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REVOLUCJON

Y GUERRA
FORMACION DE UNA ELITE DIRIGENTE
EN LA ARGENTINA CRIOLLA

por .
TUL/O HALPERiÑ DONGH/

�!§l�. ��-�_.tde espafta editores, sa


siglo veintiuno argentina editores, sa

bla, ltda
�.,I�I�_J!!'.'���!'D�-�� SIGLO VEINTfUNO )l(J �
..

lNDICE

l'RÓLOGO !J

PRLMERA PARTE: EL H-\RCO DEL PROCESO

l. EL RÍO DE LA PLATA AL COME.NZAlt EL SIGLO XIX 15


aj E.subilidad del Interior, 17: b] El ascenso dd Liror.al, 28: e]
Buenos Aire;s y el auge meTcamil. 41: d) Una socirclaJ men<>t reno-
'�da que su cconomra. 52

� 11 LA IU!VOLUCIÓN Y DISLOCACIÓN ECONÓ�fiC.\ 76


:1j Mnúllc:ión y fragm en tación del e1pacio econórnilo ,·irrelnal, 76:
IJj El peso e�·eLiente del cstatlo. 84; e] Descomposición de la.s etruc­
tUrl5 comerciales prene,olucionari:u, 95.

Sf.GllNDA PARTE: DEL VIRREINATO A LAS PROVJ.,.;CIAS


lll"IDAS DEL RfO DE LA PLA)'A

t. LA CII.I�IS DEL ORDEN COLONI.\1.. 123


�1 La guerra y d debilitaroiemo del d n c ulo imptrial, 12�: b] Ln
;,,.Hiont-i ingl�as abren la crisis institucional. l�:i: e) La re�·olu-
ción. 160

ll. Lo\ RE:\'OLUCtÓN E.N BUENOS Al'US 168


a] :>:ace una vida polltica, 168; b) La crisis tle la burocracia, 186;
cj La dirección revolucionaria frente al ejército y la �lite econó·
mico-aocial urbana. 200: d] "fin a la revolución, prfncipio al OT·
den'', 255

111. LA REVOLUCIÓN EN EL PAfS 248


aj La re,·olución en el Interior, 248; h) La otra revolucióll: Arrigas
edición al cuidado de m. soler y el Litoral, 279

portada de anhelo hernández


IV. LA DIS.Ol..UCIÚI" DI::L ORDE N REVOLUCIONARIO j ]6
a] •·ralflllCnllción polltica (1819-1821), 316: b) 1820 en Buenos Ai·
primera edición, 1972 res: ruina y r�urrel·�ión, '38: e) La "leliz experiencia .. cte Bumos
segunda edición, corregida, 1979 Airf'�. �52
tercera edición. 1994
©siglo ui editores. s. a. CO:-.ICI.USIÓ:>:: . ADOS DE LA REVOLUCIÓN Y LA GUE.JUlA Y EL OkOE.N
LO� I.FG

POUTICO DE L,, ARGE:-óTI�A tNOEPESDIENTI: 380


ISBN 968-23-0376-1 l] Bar1Jariz�C"i6n MI estilo politico. mililari.alic'ln y ruraliución d�
ln haK"S tlr pc•rl..r. �80: b] !..os duel\� v IC>! atlmini1tratlor" del po·
queda hecho el depósito qu� mar� l a ley _11723 cl<-r. �85: e] u IJüsqucda de una nue1 a cohesión !91

impreso en la argentina- pnnted m argentllla [7]


200

auburbwa no actúan solos; a su lado �tán los comandantes mili ur es, t.A REI"OLl"C;ó:-; EN BUE:-!OS AIIIES �01
que han partici pado ya en las anteriores jornadas: el ej�rc.ito sigue
siendo el árbirro de las decisiones p o llú cas . Pero, aJ desembocar en
bitante", y las derrotas harin aun m:is evidente esa ne cesid ad. Des­

guerra, la revol ució n cambia profundamen te su o�ción militar y


la pués del desa.sue de Huaqui. que a la r evol u ci ó n e_ l � lto Per .
:�rrebata �
ese programa de militarización im�gral es llevado a s u_s ulumas pos•·
su lugar en la dudad en la que cuatro años ame s ha surgido . Esos
bílid.ades. "'La patria está en peligro -proclama la ¡unta el 6 de
cambio¡ no pueden dejar de te ner una dime nsión polltica; si son in.
se púembre de 18 1 1 - y l a guerr� d ebe ser el principal objeto a que
troduc.idos con tcnta constancia por el pode-r revolucionario no es s _
ólo se dirijan las a te ncio nes del gob1erno . Las vtnu�es. guerreras ser:�n el
y
porque son ineludibles_ para enfrentar la co untw-.l guerrera, sino p
or . a.mino de la1 di stinci o ne s. de los honores. de las dJgn tdades ( . . .). Todos
q u e h a bil.itJn mejor a la fuerza armada para ejercer su gravitación e
n Jos c.iudadan'" nacerán sol dados y rec ib ir á n desde su i nfa nc ia una edu·
el eq uilibri o pollúco inter no en el scutido que ese poder juzga adecuado.
cación conform e a su destino ( . .. ). Las ciudades n o ofrecerán sino );¡
1ma gen de la guerra. En fin, todo ciuda dano �irani l· ._ . ] la guer ��
co mo un estado natural." eo Es indudable que l::t vtda no cambto pon���
e) DIRECCIÓN REVOLUCJONAIUA �JDCITO Y LA tLJn
taD u.dic almeme como esta ambiciosa procla ma permltma su poner;
ya la parte disposiuva que la acompa ñ a 5C fija objetivo5 sorprcn·
L.... FU.HTE AL

i:CONÓ:O.UCQ-SOCIAL Ull&ANA
dent e me ote mot.lestos. Aun uí. �endenci � a ba�er _?el eJ�rcilo
� . el
_
A los oj os de obJervadores JM?CO afectuosos. la militariz.ación co me n­
primer estamenw del nuevo es t do es n n b � i ega l�; el
c:lmb •o �rofun?o
que ello ha creado en su SJtUaClón, co mpnaoa con la lo, funoo· d�
zada en 1806 -cuya necesidad luego del cambio de aliuuas de 1808
oario s de carrera de la burocracia civil, se advierte p�r eJ<:mpl o en la
estaba le jo s de aer evidente- habla terminado por ser un pret exto .
resolución del 31 de diciembre de 1814 81 -ya menc10nada- qu� •m·
para organizar y rentar a una de las facciones locales que la crÜiis im­
pone una rebaja general de suel dos de lOdos los empl_eados C iv iles y
per ial estaba enfrentando en Buenos Aires. La legitimidad misma de _
de a q uellos militare5 que no se haltan en acuvtdad. Sm duda no es
ese ejé.rcno ur bano, sólo a medias som etido a la discipli na de una .
nuevo que los funcionarios de la administración de ban su(nr (en for�a
de retrasos en el co bro de sus s ueldo
tro pa regular, era constantemente pu�ta en duda. La revolución, al _
s) las consecuencias de la amplia­
d esencaden ar la guerra, puso fin a esa situación y acreció de in mediato
ción del ejército; pero si en el pa sado la in dignaci ó n que estas po�t�r·
el prestig i o militar. La militarización de la vida cotidiana de la ciudad
a�·anzó de nuevo aceleradamente luego de los signos de fatiga evidentes
gaciones les producían po d ia ser m ife ada an s�
traduCida en _J �ICIOSy
en la etapa inmediatamente prerrevolucionaria, y sus consecuencias
de rogatori os contra los nuevos cuerpos mtlnares, ahora a f c ar e d s cn • !
no por éstos leses señ al ado como un deber: "m aoten� r c� n una pequena
dc:jJban de causar a larma al nuevo pode r: "Los pueblos compran a pre·
parte de nuestra ind us tr ia o a cos ta de als:unas pnva.c10nes a los hom·
ci o muy subido la glor i a de las armas -sentencia el decreto de creació
n bres ilustr �s. que arrostrando todos l os pel igros y f a ttgas de la guerra.
de la Bibl i o teca Pública de Buenos Aires-; si. el mag is trado no em peña
exponen su vi da en defensa de n u e stros derechos, es un deber de la
su p oder y
su celo en precaver el funesto término a que progresiva­
esencial de la soci�dad" ·
gra titud, aun cua n do no f u era una obligación
mente conduce tan peligroso estado, a la dulzura de las costumbres
Ese ascenso del prestigi� acelerado por el estll� de
militaL es aun
sucede la feroci d ad de un p uebl o bárbaro [ ... )"
movili.zación p ollti ca pre ferid o por l� s dirige�te� revol uciOn a·
po pu l ar
··uucnos Aires se halla amenazado de tan t errible suerte; y cuatro
ríos q ue, como se ha visto, subrayaba: los mouvos p a tnó ucos y guerre­
años de gloria ha n minado sordamente la ilustració n y v irtud .
e s que las
p rod uje on . La necesidad hizo d estinar provisionalmente el Colegio
ros: l a elevación de los militares a pn mer estamento del es tad o encon·
r ae t ra ba en esa imagen un apoyo pr ecioso ; y en ese clima de opinión, a
San CJr!os flJra cuartel de tropas; los j óvenes e m pezaron a gustar una
libertad tamo mas pe ligrosa, cuanto más agradable, y atraidos por el
la vez e s po ntáne o y dirigido, los jefes militares gozaba� �e una po·
pu laridad con la que nvahzar. Se ha
pocos dirig ente s civiles podían
brillo tle las armas , que había n producido nu estras glori as, qu isieron _
vis to ya c ómo en la nu eva la repre �entac1ón
liturgia revolucionaria
�r mil iiJrt s. antes de prepara rs e a ser hombres." �a
de la fuerza armada ha adquirido un papel que no habl¡¡ conoc1do en el
Pcro l;�s bmentacioncs de esta prosa sabia cente caden ciada pu e de n
pasado; leg í timamente dominante e� los festejos ex·
éste es aun más
hacer hi:n poco p;�r:¡ frenar un proceso al que el n ue v o poder debe .
traordi narios -y por eso mismo impresionantes- que s 1guen a las vJcto­
contrilwir. Ya en un;¡ procl ama del 29 de mayo de 1810,59 se es tabl ece
riJ¡ revolucionarias. En ellos es la gloria milira.r la que e1. exaltada en
�ás concisamente que "es necesario reconoce r un soldado en cada ha·
pnmer término, aun cuando el obje úvo que se b us ca a través de l a cele­

" Crrrr.la, 1:1 d<" scp1kmhn: ,¡� 1810. br.tción sea consolidar la ven taja de una [acción en el marco de la
tw Rl'gi':"' ,\'orioun/, 1, �S.
"' R�gutro ,\ .adrmal, 11 117.
" R�gu lro, Na d o rnd, 1, 131.

202 LA R-EVOLUCIÓN [N Bli€1'105 A IIU-' 20�


DEL VIRP..EIJ4AT0 A (.. AS PROVINCIAS IJNlDAS

polltica interna; para poner un ejemplo, es innegable que la recepción ciudadano libre de igual iruuho y tropel! a [ . . . ] que cualquier coronel
se ha fig11rado ser supremo director" _11-t Sin duda la alarma ante tanta
triunfal de Alvear, luego de la toma de Montevideo, "con un acompa­
ñamiento y grandeza, aún no vista, que parecla un soberano" es el
arrogancia es muy intensa, aunque no es se�to que sea tan genera
_ _

como lo supone Beruti; la populandad del eJército no parece dema
prólogo a un nuevo encumbramiento del jefe del bando revolucionario
siado a f ecta da por ella. Es que e�_s �pi�dios escandalosos subrayan
entonces dominante; aun as!. es el hecho de que "la patria ha logrado _
brutalmente un cambio en el eqwh bno tnterno del grupo d mgen te
triunfar con sus annas de la orgullosa Montevideo" el que ha llevado
que la opinión pública plebeya daba por descontado. y que además
a tan gran multitud a acl amar su llegada.e2 La utilización política det _
la afectaba en medida reducida y no stempre desfavorablemente.
prestigio militar presupone la existencia de un consenso de opinión
que reconoce a ese prestigio como eminente por sobre los talemol ad­
-1
s·n duda la adecuación del ejército, heredado de la experiencia por­

mini�trau1·os y po!Jticos. Otro ejemplo más modesto, pero· acaso también tena pos ten·0r a 1806 • a sus nuevos y más amplios cometidos se llevará
-
de!ante bajo el mismo signo que marca a la acoón revo 1 uoonana ·
·

más revelador por su espontaneidad misma, se tiene en el episodio evo­ en

cado nostálgicamente en su vejez por el coronel Manuel A. Pueyrredón; :u conjunto: los progresos del igualitarismo. que �n part� del credo
_
tras deplorar l.a severidad con que sus padres le impidieron participar del movimiento, serán también aqu! manten¡dos ba1o estrecho control.
.
en bs bullangueras manifestaciones de pattiotismo callejero a que tan AIJn as[, el ejército, con sus constantes necesidades de nuevos reclutas,
afectos eran los muchachos de Buenos Aires en la primera década revo­ ofrece el campo menos adecuado para extremar los recelos; tal como

lucionari;;, el anciano guerrero evoca el dorado recuerdo del único dla se establece al t rasfonDar en veterano al cuerpo de pardos y moreno�. el
. _
gobierno revolucionario debe oponerse sobre todo a aquellos preJUICIOS
en que, burlando la vigilancia paterna, "fui con una de esas bandas, a
antigualitarios "que disminuyen la masa operante en la gran causa de
canta"r a lo de Chiclana, a quien cantaron el siguiente verso:
nuestra Jibertad".e5 Indudablemente, esto no implica el abandono de to­
das las reticencias; si bien esa parte ··can nurn�rosa. como capat de
"La espada cortante de nuestro . Chichna
cualquier empresa grande de nuestra población" no se ve ya 1mped1da
cuando se la pone, tiembla toda España" u
r "la diferencia accidental del color" de integrar la tropa veterana.

Nacido en 1761, Chiclaoa era capitán de milicias desde 1806 -es


f:S cargos de oficiales le seguirán ved<�dos y estarán ocupados, aun en los
cut:rpos de color, por españoles amencanos.
decir desde sus 45 años-; oücial de fuerzas regulares desde 1809 y
En todo caso, la búsqueda de nu evos reclutas, que en el ln �erior
nunca se caracterizó por accjooes militares demasiado brillantes en su
breve paso por los frentes de l a guerra revolucionaria. Era en cambio creará tensiones a ratos extremas entre el ejércit� y las poblaoones,

desde 1783 uno de los más prestigiosos abogados de Buenos Aires, y tiene en Buenos Aires consecuencias menos d r ásti c as. Desde que �d­
vierte que debe preparane para una guerra larga, el poder re voluclo­
desde 181 O un impetuoso político revolucionario que los sucesivos re­ _ _
nario limita la obligación de las armas a la poblac1ón _ marg11�al: el
gímenes no podían ignorar. Sin embargo. cuando se trata de celebrarlo,
es la imagen tan poco parecida del guerrero que en buena hora ciñó es­
29 de mayo de 1810 la junta ordenaba el �etomo �1 serviCIO activo de
todos los soldados dados de baja pero admnla de 1nmedta10 � xcep�1ó?_
pada l a que pasa a primer plano. .
.en favor de los que ejerciesen "algún arte roecánic? o ser
_ v,cto pub l
�:
Esa supremacía militar alcama corolarios cada vez más inquietantes
co"; del mismo modo, al ordenar simultáneamente 'una ngur _o sa leva
para la élice burocrática; disminuida en sus in�esos y en su prestigio.
declaraba comprendidos en ella sólo a "los vagos y hombres sm o� upa­
tendrá que sufrir pacientemente las ofensas directas de sus afortunados
ción conocida, desde la edad de 18 ha�ta la de 40 afios"-68 La senedad
rivales del ejércitO.1815 marca el punto extremo, con agravios pun­ _
con que entendía aplicar esas limitaciones (contra las parudas recluta­
tualmente registrados por la pluma quejumbrosa de Be.ruti; es el co­
mandante Carranza, que ha insultado, golpeado y apresado a un miem­ doras, ansiosas sobre todo de llenar· su cuota de nuevos soldados) se
_
bro del más alto tribunal porque no llevaba la escarapela revolucionaria; muestra en la resolución del 21 de agosto de 1810.87 en que, uas sena­
es el comandante Ramón Larrea, que ha arrestado e insultado al pres­ lar que "algunas tropas de carretas están enteramente paradas P�� ha­
bítero Erescano por haber hablado mal del cuerpo que aquél coman­ berles quitado todos los peones··. prohibe que "las parudas comlslona­
daba; es el brigadier Soler, que afobeteó y derribó a golp� al presb(tero das para reclutar gente vaga y malentrete�ida. echen. �� no de l�.s
. _
Martlnez, por haber osado dirigirle la palabra sin descubrirse previa­ hombres que en cualquier ejercicio están dest111ados al servtCIO pubhco ·
mente ... "Estos hechos y otros muchos que han sucedido -concluye
"' Beruti, /1/�moria.s cu�iosa.s, 3 868-9 y 3 877-9.
lleruti- han causado escándalo en todo el pueblo, y no está ningún
• Caceta, 10 de octubre de 1811.
.. Rtgislro Nacional, 1, 28.
"' Berut1, Memo nas cur•osas, cit., 3 863 y 3 86ú.
Re_;Í\110 Narional, t, 72.
"' 1-lanue.l Antonio Puey¡¡,•ffon, .\fur1owu, Buenos .->,ires, 1942, p. 25.
••
OE.L VIRR.EINATO A LAS PROVINCIAS U:'llDAS LA Rf.\ OLUCIÓN f.N BUENOS Alii..ES
204
De modo que, si bien la caza de marginales no es si e mpre un De est e modo, la tr asf ormaci ón de la mili cia en ej<.'rcito rcgul�r a\'an·
ejercicio Ucil (por el conttario, la presión e nroladora p arece hab er za un nuevo paso. tiTi va acomeañacfilA.t. Uf!_ r!�j �1e . e_n_.!•� d'iscip!ina,
tenido algo que ver con la difusión del bandidismo que sig u e a la ¡¡--parecer-progresivamentE: rel ajada dura me los últimos ml·ses colo­
revolución), el gobierno está decidido a no recurrir a la población
n ia les; es signHicalivo, por ejemplo, que se h:tga prec is o prohibir a los
li_br e y ec->nómic_amente activa; r azones pollticas (la po rc i ón
que hu­ sol dad os que vayan a dormir a sus casas si o a u tori zación . . . El proce �
biera a_ceptado sm exc esiva vacilación su i ncor porac
ión al ejército ya de profesionalización y disci plin amient o comienza sin embargo por ser
se ha m c orporado a él entre 1806 y 1809) y económi
cas, fácilmente lento; las disidencias intemas aJ personal revolucionario hacen del a¡xr
comprensibles en un área de crónica escasez de mano de o bra, expli· yo de l as milicias a Saav edr a, el jeFe de l a facciun moder ad a, un ele­
can la tenaodad con que es m an teni d a esla decisión. Por otra parte, memo excesivamente precio� como p ar a q u e pue d a ser arriesg ado
los <7cl avos parecen ofrecer una alternativa menos pel igrosa que
los mediante reformas demasiado hondas. Aun as!, los re toque s formales
·marg111ales; desde la revolución, la do nadón de esclavos a la
pa tri a � no falt an : en octubre de 1810 70 l a junta imponla a los c:tdetes (aspi·
t.;as f orma en � signo de adhesión a l a causa, y particulares y co r por a· rant e s a ofica les) la concurrencia a cursos de la Escuela de M atemá­
ooneJ no deJarán de otorgarlo; m.ás a d ela n te, a comie nzo s de
1815 ticas por un período de -dos meses, al cabo de Jos cuales e_l d i recto_r
ion confiscados los esclavos de los españ o les europeos. pa r a . .
formar u ¿ debia c er tific ar si el ca ndida to poseía "cap a ct dade s para la c1enaa rot·
nul'vo cu erpo m.ilü.ar. y }'a antes de esa fecha el estado ba comenzad Litar". Esta mó dica tentativa de crear una oficialidad de escuel a se acom·
o
pañaba de una reforma potencialmente más sign i ficativa, pero destinada
a comprarlos y req ui5arlo s con el mismo fin; en 1816
só!D la sorda
resistencia de aJ gu nos poderosos dueños de esclav� im-p
i de al director a JlO tener casi electos prá ct icos; "ba re sue lto la Junta -leemos en la
Pueyrredón imponer un reclutamiento casi UÍtiversal de
.
permanecen en servtdumbre.68 Es así como, aun
los que aún res oluc ión del 1 9 de octubre- q ue los sargentos y soldados de valor
sin conlar con las y buena conducta sean atendidos c on particubr cuidado para las pl aza s
oficiales". Basta recorrer las Toma.s de razón de despachos mililares 71
fuentes rurale� de reclutamiento a }as que ahor<1 se
recurre, )a COm·
posici�n_!.]e Jos cuer�s mil��s ha cambiado profundamente;
� _ s�id_os para advertir qué prudente aplicación se hiz� d� e �a nueva dis �osición:
d �n movt!DJe _
n.tq__ en_ que �1 elemento voíuntano liabla predominado,
, no estaba eo el interés de l nuevo orden dism•nuJr la d1stanc1a enrre
están s1e nd o anegados de vagos, maleniretenidos y
escl avos inco�pofa. ofici ales y tropa . . .
dos a ellos por acto de imperio. Hatei oe cüerpos
así for mados el Fueron las. crisis pollticas de 1811 (al dar a la fracc ión mod�rada
p rincip al apoyo del poder revolucionario, no sólo co n t ra sus ent:� gos una eHroera victoria con qui stada mediante una apelación a la plebe
exteriores sino también contra los in ternos, encierra e_eligros que sól
o suburbana que le enajenó la simpatía de la e nt er � c lase po ll tica r evo­
podrían salvarse mediante cuidadosas precaucione5. -
luc ion ari a y, poste ri ormen te, al p la ntea r a los tnunfantes mo de�a dos
P�ro es precisa��nt e la profesionalizacíón del ejér:cito la q ue
- ª1 !e­ situaciones que revelaban cruelmente la insuf ic ie n ci a de_ las �l uc1� n� s

ducir e secto r poU 1camente relevante d éste al cuerpo de ofici�les_ aleja
_ � � poHticas que favoreclan) las que a rr eba taron a esa fra c caón el d�m�nao
los peligros 1mplícJtos en un reclutamiento de soldados excesivam
ente d� la situ ación polltica y eliminaron conello el obstáculo pr!nc1pal
concentrado en l os sectores mas J>a� y marginales de la sociedad. a la profesionalización del ejército. De di cie mb� e. de 1811 d ata �a re­
No
es entonces solamente la guerra la que impulsa esa pro fesiona
liza ción, sistencia abierta del primer regimiento de Patncaos, cuyos subohctales .
comenzada por otra parte an tes de que el poder revolucionario a dv
ie r ta y soldados se su blevan designando nuevos o fici a le s y solicitando del
del todo hasta qué punto la lucha armada es inevitable; ya
el 29 de gobil'rno :·una tracalada de desatinos, imposibles de ser �dmitidos" ;
mayo, tras recordar los mérit os polfticos de la mil ic i a urbana . _
("habeis entre Jos que Berut i halla más choca ntes figura es a des1gnac 1Ón de oh­
dado una. autoridad firme a vuestra patria [ . . . ] sup iste is conciliar
todo dales por votación de la t ropa, que no era por ci er t o una noveda� l en
el furor del entusiasmo exaltado con la se reru d a d del ciudadano .
[. . . ] Buenos Aires. Luego de varias t en t ati vas para obten�r la rendaoón
los. pueblos antiguos no vieron un espe ctáculo tan tierno")
sura a conclu1 r qoe eJ nuevo or den requiere ejércitos
.se apre­ �
pacifica de los re bel des y de un fuego. de un c�a'rto de ora, la � sisten­
_
y no mili­ -
cia de l os patricios cesa y la re p r,es1ó n com1enza: seas subo h o ales y
cias . ("aunque para jwta glOña ael paJs. es ne
cesario ruonocer----¡j"n
cuatr o soldados son ejecutados y sus cadáveres e xh ibidos en la plaza
sóld ado en cada habitante, el orden púb lic o y seguridad del Estado
exigen [ . .. ] una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de mayor, otros ve inte �n condenados a presidio, com pa ñ l� s enteras s�n
estas
p rovinc i as") .a• disueltas y el cuerpo as! d e pu rad o es r e tr ogra dad o del pnmero al qu10·

., Puerrtedóo a San Martio 9 de octubre de 1816, en Carlos Alberto Pue\­ Registro Nocional, r, 79-80.
, 7o

r re�ióo, La aJmpaña de los Andes. '


Buenos Aires, 19-C!, ap�odice facsimila r "' Archivo Genua.J de la Nación Argentina, Tomos de r<Ítón de despachos
,
p�g. 52. militares, cédulas de premio, retiros, emp�os civiles y edesiósticos, donati­
· • Registro Nacional, 1. 28. vos . ... I7f0 o 1821, Baenos Aires, 1925.

206 �ú7

ro Jugar enm� Jos que i n tegran el ejército p3 tri ota El episodio pa ce . re queja ni desob e decen a sus oficiales a qui ene muestran sumisión".75
s
a primera vista encuadrarse en un marco ya tradicional, con parlame De este -modo la revolución ha trasformado la milicia ur ba n a , some­
n.
tos entre Jos alzados y el gobierno y la mediación de prelados (en tida a d i ipl ina militar sólo aproxim:Hi\'a y ú leo de una agitación
este sc n c
caso los obi:lpos de Buenos A.ires y Córdo ba) que buscan evitar
la efu. polltica que respetaba mal tanto las jcrarqul�s tradicion<tl� s �amo las
sión d� s� ngTe Pero notemos a_l nos elementos nuevos, eorre
. � ellos que más nuevas es ble c id as por la orgamzac1ón m1sma de la ro¡ltoa
t.a - en un
el movtmlento es sólo de subofle�ales y tropa (aunque la
voz pública lo ejérciLO r egulAr de n tr o del cual la virtud cardinal de los soldados el la
vinculaba a la influencia de algunos oficiales y sobre todo
ex. oficia­ sumisión a sus ofit:iales. Esta trasfc.nnacíón, favorecida por la guerra,
les del cuerpo. éstos prefirieron no par tic ipar abiertame
nte en · la c e ni a una consecuencia polltica precisa: el cuerpo de oliciale1 no debla,
sedición): una nueva linea de clivaje, ausente en la m.ilicia creada
s� peso polltico a u n liderazgo. que tenia que ser c on s a n teme n e recon·
t t
quistado sobre una tropa miliciana de extracción en buena p art e �o­
luego de 1806, se revela asl en toda su significación. A partir de ah
o­ .
ra. s e impone una disciplina más es tricta para frenar la peligrosa . � � �­
l u ntari y muy alerta a las crisis del pocler Ahor:a el c�erpQ de _ �(-�
a
espontaneidad de la tropa; en marzo de 1 8 1 4 una liroitadlsima ·ten­
les �jercla su influjo polltíco por derecho prop•o: d e J.ª d_e c_g��tlt.!:!_lr
tativa de motln entre los granaderos de infanterla, destinados a un o
el enlace entre una élite y los sectores más amphos _que la criSIS ha
moviluado por un-momen o y p.a_s_¡_á ser. m.�s pien. -�l_d ue_fio dire�lO
de los buques de guerra, de nca dena una represión iosólitame.nte s evera
se
.
: t
de los medios de coacción g� t�neo _encre otras f J nahdap e 1¡.: _de
"fueron echados a tierra, y [ . . . ] sen tencia dos unos a c arre ras de
ba­ s
quetas [ . J y t�es por cabezas del motín a ser pasados por las armas
mantener -urmlilent po der en man�
. . e e ---el �� e a_ �� ite�
s l i i n d� las
m ta
[ . J n o habiendo en ido más tiempo para confesarse y preven irse
.. t para cOriSecueñciasTera democratitación a la qu� la _revoluctón_ deb� su ong�n-
Porque !_i-erOlesiÓnalización del ejér:_ci!Q_nQ 1! �e ba a s�s. funciones
morir que dos horas [ . . ] ejemplar nunca visto en esta ciudad, de
. que t
pollticas; en oc ub re de 1812, aunque -�s pe an do la trad1c1ón d� las
en tao cono tiempo se les hubiese jwgado, sentenciado y aplicado Sil­ t
t
friendo la pena capital en tan cortas horas; p ero en las actual es cir­ .
li ado
jornaaas revolucionarias- el cambio de mulares del poder e� so at
c unstancia s preciso y nec esari o para con este escarmiento contener
la por peticiooantes que se definen como "el pueblo", la acoón de_ los
uopa".n
jefes de los regimiento! reorganizados para la guerra es aun m� ab1erta
Como era de esperar, la severidad se hace mayor en las zonas
de que la de los jefes m.ilicianos en las crisis de 1809, 1810 y 181 l. La
guerra que frente a las tropas estacionadas en la capital; en todo caso petición, reu el acta_ capitular. fue "hecha a este Excmo. Ca b1ldo por
el proceso lleva en pocos años a una separación neta entre éstas y sus una gran parte del pueblo, protegido por toda la fuerza armada de la capt·
oficiales; aun en las etapas en que la disciplina militar conoce relaja­ tal"; los nombres de los que han de integ ra r e l nu ev o g o b ierno son
·
ciones, extremas. éstas afectan sobre todo al cuerpo de of:iciales. El discutidos por el cabildo con "los señores Ge(es m i litares .de la fuerza
enviildo ·sueco J. A. Graaner, que visitó el ej ército del Norte en el que ocupaba la Plaza" y sólo después sometidos a Ja aproba<ióo del
momento en que, bajo la jefarura de Rondeau, toda disciplina habla ''inmenso pueblo que ocup aba los corredores y galerlas � e las c a�as
_ .
desaparecido de él, podla describir con escándalo l a "manera verdade­ consistoriales".a ¿Garante en último término de la estab!ltdad polwca
ramente orie ntal" con que se habla instalado el general en jefe, del régimen revolucionario, p ro m o vid o a primer es rn e n t _ d el
t.a nuevo
?
"con
todas las comodidades de un serrallo, entre multilUd de mujeres de estado votado a la guerra y la victoria, el cuerpo de ohc&ales forma
todo color"; podía j zgar con igual el núcleo del nuevo sector, gobernante? Seria excesivo _afi rmarlo, aun­
u veri dad al cuerpo de oficiales
se
"que son -en su mayoría- petimetres, desarreglados en sus co tumb que la profesionalización del ejército tiene para el ré�men revoluw>­
nario, ansioso de limitar los cambios de los que ha rurgtdo, las venta¡a.s
re s s.
lin subordinadón, sin talento m.ilitar y de
scu.i dan al soldado en forma
poUticas que ya se han indicado, esta es requerida primordialmente
ultrajante"; no encomraba en cambio sino palabras de elogio para los
por la guerra, cuyo desenlace se revela incierto. Por limit do que sea
.soldados. Pero lo que sobre todo admiraba en ellos era su resignada �
_
obcdienaa: "no ha de existir en Europa un soldado más fácil de su éxito , la profesionalización trasforma al cuerpo de ohc1ales en un
sector especializado, en cuanto � las tareas �ue le son encom en dadas Y
con­
tentar que e l criollo de es s pro -.ci cias - Hace ahora casi tres
ta .
n años que también en cuan o a la preparación té.c01ca necesana para empren­
t
los 601dados de los cuerpos auxiliares del Perú y de Chile no reciben
derlas. Hay aqui un peligro de separación progresiva frente al perso­
dos pesm de sueldo aunque el Estado debe p garle de ues a cuatro ;� s nal no m.ilitar de la revoluci6n; · muy característicamente, la p ri me ra
reale1 por día. Esto no obstan te, y con andar semidesoudos y descalzos
menc ió n a los peligros del militarismo que contiene la Gaceta {cuya
como aodao [ ] tanto en las cimas gla cial es de las montañas como
...
"' Jean Ada m Graaoer, Las pruvincias del Rro d� lo Piolo
en las arenas quemantes de los valle,, no se les oye n nc a ninguna
u en /IJ/o, Bue­
nos Aires, 1949, trad. José Luis Busaoiche, pp. 7!'>-76.
" 8eruti, M�mCH"ias cu.-iosas cit., 3 859. " RegisltO Nocional, 1, 181-182-
DEL VIJUU:INATO A l.AS LA R.[\'OLliClÓN EN 8UEI'·OS AIRES 201J
208
PR�\"ISCl!\.S l : :O.: I D.\S

responsabilidad los editores prefieren derivar a un anónimo "patriota De esta manera, la revolución elevaba a un grupo muy peculiar:
digno de ese nombre") , si bien subraya que enue los oficiales ha sur­ enue 1776 y 1806 existió en Buenos Aires una organitación militar cuyo
gido un in(undado sentimiento de superioridad "sobre sus paisanos", creciente detl'rioro lue brutalmente puesto en evidc.:ncia en esa segunda
que los lleva a alternar de mala gana por eUos, parece temer. por otra fecha. pero que mientras tanto h.izo de los oficiales de carrera un sec·
parte, más bien que los peligros de una hegemonla poHtica del ejércíto, tor bien delimitado de la sociedad porteña. Su aparición era só!o un
los de una despoJitización creciente del cuerpo de oficiales. encerrado aspecto secundario de los cambios de poder y prestigio en la sociedad
en un orgulloso aisla-miento.7G . urbana, provocados por las reformas administrativas borbónicas y la
Este peligro parece haber sido menos cercano de lo que temía el expansión del comercio den tTo del imperio. Ent.re los grupos c:iner­
anónimo corresponsal; todavla en 1 8 1 8, el enviado norteamericano gen�es gracias a ese proceso, los oficiales parecen haber tenido lugar
Brackenridge hallaba que la relación "entTe el ciudadano y el soldadó" secundario y relativamente aislado, corno lo prueba la abundancia de
era capaz de apoyarse en una amistosa confianza que faltaba por en. alianns matrimoniales entre familias de oficiales (caracterlstica de un
tero en el Brasil, "donde los militares constituyen un orden distinto, grupo que se asigna a sí mismo una ubicación social más alta que la
como si fueran de diferente raza"; aunque sin duda admite que algunos que los demás se avienen a reconoce.rle) e incluso quizá el carácter
de los oficiales "�ostraban un poco de presunción", no alcanzaba ésta cuasi·hereditario de los grados militares, denunciado luego de b revo·
a afectar "la sencillez y simplicidad de su republicanismo", medidas lución..como un privilegio insoportable, pero que servía en todo caso para
. con el exigente cartabón de un yankee de la época.7a .Pero quizá el asegurar el reclutamiento de nuevos oficiales, puesto que los hijos de
peso del ampliado cuerpo de oficiales pudiera no medirse plenamente familias distinguidas no hallaban a tractiva la carrera militar.
a cravés de un examen de la actitud de sus miembros mientTas pasea­ Sin duda esa marginalidad conoció excepciones: en las áreas rurales
bao por las calles y saludaban cordialmente a amigos de infancia. Los los o(iciale.s parecen , haber encon tTado, mediante alianzas m;¡trimonia·
complejos rea justes que su presencia exigía en el Buenos Aires revolu­ les y compras de tierras, un Jugar más sólido en las élite� locales;
cionario pasaban, por otra parte, parcialmente inadvertidos aun para pero era el en tero sector rural el que era marginal en el Rlo de la Plata
los protagonistas del proceso; no es raro entonces que observadores ex­ prerrevolucionario. Por otra parte, habla ciertos cuerpos escogidos -los
lraños (o retrospectivos) haya tenido mayor dificultad para descubrirlos. guardias de corps y la Real Marina- cuyo ingreso era disputado par<�
Como ya se ha señalado, la profesionalización, a la vez que da una sus h.ijos por las familias mas honorables; en este caso, sin embargo, el
preeminencia nueva al cuerpo de oficiales (de su competencia de­ servicio llevaba muy frecuentemente a los oficiales fuera d,el Río de
pende la suerte de la revolución, que se juega en la guerra) lo dife­ la Plata y les abría el camino a los niveles más altos de la administra­
rencia de muchas maneras del resto del personal polltico revolucionario. ción metropolitana. Pero esas excepciones no quitaban a la oficialidad
La primera de esas diferencias: desde que las exigencias profesionales de guarnición en el Río de la Plata su carácter maiginal; éste se acent uó
se hacen sentir, el criterio de reclutamiento y promoción varia. Los pri· entre 1806 y 1810, cuando aún su predominio sobre los cuerpos anna­
meros en sentir las consecuencias de ello son Jos militares de carrera, dos les fue exitosamente disputado por los jefes surgidos de la moví·
provenientes de la organización militar anterior a 1806, que habían lización urbana que acompañó a las invasiones.
pasado a segundo plano luego del surgimiento de los oficiales de las Esa misma margínalidad dio a los oficiales del ejército regular un
milicias urbanas, sólo en mínima parte reclutados entre ellos. La ca­ papel secundario en el proceso que desembocó en la revolución. Es por
t;iscrofe de 1806 habla afectado entonces fuertemente su prestigio, pero 1 e.l lo tanto m2s notable verlos comenzar después de ella un avance que
t•l de los jefes milicianos también sufrió con los años de inactividad no ha de detenerse. De este modo, dinastías militares fundadas por al­
bélica e intensa actividad politica que siguieron a sus hazaóas de 1806 gún compañero del virrey Cevallos esLarán presentes en el ejército
y 1807 ; cuando la revolución uajo consigo un estilo de guerra más exi· argentino o uruguayo hasta fines del siglo XIX; no hay sector alguno
gente -desde el punto de vista de la organización militar- que los episo­ de la admin.ístradón espaóola en que la revolución haya dejado huellas
Jios de r<!sistencia urbana frente a las expediciones británicas, pareció tan escasas: Jaime Viamonte, catalán, teniente de iofanterla, hace ca­
mnural recurrir a ese personal más antiguo cuya excelencia en el arte dete en 1796 a su hijo nacido en 1784; este hijo será coronel en noviem­
bélico podia ser a veces dudosa, pero cuya experiencia en los pro­ bre de 1810; luego general y gobernador de Buenos Aires; Francisco
blemas administrativos y organizativos implicitos en el m::�ncenimiento González de Balcarce, castellano y coronel de los reales ejércitos. casa
a sus dos hijos, igualmente militares, con dos hijas de José Ma.rtinez
de. un ejército permanente -ahcr1 exigido por acciones continuas- no
de Fontes, valenciano y también él coronel de los �ales ej�rci tos; surge
tenía rivales en el limitado �;:.:-orama rioplatense.
así un ramificado clan d� oficiales que dunnte el primer cuarto de �i­
.,. Caceu,, lí de octubre de 181 l . glo de vida independiente tendrán influjo creciente en Buenos Aires;
�• Brackenridge, La independencia aTgtntirla, 1, 246·249. Joaquín Pablo de Vedia, oficial peninsular, es padre de Nicolás de
210 DE.L VIAAEINATO A LA$ PROVl�CIA$ USIDAS LA REVOLUCIÓN EN Bt.:E:-:Os AIIU:.S
21 1
Vedia, oficial a su vez desde 1 803, y abuelo de tres coroneles y un ge­ De todos fue el valor. el ardi miento,
neral . . . Si Jos oficiales de carrera pasan casi indemnes la prueba de la de todos el empeño,
revolución, no es por el influjo que puedan haber adquirido sobre de éste sólo la táctica, el talento . . . 80
el n uevo gobierno; as!, cuando los hermanos Agustín y Ambrosio de
Pinedo. hijos del ex gobernador del Paraguay y presidente de Charcas. El_ �alor y la peri cia, virtudes profesionales del militar. son del .
se retiran con grado de coroneles en noviembre de 1 8 1 O, sin disimu­ doiD.Inlo no sólo de los oficiales de carrera sino tambitn de los que la
lar su desapego por la revolución que Ueva a Agustln a buscar refugio revolución debe ir creando. Al revés de Jo que ocurre con Jos cffmeros
en Mon tt"vídeo, un hijo de éste, del mismo nombre, prosigue en Buen_os carg?s civ_il:s, la identif icación con las penpectivas que implica u n
Air� una canera militar que ha comenzado como cadete en 1806, que demno rD I I I I a r e s extremadamente rápida. Todo l a favorec�; e s la en­
lo hará coronel graduado en 1 8 1 9 y lo conducirá finalmente al gene­ tera sociedad la que reconoce al militar el l ugar gue éste se asigna
ralato; en eJte caso, los in O ujos familiares más d.ireclOs no podrían ha­ dentr� de ella, la ,que hace de las militares las virtudes por excelencia
ber fa,orecido una carrera sin duda no espectacular pero sf razonable­ del c1udadano. En este clima peculiar puede imp5ovisarse en pocos
meses la forma m_entis del mi_litar �e c.ane ra ; el caso del futuro ge·
mente exitosa· el tlememo decisivo es más bien el modesto saber militar
neral Paz es particularmente 1mpres•onan1e: cuando en sus Memorias
he red ado y adquirido por el nieto del brigadier Pinedo .· . . -;7 El reco­
traz� c�n b:névola condescendencia -propia de un profesional a un
nocimiento de CICrtU exjgencias técnicas, unido a la esca,ez de oficiales
merltono ahc1onado- e l retrato de su j-efe en el ejército del Norte,
disponibles (y a la resistenda a usar de la tropa y los suboficiales
e l general Belgrano, cuyo carácter de i.ro provisado conductor militar no
como fuente de reclutamiento) , explica que el poder revol ucionario nos es permitido olvidar ni por un momento, Paz parece no tener
haya sido menos estricto en cuanto a l pasado polltico de sus servidores presente q u: él mismo, hasta entrar a servir en ese ej�rciro, habla
militares que cuando se trataba de elegir auxilia res administrativos; estado estudiando leyes en la u n i versidad de Córdoba.
con el correr del tiempo se hará cada vez más frecuente la in corpo­ Esa formación aflresurada por las circuostanciJs no iropid ió a Paz
ración de prisioneros realistas al ejército pat�iota. no como solda­ _
sólo ser_ el modelo -malcanzable y . p�r eso mismo irritante- del oficial pro·
dos sino también n>mo oficiales, luego de un juramento de fidelidad _
fes1�nal, que cr:e :n la d1sc•phoa, en la lenta preparación adminis­
a la p:nria; 78 el director Pueyrredón, una vez abandonado el poder. se tra�tva de Ios eJércitos, en el cá�culo sereno antes que en la i mpro vi­
jac tará de h<rber sistematizado este uso.79 s�clón her�1ca en el camp? d: batalla. Tales preferencias n o eran por
En 1812 se hace presente en el Río de la Plata un saber m i l i tJ.T cierto domrnantes en los eJércnos que la revolución creó, y es compren­
menos sumario y rutinero que el heredado de tiempos coloniales; sus Sible �ue Paz encontra �a poco militares a colegas que hadan de la in·
solenoa frente a sus Jefes una prueba adicional del valor un poco
portad ores son los militares de carrera que han hecho en el e �ér.cito
alocado que desplegaban además en los campos de batalla. Pero estos
regio la guerra contra Fra'ncia y se unen ahora a la �ausa patri.Q�- José
jef�s (sin duda más abundan tes que los adictos al exigente ideal pro·
de _San Martln, incorporado aT ej ércifo re�oluc1onario como coronel,
f�s10nal adoptado p �r Paz) buscaban por su parte realizar u n a imagen
adapta mterna� organizativos y tác ticos de inspiración francesa, mientras . _ _
?1feren te �e l a cond1c1ón m1htar; los rasgos que ella incluía podlan ser
Carlos Maria de Alvear redacta una instrucción de infanterJa que sigue _
JUZgados negat1vos, pero no eran menos específicamente mili tares que
la mi�ma escuela� Conellos, la superioridad del milit;¡r ya no-�s sólo ja los que �az prefería. �a virtud positiva era aqu{ el valor, llevado hasta
l;lc:l combatiente en una comunidad que -h a -hecho de_ la gyerra su tarea la temendad . �senoal de � �ción militar es el riesgo de la vida,
mis urgente; e:' la del tecnico qüe .puede. Ílevar adelante esa tarea )'�� -.!!�go da _d�recho a toJl.�s la� come_en_s_a ciones; para los ' jóve-nes
éo.n una perioa que le e5 - exclusiva. Tál como leemos en la oda dedi· que s� mcorporan al cuerpo de oficiales es artículo de fe que "los hom·
e2da a Alvea r l uego de la toma de Montevideo, en 1814. bres ilustres, � ue arrostrando tod�s los peligros y fa tigas de la guerra,
exponen su v1da en defensa de nuestros derechos" ti en en c.n c.!ecto
Oh Buenos Aires! Tri unfo tan cumplido ��Q. a vivir de la_ ind ustria y__!as privaciones d.e los civiles. La co­
al meJor de tus hijos es debido. mumdad en el herolsmo no sólo da sü cohesión al cuerpo de oficiales,
lo separa de los que han buscado un destino menos exaltame y ICJ da
" Ennque Udaondo, D•cc•onorio bio�áfico o,-gcnlmo, Buenos Aires. 1938;
sobre ellos una superioridad que no buscarán ol:Uitar. El bien es tar de
Jrut,�tuto Argentmo de Cimdas Genealóg¡a..s, Hombres de Mll)'O, Buenos
Aires, 1961; Atchl\o Genenl de 4 Nación, TomaJ de ro�o» . . . , Buenos A.i·
las poblaciones civiles no es su objeti"o; es juno que ellu sufran . )'
res, 1925, en todos los alOS wb vo«.
• EJelll p los en Cacd4, 25 de abril '1 :SI de mayo de 1817. 10 1..JJ Lira Argenlina, p. !8. (Repr. facsimilar en Biblloltc.tJ de Moyo, 11",

" J. M de Pueyrredón, Memcma, Bibliotuo de Mayo, tu, 2 141. 4 7 $8 .)


DEL VliUU:INATO A LA UVOLUCIÓN !:N IIU!::"OS
212 LAS PROVINCIAS UNIDAS AtAD 213

no impona que haya algún peligro en ex1rema.r su miseria; el valo r absoluta a la guerra -una polilica que a pesar de todo n o puede mo­
todo lo vence. y los héroes han na.cido para superar peligros mayore s di (ica.rse- t iene algo de irritan te: los invita a ver en esos oficiales a
que el malh umor de poblaciones dominadas por un vergonzoso amor a los únicos beneficiarios de los 53-crificios que la guerra impone, que s i
la paz. Esa actitud, que proveerá de superabundantes ejemplos de heroís · bien no inciden necesariamente e n términos económicos sobre los di·
mo a los . libros escolares, puede ser peligro53. para la suerte militar de rigentes directos de la revolución, les signi f.ica.n un elevadlsimo COSIO
la revolución; la menos significativa de las victorias de San Maní.n político.
no fue sin duda 1� que ganó contra e53.s peligrosas tendencias en su Una ciena amplitud en el reclutamiento de los oficiales, en su mis·
propio cuerpo de oficia les, . a quienes no se las toleró ni en los campa­ roa promoción a primer estamentO del estado que -sobre tOdo ante
mentos ni en los combates. Aun as!, son clifJcílmente desarr-a.igables en los sectores de opinión pública más recientemente incorporados a la vida
un cuerpo de oficiales sólo excepcion almente lanzado a la carrera de polltíca- les da una ventaja indudable, son pues ca�sas de distancia
las armaspor una lenta preparación profesional (anticipada en una _
entre la dirección revolucionaria y el cuerpo de ohc1alcs como t a l ;
tradición familiar) , más frecuentemente volcados a la profesión gue­ fuente d e u n indispensable apoyo armado. ese cuerpo puede llegar
rrera · por una conversión súbita, influidos además por el ejemplo de a ser también un peligroso rival político. ESe peligro es �-más
ese otro cuerpo de oficiales al que la leyenda presentaba ya como real cuanto sü laentificación con-¡a guerra a ultranza. c¡ue lo separa
habiendo conquistado Europa a fuerza de improvisada audacia: el ciclo
de la elit� de Buenos Aires criOllo. coincide con los senllmientO\ y
guerrero de la Francia revolucionaria y napoleónica alcanza un·a fuerza '-ltasta-CÍertO punto- con los -iniereses ae -los se-ctores populares. - . ·- -

eje�plar tanto mayor porque debe permanecer a medias clandestina


Pero e_;;e peligro está atenuad..Q.. . .e_or otr� factores. En primer -término,
(Napoleón es en efecto el ar�enem..igo de una revolución que quiere
por másl'ií:piaamente que se consolide el espíritu de cuerpo. encuentra
reivinclicar a la vez la herencia de la legalidad española y la benevo-
un rival muy serio en el espíritu de facción. La queja de la Gaceta ame
lencia brit:á.nica) . , la no participación de los militares en las luchas internas al grupo
Esa_i_m�g�� de la guerra como actividad de lujo. como fiesta de con­ revolucionario se revela as! menos absurda de lo que parecerla a pri·
sumo y destrucción, que está impJicita en ia que los más de entre los mera vista: tomando partido en ellas, el cuerpo de oficiales se divid.irá so­
noveles militares se hacen de sí mismos, debe su fu� además a que bre las mismas lineas que separan a las facciones no-militares. Esa división
corresponde demasiado bien en ciertos aspectos a la realidad de un Río es todavia facilitada por la falta de sólidos criterios profesionales en la
.
de la Plata al que la revolución ha hecho guerrero. ·En la hoguera de promo.ción de los oficiales, que hace que los cercanos al grupo poli­
la guerra 5e · ·destruye. junro con la riqueza pública y de las corpora­ ticamente dominante ha.llen más fácil el ascenso, contemplado con ren·
o�ones, la trabazón jerárquica en qoe se había apoyado el orden esta· cerosa impaciencia por sus rivales. Pero aun sin contar con el eco
blecido, en el que los promotores del movimiento revolucionario habían que las disensiones polr ticas alcanzan en el ejército, el carácter apro­
estado lejos de ocupar un lugar completamente marginal. Pero, acep­ ximativo de los criterios de promoción, junto con la autonomla que
. tan do ese dato de hecho, subrayándolo a menudo con actitu.des ínnece· en este punto conservan los jefes del ejército, crean diques rivales den·
sa�amente brutales, los oliciales que asumen con tanta naturalidad el tro del cuerpo de oficiales y le restan por eso mismo coherencia como
primer lugar en el nuevo estado crean tensiones evidentes en el in terior, grupo profesionaL Aquí las limitaciones -indudables- de la profesío·
dpnde actúan a veces como conquistadores ; . dichas tensiones están pre­
nalización· (que se miden, por ejemplo. por el hecho ya señalado dé
sentes también en Buenos Aires, pese al clima de entusiasmo bélico .
que dos meses de formación académica parecen suficientes para un
que, aun atenuado con el curso del tiempo, reina en la capital revolu·
oficial profesional) se suman a ciertas características del esfuerzo de pro­
cionaria.
{esionalizació.n, que es más bien un agregado de in ten�os pioneros em­
Tensiones en primer término con esos sectores locales que han do­
prendidos separadamente que una única trasformación del ejército como
minado la economía y que ahora se ven amenazados por la doble pre­
i.nsti tució.n. Para un buen observaqor como el general Paz, un oUcial
sión de la guerra y de la concurrencia mercantil extranjera; estos ob­
servadores. cuya prosperidad se disipa. están dispuestos a juzgar seve· formado por Belgrano, por San Martín o por Alvear era reconocible

ra.men.t.e la despreocupación con que los brillantes oficiales del ejército ya por el modo de encarar cualquier limi tada tarea de las comprendí·
revolucionario impulsan la marcha a la victoria y la penuria. Pao da.s en sus funciones. La consecuencia de ello es que la rivalidad entre
tensiones también con quienes tienen l a responsabilidad directa del ma· · diques encuentra una fuente adicional en la oposició_!l entre escuelas
.
militares; asf, cuando los oficiales del ejército ácl Norte rechaz.an eón
nejo poliúco, y ven agotarse la benevolencia de los grupos de los que
han surgido miencras la demasiado costosa revolución se obstina en no ra ra ünaru.midad, en 1814, el remplazo de su general en jefe Rondeau
rendir los- frutos esperados. Tambi�n para ellos la despreocupada ideo- · por Alvear, no sólo defienden su derecho a vivir cómodamente bajo
tificación del cuerpo de oficiales con una poUtica que da prioridad la blanda tmela de ·aquél, sino aun su futuro profes.ional, amenazado
214 D U. Vl.RUINATO A LAS PaOVlNCIA.S UNIJ).\J
LA ll[\"OLUCIÓN EN BUENOS "IR.fS
por la �sp�rad a llegad a masiva de rivale! identificados con J os
criterios
militar�s d�l n uevo jefe. tense- en una carrera po lf t i ca en la que el j�«;. _mi l i ra� no_ �cru aua
De este modo, ni_a un la_ pro fesion a li zación l leva
en todos los casos exclusivamente como el iepresentiiñte de- los puntos de vis t a y l«?s in­
a__un aumento_d�l - �prit de cor_p_s entre los oficiales ievol Üci on arios. Y, tereses corporativos del -e jército, sino como un poll!ico al que su co n·
por otra �ar�e, fr n t e a sus limitados avances,
� es preciso tomar en dicióñ milirar podía dar" ocasi onalmente medios de acción de los que
cuenta la •nc•denc •a constante de otros factores otros col egas carecían, pero cuya le a lta d era ex ig ida sirnult�neamente
igualme nte hostiles a
.
la �ormaCión de u n cuerpo �e oficiales dotado de
sólidos rasgos corpo­ por alianzas famili ares, solidaridades de logia secreta y coi nc ide n c i as de
ra �- vos. El más ev1den _
te es qu�, pese a la nueva insistenc ia en la pro­
_ {acción. En ese contexto se hace comprensi ble la actitud del gener a l
_
fes¡onal•z ac•ón, la a c 1v1dad _ _ .
� m•li tar no es la única que se espera de lríarte, cuyas .Hemoria.s son una morosa medita-ción sobre �u propio
_
l os más •mpor
_ tantes Jefes; aun un hombre de tan escasa vocación por fracaso profesion n l . Ese fraca so no se da en la carrera militar, sino en
la pol1t1ca acll_va como Belgrano hubo de abandona r durante años la Ja que e l ge ne ral llama la carrera de la revo luci ón, que es a s us ojos
c? nducción de ejércitos
_ �or la diplomac ia. Casi todos Jos jefes supe­ ¡·nequfvocaroente una profes ión, l a del servicio público, que ha ven ido
nares �ran, a más_ de m ill lares llderes pollticos en acto o en potencia; a englobar todas las profesiones que el régimen colonial habfJ man ­
:
te ni do se pa ra das . Los esfuerzos de Iriarte por pasar del campo miliur
sus carreras, r1c.a� _ _
en qu1ebras mesperadas, se repanfa o en tre e l ej érc i to
y 1� a r� n a poHuca. Juan Manu e l de Pueyrredón f igli ra en el D i ccí o­ (donde al fin y al cabo obtu'ólo razonables promociones) al polhico­

nano 10gráfJco _ de Udaondo como militar, y es indudable que aparece general, aunque concluidos invariablemente en fracasos que él a tribuye
por pnmera vez a la atención pública encabezando una tentativa � la perversidad de los tiempos. muest ran muy bien que p;�r.1 este
audaz
y desd i chad a de enfrentar a la primera invasión inglesa; como
fruro mililar de carrera. que ha hecho la primera parte de la guerra de I n ·
de ella queda un cuerpo de húsares por él organizado. dependencia en el campo realista, l a carrera militar )'a n o exi�te. e l
Pero, enviado
po_r el cabildo de Buen o s Aires como su represent ante en la é x i to profesional de un militar e s ahora s� éx i!_o p_ol lrico .
_ _ cor te, por
11_1as de 'tres anos _ su awVldad será política, en medio de intrigal. pri­ La carrera de la revolución . . . La expresión misma i nd i ca muv bien
siOnes Y fugas exnosas. _
Este precursor de l a . revolución es convertid o la �oble �ealta_g_que sus protagonistas manrienen: a la revo �u ción , al
.
por ella en adminisrrador; es intendent e, primero de Córdoba mov i mien t o que ha co me nzado �n 1 8 10, cuy.2_ rumbo, cuyns �iflalidaJes
y luego
de Charcas, para vo! ver por un�s meses a su vocaci ón militar
corno ge· esrán lejos de ser _si�m _P.rC claros, pero cuyo abandOno es l o ÚOICO que
_
neral en ¡efe del eJéroto del Norte. Desde entonces, si bien conocerá constitu ye, a los ojos deJa opiníón poneña, l isa y llanamente un01 tni ·
bruscas caldas y a sce nso s (es m �embro del tr iun v irato que ejerce c ión ; y simultáneamente a l a catrera, e s decir, a l a promoción i nd•Y i­
el
poder supremo, desaloJado y confmado en octubre de 1
8 1 2 , director su­ d ual . - La i m,e?Sibilidad de man�e_!lc-¿ l eal i.a� a una "estructura ' insti l u·
premo del estado entre 1 8 1 5 y 1 8 1 9) no volverá ya a co m ciomil eñg:l!_e confluyan vna _y_ o�.l<! impreCISión ele conte r11dos de la
a nda r ejércitos.
Inversamente, en la carrera más decididamente militar leahad revolucionaria, hace que el motivQ__Sie_ am bic i ó� P.Cmnal res21te
de Rondeau 0
AJvarez Thomas, los cargos civiles se hacen presentes durante etapas sin ahora con una crudeza que ha faltado en el pasado. Las monótonas
duda más breves. Carlos de Alve a r, al que hemos visto presentado como críticas de tono moralístico sobre l a corrupción de los tiempos revo l u ­
el militar por excelencia, el poseedor de los secretos del arte de cionarios explican muy mal el proceso. pero no por ello dejan de re­
la gue­
rra, pudo en ese co n tex to encarar toda su carrera
militar como un ca­ flejarlo a su modo. La quiebra de todo un sistema de i n st i t u cio n es y
pítulo de una car era más compleja y esencialmente política, va lo rac i on es colectivas no es la única caus a de ese surgimiento y de un
: que debía

tener su oronam1en to co n la conquista del poder supremo. Pero,
_ al i nd i v idu a l i s mo que parece desenfrenado; la- revol uc ión h a comenzado
conquutar .o para sf. Alvear n o lo conquistaba para el ejé rci to por hacer apelación expllcira al mo t i vo de ambición personal, que sub­
(del
que trató de ? acer, sm _ embargo, su más segura
base de poder) si n o yace a buena parte de sus denuncias con tra los mandones del antiguo
para una facCión, más poderosa aun en las asambleas revolucion régimen, cuya herencia legítima se adquiere por méri to s revolucionanos.
arias
o en el capitulo de la catedral de Buenos Aires que en el propio Por otra p a rte, el curso mismo de h r��olución. que enseñó m uy rá­
p idame nte hasta- qué punto las promoc io nes que provocaba eran efl­
_ _
eJérCitO.

_ De este modo, si bien la revolución ha destruido la v iej a ideotifiéa· as, imp ulsaba a busc_ar -en un clima poll iico y e con óm ico m;¡rcaáo
nier_
por una co n stan te inseguridad- la segu ri d ad que puede provenir, sea
aón con corporaoo _
nes o magistraturas que entre los burócratas de t i em·
p06 coloniales había alcanzado una io rensidad sin duda del uso de la i nfluenci a polftica_:ion fines 4e ennqu eriDll en to, sea del
pa tológica,
no pudo dotar de una cohesión igualmente in ten sa a la única institu­ abandono de las propias leal!ades P.9llticas p:u:_a unirK: resueh.tmen le
ción qUt! sa.lió de la crisis revo lu cio naria fortificada y no de
bili ta da ; a "" cada una de las fa.s;ci.ones sucesi vamente dominante¡. Uno ) otro re­
y una de J¡u ra zones esenciales es que, como aven rura individual.
la c u no son gen eralmen t e menos exi�osdelo que juzga una oprníón
aJTen mililar se coron a ba � rl contexto pú b:ica cada Vet m�S descon fiada; sin duda JOS goJpe1 de CortUD3 eDil
de la revolución ri o p la·
posi bles. pero a la farga -como se ha visw ya- el excesivo contacto
L.\ REVOL(;CIÓN EN Bl!ESOS AIR.E.S 21i
216 Dl:L \'IRR.EINATO A LA.S PIROVINCIA.S UNU)A.S del pals al que go bierna y al que -como se descuhre cada vez más
cada paso- la
revolución. que tanto ha destruido
pel i­
clarame nte a del
con un pod er político dedicado a una agresiva me ndicidad era
viejo orden, no ha sido capaz de rehacer según un nuevo plan coherente.
groso para la fortuna privada; cada cambio de facción trafa consigo el
Pero hast a ese mo me nto la di rección revolucionaria ha bia a cep tado
encu mbra m ie n to de un pers onal de recambio no siempre dispuesto a
como suya una misión más ambiciosa: hacer un pals, eren �n orde n
dividir el bolfn con los que ya hablan gozado de él en el pasado. Buena
parte de los jefes polf ticos del movimiento revolucionario adqurrie ron a la medida de sus propi as ideas. Esto ha proporcionado una suene
de im pl fc it a justificación teórica para un d atO de hecho, cuyas consecuen­
ante la op in ión púbüca fama de corru p to s; sin embargo, prosperaron
ci as prácticas esa misma dire cció n hallaba a veces alarmantes: la dis­
t:t nci a entre el go..Qi er n� y lo que no era aún la n:ci óo. sin� más_bien
menos que algunos de los que no se cansaban de denunciarlos y de­
plorar su propia condición de víctimas de un Cisco insaciable .. La co-_
el área �de territo_�io porer-Gomm.ad � la identificación entre el go­
rrupción económica, c.omo la inconsecuencia poUtica , mis bren q ue
bu�mo y una facción cuya indeterminación en cu a n to a in tegr ant es
signo de una am bi ci ón desaforada, parecen ser tristes r«urSSS de fensi vos
y objeúvos se refleja n egativa men te e n e� poder q �e de ella ha sur·
g_i do. No es so rprend en te que no r:sult e �·empre posrble establecer una
frente a un destino más cargado de riesgos que de promesas.
Y esto vuelve a referirnos, aunque de modo menos directo. a la qui e­ .
re lación clara enrre esa clase poHttca y aertos grupos soc1ales y profe·
bra c.le todo un contéx to de insti tuciones, de creencias colectivas. de
siooa.les. li tenemo s en cuema que ya para los comem poráceos no era
prestigi os que l a revolución ha descruido sin remplazar ; la ins egu ridad
fadl consegu ir algo tao sencillo como era saber qu iénes pertenedan efec·
está t ant o eo los hechos como en el modo de juzga rl os, y esta i nsegur i·
úvame n te a ella; tampoco es so rpren de n te que no sea fácil dilucidar qué
dad e n el jui ci o resulta tanto más im p res i onante cttandó se la ve go­
mecanismos aseguraron a esa clase la cohesión necesaria par: actuar con
bernando la cond ucta de muchos dirigentes revolucionarios. Su rgi da
la eficacia (s.in duda rel at iva) con que en efecto actuó, s• se recue rd a
del derrumbe del orden español, la revolución l o ha acelerado y com·
que ese probl em a -hoy �eórico- fue acaso �1 pr incipal _ pro bl ema pr áctico
pletado: a su compl ejo sistema de lealtades no puede remplazado s! no
de la dirección revol uoon:g!.�· _ q ue en c1enas etapas parecfa temerse
con la Jea.ltad a ella misma. Y la discip lin a q ue esa l ealta d p uede ms·
sobre todo a sí m.isma , a su infinita capacidad de división ante a l tema ti ·
p irar es lo bas t ante deficiente como para que el mecanismo disciplina·
vas a veces insign i fica n tes. .
río por excelencia s iga siendo el temor a l as represaJi¡¡s del a dver sario ;
Lo que coro.ier'tza por c oniigurar al grupo revolucionario es la con­
luego de años de predo mi n io revolucionario, la noción (mencionada
ci en ci a de p a rticipa r en común en una aven t ura de la que los más bus·
más arri ba) de com p romiso con la revolución, o sea de ac tivi dad revo·
can permanecer a p arta dos. Para esa aven tura se u� � n a los jefes y
lucionaria lo basta nte intensa como para hacer iropo�ible el retorno a _
ofi ci al es de los regimientos que en el mom ento dec i Si vo se han re�w ­
la: lealtad mo nárquica y espa ñol a, conserva su en te ra v·i gencia. Sin duda
sado a apoyar la a utoridad del vi rrey, otros hombres que han v r� t�
los hechos han de mostrado hasta qué punto la a mb igüedad puede ser
acaso desde antes los dilemas y o port un i dades que d eb la crear la cns1s
salvada por qui enes qu ieren mantener abierta la reti r ada hacia la leal·
imp erial . . Aunque más de un o de ellos (desde P ueyrred ón hasta Bel­
tad al viejo orden; no por ello se deja de esperar en n uevas formas
de defini ción que no dejen ya l ugar a equi voco . Para el su eco Graaner,
grano) participa e n la mili tariz ació n que comienza en 1.8?�· su pres·
tigio no proviene del lugar que ocupan en los c uerpos m1hcra nos, sino
que se hace eco -de opi nione s recogidas en Buenos Aires, la declaración
de i n dependencia tiene entre otras ven tajas la d e obligar a elegir a de su v e teranía en las tentativas de orga n izar, frente a la pre vi sta etlSIS

los que hasta entonces han eludido h ac erlo: qu ien j ure lealtad a la n a· imperia l, grupos de opinión capaces. de enfrentarla
sin d esconcier�o y
. .
ci ón i n depen d iente diflcil men te po dr á lu ego invocar el celo poc o in· con nociones ya preparadas sobre lo que cabla hacer. S1 estos ult1mos
.
fo rmado de un súbdito leal del rey de España, c u ya única falta habria -sig uiendo el ejemplo de otros más céle bres precursores de la mde·
sid o creer a qu ie nes se presen t a ban como l os r epr esen ta n tes legi t i mas pendencia- no vacilan en p rese n tarse como rep resen tan t es de la entera
de ese monarca. A mérica españo l a, n o siemp re les res ultarl a fácil exhi bi r una represen·
Pero precisamente la i nd ependen cia es -muy ex.plicitamente- a la tativida d menos amplia p ero mejor fundada en los hechos. Los que
vez q ue el coronamien to, d fin de -¡a-et apa revolucion� ria, de la que actúan como puros jefes mili tares, en cambio· -CO(Ile n zando por el
queda un a tarea incump li da: la guerra.- La lndepende.nc.ia � a &i �i­
_
presid en te de la ju ma-, tienen tras de sí un grupo per fec tamen te _ •den­
{i ca r la identificación de la causa revol uci on aria con la de la nac16n, tificable al que deben su fuerza. La revolución, d :sde su com1enzo.
oa�ida ya de un curso de hechos que puede celebra.ne o deplorarse i ntrod uj o algunos rewques en este �u a dro tan sen �llo: Acaso el más
(más frecuentemente lo segundo que lo pri me ro) , pero q ue de todos i mportan te no haya sido la p romoaón de u na aglta.Ción popular al
modos es irreve rsi bl e . La dirección revolucionaria ha. descubierto ya .
ma rgen de la estructura miliciana, que tuvo su ma01 festaoón en 1as
que no puede enconrrar su ubi consistam en un sistema de ideas (� las
que por otra paree las peripecias europeas hacen i na ct ual es y p
j orna d�s de ma yo (a unq ue uno de sus j e fes. Domingo Frencb, era él
eligro­
sas) sino en su capacidad de satisfacer las ap e tencias y los intereses
218 DEL VliUli:INATO A LAS PIIO\"INCIA.S U:'iiOAS
LA JU.VOlUCIÓN EN BUEI\'OS AIP.LS 21!)
mismo oricial desde 1 806) : el su rg imi en to de vastas clientelas pollticas,
bargo. la relación de fuerzas existente en ma )'O de 1 810 parece a s�gu-
creildas al margen de la estructura miliciana, no parece fig u rar entre
los objetivos del poder revolucionario. Más rica e n fu t u ro es l a i n ­ rar una sól i da hegemonla al de base miliciana que reconoce por ¡ele
cl u�jón en el sector d i rigente de figura s que s9n i n corporad a s a él en Saavedra: su lenta erosión, sólo frenada efíme ra m e n te por golpes de
su condición de i n tegran tes de ciertos �ctores sociales (así el presbl­ � ano como los de diciembre de 1 8 1 0 (i n co rpora ci ón a la junta de _dele­
tt'ro Alberti debe mu y claramente su lugar eo l a junta a su condición gados de los cabildos del Interior y re � uncia de Mo ren ) )' ahnl de

_
eclesiást ica: la inclusión de Larre.a y ll l a the u tiene algo qut> 1811 (la ya tanus ve ces me nCio nad a JOrnada que de vol v16 ph.110 wn­
ver con
.
su con d ic ión dt" comerci a n tes) Dicha inclusión prueba que, desde el co­ trol del poder a los saavedristas) , se debla bás1came_me _a clo.s rlzon� s
mienzo, el poder revoluciona rio ha sido sensible a l problema de ha:lar muy ligadas entre si: la primera era que _1� revol u c_!.ó n 1�a J dem�1r
.
ca nales _de--tim u n iéac i ú n con e l cuerpo sociaf; . l a soluci ón buscada, sin -como se ha visto más arriba- a las miltctas ur�anas q u_e_ _IJ h3btan
embargo. se reveliiría excesivamente "'fácil: no elegidos por sus desenc aden ado ; l a segunda, que la comprensión
_
de las nece�ldJdes d�l
roovimieñtC>revolucionario iba �e�cando progres1vame!lt� a los más lu­
pares, _
esos ecl esiásticos o comercian tes eran a ntes que representan tes de éstos.
reclutas del grupo identificado con la revolución, al que si n duda am­ cidos jefes de mi lici a a las posicio n es. s i no a las personas, del �ctor
plia bm peTo no alcanzaban a salvar de su aislamiento . rival.
De eqe modo, el cuadro del sector que ha preparado la revolución Los acorra lados seguidores de Moren � sólo_ se co�s t i t uye n en {accJ· ón
(un cuerpo de oficiales de ciertos cuerpos milicianos urbanos, más cier­ cuando su jefe ha pa rtido ya a un dest1no d•plomáuco en Londres que
tos grupos de opinión laxamente organ i zados) no varía fu n da men t a l ­ la m u erte le i m pedirá ocupar; este partido póstumo. q�e no ha encon­
mente con las primeras etapas de ésta. Esa dualidad -que puede tra­ trado remplazante para su jefe, halla bien pronro meJores n zones de
_ .
ducirse en rivalidad- se refl eja todavía e n l a · división del grupo solidaridad en los sufrimientos comunes a manos de l a facc1�n nva l
(que no son leves: cri panic u l ar l ue go de las ¡_orn a da s de a bn l abu �­
d i ri ge n t e revolucion ario en torno a las figuras del presi den te de l a
j u n ta, Corne.l io de Saa ved ra , y de uno de los secreta r i os, Mariano :'lío­ daro n los dest ierros y con fi nam iento de moren 1 stas� que en 1� co�t•-
reno. Este a bogado cuya brillante carrera lo había llevado ya DUI'dad d e una Hnea pol ftica a l a cua.l la m•sma flutdez de la sttU � Ción
lejos · · 'ón _en (:1cc10nes
de sus oríge nes relativamen te modestos (era hijo de un fun ci on a rio revolucionaria debla restar fijeza. De este modo. la d•v•s•
de
carrera, de recursos muy limi tados) iba a revelar no sólo una claridad es más rlgida que la oposició n de tend_enc ias ; �e�� · al _m• �mo t �empo
de ideas que faltaba al p resi den te, sino un entusiasmo revoluciona que ha creado en el b loque revolucionano una d • v• s• ón_ dJ�lc1l de J U_zgar
que sus rivales juzga l::l � n poco adecuado a una empresa que preferían
rio
ra cionalmen te pero no por eso menos agud�, �
la exp enenc1 del pr�mcr
ver desde una perspectiva más ap a c i b le. Si bien Moreno no iba a año de revolución ha ofrec i d o a ambas facc1ones �
una ense n a za _su.tan­
ser
más reacio que sus adversarios a envolverse en el manto de la legiti­ cialme n te idéntica en cuanto a los peligros de la de mocra mactón: l a
midad, iba por otra parre a p ropon er con una fran qu ez a hallada por g u erra ue ll eva ba l a atención a · l o s remotos frent es y estaba de � ol­
q
al­
gunos irritante y por otros peligrosa , u n programa cuyo carácter revo­ v i endo' al ej� rci to u n a linea de organiz�ción más tra�icional, pe rm l ll �
en este p u n to u n cam b io a la vez ud•�al � muy d 1sc�eto . _,Pero es�
.
lucionario no se obsti na ba en n egar. La a fi ni dad de en foq ue creó
una
solidaridad creciente e n tre l\Ioreno -que, aunque entusiasta, · era sólo cambio m ismo no era peligroso? Una dlTecc•ón revolu�•onana que. se
un recluta reciente de las filas revolucionarias- y la mayorí a de los sentla inquietamen te sola en el marco de ·los grupos soc1al�s d_e los q u e
que, desde más antiguo, se hab!an acercado a Jo s p robl emas deri vados habla surgido se esforzaba ahora por asegurarse en el eJércr to . profe­
.
de la crisis im perial con una co mpre n s ión plena de la vas tedad de sio n a l una base que le permi tiese independiza ne ?e.l . apoyo m d 1ta n te
las
posibilidade s y dificultades que ella planteaba a quienes quisieran uti­ de cu a l q ui er sector social; no sólo clausurando �efm_wvame n te el �ro­
ceso de democ ra t i za ci ón en cuyo CO!ltexto esa d •re�Ció n hab1a surg1do,
_
lizarla; ellos abundaban más, desde l u ego, entre los que l..!ablan en­
contrado en los grupos de discusión y opinión su marco propio qu.e si no también manteniendo "Una nueva independenc • a frente a l�s ex•­
_
e n t re los que, al alcanzar e l mando en las milicias, hablan ganado genc i as de los s_ectores altos, a qui enes no puede h berar del costo de
un poder que -sin necesidad de plan tearse problemas demasiado com­ l a guerra.

plejos- habían· usado sobre tOdo para conqu i st a r más poder. · De este Sin d ud a los efectos de esta po llt ica sobre los sectores pop11bres eran
modo, la oposici ón entre SEved!� y Mo.!_eno, al reflej arse en _la crea­ ·más matizados (y probablemente, una vez. computa� as v e n ta 1as }'
_ �r­
didas debería n considerarse favorables) ; esto pennHe en lend �r . me_1?
r
r
ción d e corrientes d en t o del bloque revolucionario , aunque no se su­
-juo;o con otras razones acaso más di rec t� por qué l a . l•mttac•on
.
perpone sin resi duosa l a d•visión por er origen que desde e l comien zo
de democratiz ación pudo darse s1n af_ron tar confl rctos senos.

existía en ese bloque, la reproduce en buena medida. del proceso
.
pero no hubiera pe rm i tido e·sperar uoa a m pha�1 n de a �o�o� para
el
.E.s asJ como el bloque revolucionario, formado desde su origen por _
·
poder revolucion ario dentro del m arco d e op1món lrmJtado e n que
dos seCior.es distintos. ti e nde a escindí� en grupos opuestos. Sin em-
l a detención del proceso democratiza do lo venía a encerrar.
:no DEL VIAA.EINATO A LAS PkOYINCIA$ l'SIDAS .A
!. REVOLUCIÓN tN llUt"OS AlR.tS 2�1

La coy un rura era s i n embargo menos desesperada de lo que podla resta de los sectores altos urbanos fre nte al poder revolucionario. A
parecer; en la situación insólitamente favorable de los años 1 806- 1 8 1 0, través de sus dos bases de prestigio y riqueza -el comercio, la alta
l;� polir ización �abla hecho avances muy rápidos: sus posibilidades,
_ más burocracia- esos sectores altos dependen d�masiado de la benevolencia
b1en que sus nesgas, eran las que se hablan hecho evidente.! . Quienes deC. nuevo poder como para que . pue�an de veras permanecer del todo
se aventur�ron en esa tierra incógnita se hablan sentido protegidos ajenos a él-:- ·Se ha visto ya que -aunque tardla y ribiamente-_ las for­
por
la presen c.ra en ella de magistraturas y corporaciones que los hablan
mas exteriores de adheii6n son finalment.e adoptadas por todos; tam­
po­
<onvoc� do a esa aventura. Y el alcance de ésta -dejando de lado
_ bié n se ha visto cómo, para eliminar al sector demasiado vasto que b!Uca
tencrahdades que sólo el futuro iba a revelar- era por otra parte lo eludir el compromiso definitivo con la revol ución, esas formas se hacen
bastante limitado como para que sus riesgos también lo fuesen. A partir cada vez más taxativas, hasta incluir el ju ramento de lealtad a la na­
de _1 8 10. la s! ��a_ció� <ambia
_ rervmffl
�� di 7 n te: por más que el poder revo­ ción independiente. Pero a más de estas adhesiones que son condición
luoooarro q ue su propta le glt
u wdad_
monárquica, es demasiado de supervivencia en el :Buenos Aires revolucionario, y que pueden ser
sabido que esas alegaciones no son halladas convincentes por sus rivales. en parte limitadas en sus consecuencias (por ejemplo. mediante una
El _ u s o cada vez más generoso de la p n a �e muerte para Jos que se s.i�temática benevolencia hacia peninsulares, realistas y prision eros de
_ :
resrsten a su avance (maugurado por mHujo de Moreno, pero conti­ guerra, que -ya se inspirase en razones humani tarias, de solid�idad
nuado por sus sucesores) es la más segura garantla de que hao de política o de mero oponunismo-- podía ser convenie nteme nte atesti­
cumpl1rse _
las sombrías predicaciones revolucionarias sobre el baño guada en el caso de q u e la revolución fuese vencida) , el solo trascurso
de sangre que seguramente seguiría a una eventual restauración del tiempo creaba nuevas solidaridades -:_n_o necesariamerue poriticas­
del _

viejo orden. En esas condiciones era comprensible que quienes no ·se


_
entre inte� nt� de -J�s se _ �
_ st._o_res -� o� � _e!_ po�er _:ev�Juc: ion ario. -una
dente ae ellas es la acuv
hablan sentrdo atraldos por la actividad p ollt.i<a cuando ésta exhibía _ - úfad económ1ca del estado revoluclo­

sus ventajas y escondía sus riesgos tiendan · aun menos a volc.arse en na.riO: más voraz q-ue 1a administraci-Ón �i;r�¡;;a¡: a di ferenciá de ella
ella cuando esos riesgos se tornan serios y evidentes. gasta la mayor parte C:le sus recaudaciones en el mismo pals. Se ha visto
En este <;l ima la crisis de confianza en l a dirección revolucionaria ya cómo las relaciones de negocio� con un est.ado a la vez mendicante
-que se trasforma en ..!:I n__ esti9o permanente de la opinión · pú bl1c� y manirroto -aunque peligrosas- resultaron para muchos ten tadoras;
portena- se traduc��ás que en �a oposición militante, en una cw- las disposiciones comerciales para tie!!_!pos de �erra, que abundaban eo
9adosa � ma de cli!it an�a._ ���-�-º.e ide!!_tificacíóñ totar de cualquier prohioi"ciones de comerciar !imitadas por exenciones de fustiii cación
sector de la sociedad porteña con la direcció n revolucíoñaria, que en no si empre evidente, ofredan igualmente oportunidades a-quienes tu­
1 8 1 O parecía una flaqueza que era preciso corregir urgentemente, luego viesen las vincülaciories que permitían utilizarlas.
de nueve años seguía siendo una realidad; en ese plazo la revolución Estos últimos contactos no se dabañ -tan sólo a' través de la pura y
había aprendido a convivir con ella, y sus· jefes podían filosofar sere­ simple �Eción; los matices que podían al<anzarse los advenimos a
namente sobre ese curioso rasgo de la vida polftica revoluciona ria. través, por ejemplo, del relato autobiográfico de Francisco Sagul: esle
..
Cuando el ex director Pueyrredón alude en 1819 al "raro contraste porteño nacido en 1794, "de raza pura . española", "sobrino y ahijado
entr� unos po�os, que presidiendo a los destit?OS del pueblo, hemos de un millonario" establecido en Montevideo, don Juan José Seco, es
q uerrdo sub�rdm � r a lguna vez los i ntereses públicos al interés perso· hasta la revolución capit�n en uno de los barcos de su tlo, dedicado
.
na!, y la resr� acrón var� nd del resto de los ciudadanos para prestarse al trasporte de negros y de carne salada. Inclinado por la revolución,
.
sin mterr � poón a expenmen tos, que se hacían siempre a sus expensas utiliza sus viajes a Mon tevideo para llevar noticias e instrucci ones a los
y a sus nesgas; pero usando a su turno del derecho de no permitir revolucionarios de la ciudad, entre · los que figuran u n yerno de Seco
obstinarse a quienes los empleaban con poca fortuna",81 está de hecho -Franciscp Joaqwn Muñoz- y el cuñado de éste. Seco muere, i\fuñoz
aludiendo, más que a J a presencia de una nueva opinión pública ple­ se refugia en Buenos Aires, pero Sagtú permanece en la Montevideo
beya creada por la revolución, a una opinión indudablemente más acos­ realista, cuidando los intereses de la empresa y la persona d_e la viuda
tumbrada a madurar juicios sobre ·sus gobernantes, pero a la que la de Seco. Sólo luego del armisticio de 1812 puede _pasar a Buenos Aires;
revolución ha enseñado también la necesic!ad de la rttSignación; sólo recomenzada. la lucha contra Montevideo "los hijos de la viuda de Seco
ante un poder previamente debilüado por fracasos demasiado clamo­ tomaron a su cargo la proveeduría del ejército sitiador en toda su
rosos esa opinión llegaba a traducirse en acciones eficaces . extemión" y Saguí el comando del buque que aseguraba el trasporte
Pero esa reserva, que elude tan to la adhesión demasiado calurosa como de las provisiones, burlando varias veces el bloqueo. En diciembre de
la oposición eficaz, no resume por completo las acti rudes de lo que 1 8 1 3 se propone agregar a sus actividades la de corso; compra con su
primo Muñoz un pailebote, pero la patente le es negada pórque el go­
81 J. M. de Pueyrr�dón, op. cit., p. 21�. bierno da prioridad a la creaci?n de una marina de guerra. En ella
222 DEL VI JUU:I'NATO A LAS Pi<OVINCIAS l'SIDA5 LA REH.L\.:CICJ:-1 t:< Bl:E"I)S AIRi:!

encuentra su lugar de fi nit i vo nuestro Sagul, cuando Martln Th o m pso n ximación o de hosr ilidad entre poder poHtico e in tereses económicos
le prop one su incorporación: " acepté con entusiasmo la oferta, contaba no excluyen que, pa ra los ntás �_]QS__t i.!l! lares
_ del poder eco n ó m i ·
en tonces diecinueve años tres meses de edad".82 De este modo, Francisco co. la gn vitación cr_sc.i.�.rlt!; _d,J:Lestado revolucionario en la economia
-
Sagul -uno en tre muchofr.- anuda con el poder revolucionario lazos sea -com o por o-tra pnte lo era a -los ojos de ese mismo est ado- un
cada vez más es trechos . Desde su primera inten-ención benévola como da üi jntrin�ecamcnte negativo. d� que poddall_ derivaro¡¡e a lo s u mo
corr�o con Mon te vid eo, hasta su i n corp o raci ó n a la marina como o ficial \-én �j�s ci� u nst a nC'i al es ; e s ésta una raz_?n adi ci o n a l pan que lo5 l azos
_
a sueldo, su carrera no sólo sigue un avance coherente con su militan· surgi_�S �e Ja bÚS'fU�da de esas ventajas no hayan podido C00$0Jidanoe
cía · política sino a dec ua do a la nueva gTavitación económica que la e� una identificación de ese entero sector de i n te re�es con la d irección re-
guerra ha dado al estado; ya antes de inco rpo rarse oficialmente a la rria· ,-ol u cio na ri a .
ri n a de combate, como capitán de un barco de abastecimi ent o de tro­ Es así como un di a fra gm a casi i m perceptible a la ve? que tDU)' sólido
p as , había comenzado a viv ir de la guerra. Pero, acaso más sign ificativo sep ara al gTUpo di rig� nte revolucionario de los sectores al to s urba nos
que el e je mplo individual de Sagu l sea el de su en t ero clan familiar que de los que h a surgido. y que se rehúsan a r eco no cer como p rop i a l a
-cer rada la ruta de Afr ica y La Habana- busca como puede insertarse a\'en tura d e aquellos de sus miembros lanzados a los r i esgos de la po·
en la nueva economía de guerra, usando para ello solidaridades revo­ ! : r ica. Est a n do as! las cosas, el l uga r que a pesar de todo mantienen
lucionarias al pa recer suficientes como para otorgarle la provi si ó n ex· los dirigentes revolucionarios den t ro de los sec tores altos locales esti
elusiva del ej érci to expedicionario en la OrientaL
Banda !�jos de dar únicamente vigor al mo v im iento . Sin duda el pode r revo·
Se ha v is to ya cómo las ventajas que esta solución ofrecla eran a me · luci onario se _ beneficia con el proceso que, por e l solo trascuno del
nudo ilusorias; aun asl. la necesidad obligaba con frecuencia a adop­ tiem po. -hace de la Buenos_ Aires_ re,·olucionaria - pese a las lame n ta ·
tarla. Y por otra parte, incluso los represencantes de la más só li d a ri· cienes de B-er-uti sobre la co nt i nu a mutabilidad de la fortuna- un:¡ SO·
queza comercial local -Lezica, que sobre todo a causa de las deserciones ciedad cla r.� mente estratificada. e n la que el lugar de las gran des r�mi·
de sus a n tiguos rivales Hegó a dirigir hasta su ruidosa quiebra de 1836 fías peninsulares ba sido ocupado por algunas cri o ll as ; las fam i l ias de
l a más i.mp or tan te de las casas merca nti le s .crio llas; o Llavallol, que distinción parecen recu perar. en, la_ sociedad _ revo l uc io naria üñ lugar
p ros igu i ó un ru m bo más modesto pero también más seguro- no des· que ·al los fu n cionarios y m agi st rados no recon q uistan tan faci lmente.
deñaron la pro visi ón o el crédi to al estado. Aun a s!, y por más amplios En tre ellas y el nuevo _.E_ oder se est��c_eJ)__relªciones que reiteran las
que fuera n esos contactos de in tereses , ellos no bas tab a n para identi­ c¡ue eJfás m i smas O SUS ri va les hábi�n��� en id� CO!I _!a a! t� a
� �t:!!i nis·

ficar a lo� sectores al tos, como grupo. con el elenco dirigente revolu­ tración es·pañola; y ese· circ-uñspe cto intercambio de cortes í as con quie·
cionario. En primer lugar porque ellos se desa rrol laban baío e l signo nes ocu p a n - ahora la cima de l a sociedad porteña aumenta e l pres tigio -
de u na arbi trariedad que creaba, en torno del estrecho circulo de los de un poder frecuen!e_mente acusado de advenedizo.
favorecidos, un circulo más amplio de hostilidad; en segund o término, Pero esos i l ustres interlocutores, si b i en no siempre se limitan a dar
por la ambivalencia misma de esas rel acio n es; un ca m bi o político o un con su cortesía reconocimiento impllcito de la legitimidad
mesurada
nuevo avance en la ruina del estado podia trasformar al beneficiario del n uevo diflcilmente llevan su militancia h a s ta �uperar su pre·
pod er.
en e ncoleri za da vlc t i ma . ferencia por la penumbra de las segund as filas. En 1 8 1 6 e l enviado
Ese complejo haz de i n tereses, cuyas coincidencias no son siempre norteamericano Bra cke nri dge recibe de quien conoce mejor que él
duraderas crea en_to n e� entre los titulares Clel P..Qdú revol ucion ari o y_Jos Buenos Aires un excelente consejo: que visite al señor Escalada. Sin

se�ores _económicamente rr müyenteSl[anto los criollos como los ex· duda Escalada "es si m ple ciudadano y· n u nca ha tomado otra parte que
como individuo p a n icu l ar, pero su riqueza lo ha habilitado para pres·
tra njeras, eco n ó mica me n te cada vez más po derosos, y ben efic i arios del
influjo politico de sus n a ci o n es de origen) relaciones a la vez In ti mas tar sen-icios a la causa".83 Su riqueza,. ju n to con su viejo pres tigio (su
y más ambiguas de lo que el antes señalado desapego reci proco podría padre, antes que él, había sido en Bu e nos Aires hombre de for t u na

hace� suponer. No hay casi medida pol�� �ue no a fecte in tereses e�o­ y miembro del e<1 bi ldo en 1757) . k da un i n flujo que muchos apren·
nómJcos, y los a fe ct ado s buscarán .:.. usa nd o conta ctos -olas-medios de den a no desdeñar; antes que Brackenridge, un ofi ci a l criollo que
presión de q·ue dispongan- m�dificarla en -�1:1- pro�echo; en 1 8 1 6 los abandonó los reales ejércitos para sen-ir a la causa pa trio ta y no te nía
en Buenos Aires conexiones personaJes y de fami lia -J 05é de San
agentes del gobie rno de Wash in gt on no tardan en descubrir que más de
1\Iartln- encontró e n l a casa de Escalada, a má.s de preciosos comac·
uno de los norteamericanos que con tanto entusiasmo de fien den la cau­
seria su esposa. Su matrunonio con Remedios de Escalada
tos, a q u ie n
sa de Artigas defiende en realidad la.s p a tente s de corso que el caudi·
!lo oriental ha distribuido con l i beral ida d. Pero esas causas de a pro· y de la Quintana, haya tenido o no móviles pol.lticos, tuvo i ndudable-

"' Coronel Francisco Sagu!, Apuntes de familia, Biblioteca de Mayo, m, 2 193.


.. Brackenridge. op. cit., 1, 280.

Z25
224 DEL VJIIJI.N
.EI ATO A l."-S PII.OVI.NCIA.S UNIDA; t.A UVOLIJCIÓN tN IUEHOS AlllES

mente efectos polfticos: le dio -pese a que su nueva familia, si h e mos - pese a algunas engañ os as apariencias- remplaz� rla �el tod� . Es1 clase
de creer a tenaces tradiciones, nunca lo consideró del todo su igu l­ a alta mutila da de un sector pen insular, cuya lnttma
mtegnc1ón sólo se

advierte cuando se hace JM»ible desembanzar� d� �1. golpead a


ese lugar eo la Buenos Aires revolucionaria que al parecer su ded ica­ a�emis
ción y sus talentos no basubao para otorgarle. Sin duda, esa venta j a
por adversidades económica
s que �
ectan a s_us m•embros muy destgua l­
no 'iba sin comra part.i das. sobre todo desde que San Manl n se perfiló por más que _ se
rneme, dividida por brut<�les opc10nes pollucas q ue -_ _
como el más brillante jefe militar de la revolución; los dos hijos de termin a n �r deshac� r sohda nrladn de m­
busque a menudo eludirlas-
Escalada, · recuerda Brack.eori dge "uno de dieciocho y otro de veinte mcorpora como grupo
tereses y aun familiares. esa clase a l ta . SJ no se
años de ed ad [ . . .] están sirviendo bajo la mirada de San Martl.n". P ero
3 b. revolución es. entre otra
s razones. porque ya es mca paz de actuu
la mili tancia revolucionaria, a la vez f irme y di screta , de los Uoilada al acacarse g entes revolucionarios no corren

como tal. ¿Y a ella los diri
estaba lejos de ser predomi nante en una buena sociedad que a pesar cia qu e de todos mouo� alta
el riesgo de hacer suya, m<is que la coheren _ .
· .de todo no vela discutida su preminen cia . Un camarada de San Martín, clase, su capacida d -exacerb ada por l as dificultades de los uem·
a esa _
Carlos Maria de Alvear, no necesitó buscar nuevas alianzas familiares nv l s? He aqul .un3 � azón
pos- para dividirse en bandos y grupos ��
para emprender una carrera ascenden te primero deslumbradora y bien l para que, a los ojos de u n grupo dmgente revolu� IOI � Jno no
adioona
pronto interrumpida; la familia de su madre (los Balbastro} le ofrecía ex:ernas , el problem a pnnCJpa l sea
demuiado urgido por presiones
un punto de pa rtida suficientemente sólido, y lo demás lo hizo un ta- na imerna .
el de su ducipli . .

· . l en to si ngula r para desempeñar el papel de joven prodigio mil itar que 6u de la


Ése problema pasa lentamente a pr im � r plano en la conducc1
la opinión pública le había asignado. Ahora bien, esa influyente fami­
pollt.ica revolucio nuia. Vist3 retrospec uvamente . 13 lucha que separó
vi�to,
li a, presente en cabildos coloniales y capaz de enviar a uno de sus
a Jos adic tos de Saavedra y a los de Moreno -que, como hemos
wjos a l Colegio de Nobles de Vergara, si bien. se mostró poco d is p ues ta entre dos imoigenes di�tint:n de la
se trasformó bien pro1110 de connicto
a llevar largo luto por el antiguo régimen, no reveló tampoco ningún �or rencores
revolución en oposici�n de facciones separadas sobre todo
temprano celo revoluci onario; ello no le impidió conservar un influjo ofrecer la pri m er a lección sobre los peligros de 1�
tenaces- pareda
cap:n de servir al ambicioso Alvear. el contexto de esa
d ivisión en la dirección revolucionaria; pero ya en
Iuclla la formación en marzo de 1 8 1 1 de un · club pol.ltico
¿Al ligarse de este modo con una clase alta local de sentimientos morenl.sta, que

sesiot aba en un calé de: moda situado en el red ucido



reti centes (rente a la empresa revo l ucion aria, los dirigen tes de esa em­ distrito elegan­
presa no esta ba n cometiendo una imprudencia? Es indudable que para la c;:reación de ese
te de Buenos Aires (como se ha recordado más arriba,
eUos el problema no plantea en estOs términos: morenismo decaptt :ado,
se ese grupo al que club. signo adicional del retorno •.ofensivo del
permanecen u nidos ha sido para muchos siempre el s uyo, y para otros, jornadas de abril, que
fue uno de los elementos desenca den antes de las
dieron un a efímera victoria total � sus advers
aquel por el cual han aspirado siemp re a ser aceptados. Lo que es arios) marcó el cor_n icnzo
m.ás: para ese grupo ha sido lanzada la revolución; era el beneficiario el club no tema por
de un n uevo estilo de politi:t.ación. En efecto,
design ad o de la eliminación de las diques peninsulares que con sus camente acuvos, s1no
función am pli ar el número de los porteños políti
contactos mercantiles o burocráticos con la metrópoli le habl an di spu­ ellos ya se oponian o �odian ser !.levados
organizar a los que de entre
las firmas q �e s1gu en a
tado con éxito el primer lugar en Buenos Aires; co¡;oo tal, sólo su nativa a oponers� a la tendencia moderada en el poder;
pruden cia, agudizada por las dificultades crecientemente plan teadas por su pr imera manifestación pública (aquella que
pedl a clemencia para 1�
el curso de la revolución y la guerra, hablan puesto limites a su iden­ peninsul ares solteros, amenaza dos de conf.ina � ento, que constitu ía sm
.
tificación con d movimiento . . . Y esa reticencia frente al compromiso de la act1V1da ú pollttca reanudada
duda una curiosa inauguración
su. de Moreno) asi lo
poll t.ico ti ene sus ve n ta j as ; tal c;omo lo observaba ya Pueyrredó n, evitaba en nombre de la tradición supuesta mente extremi
s o lo serán, y todos
la formación de vientos de fronda demasiado violentos, salvo en los prueban. De Jos 83 firmante�. 44 ha�· sido roilitax-e
momentos de crisis en que esa fronda cumplia WJa función positiva ellos sin excepció n en grado de ohc1ales ; 14 han ocupado u o�uparán
al a celerar un ca mbio en la dirección polftica reque rido por otra parte cargos en la burocracia. Acaso lo más notable de
ese nuev� esulo, q�e
por las cosas mismas. may�r de (ace�?n preson­
presenta a la opinión pública un _estado
El peligro parece su rgir más bien de la fal ta de coherencia de ese diendo de indicar por algún signo st lo acompana uo séquito pop� lar
grupo con el que la d irección revolucionaria establece una vinculación importante, es que en la empresa tiene parte
tan impo�tan te Dommgo
_
de la que no espera plena reci procidad . Pese a que la adopción de un French, que en mayo de 1 8 1 0 org � niz? la.s mantfestapooes populares
estilo más europeo da a la vida porteña un tono más brillante que en d French se revela en_ el
de apoyo a la revo luci ón (la gravnaoón de_ .
1 8 ofioales ames de 1810 steu�
p asado, la tormenta revolucio�a ha deshecho la estructura misma de hecho de que, de los f:i.nnan tes que era.n
que perte � ecla Fre nch; Y de
la sociedad colonia! (suficien temen te reciente en su constitución, por ¡0 hayan sido en el cuerpo de húsares, al
ot.ra parté, como para ser ella misma demasiado sólida) y no ha podido a
los 26 que tom ro n estado militar a partir
de a
1810, d1ez lo hay n hecho
2.,.
_,
226 DEL YIRREI':'<...TO A LAS PROVI.'ICI.'S l'SI D.'l LA UVOLUC:IÓ� El:! IIUESOS AIRES

reme . Sobre s u organización i n t erna se sa be en verd


en el regmucnw de A_mé rica. que French organizó y comandó) . · Luego ad muy poco : sus
d� una breve persecuc1ón a manos de sus adversarios, el club es reivin. rn itm bros , ligadru por la promesa de secreto. se mostraron
en este punto
d1cado aun antes de que sus adictos conquisten el pode r : el 1 !l de extrem adamente cautos, y los estudiosos de la institución suelen intere­
ene­
.ro d� 1 8 �2 �s u rge con t:.! !!_Ombre nuevo de Soci�ad Patriótica, en
un sarse más bien por e l problema de si l a logia era e[ectivamente masónica,
.
acto
� e � n e y m a¡ es t uoso " presidido por d i gn a ta r io s civilh militares
of ¡0 que arrojarla la sombra de una duda sobre la piedad católica de sus
San Martln.
Y e�les1á �t 1 cos ; ese �-lemne reconocimie nto de su lugar en el orden re\'o­ mi e m bros (más de uno de los cuales -y en panicul<�r
luciOnano no dulc1f1có su actitud hacia un gobierno al q ue no contr se mu stra poco vu e ra b le a las solicitaciones de los m u chos que
o­ que e ln
id a- [ue por
laba �n octubre d� 1 8 1 2 alcanzó f i.nal meme su victona cuando u
: n se h:�n prc>puesto convertirlo pó st u mamen te a la fe re cib
. organizacion es inequívoca mente m a só n i cas) . Las
mOYIOJiento del ejército ya hondamente profesionaliz ado barrió a los he­ otra parte miembro d e
rederos ind irectos y escasamente leales de l saavedrismo encabezados inkrencias sobre la existencia de una Asamblea y un Consejo de l a Logia,
e n to �c es por Bem a.rdino Rivadavia -cri o l l o, hijo de un o pul e n w C·'>­ fundadas por Juan Cantcr en la lisia de miembros comunic:�da en su
,·ejez por �l gen era l Zapiola al general Mitre,IH que en e fec t o los
m erC J a n te ga l_l e go, que. como secuaz primero de Liniers y l ue go divide
-de
Saaved ra, hab1a man terudo _ _ n tegr:�ntes de uno y o t ro t:uerpo. son i so s t en i b l es; basta u n a rápida
haoa Mo ren o una hostilidad que pro lo nga ba en i n
en el p l<� n o poUtico otras profesionales- y por Juan M a r t l n de Pu e, rre­ inspección del diccionario biográfico de Udaondo para descubrir q ue
dón . Eso_s d i r �gentes. que, luego de la búsqueda casi declarada de. u n )a asambln es la general constituyent e y el consejo el de estado. Lo
modus n ven d1 con los realistas, hablan enfrentado con energía ( y un que revela en cambio la lista de Z a pi ola (que, j u n to con San l\fartin
d erroche de horcas que hada p al idecer el recuerdo de las furias jacobi­ r Alvear, había i ntegrado sociedades secretas e n Cád iz y Lo ndres y figura
nas �e l\Io re no) una conspiració n realista, encabezada por Auaga. e n la entre los o rga n izadores de la de B uen os Aires) es hasta g_ué _punto _!1_
prop1a Buenos A1res- eran ahora víctimas sobre todo de su habilidad co metid o de l a Logia era el de C.2_Jltrolar_ lourga_noLde gobi�rno:
lue­
para controlar el . �omplejo aparato electoral creado junto con el triun­ go ddgolpe militar ·de oc t ubre de 1 8 1 2, la asamblea constituyente ser�
_
VIrato que en septie m bre de 1 8 1 1 remplazó a J a junta; des es pera n do de $3biamente organizada, u ti l i zando las posiciones ya ganad<!s en La admt·
desaloJa:los m ed1 nte e l uso d e las vías legáles, los jefes del ejército
� nistración cen t ral y en las de las ciudades de provincia, y se trasformará
Jos barneron so b n a men te del po de r. Pero esa vindicación de la Soci edad e n la base del ascendiente de la Logi a sobre el estado revolucion:�r
io;
P� triótica ma rcó . a la �ez que el punto mas :�lto de su poder e l s u rgí· po r otra paree, de los a sam bl eísta s miembros de la asocia ción (que
� �e � t o de una n val_ b1cn pronto afortunada, la Logia. La Logia no se llegaban, según la li sta de Zapiola, a 25 so bre un total .de 34 que com·
d_ISlmgufa de la Sociedad Pa tri ótica ni p or··su s tendencias ni -de mo do ponían el cuerpo) sólo diez participaron en las decisiones secretas de 1:!
marcado- por las personas de sus dirigentes; era su función en el si st e· Logia; a los restantes 1 5 "no se les da pane en e l secreto porque se
�-a J:�líti�o revol uci on a ri o lá qu-e marcaba una diferenc.ia pr o f uñ d a. dejan llevar con el que puede más y no tienen más interés que el de su
\ a n_o se t rata ba_ de dar mayor firmeza de opini o nes al en t ero sector comodidad "; el carácter manipulati vo de la Logia queda asl en evidencia.
po ll_ucamen te acuvo de la ciudad; �-e buscaba más bi e n dar una unidad Pero ¿a qué se orienta esa manipulació n? En este sentido, no parece
táctica (aus�nte �n e l pasado) a los dirigeiúes de ese sector. Sometién­
_ haber duda so bre jQLPropósitos_P.rimeros P.e la !'-:o�!a;_ asJ:gurar la con�
dolos a l a_ d 1 �c1 p h n a férrea de la Logia, se aseguraba a la vez la unidad flu en cia plena de larevo 1uci6� riopl a te n se en una más vasta revolución
y la conttnUJdad del régimen revolucionario: his anoamericana, re pub l i�a.n� e ���ep_enden!i�ta. En este asp� cto . . la
p _.
Aunque esas esperanzas i b a n a ser desmentidas , la consti tución mis· Log1a .ret oma dec•�<l:_am _�� ��c1ón __mq�_!:n��t a y - en u n a snuactón
ente
_ -
ma de la Logia y el _ reconocimiento de su papel como fuente y supervi· en que los 'Campos se han d el i n e a do más claramente.,- l a expresa con
sora de! poder po!Inco re fleja n mur b i e n, por una parte, la limitación deci sión aun mayor. La Asam b lea d� 1 8 1 � m arca sin duda el apogeo
p �ogr_�ma de! sect�r dotado del P? der -de -decisi? p�_lit ica en' la Buenos
_
_ � de esta reencontrad a llnea revolucionaria; sus i ntegrantes se dan el nom·
bre de ci ud adan os y cultivan si n · reticencia las v ir tudes republicana
AJTes revoluCiona na, de los reg1m1entos milicianos a la Sociedad- Patrió­ s.
tica, Y por fin a _1� Logi a ; en segundo lugar. implicaba la aceptación
Pero esa orientación general no torna menos complejas las situaciones
por pane de los dmgentes revolucionarios del hecho de que, puesto que son de tal
que el poder revolucionario debe enfrentar; a menudo, éstas
su _poder estaba cada vez menos l i m i t a d o por la presión de sectores i nsu[icien temente
. í n dole q\1e los principio s generales il u mi n a n muy
sooales más amplios, los mayores peligros para el curso de la revolución
e r as .a la opción. En pa�ticula r dru órde·
se encPJI!t�ban en_ ellos mi�os. De este modo, pese a q ue la Logia
acerca de las alternativas abi t
es
por su orrgen una tmportactón de ul tra m ar (deriva en efecto de las
.. Juan Cantér, LAs sociedades secretas y lit rarias, en Academia NaáonaJ
sociedades secretas organizadas sobre modelo masón i co en las guamicie>­ : .
de 1;¡ Historia Historia de la Nación Argentma, v, 1, Buenos Aues, 1941,
nes de la Penlnsula y en los drcuJos des terrad os de Londres) , su éxito p. 29'; Doc-u:nmtos del Archivo de San Martfn, x, Buenos Aires, 1910, pp.
se d e b e sobre todo a su perfecta funcionalidad en el contexto riopla· 489-i9 1 .
228 D�L VIJIUINATO A LAS PaOVINCI.U UMOA$

nes �e �roblemas es�b�n revelan do su entero alcance: uno era la disi­


el al ve.ari uno lo er1
d�nCia lnoral, (avoreada por el uso de apoyos locales en b luch;icontra ciment.ada en ambiciones y resenumiencos comun�)
duda babí• hecho S.U)'O' ]Oj upuenos
s idco16gtCO!.
el � �
luarte realin� e �onlevid o, que h<�bfa dado a estos apoyos fueru

desde eJ romacmzo; sin
de sw rivales den·
de la a. ¡KTO no en esto lo que lo
Losi diferencub-.
sufiaente para remnr las tentauvas de •u bordioarlos al poder central; el
ero de ella, iino mi• bien la
consagraCJón plena ;a ?" obj eu ...o inmediato
orro - que pareda, aunque acaso no era, más grave- era b inespu¡¡ d a
de conqui�t.:J del poder. Para ga narlo y comervar
lo, l a nueva facción
ma�¡¡ de la _Res1a uracaón, que comenzaba a cubrir a Europa; si �lta de emi·
con que pasa a alcanur jenrqu1a
stgula avanzando, los d cngemes porteños podl; m ver� enfren tados a una cucnu sobre todo su auucia
cantos tejido$ a b gloria
r�stauración de los �orbones españoles. en cuyo nombre seguían gober" nente • inud re'VOiucion aria. En u11o de IN
a dr: :'\fontevideo. e�
nando . Fren te al pnmero, b fe republicana . tenia moy poco que deCir: de: su h�roe mixim<>, Alve.n. luego de: 1u conquist
se h..ce ev idente
h a blab a, con fuerza si ngular, el sen timiento de superioridad de un po· trastrueque e n el sntem� de virtudes revoludonanu
¡¡ designa la stucia en el len·
hasta en el uso de la lab r con que
pa &e a
der que, aunque se querfa revol ucionario, se sab ía heredero del virrernal· que
el orgullo de Buenqs Aires, que frente a la cam pa ña litoral de recien t � guaje bmiliar de Bu,.nos Arr� y en l.a glor•Iicación de un hecho
lue go ol�>idar: el repud 1o, un¡
los admindores de Alvc ar pr�[erir lan
colonización apareda como ��a sociedad marcada por jer arqul as sóli­
que le hab(a permitido
damente a�entadas en la t rad1ca_ón , tendl a a ver en s�s adversarios surgi­ ve� ocu pada Mon tevideo , de la apiluladón
. E�a conducta, acaso poco honor.tblc:, habla
_
dos como Jefes de esas n uevas t1erras peligrosos y a la vez ridíc ulos adve· entrar sm lucha en )¡¡, iudadc
sido al tamente benefic io�a :
nedizos.
. Pero si la fe revol uci ona ria � _repu?lic�na tenía muy poco que decir
el rec:n.ro eM� c!!Culpido
trente a �os probl em a ! de la distdenaa htoral, era direct am en te puestól
por tu viveza y talen to . . .

en en tre tc.h_o por los avances antinapoleónicos en Europa; para sobrevivir
Y¡¡ lo confies.'l el rendido
en tan dificil co�untun de? la aprender de nuevo a dlsimular: luego de
y todo �te pueblo en m.:ua . . .
la osa día qu� marcó el comzenzo de la asamblea. constituyente, el retomo y el �ga.z amenca.no
_
a l a prudencz a (y por lo tanto a la a.mbigucdad) se hace tanto m¡¡s
_ _ domina cod;¡ e,tol plaza..
ev•dcnt c. . La coruutu_yente no �ctará connit ución ningun ¡¡ , no proda­
m;ará la t n de�denaa; se reumrá cada ve:z con menor frecue ncia, tr.ls­
Si en �1 forro:. lo has ganado
form ada }3 en cnstrumento de un j uego polltico cuyo control se le ha
san conceder pe1itoriu.

e!Olp do. � �ci�n te inadecua ción de la ideologia má5 radi cal adopta­ de vuest ro triun{o son glorias
d:a baJO la ms�1racaón de la Sociedad Patriótica y la Logia al c lima hostil
que a loa pi1 U ia le ba�is dado
que la revolue1ón portefia encuentra tanto en el Li toral como en u l ! ra­
En no� 10do �� ha quedado.
mar hace aun más fuerte la tendencia (impllcita en la creación misma
. El út ado $<: inc:r m�ta,
de la Lo�a) a· concen tr ar la atención en los problemas tácticos de cono
y de tal modo lo auroent.a
plazo, deJ ando . en �na creciente penum bra los- objetivos- últimos del
tu ¡utuaa val iente usano
proceso revoluc,_onano; la transición de la Sociedad Patriótica a la Logia
_ _ que sin perder un pai�o
n� había stgmhcad o tan sólo, como se ha visto ya, un nuevo eslrecha­
dejas la patria opul�nt.a.IU
IDJento del grupo de poder, sino también un cambio de acento: del
e� arecimien to ideoló gi co, que seguía siendo el objetivo declarado de la
-n lli13 cir·
pnmera, a la manipulación de infl uencias con vistas a efectos polfticos ' La arubición de tanta ufan1a en hua.ñu algo dtcdo
dUo! hubiese do
exigí bi�n un
cun.nancia que en tiempos más sen
m
que era !a !inalidad de la segunda.
en Jos llagros que hue el h�lsmo 'O l uci onari o,
n1o
profesión de [e lfl
Esa_ atención creci :nc; a los· probl emas i nmed ia tos (demasia do com ­
muestra muy bien u n a d � las innovaciones aportad:u por el alvnrismo
pre_ns• b le en �n �OVUD.lento � m�nazado en su supervivencia) hace más
Como era natural, la s.1gacida d de la que el grupo se ufana no eJri
fácil _ otro de obj eti oos que t iende a iden tificar la supttvi­
deshzam.te? to lagar al grupo
puesta al �rvicio de l¡ p<�rria; sírve en prtmer

"'enCJ.<� de la revol uo n con la conquista y l a conservación del poder en
sólo
.a
t a del estado. y � 3p�ad.a pcr sus
Jeveramente
mismo en su conqui.
ma nos de _un determt n ado grupo politice. La Logia se trasforma u1 en significa que l61o la
nvaJe3 momen táneamente infortun ados. EsLO
no
� a m áqum a de dominación política f�e� e nte �ontrol ada pc)i- � fac-: haya ciment ado la un"dad
del nueYO bando; un
ali.anza de ambiciones

oón de A ear. Em� nuevo b� do revo�u c1onar io se difere�cia profun­ d e cntcnsfer, e1 la �nd�d<&
elemento capital, aunque no gc:mprc fácil
dame9tt ae los que habl a n surgtdo an cenonnen te, a partir de disidencias s poliucos comenzaron b•c:n
admí.nción al pese
jefe, a que
sus talenlo
muy re�les en cuanto _a la poU ti ca que debía seguir la revolución : lo que
saavednsmo y moremsmo hablan termin a do por ser (una solidaridad • Lll L ir11 Arrentina, p. )5, JJibliottca d� Mayo, VI. -t,S.

231
ES III..t:SOS A I R.U
LA llE.\"OLt:CIÓ:-1

c ia po� el
D(L VIUXLNATO A t..A.S P&OVI:-IC:IAS USIDA.S
sido devue lta a su poder e i n ( l ue n
ción se balla lejos de haber :1m1gos
p�u1e ntes-.�
a �censo de Alvear) . Lo
pronto a revelarse limitados. Los hombres que aco mpa ñ aron a Alvear que domin a e1 el rcu\sL
c_( d�
dlfCCtor su p re.mo del
.
del Di r�r> que
�upieron en más de un caso man tener esa lealtad admirativa luego ele su contro la la asamb lea y ha hecho
.
desgraci a; a un un po lltico tan l úci do, tan e viden te men te superior en est= 1 4 . a Getvasio Anto � to d� Posadas. notarl
o eclc·
es ta do, en enero de 1 8 .
aspecto a su ldolo como lo es el canónigo Valentln Gómez, en medio rehúye todo compr omiso revolu Ciona � o, persegu tdo l ue o por �
�i!st ico que
morenista ( aunqu e, según asegur
de una brillante carrera recomenzada independientemente del influjo a en su autob• ograU a, por erro• . pues
) i tos má.s e v i de ntes son su !>lr,·•uéKO
era m:ls bien
del caldo Alvear, apenas lo ve reaparecer en el hori zo n te politice, diez rea li s t a y cuyos mér
años después de su c alda de 1 8 1 5, se pone inmediatamente al setvicio icanci a , _garan t la de futura docdt dJ
_ � Pero
con A lvea r y su propia i n s ign if
de sus no disminu idas ambiciones . Y esa devoción algo ciega tra s· expres ión demas tado
_
{le) de esa Bueno s .-\1res re·
se
c1 3Jvearbm o es una
para ser exclusi vamente un c l <1 n
.
mite de padres a hijos; precisamente el hijo de un alve arist a de 1 8 1 3· 1 5 , vuelta por años de revolu ción. como
. Si bien Posadas debe s.11 :t.>c.cnso
a
\'icente Fidel López, es quien luego de la calda de Rosas escribe a fami li ar o a u n u na alianz a d e clanes
Alvear: a j u icio de López, en esa Argentina que domina la figura de sus lazos de famili a, si bien el
coman dante Ferná ndez se salvJ gra oas

de ma la r a un sargento en u n
Urquiu y en l a que actú an Mitre y Sarmiento, falt an hombres; ¿el gene· lCCC:IO de
a ello de todo castigo luego .
-tam btén
ira en p rese ncia del e n tero campa
ral. perdonando gen e ro sa mente la ingratitud del país para con sus pa· mento que co m a n d a, Frenc h

sados desvelos, no se di gna da volver para darle la dirección que le falta? to con fuene
e1 Pariente de Posadas y Alvea
r- no elude el confmamten
s desconoc idas por su pnmo · y cuna - d o e1
.'\miunllario y antirrosista, López ol vi da que Alvear ha sido una de las escolla, decidido, por razone
espadas del unitarismo y luego diplomático resista, olvida to dos los giros
director su premo .8
8
record ar
.
S11 primer a tarea -la de conservar
�lejor organiza do que nunca para
de una carrera a la que la desgracia ha hecho tan tortuosa para
tan sólo una esper anza que para él no ha mue r to, aquella que en 1 8 1 2 l ciona r o, bajo su nueva
.
Jefatu ra, n? se hal a �
rano, la. ..�•s­
el poder- el grupo re o
v u i
tantos depositaron en ese brillante oficial d e veintirrés años que aca·
por eso mejor in tegra do a la socied
ad urban a. � or el cont
v ea n stas que m son onoma­
_ .
baba de volver de Ja penlnsula. las f1las al
1
ma abund ancia de adher e n
más influe ncia en ella que <� denva
entes . da
Pero ese ascendiente sólo podla ejercerse en un circulo reducido: la r ios de Buenos · Ai res ni tienen
[acción alvearista es posible gracias al estrech ami ent o o de �� s _ava oc s en la carrera de
� la revo·
formación de la de sus cargos y magistraturas, . da.do
u:nl.l
l u c ión (notemos entre ellos al
e c lestasuco onen tal Ftgu� rcdo,
previo de la ba$( dC' poder revolucionaria, a cuyo efecto se debe que
capell án castre nse; al sm duda port�ño
una facción p ue da alcanzar el poder acumulando y utilizando adhesio· a B uenos Aires en 1 8 1 2 como
sólo pu do aba�don � r su curato �r1en
ne$ de personas con poder de decisión, aunque privadas de una popula· Valen lin Gómez. que, sin embargo,
que 5e ha tomado innecesaria . ¿Cuál es, p ara esas personas. y sus mérito s revoluoonanos; a l ecl�t.n uco
tal de Canel ones graci<1s a
nen tale . Ven·
ridad .
militares igu<llmente ? �
dC$contando el ya señalado poder de persuasión de su jefe, el atracti,·o orien tal Pedro Pablo Vida! ; a los
a Nicol ás He rra a, tambi én él. onem
al,
del alveansmo? I:I aber ace ptad o y asumido como pro pio un p roblema tura Vázquez y Javier de Viana;
.
ca_pHaJ: la conqu ut a y defensa del poder en manos de un grupo deter· ional no trabad o por una excesiva consecuenaa eu las
políti co profes a
a públi� :n las cortes de Bayon
m1nado. San Martln, más leal a los objetivos originarios de la asociación ideas, que había comenzado su c:mer .
!ecreta, más dispuesto a aceptar la prioridad de la victoria mil ita r como l impen o brastl eno) prueba nuevamente

y no la concl uir a sin servir al
po­
anteri ormen te señala as, el p9der .
objetivo revolucionario (y sobre lOdo a aceptar también en e l plano hasta qué punto, por las razones
p� rsonaJ la_s consecuencias de esa prioridad) pudo ser rápidamente mar­ litice ha ido· ai s l se _d� _cu � l qu ier [
� erte apoyo . soci al __en su capita l.
na bastaba para el d 1 r los pel•gr
á ndo
- � os
gm ado, pnmero al comando de un ejército del N.orte al borde de la ¿ Pero 1� mayor -diseip lina inter
? Es in d udab l e que la [ac ció n _alveanSta n�
disol ución y luego al gobierno de la intendencia de Cuyo. desgajad a imp llcitos en ese aislam i ent o
n ast,
de la de Córdoba. Alvear, que no eludia la a ctuació n guerrera· pero tenia demasiadas razones para
temer reacc iones e n l a capnaJ; au

que la cons1 era.ba un aspecto de su avance en el plano polltico (y s:: qu� . exced 1 era n . el es·
la renun cia inici al a
_ el apoyo .:_de sect _ores
organ izar
en es tomaban las deci Sion e_s no hbraba
.
as�guró el tnunfo frente a Mon tevide o/
asignándose el comando de Jos trecho-núCie-o-·formado por qui
<;�yo para � aparato esta_ta! t�n �
er·
s . uadores cuando el desenl ace era ya cercan o) , respondla mejor a las i n·
_
de la necesidaa· de buscar algún a p
a poy.o no podla lle�r del
sin� t=jhC ltO;
quietudes apenas secretas de los dirigen tes que, provenie n tes de las faccio· fectamen r e dominado . Diého
la planta
nes antes contrapuestas (pero en mayo• grado del morenismo) , se rece· terisl iCam ente, el aÍ veari smo sacÓ a la guarnició n .de
muy carac
d� las afueras,
urban a de )a capi tal , la conc
nocen en su jefatura. entró en un camp a ment �
. oón oudad� na
La máquina pol!tica ast montada sitve a un grupo necesari amente res, aislados de cualq uier agua
desde uond e esos 6 000 homb
n asegu rar a l gob•er-
reducido, y ello provoca las esperables reacciones de los que se sienten de segura lealta d debía
y comandados por oficiales
víctimas de una ma rgi n a ci ón injusta: las lamentaciones de Beruti, que
arrecian a lo largo de 18.15, son 3 8� y � 870.
.. Benl li, MemorillS curiosas ciL,
buen testimonio de ello (testimon io
parcial, desde luego; el morenista Beruti está desc ubrie ndo que su fac·
�o contr� c � quíer 10rpreu. Pero esa gt12mici6n no era todo
el ejtr­ ��o. podi� mllntentt su he gemo�la �i enu;n !u pol ítica fu"c inequ l\o­

a.to, Y a �pnaJ no era. b mten :lrea n::voluciona
_ na : ade.mJs de la. clLIDrnle exitosa. -. penu fl�n los re-veleS. el IKtndtc:nte deJ grupo
...
dtudenc•;� hto� trnd\Ktlble, el alve2rismo debe
tomar en cuenta ocru gobernante comienza a sul ñr una ripid<� ero
Sión. que a[cci:J. de in medi a ­
_
menos sutem:lt rcu que su desaforada empresa de domin<�ción
pollti ca to su &aliduid.ld tmerna. El Jefe de l.l sublev..-ción de Fontnurh, l.lva­
encontraba en tantas parta. En 1811, s.�endo aún
director Pos�das. Al· rcz Thomas. .;arequ&pe-ño. mJhtu de UJTen de.sde uempch coloni.alti y
"ear, tras de: su retomo triunfal de Montevideo, revolucionario de la primen. hora, ¡¡unque no pertenece al red ucido gru
parte hacia el e�rci to
.
c!el Nort e JMr:l rempln�t a :;u corn�dante Rondeau (al po que compane el poder electivo baJo Ah·ear.ha sido (avorc-culo 11or

p do ama en eJ que smaba . que ha rem­
la a pttal onent.al) . Ll cun-po de ofic:Jale$ éste y puecc corres ponderle co n una. ¡egura lealtad . Pero esa le :ah,¡rl
se mega sobriamen �e a recibirlo, y el h�roe de
Montev tdeo debe empren­ no llega hasta aml!igar la o posictón uuva de �us subordinatl os. p()(.O
der una poco glor10sa re�irada . En Cu yo, S4.n Martln, dupucstos a proseguir la guerra ov1l comra una disid�nci:a litonl al
que se ruega a
cncuadruse en el mecamsmo de conuol dominan te parecu irrefrenable; prefiere entonca �ncabeurlo! . . . En b. ciudad es
en Buenos Aire ·
se ha he ch� pel igroso; -� enviado un rcnpbun te e igualmen te rcchuad
por el cabildo mendocHJo; de nu�-o el gobierno supremo
� 1\f.Jgucl Eluoislao Soler, también 1 militar de carrera desde tiCitlpos
co· oniales (hijo de oficiales, (ue udcte a Jos 12 aftos) , tambitn �1 te:m·
se indjna ante
uoa routeno. que no osa enfreDLlr con la violencia. prano revolucionario, quien da el golpe de gncia contra el al11eariSJuo
En esas conuicion� l.a devadón de Alvear � cargo que !o ha bedlo coronel mayor y ga bernlldor·i nteAdente de BueraOl>
de director su­
premo, que le e' enuegacJo $in dilaciones por su menos
ilustre tlo e� Au-el. ¿Traioóo? Si se qute-re; pero Soler iálo actúa cu.tndo d cabildo
h� comenz;ado ya -�Jentado por el pronunciamjc-mo de Fontezuc:ht- 'u
UJJa medida de em�:Tg�ncia ante una coyuntura. que .se
prueba abun�an temc:m� recibida del cx:aso dominio
�abe crluca . si la

reacoón ofenúva contra Alvear, y la opHIIón públiu urb;Lnil ha comen­


_ del propio territo­
no C'\ ya ommosa, es con todo la mas activa resist tado a hac.er de los c:tpitul;¡res $US p.:al¡dmes contra lo que ya se: dc­
encia Htoral la que
condt!_ce a la � ��� a la c:ffmc:ra hegemonja alvearlsta
. A lo largo norpinil como la tiranlil del di rector &upremo ; también p.:ara él la alter­
de 1 8 1 -l Y _ I B b la di�•denoa se exuendc de la Banda nativa pafece darse en tre la de$1eahad y la ruina. Su decnión es lanto
Oriental a Entre
Rios, Comente.s y San t.a Fe; w tenuúvas de detenerl meno ..orprendeDle M se piensa. que el m;h estrec.Jto c.lrculo de conse·
a por b fuerza de
li.$ armas no $0n fehces; .
Al.-ear mebncólico director 5upremo de:Kie Jt:ros del director coincide abo t;m r
56lo en urgt la. r�pid. dimis1ón
las tropu porteii;ts, que
enero d 1815, tns düponn la cncuación eJe de é"'-e ; � necesano ofrectt su caída ill una oprn i ón impaoente. Alve.�r
etttreg;¡ba M ontC'\'Ideo a los disidentes, dedde emplear
:\ una parte de su
se res.Ute a aceptar e�te veredicto, y I.QSO s1u Ulubeo� que comumen
guarl\lción de la upu.al en ctllrenur u avanuda federal
que ha vuelto dJu decisivos. agravan la ruina de su bcdón.
a. apoderarse de SanQ Fe. Es preá$amem
e la vanguardi a de esa expc!di­ Pero
- u caf<b dtl alvearismo. ac:elenda poo la miuna concentrillción
dcl poder que balita sido la aúñ de �u [uena originu•a. � debe su.s·
aón la que se $Ubleva eu el C&Dtino _
aJ norte, c:n. Fontezuela. El direClor
guta sus ultimas dlas de gobierno en un l;u;.·ado conflicto
coo el ubtl­ uncialmente -se ha visto ya- a los tt\le-ses que eo(renta; es tos reveses, a

do, d que obuene no lÍO recurrir a amena;ti.$. una condena
explfdtot de su vez. son los de una política que � previa al tri u nfo mumo dd aJ.
la diSJdenoa y de 1u jefe Artig;iJS. Pero 12 dJ� de!puts del veansmo, y aun a �u surg.miento. P;u<l Alvear y sus adic:to�. el fracaso
_ pronuncia·
m 1�nto de Fontezucla se marchíl. en un buque ingl6, dejando de ::sa poll t ica es .sobre todo consecuencia de los avaJlce5 m undiales de la
a 5us
adictos eu las manos de sus !ntimos enemigos, que palade;m lerttro1mente contrarrevolución y no de d�noi errorer. en la apreciación de la $i tua­
•w vengan¡aJ cíónl:oc.al, sobre h cual b revolución porrena incidla. En consecuencia.
{Por qu� C:J.}Ó :el al:-earismo� Sin duda, �rque el cuerpo de oficia­ la (acción dominante ataba dispuata a abj urar progresivamente de s�
res. af que habl.;a con llluldo en árbitro de su poder,
terounó por emitir credo revolucionario, a liwcar -en el protectorado brit.Uuco y aun en una.
�C.llo adverso. P�ro ene laJ!o requiere � su ve� ser explicado: en �coociliaoón con b me(ló_IXJli- un modo de liquidar con el nún•mo
�rte el coruccueno¡¡ de la muma concentración del poder; para $U d ptrdidas la entera empttSa revoluaonaria., que apareda ahora como
e
e{jcaz. 1� LQgta debla su neccs;marnente un cuerpo una a"·entun condmad.;a de antemano. En este diagnóstioo de (ta(a!o
restringido -a las mh
al� JC:nrqu
_
ras. pero pu�o que a.sl estabóUl las cosas era preciso además y étl sw tenuuv;u de eviru rus roDJeCUenci'ls, la (;u:ción alve.ansta no
_gue esas Jel'llrqu1as (uescn aceptadas y SU$ Órdmes obedecida) estaba &ala. si bien no todos enab;rn d ispue�tos a Uegu tan !ejOS en el
por qutC·
nes se ubl�n muginad03 de las deehiones- y a menudo tambitn .l b3odono de las esper oz.n revoludon�ria.s, la conciencu de que la
em­
despo:­
Jidos de las posibilidades de ascellSO que la carrera de la
revoluaón presa polltica cornenu.da en 1810 �lo podrla ser llevada a buen ttrmmo
o!reda Reservándose brut.almence todo eJ poder real, la Logia se si h;�ll3ba un modo de adaptuse a un clima mundi:�l hostil a cualqwer
habla
asegur�do •n�trument03 p�ra los cuales );¡ . tra.ición era una tenta
ción pet· revo luoón estaba cada -.e1 tn1s gmualizad¡¡
ma nen te . .En esu condtcJones, eJ mecanl$0Jo esquemi uumente Pero aJ lado del problema exterior, el interno habla revc:Jado toda
pr�­
tado por Pucyrredón dc:bt. funcionilf con plena dtcacia: h facoón �u gravedad; al mumo tiempo que :l un mundo houil, la revolución
..

2H DEL. YIRA.!INATO A LJ\5


PlOYI:"'CIAS UNrD.\S L.\ REV OLUC IÓN EN BUE"OS AIRLS
poÍ't�ña -para sobrevivir- debí
a aprender a adaptarse
donaba gobernar. Como ' al pals qut· amb i- d) "FIN A LA REVOLUCIÓN, Pil!NCIPIO ·AL OilD�N"
mpresa de una m.i non•a
todos Jos medios su polltica . d��' d '•da a imponer ¡>or
a pobl aoon(3 n<\ro
por o b¡euv . . os d•sp u e3 t a s a sacn·r·• ca ne El de_rrumbe de 1 8 1 5 parece imponer a la poH tica rcvolucion�ria una
cuya necesidad n o les hab
la r �- persuaSJ. vam ence demos- doble recoñoti'atión-;-a-lá vez con un mundo cada vtz más conser··ador.
trada habla agotado sus posi �do
.
b'l'd
' r a des a lo
l:
n vo. de an�
¡� I eru -e anos . uuh . zando v con el pa!s al que sus victorias y derrotas militart$ están fijando l as
·

_como el máximo ar .
-

o
polltica ex rema -er- oder
p- � �� .� _��
re o ucrona no habla
pol ! !l � m teno r tanto com"""en
c fronteras. Pero una y otra parec en exigir cambi os sustancialmente coin ­
·. . term . iñad . o por hacer del cidentes: en el país (sobre todo en el Interior, donde no se l1abia
eJércuo s u _!_n�m en10 - e<>Utico por eXC�l�OC!�,.
.

SI b!:� h abla logr


ado perfilado una oposición comparable a la que en erLitoral se d i ri gi a por lo
•-

COr!ar eJ nexo e_Dtre esee "é


rcÜo-y -Ja movrh�ac�ón
- polltica urbana de l a menos tanto contra la hegemonía de Buenos Aires como contra d con­
que habla surgido . .en los
a1 . cuerpo de o fi c ia) es (a_l
_ J
.._ itimos anos col on1ales
- no ha.bla _pod'd ' o a�s!ar
.
tenido de la s políticas impuestas desde la capital) l �sis�n _ci!S pa­
que - fa acción _del po_ er d .
devu elto el enter o controla r evo l u a o na n o b a bi a redan brotar sobre todo contra las ten t a tivas de cambiar demasiad-o
�1a-fuena armada) de 1 as
e
� lm
: n_t� el-or�e n prerrevoluci on�
.s_ _!_.io.- - N-;, sólo los a ia q ;; e-s - d elibe­
medi o en que e�s o ficial e5 . . -pres
- wnes del
-
actuaban. - La fatlg a d e las élues de la capit
- _
el más- amplio descontento . al , rados o no- a la �eredada, sino también los intentos de romper el
dorru� ante en tant a
. paree del terr íto· equilibrio entre las castas en las áreas en que la división entre tstas
rio sometido al nnder revoluCJonano
--- r...:: _ enco ntra ba n as1 una man era un hecho significa tivo en el ordenamiento social contaban entre
e_xpresa� indirectamente . . . era de .
pero 00 sin fi .
��
srdad es era �crificado el bienestar de é i t Cia El Jé a , a cuyas � ec e­
. e r to
urbanas y vast as poblacio
-!.os errores q ue -ya a juicio de los adictos a Saavedra- I.JJbian l le va do
a la catástrofe en que culminó el primer avance hacia el .-\.Jto Peru.
rurale� no Siempre resis _ nes
te la [entación de veng
que ha venido a cau sar ar los ousmos agravios Sin duda la revolución no esperó a 1 8 1 6 para abjurar enérgicamtnte
actit ud. es menos absu
rda de lo que parece de cualquier ligereza en materia de religión, y en el segundo aspecto
. Esa
a primera vista : la insp ira
la con vrcc¡ ón de que
puede proseguir de que el sistem a v¡g · enl
e no la condena de la polltica seguida por sus primeros emisarios se revelaba
la Se emE_re_� co �enzada
varse en la medida en qu� en 1 8 1 0 sólo pue de sal- púr lo menos apresurada: aunque más tardío que el descomcmo de
en ti c
_

que hast� �ntonces se ha con r::taz I a �e co n la s ��blacio nes a las los .perjudicados , el apoyo de los favorecidos por la po l ! ti ca de eman­
do con dOIIllnar "· util 1zar. Las cipación ind ígena se hil.o s en tir ya hacia 1 8 1 5 ; como consecuencu de
cuenoas negauvas de esa .
· .
cense-
acti tud '�'o . . al podla n
Buenos Aires• pero se . sm duda perc íbi rse en ello, en medio d e de los avances del conservadu rismo, esa pol iuc a 1ba
median meJor en los terr
- it- onos que la revolu- a ser mantenid a (la admini stra ción del Interior no se iba J mostrar
·
·
ctón habla precendido
controlar desde Buen os
vo!�ción _hab la enfr�ncado Arre s. En ellos, �a r�­ mejor dispuesta a sacrificar ventajas inmediatas a la lealtad a las nue­
un robl ema � l a . v z más
rentemen te men os urge nte � grave y a pa­ vas ideologías dominan tes, ahor� conservadoras, de Jo que había est a·
formas de an icu lación poU i�

u e n su cap al
n : le tocab a cre ar n uevas do en el pasado a sacrificarlas al radicalismo por un momelllo de
t. a que tefl. eJaran de algún mod moda) .1 S_er !a entonces simplificar excelivamente ver · en el rc:ncucntro
áreas el cambio radical o en esas
ue la re;;: u�ón pret
tentación de utili zar en � endla producir. Pero la con el paí& un puro esdmu.l.o pan la reo rientación con�rudo ra , JUn
u ró e o . azos de ..Jubor;dina c. óri_ he é
dados del aníiguo -régi men t � �
- d
o
� t _
odav a
i r ­ así un balance cuidadoso de los cambios de política frente al I nterior
pudiera n servir eficazrnen t �
a
Cl
a u - p
Z � �
e
; ! � ás - e�trictos p.ara g ue permitirá concluir que en casi jodas . pai-tes l � el respet� los localmen ­
ba extraer - de las zonas doi:n1n·ad as '
revoll,lcwnan_o_ q_�e nec
esita­ te poder_9_sos desembocaba en un respeto ma yor al statu quo. Pero pese
recursos incluso lllá� a la agudeza crecíeñte -de-los problemas derivados del . In terior. los i n·
éste, e ra am pli o . s
Entre un3 Y Otra alte rnat _
-
fuer te. ·gue
iva el poder revo 1 uoo nano flujos políticos más inmediatos segulan provenieodo de la capi tal,
-
- ·.
SJgu•1ó . un ca mino medio, _ -
Qa
l'atos febrilin ente z¡gza
gueame, que sin Buenos Aires cuya élite -fatigada de las prepotencias de los roihtaru
a
emb argo se man tuvo casi siem
pre m á cercano a la seguoda so1 . y de las diques polfticas do min an �s- habla revelado en la crisis de

. s ,'
que a j a pnmera . Las reac UCJó n
ciones (el desapego del
crec iente del Li toral) plan In teno .
r, la oposición 1 8 1 5 que, a unqu e escasamente militan tes, sus opiniones no podían ser
tea ron un problema
a ¡ os go bernan tes revolucio . . cada vez m · á s urgente. ignoradas sin peligro . El aisl a.mí én to entre los gr u pos gobem;a ntes y
narios l �� mar la protección
br� t;i­ esa élite social ha mostrado súbitamente todos sus ri es gos , y pan ce­
nica o esperar la improbab
buscar un refulr io a
le bene ;�: �n a e rey r�ta urad o, pare oan rrarlo el nuevo co nservadurismo parece singularm en t e ade c u ado Cuan­
o· la vez q ue con tra el tem
ple re9CCionan·o de la do d restaurado poder nacional promete dar Hn a la rnoludón y
• ·

época que
comenzaba en l a hiJton. a m
prin cipio al orden, espera con esto hacerse grato tam �ién a un pública
_
undial contra ¡as I·ras
das de sus gobernados. La mal conteni-
cald a de Alvea r • baJo .
los golpes_ ', menos remoto que e l d e las cancillerías ultramarinas. Desde Europ�. el
.
-
cno destinado a combatir la de un ejér-
disidenci a li toral no hace .
hasta smo subrayar enviado porteño Manuel José Garda escribe por entonces sobre los peli­
. qué punto era en las área.s som ' .
. eo d as a su dominio, no
quie ta capita l, dond e se decíd en ru m- gros de un poder poUtico que esté alli donde no está el económico;
ia la suerte del pode
r revolucionario . más que el sufragio casi universal establecido en 1 8 1 5 (de hecho no
CONCLUSIÓN LOs UCCAPOS O� LA a.EYOLUCIÓI<

110 �e ocup;�- l a ausencia de una c o ns m ucíó n (su[iciememente re m pla­


LOS LEGADOS DE LA REVOLUCióN
zada. a Jos efectOS prácliCOs, por !Js leyes [ u n d a mcntales dac¡¡d¡u o:n
Y LA GU ERRA Y EL ORDEN POUTICO
1821) en senlida por muchos como una ralla e n el aparato imtitucic;
DE LA ARGENTINA INDEPENDIENTE
nal de la provincia.
Esas insuiiciencias e incongruencias institucionales se v i n c u l a b a n en
parte con una di llci l transición -w:is dificil porque nunca habla sid o
encarada como pr oblema global- ent re la es t ruct u ra �dministra1ivJ
española y la de la eta pa in dependiente. Para poner un ejemplo <"XIr(·
mo, la constitución santafesina en 1 8 19 mantiene ca si intactas las ma­
a] BARBARIZACIÓN DEL F.STJLO POLfTJOO, MlUTAIUZAClÓN y
gi s t rat ura s heredadas de la col on ia: la legi sl a 1 u ra es sobrr to do un

RUR.A.LIZACIÓN Dt LAS BASES DE PODER cuerpo elenora l. y su creación es con secu enc i a del remplazo de 13 sobe­
ranla del mo na rca por la del pue blo (que en ella l a delep} ; l a s t a r eas
de go b ierno sig uen a ca rgo del gobe rn ador y de l cabildo. Aun en Cór­
E� _1 820, e � es pa cio sobl'e el cual la gu erra h a b la ucgur ado el predo­
doba, el est.atuto de 1 822. q ue se a los preceptos del
adecua mejo r
nunlO poU u co de los he �ederos del pod er _ creado por la roolución por·
_ constitucionalismo liberal europeo. a l gobernador las at rib u­
co n cede
tena de 1 8 } 0 n � b ada f1gura de es tado m apenas de nación; los diaJn.
_lOs poderes regtanales que se repartlan !U domini o t1taban casi todo, buciones íi jada� por la borbónica ordenan� de io tendenres . va se ha
vis to cómo. si bitn -Je nuevo de a cuerdo con l os modelos más ace p­
ellos marcados de una _con fesada provisionalidad; el marco in sti tucio­
tados- la leg-isla t ur a es a q u l en efecto un poder legislativo, su gra v it �­
�al en el cual l a_ polluca se desenvolvía, inexistente en el n ivel na­
ción r ea l se ve li mi ta da por la am p l itud de las atribuciones q u e con·
o o nal , est a ba destgu �l �ente -pero en todos los casos incompletamen.
servan el go bern ador y el cabildo.
te- esbozado en l as dtstmtas provin cias. En varias de ellas (por ejemplo,
. Esa.o; su peTV ivenci as ¿son el !ruto del arcalsmo cultural de las arc as
en to�as l as de � LH? � l) - mforma el P?rteño,
more ni sta y l uego ri­
_
vadavtano lgnac10 Nunez al cónsul bntámco Parish-,1 no hay desl i nde
antes marginales y subordinadas al poder central? Si se compara lo que
ocurre en las prov i nc ias co n l a i n tra nsigen te ortodoxia liberal-conniJu­
entre l �s tres �oder es, "por falta de i deas"; en Córd oba, el gobern ador
sólo r��ne l a J� ta cuando quiere y se reserva el poder judicial; en cion al que do m i n a en Buenos Aires, podr!a concluine que sl; si n

� RIOJa. Sanuago del Estero y Catamarca, hay j un tas provincia)ej,


embargo, esa ortodoxia es en la misma B ue nos Aires muy nueva (hasta
1820 el go bie rno central
pero lo� gobernadores parece n no ten er más Umi tes en su duraci6
ha usado al máximo el apanto institucional

que el esrablecimiemo del gobierno general". En San Luis, la saJa d � heredado del virreinato. y l as tentativas de reformarlo no han ido muy
lejos) y tiene por añadidura funciones muy claras en el marco de l os
re pres ent a n tes no se re ú n e y el gobernador permanecerá inddinída­
conflictos poUt icos locales, que explican su éxito lu ego de 1820; la su­
men te. en el cargo. :rucumán y Salta merecen un·a concisa aprobación
_ ez ; más e f_ust a es la �torgada a Mendoza y San J ua n, donde presión del cabildo, institución esencialmente urbana que ha venido
de N u n �
regulando la administración de la campaña, y la cons igu ie n te amplia­
las cámaras provtnc1ales, eleg¡das po r suf ra gio directo, "se ocupa n
. ción de atri b �:�ci ones de un gobernador cuyos apoyos se encuentran en
en las est aci Ones más beni gn as del año en la reforma de las institu·
esa campaña, y de una legislatura la mitad de cuyos miembros son
�o nes públicas", donde existe libertad de impren t a y seguridad indi·
el egidos por ella no parece tener como objet iv o principal adecuar la
vtdual, y _ el _ poder judicial e� "l o mi! indepencüe.nte po ible''. Aun a s
orga n ización de la provincia a un pres t igio so mo del o ul t rama rino . . .
es;u prov10oas aiortt�nadas, . sm emba rgo, "les resta
rqucho por hacer"
Habria que agTegar que ese arcaíS;IDO cultu ral -menos o clu s i vo de
para alcam:ar un sawfactono desanollo instiruciona.l.
las provincias i n ter i ores de lo que gusta suponerse- no tiene nada
Si_n d uda el balance trazado por Núñez no es siem pre fiel: en Cór­
la adhesión de p.-incipio a las más modernas soiuciones
d_oba la leglSla tura ba crea do u na comis ió n permanente para que fun­
. de mili tante;
institucionalt>s no podrla extrañar, por otra p art e, en entidades surgi­
aone durante los receS03 del cuerpo; cualquiera que sea el aicerio das de un movimiento que en todas partes se ha autodenominado li­
e legido, no se ve cómo puede j uzga rse buena la situación de Tucu­
beral; n ovedad del término mismo -s u rgi do, como se sa be, en la
la
mán . . . Si n embargo este inventario de situaciones loca le s refleja muy España antioapoleónica- sin contar la orie n ta ción_ innovadora de la ten­
bien el carácter en todas partes incompleto de la reconstrucción insti ­ dencia con que se i den t i [ic a, h ace men os so rp rendeJ ues los criterios
tucional comenzada en 1820; aun en Buenos Aires -de la que Núñez utili.zados por el gobierno de Santa Fe para conceder su aprobación a
la poUtica británica (según asegu ra E.stan islao López al cónsul Parisb,2
1 Ign acio Núilcz a Woodbine Parish, 2 de enero de 1825, PRO, FO, 35t-35?. •Est.anis.lao Ulpez a Woodbine Parish, U de junio de 1824, rao, Fo,

[380] 6-5, f. 37.


LO. LECAI>O� � LA IU:\"OLL'CIÓH

SanQ re K complace en descubrir "en el gobierno de Su Majes t <t d jaulada, la cabeza de �u aliado' y luego riv¡l Rarnfrn. qu i<'n � la
Británic¿ n a politica i lustrada y una conducta liben! dignas del es­
u ··remite en pr�nte" � el coronel cordob6 Fr.�ncisco de Ikdoya. en
píritu y l uces del siglo ' ) . E).";� adhesión a las novedade$ aport ada s por 1 8 1 5 colu.mna de la resistencia antiartigu ista: al mi�mo 11empo. ¿ ) go­
el liberalismo no supone ignorancia de su contenido concreto; hay bieroo Busto.s-Bedoya recibe en Có(doba otro ·presente ígu:�lmenre maca·
posiciones l i berales que serán expllcitamente excluidas de esa aproba­ bro: la cabc:u del caudillo federal Felipe Álvarez; y quien la e n via
ción: as! la libenad religio� no será considerada, en las más de las para que sea exhibida "en e l Frayle Muerto, lugar de su •ecinda rio. pa ra
prMÍncias argentina$. un corolario legitimo del principio de libertad que en el 'uceso que ella les recuerde, escarm ienten lo� que hay.11 n
polrtica. . . Sin embargo, esta libertad polldca misma, aceptada como sido seducidos .por su ejemplo" � Tomás Godoy Cruz. ames i l w tre
objetivo válido, tiene vigencia muy limiuda en las provincias. y lo cola borador de San Martín en su nati va Mendoza • Y aun en B ue no s
mismo ocurre con las exigencia� liberales en cuanto a la organización Aires. si bien la Coc<'la dice
e$perar que se dé rá pida sepultura al
d! los poderes del estado. despojo del Supremo Entrerriano, haciendo cesar un es peC!áculo · · a la
Más que el peso de una tradición adminis trativa prerrevolucionaria, vez horroroso y repugn ante", ello no le impide dar hospitalidad a la car·
e ·la m.ism01. mas tenue �n las provincias recientemente creadas que en ta en que " u n sujeto respetable de Córdoba· · celebra. sin hacerse eco
las antiguas sedes virreinales e i n tendenciale!l. es · el marco concreto de t»aS reticencias. la desaparición de esos dos faci nerosos que iOn Güe­
en que las instituciones han de desenvolverse el que aparta a tstas mes y Ramírez. . . Por otra parte. la exhi bición de miembros de ref:Íel ·
oe. modelo cuya va.lidez teórica no se discute. T.al como señala Núñez, des ejecuudos era ya un recurso normalmente util izado por la admi­
la perpetuación de los !(Obemantes y legisladores es dificil de evitar, nistración regi a . y justi[icado por l a finalidad intirnid,ltoria que Godoy
"en estos pueb!ot casi es absolutamente neceurio que as! sea porque en Cruz le asigna .
d eStado de independencia absoluta en que han estado se ven preci�­ Sería en tonces pel igroso ver en ems avances de un estilo delibe rada·
·1C'S a poner en el gobierno individuo� naturales o vecinos de cada menee brutal el abandono de otro más refinado, legado por una tra·
1)t�eblo; pero como l;a población ílusrrada es muy reducida en cada uno, dición cultural que la quiebra polltica ha hecho cnás frágil; se ha vis­
naturalmente no pueden variar de personas y hacen ley de la nece· to ya cómo esa tradición es más ambigua en sus orientacione� de lo
siaad"'. Concluye Núñez que este inconveniente sólo podrá ser salvado que a veces se supone. Y, por otra parte. la experiencia revolucionaria
cu,mdo se recomrituyan las a ntiguas provincias (es decir, las inten­ 'f guerrera l a ha tOrnado aun más ·compleja: antes de favorecer el aseen·
aencias fragmentadas en unidades menores a partir de 1814) "porque · so polltico de grupos de base rur_;¡l. la . revolución y la guerra han
en las cap1tales hay siempre mayor número de. personas ilustradas con cambiado las actitudes de los ya domin a n tes: el avance de la brutali·
que proveer a estos gobiernos". Que las más de las provincias eran dad en las relaciones pollticas y no sólo pollticas es uno de los aspectos
demasiado pobres y despobladas para sostener un complejo aparato ins­ más significativos de ese cambio. Ya se ha comprobado cómo la mili·
titucional era también el juicio de Bustos; s y una solución aoalo· tari¡ación tiene su parte en el proceso: lo.s jefes · del ejército revolu­
ga a la de Nuñez iba a ser suge rida en el congreso de 1824 por el cionario parecen a veces considerar a la ferocid:�d como una virtud
federal Dorrego. Todos estos juicios y soluciones postulan una dife· profesional que exhiben complacidaroente. La consecuencia es que, en
rencia radical entre los centros que cuentan con una tradición admi· la guerra civil del Litoral, si bien las tropas an iguistas (en particular
nistrariva local y los que carecen de ella. las de la Banda Oriental sistemáticamente mal pagadas por su� je fes)
Pero esas mismas diferencias se extienden todavla a otros planos: podían ser temibles en el saqueo, las del gobierno central eran aun
desde la primera década revolucionaria, Buenos Aires se ha acostum­ más adictas a la ferocidad y l a rapiña, a las- que las alentaba esp�' ,\
brado a ver en sus enemigos a Jos representantes de un salvajumo rús· dicamente el gobierno mismo (con expresiones rotundas como la Cl\IP

tico a l que es preciso cerrar el paso por cualquier medio; luego de encomendaba al terror producir los efectos "que no pueden la ra ¡t>,.,
1 820 va a atirmarse l a tendencia a explicar sobre la misma clave el modo y los intereses de la sociedad") 0 y de modo mas continuo sus oficiales
a menudo más brutal y di recto con que la autoridad se ejerce en las (en la Banda Oriental Dorrego, cuya indisciplina lo habla hecho inso·
provincias. Sin embargo, los hechos no parecen confirmarla del todo; portable a San Manl n y a Belgnno, 5e condujo de tal manera que
algunos de los actos más feroces que acompañan al retorno a la paz motivó la apasionad¡ protesta del jefe artiguista Otorgués, cuya hija
luego del atormentado año 20 están a cargo de quienes se han formado fue -parece colegine de un texto que sacrHica la precisión a la de­
en la escuela militar y administrativa del poder revol ucionario; si cencia- violada por un militar de su mando; e en Santa Fe el mismo
bien es el ant iguo disidente Estanislao López quien hace exhibir, en·
' Cele�ia, op. cil� !1 7 y !2!.
• BU5l<n a J. P. C1sneros, Có rd oba, !9 d� m a yo de 1820, C�!uia, f<'d�· ' P.1eyrred6n a Soler, 23 de diciembre de 1814, Joh.n St rttt , tirtigas, p. 156.
raliJmo . . . , 11, 199-20 l . ' Strcet. op. ::ir., 1�.
L06 L(GJ\00$ DE LA R.f\ OLL'CIÓN 385
on. YT�ATO A LA$ PROYINCJAa UNIJ)Al

sólo cualquier escrúpulo moral, sino, coi:Qo se ,e a travé s de los eJem·


Dorrego llegó a d i spu tar con otros ofic i ales . sobre el cuerpo de un
·
· o . ¡¡, poses1ón
no ta ble santa fesm de alguna joya dtvora de red ucrdo · plos mencionados, ciertas preocupaciones de elegancia 4ue p•necco es·

valo r) . Aun lejo� de las áreas de com ba t e · la suprt ro'Úa


perab le$ en una élite que fí..nca en ella su superioridid) ; ;Ugunos de
q m ·1 l rtar n o
sus �os &on, sin embargo. conCirm.ados por otros testimonios
d.eJ·ó tampoco de bacer$(' senti r en e pis1:>dios marcados por u na b
menos

apas.ioo a dos, y podrian agreg¡¡.rse todavla otros para mostrar l a rudeu


} : ��
U
hdad que . los hada mols h u il�antes: el c � t go fhico de notable
� 1810. Pero, de nuevo, aqul
Buen?s Aires, en lugares publrros, por of1aales dispuesto s ;� ven
creciente de la vida colectív;¡ de$pués de
gar hay ya la situación prerrevoluciooaria a n ti.ci pos de un estilo d e
en
a.grav10s reales o su pues tos parece haber entrado en las co t umb
; res con vivenu a e n e l q u e seria erróneo ver tan sólo la co nse cue nc i a
de IIH5.
un cuerpo de funcionarios a
aparece e n tre los
del aumento de las tenaiones facciosas:
Pero ese es ti lo n�evo no tan sólo
oficiales dd
frecuen temen te desterr-!do.s en sus
re volu a ona rro ; hace avances inesperadamence rápidos en 1 a en.
. menudo mecliocre¡, que se sienten
fJérat.o
poco apetecibles destinos riopla t e nses, y una él ite local que en ta bla
tc-ra élite. En Salta , recuerda B. Frías, las más distinguidas dam
. .ás l l eg�·
ron
.. .

a as.rne por l. os cab los en 1� vla pú bli ca", y una de ellas, la
COll éstos complejas relaciones de in�reses, ricas en choques y en riva·
lidades no siempre sorda.s, �rin protagoni.Has dema.siado {recuen tes
exaltadamente patnota dona Manuela Arias, hizo azota r a otra d
por man.o de cri ado y en la calle, "por goda". �s aho ra Manuel a�: de i..ocidentes en que el diapasón de v io lenc ia
que e1 domi nan te de 1 8 1 0 �ro en los cuales el desgarro y la grosería
es a menudo menor

rrcgo quren acude a los gritOs de la víctima, "lánzase a la calle, arranca


son ya notables. En el cabildo civil y eclesiástico las disputas a voce�,
s � espada y la cub re de honor gol peándola sobre los lomos del com i ·
en crudo lenguaje que en ocasiones nos es sólo sugerido por actas
!lOO a do en defensa de aquella da.ma rea l.i sta, vlctima de tan pu· bl'\CO
demasi<1do concisas, pao a veces es rep roduci do por éua.s con ejemplar
. " ·7 S'ro du da, Frías no aprueba la brut al iniciativa de doña
ult raJe
. fidelidad, están lejos de ser esca¡as; en medio del modesto esplendor
Manuela, pero es �ara c te rísuco .que este au tor, tan redcente para reve.
de las ceremonias, la.s di sputas de precedencias entre goberoadore� y obít­
lar las fallas pol l ucas de la éltte sa.lteóa, no oculte el nombre de la
pos son también más de u.na ve� llevad.a.s adelan te en el mismo e¡tilo.
d�astado fervorosa dama patriota y sí eo cambio el de la que fue
¿Es decir que la superioridad po.lltic.o-cultural de esa . élite formada
vícu m.a de sus fervores: t.odavia a principios del siglo las falta s de
xx
en tiempos col oniales y o ri enta dora luego de 1.810 de la politica rev�
la pnmera parecen menos graves que la heterodoxia polftíca de la
luciooaria es tan sólo u.na famasla surgida del rencor ante el a.scemo
segunda . . .
de rivales excesivame nte rusticas? Antes q ue en trar ec esta prolija
.Ese deterioro del es tilo de convivencia dentro de la élite no se li­
t
di¡pu a convendria fijar coo mayor precisión los límites de orro de lot
m t t a. al campo_ estri�tamente pol ítico , donde la exa�pe ración de las
cuale s la pretetu.ión de superi oridad de los veteranos de la polftica
tenstones p enmte en t ende_rlo mejor; si bi en es el conflicto po lítiC1:l
revolucionari a (y .de 101 aectore.s de loa que ellos han surgido) tiene
el que hace que en l;u dt sp ut as entre frailes comiencen a relu cir Jos
efectivamente se.a tido : que e.x.iste. un ane poUt iro y administrativo que
cuchrl.�os, el �so de éstos se extiende a disputas más pri vadas; son
pocos en el R1o de la Pla:.a domi na n, que a eaos pocos es preciw
recurrir cuando ese arte es nf(;esario, son noci o nes lrente a );u cuales
por eJ em pl o euquetas que ambos dos hab lan tenido de resultas de
sus encargos" las que conducen al asesin ato de un fraile betl emi ta Jo¡ que emergf:n como poderosos luego de 1 820 están máJ dispue.atos
enfermero del hospital, por fray Mari ano de Belén, igualmente eofer:
a a.ap tar que quienes u.n s.i.glo y medi9 dellpués se han constituido en iUS
mero, que lueg� de su haz�ña pudo darse a la fuga . . . s y el deterioro
celosos de fensores frente a una tradición historiográfica que los presenta
Sln ducU. no Uene por úorca co nsec uenc ia el avance de l a violencia·
co.mo abanderad.o:s de un.a amenazante barbarie polític.a. Sin que sea
DO es neces.1rio a<.eptar li teralmeute el cuadro demasiado sistemática: o.ecesario proyectarla sobre un horizon te apocaUptiro, víendo en ella
meo te sombno que tnza el general Iriane de la! oostumbres de la
una m.an i feKación de la lucha eternamente recurrente en tre óví.l.iza·
éli t c �ci� poHti �a y militar del pa1s re volucio n ario (para él la ebrie­
ción y barbarie, e$ posible admi tir entonces que una nue� dualidad
dad es cast �� . VICr� profesional de los oficiales, la rapa c idad -que lle a v !u arraigado eo las provincias riopl.atenso: los que tienen el poder y
a algunos duungutdos caballeros de Bu e n os Aires a organ izar uo garito
l<n que Jo admini.stnn no son ya nettsariamen te los m.imlos.
donde se JU ega con dados cargados por los .mismos organí u do re s, y que
.

tmpulsa a generales y coro n eles a participar eo el saqueo que sigue a los


a vances de la guerra brasdeña con tanto encarnizamiento, como esas

sinieuras mujere s que acompañan a los sol d ado s-e hace abandonar no

'
B. Frias, Historia de Güemes, t, 396. no es en todaJ
Aun dentro de �se �mbito mis li.q¡jtado, la dualidad

• lkruti, McmCH"ias curiosas, 3 885. t� marada ni tiene eo todas ell as el


pawm.
las regiones argentill<wi ir;olmen
• T. de friarte, Mt:mo-ría.s, 111, :H·35, 351 y iDO; rv, H, 17·18, G4 y
DEL VIAACINATO A LAS f'IIOVl,.CIA � UNIO,u
L05 U:CA� OE LA UYOLUCIÓ!ol

otra parte, existe n e n


mismo sentido. En Buen06 Aires se presenta como heredera de ot menudo el· marco de una única provincia; por
u n a d e provinci as enteros grupos que, cualquiera Ka l a ¡us­
inaugurada con la revolución misma, que corre entre loa hombres 1:�: cada eg s
polltita s. dc ben el lug;ar
zados a la "carrera de la revolución" '! esa �lite urbana y criolla a 1 tificación que prefieran dn pa.ra sus ambiciones _
an en la vida pública rundam emalm eme a Cierta compe­
que penen�cen, per? . que se resiste . a seguirlos por ese camino, no po: t¡_ue conserv
_ istrativ as. nacida . a n tes que de u n a
que dude _de su prop1a capaCJdad, sm� po�que la intimidan los a�<;tos tencia técnica en las tareas admin .
sistem ática. d e u n a larga experi encia d e eU! tareas Ele
p�bletniucos de la aventura revoluaonana. La emergencia de la cam _ form ación
de los cambios de 1 820-
pana, luego de 1 &20, significa sustancialmente una nueva base de poder lugar es secundario, y les concede -luego
.
,. 1 rtc
para_ e3a mrsma "' a inrluef 1d.1; el orgullo hereda do y el recuerdo de un pa­
. que apoya desde ruera y no sin ocasionale1 rcti- muy limitad
ón era má.5 ravou ble hace de este grupo
.
cenCJas ,al experrmento · politice comenzado en 1821. �do cerc.aoo en que su situaci
.
res inelud ibles del poder poJitic o un grupo de potena a­
Pero aun en Buenos Aires e l meno!prec.io de quienes se sienten » de cola borado
ruerza bastante para· provocar
. .
h dameme enratzados e.n la economla. en la sociedad de la provincia, les descontentos. que si bien no tienen
la tienen para agrava r y amplia r las surgidas en o t ros !oeCto.res.
por 1� que han hecho de la polltica revolucionaria una prore1i6n. es­ crisis. ,¡
encia por los col� �oradores a•s.la­
conde mal algunas ambivalencias: su�do del sector de esa �lite que Es entonces comprensible la prefer
integr ados en la socied ad local. cuy � aux1lto . � a la vez
se ha hecho rural para utílizar las ventajas que la nueva coyuntura dos y mal
es compr en s1ble tambté n la 56l•da
ofrece. ck>tado además de un talento poUtico que excede sio duda al menos exigente y menos peligroso; _ _ .
que suele rodear los en la provm oa en que ac � uan. Y
de todos los . porteños de generación, Juan Manuel de Rosu tar­ impopularidad .
u pe hu­
su
ha o anuc pado ese
que ha rodeado ya a los que desde
1 8 1 0 � .
dad casi diez años. desde su decisiva imervención de 1 820, en parti­ _
n a ¡efes m!Lita res o c;au � dlos
dpar de modo directo y abierto en el juego polílico, y todavia otros mano, los secretarios que acompañaba _
esos jefes y caudtUos se a trrbula
:rn.b en descubrir que en �! puede manejarse solo. En sus vaci lacione1 secesiorustas. En la medida en que a
· una total inocencia polltic a -que, algo contradictoriamente, era con­
antes de .1gregr a la carrera pílblíca i n fluyen indudablemente comi­
a excusa para sus �rrores y e � los
dera�on• como las que le procijgan sus· primos Ancborena, que lo siderada en los primeros una legitim
eran sus seqet anos Y conse¡e ros
prevrenen contra los ri�os impUátos en una actividad mi1s adecuada segundos una circunstancia agravante-
'
errores (que en el caso. de los segundos se
para los que tienen poco que perder. Pero inUuye también d respeto los responsables de esos .
nes) . As!, �l e� frarle Monterro­
poJ uu sabiduría específicamente polftica que comienza· por consi­ prefttla considerar buenamente crime _
el mspu ador de los más
derar reservada a Jos que han hecho de la poHtica �u actividad pro­
so era, seg\ln sus enem
igos de Buenos A1TCs.
fesional. Si bien en el autorretrato que Rosas no se cansará. de tranr de serlo de Jos de Ram lrez (to­
antes
tenebrosos proyectos de Artigas.
(el del rústiro algo obtuso que entiende poco y aprecia menos los en la lucha contr a su antig uo jefe, � ieo
mado prisionero por éste
refinamientos de un arte político esencialmente urbano)
termi na por
pronto supo e n efecto hacerse indísp
?
ensa le a su capto r) ;
.
del m•s mo
_
haber mucho de amanerado, por lo menos en las primeras etapas de , secretano de Andr�s Arugas,
es jUZ·
modo , el mesti zo pe1ua no Mejla
su carrera públic a parece conesponder a l a imagen que el perJOoaje buen cora­
a con que este "hombre d�
gado responsable de la durez .
·

tiene de si mismo.
orgul losos corre ntino s. dura nte la oc.upacrón arugueña
Aun estando �sí las cosas, en Buenos Aires esa dualidad se pTe$enta zón " trata a Jos

con rasgos r�latJvas:nente atenuados; la distancia entre \a élite politica


de la ciudad.10
A partir de 1820 la creciente
inestabilida � pol.lti� lanz:a a trayecto- . ·
y la económJco-soCJ al .¡.n trance de parcial ruralización es menor que -�vtt.ando en su
hallan d1Ucr l segun
en. otras part�; y aunque· no faltan �bservadores pésimistas que deplo­ rías parecidas a personaj� que .
e entre los dmg entes que � �n :
.
�"- la escasa cahdad de muchos mtembros del grupo poUtkamente . comarca de orige n ; quizi el m;is ilustr
el general Alvear, que ha •?" ·
_
dir1gente, �ste es má.s nutndo que m las · restantes provinctas. l.n éstas, · advertido cómo estin ahora las cosas es
pollti ca porte ña como integr ante del séq.ui�ó ·
por el contrario, la convivencia entre los dueños y los administndores · tentado reinsertarse en la
ol\•¡d�r:t. ·
ambiciones más modes�s. ot.ros
del pode r se revela ddde el. comietJzo problemá.tictl; en esa relación de los caudi llos li torales; con
_ o en su tierra de ori�l} .
han tenid i n flujo
rica en ambigüedades se encuentra una de las Call$3s de la fragilidad más fácilmente que alguna vez
los hospe dan ejerc iendo . un arte poUt!C� ·.
del orden político que surge de los derrumbes de 1820. y bu.50n subsi stir en las que . :\si e l c.ana: ·
a se r s u capn al m á s valioso.
¿Quiénes son los administradores del poder? Es posible distinguir en­ administrativo q u e h a Ile�do
·
te "de Montevide o, que form a J>�rte de :
tre ellot dos tipos; por una parte están los puros profesionales, que río Domingo' Cullen. comercian
emprenden una aventura. estrictamente individual; a menudo lejos de esa ciuda d para busca r aux1h os con-
o de
la misión envia da por el cabild
su coma.rc.a de origen y sin contar con apoyos sociales prupios den tro
56, nr,
Surl· (mmU�, romo
P. y c. P. Roberuon, C41rla.s d�
carta
del marco en q� aduan; sus trayectoria&. que continúan a su modo •• J.
las qne ha.n sido tlpi<:a• de la carrera de la· rnolución, ex�en a pp. 1 04 - U!%.
DEL VCliJU:lHATO A LAS PROV1NCI.A3 UNUI.U LOS LF.CADOS DE LA R(\'OI.UCIÓN

m la ocu pación ponuguesa-braaileña �n 1823. no ha de retornar nunca Pero esta imagen de la relación entre los dueños del poder y los que
de �Q misi ón, por otra parte fracasada, que lo hace 10spechoso ant� contribu�·en a administ�rlo corre peligro de subt'ayar demasiado. a la
las autoridades impuestas a au ciu<Ud: se queda �n Santa Fe. al ledo vez que las tensiones entre un<n y otros. la cohcrc n ci :� i n terior a cada
del gobernador E.Hani&lao Lópcz. con cuya familia ha de ero pan:nt anc uno de esos gru � . La presen tac ió n del segu ndo como id en t i fi ca tlo
y a q uien ha de servir de ministro por quince añ06: asl don J � ·d� con un exigente ideal in,tituc.ional. en cuyo servicio templa su u ni dad.
Oro, comprometido en su na t i v a San Juan por la derro ta d el movimien­ a la vet que se enfrenta a los rüsticos dueños del poder. si bi e n �
to hosúl a la libertad de cul tos imp u est a por el go�m ado r Del Canü explica e.o el clima pol l t ic o de la Argentina de LA segunda mitad del
en � que ha participado. sirve de h a bil bimo asente ante las provia­ sigl o xrx, den tro del cual pued e brindar precisos be nefici os a qui en es
cias litorales 3l gobernador Dorrego, de Bueno' Aires; as!. todavla veinte � reconocen en ese ideal, es por lo menos una simplificación delibe­
a6os más t a rde e·l san tiaguefu:> Adeodaro de Gondra. que ha perdido rada dt los hechos. La re laci ón entre las so brevi vien tes élites poHdca'
eJ favor del gobernador !barra, del que ha sido por largo tiempo mi­ urba nas y los dueños del poder está marcada por una colaboración
nistro, p asa a serlo del gobernador de Tucumán, Celedonio Gutiérrez . . . sin duda forzada por las circunstancias y dispuesta a queb rar se cuando
Aat· todavl a el doct or Santiago Derquí, que b;uta 1St 1 ha aido una parece debilitarse el peso de éstas, pero aun así más dur:�dera que los
do lu figuras más acúv:a.s en la sinuosa poHtica cordobesa, ha de reaur. conflictos abiertos que enfrentan a uno y otro sector.
gir c:n Corrimtes, adonde ha se gui do al general Paz; allJ forma fa­ Y no es sólo la debilid�d en que han quedado las élites pollticas
mil i.. 1. y se t'nSfotma en hombre de co nsejo de laa situaciones sucet.iv., golpeadas por el derrumbe de 1 820 la que las empuja a una rencorosa
mente dominantes. Los ejemplos podrían multiplicarse, y al lado de colaboración. La distancia entre éstas y los nuevos dueños del po de r
estas reu!»caciones definitivas o por lo menos muy prolo n gada s son es menor _de lo que imágenes excesivamente esq uemá t i cas suponen. Para
aun más fr¡x:ueD&es las ocasionales; de vuelta de una misión al Norte. poner un ejemplo extremo: en Salta, Juan Ignacio de Gorriti. canó­
el coronel ManueJ DoiTCgo, porteño, es huésped del gobern ado r de nigo de la catedral, hijo de una familia opulenta, diputado a juntal
S.núago del Ettero, con quien al parecer se entiende muy bien: el resul­ y congresos en Buenos Aires en 1811 y n ueva men te en 1 824. doctor en
Lado es que Donego será representante de Santiago en el co ngreso na.cio­ Córdoba, gobe-rnador de Salla e n 1829. parece ser casi el ld�al-typus
n3J constituyente que � ba reunido en 1 824 en Buenos Aires; en el mismo del intc gT.:!nte de una élite urbana formada por la colonia y librada de
congreso es diputado por La Rioja el mili tar oriental Ventura Vázquez, s us rivales peo iosula:e� por la revolución. Su hermano José Ignacio
que debe ese <.argo a l a relación que mantiene con el hom.bre fuerte de Gorriti, oficial en los ejt-rúto� revolucionarios; djputado en 1 816 al
�e ·e$a provi nci a . el comandante de armas Juan F<tcundo Quiroga, junto con greso constituyente, dos veces gobe-rnador de Salta en la década
con el cual participa en empresas comerciales (pero su identil':icación con siguiente, doctor en Chuquisaca. pero también seguido.- de Guemcs.
Quiroga no le impide servir también a los futuros enemigos de éSte, del que sólo toma distancia al finalizar la carrera de éste, se adecua
que han creado en Buenos Aires un n u evo gob iemo central; como ya menos bien al mismo tipo. Y el tercer hermano. Francisco de Gorriti,
agente de ese gobierno Vázquez parte a Chile a comprar armas, y que no ha visitado universidades, y en · las tierras de la frontera dirige
ha de morir en un naufragio dura n te ese viaje) . La el ecc ión de Váz­ a la vez las explotaciones rústicas y la clientela plebe-ya de la poderosa
quez se debe sin dud" a la demasiado notoria escasel de hombres ilu� familia, se acerca, por su parte, al nuevo tipo de di ri gen'te que alcanzó
trados que aqueja a La Rioja; en la de Donego influye ta m bién el las primeras filas luego de 1820. Esas difer�ncias no eliminan la soli­
descontento que provoca en !barra la condccta de los diputado. que daridad que une a los tres hermanos en l a azaros a política s al teña, y
ya ha enviado a Buenos Aires; estos miembros de la reducida dale ilus-­ se revelan por otra parte más l imi tadas de lo que se deduce de esta
trada santiagueña conservan en el congreso muy poco doe la docilidad presentación deliberadamente esquemática: el ma cizo y v io len to estilo
que los h.a distinguido en su rincón nativo. polémico del canónigo Gorriti, la incontenible litigiosidad de su her·
U�1do a Dorrego, !barra logra prescindir de la col.aboración de mano el general, ¿no son ambos expresión de tendencias profundas
ew' auxiliues q ue de 'úbito se han hecho inseguros; privados de cual­ que en una fi gura como la del rústico Fra nc isco multan menos sor­
quier base u.dependiente de poderlo polit ice, és.t.os no podrían ver sin prendentes?
indignación cómo la inesperada aparición de un elemento exte rno los Ejemplo extremo, sin du d a. Pero la situación que en él se reveLA
despoja de ese monopolio en el dominio de un saber polltico-adminis-­ con particuJa.r claridad está lejos de ser ex cep cional ; el cambio que
trarivo que ha hecho de ellos colaboradores indispensable de sus ven­ en el equilibrio poUtico in t roduce más que la revolución la guerra es
cedo ra de 1820. He aq-ul sin duda la causa principal dr. la impo pul a­ . -como se ha señalado ya- interno más bien que exterior al grup<>
ridad de los cola boradores llegados de fuera, que han ocu pa d o a m en udo diri gent e; los lazos internos a és te · no han de disolverse al dibuja rse
en sw lugares de ori8en situación análoga a b de los que no les per­ dentro de él la hegemonfa de un �ctor antes secundario. Examíne­
donan haber adquirido exc esivo influjo en su ti erra de refuglc>. s e desde este punto de vista el proceso c ordo bés, el santiagueño o el
..

390 l>EI.. VlUZLNATO A \.AS PllOVlHClAS UN UIAJ. !..OS L[CAI..Iru DI!. LA &l:VOLUCIÓN
391
mendocino, tan distint�. 6in embargo, en� :ú; Bwtos, 106 Aldao. Iba. Pero eps criw oo hao de escuear: �s que l a r i v alichd de )U> prf'de­
rra. eran de origen lo bastan te: elevado para que su ascenso al pode r cesor�. a los que en su ma ha forudo con éxito a tra.sforoursc en sus
•u premo no tuviera nada de: escandaloM>; su bcito pollt ico agud ita sin auxiliares, el nuevo orden dehe temer sus propi�� dcblli"ade1 . que
·

· d uda rivalidades y crea rencores nuevos; no por cl.lo los separa irn. 10n las que: ,le impiden consolidan«:.
mediablemen tc: de una élite de la ..que ya fo!'lll3 ba.o pa n: e ances de Eus de�ilidades son de lll<lli ado compremibles: surgido de una dele·
a l canzarlo. ga.ción progresiva de funciones ejecutÍ\:P$ loca le s. lln·adas adelante en
Sin duda. al consolidar nuevas bases de poder. abn=n el camino para un contexto fuertemente mil itaruado, ese nuevo ort.lrn suple mal la
sucesores menos bien i ncegrados en la élite provincial; sobre: todo a ausencia del poder central, bajo cuya égida ha hecho �u� prime�
partir de 18�5. cuando Jual'l Manuel de Rosas intenta rehacer sobre: avan�s. debidot ellos mis.roos. antes que al po..Jerfo de los futuros
bases más wscas y mis s61idas l� hegemonla de Buenos Aires. su ascen­ vencedores. � las insuficiencias crecientes de ese poder cent�l fre n t e a
diente sobre el interior úvorecerá el encumbramiento de figuras que tareas que le �ceden. Los nuevos dueños del poder no tienen en tonce.
ocupan. aun en la nue\•a jerarquía polltica· nacida del doble proceso de a menudo los recursos ( n i l a ambición) oecl!$ill' Í OS para rem pl¡¡zar al·
mili tarización y roraliución, un lugar secundario; es el caso de Ma­ d�aparecido poder central en el desempeño de fun�iones que kte ya
nuel López en Córdoba, el de Nazario Benavides en San Juan, el de cumplla tan mal. Un ej em pl o revelador lo tenemos eu <:1 des:rope�o
Ctledonio Gutié.rrez en Tucuro.á n ; los tres han ascendido lentamente de los nuevos dirigentes polfti<:os rurales o ruralizados como custodios
en las miücia.s prov inciales y parecen condenad�n a carrera.s mediocres, armados del orden interno; es precisamente su capacidad para dcsem·
cuando el inOujo del gobemador de Buenos Aires los em pu ja a otra peñar esta función la clave de su ascenso durante la pr im era década
más exaltada. Pero ya para entonces Wla larga historia de derrotas en revol ucionaria. Pero esta tarea la han desempeñado en el mart a de
sw pretensiones de retomo a ·la hegemonía ha enseñado mejor a lo s una estrl\(tura estatal que se las ha deleg<�do porque de este modo
auxi!i ares letrados del nuevo poder los limites que la situación· fija los c�tos derivados de ella eran menores, y lo eran en cuaoto la po­
a sus ambiciones; por lo tanto, la tentación de enfrentar a los gober- sición económico-soc.i;¡l de los titulares de la autoridad local les per·
. nadares que ahora eme-rgen no es -de nuevo �lvo crisis de origen roitla reque rir con éxito el aux.ilio gratuito de quienes de todos modos
extemo- mayo r que cuando éstos son ta,mbién sus pares. fonnaban parte de su.' clientelas. Aun asf. en la medida limitada en
Hay todavJa otro motivo para que ese sector letrado sea sólo inrer­ que una financiación era n,ecesaria, ésta corrl2 a cuenta del estado
mitentemente rival' de- los nuevos dueños del poder; alll donde es más central.
n umeroso y cuenta con fuentes ;¡dicionales de poder económico (en Esto . era así todayfa allJ donde la afirmación del orden tenia como
el comercio o e n );¡· tierra) se encuentra además demasiado frec ue nte · bendiciarios principales e in mediatos a esos mismos que hablan reci­
menee dividido por ril'alidades internas: es el caso de Córdoba, donde bido en delegación del poder central la tarea de i mpone rlo. Ocurre
Bustos u� esas rivali<Udes con sabio virtuosismo para consolidar su as! de modo muy ca-racterlstico en l a organizg_ción del sistema de mili·
pro �;>io poder; pero es c.unbién el de J',fendoza y S;¡lta. La oposición cí as ru.rales en l a campaña de Buenos Aires. que el decreto de 1 8 1 9
demasiado nftida entre dueños y administradores del poder polltico dispone sea costeado por los hacendados; e l estado· sigue comribuyeo­
esconde mal entonces un juego más complejo de afinidades y oposicio­ do al trasferir a los nuevos cuerpos oficiales de carrera c.uyo sueldo
nes i n termiten.tes: uno y otro s«tor represen tan más que un grupo sigue a cargo de la Caja de Buenos Aires, � el caso de los Colorados
cimentado por la solidaridad de sus miembros, un t i po de dirigente de San Miguel del Mon te, ese cuerpo miliciano que alcanzó celebridad
polltico que -como suele ocurrir- la realidad sólo reproduce modifi· durante ·las luchas de 1820; si bien su comandanre era el hacendado
cándolo. Si p;or una parte la afinidad de experiencias podrla crear Juan Manuel de Rosas, éste tenia a su lado, como segundo jefe. al
d::mro de cada uno de esos sectores una coincidencia de puntos de vista cordobés José Antonio Carranza, que desde 17.95 no habla cesado de
que· con ducirla a 1.a adhesión a determinadas lineas polí ti ca s . en cuyo . servir como oficial de carrera en el ejército regio primero. e n el revo­
seguimiento se consolid.arllln como grupos po ll t icos objetil'aroente exis­ lucionario luego. Y se ha visto ya cómo la reforma militar de. 1821
tentes. la complementa.riedad de funciones entre mie mbros del primero pondrá en la üsta de pagos del estado al . entero cuerpo de oficiales
y segundo sector Eaciüta el surgimienro de solidaridades que unen .1 in­ de esas mi)jcia.s.. No significa eUo que los jefes rurales, cuyo poderlo se
tegrantes de uno y otro. reveló en Buenos Aires en _octubre de 182,0, pierdan el coAtro.l de esos
que el derrumbe político de 1 820
La rival�ad del sect.Or letrado, al cuerpos� simplemente han logrado pasar la entera carga financiera
ha con�nado a una función auxiliar, no implica entonces en si mism1 al fisco de la provincia. .
una a�naza seúa para el orden que emerge de ese de rr umbe ; sólo De este modo la esperanza de derivar hacia el fi5Co -aun haci?. el
cuando una crisis que él no podrJa provocar sacude a la !Si tuación menguado fisco de las n uevas provincias- el costo de lo ,que es en suma
dom inante. bs ambiciones de ese sector osarán n uevamente exbibine. su propia base poUtica, contribuye a explicar la tendenci� · a perma·

DEL VIULINAl"O A LAS PROVI!'ICIAS UNlfiAJ

neca en );u m:irgenes de la nueva estructura polftica. que caracteriz a


�crificios: en mano de 1821 le es cedid� en propiedad la ant igua
a m:is de uno.<k los que a partir de 1820 t it n en en ella dar a posición
esta nci a del' rey, con un total d e seis leguas cuadradas en el partido
predomjnante. La indigencia del poda polltico, junto con la relativ a
de Magdalena ; a se comienz:an· asl a compensar 1<» dcsembohos i n cu·
riqueza de mis de uno de los nuevO& dueños del poder real. ti en de a rridos por Rosa s al servicio de la provincia (en1re los cuales �1 futuro
crear un vínculo de dependencia financien que viene a sumarse al R�ta\lrador no ha omitido induir el lucro cesante) . Todo esto se ha
pollúco-mililar. Entre el dueño del poder real y el escuálido aparato de �petir en 1 8 33; la expedición al Desierto -cuyas vem:� jas pan la
estatal, � que apuntala de5de fuer.�, llegan a surgir entonces romplej¡u
provincia son inoegablés; cuyas vemajas polfticas para Ro�s no lo son
relaciones. que el primero presenta a veces como causantes de su
futura e inevitable ruina, pero que están lejos de tener ne ce sariamen te
menos- deberi ser pagada por un gobierno exhausto y sometido a im-
placable presión polJtica.u .
· consecuencias tan funestas. Un foco indigente no podría en efecto
No parece que la enseñanza más útil de todo esto sea la de monl
defenderse eficazmen te contra las exigencias de quien, a má.s de ofre­
polltica ávidamente recogida por los enemigos de Rosas; si las quejas
cerle anticipos de los qtte no podrí a prescindir, es dueño de un inDujo
sobre l a ruina de ru patrimonio, de las que el R�staurador no fue avaro,
poHtico que lleg¡¡ a 'feces al control total. De este modo. Juan Facundo no tienen demasiada base en los hechos, no se advierte por otra pane
Quiroga. ese comandante de armas de La Rioja. que durante su car:era
pliblica no dejó de quejarse del daño que ella i � ferla a su s intaeses
por qu�· este personaje que comenzó por vene a si mismo romo un
hombre de empresa y que sólo tardla y paulatinamente se dejó absor·
privados, dejó al mori r una fortuna más que considerable, mayor desde
luego que la recibida de m padre. Pero la decisión �e co�siderar sólo
ber' por la actividad polltica, iba a sacrificar en ella un patrimonio
que no habla acumulado sin esfuerzo. M:is in teres:lnte es quir.á ad·
temporarios los sacrificios que impone a su patr �oruo pnvado, !a te­ �crtit :limo �''" �n �"�'1<:-S Air�� l! ::bJi cac ión tl� funciones públicas
nacidad con que gestiona su rembolso, están leJOS de Set' actitudes en manos pri;·:?das conduce a una nueva imprecisión en los !!rn.ites en­
excepcionales; aün en la má.! próspera Buenos Aires, marcan más de rn: una y otT� este.. c., f:!Ue beneficia a la segunda: Rosas se a��opia
un episodio de las relaciones enrre Juan �a n uel de _Rosas y una de una parte del partimoniu ..:.:! "�tado y usa el poder coactivo de �st.:
organización e·statal destinada a caeT postenormente baJO su a'uic�t., para cumplir un compromiso que sin duci<s c:!i .��srinado a beneficiar
do!Wnio. a la provincia, pero que ha asumido a título personal . . .
Así ocurre en 1 820-IBU. cuando Rosas se compromete a entregar Pero, en la medida en que esta solución sacrifica el vigor de la o¡-g;,
a Santa Fe 25 000 t:abezas vacunas, que permitirán a la provincia ven­
nización estatal al de sus exigentes apoyos externos, en l a medida en
cedora pao arnú n ada reconstruir su economía y consolidarán la re· q ue concentTa aún más en �stos el poder efectivo, en esta misma me·
conciliación con Buenos Aires. El tri bu to -según está claro para todos did.a hace de la tan laxa organización instituciopal que surge luego
desde el co!Wen:ro- debe ser finalmente costeado por el fisco provin­
de 1820 un medio aún más inadecuado de lo que el puro exa me n for·
cial; lo que Rosas hace es acelorar la recolección de animales y suplir
mal de esa organización podrla haca suponer para asegurar la mlnima
con los suyos propios -o los adquiridos privadamente- a los que no cohesión que las provincias rioplatenses necesitan (para asegurar, en
puedan obtenerse de otros hacendados. La recolección -que el tWsmo suma, un a paz interna me dianamen te estable y la con tiriuidad de los
Rosas empre nde- sólo puede _haceTSe con apoyo estatal; y el encargado lazos econó!Wcos entre las distintas provincias) . Es que la ruina del
de ella no deja de requerirlo, por ejemplo, contra los propietarios de
aparato político erigido durante !a década revolucionaria no afecta tan
sólo al poder cen tral : aun algunos de los provinciales nacen here �ando
algunos partidos del · norte de la provincia que se muestran remisos
a entregar los arumales, debidos a titulo de diezmo; 1 1 de este modo,
mucho la debilidad del que han venido a remplazar; por deba¡o del
cumpliendo un comp.romlso que "no revis te un carácter público, posj­ laxo marco institucional, el orden depende del i nesta ble equilibrio en·
tivo", Rosas adquiere en zonas que no son las de influencia ilirecta u n t.re las fuerzas de esos dueños del poder real. cuya zona de influenci�
poderío que no deriva tan sólo de su riqueza y de la vastedad de la no se extü;nde en ningún caso m:is all:i de los lítWtes de una provincia
clientela que en el sudoeste de la provincia le cons erva lealtad; el esta· y a menudo no alcanza a cubrirla por entero. La inPstabilidad, que es
do, demasiado d�bil pa.ta arum.ir ''d}recta.mente el compto!Wso, pone su el precio de esta redistri'bución del poder político, alarma a sus mismns
limitada fuena a disposjdón de quien lo remp1aza en esa tarea. La beneficiarios: la búsqueda de elementos de cohesión que remplacen los
penuria fiscal extrema no impone por otra parte necesariamente una desaparecidos con el derrumbe del poder central scr-1 por lo tanto, tenaz
cspen muy prolongada a un Rosas que no se cansa de inventariar sus aunque sustancialmente vana.
u Juan M�uel de Rosas a la H. Junta de Representantes, Z de julio u Acuerdos cit., pp. Ll·Lilt.
de 1821, en �cutrdos de la H. J.unl4 de Representante.s., J82()-J821, cd. IU· " Ernesro H. Celesia, Roso.s. Apun tes para su historia, Buenos t\lres,
cardo Le1oe.oe, La Plata, I!J33, n, págs. LXJ·LlUII.
1954, pp. 392·3.
' 0EL VJ M..EI NATO A LAS PRO\'J:-\CIAS t SIDA.�
LOS U:<.AOOS D E. L� R,L\'Oll'CIÓ�

; Cj LA BÚSQUEDA D.E U"lA NUEVA COH.E.SIÓN continuidad pat rimon i al se mi el e muy bien a través de:! ejem p lo ya
exam inad o de los Funes, ¿ quié n dudada de la solidez del v!n<ulo
Los �le men tos de cohesión indudablem ente no fal tan : !tere<.lado�
del
que los une? Y. sin embargo. eQ solidaridad no d ismin u i da denrro
pasado colonial, sobreviven mejor a la tormenta revolucion aria del nr.icleo f:tmiliar -que adquiere nuevas mod a li dades es la ¡x: n u ria­
que
el a para to estatal al que ahora cr.. :an e n parte de suplir. En el s..i rve, sobre todo . para a ten ua r las consecuencias de su pt:nuri<� eco­
ni ve1
mas . ln r· o. la solidaridad familiar parece ser -a ún más que en nómica y pollli ca ; no basta par;� hacer de los Funes el n uc le o de una
� tiem.
pos coloniales- el punto de partida pa ra alianzas y ri validad clientela mas vasta, capaz d<.: hac er sentir su gr h· i •aci ó n en la Córdoba
e s con Ja.s
que se teje la t•ama cotidiana de la política en más de una re'iolucionaria.
provinc;a;
desde Salta hasta Mendold, quienes hacen inyentario de adhesiones Pero algunas de las consecuencias de esa solida ri dad sob re\·i v i e n t c a
a
la causa revolucionar ia y a la del rey no mencionan individuos. ]¡¡ ru in a del patrimonio raroiliar conservanplen a relevancia pol!tit.:a:
sino
en teras. famili11s, volcadas en bl ue en favo de una u otra ; u siglo ]U
� junto a me nguada riqueza, lo que los funt:s comparten es preci·

y med1o despues de la revoluc16n, los estudiosos siguen a pl i can do
el same m e su i n flujo polí t ico ; comparativamente más cousiderablc. el
. _
m1smo. cn t cn o. l � que el deán posee en Buenos Aires debe sen·ir, por 'ejemplo. p;�ra que
Es induda b le q u e una atenuación a su validez -se descub re en
el su sobr i no cobre deudas a trasadas en Lima; el que don AIJlbrosio ha
hecho d.e que mis de un Ji na je � divide contr si mism o. tl(ás impo r adquirido gracias a sus relaciones privadas en :\ le ndoza debe facilitar
� ·
.

tant e sm em argo, . que m veman ar las e:x.cepoones a una solida ridad
: el cobro de sus rentas decimales por el dean. . . Estos aspectos de b
.
farrubar que �1gue s1endo dominan te, es quizá examinar las ralees.
y a solidari dad {ami liar están lejos de ser in novaci ones traídas por J.¡ re·
la vez lo!; Hml tes. de esa sohdaridad. volución ; su solidaridad interna puede ser el medio q u e tiene carla
t.nas parecen ser dobles. En , primer tÉ:rmino, consolida esa solidar i· famil ia para defender el lugar que le corresponde en e$a constel�ción
dad la exístenci.a de un pa trimon io de tierra s• riqueza e infiuencia de gra nde s familias que define el orden dominante en c:: a s de u n a co­
m u y excepcionalmente es h ec h a
que
sólo p u ede �r . .
conservado m.J en tras la familia retenga su coherencia. marca rio plattnse . pero esa defensa sólo

Aqu la famd1a consanguínea no es sino el n ú cleo central de un agr.u­ necesaria por la presenci a de conflictos violen tos en tre uniciades fami·
P��Ienco mucho más vasto; que i nc luye colaterales y una clientela liares. no regul ados por n i nguna autoridad superiqr. Más frecuente es
, rusoc: a . y u �ba.na, o.:uyos vln<... .t!os con ese n úcleo pueden ser cie natu· que sirva para forti ricar a cada familia {rente a la rivalidad de otras.
ralez.a JU rld.lca muy variable: en Salta, en Catamarca, en la Rioj a . en en u n complejo proceso en que la a u toridad administrativa se reserva
el none �e Córdoba no fal tan ejemplos de fa mi l ias que en efecto papel arbitral (en cuyo desempeño, sin emba rgo. se cuida ra de no
i gnora r el equi li brio de fuenas entre los rival es)
.
dqm¡ n a n Slil ri vales . una entera z El hecho de que
. �� a, en la que ocupan los ca.rgos de
la llllllc.La y las ma8lstraturas mumapales de policla y baj a justicia. Sin los funcion arios de la corona, al e n carar sus rela6ones con los más
cmb �go, estas constelaciones _familiares están lejos de ser estables; in· infli.T)'entes entre sus adm i n istrados. los consideren agrupados en bmi·
sufJ �e.n � emen te _in stitu.c:ionalízadas (los mayorazgos. que asegurarían la l í as (un uso que, como se ha visto, la · revolución conse rvó) , n o hace
. .
coounu1dad md1vtsa del patrimon i o familiar, no ab un dan en el Rlo sino consolidar la solidaridad in tern a de ésias, y l a extiende de las que
d e l a Pl a ta) , el número de hombres que aglutinan parece ser u
n a fun· figuran por patri mo n io . y prestigio entre las primera s a otras me·
nos poderosas, pero también deseosas de obtener la atención de esos
.
c1ón del poderío económico y polltico de que pueden disponer
. El caso
de los col:.ue raJ es �s revelador: .en comaras de población reducida, funcionarios. Ya desde a.ates de 1 8 1 0, entonces, la solidaridad familiar
se hace sentir aun alll donde falta eQ ri'q ueza y a bund; mcia de seguí·
en
q u e la escaQ gente decente se :n iega orgullosamen te a mezclar
su san·
gre con la de fami l ia s de menor · alcurnia, son pocos los miembros
de dores que asegu.ran la domi nación de a lgu n as familias sobre enter as
ésta 9ue no podrian alegar lazos de paren tesco con más de comarcas. Es la existencia de este otro e stimulo para la consolidación
una de las
de la familia como unidad la que la éx ti ende aun a l l í donde la ausen­
.
fam1has más poderosas; su inclusión en la clientela de una de éstas

e d �ta.do a me.nudo provisi on al del pa rronazgo que ella puede. cia de un régimen de la tierra dominado por la gra n - propiedad (o el
dJSpemar. Lo que queda de 1� solidarid.ad familia carácter reciente y a ú n no consolidado de ésta) hacen · i m pensable
: cuando falta esa
la ex istenci a misma de situaciones como las que hallam06 en Sal ta. en La
" Para S:llt�, informe de F. A. Chiclana de diciembre de 1 8 1 0 Rioja y en ciertas comarcas de Catamarca y Córdoba. Pero, al hacer
en R.
l.et'c.ne, En.1ayo hi.ll6rico sobre la Revolución de Mtryo y Mariano 'M<>Teno, de l a (amilia una organización orientada a la co nq uista del favor de la
2i C'd., BueOOG. Aires, l 925, u, 195·9; pua Mendou, D . . HadiOn. Recuerdos m archa
a u toridad le da algo de la ine!;tabilidad que can.cteriza a la
hí.J óricos .de /.a prouincia de Cuyo,
� uenos Aires, 1898, 1, 22·23. de ésta, aun en la época colonial, la que el remplazo de un ÍWl·
Por C:Jemplo A. R. Bazán, 1.-<J Rro1a en la ipoca de la /né�f>u.d�nci4,
� e.n

TrabaJ04 Y Comuai�ciones, u Pl.a.ta, 15 ( 1 966) ; Th. M. Ha igh, Martín cionario podi a tene1 eo. este aspecto consecuencias comp ara bles a las

Gii.emt:5, c i t ., 1963. de los más rui<tosos c a m bio5 de rumbo de l a polltic.a revolucion.aria


DU. VUlllNATO A LAS rtCNTNClAI ONlliAS LOS UGADOI DE LA RLVOLUCIÓN

· ¿En qué medida afectó la �voiución a.! vigor de e�a insti tu ción de polida y baja justicia : la n ueva coyuntura da a r�s funcion
es u n a
amp )n
·
. ud y a quten ·
familiar? Se ha visto ya cómo otorgó a su grav itación un reconocimicil­ l a e_¡ttce un poderlo que son utml>iéo ellos nue·
to más explicito que la ad mi nís rración retia; la necesidad de buKu vos. y que trasforman a la magistra t ura . ejercida en nombre de una
apoyos más activos en el país migmo la llevaría en efee1o a componer fa�ilia colectivamen � e in fluye n te , en un peno­
liderazgo fuertemente
con una fuerza que hubiera sido imprudente ignorar. Al mismo tiem­ naluado. Pero. preasamente porque es asJ. d ámbito de
innuenciil
po. la revolución fue acusada de disolver las solidaridades familiare5, de é�te no coincide con l.a zona en que la familia a la que el jde
de alzar a unos miembros contra otros dentro de � unidades antes pert enece tic:ne ascendiente direClo. (Sin duda, Juan Facundo Q ui­
concordes. Los choques generacionales y los que oponen a distintas roga debió la posibilidad mi sma de comenzar una carrera publica a
ramas dentro de un mismo tronco familiar son en efecto frecue'ntes; su condición de hi jo de José Prudencia Quiroga, es decir de un fuerte
po� su parte, al res petar el patrimonio de cada linaje, a la vez que hacendado de los Llanos riojanos, que es a la vez oficial de milicias;
pnva de él a los individualmente desafectos, el poda revolucionario pero no debió a esa condición su ascenso al dominio militar del en­
da alimento nuevo a esos conflictm. de los que se com titu ye en un tero I nterior) . Este ejemplo extremo muestra con particular cla ;idad
arbiov ::! "cla rad amen re parcial. AsJ, una de las consecuencias de 1a re­ las consecuencias de la aparición de una abierta lucha poHtica con el
p�ión det motín de .Alz.aga, en 1812; es � traslado de la fortuna fami­ ámbito local, que da nuevo alcance a la rivalidad entre grupos fa­
liar dei conspirador ejecutado a rus heredam patriotas; resultados se­ miliares: el patrimonio ·y el poderlo de una familia son ahora un capi­
meja��� se a lcan zan en ot ras partes; e n Salta, si hemos de cree. :! las tal que su jefe arriesga co n t in uamente en esa lucha; las oscilaciones
apasionadas :>legaciones de don Miguel de Archondo, ha sido la denun­ de fortuna son, por Jo tanto, más i nten sas y rápidas que en el pasado;
cia' de sus propios hijos la que ha impulsado a Bel grano a despojarlo antes que el pa tr i monio y los otros elementos que marcan la conti­
de lll administración de sus bienes, encomendada a esos mismos hijos nuidld de un l in aje . es la personalidad pol í tica de su jefe la que pasa
en premio de su celo revolucionarill. No siempre ese arbi traj e supone a primer plano.
ta.n sólo la reasig'naci ón del patrimonio: frente a la cordobesa "casa Con auo mayor intensidad este proceso ha de darse en los lin aje s
de los AJlende", al fusilar al coronel que era el jefe reconocido de ella que, sin contar con patrimonio impor tan te, han venido actuando soli­
y nombrar coronel a su sobrino lo que el poder �volucionario hace es dariamen te en la conquista de ven tajas administrativas y avances en la
do tarl a de un nuevo jefe. De este modo, es el equilibrio interno a cada burocracia. Ya en tiempos coloniales la inestabilidad era pan ellos
familia el que es afectado por el nuevo peder polttico de modo más mayor; la d e pendencia de la habilidad del que hace de jefe del grupo
directo y brutal que por el an tiguo régimen (que, sin em ba rgo, no familiar era más marcada. Ahora el lazo familiar se dobla en una suene
dejaba de influir -50bte é.l: basta pensar por · ejemplo en los no pocos de clientela pollúca respecto del jefe (que a m en u do
se constituye en

burócratas de origen pen i nsular que en el último tercio del siglo xvru tal gracias a sus éxitos en la carrera pública, que son en verdad los
en t ro ncan en familias fundacionales de Salta y se t.ra!forman en sus que originan la solidaridad d.el linaje. constituido para . defender y
jefes) ; parece esperable que esa intromisión creciente lleve a una deca­ aprovechar colectivamente el capital polltico creado por los personales
dencia dd poderlo de las mayores familias. No es asJ, s.in embargo; e l talentos de aquél) . Asi ocurre en S a n ta Fe con la familia de Esta­
nuevo poder necesita demasiado d e ellas como para ejercer una super­ nislao López, en Santiago del Estero con la de !barra; en el primer

visión excesivamente celosa y sistemática; ]a delega ción progr esiva de · caso el linaje que se identifica con el jefe de la provincia e� entera­
sus !unciones en autoridades locales que, cualquiera que sea el origen mente nuevo (puesto que aquél ha nacido fuera del matri.monio) ; en
fo�al de su investidura, la deben a su arraigo en la comarca que ad­ el segundo, más de un encumbrado linaje de la .capital provincial
mmutra o. conrrarrestlt bien pronto ese apenas esbozado avance del acepta la jefatura de quien ha comenzado por ser un col a te ral relati­
poder revolucionario, y lo devuelve al papel m:i.s tradicional de árbitro vamente oscuro. No significa esto que la constelación de grandes fami·
en la rivalidad entre familias (en el cual su liber ta d de acción es aun lías haya dejado de contar; hay comarcas de evolución más tranq uil a
más limitada que la de los funcionarios de la corona) . en que la vida política sigue girando en torno de sus conflictos y coíu­
cidencias; aún en las m ás hondamen te . trasfonnadas por la revolución
La disolución del estado centra.! en 1820 devuelve un inmenso poder
atravesar la tormenta revolucio­
y sus consecuencias, ese juego desesperantemente complejo es uno de
a las grandes familias que han sabido
naria salvando el p atrimonio de tierras y dientes acumu.lado en t iem­ Jos elementos capitales de cualquier constelación politila.

pos coloniales. Sin rmbargo. la experiencia revolucionaria ha dejado En suma. pese a la decadencia de los paderes de más a mp l io ámbi to,
en ellas su man;a; precisamente la delegación de funciones ha hecho el poderlo de las primeras {amilias de cada comarca sigue siendo muy
surgir dirigentes locales más _poderosos; estas figuras se destacan ahora variable; sólo en regiones de fuerte predo mi n io rural (o conti ouiclad
de esa unidad que es la familia con m ás vigor que en tiempos colo­ completa entre la éli te rural y urbana) , con grandes propiedades con­
niales. Jua n Facundo Qu iroga puede sucedCT a su padre en funciones solid adas desde antiguo y por añadidura escasamente afectadas por la
LOII L1 c.AI)(M. 0!. LA lli\'OLOCI'ÓN
�98 DJP:L YIUI:I�AT'O 1\ LAS I'J.OVlNCIAS UN IDAS

� económieo� que ltt �guraban t�mbién com�ctos (u�r;¡ \le e l l�


cns1s revolucionaria, p�de ese poderlo seguir eiendo detenuinólnte; v
Sobre e$<1 red. a la vez tenue y compleja. de cambianttt �lacm-n" JH'r­
las c::omarca� en que se dan juntas todas estas condiciones desde luego
sonales . lo que la paciencia ele Jo, nuevos dirigentes i n tenta crt�•r �·
no abundan. La falta de un ¡¡vanee sign ificativo en el poderlo que
uo �i\lcma de entendimientos l' ntre figuras localmenu: in flu)'en le"\ que
post:en las grandes fa!XI.ilias como tales ilcentúa la inestabilidad de las
soluciones políticas que e�rgen. pero está lejos de dañar l;u perspec·
lkne por lo· men05 parcialmente d vacfo dejado por la ruina dd eJ.
lado · n acional au rcmpla�o, por esu.d06 prov;nciales do tallo� rl(' muy
tivas de una articulación armoniou entre las que surgen contempor:i­
limitado vigor.
neameote en las ctistintas provincias (y aun en las diferentes comarcas .
mdo eJ pals: aun en Buenos Aires.
de
Esa nueva modalidad triunfa C"l
cada provi ncia) . En efecto, la familia puede uegurar una cohesión
la ya record ada misión de en trega de vacas a S<l � ta fe emprc:u pú­
muy 'firme entre sus miembros. pero esa cohesión es necesaria sobre :-
blica y privada a la vez- asegura � Rosas la u t d l s1ma :lmastad rlc: E.sta­
c onst it u ye en d
todo para asegurar el éxito frente a otru familias riv � les; aunque no
nislao López; en 1824-1 827. Pedro Trápani s e cen ero
abunden en las provincias argentinas los conflictos sangrren tos, no d� .
. de un haz de contactos entre las dos orillas del Placa que utilizan pollti­
nocidos, por ejemplo, en el Brasil o México, tambtén aquí las famlltas
camcnte conexiones por él establecidas como barraquero. traficame de
son esencialmente m:iquinas de guerra. Indudablemente. las luchas �or
. .
el influjo regional y el favor administrativo no excluyen la postbt l­ � ganados y socio de comerciantes británicos;
frontera de Bolivia, el censo de amigos polft icos del gobe na dor de San­
desde el P;�ran;i h1.sta
r
la

dad de alianzas; éstas mismas conservan, sin embargo. un elemento


ta Fe 1rae más ce un nombre entre los de: quienes se han ocupado
antagónico: se contraen para aunar fuerzas contra adve� ios dem�sia­
del tráfico en esa carrera . . . Se ha visto ya cómo don Ambrosio t'uncs
do f19derosos . . . Se adviene en tonce1 cómo las granda famt has, sus alta n­
y don José Albino Gutiérrez han establecido vfncuJru en tre Mendou y
zas y sus choques, no pueden seT la base de comtelaciones poUti �as
_ Córdoba, qve son sustancialmente de intereses privadoJ. �e� . en . los
sólidas. capaces de a segura r el orden regional o nac•onal. La parCt �l
. cuales las posiciones públicas de uno y otro no carecen d.e s¡g nahuc•ó �.
y relativa decadencia del poderío de éstas, el surgun•ento d� dm­
. Como las coincideDcias de in tereses privados, las cone�t•ones estahlec•­
gentes regionales que, au nqu e se apoyen en un grupo de famll1as y
das durante la por eje m (liO,
intereses.
canera de la revolución son utilizadas.
no dejen de favorecer sus
de ese grupo. está lejos de
son algo más que los rep�sentantes
perjudicar las posibilidades de establecer
por el santiagueño Felipe !barra y �1 cordobés José M� rla Pu (que
se apoyan en una amistad formada pnmero en el semuu��o corda� de:
alguna cohesión entre los distintos poderes reg;onales.
Loreto y luego en e l ejü<ito de:! Norte) . 1 8 La complc:¡1dad q u e e1M
Pero esa ventaja es sob re todo negativa, y el problema de cómo
l�zos podlan aléaDzar puede seguirse a travé' del surg¡m•emo de Fa·
establecer efectivamente esa cohesión sigue intacto. Todavla lo agra­
cundo Qu.iroga a figura de dimensiones nacionales, a lo largo del cuAl
mi l i t a r) .
va, por otra parte, la resist.encia de lo! pode �es reales a identifican-e
DO ocupará nunca cargo po Utico alguno (aunque sl En su
con el mln imo aparato institucional que sobrevtve al derrumbe de 1820,
archivo vemos cómo su circu lo de rehciones se ampHa y, to<bvfa, cómo
su ambición de controlarlo desde fuera, que continúa en un contexto
éstas, sin pe rda sus bases en vincuJos de amistad o -a un mis fre� uen­
distinto la actitud de las [nenas de arraigo local frente · a la admini$-
temente-- de i ntere!CS privados y comerciales, ·adquieren una creocnte
. tración regia. Esta resistencia a tomar ia gestión directa dd gobierno dimensión poUtica. Las primeras de estas relaciones s.e han fo �ado
no sólo tiene por consecuen cia -como se ha visto ya- debilitar aún
dúrante los viajes que Quiroga realizó desde su más tetn
; p rana juven­
más al aparato institUcional en más de una provincia; hace que. en la
tud, acompañando a los ganados que su pad.re enviaba fuera de su
homb� in fluyen t s
. _
búsqueda de una cohesión poUt.ica capaz de superar los provm­ �tes
. provincia : en su ttascurso conoció, por ejemplo, a e
ciales, ese aparato resulte . u n instrumento madecuado; 1unro con l os San Luis. con los que iba a conservar conta cros. u u lu
en :.a d os luego
pactos' interprovinci ales, registrados en documentos aolemn �s. se req u t_ e­
polltica�nte. La en trada de e$<1S relaciones en la esfen p úbl i ca. su
ren los entendimien tos entre los dueños del poder e.fectJ.vo para dar politicas, oo las despoja. sin embargo. de
· a aqu6Jlos
trasfoi"D)QcióD en alianzas JU
alguna sustancia. han s�rgido
Pero esos dueños del poder

sentido originario: ea revelador ver i n terrumpirse el flujo de la corre$­
e éste ; . arra1gadru
precisamente de una afirmación de la � bases loca.Jes
_ .
pondencia poH tica entre Qtairoga y e� mendocin � José Albino G�t�- .
en ellas, DO siempre les es fáctl amcular su prop•o ¡nflu o con los j rrtt para dejar paso a una carta en que éste � � forma a aqu�l qt¡e
que han surgido más allá de su LOna de inil ueftcia .
. envfa a San Juan -que Qui rog<� ac�ba de conqwstar- cabeZ2$ de. �
Y. en efeCLo, una red de relaciones personales entre pet:sona1es poll­ ganado, "para que por su mano o bajo sus auspi�os se .e chn en ese
: �
ticamente innuyentes comiema � tejerse en el vasto pals. ¿De qué .
destino:·.n Igual superpoatción de clemenLOJ pubhcos y �nvados. poli-
manera y sobre qué bases? Aqu! influye decisiva�nte el hecho de q ue
los n ue vos dirigentes tuviesen a veces u n a larga actuación en el marco .. B. Frias, Histcwi• del g�nero/ Gu�mts y /o [JTOr•in_cio d� Sal14. J, Saltal
191 1 , pp. 401 -402.
Arr:hir:o Quiroga,
del estado r-eVolucioD ;�rio, y conservasen de ella vinculaciones que iban
" 22 de mano de l8%7. x, 1607.
más �llá de su coma rt.ll, o que tuvi� aun m:h frecuen temente i.nte-
DEL V�TO 1\ �S PII.OY II'<CIAS U N m.A.S
40 1
t.ico� y com erciales, se da en l a rela.ción entre Quirog.a y sus corres­ �bre e l cu�l h a revertido l a confianza c k Qui roga ) . N o por eso ha
pon �l ei de Buenos A.l res. Ventura Vázquez. el h ijo de Mon tev id eo , que de romptr con su podno� proteclor: como tesorero de la provincia y
deb� al io[l ujo rle Quiroga sobre el gpbieroo d e La Rioja su cargo de miembro de su m in u sc ulo cuerpo legislativo. lo veremos reap;��cer
diputado por esa provincia 011 congTeso general consútuyenre de l 82-1, aún en la correspondencia de facundo i G
no sólo es in te rmedi a ri o entre el comandante rioj a no y el gobierno n;¡­ De- este modo la red de personas e imcrc� privados que gi n n en
<:ional q ue efímeramente resurge en Buenos A.lres (del que prom<:te torno a Qui roga 5e a mpl ia cada vez roas, y esa a m pl i ac ió n -lavorccida
obtener para Qu i roga una patente de general en el ejército nacional) ; por la creciente gnvilaci6n política del �rsonaje- tiene a su v�t in­
lo es también con los comerciantes porteños con quienes Qu.iroga anu­ m�t;atas c on secue nci as polí ticas: muchos d e los que a ctuarán JUnto
dará u na relación de interese& cada vez más estrech01: de Vázquez se a Facundo, trasformado en figura de dimensiones nacionale� no harán
vale Braulío Costa para presentar 01 Qui roga sus proyectos de explo­ sino traslactar al plano polftico una solidaridad qu e se h a formado en
tación minera en La Rioja . . otros menos públ icos. Si se quiere sacar una conclusión más general
E l carácter complejo de las relaciones de Quiroga duraote esta etapa de este ejemplo rico en e l eme n tos ane cdóticos. el hecho de que la
no se desmiente cuando su interlocutor es el gobernador de La Rioja. dispersión del poder político no vaya en el R!o de la Plata acompa­
Es que también este personaje (que debe por entero su cargo al in­ ñada de fragmentación económica. el hecho de que más <le uno de
flujo de Quiroga) se i n teresa más por sw aelividades privadas que por los dirigentes surgidos de la crisis de 1 820 -prec isa �e nte porque está
las a parentemente ligeras tareas administrativas inherentes a su cargo _
sólidamente arraigado en la econom!a de su propta reg1ón- daspo­
(en cuyo desempeño ha otorgado privilegio de amonedación a una ne de con tactos económicos y personales fuera de ella, ofrece a cada
compañía que su familia controla) . Arrastrado por una de esas breves unQ de ellos un haz de relaciones fuera de su zona de i n flue n cia que
y frenéti cas vocaciones empresarias que la esperanza -bien pronto bur­ puede servir de punto de partida para un sistema de alianzas pollticas.
lada- de haber encontrado un camino nuevo a la pros peridad suele Pero precisamente las posibilidades que de este modo se abre n �n
un SIStema p o lf 1 1 co
d�perLar en el adormecido clima económico del Interior, el goberna­ _ _
demasiado ampl ias para que de ellas pueda surg1r
dor Balta�r Agüero no desdeña trabajar personalmente en la tarea de estable; sería nec�rio todavía algún principio ordenador que l im i ta ra
acuñación, hasta perder en ella la salud (afectada por un.a inroxiación las �rcas de conflicto creada.s por esa multiplicidad de relaciones pri­
de plomo) . Al parecer, no muchos comparten por el momento en La vad�s que tienen todas ella; vocación de adquirir dimensi6n pol f tica . _

Rjoja las exaltadas esperanzas del gobernador, que busca respaldo para _
y ese principio no puede proporcionarlo la est ructura mstHUCIOnal
sus e mpr�a s por parte de los que -como todos saben- tienen en La -débi l e inconexa en �u cxpr�ión formal, pero aun más en los he­
Rioja mayor gravitación que él mismo. Los accionistas de la casa de chos-, se ha visto ya cómo para Facundo es más decisivo el infl ujo
moneda -escribe Agüero a Quiroga-IB han autorizado a todos Jos co­ de ese rico mercader de Buenos Aires. que e$ don Braulio Costa, que
mandantes a suscribir una acci ón ; aunque Quiroga no quiera suscri· el de la legalidad vigente en La Rioja y personiEicada en su ser:vicial
birla, su amigo el gobernador 1e ruega que finja hacerlo, adelantando gobernador.
·los $ 1 000 que ella monta, por los cuales el propio gobernador le pa­
No es entonces sorprendente que esta red, hecha de coinciden cias de
gará un interés de un peso diario; es necesario que el nombre de Quiro­
in tereses y afini dades privadas, tenga a veces como con$ecuencia pol!tica
ga se asocie a la empresa "para dar más respetabilidad a la casa de
la ruptura y no la consolidación del sistema de equ�librio � ntre lo!
moneda",
distintos poderes regionales del que depende una paz s1empre msegu ra.
La relación pol!tica entre Agüero y Quiroga se dobla así de otra
Así, las esperanzas despertadas por la minerla riojana no sólo b�rren
económica, y se trasforma en uno de los tan tos vínculos entre el se­
con el gobernador de esa provincia; todavfa favorecen el acercam1ento
ñor de los Llanos y el vasto mundo circundante; su apoyo en u n
entre ella -y Córdoba que al lado de La Rioja hace papel de centro
sistema poUtico-in�titucional en q u e tan to Agüero como Quiroga des­
de importantes recursos financieros y humanos, sin l s cuales la ex pl?"
empeñan papeles formalmente definido' no confiere a esa relaaón �
tación minera se haría más difícil. Pero el alineami ento de La R1oja
privilegio alguno �bre las establecida.5 por el azar de un viaje o un
sobre las posiciones de Córdoba ma.rca el (in de la soljdaridad de las
más prolon�do contacto comercial. Asf, cuando sos nuevos anligos
provi ncias andinas -desde Mendo� a Catamarca- que desde 1821 ha
�e Buenos Aires hagan entender a Quiroga las ventajas de una em­
dominado el eq u iü br io del Interior. Seria excesivo ver aqul Ja cauu
presa de acuñación planeada = gnn 6Ca la, la suerte de Agüero queda
únie:il -o aun la prim;ipal- de la guerra civü que bien pron to ha de
!oellada; y el gobernador ceGe Úl res i.st<:ll ci a el ror.. trol de la sociedad comenzar en él (en tre otras cosas. cuando la guerra estalla ya muy
acuñadora a los finan cistas porteños (y el gobierno a u n rnandat:�rio pocos creen en el porvenir minero de la regió�) , pero no hay duda

• 3 de febrero de 1 825, A rchitJo Quiroga, YUI


,
1 1 49.
'" Por ejemplo el 17 de ma)'O de 1827, Archivo Quir6ga, x, 1617.
..

402 DEL VI�INATO A �S "OYlNCIAS UNIDAS I.OS L.E<.o\OOS Dr. LA UYOLUCIÓN

de q ue, al denruir un 'iuem;;a de a lianz as y rivali �de s que h;abl• a¡e­ u so de u n lenguaje que e� el de los afectos privados puede incitar l ve r

guradó l a pa..z �gional. i naugu r;;a ba un periodo de tensio nes crecientes el prob l em a desde u n a perspe � tiva m� �l ; la ra!z de _é�re es 1in �mbargo
.
po Hti ca ; la complejidad e •nestabd•da d del eq u 1 l 1b no surg•do
en que el surgimiento de nuevos conUictos s.e hada m�s Ucil. del

En sum¡ -de modo n¡¡d¡ sorp�ndente- la ri ca multiplicidad de derrumbe d e 1820 hace. que a u n las temativas de consolida rlo :sobre
contut os . so lidaridades y hostilidades que se dan en el plano econó­ 1:t base de lazos estables en t � los distintos poderes
re gi on a les ten ga n
ex.c_esivam ent�
mico y social no podrla connüuirs.e. sin más, en la bas.e de un orden resultados singularm ente !r Agi l es. que sea por lo . tanto
s u� 1 r d e f a n 1 1 1 ·
pólltico estable; éste sólo puede apoyarse en solidaridades especifica­ imprude nte pa r a c ua lq u i e ra de e sos poderes reg1onale
.
vameute su suene a la d e alguna de esas effmeras constdac
mente polhicaJ, dentro de un siuema que haya reducido al mi n imo •ones.
la posi biüdad de conOictos de lealtades. Sin dud a, loJ nuevos titulares Pero esa situación , q u e hace de la l ea ltld polltica sin �licenci as u n a
del potlcr loca l se es!ue na n por cre ar un orden de este tipo; para ello virtud tan aprecia d:� corno i m posi ble de Pr :' cticar, t i ene a 1 m otr¡¡s con·
a firmw. con s uen e variable. su propio predominio en su zona de in· u
secuenci :u; · p es to que ni ngú n poder
reg10 n al p uede . con �ar �on 1�
Ouencia y lJuscan fuen de e lla apoyos tan sólidos y vastos como pue­ 1:1_ coha•ón mtcnor eJe
a mistad s.egura de ni ngú n otro. debe socavar _
den. Todo� una é tica po l ltka , que hace de la lealtad a la pa lab r;o. bás1co en el arte pol!uco
todos ellos. De all! surge un corolario que es
empeña da y de l a fidelidad al jefe las virtudes cardinala, s.e cons­ 4ue está nacien do en las p rovinci as desun

das; los disiden tes d e las
_
tituye en el fund�ento ideal de esa recomtru cc ión de un sist ema . st em pre protecCJón, y SI esas áreas están
áreas vecinas merecen cas1
poUtico. Pero. aunque univenalmente rnpetadas, es•u virwde1 no son ción ha d� t rasforma rse en
domina das por d i rigenta hostiles, la prote-c
univcnalmente pract icadas . Tampoco podrían serlo; anien cras ese orde n. a poyo activo. De nuevo e l ejemplo de ! a b rra es pcrune 111e; poco s go·
q ue K tr.ua de recon¡t ru i r no hay¡¡ efectivamente surgido, el precio d� o de su pred � m t n � o en
uerna dores hay mis seguros que el de Santiag
su propi:t provi ncia . No por eso tl ej a de
la supeoivc n ci a CJ la atención cont t41.1l � a los datos de un equi librio tener ra zon t:s tle tntlu•et u d ;
.
C"n ca si constante cambio; con t! de � vuiar lu abanzas con fue rzas d e Sa l t a. su � wemt¡; o'
mis all� de l a r�ya <te Tucum :in. d e Cata marca.
exteriores que, salvadoras en el p01sado, pueden hacene rui nos as si una prep:lTJil . el tltS<luit e, wlerado s. :1 ve�e.s a le
� ta!los por gobtt:rnos_ �on
fidel id ad demuiado litt'ral a la palabra dada intenta conservarlas en, los cua les lharra. q ue no puede permu trse s1empre uno ru p t u ra ����r·
un contexto trasformado. lAs incert id umbrn que atorm6ltan a qui en relacion es marcad as por el mismo tono de perplej td �c.J

t:l, mantie ne
dt'be pra cti car sin d oca oso. ese juego agotador s.e reflejan admira ble· sendme nÍal que caracteriza su correspondenc a
con Pa�. No e5 n �ce5ano
men te, por CJemplo, en la co rresponden c ia que el gob4!mador santia· enemig os tengan apoyos muy am plto s
_
en Sanuag o; segun Iba·

4ue esos
_ d _ pu es to_s a secunda r los en
gue ño I�rra m:Jnúene con el �neral Paz. a putir del dla de 1829 rra, por ejemplo, siempre hab�á tuc m nos ss
exto�t�nes [ . . . } porque
:,
tn que ese ex ron dísdpulo y compañero de al'l!lU toma el poder en cua l qu ie r aventu ra; su propóstto ser.. . causar
Córdo ba. Pn lleva guerra. con tra Quiroga; Jbarra no . quiere participar nac1ó con ellos .2. El temor a las
la inclinación al mal parece que
en ell a, no qu iere a la vez que Pu, de5e5perado de ganarlo para su fronteras i ntcrpro vinciale s, que de pro n to �- h a c e n p erm� ables al paso
causa, ado pt� b de los enemigos untiagueños de lbarra. Con una de5- s demes. no ttene_ nada de
de pequeños ejércitos capitane ados por d t t
conccrtada sinceridad -por otr a paree muJ poco sincera- plantea a de án que a los OJOS d� &�s
fantasioso ; . en !835 un gobern ador Tucum
su amigo las disyuntivas de la sit uación en que ha venido a encon­ verá invadid a su provmCta
vecinos se ha hecho demasi ado poderoso
trarse, w;;wdo par¡ ello un lenguaje inetperadamente sentimental. s i d e n tes orga nizada en Bo l iv i a, que �a cruzado
por umr fuerza de di
¿Cómo puede Pu dudar de l.c firme amistad de lbarra? Pero al mismo y Catarnarca s1n que los
con armas y ganados por tierras de Salta
t iempo éste debe con1ideraciones a Quiroga, que "en cu atro años de Tucum án, ha ya n hecho n�da
gob ier no s de esas provi nc ia s, a l iado� del de
amistad íntima no le ha sido infidente" .20 Sin duda los problemas por detenerla . . . Dentro de cada p ro � i n
cía. as( como en_ la r�la.Ción
elemen tos _ • nsuprumbles
<.le Ibarr;r no :10n los de un coru.ón irremedia blemente dividido en 'w interprovincial. la hostilidad y la te ns • ó_n son . :
alectas, :100 los de una provincia d�peradamente' pobre, treS de cuyas eq ui l ib rio que ha surgido en 1820; qwen qutera sobrevtv t r en él debe
del
cuauo veci nas son más p oderosas que ella. Los dos interlocutores de s aber utilizar también esos elemen tos en su
provecho, pero de es t�
s fragili dad, la inesta�il id a_d que le obh·
esta efusiva corrnpondcncia lo �aben muy bien; e Ibarn no parecerá modo no hará i no acentu ar la
s a n d •scu t�l:>les. .
wrprendene n1 mdigmane en cxcew cuando su [ro�ternal amigo apoye g;¡n a incluir en su ax-senal poHtic o recurso � _
la estabil tdad· �s tmpost �le; ello
p_u c·
Dentro de ese equilib rio. en t on ca ,
el movimsento que lo forura a re.lu�¡¡� en Santa Fe.
De e$le mouo, las promesas de amistad a la privada y poll tica hace que ni a u n lo s que se han benefi cia �
o con s� tmpla � taoón
SJn agud u ar los con·
Vet
.
odt f¡car lo
defienden m:aJ la estabilidad de Jo. IUOI que en eUaJ ¡e apoyan. :El dan ha lla rlo satis(aClorio. �Pero cómo m
a precisamente d e elimina r? La solución más obvia,
flictcs que se t r a t
• !barra a Paz, 15 de ma,o de 1829, AIIredo Garp.ro, Pot e /barro, San·
tigo del útero, 1942, p. 57. ., El mismo a! misrt,)o, 16 de mayo de !829, Gugaro, op. cit., P· 6 1 .

en teorla aceptada también por todos. es la reconsll'\.lcción del masco


insú tucional que J 820 ha deshech q¡ la reconstrucción del gobierno
central . Pero esta solución sólo sería posible cuando el complejo equili-
. .

. brío que intenta simpliEicar hubiera sido ya simpliricado; sólo en un


contexto llondame.nte trasformado una nueva autoridad nacional po­
drla ser efectivamente obedecida. A Lalta de- esa solución. queda abierta
la casi desesperada de aceptar los datos fundamentale! del orden exis­
tente y tratar de mantener una paz necesariamente precaria jugando un
complicado juego pol!tico en demasiados tableros a la vez; es la que
pr.Íct.icará no sin éxito Buenos Aires entre 1 821 y 1 824 ; a u n la supe­
rioridad económica, financiera, poHtica de esta provincia es si.n em·
bargo insuficiente para asegurar, junto con una sólida hegemonía sobre
el resto del país, una tolerable estabilidad política para éne. Queda
aun una tercera altern;�J.iva, que sólo len tamente emerge del fracaw
mcesivo de las dos antenores. Es la creac;ión, primero en l a provincia
hegemónica y luego en el pafs en su conjunto, de una solidaridad pro­
piamente poUtica que -sin enlren tarse sistemáticamente con las solida­
ridades preexistentes (aJianzas familiares, alianus de intereses que ex­
ceden los llmites de una región) y aun utilizándolas- tenga sin embargo
fuerza bastante para afirmar su superioridad sobre éstas y vencer su re­
sistenGia cada vez que sea necesario. Es la solución. lentamente prepa­
rada por las crisis de la década que comienza en 1820, madurada en
la década siguiente gracias a la tenacidad de Juan Manuel de Rosas.
Con ella, en efecto, surge finalmente el orden polltico que la revolu·
ción, la guerra,· la ruptura del orden económico virreina! (y la crisis
de las élites prerrevol ucionarias que es consecuencia de estos tres pro­
cesos} han venido preparando. Tal como entrevió Sarmiento, l a Ar·
gen ún a resista, con sus brutales simplificaciones polfticas, reflejo de
la brutal simplificaciói1 que independencia, guerra y apertura al mer­
cado mundi_al hablan impuesto a la sociedad rioplatense, era la hija
legítima de La revolución de. 1810.

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