Professional Documents
Culture Documents
9 - Saint-Simon. Selección de Textos
9 - Saint-Simon. Selección de Textos
CARTA DE UN CIUDADANO
DE GINEBRA A SUS CONTEMPOR~~EOS*
CARTA PRIMER4
Opinión de mi amigo..
1 Sí e1 abad de San Pedro hubiera conocido este plan y lo hubiera indicado como medio
de ejecución, no se habrían calificado de ensuefios sus ideas de paz general. Otra reflexión:
esta concepción da Iasolución de un problema que, desde siempre, ha sido objeto de búsque-
da por parte de los moralistas: poner a un hombre en situación tal que su interés personal y
el interés general marchen constantemente en la misma dirección.
EL PENSAMIENTO POL?'f"'í'CO
DE SAINT-SIIvION * 97
RESPUESTA
del espíritu humano; está constituida por sabios, por artistas y por
todos los hombres que tienen ideas liberales. En la bandera de la se-
gunda está escrito: ninguna innovación; todos los propietarios que
n o entran en la primera están relacionados con la segunda.
La tercera, que se adhiere a la palabra igualdad, incluye al resto
de la humanidad,
Diré a la primera clase: todas las personas a las que he hablado
del proyecto que presento a la humanidad, después de una discu-
sión por lo general bastante corta, han terminado por aprobarlo; to-
das me han dicho que le deseaban éxito, pero también todas han
expresado el temor de que este proyecto no salga adelante,
De la conformidad que se ha manifestado en sus opiniones, con-
cluyo que encontraré a todos los hombres, o al menos a la mayoria,
en las mismas disposiciones. Si se realiza este presentimiento, la
fuerza de la inercia será la única que se opondrá a mis de vis-
ta. Sabios, artistas, y vos, que dedicáis una parte de vuestras fuerzas
y medios al progreso de la ilustracibn, sois la parte de la humanidad
que posee más energía cerebral, sois la más apta para recibir una
idea nueva, estáis de forma más directa interesados en el éxito de la
suscripción; a vosotros os incumbe vencer la frierza de la inercia. Va-
mos, matemáticos, pues sois los primeros, empezad.
Sabios, artistas, contemplad con la mirada del genio la situación
actual del espíritu humano y veréis que el cetro de la opiliión públi-
ca est%en vuestras manos; agarradle vigorosamente; podéis hacer
vuestra felicidad y la de vuestros contemporáneos; podéis salvar a la
posteridad de los males que nosotros hemos sufrido y de los males
que aún soportamos hoy; suscribíos todos.
Hablaré seguidamente a los propietarios de la segunda clase.
amor propio, les empujó a exaltar cada vez más las mentes de los ig-
norantes y a romper todos los vínculos de subordinación que su-
jetab-n las fogosas pasiones de tos no propietarios; consiguieron
hacer lo que deseaban; todas fas instituciones que en un principio
tenían la ktención de derribar, saltaron necesariamente; en una pa-
labra, ellos ganaron la batalla y vosotros la perdisteis. Esta victoria
ha costado cara a los vencedores; pero vosotros, que habéis sido de-
rrotados, habéis sufiido mucl~omás. Algunos sabios y artistas, víc-
timas de la insubordinación de su ejército, fueron exterminados por
sus propios soldados.
Moralmente, todos han tenido que soportar los reproches que
les habkis hecho, aparentemente con razSn, de ser los autores de las
atrocidades cometidas contra vosotros y de los desórdenes de todo
género que la bárbara exaltación de la ignorancia hacía cometer a
su tropa.
Una vez el mal perpetrado hasta el límite, el remedio llegó a ser
poslble; no oponíais ya resistencia; Los sabios y los artistas, instrui-
dos por la eqerienck, y reconocien& vuestra superioridad en co-
nocimientos sobre los no propieti^nos,2 deseaban que volviera a
vuestras manos la parte de poder Indispensable para la marcha pun-
tuaj de la organización socialeLos no propietarios habáan soportado
casi todo e1 pesa de la penuria que originaron las extravagantes me-
didas que habían adoptado. Estaban aplastados.
Ea población de Francia, aunque impulsada por la fuerza de los
hechos a un fuerte deseo de retorno al orden, sólo podia ser reorga-
nizada socialmente por un genio: Banaparte lo ha emprendido, y lo
ha conseguido.
Entre las ideas que acabo de presentaros, he expresado la de que
habéis perdido la batalla; si os quedaba alguna duda al respecto,
2 Invito al lector a examinar esta observación: los propietarios mandan sobre los no pro-
pietarios no porque posean propiedades, sino que poseen propiedades y mandan porque,
considerados en su conjunto, tienen una superioridad de conocimientos sobre los no propie-
tarios.
EL PENSAMIENTO PoI.~?'IcO DE SAXN'r-SIMON 101
3 No es mi intención decir que los filósofos, los moralistas y 10s metafísicos no han pres-
tado servicios a la filosofía; es de sobra conocido que tos astrólogos han sido útiles a ta astro-
nomfa, que los aiquimistas han realizado parte de los descubrimientos químicos; mas todo el
mundo piensa que los astrónomos hicie~onuna buena operación separándose de los astró-
logos, al igual que los químicos deshaciéndose de los alquimistas.
Queda una idea por esclarecer: las principales ocupaciones de los filósofos, los moralistas
y los metafísicos consisten en estudiar las relaciones que existen entre los fenómenos Ilama-
dos físicos y los llan~adosmorales. Cuando tienen éxito en este campo, sus trabajos deber] de-
36 i
P
ARA NOSOTROS, 1.A SOCIEDAD ES EL CONJUNTO Y LA UNI6N DE LOS
hombres que ejercen trabajos útiles; no concebimos en abso-
luto más sociedad que ésta.
La sociedad tiene dos enemigos que teme y odia en igual medi-
da: la anarquia y el despotismo.
La Constitución es la única barrera que debe respetar el pensa-
miento del escritor político; contra ella y fuera de ella no hay trabajos
útiles; en los límites que prescribe, la más entera libertad no puede
perjudicar; esta libertad es la propiedad del escritor, como la Cons-
titución misma es la propiedad de la nación y del gobierno.
OBJETIVO DE LA EMPRESA
Hay actualmente en Francia muchos menos desocupados que había antes de la Revolu-
ción; hay muchos menos en Inglaterra que en Francia, muchos menos en America que en In-
glaterra; el número de desocupados ha disminuido siempre en razón directa del progreso de
la civilización, de modo que se puede entrever una época en la que no existirán en la socie-
dad hombres voluntariamente desocupados.
2 Los holgazanes que no son ladrones se hacen mendigos; esta úitima clase no es en abso- ;
-
La que m e 1:a8parecido necesario era que existiese un medio cle
stnrrla~este mediador ir*íítii. y muchas veces peligroso; era que se
establezcan relaciones directas entre la industria y la gente de ietras;
era que fos hombres liberales, los hombres que piensan que los go-
biernos no existen más que para los gobernados, no los gobernados
piif8 los gobiernos, no tuvieran que esperar como única compensa-
ciSn de un valor etil más que el aband~noy la miseria; en una pa-
labfa, era construir, al lado del favor y de la pro~éccióndel poder,
unat protección y un favor mcionales,
Esto es lo que la industria deseaba al crear la empresa de que tra-
tamos;s es con. esta característica como se presenta, es esto lo que
ofrece corrio su aportación personal en la asociación que propone, en
lu relación de la industt-?acomercial y manufacturera con la industria
!Ttrrrariray cienff'ca.
La industria hace causa común con fa literatura política. 1C)euna
parte, trabajos, de otra, sacrificios; he aquí los elementos de su
unión; es la candicibn, el vínculo de su comunidad. La industria lo
6%mmprendido y se compromete a apreciar los servicios que le
-prestala literatura.
5 Al decir industria, todos saben perfectamente que hablamos de algunas de las mis im-
portantes empresas que, irnpuisadns por ef sentimiento del inta-6 general, realizan personal-
mente sacrificios que consideran útiles al bien comun; es así como se ha servido siempre la
utilidad común, y para servida hoy es e1 único medio qrie existe.
Ld industria no es m& que un iIni~0y vasto cuerpo cuyos miembros están interrelacio-
nados y son solidarios mtreres el bien y ei maE de a& uwa de sus partes afectm a todas las
dem6s; no hay más que un intefés, una nec&(tad, una vida. Pero si ei sentii~ieiltopertenece
al cuerpo entero, es fil~icamentela cabeza la que piensa por todo el cuerpo, es en ella donde
se forman las revoluciones, donde se dejan sentir las necesidades, donde se ponen de mani-
fiesto las voluntades.
* !, 11. yp. 163-168.
DE SAINT-SIMON
EL PENSAMIENTO PQL~TICO 139
que la necesaria para impedir qr;e los trabajos útiles se vean en-
torpecidos; un gobierno en el que todo esté ordenado de forma
que los trabajadores, cuya reunión constituye la verdadera socie-
dad, puedan intercarrrbiar directmenk y con plena libertad los
productos de sus divrisos trabaios; un gobierno tal, en fin, que la so-
ciedad, bnica que puede saber 10 que le conviene, lo que quiere y
lo v e prefiere, sea tarnbign i:inico juez dd mérito y de la utilidad
de los trabajos; y en consecuencia, que el productor no tenga que
aguardar del consumidor más que el salario de su trabajo, la recom-
pensa de sus servicios, cualquiera que sea el nombre que le plazca
escoger.
En fin, no deseamos más que esdmcer y facilitar el curso nece-
sario de las cosas. Deseamos que los hombres hagan conscientemen-
te, a partir de ahora, medíante esfiierzos más directos y positivos, lo
que hasta ahora han hecho, podrlamos decir inconscientemente, de
manera lenta, indecisa y poco fructífera.
Durante la emancipación de las comunas, vemos a La dase in-
dustrial, tras haber comprado su libertad, conseguir crearse un po-
der político. T;il poder consislse en no acertar mas impuestos que los
que eíla consiente. La clase industrial crece y se enriquece poco a po-
co, y al mismo tiempo llega a ser más importante; y su existencia
social mejora en t i ~ i o slos aipcctas; rni;ntr<;s q u e las cl iscs que po-
dernos llamar tealógicas y feudales pierden continuamente conside-
ración y poder real, de lo cual concl~iyoque la clase industrial debe
continuar ganando y ocupando toda la sociedad,
721 es 12 ~L~CCGPÓZTde las cosas, a eso vamcs, y esas viejas institu-
ciones, que y2 no tienen ia berza de sostener 143 que ka>Éan C C ~ S -
truids, caerán ?ara siempre y d a s mismas desaparecer6n,
Hay revoluciones que d cairnieiizo no son más que particulares
y nacionales; hay revoluciones parciales y que afectan sOlo a dguanas
de las instituci~nessociales, Ess-tds sucesivas revoluciones coneribu-
yen a determinar m& tarde ima re~otucióngeneral.
Desde el punto de vista filosófiq desde que los árabes introdu-
jeron en Europa Ia cultura de las ciencias de Ia observación, y bajo
el punto de vista político, desde la emancipación de las comunas, el
espíritu humano camina evidentemente hacia una revolució~l
gneral; es decir, camina hacia Ia constitución de un estado de co-
sas en el que su eMstencla debe experimentar fina gran y gene-
ral mejora.
En la cadena de acontecimientos sucedidos en las dos notables
Ispocas que acabo de citar, se aprecian como más destacados mo-
mentos la revolución de Lutero, la revolucióii de Inglaterra bajo
Carlos 1, la expulsión de los Estuardo, la revolucf0n de América y
la de Francia; por lo que, en mi opinián, ha llegado el momento
en que se va a producir la revolución general, revolución común a
todos los pueblos civilizados, en cualquier lugar de la tierra en que
hcnbiten.
Los gobiernos no dirigirán ya a los hoanbres, sus funciones se li-
mitaráii a impedir que los trabajos útiles sean entorpecidos. No dis-
pondrán más que de escaso poder y dinero, pues para ese fin poder
y dinero escasos son suficientes, Los fondos necesarios para trabajos
de utilidad mayor o meno;, seriin proporcionados mediante sus-
cripciones voluntarias y los n~ismossuscriptores vigilarán la mane-
ra en que se empleen y administren sus fondos.
CARTA OCTAVA*
* 1, n, pp. 182-191.
* EL PEN9AMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON 143
puede ejercerse la política y que debe ser tomado como medida úni-
ca en la crítica de todas las instituciones y de todas las cosas sociales.
La política es pues, para resumir en dos palabras, la ciencia de la
prodwcci6.n, es decir la ciencia que tiene por fin el o d e n de cosas más
favorables a todos los #nexos de prcaducción.
Un principio es un punto de salida. Si este punto que acabamos
de recoii~cer,y hasta el que hemos sido' conducidos por los hechos;
si este punto, digo, es real y bien .$ido, la política no se sitúa ya en
146 * GHITA IONESCU '
~.expueSto.
V. LA INDUSTRIA (2)
.* 1817,11,1,pp. 49-61.
150 * GHITA IONESCU
medidas importantes que operan sobre la masa de la nación. No
puede cambiar nada en el plan politico general decidido por el po-
der del rey y por el cuerpo aristocrático. En una palabra, no parti-
cipa en las iniciativas que se refieren a las relaciones exteriores; en
todo esto domina el espíritu feudal. Asf hemos visto que, hasta aho-
ra, la política exterior de Inglaterra no ha sido en modo alguno di-
rigida en interés de la industria.
El espíritu que ha inspirado esta política ha sido la mania de las
conquistas, la pasión de dominar; pues bien, esto es lo que caracte-
riza esencialmente al feudalismo. El espíritu feudal es plenamente
guerrero; el espíritu industrial es necesariamente pacífico. Inglate-
rra, respecto a las potencias del continente, se ha mostrado siempre
1 En Francia, todo el mundo afirma que no se debe obedecer más que a las leyes, pero, sin
embargo, nadie piensa oponer la menor resistencia al más modesto agente de la autoridad
que se dispone a realizar un acto ílegal. No poseemos todavía ese espíritu de independencia
caracteristico de los ingleses. En nuestro país, la independencia no es más que un principio;
en Ingbterra es acción, y esta iiidependencia la llevan consigo a todas partes; en cualquier p.iís
i'stán prestos a resistirse a cuanto no emana de la ley. Entre los numerosos ejemplos que se
podrían citar, nos limitaremos a la anécdota siguiente, ocurrida en Francia recientemente:
Poco antes del 20 de marzo, un inglés adquirió el hotel de Noailles. A la llegada de Bona-
parte, como no había pagado más que una cantidad a cuenta,la administración consideró que
procedía ejecutar el decreto imperial concerniente a los bienes de !os emigrados y expulsar al
c~mpiador.
Ante la orden de abandonar el lugar, comunicada por el alguacil, el inglés respondió que
estaba en su casa y que el documento civil que le hacía propietario no podía ser anulado más
que por otro documento civil; que tal era la ley.
Al día siguiente, otro alguacil se presenta; misma respuesta que el día anterior, y termina-
da más o menos, en estos drminos:"Decid a aquellos que os envían, que no salgo de aquí más
que en virtud de una sentencia, buena o mala; que reclamo un juicio. Se dice que sois
libres en Francia, pronto sabré si lo sois. Voy a hacer lo que en parecida ocasión haría en In-
glaterra; la casa de un ciudadano es inviolable; mi casa será fortificada, mis gentes armadas,
154 ?SI. GHlTA IONESCU
y tiraremos sobre cualquiera que venga, como *o$, señor, a forzarme, en nombre de una au-
toridad que no es la de la ley".
Y, en efefto, la casa fue fortificada, las puertas atrancadas, las gentes armadas. El asunto
hizb mida, &e llevado a1Tonsejo de Estado; pero el: ingles se mantuvo tranquilo en su casa,
rQue francés se atrevería a mostrar semejante firmeza?
EL PENSAMIENTO POLfTlCO DE SAIWT-SIMON 155
APÉNDICE
rv que no lo estará por mucho tiempo. ;Qué falta a este cuerpo para
entrar con provecho en la liga Industrial general, para trabajar en la
constitución del régirne-z industrtal? ¡Una sola cosa! Ser libre, des-
prenderse de cualquier influencía d d gobierno. El cuerpo docente
inglés ba'cumpfido con esta cotrdici6nnLa Sociedad Real de Lon-
dres es libre; sus relaciones con la clase,de los productores inmedia-
t ~ son
s más directas, pero, por otro lado, su organización está lejos
aún de ser tan completa, de estar tan bien estructurada como la de
nuestfo Instituto.
Así pues, la industria teórica inglesa y la industria teórica fran-
cesa, del mismo modo que las dos industrias prácticas, poseen cada
una ventajas de las que carece la otra. Tienen pues, como las indus-
trias prácticas, sumo interés en uairse.
VI., DEL ESTADO ACTUAL
DE LA CIVILIZACIÓN"
do que los manufactureros, que los comerciantes que todas las pcr-
sonas que ejercen una industria cualquiera, y que, en consecuencia,
el presupuesto de una nación que quisiera ser libre y rica, tenía que
establecerse según los mismos principios que los del presupuesto
prticular de cualquier casa indtrstrial; que el único objetivo sensa-
to que podía tener una nación era producir lo más posible, con los
menores gastos posibles de administración.
El señor Say reorganiza las ideas de Smith; las clasifica de mane-
ra más metódica; da, más de lo que había hecho ya el inventor, un
carácter de doctrina a su trabajo; añade nuevas consideraciones a las
de Smith, e intitula su obra: Tratado de economía política.
En el señor Say, la crítica de la conducta de los actuales gober-
nantes adquiere un carácter más evidente; la comparación entre los
principios de la administración militar y los de la administración in-
dustrial está hecha de forma más directa.
Smith había insinuado en el mundo, bien moderadamente, la
ciencia que había creado; la había presentado como un medio para los
gobiernos de enriquecerse; no la anunciaba más que como una cien-
cia secundaria, como un auxiliar, una dependencia de la política,
El señor Say ha dado un paso más que Smith, desde el punto de
vista filosófico; ha establecido, al comienzo de su obra, que la econo-
mia politica es distinta e independiente de la politica; afirma que la
primera pose,e una base propia, totalmente diferente de aquella so-
bre la que se apoya la ciencia que tiene por objeto organizar a las na-
ciones.
Siempre la misma ceguera por parte de los gobiernos más des-
pótico~;se apresuran a hacer traducir la obra de Say, y a crear cdte-
dras de econornia política; cátedras en las que se demuestra que el
gobierno feudal y militar (que es, más o menos, el de todos los pue-
blos de Europa), es un gobierno atrasado en relacióri con el estado de
los conocimientos, ruinoso para los pueblos, y que no les es útil bajo
ningún concepto; en el que se demuestra que el preszipucsto, conce-
bido según los intereses de ese gobierno resulta un absurdo; que el
168 2 5 GHIITA IONESCU
presufluesto de una nación debe ser formado del mismo modo que
el de Yna sociedad que crea una empresa irrdustrial; que una nación
debe organizarse rnecesan~merrtepara uno de estos dos objetivos, el
de robar o el de proda&?;es deck qqt; debe tener carácter militar o
carácter indus~~-inrl,bajo pena de no sei. sino una asociación bastardo,
si no se pronuncia rotundamente en uno de estos dos sentidos.3
Al llegar a esta fase del trabajo que debe proporcionar a la in-
dustria los principios destinados a servirle de regla, no queda más
que una cosa que hacer por alcanzar la meta: que' el conocimien-
to de la economía polz'tica se propague generalmente entre Tos in-
dtlstriules. Es triste considerar lo que, sin embargo, es verdad con
demasía, que una ciencia tan útil, tan necesaria a la industria como
la economz'a polirica, que una ciencia que es la kjeencia propia de la
industria, sea, no obstante, la menos conocida de todas las cien-
cias existentes.
- - .- - - - -. " -
DEL PASO QUE DEBÉ DAR HOY LA INDUSTRIA
3 Esta iütima idea, bella y iitil, se debe al e o r Comte; fue éi quien primero afirmó que un
pueblo se halIa en una falsa sítuacibn política, en una situación tal que sus esfuerzos se destru-
yen mutuamente en grah parte, cuando no se pronuncia rotundamente por ei carácter militar
(es decir, ladrón) o pot. el carácter indtistnal (es decir, pacífico). Es el señor C ~ m t quien,
e en un
excelente trabajo, ha establecidoque los romanos estaban totalmente orqanizztdos para la gue-
rra; que todasnis instítucionéscontribuían a proporcionarles la mayor fuerza militar posible.
Es él quieri ha demostrado cbmo los romanos habían obrado en relaci011con el espíritu y los
conochientos de su &pocaEl seiior Comtr ha demostrado tambi6n que los pueblo^ modernos
se hallaban retrasados en relacilin con los conocimientos de su siglo, y que resultaban total-
mente inconsecuentes en su conducta al enttegar fos principales empleos y la suprema direc-
cidn de los asuntos a los militares, al mismo tiempo que expresaban un fuerte deseo de enri-
quecerse mediante el comercio y una pronunciada Intencibti de liacer florecer la industria.
Nos aprovechamos con tanta más prontitud de esta ocasibn de rendir justicia al talento del
sefior Comte, dado que Cste estirnablept~blicistaacaba de paar por graves contriiriedades.
EL PENSAMIENTO POLITIC0 DE SAINT-SIMON tg. 169
nes han instaurado la república; ellos los que han impedido la reor-
ganización de la monarquía; y este partido, conocido con el nombre
de girondinos, tenía por jefes a Guadet, a Vergniaud y a Gensonné,
los tres legistas, los tres abogados.
Derribado el antiguo gobierno, fue Robespierre quien se apode-
ró del poder; y, iqué era Robespierre? Otro legista; sus principales
ayudantes lo eran también. Hubo comités de salvación pública y de
seguridad general totalmente poblados de legistas. Un hecho cons-
tante es que son los legistas quienes han gobernado a Francia duran-
te la época más turbulenta y más penosa de la Revolución.
También eran ellos quienes administraban las asambleas de pro-
vincia, las de distrito, y aquellas de las ciudades llamadas municipa-
lidades; todas estaban dirigidas por ellos.
No se limitaron a apoderarse de los poderes legislativo, adminis-
trativo y ejecutivo; sino que llegaron también a dirigir el impulso po-
pular. Proporcionaron jefes a los jacobinos; crearon un club, el de los
Cordeliers;" en fin, integraron, casi exclusivamente, todas las mesas
de las diferentes sociedades populares de ese infeliz tiempo.
Así, del mismo modo que hay que reconocer que el régimen del
terror ha sido inventado por los legistas, duerios de todo, y por ellos
fundado sobre las ruinas del antiguo orden de cosas que habían des-
truido, también hay que reconocerles como los instigadores, los re-
guladores y, hasta cierto punto, como los ejecutantes de tantas atro-
cidades que marcaron su siniestra invención.
Guiados siempre por el mismo esprit de corps, el de la domina-
ción, no se desmienten en ninguna de nuestras grandes crisis polí-
ticas. Necesitan del poder a cualquier precio; y para obtener el ma-
yor posible, como nuevos Proteos, saben adoptar todas las formas
según las circunstancias. Sigamos su marcha.
" Fue una asociación de Amigos de los Derechos del Hombre constituida en 1790. Deseni-
peñ6 un papel activo en el movimiento contra la monarquía en 1792 y en el establecimie~ito
del "reino de la Razón". Este club desaprob6 a Danton y atacó a Robespierre; sus jefes fueron
guillotinados el 24 de marzo de 1794.
Surge Bonaparte y se apodera, a su vez, de Ja suprema autoridad.
Inmediatamente, este mismo cuerpo de legislas, que aún la víspera
profesaba el republicauiis~zomas furioso, que acababa casi de inven-
tar esta frase memorable g¿xntsiempre, escrita en gruesos caracteres
sobre toclos Los muros, cri rrsdss los edificios públicos: Unidad, indi-
visibilidad de la repúblicrr; liSermd>igualdad fraternidad o la muerte,
fue uno de los priineros en doblegarse ante el idolo. Se trataba de ver
S más diligencia para servir y
quién de entre ellos msctrdba I ~ S celo,
~ o ~ ~ s o l ila
d anueva
r potencia, Cambackr&sxcreó el papel del lugar-
teniente civil de un déspota u~ilitar.En esta época, los discursos de to-
das las c<irtesde justiaa, de todos los tribunales, han demostrado
que el despotfsmo conveníz totalmente af espiritu de nuestra legisla-
tura. Nada mis curioso sobre ef. particular qtie L~XI opÚscu10 que
apareció a la calda de NapoleUn, bajo eX titulo de Orzzción fiínebue
de un gran hombre, por una sociedad de hombres de letras; estaba
compuesto de todos los pasajes aduladores, de todas las mkimas es-
peciosas y erróneas salidas de la boca o de la pluma de estos seres
versátiles, que no dudan jamás en sacrificar todo a su interés parti-
cular; y como cada frase iba acompañada del nombre de su autor,
era fácil convencerse de que 1a mayor parte de la obra pertenecia
también a los legistas.
Sin embargo, Bonaparte es derrocado corno consecuencia de
una reacción militar; se restablece el antiguo gobierno, el ciierpo
de los legistas cambia de le~~gu-e,p no demuestra menos ardor en
servir al poder, para restringir las libertades del pueblo; su modo de
interpretar la Carta es siempre nntiliberal.
La Revolución ha proporcionado al cuerpo de legistns la ocasión
de demostrar el espíritu que le anima: hay una sed insaciable de 110-
der, hasta el punto de que poseerlo como subalternos llega a ser el
objeto de sus deseos y de sus esfuerzos, cuando no pueden ser los
1 I-Iabitualmente no se designa como artesanos más que a los simples obi-eros; para evitar
circunloquios, entendemos por esta expresión todos los que se ocupan de productos materia-
les,es decir: los labradores, los fabricantes, los comerciantes, los banqueros y todos los em-
pleados u obreros que aquéllos emplean.
EL PENSAMIENTO POLfTlCO DE SAINT-SIMON 189
CARTA TERCERA
*II, ir, pp. 36-44, La Carta segunda, que no se encuentra en esta selección de textos, trata
del problema de la caducidad de las instituciones.
EL PENSAMIENTO POLíTICO DE SAINT-SIMON * 193
No quiero decir con esto que las fornias de gobierno y el modo de división del poder
sean indiferentes; entiendo solamente que estas cosas son de importancia secundaria.
EI, PENSAMIENTO POL~TICODE SAINT-SIMON * 195
medios que juzguen adecuados emplear para perfeccionar su mo-
ral: y asegurar su tranq~~ilidad, así como su prosperidad; mientras
esos jefes sean escogidos, de un lado, en Ia clase de los metafísicos
(es decir entre personas que, sometidas aún a ciegas creencias, con
conocimientos superficiales, pretenden razonar sobre los derechos
generales); y, de otro lado, en la clase de los militares (personas
cuya más elevada ocupación consiste en perfeccionar los medios
de lucha entre los hombres), la nacibn permanecerá dentro del
antiguo sistema; quedará sometida a este sistema, sea cual here
la forma de gobierno que adopte, republicana, aristocrática, mo-
nárquica pura o monárquica constitucional; seguirá sometida, tanto
si escoge a sus jefes militares entre los herederos de las fainilias feu-
dales, como si los escoge en la clase de los descendientes de los sier-
vos, como si sus jefes, para la parte científica, son escogidos entre
las teólogos, o los metaflsicos que hacen su seminario en las escue-
las de derecho.
La nación no se hallará en el punto de partida de la nueva exis-
tencia política qire debe adquirir, más que en la @oca en que tenga
clara conciencia de toda la inmoralidad y de toda la monstruosidad
del régimen socid d que ha permanecido sometida hasta hoy; en la
época en la que, habiendo abierto los ojos sobre la combinación de
medios de fuerza y de astucia que la nobleza y el clero han empleado
para explotarla en su provecho, esté decidida a desmontar totalmen-
te esta vieja máquina, y a remplazarla por una nueva, concebida y
orgánizada segíin los principios extraídos de la moral sana y de la
verdadera filosofía; en la época en la que haya reconocido que su
gobierno será inevitablemente arbitrario mientras sus jefes sean es-
cogidos entre los militares y los metaflsicos, en la época en la que
haya reconocido que sus gobernantes serdn necesariamente déspo-
tas mientras sean considerados por la sociedad como los personajes
más importantes del Estado, los más útiles y merecedores, en conse-
cuencia, de la mayor consideración; en la época, en fin, en la que (al
haber aceptado la idea de que su prosperidad no puede ser resulta-
,196 GHITA IONESCU
* 11, ir, pp. 46-50. La Carta cuarta, muy corta, introduce la idea de que la nación debería
adoptar el sistema parlamentario que ha tenido tanto éxito en Inglaterra.
198 GI-IITA IONESCU
casi totalidad del suelo de Francia, siendo propietarios de los modestos aperos de labor que
servian para laexplotación de sus dominios. Desde esa bpoca, las cosas han cambiado mucho
a este respecto, sobre todo en las provincias situadas al norte del Loira. Se ha formado una
dase de artesanos que toma las tierras en arrendamiento y las explota con instrumentos de su
pertenencia. Esta clase de industriales ha llegado a ser la mi$importante de todas, y debería
desempeñar el papel más importante enla Cámara de los comunes.
No hay que c o n f ~ d í rcomo
, en polftica se ha hecho hasta e1 presente, al propietario con
el labrador. Un contrato o una conquista basta para hacer un prupietario; aperos y capacidad son
inJispensabtemente necesariospara lograr un labrador.
Persiste ailn un prejuicio Favorable a los grandes propietarios de tierras que retrasa mu-
cho el progreso de ia civilización. Muchas personas tienen la condescendencia d e admitir la,
pretensión que esos propietarios alegan de ser la clase de la sociedad más interesada en el
madtenimiento del orden; pero esto es totalmente falso, ya que son los labradores quienes
más sufren de los des6rdenes. Es posible saquear una granja, llevarse los caballos de las cua-
dras, comerse vacas, cerdos y ovejas; en unas horas se puede arruinar a un granjero; mientras
que no es posible destruir o llevarse la tierra. El propietario no expone mlli que sus rentas,
mientras que el granjero corre el riesgo de perder su capital.
" II,II,pp. 50-61.
4 Como a la CAmara de los comunes corresponde, exclusivamente, el derecho de votar los
impuestos, resulta que esta cámara está investida del poder polIrico supremo; y como el go-
bierno no puede hacer nada sin dinero, i ü Cdmara de los comunes está en condiciones de irn-
ponerle las obligaciones que desea, no dándole dinero más que en las condiciones a que le
plazca someterle.
200 GUITA IONESCU
5 Cincucnta mil fanegas de tierra (y más, si se juzga convenierite) serán escogidas en los pa-
rajes más pintorescos que íos caminos o candes vayan a atravesar. Estos terrenos serán dedica-
dos a servir de lugar de reposo para los viajeros y de solaz para los habitantes de la vecindad.
En cada uno de esos jardines existirá un muoeo de los productos naturales, así como de
productos industriales de las provincias cercanas; habrQiambien viviendas para los artistas
que deseen permanecer allí y se mantendrá cierto núinero de músicos, destirtados a trarismi-
tira los habitantes del lugar aquellos sentimientos que exijan las circunstancias para el mayor
bien de la nación. La totalidad del suelo francés debe transformarse en un soberbio parque a
la inglesa, enriquecido con todo lo que las bellas artes pueden agregar a las bellezas de la na-
turaleza. Desde hace mucho tiempo, el lujo está concentrado en los palacios de los leyes, en
las estancias de los principes, en las villas y los castillos de unos cuantos hombres poderosos.
Esta concentración es perjudicial para los intereses generales de la sociedad, porque tiende a
El. PENSAMIENTO POLI'IICO DE SAINL-b11\/IUN *& 201
establecer dos nive!es de civilización distintos, dos clases de hombres diferentes, la clase de
personas cuya inteligencia se desarrolla por la contemplació~ihabitual de las producciones
de las bellas artes, y la clase de hornbres cuya facultad de irnagínación no recibe ningún estí-
n~ulo,ya que los trabajos materiales de que se ocupan no desarrollaii su inteligencia.
Las actuales circunstancias son favorables para hacer que el lujo sea nacional.
E1 lujo sera útil y moral cuando lo disfrute toda la nación. A nuestro siglo estaban reser-
vados el honor y el beneficio de emplear de modo directo, en las iniciativas politicas, los pro-
gresos de las ciencias exactas y los realizados en las bellas artes a partir de la brillante época
de su regeneración.
202 * GHITA IONESCU
"El tercer trabajo del que deberá ocuparse esta cámara será un
proyecto de fiestas públicas del género siguiente:
"Fiestas de los hombres, fiestas de las mujeres, fiestas de los mu-
chachos, fiestas de las muchachas, fiestas de los padres y madres,
fiestas de los hijos, fiestas de los encargados de talleres, fiestas de los
obreros.
"En cada una de estas fiestas, oradores designados por la Cáma-
ra de examen pronunciarán discursos sobre los deberes sociales de
aqdllos en cuyo honor se celebre la fiesta.
"Cada miembro de esta cámara disfrutará de un sueldo anual de
diez mil francos.
"Todos los años será puesta a disposición de esta cámara una su-
ma de 25 millones, que empleará en los gastos que exijan las escuelas
públicas, el fomento y progresos de las ciencias físicas y matemáticas.
"La Cámara de examen se constituirá en las mismas condiciones
que la Cámara de invención.
"La sección de ciencias físicas y maternaticas del Instituto pro-
porcionará el núcleo de miembros de esta cámara.
"La Cámara de examen podrá incorporar a cien miembros na-
cionales y cincuenta extranjeros, que tendrán voz consultiva.
"La Cámara de los comunes se reconstituirá cuando las dos pri-
meras estén formadas; se llamará entonces Cámara de ejecución,
"Esta Cámara se preocupará de que, en su nueva composición,
cada rama de la industria esté representada, y cuente con un núme-
ro de diputados proporcional a su importancia.
"Los miembros de la Cámara de ejecución no disfrutarán de
sueldo, puesto que todos deben ser ricos, al no poder ser elegidos
más que entre los principales jefes de las empresas industriales.
"La Cámara de ejecución estará encargada de establecer los im-
puestos y de su percepción.
"Las tres cámaras reunidas formarán el nuevo Parlamento, el
cual estará investido del poder soberano, tanto constitucional como
legislativo.
"Cada una de las tres Cárnaras tendrá el derecho de co~wocaral
Parlamento.
"La Cámara de ejecución podrá llamar la atención de las otras
dos sobre los temas que juzgue cot~veralentes.
"De tal forma que cuaiqujcr proyecto será presentada por la pri-
mera Cámara, examinado por la segunda, y no será definitivamen-
te adoptado más que por la tercera."
Seguidamente, mis queridos compatriotas, voy a deciros las tres
prin~erascosas que X e nuevo Parlamento habría debido hacer; ha-
blaré en s~ rionibre, de la misma 63rnla que acabo de expresarme en
nombre de la Cánlara de los comunes.
"%dos los franceses (particularmente los jurisconsultos) sertín
:s~v&-iüdc~sa presentar tin nuevo sistema de leyes civiles y un nttevo
sistern;: de Leyes criminales, que estén en relación con el nuevo sis-
tema político. La propiedad deberii ser reorganizada y fundada so-
bre bases que puedan hacerla más favorable a la prodracción.
"Todos los proyectos presentados al Parlamento serán publicados
a cargo de la nación-6 El Parlamento escogerá el proyecto de código
civil y el proyecto de código penal que le parezcan mejores; otorgará
una importante recompensa a sus autores, y los admitirá en la
Cámara durante la discilsión de los códigos que hayan presentado,
dándoles voz consultiva en esta disctlsión.
"Todos los franceses (particularmente los ingenieros militares)
serjn invitados a presentar un proyecto de defensa general del te-
rritorio. Este proyecto deberá ser concebido de forma que exija
el menor número posible de tropas permanentes. Los autores de es-
tos trabajos no deberán perder de vista que todos los medios ern-
pleados para la defensa de nuestro territorio resultarán inútiles, y
deberán ser abandonados a partir del instante en que los pueblos
vecinos hayan adoptado el mismo sistema político que el de la
nación francesa.
6 Los proyectos no serdn editados en su totalidad; se publicarán úilicamente extractos, y
estos extractos no sobrepasarán una hoja impresa.
El. PRPJSAMIENTO POLI'I'IC:~1lE SAINT-SIMON *a 205
* Du systeme indrrstriel. La primera parte, que se compone de 311 págtnas, fue editada en
París, en febrero de 1821; la segunda parte, con 220 págitias, apareció, algo más tarde, el mis-
mo año. Mas, como de costumbre, Saitlt-Simon publicó algunos capítulos en panfletos sepa-
rados.
** 111, I. pp. 3-18, París, 1821.
7738 GHITA XONESCU
rnetafisicos.
NOestá de mas repetirlo: se necesita un fin de actividad para una
sociedad, sin lo cual no habría sisterna politico.3 Ahora bien, legis-
lar no es uh fin, sólo puede ser un medio, iNo sería extraño que, co-
señalar nítidamente lo que os falla para que pueda serlo. ilo que os
falta!; el partido que ha usurpado vuestra confianza os lo e~ñseñará.
* 111, rt, pp. 21-24. En Ifu systeme industriel, Saint-Simon escribe varias cartas abiertas a
los industriales, al rey, sobre diferentes temas. Las primeras cartas a las industriales tratan,
esencialmente, del principal problema político de Francia en la época de la restauración. Es-
ta es la Carta quinta.
220 )di. GWlTA IONESCU
AL REY*
"e me objetar& quizá, contra la consecuencia extraída de esta aserción, que este filósofo
puede encontrar= bien en el trono, o bien en una asamblea Iegslativa. Responderé, respecto
al p'r!fl C C ? S ~q, ~ i e!a i a p 2 ~ i d r ~~ ! ¡ o s Ó ~ ~pcdcr j a , 5'2 dud:., er..;uiitr:rse e!; -1 trono o cri otra
parte, pcrc ::ue iür:(.criu de. 2 rdurdciíjn que lc k~srrriiricse1-cuiiir10, riinteridles de sus 01)-
servaciones, y de una posición soc~alque le dejara la libertad de coordinarlas. Respecto al se-
gundo caso, aiiadire que un filósofo puede, en efecto, ser miembro de una asamblea tegislati-
va, como de cualquier otra sociedad; pero que eUo, lejos de ser favorable a sus investigaciones
políticas, le supone, por el contrario, un gran obstáculo, a menos que no desempeñe en
la asamblea papel activo alguno, hipótesis que destruiría la objeción propuesta. Condorcet,
224 PC). GHITA IONESCTJ
7 E1 señor de Montlosier ha expuesto con mitcha claridad este hecho en su última obra.
1:
232 GHJTA IONESW
está obligada a pagar todos los años para hacer subsistir a estos lo-
res imaginarios.
A fin de completar este examen, y al mismo tiempo resumirle,
supongamos que se preguntara a cualquier publicista inglés, y en
particular a alguno de los miembros del gabinete, qué llegaría a ser
de la Constitución inglesa si se hicieran los siguientes cambios:
Privar aí rey de la calidad de jefe de la Iglesia anglicana y destruir
la supremacía de esta Iglesia.
Quitar d sillón del rey de las Cámaras; no admitir en ellas a los
jueces en su calidad de tales; abolir las costumbres feudales en toda
Inglaterra; abrogar todas las antiguas leyes civiles y elaborar nuevos
códigos para todos los sectores del poder judicial.
Confiscar a los antiguos pares las fortunas territoriales que dis-
fruhban desde épocas anteriores a la Revolución inglesa.
Suprimir los burgos podridos, y distribuir con equidad la repre-
sentación en la Cámara de los comunes.
No habría uno solo que no declarase formalmente que semejan-
tes supresiones quitarían a la Constitución inglesa toda su fuerza y
toda su solidez.
2Cóm0 puede imaginarse, entonces, que la Carta, que no es más
que la Constitución inglesa, y que carece de todos los apoyos antes
indicados, pueda adquirir solidez y llegar a ser una Constitución
duradera?
Sire, respecto a las diferentes consideraciones que he tenido el
honor de someter avuestra Majestad en este artículo, me parece de-
mostrado que la Carta no puede, en forma alguna, ser considerada
como una Constitución duradera y definitiva, El orden de cosas que
establece no puede ser considerado más que como un régimen pro-
visional, sin otro objeto que el de facilitar la transición de la sacie-
dad hacia la constitución industrial, la única que pueda consolidar-
se en el presente.
Esta forma de considerar la Carta, lejos de alarmar a Vuestra
Majestad, es, por el contrario, la idnica que puede encaminar a los
pueblos en una dirección sana y equilibrada, pues los pueblos sien-
ten, por una especie de instinto, que la Carta no es ese nuevo siste-
ma político cuya necesidad experimentan tan profundamente, sin
comprender con claridad su naturaleza. Esta ignorancia les empuja
a buscar, en modíficaciones aún mayores del antiguo sistema politi-
co, lo que no pueden realmente hallar más que en la organización
del sistema industrial y científico. Sus espíritus se manifiestan hos-
tiles, de forma más o menos fuertemente pronunciada, respecto a La
Carta. Si, por el contrario, llegara a ser dominante la opinión que
concibe la Carta como medio necesario de transición hacia la cons-
titución industrial, los pueblos sentirían inmediatamente que si la
Carta no reúne las condiciones que ellos reclaman para el régimen
definitivo, objeto de sus deseos, satisface perfectamente todas aque-
llas que pueden requerir para el orden de cosas provisional, destina-
do a preparar aquel régimen.
Sire, decís también:
"6" No debemos pedir a las instituciones recientes lo que sólo en
su pleno desarrollo y en sus costumbres están destinadas a originar.
"Hasta entonces, sepamos reconocer que, en los asuntos públi-
cos, la paciencia y la moderación constituyen también poderes, los
menos engañosos de entre todos."
El pensamiento contenido en este pasaje implica naturalmente
una importante observación, que tendrk el honor de someter en po-
cas palabras a la ilustrada crítica de Vuestra Majestad.
Sire, el propósito de este pasaje busca, sin duda, encaminar a la
nación francesa a soportar con paciencia el malestar político de que
se ve agobiada, y a esperar con moderación del completo desarrollo
de la Carta, el cumpliniiento de sus deseos.
El negociante que acaba de expedir un navío para el comercio
con la India, no aguarda obtener inmediatamente los beneficios que
debe procurarle su empresa. Por mucha prisa que pueda tener para
disfrutar de ellos, sabe que semejante expedición exige tiempo, y es-
pera pacientemente al fin de la empresa. Pero si el navío, cargado ya,
234 2b GIJITA IONESCIJ
CUADEIINO IJ1lIMl;,ltO
¿QUE ES UN INDUSTRIAL?
o I Y ' u ~ i ~directa
n las intenciones más de la nación. Lo
la nación, principalmente, es ser gobernada del modo m6'
Cccnomico posible, v. jamás su
, le ha costado tan aro: le
'u*ia mucho m& que antes de la Revolució". hot" de la Rfiolu-
'"''lanaci6n estaba dividida en tres clases, es decir: !os noblfi 105
hLir6uesesy I<isintliistriales. Los nobles gobernaban; los hurgue%. Y
]os industriales papbilii.
jdoy, le naciiin no está dividida más que en dos clases: los hur-
gueses, que han hecho la revolucii>n y que la han dirigido en su iri-
ierés, han liquidado el privilegio exclusivo de 10s nobles de explotar
el erario público; se han hecho admitir cn la clase de los gobernan-
tes, de forma que los industriales deben pagar hoy por los nobles
[os burgueses. Antes de la i1evoluci6n, la naciún pagaba quinienioi
millones de contribuciones; hoy paga mil millones, y los mil millo-
nes no bastan; el gobierno solicita frecuentemente considerables
emprbstitos.
La tranquilidad pública estará cada vez más amenazada, ya que
las cargas irán necesariamente aumentando sin cesar. El único medio
de impedir las insurrecciones que podrían acontecer consiste en en-
cargar a los industriales más importantes la rnisi6n de administrar e!
erario público, es decir, de la misión de elaborar el presupuesto.
P. Lo que acabáis de decir estd muy bien, es muy interesante y de
la mayor importancia; pero esto no nos instruye directamente en aque-
/lo que deseamos saber. El problema que os rogdmos esclarezcáis es
éste: jes posible retirar la alta dirección de los interesa pecuniarios de
la sociedad de las manos de los nobles, de los militares, de los legistar
y de los rentistas, en una palabra, de las clases que no son industriales,
para transferirla a manos de los industriales, sin emplear métodos
violen tos?
R. Los metodos violentos son buenos para derribar, para des-
truir; pero no son buenos más que para esto. Los métodos pacificas
son los íinicos que pueden ser empleados para edificar, para cons*
tmir, en una palabra, para establecer constituciones sólidas. Ahora
bien, el acto de investir a los industriales más importantes de la
suprema dirección de los intereses pecuniarios de la nacih es un
acto de construcción; es la disposición politica más importante que
pueda ser adoptada; tal disposicidn servirá de base a todo el nuevo
e d i f i h social; esta disposición pon&& térmifio a la revolución Y
sector iz(ltlicrcio clitc hacia el sector de-
\r i i i i liii.cii 111,íh I i , i ~ d i ; i (91
i l i l i 1.1s iilc.19tle if!ii;il(latl (liic las (Ic los noblcs; pero no se entregan
11 I:ir lilc.i+ iIc Iibs lilrrrillc\;la ~ r ; ~ n ~ u i l i c csl a dlo que (lescan por
fli*id i * ti,iIt,. l os i ~ i \ ~ i K i i d c i r r slos lihcralcs, dentro y f i i ~ r a la Ca-
" l ~ l~ fi ~ i )!c.iicr,,lc~,
i~ IcKistsF y rentistas. Los nobles y 10s bureuescs
ili'uiri +lar( * ~ i t ; l r e ; ~dc~ iIíi~ );ldministncic(n
~ del erario público. prin-
'i~)Jlrnt*nic p.~ra rn su provecho. Por el contrario, 10s prin-
''pal('s iitt!itr,riiilrs descan ser dc cIIo, para las
til~iiiiíiii, y CIUC ui~acdoct rina realmente social les llame al timón de
I<isiisci 11 tos piihlicos.
I )C lo í ~ i i~~c~ a h í t i idc
i o decir,
~ concluimos que los métodos pací-
lici~i;.vi; dccir, los inbtodos de discusión, de demostración y d, per-
sii:isihti scid 11 los únicos qtic los industriales emplearán o apoyarán
Il:lr¿l rciirar In adininistraci6n del erario público de manos de los
iiohlcs, los mili tarcs, los Icpistas, 10s rentistas y 10s funcionarios
públicos, para traiisfcrirla a manos de 10s más importantes de en-
tribcllos.
I? Atl»?itit?rosprovisionalmente que los industriales no intentardn
otiplt*nr l i violo~ciapara retirar de manos de los nobles y de los bur-
g ~ tln~nlia t dirección
~ de los intereses pecuniarios de la sociedad y pa-
vtc t rn irsfirirla (t manos de los más importantes de entre ellos; pero las
!
k "' serd* "definitiva, el polirim de 10s industrialam
humana piiedc ~ s ~ i r i i r *
É~~~ opini6n sobre cl ~ ~ o i \ . ~ tic r iiiili~riri,il~*~
i l i 10s v
4 de la sociedad. He equi las rc~nsidrr.ic.iolii~ cri.1 <bpi-
i.11 i ~ i i c
ni6n se funda:
primero, la recapitulación del pasado d~ socict\.itl tios 11.1 dr-
161
,lo n u ~ ~ tconducta
fl política y, después, a nuestros trabajos,
n1C
,O No desem~efiadoinjs que un papel de observador
IieiiioS
dll,,,t, todo el cllrso de Revolucibn; no hemos desempeña-
do i i i i i g u ~ d f i i npública;
~ i ~ ~ ~ no hemos sido ni siquiera notable de
a ninguno de 10s partidos políti-
Piicblo y iio ~ ~ ~ " l e m oligado s
ha11 dividido a Francia desde 1789; en una palabra, la oDi-
a
,i6n que formulamos es virgen.
2" NO Iifmos abordado esta empresa a la ligera; hemos emplea-
do cuarenta y cinco afios en meditarla y prepararla.
Como resultado de nuestras meditaciones y trabajos, hemos
comprendido que para pasar del régimen en que 10s industrialesse
hallan sometidos a la dirección de los militares, 10s legistas y los
rentistas, al orden social que debe transferir la dirección de los h-
tereses generales a manos de los industriales, habia una condición
indispensable a cumplir: la de concebir en forma clara el régimen in-
dustrial, así como hacérsele concebir a los industriales más impor-
tantes; es decir, hemos admitido que era necesario hacer concebir a
10s industriales más importantes de qué forma podían y debían em-
plearse todas las capacidades útiles al servicio de la industria y en
interés de los productores; en fin, hemos admitido que la empresa
necesitada por la sociedad, y que estamos decididos a realizar, no
presentaba más que una dificultad, la de concebir con claridad el
sistema industrial; dificultad consistente en hallar el medio de po-
ner en concordancia al sistema científico, al sistema de educación
piiblica, al sistema religioso,al sistema de las bellas artes y al sistema
de las leyes con el sistema de los industriales; consistia en hallar
el medio de hacer participar a 10s sabios, a 10s teólogos, a 10s aflis-
tas, a los legistas, a los militares y a 10s rentistas más capaces en la
instauración del sistema más ventajoso para la producción y más sa-
tisfactorio para los productores. Finalmente, declaraos haber lo-
grado vencer esta dificultad; os declaramos que en este catecismo
indicaremos a los industriales, de forma clara y suficientemente de-
sarrollada, los medios que deben emplear Para hacer participar a to-
das las capacidades útiles en la instauración de la organización SO-
cial que puede procurarles la mayor satisfacción.
1 iilii; csio iIciiiiicslr;i qiic sus csyirit~is110 s~ han elevado I . . aún a las
ciliisitlrr;iciciiiriigciicrnIes sol~rcl í ~marcha de la ~i~ilizaci6n. ho
rs iiiClolo ~ ~ c <Iriiiticsira.
ic 1!11 rcnlidad, lnglatcrra no posee toda-
vi;^ iiii:, ( :oiist i~iiciOii;cl orden dc cosas establecido carece de soli-
tlrz, dc firiiirza, y iio cs succytible de alcanzarlo. La organización
soci:il tlc los iiiglcscs Iia puesto cn acción, al mismo tiempo, el princi-
pio Iciidiil y cl principio industrial; ahora bien, al ser ambos principios
d i tiatiiralczn difcrente, c incluso opuesta, por dirigir estos princi-
picis I;i iincióii, al mismo tiempo, hacia dos metas que se hallan
muy alcjadas una de otra, ha determinado que el pueblo inglés
sc elicucntre cn un estado de tirantez. El estado politico de Ingla-
terra cs un estado de enfermedad, un estado de crisis, o más bien,
el rCgimen bajo el cual vive es un régimen transitorio; su Consti-
tucihn, si a toda costa deseáis que tenga una, es una Constitución
hastarda.
P. La ci~fcrmedadque afirmáis afecta al pueblo inglés, presenta un
casa patoldgico totalmente nuevo y del que es necesario ofrezcáis una
explicación. Se trata de enfermedad sumamente extraordinaria; pri-
mero, bajo el punto de vista de la duración, ya que hace más de siglo Y
tnfdio que empezó Y, todavia no ha terminado. Mds ewtraor&aria
siha bajo esfe otro punto de vista: la prospuidad social del pueblo jn-
~ l f sha comenzado al mismo tiempo que su enfermedad politic& Y b
que ha obtenido sobre los otros pueblos han ido en sumento a
que su pretendida enfermedad propesaba.
do francamenre: s ~ f i ( ~ r f~l ~9~ f ~ f { r r t :ft#+,h:
ff~c,
flablafi ,,,,,,$,,j,,
ujmdos. Querkis darn(is kcifjnrs dl+,,t,/f,r,,A, ,,w+,,l,,,,,+,
ser cateq
d&lis que P
reoc~parosPO' fomar/fW (1: />r(~/y/tr/di:t ~ i , ~ , ,,,,,;, , , ,rn ,,:
de realizarel esfuerzo de educflm<vfi.W!m:, P>.trl~r,rI~i; ,f,yl,l,,,l tll
éne ~ ~ ~ ~ t i t uquec i la
6 norPn;y~df
~ ihfi v r r / U / rI,. r:in ,,,,h ,,:j,,d$,,rr
no fl ue se trata de un orden de cosa.$al flldp
i r y l f i : ~ hlltl
: ~ / ~ ~,,, ,,,
. ,~r j , ~
da, 4
la rutina, Y 4ue no puede inanfener.~~ m b y~r d I~lrml, ,yt#,i f , /j,, ,.,~,r4+r,
gres contraídas; un o r h n th rt,cuc ,hf/y,lr ntj !,,
nprse ufia conciencia clara y satjsfactorirr; un n r , h B ,,,:a: 111,
1 \ \ ,\,\ti\\
1\\\ t
\,\ \,,\\\ir vi' t.i>tiiI~iiiidoiil pago
;\ \i\\i\\\t'st iii: i i \ i i * i i i r i \ s sC
, , , \ í \ i \ I \ \ \ c~ t i 1 ~s t IIUCVCdipcitqdos
,(,\ S<\ S,\ \ \ \
\\tL l\\\l\ ( t i \ \ i\ ,IC(~~\\~CI'
S l \ S ¡I*C
' SSI' t'Clllli\I~~,
piiril ilullitll.
, \ \ \ \ \ \ \ I \ I ~ ~t \ Iiii~ci.ic retribuir
i 1,iii.ii
i , \ \ , ~ \ ~ ~ t ~ \ \pt t ,\ ~($1
\ ~~ t + i t * \ , i \ t \ ,C*I\ tlvt I~~~\IC\II~O tic* I;i 11ilci411.
\ \it\\\ \\\\\\\\\\*\\i3$ i r 1 /,!/¡O, \li' li1 It'tI'il lliiI!4I i l \ i i t 110 ~~l'iiill s~ificie~l-
t\*p \\,\\ti\ \'\\\\i\*i\\. tt\\h\s IRS ~ I \ Z ~ \ I \ S C \ ~ \ I C I \ C ~ ~or~Ailic:\s
\S subsisten
tt\\ \\\$h\\t\\.\.<\,
Si *tt (,&\si\ i\dC\~\I\\CII li\ ic;\ ititcl.ior d~ Itiglatcrra a In de
t l ~ jtijlft
"'h's
' "' 't' ilil\ii
i ~ 'ri'pinicii
Ii\s i ' i r i i ~ h i p i . i i c i ~ , ~ ~pciicralrs que podeinos preS"'-
i\p('Pl ir[iiii¡c\ti qiic a,Iiibnl(s desde cl c ~ t l i i e lde l~~
'"' srfiiiiit'ii ~ ' ~ \ ~ ~ ~ T ' I ' ~911<11bi d c1, i t \ ~(1s
i ; coiiinfinios ;icc)nVL~ n i rque
Lb.
,,latcrra no I>o"e elna Coiistitución, ya que una constitu-
--
f
o
l b
cibfl ,
, dc la or~aiiizaciónsocia], mediante la cual
,das ja"instit~~ionespolíticas de una nación proceden de un mismo
i,cipio Y dirigen las fuerzas ~lacionaleshacia una misma meta,
Pr , ,t
micn las instituciones sociales inglesas son de dos nahralezas
diferentes,Jas cuales dirigen las fuerzas nacionales de ese pueblo ha-
,ja dos metas 0pUeStaS.
2° 12 organi7;1ciún social inglesa, radicalmente viciada, no debe
u.r a la nación francesa como un modelo que deba esfor-
en imitar, 10 más completamente posible; un estado de cosas
revolucionario segu irh subsistiendo necesariamente en Francia,
mient ns los goherna ntes y 10s gobernados no hayan adquirido ideas
mi, netas sohrc los medios que deben ser empleados para instaurar
un orden social fijo y estable.
3" Fni fin, la crisis en que Inglaterra y Francia, a su vez, se en-
cuentran. terminará inevitablemente por el total abandono del sis-
wma feudal v por la instauración exclusiva del sistema industrial.
naciones que pasan hoy por ser las más civilizadas, no saldrin
ct)mp~etarnentede la barbarie, más que en la época en que la clase
más trabajadora y más pacífica se halle encargada de la dirección de
la fuerza pública, y en la que la clase militar se encuentre en situa-
06n t(~blmen te subalterna.