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La primera novela de José Juan Aboytia

José Juan Aboytia (Ensenada, 1974) es autor de dos colecciones de cuentos: Todo

comenzó cuando me llamó por mi nombre (2001) y Contiene escenas de ficción explícita

(2006). Cuentos breves, de corte fantástico la mayoría de ellos, con situaciones que se

adentran en circunstancias francamente surrealistas; lo insólito resulta lo normal y lo

absurdo escapa a cualquier lógica posible. Varios ejemplos podrían mencionarse a

propósito de lo anterior. Por citar algunos títulos: “El hombre sentado en la banca lee mi

libro”, “Móvil” y “Servicio las 24 horas”. Este último, por cierto, apareció incluido en la

antología Narrativa juarense contemporánea (UACJ, 2009), de Margarita Salazar

Mendoza, y para mi gusto uno de los más logrados de su producción.

Su primera novela, Ficción barata (2009), recibió el premio estatal en los concursos del

Instituto de Cultura de Baja California. Esto último en la edición correspondiente al 2008.

De entrada, un título desafortunado para una novela que de esa manera pareciera

autodescalificarse. Por supuesto, el título alude no a cierta clase de libros sino a lo que

sucede el plano de su historia. Es decir, que hay en su argumento una explicación de

fondo que lo justificaría con creces. Pero aun así resulta un tanto desafortunado. Da una

idea equivocada de sí y de su posible contenido.

Otro asunto es que no se trata de una novela de corte fantástico, con lo cual José Juan

Aboytia pareciera querer abrirse un camino diferente en su todavía no muy amplia

trayectoria narrativa. Es de considerar ese dato, cuando menos en lo que hace al género

escogido, ya que se advierte ahí el intento de llevar sus búsquedas por otros terrenos

distintos y en un género con diferentes requisitos de concepción y forma. Otra manera

pues de enfrentar los retos de la creación literaria.


Para dar cuenta de esa búsqueda me detengo en dos de los puntos que considero

necesario resaltar por ahora. Primero en cuanto a su historia. En este caso, la historia de

un periodista joven que, sin quererlo ni pretenderlo, se encuentra en situaciones de riesgo

y, además, de reconocimiento público por su trabajo. Pero también en la posibilidad de

conocer los entretelones de un periodismo poco ético, de la política y las investigaciones

policíacas en ciudades en las que hoy campea la inseguridad (Tijuana y Ciudad Juárez).

No obstante varios aciertos, el autor pudo haber calado más hondo todavía en los temas

escogidos. La narración corre por la superficie de la historia, tendida en línea recta, con

un tono que quiso ser poco convencional pero que no rebasa el nivel de lo ameno o

entretenido. Apenas logran darle un poco de sabor a la trama.

Está luego el estilo empleado, sobre todo en lo que hace a la manera como la escritura

presenta la historia. Llama la atención que la voz narrativa funcione como una suerte de

lanzadera de frases, casi todas ellas telegráficas. Al respecto dos breves ejemplos,

tomados de diferentes páginas: “Llego a El Paso, Texas. Me recibe un jefe de redacción,

Meraz, el que me invitó. Cruzamos la línea, aparece Ciudad Juárez, jamás había estado

por estos lares. Se me figura mucho a Tijuana, a Mexicali quizá un poco más, puro

desierto” (80); “Me presentan a un sinfín de gente. Todos se muestran interesados en mí.

No sé qué pensar, me siento bien. Quiero pasármela a toda madre aquí, en Ciudad Juárez.

Inicia la inauguración, bla, bla, bla. Veo a los de la mesa, pura caca grande. Dicen mi

nombre, estoy sentado como público y la gente empieza a aplaudir, me senté con Soto y

éste me dice que me ponga de pie, esto es inusual. En Tijuana me quieren callar y aquí

me aplauden. ¡Mierda!. Se termina el protocolo, más gente me saluda” (82).


Es de notar el reiterado uso que se hace de los verbos en presente. Nada de raro en ello,

pero al extenderse a todo el libro queda la extraña sensación de leer no un relato sino una

serie de escenas descritas e inmovilizadas en el tiempo, como si no acabaran de realizarse

nunca y como si estuvieran ubicadas en un eterno presente. Lo anterior porque casi

siempre la escritura inicia las frases con un verbo y en el tiempo indicado, lo que,

además, le resta bastante flexibilidad a la narración. De no ser por los diálogos entre los

protagonistas, tendríamos la impresión de encontrarnos con los apuntes de un periodista y

no con acciones narradas.

Aun así, una novela interesante como propuesta y como búsqueda de un escritor

todavía en el esfuerzo de encontrar su propio camino. Y que, a no dudarlo, sabrá

encontrarlo. Si no, al tiempo.

José Juan Aboytia. Ficción barata. Mexicali, BC, Instituto de Cultura de Baja

California, 2009, 135 pp.

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