalidad y autenticidad, sin siquiera gcurrirsele que coinciden ‘oderivan de experiencias Jiterarias fordneas, Incluso es obvio que las navelas Jatinoamericanas mAs logradas de estos afios innoyan considerablemente con |" Tespecto a las técnicas francesas 0 norteamericanas, y que, por ejemplo, la i: estructura formal de um libro como La case verde no tiene equi- valente en nada de Jo que se ha intentado en Europa en los tiltimos aftos. Collazos cree ver una actitud de sometimiento o de imitacién de estructuras ‘arrativas fordneas, cuando lo que sucede en realidad es que ya no hay nada ae en las técnicas literarias Barge el empequefiecimienta del planeta, - las traducciones que siguen casi inmediatamente a las ediciones originales, el ‘contacto entre los escritores, eliminan cada vez mas los compartimientos ‘@stancos en que antafio se cumplian las diversas literaturas nacionales. Esto no significa que una novela de un autor mexicano se paresca a una no- yela de un autor francés, puesto que cada una nace de una experiencia particular, de una “realidad” propia (sobre esta “realidad” volveremos en guia); pere: {los mecanismos formeles que vehiculan esas experiencias han cosado de str privilegio de ciertas culturas; el campo experimental es uno solo," y sug resultados individuales se propagan con una velocidad directa~ ‘Metile proporcivnal a su importancia y su eficacia. Nada me sorprenderia /que en este mismo momeito un novelista sueco o italiano estuyiera traba- @ partir de la estructura tempo-espacial de La casa verde, asi como los Cuahtos escritores franceses han mostrado ya la influencia que ha temido ellos el mecanismo mental y prasédico de Jorge Luis Bor Complementariamente Collazos se alza contra la nocién de que él auge de nuestra narrativa se debe tant sélo a qué la extranjera pasa por un pe Tiodo de decadencia. Personalmente no conozeo a nadie que haya sostenido xplicitamente este punto de vista; en todo caso Tos novelistas. cuentistas o Poetas latinoamericanos que prefiero pertenecen todes a Ja especie del que jube al ring sin preguntar antes en qué condiciones se encuentra el adver. Sario. ¢Quiénes sostienen que “dejamos de ser en razén de la afirmacién de los otros”, y que “somos en razén del dejar de ser de los otros"? Me fustaria leer una afirmaciém concreta de esta tesis que parece inquietar a ollazos; en todo caso, Ia posicidén es tan abstrda como la opuesta, Ia de tar hasta las mubes la narrativa latinoamericana de estos tiempos sin ir que, en definitiya, hay un muy pequefio grupo de escritores signi. ivos y que nos falta la infraestructura cultural capaz de asegurar una idad y una renovacién de algo que quizé, desgraciadamente, se quede “St una pléyade aislada y momentimea como en tantas instancias de la de otros sectores del mundo, la Espafia del Sigla de Oro, por ejemplo, LITERATURA EN LA REVOLUCION: REVOLUCION EN LA LITERATURA, al ola misma Fspafia de los aitos 30, En resumen; el sentimiento de inferio- ridad que traduce el primero de esos puntos de vista es tan obvio e inoperante ffimpo ldo. tperinetlene Heese enti Taabex He ox pachadoi de graulas ita una ¥ que can- Hise rosa mato en ser autentico (2), ea enfentar Ia realidad (7) on. arabar.com lov entinismes borgianos (resalviends hipéeritamente el problema de su inferioridad frente “a lo mejor de Borges gracias a la usual falocia de valerse de sus tristes aberraciones pali- @ sociales. para uic una obra que nada tiene que ver con #l (La wuelts dia en schema mundos, pigs, 99100. Si el lector tiene eb libro a mano, valdria la ia que Ieyera el contexto de esta cite, que Ia sitia en su justo nivel y no em el que aqucrido datle Collazos) . - = Néstor Sanchez fiene um sentido nuusical y- podtico de ta lengua: musical por el “Biitid de coda ritmo y le cadencia que teasciende lu prossdia para apoyarse en cada LITERATURA EN LA REVOLUCION ¥ REVOLUCION EN LA LITERATUBA JULIO CORTAZAR 34 “Es decir, toda «gran literatura, como modelo, deberd partir de estos supuestos formales; deberd remitirse necesariamente a estos postulados que, or otra parte, mo son sino Ia manera de hacer una especie de paraliteratura engolada.” Confieso que una interpretacién semejante me consterna. Léase, por favor, linea a linea mi texto, ¢En dénde, en qué momento se dice que toda gran literatura deberd partir de esos supuestos formales? Hablo alli de Ja estructura narrativa en Sanchez, pero de ninguna manera olvido que fsa estructura tiene por objeto aprehender profundamente una realidad, ta realidad; que no es una estructura autodeterminada autodeterminante, que Ro, nace ni concluye en si misma, La prueba, que Collazos no ha eaten. dido, es el fin del pérrafo donde se sostiene que toda prosa basada en la simpatia (es decir en la captaciin espiritual, intuitiva, magica o mitica si se quiere, de las analogias y las resonancias de la realidad en Ja conciencia humana) entrafia un reverso cargado de latencias, simetrias, polarizaciones y catilisis, donde reside Ja razén de ser (es decir, la realidad profunda) de la gran literatura. Por supnesto: ¢Qué es un estilo, para usar una pala- bra ya fuera de moda, esa manera de decir las cosas gus distingue al verda- dero eseritor de los dems? ¢La correccién, la claridad, la riqueza del voca- bulario? Basta de bromas, Un estilo esa la vez un iman y un espejo, es exe milagro verbal que mi siquiera el creador puede explicar, por el cual las frases, los periodos, los capitulos y al fin la obra entera actiian como catali- zadores de profundas y miiltiples potencias; es ese don de decir que a Pedro Te duele Ia cabeza y decirlo de una manera que sirmultaneamente abre en el tor una cantidad de caminos que Hevan mucho mis alla de Pedro y de la jaqueca; es esa porosidad, esa permeabilidad, esa dinamica y esa erética del verbo que da a Cien anas de soledad lo que ninguna Salamanca prestaria. LY todo eso es posible sin wha realidad? (Es irreal todo eso? En la vieja nocién de que el estilo es el hombre, yo entenderia que el estilo prueba la captecién mas alta y mas rica de la realidad del hombre, puesto que la de- yuelve potenciada, xmeva, fecunda, inolvidable, a los lectores. Y aqui toca- mos el fondo, del problema, y habré que detenerse para verlo can algtin detalle. Es evidente que a lo Jargo de todo el ensayo fe Collazos la palabra realidad asume diversos sentidos, més o menos amplios o complejos, pero que de hecho giran en torno del contexto socio-cultural, de la “circuns- tancia” del escritor en el sentido general orteguiano. Para Collazos, en efecto, “Ta _trascendencia de la noyelistica latinoamericana es un hecho de identifi- cacién, de expresién, de estrecha correspondencia con la realidad latino. americana”. Esa realidad es e} contexto socio-cultural, per supuesto; pero no frase nuo a su ver se apoya emeata pirrafo y ast sucesivamente hasia que In totalidad deb Hbro recoge J trastnife 1a resnancia como uma eaia de guilarra; pottiro, porque al, ageel ‘og toda. prose besada on In simpatia, la: comanicaciin de signos entrain al reverts tone ado de latencias, simetrias, polarizaciones vy catilisie donde veaile la raxte de ter te ran Titeratura. (La vuelta ‘al dia en ochenta mundon, p 3) ollazos Ie interesa una realidad que cobria Hamar inmediata; tiene buen do de no caer en el vocabulario que Ievé a la nocién y a las con= gecuencias del “realismo socialista”, pero en su manera de entender Ia foncién del narrador latinoamericano se transparenta una concepeién de Ja literatura asaz andloga a la que tantas tensiones y problemas creé y crea dentro de las sociedades socialistas. El primer malentendido resultante de esta dialéctica demasiado basta (no tanto porque la nocién de realidad apa- rezca recortada, parcelada y por tanto primaria, sino porque lo verdadera- ‘mente basto es la nocién de la creacion literaria en si, del escribir como acto eador) se advierte en frases como ésta; “La autonomia de una supuesta realidad literaria, de otra tealidad concebida en el vacio. ..”, etc. De hecho, 5 ia realidad es concehible en el yacio; el poema mis abstracto, la na- racién mas delirante o mis fantastica, no alcanzan trascendencia si no tienen una correlacién objetiva con la realidad, sdlo que ahora se trata de entender Ia realidad como la entiende y la vive el creador de esas ficciones, es decir, como algo que por muchos lados y muchas dimensiones puede reba- sar él contexto socio-cultural, sin por eso darle la espalda 0 menospreciarlo. Seria ficil aportar incontables ejemplos de obras que, naciendo de esta espe- cialisima realidad a la que apunta y accede el creador, han enriquecido y potenciado la realidad socio-histérica, pero no quiero salirme de nuestro tiempo y del escenario latinoamericano, y por eso me limitaré a los nombres y los casos que utiliza el mismo Gollazos. Basta observar sus predileccio- nes y sus antagonismos para descubrir la raiz de su concepcidn de la realidad, concepcién que es una eleccién y que representa una vez mas una tentativa de conapromiso entre las pulsiones que levan a escribir y las que nos exigen, hoy, participar cada vez mas activamente en la lucha revolucionaria, es decir, en la reconquista de lo que es legitimamente nuestro en todos’ los Barina; desta log poithe. do petvtled basiatis autodeterminacién, Ja dignidad humana y la justicia social, Este problema crucial, que recientemente sus- cité una interesante discusién de mesa redonda en Cuba (cf. la revista de la Casa de las Américas, n? 56, setiembre-oetubre de 1969), ha sido y me temo que seguir siendo uno de los escallas mayores con que tropieza el socialisma a lo largo de su edificacién, y a mi me parece que la mayoria de los barcos ledricos 0 pragmaticos se van a se estrellando en ese escollo mientras no se alcance una conciencia mucho mds revoluctonaria de la que suelen tener los revolucionarios del mecanismo intelectual y vivencial que des- emboca en la creacién literaria. La caracteristica mas comin de esta insufi- ciente visién del problema es la i uidad frente al hecho creador en st, que se opone un concepto demasiado maniqueo a la vieja concepcién bur- guesa de los privilegios y prerrogativas de toda “inteliguentsia’, Gon ser un intelectual, Collazos incurre en esa ingenuidad, y cabria preguntarse si se ha observado lo bastante a si mismo a la hora de escribir un relato o un poema. Pongamos que si, y pongamos también que en su caso el impulso que Io Heva a la creacién nace de un contexto global, de sus preacupaciones frente a su responsabilidad humana, de su condicién de hombre de izquierda | entregado a Ja Iucha por Ja revoluciém latinoamericana. En ese caso, lo mAs que puedo hacer es admitir y admirar esa armonia de su personalidad, of hecho de que en él no se dé ningin divorcio, ningin desajuste wsencial, y ‘LITERATURA EN 1A REVOLUCION Y REVOLUCION EN LA LITERATURA 35 TULIO CORTAZAR 36 que sus obras deriyen de sv pluma como el resto de sus actos deriva de su persona; en cuanto a mi —me he explicado largamente sobre eso en otras partes— las cosas no me suceden con tanta facilidad, aunque de ninguna manera creo que eso me ponga, como cuentista 0 movelista, en contradiccién con mis responsabilidades para con la tarea revolucionari: FUNCION CRITICA Y CREACION Gollazos insiste en tomar por un “divorcio con la realidad”, lo que en eserilores como el que habla es precisamente la biisqueda de una fusién més profunda del verbo can todas sus posibles correlaciones; eso. sumado sus reproches a algunas declaraciones de Vargas Llosa a que me referiré luego, indican que su nocién de realidad no andaria tan lejos como él qui- siera del "‘realicmo socialisia”, Es posible sin embargo que si punto de visia se apoye mucho més en la funcién intelectual y critica que en la de la crea- cidn narrativa propiamente dicha, y por eso habré que detenerse un. mam para deslindar terrenos, En la mesa redonda a que aludi mas arriba se di acertadamente que el papel del escritor como critico varia fundamentalmente segiin que se esté situado en una sociedad burguesa, de la que el buen escri- tor es casi invariablemente opositor, © en una sociedad reyolucionaria dentro de la cual el escritor ha de situarsé constructivamente, criticando para edi- ficar y mo para echar abajo. Esta diferencia esencial, que muchos escritores de izquierda europeos nose deciden a comprender del todo, y que a mi mismo me ha causado y probablemente me causaré no pocos conflictos, no debe ser confundida con el problema de Ja creacién en si, por completo dife- rente de esa funcién critica, aunque ambas cosas puedan darse simultdnea- mente o en proporciones 9 momentos determinados, La integracién del escri tor reyolucionario en el socialismo supone, en el plano de la responsabilidad de la actitud critica del intelectual, una tarea positiva, puesto que la reyo- fea ya ha sido puesta en marcha y se trata de defenderla, perfeccionarla y llevarla a sus fines iiltimos; en ese caso toda ignorancia, evasién o des- precio del “contexto socio-cultural y politico” resulta inadmisible. Pero ocu- re que un cuentista @ un noyelista no lo es por critico sino por crendor; si su capacidad critica la comparte con el politico, el dirigente e incluso con cualquier ciudedano consciente y responsable, la funcién creadora en el plano narrative lees propia y priyativa, es eso que hace de él um novelista, un poeta o un dramaturgo. En este terreno, el mas profundamente connatural del escitor, las definiciones 9 aproximaciones que intenta Gollazos de la “realidad” son inadecuadas y revelan el fondo del viejo malentendido. Para un creador de ficciones —yo como cuentista, para dar un ejemplo que me es mis bien familiar— resulta. inaceptable que Collazos emplee un matiz abiertamente peyorativo al referirse a “cl olvide de la realidad, el desprecia de toda referencia concreta a partir de la cual se inicia la gestacién de un producto literario”, ¢Olvido de Ja realidad? De ninguna manera: mis cuentos no solamente no Ja olvidan sino que Ia atacan por todos los flancos posibles, busciindole las venias mas secretas y mas ricas, ;Desprecio de toda referencia concreta? Ningtin desprecio, pero si scleeciin, es decir eleccion de tercenos donde narrar sea comy hacer el amor para que el goce cree la vida, y tam- ‘Bids invencién a partir de] “contexto sociocultural", invencion que nace, como nacieron los arimales fabulosos, de la Facultad de crear nuevas rele Giones entre elementos disociados en Ia cotidianeidad del “contexto”, Collazos limita abusivamente la gestacién del “producto literario” cuando dice que Ia “referencta conereta” a la realidad es su obligado punto de par~ Tida. Incluso parece advertir

You might also like