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1.

CARTA DE UN CIUDADANO
DE GINEBRA A SUS CONTEMPOR~~EOS*

CARTA PRIMER4

u A NO SOY JOVEN; TODA MI VIDA OBSERVADO Y HE REFLEXIONA-


de activamente y la felicidad de todos ha sido el fin de mis
trabajos; he concebido un proyecto que me parece puede se-
ros 6d y voy a presen~roslo.
Abrid ante la tumba de Newton una suscripcibn;suscribid todos
sin distincilón la cantidad que os plazca.
Que cada suscnptor designe tres rnatedticos, tres fisicos, tres
quhicos, tres fisiólogos, tres literatos, tres pintores, tres músicos.
Renovad todos los años la suscripci6n, así como las designacio-
nes, pero dejad a cada uno la plena libertad de designar de n u m a
las mismas personas.
Repartid el producto de la susciipci6n entre los tres marernáti-
as,los tres fisicos, etc., que hayan obtenido mas votos.
Rogad al presidente de h Red Sociedad de Londres reciba a los
suscriptores de este ano,
El prbcimo año y los cunsecutivos, encargad esta honorable b-
Ubn a la persona que haya suscrito con la mayor cantidad.
Exigid de aqueiios a quienes designeis que no reciban cargos, ni
honores, ni dinero de ninguna fiacci6n de entre vosotros; sin em-
* L a d'us habítant de I ; e n h a ses wntempmms. O p h l o de 103 ptginas, sin fecha
ni lugar de pubtlcaEi6n y sin nombre de autor, Park ~goj,I,1, pp. 11-49,llabajo presentado
uimo un inimarnbio de cartas entre el autor del "proyecton y un amigo.
90 t& GHITA IONESCU

bargo, dejadles que sean, individualmeiite, dueños absolutos de uti-


lizar SUS fuerzas de la manera que quieran.
Los genios disfrutarán, entonces, de una recompensa digna de
ellos y de vos; recompensa que les colocarh en la única posición que
puede proporcionarles los medios de rendiros cuantos servicios es-
tén a su alcance.
La recompensa será el objetivo de la ambición de las almas más
enérgicas, lo que les apartará de caminos nocivos para vuestra tran-
quilidad.
-

Por este medio, en fin, proporcionaréis jefes a quienes trabajan


por el progreso de vuestras luces, dotaréis a esos jefes de una inmen-
sa consideración y pondréis a su disposición una gran fuerza pecu-
niaria.

Opinión de mi amigo..

Me habéis rogado os exponga mis reflexiones sobre el proyecto que


comunicáis; voy a hacerlo con tanto mayor placer cuanto que la
pureza de alma de su autor impresiona al lector atento, que la inten-
ci6n es sublime, y que debe hallar acogida favorable en todo ser sen-
sible y pensante. En fin, el autor desea la felicidad de la comunidad,
enella trabaja; Ie estimo.
Sus ideas son tan nuevas como filantrópicas; con razón conside-
ra a los genios como las antorchas que iluminan a la humanidad,
tanto a los gobernañtes como a los gobernados; y es por medio de
un principio de justicia bien razonado por el que induce a la huma-
nidad a actuar colectivamente para recompensarles. Su proyecto es,
igualmente, bueno bajo otro punto de vista; es obvio que la hunia-
nidad, si actúa colectivamente para recompensar a los genios, los
apartará de ocuparse de los intereses particulares de una fracción de
ella, la que, alrecompensarles, paraliza una parte de sus fuerzas.
Tal proyecto crea puestos mas iñte~esantesque todos los que 1ian
existido hasta ahora, puestos que elevarán al genio al lugar que le '
EL PENSAMIENTO POLfTICO DE SAINS-SIMON 91

es decir, por encima de todos los demás hombres, in-


cluso de quienes detentan la mayor autoridad; a la vista de estos
puestos se estimulará al genio que obtendrá en fin recompensas dig-
nas del amor a la gloria, de esta pasión que hace soportar sin pena
las fatigas del estudio y de la profunda meditación, que da la cons-
tancia necesaria para ilustrarse en la ciencia y en las artes.
En el genio, el interés personal es muy poderoso, pero también
el amor a la humanidad es capaz de hacerle crear prodigios. ¡Qué
bella es la tarea de trabajar para el bien de la humanidad! ¡Qué fin
augusto! El hombre tiene grandes compensaciones por los esfuerzos
que debe realizar.
Si comparo el elevado rango en que la humanidad colocaría al
genio con un sillón académico, observo que, el elegido de la huma-
nidad se encontrará en situación más ventajosa que el académico;
disfrutará de la más perfecta independencia, y podrá desarrollar to-
da la energía de sus fuerzas sin que éstas sean interrumpidas por
ninguna consideración particular; ninguna falsa deferencia podrá
aminorar el progreso de su genio, ni obstaculizar sus trabajos y
su felicidad; para mantenerse en el rango obtenido se enardecerá,
observará con inquietud los trabajos de sus predecesores, querrá
sobrepasarlos, abandonar los caminos trillados para trazar otros
nuevos; su entusiasmo cundirá, y alcanzará su verdadero objetivo, el
de hacer progresar al espíritu humano.
Tal será la senda que seguirá el genio cuando disfrute de una ci-
tuación de independencia, mientras que el espíritu académico conti-
nuará recorriendo la senda contraria; el espíritu académico tenderá
siempre a conservar las opiniones por él admitidas, considerán-
dose el depositario de la verdad; si cambiase de opinión, él mismo
atacaría su pretendida infalibilidad. Continuará denunciando las
herejias, haciéndose intolerante antes que dar un paso "retrógrado"
en favor de Ia ilustración y de la dicha de la humanidad. iCon qué
saña han perseguido las academias a los genios, cuando éstos han
combatido sus opiniones! Observad el camino recorrido por el
espirititu académico; veréis cómo ha sido orguilos~y raseero y con
qué ha&ilidad ha reprimido los debates que tñubiel-an podido ilus
trar a La kar~xaanldad,tantas veces corno podim perft~drcarsu propia
eristencla. Esta actitud proviene de dos causas; una, que Los aca-
démicos son vitalicio:, otra, que estan bajo la dependencia del go-
bierno,
Repasad Ja historia del progreso del espíritu humano y veréis có-
mo casi todas sus obras maestras se deben a hombres aislados, con
frecuencia perseguidos. Los elegidos académicos casi sienrpre se
duermen en sus sillones y si algo han escrito Io han hecho temblan-
do y sólo para producir dkbiles verdades. Tan sólo La independencia
puede alimentar ei amor a la humanidad y el deseo de gloria, que
son los dos potentes motores que actiaan sobre el genio, iPuede ex-
trafiatnos; que el acaddmico no produzca nada, Iratandose de un es-
cXavo7 Pese a su escicrvitktd, se cree en la cumbre de 1a gloria, teme
descender y esto es Lo que, precisamente, le impide elevarse.
Si reFSrnso Ia historia de las academias observo que en Inglaterra
s o ha habido ninguna, tan s610 hctlamcs dos sociedades que han
tenido dguna reiacibr:: con las Instituciones académicas; mientras
que a h n d a n en bs monarquias y en 10s estados sometidos a la su-
perstlcibn y a la Ig~lorancia,Sin embargo, j 9 ~ 6parte del mundo ha
producido el mayor nklmero de grandes hombres en todos los as-
pectos?, idOnde se ha de.;cubier;;r> mayar c a n ~ d z dde verdades?,
idónde se han publicado con m a y r vderi~a,adoptiatlas con mayor
prontitud?, idónde se ha recompensado con mayor generosidad a
los autores de descrilorin~ientosaltaes?
En esta isla, el m o r a la libertad física y a la independencia Inte-
lectual ha hecho despreciar y eIlminmar Las academias; como ciudada-
no, el inglgs, siente la dignidad de su ser; como sabio, se sonrojaría de
prostituirse d hombre poderoso y de formar parte de ima institu-
ción que sólo existe bajo la protección de aquel,
El despótico Richelieu h e el fundador de la primera academia
en Francia: compreridiá que la esperanza de obtener medallas y si-
Dones encadenaría ad escritor, que 13 administracion lo utilizaría pa-
ra propagar ideas favorables a scs puntos de ~ i s t aque
, así dominaría
a la opinicín p~blica,y que se serviría de las academias como mica-
xrisrnos ocultos de su despotismo. Los acontecimie~itosconfirmaron
los propósitos del ministro dominador; esta primera, esta madre
academia engendró otras cien, cuyos esherzos no han podido ele-
var a Francia al nivel de Inglaterra, Italia abunda en academias y
cuenta con pocos sabios; y se dístribilyen numerosos títulos de ga-
ritos literarios; con esto los hombres no son ni mejores ni más ilus-
trados. Si ese país suprimiera todas sus academias, tal vez el genio
adquiriese alli mayor auge. Sin embargo, no puedo dejar de reccsno-
cer que las academias han sido de cierta utiIidad, que su creación
por iraperfecta que fuera, ha representado cierta ventaja para la
ciencia y las artes; también reconozco que ha habido algunos acadk-
micos que Kan conservado ssi energía; pero el naods académico es-
ta5. deinasiado alejado de las ideas filos6ficiis actuales, para que se le
deba conservar más tiempo: la evolución del espiritu humano, al
hacerse hoy rnhs intrépida, me parece permitir la abolicfcln total de
los obsl.ácnlos de cualquier género que afectan hasta a las mas sabias
acadentias. La humanidad no ha de olvidar que debe recompensar a
los hornbres que le sirven de antorcha y que ha de recompensar co-
lertivarnente a aquellas antorchas que son lo bastante luminosas pa-
ra ajiunxbrar a toda la tierra.
El proyecto me interesa desde otro punto de arista, sumamente
cqital. j 6 ~ h t o sobsthcutos no han tenido que superar hasta hoy
los geizios! Casi siempre, en sur. comienzos, se ven. distraídos de las
ideas esenciales por trabajos que están obligados a realizar para ga-
narse la vida. iCubtas experiencias, cujntos viajes necesarios para
el desarrollo de sus ideas les han faltado! iEn cuA~xtasocasiones no
ban sido privados de los colaboradores que necesitaban para dar a
sus trabajos toda la extensión de que habrían sido s~~sceptibles!
iluántas felices ideas abortadas por no haber sido animados con
apoyos, estímulos y recompensas! Y si, a pesar de todas esas dificul-
tades, algunos genios han logrado hacerse conocer y obtener una re-
compensa, ésta ha sido siempre insuficiente para proveer de mane-
ra generosa los gastos de sus trabajos, para estimular a los jóvenes en
quienes encuentran aptitudes, y para satisfacer sus necesidades
cuando no disfrutan de fortuna. Sólo el genio es capaz de descubrir
los primeros gérmenes, desarrollarlos y administrar, juiciosamente,
las ayudas que necesitan.
El carga, o la recompensa, que obtiene el genio, le presupone ca-
si siempre una serie de funciones que le apartan más o menos de sus
trabajos, le mantienen en un lugar fijo y, en consecuencia, le impi-
den viajar para ver las cosas o los hombres que podrían ser el origen
de nuevos descubrimientos; la inconstancia del gobierno de quien
recibe la recompensa le inquieta por su futuro, le obliga a menudo
a hacer gestiones para conservar el cargo y para mantenerse en él;
y a pesar de su previsión, a veces una guerraro algún desbarajuste en
las finanzas, conlleva la supresión de sus remuneraciones o, por lo
menos, la de su paga.
En fin, el genio, quien para sus trabajos necesitaria la indepen-
dencia más absoluta, depende siempre, más o menos, del gobierno
que lo recompensa; tiene que adaptar su pensamiento, someterse a
los usos y costumbres consagradas,digamos que debe pensar de for-
ma secundaria, en vez de usar audazmente los elementos de su ima-
ginación; tiene que combinar timidamente los medios de exponer
sus ideas a la luz del día y termina apareciendo menos como es, que
como desean que aparezca; en una palabra, se le hace pagar muy ca-
ro la mezquina recompensa que se le concede.
En cuanto al genio que acepta recibir favores particulares de un
gobernante, o de cualquier otro individuo, su situación es aún más
embarazosa por la degradación en la que cae.
Si se examinan atentamente las ideas que guían a los gobiernos
en todos los niveles particulares de administración, se verá que han
sido descubiertas por los genios. Los genios ilustran, pues, tanto a
los gobernantes como a los gobernados.
EL PENSAMIENTO POLlTICO DE SAINT-SIMON 995

Admito que, frecuentemente,los descubrimientos de los genios


no han podido ser utilizados en el primer momento; pero admitien-
do que sus descubrimientos sean únicamente beneficiosos para la
%eneraciónsiguiente, iconstituye esto un motivo para que aqutllla
. en la que viven no les recompense de algún modo?
Y la humanidad j ~ g ü i r ádejando en el sufrimiento, o en una si-
tuación inconveniente, a los hombres que se apresura a deificar des-
pués de muertos? Si respecto a esto no se produjeran grandes cam-
bios, sería falso que el espíritu humano hiciese progresos.
En las naciones cultas, los hombres siempre cultivan plantacio-
nes, mientras que en las naciones incultas (los turcos, por ejemplo)
se corta y no se planta nada. El árbol plantado por el anciano gene-
roso le hace experimentar más placeres que los producidos a aquél
que lo corta para aprovechar el producto.
rQué hay de más bello, más digno del hombre, que dirigir sus
pasiones hacia la finica meta de aumentar sus conocimientos?
Felices momentos aquellos en que la ambición, d no ver la gran-
deza y la gloria más que en la adquisición de nuevos conocimientos,
abandonará las impuras fuentes en las que buscaba aplacar su sed.
¡Fuentes de miseria y de orgullo, que servlan para satisfacción de
ignorantes, héroes, conquistadores,dwastadores del género humano!
¡Os agotaréis por abandono, y westros filtros no embriagarán más a
esos soberbios mortales! ~ M omás honores para tos Nejandros, vlvan
los Arquímedes! -o mío, iqué época más propicia para realizar el
proyecte que me comunic5i.s que ésta en la que e1 genio, empeñado
en la lucha contra el despotismo, llama a todos los filán~roposen su
ayuda! En la generacibn que se ha desarrollado a partir del principio
de esta lucha, el número de autómatas ha disminuido sensiblemente;
el proyecto será comprendido por mucha gente, el reino de las luces
se aproxima; cualquier hombre inteligente, que contemple al mismo
tiempo el pasado y el Wuro, está convencido de ello.
El proyecto contiene una idea elemental que podrá servir de ba-
se a una organización general; así, pues, presenta a la humanidad
96 ?a, CHITA XONESCIJ

una concepción que sin peligro la hará ascender un peldaño más en


la abstracción.1
j Q ~ ésuerte que la tumba de blety-ton, este lugar de reunión, se
encuentre en Inglctterra, país que siempre 11a sido el refugio de los
genios y de los sabios pxaseguidos en otras naciones!
~Podriamoshablar de NeWolz sin mencionar que recibió del go-
bierno, como recompensa, el título de inspector de la Casa de la Mo-
neda? A partir de entonces, este ciudadano del mundo no fue más
que un inglbs que concentró sus fuerzas en el ernpleo que le fue
otorgado; y este astro, luminoso por sí mismo, f i ~ emostrado a la
multitud como un cuerpo opaco destinado a reflejar los rayos de
la luz regia.
Digámoslo valientemente; todos los genios a quienes se otor-
guen cargos en los gobiernos perderan algo en la estimación gene-
ral; pues para cumplir con los deberes de su cargo, desatenderhn tra-
bajos m$s llnportantes para la humanidad; o, si no puede resistir el
impulso del genio, desatenderán los deberes de su cargo.
No puede evitarse esta doble pérdida, tan enojosa para la huma-
nidad, corno para los gobiernos y los genios, mas que dejando a es-
tos Gltimos era el lugar conveniente para el interks de todos; tiene
quwonservar stl identidad, y que la hummidad se convenza plena-
mente de esta verdad, que los genios estan destinados a ser sus an-
torchas, y no a ser vendidos a intereses particdares que les envilecen
y les apartan de sus verdderas funciones.
El númer-8 de los genios no es lo suficientemente considerable
como para apartarlos de sss trabajos, sacándolos de sus actividades.
El autor que sabe cuán avara es la naturaleza en este particular, pro-
pone tan sólo una veintena de puestos para toda la humanidad. Y

1 Sí e1 abad de San Pedro hubiera conocido este plan y lo hubiera indicado como medio
de ejecución, no se habrían calificado de ensuefios sus ideas de paz general. Otra reflexión:
esta concepción da Iasolución de un problema que, desde siempre, ha sido objeto de búsque-
da por parte de los moralistas: poner a un hombre en situación tal que su interés personal y
el interés general marchen constantemente en la misma dirección.
EL PENSAMIENTO POL?'f"'í'CO
DE SAINT-SIIvION * 97

aun así, si para ocupar uno de esos puestos se


tamente un gran genio, resultaría que muchos de ellos quedarían
vacantes.
Apruebo la elección anual con la facultad de reelección: por ese
método, los genios trascendentes serían vitalicios, y quienes por su
capacidad se les aproximasen más, serían estimulados en la medida
de lo posible. El modo de elección impediría a las pasiones particu-
lares adquirir la fuerza suficiente para dominar el interés general.
Pues bien, amigo mio, estas son las primeras impresiones que la lec-
tura de su proyecto ha suscitado en mí.
Ahora os haré dos pregunvas.
jSerá aceptado el proyecto? Si es aceptado, jremediará los males
actuales de la humanidad, males de los que la prudencia me prohí-
be hablar?

RESPUESTA

Os agradezco, amigo mío, cuanto de amable me decís en mi calidad


de autor del proyecto que os he comunicado.
Z,a enérgica forma en que vuestra aprobación es expresada, en la
opinión que os habéis molestado en escribir, ha de producir gran
efecto en los lectores; esta observacióri calmará, así lo espero, la
inquietud que formuláis de no ver aceptado mi proyecto.
He dirigido este proyecto direcíarnelatsí a 1a humanidad, porque
te interesa cole&ivarnente; pero no he caído en la loca ilusión de pen-
sar que iba a dedicarse súbitamente a realizarlo. Siempre he pensa-
do que el exito dependeria de la acción más o menos enérgica que
las personas con mayor influencia sobre la humanidad se decidiesen
a ejercer en esta ocasión. Para obtener sus sufragios, el mejor modo
es esclarecer lo más posible esta cuestión. Es el objetivo que me pro-
pongo cuando me dirijo a los diferentes sectores de la humanidad,
qrae divido en tres clases: la primera, aquella a la cual vos y yo tene-
mos el honor de pertenecer, camina bajo el estandarte del progreso
90 cY n IUIUWLU
un11

del espíritu humano; está constituida por sabios, por artistas y por
todos los hombres que tienen ideas liberales. En la bandera de la se-
gunda está escrito: ninguna innovación; todos los propietarios que
n o entran en la primera están relacionados con la segunda.
La tercera, que se adhiere a la palabra igualdad, incluye al resto
de la humanidad,
Diré a la primera clase: todas las personas a las que he hablado
del proyecto que presento a la humanidad, después de una discu-
sión por lo general bastante corta, han terminado por aprobarlo; to-
das me han dicho que le deseaban éxito, pero también todas han
expresado el temor de que este proyecto no salga adelante,
De la conformidad que se ha manifestado en sus opiniones, con-
cluyo que encontraré a todos los hombres, o al menos a la mayoria,
en las mismas disposiciones. Si se realiza este presentimiento, la
fuerza de la inercia será la única que se opondrá a mis de vis-
ta. Sabios, artistas, y vos, que dedicáis una parte de vuestras fuerzas
y medios al progreso de la ilustracibn, sois la parte de la humanidad
que posee más energía cerebral, sois la más apta para recibir una
idea nueva, estáis de forma más directa interesados en el éxito de la
suscripción; a vosotros os incumbe vencer la frierza de la inercia. Va-
mos, matemáticos, pues sois los primeros, empezad.
Sabios, artistas, contemplad con la mirada del genio la situación
actual del espíritu humano y veréis que el cetro de la opiliión públi-
ca est%en vuestras manos; agarradle vigorosamente; podéis hacer
vuestra felicidad y la de vuestros contemporáneos; podéis salvar a la
posteridad de los males que nosotros hemos sufrido y de los males
que aún soportamos hoy; suscribíos todos.
Hablaré seguidamente a los propietarios de la segunda clase.

Señores: en comparación con los no propietarias, sois muy poco


numerosos; jcómo sucede, pues, que se resignan a obedeceros? La
razón se encuentra en que la superioridad de vuestros conocimien-
tos os da la posibilidad de coordinas vuestras fuerzas, lo que os pro-
porciona la ventaja en la lucha que, por la naturaleza de las cosas,
necesariamente existe entre ellos y vosotros.
Establecido este principio, evidentemente os interesa ganar para
vuestro partido a los no propietarios, quienes, mediante descubri-
mientos capitales, demuestran la superioridad de su inteligencia; y
es igualmente evidente que, siendo de interés general para vuestra
clase, cada uno de los miembros que la componen debe contribuir
a ello.
Señores, he convivido mucho tiempo con los sabios y los artis-
tas, los he observado en la intimidad, y os puedo asegurar que estas
personas os presionarán hasta que os decidáis a hacer los sacrificios
de amor propio y de dinero necesarios para situar a sus jefes en pri-
mera fila de la consideración de la humanidad, para proporcionar-
les los medios pecunarios que necesitan para la plena explotación de
sus ideas.
Señores, incurriría respecto a vosotros en un error de exagera-
ción, si os dejara creer que he encontrado la intención de la cual os
hablo, especificada en la mente de los sabios y de los artistas; no, se-
ñores, no; puedo incluso afirmar que sólo tiene una existencia muy
difusa; pero me he cerciorado, tras largas observaciones, de la reali-
dad de su existencia y de la influencia que ejerce en todas sus con-
cepciones.
Mientras no adoptéis, señores, las medidas que propongo, os ve-
réis expuestos, cada uno en vuestro respectivo país, a desgracias
semejantes a las que acaba de experimentar en Francia el sector de
vuestra clase que se hallaba establecido en el poder. Para convence-
ros de lo que digo, os será suficiente reflexionar sobre el desarrollo
de los aconteci_mientosque han ocurrido en este país desde 1789. El
primer movimiento popular h e sigílosamente
-
provocado por los
sabios y los artistas. A partir del momento en que la insurrección to-
mó un carácter de legitimidad con el éxito, ellos se declararon los
jefes; la resistencia que hallaron en el rumbo que imprimían a esea
iinsurrección, la de destruir todas las instituciones que heráan su
ioo GHITA IONESCU

amor propio, les empujó a exaltar cada vez más las mentes de los ig-
norantes y a romper todos los vínculos de subordinación que su-
jetab-n las fogosas pasiones de tos no propietarios; consiguieron
hacer lo que deseaban; todas fas instituciones que en un principio
tenían la ktención de derribar, saltaron necesariamente; en una pa-
labra, ellos ganaron la batalla y vosotros la perdisteis. Esta victoria
ha costado cara a los vencedores; pero vosotros, que habéis sido de-
rrotados, habéis sufiido mucl~omás. Algunos sabios y artistas, víc-
timas de la insubordinación de su ejército, fueron exterminados por
sus propios soldados.
Moralmente, todos han tenido que soportar los reproches que
les habkis hecho, aparentemente con razSn, de ser los autores de las
atrocidades cometidas contra vosotros y de los desórdenes de todo
género que la bárbara exaltación de la ignorancia hacía cometer a
su tropa.
Una vez el mal perpetrado hasta el límite, el remedio llegó a ser
poslble; no oponíais ya resistencia; Los sabios y los artistas, instrui-
dos por la eqerienck, y reconocien& vuestra superioridad en co-
nocimientos sobre los no propieti^nos,2 deseaban que volviera a
vuestras manos la parte de poder Indispensable para la marcha pun-
tuaj de la organización socialeLos no propietarios habáan soportado
casi todo e1 pesa de la penuria que originaron las extravagantes me-
didas que habían adoptado. Estaban aplastados.
Ea población de Francia, aunque impulsada por la fuerza de los
hechos a un fuerte deseo de retorno al orden, sólo podia ser reorga-
nizada socialmente por un genio: Banaparte lo ha emprendido, y lo
ha conseguido.
Entre las ideas que acabo de presentaros, he expresado la de que
habéis perdido la batalla; si os quedaba alguna duda al respecto,

2 Invito al lector a examinar esta observación: los propietarios mandan sobre los no pro-
pietarios no porque posean propiedades, sino que poseen propiedades y mandan porque,
considerados en su conjunto, tienen una superioridad de conocimientos sobre los no propie-
tarios.
EL PENSAMIENTO PoI.~?'IcO DE SAXN'r-SIMON 101

c o m p ~ a dla parte de consideración y de holgura de la que disfru-


tan hoy en Francia los sabios y los artistas con la que gozaban antes
de 1789-
Evitad, señores, Las querellas con esta gente, pues seréis siempre
vencidos en todas las guerras que les deis La oportunidad de ern-
prender contra vosotros; sufrirkis más que ellos durante las hostili-
dades y no hallaréis ventaja alguna en la paz; concedeos el mérito de
hacer de buen grado algo que tarde o temprano los sabios, los artis-
tas y los hombres con ideas liberales, junto a los n o propietarios, os
obligarían a realizar a la fuerza; comprometeos todos, es el único
medio con el que contáis para prevenir los males por los que os veo
amenazados.
Ya que hemos iniciado este tema, tengamos la valentía de no
abandonarlo sin echar un vistazo a la situación política de la parte
más ilustrada del globo.
En Europa, la acción de los gobiernos en este momento no se ve
perturbada por ninguna oposicibn de los gobernados; mas a La vista
del estado de las opiniones en Inglaterra, ea Meniania, en Italia, es Eá-
c2 predecir que esta calma no sera de larga duración, si no se tornan
a ttiennpo las medidas necesarias; porque, senores, no hay que disi-
mularse que la crisis que atraviesa el espíritu humano es común a to-
dos tos pueblos ilustrados, y que los síntomas que se han observado
en Francia, en medio de la tre~nendaexplosiOn que se ha produci-
do, son en este momento percibidos, por el observador inteligente,
en Inglaterra y hasta en Alemania.
Sefiores, adoptando el proyecto que os propongo, limitarkis las
crisis que estos pueblos están Ilamados a sufrir, sin que ningunafuer -
zu een el mundo ptleda impedirlo, a sirnples cambios en SUS gobiernos
y en sus finanzas, y les evitaréis esa fermeniüción generar que la po-
blación francesa ha experimentado; especie de fermentación en la
cual, siendo precarias todas las relaciones existentes entre los indivi-
duos de la misma nación, la anarquía, la mayor de las calamidades,
provoca libremente sus propios estragos, hasta el punto de que el es-
102 I-a. GHfTA JONESCU

tado de xniseria en que sumerge a la naciLidn, sobre la cual recae el pe-


so, origina en el afma de íos mas ignorantes de sus miembros el
deseo d d restablecimiento del orden.
Daría la impresión, setinores, de no confiar en vuestra inteligen-
cia si añadiese nuevas pruebas a las que acabo de exponer, para de-
mostraros que responde a vuestro interes adoptar las medidas que
os propongo, dados los males que os puede M a r .
Con placer os presentar6 ahora este proyecto desde un punto d e
vista ventajoso para vuestro amar propio; consideraos como los re-
- guladores del movimiento del espíritu humano; podeis desempeñar
este papel; pues si con la suscripción proporcionáis a los genios con-
sideracióny facilidades,y ya que, una de las condicionés inscritas en
&a susnipci6n prohíbe a los deg2dos ocupar cargo alguno en los
gobiernos, os gara~tizá-iJ,así como el. resto de la humanidad, con$ra
el inconveniente de entregarles un poder activo. '
La experiencia ha mostrado que a Ias concepciones nuevas, ori-
&des y justas, que s i m n de base a los descubrimientos, se mezclan
ordinariamente, en el rnumento de su elaboración, ideas nocivas;
sin embargo, frecuentemente, si Etl iwentor tuviera el poder, exi-
gida su inmediata rdizacicin. Esto constituye un a s o particular de
dificuiltad; pero existe uno, absoIatammte general, que os voy a pre-
kntar. Siempre que un descubrimiento, pasa ser puesto en príictica,
necesita de costumbres diferentes a las existentes en la +oca de su
aparición, ello representa un tesoro del que la generación que le ha
visto nacer disfrutará, únicamente, por el senthíento de de,cto que
tiene a la generacibn que se aprovechará de él.
Termino el pequeiio discurso que me he permitido dirigiros, di-
ciendo: Señores, si continuáis permaneciendo en la seguncla clase, es
porque lo deseáis; pues sois duefios de ascender a la primera.

Hablo enseguida a la tercera clase.


Amigas míos: en Inglaterra hay numerosos sabios. Los ingleses
cultos tienen más respeto por los sabios que por los reyes; todo el '
EL PENSAMIENTO POLfTIC0 DE SAINT-SIMON 8s 103

en Inglaterra sabe leer, escribir y contar. Pues bien, amigos


d o s , en ese pais los obreros de las ciudades, y hasta los del campo,
comen carne todos los días.
En Rusia, cuando un sabio desagrada al emperador, le cortan la ,

y las orejas, y lo mandan a ~ibéria.En Rusia, los campesinos


son tan ignorantes como sus caballos. Pues bien, amigos míos, los
campesinos rusos están mal nutridos, mal vestidos y reciben mu-
chos bmnazos.
Hasta hoy, la gente rica ha tenido como Iúnica ocupación la de ,

mandasos; obligadles a que se ilustren y a que os den instrucción;


hacen trabajar vuestros brazos en su beneficio, haced trabajar sus
cabezas en el vuestro; hacedles el servicio de aliviarles de la pesada
case del ab~simiento;os pagan con dinero, pagadles con la esti-
mación; ésta es una moneda m v valiosa; afortunadamente, hasta el
más pobre posee algo de ella; usad bien fa que se encuentra a vues-
tra disposicibn, y vuestro destino mejorar6,rápidamente.
Para que podáis juzgar el consejo que os doy, y estar en condi-
ciones de apreciar los beneficios que resultarían de la realizacidn
del proyecto que presento a la humanidad, es necesario que entre
en algunos detalles; me limitaré a aquellos que me parezcan indis-
pensables,
Un sabio, amigos míos, es u hombre que pr- es a trav6s de la
razón como fa ciencia proporciona los medios de predecix lo que
es útil, y por ello las sabios son superiores a todos los hombres. To-
dos los fenóm~nosque coaocernos han sido divididos en diferentes
clases; fenómenos astronómicos, físicos, químicos, fisiológicos.
Cualquier hombre que se aplique a la ciencia se dedica más, particu-
larmente, a una de estas ramas que a las otras.
Conoceis algunas de las predicciones que hacen los astrónomos,
saMis que anuncian los eclipses; pero hacen multitud de prediccio-
nes de las que no os interesáis, y de las que no os hablaré. Me limi-
taré a decir dos palabras sobre su utilización, pues ya conocéis su
utilidad.
Por medio de las predicciones de los astrónomos se ha podido
determinar de manera exacta la posición respectiva de los diferen-
tes puntos de la tierra; tambien son sus predicciones las que facili-
tan los medios de navegar sobre los más extensos mares. Estáis fa-
miliarizados con dgunas de Las predicciones de los quhicos, Un
químico os asegura que con t d piedra se puede hacer cal, y que con
tal otra no podréis hacerlo; os afirma que con tal cantidad de ceni-
zas de un árbol de tal especie, lavaréis tan bien vuestra ropa cómo
podríais hacerlo con una cantidad tantas veces más considerable
procedente de un árbol de tal otra especie; os dice que tal sustancia,
mezclada con tal otra, dará un producto que tendrá tal aspecto y
que poseerá tal calidad.
El fisiólogo se ocupa de los fenómenos de los cuerpos organiza-
dos; el fisiólogo, en el caso de hailaros enfermos, os dice: hoy sentís
tal cosa; pues bien, mañana estaréis en tal estado. No penseis que mi
intención es haceros creer que los sabios pueden prever todo. No,
seguro que no; no pueden preverlo todo, y tengo la certeza de que
5610 predicen con exactitud un pequeño número de cosas; pero, co-
mo yo, estáis igualmente convencidos de que los sabios, cada uno en
su esfera, son los hombres que pueden predecir más cosas; y esto es
bien cierto, pues sólo adquieren la reputación de sabios por las veri-
ficaciones que se realizan de sus predicciones; si hoy sucede de este
modo, no siempre ha sido así; lo que exige que echemos un vistazo
a los progresos del espiritu humano; a pesar de los esfuerzos que me
propongo hacer por expresarme con claridad, no estoy muy seguro
de que me entendáis a la primera lectura; pero reflexionando un po-
co lo lograréis.
Los primeros fenómenos que el hombre ha observado de mane-
ra continuada han sido los fenómenos astronómicos; hay una exce-
lente razón para ello: son los más sencillos. M comienzo de los
estudios astronómicos, el hombre entremezclaba los hechos que ob-
servaba con los que imaginaba y, en este galimatías elemental, pro-.
cedía a las mejores combinaciones posibles para satisfacer todas las
EL PENSAMIENTO P(3LITICO DE SAIN'i-SlMOM 105

demandas de predicción; sucesivamente prescindió de los hechos


por su imaginación y, después de muchas trabajos, terminó
por adoptar un cierto método para perfeccionar esta ciencia.
Los astrónomos no admitieron más que los hechos confirmados
por la observ~ción;eligieron el sistema que Los relacionaba mejor, y
desde esta época no han impulsado a dar falsos pasos a la ciencia. Se
produce un nuevo sistema; verifican, antes de admitirlo, sí relacio-
na mejor los hechos que el anteriormente adoptado. Se produce un
nuevo hecho, se aseguran por la observación si este hecho existe.
La época de la que hablo, la más memorable que ofrece la histo-
ria del progreso del espiritu humano, es aquella en la que los astró-
nomos expulsaron a los astrólogos de su sociedad. Otra observación
que debo haceros, es la de que, a partir de esta época, los astróno-
mos se volvieron modestos, buenas personas, sin la pretensión de
saber lo que ignoraban, y que de vuestra parte habéis dejado de pe-
dir que os lean el destino en los astros.
Al ser los fenómenos químicos más complicados que los fenó-
menos astronómicos, el hombre se ocupó de ellos mucho más tar-
de. En el estudio de la química, incurrió en los mismos errores que
había cometido en el estudio de la astronomía, pero al fin los quí-
micos se liberaron de los dquimistas.
La fisiología se encuentra todavía en la misma mala situación
por la que pasaron las ciencias astrológicas y químicas. Es necesario
que los fisiólogos expulsen de su sociedad a los filósofos, a los mora-
listas y los metafisicos, como los astrónomos expulsaron a 10s astró-
logos, como los químicos expulsaron a los alquimistas.3

3 No es mi intención decir que los filósofos, los moralistas y 10s metafísicos no han pres-
tado servicios a la filosofía; es de sobra conocido que tos astrólogos han sido útiles a ta astro-
nomfa, que los aiquimistas han realizado parte de los descubrimientos químicos; mas todo el
mundo piensa que los astrónomos hicie~onuna buena operación separándose de los astró-
logos, al igual que los químicos deshaciéndose de los alquimistas.
Queda una idea por esclarecer: las principales ocupaciones de los filósofos, los moralistas
y los metafísicos consisten en estudiar las relaciones que existen entre los fenómenos Ilama-
dos físicos y los llan~adosmorales. Cuando tienen éxito en este campo, sus trabajos deber] de-
36 i

106 GHITA IONEScl J

Amigos míos, somos cuerpos organizados; y examinando nuec-


tras relaciones s~cialescomo fenómenos fisiológicos, he concebido
el proyecto que os presento; y mediante reRexiones extraídas del
propio sistema que'empleo para relacionar los 'hechos fisiológicos, '

os voy a demostrar la justeza del proyecto que os presento.


Un flecho comprobado por una serie de obSeñ.aciones, ^es que
todo hombre siente, ea mayor o menor grado, el deséo de dominar
a todos 19s deqás.4 .
Un hecho claro a través del razonamiento, es qúe todo'hombi-e
que n o &a aislado es activo y pasivo, enel plano del domido, en su8
relacio~escon los otros, y os invito iemplear la pequeña parte de
dominación que ejercéis sobre la gente rica. Pero antes de continuar,
tengo que examinar con vosotros algo que os contraría mucho: de-
ck, somos diez, veinte, d e n veces más numerosos que los propietarios
y, sín embargo, los propietarios ejercen sobre nosotros una dominación
mayor que la que nosotros ejercemos sobre ellos. Concibo, amigos
dos, os sintáis contrariados; pero obw~'vadque los propieta-
rios, aunqpe inferiores en número, paseen más instruccibn que
vosotros, y que, por el bien general, la dominación debe ser distri-
buida de acuerdo con la proporción de los conocimientos. Obser-
vad lo sucedido en Francia durante el tiempo en que dominaron
vuestros camaradas; originaron el hambre.
Volvamos al proyecto que os propongo. Adoptándolo y apoyando
su realización, facilitaréis para siempre a los veintiún hombres de la

nominarse fisiológicos; pero, adeinás, buscan relaci~nartodos los.hechos observados con un


sistema general. Tengo la certidumbre de que esto será imposible hasta llegar a una época en
la que la fisiología sea ordenada tal como he expuesto en el tema de la astronomía.
Añadir6 que las matem4ticas contienen los,Únic~smateriales que se pueden emplear en la
constrticci6n de un sistema general, y que si es imposible aplicar el dedo a los fenómenos
que no se pueden relacionar,con muy simples considerpciones, no parece que por ello deba re-
nunciarse a la esperanza de vincular, mediante exposiciones satisfactorias, las ideas que sirven
de base a las teorías de las diferentes ramas de la fisica con la idea de la gravedad universal.
4 DOScaminos pueden conducir a un hombre a una situacibn de superioridad; uno es co-
mún al interés particular y al interés general. Mi objetivo consiste en embellecer este camino
y sembrar algunas espinas en el otro.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO'DE SAINT-SIMON o& 10.7

humanidad que posean más conocimientos los dos grandes medios


de .dominar: la consideración y d dinero, Resultar6 de ello, por mil
razones, que las ciencias realizarán rápidos progresos. Es sabido que
a cada p'aso hacia delante que las ciencias dan,su estadio r e s u b m i s
fáci2:a&,los que, como vosotros, &lo pueden cunsagrar poco tiempo
a su educación, aprender más cosas, y haciéndose más cdtos
red~kíin. la parte de dominación,ejercida sobre elios por los ricos.
No tazdardis, amigos ínlos, en apreciar los excelentes resultados; pe- ;
ro no deseo emplear el tiempo en hablaros de lo que se encuentra a ,
cierta distancia, en una senda en la cual no estáis aún decididos a en-
trar; charlemos de lo que existe en este momento ante vosotros.
Otorgáis vuestra consideración, ei decir, entregáis voluntaria-
mente una parte de dominación sobre vosotzus, a los hombres que
realizan cosas que juzgáis os son útiles; compartís un error con to-
da la humanidad, el de no haber trazado una linea & demarcación,
suficientemente exacta entre las tosas de una utilidad momentánea
y las de iina utilidad permanente, entre aquéllas de interés local y
las de interés gknera1;entre las que proporcionan ventajas a una frac-
ción de la humanidad en detrimento de las demás, y las que aumen-
tan la felicidad de toda la humanidad. En fin, no habéis comprobado
aún que no existe más que un único interés común a todos los hom-
bres, el del progreso de la ciencia.
El alcalde de vuestro pueblo os proporciona ciertas ventajas so-
bre los pueblos vecinos; est4is encantados con él, le estimáis; las per-
sonas de las ciudades expresan de la misma forma el deseo de ejercer
su superioridad sobre las ciudades cercanas; las provincias rivalizan
entre ebs, y existen entre las naciones, por sus intereses particulares,
luchas que llamamos guerras.5 En los esfuerzos que realizan todas
estas fracciones de la hurnanidad,~jcuáles la parte que apunta di~ec-

5 Los moralistas se hallan en contradicción cuando prohíben el egoísmo al hombre y de-


fienden el patriotismo; pues el patriotismo no es más que el egoísmo nacional, y este egoís-
mo lleva a cometer, de nación a naci6n, las mismas injusticias que el egoísmo personal entre
los individuos.
tumente al bien común? Bien pequeña, en realidadg y no es sorpren-
dente, pues la humanidad no ha adoptado todavía medida alguna
para conceder colectivamente recompensas a aquellos que lograsen
realizar trabajos de utilidad general, Para reunir en lo que cabe, en un
solo haz, todas estas fuerzas que actúan en direcciones tan dispares,
y a menudo opuestas; para conducirlas en lo posible en la única di-
rección que pudiese mejorar la suerte de la humanidad, creo que no
podría encontrarse un sistema mejor que el que propongo. Y ya está
bien, por ahora, de hablar de los sabios; hagámoslo de los artistas.
Suscribíos todos, amigos míos, porque, por poco que aportéis,
sois tan numerosos que la suma total será considerable; además, la
consideración de que se verán investidos aquellos que designéis, les
dará una fuerza incalculable. Veréis cómo la gente rica se preocupa
en distinguirse en las ciencias y en las artes, cuando este camino
conduzca al mds alto grado de consideración. Aunque sólo ganaseis el
apartarles de las disputas que hace estallar entre ellos el ocio, úni-
camente para saber cuántos de entre vosotros se hallan bajo sus ór-
denes; disputas en las cuales os mezclan siempre, y de las que sois
siempre las víctimas, ya representaría mucho.
Si aprobáis mi proyecto, habrá una cosa que os preocupará, la
elección. Os voy a decir, amigos míos, el camino que yo seguiré para
hacer la mía. Preguntaré a cuantos matemáticos conozco cuáles son,
según ellos, los tres mejores matemáticos y designaré a los tres mate-
máticos que hayan obtenido más votos entre las personas que habré
consultado. Actuaré de la misma manera con los fisicos, etcétera.
Las opiniones están aún divididas en la cuestión del egoísmo; aunque la discusión sobre
tal tema esté abierta, y sea seguida apasionadamente desde los comienzos de la humanidad,
la solución del problema consiste en abrir un camino que sea común al interés particular y al
interés general. La conservación de los cuerpos organizados tiende al egoísmo; todos los es-
fuerzos para concertar los intereses de los hombres son tentativas realizadas en uria buena di-
rección; toda la parte de los razoniamientos de los moralistas que vaya más allá de la coordi-
nación de los intereses, y que tienda a destruir el egoísmo, presenta uria serie de errores cuya
causa es fácil de determinar. Los moralistas toman muchas veces lus palabras por las cosas. La
primera generación de la humanidad fue aquella en la que hubo más egoísmo personal, ya
que los individuos no concertaban sus intereses.
EL PENSAMIENTO POLÍTTCO DE SAINT-SIMON ka 109

Tras haber dividido la humanidad en tres sectores, y de haber


presentado a cada una de ellas las razones que me parece deben im-
pulsarles a adoptar el proyecto, ahora, amigo mío, voy a dirigirme a
mis contemporáneos colectivamente, para presentarles las reflexio-
nes que he hecho sobre la Revolución francesa.
La supresión de los privilegios de linaje ha requerido esfuerzos
que han destrozado los lazos de la antigua organización, lo que no
ha sido obstáculo para la reorganización social; pero el Ilamamien-
to hecho a todos los miembros de la sociedad a cumplir frecuente-
mente con las funciones deliberantes, ha resultado un fracaso. Inde-
pendientemente de las espantosas atrocidades que esta aplicación
del principio de igualdadXha hecho cometer, como era natural, al
entregar el poder a los ignorantes, ello terminó por engendrar una
forma de gobierno absolutamente impracticable, ya que los gober-
nantes, todos remunerados con el fin de admitir a los no propietarios,
se multiplicaron hasta tal punto que el trabajo de los gobernados
apenas podía alimentarles; lo que conducía a un resultado total-
mente opuesto al deseo más constante de los no propietarios: el de
pagar pocos impuestos.
He aquí una idea que me parece justa. Las primeras necesidades
de la vida son las más imperativas; los no propietarios sólo pueden
satisfacerlas de manera incompleta. Un fisiólogo ve claramente que
su deseo más constante debe ser el de la reducción de los impiiestos,
o el del aumento del salario, lo que resulta lo mismo.
Pienso que todas las clases de la sociedad se beneficiarían con es-
ta organización; el poder espiritual en las manos de los sabios; el po-
der temporal en las manos de los propietarios; el poder de designar
a los llamados a cumplir las funciones de grandes jefes de la huma-
nidad, en las manos de todo el mundo; y la consideración como sa-
lario a los gobernantes.

* Como en la edición de O. Rodriglies, suprimimos una nota relativa a la capacidad de


los negros.
IV. LA INDUSTRIA (1)"

P
ARA NOSOTROS, 1.A SOCIEDAD ES EL CONJUNTO Y LA UNI6N DE LOS
hombres que ejercen trabajos útiles; no concebimos en abso-
luto más sociedad que ésta.
La sociedad tiene dos enemigos que teme y odia en igual medi-
da: la anarquia y el despotismo.
La Constitución es la única barrera que debe respetar el pensa-
miento del escritor político; contra ella y fuera de ella no hay trabajos
útiles; en los límites que prescribe, la más entera libertad no puede
perjudicar; esta libertad es la propiedad del escritor, como la Cons-
titución misma es la propiedad de la nación y del gobierno.

OBJETIVO DE LA EMPRESA

Los hombres que se dedican a la industria, y cuyo conjunto forma


la sociedad legítima, tienen una sola necesidad: la libertad. La liber-

* L'indtistrie littéraire et scientifique liguée avec l'indus~iecommerciale et rnanufacttrri2re,


fue publicada en 1817 en París, en dos volúmenes. El volumen 1, u, titulado Polijique, ha sido
piiblicado con ei nombre de A. Thierry, "hijo adoptivo de Saint-Simon".El volumen II, al que
. pertenecen estos extractos, apareció igualinente en 1817 En la edición Dentu, los editores pre-
sentan el segundo volumen con la anotación: "Hemos extraído de este volumen de 346 pigi-
nas únicamente lo que se considera hoy que ha sido escrito por el propio Saint-Sirnon':
** I,rI, pp. 128-138.
tad consiste, para ellos, en no verse molesiados en el trabajo, en no
verse perturbados en el disfrute de lo que han producido,
El hombre es, por naturaleza, perezoso; un hombre que trabaja.
no se decide a vencer su pereza más que por la obligación de satis-
facer sus necesidades o por el deseo de gozar. No trabaja, pues, más
que en la medida de s u necesidades y de sus deseos.
Pero, en el estado de sociedad, los placeres que le solicitan son
muy variados y mucho más numerosos que sus facultades produc-
t i ~ spor
; ello, se ve obligado a entregar una parte de lo que puede
producir a cambio de ciertos productos que no obtiene directamen-
te de su trabajo. Esta necesidad (que se ha convertido para él en
fuente de riqueza) es la única que reconoce, la única a la que admi-
te someterse lo cual significa que el hombre industrioso, como tal,
está sometido iínicamente a una sola ley, la de su interés.,
Pero, en torno de la sociedad circulan multitud de hombres Fa-
ráfitosi que, con las mismas necesidades y los mismos deseos que
l w otros, no han podido, como ellos, vencer la pereza natural, y
que, no produciendo nada, consumen o quieren consumir como si
produjesen. ResuIta forzoso que tales gentes vivan del trabajo de los
demás, bien porque lo reciban, bien porque lo cojan; en una pala-
bm, existen holgazanes, quiero decir 1adrones.2
Los trabajadores sth,pues, expuestos a verse privados del dis-
frute que es el objetivo de su trabajo. De este peligro resulta, para
ellos, una necesidad de carácter particular, el cual fomenta un traba-
jo distinto de los otros, aquel que tiene por fin impedir la violencia
y cuya ociosidad amenaza a la industria,

Hay actualmente en Francia muchos menos desocupados que había antes de la Revolu-
ción; hay muchos menos en Inglaterra que en Francia, muchos menos en America que en In-
glaterra; el número de desocupados ha disminuido siempre en razón directa del progreso de
la civilización, de modo que se puede entrever una época en la que no existirán en la socie-
dad hombres voluntariamente desocupados.
2 Los holgazanes que no son ladrones se hacen mendigos; esta úitima clase no es en abso- ;

luto menos despreciable y menos peligrosa que la primera.


Para la industria, un gobierno no es más que la realizacidn de es-
te trabajo. La función del gobierno esta relacionada con la ociosi-
dad; en cuanto su acción se ejerce &era de tal aspecto, se vuelve
arbitraria, usurpadora y, en consecuencia, tiránica y enemiga de la
industria; causa el mal que tenía como objetivo impedir. Ya que se
trabaja para sí, se quiere trabajar a su modo. Siempre que una ac-
ción superior y extraña a h industria se inmiscuye en la suya y pre-
tende gobernarla, la obstaculiza y la desanima. La acción de la
industria deja de existir en la proporción m c t a de la dificultad que
experimenta:' si los industriosos son susceptibles de ser goberna-
dos, no es en tanto que industriosas.
Al ser considerada la acción del gobierno como un servicio útil
a la sociedad, la sociedad debe consentir en pagar este servicio.
Cuando el navegante recorre los mares, no cultiva los campos;
cuando el que gobierna se ocupa de la seguridad de los que pro-
ducen, no produce nada; pero el navegante, igual que e1 que gobier-
na, paga su parte de trabajo útil. Tanto uno como otro merecen su
parte de los productos; la del navegante se eleva fácilmente por la
competencia; jcud debe ser la parte del gobierno?
La solución de este problema interesa por encima de todo a la
industria; pues si no hace los sacrificios necesarios, el servicio se re-
ducirá, y la seguridad que necesita no será completa.
Por otra parte, si a falta de datos suficientes para apreciar el va-
lor del servicio, paga más de lo debido, resultar&para ella un doble
inconveniente. Primero, sustrae a sus ocupaciones productivas una
parte de los capitales que necesita para prosperar; segundo, ofrece al
gobierno un exceso de fuerza y de acción que, seguramente, se des-
plegará hasta ella y se ejercerá en su detrimento.
La industria necesita ser gobernada lo menos posible, y para es-
to no existe más que un medio, que llegue a ser gobernada del mo-

Si la industria ha realizado, a partir de la emancipación de las comunas, progresos con-


tinuos, es porque la acción del gobierno ha disminuido sobre ella.
do a-ienos costoso. Búsquese en la so~iedaclIndustrial af hoinbrc
menos dotado de inteligencia, un hombre cuyas ideas no lleguen
mas all6 de sus asuntos domésticos y, despu&sde explicarle que los
impuestos que le gravan constituyen en gran -parte el salario de un
trabajo que le proporciona la tranquílidad y que impide que sea
molestado en el disfrute de sus propiedades, hacedle esta pregunta:
si h e s e posible obtencr con poco dinero las mismas ventajas que
hoy paga tan caro, jno estaríais de acuerdo?
Y si estuviera claro que pagando menos cara vuestra tranquili-
dad, ésta resultara, por esa razón, más completa y más segura, jno
seríais aún más partidario de lo barato? La respuesta de este hom-
bre no tiene duda. Pues bien, le diremos, eso es lo que queremos
procuraros, eso es lo que toda la sociedad naturalmente desea, eso
es lo que con ella queremos, tal es el objeto de nuestra empresa.
H a sido en América, combatiendo por la causa de la libertad in-
dustrial, donde he concebido el primer deseo de ver florecer en mi
patria esta planta de otro mundo; desde entonces este deseo ha do-
minado todo mi pensamiento.
Sin pausa, estudimdo la evolución de las cosas, me convencía ca-
da vez más de que el progreso de la civilización no tenia otro fin; y
apelaba con todo el ardor de mis deseos a esta palabra de libertad ver-
dadera, de felicidad pública verdadera; cada acontecimiento que me
parecía dirigirse hacia ello, constituía para mí una nueva alegría y una
nueva esperanza. Estalló la Revolución francesa; al comienzo apareció
con un carácter to&ente industrial, pero pronto lo perdió; tantos
generosos esfuerzos que debían producir la libertad, no produjeron
más que la tiranía de los jacobinos y el despotismo militar. Un tiem-
po más feliz ha comenzado a amanecer, se ha constituido, al fin, un
gobierno que ha anullciado querer corno base de su fiierra, la fuerza
misma de la opinión; desde ese momento, Francia ha reto~rzadoal sen-
tido común, a la libre discusión de sus intereses generales,
Para que esta discusión fuera tan completa como es necesario,
para que pudiera dar resultados a la vez seguros e importantes, una
(;o~~'iciónme pareció yrevianlenie ~iccesariciy esta condición la
creo cumplida.
Hemos descubierto en la sociedad dos clases de trabajadores,
aquellos que producen y los que protegen a los productores. Existe
una tercera, son los hombres que tienen como profesión la de me-
ditar sobre los intereses generales de la sociedad, son los escritores
políticos; ahora bien, es el gobierno quien posee la administración
de los intereses generales de la sociedad, es pues con el gobierno con
quien esta clase de trabajadores se halla naturalmente relacionada.
Td situación no ofrecería inconvenientes si el gobierno no recu-
rriera a los escritores más que como a un consejo, cuyos conocimien-
tos pueden esclarecer y facilitar sus trabajos. Mas no es así; el interés
de los gobiernos no reside totalmente en los intereses generales. Este
interés mismo, en cierto sentido es, por su naturaleza, opuesto a
aquéllos,4 por lo que no se apresuran a consultar lo que conviene y lo
que sería bueno hacer, sino a que se encuentre bueno lo que han he-
cho o lo que desean hacer; así los vemos ocuparse y emplear toda su
inauencia no para hacer hablar a la opinión, sino para formarla; en
buscar no a personas
- que discutan, sino a personas que aprueben y
demuestren; en una palabra, no consejeros, sino abogados.
Los escritores, se dirá, al no obedecer más que a la convicción,
no sirven más que a la verdad; la conducta del gobierno no es apro-
bada y aceptada por ellos más que cuando la consideran conforme
a los intereses de los gobernados. Lo creernos, basta sabemos que los
escritores que trabajan bajo la mirada y bajo la influencia del go-
bierno no trabajan, o al menos no pretenden trabajar, más que
para toda la sociedad; que se sentirían ofendidos si se pensase lo
contrario. Considerarnos que el gobierno es un mediador, cuan-
do menos infitil, entre quienes meditan sobre los intereses públicos
y quienes los sienten; entre los escritores políticos y la industria.
4La industria quiere ser gobernada lo menos posible, y los gobernantes desean necesaria-
mente gobernar lo mas posible; la industria quiere pagar lo menos posible y los gobernantes
desean obtener de ella la mayor cantidad posible de dinero.
138 GHEA IONESCW

-
La que m e 1:a8parecido necesario era que existiese un medio cle
stnrrla~este mediador ir*íítii. y muchas veces peligroso; era que se
establezcan relaciones directas entre la industria y la gente de ietras;
era que fos hombres liberales, los hombres que piensan que los go-
biernos no existen más que para los gobernados, no los gobernados
piif8 los gobiernos, no tuvieran que esperar como única compensa-
ciSn de un valor etil más que el aband~noy la miseria; en una pa-
labfa, era construir, al lado del favor y de la pro~éccióndel poder,
unat protección y un favor mcionales,
Esto es lo que la industria deseaba al crear la empresa de que tra-
tamos;s es con. esta característica como se presenta, es esto lo que
ofrece corrio su aportación personal en la asociación que propone, en
lu relación de la industt-?acomercial y manufacturera con la industria
!Ttrrrariray cienff'ca.
La industria hace causa común con fa literatura política. 1C)euna
parte, trabajos, de otra, sacrificios; he aquí los elementos de su
unión; es la candicibn, el vínculo de su comunidad. La industria lo
6%mmprendido y se compromete a apreciar los servicios que le
-prestala literatura.

La R ~ o t u c i hfrancesa comenzó por una pasión. La Revolución no


puede tmninar rnds que por &-a pasión Objeto verdadero de la

5 Al decir industria, todos saben perfectamente que hablamos de algunas de las mis im-
portantes empresas que, irnpuisadns por ef sentimiento del inta-6 general, realizan personal-
mente sacrificios que consideran útiles al bien comun; es así como se ha servido siempre la
utilidad común, y para servida hoy es e1 único medio qrie existe.
Ld industria no es m& que un iIni~0y vasto cuerpo cuyos miembros están interrelacio-
nados y son solidarios mtreres el bien y ei maE de a& uwa de sus partes afectm a todas las
dem6s; no hay más que un intefés, una nec&(tad, una vida. Pero si ei sentii~ieiltopertenece
al cuerpo entero, es fil~icamentela cabeza la que piensa por todo el cuerpo, es en ella donde
se forman las revoluciones, donde se dejan sentir las necesidades, donde se ponen de mani-
fiesto las voluntades.
* !, 11. yp. 163-168.
DE SAINT-SIMON
EL PENSAMIENTO PQL~TICO 139

RCYQZUCIOIZ. Edtrnmos en zrna revohcciú~ corndn a todo d g6na-o


humano.
Si examino cuál es la pasión que ha llevado a cabo la Rmfución
francesa y qué clase de la sociedad la ha experimentado más fuer-
temente, observo que es ia igualdad y que los hombres de la clase
inferior han sido los más vivamente impulsados, tanto por fa igno-
rancia, como por sus intereses, a entregase a ella con violencia. El
efecto de la pasibn de la igualdad ha sido fa destrucción de la orga-
nizacidn social que existfa en el momento de su estallido. Pregunto
ahora si, una vez que todo ha sido dem i do, jno es necesaria otra
pasión para acelerar los trabajos de una nueva construcción?; o
bien, con otras paIabras, ;cómo se pone fin a una revolucibn: por
una pasión o por una moderación?
Las costumbres adquiridas bajo las antiguas instituciones opo-
nen grandes obstácufos a h insdtwción de un regimen verdadera-
mente nuevo. Tal institucibn requiere grandes trabajos filos6ficos y
grandes sacrificios -pecuniarios. Únicamente una pasión tiene la
fuerza precisa para determinar a los hombres a realizar grandes es-
fuerzos,
La moderación no es una h e n o activa; es esencialmente timi-
da, y lejos de poseer en sí algo que pueda romper las costumbres
adquiridas, sólo tiende a mantenernos en ellas. La moderación
aconseja buscar un acuerdo entre las cos.tafntrres adquiridas bajo
instituciones arbitrarias y teulógicas y las ideas e insetuciones 1i-
berdes e industriales; ahora bien, estas iatimas, por la fuerza &e
los hechos, son exclusivas, y no paran mientras no se imponen,
mientras no se hayan desembarazado totalmente de esos elementos
extraiios, de esa herrumbre que entorpece el funcionamiento de sus
muelles, '

Se exagera cuando se afirma Que la Revolución francesa ha con-


sumado la ruina de los poderes teológicos y feudales; no los ha ani-
quilado; la Revolución francesa únicamente ha disminuido mucho
la confianza que existia en los principios que servían de fundarnen-
io a esos de tal modo que ya esos poderes iio tieiicii suh-
ciente berza y crédito para servir de vlncuiv a la saciedad. iErn qué

que la necesaria para impedir qr;e los trabajos útiles se vean en-
torpecidos; un gobierno en el que todo esté ordenado de forma
que los trabajadores, cuya reunión constituye la verdadera socie-
dad, puedan intercarrrbiar directmenk y con plena libertad los
productos de sus divrisos trabaios; un gobierno tal, en fin, que la so-
ciedad, bnica que puede saber 10 que le conviene, lo que quiere y
lo v e prefiere, sea tarnbign i:inico juez dd mérito y de la utilidad
de los trabajos; y en consecuencia, que el productor no tenga que
aguardar del consumidor más que el salario de su trabajo, la recom-
pensa de sus servicios, cualquiera que sea el nombre que le plazca
escoger.
En fin, no deseamos más que esdmcer y facilitar el curso nece-
sario de las cosas. Deseamos que los hombres hagan conscientemen-
te, a partir de ahora, medíante esfiierzos más directos y positivos, lo
que hasta ahora han hecho, podrlamos decir inconscientemente, de
manera lenta, indecisa y poco fructífera.
Durante la emancipación de las comunas, vemos a La dase in-
dustrial, tras haber comprado su libertad, conseguir crearse un po-
der político. T;il poder consislse en no acertar mas impuestos que los
que eíla consiente. La clase industrial crece y se enriquece poco a po-
co, y al mismo tiempo llega a ser más importante; y su existencia
social mejora en t i ~ i o slos aipcctas; rni;ntr<;s q u e las cl iscs que po-
dernos llamar tealógicas y feudales pierden continuamente conside-
ración y poder real, de lo cual concl~iyoque la clase industrial debe
continuar ganando y ocupando toda la sociedad,
721 es 12 ~L~CCGPÓZTde las cosas, a eso vamcs, y esas viejas institu-
ciones, que y2 no tienen ia berza de sostener 143 que ka>Éan C C ~ S -
truids, caerán ?ara siempre y d a s mismas desaparecer6n,
Hay revoluciones que d cairnieiizo no son más que particulares
y nacionales; hay revoluciones parciales y que afectan sOlo a dguanas
de las instituci~nessociales, Ess-tds sucesivas revoluciones coneribu-
yen a determinar m& tarde ima re~otucióngeneral.
Desde el punto de vista filosófiq desde que los árabes introdu-
jeron en Europa Ia cultura de las ciencias de Ia observación, y bajo
el punto de vista político, desde la emancipación de las comunas, el
espíritu humano camina evidentemente hacia una revolució~l
gneral; es decir, camina hacia Ia constitución de un estado de co-
sas en el que su eMstencla debe experimentar fina gran y gene-
ral mejora.
En la cadena de acontecimientos sucedidos en las dos notables
Ispocas que acabo de citar, se aprecian como más destacados mo-
mentos la revolución de Lutero, la revolucióii de Inglaterra bajo
Carlos 1, la expulsión de los Estuardo, la revolucf0n de América y
la de Francia; por lo que, en mi opinián, ha llegado el momento
en que se va a producir la revolución general, revolución común a
todos los pueblos civilizados, en cualquier lugar de la tierra en que
hcnbiten.
Los gobiernos no dirigirán ya a los hoanbres, sus funciones se li-
mitaráii a impedir que los trabajos útiles sean entorpecidos. No dis-
pondrán más que de escaso poder y dinero, pues para ese fin poder
y dinero escasos son suficientes, Los fondos necesarios para trabajos
de utilidad mayor o meno;, seriin proporcionados mediante sus-
cripciones voluntarias y los n~ismossuscriptores vigilarán la mane-
ra en que se empleen y administren sus fondos.
CARTA OCTAVA*

Búsqueda de zjn prirtcipio general en política

Seárahi púes, señor, de-encontrarun nuevo sistema de organizacidn


poIi&a.
. qué púnto se halla este trabajo?
Si &tara haber reuniúo gran hi'unero de materiales, se podría
de&, qye todo estaba terminado. Existen ideas numerosas adquiri-
das; ta%s ideas tienen hasta una especie de relación; pero jestd cum-
pma h cóndición más importante? 2% cuenta ,con un principio
h h e n t a l ? Un principio con\.énidd al que se haya llegado por las
vedades descubiertas ydei que se puedan deducir estas mismas ver-
dades he ahí lo que falta, he ahí 16 qué hay'que realizar.
De cuantos se han dedicado a ello, los sabios que han escrito so-
bre la economía política me parece que son quienes han realizado
los amabajos m& útiles, y considefo e1 Tratddo de economá~política
d$seiíor Say como el libro en ei que se encuentra mayor número de
ideas positivas coordenadas.
E&e autor, tan justamente famoso, es, en mi opuli6n, quien más
se ha acercado al objetivo, sin, rio obstante, alcanzarlo,
. Estas son las dos primeras ptiginas de su discurso preliminar.
Gon;tienen la concepción entera del autor, representan las ideas más
igme~l.~s, y, si puedo ecpresarkle asi, la filosofia de su obra.

U?a ciencia no realiza verdaderos progresos más que cuando se ha


llegado a detetrninu bien el campo al que pueden extenderse sus in-
vestigaciones y el objeto que deben proponerse; de otra manera, se eap-
t a por aquí y por allá un pequeño número de verdades, sin conocer
la relación, y se cometefl muchos errores, sin poder descubrir su fal-
sedad.

* 1, n, pp. 182-191.
* EL PEN9AMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON 143

Durante n-iurho tiempo se ha conft~ndidola política, propiamente


hablando, la ciencia de la organización de las sociedades, con la econo-
m h política, que enseña cómo se forman, se distribuyen y se consumen
las riquezas. Sin embargo, las riquezas Son esencialmente independien-
tes de la organización política. Bajo todas las formas de gobierno, un Es-
tado puede prosperar, si es bien administrado. Hemos visto enriquecer-
se naciones bajo monarquías absolutas, hemos visto arruinarse otras '
bajo consejos populares. S i la libertad política es más favorable d desa-
rrollo de las riquezas, lo es indirectamente, por lo mismo que es más fa-
vorable a la instrucción,
AL confundir en las mismas investigaciones los principíos que cons-
tituyen un buen gobierno y aquellos sobre los cuales se basa el incre-
mento de las riquezas, sean públicas, sean privadas, no es extraño que
se hayan embarullado muchas ideas en vez de esclarecerlas. Es la crítica
que se puede hacer a Stewart, quien ha intitulado su primer capitulo:
Del gobierno delgénero humano; es la crítica que se puede hacer a la sec-
ta de los economistas cn casi tados sus escritos, y a J. J. Rousseau en la
Enciclopedia.
Me parece que desde la obra de Adam Smith se han distinguido
constantemente estas dos doctrinas, reservando el nombre de economía
política a la ciencia que trata de las riquezas, y el de política únicamente
para designar las relaciones que existen entre el gobierno y el pueblo, y
las de los gobieríios entre ellos.

Vemos claramente aqui que el señor Say hace de la política y de


la economía política dos cosas distintas y diferenciadas; por otra
parte, aquellos que han leído su obra, o escpchado sus lecciones pú-
blicas, saber) que importancia otorga a la ciencia de que se ocupa, y
cuántas veces i~sisteen que s61o ella ha dado a la 1noral-y a la polí-
tica lo que una y otra tienen de seguro y de positivo.
Esta contradicción prueba que el autor ha sentido vagamente, y
corno a pesas suyo, que la economía política es el verdadero y único
fundamento de la política; pero no lo ha entendido de manera bas-
l ^ I
,tan@ segura, pyes si lo da,g e n t e ~ bien
h es verdad, en los detalles
de su obra, lo niega en sus consideraciones generales.
De todos modos, su trabajo ha prestado los más grandes servi-
cios. Su obra encierra cuanto la economh política ha descubierto y
demostrado hasta ahora; constituye en la actualidad el necplw ultra
de esta ciencia en Europa.6
Estas son, creo, las verdadesmás generales y, en consecuepcia, las
más importantes que aparecen a la luz del día:

1.Que la producción de cosas útiles es el único objetivo razona-


ble y positivo que las sociedades políticas pueden proponerse y, en
consecuencia, que el princjpio: respeto a Ea produccibn y a losproduc-
tores es infinitamente más fecundo que éste: respeto a la propiedad y
u lbs propietarias.
2, Que el gobierno siempre perjudica a la industria cuando se en-
trornete en sus asuntos; que la perjudica incluso cuando se esfuerza
para estimularla; de lo que resulta que los gobiernos deben limitar
sus cuidados a preservar a la industria de todo género de desórde-
nes y de contrariedades.
3. Que los prodúctores de cosas fitifes, siendo los únicos hom-
bres útiles en la sociedad, son los únicos que deben intervenir en la
regulación de su marcha; que siendo los únicos que realmente pa-
gan impuestos, son 10s únicos que tienen derecho a votarlos.
4. Que los hombres rio pueden dirigir jamás sus fuerzas unas
contra otras sin perjudicar a la producción; que las guerras, pues,
cualquiera que su objetivo sea, perjudican incluso a los pueblos que
resultan vencedores.

6 Antes de Smith, la economía politica, todavía en la infancia, se habia presentado hábil-


mente corno auxiliar de los gobiernos y confundida con ia política; pero $1 llegar a ser mis
fuerte por d poder de fa verdad y por la autoridaddel sentido común, por ftn adquirió un ca-
rácter más abierto y más decidido, y se dec1ar.ó independiente de la política.
Algo más de valor, un poco más de fdosofía, y pronto la economía politica ser4 situada en
su verdadero lugar; al principio, se había apoyado en )a política, pronto la politica se apoyará
en ella o, más bien, será ella sola toda la política. Este momento no está lejos.
5. Que el desep, por parte de u11 pueblo, de ejercer lan moaapolio
sobre los otros pueblos, es un deseo rnd concebido, pues un mono-
polio, al no poder ser adquirido y mantenido más' que por la fuerza,
debe disminuir la cantidad de producción del putlbfo mismb,que
disfrute de aquél.
6. Que la moral gana realmente al mismo tiempo que se perfec-
ciona la industria; que esta observación es verdadera, bien se exami-
nen las relaciones de pueblo a pueblo, bien las relaciones entre los
individuos; que, en consecuencia,la instrucción a difundir, las.ideas
a fortalecer en todos las espíritus, a hacer dominantes en todas par-
tes, son aquellas que tienden a aumentar en cada uno la actividad
pr<$uctiva y el respeto por la producci6n ajena.
7.Que dado que el género humano tiene un objetivo e intereses
comunes, todo hombre debe considerarse únicamente, en las rela-
ciones sociales, como enrolado en una compañía de trabajadores.
Tenemos ah-i,creo yo, señor, d sumario de todo5lo que podemos
llamar los hechos observados de la ciencia politica. Pero, iqué idea
general resulta de estos hechos? iA qué punto 'corntin ROS conducen,
ya que exclusivamente aquí podemos eaicontrar,.~10 encontraremos
necesariamente, el principio de toda política!
Existe un orden de intereses sentido par todos los hombres, los
intereses qtre pertenecen al mantenimiento de la vida y al bienestar,
Este orden de intereses es d único sobre el que todas los hombres se
entienden y en el que necesitan ponerse de acuerdo, el único sobre el
que deben deliberar, actuar en común; el ufiico alrededor del cual '

puede ejercerse la política y que debe ser tomado como medida úni-
ca en la crítica de todas las instituciones y de todas las cosas sociales.
La política es pues, para resumir en dos palabras, la ciencia de la
prodwcci6.n, es decir la ciencia que tiene por fin el o d e n de cosas más
favorables a todos los #nexos de prcaducción.
Un principio es un punto de salida. Si este punto que acabamos
de recoii~cer,y hasta el que hemos sido' conducidos por los hechos;
si este punto, digo, es real y bien .$ido, la política no se sitúa ya en
146 * GHITA IONESCU '

la ~aguedd-delas conjeturas; no está sometida ai capricho de las


circunstancias; su destino no está sujeto al de un poder, de una for-
ma o un prejuicio; su terreno es conocido; su manera es apreciada;
y la ciencia de 1% sociedades tienen desde &ora un principio; llega
a ser, al h* una ciencia positiva7
Que los poljticos filósofos tomen manto hay de verdades par-
tidares demostradas; que las apliquen, unas tras otras, a este princi-
pio que acabamos de alumbrar, y, rogándoles, ante todo, que juzguen
el principio por estas verdades que les pertenecen, les pediremos
seguidamente que-juzguen estas verdxdes por el principio que les
presentamos. Les preguntakmos si esas verdades no reciben del prin-
cipio una nueva fuerza y como una nueva existencia; por fin, les pre-
guntaremos si tal principio no es el más general, el más verdadero
j&s apuesto y en consecut'ncia, e! más fecundo en rsultadqs se-
guros y útiles. De otra parte, no se crea un principio; se le percibe y
se le enseña. Este que acabo de establecer ixo es resultado de mis tra-
bajos, se debe a esos escritores, a esos sabios de los que he hablado.
Ellos lo han formulado indirectamente en sus diversos tratados, sin
buscarle y sin verle. Yo no lo be establecido, mas lo he buscado, lo he
visto y lo proclamo.
Sin duda me diréis, señor, que hasta aquí no he realizado más
que la mitad del trabajo; y, que t r a haber alcanzado el principio por
la observación de los hechos, tengo que descender ahora a las expe-
riencias de este principio, y someter asi mi operación a su prueba.
La pienso como vos; pero, como esta última parte de mi tarea no es

NO de~conhremosbastante de las palabras cuando se trabaja sobre ideas, y creemos ne-


cesario alertar la atención del lector sobre esta palabra de principio, en el temor de que
se confynda (como es habituai) con la deprecepto. No afirmamos que la política, llegada a es-
te punto, tenga un precepto; afirmamos solamente que tiene un principio. Es posible que
&te principio llegue a ser un precepto, pero esto no coiresponde al fil6sofo. Una vez descu-
bierto y puma de manifiesto el principio, reso llega necesar'iamennte por sí mismo. Si el
principio es verdadero, se convertirá naturalmente en precepto, y el fondo encontrará su for-
ma: si es falso, no determinará ladirecci6n de ningún espfritu, y la forma no le proporciona-
r& una virtud que 61no posea por sí mismo.
otra cosa, en mi opiíi46n, que la discusifjn de todos los problemas
politicos; como eStos problemas son a los que me dedico, a partir de
este momento no diré nada que no sea un desarrollo y una aplica-
' ción de este principio, que, por el momento, me contento con haber

~.expueSto.
V. LA INDUSTRIA (2)

SITUACION POLÍTICA DE LA INDUSTRIA INGLESA*

ESDE HACE MUCHO TIEMPO, LA JNDUSTRIA DESEMPEÑA UN PAPEL


politico en Inglaterra; mas no ha obtenido-una
de manera franca, positiva y asegurada en la administración
de la cosa pública más que a partir de la 6poca y como efecto de la
Revolución de 1688. hora bien, en esa épocaael feudalismo y la teo-
logia poseian aún un gran dominio. La industria, al constituir su
poder político en td estado de cosas, tuvo que resentirse de esa in-
-fluencia antiindustriaí; así se encontrb en posición subalterna ,en
cuanto concernía a los grandes proyectos politicos. Dos tercios ,del
Parlamento inglés son esencialmente feudales; únicamente la Cá-
mara de los ~ o m u n e actíia
s con un espíritu industrial; y esas dos
partes feudales son.dos poderes.distintos. n i solamente en la Carta
< >

y entiasfonnas, sino también por los hechos y en la opinión. Los ga-


res, en Inglaterra,
., t
disfrutan be una particdar fuerza; todos tienen '
grandes posesiones territoríalm, privílegos, visallos: así, cada uno
de ellos ejerce sobre la cámara industrial una.presión ínuy dictin-
ta de la acción del rey, distinta pero no'menos contraria que ésta a
los intereses, a la marcha de la industria. La industria está, pues, en
minoría en el Parlamento inglés; tiene siempre que combatir dos po-
deres y, en consecuencia, resulta siempre dominada por ellos en las

.* 1817,11,1,pp. 49-61.
150 * GHITA IONESCU
medidas importantes que operan sobre la masa de la nación. No
puede cambiar nada en el plan politico general decidido por el po-
der del rey y por el cuerpo aristocrático. En una palabra, no parti-
cipa en las iniciativas que se refieren a las relaciones exteriores; en
todo esto domina el espíritu feudal. Asf hemos visto que, hasta aho-
ra, la política exterior de Inglaterra no ha sido en modo alguno di-
rigida en interés de la industria.
El espíritu que ha inspirado esta política ha sido la mania de las
conquistas, la pasión de dominar; pues bien, esto es lo que caracte-
riza esencialmente al feudalismo. El espíritu feudal es plenamente
guerrero; el espíritu industrial es necesariamente pacífico. Inglate-
rra, respecto a las potencias del continente, se ha mostrado siempre

La constitución inglesa ha concedido a la industria el derecho


de votar, los impuestos, la libertad de las personas y de las ideas, la
'EL'PENSAMIENTOPOLITICQ DE SAINT-SIMON 151

conservación de las propiedades. Tales hechos, que la Carta garanti-


za, los ha consolidado la industria del más completo modo, y el feu-
dalismo no puede ya inmiscuirse en ello. En todo lo que concierne
a la administración interior, un ciudadano inglés es realmente un
hombre libre; no teme ningún ataque a su propiedad y puede expo-
ner su pensamiento a la luz del día con perfecta sinceridad; dispone
de sus facultades con entera libertad. No tiene que temer una deten-
ción ilegal, una expoliación injusta. Estos importantes derechos con-
quistados por la industria en Inglaterra los defiende contra todas las
usurpaciones, porque todos Ios productores saben entenderse, por-
que una injusticia cometida contra uno de ellos es sentida y rechaza-
da por todo el cuerpo de la nación, por toda la clase industrial.
,4sí, la industria inglesa ha obtenido el máximo provecho posi-
ble de la situación en la que la fuerza de las circunstancias la habían
colocado; obligada a limitarse a un círculo estrecho, ha adquirido
todas las ventajas a las que podía aspirar.
Ha adquirido excelentes costumbres nacionales que le garantizan
para siempre la posesión de lo que ha sabido obtener; y en virtud de
estas costumbres interiores, la industria ha prosperado en Inglaterra,
mucho más que en las otras naciones, por muy contraria que la
política exterior del gobierno inglés haya sido a los intereses de la in-
dustria.
En resumen, vernos que la industria inglesa no ha podido irn-
pedir la acción del feudalismo, concerniente a la masa, pero se ha
protegido perfectamente contra la arbitrariedad que pesa sobre los
individuos.

SITUACI~NPOL~TICADE LA INDUSTRIA FRANCESA

La industria francesa se encuentra en situación completamente di-


ferente. Acaba de constituirse en una &pocaen la que e1 feildalismo
está aniquilado. Por lo tanto, tiene la ventaja en toda la adniinistra-
ción de los asuntos públicos. La Cámara de los pares no es de xnodo
152 CHITA IONESCU

alguno Cerrdal; no es aristocrática mhs que dc nombre y en la Carta,


pero n o en los hechos y eri la opinión. Los pases de Francia no po-
seen ni grandes propiedades territoriales, ni privilegios feudales, ni
vasallos. No subsiste n2da feudal, excepto la monarquía; y de hecho,
hay realmente dos c h a r a s industrides, es decir dos cámaras que
piensan y actúan en el sentido de los intereses de la industria. Los
miembros de la cámara flamada aristocrática no tienen más intereses
que aquéllos, no constituyen un poder distinto; son, propiamente ha-
blando, una extensión del cuerpo que representa a la industria. Se les
puede considerar, desde cierto punto de vista, como una extensión
del poder real, pues, en su mayoría, de él dependen en cuanto a sus
medios de existencia; pero esto no tiene más que un efecto momen-
táneo, por otra parte poco importante.
Aunque fuera verdad que un par que recibe los favores de la cor-
te votará siempre en el mismo sentido que la monarquía, es evidente
que sí esos favores le son suprimidos, votará en el sentido de la in-
dustria; mientras que en Inglaterra, un par caido en desgracia no
vota necesariamente por los intereses de la industria, ya que, como
par, tiene intereses antiindustriales, independiente totalmente de los
que pueda tener en calidad de cortesano.
Así, la industria francesa desempeña, por la influencia de la épo-
ca en la que entró a participar en el gobierno, un papel político más
elevado que el de la industria inglesa. En Francia, la industria no
tiene que luchar más que contra un solo poder; pues aun conside-
rando la Cámara de los pares como una extensión del poder regio,
cuando es más bien rrna extensión del poder industrial, siempre
sería verdad decir que en Francia no hay más que dos poderes polí-
ticos dis~ntos,el de la monarquía y el de la industria. De lo cual
resulta que la industria francesa participa de modo activo en los
grandes proyectos sociales, que posee una influencia directa en el
plano político general, en el plano que regula las relaciones exterio-
res, y que, en contra de su voluntad, no se puede emprender una
guerra desastrosa.
EL PENSAMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON 153

Se halla, pries, sii-tiacla en pociciór-t politica más iavorabte que la


$C la industria inglesa. Pero tal superioridad q-iieda bien compensa-
da por las ventajas de que carece, y que la industria inglesa posee en
sumo grado.
La industria no está constituida en Francia desde hace tanto
tiempo como para que haya adquirido ya buenas costumbres nacio-
nales. No posee ese espíritu público, ese sentimiento de comiinidad
de intereses que domina en Inglaterra, y que, a menos de ser produ-
cido momentáneamente por un exceso de entusiasmo, no puede
proceder más que del paso del tiempo. Todo francés ama la libertad,
la conservación de sus propiedades; pero aún no tenemos un senti-
miento de nuestros derechos tan fuerte, tan categórico, como el que
existe en el más sencillo ciudadano inglés. No sabemos todavía unir
intimamente el interés individual con el interés de todos. En Francia,
un acto arbitrario no es srrfrido más que por quien lo recibe; la ma-
sa no imagina siquiera que le interesa rechazarle; y hasta la víctima
de un acto arbitrario se resigna a ello sumisamente, salvo que se que-
je más tarde, cuando haya sufrido ya las más grandes vejaciones.1

1 En Francia, todo el mundo afirma que no se debe obedecer más que a las leyes, pero, sin
embargo, nadie piensa oponer la menor resistencia al más modesto agente de la autoridad
que se dispone a realizar un acto ílegal. No poseemos todavía ese espíritu de independencia
caracteristico de los ingleses. En nuestro país, la independencia no es más que un principio;
en Ingbterra es acción, y esta iiidependencia la llevan consigo a todas partes; en cualquier p.iís
i'stán prestos a resistirse a cuanto no emana de la ley. Entre los numerosos ejemplos que se
podrían citar, nos limitaremos a la anécdota siguiente, ocurrida en Francia recientemente:
Poco antes del 20 de marzo, un inglés adquirió el hotel de Noailles. A la llegada de Bona-
parte, como no había pagado más que una cantidad a cuenta,la administración consideró que
procedía ejecutar el decreto imperial concerniente a los bienes de !os emigrados y expulsar al
c~mpiador.
Ante la orden de abandonar el lugar, comunicada por el alguacil, el inglés respondió que
estaba en su casa y que el documento civil que le hacía propietario no podía ser anulado más
que por otro documento civil; que tal era la ley.
Al día siguiente, otro alguacil se presenta; misma respuesta que el día anterior, y termina-
da más o menos, en estos drminos:"Decid a aquellos que os envían, que no salgo de aquí más
que en virtud de una sentencia, buena o mala; que reclamo un juicio. Se dice que sois
libres en Francia, pronto sabré si lo sois. Voy a hacer lo que en parecida ocasión haría en In-
glaterra; la casa de un ciudadano es inviolable; mi casa será fortificada, mis gentes armadas,
154 ?SI. GHlTA IONESCU

Restlmiendo 10 que acabamos de decir sobre la industria france-


sa, vemos que, como efecto de la época en que se ha constituido en
parte d i gobierno, se encuentra en situaciún más favorable que fa
de & industria inglesa, pero no ha obtenido todavía de esta situación
todas 1 sventajas que de ella pueden derivarse; de tal modo que, aI . .
contrario de fa industria inglesa, posee suficiente influencia para
k p e d k l a acciitn de las arbitrariedadessobre las masas, pero no ha
adquirido afin las costumbres nacionales necesarias para preservar- '

se de la arbitrariedad relacionada con los individuos.

De cuanto hemos dicho hasta ahora, resulta que la industría inglesa


y fa industria francesa están en dos situaciones políticas diferentes;
que cada una posee un género de influencia particular en la direc-
ci6n desus respectivos asuntos.
La industria inglesa se ha preservado de la arbitrariedad sobre
10s individuos, pero no puede garantizarse de la que actXia sobre las
masassPos lo contxario, la industria francesa posee garantías contra
la ar'bi^trariedadrelativa a las masas, Y no sabe mesemarse de la oue
S I

pea sobre b s hd-ividu~s.:NO resulta de e1io que corresponde ai


mabgao kterés de L industria inglesa y de la hancesareunirse, com-
binar sus fuerzas? Como productores, los industriales de Francia y
de Inglaterra no tienen motivo alguno para odiarse; al contrario, se
ven apxoxirnados por los intereses generales de la industria; pero
además, en virtud de $u particular posición política, tienen el mayor
interés en coligarse. La industria francesa y la inglesa se encuentran,

y tiraremos sobre cualquiera que venga, como *o$, señor, a forzarme, en nombre de una au-
toridad que no es la de la ley".
Y, en efefto, la casa fue fortificada, las puertas atrancadas, las gentes armadas. El asunto
hizb mida, &e llevado a1Tonsejo de Estado; pero el: ingles se mantuvo tranquilo en su casa,
rQue francés se atrevería a mostrar semejante firmeza?
EL PENSAMIENTO POLfTlCO DE SAIWT-SIMON 155

en relación con los gobiernos de Francia y de Inglaterra, en situa-


ción tal,que lo que falta de fuerza política a una de ellas es poseído
por la otra, Reunidas tendrian, pues, todas las fuerzas; aisladas, con-
tinua& sufriendo las dos de que sus hierras no sean completas.
La coalición de todas las industrias nacionales es necesaria para ,

preparar la instauración del regimen industrial. Mas esta coalición


no puede crearse de pronto en todos los puntos del mundo civiliza- .
do; debe empezar por la unión de la industria francesa y de la indus-
tria inglesa, las qué, entre todas, tienen el mas evidente interés en
combinar sus esfuerzos, Su unión es posible, pues, otra vez, todos
los industriales son amigos; es ventajosa a cada una de ellas, pues las
fuerzas de que carece una se encuentran en la otra; además, como lo
hemos dicho muchas veces, la industria posee todas las fuerzas rea-
les. La industria inglesa y la industria francesa pueden y deben tener
la firme intencián de unirse y en su poder está coligarse. iQué obs-
táculo puede, pues, oponerse a esta unión? Ninguno, sino es la igno-
rancia de los medios para coordinar sus esfuerzos.

APÉNDICE

El cuerpo industrial se compone, como ya hemos establecido, de


dos grandes fadias: la de los sabios o industriales de la teoría, y la
de las productores inmediatos o sabios de la aplicación. En todo lo .
que acabamos de decir no hemos tratado más que de los industria-
les practicantes. Podemos hacer reflexiones análogas en relación con
los industriales teóricos.
La clase científica inglesa y la clase cientlfica francesa se hallan
también en situación tal, que aquello de que carece una es poseído
por la otra.
La industria teórica francesa está constituida, y la organizaci6n
del cuerpo docente írands, la academia de ciencias, está completa,
excepto la de filosofía que está ausente, que no podía no estarlo, pe-
156 GHITA IONESCU

rv que no lo estará por mucho tiempo. ;Qué falta a este cuerpo para
entrar con provecho en la liga Industrial general, para trabajar en la
constitución del régirne-z industrtal? ¡Una sola cosa! Ser libre, des-
prenderse de cualquier influencía d d gobierno. El cuerpo docente
inglés ba'cumpfido con esta cotrdici6nnLa Sociedad Real de Lon-
dres es libre; sus relaciones con la clase,de los productores inmedia-
t ~ son
s más directas, pero, por otro lado, su organización está lejos
aún de ser tan completa, de estar tan bien estructurada como la de
nuestfo Instituto.
Así pues, la industria teórica inglesa y la industria teórica fran-
cesa, del mismo modo que las dos industrias prácticas, poseen cada
una ventajas de las que carece la otra. Tienen pues, como las indus-
trias prácticas, sumo interés en uairse.
VI., DEL ESTADO ACTUAL
DE LA CIVILIZACIÓN"

TORGAMOS DEIvIASIADA IMPORTANCIA A LA FORPt4 DE LOS GO-


biernos; diriase que toda la po1itica estuviera concentrada
aquí, y que una vez bien establecida la división de los pode-
res, todo esté organizado como en el mejor de las mundos,
Hay en Europa dos pueblos que viven bajo el poder absoluto
de una única persona: se trata de los davleses y los turcos. Si hay
que señalar a l g b matiz, es qire en Dinamarca el despotismo es más
fuerte que en Turquía, ya que es legal, constitucional; y, sin embargo,
bajo la misma forma de gobierno j q ~ édiferencia en la condición
de los gobernados! No hay pueblo más infeyz, más vejado, mas apa-
leado, en m a palabra, más injusra y más costosmente administra-
do, que el pueblo tzdrco; mientras que no hay un solo puebIo en
el que la libertad este, de hecho, más extendida que en Diviamarca;
no hay un solo puebfo, s h exceptuar Iuglaterra, en el que se haga
sentir menos el poder arbitrario, en el que sea menos costosa la
administración. iDe qué proviene esta diferencia?Siri duda, no es de
fa forma de los gobiernos, pues esta forma es la irmisma en un lado
y en otro. Es preciso que la tiranía tenga otra causa, y la cailsa
es ésta: guardando todas las proporciones, el rey de Dinamarca es
el más pobre de todos los príncipes de Europa; el sultán es el más

*$1,1. pp. 81-84.


rico de todos, ya que es, en Turquía, el único propietario, el único
señor.
Este ejemplo es la prueba de que la ley que constituye los po-
deres g la forma del gobierno n o resulta tan importante, no tiene
tanta influencia en la felicidad d e las naciones, como aquella que
constiixye las propiedades,' y que regida el ejercicio de las mismas.
Qric nadie imagine, sin embargo, que deseamos sostener que la ley
que establece la división de poderes no sea esencial; estiunos lejos de
profesar semejante herejía. Ciertamente, la forma parlamentaria de
gobienno es mtiy preferible a todas las otras; pero no es inás que una
forma;,y la constitución de la propiedad es el fondo; pues es esta
Constxtución la que sirve, realmente, de base al edificio social.
Así, la cuestibn más importante a resolver sería, en nuistra opi-
nióh,Ja de saber de qué modo debe ser constituida la propiedad pa- '
ra el mayor bien de toda la sociedad, bajo el doble punto de vista de
la libertad y de la riqueza.
Pues bien, con esta cuestión general se relaciona la que vamos a
tratar aquí.
Mientras los consumidores tengan la fuerza de la mayoría en las
debberaciones en que se trata de establecer su parte, esta parte será
siempre muy grande, tan grande como ellos quieran, es decir, que a
pesar de vuestras formas parhmentarias seréis arbib.ariamente go-
bernados. Al contrario, desde el momento en que tos indtastrial~,es
decir las personas interesadas en la libertad y en la economía públi-
cas, se haym apoderado, exclusivamente, del derecho de votar los
1 No pretendemos decir que no se hayan ocupado del derecho de propiedad en el curso de
la Revolución. Ciertamente que se ha discutido este derecho cuando se han declarado los bie-
nes del dero de dorni~iionacional, pues esta decisión ha sido el resultado de hn debate sobre
el derecho de propiedad del clero; pero no se ha discutido de modo general el derecho de pro-
piedad buscando de que modo la propiedad debía ser constituida para el mayor beneficio de
la nación. Rogamos encarecidamente al lector no pierda de vista que siempre hemos declara-
do que el desorden nos parece el mayor de todos los males y que el mantenimiento del orden
exige, sea cual fuere el partido que se elija o el beneficio de que ello pueda resultar, que PO se
dé efecto retroactivo a una ley, pues, en este caso, los inconvenientesestarán siempre por en-
cima de-la utilidad.
EL PENSAMIENTO POL~TICO
DE SAINT-SIMON * 159
impuestos, entonces no darán más que lo que desean, y serán real-
mente libres para ejercer sus derechos en toda su extensión. Y una
vez más, ¿qué hay que hacer para llegar hasta aquf? Comprender
bien la naturalezz~delderecho de p o p i d a d , .y fundamentar este de-
recho del modo más favorable para el crecimiento de las riquezas y
de las libertades de ia industria. Y ésta es la condición que queremos
cumplir mediante la medida legislativa expuesta en el,escrito, .cuyo
examen entregamos a la opinión pública, es decir industrial,
La declaraci6n de los derechos del hombre, considerad&como la
solución del problema de la libertad social, en realidad no era más
que el enunciado. ¿Está resuelto este problema? ,jLo estará? Lo que
hay de seguro es que no es organizgndo, constituyendo o combinan-
do los tres poderes, como se podrá conseguir.

PROGRESOS POLfT1COS DE LA INDUSTRIA*

Para esclarecer las ideas políticas de los industriales, para conocer


qué conviene hacer hoy a la industria para su perfeccionamiento so-
cial, es necesario investigar en qué punto se halla la industria de su
carrera política en este momento y para ello es preciso echar una
ojeada al pasado, mediante una rápida recapitulación de los sucesi-
vos pasos dados por la industria hasta el presente.
Si retrocedemos en la historia de la industria hasta la época de
los griegos y los romanos, observaremos que en estos pueblos Ea cla-
se industrial era totalmente esclava de la clase militar.
La esclavitud de la industria se mantuvo bajo los guerreros del nor-
te, que destruyeron el imperio romano9y se instalaron en el occidente
de Europa, ocupando el lugar de los antiguos amos o vencedores.
Esta revolución que, a primera vista, parece no haber consistido
para la industria más que en un sencillo cambio de amos, tuvo para
160 * GHITA IONESCU

ella, sin embargo, considerable importancia dadas las felices conse-


cuencias de este cambio de dominación.
La esclavitud de la clase industrial cambió de naturaleza y llegó
a ser esclavitud de Ea gleba, lo que representaba una gran mejora. De
otra parte, al esparcirse los vencedores por el campo, los industria-
les, establecidos en las ciudades, no se vieron ya sometidos a la in-
mediata y continua inspección de los amos, lo que les resultó aún
más favorable.
Así pues, por estas dos razones, la conquista del imperio romano
por los pueblos del norte de Europa resultó ser el primer notable
perfeccionamiento que se producia en el destino de la industria.
El segundo progreso de la clase industrial consistió en su eman-
cipación.
Las ventajas que la destrucción del imperio romano determina-.
ron, como acabarnos de ver, para la indwlria, al permitirle cier-
to desarrollo, hicieron también que, paulatinamente, alcanzara el
grado de poder rescatar su libertad. Este rescate constituye el paso
más importante de los que la industria diera, así como de todos los
que posteriormente dio; fue el punto más capital para la industria;
represmtó el comienzo de su aistencia potz'tzca, que habríamos de
ver desarrollarse.
Este importante paso es conocido habitualmente bajo el nombre
de la emalzcipación de las comunas; expresión ésta muy adecuada,
pues las comunas y la industria son una sola y misma cosa; las comu-
nas, en sus origenes, estaban compuestas, en su totalidad, por artesa-
nos y negociantes establecidos en las ciudades. Hecho esencialísimo
de subrayar, y que no debe perderse nurtca de vista, a fin de forrnar-
se una idea justa de lo que hoy debemos entender por las comLtrzus.
Una vez que los indusaiales hubieron rescatado su libertad, la
situación mejoró, desde el punto de vista de que cada uno de ellos
escapó a la arbitrariedad directa del señor de que dependía antes del
rescate, lo que ciertamente constituyó un gran alivio para ellos. Pe-
ro estos rescatados permanecieron en masa bajo la dependencia de
EL PENSAMIENTO POLÍTXCO DE SAINS-SWON 161

sacerdotes, nobles y militares; se veían obligados a entregar gran par-


te de los productos de su trabajo y a soportar los continuos abusos
a que estaban expuestos. Ésta fue la forma e n que la industria se li-
beró de este segundo tipo de arbitrariedad.
Los privilegiados, que constituían, exclusivamente, la totalidad
del Parlamento, y que no tenían la menor intención de compartir
los poderes que ejercían, imaginaron llamarles diputados de las CO-
munas, es decir, de la industria, a fin de hacerles declarar lo que po-
seían, y de obtener, ordenando la percepción de impuestos, más de
lo que podían sacar de ellos por la vía de los abusos. Ése es el verda-
dero origen de las comunasparlamenta~as,que no guardan relación
alguna con las asambleas de soldados en el Campo de Mayo* que
existieron en Francia en época más cercana de su conquista.2
El establecimiento de esta costumbre debe ser considerado co-
mo muy beneficioso para la clase industrial, pues es el principio de
todos los éxitos polticos que ha conseguido desde entonces. Sin em-
bargo, al. comienzo, las comunas, es decir, la industria, consideraban
como una carga desagradable la obligación de enviar diputados al
Parlamento, ya que estos diputados no gozaban de ningún derecho y
su misión se limitaba a declarar a cuánto se elevaban las riquezas
de sus representados. Pero las cosas no quedaron ni podían quedar
ahí. La industria, a pesar de los abusos y las vejaciones de todo gi-
nero que sufría por la parte de las clases rnilitar y fiudal, consiguió
enriquecerse a fuerza de trabajo, paciencia y economía, Adquirió
importancia y consideración porque llegb a ser muy numerosa; por-
que los matrirnoralos entre industriales y militares asociaron, por in-
tereses, a imchos miembros de la clase rnilita~con miembros de las
comunas, Por éstas y muchas otras razones, pero, particularmente,
porque la indusaia supo hacer co~nprendera los militares que po-

" Campo de Mayo, asamblea política bajo la dinastía de los carolingios.


2 Se nos acusará, ciertamente, de confundir en nuestra recapitulación lo oc~irridoen
Francia con lo ocurrido en Inglaterra. A lo cual respondemos que no se trata de un problema
nacional, sino más bien europeo.
162 GWTTA IONESCU

dían obteqer de ella mucho más dinero, al tiempo que le hacía


pagar menos, en una palabra, por la capacidad financiera que de-
mostró la industria, y que presentó a los militares como una posible
utilidad para ellos, obtuvo de éstos que las comunas tuvieran voz de-
liberah'va en el Parlamento.
Ese gran paso dado por la industria merece que se le preste aten-
ción; porque representa, eil cierto modo, el comienzo de una nueva
era para el género humano. A partir de ese momento, la ley del más
fuerte cesó de ser la única ley; o más bien, la fuerza y la astucia cesa-
ron de ser los únicos elementos que participaban en la formaciór~de
la ley; el interés general comenzó igualmente a ser consultado.
El otro paso dado por la industria, tras el que acabamos de men-
cionar, el último paso dado hasta el momento, desde un punto de
vista puramente politico, es posterior a la Revolución inglesa. $e tra-
ta de la costumbre que se ha instaurado de que la Cámara de los co-
munes sea la única que vota el presupuesto, ella sola y con exclusión
de cualquier otro poder. A partir de ese momento, la gran revolu-
ción de los europeos habría quedado concluida si, de un lado, las co-
munas de Inglaterra no hubieran estado representadas más que
por miembros de la industria; o si, de otro lado, la industria inglesa
hubiera comprendido, por la evidencia de los hechos, que se encon-
traba más íntimamente ligada por intereses con los industriales de
otros países que con los ingleses pertenecientes a la clase militar o
feudal.
Pero en esta época, el feudalismo poseia una gran fuerza, y la in-
dustria que conocía mal sus intereses y el camino que debía seguir, se
dejó dominar por el espíritu feudal, que es esencialmente un esplritzl
de conquista.
El orden natural de las cosas, la marcha de la civilización; han
reservado la gloria de culminar la gran revolucián a 1%industriafran-
cesa que, al haber dado el paso de que hablamos después que la
industria inglesa, lo ha dado de modo más completo y decisivo, ob-
teniendo este éxito en una época en la que el feudalismo estaba de-
EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE SAINT-SIbKON a 163

clinando y la industria podía reconocer fácilmente cuáles eran sus


intereses y proseguir un camino bien calculado.
Concluimos aquí nuestra recapitulación del pasado polftico de la
industria. Echemos un vistazo a los éxitos civiles que ha obtenido
desde que la Cámara de íos comunes se ha visto dotada del derecho
exclusivo de votar los impuestos.
La importancia adquirida por la industria, desde esta época es
incalculable. Lo ha invadido todo; se ha apoderado de todo. Perfec-
cionando sus productos, ha acostumbrado a los hombres a unas
satisfacciones que han llegado a ser para ellos necesidades. Pero,
sobre todo, es el gobierno el que ha llegado a ser tributario de la in-
dustria; es sobre todo el gobierno quien se halla bajo su dependen-
cia. iQuiere el gobierno hacer la guerra? Procurarse asesinos no es su
principal preocupación; se dirige a la industria, primero para obte-
ner dinero, y después para procurarse todos los objetos que nece-
sita y que compra de la industria, con el dinero obtenido de ella. La
industria le suministra cañones, fusiles, pólvora, uniformes, etc. La in-
dustria se ha apoderado de todo, hasta de la guerra.
Por un efecto dichoso y necesario de perfeccionamiento del ar-
te militar, la guerra se ha puesto, cada vez más, bajo la dependencia
de la industria, hasta el punto de que hoy la verdaderafuerza militar
ha pasado a manos de los industriales. Ya no son los ejbxcitos los que
constituyen la fuerza militar de un país, es la industria. Hoy, los ejér-
citos (y por ejército hay que entender el conjunto de los guerreros,
desde el simple soldado hasta el más eminente jefe), los ejércitos, de-
cimos, no cumplen más que funciones subalternas, pues su mérito
no consiste más que en emplear los productos de la industria; el
ejdrcito mejor aprovisionado es siempre el que obtiene la superiori-
dad, a menos de una total incapacidad de sus generales. Y la Revolu-
ción francesa ha demostrado, perfectamente, que esta capacidad del
general no es tan dificil de encontrar, ni tarr dificil de adquirir; in-
cluso podemos observar que la capacidad militar, al menos para los
cuerpos que constituyen hoy la principal fuerza de los ejércitos, y de
164 GHITA IONESCU

los cuales en gran parte depende el éxito de las batallas, es un pro-


ducto de la industria tedrica.*
La industria se ha apoderado, igualmente, de las finanzas. Hoy,
en Francia y en Inglaterra, es la industria la que proporciona los an-
ticipo~precisos para las necesidades del servicio pdblico, y en sus
manos es donde se vierte11 los productos de los impuestos. De este
compendio de la marcha y de los progresos de la industria resulta:
1. Que, desde el punto de vista político, la clase industrial, en su
origen esclava, ha elevado gradualmente y ensanchado su existencia
social, y que, en fin, se encuentra en condiciones de apoderarse del
poder general, ya que la Cámara de los comunes, al haber sido in-
vestida del derecho exclzisivo de votar impuestos, posee, por esto mis-
mo, el gran poder social, del que dependen todos los otros; y que, en
consecuencia, si el gran poder politico no está todavía entre las ma-
nos de la industria, esto se debe, únicamente, a que la Cámara de los
comunes no está aún constituida en su mayoría, como debiera es-
tarlo, por miembros de las comunas, es decir de la industria.
2. @e, desde el punto de vista civil, la fuerza real reside hoy en
la industria, y que la clase feudal se ha situado, respecto a todas sus
necesidades, bajo la dependencia de la industria.

DE LO QUE HA RETRASADO HASTA AHORA


LA MARCHA DE LA INDUSTRIA

Si la marcha de la industria ha sido muy lenta hasta ahora; si hasta


hoy la industria, a pesar de sus numerosos e importantes éxitos, se
encuentra, de hecho, con que no tiene más que una existencia subal-
terna, y si Ia sociedad es aún gobernada, en gran parte, por la clase
feudal, o al menos por el espíritu feudal (lo que significa
casi lo mismo), la razón se halla en que, basta el momento, las co-

* En el original, est un produit de i'industrie théorique.


EL PENSt-\VIIENTOPOLÍTICO DE SAINT-SIEVION bs 165

munas no han tenido principios propios; en que no han realizado


progresos y obtenido éxitos m6s que por una especie de instinto
prdctico y de rutina.
Por principios de la industria, entendemos aquí el conocimiento
del modo en que la industria hará uso del poder. Hasta el presente ha
fallado este conocimiento, que no es más que un plan politico, con-
cebido desde los propios puntos de vista de la industria, y combina-
do en sus intereses. Ahora bien, es evidente que ese conocimiento
resulta imprescindible a la industria para que el poder general pueda
pasar a sus manos, y mientras ha carecido de principios, la industria
ha desempeñado únicamente una función subalterna.
La clase militar o feudal posee principios propios, y por ello ha
conservado el poder general. Pero a falta de principios propios, la in-
dustria, hasta ahora, no ha hecho y no hace más que ejercer una nc-
ción crítica en relación con las maniobras feudales; ni ha sabido, a su
vez, tomar la iniciativa y dar el impulso.
Todos sus principios se reducen al vago deseo de ser bien gober-
nada, es decir de ser gobernada de modo conforme a sus intereses;
pero resulta evidente que este deseo, sin el conocimiento de los me-
dios de gobernar de acuerdo con los intereses de la industria, no
puede conducirle a nada más que a una acción crítica.
Los principios que durante tanto tiempo han faltado a las comzr-
nas han sido elaborados, al fin, por el inmortal Smith; pues estos
prifzcipios no son otros que las verdades generales que proceden de
la ciencia de la economía política.
Desde hace más de cuarenta años, los hombres de mayor mérito
hacen de estos principios su Unica ocupación; de un lado, preparan
el trabajo y, por otro, predisponen a la razón pública a recibir favo-
rablemente esta importante innovación; le preparan para que pue-
da deliberar sobre los asuntos de Estado, absolutamente del mismo
modo que sobre los intereses de un particular; a considerar una aso-
ciación nacional como una empresa industrial que tiene por objeto
procurar a cada miembro de la sociedad, en proporción a su dinero,
A-

ja mayor mmodidad y bienestar posibles. No se puede por menos


quc admlrer la sagacidad desplegada por los sabios economistas en
este trabajo, y la perseverancia con la que nos han despejado un ca-
mino enteramente nuevo hacia la felicidad y la libertad.
Smith, tras haber observado los procedimientos empleados en
las diferentes empresas
- indust7lafes, ordena sus observaciones; crea
un cuerpo"de-conocimientos; generaliza sus ideas; establece princi-
pios; crea una ciencia fundada en el arte de adquirir riquezas; del
mismo modo que Aristóteles había creado una pokrica, de acuerdo
con sus observaciones sobre las obras de los poetas que le habían
precedido.
Una circunstancia curiosa a observar, es que el libro de Smith fue
recibido con suma atención por todos los gobiernos. iPdiz ceguera la
de los gobiernos que se han basado siempre en lafuerza de las bayo-
netas! ]Admirable sagacidad la de aquellos que aspiran a susiraerse
de la acción de la fUerza y que tienen como fin suprimir su uso abu-
sivo por los gobiernos!
El libro .de Smith representaba la crítica más fuerte, más directa,
más completa que jamás se haya hecho del régimenfeudal; cada una
de sus páginas contenía la demostración de que las comunas o la in-
dustria eran devoradas por este régimen que les resultaba inútil
bajo todos los conceptos, que, tal como estaban constituidos, los go-
biernos aspiraban continuamente a arruinar a los pueblos, ya que no
hacían mas que consumir, mientras que el úríico medio de enrique-
cerse era producir.
Su obra puede ser considerada como una serie de detalladas re-
futaciones de todas las operáciones de los gobiernos, y, puede ser
estimada, en su conjunto, como una demostración de la necesidad
para los pueblos de cambiar los principios y la naturaleza de sus go-
biernos, si deseaban dejar de vivir en la miseria, si deseaban disfru-
tar de la paz y de los frutos de sus trabajos.
Esta obra contenía, al mismo tiempo, la prueba de que una na-
ción, para adquirir el bienestar, tenía que proceder del mismo rno-
EL PENSAMIENTO POLITIC0 DE SAINT-SIMON 167

do que los manufactureros, que los comerciantes que todas las pcr-
sonas que ejercen una industria cualquiera, y que, en consecuencia,
el presupuesto de una nación que quisiera ser libre y rica, tenía que
establecerse según los mismos principios que los del presupuesto
prticular de cualquier casa indtrstrial; que el único objetivo sensa-
to que podía tener una nación era producir lo más posible, con los
menores gastos posibles de administración.
El señor Say reorganiza las ideas de Smith; las clasifica de mane-
ra más metódica; da, más de lo que había hecho ya el inventor, un
carácter de doctrina a su trabajo; añade nuevas consideraciones a las
de Smith, e intitula su obra: Tratado de economía política.
En el señor Say, la crítica de la conducta de los actuales gober-
nantes adquiere un carácter más evidente; la comparación entre los
principios de la administración militar y los de la administración in-
dustrial está hecha de forma más directa.
Smith había insinuado en el mundo, bien moderadamente, la
ciencia que había creado; la había presentado como un medio para los
gobiernos de enriquecerse; no la anunciaba más que como una cien-
cia secundaria, como un auxiliar, una dependencia de la política,
El señor Say ha dado un paso más que Smith, desde el punto de
vista filosófico; ha establecido, al comienzo de su obra, que la econo-
mia politica es distinta e independiente de la politica; afirma que la
primera pose,e una base propia, totalmente diferente de aquella so-
bre la que se apoya la ciencia que tiene por objeto organizar a las na-
ciones.
Siempre la misma ceguera por parte de los gobiernos más des-
pótico~;se apresuran a hacer traducir la obra de Say, y a crear cdte-
dras de econornia política; cátedras en las que se demuestra que el
gobierno feudal y militar (que es, más o menos, el de todos los pue-
blos de Europa), es un gobierno atrasado en relacióri con el estado de
los conocimientos, ruinoso para los pueblos, y que no les es útil bajo
ningún concepto; en el que se demuestra que el preszipucsto, conce-
bido según los intereses de ese gobierno resulta un absurdo; que el
168 2 5 GHIITA IONESCU

presufluesto de una nación debe ser formado del mismo modo que
el de Yna sociedad que crea una empresa irrdustrial; que una nación
debe organizarse rnecesan~merrtepara uno de estos dos objetivos, el
de robar o el de proda&?;es deck qqt; debe tener carácter militar o
carácter indus~~-inrl,bajo pena de no sei. sino una asociación bastardo,
si no se pronuncia rotundamente en uno de estos dos sentidos.3
Al llegar a esta fase del trabajo que debe proporcionar a la in-
dustria los principios destinados a servirle de regla, no queda más
que una cosa que hacer por alcanzar la meta: que' el conocimien-
to de la economía polz'tica se propague generalmente entre Tos in-
dtlstriules. Es triste considerar lo que, sin embargo, es verdad con
demasía, que una ciencia tan útil, tan necesaria a la industria como
la economz'a polirica, que una ciencia que es la kjeencia propia de la
industria, sea, no obstante, la menos conocida de todas las cien-
cias existentes.

- - .- - - - -. " -
DEL PASO QUE DEBÉ DAR HOY LA INDUSTRIA

De acuerdo con lo que acabamos de establecer, la industria posee


hoy la fuerza real y, además, los principios de que carecía, o que, al
menas, le es muy fácil adquirirlos, puesto que ya existen.

3 Esta iütima idea, bella y iitil, se debe al e o r Comte; fue éi quien primero afirmó que un
pueblo se halIa en una falsa sítuacibn política, en una situación tal que sus esfuerzos se destru-
yen mutuamente en grah parte, cuando no se pronuncia rotundamente por ei carácter militar
(es decir, ladrón) o pot. el carácter indtistnal (es decir, pacífico). Es el señor C ~ m t quien,
e en un
excelente trabajo, ha establecidoque los romanos estaban totalmente orqanizztdos para la gue-
rra; que todasnis instítucionéscontribuían a proporcionarles la mayor fuerza militar posible.
Es él quieri ha demostrado cbmo los romanos habían obrado en relaci011con el espíritu y los
conochientos de su &pocaEl seiior Comtr ha demostrado tambi6n que los pueblo^ modernos
se hallaban retrasados en relacilin con los conocimientos de su siglo, y que resultaban total-
mente inconsecuentes en su conducta al enttegar fos principales empleos y la suprema direc-
cidn de los asuntos a los militares, al mismo tiempo que expresaban un fuerte deseo de enri-
quecerse mediante el comercio y una pronunciada Intencibti de liacer florecer la industria.
Nos aprovechamos con tanta más prontitud de esta ocasibn de rendir justicia al talento del
sefior Comte, dado que Cste estirnablept~blicistaacaba de paar por graves contriiriedades.
EL PENSAMIENTO POLITIC0 DE SAINT-SIMON tg. 169

Si éste es, como pensamos, el verdadero punto .en que actual-


mente se encuentra la indz1strin en su carrera política la qué se debe
que la direeci6n dé la suciedad no haya pasado aún 5i sus manos?, ide
dbnde proviene que no se instaure el régimen industrial y que sub-
sista todada el rtjgimen feud~ly militar? Proviene, en.primer lugar,
del' desconocimiento aún general de los principios ind~strinles,y de
que, en cónsecuencírr, no han podido adquirir el crédito que debe
darles la confianza y la fuerza; y, en segundo lugar, de que la fuerza
real, y b s principios' no bastan, como se pudiera pencar a primera
vista, para cjue la industria se constituya en la cabeza de la sociedad;
necesita aun de un medio, y 'un medio legal; para hacer. pasar el po-
der a sus manos. Por no conocer este medio, la industria cuando ha
intentado apoderarse del poder, no ha empleado, y no ha podido
emplear, más que k insurrección. Pero la imuruección es, ante todo, el
más insuficiente de todos los medios; y además, este medio es total-
mente contrario a los intereses de la industria, pues, para ella, todo
empleo de la-fuerza-representa-u11mal,-y-es la-industrialamás afec-
tada por los desórdenes populares, ya que las propiedades industria-
les son, de todas las propiedades, las más fáciles de destruir.
Asi, después del problema resuelto por Smith, de la producción
de los principios adecuados para guiar la marcíza de la industria, el
problema que con toda evidencia quedaba por resolver, en interés de
los progresus de la industria, era éste: hallar un medio legal para que
el gran poder politico pase a manos de la indwtrla.
No se precisan ni grandes fiierzas de inteligencia, ni demasiado
trabajo para imaginar un medio insurreccional; pero encontrar un
método legal ofrece muchas más dificultades. A resolver este proble-
ma nos dedicamos, persuadidos de que esta solución es la única
cosa de que carece la industria, el xínico paso que le queda por dar
para determinar el establecimiento del régimen industrial, que es el
objetivo de todos los esfuerzos que las naciones civilizadas han rea-
lizado desde hace fnás de seis siglos, y el fin de la gran revolucibn eu-
ropea que se prepara desde hace tanto tiempo.
170 CFIIT/\ IONESCU

Creernos firmemente haber hallado esta solución, y pensamos


que la medida propuesta alcanza dicho objetivo; porque esta medi-
da tiene inevitablemente por efecto, al cabo de cierto tiempo, la for-
rnaci6n de la Cámara de las comunas, compuesta en su totalidad, o
al menos e n su gran mayoria, por miembros de las comunas, es decir
de la industria; y por otra parte, al poseer la Cámara de las comu-
nas el gran poder político, puesto que tiene el derecho exclusivo de
votar el presupuesto, de ello se deduce que la medida propuesta de-
be hacer pasar el gran poder político a las manos de la industria, y
esto de modo totalmente legal en plena conformidad con la Consti-
tución existente y, ademls, sin ningún cambio brusco, ya que esta
medida, por su misma naturaleza, no puede producir su efecto más
que gradualmente. Por estas consideraciones, estamos plenamente
convencidos de que la adopción de la medida es el paso que tiene
quedar hoy la-industriayque, en co~secuencia,esta adopcidn ten-
drá lugar, tarde o temprano, conforme a esa ley general, confirmada
por todas h s observaciones históricas, de que nada puede detener
de modo duradero los progresos de la civilización.

CONDUCTA DE LOS LEGlSTAS DURANTE EL CURSO


DE LA REVOI~UCX~N
FRANCESA, COMPARADA
CON M DE LOS INDVSTRIALES

Conducta de los legistas

Despu6s de haber facilitado al lector, en los dos capítuIos precedentes,


la rápida comprensión del historial de los tribunales y el de la industria,
nos parece que dejaríamos incompleta la relación que importa esta-
blecer, si n o terminamos la comparación de la conducta de los legistas
y la de los iinduslrial'es durante el curso de la Revolución francesa.
;Cuál ha sido la conducta de los legistas?; en primer lugar, son
los girondinos los que han derribado al antiguo gobierno; ellos quie-
EL PENSAMIENTO POLITICO DE SAINT-SIMON 5.1 171

nes han instaurado la república; ellos los que han impedido la reor-
ganización de la monarquía; y este partido, conocido con el nombre
de girondinos, tenía por jefes a Guadet, a Vergniaud y a Gensonné,
los tres legistas, los tres abogados.
Derribado el antiguo gobierno, fue Robespierre quien se apode-
ró del poder; y, iqué era Robespierre? Otro legista; sus principales
ayudantes lo eran también. Hubo comités de salvación pública y de
seguridad general totalmente poblados de legistas. Un hecho cons-
tante es que son los legistas quienes han gobernado a Francia duran-
te la época más turbulenta y más penosa de la Revolución.
También eran ellos quienes administraban las asambleas de pro-
vincia, las de distrito, y aquellas de las ciudades llamadas municipa-
lidades; todas estaban dirigidas por ellos.
No se limitaron a apoderarse de los poderes legislativo, adminis-
trativo y ejecutivo; sino que llegaron también a dirigir el impulso po-
pular. Proporcionaron jefes a los jacobinos; crearon un club, el de los
Cordeliers;" en fin, integraron, casi exclusivamente, todas las mesas
de las diferentes sociedades populares de ese infeliz tiempo.
Así, del mismo modo que hay que reconocer que el régimen del
terror ha sido inventado por los legistas, duerios de todo, y por ellos
fundado sobre las ruinas del antiguo orden de cosas que habían des-
truido, también hay que reconocerles como los instigadores, los re-
guladores y, hasta cierto punto, como los ejecutantes de tantas atro-
cidades que marcaron su siniestra invención.
Guiados siempre por el mismo esprit de corps, el de la domina-
ción, no se desmienten en ninguna de nuestras grandes crisis polí-
ticas. Necesitan del poder a cualquier precio; y para obtener el ma-
yor posible, como nuevos Proteos, saben adoptar todas las formas
según las circunstancias. Sigamos su marcha.

" Fue una asociación de Amigos de los Derechos del Hombre constituida en 1790. Deseni-
peñ6 un papel activo en el movimiento contra la monarquía en 1792 y en el establecimie~ito
del "reino de la Razón". Este club desaprob6 a Danton y atacó a Robespierre; sus jefes fueron
guillotinados el 24 de marzo de 1794.
Surge Bonaparte y se apodera, a su vez, de Ja suprema autoridad.
Inmediatamente, este mismo cuerpo de legislas, que aún la víspera
profesaba el republicauiis~zomas furioso, que acababa casi de inven-
tar esta frase memorable g¿xntsiempre, escrita en gruesos caracteres
sobre toclos Los muros, cri rrsdss los edificios públicos: Unidad, indi-
visibilidad de la repúblicrr; liSermd>igualdad fraternidad o la muerte,
fue uno de los priineros en doblegarse ante el idolo. Se trataba de ver
S más diligencia para servir y
quién de entre ellos msctrdba I ~ S celo,
~ o ~ ~ s o l ila
d anueva
r potencia, Cambackr&sxcreó el papel del lugar-
teniente civil de un déspota u~ilitar.En esta época, los discursos de to-
das las c<irtesde justiaa, de todos los tribunales, han demostrado
que el despotfsmo conveníz totalmente af espiritu de nuestra legisla-
tura. Nada mis curioso sobre ef. particular qtie L~XI opÚscu10 que
apareció a la calda de NapoleUn, bajo eX titulo de Orzzción fiínebue
de un gran hombre, por una sociedad de hombres de letras; estaba
compuesto de todos los pasajes aduladores, de todas las mkimas es-
peciosas y erróneas salidas de la boca o de la pluma de estos seres
versátiles, que no dudan jamás en sacrificar todo a su interés parti-
cular; y como cada frase iba acompañada del nombre de su autor,
era fácil convencerse de que 1a mayor parte de la obra pertenecia
también a los legistas.
Sin embargo, Bonaparte es derrocado corno consecuencia de
una reacción militar; se restablece el antiguo gobierno, el ciierpo
de los legistas cambia de le~~gu-e,p no demuestra menos ardor en
servir al poder, para restringir las libertades del pueblo; su modo de
interpretar la Carta es siempre nntiliberal.
La Revolución ha proporcionado al cuerpo de legistns la ocasión
de demostrar el espíritu que le anima: hay una sed insaciable de 110-
der, hasta el punto de que poseerlo como subalternos llega a ser el
objeto de sus deseos y de sus esfuerzos, cuando no pueden ser los

* Juan Jacobo de Cambacérks, duque de Parma, jurisconsulto y hornbre de Estado fran-


cks, segundo cónsul, archicanciller del Imperio. Participó en la redacción del Código civil.
duefios absolutos. Dejará de asombranlos esto si nos hacemos la re-
flexi6n de qile tos emperadores romanos, los déspotas más grarides que
jamás hayan existido, son los inventores de la ciencia profesada por
los legistas, así como de los principios de derecho que se encargan de
haer aplicar.

Conducta de los industriales

Los Endusfriales no han descrnpefiado ningiin papel; activo en el cur-


so de la lievoluciiin; no han gobernado nada, no han administrado
nada de los asuntos públicos; no han intentado de modo alguno
apoderahse del potier; no han coinetido ninguno de los arbitrarios
actos que han hecho esta época tan terriblemente famosa; al contra-
rio, es a ellos a quienes estos actos causaron el mayor daño. En este
intervalo, los industriales han perdido dos veces sus capitales; la ley
mnximum" les arrebató el capital la primera vez; vino luego, bajo
Bonaparte, la ley que hizo quemar Las mercancfas inglesas y que
arruinó a Ia industria por segunda vez,
Los industriales que no buscaron apoderarse del poder, cuando
sucuruabió el antiguo gobierno, han mostrado similar indiferencia
en cuanto a convertirse eii instrumentos de los diversos poderes que
desde entonces se han sucedido.
El espíritu político que han mostrado los industriales, desde el
origen de su corporación, es decir, desde la enzancipación de las
comunas, el que han manifestado durante todo el curso de la Revo-
lucibn, en fin, el que profesan aún hoy, y de acuerdo con el cual ac-
t ú a , es una conducta en Ia que se proponen constantemente corno
objetivo: 1 ) evita toda conmoción política y, en consecuencia, no
cambiar la forma de gobierno, cualquiera que ésta sea; 2) limitar la
acción del poder y reducirla lo más posible; 3) disminuir los gastos
del gobierno y cualquier mal empleo de los impuestos.
* Primera ley del maximum de mayo 1793, revisada en septiembre del mismo año -abo-
lida en diciembre de i794-; establecía un precio máximo para los bienes esenciales.
186 * GHITA IOIVESCU
volución. La ley del interés común ha sido reclamada por el
no respecto a los productores, pero únicamente con la intención de
despojarles.
El rnarrimurn, las incautaciones, la quema de las mercancZas ingle,
sm3el monopolio del comercio de los productos coloniales, ejercido por el
gobierno son invenciones revolucionarias, puestas en práctica por Ro-
bespierre y por Bonaparte.
Se me dirá que si el poder ejecutivo se ha encontrado en manos
de los militares, el poder legislativo no ha dejado de tener influencia
y que los militares no han estado nunca en mayoría en la Cámara de
los representantes.
A lo que respondo: algunos cultivadores, algunos manufactu-
reros, algunos negociantes, así como ciertos attistas y sabios han
sido, efectivamente, designados diputados en el curso.de-laRevolu-
ción, pero jamás han formado más que una minoría extremadamen-
te débil en la Cámara, cuya gran mayoría ha estado constantemente
compuesta de legista.
Las opiniones políticas de los jurisconsultos son forzosamente
antiindustriales, ya que proceden, inevitablemente,en su mayor par-
te, del derecho romano, de las ordenanzas de nuestros reyes, de las
costumbres feudales, en una palabra, de toda la legislación que ha
precedido a la Revolución, objeto de sus estudios y meditaciones.
Así ha resultado, de hecho, que los poderes políticos fueran con-
fiados a los militares y a los legistas durante el curso de la Revolu-
ción, que las leyes promulgadas en esa época emanan de dos tipos
de principios despbticos, antiguos unos, nuevos otros, y que estas le-
yes, en consecuencia, hayan sido adversas a los intereses de los in-
dustriales y desfavorables a la producción.
VIII. EL ORGANIZBDOR*

PRIMER EXTRACTO DE «EL ORGANIZADOR^^""

UPONGAMOS QUE FRANCIA PERDIERA SOBITAMENTE SUS CINCUENTA


primeros fisicos, sus cincuenta primeros qufmicos, sus cincuen-
ta primeros fisiólogos, sus cincuenta primeros
- matemáticos,
. -

sus cincuenta primeros poetas, sus cincuenta primerosvpintores,sus


cincuenta primeros escultores, sus cincuenta primeros músicos,
sus cincuenta primeros escritores, sus cincuenta primeros mech-
nicos, sus cincuenta primeros ingenieros civiles y militares, sus
cincuenta primeros artilleros, sus cincuenta primeros arquitectos,
sus cincuenta primeros médicos, SUS cincuenta primeros cirujanos,
sus cincuenta primeros farmacéuticos, sus cincuenta primeros ma-
rinos, sus cincuenta primeros relojeros, sus cincuenta primeros
banqueros, sus doscientos primeros negociantes, sus seiscientos pri-
meros labradores, sus cincuenta primeros maestros de forja, sus
cincuenta primeros fabricantes de armas, sus cincuenta primeros
cúrtidores, sus cincuenta primeros tintoreros, sus cincuenta prime-
ros mineros, sus cincuenta primeros fabricantes de paño, sus cin-
cuenta primeros fabricantes de algodón, sus cincuenta primeros
* L'organisateur, par Menri de Saint-Simon, de Novembre i8ig á Pévrier i8s0, II,II, pp. 17-
26. Este texto es igualmente conocido con el título de Pardbala de Saint-Simon.
Como Le Politiqtie, L'Organisatatr debía ser una publicación periódica. No conoci6 más
que dos apariciones, una en 1819, otra en 1820, cada una en edición diferente. Publicamos aqui
la Carta primera de una serie de ellas dirigidas a los lectores.
** II,II PP. 17-26.
188 e* CHITA IONFSCW

fabricantes de sedas, sus cincuenta primeros fabricantes de tela, sus


cincuenta primeros fabricantes de q~iincalla,sus cincuenta primeros
fabricantes de loza y porcelana, sus cincuenta primeros fabricantes
de cristalería, sus cincuenta primeros armadores, sus cincuenta pri-
meros 'tr$nsportistas, sus cincuenta primeros impresores, sus cin-
cuenta primeros grabadores, sus cincuenta primeros plateros y
otros trabajadores de metales, sus cincuenta primeros albañiles, sus
cincuenta primeros carpinteros, sus cincuenta primeros herradores,
sus cincuenta primeros cerrajeros, sus cincuenta primeros cuchille-
ros, sus cincuenta primeros fundidores, y las cien otras personas de
diversas condiciones no designadas, los más capaces en las ciencias,
en las bellas artes, en las artes y oficios, que constituyen en conjun-
to los tres mil primeros sabios, artistas y artesanos de Francia.1
Como estos hombres son los franceses más esencialmente pro-
ductores, los que entregan los productos más importantes, los jue
dirigen los trabajos más útiles a la nacicín, y que la hacen producti-
va en las ciencias, enlas bellas &es y en las artes y oficios, son real-
mente la flor y nata de la sociedad francesa; son, de entre todos los
fraílceses, los más útiles a su país, los que le proporcionan más glo-
ria, los que hacen avanzar mas su civilización, así como su prospe-
ridad. En el momento que los perdiera, la nación llegaría a ser un
cuerpo sin alma. Caería inmediatamente en un estado de inferiori-
dad en relación con las naciones de las que hoy es rival, y permane-
ceda s~hordlnadarespecto a ellas, mientras no compensara esta
pérdida, mientras no hubieran aparecido otros hombres semejantes
a aquélfos. Francia necesitaría al menos de una generación entera
para remediar esta desgracia, gorque'los hombres que sobresalen en
los trabajos de'utilidad positiva son verdaderas anomalías, y la na-
turaleza no es pródiga en anomalías, sobre todo de este genero.

1 I-Iabitualmente no se designa como artesanos más que a los simples obi-eros; para evitar
circunloquios, entendemos por esta expresión todos los que se ocupan de productos materia-
les,es decir: los labradores, los fabricantes, los comerciantes, los banqueros y todos los em-
pleados u obreros que aquéllos emplean.
EL PENSAMIENTO POLfTlCO DE SAINT-SIMON 189

Vayamos a otra suposición. Admitamos que $rancia conserva to-


dos los genios que posee en las ciencias, en las bellas artes y en las ar-
tes y oficios, pero que tenga la desgracia de perder el mismo día a
monseñor, hermano del rey, a monseñor el duque de Angulema,
a monseñor el duque de Berry, a monseñor el duque de Orleáns, a
monseiíor el duque de Borbón, a ia señora duquesa de hguleina,
a la señora duquesa de Berry, a la señora duquesa de Orleáns, a la se-
ñora duquesa de Borbón y a la señorita de Condé,
Que perdiera al mismo tiempo a todos los altos oficiales de la
corona, a todos los ministros de Estado (con o sin atribuciones),
a todos los consejeros de Estado, a todos los relatores del Consejo
de ~stado,a todos sus mariscales, a todos sus cardenales, a todos sus
arzobispos, obispos y vicarios, canónigos, a todos los prefectos y
subprefectos, a todos l& empleados de 10s ministerios, a todos los
jueces y, además de esto, a los diez mil propietarios más ricos que vi-
ven como nobles.
Ciertamente
--- -
tal accidente .afligiría
- --- - - a los franceses,
-
que son gente
buena y que no podrían ver con indiferencia la súbita desaparición
de tan gran niímero de sus compatriotas. Pero esta pérdidk de trein-
ta mil individuos, considerados los más importantes del Estado, no
les causaría pena más que desde un punto de vista sentimental, pues
de ello no resultaría iiingun mal político para el Estado.
Primero, por la razón de que sería fácil cubrir los puestos que que-
daran vacantes; existe gran número de franceses en condiciones de
ejercer las funciones de hermano del rey tan bien como monseñor;
muchos son capaces de ocupar los puestos de príncipes, tan conve-
nientemente coma monseñor el duque de Anplema, como monse-
ñor el duque de Berry, como monseñor el duque de Orleáns, como
monseñor el duque de Borbón; muchas francesas serían tan buenas
princesas como la señora duquesa de Ailgulerna, como la señora du-
quesa de Berry, como las señoras de Orleáns, de Borbón y de Condé.
Las antecámaras del palacio están llenas de cortesanos dispuestos
a ocupar los puestos de altos oficiales de la corona; el ejército po-
190 *Q+ GHISA IONESCU

see gran cantidad de militares tan buenos capitanes como nuestros


actuales mariscales. jlinántos empleados equiparables a nuestros mi-
nistros de Estado! iCuántos administradores e s t h más capacitados
para gestionar asuntos de las regiones que los prefectos y subprefec-
tos hoy en funciones! iluántos abogados tan buenos jurisconsultos
como nuestros jueces! icuántos curas tan capaces como nuestros
cardenales, como nuestros arzobispos, como nuestros obispos, co-
mo nuestros vicarios y nuestros canónigos! En cuanto a los diiz mil
propietarios que viven como nobles, sus herederos no necesitan
ningún aprendizaje para hacer los honores de sus salones tan bien
Como ellos.
La prosperidad de Francia no puede lograrse más que como
efecto y resultado de los progresos de la ciencia, de las bellas artes y
de las artes y oficios; pero ocurre que los príncipes, los altos oficia-
les d e la corona, los obispos, los mariscales de Francia, los prefkctos
gr los propietarios ociosos no trabajan concretamente para el pro-
greso de las ciencias, de las bellas artes, de las artes y oficios; lejos de
contribuir a ello, no pueden más que perjudicarlo, ya que se empe-
ñan en prolongar la supremacía ejercida hasta el presente por las
teorías coyunturales sobre los conocimientos positivos; perjudican
necesariamente a la prosperidad de la lnaciOn privando, como lo ha-
cen, a los sabios, a los artistas y a los artesanos del alto grado de con-
sideración que les pertenece legítimamente; son perjudiciales, ya
que emplean sus medios pecuniarios de un modo que no es direc-
tamente útil a las ciencias, a las bellas artes y a las artes y oficios; lo
son, ya que extraen anualmente, de los impuestos pagados por la
nación, una suma de tres a cuatrocientos millones bajo el concepto
de sueldos, de pensiones, de gratificaciones, de indemnizaciones,
etc., en pago de sus trabajos que resultan ínútiies a la nación.
Estas consideraciones ponen en evidencia el hecho más impor-
tante de la actual política; nos colocan en un punto de vista desde
el que se descubre este hecho en toda su extensión y de una sola mi-
rada; demuestran claramente, aunque de modo indirecto, que la or-
ganización social está poco perfeccionada; que l~s~hombres se dejan
aiin gobernar por la violencia y por la astucia, y que el género huma-
no (políticamente hablando) está aún hundido en la inmoralidad.
Puesto que los sabios, los artistas y los artesanos, bs únicos
hombres cuyos trabajos son de utilidad positiva para la sociedad, sin
costarle casi nada, están en situación subalterna respecto a los prín-
cipes y a los otros gobernantes, que no son más que burócratas más
o menos incapaces,
Puesto que los dispensadores de la consideración y de las otras
recompensas nacionales no deben, en general, la preponderancia de
que disfrutan más que a la intriga o a otras acciones poco estimables.
Puesto que quienes están encargados de administrar los asuntos
públicos se reparten entre ellos, todos los años, la mitad del impues-
to, y no emplean ni un tercio de-las --wntribuciones,
+ --
-
de las que no se
apoderan personalmente, de modo útil a los adminiitradis. -
Estas consideraciones muestran que la sociedad actual es verda-
deramente un mundo al revés.
Puesto que la nación ha admitido por principio fundamental
que los pobres deben ser generosos respecto a los ricos, y que, en
consecuencia, los menos acomodados se priven diariamente de una
parte de lo necesario para aumentar Jo superfluo de los grandes pro-
pietarios,
Puesto que los principales culpables, los grandes ladrones, los
que estrujan a la totalidad de los ciudadanos, y les quitan de tres a
cuatrocientos millones al año, se hallan encargados de hacer casti-
gar los pequeños delitos contra la sociedad.
Puesto que la ignorancia, la superstición, la pereza y la afición a
los placeres dispendiosos son el atributo. de los jefes supremos de la
sociedad, y que las personas capaces, ahorrativas y laboriosas no son
empleadas más que como subalternos y como instrumentos.
Puesto que, en una palabra, en todos los géneros de ocupaciones,
son hombres incapaces quienes se encuentran encargados de dirigir
a las personas capaces; puesto que, desde el punto de vista de la mo-
ralidad, es a los horrzbres más inmorales a quienes se encomienda la
formación de los ciudadanos en lavirtud, y puesto que, desde el pun..
to de vista de la justicia distribritiva, es a los mayores culpables a quie-
nes se encarga de castigar fac faltas de los pequeños delincuentes.
Aunque este extracto sea nluy corto, pensamos haber probado su-
ficiepktementeque el cuerpo poLlrico se hallaba enfermo; que su enfer-
inedad era grave y peligrosa; que era la más molesta que pudiera
experimentar; ya que d conjunto y todas sus partesse sentían afecta-
das al mismo tiempo. Esta demostración debía preceder a todas las
otras;:pues los que se encuentran bien (o creen, encontrarse bien) no
están de ningún modo dispuestos a escuchar a los médicos que les
proponen los remedíos o el régimen conveniente para curarles.
En el segundo extracto examinaremos cuál es el remedio que con-
viene para curarles.

CARTA TERCERA

El autor a sus compatriotas"

Voy a responder a las dos siguientes preguntas:


iQué habríamos debido hacer?
iQué hemos hecho?
Espero que mis respuestas a estas dos preguntas tranquilizarán a
las personas honestas sobre mis intenciones, y que siéndoles mi ob-
jetivo suficientemente conocido, podré en trabajos posteriores de-
sarrollar mis .principios y deducir las consecuencias sin causar
inquietud de ningún género, y sin resentirlo yo mismo.
Dividiré el. examen de lo que habríamos debido hacer en cuatro
cartas, por la razún de que son cuatro las cosas que h~~biéramos de-
bido hacer, y no hemos hecho, que merecen les prestemos nuestra
atención separadamente. '

*II, ir, pp. 36-44, La Carta segunda, que no se encuentra en esta selección de textos, trata
del problema de la caducidad de las instituciones.
EL PENSAMIENTO POLíTICO DE SAINT-SIMON * 193

Habríamos debido comenzar por esclarecer nuestras ideas re-


lativas al sistema político del que deseamos deshacernos, y en rela-
ción también con el sistema social que reclama el Estado de nuestros
conocimientos, Habriarnos debido, previamente a ctadquier realiza-
ción, formarnos una idea neta del uno y del otro; esto no era dificil,
puesto que podernos expresar en pocas pal;ibras cada una de estas
dos concepciones; y esto es lo que voy a hacer,
El antiguo sistema político (quiero hablar de aquel que está afin
vigente y de1 que deseamos deshacernos) ha nacido en la Edad Media.
Dos elementos de muy distinta naturaleza se han dado en su forrna-
ción; desde su origeu, y durante toda su existencia, ha sido un com-
puesto del sistema teocrático y del sistema feudal. La combinación de
la fuerza material (poseida particularmente por los hombres arma-
dos), con los recursos de astucia y de artificio inventados por los sa-
cerdotes, había investido a los jefes de1 clero y a los de la nobleza de
poderes soberanos, y les había sojuzgado todo el resto de la nación.
No podía establecerse un sistema mejor en esa época; puesto
que, de un lado, todos los conocimientos que entonces se poseían
eran aún superficiales y vagos; la metafisica general contenía los
únicos principios que pudieran servir de guía a nuestros antepasa-
dos de la Edad Media y, en consecuencia, los metafísicos generales
debían dirigir los asuntos científicos de la sociedad.
De otro lado, como el único medio que tenía un gran pueblo pa-
ra enriquecerse, en aquellos tiempos de barbarie, eran las conquis-
tas, los militares tenían que verse encargados de la dirección de los
asuntos nacioliales de cada Estado y articular.
Así, el fundamento del antiguo sistema político ha sido, de un
lado, un estado de ignorancia, de donde resulta que los razonamien-
tos sobre los medios dc asegurar el bienestar de la sociedad no se
fundaban en la observación, no se apoyaban más que en sencillos
juicios,
Y, de otro lado, un estado de incompetencia en las artes y oficios
que (al incapacitar a 1 ~pueblos
s para producir riqueza, para mejo-
mediante su trabajo las materias primas) no les dejaban más
medio de enriquecerse que apoderarse de las materias primas poseí-
das por los otros pueblos.
Como resultado de los progresos de la industria, los pueblos han
adquirido los medios para prosperar simultáneamente mediante
trabajos p~cíficos,
'
De otro lado, se han adquirido conocimientos positivos, se han
d o género de fenbmenos, y la filosdff a, fundada en la ex-
o b s e r ~ ~ todo
periencia, contiene principios que pueden guiar a los pueblos hacia
la moral y el bienestar con mucha más seguridad que la metafísica.
De este estado de cosas proceden los medios y, en consecuencia,
la necesidad de crear un nuevo sistema político.
Las bases fundamentales de un nuevo sistema son, pues, de un
lado, un estado de civilización que proporciona a los hombres los
medios para emplear sus fuerzas de modo que resulte rítil a los de-
más y provechoso a ellos mismos.
Y,de otra parte, un estado de ilustración del que 'resulte que la
sociedad, al conocer los medios que debe emplear para mejorar su
destino, puede guiarse de acuerdo con los pri~icipios,y sin necesi-
dad de confiar poderes arbitrarios a quienes encarga la administra-
ci6n de sus asuntos.
No es la diferencia en la división del poder lo que constituye
la diferencía de sistema, es la diferencia en la naturaleza y en la can-
tidad de poderes ejercidos por los gobernantes sobre los gobernados.
Todas las formas de gobierno son apiicables a todos los sistemas
pollticos.2
Mientras los gobernantes sean considerados como los hombres
más importantes, más capaces, más útiles de la sociedad; mien-
tras se asigne a sus jefes inmensos sueldos para acrecentar su consi-
deracibn y su poder; mientras la nación les deje la elección de los

No quiero decir con esto que las fornias de gobierno y el modo de división del poder
sean indiferentes; entiendo solamente que estas cosas son de importancia secundaria.
EI, PENSAMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON * 195
medios que juzguen adecuados emplear para perfeccionar su mo-
ral: y asegurar su tranq~~ilidad, así como su prosperidad; mientras
esos jefes sean escogidos, de un lado, en Ia clase de los metafísicos
(es decir entre personas que, sometidas aún a ciegas creencias, con
conocimientos superficiales, pretenden razonar sobre los derechos
generales); y, de otro lado, en la clase de los militares (personas
cuya más elevada ocupación consiste en perfeccionar los medios
de lucha entre los hombres), la nacibn permanecerá dentro del
antiguo sistema; quedará sometida a este sistema, sea cual here
la forma de gobierno que adopte, republicana, aristocrática, mo-
nárquica pura o monárquica constitucional; seguirá sometida, tanto
si escoge a sus jefes militares entre los herederos de las fainilias feu-
dales, como si los escoge en la clase de los descendientes de los sier-
vos, como si sus jefes, para la parte científica, son escogidos entre
las teólogos, o los metaflsicos que hacen su seminario en las escue-
las de derecho.
La nación no se hallará en el punto de partida de la nueva exis-
tencia política qire debe adquirir, más que en la @oca en que tenga
clara conciencia de toda la inmoralidad y de toda la monstruosidad
del régimen socid d que ha permanecido sometida hasta hoy; en la
época en la que, habiendo abierto los ojos sobre la combinación de
medios de fuerza y de astucia que la nobleza y el clero han empleado
para explotarla en su provecho, esté decidida a desmontar totalmen-
te esta vieja máquina, y a remplazarla por una nueva, concebida y
orgánizada segíin los principios extraídos de la moral sana y de la
verdadera filosofía; en la época en la que haya reconocido que su
gobierno será inevitablemente arbitrario mientras sus jefes sean es-
cogidos entre los militares y los metaflsicos, en la época en la que
haya reconocido que sus gobernantes serdn necesariamente déspo-
tas mientras sean considerados por la sociedad como los personajes
más importantes del Estado, los más útiles y merecedores, en conse-
cuencia, de la mayor consideración; en la época, en fin, en la que (al
haber aceptado la idea de que su prosperidad no puede ser resulta-
,196 GHITA IONESCU

do m&sque del progreso de las ciencias, de las bellas artes, y de las


artes y oficios) considezarrá a los sabios, los artistas y los artesanos
como los hombres más útiles y, en mrisecuencia,como aqueUos a los
que &be conceder el primer grado dz consideración; feliz época para
el género humanc ,en la que ¡as funckn-s de los gobei-nantes estarán
limitadas a ser de la m i m a naturdeaa que las de los vigilantes en los
colegios; los vigilantes no se encargarán m& que del niante~iimiento
del orden; es a los profesores a quienes se confía la dirección de los tra-
bajos de los alumnos. Lo mismo debe ocurrir en el Estado; los sabios,
los artistas y los artesanos deben dirigir los trabajos de la nacibn; los
gobernantes no deben ocuparse más que de impedir que 10s traba-
jos sean perturbados.
Podéis, si lo deseáis, mis queridos compatriotas, apreciar inme-
diatamente el valor político de las ideas que acabo de someteros.
Haced e1 esfuerzo de considerar (desde el punto de vista en
que os he situado) lo que ha ocurrido desde 1789, así como de las co-
sas de las que nos ocupamos hoy, reconoceréis que si, desde el
comienzo de la crisis, la nación hubiera admitido por principio
general que debía adoptar la organización más favorable a los pro-
gresos de sus conocimientos positivos, Robespierre no hubie-
ra podido nunca hacer que Francia fuera gobernada por los sans
culottes, ya que el simple sentido común habría demostrado a la na-
ci6n que la clase más ignorante no estaba capacitada para dirigir los
trabajos de los sabios, de los artistas y de los artesanos; por la mis-
ma razón, Bonaparte no habría podido establecer un gobierno
militar, porque habría sido evidente que los militares, que son con-
sumidores, no son capaces de dirigir 10s trabajos de la industria; y,
finalmente, ahora no se discutiría de nuevo si los propietarios ocio-
sos o los jefes de la industria deben ejercer más influencia en las
elecciones, y no se consideraría como algo importante la composi-
ción del gobierno.
Adoptar la Constitución inglesa como régimen provisiolial, como
Constitución transitoria, como una especie de andamio que era ne-
cesario elevar para realizar csmodamente la construcción del nuevo
edificio social, es, pue3, la segunda cosa que hubrinmos debido hacer.
Descubrir los medios de perfeccionar esta ConstituciOn es la ter-
cera cosa de la que habríamos debido ocuparnos; en la seguridad de
que encontraríamos importantes perfeccionamientos que hacer,
ya que más de un siglo ha transcurrido desde que esta organización
política fuera puesta en práctica, y que este siglo es aquél de entre
todos en que más se ha tratado de política.

iC~láZes e2 perfeccionamiento más importante


de que es szrsceptib?e la Constittición inglesa?

Éste es el tercer problema cuya solución habríamos debido buscar.


La Constitución inglesa está lastrada por un vicio radical que
habríamos percibido rapidísimamente y al que habriamos encon-
trado fácilmente remedio; si hubiéramos hecho el esherzo de ana-
lizarle. Este vicio reside en la mata composición de la Cámara de los
comunes. La Cámara de los comunes es la que vota los impuestos,
en consecuencia, el interés de la nación reside en que esta Cáma-
ra está compuesta de hombres personalmente interesados en qiíi
los impuestos sean lo más Ieves posible, pero la gran mayoría de los
miembros de la Cámara de los comunes inglesa está interesada más
bien en el aumento que en la disminución de los impuestos.
Gran número de estos diputados son funcionarios públicos, y
los funcionarios públicos tienen la obligación de secundar los de-

* 11, ir, pp. 46-50. La Carta cuarta, muy corta, introduce la idea de que la nación debería
adoptar el sistema parlamentario que ha tenido tanto éxito en Inglaterra.
198 GI-IITA IONESCU

seos del gobierno, bajo pena de perder sus empleos o, al menos, dr


verse del ascenso; al margen de la dependencía directa de
ministerio en que se encuentran, su interés común les lleva a desea]
que el gobierno tenga mucho dinero a su disposición, ya que la por-
ción de sus ingresos, que consiste en retribuciones, es directarnentt
proporcional a la cuota de 19s impuestos.
Los nlienibros de la Cámara de los comunes que no son funcio-
narios públicos, son, en su mayoria, propietarios ociosos que aspi-
a
ran obtener puestos en el gobierno para aumentar sus ingresos y
su consideración; asi, pues, se hallan, con ligeros matices de diferen-
cia, en el mismo caso que los primeros.
Tras haber recanocido que la Cámara de los comunes inglesa es-
taba mal compuesta, habríamos debido buscar el medio de lograr
una mejor composici6n de la nuestra, y habríamos encontrado fá-
cilmente este medio, si hubiéramos buscado, pues aparece n2ural-
mente al espíritu; la expresión de Cámara de los comunes lo indica
claramente.
La Cámara de los comunes debe estar compuesta por los princi-
palés miembros de las comunas, es decir, debe estar compuesta por
los jefes de los diferentes géneros de trabajos de industria, pues los
jefes de los trabajos industriales son los ciudadanos más interesados
en ef ahorro en íos gastos públicos y los más opuestos a la arbitra-
riedad, en razón de que los impuestos no pueden serles provecho-
sos y que el poder arbitrario no puede ser ejercido por ellos, ya que
el cuidado de la conservación y del acrecentamiento de sus fortunas
mediante los éxitos obtenidos en los trabajos que dirigen, ocupan
todo su tiempo y les pone en la imposibilidad de aceptar puestos en
el gobierno.
AsZ, en tercer lugar, habriamos debido mejorar e2 régimen parla-
mentario, componiendo la Cámara de diputados con jefes de todas las
ramas de lu industria.3
3 En La época en la que las comunak fueron rescatadas, no había artesanos más que en las
ciudades; el cultivo estaba todavía en la infancia; los sefiores feudales poseían con el clero la
EL PENSAMIENTO POLITIC0 DE SAlNT-SIMON 199

Realizadas las tres cosas de que acabo de ocuparme, nos hallariamos


en la posibilidad de proceder al establecimiento del nuevo sistema
politico, pues la nueva composición de la Cámara de los comunes le
habría permitido establecer la organización social qne reclama el
presente estado de los conocimientos; y la Cámara de los comunes
está investida del poder iolftico supremo, ya que es ella quien vota
los impuestos.*
Voy a exponer la trayectoria que hubiese debido seguir la Cáma-
ra de los comunes (compuesta, como he dicho en la precedente car-
ta, por los jefes de la industria). Para explicarme de forma más &me
y más rápida, haré hablar a esta cámara:
"Será Creada una primera cámara, que llevará el nombre de Cá-
mara de invencz'bn.

casi totalidad del suelo de Francia, siendo propietarios de los modestos aperos de labor que
servian para laexplotación de sus dominios. Desde esa bpoca, las cosas han cambiado mucho
a este respecto, sobre todo en las provincias situadas al norte del Loira. Se ha formado una
dase de artesanos que toma las tierras en arrendamiento y las explota con instrumentos de su
pertenencia. Esta clase de industriales ha llegado a ser la mi$importante de todas, y debería
desempeñar el papel más importante enla Cámara de los comunes.
No hay que c o n f ~ d í rcomo
, en polftica se ha hecho hasta e1 presente, al propietario con
el labrador. Un contrato o una conquista basta para hacer un prupietario; aperos y capacidad son
inJispensabtemente necesariospara lograr un labrador.
Persiste ailn un prejuicio Favorable a los grandes propietarios de tierras que retrasa mu-
cho el progreso de ia civilización. Muchas personas tienen la condescendencia d e admitir la,
pretensión que esos propietarios alegan de ser la clase de la sociedad más interesada en el
madtenimiento del orden; pero esto es totalmente falso, ya que son los labradores quienes
más sufren de los des6rdenes. Es posible saquear una granja, llevarse los caballos de las cua-
dras, comerse vacas, cerdos y ovejas; en unas horas se puede arruinar a un granjero; mientras
que no es posible destruir o llevarse la tierra. El propietario no expone mlli que sus rentas,
mientras que el granjero corre el riesgo de perder su capital.
" II,II,pp. 50-61.
4 Como a la CAmara de los comunes corresponde, exclusivamente, el derecho de votar los
impuestos, resulta que esta cámara está investida del poder polIrico supremo; y como el go-
bierno no puede hacer nada sin dinero, i ü Cdmara de los comunes está en condiciones de irn-
ponerle las obligaciones que desea, no dándole dinero más que en las condiciones a que le
plazca someterle.
200 GUITA IONESCU

"Esta cámara estará compuesta por trescientos miembros; será


dividida en tres secciones que podrán reunirse separadamente, pero
CUYOS trabajos no tendrán cdrncter ofjcial más que en el caso de que
hayan deliberado en comun.
"Cada secci~npodrA promover La asamblea de las tres secciones
conjuntas.
"La primera seccion estará cornpuesta por doscientos ingenieros
civiles, la segunda por cincuenta poetas u otros inventores en lilera-
tura, y la tercera por vein"icinco pinrores, quince escultores o arqui-
tectos y diez musicos.
"Esta carnara se ocupará de los siguientes trabajos:
"Presentará al termino del primer año de su formación, un pro-
yecto de obras públicas a emprender para aumentar las riquezas de
Francia yr para mejorar la condiclán de vida de sus habitantes, en to-
dos los aspectos de utilidad y de bienestar; después, cada año,'dará
su opinión sobre las correcciones a hacer en su plan primitivo y so-
bre las rne~orasque le parezcan susceptibles de introducir.
"Las desecaciones, las roturaciones, el trazado de carreteras, la
apertura de canales, serjn consideradas corno la parte más irnpor-
tante de este proyecto; las carreteras y los canales a construir no de-
berAn ser concebidos Únicamente como medios de facilitar el trans-
porte; su construcción deberá ser combinada de modo que resulten
lo más agradable posible a Los viajeros.5

5 Cincucnta mil fanegas de tierra (y más, si se juzga convenierite) serán escogidas en los pa-
rajes más pintorescos que íos caminos o candes vayan a atravesar. Estos terrenos serán dedica-
dos a servir de lugar de reposo para los viajeros y de solaz para los habitantes de la vecindad.
En cada uno de esos jardines existirá un muoeo de los productos naturales, así como de
productos industriales de las provincias cercanas; habrQiambien viviendas para los artistas
que deseen permanecer allí y se mantendrá cierto núinero de músicos, destirtados a trarismi-
tira los habitantes del lugar aquellos sentimientos que exijan las circunstancias para el mayor
bien de la nación. La totalidad del suelo francés debe transformarse en un soberbio parque a
la inglesa, enriquecido con todo lo que las bellas artes pueden agregar a las bellezas de la na-
turaleza. Desde hace mucho tiempo, el lujo está concentrado en los palacios de los leyes, en
las estancias de los principes, en las villas y los castillos de unos cuantos hombres poderosos.
Esta concentración es perjudicial para los intereses generales de la sociedad, porque tiende a
El. PENSAMIENTO POLI'IICO DE SAINL-b11\/IUN *& 201

"Esta cámara presentará otra iniciativa, consistente en un pro-


yecto de fiestas públicas.
"Estas fiestas serán de dos clases: las fiestas de espemnnn, y las
fiestas de recuerdo.
"Estas fiestas se celebraran sucesivamente en la capital, en las
capitales de provincias y las cabezas de partido, a fin de que los ora-
dores capaces (que no serán jamás demasiado numerosos) puedan
extender los frutos de stx elocuencia.
"En !as fiestas de esperanza, los oradores expondrán al pueblo
los proyectos de trabajos decididos por el Parlamento, y estimularán
a los ciudadanos a trabajar con ardor, haciéndoles comprender
cuánto mejorará su condición cuando hayan ejecutado dichos pro-
yectos.
"En las fiestas consagradas a los recuerdos, los oradores se dedi-
carán a hacer conocer al pueblo cuán preferible es su posición a
aquella en que se encontraban sus antepasados,
"EL nrdcleo de la Cámara de invención estará compuesto:
"iO Por ochenta y seis ingenieros jefes de puentes y caminos en
los departamentos.
"2" Por cuarenta miembros de la Academia Francesa.
3:'O Por pintores, escultores y músicos miembros del Instituto.
"Cada miembro de esta cámara disfrutará de un sueldo anual de
diez mil francos.
"Se pondrá todos los años a la disposicióil de esta cámara una su-
ma de doce millones, que se emplearán en fomentar las invenciones

establecer dos nive!es de civilización distintos, dos clases de hombres diferentes, la clase de
personas cuya inteligencia se desarrolla por la contemplació~ihabitual de las producciones
de las bellas artes, y la clase de hornbres cuya facultad de irnagínación no recibe ningún estí-
n~ulo,ya que los trabajos materiales de que se ocupan no desarrollaii su inteligencia.
Las actuales circunstancias son favorables para hacer que el lujo sea nacional.
E1 lujo sera útil y moral cuando lo disfrute toda la nación. A nuestro siglo estaban reser-
vados el honor y el beneficio de emplear de modo directo, en las iniciativas politicas, los pro-
gresos de las ciencias exactas y los realizados en las bellas artes a partir de la brillante época
de su regeneración.
202 * GHITA IONESCU

que se juzguen útiles. La primera sección dispondrá de ocho millo-


nes, y las otras dos de dos millones cada una.
"El núcleo de esta cámara procederá a completarse por sí mismo.
"La cámara se constituirá por sí misma, es decir, fijará las condi-
ciones a reunir para ser elector, asf como las exigidas a los candida-
tos. Sus miembros no podrán ser nombrados por más de cinco
años, pero serán ilimitadamente reelegibles; la cámara adoptará la
modalidad que desee para la sustitución.
"Esta cámara podrá incorporar a su seno cien miembros nacio-
nales y cincuenta extranjeros. Estos asociados tendrán el derecho de
participar en la cámara; tendrán voz consultiva.
"Será creada una segunda cámara que llevará el nombre de Cá-
mara de examen.
"Esta cámara se compondrá de trescientos miembros, de ellos
cien físicos dedicados a la física de los cuerpos organizados, cien fí-
sicos dedicados a la física de los cuerpos inorgánicos y cien matemá-
ticos.
"Esta cámara será encargada de tres géneros de trabajos.
"Examinará todos los proyectos presentados por la primera cá-
mara, y pronunciará su opinión, minuciosa y motivada, sobre cada
uno de esos proyectos.
"Elaborará un proyecto de educación pública general. Este plan
será dividido en tres grados de enseñanza, correspondientes a tres
grados de aptitudes diferentes de los ciudadanos. Tendrá por objeto
formar jóvenes con la mayor capacidad posible de concebir, dirigir
y realizar trabajos útiles.
"Visto que cualquier ciudadano es dueíío de profesar la religión
que desee y, en consecuencia, que puede hacer educar a sus hijos en
la religión que prefiera, no se tratará de ningún modo la cuestión
de la religión en el plan de educación que esta clímara presentará.
"Cuando t:I proyecto sea admitido por las otras dos cámaras, la
de examen será encargada de su ejecucicjn, y conservará la vigilan-
cia de la instrucción pública.
EL PENSAMIENTO POLíTICO DE SAINT-SIMON *& 203

"El tercer trabajo del que deberá ocuparse esta cámara será un
proyecto de fiestas públicas del género siguiente:
"Fiestas de los hombres, fiestas de las mujeres, fiestas de los mu-
chachos, fiestas de las muchachas, fiestas de los padres y madres,
fiestas de los hijos, fiestas de los encargados de talleres, fiestas de los
obreros.
"En cada una de estas fiestas, oradores designados por la Cáma-
ra de examen pronunciarán discursos sobre los deberes sociales de
aqdllos en cuyo honor se celebre la fiesta.
"Cada miembro de esta cámara disfrutará de un sueldo anual de
diez mil francos.
"Todos los años será puesta a disposición de esta cámara una su-
ma de 25 millones, que empleará en los gastos que exijan las escuelas
públicas, el fomento y progresos de las ciencias físicas y matemáticas.
"La Cámara de examen se constituirá en las mismas condiciones
que la Cámara de invención.
"La sección de ciencias físicas y maternaticas del Instituto pro-
porcionará el núcleo de miembros de esta cámara.
"La Cámara de examen podrá incorporar a cien miembros na-
cionales y cincuenta extranjeros, que tendrán voz consultiva.
"La Cámara de los comunes se reconstituirá cuando las dos pri-
meras estén formadas; se llamará entonces Cámara de ejecución,
"Esta Cámara se preocupará de que, en su nueva composición,
cada rama de la industria esté representada, y cuente con un núme-
ro de diputados proporcional a su importancia.
"Los miembros de la Cámara de ejecución no disfrutarán de
sueldo, puesto que todos deben ser ricos, al no poder ser elegidos
más que entre los principales jefes de las empresas industriales.
"La Cámara de ejecución estará encargada de establecer los im-
puestos y de su percepción.
"Las tres cámaras reunidas formarán el nuevo Parlamento, el
cual estará investido del poder soberano, tanto constitucional como
legislativo.
"Cada una de las tres Cárnaras tendrá el derecho de co~wocaral
Parlamento.
"La Cámara de ejecución podrá llamar la atención de las otras
dos sobre los temas que juzgue cot~veralentes.
"De tal forma que cuaiqujcr proyecto será presentada por la pri-
mera Cámara, examinado por la segunda, y no será definitivamen-
te adoptado más que por la tercera."
Seguidamente, mis queridos compatriotas, voy a deciros las tres
prin~erascosas que X e nuevo Parlamento habría debido hacer; ha-
blaré en s~ rionibre, de la misma 63rnla que acabo de expresarme en
nombre de la Cánlara de los comunes.
"%dos los franceses (particularmente los jurisconsultos) sertín
:s~v&-iüdc~sa presentar tin nuevo sistema de leyes civiles y un nttevo
sistern;: de Leyes criminales, que estén en relación con el nuevo sis-
tema político. La propiedad deberii ser reorganizada y fundada so-
bre bases que puedan hacerla más favorable a la prodracción.
"Todos los proyectos presentados al Parlamento serán publicados
a cargo de la nación-6 El Parlamento escogerá el proyecto de código
civil y el proyecto de código penal que le parezcan mejores; otorgará
una importante recompensa a sus autores, y los admitirá en la
Cámara durante la discilsión de los códigos que hayan presentado,
dándoles voz consultiva en esta disctlsión.
"Todos los franceses (particularmente los ingenieros militares)
serjn invitados a presentar un proyecto de defensa general del te-
rritorio. Este proyecto deberá ser concebido de forma que exija
el menor número posible de tropas permanentes. Los autores de es-
tos trabajos no deberán perder de vista que todos los medios ern-
pleados para la defensa de nuestro territorio resultarán inútiles, y
deberán ser abandonados a partir del instante en que los pueblos
vecinos hayan adoptado el mismo sistema político que el de la
nación francesa.
6 Los proyectos no serdn editados en su totalidad; se publicarán úilicamente extractos, y
estos extractos no sobrepasarán una hoja impresa.
El. PRPJSAMIENTO POLI'I'IC:~1lE SAINT-SIMON *a 205

"Se otorgará una recompensa nacional al ailtor del proyecto que


resulte preferido.
"Se realizará un empréstito cie dos rniX naillones, con fondos de
amortización, para indeanliizar a las personas cuyos intereses pecu-
niarios hayan sufrido dafio con motivo de Xa i~astauracióndel ncre-
vo sistema político.
"Una recornpellsa nacional ser&concedida al autor de Xa obra
que mejor cuxnpla las tres cortdiciones siguientes:
J. Demostrar la superioridad del nuevo sistema político sobre el
ailtiguo.
2, Establecer e3 mejor método de distribución de la indemriiza-
ción de dos mil millones destinada a aquéllos cuyos intereses hayan
sido daííados por Xa instauración del nuevo sistema.
3. Demostrar que X a suma de dos mil inillones otorgada corno
indemnización a las personas que se opongan a Xa instauración del
nuevo sistema es sumame~itepoco considerable, en relación con las
ve~itajasque la instauración pacífica del régimen liberal procurará a
la nación."
Mis queridos compatriotas, éste es el primer resumen de lo que
pienso sobre lo que habríamos debido hacer, sobre lo que debemos
hacer.
S.-S.
Dios ha dicfio: amaos
y ayudaos los tli~osa los otros.

L A CRISIS EN QlJE EL CUERPO POL~TICOSE ENCUENTRA INVOLUC1IA-


do desde hace treinta. años, tizns: jmr causa fundan~entalel
cambio toLal del sistema social, qv,e t i e ~ d ea efectu;lrse hoy
en las ~~aciorxescivilizadas, corno r e d t a do "Ial de todas las modi-
ficaciones que el antiguo orden poiitico Iia ex~>trhentndo sucesiva
mente hasta el momento. En t é r ~ ~ i n m2.s
o s precisos, tal crisis consiste
esencidmente en el paso de un sistema feudal y teoliigico al sistema
industrial y cientifico. La crisis durara, inen;-4tabilcmante, hasta que la
formación del nuevo sistema entre en pleno Let-cisnamiento,
Tdes verdades fundainentales haal sido ig~almenteignoraclas,
hasta allora y aún hoy, por los gobernados y por los gobernantes; o
mejor, 110 han sido y no son sentidas, ni pcor unos ni por otros, rnás
que de 1111modo vago e incompleto, absolutamente kstaficiente.
El siglo xrx se ve aaán domir~adopor el carácter critico del xvrIr;
no está aún investido del c~riicterorganizador que debe serle propio.
Tal es fa verdadera y- primera causa de la espantosa pro2ongacióra

* Du systeme indrrstriel. La primera parte, que se compone de 311 págtnas, fue editada en
París, en febrero de 1821; la segunda parte, con 220 págitias, apareció, algo más tarde, el mis-
mo año. Mas, como de costumbre, Saitlt-Simon publicó algunos capítulos en panfletos sepa-
rados.
** 111, I. pp. 3-18, París, 1821.
7738 GHITA XONESCU

de la crisis, y de las tremendas tormentas que la han acompañado


hasta hoy. Pero esta crisis acabara obligatoriamente o, al menos, se
convertirá en un simple movimiento moral, tan pronto como nos
elevemos hasta la inminente función que el desarrollo de la civilizar
eión nos asigna, tan pronto como las fuerzas temporales y espiritua-
les que deben entrar en funcionamiento consigan salir de su estado
de inercia,
El trabajo filosófico, cuyo priil~erfragmento presento hoy al pri-
blico, tendrá como fin general:desarrollar y demostrar las importan-
tes proposiciones que acaban de ser soineramente enunciadas; fijar
lo más posible la atención general en el auténtico carácter de la gran
reorganización social asignada al siglo XIX, demostrar que tal reor-
ganización, gradualmente preparada por todos los progresos que la
civilización ha realizado hasta hoy, ha alcanzado ya su plena madu-
rez, y que no puede ser aplazada sin que ocurran los mayoresincon-
venientes; indicar, de modo neto y preciso, el camino a seguir para
realizarla con cdrna, seguridad y prontitud, a pesar de los obstácu-
los reales; en una pdabra, concurrir, tanto como estk al alcance de la
filosofía, a determinar la-formacióndel sistema industrial y cíentífi-
CQ, cuya instauración constituye 10 iánico que puede poner término
a la actual tormenta social.
La doctrina industrial, me atrexo a anticiparlo audazmente, se-
ría fhcilrnente comprendida y admitida sin muchos esfuerzos, si la
mayoría de los espíritus se situaran en el punto de vista convenien-
te para captarla y juzgarla. Desgraciadamente no ocurre así. Hábitos
mentales viciados y profundamente enraizados, se oponen a la com-
prensión de esta doctrina en casi todas las personas.1 La tabula rasa
de Bacon sería infinitamente más necesaria para las ideas políticas
que para todas las otras ideas; y, por ello mismo, debe experimentar,
en relación con tal clase de ideas, muchas más dific~~ltades.
1 Por esta razón, considero a las personas que no se ocupan habitualmente de política co-
mo mucho más capaces que otras, en condiciones de igualdad, por supuesto, para entender y
juzgar mi trabajo y, por lo general, cualquier idea positiva en política.
EL PENSAIVIIBNTO POLíTICO DE SAINT-SIMON a 209

Las dificultades que los sabios han encontrado para formar en el


verdadero espíritu de la astronomía y de la química a mentalidades
basta entonces acostumbradas a considerar tales ciencias al estilo de
10s astrólogos y alquimistas, se manifiesta hoy en relaci6n con la po-
litica, a la cual se trata de hacer experimentar un cambio análogo, el
paso de lo conjetural a lo positivo, de lo metafísico a lo físico.
Obligado a luchar contra costumbres pertinaces y universal-
mente difundidas, creo convenieiite hacerles frente, y anticiparme
un poco sobre una parte de mi trabajo, explicando aqui, de modo
general y somero, la influencia que han adquirido y que conservan
en política las doctrinas vagas y metafísicas, el error que las hace ser
consideradas como la verdadera política y, en fin, la necesidad de
abandonarlas hoy.
El sistema industrial y científico 11a tenido su origen y se ha de-
sarrollado bajo la dominación del sistema feudal y teológico. Ya es-
ta simple referencia es suficiente para hacer entender que entre dos
sistemas tan absolutamente antinómicos ha debido existir ~ t ngéne-
ro de sistema intermedio y difuso, destinado únicamente a modificar
el antiguo sistema, de modo que permita el desarrollo del nuevo
sistema y, más adelante, realizar la transición,
Es el hecho histórico general más fftcil de adivinar de acuerdo
con 10s datos que he puesto en evidencia. Ningún cambio puede
efectuarse mas que gradualmente, en 10 temporal como en Io espi-
ritual. El cambio aquí era tan grande y, por otro lado, el sistema feu-
dal y teológico se negaba de tal modo, por su naturaleza, a todas las
modificaciones, que se ha necesitado, para que pudieran realizarse,
la acción especial continuada durante varios siglos de las clases par-
ticulares procedentes del antiguo sistema, pero distintas y, hasta
cierto purito, independientes de él que, en consecuencia, por el sim-
ple hecho de su existencia política, constituían, en el interior de la
sociedad, lo que llamo, por abstracción, un sistema intermediario y
transitivo. Estas clases han sido en lo temporal la de los legistas y, en
lo espiritual, la de los metafísicos, que se han unido estrechamente
zio GHITA IONESCCi

en su acción política, como el feudalismo y la teología, como la in-


dustria y las ciencias de la observación.
Ei hecho general al que zcabo de aludir es de suma importancia.
Representa tino de los datos fundarnentaies que deben ser-sir de ba-
se a 123. reoria po;itjtira de la gotitlca,. Es el dato que más importa
esclarecer hoy porque la vaguedad y la oscuridad en que se hallaba
hasta el presente, constbk~~ye el hec3-m que complica n1ás en este mo.-
mento las ideas politicas, el hecho que provoca casi todas las diva-
gaciones,
Nada tendria de filosófico no reconocer la iítil y destacada in-
fiuencia ejercida por los Iegistas y 10s metafísicos para modificar el
sistema feudal y teológico y para impedir que se asfixiase al sistema
indtrst~ialy cienlifico, dc.sda sus a-?rialerosdesarrollos. Ida aboliclétn
clc las ~ U S E ~ CPc~adales,
~ ~ S el estaiiP1ecirraicnto de una jurisl7rudei-acia
naenos og~xesivay anás leg3hiii.i izó& he del-terna. los legislas, i ~ & tas i ~
veces, ea, Prmcja, la acci67a. d.c.h e , . parlamen tos no sirvió cle garssratía
a la ir~dnstr?:4frerste QAIfc:~idaII~r:~~!
Rc1^3~oci1ar a esos cuerpos su ombicióa, es criticar unos inevitah1e.r-
efectos de b i n a causa Ciiil, razoraaSle y rne~esaría;es pasar al lado del
problcorna. En c~tantlsa los rneiafisicos, a ellos se rkebe Xa sefcrnru
del siglo XXTy el esldbXecisraiientodel principio de li1)ertad de concien-
cia que ha minado en SU jtUndamento al poder teológico,
Me saldrC de los Ifmites de9 p~cfacio,insic~iendom6c sobre ciei-
tas observaciornes que cllalqlaier espíritu!jkaslo desarrolkrá fkicilruaen.-
te, siguiendo las indicaciones precedentes, En cuanto a mi, declaro
no concebir de rpza3les.a alguna corno el axatiguo sistenia habría po-
dido xnodificarse, y el nilevo desarrollarse, sin la intervencióra de los
legistas y de los metaElsicos.2
2 Esta mediación era tan necesaria, por la naturaleza misma de las cosas, que id encontrdmos
hasta en el modo de tratar cuestiones puramente clentíficar astrónomo, físico, químico, fi-
biólogo no sabe que antes de pasar, en cada rama de la ciencia, de las ideas puramente teofdgicas
a las ideas positivas, el espiritu humano se ha servido durante niucho tiempo de la metafísica?
Cuantos han reflexionado sobre el desarrollo de las ciencias, jno están convencidos de que tal
estado intermedio ha sido útil y hasta absolutamente inclispensable para realizar la transición?
EL PENSAivIIENTO pOLfTIC0 DE SAINT-SIMON 211

De otra parte, si resulta absurdo negar la especial participación


que tuvieron los legistas y los metaíísicos en el desarrollo de fa civi-
lización, sería muy peligroso exagerar la utilidad de tal participación
o, para expresarlo mejor, c3esconocer su verdadera naturaleza. Con-
forme a su destino, la influencia política de los legistas y de 10s me-
tafísicos estaba limitada a una existencia pasajera, ya que no era más
que modificadora. Cumplió su plena funclbn natural, desde el mo-
mento en que el antiguo sistema perdió la mayor parte de su poder
y las fuerzas de lo nuevo llegaron a ser realmente prepondera~~tes en
la sociedad, en lo temporal y en lo espiritual. Concluida en el nivel
que alcanzó desde mediados del siglo pasado, la carrera politiLa de
los legistas y de los metaBsicos no hubiera cesado de ser útil y ho-
norable, mientras que ha Uegado a ser totalnnlaente perjudicial, por
haber rebasado su Iínijte natural.
Ca~andtase pracdujo la Revolucibn irancesa, ya no se trataba de
modificar el sistema feudal y beolhgico, que lnabia perdido casi todas
sus fucizas redes, Se trataba de organizar BI sistema irzdustrial. y
&6ntífickf, llarfiado por el estado de la civi'iizaci6n a sustituirle. 60 ' 1-
c,e$risiguiente,eran los industriaies y los sabios quienes debían ocupar
k
Ia esseaia poliiica, cada uso desempc6ando sias papeles nLturdes,En
vez de esto, los legiskras se pusie~ona fa cabeza dc I r i rewlancibn y la
dirigieron coi1 las ra'octrinas cica 10s rnetafisicos. Es Ennútil recordar qxaé
singulares di~aagacionesrcsial-taron,y qu6 dcsgraa:ias originaron tales
cilvagaciones,
Mas hay que observar con alención que,n: pesar de esta gran ex-
gierieiacia, los legaseas y los rneta,fisiccs ablm se rna~~t~avieroei.sin inle-
rrtapcibm a la cabeza de Bus asuntos, y qxe todavía hoy ellos solos
clirigehn todas las dlsc~rsionespolíticas.
Tal experielacia, pos costosa que haya sido, y por decisiva q-iie
resulte redmente, continuaría siendo estQil, a causa de su cornpll-
cación, si no se explicas'e, mediante un análisis directo, la absoluta
necesidad de retirar a los legislas y metafísicos la influencia política
universal que se les concede, y que no procede más que de la presun-
212 GGKITA IONESCfT

ta opini6n de la excelencia de sus doctrinas. Es muy fácil demostrar


que lis doctrinas de los legistas y cfe los metaf sicos son hoy, por su
n a t u r d e a totalmente impropias para dirigir convenientemente la
accibn política, sea de los gobernantes, sea de los gobernados. Este
obtácido es tan grande que hace desaparecer, por así decirlo, los be-
n&cios que puedan proporcionar las capacidades individuales, por
b d a n t e s que sean.
Los espíritus un tanto ilustrados reconocen ahora la necesidad
de una restructuración general del sistema sociaf;esta necesidad ha
llegado a ser tan imperiosa que resulta fox-znsosentirla como tal. Pe-
ro el error capital cometido a este respecto consiste en creer que el
nuevo sistema a edificar debe tener como base Las doctrinas de los
21:&tas y los metafísícos. Este error se mantiene s610 porque no se
hasta ef.fondo de la serie de observaciones politicas, 7 por-
que Ios hechos generales no son examinados profunda~enteo, pa-
ra dairlo mejor, porque aGn no se fundamentan los razonamientos
politicos en los hechos históricos. Sin este error, no Uegaríamos a
equivocarnos hasta d punto de considerar una modificación del sis-
tema socid, una modificación que ha tenido ya todos sus efectos, y
que no puede desempegar hoy ningttn papel, corno un verdadero
cambio de dicho sistema.
Legistas y metafísicos son prope~wsa tomar la forma por el
fondo, y las palabras por las cosas, De ahí la idea generalmente ad-
mitida de la multiplicidad casi infinita de los sistemas políticos; pe-
ro>en la práirtica, no hay, ni puede haber, más que dos sistemas de
organ&ación social realmente distintos, el sistema feudal o militar,
y el sistema industria y en lo espiritual, un sistema de creencias y
un sistema de demostraciones positivas. Toda la historia del género
humano se divide, necesariamente, entre estos dos grandes sistemas
de sociedad. No existe, en efecto, para una nación como para un in-
dividuo, más que dos fines de actividad, la conquista o el trabajo, a
los que corresponden espiritualmente las ciegas creencias o las de-
mostraciones científicas, es decir, fundadas en observaciones positi-
vas, &ora bien, para que el sistema social cambie realmente, es pre-
ciso que se rnobifiqtie el fin de actividad general. Cudesqaiera otros
perfeccionamientos, por importantes que puedan ser, rro son más
que modificaciones, es de& cafnbios de forma y no de sistema.
Sdlo la metafísica puede hacer considerar las cosas dlferen-
temente, merced a la desafortunada habilidad que le permite con-
hndir lo que debe ser distinguido, y distinguir lo que debe ser
.conf~~ndido,
La sociedad estuvo organizada de modo claro y característica,
?mientrasel sistema feudal o militar se hallaba en pleno vigor, por-
que entbnces tenía un fin de actividad claro y determinado, el de
ejercer una gran acción guerrera, fin al que estaban coordinadas to-
das las partes del cuerpo politico. Igualmente tiende a organizarse
fioy de un modo más perfecto, y no menos claro y característico,en
t o b o al fin de actividad industrial, hacia el cud, del mismo modo,
serán dirigidas el conjunto de todas las fuerzas sociales. Pero, desde
la decadencia del sistema feudal 4 militar hasta ahora, la sociedad
no ha estado realmente organizada, porque a1 perseguir de frente
ambos objetivos, el orden político s61o ha tenido un carácter bastar-
do. ahora bien, lo que pudo ser útil, y hasta necesario, como estado
de sosas transitorio y preparatorio, llegaría a ser evidentemente ab-
- surdo como sistema permanente en nuestros días, cuando la transi-
ci6n está ralrnente terminada en sus principales aspectos, Sin em-
bargo, es ahí a 10 que nos conducen las doctrinas de los legistas y ,

rnetafisicos.
NOestá de mas repetirlo: se necesita un fin de actividad para una
sociedad, sin lo cual no habría sisterna politico.3 Ahora bien, legis-
lar no es uh fin, sólo puede ser un medio, iNo sería extraño que, co-

3 Bonaparte había percibido esta~erdadfundamental cuando emprendió la r,estauraciÓn


del sistema feudal y teológico, mas hizo de ello una mala aplicación, debido más a su inca-
pacidad que a su ambición, ya que su educacibn le permitía conocer cuál debe ser hoy la di-
rección de actividad de un jefe en una nación civilizada. En nuestra epoca, un ambicioso se
hace militar si conoce su incapacidad, y se hace industrial si conoce su capacidad.
m o resultado de todos los progresos de la civilización, los hombres
hllbieran llegado, hoy, a reunirse en sociedades con el fin de dictar-
se leyes los unos a los otros34 Esto sería, sin duda, el colmo de la mis-
4 Se dirá, sin duda, que el objelii.0 de1 contrato soáal sería, en esta hipótesis, asegurar el

mantenimiento de i i libertad, :o que equlvale


- a seguir dando vueltas en el mismo círculo de
ideas, y tomar un oraen de cosas transitorio por el sistema a constituir.
El mantenimiento de la libertad tenía que ser un objetivo de primera necesidad mientras el
sistema feudal y teológico conservaba cierta fuerza, porque entonces la libertad se hallaba ex-
puesta a graves y continuos ataques, Pero hoy n o puede sentkse kmisma inquietud, puesto que
se trabaja en la instauraúón del sistema industrial y científico, y este sistema entraña, obliga-
toriamente, sin preocuparse de ello d i r e m e n t e , el mayor nivel de libertad social, en lo tempo-
ral y en 10 espiritual. En este orden de cosas, un gran aparato de combinaciones políticas,
únicamente destinado a preservar la libertad de ataques a los que, seriamente, no puede hdlaise
expuesta, se pareceda mucho al combate de Don Quijote contra los molinos de viento.
Be otra parte, el mantenimiento delas libertades individuales no puede constituirse, en nin-
gún caso, como fin del contrato socid La libertad, considerada bajo su auténtico aspecto, es una
consecuencia de la civilización, progresiva como ella, pero nunca como su fin. No nos asocia-
mos para ser libres. Los salvajes se asocian para cazar, para hacer la guerra, no para procurarse
la libertad, ya que, bajo este conceptohadan mejor en permanecer aislados. Iilsisto en que se ne-
cesita un fin de actividad,y la libertad no puede serlo ya que la presupone. Pues la verdadera li-
bertad no consiste en permanecer de brazos cruzados en la asociación; tal inclinación debe ser
reprimida severamente dondequiera que apaaca; al contrario, consiste en desarrollar, sin tra-
bas y con ta mayor &ensián posible, una capacidad temporal o espiritual &tiia la asociación.
Ademb, observemos cómo, a medida que !a civilización progresa, la división del trabajo,
considerada tanto en lo espirimal como en lo temporal, y desde el punto de vista más general,
crece en la misma proporción. De eUo resulta, necesarkmenre, que los hombres dependen
menos los unos de los otros individualmente, pero que, eBctamente en la misma relacion, ca-
da uno de ellos depende más de las macas. Ahora bien, si continuásenlos tomando como base
de las doctrinas políticiis la vaga y metdsica idea de libertad, tal como circula hoy. ello nos lle-
varía a dificultar la acción de las masas sobre ios individuos. Bajo este concepto, e s idea seria
contraria al desarrollo de la civilización y a la organizacián de un sistema bien ordenado, que
exige que las partes estén fuertemente ligadas al conjunto y situadas en su dependencia.
No hablo de la libertad política, pues resdta demasiado evidente que ésta, aún menos que
la libertad indi~dual,puede ser considerada como un fin de asociacián. Además, puedo ha-
cer observar :ri reiacitn ;?:te tccia. y ior, '->!jr!c r i t caracterizar el vr ri;.icro e s t ~ d ~des co-
sas, que el de:echu a ocuparse ?e los ?i?intos p.ji~!ii3~, 5in ucns cietermiii,;c:s condiciones de
capacidad, conferido en teoría a todo ciudadano como un derecho natt~ral,y limitado única-
mente en su ejercicio, pero siempre sin condicrones de capacidad, es la prueba más completa
y palpable de !a vaguedad e incertidumbre en que están inmersas las ideas pditica~.iSin esta
causa, se habria pensado siquiera en declarar, en términos indirectos, bien es verdad, pero
cuyo sentido no es dudoso, que no se necmta ninguna capacidad natural a adquirida para ra-
zonar sobre política?
¿Por qué no se proclama que los franceses que pagan mil francos de contribución directa
son aptos para hacer descubrimientos en química, mientras que se establece, en el fondo, un
El. PENSAMIENTG POI.L?'ICO DE SAINT-SIMON 215

tifacación. NO nos daría lía impresión de ver a grupos de hombres


reunidos sesudamente con el propósito de establecer nuevas normas
para el juego de ajedrez y que por ello se estimasen ya jugadores?
Absurdo tan manifiesto resrrlta, sin embargo, natural y, en conse-
cuencia, excusable en Ios legistas, cuya Juicio está ordinariamente
viciado por la costumbre de no considera más que las formas, Pe-
ro por parte de los industriales, acostumbrados, por el contrario, a
no considerar en todo hecho más que d fondo, la prolongación de
semejante error sería absolutamente inexplicable.

DEL SISTEMA INDUSTRIAL (1)"

Se teme, tal vez, que al no hacer ya ningún esfuerzo para restablecer


la influencia de la idea de rey por la gracia de Dios, ésta no sea rem-
principio absnlutame~tesemejante para la política, que es, sin embargo, mucho más difícil e
importante que h química? por qué? íPorque resdran claras las condiciones de capacidad
para ocuparse de fa quimica, y n o lo estin rezpecto a la poiítica? iY de qué procede esta dife-
rencia? De que hoy la quírnica es una ciencia positiva, mientras que la política no es aún más
que una doctrina conjeturd que no merece el nombre de ciencia.
Es p r ~ p ; ode i,.: ~ i ~ i ~ i : s ~.cc:iariic-j.ty
ica. !.:)i.!lcr no c ~ > ~ c i ' nada
iü rea!. persuadirnos J e qiie
se esrj iap:ici:ai.- ;?.?ii to:!o i:n rg:r,+..: dl. SE: i~.udoespecial. La ri~tablc
id < P .i.cit!..iilr :i_<iL.
circunstancia que acabo de indicar no se da hoy más que en la política y la filosofía, su ma-
dre, porque sólo ellas, entre todas las ramas de íiuesiros conocimientos, han seguido siendo
metafísicas. Pero análogo hecho podía observarse en las ciencias hoy más positivas, en la épo-
ca en que aún estaban inmersas en el tenebroso terreno de la metafísica. Las condiciones de
capacidad necesarias para tener el derecho a cultivarlas no han llegado a ser claras y. precisas, -
y no han cesado de ser universalmente contestadas, hasta que estas ciencias han adoptado el
carácter positivo o de observación.
Lo mismo debe ocurrir con la política. ;Se puede afirmar hoy, sin cubrirse de ridículo, que
la ciencia política es innata, o que basta con haber nacido ftailcés para estar en condiciones
de razonar? Semejante lenguaje tiene incluso la reputación de ser patriótico. Pero cuando la
politica haya alcanzado el rango de las ciencias de la obsenracián, lo que ya hoy no puede de-
morarse demasiado, las condiciones de capacidad llegarán a ser claras y determinadas, y el
cultivo de La poliiica será confiado exclusivamente a una clase especial de sabios que impon-
drá silencio a ía palabrería.
"III,ri, pp. 208-zn. Del sistema industrial trata esencial y directamente de los problemas
de la restauración de los Borbones. Los trozos escogidos aquí son aquéllos en los que Saint-
Simon plantea el problema con mayor nivel tebrico.
plazada por Ia de soberania del pueblo. Ef temor es natural, pero to-
talmente quirnerico. Bastar6 un rnomerito de reflexión para conven-
cerse de ello.
La legitimidad, tal como se entiende, no existe como doctrina
sistemática y &acta más que desde la reforma de Lutero. El clero, %

paxa salvaguardar una existenha política que acababa de ser frierte-


mmte quebrantada, consintió subordinarse a la corona, y la obse-
q& con este dogma a fin de asegurarse su benevolencia. Antes 'de
esa época también se aceptaba la fórmula de por la gracia de Dios;
pem no poseía este alto carácter religioso, ni, sobre todo, la impor-
tancia que tuvo después, ya que los reyes añadían indiferentemente
y p r l a f u m a de mi espada. Ahora bien, es muy significativo queael
kmoso dogma de la soberanía del puebla si no fue inventado, al
menos 6mpezS a alcanzarcrédito en HOXanda hacia el mismo tiem-
po. si"echarnos una rápida mirada a los progresos de estos dos dog-
mas, se les verá constantemente marchar juntos. Tan permanente
. rdkción hdica la í:Mstencia entre ellos de m a mayor conexión de

!a que st3 le supone comúnmente. Y, en efecto, no es difícil recono-


c e que
~ se hallan estrechamente ligada* o, mejor dicho, que se han
constituido e! uno contra el otro.
A poca que se reflexione, se comprenderá que estos dos dogmas
na;tienen existencia red más que por oposición del uno al otro. El
sentido vulgar atribuido a la expresión soberanla del pueblo, e ínclu-
ca el único sentido claro que puede iitribuírsele, es: soberanfa por In
voluntad de! pueblu, ya que el pueblo comprende muy bien, excepto
en momentos de delirio de muy corta duración, que no tiene la po-
sibilidad de ser soberano. Ahora bien, puesto que se admite que tal
voluntad no está determinada por condiciones fijas, establecidas en
interés d d pueblo, ifidependientement del mérito del soberano, re-
surta que la expresi6il soberanh por la voluntad del pziebIo no signi-
fica nada, sino en oposición a soberanía por la gracia de Dios. No
designa más que un simple formulismo a cumplir hacia el pueblo
o sus representantes, después de lo cual todo ha terminado, a saber:
la solicitud de su consentimiento. Todo consiste, pues, en esta soli-
citud y, en co~~~ec~zencia,'no se puede ver en ello otra cosa que una
crítica de la idea de por h gracia de Dios; fa cud no signsca realmen-
te más que la kdependllcia del concen.timiento del puebio. Estos
-dos dogmas antag6nir;os en tan sólo una existencia recíproca.
Son los residuos de la larga guerra metafísica que tuvo lugar en
toda Europa occidental desde la reforma, contra los prüicipios po-
líticos del régimen feudal. En la guerra se está obligado a poseer ar-
mas del mismo alcance que las del adversario. Unsi abstracción ha
provocado, pues, otra abstracción. La metafísica del clero ha desenca-
desado la metafísica de los legistas destinada a luchar contra la ante-
rior. Pero hoy día esta lucha ha terminado.

DEL SISTEMA INDUSTRIAL (2)"

. Se habla incesantemen.te de los intereses de la revolucidn; es la fra-


se banal y convencional; en todas partes, y en cualquier circuns-
tancia, se prodarna con énfasis que el objetivo de la causa llamada
Liberal, que consideráis corno la causa industrial, es hacer triunfar
tos intereses de la revolución y se insinúa hábilmente que los Borbo-
nes son un insuperable obstáculo para ese triunfo. Permitidme
decirlo, señores: en ello s610 veo uha verdadera mistificación; me
serviría de una expresión m6s enérgica si conociese una tan exacta
como ésta.
]Extraño poder el de las palabyas, que nutre la confusión de las
ideas! Os halláis, sefiores, y ciertamente con razón, profunda y te-
nazmente ligados a la revolución, en el sentido de que deseáis con
constante ardor el cambio real del régimen; cambio que, desde su
origen, ha sido el verdadero objetivo; y sentís, ,al mismo tierilgo, de
una forma difusa, que tal objetivo no ha sido alcanzado, sin poder
218 ¿% GHITA IONESCIJ

señalar nítidamente lo que os falla para que pueda serlo. ilo que os
falta!; el partido que ha usurpado vuestra confianza os lo e~ñseñará.

establecimiento del poder industrial. Tal es, sin embargo, el verda-


dero estado de cosas para cualquiera que no esté ciego.
No es al pasado, señores, donde debéis dirigir la mirada,' sino al
futuro; no debéis acordaros del pasado más que para serviros de las
experiencias que tan carmente habéis adquirido. Lo íinico que
debe ocuparos es el éxito de la causa industrial, objetivo real, en ver-
dad, de la revolución, pero del cual, una vez que vagamente lo se-
ñalaron al comienzo, jamás nadie se ha ocupado menos que en este
periodo.
En cuanto a los intereses políticos, creados durante esta época,
110 debéis defender más que aquellos relacionados con la división de
las propiedades, realizada mediante la venta de las regalías, si bien
debéis lamentar, en principio, que esta división no se haya efectua-
do pacíficamente, al modo industrial, en vez de haber sido obtenida
por la violencia, al modo feudal. Pero estos intereses son inatacables
y no debéis temer seriamente que sea? atacados de forma que pue-
da inquietaros. Salvo esta Unica excepción, no tenkis absoiuta~nente
nada en común con 10 que se llama los intezeses de la revoluci0n; al
contrario, todos son notablenlente opuestos a los westrras, y debéis
desear vivamente que su ambición sea reprimida. Dejad, al menos,
su defensa a los intrigantes a quienes pertenecen.
EL PENSAMIEN'I'O POZ,ÍTICO DE SAINT-STMON h
e 219

CARTA A LOS SENORES INDUS-~KIALES"

Señores: En las precedentes cartas, he discutido tan sólo desde


un punto de vista nacional Ia opinión de un cambio de dinastía.
Me queda, para completar el examen, presentarla a vuestro espíri-
tu desde un punto de vista más elevado, desde el punto de vista
europeo.
Señores, el gran movimiento de civilización a que la marcha de
los acontecimientos arrastra al pueblo francés desde 1789, no debe
ser considerado como simplemente nacional. Posee un carácter más
general. Todas Ias naciones occidentales de Europa participan en él
de un modo más o menos fácil de discernir. Los tres recientes ejem-
plos de España, Nápoles y Portugal, acaban de proporcionarnos la
más evidente prueba. No podéis dejar de considerar el estado de
vuestra causa bajo este importante aspecto, para forrnaros una idea
completa de vuestra verdadera situación política. Desarrollemos al-
gunos aspectos de este tema.
Desde d establecin~íentouniversal de la dominación romana en
el occidente de Europa, ha existido sienzpre entre las diferentes na-
ciones que formaron parte de aquel imperio, un cierto vínculo de
homogeneidad política que, a pesar de las muy reales diferencias na-
cionales, les imprime un carácter de comunidad, y les separa de for-
ma absoluta, a este respecto, de los estados de la Europa oriental. Su
civilización se ha desarrollado de modo a s í uniforme, d menos ba-
jo los conceptos más esenciales, aunque no haya caminado en todas
partes con la misma veloedad, Esta similitud ha llegado a ser más
completa a neBida que el progreso de las luces ha facilitado y mul-
tiplicado tas comimicaclones de todo género,

* 111, rt, pp. 21-24. En Ifu systeme industriel, Saint-Simon escribe varias cartas abiertas a
los industriales, al rey, sobre diferentes temas. Las primeras cartas a las industriales tratan,
esencialmente, del principal problema político de Francia en la época de la restauración. Es-
ta es la Carta quinta.
220 )di. GWlTA IONESCU

Hasta hoy, esta analogía no se ha manifestado más que como re-


sultado forzado de la naturaleza de las cosas, a las que los pueblos
han obedecido involuntariamente y sin advertirlo.
Al haberse desarrollado la formación de las sociedades moder-
nas en la Edad Media, en estas diversas naciones, de la misma for-
ma, aproximadamente en la misma epoca, y cuando ya existía entre
ellas, en virtud de la dominación común, una gran conformidad po-
lítica, se originó obligatoriamente que su posterior evolución se re-
sintiera, hasta cierto punto, de esta comunidad de origen y que se
estableciera, de hecho, sin nirigbn fin, cierta similitud y siinultanei-
dad en sus progresos.. , Pero hoy, en lugar de esta simple analogía,
puede y hasta debe formarse entre estos pueblos una verdadera
coordinación de esfuerzos políticos, que tenga por objeto la instau-
ración del regimen industrial, lo que siempre ha sido su destino
final coinún, y que en la actualidad debe ser objetivo de todos, aun-
que no todos estén igualmente cercanos a 61.
La posibilidad o, mejor dicho, la necesidad de tal coordinación,
es tino de los resultados más importantes y más dichosos del pro-
greso de las 1uces.s
Así, pues, señores, la causa cuyo triunfo debéis perseguir no es
Unicamente francesa, es europea. En la acción que estáis llamados a
realizar en Francia debéis consideraros como los colaboradores de
todos los industriales de Europa occidental. Se añaden, pues, seño-
res, a vuestros deberes nacionales, deberes de una naturaleza más
general, deberes europeos, filndados, como los primeros, en mes-
5 Idoque acabo de exponer será más tarde objeto de un examen especial y directo. El pro-
blema que trato aquí me obliga a limitarme, por el momento, a indicaciones generales.
Para hacer comprender toda la importancia de esa gran unión europea, me propongo de-
mostrar: primero, que la instauración del régimen industrial sería imposible en cada nación
aisladamente, si todos los pueblos de Europa occidental no se encargan de ello simult6nea-
mente; segundo, que si, en verdad, la evolución de la civilizaciOn ha reservado a Francia el ex-
clusivo honor de iniciar la realización del régimen industrial, no deja de ser tambikn cierto
que, una vez dado el primer impulso, ciertas partes de esta gran empresa deben ser natural-
mente ejeciitadas por aquella de las otras naciones occidentales que se encuentre más avan-
zada; Francia no realizaría en esta parte del trabajo común más que una acción secundaria.
EL PENSAMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON 221

tros intereses, según el papel que la evolución de la civilización os


asigna hoy para la organización del régimen industrial.
Vuestras obligaciones a este respecto son fáciles de determinar. Es-
tán conteilidas en la necesidad general de armonizaros políticamente
con las otras naciones del occidente europeo. Esto es, adoptar inrne-
diatamente los perfeccionamientos que eilas han introducido y, a
vuestro turno, dades el ejemplo en la parte que os corresponde del
trabajo corntin.

AL REY*

"Dios ha dicho: amaos y ayudaos los unos a los otros."


Sire, toda asociación de hombres que posee un determinado ca-
rácter, desde la mas sencilla hasta la más compleja, es necesariamente
o militar o industrial, dado que no podría existir verdadera asocia-
ción sin un fin común de actividad, y que no existen más que dos fi-
nes de actividad posibles, tanto como para cualquier colectividad de
hombres, corno para un solo individuo, a saber, o la conquista o el
trabajo. Toda nación que no esté organizada para uno LI otro de es-
tos dos fines no constituye una verdadera asociación política; no es
mas que un conglomerado de individuos con carácter bastardo.
No hay, pues, más que dos verdaderas coi~stitucioriesposibles,
respondiendo cada una a un fin diferente de actividad, la constitución
militar y la constitución industrial, cuya elección se ve determinada
por el estado de civilización de cada nación y de las circundantes. La
m
,arta,** que no es ni una constitución militar ni una constitución in-
Justrial, al desear ser a la vez una y otra, no es, pues, una verdadera
:onstitución.
La razón indica, y los heclios confirnian, que la constitución mi-
itar corresponde a la primera fase de la civilización.Necesariamen-

* 111, ii, pp. 184-234.


** Véase la anotación sobre la selección de textos en la introducción.
222 (CIWITA LUNESCU

te corresponde a Ia ignorancia de las leyes de la naturaleza, de lo cual


proviene la ausencia de Los medios de actuar sobre ella, para modi-
ficarla en beneficio del hombre, Pero en fa medida que estas leyes se
desvelan y esta acción se desarrolla, la sociedad se encamina paula-
tinamerzte a la sombra de la ccjnstitución militar, la cual se modifi-
ca gradudmente hacia la constit~ciónindustrial, verdadero destino
final del género humano civilizado.
El momento en que la constihción industrial está madura pue-
de ser fijado con cierta precisión, mediante esta doble condición fcin-
damental: 10, que, en la gran mayoría de la nación, los individuos se
hallen contratados en las asociaciones industriales, más o menos nu-
merosas, y ligados entre sí de dos en dos, de tres en tres, etc., median-
te relaciones industriales; lo que permite formar u11 sistema general
y dirigir estas relaciones hacia un gran fin industrial común, por el
cual se coordinan ellas mismas, de acuerdo con sus respectivas fun-
ciones; zO,que la observación de las leyes de la naturaleza esté en ple-
no desarrollo, en relación con los diferentes tipos de fenómenos que
presente; lo que permite agrupar los conoci~nientoscientíficos parti-
culares en un sistema general de estudio de la naturaleza, que corres-
ponda al sistema general de acción sobre la naturaleza.
Cuando una sociedad ha alcanzado tal situación, y no se halla
rodeada por naciones puramente militares, se aproxima a la consti-
tución industrial.
Tal es la evolución general del género humano, reducida a su más
sencilla expresión, si no consideramos más que los hechos principa-
les y los que proceden de la esencia misma de las cosas; de la cual, en
último análisis, deben provenir las leyes políticas, del mismo modo
que las leyes cien~ficas,como bien ha dicho el ilustre hfontesquieu.
Sire, si comparamos al esquema"general, cuyos grandes rasgos
acabo de esbozar, Ia evolución efectiva de la sociedad en Francia
hasta la presente época, vemos que, desde la emancipación de las co-
munas y la introducción del cultivo de las ciencias de la observación
por los árabes en Europa, ha realizado continuos y siempre crecien-
EI, PENSAMIENTO P O L b I C O DE SAINT-SIMON 223

tes progresos hacia el sistema industrial, y que el sistema militar se


ha desmoronado en la misma proporción. En fin, Francia ha alcan-
zado el nivel que te permite aceptar la constitución industrial, pues
las condiciones fundamentales más arriba equestas han sido hoy
totalmente cumplidas.
En efecto: lo,sobre treinta millones de franceses, hay veintinueve
millones y medio de industriales que forman entre ellos diferentes
asociaciones, lo bastante extendidas y lo bastante interrelacionadas;
a*, la observación de fa naturaleza se halla en pleno desarrollo en sus
diversas ramas, ta astronomía, la física, la química y la fisiología, lo
que ha venido a coronar el edificio científico. Por último, las nacio-
nes circundantes de Francia, aun sin haber alcanzado todas el mismo
nivel que ella en estas dos grandes condiciones, sí están, no obstante,
evidentemente animadas por la misma tendencia; se encuentran en
el mismo periodo de su civilización.
Resulta, así, de las consideraciones antes formuladas, Sire, que
hoy no hay en Francia otra constitución posible que la industrial. La
Carta, que evidentemente no es la constitución industrial, no puede
ser presentada como una verdadera constitución, o, si se desea obs-
tinarse en concederle este título, es una constitución que no puede
adquirir coi~sistencia,ya que no es la que el estado actual de la civi-
lización nos impone.
Sire, una constitución real jamás puede ser inventada, no pitede
ser más que acatada. El verdadero poder constituyente no puede ser
ni un rey ni una asamblea; es el filósofo6 quien estudia la evolución

"e me objetar& quizá, contra la consecuencia extraída de esta aserción, que este filósofo
puede encontrar= bien en el trono, o bien en una asamblea Iegslativa. Responderé, respecto
al p'r!fl C C ? S ~q, ~ i e!a i a p 2 ~ i d r ~~ ! ¡ o s Ó ~ ~pcdcr j a , 5'2 dud:., er..;uiitr:rse e!; -1 trono o cri otra
parte, pcrc ::ue iür:(.criu de. 2 rdurdciíjn que lc k~srrriiricse1-cuiiir10, riinteridles de sus 01)-
servaciones, y de una posición soc~alque le dejara la libertad de coordinarlas. Respecto al se-
gundo caso, aiiadire que un filósofo puede, en efecto, ser miembro de una asamblea tegislati-
va, como de cualquier otra sociedad; pero que eUo, lejos de ser favorable a sus investigaciones
políticas, le supone, por el contrario, un gran obstáculo, a menos que no desempeñe en
la asamblea papel activo alguno, hipótesis que destruiría la objeción propuesta. Condorcet,
224 PC). GHITA IONESCTJ

de la civilización,y quien resume todas las observaciones en una ley


general, la cual Llega a ser principio constituyente cuando ha sido
verificada por la masa de los hombres ilustrados. En una palabra, la
iaivestigaci6n de las bases de una constitución es, por su propia na-
turaleza, una función del poder espiritual, que no puede ser cumpli-
da por el poder temporal en modo afguno,
Podríamos demostrar, a trav&sde fa historia, que las cosas siem-
pre lian sucedido efectivamelite de este modo, aunque no se tratara
más que de modificaciones, más o menos profundas, al orden pri-
mordial. Con mayor motivo debe s~lcederasí actualmente, cuando
se trata de una verdadera constitución nueva.
No es pues extraño, en modo alguno, que las pretendidas coris-
titucisnes inventadas por las asambleas legislativas de Francia, y la
imitación de una de ellas en Espaíia, no hayan constituido efectiva-
mente nada. Por la misma razbn, es natural que la Carta, si 'bien
concebida en un espíritu mucho más experimental y, en consecuesi-
cla, mucho más sabio, no pueda tampoco constituir nada. De lo que
habría que extra?Iarse, con razón, seria de que sucediera de otro mo-
do, lo cual sería absolutamente contrario a La propia naturaleza de
las cosas,
iQué es entonces la Carta, al no tratarse de una auténtica cons-
titución definitiva? Esto es lo que debernos precisar ahora.
La Carta debe ser considerada como una feliz modificación del
antiguo sistema político; establece un orden de cosas provisional y
preparatorio, al abrigo del cual la sociedad puede concluir pacífica-
mente su transición hacia el sistema industrial y científico.
Cuando el poder regio y la nación hayan visto, de común acuer-
do, la instauración de este sistema como el único medio posible de
poner térmiilo a la revolución, la mayor dificultad habrá sido ven-
cida, pues el estado de crisis terminara a partir de ese momento,
indiscutiblemente el filósofo más capaz de la última mitad del siglo xvlii hizo rnds poiíti-
ca verdadera tras su proscripción por la Convención que cuando era miembro influyente
de ella.
EI, PENSAMIENTO POL,fTICO DE SAINT-SIMON 225

Pero la organización del sistema exigirá mucho tiempo, ya que se-


mejante empresa es lenta por su naturaleza y a causa de los traba-
jos teóricos que requiere, así corno del cambio que reclama en las
costumbres prácticas de casi todas las clases, tanto de aquellas
que deber, elevarse como de h s que deben descender. De aqui la
indispensable necesidad de la Carta, que permite trabajar con se-
guridad en la formación del llueva sistema, de ponerle gradual-
mente en movimiento, siguiendo el curso natural de las cosas, y, en
consecuencia, ir aprovechando poco a poco los beneficios que debe
engendrar este sistema, incluso antes de que haya sido totalmente
constituido.
Tales beneficios son ciertamente bastante valiosos para merecer
la adhesión y la gratitud de la nación francesa a la Carta y a su au-
gusto fundador, Ambos sentimientos no podrian debilitarse al ha-
llarse motivados en una apreciación real y positiva de la Carta; por
el contrario, conforme sea más considerada bajo su verdadero pun-
to de vista, mejor se comprenderá cujn exactamente apropiada es a
la época presente, auténtica época de transición.
El medio más seguro para desechar estos juicios favorables sería,
precisamente, persistir en considerar la Carta como la Constitución
definitiva; pues, a pesar de que la nación no perciba más que de mo-
do extremadamente vago el verdadero carácter del sistema hacia el
que la evolución de la civilización le arrastra, siente, de modo muy
real, aunque oscuro, que el orden establecido por la Carta no satis-
face sus deseos fundamentales.
Dada la gran importancia de la opinión que acabo de emitir, ya
que comprende la gran cuestión política en su generalidad, de-
bo consolidarla con el mayor número posible de consideraciones
distintas.
Voy a tener el l~onorde exponer someraxnente algunas de ellas a
Vuestra Majestaci, aunque considere las ya expuestas como suficien-
tes para demostrar a todos los espiritus susceptibles de profundizar-
las, que la Carta no es una verdadera Constitución.
226 Dll. GRITA IONFSCU

Sire, el primer articulo de una Constitución, el más importante


de todos, es, evidentemente, aquel que formula el objetivo hacia el
cual nos proponemos, mediante este contrato, dirigir la sociedad, si
este objetivo no es plenamente expuesta, todos Ios otros temas, que
no son más que reglamentarios en relación con el primero, perma-
necerán necesariamente en la i&recisión, y el acta pierde desde ese
momento el carácter constituyente.
iOlvida jamás un notario, en la redacción de un contrato de so-
ciedad, indicar el fin de la asociación?
Tal es, sin embargo, la gran laguna que presenta la Carta. En par-
te alguna queda ni siquiera sobrentendido el objetivo de la asocia-
ción. Comienza, como todas las constituciones imaginadas desde
1789, por exponer los derechos de los franceses, que sólo podrían
quedar nítidamente determinados si el fin de la sociedad se viera fi-
jado de forma positiva, ya que los derechos de cada asociado no
pueden fundarse más que en las facultades que él mismo posee pa-
ra participar en el fin comtín, tal como ocurre en todas las asocia-
ciones privadas. Resdta realmente singular que algo cuya necesidad
es percibida por todo el mundo, cuando se trata de asociaciones de
treinta o de cien individuos, no se conciba por nadie cuando el nú-
mero de éstos se eleva a los treinta miflones. Toda esta primera par-
te de la Carta, fa más importante puesto que establece los principios,
es una imagen demasiado fiel de la imprecisión en que se hallan aún
inmersas las ideas políticas, y del fastidioso dominio que la metafí-
sica conserva todavia sobre los espíritus.
Igualmente vemos que, por esta carencia de carácter determina-
do, tan notable en la Carta, y que procede de que e1 fin de actividad
de la sociedad y del gobierno no queda en absoluto indicado, ni ex-
plícita ni implícitamente, la Carta puede ser utilizada para organi-
zar la sociedad en los sentidos más opuestos. Puede ser empleada
para restablecer el sistema feudal y teológico en toda su pureza, en
cuyo caso sería suficiente sustituir la palabra Cámara por la palabra
Estado, lo que en sí resulta absolutamente indiferente, y conceder a
EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE SAINT-SIMON * 227

las paiabrac religión del Estacto su plena acepción natural. En efecto,


si la nacióri no poseyera, para oponerse a estas vanas tentativas, me-
dios más reales que a-umentaciones fundadas en la Carta, debería
considerarse ya vencida, al menos bajo el concepto lógico. En segun-
do lugar, la Carta puede ser puesta en funcionamiento de forma que
prepare la organización del sistema industrial y científico; porque
nada en su texto contradice formalmente esta dirección; tal es,
como pienso haberlo demostrado, su verdadero destino; tal es el
único modo positivo de actuar de la casa de Borbón y de la nación
francesa. Pero, como quiera que sea, hay que convenir en que re-
sulta una singular Constitución aquella que puede, a voluntad, ser
concebida para restablecer el antiguo régimen, o para preparar el ré-
gimen industrial. La misma posibilidad de semejante flexibilidad
sería suficiente para demostrar que la Carta no es una verdadera
Constitución.
Sire, es posible convencerse, de forma directa, independiente-
mente de las consideraciones indicadas hasta el momento, de que
la Carta no es, evidentemente, en su conjunto y en sus disposiciones
más esenciales, sino la Constitución inglesa, tal como quedó fija-
da desde 1688. Resulta pues, bajo este concepto, enjuiciable por la
experiencia.
Comienzo por hacer observar que, tanto en Inglaterra como en
Francia, y en general en toda Europa occidental, el régimen parla-
mentario no puede ser el régimen definitivo, el cual sirve tan sólo de
transición al sistema industrial, que la sociedad está llamada a ins-
taurar en nuestra época. Los motivos en que fundo esta opinión pa-
ra Francia son, en efecto, aplicables a todas las naciones que han
alcanzado la misma evolución en su civilización y, principalmente,
a Inglaterra.
Inglaterra, por diferentes causas, procedentes casi todas, en últi-
mo análisis, del aislamiento en que la coloca su situación geográfi-
ca, ha podido llegar a esta modificación del sistema feudal o teoló-
gico, que llamamos régimen parlamentario, antes que Francia, si
228 * GHITA IONESCU

bien en u n a fase de civilización.muy inferior a la de Francia. Ocurri:


que este régimen alcanzó en Inglaterra una duración que ~ e r m i -
tia considerarle coma un régimen definitivo. Pero las circunstan-
c i s que acabo de señalar no cambian en nada la naturaleza esencid
del .r é g h e n parlamentanio, que consiste en ser intermediario
p tr;.tnsitodio, Efúnico resuktado para Tnglaterrd es que la transición
habrá si& mis prblongada que en Francia, tal cohio debiar ocurrir
haber' partido de uiía.fese de civilizacióa infador; en. una ép0i
~ca:-enla :quk lar $en$enQiavcontinua idel gcbneroy humano &vilizad&
haciwla :cons;itucióa industrialzno aerlidliaba a6n siaficientemente1
marcada, J
rL S Estasonclusióri,se'hdliaidire~tarmenteconfirmada por la abserva-
ción. Cuantos han examinado de modo profundo el actual: estado
&vil y piolítieo de Inglatefka, bonsiderado en sus asprtctosrn5s eesncia-
les, panicularhente en 41 derla distobación de la llegan
>@eme~ahnente al convencin~ientodrr q u e la;Constitución inglesa se
akexcia al&n d&suexistencia. Seria, pues, .singdarq~~e senaperasecon-
qollldai en Eranci,a esa Constitución 2ervla,$oda efi*-quese 'enkaminat
evidentemente hacia su desaparición en la misma Inglaterra,
Me sdlo mostrar-que las dausas~ q ~h ta ne mantenido
~ al ré-
gimen parlamentario en :Ingla+errbno $edsteenen Francia, y. que, en
Consdctaencia;.e&e kgimen'no puede pretender qqaí esa permanen-
cia secundaria"queha pridido poseer entre nuestros vecinos y quet
aesulta blen*ihfenor:ala de un verdadero sistema definitivo,
a t :, NnLinsistiríamostanto-$en>410, si no fuera porque sobre este,
+

principio descansa to'da política-asana;hna Constitución~fi~' es' dura- '


dera más que si, en sus elementos esenciales, resulta e~prasióndel :
estado de laisociedad enl Cuya (época*@e ;eStablece, No se crea una '
I
fuerza política, no seila.inscribe.entra las potemias dirigsntes, más ;
qmic~baridoha adqdirddo un desaarrollo civil, si;lfrEiente, o %ien en-
tonrres, ce implanta pos ,si misakg. ES@g$.%odoiBste?e~@@oci~iento, ,
o, si se quiere, esta legitimación de las fuerzas preponderantes exis-
tentes en una sociedad, en cada una de las épocas importantes de la
civilización, es lo que se llama su constitución;~deotra forma se tra-
taría sencillamente de un sueño metafisico.
La Co~stitucióninglesa, conforme a este principio, ha surgido
de.la naturaleza misma de las cosas, y por esto pudo ser sólida,
mientras el estado de civilización-a que correspondia no m b i ó en
'10 ese~cial;~pera, por la misma razrjn, la Carta no puede adquirir
verdadera solidez, sino como ~o'nstituc~ón~~bo~ision~l, d cdnside-
xar romb *fuerzaspolíticas redes r&1emefitosrqde'~no:poskenningún
filndamcnto en el <estadode la sóciedad. Resulta' fácil '~ofivehcerse,
exahinakncloolos demeritos poiíticos fqiie; con"e1 poder zre'g$oy las
comunas,~participanen la foFcir;macióhde la ConStituciÓh inglesa. Me
limitaté a explicar esta obscrvacióa respecto a dos de sus mks im-
1 .bortantes elementos,
Sire, la prepondeiancia de la Iglesia anglicana sobre las otras
comunidades~religiosas,y su existencia bajo la forda de una corpo-
racicín, cuyo jefe es el rey, son:incontestaljlernente, uno de lo$ prin-
cipales-pilares de b Constitución 'inglesa. No es éste lugar donde
eqiicar cómolEnriquemII, 8ssumiendo la reforma de Lutero en su
iorígen,q antes de que hubiera dado -trjdos SLIS frutos, pudo yd que
no impedi$7al rneno.s retrasar la desorganización del h t i g ú a poder
espilritual, medisnte- unas medidas qué ha'orían-resultaifoiiinprhcti-
cables algo más tarde. Nos basta ahora Crbsemar el hechu y resono-
cer la importancia que ha tenida para la solidez de la Cohstitución
*inglesa.i M a ~existe
, en Francia algún apoyo de este genero?
$: : La. Casta>en efecto, ha ektablecido en el principio que el catoli-
~crisrrioeS la religión de! Estado. Estontendríaque ser un hecho para
que poseyera unZt.cil'orp01ítico;~perb'resalta eviden'te qae h o 'lo es.
*Nohay':religión del Eit~dd'elnu'n pais en el qtre las ideas teológlcas,
sometidas desdé hace rnuchb i'tiempo a la critica, hbd'9erdido la
.casi l0talfdad de su ihflueÍi8a. !A.bsm bien,"airtes de preteri@erapo-
:$aarse..e~:el:abt$gu&~~oder habXi Ssido~'he~t?'sa~id~~échsti-
eqfiir~k~al,
tuirle, lo que, en el estado actual de los conocimientos, resulta una
empresa absurda y quimérica.
Bonapart-e tuvo la intencibn de hacerse papa en Francia, a imita-
ciún de Enrique VflI en Znglaterra, esperando conferir así una gran

es el de los sabios, que corresponde a la coiistitución industrial, y


cuyas bases han sido establecidas de la forma más inquebrantable
por los progresos continuos de las ciencias de la observación desde
los arabes.
Si es cierto, pues, que no hay redmente poder espiritual en el 1-2-
gimen establecido par la Carta, y si resulta e~identeque no podrfa
existir una verdadera Constitución sin poder espiritual, jcómo pensar
que la Carta puede ser una verdadera Constitución? iC6m0 espe-
rar que ni tan sólo pudiera tener la solidez de la Constitución inglesa,
cuando carece de uno de los elementos hadamentales de ella?
Sire, la Cámara de los lores es también uno de los principales
poderes que intervienen en el mantenimiento dela Constitución in-
glesa. Pera la Cámara de los lores no es una verdadera fuerza en el
Estado sino por serlo, -y muy grande, en la sociedad. Lo que procede
de varias causas p: sobre todo, de la concentracion de las principales
propiedades territoriales en manosde sus miembros, conservadas en
las znisrnas familias por leyes feudales que impiden la dispersión. Es-
te poder intermecfiario, evidentemente, no habría sido jamás un
auxiliar verdaderamente eficaz para la monarquía, si no hubiera po-
seído un poder distinto e independiente. No es en virtud de ningu-
na teoria del equilibrio político, dispuesta de antemano, por lo que
EL PENSAMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON a* 231

la Cámara de los lores ha sido admitida pox la ConstituciOn inglesa


en el conjunto de los elementos esenciales; es únicamente en virtud
de un hecho, y h s teorías no han sido imaginadas más que a posfe-
riori. La Cámara de los lores ha entrado naturalmente en la Consti-
tución inglesa, porque la clase de los lores, al ser, en la época en que
se estableció esta Constitución, una de las firelzas civiles preponde-
rantes de Inglatena, no se podía dejar de admitirla en el conjunto
de los poderes políticos.
Si se juzga la Carta en relación con estos principios, que no son
más que la expresión de los hechos, hay que reconocer que bajo es-
te aspecto, como bajo aquel que he examinado antes, carece de ba-
ses reales. iQué puede representar una Cámara de los pares en un
país en que no existe feudalidad y en el que la propiedad territorial
no se halla concentrada, ya desde hace mucho tiempo, en un peque-
n~ número de familias? :Qué representan unos pares cuya existen-
cia se basa sólo en las pensiones o en los cargos que k s otorga el
poder de la Corona? Se trata de una fuerza derivada, que se coñsi-
- dera como una fuerza propia. No hay en Francia pares ni ninguno
de los elementos susceptibles de crearlos. La C h a r a de los pares no
puede ser considerada en nuestro país más que como una extensión
del Consejo de Estado, lo que no añade nada a la fuerza de la mo-
narquia, y produce, más bien, un efecto contrario, ya que la monar-
quía en vez de recibir está obligada a dar. Así pues, la Cámara de los
pares no desernpeiía otra cosa que un papel insignificante y casi ri-
dículo; no posee y no puede poseer importancia política alguna7 y ,

apenas se observa su existencia. Todos los debates tienen lugar a-


clusivamente entre la Corona y las comunas, porque, en nuestros
días, en Francia, no hay más fuerzas políticas verdaderas que la Co-
rona y las comunas. Conservar o suprimir la Cámara de los pares es
una medida casi indiferente bajo el aspecto político, sin otro interés
que el financiero, a causa de los cinco o seis miIlones que la nación

7 E1 señor de Montlosier ha expuesto con mitcha claridad este hecho en su última obra.
1:
232 GHJTA IONESW

está obligada a pagar todos los años para hacer subsistir a estos lo-
res imaginarios.
A fin de completar este examen, y al mismo tiempo resumirle,
supongamos que se preguntara a cualquier publicista inglés, y en
particular a alguno de los miembros del gabinete, qué llegaría a ser
de la Constitución inglesa si se hicieran los siguientes cambios:
Privar aí rey de la calidad de jefe de la Iglesia anglicana y destruir
la supremacía de esta Iglesia.
Quitar d sillón del rey de las Cámaras; no admitir en ellas a los
jueces en su calidad de tales; abolir las costumbres feudales en toda
Inglaterra; abrogar todas las antiguas leyes civiles y elaborar nuevos
códigos para todos los sectores del poder judicial.
Confiscar a los antiguos pares las fortunas territoriales que dis-
fruhban desde épocas anteriores a la Revolución inglesa.
Suprimir los burgos podridos, y distribuir con equidad la repre-
sentación en la Cámara de los comunes.
No habría uno solo que no declarase formalmente que semejan-
tes supresiones quitarían a la Constitución inglesa toda su fuerza y
toda su solidez.
2Cóm0 puede imaginarse, entonces, que la Carta, que no es más
que la Constitución inglesa, y que carece de todos los apoyos antes
indicados, pueda adquirir solidez y llegar a ser una Constitución
duradera?
Sire, respecto a las diferentes consideraciones que he tenido el
honor de someter avuestra Majestad en este artículo, me parece de-
mostrado que la Carta no puede, en forma alguna, ser considerada
como una Constitución duradera y definitiva, El orden de cosas que
establece no puede ser considerado más que como un régimen pro-
visional, sin otro objeto que el de facilitar la transición de la sacie-
dad hacia la constitución industrial, la única que pueda consolidar-
se en el presente.
Esta forma de considerar la Carta, lejos de alarmar a Vuestra
Majestad, es, por el contrario, la idnica que puede encaminar a los
pueblos en una dirección sana y equilibrada, pues los pueblos sien-
ten, por una especie de instinto, que la Carta no es ese nuevo siste-
ma político cuya necesidad experimentan tan profundamente, sin
comprender con claridad su naturaleza. Esta ignorancia les empuja
a buscar, en modíficaciones aún mayores del antiguo sistema politi-
co, lo que no pueden realmente hallar más que en la organización
del sistema industrial y científico. Sus espíritus se manifiestan hos-
tiles, de forma más o menos fuertemente pronunciada, respecto a La
Carta. Si, por el contrario, llegara a ser dominante la opinión que
concibe la Carta como medio necesario de transición hacia la cons-
titución industrial, los pueblos sentirían inmediatamente que si la
Carta no reúne las condiciones que ellos reclaman para el régimen
definitivo, objeto de sus deseos, satisface perfectamente todas aque-
llas que pueden requerir para el orden de cosas provisional, destina-
do a preparar aquel régimen.
Sire, decís también:
"6" No debemos pedir a las instituciones recientes lo que sólo en
su pleno desarrollo y en sus costumbres están destinadas a originar.
"Hasta entonces, sepamos reconocer que, en los asuntos públi-
cos, la paciencia y la moderación constituyen también poderes, los
menos engañosos de entre todos."
El pensamiento contenido en este pasaje implica naturalmente
una importante observación, que tendrk el honor de someter en po-
cas palabras a la ilustrada crítica de Vuestra Majestad.
Sire, el propósito de este pasaje busca, sin duda, encaminar a la
nación francesa a soportar con paciencia el malestar político de que
se ve agobiada, y a esperar con moderación del completo desarrollo
de la Carta, el cumpliniiento de sus deseos.
El negociante que acaba de expedir un navío para el comercio
con la India, no aguarda obtener inmediatamente los beneficios que
debe procurarle su empresa. Por mucha prisa que pueda tener para
disfrutar de ellos, sabe que semejante expedición exige tiempo, y es-
pera pacientemente al fin de la empresa. Pero si el navío, cargado ya,
234 2b GIJITA IONESCIJ

permaneciera en puerto durante meses enteros, a pesar de que el


viento le fuera fatrorable o, con rnclyor razón, si los pilotos del nado,
tras haberse hecho a la mar, tomaran una ruta opuesta a la de la Xn-
dia, convendría exkorvar ~ Lii~egtsciante
I a que tonxara su mal con
paciencia y esperase al~acibiemenreque empresa tan mal dirigida
iriunfaase? Si toda su eG3tencia depe3die-a de tal empresa, semejan-
te lenguaje no s010 seria. absurd~,sino cmeh~enteirrisorio,
Este es, sin cmbago, el verdadero pr-tnto de vista bajo el cual
la insensata acción del gobierno ha presentado la exhortación diri-
gida por V~iestraMajestad a h nación kan~esa,en el pasaje citado,
chortación que, al considerarla en abstracto, no ofrece nada de
razonable.
Que la monarquía se s i t k al la cabeza del movimiento gene-
ral que impulrha en el presents: a la sociedad hacia la instauración
del sistema Indtistriali y c:entíd;kco; y entonces, un vasto caanlrlo de
grandes, evicientes y seguras meoras, algunas de las cuales pueden
estar cercanas ya, se abrir&ante la naci6n francesa, y ésta diferencia-
rá perfectamente, por si misma, 10s perfeccionmienros inmediatos
reaEzables, de aquellos que sólo puede introducir el pleno desarrollo
de este sistema. Pero si el gobierno persiste en sus locas tentati-
vas de restablecer el sistema feudal y teológico, la nacicán tendrá, sin
duda, el derecho de expresar impaciencia e incluso indignacibn.
Bajo este concepto, el pueblo francés está muy lejos de haber ma-
nifestado disposiciones censurabIes y se ha merecido, me atrevo a
decirlo, homenaje de reconocimiento por parte de la Corona por la
paciencia y Xa moderación, verdaderamente admirables, con que
ha soportado durante seis años Las enojosas coilsecuencias de 13
incapacidad ministerial, sostenido por la única esperanza de que
el poder monárquico abriría al fin los ojos sobre la inepcia de sus
consejeros.
Vuestra Majestad, lo digo sin vacilar, no ha tratado con justicia,
en su discurso, a esta sabia y generosa disposición. La x~acióiifran-
cesa ha sido paciente, moderada y confiada, mucho más de lo que la
EL PENSAMIENTO POLITICO DE SAINT-SIMON 3s 235

Corona tenía el derecho de exigir, vista la conducta del gobierno. Pe-


ro el gobierno se acordará, quizá, de que toda paciencia tiene sus Lí-
mites y se detemdrh antes de haber colmado toda medida.
El pasaje arriba onencionéido puede ser considerado bajo u11 se-
gimndo punto de vista, aün nr5s importante.
'bruestra ~ $ r ) s t a dparece persuadida, seg&nese pasa&, de que la
paciencia y la moderacidn son fuerzas politicas con las cuales hay
que contar fundamentalmente. No temo confesar que tal opinibn
me parece err6ilea, porque esas fuerzas son, por su naturaleza, gil-
ramente pasivas y, por esto mismo, to~alrnenteclesproyorcioriadas
con el estado presente de cosss, que exige que las fuerzas más esen-
cialmente activas sean puestas en movimiento, tanto por el iaiterks
de los reyes corno por el de tos pueblos,
Cuando una sociedad cesa de ser activa en cierta diresciin, es
preciso que lo sea en otra; pues la prin~eranecesidad de cualquier
ilación, y sobre todo de la nación francesa, es Ia ~ctividad,Lar; fran-
ceses han sido vigorosamente exaltados en el sentido militar, bajo !a
dominación de Donaparte; hay que exalllarles bcpy aún más vigsrs-
samexite en ef sentido industrial; y, ciertamente, no hay irada más
fácil..Es el único medio de destruir los recuerdos de gloria que atri-
buyen a esa época retrógrada y sobre los cuales está fundada, en
gran parte, la influencia que la facción enemiga de vuestra dinastia
ejerce todavia sobre los espiritus.
Los hombres prudentes y moderados k m hecho mucho daño
durante la rermlucióa~porque han defado adquirir a los árxbiclosos
y a Iss intrigantes un ascendente que bahrian podido contrarrcstar,
desplegando una energia similar a la de los facciosos. Esta triste ex-
periencia ha confirmado plenamente esta verdad ya suficiexlternente
demostrada por el conocimiento del hombre y por la historia de to-
dos los tiempos: para resistir con total eficacia, hay que oponer ac-
tividad a actividad. Así pues, en los asuntos plíblicos, mucho más
que en los privados, la paciencia y la moderación, lejos de ser "las
fuerzas que menos engañan3'son, al contrario, las más engañosas,
pQEq,uese les supone ordinariamente susceptibles de una gran fuer-
za de resistencia que no poseen y que no pueden poseer.
Lo cierto es que, actualmente, la apatía politia de los industria,
.fe y de los sabios es precisamente el mayor obstáculo a la instaura-
ci6n de una tr-quilidad duradera, obstáculo que es urgentísimo
superar. De todo ello, resulta, en efecto, que la dirección de la opi-
nr6n nacional pertenece aún indudablemente a los incapaces, ambi-
ciosos e intrigantes, que son, además, los únicos activos. Industriales
y sabios n o se reservan otro derecho que el de criticar el plan decidi-
do por aquéllos, lo que, evidentemente, no puede conducir a nada,
mientras ellos mismos no asuman la dirección de la causa nacional,
es decir, de la suya. -
M, Vuestra Majestad, lejos de contar con la paciencia y la mo-
-deración como fuerzas poIíticas, debe, al contrario, considerar co-
lrro trna verdadera calamidad la inactividad politica de la tnasa de la
nación. La medida más eficaz que Vuestra Majestad pueda adoptar
en favor de su augusta dinastia es la de decidir a sabios e industria-
les, colocándose a su cabeza, a que se muestren activos bajo el con-
cepto político, pues sólo ellos pueden hacer vanos, por inútiles, 10s
proyectos de íos facciosos.
Entre la caída de un sistema y el establecimiento de otro, trans-
a m e una +oca, más o menos larga, de inactividad política. Pero
imaginarse como permanente ese estado de transición, pensar
que h nación francesa pueda descansar tranquilamente en la nu-
lidad política, es, evldentemente, un error, y un error muy grave.
La nación francesa experimenta la necesidad de desempeñar un
primer papel en Europa, y aspira a desempefiarlo en la dirección in-
dustrial y cientifica. Mientras el orden político no se ajuste baesta
tendencia nacional, la sociedad se hallará necesariamente en estado
de crisis.
7"Vuestra Majestad ha terminado su discurso anunciando que,
según su esperanza, "esta sesión concluirá la obra empezada feliz-
mente por la anterior sesión".
El gobierno ha cumplido demasiado bien esta parte de las pro-
mesas hechas par Vuestra Majestad.
, En la anterior sesión, habia manifestado claramente la intenci6n
de ser el Don Quijote de los<gendshombresy de los tonsurad~s.
Había establecido para ellos los medíos de que se encontrasen en
mayoria en la Cámara llamada de los coniunes, y les había asegura-
do, además, el monopolio de la discusión, tan indispensable a la -

debilidad e impopularidad de esta facción. En la sesión actual, el go-'


bierno ha sobrepasado las medidas simplemente preparatorias; ha
iniciado sus tentitivas directas de organizar la máquina política en
el sintido feudal y teológico.
Con este fin, el gobierno ha dictado una ordenanza sobre la ins-
truccibn pública, cuya tendencia evidente es entregar al clero la
dirección de la educación nacional, y ha propuesto una ley sobre los
municipios cuyo manifiesto propósito es Poner a los &ntileslorn-
bres, a los funcionarios pbblicos, legistas, propietarios ociosos, en
una palabra, a toda la tropa de los no productores al frente de las co-
munas de Francia.
Quédame llamar un instante la atención .de Vuestra ~ a j e s t a d
sobre estos dos grandes actos de locura.
Sire,la educación nacional es la función especial del poder espi-
ritual. Ahara bien, no es en virtud de una ordenanza, ni de una ley,
ni de una Carta cualquiera, como una clase de hombres puede
Ilegar a ser un poder espiritual; es, únicamente, por la superioridad
de sus conocimientos.
Tal ha sido, efectivamente, en su origen, la base del poder del cle-
ro, peso, desde hace mucho tiempo, esta superioridad se ha des-
vanecido completamente, y se ha transferido, en su totalidad, al
campo de los sabios, los únicos que. hoy poseen todos los conoci-
mientos reales existentes.
Se trata de un hecho que todas las ordenanzas, e incluso todas
las constituciones, no podrían cambiar. Así, el poder espiritual se
halla realmente en manos de los sabios, lo que se comprueba clara-
meatc medianre la obscr:<ación,ya que es un hecho evidente que sá-
fo ellos tienen hoy e1 poder de dirigir la creencia universd. Una
ardencrnza razonable sobre esta materia no debe tener mas fin que
reconocer solemnemente este hecho, en vez de luchar contra él, y
adoptar, o mejor, regularizar la inevitable consecuencia, confiando a
los sabios la supre7~iadirección de la educación nacional.
Hombres cuyos falsos espíritus están constantemente ocupados
en combinar elementos que se excluyen, al pertenecer a diferentes
sistemas, piensan que es preciso conciliar todo, concediendo a los
sabios la parte de la educación relativa a los conociinientos positi-
vos y dejando al clero la enseñanza de la moral. Que tal estado de
cosas haya podido e incluso haya debido existir transitoriamente
entre la época de decrepitud del antiguo poder espiritual y el de la
madurez del nuevo, resultaba inevitable; y constituye una de las dos
grandes caractetedsticas de esa profunda anarquia en que se ha en-
contrado la sociedad, desde h decadencia del antiguo sistema polí-
tico hasta la constitucibn h a 1 del nuevo. Pero que desorden tan
fundamental sea concebido tamo un estado permnente y regular
de la sociedad, resulta aemadamente absurdo. Por lo general, es
monstruoso que la ensefianza de la moral y la de los conocimientos
positivos sean conGadas a diferentes cuerpos; porque rnonstruoso*
es que los ignsra~tes encargados de conducir a las gentes ilus-
tradas, La pimera coadición para imponer la creencia en unos yre-
ceptos, es la conciencia intima en quien los recibe de la superioridad
de conocimientos de quien los proporciona. Una segunda condi-
cí6n, cuya necesidad re'sulta aiin m$s evidente, es la moralidad com-
probada del cuerpo de ensefianza; y, desde hace mucho tiempo, el
clero ha perdido toda influencia bajo este segundo concepto, como
8 Para mmprenderpstamonstmoijidad en toda su dimensión, podríamos imaginar el ca-
so de m joven alumno de un colegio, más instruido que el capelIán encargado de enseñarle
la moral. S i td aso no se produce en nuestros colegios, vista la pobre educaciirn que el1 ellos
recibe la juventud, al menos si ocurre frecuentemente en los establecimiei~tossuperiores de
instrucción, tales como la Esclfeh Polrtéaria,la Escuela Normal, etc. Ademds, algo perfecta-
mente análogo ocurre en todas las cada día de predicación.
N o el primero, porque Y se ha despojado del carácter cristiano para

adoptar el carácter retr6grado.


Sire, la educación nacional debe reorganizarse hoy, en manos de
los sabios, de acuerdo con un plan enteramente nuevo.
El gobierno podía cubrirse de gloria, poniendo en pdctica esta
bella y noble empresa, la única en su género que puede no ser efi-
mera. Ha preferido cubrirse de ridículo, esforzándose en restablecer,
en pro~echode los tonsurados, el plan de educación elaborado pa-
ra el sigla XV.
El proyecto de ley sobre los municipios da lugar a observaciones
esencialmente análogas a las precedentes. Puede afirmarse que con
esta medida el gobierno se ha situado en oposición a un gran hecho
temporal, como mediante la precedente ley lo hizo con un gran he-
cho espiritual.
, Dirigido por m espíritu superficial, deslumbrado por un poder
efímero, sin haber evaluadojamás la verdadera fuerza del poder, sin
haberse elevado jamás hasta la idea de que esta fuerza no posee efec-
to duradero más que en tanto esté en relación con el orden interior
de la sociedad, tal como resulta del estado de la civilización, el go-
bierno ha imaginado que era suficiente declarar, mediante ordenan-
za, que tal clase de hombres constituirían los notables de la nación,
para que asi síera efectivamente. Desde entonces, y partiendo del
principio, justo en sí mismo, de que Ia administración municipal
debe ser confiada a los notables, ha concebido la idea de ponerla en
manos de los gntileshombues, de los iuncionarios públicos, de los
legista y de los propietarios ociosos, procl'~mándo~es, bajo su pro-
pia autoridad, los not~blesde la nacicjn francesa. A la observación
del hecho, ha sustituido la enunciación de su débil voluntad.
Si tan extrax~agaateproyecto pudiera realizarse durante cierto
tiempo, la administración municipal que, por su propia naturaleza
debe ser la más popular de todas, se encontraría abandonada en ma-
nos de hombres que no ejercen ninguna influencia real y perinanen-
te sobre el pueblo, y que no tienen medio alguno de obtener su con-
fianza. Esta administración se hallaría, pues, peor organizada de lo
qne jamás estuvo desde la emancipación de las comunas, hace seis
siglos; felizmente, la monstruosidad de ciertas consecuencias, abri-
rá, sin duda, los ojos de la Corona sobre lo absurdo del principio de
conducta adoptado por el gobierno,
Sire, en una nación constituida por veintinueve millones y me- '

&a & productores, frente a qiímientos mil no productores, resulta


fácil decidir en cuál de.estas dos clases deben ser escogidas las adrni- ,
nistraciones nlunicipales, pues es fácil determinar dónde se encuen-
tran 10s verdaderos notables. Los gentileshombres, los fbncionarios
públicos, los legistas y los propietarios ociosos, a pesar de toda la '

importancia que se dan y que, de costumbre, se les concede, no son


en modo al&mo notables, bafo'malquier concepto en que hby se les
considere. Estas clases no poseen ninguna de las verdaderas.superio-
rídades sociales; ni aquella de la fuerza material, ni siquiera la de las
Zaqtiezas, ni la de la inteligencia y los conocimientos; no tienen nid-
guna influencia sobre el pueblo, que ve en ellas, por instinto natu-
ral, m a tropa de ztinganos coligados contra las abejas.
iffajo qué concepto sedan, pues, ellos notables? Hoy, en Francia,
no existen otros hotable~~ exceptuando sabios y artistas, que los jefes9
de Icls:trabajos agrfcolas, industrialesy comerciales. Ellos poseen ex- '

dusivamente el poder de influencia sobre e1 pueblo, porque éste se


halla habitualmente,supeditado iellos en sus relaciones cotidianas.
De este hkcho irrefutablemulta la inmediata necesidad de esco-
ger en esas últimas clases a los administradores municipales. La esen-
cia de las cosas no permite, a este respecto, la libertad de elección, ya
que fija muy estrictamente la condición a satisfacer bajo pena de
ineficacia. Esta evidente condición consiste en que una administra-
cibn, esencialmente destinada a actuar sóbre el pueblo de forma di-
recta, debe ser confiada a los hombres que ejercen sobre 61 la mayor
9 Entiendo aqul por jefes de los diferentes trabajos a todos los industriales que no son pu-
rainente obreros, esto es, ejecutantes, y que participan, de modo más o menos ímportante, en
Ia clirección de los trabajos.
EL PENSAMIENTO POGTICO DE SAINT-SIMON rtb. 241

influencia. Actuar de otra forma es constituir el orden polltico en


oposición al orden social o civil, lo que resulta imposible para un
tiempo duradero. Toda la discusixjn no puede, pues, tener otro ob-
jeto que saber cuáles son los hombres que ejercen mayor influencia
$obreel pueblo. Llevada a estos términos, la soluci6n aparece por sí
misma, a menos que no se haga intervenir a la tenebrosa metafisica,
en una búsqueda reducida naturalmente a la simple observación de
un hecho.
- . Sire, me queda por presentar someramente a Vuestra Majestgd,
el resultado común de las diferentes consideraciones expuestas en
(estememorial.
El plan general de politica adoptado por el gobierno, y hasta por
los gabinetes de todos los reyes de Europa, unidos para aplicarlo en
común,es radicalmente absurdo en todas sus partes, porque impri-
me a los gobiernos una tendencia claramente opuesta a la de la civi-
lización europea.
Este plan es aún más funesto a los intereses de vuestra augusta
dinastía, cuyo .destino comprornete de la forma más inminente, que
a los de la hación francesa, cuya causa es, en sí misma, lo suficiente-
mente robusta para afrontar todas las consecuencias de la inepcia
ministerial, por más fastidiosas que puedan ser.
Este plan aumenta mntinuamente la influencia de ía facción diri-
gida por la nobleza de Bonaparte, cuyo ascendente sobre la opinión
nacional crece de día en día, siguiendo una deplorable progresión,
a medida que el gobierno hace nuevos esfuerzos en favor de los gen-
tileshombres y de los tonsurados.
En fin (y ya esta sola característica seria suficiente para apreciar
un plan tan insensato), es incluso absolutamente contrario a los
verdaderos intereses del puñado de facciusos para quienes está con-
cebido, y cuya más sabia vía sería encerrarse en su natural nulidad.
Dejándoles dedicarse, en su débil furor, a la prosecución de sus
qWniCIricos proyectos, el gobierno les prepara, involuntariamente,el
fin del insecto temerario que osa irritar al le6n.
242 GWITA IONESCU

El defecto fundmental de este plan consiste en dar como apo-


yos a la Corona, a clases caducas que no poseen ninguna fuerza real,
que reciben su preponderancia ficticia del poder regio, y que, en
consecuencia, en vez de ser para éste un apoyo, constituyen, por el
contrario, verd'ederas capgas; y cargas muy difíciles de soportar, vis-
ta fa completa impopularidad de estas dases o, más bien, la extrema
aversión que inspiran al cuerpo de la nacjión. De ello resulta necesa-
rimente, como consecuencia general, que este plan, lejos de acabar
con Ia profunda crisis en que se encuentra inmersa la sociedad, tien-
de, de Ia forma más directa, a prolongarla y a empeorarla cada vez
mgs, a conservade el carácter anárquico, apartando cada vez más los
unos de los otros a los pueblos y los reyes.
El único pRncipio de conducta que puede acabar con La crisis, el
único conforme tanto a los auténticos intereses de los reyes como a
los de los pueblos, mnsiste en apoyar a la Corona con las fuerzas so-
ciafes convertidas hoy en preponderantes, poniéndolas inmediata-
mente en a c c i ~ npolítica; en una palabra, colocar a la realeza al fren-
te def irresistible movimiento que arrastra a la actual sociedad hacia
el sistema de organización que instaurará un nuevo poder espiritual
en manos de los sabios y un nuevo poder temporal en manos de los
jefes de los trabajos industriales.
El género humano civilizado se ha encaminado siempre hacia
este sistema, desde su primera infancia, y más especialmente desde
la emancipación de las comunas y la introducción de las ciencias
positivas en Europa por los árabes. A partir de esta memorable épo-
ca, con la cual hay que relacionar el origen directo del sistema indus-
trial y científico, el orden interno de la sociedad se ha constituido
sobre esta base progresivamente. Esta organización civil o elemental
está hoy plenamente realizada en los países más civilizados y parti-
cularmente en Francia. En fin, ha llegado el momento de trabajar
directamente en la constitución política o general del nuevo siste-
ma. La sabiduria aconseja a los reyes convertirse en jefes de esta em-
presa, a fin de que no se realice sin ellos y a pesar de ellos.
EL PENSAMIENTO POLfT1CO DE SAINT-SIMON * 213

Han sido precisas, me atrevo a decirlo, prolongadas meditacio-


nes sobre la evolución de La civilización, para elevarse hasta esta vi-
sión de coqunto, que reúne y domina todos los hechos. Pero una
vez l~allada,el más simple sentido común es suficiente para admitir
la verdad, tan en armonía está con el estado real de las cosas. El jui-
cio a formular se reduce, por así decirlo, a una simple cuestión de
estadística.
Si se echa una mirada sobre el cuadro estadístico de Francia, que-
da demostrado, con perfecta evidencia, que las masas de hombres or-
ganizados según el sistema industrial y científico poseen sobre sus
adversarios, a un elevado nivel, todas las superioridades reales: la del
numero, la de la fuerza física, la de las riquezas, la de la capacidad ad-
ministrativa, la de la moralidad, en fin, aquella tan decisiva de la in-
teligencia y de los conocimientos positivos adquiridos. Resultado
tan patente demuestra cuán absurdo es que esta inmensa mayoría
sea obstaculizada en su marcha por las otras clases de Ia población,
cuán contrario sería a la esencia de las cosas que este débil y parasi-
tario grupo conservase por más tiempo la dirección de una sociedad
con la cual no tiene nada de homogéneo.
Sire, la conclusión general de este escrito es, por consiguiente,
que Vuestra Majestad debe investirse del carácter de rey fundador
del sistema industrial y científico, y poner en funcionamiento, lo
más rápidamente posible, el trabajo teórico y práctico necesario pa-
ra desarrollar la constitución política de este sistema, considerando
la Carta como un reglamento provisional, únicamente destinado a
gobernar la sociedad a lo largo de todo el tiempo que dure esta tran-
sición, así como creo haberlo probado en la parte de este memorial
relativo a la Carta.
x CATECISMO DE LOS INUUS~'RIAI,RS'

CUADEIINO IJ1lIMl;,ltO

¿QUE ES UN INDUSTRIAL?

F! R, industrial es un hombre que trabaja en producir o cn


poner al alcance de los diferentes miembros de la saciedad
uno o varios medios materiales de satisfacer sus necesidades o sus
gustos; asi, pues, un cultivador que siembra trigo, que cría aves de a-
y animales, es un industrial; un aperador, un herrero, un cerra-
jero, un carpintero, son industriales; un fabricante de ~apatos,de
sombreros, de paños, de telas, de casimires, es igualmente un índus-
t d ; un negociante, un carretero, un marino mercante, son industria-
les. Todos estos industriales reunidos trabajan en producir y poner
al alcance de todos los miembros de la sociedad los medios materia-
les necesarios para satisfacer sus necesidades o sus gustos, y forman
tres grandes clases que llamamos de los cultivadores, de 10s fabri-
cantesy de 10s negociantes.
P. ¿Que rango deben ocupar los industriales en la sociedad?
La clase industrial debe ocupar el primer rango, pues es la
mas de todas; porque puede prescindir de las otras?
que ninguna de las otras puede rescindir de ella; porque
Por sus propias fuerzas, mediante sus trabajos personales*
la
Otras clases deben trabajar para ella, ya que son SUS criaturas Y
*
1 Q ~ -Gt'chhirme
2~0, des industriels, Parfa, i82j-1~26;]V,1, pp. 3-13, 73-i1 4 40w49.73wg4* 178-183,
que ella
su existencia. En una palabra, realiz5ndose
la industria, todo debe hacerse para ella-
p*i ~ u krango ocirpan los i~dustrialesen la sociedad?
R. La clase industrial corresponde en la organización social ac-
tus a la filtima categoria. EI orden social concede todavía más con-
sideraci6n a los trabajos secundarios e incluso a la ociosidad que a
los trabajos más importantes, aquéllos de utilidad mis directa,
p. jPm q u IB ~ clase industrial, que debe ocupar el primer rango, Se
halla ntuada en el último! ~ P Oqué Y aquellos que, de hecho, son los pri-
meros, estdn clas$cad~~Como los últimos?
R. Explicaremos esto en el curso de este catecismo*
p, iCómo pueden a m a r los industriales para ascender del rango
inferior ea que están situados al rango superior que tienen derecho a
ocrrpar?
R. Diremos en este catecismo el modo en que deben obrar para
conseguir esta mejora en su existencia socid.
P.i C ~ &esl la naturaleza del trabajo que emprendéisl En una pa-
lab~aiqué objetivos os proponéis haciendo este catecismo?
R. Nos proponemos señalar a los industriales los medios de
aumentar lo más posible su bienestar; nos proponemos hacerles co-
nocer los medios generales que deben emplear para aumentar su
importancia social.
P.¿De qué modo actuardis para alcanzar este objetivo?
R. De un Iado, presentaremos a los industriales el cuadro de su
auténtica situaci6n social; les haremos ver que es totalmente subal-
terna Y) en consecuencia, muy inferior a lo que deberia ser, que
son la dase mAs capaz y más útil de la sociedad.
De otro, les indicaremos la marha que deben seguir para simarse
en prkner rango, bajo el concqto de la consideracidny del poder.
*' iPredicareis pues, en este catecismo, la insunecci*n y la rewel-

Porque la clases que se hallan espenalmen re investidmdel poder Y


de la connder~dón estcin, &rtamente, dispuata a renunnar a las
vefir* de que disfrutan.
stria~es más importantes J J sean
~ encargado\ de dirigir lii -
d~
~*,Oón del erario público.
p, m / i c a d n o esto,
~ decidnos $ 0 ~qué la tranquilidad pública .p
,. ,,marada si los industriales ?nácimportantes no son enccirYQdrj5
tcr
dirigir la adnzini~tracióndel erario pÚb!ico?
R. ~a ratón es bien simple: la tendencia politica general de
inmensa mayoría de la sociedad es la de wr gobernada del m(,-
do más económico; ser gobernada 10 menor posible; wr gobernada
por los hombres más capaces de forma que w awgure cornple-
tammte la tranquilidad pública. Ahora bien, el único modo d e
utitfacer, haio estos diferentes conceptos, los deseos de la mavrtria
tonriqte en investir a los industriales más importantes de la Girec-
&in del erario público; pues los industriales más importantes wn
más interesados en el mantenimiento de la tranquilidad; ron los
máq interesados en el ahorro de los gastos públicoc; también wn

~o~más interesados en !a limitación de la arbitrariedad. En fin. de


t
10s miembros de la sociedad, w>n los que han dernoqtrado
maYr capacidad en la positiva; los éxitos logra-
'''' en empresas particulares han probado t u capacidad este
a-pKto.
En mado actual de cosas, la tranquilidad pública está amena-
"dd.pr el hecho de que la marcha del gobierno se encuentra en
L

o I Y ' u ~ i ~directa
n las intenciones más de la nación. Lo
la nación, principalmente, es ser gobernada del modo m6'
Cccnomico posible, v. jamás su
, le ha costado tan aro: le
'u*ia mucho m& que antes de la Revolució". hot" de la Rfiolu-
'"''lanaci6n estaba dividida en tres clases, es decir: !os noblfi 105
hLir6uesesy I<isintliistriales. Los nobles gobernaban; los hurgue%. Y
]os industriales papbilii.
jdoy, le naciiin no está dividida más que en dos clases: los hur-
gueses, que han hecho la revolucii>n y que la han dirigido en su iri-
ierés, han liquidado el privilegio exclusivo de 10s nobles de explotar
el erario público; se han hecho admitir cn la clase de los gobernan-
tes, de forma que los industriales deben pagar hoy por los nobles
[os burgueses. Antes de la i1evoluci6n, la naciún pagaba quinienioi
millones de contribuciones; hoy paga mil millones, y los mil millo-
nes no bastan; el gobierno solicita frecuentemente considerables
emprbstitos.
La tranquilidad pública estará cada vez más amenazada, ya que
las cargas irán necesariamente aumentando sin cesar. El único medio
de impedir las insurrecciones que podrían acontecer consiste en en-
cargar a los industriales más importantes la rnisi6n de administrar e!
erario público, es decir, de la misión de elaborar el presupuesto.
P. Lo que acabáis de decir estd muy bien, es muy interesante y de
la mayor importancia; pero esto no nos instruye directamente en aque-
/lo que deseamos saber. El problema que os rogdmos esclarezcáis es
éste: jes posible retirar la alta dirección de los interesa pecuniarios de
la sociedad de las manos de los nobles, de los militares, de los legistar
y de los rentistas, en una palabra, de las clases que no son industriales,
para transferirla a manos de los industriales, sin emplear métodos
violen tos?
R. Los metodos violentos son buenos para derribar, para des-
truir; pero no son buenos más que para esto. Los métodos pacificas
son los íinicos que pueden ser empleados para edificar, para cons*
tmir, en una palabra, para establecer constituciones sólidas. Ahora
bien, el acto de investir a los industriales más importantes de la
suprema dirección de los intereses pecuniarios de la nacih es un
acto de construcción; es la disposición politica más importante que
pueda ser adoptada; tal disposicidn servirá de base a todo el nuevo
e d i f i h social; esta disposición pon&& térmifio a la revolución Y
sector iz(ltlicrcio clitc hacia el sector de-
\r i i i i liii.cii 111,íh I i , i ~ d i ; i (91

h i t , lwttl~icl . ~ \ prctciisioiiis dc !os hurgucscs desentona11menos

i l i l i 1.1s iilc.19tle if!ii;il(latl (liic las (Ic los noblcs; pero no se entregan

11 I:ir lilc.i+ iIc Iibs lilrrrillc\;la ~ r ; ~ n ~ u i l i c csl a dlo que (lescan por
fli*id i * ti,iIt,. l os i ~ i \ ~ i K i i d c i r r slos lihcralcs, dentro y f i i ~ r a la Ca-

" l ~ l~ fi ~ i )!c.iicr,,lc~,
i~ IcKistsF y rentistas. Los nobles y 10s bureuescs
ili'uiri +lar( * ~ i t ; l r e ; ~dc~ iIíi~ );ldministncic(n
~ del erario público. prin-
'i~)Jlrnt*nic p.~ra rn su provecho. Por el contrario, 10s prin-
''pal('s iitt!itr,riiilrs descan ser dc cIIo, para las
til~iiiiíiii, y CIUC ui~acdoct rina realmente social les llame al timón de
I<isiisci 11 tos piihlicos.
I )C lo í ~ i i~~c~ a h í t i idc
i o decir,
~ concluimos que los métodos pací-
lici~i;.vi; dccir, los inbtodos de discusión, de demostración y d, per-
sii:isihti scid 11 los únicos qtic los industriales emplearán o apoyarán
Il:lr¿l rciirar In adininistraci6n del erario público de manos de los
iiohlcs, los mili tarcs, los Icpistas, 10s rentistas y 10s funcionarios
públicos, para traiisfcrirla a manos de 10s más importantes de en-
tribcllos.
I? Atl»?itit?rosprovisionalmente que los industriales no intentardn
otiplt*nr l i violo~ciapara retirar de manos de los nobles y de los bur-
g ~ tln~nlia t dirección
~ de los intereses pecuniarios de la sociedad y pa-
vtc t rn irsfirirla (t manos de los más importantes de entre ellos; pero las

i~rtc~~cin~~es de los industriales no constituyen la prueba de que esta cla-


sr de In sociedad estk en condiciones de ocupar el primer rango. OSro-
gd:n,ri«spites decirnos cuáles son los metodos de los industriales para
rcnliznr en En sociedad el cimbio radical en cuestibn.
R. Los industriales constituyen más del 24/25 de la nación; así
pues, poseen la superioridad bajo el concepto de la fuerza material.
Son ellos quienes producen todas las riquezas; asi poseen la fuer-
za pecuniaria. Poseen la superioridad bajo el concepto de la inteligen-
cia, pues son sus iniciativas las que contribuyen más directamente a la
prosperidad piiblica.
En fin, ya que son los más capaces de administrar bien 10s inte-
reses pecuniarios de la nación, la moral humana, así como la moral
divina, llama a los más importantes de entre ellos a la direccibn de
las finanzas,
Los industriales están pues investidos de todos los medios nece-
sarios; e s t h investidos de medios irresistibles para realizar la tran-
sición en la organización social que debe hacerles pasar de la
de 10s gobernados a la de los gobernantes.
P.Sois demasiado tajante, demasiado absoluto, demasiado mlusi-
quisidrais que no hubiera más que una sola clase, la de 10s ifldus-
irnpracticabL
uh~~latamenle
rdm51111~
tria\L~s; t ~ ( l 1 , e' ya que los &u(tr,-
~ s i t f de
l ~ ~mijilaml de legista$, erc, ;hdiir re5pande
" ' i 5 " ~ ~llCC
~
, ,S dirigimos?
crliim V i '
ducjr Iin sistema, es producir una opinión
R. pro que, por mcia,
*n\ite,absolutii y exclusiva: ésta es nuestra
cs IaJ a la primera
~~jjeción.l>ecis,despuf% que queremos
p i e dc la o ,o eximmás
I, una sola
Iisc cn la sociedad, la de 10s industrialer
4 engaribis;
Ueremos, O m5hbien? 0 que 10s progresos de la civilización
1
lo ue la clase industrial sea instituida como la primera de
4Ujere~i,Cs 4
las clases; que las otras clases le sean subordinadasa
En tiempos de ignorancia, la dirección de la aaividad nacional
hab,ido principalmente, militar, y secundariamente industrial.
1

kpoca, todas las clases de la sociedad tuvieron que estar subordi-


nadas a la clase militar; tal h e , efectivamente, la organi=«ón
de esa epoca y habría sido negativo que no hubiera poseído e x a-
lacter tajante, exclusivo y absoluto. LOS progresos de la civilización
hn a un estado de cosas en el que la direccion de la p-
b]a&n en Francia es esencialmente industrial; en consecuencia; la
dase industrial debe ser instituida como la primera de todas; en
consecuencia, las otras clases deben estarle subordinadas. En efedo,
los industriales necesitan de un ejército, en efecto, necesitan tribu-
nales; en efecto, los propietarios no deben ser forzados a invertir SUS
capitales en la industria; pero resulta una monstruosidad que 10s
militares, los legista$ y los propietarios ociosos sean 10s principales
dirmores del erario pcblico en el presente estado de la ~ ~ * ~ i ó ~
jDeteneos! 0 s extendéis demasiado por el momento Y perdéis de
que el objeto del mamen que nos ocupa ahom tiene como pre- Fn
"' el cardcw del presente de las e# políticfl-presentad-
pues, vuestro resumen a este respecto.
He agui, en dos palabras el resumen que nos pedís' u
i Anu~LEsUNA EPOCA DE TRANSICI~N.
pl p a la consideración del porvenir, Y decidnosc"rammre
!
1

!
k "' serd* "definitiva, el polirim de 10s industrialam
humana piiedc ~ s ~ i r i i r *
É~~~ opini6n sobre cl ~ ~ o i \ . ~ tic r iiiili~riri,il~*~
i l i 10s v
4 de la sociedad. He equi las rc~nsidrr.ic.iolii~ cri.1 <bpi-
i.11 i ~ i i c

ni6n se funda:
primero, la recapitulación del pasado d~ socict\.itl tios 11.1 dr-
161

mostrado que la clase industriiil había iictqiiiridcr proprt-5iv.i iiiipi,r-


tancia, mientras que las otras no cesahan de pcrtlctl;i; S <Iccllo hr-
mas de concluir que la clase industrial dchc ocahar por iiistitiiirsc
como la más importante de todas.
Segundo, el simple sentido coniiin ha hcclio qiic iodos los iiitli-
viduos se formulen el siguiente razonamiento: hahicndo trahnj~do
siempre los hombres por el mejoramiento de su cicst ino. la nreia ha-
cia la que permanentemente han tendido ha sido 13 del estahleci-
miento de un orden social en el que la clase empleada en trabajos
útiles sea la más considerada. Esta meta es In que la socicdnd acaba-
rá necesariamente por alcanzar.
Tercero, el trabajo es el origen de todas las virtiides; los trabajos
mas útiles son 10s que deben ser más considerados; asf pues, 13 mo-
divina y la moral humana apelan a la clase industrial descnlPe*
el primer papel en !a sociedadv
cuarto^ la sociedad se compone de individuos; el desarrollo de
la e * '

social iio puede ser m&sque el de la inteligencia


a una mayor escala; si se observaInevolución seg~iidnpor los
indicid
,,
Ilk,,, ,listiiip' la accidn de gobcrliar a los ninos como la
e, $C{'~ril; !
, 135 CSSIIC'I;IS dc nivel superior obscrvainos
~IJ.
,cciiin digniiiiu\'e
.
i~"sta"tciiiente de intensidad, a] ticmpo que
, Sealiiza <lesen~p'fi" un parel cada vez niiís importante, D,I
IJ c n
,
Iilisnl~,iiodo Iiil sucedido el1 cdiicación de la sociedad; la accibn
,,iliilr, es decir, 111 ilcciiin ft.udal, tllvo que ser la mfis fuerte en su
.
iiigtn: Eeruid;~nieiit~ debici disiilinuir, mientras que la acción
m;nistntiva ha adquirido cada vez más iniportancia; y el poder
,dmjnis?r3til'0debe. liecesariaiiiciite, terminar dominando al poder
militar. LOS militares y 10s le~istasdeben acabar por hallarse a las br-
denes de 10s hombres miis capaces en la administración;pues una
s ~ i t d i ~ilustrada
d no necesita más que ser administrada; ya que en
una sociedad ilustrada la fuerza de las leyes la de los militares pa-
n hacer obedecer aquéllas no deben ser empleadas mds que contra
quienes pretendan perturbar a la administración.
Las concepciones directrices de la fuerza social han de ser for-
muladas por los hombres más capaces en administración; ahora
bien. habiendo sido los industriales más importantes aquellos que
han demostrado la mnvor capacidad en administración, ya que se
debe a su capacidad en esta esfera la importancia que han adquiri-
do, ellos son. en definitiva, quienes necesariamente serán encarga-
dos de la direccidn de los intereses sociales.
P. Considernmos srificie~ttciwestrn det~ostrncióti;ndrnitimos vrles-
rrfl opinión so brc el porverrir político dr los itidtütriales, y vtrtnos a ini-
cinr scpiidnmrntr d cmmot del grmt prol~ktnn, nrliid respcctfl al
atal todo lo qite Iiemos dicho preccde~itemnites61o es prcli~?~irtnr, pre-
pnrntorio, con lo q r ~ no p nos rrstnrd~zniris qrtc ctresfoitfs seflfldflrifls
n tratar; el problcnin, en fitt, qttr concierr~e111hsdireffflmellte los
iiidrrs~iriIcs.
Decidrros cbtno sc mnljzarrl el crirnbio rndicnl qfic f1os Ilflhbis ,nos-
tritdo drbc efccnrnrse; decidnos lo qtic los indttstrifllfs I,(J~? & h*crr
pe rn elevurse ni pri nirr rn ngo social: decidtros cdtno 5f refllizflrfj
prpsa qiic d c l condir
~ cirics n tal rcsultndo; decidnos cbn1o fstti ptliPre-
..
--c-::~=e:c-*, ~ J T < Jl I L - ~(1 ;~ ~~ ~
rc ,::i,ú:Li~ I I Tsc1?1{irlr1
C ft* etttpma

R.~ufitr.3~ ~ l ~ 1 i;i~b ~pt~. y1~ ~ n


que
t i ia c - á i s de hacernos sed

qiic n . , i ~ i i ~ i n . i ~ ~ciiip SOSOTR~'~"'5 E''~'~~''OS


~ s ~.-i: DE
, 1 Lw ispiJTRI.4LFs .IL FRIhIER ~~~~ DE CoSSIDEIL4C10~
I,J\:4s %
1-T !kY'FX.
L>-rsdiRniiw riiiis 0 s jiwmos que esta empresa esti Y iniciada
lklr hrybn niisnin de 13 I~uhli~i~cii<n
de este PRISfER C ~ ~ ~ ~DELE R ~
(+4p<3s> !'T LciS IsFUSTRI ..\LES.
r i r positiin
\;rfiml ~ y p i r ~ s - f~i i~ ~ i r ltriiq* corlcqtQ de que
r,vjs 11,s r~:$171i~<llli<r,í p ~ ) p ~ v 112~~'ta/i;acióft
iI~ riel cflijibio que de si-
ni.>: &] irrtiiarriii/cy f ~ b u ztic L sosiedad; pero sdlo es positii~a
ta ? ti-~
!\;ic cytzi1n2~0. S t ~ iii~nti
s nliori~por cwrrritinr si ~ ~ i t e s tempresa
m es-
ni i*krritrriiz??ihti. azpii- dc dit-iar imn tnti ivostnempresa. Os
C

trrrnt 1 t!rinrcls r1 ~vrrtwriyrcstro plnri. el cntrlino qrre pensáis seguir y,


AI!TL- n%iiit - ~ e j2t~ri b lm tr~tdiozspeno~inriosqiie poseéis para proveer
o iirz oirh~s Iti t*n.n,pm:p1rt.z los i~idiccírialcsIZO sor1 susceptibles de
t:\prirrirrirar ir!hw's t1l~vit10por riira cttipresa c i i y parte financiem
Fitn.tisitlt.1f r f r ~ mttdlfda,
l rtrnI cot~ibinndn.
Os mi!f;mwriioa nl t?tic~?iotiernpo, que 110s satisface mucho ver
q ~ tl1nzt5':
- iltqh-m o~iprm~ rtn m10110 pm~nnL
Es rnorrificzto qirr Inc co.m qire son N I U I ~ O de todo el mitndo aca-
p r no -mmitrtto (ic nadie; resitlta cierto que el interés personal es
t.I titrim czgcritc qrre pidede diri@r el in ter& pliblico. La d i f i l t a d con-

,Cr'~c en nrmrrrmr el plt~ttque Itngn coitlcidir el intmés personal con e?


i?,tt7t--pfihliw-S o m m o s riecesa+o extendernos ,n& sobre el tema

del pfif~n~i<i, ]?arjrde el cmnteti se limita al de un heclio particular, 01


Iimho >?ifim m l p m 0 s rugamos, pues, respondáis a la mestio-
ne<I"f h'mos q 1 J a t oal cotniet~ode esta pregunta.
Comen-mos P r hacernos conocer, ya que el público de-
sea conocer de forma hquivoca quiénes son las personas que se
permiten su atención para sus pensamientos. En conse-
. forniiilarein«sIns siguientes declaraciones que atañen pri-
cLlc~~Cl~~~ 5

,lo n u ~ ~ tconducta
fl política y, después, a nuestros trabajos,
n1C
,O No desem~efiadoinjs que un papel de observador
IieiiioS
dll,,,t, todo el cllrso de Revolucibn; no hemos desempeña-
do i i i i i g u ~ d f i i npública;
~ i ~ ~ ~ no hemos sido ni siquiera notable de
a ninguno de 10s partidos políti-
Piicblo y iio ~ ~ ~ " l e m oligado s
ha11 dividido a Francia desde 1789; en una palabra, la oDi-
a
,i6n que formulamos es virgen.
2" NO Iifmos abordado esta empresa a la ligera; hemos emplea-
do cuarenta y cinco afios en meditarla y prepararla.
Como resultado de nuestras meditaciones y trabajos, hemos
comprendido que para pasar del régimen en que 10s industrialesse
hallan sometidos a la dirección de los militares, 10s legistas y los
rentistas, al orden social que debe transferir la dirección de los h-
tereses generales a manos de los industriales, habia una condición
indispensable a cumplir: la de concebir en forma clara el régimen in-
dustrial, así como hacérsele concebir a los industriales más impor-
tantes; es decir, hemos admitido que era necesario hacer concebir a
10s industriales más importantes de qué forma podían y debían em-
plearse todas las capacidades útiles al servicio de la industria y en
interés de los productores; en fin, hemos admitido que la empresa
necesitada por la sociedad, y que estamos decididos a realizar, no
presentaba más que una dificultad, la de concebir con claridad el
sistema industrial; dificultad consistente en hallar el medio de po-
ner en concordancia al sistema científico, al sistema de educación
piiblica, al sistema religioso,al sistema de las bellas artes y al sistema
de las leyes con el sistema de los industriales; consistia en hallar
el medio de hacer participar a 10s sabios, a 10s teólogos, a 10s aflis-
tas, a los legistas, a los militares y a 10s rentistas más capaces en la
instauración del sistema más ventajoso para la producción y más sa-
tisfactorio para los productores. Finalmente, declaraos haber lo-
grado vencer esta dificultad; os declaramos que en este catecismo
indicaremos a los industriales, de forma clara y suficientemente de-
sarrollada, los medios que deben emplear Para hacer participar a to-
das las capacidades útiles en la instauración de la organización SO-
cial que puede procurarles la mayor satisfacción.

p. Vayamos ,g la tercera objeción, aquella que tiene como objeto demos-


~ ~ el sistema político instnurado en Inglaterra debe ser dopta.
t r a r que
do por la nación francesa, con preferencia al que vos propon&.
05 preguntaremos, primero, si reconocéis que la experiencia 1,
mejor guía que pueden seguir tanto las naciones como los individuos,
R. sí, 10 admitimos sin duda, sin ninguna restricción.
P.Desde el momento que admitís tal principio, no será dificil ha-
ceros aceptar que vuestro sistema no vale nada, ya que está en oposi-
cidn con el principio que acabáis de adoptar. Pasemos a establecer
nuestro razonamiento a este respecto; seguidam en te, si os es posible, lo
re$ tardis.
El pueblo ingles es el mds rico y poderoso; aquel, de todos, que ejer-
ce mayor influencia sobre el género humano, pese a estar lejos de ser el
primero en razón de la dimensión del territorio de la madre pahia y
de la importancia de su población. Es en Inglaterra donde la clase más
numerosa se halla mejor alojada, mejor nunida y mejor vestida; es en
Inglaterra donde las gentes ricas pueden procurarse el mayor número
de objetos confortables en todos los puntos del territorio nacional; en
fin9 el pueblo inglés disfruta de casi todas ventajas que son objeto de
la ambición de las otras na&nes,
iA qué deben, principalmente, los ingleses las ventajas de que
frutan? sin duda, a la forma de su gobierno, a la de su
ganizaci6n social sobre todos los sistemas políticos puestos en práctica
en los otrm Países hasta el presente Comparemos ahora la d@osición
p'
, , , 11 /
- * i 7(1 <,'i)risiit tct.it>,, jllt
*'lt'.W t.O!t
( ~ ? ~ ~ t ~ ~ f ,t ,,o
i - i ~ ~ f ~ o j i ~ ? l ~l l ~lftdt*$t,A[,
tm/ pri l,t,;
\f(l/?t;i$ ['
dpt, ('11 t r'17 ~
r l ~ ( ~ ; ~il;fi'f-tlftt-i(~
-iil I t /Si Sjt l,t1t.,t,tlt75, . ~lflrt~iiirt~;~
ct*:>
11
j ? l ~ r t l r i op,;(,/;(.(,tlt.l,t.
L ~ IIl ( l l ~ l i ~ ~ i s t t i l t - ; tdtwI SI,,. . . . rl~~
(11 ~ ~ l b y l,,(,r
.,ldr,strjnlc.ir f l h i>iip(>?'tlir1tfi.pOl'rlirt7 k( i,lrirt*iirt/irrr,.i
Iris i 4 1 1 ilr In t,jijs
nz rk rc,dr~s pir r i r l ~ r i itisttri<-i(i~i.
r
irir
LOS i r lr ~/ t j t ~dict*?!: Q ~ ~ i ~ (liri,~t*rl * ~t ~ ~ / ~ r ~ i , tlt,,
* ~ ~ t 111 ~ i ~ ~ ~ ~ ~ ~ - j ~ j ,
io l,li-
Ii/iro &[ppu P r O P O l l f f i C ct>))I()? ) l C t ( J priirr-iplll /;iiiorzr.l-l. lo r,itjs poril,L
, s(,,, Ilr rrit rii,;ii,.,l
i/flsc*jndrtstricll, pflnlllc 10s t r ~ ~ l r t l j ti~itlirsiri~~l~v~
is
< j [ ~ d pero 10s i t l d i t s ?rirtlcs i i c / i t s i i
/rinip dc p ~ ~ ~ p c r j príblifi,;
f i l h - & /a ndr?lit~istrncidritlt*l ~rnrioprildico, porqfrcm posrcv,i
io,lüi,nienr~~ iieccsflrios pflni tiirjgir trr 1 l i d ~ ~ i jisri irnrjc(,,,y porllirc, ltl
nirreqn qrtr csti n d n ir1 ~ istr.ncidt1 (LY~SL~/OS nplirtc~ríoric*srts lrrihrgos.
[ ~ ¡OS pares laicos, los obisposy los
en cfccto, ert b ~ g l o f c r rsol1
- ril In Crimnra nltn, [OS n l ~ o p d o s los
1
, rc~itistasy tos nriiitclres,en k,
Cimara de los cotn ir pies. quiet les tienen voz preporidcrorr ic e,] Iri rct/lni-
nisrración del erario pii blico, ya que compoilcn cucl trsiiwmetirc In
primern Cdinara y forman una gran mayoría e17 10 Criinnra du los co-
rnirnes y cn el Consejo privado.
De niaiito acabamos de decir, concluimos que virestro sisionn síp
halla en oposición co~zla Constitución inglesa, en oposicihn coi1 la
Gflshtucibn que la experiencia ha mostrado ser la mejor; y tlirc, 01
""sc~encia,vuestro sistema no es válido. Q u é respo i~déis?
R. Nuestra respuesta, al igual que vuestra pregunta, estar6 fufl-
damentada en la observación, en la experiencia.
0 s diremos, pues: la serie de observaciones hechas sobre el cli
y '0s progresos de la civilizaciónen la actual sociedad Francesa?desdc
SU ~ n g e nhasta nuestros dias,observaciones en el primer
.laderno, ha demostrado que la industrial había ido a&Iuirien-
d ''Fmpre importancia, mientras que las demBs clases la habían ido

siempre. De esta serie de mil años de expea


'lenc1a, deducimos como consecuencia que la clase industrial
a"bar alcanlanda !, primer rango; que los industriales
;istiintl« así dr icucrdo con cl priiicipio qiic Iiahlois forinulado y que
licnios ;idiiiitido: pero ciitre iiucstras opiniones cxistc esta primera
(lifcrciici;i:In viicstrn iio rsid fiiiitlíidíi in;ls qiic sohrc una experiencia
pnrci;il, la cxpcticnciii dc lo ocurrido cn lluropa dcsde la revoluci6n
en lii~latrrrii;iiiiciitras quc nosotros hcmos dedo como base a Ifi
liocstril In mayor scric dc ohscrvncioiics quc sca posiblc deducir de
la historiii dc los puchlos modcriios; adcmls, entre nues-
tras opiniones c8sta segundo difci*ciicja,consider.lis la rcvolucibn de
In~liltcrraconlo cl últinio termino de la serie de yrogrcsos de 18
]¡mci6n. hiiio cl COnCCpto politic«, miclltras que nosotros considera-
rcvolucihn, y 11 orgajljzacibn social cuya formación ha
dcterminiid(~~ como nntcpen(iltimo tbrmino de la serie de mejoras
d
susce~til~lc cl regiiiien social de los puel>los europeos*
CO'liorcsilltí~d(~ dc I ~ s~ ~ n ~que i d ~de Pred
~ ~
"nlos Ilucstro sistema por ,,dlido y vuestro ra-
"na'''icnto corno defcctlioso,
algo por decir este tema? ¿Concebís al@n
*Osq*
vuestra tercera objeción?
de
posee#Z05, sin duda, los medios de SUStefler nuestra obje-
E
seguros de salir victoriosos de esta d i s c M n , nos
cibfl; *
os a ,iapal~bras,no concedamos importancia pnmar&l
flteflgam
amas; o ~ p é m o n opn'ncipalmente
s del examen a fondo de las
a b f
cosas.
pnttend&i~ que 10s miembros de la sociedad más capaces de dirigir
bien el erario público son 10s industriales mas imporfantes. P r a n d &
que si los i n d ~ i a Z e más
s importantesfieran encargados de dirigir los
intmees h suciedad disfrutaría de todas la ventajas a quepue-
da aqimr; que seda gobernada 20 menos posible del modo menos m-
mm$ por los hombres más capaces de bien administrar nrs asuntos de
bfoma más adecuada para mantener In tranquilidad plbliui. Ad-
' t-
m i m s vuestra proposznon, vuestro principio, vuestro sistema, poco
importa el nombre que os guste dar a vwstra propuesta; y afimamor
~ ~ admitido en Inglaterra;los ingleses ya lo han pues-
vuestro s i s t t estd
to en práctica; &pues, debéis pensar que nada mejor puede hacer la
nacida francesa que adoptar la Constitución inglesa; que los fiunceses
deben ocuparse de nacionalizar esta Constirnción en SU país.
palabras serán necesarias para demostrar la justeza de esta
m d n , es decir, para comprobar que el sistema industrial se halla
"sfaurado en Inglaterra. La administración del erario p ú b h esfd di-
%da en Inglaterra por los lores, porque los lores dominan ez poder
regioY la Cdmara de los comuna; ahora bien, los lores se hallan liga-
d@ sumas más o menos considty&h, con las empresas defabri-
"ción o de comer&; luego, los san industriales; luego, el sistema
' " ~ i ~se lhalla instaurdo en Inglaterra.
El gobierno inglés no es, en absoluto, un gobierno industria'*
Es gobierno feudal modificado, en la medida en podia ser'h
en la industrial, Se ha instaur& en Inglaterra un ''gimen
10s medios
t"nsitorioque ha preparado las vías, que ha pr
ara transitar
a la naci6n francesa, y al resto de la sociedad europea, P
i,] 3i#q,(*,j,;l i ~ ~ l l ~ ~ il l rl ni~V~~~
s~ l~ ~
:, ,i,,.l,lil ([rllC.ll ~ c j c<)~l~i(l~~ilílil~
. l i l ~COS:IS; SC exa,nillan
( ,(,
( ~ cl sentido mis
rsll(t.ilii q i i c d ~i f l ~ " t s f ~ cyl iIiastii
,i,i.iiiki,
1 )rcclr inglesa
Ii;icc v;i,'io~:iiiost Iii C:Oii~~itllc¡(>ii
c(),,j (111 st* la~*llt81~l*
, 1 o illilcsl rfl, Ilabla de ella Como del
jlliis ~IIIO l;t*iIt 1t b 1 I l c r f r c . ~ i ~ que
ii "1 poiitica plictla alcanzar el,,.
I, ~ ~ i , , ,I ~cslo i I r ~i i i i ~ ~ra~~t~L I Cla ciclici¿l
~ política
~ sc halla
~ aún ~
cli lii iii~~iiic.iii, (1°C 10s pliIiiicisias cstón sometidos todavia a la ru-

1 iilii; csio iIciiiiicslr;i qiic sus csyirit~is110 s~ han elevado I . . aún a las
ciliisitlrr;iciciiiriigciicrnIes sol~rcl í ~marcha de la ~i~ilizaci6n. ho
rs iiiClolo ~ ~ c <Iriiiticsira.
ic 1!11 rcnlidad, lnglatcrra no posee toda-
vi;^ iiii:, ( :oiist i~iiciOii;cl orden dc cosas establecido carece de soli-
tlrz, dc firiiirza, y iio cs succytible de alcanzarlo. La organización
soci:il tlc los iiiglcscs Iia puesto cn acción, al mismo tiempo, el princi-
pio Iciidiil y cl principio industrial; ahora bien, al ser ambos principios
d i tiatiiralczn difcrente, c incluso opuesta, por dirigir estos princi-
picis I;i iincióii, al mismo tiempo, hacia dos metas que se hallan
muy alcjadas una de otra, ha determinado que el pueblo inglés
sc elicucntre cn un estado de tirantez. El estado politico de Ingla-
terra cs un estado de enfermedad, un estado de crisis, o más bien,
el rCgimen bajo el cual vive es un régimen transitorio; su Consti-
tucihn, si a toda costa deseáis que tenga una, es una Constitución
hastarda.
P. La ci~fcrmedadque afirmáis afecta al pueblo inglés, presenta un
casa patoldgico totalmente nuevo y del que es necesario ofrezcáis una
explicación. Se trata de enfermedad sumamente extraordinaria; pri-
mero, bajo el punto de vista de la duración, ya que hace más de siglo Y
tnfdio que empezó Y, todavia no ha terminado. Mds ewtraor&aria
siha bajo esfe otro punto de vista: la prospuidad social del pueblo jn-
~ l f sha comenzado al mismo tiempo que su enfermedad politic& Y b
que ha obtenido sobre los otros pueblos han ido en sumento a
que su pretendida enfermedad propesaba.
do francamenre: s ~ f i ( ~ r f~l ~9~ f ~ f { r r t :ft#+,h:
ff~c,
flablafi ,,,,,,$,,j,,
ujmdos. Querkis darn(is kcifjnrs dl+,,t,/f,r,,A, ,,w+,,l,,,,,+,
ser cateq
d&lis que P
reoc~parosPO' fomar/fW (1: />r(~/y/tr/di:t ~ i , ~ , ,,,,,;, , , ,rn ,,:
de realizarel esfuerzo de educflm<vfi.W!m:, P>.trl~r,rI~i; ,f,yl,l,,,l tll
éne ~ ~ ~ ~ t i t uquec i la
6 norPn;y~df
~ ihfi v r r / U / rI,. r:in ,,,,h ,,:j,,d$,,rr
no fl ue se trata de un orden de cosa.$al flldp
i r y l f i : ~ hlltl
: ~ / ~ ~,,, ,,,
. ,~r j , ~
da, 4
la rutina, Y 4ue no puede inanfener.~~ m b y~r d I~lrml, ,yt#,i f , /j,, ,.,~,r4+r,
gres contraídas; un o r h n th rt,cuc ,hf/y,lr ntj !,,
nprse ufia conciencia clara y satjsfactorirr; un n r , h B ,,,:a: 111,

,ede jnstaurarse en ninguna otra nacihn; rn jrn, v# ,j&r.n / l ijw:


P
,e no puede convertirse en el modelo dc rcrirfuníiur í/ln & e vf dad
4
europea*
A esto responderemos: ¿no habéis leído a Mfmruíyuít)u,ni j!lMk
jno conocéis, en consecuencia, la obra du I~elhrtlmcno h&,:
en absoluto los interesantes debates y un han ir!nírlr, Ir~yarFn
d i ~ oratiunes
w en el Parlamento de Jnfllaterru zohre rl eq!yuílíhrroL
poderes?
ked El espíritu de las leyes, y cornprendrrrki<.que 1 0 5 hombre: no
han inventado más que tres formas de xohierno, a :uhcr, el de:phfirn,
aristocrático y democrático; admitiréis, rgexíonund~,obre ustr,, y u(!
estas tres formas de gobierno eran las rjnicar que ~ ~ o d í du et ~ u h r i f i f í
"hencontrar&, en gran número de puhlici~tati n f b r c yf~uncd!:nrr:,
la Prueba de que estas tres formas de gobierno han i d o ~ d ~ i r a h l @ , -
mente combinadas en la a n s tjtucih jn~Ze.cay que dp:tal irnmhínuci~n
resulta el mejor gobierno posible.
Una vez que hemos destruido, aniquilab, vvuertro rirltma. no$uljrf-
s U " r ~ o as decir que no habhs m&$que un ~.rrjc Pm-
gerar la importancia de vuestras idea5, 7bdns 105 mriierhh hahkí5
en h c o n s t r u ~ de
i ~vuestro &em.~.wtt hwmc 10 4 U t he-
mostenido z~ intención de crítiuir es la uií[imci~n de rwr f?l~jeríale~p Iu
Concepcióngen*~l que m h las ~~dudahlemente, ff~da5 lar
Pai&
" deben trabajar en el desarmllo de la índu.$iría:bc I ~ ~
d
mteW la industria. porque 0 la fuente de t f l t h lo,* rí4ure
~ 6 i~
2 GHITA IoNESC~

Zas; indudablemente, los teólogos deben fomentar la industria Pues los


fiabajos útiles son fuente de todas las virtudes1 asi como la ociosidad es
de todos los vicios indudablemente, los le$$sladores deben
, las leyes más favorables a la produccih Porque las naciones mis
laboriosas son aquellas e# que mdsfacil es mantener la tranquilidad Pd-
blica; de todo ello no hubiérais debido concluir que la capacidad i,-
dushal debía di* las otras capacidades. En una palabra, los ingkSes
han hallado, han determinado el auténtico término en que hay que de-
tenerse; en vuestros trabajos habéis perdido de vista un muy antiguo
prw&io que se aplica pprfectamente U presente siwacidn: mejor
es frecuentemente enemigo de 10 bueno.
R.NO cantéis victoria antes de tiempo que aún no hemos llega-.
do al final de la discusión. Es a partir de ahora cuando se inicia se-
riamente. Os agredecemos infinitamente la indulgencia que hab&
tenido la bondad de expresar, al final de la rápida replica que aca-
báis de dar a nuestro sistema; pero no deseamos aprovecharnos,ya
que nos sentimos capaces de rechazar todas las criticas que'nos ha-
beis dirigido.
Responderemos en primer lugar a las burlas que os habeis permi-
tido a propósito de la enfermedad política de que, habíamos dicho,
se halla afectada la nación inglesa; pues s610 como burlas podemos
considerar las afirmaciones que habéis hecho sobre este tema. En
cuanto a nosotros, qué no tenemos la intención de tratar en tono
frfvolo el problema más nuevo e importante que pueda preocupar
en este momento al espíritu humano, os diremos:
La idea de la enfermedad no ha desempeñado más que un papel
muy accesorio y secundario en el cuadro que hemos presentado de
la situacibn politica del pueblo inglks; la idea principal, la 4Ue ha+
brfa debido retener principalmente vuestra atención, es la del esta-
do de crisis en que se halla la ciyizimCibnen Inglaterra desde la
revoluci6n que este pafS vivió a finales del siglo xvir. Vamos a desa-
' nte
'rollaros esta idea, ya que la simple enunciación no fue suficle
para que la comprendierais,
,:,I $1 li'""
~ i i i i i i i ~ l " 'iii \ris"b Jcs''i~;i(li>~i*;i\isi\ ;, iIr ilrpi,l,irii-
vivi,.rii xtrc+ic*tliitla
ii,\iib i'
li14*l l ~ l
l~l~i~l~tlt'~' ~~' ~ ' ~ ~ \ i l \S,,/,(+,*
l ~ lil~ ~l mI~Vml I~L1H
S m
l ~ * l l,,f,/t,t,,i,tl,*

t,s,iltlt~ l1i1s~11'dt81 ~ ~ I I I ~ ~ ~ l,i,i- ~ ~ ~ ~ ~ ~ , ~


I,II', :
,, ,m~piiiiclit~~lttiii~isiiiiiii'~ i i i l Ii:\hci
i j i ~ ~ i l ~ ~ s i i *itmcis , I,,.ol~i.csiIdi,
Inr s i ~ l i c l ; i1,osilijfiis
~
y rii [i! i!l([lls(l'i;l.
Iqi ~ ~ 1lji\1 , c ~ t i t k I t j ~ ~ ~ l l ~i\ ~ ~ u ~' i ~ ~ l ~ '1 * ~ ~ ~
i, sLlrrir
S\I t\~~;i\~~~y,ilci~,l,, ~ ~
:I
y viol~iiiii ct'isis ~ ' 1I l i o t i i c l i i ~tlrl p:lso iIrl sis~ciiii, ,,lili-
,,ili liltb
b
ill + t t ~ l ~ ~\ i~\ ~ ~ ~ ~ ~ i ~ ' ' *
Ilc ;,qu[las ~ o i i ~ i i ~ c r ;tiiiís
l ~ i~~t ' l~i ~~i . s; i l i ~;isqilc cl csl>[ritii liu-
:i Iii c v ~ l i l ~ i <Ir
iiiaiio I,Llct]n r!rv;ii.st! i.csl~L'~lo ~ ~I;ii i~ i ~ i l i ~ ~ ~ ~ i 6 ~ ~

vilnlt,s ilpIi~i~r i i l i ( ~rsias


~ ~ ~ i i ~ i d c r a c i « npc s~ ~ c r sohrc
e l ~ le
t
,w\i,cibn 3c 11 ~ i ~ i l i ~ ;i~1i :ocotidicioiirs
~i i CII <\ticsc cncueninn los
m m . m 4 .

inpJescs, Mas pn'il 'AíI flpliciici6ii sca precisa y fh.lci[ dc captar,


n.snri«s c r ~qtic cmpcccmcis por anal izar el csindo social nctlial dc In
n.lci6n inglcso. biijo CI prisma de SLI polftica iiiierior y cxtcrior.
Ciinndti se cxoniiiia 1.1 polirica iiitcrior dc Iiiglaterrti, desde
punto de vista \>astante clcvndo para abarcar dc una sola mirada el
conjunio dc las cosas, q~icdamosimpresionados, en un primer mo-
mento, por la cxistencie clel fcii6rneiio miís extraordinario que al
respecto se pueda conccbir; se comprende que los ingleses hayan nd-
mitido como concurrentes dos principios fundamentales para servir
debase a su organización social; se comprende que de estos dos yrin-
ci~io%de naturaleza diferente y hasta opuesta, tenla que resultar, y
ha resultado, que los ingleses se hallen sometidos, al
mismotiempo, a dos organiraciones sociales bien distintas; que Po-
en todas las direcciones, dobles instituciones; O mhs bien*que
h
en todas las direcciones, las contrainstituciones de
instituciones permanecían en vigor en el pals antes de su re-
v0'uci6n~Y que conservaron en gran parte.
Así ' Se observa que la leva de marinos coexíste con la ley de' ha-
b
c a r P ~se puede ver a un pastor llevar al mercado, al mismo
tiempo
' por el cuello a su mujer y a una oveja; vende a su
,,\,,,,,, ,,\\ \ \\,\\\\\, &,\\ S\\\' 4 i\!iti!\i\tI\lt*I\ ~ i I ' ~ t \ l \l ' lt btl ' ~ ~ ~ ~ ~ ~~
W l ',I i \
l ~ ~

1 \ \ ,\,\ti\\
1\\\ t
\,\ \,,\\\ir vi' t.i>tiiI~iiiidoiil pago
;\ \i\\i\\\t'st iii: i i \ i i * i i i r i \ s sC

\ \ r ,\ \.ir 11' i\s\,\\.\i\\i\\ l ~wejn.


si ~ t $ \ \ \ \ > o l . t~d) l . l l ~ i l ~ l Cl \l l~l lt la ~ L.
\\\!\,) , 1 , ,y,,'\\, i i l t l l l s t l.ill i'ill<li\<i
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r ~ d )
p,,,,,,,tt(\\ i , ~ (l,\\ \t*\\ l q \ \ t t t \ \ f\i\t' S(' t'i\t'<~t\tI'i\I)¡l~\
~ i i l ~ ~1~;l~l-
~ i l : l C ~tl11;ls

, , , \ í \ i \ I \ \ \ c~ t i 1 ~s t IIUCVCdipcitqdos
,(,\ S<\ S,\ \ \ \
\\tL l\\\l\ ( t i \ \ i\ ,IC(~~\\~CI'
S l \ S ¡I*C
' SSI' t'Clllli\I~~,
piiril ilullitll.
, \ \ \ \ \ \ \ I \ I ~ ~t \ Iiii~ci.ic retribuir
i 1,iii.ii
i , \ \ , ~ \ ~ ~ t ~ \ \pt t ,\ ~($1
\ ~~ t + i t * \ , i \ t \ ,C*I\ tlvt I~~~\IC\II~O tic* I;i 11ilci411.
\ \it\\\ \\\\\\\\\\*\\i3$ i r 1 /,!/¡O, \li' li1 It'tI'il lliiI!4I i l \ i i t 110 ~~l'iiill s~ificie~l-
t\*p \\,\\ti\ \'\\\\i\*i\\. tt\\h\s IRS ~ I \ Z ~ \ I \ S C \ ~ \ I C I \ C ~ ~or~Ailic:\s
\S subsisten
tt\\ \\\$h\\t\\.\.<\,
Si *tt (,&\si\ i\dC\~\I\\CII li\ ic;\ ititcl.ior d~ Itiglatcrra a In de
t l ~ jtijlft

S \ \ \\t\l\t it t i ~ \ t t \ \ i < \ \ ~t \, i t l l i \ ~ ~ ~I~IS


i \ \ C~~IISC*C\I<*I\C~~\S
\~ clc 10s vicios de or-
fib\\\ifi\i~i\lt\ q\\t\i \ ~ - i \ \ w ~ ik* i \ t vsct~t\~;ir: ik 1111 I;\c~I, W
O
IISI \I; gobier~io
iii~lrs iI<.\.lt\i'iii~ i \ \ Ii\ i~ ~ t d j ~ r i \ t IIC\ \ i \IOP I\\;~ws IC prrtcticcc Y, en con-
\irtici;i, xirii\t.tcik ii ioiliis Iirs lt;il~rllo~ici il su di~tiiinio,mientras

i\\\i*. I\I\I* t\t 11)Iiiilii,t r d l j i \ j ~ piw cst;\hIcccr la ipiialded de los negros y


los lrliii\it,s, Iiiittici\tli\ ica\cl lii tratii dr ticgms.
\'n\\trs i\Ifiol~irriiiri l i # \ h ;ipo\.ot8 c i i I!iii.opa ti1 regi~iien guberiia-
i i i t t i i t r i l t iiiic1\ti.i\~i ~ i i p~\iic$c
c c i i htiic<ricunl sistciiiii de or~anizaci6n
ii\i\\\sti'it\lVi\ t\iiil iz\ i\cl sist ctiia piihcrtiunienti\l.
h\\ i \ \ r i t i , i ti:icii\ii it~glcsiisc Ii;illn, desde hace mucho
tit'li\lj"t \ii\rsti~dtrdc crisis n*sp(*.t0 SU p \ ( t i c a iliterio~*,nsj como
si\ l ~ i r l i t i ~rstci.it\r:
ii cstii crisis, lii qilc pnrlicipsii hoy mdos 10s
l'\i~l~k\s <I\ic Iielritaii rl r i ~ i r t i ~cii lcm~p ~w ,~ ;\S( ~ como el continente
rii~~i\ii'~~i\~~ cs, c\.itlri\trt\ir\itr, Iiicrisis clilc g & l i c l\iiitnaiio, ~ en ra-
to\\ $11 ~ ~ l ~ ~ \ I\;(~ sitlt) \ ( l dcs(itB\cl<)
i ~ i i ~ i(1~suhair \ ~ \el,, ,nomento de
\ 1

Ir't ~ ~ ~ ~ \ stkl \t~\\ ~ i ~31 sist~li~cih soeigI~industr* ~ ~

"'h's
' "' 't' ilil\ii
i ~ 'ri'pinicii
Ii\s i ' i r i i ~ h i p i . i i c i ~ , ~ ~pciicralrs que podeinos preS"'-
i\p('Pl ir[iiii¡c\ti qiic a,Iiibnl(s desde cl c ~ t l i i e lde l~~
'"' srfiiiiit'ii ~ ' ~ \ ~ ~ ~ T ' I ' ~911<11bi d c1, i t \ ~(1s
i ; coiiinfinios ;icc)nVL~ n i rque
Lb.
,,latcrra no I>o"e elna Coiistitución, ya que una constitu-
--
f
o
l b
cibfl ,
, dc la or~aiiizaciónsocia], mediante la cual
,das ja"instit~~ionespolíticas de una nación proceden de un mismo
i,cipio Y dirigen las fuerzas ~lacionaleshacia una misma meta,
Pr , ,t
micn las instituciones sociales inglesas son de dos nahralezas
diferentes,Jas cuales dirigen las fuerzas nacionales de ese pueblo ha-
,ja dos metas 0pUeStaS.
2° 12 organi7;1ciún social inglesa, radicalmente viciada, no debe
u.r a la nación francesa como un modelo que deba esfor-
en imitar, 10 más completamente posible; un estado de cosas
revolucionario segu irh subsistiendo necesariamente en Francia,
mient ns los goherna ntes y 10s gobernados no hayan adquirido ideas
mi, netas sohrc los medios que deben ser empleados para instaurar
un orden social fijo y estable.
3" Fni fin, la crisis en que Inglaterra y Francia, a su vez, se en-
cuentran. terminará inevitablemente por el total abandono del sis-
wma feudal v por la instauración exclusiva del sistema industrial.
naciones que pasan hoy por ser las más civilizadas, no saldrin
ct)mp~etarnentede la barbarie, más que en la época en que la clase
más trabajadora y más pacífica se halle encargada de la dirección de
la fuerza pública, y en la que la clase militar se encuentre en situa-
06n t(~blmen te subalterna.

hU"r adoptar v ~ s t r siclpma.


o
1 2 s cienciar progresan confinuamentebHo?' no hav
d la mayor facilidad*los
la Fscucla Poli técnica que no resuelva, con
jamás.
Hace más de un siglo qL1e El ~ s p í r i t l i(lc h l s lfyt's fiir ctlililLlii,
~~~d~ entonces, se ha producido el ~ ~ o n l ~ ~ i l i i i epol ,,,
i i tiloicij i ?i
memorableque jamds haya tenido l u p r : In Ilevcilticihii frniicpsa, Ail
pues, podemos razonar sobre hechos totalinciiic d c ~ ~ ~ ) ~ ~ ,,,,,
~ontesquieu.
~ ~ ~ t ~ ~había i e ugran admirador del rkgiiiicii sociiil iiis-
q u sido
taurado en Inglaterra, y con mucho razhn, pues aquel cstntlo t\r
cosas era incontestablemente muy superior a todo lo qric hal,iii cxis-
tido antes; pero de ello no hay que concluir que si M o n i e s q ~ ivi- i~
viera hoy, no concibiera el medio de mejorar considcrnblcincnic
estado de cosas.
Los ingleses han admitido, han inventado, coino hcciios repcl i-
do diversas veces, instituciones políticas que poseen el cíirQcteriii-
dustnal, y lo han puesto en evidencia, en oposici611a las antigiina
instituciones feudales existentes en su país; el resul tndo es quc el go-
bierno feudal ce ha visto mucho más limitado que en Ins otras ni\-
Qones europeas.
La Revolución francesa no se ha realizado mis que ayciirs un si-
@o después que la Revolución inglesa; necesariamente, debe dar
c ~ m oresultado un perfeccionamiento de la Constitlicibn inglesil:
ahora bien, al reflexionar sobre el perfeccionamiento de que
susceptible la Constitución inglesa, se reconoce, desde el primer viso
tm)que la fuerza industrial, introducida en ]a organizti~i6nsocial
"glesa como fuerza que limita a la fuerza feudal, debe C O T I V W ~ ~ ~ ~
en en la fuerza dirigente.
invitamos a todos 10s industriales interesados C* cj I>jcn pijlljico y
u,conocen las relaciones existentes entre 10s intereses gcncralci dc
la4 sociedad y los de la industria, a no admitir por más tiempo <lue se
les designe con el nombre de liberales; les invitamos a enart>olar una --
bandera y a inscribir en ella la divisa: i n d u ~ t r i ~ l i ~ ~ ~ ,
nrigimos la idéntica invitaci6n a cuantas personas, cua Jciquiera
4"e suestado y profesión sean, si se hallan, como nosotros, profunda-
mente ~onvencidasde que el hnic~medio de instaurar un orden dc
cosa tranquilo y estable consiste en encargar la alta administracihn del
erano publico a quienes más dinero abonan al tesoro público, y mc-
nos dinero obtienen de él; les invitarnos a declararse industrialistas.
Dirigimos esta invitación particularmente a los auténticos monár-
quicos, es decir, nos dirigimos especialmente a aquellos que desean
la prosperidad nacional como base de la tranquilidad y la felicidad
de la asa de Borb6n.
P. ¿Qué ventaja halláis a la sustitución de la palabra I , I ~ E R A ~ , I ~ M »
por la de INDUSTRIALISMO? Culiles son, en resumen, los niconvenientes
relacionados con la palabra LIBERAUSMO, que consideráis tan impar-
tante su abandono ?
R. Me haciis demasiadas preguntas a la vez. ¿A cuál deseáis que
responda primero?
P.Decidnos cudles son los inconvenien res relacionados con la pala-
bra LIBERALISMO. QuI pruvecho puede resultar de su abandono por e[
partido que desea perfeccionar la organ izacidn social, sin emplear pa-
ra alanzar este objetivo mds que metodos legales y pacífms.
R La designación de liberalismo nos parece que conlleva tres
grandes inconvenientes para 10s hombres bien intencionados que
marchan bajo esta bandera.
p. i ~ u á l el primero de los inconvenientes?
R. yelal~rnlibernlismo designa un orden de sentimientos; no
indica una clase de intereses; de donde resulta que tal designación ,,
vaga y, en consecueiicia, defectuosa*
p. ¿cudj s ~ g t ~ de n dlos
~ inconvenientes?
R. La mayor parte de quienes se dejan designar con el nombre
de libernles se compone de hombres paclficos, animados del deseo de
poner fin a la revolución y de establecer, por medios honestos, lega-
les y pacíficos, un orden de cosas tranquilo y estable; un orden de
cosas proporcionado al estado de los conocimientos y de la civiliza-
ción. Pero los cabecillas de este partido son hombres que han conser-
vado el carácter crítico, es decir, revolucionario del siglo ~ I I Todos
.
los hombres que han desempeñado un papel en la revolución, pri-
mero como patriotas, después como bonapartzstas, se dicen hoy li-
berales; así pues, el partido reputado liberal se compone hoy de dos
clases de hombres cuyas opiniones son diferentes, incluso opuestas
Los fundadores de tal partido son hombres cuyo interés principal
consiste en derrocar a todos los gobiernos que puedan formarse pa-
ra ponerse ellos en su lugar; mientras que la gran mayoría de este
mismo partido desearía dar la mayor estabilidad y la mayor fuerza
posible al gobierno, con tal de que tome realmente la direaii6n que
reclaman 10s intereses nacionales.
La denominación de liberalismo, al haber sido escogida, adopta-
da y prodamada por los residuos de los partidos patríota y b0-r-
ti~ta,conlleva grandes inconvenientes para los hombres cuya tenden-
cia esencial es la de constituir un orden de cosas sólido por medios
pacíficos
No pretendemos afirmar que los patriotas y los bonapartistas no
hayan prestado servicios a la sociedad. Su ene&ia ha sido útil, Pues
se necesitaba derribar antes de poder construir. Mas hoy, el espíritu
revolucionario que les ha animado es directamente contrario al bien
~fiblico; hoy, una denominación que no indique un espíritu absolu-
tamente contrario al espíritu revolucionario, no puede convenir a
los hombres ilustrados y bien intencionados.
Ciddi es el tercer inconveniente relacionado m" la denomina-
P.i
de liberrilismo?
ibn artido que se ha llamado liberal ha sido vencido no sola-
R El F
,,~ ~ ~ ~sinoc iena Ná~olesl
, en España, en Inglaterra; los
rnen bros de la extrema izquierda en Francia no desempeñan me-
que 10s sefiares Brougham y Robert Wfison en Inglaterra,
1bsreiteradas derrotas de 10s liberales han demostrado que las
-
lo mismo que 10s gobiernos, no quieren adoptar sus opi-
niones ahora bien, cuando a la gente honesta y sensata se
le demuestra que ha seguido un mal camino y, elegido malos guías,
esa gente se apresura a cambiar de direccibn.
De las tres razones que acabamos de exponer, concluimos que
10s hombres pacíficos, cuya opinión tiende a constituir un orden de
cosas sereno y estable, deben apresurarse a proclamar que no desean
ser designados ya con el nombre de liberales, y que deben inscribir
una nueva divisa en su bandera.
P.Lo que deck, jno ha sido ya realizadu? iEI sefior Tematu no ha
puesto ya remedio al inconveniente de que habldis, publicando su pro-
fesió n de fe?
R. Existen en Francia tres denominaciones de partidos políticos:
se Uama ultras a aquellos que quieren hacer retroceder la civiliza-
ción, restableciendo la influencia politica de los nobles y de los
sacerdotes, tal como ocurria antes de la Revolución; se llama minis-
teriales a aquellos que apoyan las intenciones de los ministros, bien
porque su conducta tenga por causa el incentivo de una recompen-
sa, bien por el temor de una revolución, o bien ambas causas a la
va;se designa con el nombre de liberales, a aquellos que quieren
forzar al gobierno a cambiar de camino, bien porque tengan la in-
tención de derribar al gobierno para ponerse ellos en su lugar, o
bien porque tengan la clara voluntad de no emplear mas que meto-
doshonestos,legales y pacíficos para alcanzar su meta.
Decimos, Y tal es d tema de este segundo apbndice: 1' que ha lle-
gadoel momento en que las clases que componen el Ilamado parti-
jridIrstridi~tfl?
R clase industrial es la iiids nuinerosn; asi pues, toda persa-
,a que se declara indicstBolistu, hace, en una palabra, yrofcsióii de
fe de que tiene la intención de apoyar los intereses de In mayoría
de la nación en contra de todos los intereses particulares.
P. Decidnos, en Fn, jcudl es la tercern razón pnra decidir a las per-
sonns que no desean enzpIcar más que métodos legales, honestos y pn-
Ofims, n abandonar In dcnominacidn de liberales, para adoptar lo dc
indtrstn'alistas?
R. Hemos establecido en este cuaderno:
Ante todo, que dada la gran ignorancia de los primeros hombres
y al hallarse los mismos sometidos a violentas pasiones, la ley del más
fuerte había servido de base a las primeras organizaciones sociales,
Y que las naciones habían vivido bajo el régimen militar puro, y en
fui feudal, durante muchos siglos; los poderes arbitrarios, concentra-
dos en un reducido número de manos, habian sido un nid menor
que la anarquía.
Hemos establecido, seguidamente, que el género humano habia
sido destinado a ilustrarse, a suavizarse por el comercio, a aficionar-
se al trabajo y a la producción, y a elegir como base de su organiza-
cibn el interds común.
Finalmente, hemos hecho comprender que la transicidn del pri-
mero segundo sistema político tuvo que provocar una prolonga-
da y violenta crisis.
tnntluilo y est ahlr, i\ q ~ adop i ~tcti Iii tlciioiiiiiiacibi~dc indusirialis-
ln, qiw c s t i ~dcti(1111i113citi11 indic:~,id I I I ~ S I ~t icin~o,
O el objetivo
1. los iiicdios; crhjcti~ro: dar coiiio hasc l i ~ argniíizacibn social el in-
teks dr. lo mi~~oria; tiicdi<is: ciitrcgar ii los industriales inás impar-
t:intrs la ; ~ d l ~ ~ i ~ ~ i s tdcl r ; ~erario
c i h t ~pílhlico.
P. Lti r t t t * r t t r ~ t tttitclio
t~~~ q c t z In (brorninnci6n de ~+ITJ<~OTA haya si-
t i o dt-tt*ritlmdtl ~ n ~ t t p l i ~ t a t ~ eiivilccidn
?! icr~tc y or el S A N S ~ U L O T T ~
]va i ~ l i t *tirlrirlki tirrrot~tittcicihri indicnba un interh c o m h a todos los
?tiic*,til~rnz.tic Itr tincicjtr: cl irttci+s tincio~zal;y, por este medio, no era
iiriialmoi tc iinn ckisc de lo sociedad, sino todas las clases las que eran,
ititlistiiitnrt~t~tttt~, 1lnr1tndn.cCI forip~nr tal pnrtido.
R. Ln denomiiiación de patriotismo, incluso si no hubiera sido
ensuciada por el sn~iscctlo~ismc,no sustituirfa la de industrialismo
He nqui nuestra opinión y vamos a motivarla.
Primero, andiceinos la idea de patriotilimo; y hallaremos lo que
sigue: un pnm'otn es un hombre cuyos sentimientos estan domina-
dos por s~ amor a la sociedad nacional de la que es miembro; es un
hanlbre siempre dispuesto n sacrificar toda su fortuna y todo su crk-
ditu- Brutus. al inmolar a su hijo y sacrificando asi SU sentimiento *

paterno a su amor por los romaiios, ha sido un auténtico mod e10 de


pn triotisllio,
amos &ora nos digáis si en el actual estado de los cono-
Os roa
ciniieritosY & la civilización ilos hombres pueden ser, deben ser pa-
*
irj~tris!
amos convencidos de que, después de reflexionar, admitiréis
,,
9 los
.,
filantrópic~s,10s nuevos sentimientos familia-
en fin, dominan hoy en todos 10s europeos a los sen-
europeísta~,
timientosnacionales. Reconoceréis que 10 que acabamos de decir es
verdad hasta para los ingleses.
~1 mejor cddigo de sentimientos morales que poseíamos era el
de la moral cristiana. Ahora bien, en este código se habla mucho de
10s deberes recíprocos de los miembros de una misma familia; td
código prescribe a todos los hombres que se consideren como her-
manos, pero no los estimula a supeditar sus sentimientos flantró-
picos y sus afectos familiares al patriotismo.

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