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capiruLo um EL CAMPO TRADICIONAL ¥ LA REVOLUCION AGRARIA La estabilidad a través de los siglos, pero también el crecimiento continuo de la ciudad de México se explican por las profundas races que hunde en un medio rural muy particular. La pobla- cién campesina es, como se ha visto, excepcionalmente densa y se agrupa en pueblos de viejas tradiciones. Exceptuando a Mé xico, ninguna capital latinoamericana se halla instalada en una regién de ese género. Pero este medio esté lejos de ser homo- géneo en el detalle, y segiin las diferencias locales, la accién de a capital varia notablemente, ya grantes o para difundir dete transformaciones agrarias realizadas entre 1910 y 1940 revel q sus contrastes in- rentes sectores 8 tras. tornos agrarios, ni desde el punto de de su poblacién, ni. 4 por su economia agricola. 1. COMUNIDADES CAMPESINAS Y ALTAS DENSIDADES RURALES En los estados que forman el centro-este, excluido el Dis deral, 1a poblacién que vive en localidades que agrupan 2 10000 habitantes se elevaba en 1960 a més de de pueblo-o de villa? se Mega a una cifra tres millones; encontramos aqu{ la masa principal que da al (ot COMUNIDADES CAMPESINAS Y ALTAS DENSIDADES RURALES 65 ‘cuapno 811 [BSTRUCTURA DEL POBLAMIENTO: AGRUPAMIENTO Y DISPERSION EN 1960 1] Centroeste y centroveste, comparados Genirooeste® Tipo de agrupamiento “mailares vailares % 415 000 no 127 2084 307 10000 - 15 000, 136 22 199 3 5.000 - 10000 a4 85 a3 62 2500 - 5000 780 139 502 15 500 - 2500 2485, 45 1508 227 500 1018 182 1976 209 Total 5.598, 100 6627 100 rurnre: Conso de poblacién de 1960. "Hidalgo, México, Morelos, Puebla, Tlaxcala, » Aguascalientes, Jalisco, Guanajuato, Michoacin, Querdtar. Anahuac sus excepcionales densidades de poblacidn. Estos pue- blos se reparten desigualment cio que estudiamos, y sabemos que allf donde forman un tejido tupido, solfan existir antes de la época colonial! Han conservado en mayor 0 menor medida, por lo demas, el uso de varias lenguas indigenas nterna y unas rel radas_a la ver por el pasado ist tradicién ente, gracias a formas parcialment dad del suelo, han podido disputar espacios rurales bastante grandes a la influencia de las grandes haciendas. a] Origenes de las formas actuales det hdbitat pueblerino Se ha visto ya oémo se repartian las agrupaciones de Ios lugares indigena conocidos en el siglo xvi, Las acumu- jportantes coinciden con los tres valles de Puebla- Tlaxcala, México y Toluca, notables por la variedad de sus re- cursos; otras acumulaciones menos notables se encuentran en una parte de los valles de Mc en tierra mds caliente, asi como fen los valles del Mezquital, Igo. Como contra- * Véose el capitulo 1, pp. 42-8. 66 CAMPO TRADICIONAL ¥ REVOLUGION AGRARIA | partida, los pueblos -y sobre todo las grandes villas de mds de 2500 habitantes~ son raros en todo el borde occidental y nor- i de los estados de México y de Hidalgo, en unas re- jontafiosas ciertamente medioctes, pero sobi ya sea a la frontera del acdn al oeste, ya sea al cas al noroeste y al norte. sin 2x 1960 y dimensién de las localidades del centroeste ‘Hidalgo México Morelos Puebla Tlaxcala 100 5 888 Giudades ae Ws 7988, 56 ‘Aglomeraciones de 500 2 10000 ha- itantes sat 1504 eTt1280 Pusblos y villas 4421050 OT 97k 885 ‘Aglomeraciones in- feriores a 500 ha- Ditantes 357 5 7 8B Ranchos,yrancherias 298 238 16264 2 Otros ny 4 Ca ee Dimensién 981 «1884821969851 Titulo 9 «18073861978 HG blacién “no elasfiada” en las diversas ribricas del censo. COMUNIDADES CAMPESINAS Y ALTAS DENSIDADES RURALES 67 Estamos. seguros de que existia una densa acumulacién cam- pesina antes de la colonizacién alli donde encontramos nume- os0s pueblos, ahora como en la época color 4 menudo de argumentos decisivos para desc antigua de Ja poblacién: vivian los. camy grandes poblados como hoy, 0 por gran proporcién en caserios 0 habit pendencia de villas o ciudades cuyo conocemos bi imer caso hay que admitir que habla viviendas aisladas o aldeas que formaban anexos en relacién con los centros 08, y se llega a la ver Dlacién estaba exclusivamente agrupa: desempefiaban el papel de centros decidirse por una u otra de estas dos hipé- tesis, porque los lugares arqueolégicos tanto como las descrip- ciones de la época de la conquista nos muestran los centros de cardcter urbano con una precisién mucho mayor que otros habitat eventuales, efimeros por su técnica de construccién y poco in- teresantes para los cronistas, Por otra parte, los enormes extragos demogréficos de las décadas que siguieron a la conquista pro- dujeron normalm at y el abandono de 10s suburbios, in del habitat fue os indigenas ‘ver que cat si vivian agrupados alrededor del monasterio, cuya inglesia estaba construida en el emplaza- miento mismo del lugar de culto pagano destruido. Pero el completo de esta politica no ¢s seguro: una poblacién dispersa pudo s bastante ti Galmente tanto al impuesto como al di adores. Ante estas incertidumbres, nos adherimos a las conclusiones de ders, a quien se debe el més fino y més prudente de los and- de geografia histérica relativos a Ia poblacién del valle de México, tomado como ejemplo de Ia regién de simbiosis, que tune en el centroeste de México los elementos complementarios ‘ Vease Ia figura 81 de este capitulo, 68 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA que forman la cuenca alta, la montafia y la tierra més caliente de altitud media. Supone que en el momento de la conquista el pais de lengua ndhuatl, muy poblado, contaba con algunas Giudades, pero que lo esencial de la poblacién vivia en localida- des de dos categorias, unidas entre s{ para formar un sistema or ganizado: unas villas (cabeceras en los documentos del siglo xv1), que contaban de $000 a 6000 habitantes y estaban jormente en varios barrios, dotadas cada una de habitantes, con merados en documentos del ocasionada por desaparecer,.en. ceras debi de di cho més que en Ia antigua Tenod acuerdo por lo demés con la hipétesis de una capital azteca po- blada por sesenta millares de habitantes, sensiblemente més’ pe- del sigl Si nuestra incertidumbre sigue siendo grande con rt real de la poblacién en el corazén del pai las regiones mejor conocidas. Sanders observa que, a fines del vi, Tepotzotlin, en el limite del pals nahuatl y del pais {a una poblacién dispuesta de acuerdo con su compo- : Tos nahuas se agrupaban en la cabecera, en tanto que los otomies vivian dispersos en pequeiios caserfos (ranche- vias), Actualment las habitaciones dispersas, de los otomies en las laderas de las colinas, como diez kiléme- ‘ros al norte de Lerma, en el valle de Toluca. Sin embargo, este 0 de habitat ha Megado a ser minoritario en este sector: si Ia dispersin predominaba antes de la coloniza no estamos seguros en absoluto, hubo un reagrupamiento por lo menos parcial de esta poblacién otom!. Los pueblos actuales de Ia organizacién soci niales; pero a mografico muy lel por parte de las ér- ta medida a la po- blacién indigena, aunque procuréndole un marco de vida parcial- COMUNIDADES CAMPESINAS Y ALTAS DENSIDADES RURALES 69 mente transformado. A estas transformaciones, asi como a la presién de los colonizadores vidos de tierras, no reaccionaron de la misma manera los distintos grupos étnicos b] Poblacién indigena ¢ indigenismo Actualmente, en la mayor parte del centro-este, la poblacién que conserva el uso de una lengua indigena representa menos del /10% del total. Pero no ocurria asi en los comienzos del siglo xx, ‘cuando este porcentaje era superior a diez en todos los estados hhabitantes en siete u ocho municipios de los estados de México a centroeste, Estas Jenguas las hablaba mds de la mitad de los couapno 82 LA rostaciéN mniceNA (1900-1960) 1] Poblacién indigena total % de indigena ado de México 8 1800. Esado de Morelos 7 al 185 Exado de México 1897 169 9 1960. Estado de Morelos 386 9 035, Total 2288 18 15 2) Grupos ling ados de México y de Morelos (en millares) 1960 1900 Total Monolingles Bilingles Oromt 555 % 18 % Mexica 495 4s 27 18 Mazahua 408 %0 6 6 Matlatzinca 22 05 ° 05 Total 8 18 5728 ruenres: Censos de poblacién, 1900 y 1960. 70 CAMPO TRADICIONAL Y¥ REVOLUCION AGRARIA y Morelos, y més de Ia cuarta parte de los habitantes de otros sabido que en que para precisa. En comunidades pueblerinas que hablan una lengua indigena, en tanto que otras se hallan enteramente hispanizadas. O mejor todavia, tal o cual comunidad dice ser y quiere ser indigen: por el contrario hispanizada, a menos que una u otra de dichas reputaciones le sea hecha por las autoridades encargadas del censo, Es probable que en los comienzos del siglo ninguna co- munidad del México centrooriental, cualquiera que fuese su nos permite saber que Ocuilén latzinca, sirvid, en el curso de las alt de refugio en Ia montafia para gente procedente rsos, en especial de las Wanuras de Morelos, poblacién, de tradicién nahua, conocié una hispanizacién in- tensa, Este pueblo no puede, por lo tanto, ser considerado como tuna comunidad inmévil y conservadora; es, por lo contratio, un lugar de proteccién que acoge e indigeniza a aquellos que van a instalarse en él imos, por no pertenecer a nuestro campo de estu- s regiones indigenas de la Sierra Norte de Puebla y jongacién hacia el norte (fachada montafiosa huasteca, lo de Hidalgo en particular) se encuentran dos tipos de reparticién para las poblaciones que hablan lenguas indigenas, uno para los que hablan el ndhuatl, lengua del Imperio azteca, otra para las poblaciones que hablan sobre todo las lenguas otom{ y mazahua. La zona de estas lenguas oto mente Hidalgo y la parte occid Mezquital (Hidalgo) y en el coi Inca y Ias Hlanuras y montafias que lo prolongan hacia el como en el noroeste del valle de México hasta algunos kilémetros de la ciudad, En los sectores asi definidos se comprueba que en todos los municipios habia, en 1900, gente que hablaba lenguas indigenas, y de este modo las comunidades no hispanizadas formaban una cadena continua. La parte norte de este dominio yy mazahua ocupa principal le México, en los valles del COMUNIDADES CAMPESINAS Y ALTAS DENSIDADES RURALES 7] pertenece a a Iengua otom{, en tanto que en el centro aparece un bloque mazahua, flanqueado al sur por un sector en el que las dos lenguas se yuxtaponen segiin los pueblos. Se puede notar que esta notable conservacién de la textura indigena aparece Jo mismo en la Hanura que en la montafia, si bien las mayores proporciones de quienes hablan dichas lenguas se encuentran en Ja montafia, Igualmente, en los lugares en los que casi toda Ia tierra pas6 al dominio de las haciendas, la lengua espaiiola no penetré més profundamente que en los lugares en los que las comunidades conservaron ‘tierras. Hay, pues, que sacar la conse- cuencia de que la masa campesina ‘otom{ 0 mazahua resistié globalmente a la hispanizacién. Ahora bien, se trataba de gente cuya organizacién politica se hallaba a la legada de los espa- mucho menos evolucionada que la de los nahuas, duefios del Imperio azteca. Sometidos a éste, esas poblaciones formaban formas de habitat: una parte al menos de los cam, iis vivian disperos y pocos lugares arquecldgicoe lo sefialados tanto en ti Segiin parece, la menor esas poblaciones menos permeables imperio azteca que al de los espa portantes numéricamente, rodeados por Io general EI dominio ling més ampliamente que los ant a través de los vailes de Puebla, de Més Morelos y de Toluca, para cuanto nos concierne aqui. Se trata del corazén del Imperio az teca, que contiene los principales sectores donde pueblos y villas desde antes de In _conquista, forma de agrupamiento de la poblacién se adentraba un tanto fen las comarcas otom{ y mazahua. Pero de esta ocupacién giifstica ya s6lo encontramos rast nuos. :Habrd que creer que las pobl: pensarlo si se consideran los tipos fisicos de los. Tuga- jos cuales presentan diferencias muy moderadas segiin se visiten los sectores donde se habla otom{, nihuatl o castellano: 72 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARLA 0 fondo de poblacién, que ha conservado sus carace ismo tiempo que no pocas formas de habi agricolas o alimenticos. Simplemente, Ia gua del colonizador penetré més a menudo en pais nahua que otom{ o mazahua. Entonces, jdénde se conservé el née stra region? En primer lugar, en ciertos municipios fen algunos pueblos al norte de la ciudad de México y de Texcoco:! pero sobre todo en los sectores montafiosos situa~ dos al margen de las buenas tierras y de la vida comercial, donde ras. Ast, la Sierra del Ajusco, el eje volcanico entre amiento de las colinas en que de temporal que se encuentra al sur en el sudoeste del estado de México, ién nahua fuertemente minoritaria. En este dominio es bastante raro_que grandes poblados conservaran €s. Teportlin (Morelos) constituye 2 tal respecto que merecié que dos equipos sucesivos de antropélogos Ia estudiaran con un intervalo de veinte afios. Alta (D. F.) merecié del mismo modo la atencién de los itas. No se podria decir simplemente que Ia hispanizacién nahua se debié al hecho de que esta poblacién dispo- nia de mejores tierras y de que las expoliaciones Hevadas a cabo por los colonizadores respecto de ella fueron mis importantes que en otto lugar y Ilevaron consigo una penetracién precoz del espafiol. Hay que pensar también que la fuerte diferenci social anterior a la conquista produjo una mayor desorganizacién en las poblaciones: pueblerinas que a la ver se encontraban dota- das de una mayor flexibilidad de adaptacién, En suma, el fenémeno més notable en el centro-este no es el de la conservacién lingiistica de los grupos pei al Imperio azteca, sino, por el contrario, el mestizaje pr iguo de las pot jones de lengua nahua, Se debe esta trans- lar a los lazos estrechos de esas poblaciones lama aqui mestizaje no se refiere a los matices de los rasgos fisicos que’ revelan ‘una parte mayor o menor de ascendenci europea o india, porque a este respecto, cualquiera ctor, pueblos que ps ‘ss yecinor hablan’ En otros municipios ‘mayor dleben hablar ndhuatl, en tanto que ia habla expat. ides lograron con frecuencia, por otra parte, con- COMUNIDADES CAMPESINAS ¥ ALTAS DENSIDADES RURALES 73 jue sea su lengua, toda la poblacién rural de la regién es mes iza, pero con una aportaciém europea extremadamente minori- Se trata de la adquisicién del espafiol por comunidades que se han mantenido coherentes a través de los camt culturales, no obstante las expoliaciones suftidas por su domi territorial y a pesar de la destruccién de gran mimero de habi- tantes por Jas epidemias, rural ¢] Fiestas tradicionales, organizacion pueblerina y cultura hispano-nacional Los pueblos agrupan en general algunos millares de habitantes, pero cada uno constituye rara vez un municipio por si solo. Sobre todo en los comienzos del siglo xx 1a mayoria de ellos no gozaban legalmente sino de una autonomia ay adminis- trativa poco marcada, Sin embargo, cada barrio, lo mismo que el pueblo entero, conservé un sistema cuyo fundamento es reli- tra casi por completo en manos de los vecinos del pueblo, que feguran ese culto local. Unicamente las poblaciones impor- tantes han sido en efecto sede de monasterios qu en el pueblo, La penetracién escolar ha sido, por otra parte, mucho mis tard{a, Hasta los afios 1930, pocos pueblos disponian de maestro de escuela, y cuando el gobierno federal y del estado comen- zaron a enviarlos por aquella época, su instalacién no siempre se hizo sin dificultades, pues la comunidad no aceptaba unini- memente la intrusién del maestro.’ En estas condiciones, pocos fran Ios lazos permanentes que unfan a los campesinos con las * Vease la situacién escolar actual, cap, vt, 1b, My, 74 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA autoridades nacionales, politicas © religiosas. A pesar de ello, 1 pueblerinos no vivian replegados sobre aban en una cultura comin, comp niicos o nacionales mucho més que de elementos indigenas, Es bastante raro, en efecto, que en un pueblo el sistema de fiestas tenga por objeto una divinidad precol xcepcional caso de Tepostlin: el Teporteco es lerado como Cristo € hijo de la Ving no le esti consagrada fiesta alguna y no parece te en ninguna otra comunidad del centroveste me. lasica, para el © el pueblo, se de- iano, designado sin duda desde la evange- lizacién del siglo xvi. Tales fiestas atraen un piiblico de fuera del puebi ¥ de origen mas 0 menos lejano, y los adopciin de ele- sta. Las costumbres consignadas son notables, En pais otomi la eS un ju igen hispanomestizo es Ja corrida de charros parece proi n_sin poblacién de tradi en 1984 por Jacques Sous fiesta del torito, de San Bat indigena, Para acentuar os de los moros y cris espafiol, que vuelven a encontrarse en gran nimero de local des, y que son danzas tomadas de la gesta de Carlomagno, esta capacidad de organizar el pueblo en torno cuyo tema no es propio de la comunidad se mani mis recientemente: el pueblo de Santiago Nexquiaps de Texcoco, ha elegido la victoria de Puebla, en 1862, contra las tropas francesas. Esta fiesta no puede ser organizada algunos afios, nando Tas ganancias de la agricultura son demasiado escasas nadie acepta pagar los gastos, pues el gusto por las tradiciones flaquea en ese pueblo muy cercano a México, en el que numerosos Yecinos van a trabajar diariamente. En 1968 y 1969, la “tradi. cidn” de ta Batalla de Puebla ha sido recogida por el pueblo vecino de San Salvador Atenco, donde esta costumbre no existia hasta entonces.* COMUNIDADES CAMPESINAS ¥ ALTAS DENSIDADES RURALES 75 Pero ciertas fiestas que no difieran claramente de las ante- €s por su estilo complejo permiten a los pueblerinos esta- lecer relaciones habituales a més larga distancia. El santuario de Nuestro Sefior de Chalma esté sit jel de Morelos, & estados mds lejanos, y en él participan en gran numero. iudad de México. Lo mismo ocurre con el san- €l estilo de Ja fiesta rural y la abundancia de los elementos del sincretismo muestran que la red de los lazos culturales tradicio- nales cubren tanto la ciudad como los campos aldeanos, en una atmésfera en que las flores y el incienso del santuario se mez clan con las danzas de “apaches”, danzas que no se encuentran, por Io que podemos saber, en Jos campos del centro-este. Se trata, pues, en unién del santuario de la Guadalupana, simbolo de Ia nacién mexicana, de glorificar un indigenismo que es tam- ias cofradias de apaches agrup: de los pueblos de los alrededores prés jos probablemente de la emplumados que danzan son probablemente empleados de a, a juzgar por su corte de pelo; en cuanto a las muchachas *, gon sin duda mecandgrafas, Jo cual se adivina en sus uufias laqueadas de rojo. EI hecho de que la ideologia nacional pat se confunda en e] campo con Ia tra ésta se mezcla en Ia ciudad con Ia indigenista, representa una red de relaciones tradicionales a base de fi de pere- grinaciones en las que la gente de los pueblos y la de la capital las, al nivel de una popular muy rica que ha evolucionado a un mismo paso en el dominio rural y en el dominio urbano, al menos hasta las mas décadas. hermano) no tiene ya gana ctr, los mexica”™ (ex que es de nos 76 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA d] Comunidades y bienes territoriales Uno de los elementos de estabilidad para las comunidades pue- blerinas ha sido la posesién de un territ la subsistencia de los campesinos. Adaptando, territorial del Imperio azteca, el régimen colonial cre6 una legis- lacién agraria algunos de cuyos rasgos no se han borrado hasta s. Esa legislacién garantizaba ante todo el pueblo io destinado a las viviendas (fundo leg ralmente se fraccioné en tablero de damas; después habla un terreno municipal junto al pueblo (ejido), todavia poco numeroso en el parcelas cuyo goce permanente disfru- (tierras de comin repart pero 8s ejercla la comunidad un derecho eminente, 0 idas a los campesinos por la comunidad (terrenos propios), a fin de procurarle recursos econémicos. Es probable que ya en la época azteca esas tierras las trabajaran los campe- sinos que gozaban de su us ario. A fines del siglo xxx el sistema territorial habia sufrido una transformacién profunda, De una parte, las Leyes de Reforma’ habian abolido tedri cultivables (monte para el pastoreo de los animales y bosques para el aprovechamiento de la madera) se habian acrecentado sobremanera, y posefan para ello terrenos comunales mis 0 menos extensos. Al mismo tiempo, los derechos de los campesinos sobre Jas parcelas cultivadas habjan aumentado también en detrimento de los de la comunidad, gracias a un goce hereditario mai a Io largo de numerosas generaciones, lo cual daba origen a un sentido de apropiacién individual. 1a Enriquez consideraba que las comunidades de la “zona fundamental del maiz” se hallaban en la fase de evolucién pre- cisamente “ant a Ia del derecho de propiedad romano, y deseaba que tal situacién de hecho revistiera valor legal. Para ello, pensaba en la conveniencia de que el campesino poseyera en propiedad privada su terreno const las parcelas que labraba se le garanti trasmisién por herencia y de venta, pero sdlo a otros miembros de Ja comunidad, sin tratar de abolir las desigualdades entre * Vease el capitulo 1, p. 50 COMUNIDADES CAMPESINAS ¥ ALTAS DENSIDADES RURALES 77 poseedores de parcelas més 0 menos numerosas.* Estos bienes se habrian transformado en propiedad pura y simple en un plazo de 10 a 20 afios, con la creacién de un sistema de actas nota- riales. poco costoso, apropiadas a Ios recursos de esos campesinos ligatoe a fin aia stuacion de chudadanos modernox. Por To demds, en la época porfiriana las comunidades comenzaban ape- nas a concebir el tacién podia fas del pueblo (de tal documentos caastrales contemporineos de la reforma agraria agrupan los comunales, los minifundios labrados, asi como el espacio cons- ttuido del pueblo, es decir, el conjunto del territorio de 1a co- inguir en el paisaje el modo de apropia- cién de los bosques o pastizales, bien sean comunales o grandes predios (haciendas) privados; por el contrario, en los sectores Tabrados, el minifundio tradicional de las comu rinas esti bien marcado todavia en nuestros veces cercados, cuadrados o irregulares, tienen variables, pero siempre pequefias, y se agrupan por lo general Si nada permite * "Tal es, sobre poco més o menos, Ia situacién actual. Véase el cap. M1, p. 189, ™ Véase ‘mapa fig. 34. ® Véase It p. 7 78 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA en la proximidad de los pueblos. Esos campos: debfan de con- astar, antes de Ja reforma agraria, con Jas parcelas mucho mas amplias de las tierras de las haciendas, excepto alli donde éstas conliaban el cultivo de las tierras mediocres a los aldeanos, que tomaban pedazos en aparceria (a medias). Tal era In marca ides aldeanas sobre el reforma agraria permi también determinar como contrapartida los pueblos que se hal dan reducidos a la posesién de su terreno construido (fundo legal) y enteramente rodeados por las tierras de las haciendas. Esta situacién se encuentra cast siempre en las mejores ‘0 en los sectores bien situados sobre los ejes de comu al oeste de San Martin Texmelucan, en la carretera de Rio Frio- I valle de México, muy cerca yal norte de la Sierra de Guadalupe, al nordes- del lago de Texcoco, y en menor grado cerca de Chalco. La situacién era la misma en el valle de Toluca, a lo largo del rio Lerma, al noroeste de esta ciudad, asi como, casi totalidad de los sectores irrigados de y mas particularmente en su mitad orien En estos distintos lugares, 1a expoliacién habla sido casi completa; pero el pueblo subsistia, habiendo quedado reducidos los campesinos a la situa- cién de peones, 0 en el mejor caso de aparceros. Parece ser que las expoliaciones se produjeron en la época porfiriana, a causa de Ia aplicacién de las Leyes de Reforma: la presién ya antigua contra las tierras de los pueblos aumenté entonces en Morelos, mientras aparecta por primera vez en el pais otomi, al noroeste del estado de México. ¢] Estabilidad det poblamiento y comunidades Més todavia que en teresa como factor de fijacién de la que antes de la revolucién agraria abandonar sus pueblos, como a no ser que fuese para par agricolas temporales, como la por ejemplo, De todos modos, las pos Giudades eran limitadas, pero por intermedi de éstas se orga- nnizaba una emigracién forzada hacia las tierras calientes; en Mineral del Oro (México) se practicaba Ia cont (enganche) de trabajadores atraidos por Ia mina, que se envia- isma, la comunidad. pueblerina n BAJAS DENSIDADES: RANCHERIAS Y HACIENDAS 79 ma Salina Cruz (Oaxaca) para construir el ico y el puerto; o bien, se contrataba en la Ios sin empleo, y luego se sacados de Nacional Ta poblacién rural aumenté, que las haciendas la tenfan 10 permanece en su tierra, esto no significa jones que Jo rodean y que se sienta extranjero el mundo de las fiestas y de las Jad profunda de la regién centro- que ignore las r cuando abandona su puebl donde encuentra a la vez santuarios y de Ios de Jos pueblos, excepto por su ia de gente de origen mucho més va- idese, pues, sacar en consecuencia que existe una gran es- d de conjunto de la poblacién pueblerina, excepcional ano, salvo los Andes. Incluso cuando las con- diciones locales varian sobre otros aspectos, las grandes densidades denen permanentes. Cualquiera que sea la dependencia , cualquiera que sea la abundancia de la tierra poseida por ja poblacién se acumula en el lus se estanca el medio, ya que asimi ado, por ejemplo, se difundié ampliamente entre los fios del siglo xvi y los primeros del xx) y que tan pronto za, como en numerosos pueblos, tan pronto reconstituye ‘en torno de temas arcaicos (como en la comunid: Iengua matlatzinca). 1H, BAJAS DENSIDADES: RANCHERIAS Y HACIENDAS Incluso si el conjunto del México centrooriental es una tierra de poblamiento excepcionalmente denso, abundan Jos m: Jos contrastes internos, y aparecen unos vacios relativos, que las densidades caen por abajo de 20 habitantes por kilé- ® Vase infra, p. 81. 80 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA jo es otro el caso. de los medios de alta mon- establece en ocasiones una poblacién dif reciente de rancherias. Es sobre encontraban los gran escasa poblacién disper los, ni la misma permanencia, a] Las rancherias de Guerrero y de Michoacin. Se dia, hacia los 1000 m, cuyo re igorosamente idades mediocres cubren a la vez sectores nuras cultivables y sectores montafiosos dificiles de explotar, se encuentra planteada la cuestién del poblamiento precolonial de tas regiones, que ha sido sin duda superior al que se encuentra actualmente, pero inferior al de las regiones de micleos rinos. Aqui, Ia poblacién antigua no estaba tan bien org: »-¥ ademas, al menos en los sectores tuacién sanitaria era frigi epidemias 0 la caza de los esc tal punto que s agrupa- das en pueblos ni personas que conserven su lengua Estas tierras mal provistas en cuanto a mano de obra apenas tentaron a las haciend: plotado sobre gente de Jalisco Jo fueron por gente Pero todo desarrollo de intercambios se encontraba cont: Ja falta de relaciones cémodas con Toluca 0 México, @ causa de Ia escasez de hombres para organizar esos transportes de manera productiva, pero también por la presencia de la vinica en los sigl MAPA 35: (Fuente: para 100 ha, Morelos — D. F.: meramente indicativg BAJAS.AENMODADES: RANCHERIAS Y HACIENDAS 81 hacie terca del estado de México, la Gavia, que cons- rulo, Molina Enriquez nos cuenta sus inconvenien- nos, ausencia de pueblos intermedios y ban- sn por causa en el territorio de ese predio la 0 frente al del hacendado, Tanto, iades pequefas y ‘idiable, aun en el ‘on frecuencia en ‘vastas extensiones no cultivados, b] Las haciendas'* Hacienda criolla y tiempo muerto econdmico. :Poderosos or- ganismos de una eco ida por Ja revolucién campes nando un desarrollo que no comienzos del siglo? Es dificil dar un juicio de las haciendas, las ruinas de cuyos cascos se ven todavia acd y enemigo det 105 predios decadentes valorados a jos de Molina Enriquez son més los grandes predios pagan impues- © de Tenancingo, comarca de régimen porfiriano, son precios fabulosos”. Si los téenicos, no son mas amal tos anormalmente bajos: el propiedad medi pulque que el dis jungue no fuese sino en visperas foria econdmica, 10 portancia muy secundaria, ya que étas sedutaban esencialmente una Ge obra a la cual no alojaban. 82 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA mercio, estableciéndose sobre terrenos variados para no tener nada que comprar, cultivando el minimo de cereales por temor a que se desplomen los precios si se envia una produccién abundante al mercado, y practicando en su lugar el cultivo del maguey, por- que asegura un ingreso regular, aunque sea bajo, sin ningin Tiesyo. Por Jo demis, la prueba de la mediocridad de las hacien- das de la regi de los cereales) que os capitales norteamericanos no i EL mejor ejemplo de tenar de kilémetros de la capiti 63.000 ha (1500 caballeria munidades, pues son muy pocos los menso predio, en el sguridad y inos son imprs . Esta descripcién de la hacienda criolla exige ciertas reservas. En primer lugar, la Gavia es una excepeién, ya que los predios de varias decenas de millares de heetéreas son raros en el centro-este, Ademis, es cierto que ocupa tun sector poco poblado; pero eno es precisamente a causa de que se sector, bastante montafioso, estaba poco ocupado, por lo que la hhacienda pudo extenderse asi desmesuradamente? Adi coincidencias semejantes entre poblamiento débil cidn de las haciendas que sobrepasan ampliament decena de millares de hectireas: regién fronteriza entre los dos de México y Querétaro, entre éste y el de Hidalgo, o bien ‘montaflas mediocres: norte de la Sierra Nevada, ensanchamiento y coexisten con los pueblos, de ios cuales mayor parte de su mano de obra, ya que por lo ‘610 as habitan algunos centenares de obreros agricolas Las haciendas medias, unas veces en cuenta que un pi 2a de labor (para ha de ti ss AJAS DENSIDADES: RANCHERIAS Y HACIENDAS 88 ocupan la mayor parte del espacio y otras se insimian mds mo- denamente entre los pueblos, en todo el oeste, el noroeste y el del estado de México. En el corazén del valle de Toluca fe del de México, son con frecuencia inferiores a las mil ireas, Estas haciendas tradicionales vex de pastos para el rebafio, de de trigo si la disposicién de cién, Se puede pensar que en a de los casos los juicios severos de Molina Enriquez aqui. Sefiala regién la fuerte presién demogrifica era sin duda_suficiente para que los pueblerinos resistiesen a tales manejos. La produc- lebta de ser con frecuencia mediocre, pero no hay que por alto los casos de progreso realizados en Ia época por- Esto pudo producirse localmente gracias a us de las labores y de la produccién cerealera, deja pensar el slemplo préximo de Querétaro, donde el maiz valia 2 2 pesos Im carga en 1870; diez afios después se instala el ferrocarril, y fen 1890 el precio de dicho cereal habia subido a 7-8 pesos. Unicamente no existian haciendas en algunos sectores en los que las comunidades habfan sabido conservar toda la tierra: en bastante poco ocupados, como el sudoeste del een las tierras buenas de las margenes de los 1% Haciendas modernas y criolos nuevos, Algunas brillantes ex- cepelones contradicen, sin embargo, la mediocridad econdmica habitual del mundo de las haciendas regién, El modernismo agricola parece ligado a dos factores: 1a dlsponibilidad de una red de comunicaciones que dé acceso al mercado de la capital y la presencia de hombres de negocios en tanto que una misma superficle Taborable fe con facilidad aun pucblo de un millar de familias, 0 sca recon. 84 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA dindmicos. Apenas se encuentran estos tiltimos en las viejas fa- milias aristocraticas, sino con mas frecuencia en las familias de inmigrantes instaladas en el pais més o menos recientemente, y algunas pertenecientes al circulo de don Porfirio, ¥ aqui es donde aparece una contradiccién en el esquema presentado por Molina Enriquez, que de una parte nos dice que las haciendas del cen- tro no atraen el capital extranjero, pero de otra indica que si Jos hacendados tradicionales vendiesen sus predios, éstos no po- drian ser comprados por los propietarios mestizos medios y caerian ‘en manos de Jos criollos nuevos. Ahora bien, el autor precisa en otro Iugar que en Ja politica de bascula que practica don Por- firio entre esos dos grupos sociales no se entrega por completo al segundo, pues serla tanto como volver a poner a México manos del capital norteamericano. Parece probado que en el ’imas décadas que precedieron a la Revoluci xdernizaciones localizadas, a ii as, de los cuales Luis Garcia Pim 30% de las haciendas azucareras del estado; per debieron en la regién de Tlalnepantla grandes in demas de industria lechera en alfalfares, para la produccién d imitaciones de quesos franceses. ede afirmatse que las grandes especulaciones prac das modernas dependen todas estrechamente la ciudad de México: wamiento de regiones enteras, una al nordeste de México y Ia otra en Morel lechera no hacia sino iniciarse en Puede extrafiar que las haciendas se entregaran pecializado del maguey de pulque, ya que esta planta pertenece al policultivo indigena tradicional y que el pulque sélo lo con- sume una clientela popular que conserva sus habitos alimei ancestrales. Los campesinos han seguido fabricando el pulque para su consumo doméstico, para venderlo en el tianguis del pue- blo, o para aprovisionar la clientela de México o de otras ciudades de Tas que viven lo suficientemente cerca para Hevar con faci- Tidad su producto. Porque el pulque se descompone si no se consume dentro de los dos o tres dias que siguen a su fabrica- ién, lo cual limita la duracién méxima del transpor En estas condiciones, las haciendas se han. ori maguey sélo en algunos sectores, desde En el xvut controlaban ya las ventas en las ciudades, Mé: todo, o en las minas. Como el pulque debe ser consumido répi- por las h: ico, distancia ala que las demasiado frias o demasiado secas para producir maiz en buenas ima se encuentra en regién enviaba ya, sin duda, spaldas de hombre, a Tenoch- ; hacian una parada en jo de Ecatepec) ante las is de las aduanas, con el fin de bebida agre- indole cantidades razonables de agua. Finalmente, Ia regién pulquera tuvo la suerte de ser surcada por las primeras vias fé- reas del pais, establecidas en direccién de Veracruz. Las ha- ciendas situadas en las proximidades se encontraron de pronto a dos horas de Ia ciudad de México por ferrocarril, medio de transporte que predominard en el aprovisionamiento de la capi- tal en pulque hasta 1960, Payno pensaba que la construccién le Tas nuevas érveas permitiria una nueva progresion de das, en especial en las Hanuras frias y y de Perote (Veracruz); pero no oct- rrié asi, y la regién pulquera tradicional mantuvo su situacién de semimonopotio. La. costumbre el afio 1870, periodo du- ciudad de México crecié lentamente, en tanto que una proporcién cada vez mayor de su poblacién abandonaba sus numerosos en la época porfiriana, y Iuego después de 1920, ori- gin un aumento del consumo, pero lo bastante lento para que Tn regién tradic i iente. Asi, a pesar pertenecen a una por el contrario, en las tierras templadas donde encontra- mot 1a especulacién agricola més amplia de nuestra regién: el ultivo del axticar de Morelos, cuyos origenes remontan a las ras décadas de Ia colonizacién. Se trata de una produccién tinada esencialmente durante mucho tiempo a México y a las emis ciudades del centro-este, de tal manera que predominan 86 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUCION AGRARIA Jos ingenios que producen antcar blanca y que abastecen ade- mds las ciudades del centroceste, que no forman sino un mer- cado modesto en una regién en la que apenas si funciona otra cota que los trapiches, que no fabrican mas que el azticar morena no refinada.* Hacia 1877, tal era todavia la situacién azucarera de Morelos que, careciendo de medios de baratos, no Podia exportar su anicar al mercado internacional sino con una subvencién del Estado uw organizando el dumping. Las posibilida- des a bana, desde 1895, fue provechosa para los exportadores de anticar de Morelos," que por lo demés disponian en todo el estado de una red de vias férreas, propiedad a veces de las haciendas, que permitia enviar facilmente el anicar a México, y de alll a Ve- Tacruz, Gracias a este impulso reci injertado en una vieja tradicién, esta pequefia comarca aseguraba en 1910 la tercera parte aproximadamente de la prod anucarera mexicana, En estas condiciones se acentué la presion sobre las tierras de las comunidades, mis a veces para obligar a la mano de obra al tra- bajo de plantacién, que para cultivar la cafia en las tierras usur- padas, que a menudo no son irrigables. Al mismo tiempo, la propiedad de las cuatro decenas de grandes haciendas, que sobre- veces las 10000 ha, se jovidos por los saltos de icciones incendiadas y sus za el fracaso del gran dominio modernizado, presién de las comunidades numerosas, masivas, devoradas por Ia falta de tierra, que ocupan todo el norte de Morelos. La di acién de la produccién agricola comenzaba ape- nnas en el del arroz se menciona ya en 1843, en Jojutla donde se cultivaba, segin 1a técnica asiiti jana, por trasplante en tablas anegadas, 0 cajones de agua. Pero la produccién seguia siendo aim muy mo- desta en la época por fa ‘por el con fe los nics 1960, aprovechard. al puis de México en. aapecialmente a la regién de Morelos BAJAS DENSIDADES: RANCHERIAS ¥ HACIENDAS 87 tardfamente una produccién lechera para Ia ciudad de Mé ign de escasa impor- tancia a causa de los habitos de tadicionales. Pero ya antes de 1877 se emprendieron cultivos irrigados de alt la regién de Tlalnepantla, y més tarde comenzaria la fabricacién de quesos en la misma regién, gracias a Garcia Pimentel. ‘También por entonces se 8] Haciendas + campesinos. Si las comunidades de los pueblos sirvieron de s6lido marco a los campesinos, éstos se_manteni por Io demas en sus Iugares gracias a Ias haciendas tradi de una parte, los aparceros, que tenfan un pedazo de tierra de labor mediocre, deseaban conservar ese medio de existencia; de otra parte, un niimero mayor de campesinos se hallaban fuerte- mente endeudados con Ia tienda de raya de la hacienda, lo cual Jos mantenia legal trabajo de peén no les perm aria y en general demasia hasta el momento en que se convertia en cai de rebelién explosiva. Por lo demés, las haciendas, allf donde ocupaban una mayoria nian localmente un subpoblamiento; aunque le decir si eran ellas las que creaban esos vactos los al principio. En efec- de mano de obra y ademés ponian obsticulos sobre su territorio alacién de un grupo humano, que més pronto o més ria reivindicado colectivamente derechos de uso 0 de propiedad sobre una parte del suelo que ocupara. En estas con- diciones, en cuanto el estado sanitario 0 la seguridad permitieron un crecimiento de la poblacién rural, comenzaron a apuntar en Jos campesinos ciertas miras sobre esas tierras siempre subpobla- das y a menudo subexplotadas. Tal es la situacién en las dé cadas del régimen porfiriano; los campesinos apenas si tienen entonces alguna posibilidad de emigracién hacia Ia ciudad, por falta de un mercado de trabajo suficiente, y no pueden, por Jo general, esperar tampoco un mejoramiento de su suerte en fotras regiones rurales, pues las tierras calientes" no emplean més fos bastante escasos, en unas condiciones sociales y intolerables por lo demés, a tal punto que sélo atraen Ja mano de obra necesaria por la coaccién. * Véase Ia p. 79. 88 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUGION AGRARIA 105 auqui, en Puebl Morelos, en el mu- jue no pasa de a otra, mexi- cana, de menos de 150 familias, algunas de las cuales vendieron sus tierras en vispera de la Revolucién; no hay duda de que se cultivaba la cafia de anicar en esas dos coloni: La situacién social de los campos presentaba tensi tes, a pesar de lo cual la explosién no habria de origi los sectores donde se patentizaba més el malestar. En ef ta por parte de los caciques aparecieron en sectores icados y amenazados de de Ja Gavia y también © in duda en la época porfiriana en las montafias poco pobladas de los linderos de ta. a formas de opresién vi inseguridad y el. bandi poco poblados, mal Se seftalaban en el Pero los puntos de friccién entre campesinos y haciendas px sentaron finalmente mayor peligro en los sectores més poblad podian ofrecer laa lades, espacio agricola y tipos de poblamiento, Hipétesis 0, ¥ Xs Te J BTV VT RIAL wrar el examen geogrifico, y 10 mi dad de los ranchos medi {grande y mediane antes de la reforma agraria 90 CAMPO TRADICIONAL Y REVOLUGION AGRARIA a] Los avances de ta reforma agraria (cuadros 33 y 34) En Ia regién del centro-ste, la mayoria, de las tierras fueron dis antes de 1940, sin duda porque aqui la p ta comenz muy pronto, a causa del movimiento zapatista que, ‘a su vez, obedecia a una presién campesina excepcionalmente fuerte, Al menos sobre un punto, el mapa de reparticiones agra- rias es significativo: los pueblos ‘sin tierras fueron ampliamente istos en la mayoria de los sectores, Morelos en particular en €l noroeste del valle de Toluce, a lo largo la regién de Texcoco en el valle de México y, in de Tlalnepantla, donde los ran- nando al Iado de numerosos pueblos mal pro- vistos. Esto permite comprender en qué Ja reforma agtaria 1a idea de recuper: les expoliadas, Esta idea, ejercié una fuerte influencia sobre los legisladores. En todo caso, se la encuentra muy frecuentemente entre los cam- pesinos, que consideran que las tierras les habian sido arrancadas 8 por extranjeros (gachupit las por Ia ley en forma de ej restringidas que en el espiritu de los luga- jorfa de los expedientes ha sido tratada sta restitucién, se necesitaba en efecto que la comun nistrase titulos antiguos de posesién, lo cual sélo era cepcionalmente; era preciso tam! sma tierra, De exi debfa zanjar la cuest cediendo a una atribucién de tierras para ambos demandas i los que satisficieran al uno y al otro. Si casi todos los ejidos constituidos por restitucién de tierras datan de los comienzos de 1a reforma agraria, fue también durante el perfodo anterior a 1980 cuando se solventaron problemas que los expedientes agrarios no mencionan: Ia legalizacién de ocupa- ciones més 0 menos violentas, y en todo caso ilega fictos, las atribuciones provisionales preceden a veces en varios LA REVOLUCION AGRARIA Y EL NUEVO MUNDO RURAL IT En las operaciones poste- los antiguos propietarios 0 os que defendian sus intereses, ya sea que se hay jorando simplemente a causa de la Ientitud de una burocracia estrictamente centralizada. Desde antes de 1980, més de Ia tercera parte de las atribuciones de tierras de la regién centro ae @ Fich BE) pF se A a le eet Uleet -F ln |i ei] eos 8 ls 8 cea ay | if 2 i > |te eae eee al | -F : a 8 8 ry 8 Bo 3 g Fg 28 38 ze zg 5 : 5 i Re B88 8 AY 5 i ee Tk ve Pr : ? es sFle 5 eos aid] 5 33 7 132 POLO URBANO DE LA CIUDAD DE MEXICO do simplemente al ritmo de una gran ciudad, Jos abogados 0 is indiferentes que Ios indus . Agreguemos que la sultores son mucho el aparato reglament modernizacién de in cada vez més emplear un personal superabundante, si la icién de efectivos pletéricos de asalariados mal pagados y poco icados se mantiene en ciertos se ‘que atenerse 2 las dos explicaciones conjuntas de la masa de mano de obra industrial, sin poder determinar la parte exacta de Ja una y de Ia otra: de un lado politica e industria tienen aquf vinculos especificos, de otro la modernizacién frena més clara- mente el empleo de mano de obra marginal en los servi el comercio que en la industria. 1, LA METROPOLI: JERARQUIA DE LAS FUNGIONES En las actividades de Ja ciudad de México hay que distinguir cua- ue corresponden a necesidades diferentes. En la cis- in los servicios de nivel nacional e internacional, que na Tas necesidades del Estado y de las grandes fi Ta ciudad de México goza de un casi monops Ja presencia de esas firmas crea una clientela de Tujo cuyas nece- sidades son satisfechas a Ia ver que las del gran turismo, de los altos funcionarios y de los diplomaticos, Viene después el nivel que sive a un vasto México central en productos industriales y en servicios, reposando sobre un comercio al mayoreo que en cier- tas ramas solo tiene como competidores Monterrey, Gua 0 las ciudades norteamericanas de la frontera, La este sector est acentuada por la muy grande densidad de Tas re- giones centrales. A un nivel inferior y mds limitado, la ciudad subviene a las necesidades de su propia poblacién y de las de wt regin rural cercana poco o mal atendida por Ias pequefias dades que en ella se encuentrat de menudeo que suministra las calidades media se refuerza as{ con este st- plemento de cli la presién de los campos pobres que rodean a ciudad crea en ella un cuarto nivel, el de tun semidesempleo, que procura a una parte de la mano de obra LA METROPOLI: JERARQUIA DE LAS FUNCIONES 188 un bajo nivel de , pero superior, sin embargo, al de los ne una actividad marginal, por ejemplo 1 comercio ambulante o en los servicios 10 sector es mal conocido, y ya veremos cémo se puede evaluar. a} Los monopolios Para una amplia serie de actividades, la ciudad de México dix ymente de un monopolio, que le procuran o las em- as en suministrar en el mercado nacional una catego- luctos y de servicios, 0 una clientela rica que sélo aqui ¢ lo suficientemente numerosa para permitir el desarrollo de ciertos comercios o servicios. Asi, la produccién industrial de me- dicamentos, de material eléctrico, de instrumentos de precision o de éptica est4 casi monopolizada (cuadro 513). Para otros pro- uctos, el comercio al pormayor* refleja bien la concentracién en México, ya de la produccién correspondiente, ya de las impor- taciones que pasan de manera exclusiva por la ciudad: el material fotogritico, la relojerta, la éptica, las maquinas y los “bienes de produccién duraderos” destinados a las empresas industriales se producen o distribuyen exclusivamente en Ia capital. Los grandes servicios privados estin casi por completo mono- polizados por la capital, lo mismo que los propios servicios pl ‘os. Ninguin banco que disponga de una red nacional de agencias tiene su sede fuera de la ciudad de México, aun en el caso de que presente, como el Banco de Comercio, una organizacién tebri- camente federal. La concentracién es igualmente fuerte en cuanto a los seguros o las compafiias aéreas, los negocios de prensa 0 edi , la distribucién de discos, de libros o de papel. La agrupacién de las grandes empresas, y servicios publicos 0 privados va acompafiada de la acumulacién de un micleo de clien- Ia rica suficiente para que se organicen unas actvidades espe- Gializadas que no existen en Jas ciudades medianas: las agencias viajes se hallan tanto més agrupadas en la ciudad de México ianto que la mayoria de los turistas pasa por ese nudo de trans cio de mayoreo, ma de tes cifras segtin criteios menos téenieas).

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