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CapiTULo I LA TRATA Y LA ESCLAVITUD EN LAS AMERICAS TENDENCIAS TRANSCONTINENTALES ENTRE los siglos xvi y XIx, las Américas cristianas recurrieron, en distintos grados, a la esclavizacién de los africanos y de sus descendientes. En esta 6ptica, durante casi cuatro siglos, cada afio eran deportados miles, y decenas de miles de hombres, mujeres y nifios desde Africa hacia el Caribe y el conti- nente americano. En total, segtin las estimaciones de The Trans-Atlantic Sla- ve Trade: A Database, unos 12 332000 africanos fueron embarcados en naves negreras rumbo a América!. Aproximadamente ocho a diez millones adicio- nales murieron antes, bien sea durante su captura, en el camino hacia los puertos africanos o durante la larga espera en los galpones costeros. Reco- giendo sus primeras victimas en Senegambia por el puerto de Gorea, la trata se extendié progresivamente a toda la costa de Guinea y en su hinterland. En el siglo xv también se alimentaba del reino del Kongo hasta Angola, junto con el vasto interior de ambos, exportarido asi cautivos principalmente a partir de Elmina, Ouidah, Calabar, Cabinda y Luanda. Toda esta region si- guié proporcionando la mayorfa de los esclavos en el siglo xix, momento en el que Mozambique, hasta ese entonces principal tributario de la peninsula Arabica y de la costa oriental de la India, fue también absorbido por la trata transatlantica. Asf pues, los africanos deportados provenfan de culturas muy diferentes, mayoritariamente del norte de la linea ecuatorial: los w6lof, los mandingas (de los cuales forman parte los bambaras), los ashanti (a los cua- Jes pertenecen los akan, llamados coromantee por los britdnicos), los gbe (los ewé, los fon), los yorubas (Jamados lucumf por los espafioles) y los igbo (0 ibo); al sur los kongo y los banti y, en Mozambique, los makua?. | Esta es la fuente més rica hoy en dfa sobre la trata transatléntica, y esté disponible en la pagina web Voyages: The Trans-Atlantic Slave Trade Database, . Todas las cifras dadas en este capftulo provienen de dicha fuente pero no incluyen a los esclavos africanos enviados a Europa ni a otras regiones de Africa (). ? Paul E. Lovejoy, Transformations in Slavery, op. cit., p. 46-67, 140-151; Philip D. Morgan, “The Cultural Implications of the Atlantic Slave Trade: African Regional Origins, American Des- tinations, and New World Developments”, Slavery & Abolition, vol. 18, n° 1, 1997, p. 122-145. 29 30 TERRITORIOS Y PERIODOS Estas deportaciones hacia las Américas, que se sumaban a la trata negre- ra del Sahara y ala trata negrera oriental, iniciadas en Ja segunda mitad del siglo v3, tuvieron fuertes repercusiones demogrficas, econémicas y politi- cas en toda el Africa oriental subsahariana y el Mozambique‘. De esos 12332000 africanos arrancados de su tierra natal, casi dos millones (es decir 16% del total) murieron durante el viaje transatlantico, y 10538000 sobrevi- vieron para ser vendidos como esclavos en los puertos americanos®. Pero la muerte perseguia a los supervivientes que sucumbfan en gran nimero du- rante el afio tras su llegada, en los puertos, durante los trayectos hacia la mina, plantacién 0 casa a la cual estaban destinados, asf como en sus nuevos lugares de trabajo. Siendo asf, a lo largo del interminable periplo, millones de hombres, mujeres y nifios africanos murieron de manera prematura de maltrato, hambre, sed, enfermedades (de viruela, en particular) y desespe- ranza. Otros intentaron sublevarse o escapar durante el terrible viaje®. Segiin varias estimaciones, los que seguian con vida después de su llegada a las Américas eran menos de la mitad de los que habian sido originalmente cap- turados en Africa’. 3 Menos estudiada y menos documentada que Ja trata transatléntica (0 euro-cristiana), las tratas subsahariana y oriental (o arabo-musulmana) llevaron més de catorce millones de africa- nos a través del Sahara, el mar Rojo y el océano Indio entre el siglo vi y el final del siglo 1x; casi tres millones de ellos murieron en camino. Ver Bouda Etemad, Crimes et réparations. L/Occident face & son passé colonial, André Versaille Editeur, Bruxelles, 2008, p. 136. + Paul E. Lovejoy, Transformations in Slavery, op. cit.; David Eltis et David Richardson, “West Africa and the Transatlantic Slave Trade: New Evidence of Long-Run Trends”, Slavery & Aboli- tion, vol. 18, n° 1, 1997, p. 16-35; David Eltis, “The Volume and Structure of the Transatlantic Slave Trade: A Reassessment”, William and Mary Quarterly, vol. 58, n° 1, enero 2001, p. 17-46. Sobre la historiograffa de la trata transatléntica, ver John Wood Sweet, “The Subject of the Sla- ve Trade. Recent Currents in the Histories of the Atlantic, Great Britain, and West Africa”, Early American Studies, vol. 7, n° 1, primavera de 2009, p. 1-45. 5 Segin Voyages, op. cit., un total de 1954420 de cautivos perecié durante la travesia transatlantica. © Eric Robert Taylor, If We Must Die: Shipboard Insurrections in the Era of the Atlantic Slave Trade, Louisiana State University Press, Baton Rouge, 2006; Richard B. Sheridan, Doctors and Slaves. A Medical and Demographic History of Slavery in the British West Indies, 1680-1834, Cam- bridge University Press, Cambridge, 1985; David L. Chandler, Health and Slavery in Colonial Co- lombia, Arno Press, New York, 1981. Sobre las repercusiones sociales y espirituales de la trata sobre los cautivos en Africa y durante la travesia del Atlantico, ver Vincent Brown, The Reaper's Garden: Death and Power in the World of Atlantic Slavery, Harvard University Press, Cambridge, 2008, p. 24-48, 7 Joseph C. Miller, Way of Death. Merchant Capitalism and the Angolan Slave Trade, 1730- 1830, J. Currey, London, 1988, p. 440-441: Johannes M. Postma, The Dutch in the Atlantic Slave Trade, 1600-1815, Cambridge University Press, Cambridge, 1990, p. 258, estima que la tasa de mortalidad, entre la captura en Africa y la adaptacién en América, podia llegar a ser del 70% de los esclavos. Al contrario, Herbert S. Klein, The Atlantic Slave Trade, Cambridge University Press, Cambridge, 1999, p. 154-158, defiende una tasa de mortalidad mucho menor para todo el proceso de la trata. LA TRATA Y LA ESCLAVITUD EN LAS AMERICAS. 31 Sin embargo, los supervivientes africanos transformarian rapidamente la demograffa y la sociologia de las Américas. En efecto, a pesar de los efec- tos deletéreos de la trata, hasta la década de 1820, los africanos sobrepasa- ron de lejos a todos los otros grupos que Iegaron al “nuevo” continente, siendo casi cuatro veces m4s numerosos que los inmigrantes europeos’. Es- tos desplazados forzosos, mayoritariamente hombres jévenes’, recurrieron a una multitud de estrategias para sobrevivir bajo la esclavitud y, a veces, para liberarse de ella. Algunos se unieron, de grado o por fuerza, a la poblacién de origen europea y amerindia, acelerando asi el mestizaje, y una parte de ellos accedié a la libertad, dando asf lugar a la categorfa socio-racial de “libres de color”, es decir negros y afrodescendientes libres que, aunque estuvieran so- metidos a fuertes discriminaciones legales, cuestionaban por su existencia misma la esclavitud fundada en la “raza” de los africanos y de sus descen- dientes nacidos en América. La esclavitud afecté todas las regiones americanas, de norte a sur, de las costas Atlanticas a las del Pacifico, pasando por las del Caribe. Asi como lo muestra el Grdfico 1.1, el pafs que de manera mds abundante y continua se sir- vid de la esclavitud fue Brasil, que importé esclavos de manera permanente entre 1561 y 1856. Seguin las estimaciones de The Trans-Atlantic Slave Trade, 46,2% de los 10538000 hombres, mujeres y nifios africanos desembarcados en las Américas fueron llevados a Brasil. Le siguen las Antillas britanicas, con 22,0% del total, la mitad de ellos exclusivamente para Jamaica. En se- guida encontramos a las Antillas francesas, con 10,6% del total (del cual 70% fue llevado a Saint-Domingue), y el Caribe espafiol con 7,6% del total (sobre todo Cuba, y Puerto Rico en menor cantidad). Sin embargo, si agregamos las Antillas holandesas y danesas"®, el conjunto del Caribe recibi6 41,7% de los esclavos africanos. El 12,1% restante llegaron a las Américas continentales (excluido el Brasil): 4,6% a las colonias espafiolas, 3,8% a las Guayanas (so- bre todo a la Guyana holandesa y, en menor medida, britdnica y francesa)'!, ® David Brion Davis, Slavery and Human Progress, Oxford University Press, New York, 1984, p. 73. La predominancia de jévenes adultos hombres en la trata negrera atlantica era una res- puesta tanto a la demanda americana como a la oferta africana pues las mujeres, libres 0 escla- vas, se necesitaban en Africa porque eran ellas quienes cumplian con gran parte del trabajo agricola, y porque muchas sociedades eran poligamas. Igualmente, los nifios eran de gran valor local, en Ja trata del Sahara y en la trata oriental (Herbert S. Klein, African Slavery in Latin Ame- rica and the Caribbean, op. cit., p. 147-148). ® Segiin Voyages, op. cit., 64,6% del total de africanos deportados era de sexo masculino, y 20,1% eran nifios. : ‘0 Las islas de Aruba, Curazao y Bonaire, asi como tres Pequefias Antillas (San Martin, San Eustaquio, Saba), pertenecian a los Paises Bajos, y Santa Cruz, Santo Tomas y San Juan (las is- Jas Virgenes) a Dinamarca. - '" Situadas en una regién descuidada por los poderes coloniales hasta 1650, las Guayanas estaban conformadas por la Guayana francesa alrededor de Cayena, mientras que los britanicos y neerlandeses peleaban entre sf por el control de Surinam y de la Guyana (Esequibo, Demerara 32 TERRITORIOS Y PER{ODOS Graérico 11. Africanos esclavizados desembarcados en las Américas por region, 1501-1866 Owes: 1.30% + Estados Unidos: , 3.70% oN Guayanas: ‘3.80% -— america esparola ‘continental 460% s—— Cuba y Puerto Rico: 760% Antllas brténicas: 22.00% _—Aatilas francesas: 10.60% Fuente: Voyages: The Trans-Atlantic Slave Trade Database. www.slavevoyages.org/tast/ assessment/estimates.faces y solamente 3,7% a las colonias continentales de Gran Bretafia y futuros Esta- dos Unidos'?, Sin embargo, esta reparticién geogrfica sdlo tiene en cuenta los esclavos legados directamente de Africa, sabierido que una parte de ellos, par- ticularmente los que eran llevados a Jamaica, era inmediatamente reexporta- da hacia las colonias que Espajia y Gran Bretafia tenian en el continente!?. La trata de negros no fue ni uniforme ni constante. Entre 1526 y 1650, los portugueses (hasta la década de 1620), y luego los holandeses, tuvieron en sus manos el monopolio del trafico transatlantico; un total de 726000 cautivos africanos con vida fue desembarcado en las Américas, principalmente en las colonias espajfiolas del continente y en el Brasil portugués. De 1650 a 1775, con la participacién concurrente de los britanicos y de los franceses en la tra- ta, y con el desarrollo de la plantacion de cafia de azticar en el Caribe y el Brasil, 4796000 africanos fueron descargados en las Américas. El total de desplazados en los tltimos cien afios de la trata, de 1775 a 1866, sobrepas6 y Berbice) hasta comienzos del siglo xxx. El Surinam se convirtié entonces oficialmente en una colonia holandesa, y la Guyana, en una colonia briténica. Sobre la trata holandesa en esas colo- nias, ver Johannes M, Postma, The Dutch in the Atlantic Slave Trade, op. cit., p. 174-195, 211-221. "2 Voyages, op. cit. '5 Los historiadores estiman que el 20% de los africanos que llegaron a Jamaica, es decir mas © menos 200000 personas de 1020000, fue reexportado. Teniendo en cuenta ese excedente, la América continental no brasilera se habria levado el 14% (y no el 12,1%) del total de los africa nos importados (Philip Curtin, The Atlantic Slave Trade, op. cit., p. 25-26). LA TRATA Y LA ESCLAVITUD EN LAS AMERICAS 33 ese ntimero pues durante ellos Ilegaron 5016000 nuevos cautivos'*. Ademas, esta inmensa cifra correspondiente a la mitad del total de diez millones y medio de africanos Hegados a América se alcanz6 a pesar de la influencia de la filosoffa de la Ilustracién, del reconocimiento creciente de la libertad como derecho fundamental, del acceso a la independencia de las Américas conti- nentales y de la abolicion progresiva de la trata de negros. E] Grafico 1.2 permite seguir la evolucién de las importaciones anuales de africanos esclavizados hacia las Américas de 1501 hasta 1866 y muestra que la trata progres6 de manera continua de 1501 hasta el principio de la década de 1620 durante los cuales mas de 17000 africanos fueron importados anual- mente. Después de este perfodo, el ritmo de importacién disminuyé, con un efectivo de mds o menos 10000 esclavos por afio durante un cuarto de siglo. Pero después de 1655 aumenté casi continuamente, Ilegando a mas de 70000 africanos importados en 1755, en visperas de la guerra de Siete Afios. Des- pués de una mengua durante la guerra, la trata dio lugar al desembarco de un promedio anual de 78 000 cautivos a partir de 1766, hasta una nueva dis- minucién durante la guerra de independencia de Estados Unidos (1776- 1781). Pero la década de 1784 a 1793 representa la culminacién de la trata pues las importaciones de africanos Iegaron a un promedio de casi 91000 africanos por afio. De 1794 a 1824, la revolucién de Saint-Domingue, las gue- rras napoleénicas, la abolicién de la trata danesa, britanica y estadounidense en 1807 y holandesa en 1814 y las guerras de independencia hispanoameri- canas sometieron el trafico negrero a fuertes variaciones a pesar de las cua- les se mantuvo en un promedio de 64000 africanos anuales importados durante esas tres décadas. A pesar del acatamiento, por parte de Espafia, Francia y Portugal, de la prohibicién de la trata de negros adoptada en Viena diez afios antes, a partir de 1825 las importaciones retomaron su ritmo ful- gurante para alcanzar nuevamente un total de casi 88000 africanos por afio entre 1826 y 1831. De hecho, el récord histérico absoluto fue alcanzado en 1829 cuando 106000 africanos fueron despachados mayoritariamente en Bra- sil, Cuba y las Antillas francesas. De 1831 a 1850, a pesar de nuevos tratados que prohibian la trata, casi 54000 africanos en promedio fueron importados cada afio, sobre todo por Cuba y Brasil. Después de 1856, afio en el que Bra- sil dejé de lado el contrabando de esclavos, Cuba fue la tltima colonia que siguié violando los tratados, e importé unos 148000 esclavos mas hasta 1866, cuando los tltimos 722 africanos esclavizados llegaron a la isla, ce- trando asi mas de tres siglos y medio de comercio de seres humanos'5. 4 Voyages, op. cit. : '5 Voyages, op. cit. Después de la abolicién oficial de la trata negrera por parte de Dinamarca (1803), el Reino Unido (1807) y los Estados Unidos (1808), las Antillas danesas y britanicas y los puertos del sur estadounidense importaron unos cuantos miles de esclavos africanos hasta la década de 1820. 34 TERRITORIOS Y PERIODOS Grarico 12. Africanos esclavizados desembarcados en las Américas por afio, 1501-1864 120000 = ‘100000 180000 0000 + 40000 | 20000 | FUENTE: Voyages: The Trans-Atlantic Slave Trade Database. wwwslavevoyages.org/tast! assessment/estimates.faces Los africanos y sus descendientes esclavizados contribuyeron masiva- mente al desarrollo de todas las actividades econdmicas de las sociedades americanas, desde el servicio doméstico hasta el transporte, de la mineria hasta la plantacién, de la labor manual bruta hasta el artesanado altamente cualificado. Ademas, los esclavos representaban un capital importante cuyo valor era generalmente superior al de las tierras 0 edificios de una propiedad, y que el propietario podia vender, alquilar, legar, empefiar o utilizar para pagar sus deudas. La-esclavitud era mayoritariamente rural, pues habfa ido susti- tuyendo la mano de obra amerindia que habia sido exterminada o que esca- seaba. Esclavos de ainbos sexos trabajaban por tanto en las explotaciones de oro, indigo, tabaco, azticar, café, cacao, arroz y algod6n, de las cuales se enri- quecfan las metrépolis éuropeas y las élites coloniales y americanas. Muchos ganaderos, muleteros, porteadores, remeros y vendedores eran esclavos. Las ciudades-y los pueblos tenfan entonces una considerable poblacién que vivia bajo el yugo de la esclavitud y se componfa particularmente de mujeres y de mujeres jévenes que se encargaban de las distintas tareas domésticas: trabaja- ban como cocineras, lavanderas, planchadoras, vendedoras ambulantes, pros- titutas, nodrizas, camareras, sirvientas, parteras o sanadoras. Los esclavos urbanos hombres eran, entre otras cosas, mayordomos, criados, cocineros, panaderos, cocheros, jornaleros, porteros, obreros de construccién, costureros, zapateros, ferreteros, vendedores ambulantes, mozos, nvisicos o empleados de LA TRATA Y LA ESCLAVITUD EN LAS AMERICAS 35 las fuerzas militares. Muchos vivian en casa de sus amos, pero otros residfan y trabajaban de manera independiente, pagdndole una suma fija, diaria o semanal, a su propietario!®, Como lo muestra el historiador Herman Ben- nett, los esclavos urbanos no sélo jugaban un papel crucial en la economia de las ciudades, sino que ademés “otorgaban también un capital cultural” a sus amos y amas, pues contribufan a la posicién social de estos tiltimos. Mientras ms esclavos, ataviados en librea, tuviera una casa de aristécratas, mejor eran considerados sus propietarios por el resto de Ja sociedad. Para los grandes terratenientes que residian en las ciudades, los esclavos eran tan- to el origen (por el producto de su trabajo no remunerado) como la manifes- tacion de su riqueza y de su posici6n social!’. EL PERU Y EL BRASIL: DESPUES DE LOS AMERINDIOS, LOS AFRICANOS (1492-1650) Los primeros africanos esclavizados Hegaron a América poco después de Cristébal Colén en 1492; hacfan parte de los ejércitos de los conquistadores que derrocaron los Imperios azteca e inca. Desde el comienzo de la coloniza- cién, estos esclavos incluian ladinos (esclavos de ascendencia africana, euro- peizados, venidos de la peninsula ibérica) y bozales (bogais en portugués, venidos directamente de Africa, no europeizados). Junto con ellos legaron también negros y mulatos libres. Efectivamente, la esclavitud estaba por ese entonces bien establecida en la peninsula, particularmente en el Ambito del trabajo doméstico y el artesanado urbano. Los esclavos africanos habfan su- plantado a sus predecesorés moros, Iegando a representar hasta 10% de la poblacién de las ciudades portuarias del Portugal y de Espafia. Pero fue en las islas de la costa Atlantica de Africa septentrional —Sao Tomé, las Canarias y Madera— que, a partir de 1450, los portugueses y los espafioles desarrollaron 6 Carmen Bernand, Negros esclavos y libres en las ciudades hispanoamericanas, Fundaci6n Histérica Tavera, Madrid, 2001, p. 12-20, 29-57. ”” Herman L. Bennett, Africans in Colonial Mexico. Absolutisin, Christianity, and Afro-Creole Consciousness, 1570-1640, Indiana University Press, Bloomington, 2005, p. 30-32; Sherwin K. Bryant, “Finding Gold, Forming Slavery: The Creation of a Classic Slave Society, Popayan, 1600- 1700”, The Americas, vol. 63, n° 1, julio 2006, p. 81-112. Ver también para el siglo xrx, Sandra Lauderdale Graham, House and Street. The Domestic World of Servants and Masters in Nine- teenth-Century Rio de Janeiro, Cambridge University Press, Cambridge, 1988; Elizabeth Fox-Ge- novese, Within the Plantation Household. Black and White Women in the Old South, University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1988. Incluso en Gran Bretafia, en el siglo xvmi, la posesién de esclavos domésticos africanos era un indicador de pertenencia a la aristocracia de alto rango (Sylvia R. Frey, Water from the Rock. Black Resistance in a Revolutionary Age, Princeton Univer- sity Press, Princeton, 1991, p. 73).

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