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Halperin Donghi, Tulio - Revolución y Guerra (Pp. 200-234 380-404)
Halperin Donghi, Tulio - Revolución y Guerra (Pp. 200-234 380-404)
Y GUERRA
FORMACION DE UNA ELITE DIRIGENTE
EN LA ARGENTINA CRIOLLA
por .
TUL/O HALPERiÑ DONGH/
bla, ltda
�.,I�I�_J!!'.'���!'D�-�� SIGLO VEINTfUNO )l(J �
..
lNDICE
l'RÓLOGO !J
auburbwa no actúan solos; a su lado �tán los comandantes mili ur es, t.A REI"OLl"C;ó:-; EN BUE:-!OS AIIIES �01
que han partici pado ya en las anteriores jornadas: el ej�rc.ito sigue
siendo el árbirro de las decisiones p o llú cas . Pero, aJ desembocar en
bitante", y las derrotas harin aun m:is evidente esa ne cesid ad. Des
i:CONÓ:O.UCQ-SOCIAL Ull&ANA
dent e me ote mot.lestos. Aun uí. �endenci � a ba�er _?el eJ�rcilo
� . el
_
A los oj os de obJervadores JM?CO afectuosos. la militariz.ación co me n
primer estamenw del nuevo es t do es n n b � i ega l�; el
c:lmb •o �rofun?o
que ello ha creado en su SJtUaClón, co mpnaoa con la lo, funoo· d�
zada en 1806 -cuya necesidad luego del cambio de aliuuas de 1808
oario s de carrera de la burocracia civil, se advierte p�r eJ<:mpl o en la
estaba le jo s de aer evidente- habla terminado por ser un pret exto .
resolución del 31 de diciembre de 1814 81 -ya menc10nada- qu� •m·
para organizar y rentar a una de las facciones locales que la crÜiis im
pone una rebaja general de suel dos de lOdos los empl_eados C iv iles y
per ial estaba enfrentando en Buenos Aires. La legitimidad misma de _
de a q uellos militare5 que no se haltan en acuvtdad. Sm duda no es
ese ejé.rcno ur bano, sólo a medias som etido a la discipli na de una .
nuevo que los funcionarios de la administración de ban su(nr (en for�a
de retrasos en el co bro de sus s ueldo
tro pa regular, era constantemente pu�ta en duda. La revolución, al _
s) las consecuencias de la amplia
d esencaden ar la guerra, puso fin a esa situación y acreció de in mediato
ción del ejército; pero si en el pa sado la in dignaci ó n que estas po�t�r·
el prestig i o militar. La militarización de la vida cotidiana de la ciudad
a�·anzó de nuevo aceleradamente luego de los signos de fatiga evidentes
gaciones les producían po d ia ser m ife ada an s�
traduCida en _J �ICIOSy
en la etapa inmediatamente prerrevolucionaria, y sus consecuencias
de rogatori os contra los nuevos cuerpos mtlnares, ahora a f c ar e d s cn • !
no por éstos leses señ al ado como un deber: "m aoten� r c� n una pequena
dc:jJban de causar a larma al nuevo pode r: "Los pueblos compran a pre·
parte de nuestra ind us tr ia o a cos ta de als:unas pnva.c10nes a los hom·
ci o muy subido la glor i a de las armas -sentencia el decreto de creació
n bres ilustr �s. que arrostrando todos l os pel igros y f a ttgas de la guerra.
de la Bibl i o teca Pública de Buenos Aires-; si. el mag is trado no em peña
exponen su vi da en defensa de n u e stros derechos, es un deber de la
su p oder y
su celo en precaver el funesto término a que progresiva
esencial de la soci�dad" ·
gra titud, aun cua n do no f u era una obligación
mente conduce tan peligroso estado, a la dulzura de las costumbres
Ese ascenso del prestigi� acelerado por el estll� de
militaL es aun
sucede la feroci d ad de un p uebl o bárbaro [ ... )"
movili.zación p ollti ca pre ferid o por l� s dirige�te� revol uciOn a·
po pu l ar
··uucnos Aires se halla amenazado de tan t errible suerte; y cuatro
ríos q ue, como se ha visto, subrayaba: los mouvos p a tnó ucos y guerre
años de gloria ha n minado sordamente la ilustració n y v irtud .
e s que las
p rod uje on . La necesidad hizo d estinar provisionalmente el Colegio
ros: l a elevación de los militares a pn mer estamento del es tad o encon·
r ae t ra ba en esa imagen un apoyo pr ecioso ; y en ese clima de opinión, a
San CJr!os flJra cuartel de tropas; los j óvenes e m pezaron a gustar una
libertad tamo mas pe ligrosa, cuanto más agradable, y atraidos por el
la vez e s po ntáne o y dirigido, los jefes militares gozaba� �e una po·
pu laridad con la que nvahzar. Se ha
pocos dirig ente s civiles podían
brillo tle las armas , que había n producido nu estras glori as, qu isieron _
vis to ya c ómo en la nu eva la repre �entac1ón
liturgia revolucionaria
�r mil iiJrt s. antes de prepara rs e a ser hombres." �a
de la fuerza armada ha adquirido un papel que no habl¡¡ conoc1do en el
Pcro l;�s bmentacioncs de esta prosa sabia cente caden ciada pu e de n
pasado; leg í timamente dominante e� los festejos ex·
éste es aun más
hacer hi:n poco p;�r:¡ frenar un proceso al que el n ue v o poder debe .
traordi narios -y por eso mismo impresionantes- que s 1guen a las vJcto
contrilwir. Ya en un;¡ procl ama del 29 de mayo de 1810,59 se es tabl ece
riJ¡ revolucionarias. En ellos es la gloria milira.r la que e1. exaltada en
�ás concisamente que "es necesario reconoce r un soldado en cada ha·
pnmer término, aun cuando el obje úvo que se b us ca a través de l a cele
" Crrrr.la, 1:1 d<" scp1kmhn: ,¡� 1810. br.tción sea consolidar la ven taja de una [acción en el marco de la
tw Rl'gi':"' ,\'orioun/, 1, �S.
"' R�gutro ,\ .adrmal, 11 117.
" R�gu lro, Na d o rnd, 1, 131.
•
polltica interna; para poner un ejemplo, es innegable que la recepción ciudadano libre de igual iruuho y tropel! a [ . . . ] que cualquier coronel
se ha fig11rado ser supremo director" _11-t Sin duda la alarma ante tanta
triunfal de Alvear, luego de la toma de Montevideo, "con un acompa
ñamiento y grandeza, aún no vista, que parecla un soberano" es el
arrogancia es muy intensa, aunque no es se�to que sea tan genera
_ _
�
como lo supone Beruti; la populandad del eJército no parece dema
prólogo a un nuevo encumbramiento del jefe del bando revolucionario
siado a f ecta da por ella. Es que e�_s �pi�dios escandalosos subrayan
entonces dominante; aun as!. es el hecho de que "la patria ha logrado _
brutalmente un cambio en el eqwh bno tnterno del grupo d mgen te
triunfar con sus annas de la orgullosa Montevideo" el que ha llevado
que la opinión pública plebeya daba por descontado. y que además
a tan gran multitud a acl amar su llegada.e2 La utilización política det _
la afectaba en medida reducida y no stempre desfavorablemente.
prestigio militar presupone la existencia de un consenso de opinión
que reconoce a ese prestigio como eminente por sobre los talemol ad
-1
s·n duda la adecuación del ejército, heredado de la experiencia por
mini�trau1·os y po!Jticos. Otro ejemplo más modesto, pero· acaso también tena pos ten·0r a 1806 • a sus nuevos y más amplios cometidos se llevará
-
de!ante bajo el mismo signo que marca a la acoón revo 1 uoonana ·
·
cado nostálgicamente en su vejez por el coronel Manuel A. Pueyrredón; :u conjunto: los progresos del igualitarismo. que �n part� del credo
_
tras deplorar l.a severidad con que sus padres le impidieron participar del movimiento, serán también aqu! manten¡dos ba1o estrecho control.
.
en bs bullangueras manifestaciones de pattiotismo callejero a que tan AIJn as[, el ejército, con sus constantes necesidades de nuevos reclutas,
afectos eran los muchachos de Buenos Aires en la primera década revo ofrece el campo menos adecuado para extremar los recelos; tal como
lucionari;;, el anciano guerrero evoca el dorado recuerdo del único dla se establece al t rasfonDar en veterano al cuerpo de pardos y moreno�. el
. _
gobierno revolucionario debe oponerse sobre todo a aquellos preJUICIOS
en que, burlando la vigilancia paterna, "fui con una de esas bandas, a
antigualitarios "que disminuyen la masa operante en la gran causa de
canta"r a lo de Chiclana, a quien cantaron el siguiente verso:
nuestra Jibertad".e5 Indudablemente, esto no implica el abandono de to
das las reticencias; si bien esa parte ··can nurn�rosa. como capat de
"La espada cortante de nuestro . Chichna
cualquier empresa grande de nuestra población" no se ve ya 1mped1da
cuando se la pone, tiembla toda España" u
r "la diferencia accidental del color" de integrar la tropa veterana.
desde 1783 uno de los más prestigiosos abogados de Buenos Aires, y tiene en Buenos Aires consecuencias menos d r ásti c as. Desde que �d
vierte que debe preparane para una guerra larga, el poder re voluclo
desde 181 O un impetuoso político revolucionario que los sucesivos re _ _
nario limita la obligación de las armas a la poblac1ón _ marg11�al: el
gímenes no podían ignorar. Sin embargo. cuando se trata de celebrarlo,
es la imagen tan poco parecida del guerrero que en buena hora ciñó es
29 de mayo de 1810 la junta ordenaba el �etomo �1 serviCIO activo de
todos los soldados dados de baja pero admnla de 1nmedta10 � xcep�1ó?_
pada l a que pasa a primer plano. .
.en favor de los que ejerciesen "algún arte roecánic? o ser
_ v,cto pub l
�:
Esa supremacía militar alcama corolarios cada vez más inquietantes
co"; del mismo modo, al ordenar simultáneamente 'una ngur _o sa leva
para la élice burocrática; disminuida en sus in�esos y en su prestigio.
declaraba comprendidos en ella sólo a "los vagos y hombres sm o� upa
tendrá que sufrir pacientemente las ofensas directas de sus afortunados
ción conocida, desde la edad de 18 ha�ta la de 40 afios"-68 La senedad
rivales del ejércitO.1815 marca el punto extremo, con agravios pun _
con que entendía aplicar esas limitaciones (contra las parudas recluta
tualmente registrados por la pluma quejumbrosa de Be.ruti; es el co
mandante Carranza, que ha insultado, golpeado y apresado a un miem doras, ansiosas sobre todo de llenar· su cuota de nuevos soldados) se
_
bro del más alto tribunal porque no llevaba la escarapela revolucionaria; muestra en la resolución del 21 de agosto de 1810.87 en que, uas sena
es el comandante Ramón Larrea, que ha arrestado e insultado al pres lar que "algunas tropas de carretas están enteramente paradas P�� ha
bítero Erescano por haber hablado mal del cuerpo que aquél coman berles quitado todos los peones··. prohibe que "las parudas comlslona
daba; es el brigadier Soler, que afobeteó y derribó a golp� al presb(tero das para reclutar gente vaga y malentrete�ida. echen. �� no de l�.s
. _
Martlnez, por haber osado dirigirle la palabra sin descubrirse previa hombres que en cualquier ejercicio están dest111ados al servtCIO pubhco ·
mente ... "Estos hechos y otros muchos que han sucedido -concluye
"' Beruti, /1/�moria.s cu�iosa.s, 3 868-9 y 3 877-9.
lleruti- han causado escándalo en todo el pueblo, y no está ningún
• Caceta, 10 de octubre de 1811.
.. Rtgislro Nacional, 1, 28.
"' Berut1, Memo nas cur•osas, cit., 3 863 y 3 86ú.
Re_;Í\110 Narional, t, 72.
"' 1-lanue.l Antonio Puey¡¡,•ffon, .\fur1owu, Buenos .->,ires, 1942, p. 25.
••
OE.L VIRR.EINATO A LAS PROVINCIAS U:'llDAS LA Rf.\ OLUCIÓN f.N BUENOS Alii..ES
204
De modo que, si bien la caza de marginales no es si e mpre un De est e modo, la tr asf ormaci ón de la mili cia en ej<.'rcito rcgul�r a\'an·
ejercicio Ucil (por el conttario, la presión e nroladora p arece hab er za un nuevo paso. tiTi va acomeañacfilA.t. Uf!_ r!�j �1e . e_n_.!•� d'iscip!ina,
tenido algo que ver con la difusión del bandidismo que sig u e a la ¡¡--parecer-progresivamentE: rel ajada dura me los últimos ml·ses colo
revolución), el gobierno está decidido a no recurrir a la población
n ia les; es signHicalivo, por ejemplo, que se h:tga prec is o prohibir a los
li_br e y ec->nómic_amente activa; r azones pollticas (la po rc i ón
que hu sol dad os que vayan a dormir a sus casas si o a u tori zación . . . El proce �
biera a_ceptado sm exc esiva vacilación su i ncor porac
ión al ejército ya de profesionalización y disci plin amient o comienza sin embargo por ser
se ha m c orporado a él entre 1806 y 1809) y económi
cas, fácilmente lento; las disidencias intemas aJ personal revolucionario hacen del a¡xr
comprensibles en un área de crónica escasez de mano de o bra, expli· yo de l as milicias a Saav edr a, el jeFe de l a facciun moder ad a, un ele
can la tenaodad con que es m an teni d a esla decisión. Por otra parte, memo excesivamente precio� como p ar a q u e pue d a ser arriesg ado
los <7cl avos parecen ofrecer una alternativa menos pel igrosa que
los mediante reformas demasiado hondas. Aun as!, los re toque s formales
·marg111ales; desde la revolución, la do nadón de esclavos a la
pa tri a � no falt an : en octubre de 1810 70 l a junta imponla a los c:tdetes (aspi·
t.;as f orma en � signo de adhesión a l a causa, y particulares y co r por a· rant e s a ofica les) la concurrencia a cursos de la Escuela de M atemá
ooneJ no deJarán de otorgarlo; m.ás a d ela n te, a comie nzo s de
1815 ticas por un período de -dos meses, al cabo de Jos cuales e_l d i recto_r
ion confiscados los esclavos de los españ o les europeos. pa r a . .
formar u ¿ debia c er tific ar si el ca ndida to poseía "cap a ct dade s para la c1enaa rot·
nul'vo cu erpo m.ilü.ar. y }'a antes de esa fecha el estado ba comenzad Litar". Esta mó dica tentativa de crear una oficialidad de escuel a se acom·
o
pañaba de una reforma potencialmente más sign i ficativa, pero destinada
a comprarlos y req ui5arlo s con el mismo fin; en 1816
só!D la sorda
resistencia de aJ gu nos poderosos dueños de esclav� im-p
i de al director a JlO tener casi electos prá ct icos; "ba re sue lto la Junta -leemos en la
Pueyrredón imponer un reclutamiento casi UÍtiversal de
.
permanecen en servtdumbre.68 Es así como, aun
los que aún res oluc ión del 1 9 de octubre- q ue los sargentos y soldados de valor
sin conlar con las y buena conducta sean atendidos c on particubr cuidado para las pl aza s
oficiales". Basta recorrer las Toma.s de razón de despachos mililares 71
fuentes rurale� de reclutamiento a }as que ahor<1 se
recurre, )a COm·
posici�n_!.]e Jos cuer�s mil��s ha cambiado profundamente;
� _ s�id_os para advertir qué prudente aplicación se hiz� d� e �a nueva dis �osición:
d �n movt!DJe _
n.tq__ en_ que �1 elemento voíuntano liabla predominado,
, no estaba eo el interés de l nuevo orden dism•nuJr la d1stanc1a enrre
están s1e nd o anegados de vagos, maleniretenidos y
escl avos inco�pofa. ofici ales y tropa . . .
dos a ellos por acto de imperio. Hatei oe cüerpos
así for mados el Fueron las. crisis pollticas de 1811 (al dar a la fracc ión mod�rada
p rincip al apoyo del poder revolucionario, no sólo co n t ra sus ent:� gos una eHroera victoria con qui stada mediante una apelación a la plebe
exteriores sino también contra los in ternos, encierra e_eligros que sól
o suburbana que le enajenó la simpatía de la e nt er � c lase po ll tica r evo
podrían salvarse mediante cuidadosas precaucione5. -
luc ion ari a y, poste ri ormen te, al p la ntea r a los tnunfantes mo de�a dos
P�ro es precisa��nt e la profesionalizacíón del ejér:cito la q ue
- ª1 !e situaciones que revelaban cruelmente la insuf ic ie n ci a de_ las �l uc1� n� s
�
ducir e secto r poU 1camente relevante d éste al cuerpo de ofici�les_ aleja
_ � � poHticas que favoreclan) las que a rr eba taron a esa fra c caón el d�m�nao
los peligros 1mplícJtos en un reclutamiento de soldados excesivam
ente d� la situ ación polltica y eliminaron conello el obstáculo pr!nc1pal
concentrado en l os sectores mas J>a� y marginales de la sociedad. a la profesionalización del ejército. De di cie mb� e. de 1811 d ata �a re
No
es entonces solamente la guerra la que impulsa esa pro fesiona
liza ción, sistencia abierta del primer regimiento de Patncaos, cuyos subohctales .
comenzada por otra parte an tes de que el poder revolucionario a dv
ie r ta y soldados se su blevan designando nuevos o fici a le s y solicitando del
del todo hasta qué punto la lucha armada es inevitable; ya
el 29 de gobil'rno :·una tracalada de desatinos, imposibles de ser �dmitidos" ;
mayo, tras recordar los mérit os polfticos de la mil ic i a urbana . _
("habeis entre Jos que Berut i halla más choca ntes figura es a des1gnac 1Ón de oh
dado una. autoridad firme a vuestra patria [ . . . ] sup iste is conciliar
todo dales por votación de la t ropa, que no era por ci er t o una noveda� l en
el furor del entusiasmo exaltado con la se reru d a d del ciudadano .
[. . . ] Buenos Aires. Luego de varias t en t ati vas para obten�r la rendaoón
los. pueblos antiguos no vieron un espe ctáculo tan tierno")
sura a conclu1 r qoe eJ nuevo or den requiere ejércitos
.se apre �
pacifica de los re bel des y de un fuego. de un c�a'rto de ora, la � sisten
_
y no mili -
cia de l os patricios cesa y la re p r,es1ó n com1enza: seas subo h o ales y
cias . ("aunque para jwta glOña ael paJs. es ne
cesario ruonocer----¡j"n
cuatr o soldados son ejecutados y sus cadáveres e xh ibidos en la plaza
sóld ado en cada habitante, el orden púb lic o y seguridad del Estado
exigen [ . .. ] una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de mayor, otros ve inte �n condenados a presidio, com pa ñ l� s enteras s�n
estas
p rovinc i as") .a• disueltas y el cuerpo as! d e pu rad o es r e tr ogra dad o del pnmero al qu10·
., Puerrtedóo a San Martio 9 de octubre de 1816, en Carlos Alberto Pue\ Registro Nocional, r, 79-80.
, 7o
206 �ú7
ro Jugar enm� Jos que i n tegran el ejército p3 tri ota El episodio pa ce . re queja ni desob e decen a sus oficiales a qui ene muestran sumisión".75
s
a primera vista encuadrarse en un marco ya tradicional, con parlame De este -modo la revolución ha trasformado la milicia ur ba n a , some
n.
tos entre Jos alzados y el gobierno y la mediación de prelados (en tida a d i ipl ina militar sólo aproxim:Hi\'a y ú leo de una agitación
este sc n c
caso los obi:lpos de Buenos A.ires y Córdo ba) que buscan evitar
la efu. polltica que respetaba mal tanto las jcrarqul�s tradicion<tl� s �amo las
sión d� s� ngTe Pero notemos a_l nos elementos nuevos, eorre
. � ellos que más nuevas es ble c id as por la orgamzac1ón m1sma de la ro¡ltoa
t.a - en un
el movtmlento es sólo de subofle�ales y tropa (aunque la
voz pública lo ejérciLO r egulAr de n tr o del cual la virtud cardinal de los soldados el la
vinculaba a la influencia de algunos oficiales y sobre todo
ex. oficia sumisión a sus ofit:iales. Esta trasfc.nnacíón, favorecida por la guerra,
les del cuerpo. éstos prefirieron no par tic ipar abiertame
nte en · la c e ni a una consecuencia polltica precisa: el cuerpo de oliciale1 no debla,
sedición): una nueva linea de clivaje, ausente en la m.ilicia creada
s� peso polltico a u n liderazgo. que tenia que ser c on s a n teme n e recon·
t t
quistado sobre una tropa miliciana de extracción en buena p art e �o
luego de 1806, se revela asl en toda su significación. A partir de ah
o .
ra. s e impone una disciplina más es tricta para frenar la peligrosa . � � �
l u ntari y muy alerta a las crisis del pocler Ahor:a el c�erpQ de _ �(-�
a
espontaneidad de la tropa; en marzo de 1 8 1 4 una liroitadlsima ·ten
les �jercla su influjo polltíco por derecho prop•o: d e J.ª d_e c_g��tlt.!:!_lr
tativa de motln entre los granaderos de infanterla, destinados a un o
el enlace entre una élite y los sectores más amphos _que la criSIS ha
moviluado por un-momen o y p.a_s_¡_á ser. m.�s pien. -�l_d ue_fio dire�lO
de los buques de guerra, de nca dena una represión iosólitame.nte s evera
se
.
: t
de los medios de coacción g� t�neo _encre otras f J nahdap e 1¡.: _de
"fueron echados a tierra, y [ . . . ] sen tencia dos unos a c arre ras de
ba s
quetas [ . J y t�es por cabezas del motín a ser pasados por las armas
mantener -urmlilent po der en man�
. . e e ---el �� e a_ �� ite�
s l i i n d� las
m ta
[ . J n o habiendo en ido más tiempo para confesarse y preven irse
.. t para cOriSecueñciasTera democratitación a la qu� la _revoluctón_ deb� su ong�n-
Porque !_i-erOlesiÓnalización del ejér:_ci!Q_nQ 1! �e ba a s�s. funciones
morir que dos horas [ . . ] ejemplar nunca visto en esta ciudad, de
. que t
pollticas; en oc ub re de 1812, aunque -�s pe an do la trad1c1ón d� las
en tao cono tiempo se les hubiese jwgado, sentenciado y aplicado Sil t
t
friendo la pena capital en tan cortas horas; p ero en las actual es cir .
li ado
jornaaas revolucionarias- el cambio de mulares del poder e� so at
c unstancia s preciso y nec esari o para con este escarmiento contener
la por peticiooantes que se definen como "el pueblo", la acoón de_ los
uopa".n
jefes de los regimiento! reorganizados para la guerra es aun m� ab1erta
Como era de esperar, la severidad se hace mayor en las zonas
de que la de los jefes m.ilicianos en las crisis de 1809, 1810 y 181 l. La
guerra que frente a las tropas estacionadas en la capital; en todo caso petición, reu el acta_ capitular. fue "hecha a este Excmo. Ca b1ldo por
el proceso lleva en pocos años a una separación neta entre éstas y sus una gran parte del pueblo, protegido por toda la fuerza armada de la capt·
oficiales; aun en las etapas en que la disciplina militar conoce relaja tal"; los nombres de los que han de integ ra r e l nu ev o g o b ierno son
·
ciones, extremas. éstas afectan sobre todo al cuerpo de of:iciales. El discutidos por el cabildo con "los señores Ge(es m i litares .de la fuerza
enviildo ·sueco J. A. Graaner, que visitó el ej ército del Norte en el que ocupaba la Plaza" y sólo después sometidos a Ja aproba<ióo del
momento en que, bajo la jefarura de Rondeau, toda disciplina habla ''inmenso pueblo que ocup aba los corredores y galerlas � e las c a�as
_ .
desaparecido de él, podla describir con escándalo l a "manera verdade consistoriales".a ¿Garante en último término de la estab!ltdad polwca
ramente orie ntal" con que se habla instalado el general en jefe, del régimen revolucionario, p ro m o vid o a primer es rn e n t _ d el
t.a nuevo
?
"con
todas las comodidades de un serrallo, entre multilUd de mujeres de estado votado a la guerra y la victoria, el cuerpo de ohc&ales forma
todo color"; podía j zgar con igual el núcleo del nuevo sector, gobernante? Seria excesivo _afi rmarlo, aun
u veri dad al cuerpo de oficiales
se
"que son -en su mayoría- petimetres, desarreglados en sus co tumb que la profesionalización del ejército tiene para el ré�men revoluw>
nario, ansioso de limitar los cambios de los que ha rurgtdo, las venta¡a.s
re s s.
lin subordinadón, sin talento m.ilitar y de
scu.i dan al soldado en forma
poUticas que ya se han indicado, esta es requerida primordialmente
ultrajante"; no encomraba en cambio sino palabras de elogio para los
por la guerra, cuyo desenlace se revela incierto. Por limit do que sea
.soldados. Pero lo que sobre todo admiraba en ellos era su resignada �
_
obcdienaa: "no ha de existir en Europa un soldado más fácil de su éxito , la profesionalización trasforma al cuerpo de ohc1ales en un
sector especializado, en cuanto � las tareas �ue le son encom en dadas Y
con
tentar que e l criollo de es s pro -.ci cias - Hace ahora casi tres
ta .
n años que también en cuan o a la preparación té.c01ca necesana para empren
t
los 601dados de los cuerpos auxiliares del Perú y de Chile no reciben
derlas. Hay aqui un peligro de separación progresiva frente al perso
dos pesm de sueldo aunque el Estado debe p garle de ues a cuatro ;� s nal no m.ilitar de la revoluci6n; · muy característicamente, la p ri me ra
reale1 por día. Esto no obstan te, y con andar semidesoudos y descalzos
menc ió n a los peligros del militarismo que contiene la Gaceta {cuya
como aodao [ ] tanto en las cimas gla cial es de las montañas como
...
"' Jean Ada m Graaoer, Las pruvincias del Rro d� lo Piolo
en las arenas quemantes de los valle,, no se les oye n nc a ninguna
u en /IJ/o, Bue
nos Aires, 1949, trad. José Luis Busaoiche, pp. 7!'>-76.
" 8eruti, M�mCH"ias cu.-iosas cit., 3 859. " RegisltO Nocional, 1, 181-182-
DEL VIJUU:INATO A l.AS LA R.[\'OLliClÓN EN 8UEI'·OS AIRES 201J
208
PR�\"ISCl!\.S l : :O.: I D.\S
responsabilidad los editores prefieren derivar a un anónimo "patriota De esta manera, la revolución elevaba a un grupo muy peculiar:
digno de ese nombre") , si bien subraya que enue los oficiales ha sur enue 1776 y 1806 existió en Buenos Aires una organitación militar cuyo
gido un in(undado sentimiento de superioridad "sobre sus paisanos", creciente detl'rioro lue brutalmente puesto en evidc.:ncia en esa segunda
que los lleva a alternar de mala gana por eUos, parece temer. por otra fecha. pero que mientras tanto h.izo de los oficiales de carrera un sec·
parte, más bien que los peligros de una hegemonla poHtica del ejércíto, tor bien delimitado de la sociedad porteña. Su aparición era só!o un
los de una despoJitización creciente del cuerpo de oficiales. encerrado aspecto secundario de los cambios de poder y prestigio en la sociedad
en un orgulloso aisla-miento.7G . urbana, provocados por las reformas administrativas borbónicas y la
Este peligro parece haber sido menos cercano de lo que temía el expansión del comercio den tTo del imperio. Ent.re los grupos c:iner
anónimo corresponsal; todavla en 1 8 1 8, el enviado norteamericano gen�es gracias a ese proceso, los oficiales parecen haber tenido lugar
Brackenridge hallaba que la relación "entTe el ciudadano y el soldadó" secundario y relativamente aislado, corno lo prueba la abundancia de
era capaz de apoyarse en una amistosa confianza que faltaba por en. alianns matrimoniales entre familias de oficiales (caracterlstica de un
tero en el Brasil, "donde los militares constituyen un orden distinto, grupo que se asigna a sí mismo una ubicación social más alta que la
como si fueran de diferente raza"; aunque sin duda admite que algunos que los demás se avienen a reconoce.rle) e incluso quizá el carácter
de los oficiales "�ostraban un poco de presunción", no alcanzaba ésta cuasi·hereditario de los grados militares, denunciado luego de b revo·
a afectar "la sencillez y simplicidad de su republicanismo", medidas lución..como un privilegio insoportable, pero que servía en todo caso para
. con el exigente cartabón de un yankee de la época.7a .Pero quizá el asegurar el reclutamiento de nuevos oficiales, puesto que los hijos de
peso del ampliado cuerpo de oficiales pudiera no medirse plenamente familias distinguidas no hallaban a tractiva la carrera militar.
a cravés de un examen de la actitud de sus miembros mientTas pasea Sin duda esa marginalidad conoció excepciones: en las áreas rurales
bao por las calles y saludaban cordialmente a amigos de infancia. Los los o(iciale.s parecen , haber encon tTado, mediante alianzas m;¡trimonia·
complejos rea justes que su presencia exigía en el Buenos Aires revolu les y compras de tierras, un Jugar más sólido en las élite� locales;
cionario pasaban, por otra parte, parcialmente inadvertidos aun para pero era el en tero sector rural el que era marginal en el Rlo de la Plata
los protagonistas del proceso; no es raro entonces que observadores ex prerrevolucionario. Por otra parte, habla ciertos cuerpos escogidos -los
lraños (o retrospectivos) haya tenido mayor dificultad para descubrirlos. guardias de corps y la Real Marina- cuyo ingreso era disputado par<�
Como ya se ha señalado, la profesionalización, a la vez que da una sus h.ijos por las familias mas honorables; en este caso, sin embargo, el
preeminencia nueva al cuerpo de oficiales (de su competencia de servicio llevaba muy frecuentemente a los oficiales fuera d,el Río de
pende la suerte de la revolución, que se juega en la guerra) lo dife la Plata y les abría el camino a los niveles más altos de la administra
rencia de muchas maneras del resto del personal polltico revolucionario. ción metropolitana. Pero esas excepciones no quitaban a la oficialidad
La primera de esas diferencias: desde que las exigencias profesionales de guarnición en el Río de la Plata su carácter maiginal; éste se acent uó
se hacen sentir, el criterio de reclutamiento y promoción varia. Los pri· entre 1806 y 1810, cuando aún su predominio sobre los cuerpos anna
meros en sentir las consecuencias de ello son Jos militares de carrera, dos les fue exitosamente disputado por los jefes surgidos de la moví·
provenientes de la organización militar anterior a 1806, que habían lización urbana que acompañó a las invasiones.
pasado a segundo plano luego del surgimiento de los oficiales de las Esa misma margínalidad dio a los oficiales del ejército regular un
milicias urbanas, sólo en mínima parte reclutados entre ellos. La ca papel secundario en el proceso que desembocó en la revolución. Es por
t;iscrofe de 1806 habla afectado entonces fuertemente su prestigio, pero 1 e.l lo tanto m2s notable verlos comenzar después de ella un avance que
t•l de los jefes milicianos también sufrió con los años de inactividad no ha de detenerse. De este modo, dinastías militares fundadas por al
bélica e intensa actividad politica que siguieron a sus hazaóas de 1806 gún compañero del virrey Cevallos esLarán presentes en el ejército
y 1807 ; cuando la revolución uajo consigo un estilo de guerra más exi· argentino o uruguayo hasta fines del siglo XIX; no hay sector alguno
gente -desde el punto de vista de la organización militar- que los episo de la admin.ístradón espaóola en que la revolución haya dejado huellas
Jios de r<!sistencia urbana frente a las expediciones británicas, pareció tan escasas: Jaime Viamonte, catalán, teniente de iofanterla, hace ca
mnural recurrir a ese personal más antiguo cuya excelencia en el arte dete en 1796 a su hijo nacido en 1784; este hijo será coronel en noviem
bélico podia ser a veces dudosa, pero cuya experiencia en los pro bre de 1810; luego general y gobernador de Buenos Aires; Francisco
blemas administrativos y organizativos implicitos en el m::�ncenimiento González de Balcarce, castellano y coronel de los reales ejércitos. casa
a sus dos hijos, igualmente militares, con dos hijas de José Ma.rtinez
de. un ejército permanente -ahcr1 exigido por acciones continuas- no
de Fontes, valenciano y también él coronel de los �ales ej�rci tos; surge
tenía rivales en el limitado �;:.:-orama rioplatense.
así un ramificado clan d� oficiales que dunnte el primer cuarto de �i
.,. Caceu,, lí de octubre de 181 l . glo de vida independiente tendrán influjo creciente en Buenos Aires;
�• Brackenridge, La independencia aTgtntirla, 1, 246·249. Joaquín Pablo de Vedia, oficial peninsular, es padre de Nicolás de
210 DE.L VIAAEINATO A LA$ PROVl�CIA$ USIDAS LA REVOLUCIÓN EN Bt.:E:-:Os AIIU:.S
21 1
Vedia, oficial a su vez desde 1 803, y abuelo de tres coroneles y un ge De todos fue el valor. el ardi miento,
neral . . . Si Jos oficiales de carrera pasan casi indemnes la prueba de la de todos el empeño,
revolución, no es por el influjo que puedan haber adquirido sobre de éste sólo la táctica, el talento . . . 80
el n uevo gobierno; as!, cuando los hermanos Agustín y Ambrosio de
Pinedo. hijos del ex gobernador del Paraguay y presidente de Charcas. El_ �alor y la peri cia, virtudes profesionales del militar. son del .
se retiran con grado de coroneles en noviembre de 1 8 1 O, sin disimu doiD.Inlo no sólo de los oficiales de carrera sino tambitn de los que la
lar su desapego por la revolución que Ueva a Agustln a buscar refugio revolución debe ir creando. Al revés de Jo que ocurre con Jos cffmeros
en Mon tt"vídeo, un hijo de éste, del mismo nombre, prosigue en Buen_os carg?s civ_il:s, la identif icación con las penpectivas que implica u n
Air� una canera militar que ha comenzado como cadete en 1806, que demno rD I I I I a r e s extremadamente rápida. Todo l a favorec�; e s la en
lo hará coronel graduado en 1 8 1 9 y lo conducirá finalmente al gene tera sociedad la que reconoce al militar el l ugar gue éste se asigna
ralato; en eJte caso, los in O ujos familiares más d.ireclOs no podrían ha dentr� de ella, la ,que hace de las militares las virtudes por excelencia
ber fa,orecido una carrera sin duda no espectacular pero sf razonable del c1udadano. En este clima peculiar puede imp5ovisarse en pocos
meses la forma m_entis del mi_litar �e c.ane ra ; el caso del futuro ge·
mente exitosa· el tlememo decisivo es más bien el modesto saber militar
neral Paz es particularmente 1mpres•onan1e: cuando en sus Memorias
he red ado y adquirido por el nieto del brigadier Pinedo .· . . -;7 El reco
traz� c�n b:névola condescendencia -propia de un profesional a un
nocimiento de CICrtU exjgencias técnicas, unido a la esca,ez de oficiales
merltono ahc1onado- e l retrato de su j-efe en el ejército del Norte,
disponibles (y a la resistenda a usar de la tropa y los suboficiales
e l general Belgrano, cuyo carácter de i.ro provisado conductor militar no
como fuente de reclutamiento) , explica que el poder revol ucionario nos es permitido olvidar ni por un momento, Paz parece no tener
haya sido menos estricto en cuanto a l pasado polltico de sus servidores presente q u: él mismo, hasta entrar a servir en ese ej�rciro, habla
militares que cuando se trataba de elegir auxilia res administrativos; estado estudiando leyes en la u n i versidad de Córdoba.
con el correr del tiempo se hará cada vez más frecuente la in corpo Esa formación aflresurada por las circuostanciJs no iropid ió a Paz
ración de prisioneros realistas al ejército pat�iota. no como solda _
sólo ser_ el modelo -malcanzable y . p�r eso mismo irritante- del oficial pro·
dos sino también n>mo oficiales, luego de un juramento de fidelidad _
fes1�nal, que cr:e :n la d1sc•phoa, en la lenta preparación adminis
a la p:nria; 78 el director Pueyrredón, una vez abandonado el poder. se tra�tva de Ios eJércitos, en el cá�culo sereno antes que en la i mpro vi
jac tará de h<rber sistematizado este uso.79 s�clón her�1ca en el camp? d: batalla. Tales preferencias n o eran por
En 1812 se hace presente en el Río de la Plata un saber m i l i tJ.T cierto domrnantes en los eJércnos que la revolución creó, y es compren
menos sumario y rutinero que el heredado de tiempos coloniales; sus Sible �ue Paz encontra �a poco militares a colegas que hadan de la in·
solenoa frente a sus Jefes una prueba adicional del valor un poco
portad ores son los militares de carrera que han hecho en el e �ér.cito
alocado que desplegaban además en los campos de batalla. Pero estos
regio la guerra contra Fra'ncia y se unen ahora a la �ausa patri.Q�- José
jef�s (sin duda más abundan tes que los adictos al exigente ideal pro·
de _San Martln, incorporado aT ej ércifo re�oluc1onario como coronel,
f�s10nal adoptado p �r Paz) buscaban por su parte realizar u n a imagen
adapta mterna� organizativos y tác ticos de inspiración francesa, mientras . _ _
?1feren te �e l a cond1c1ón m1htar; los rasgos que ella incluía podlan ser
Carlos Maria de Alvear redacta una instrucción de infanterJa que sigue _
JUZgados negat1vos, pero no eran menos específicamente mili tares que
la mi�ma escuela� Conellos, la superioridad del milit;¡r ya no-�s sólo ja los que �az prefería. �a virtud positiva era aqu{ el valor, llevado hasta
l;lc:l combatiente en una comunidad que -h a -hecho de_ la gyerra su tarea la temendad . �senoal de � �ción militar es el riesgo de la vida,
mis urgente; e:' la del tecnico qüe .puede. Ílevar adelante esa tarea )'�� -.!!�go da _d�recho a toJl.�s la� come_en_s_a ciones; para los ' jóve-nes
éo.n una perioa que le e5 - exclusiva. Tál como leemos en la oda dedi· que s� mcorporan al cuerpo de oficiales es artículo de fe que "los hom·
e2da a Alvea r l uego de la toma de Montevideo, en 1814. bres ilustres, � ue arrostrando tod�s los peligros y fa tigas de la guerra,
exponen su v1da en defensa de nuestros derechos" ti en en c.n c.!ecto
Oh Buenos Aires! Tri unfo tan cumplido ��Q. a vivir de la_ ind ustria y__!as privaciones d.e los civiles. La co
al meJor de tus hijos es debido. mumdad en el herolsmo no sólo da sü cohesión al cuerpo de oficiales,
lo separa de los que han buscado un destino menos exaltame y ICJ da
" Ennque Udaondo, D•cc•onorio bio�áfico o,-gcnlmo, Buenos Aires. 1938;
sobre ellos una superioridad que no buscarán ol:Uitar. El bien es tar de
Jrut,�tuto Argentmo de Cimdas Genealóg¡a..s, Hombres de Mll)'O, Buenos
Aires, 1961; Atchl\o Genenl de 4 Nación, TomaJ de ro�o» . . . , Buenos A.i·
las poblaciones civiles no es su objeti"o; es juno que ellu sufran . )'
res, 1925, en todos los alOS wb vo«.
• EJelll p los en Cacd4, 25 de abril '1 :SI de mayo de 1817. 10 1..JJ Lira Argenlina, p. !8. (Repr. facsimilar en Biblloltc.tJ de Moyo, 11",
no impona que haya algún peligro en ex1rema.r su miseria; el valo r absoluta a la guerra -una polilica que a pesar de todo n o puede mo
todo lo vence. y los héroes han na.cido para superar peligros mayore s di (ica.rse- t iene algo de irritan te: los invita a ver en esos oficiales a
que el malh umor de poblaciones dominadas por un vergonzoso amor a los únicos beneficiarios de los 53-crificios que la guerra impone, que s i
la paz. Esa actitud, que proveerá de superabundantes ejemplos de heroís · bien no inciden necesariamente e n términos económicos sobre los di·
mo a los . libros escolares, puede ser peligro53. para la suerte militar de rigentes directos de la revolución, les signi f.ica.n un elevadlsimo COSIO
la revolución; la menos significativa de las victorias de San Maní.n político.
no fue sin duda 1� que ganó contra e53.s peligrosas tendencias en su Una ciena amplitud en el reclutamiento de los oficiales, en su mis·
propio cuerpo de oficia les, . a quienes no se las toleró ni en los campa roa promoción a primer estamentO del estado que -sobre tOdo ante
mentos ni en los combates. Aun as!, son clifJcílmente desarr-a.igables en los sectores de opinión pública más recientemente incorporados a la vida
un cuerpo de oficiales sólo excepcion almente lanzado a la carrera de polltíca- les da una ventaja indudable, son pues ca�sas de distancia
las armaspor una lenta preparación profesional (anticipada en una _
entre la dirección revolucionaria y el cuerpo de ohc1alcs como t a l ;
tradición familiar) , más frecuentemente volcados a la profesión gue fuente d e u n indispensable apoyo armado. ese cuerpo puede llegar
rrera · por una conversión súbita, influidos además por el ejemplo de a ser también un peligroso rival político. ESe peligro es �-más
ese otro cuerpo de oficiales al que la leyenda presentaba ya como real cuanto sü laentificación con-¡a guerra a ultranza. c¡ue lo separa
habiendo conquistado Europa a fuerza de improvisada audacia: el ciclo
de la elit� de Buenos Aires criOllo. coincide con los senllmientO\ y
guerrero de la Francia revolucionaria y napoleónica alcanza un·a fuerza '-ltasta-CÍertO punto- con los -iniereses ae -los se-ctores populares. - . ·- -
ra.men.t.e la despreocupación con que los brillantes oficiales del ejército ya por el modo de encarar cualquier limi tada tarea de las comprendí·
revolucionario impulsan la marcha a la victoria y la penuria. Pao da.s en sus funciones. La consecuencia de ello es que la rivalidad entre
tensiones también con quienes tienen l a responsabilidad directa del ma· · diques encuentra una fuente adicional en la oposició_!l entre escuelas
.
militares; asf, cuando los oficiales del ejército ácl Norte rechaz.an eón
nejo poliúco, y ven agotarse la benevolencia de los grupos de los que
han surgido miencras la demasiado costosa revolución se obstina en no ra ra ünaru.midad, en 1814, el remplazo de su general en jefe Rondeau
rendir los- frutos esperados. Tambi�n para ellos la despreocupada ideo- · por Alvear, no sólo defienden su derecho a vivir cómodamente bajo
tificación del cuerpo de oficiales con una poUtica que da prioridad la blanda tmela de ·aquél, sino aun su futuro profes.ional, amenazado
214 D U. Vl.RUINATO A LAS PaOVlNCIA.S UNIJ).\J
LA ll[\"OLUCIÓN EN BUENOS "IR.fS
por la �sp�rad a llegad a masiva de rivale! identificados con J os
criterios
militar�s d�l n uevo jefe. tense- en una carrera po lf t i ca en la que el j�«;. _mi l i ra� no_ �cru aua
De este modo, ni_a un la_ pro fesion a li zación l leva
en todos los casos exclusivamente como el iepresentiiñte de- los puntos de vis t a y l«?s in
a__un aumento_d�l - �prit de cor_p_s entre los oficiales ievol Üci on arios. Y, tereses corporativos del -e jército, sino como un poll!ico al que su co n·
por otra �ar�e, fr n t e a sus limitados avances,
� es preciso tomar en dicióñ milirar podía dar" ocasi onalmente medios de acción de los que
cuenta la •nc•denc •a constante de otros factores otros col egas carecían, pero cuya le a lta d era ex ig ida sirnult�neamente
igualme nte hostiles a
.
la �ormaCión de u n cuerpo �e oficiales dotado de
sólidos rasgos corpo por alianzas famili ares, solidaridades de logia secreta y coi nc ide n c i as de
ra �- vos. El más ev1den _
te es qu�, pese a la nueva insistenc ia en la pro
_ {acción. En ese contexto se hace comprensi ble la actitud del gener a l
_
fes¡onal•z ac•ón, la a c 1v1dad _ _ .
� m•li tar no es la única que se espera de lríarte, cuyas .Hemoria.s son una morosa medita-ción sobre �u propio
_
l os más •mpor
_ tantes Jefes; aun un hombre de tan escasa vocación por fracaso profesion n l . Ese fraca so no se da en la carrera militar, sino en
la pol1t1ca acll_va como Belgrano hubo de abandona r durante años la Ja que e l ge ne ral llama la carrera de la revo luci ón, que es a s us ojos
c? nducción de ejércitos
_ �or la diplomac ia. Casi todos Jos jefes supe ¡·nequfvocaroente una profes ión, l a del servicio público, que ha ven ido
nares �ran, a más_ de m ill lares llderes pollticos en acto o en potencia; a englobar todas las profesiones que el régimen colonial habfJ man
:
te ni do se pa ra das . Los esfuerzos de Iriarte por pasar del campo miliur
sus carreras, r1c.a� _ _
en qu1ebras mesperadas, se repanfa o en tre e l ej érc i to
y 1� a r� n a poHuca. Juan Manu e l de Pueyrredón f igli ra en el D i ccí o (donde al fin y al cabo obtu'ólo razonables promociones) al polhico
�
nano 10gráfJco _ de Udaondo como militar, y es indudable que aparece general, aunque concluidos invariablemente en fracasos que él a tribuye
por pnmera vez a la atención pública encabezando una tentativa � la perversidad de los tiempos. muest ran muy bien que p;�r.1 este
audaz
y desd i chad a de enfrentar a la primera invasión inglesa; como
fruro mililar de carrera. que ha hecho la primera parte de la guerra de I n ·
de ella queda un cuerpo de húsares por él organizado. dependencia en el campo realista, l a carrera militar )'a n o exi�te. e l
Pero, enviado
po_r el cabildo de Buen o s Aires como su represent ante en la é x i to profesional de un militar e s ahora s� éx i!_o p_ol lrico .
_ _ cor te, por
11_1as de 'tres anos _ su awVldad será política, en medio de intrigal. pri La carrera de la revolución . . . La expresión misma i nd i ca muv bien
siOnes Y fugas exnosas. _
Este precursor de l a . revolución es convertid o la �oble �ealta_g_que sus protagonistas manrienen: a la revo �u ción , al
.
por ella en adminisrrador; es intendent e, primero de Córdoba mov i mien t o que ha co me nzado �n 1 8 10, cuy.2_ rumbo, cuyns �iflalidaJes
y luego
de Charcas, para vo! ver por un�s meses a su vocaci ón militar
corno ge· esrán lejos de ser _si�m _P.rC claros, pero cuyo abandOno es l o ÚOICO que
_
neral en ¡efe del eJéroto del Norte. Desde entonces, si bien conocerá constitu ye, a los ojos deJa opiníón poneña, l isa y llanamente un01 tni ·
bruscas caldas y a sce nso s (es m �embro del tr iun v irato que ejerce c ión ; y simultáneamente a l a catrera, e s decir, a l a promoción i nd•Y i
el
poder supremo, desaloJado y confmado en octubre de 1
8 1 2 , director su d ual . - La i m,e?Sibilidad de man�e_!lc-¿ l eal i.a� a una "estructura ' insti l u·
premo del estado entre 1 8 1 5 y 1 8 1 9) no volverá ya a co m ciomil eñg:l!_e confluyan vna _y_ o�.l<! impreCISión ele conte r11dos de la
a nda r ejércitos.
Inversamente, en la carrera más decididamente militar leahad revolucionaria, hace que el motivQ__Sie_ am bic i ó� P.Cmnal res21te
de Rondeau 0
AJvarez Thomas, los cargos civiles se hacen presentes durante etapas sin ahora con una crudeza que ha faltado en el pasado. Las monótonas
duda más breves. Carlos de Alve a r, al que hemos visto presentado como críticas de tono moralístico sobre l a corrupción de los tiempos revo l u
el militar por excelencia, el poseedor de los secretos del arte de cionarios explican muy mal el proceso. pero no por ello dejan de re
la gue
rra, pudo en ese co n tex to encarar toda su carrera
militar como un ca flejarlo a su modo. La quiebra de todo un sistema de i n st i t u cio n es y
pítulo de una car era más compleja y esencialmente política, va lo rac i on es colectivas no es la única caus a de ese surgimiento y de un
: que debía
�
tener su oronam1en to co n la conquista del poder supremo. Pero,
_ al i nd i v idu a l i s mo que parece desenfrenado; la- revol uc ión h a comenzado
conquutar .o para sf. Alvear n o lo conquistaba para el ejé rci to por hacer apelación expllcira al mo t i vo de ambición personal, que sub
(del
que trató de ? acer, sm _ embargo, su más segura
base de poder) si n o yace a buena parte de sus denuncias con tra los mandones del antiguo
para una facCión, más poderosa aun en las asambleas revolucion régimen, cuya herencia legítima se adquiere por méri to s revolucionanos.
arias
o en el capitulo de la catedral de Buenos Aires que en el propio Por otra p a rte, el curso mismo de h r��olución. que enseñó m uy rá
p idame nte hasta- qué punto las promoc io nes que provocaba eran efl
_ _
eJérCitO.
_ De este modo, si bien la revolución ha destruido la v iej a ideotifiéa· as, imp ulsaba a busc_ar -en un clima poll iico y e con óm ico m;¡rcaáo
nier_
por una co n stan te inseguridad- la segu ri d ad que puede provenir, sea
aón con corporaoo _
nes o magistraturas que entre los burócratas de t i em·
p06 coloniales había alcanzado una io rensidad sin duda del uso de la i nfluenci a polftica_:ion fines 4e ennqu eriDll en to, sea del
pa tológica,
no pudo dotar de una cohesión igualmente in ten sa a la única institu abandono de las propias leal!ades P.9llticas p:u:_a unirK: resueh.tmen le
ción qUt! sa.lió de la crisis revo lu cio naria fortificada y no de
bili ta da ; a "" cada una de las fa.s;ci.ones sucesi vamente dominante¡. Uno ) otro re
y una de J¡u ra zones esenciales es que, como aven rura individual.
la c u no son gen eralmen t e menos exi�osdelo que juzga una oprníón
aJTen mililar se coron a ba � rl contexto pú b:ica cada Vet m�S descon fiada; sin duda JOS goJpe1 de CortUD3 eDil
de la revolución ri o p la·
posi bles. pero a la farga -como se ha visw ya- el excesivo contacto
L.\ REVOL(;CIÓN EN Bl!ESOS AIR.E.S 21i
216 Dl:L \'IRR.EINATO A LA.S PIROVINCIA.S UNU)A.S del pals al que go bierna y al que -como se descuhre cada vez más
cada paso- la
revolución. que tanto ha destruido
pel i
clarame nte a del
con un pod er político dedicado a una agresiva me ndicidad era
viejo orden, no ha sido capaz de rehacer según un nuevo plan coherente.
groso para la fortuna privada; cada cambio de facción trafa consigo el
Pero hast a ese mo me nto la di rección revolucionaria ha bia a cep tado
encu mbra m ie n to de un pers onal de recambio no siempre dispuesto a
como suya una misión más ambiciosa: hacer un pals, eren �n orde n
dividir el bolfn con los que ya hablan gozado de él en el pasado. Buena
parte de los jefes polf ticos del movimiento revolucionario adqurrie ron a la medida de sus propi as ideas. Esto ha proporcionado una suene
de im pl fc it a justificación teórica para un d atO de hecho, cuyas consecuen
ante la op in ión púbüca fama de corru p to s; sin embargo, prosperaron
ci as prácticas esa misma dire cció n hallaba a veces alarmantes: la dis
t:t nci a entre el go..Qi er n� y lo que no era aún la n:ci óo. sin� más_bien
menos que algunos de los que no se cansaban de denunciarlos y de
plorar su propia condición de víctimas de un Cisco insaciable .. La co-_
el área �de territo_�io porer-Gomm.ad � la identificación entre el go
rrupción económica, c.omo la inconsecuencia poUtica , mis bren q ue
bu�mo y una facción cuya indeterminación en cu a n to a in tegr ant es
signo de una am bi ci ón desaforada, parecen ser tristes r«urSSS de fensi vos
y objeúvos se refleja n egativa men te e n e� poder q �e de ella ha sur·
g_i do. No es so rprend en te que no r:sult e �·empre posrble establecer una
frente a un destino más cargado de riesgos que de promesas.
Y esto vuelve a referirnos, aunque de modo menos directo. a la qui e .
re lación clara enrre esa clase poHttca y aertos grupos soc1ales y profe·
bra c.le todo un contéx to de insti tuciones, de creencias colectivas. de
siooa.les. li tenemo s en cuema que ya para los comem poráceos no era
prestigi os que l a revolución ha descruido sin remplazar ; la ins egu ridad
fadl consegu ir algo tao sencillo como era saber qu iénes pertenedan efec·
está t ant o eo los hechos como en el modo de juzga rl os, y esta i nsegur i·
úvame n te a ella; tampoco es so rpren de n te que no sea fácil dilucidar qué
dad e n el jui ci o resulta tanto más im p res i onante cttandó se la ve go
mecanismos aseguraron a esa clase la cohesión necesaria par: actuar con
bernando la cond ucta de muchos dirigentes revolucionarios. Su rgi da
la eficacia (s.in duda rel at iva) con que en efecto actuó, s• se recue rd a
del derrumbe del orden español, la revolución l o ha acelerado y com·
que ese probl em a -hoy �eórico- fue acaso �1 pr incipal _ pro bl ema pr áctico
pletado: a su compl ejo sistema de lealtades no puede remplazado s! no
de la dirección revol uoon:g!.�· _ q ue en c1enas etapas parecfa temerse
con la Jea.ltad a ella misma. Y la discip lin a q ue esa l ealta d p uede ms·
sobre todo a sí m.isma , a su infinita capacidad de división ante a l tema ti ·
p irar es lo bas t ante deficiente como para que el mecanismo disciplina·
vas a veces insign i fica n tes. .
río por excelencia s iga siendo el temor a l as represaJi¡¡s del a dver sario ;
Lo que coro.ier'tza por c oniigurar al grupo revolucionario es la con
luego de años de predo mi n io revolucionario, la noción (mencionada
ci en ci a de p a rticipa r en común en una aven t ura de la que los más bus·
más arri ba) de com p romiso con la revolución, o sea de ac tivi dad revo·
can permanecer a p arta dos. Para esa aven tura se u� � n a los jefes y
lucionaria lo basta nte intensa como para hacer iropo�ible el retorno a _
ofi ci al es de los regimientos que en el mom ento dec i Si vo se han re�w
la: lealtad mo nárquica y espa ñol a, conserva su en te ra v·i gencia. Sin duda
sado a apoyar la a utoridad del vi rrey, otros hombres que han v r� t�
los hechos han de mostrado hasta qué punto la a mb igüedad puede ser
acaso desde antes los dilemas y o port un i dades que d eb la crear la cns1s
salvada por qui enes qu ieren mantener abierta la reti r ada hacia la leal·
imp erial . . Aunque más de un o de ellos (desde P ueyrred ón hasta Bel
tad al viejo orden; no por ello se deja de esperar en n uevas formas
de defini ción que no dejen ya l ugar a equi voco . Para el su eco Graaner,
grano) participa e n la mili tariz ació n que comienza en 1.8?�· su pres·
tigio no proviene del lugar que ocupan en los c uerpos m1hcra nos, sino
que se hace eco -de opi nione s recogidas en Buenos Aires, la declaración
de i n dependencia tiene entre otras ven tajas la d e obligar a elegir a de su v e teranía en las tentativas de orga n izar, frente a la pre vi sta etlSIS
los que hasta entonces han eludido h ac erlo: qu ien j ure lealtad a la n a· imperia l, grupos de opinión capaces. de enfrentarla
sin d esconcier�o y
. .
ci ón i n depen d iente diflcil men te po dr á lu ego invocar el celo poc o in· con nociones ya preparadas sobre lo que cabla hacer. S1 estos ult1mos
.
fo rmado de un súbdito leal del rey de España, c u ya única falta habria -sig uiendo el ejemplo de otros más céle bres precursores de la mde·
sid o creer a qu ie nes se presen t a ban como l os r epr esen ta n tes legi t i mas pendencia- no vacilan en p rese n tarse como rep resen tan t es de la entera
de ese monarca. A mérica españo l a, n o siemp re les res ultarl a fácil exhi bi r una represen·
Pero precisamente la i nd ependen cia es -muy ex.plicitamente- a la tativida d menos amplia p ero mejor fundada en los hechos. Los que
vez q ue el coronamien to, d fin de -¡a-et apa revolucion� ria, de la que actúan como puros jefes mili tares, en cambio· -CO(Ile n zando por el
queda un a tarea incump li da: la guerra.- La lndepende.nc.ia � a &i �i
_
presid en te de la ju ma-, tienen tras de sí un grupo per fec tamen te _ •den
{i ca r la identificación de la causa revol uci on aria con la de la nac16n, tificable al que deben su fuerza. La revolución, d :sde su com1enzo.
oa�ida ya de un curso de hechos que puede celebra.ne o deplorarse i ntrod uj o algunos rewques en este �u a dro tan sen �llo: Acaso el más
(más frecuentemente lo segundo que lo pri me ro) , pero q ue de todos i mportan te no haya sido la p romoaón de u na aglta.Ción popular al
modos es irreve rsi bl e . La dirección revolucionaria ha. descubierto ya .
ma rgen de la estructura miliciana, que tuvo su ma01 festaoón en 1as
que no puede enconrrar su ubi consistam en un sistema de ideas (� las
que por otra paree las peripecias europeas hacen i na ct ual es y p
j orna d�s de ma yo (a unq ue uno de sus j e fes. Domingo Frencb, era él
eligro
sas) sino en su capacidad de satisfacer las ap e tencias y los intereses
218 DEL VliUli:INATO A LAS PIIO\"INCIA.S U:'iiOAS
LA JU.VOlUCIÓN EN BUEI\'OS AIP.LS 21!)
mismo oricial desde 1 806) : el su rg imi en to de vastas clientelas pollticas,
bargo. la relación de fuerzas existente en ma )'O de 1 810 parece a s�gu-
creildas al margen de la estructura miliciana, no parece fig u rar entre
los objetivos del poder revolucionario. Más rica e n fu t u ro es l a i n rar una sól i da hegemonla al de base miliciana que reconoce por ¡ele
cl u�jón en el sector d i rigente de figura s que s9n i n corporad a s a él en Saavedra: su lenta erosión, sólo frenada efíme ra m e n te por golpes de
su condición de i n tegran tes de ciertos �ctores sociales (así el presbl � ano como los de diciembre de 1 8 1 0 (i n co rpora ci ón a la junta de _dele
tt'ro Alberti debe mu y claramente su lugar eo l a junta a su condición gados de los cabildos del Interior y re � uncia de Mo ren ) )' ahnl de
�
_
eclesiást ica: la inclusión de Larre.a y ll l a the u tiene algo qut> 1811 (la ya tanus ve ces me nCio nad a JOrnada que de vol v16 ph.110 wn
ver con
.
su con d ic ión dt" comerci a n tes) Dicha inclusión prueba que, desde el co trol del poder a los saavedristas) , se debla bás1came_me _a clo.s rlzon� s
mienzo, el poder revoluciona rio ha sido sensible a l problema de ha:lar muy ligadas entre si: la primera era que _1� revol u c_!.ó n 1�a J dem�1r
.
ca nales _de--tim u n iéac i ú n con e l cuerpo sociaf; . l a soluci ón buscada, sin -como se ha visto más arriba- a las miltctas ur�anas q u_e_ _IJ h3btan
embargo. se reveliiría excesivamente "'fácil: no elegidos por sus desenc aden ado ; l a segunda, que la comprensión
_
de las nece�ldJdes d�l
roovimieñtC>revolucionario iba �e�cando progres1vame!lt� a los más lu
pares, _
esos ecl esiásticos o comercian tes eran a ntes que representan tes de éstos.
reclutas del grupo identificado con la revolución, al que si n duda am cidos jefes de mi lici a a las posicio n es. s i no a las personas, del �ctor
plia bm peTo no alcanzaban a salvar de su aislamiento . rival.
De eqe modo, el cuadro del sector que ha preparado la revolución Los acorra lados seguidores de Moren � sólo_ se co�s t i t uye n en {accJ· ón
(un cuerpo de oficiales de ciertos cuerpos milicianos urbanos, más cier cuando su jefe ha pa rtido ya a un dest1no d•plomáuco en Londres que
tos grupos de opinión laxamente organ i zados) no varía fu n da men t a l la m u erte le i m pedirá ocupar; este partido póstumo. q�e no ha encon
mente con las primeras etapas de ésta. Esa dualidad -que puede tra trado remplazante para su jefe, halla bien pronro meJores n zones de
_ .
ducirse en rivalidad- se refl eja todavía e n l a · división del grupo solidaridad en los sufrimientos comunes a manos de l a facc1�n nva l
(que no son leves: cri panic u l ar l ue go de las ¡_orn a da s de a bn l abu �
d i ri ge n t e revolucion ario en torno a las figuras del presi den te de l a
j u n ta, Corne.l io de Saa ved ra , y de uno de los secreta r i os, Mariano :'lío daro n los dest ierros y con fi nam iento de moren 1 stas� que en 1� co�t•-
reno. Este a bogado cuya brillante carrera lo había llevado ya DUI'dad d e una Hnea pol ftica a l a cua.l la m•sma flutdez de la sttU � Ción
lejos · · 'ón _en (:1cc10nes
de sus oríge nes relativamen te modestos (era hijo de un fun ci on a rio revolucionaria debla restar fijeza. De este modo. la d•v•s•
de
carrera, de recursos muy limi tados) iba a revelar no sólo una claridad es más rlgida que la oposició n de tend_enc ias ; �e�� · al _m• �mo t �empo
de ideas que faltaba al p resi den te, sino un entusiasmo revoluciona que ha creado en el b loque revolucionano una d • v• s• ón_ dJ�lc1l de J U_zgar
que sus rivales juzga l::l � n poco adecuado a una empresa que preferían
rio
ra cionalmen te pero no por eso menos agud�, �
la exp enenc1 del pr�mcr
ver desde una perspectiva más ap a c i b le. Si bien Moreno no iba a año de revolución ha ofrec i d o a ambas facc1ones �
una ense n a za _su.tan
ser
más reacio que sus adversarios a envolverse en el manto de la legiti cialme n te idéntica en cuanto a los peligros de la de mocra mactón: l a
midad, iba por otra parre a p ropon er con una fran qu ez a hallada por g u erra ue ll eva ba l a atención a · l o s remotos frent es y estaba de � ol
q
al
gunos irritante y por otros peligrosa , u n programa cuyo carácter revo v i endo' al ej� rci to u n a linea de organiz�ción más tra�icional, pe rm l ll �
en este p u n to u n cam b io a la vez ud•�al � muy d 1sc�eto . _,Pero es�
.
lucionario no se obsti na ba en n egar. La a fi ni dad de en foq ue creó
una
solidaridad creciente e n tre l\Ioreno -que, aunque entusiasta, · era sólo cambio m ismo no era peligroso? Una dlTecc•ón revolu�•onana que. se
un recluta reciente de las filas revolucionarias- y la mayorí a de los sentla inquietamen te sola en el marco de ·los grupos soc1al�s d_e los q u e
que, desde más antiguo, se hab!an acercado a Jo s p robl emas deri vados habla surgido se esforzaba ahora por asegurarse en el eJércr to . profe
.
de la crisis im perial con una co mpre n s ión plena de la vas tedad de sio n a l una base que le permi tiese independiza ne ?e.l . apoyo m d 1ta n te
las
posibilidade s y dificultades que ella planteaba a quienes quisieran uti de cu a l q ui er sector social; no sólo clausurando �efm_wvame n te el �ro
ceso de democ ra t i za ci ón en cuyo CO!ltexto esa d •re�Ció n hab1a surg1do,
_
lizarla; ellos abundaban más, desde l u ego, entre los que l..!ablan en
contrado en los grupos de discusión y opinión su marco propio qu.e si no también manteniendo "Una nueva independenc • a frente a l�s ex•
_
e n t re los que, al alcanzar e l mando en las milicias, hablan ganado genc i as de los s_ectores altos, a qui enes no puede h berar del costo de
un poder que -sin necesidad de plan tearse problemas demasiado com l a guerra.
plejos- habían· usado sobre tOdo para conqu i st a r más poder. · De este Sin d ud a los efectos de esta po llt ica sobre los sectores pop11bres eran
modo, la oposici ón entre SEved!� y Mo.!_eno, al reflej arse en _la crea ·más matizados (y probablemente, una vez. computa� as v e n ta 1as }'
_ �r
didas debería n considerarse favorables) ; esto pennHe en lend �r . me_1?
r
r
ción d e corrientes d en t o del bloque revolucionario , aunque no se su
-juo;o con otras razones acaso más di rec t� por qué l a . l•mttac•on
.
perpone sin resi duosa l a d•visión por er origen que desde e l comien zo
de democratiz ación pudo darse s1n af_ron tar confl rctos senos.
�
existía en ese bloque, la reproduce en buena medida. del proceso
.
pero no hubiera pe rm i tido e·sperar uoa a m pha�1 n de a �o�o� para
el
.E.s asJ como el bloque revolucionario, formado desde su origen por _
·
poder revolucion ario dentro del m arco d e op1món lrmJtado e n que
dos seCior.es distintos. ti e nde a escindí� en grupos opuestos. Sin em-
l a detención del proceso democratiza do lo venía a encerrar.
:no DEL VIAA.EINATO A LAS PkOYINCIA$ l'SIDAS .A
!. REVOLUCIÓN tN llUt"OS AlR.tS 2�1
La coy un rura era s i n embargo menos desesperada de lo que podla resta de los sectores altos urbanos fre nte al poder revolucionario. A
parecer; en la situación insólitamente favorable de los años 1 806- 1 8 1 0, través de sus dos bases de prestigio y riqueza -el comercio, la alta
l;� polir ización �abla hecho avances muy rápidos: sus posibilidades,
_ más burocracia- esos sectores altos dependen d�masiado de la benevolencia
b1en que sus nesgas, eran las que se hablan hecho evidente.! . Quienes deC. nuevo poder como para que . pue�an de veras permanecer del todo
se aventur�ron en esa tierra incógnita se hablan sentido protegidos ajenos a él-:- ·Se ha visto ya que -aunque tardla y ribiamente-_ las for
por
la presen c.ra en ella de magistraturas y corporaciones que los hablan
mas exteriores de adheii6n son finalment.e adoptadas por todos; tam
po
<onvoc� do a esa aventura. Y el alcance de ésta -dejando de lado
_ bié n se ha visto cómo, para eliminar al sector demasiado vasto que b!Uca
tencrahdades que sólo el futuro iba a revelar- era por otra parte lo eludir el compromiso definitivo con la revol ución, esas formas se hacen
bastante limitado como para que sus riesgos también lo fuesen. A partir cada vez más taxativas, hasta incluir el ju ramento de lealtad a la na
de _1 8 10. la s! ��a_ció� <ambia
_ rervmffl
�� di 7 n te: por más que el poder revo ción independiente. Pero a más de estas adhesiones que son condición
luoooarro q ue su propta le glt
u wdad_
monárquica, es demasiado de supervivencia en el :Buenos Aires revolucionario, y que pueden ser
sabido que esas alegaciones no son halladas convincentes por sus rivales. en parte limitadas en sus consecuencias (por ejemplo. mediante una
El _ u s o cada vez más generoso de la p n a �e muerte para Jos que se s.i�temática benevolencia hacia peninsulares, realistas y prision eros de
_ :
resrsten a su avance (maugurado por mHujo de Moreno, pero conti guerra, que -ya se inspirase en razones humani tarias, de solid�idad
nuado por sus sucesores) es la más segura garantla de que hao de política o de mero oponunismo-- podía ser convenie nteme nte atesti
cumpl1rse _
las sombrías predicaciones revolucionarias sobre el baño guada en el caso de q u e la revolución fuese vencida) , el solo trascurso
de sangre que seguramente seguiría a una eventual restauración del tiempo creaba nuevas solidaridades -:_n_o necesariamerue poriticas
del _
encuentra su lugar de fi nit i vo nuestro Sagul, cuando Martln Th o m pso n ximación o de hosr ilidad entre poder poHtico e in tereses económicos
le prop one su incorporación: " acepté con entusiasmo la oferta, contaba no excluyen que, pa ra los ntás �_]QS__t i.!l! lares
_ del poder eco n ó m i ·
en tonces diecinueve años tres meses de edad".82 De este modo, Francisco co. la gn vitación cr_sc.i.�.rlt!; _d,J:Lestado revolucionario en la economia
-
Sagul -uno en tre muchofr.- anuda con el poder revolucionario lazos sea -com o por o-tra pnte lo era a -los ojos de ese mismo est ado- un
cada vez más es trechos . Desde su primera inten-ención benévola como da üi jntrin�ecamcnte negativo. d� que poddall_ derivaro¡¡e a lo s u mo
corr�o con Mon te vid eo, hasta su i n corp o raci ó n a la marina como o ficial \-én �j�s ci� u nst a nC'i al es ; e s ésta una raz_?n adi ci o n a l pan que lo5 l azos
_
a sueldo, su carrera no sólo sigue un avance coherente con su militan· surgi_�S �e Ja bÚS'fU�da de esas ventajas no hayan podido C00$0Jidanoe
cía · política sino a dec ua do a la nueva gTavitación económica que la e� una identificación de ese entero sector de i n te re�es con la d irección re-
guerra ha dado al estado; ya antes de inco rpo rarse oficialmente a la rria· ,-ol u cio na ri a .
ri n a de combate, como capitán de un barco de abastecimi ent o de tro Es así como un di a fra gm a casi i m perceptible a la ve? que tDU)' sólido
p as , había comenzado a viv ir de la guerra. Pero, acaso más sign ificativo sep ara al gTUpo di rig� nte revolucionario de los sectores al to s urba nos
que el e je mplo individual de Sagu l sea el de su en t ero clan familiar que de los que h a surgido. y que se rehúsan a r eco no cer como p rop i a l a
-cer rada la ruta de Afr ica y La Habana- busca como puede insertarse a\'en tura d e aquellos de sus miembros lanzados a los r i esgos de la po·
en la nueva economía de guerra, usando para ello solidaridades revo ! : r ica. Est a n do as! las cosas, el l uga r que a pesar de todo mantienen
lucionarias al pa recer suficientes como para otorgarle la provi si ó n ex· los dirigentes revolucionarios den t ro de los sec tores altos locales esti
elusiva del ej érci to expedicionario en la OrientaL
Banda !�jos de dar únicamente vigor al mo v im iento . Sin duda el pode r revo·
Se ha v is to ya cómo las ventajas que esta solución ofrecla eran a me · luci onario se _ beneficia con el proceso que, por e l solo trascuno del
nudo ilusorias; aun asl. la necesidad obligaba con frecuencia a adop tiem po. -hace de la Buenos_ Aires_ re,·olucionaria - pese a las lame n ta ·
tarla. Y por otra parte, incluso los represencantes de la más só li d a ri· cienes de B-er-uti sobre la co nt i nu a mutabilidad de la fortuna- un:¡ SO·
queza comercial local -Lezica, que sobre todo a causa de las deserciones ciedad cla r.� mente estratificada. e n la que el lugar de las gran des r�mi·
de sus a n tiguos rivales Hegó a dirigir hasta su ruidosa quiebra de 1836 fías peninsulares ba sido ocupado por algunas cri o ll as ; las fam i l ias de
l a más i.mp or tan te de las casas merca nti le s .crio llas; o Llavallol, que distinción parecen recu perar. en, la_ sociedad _ revo l uc io naria üñ lugar
p ros igu i ó un ru m bo más modesto pero también más seguro- no des· que ·al los fu n cionarios y m agi st rados no recon q uistan tan faci lmente.
deñaron la pro visi ón o el crédi to al estado. Aun a s!, y por más amplios En tre ellas y el nuevo _.E_ oder se est��c_eJ)__relªciones que reiteran las
que fuera n esos contactos de in tereses , ellos no bas tab a n para identi c¡ue eJfás m i smas O SUS ri va les hábi�n��� en id� CO!I _!a a! t� a
� �t:!!i nis·
ficar a lo� sectores al tos, como grupo. con el elenco dirigente revolu tración es·pañola; y ese· circ-uñspe cto intercambio de cortes í as con quie·
cionario. En primer lugar porque ellos se desa rrol laban baío e l signo nes ocu p a n - ahora la cima de l a sociedad porteña aumenta e l pres tigio -
de u na arbi trariedad que creaba, en torno del estrecho circulo de los de un poder frecuen!e_mente acusado de advenedizo.
favorecidos, un circulo más amplio de hostilidad; en segund o término, Pero esos i l ustres interlocutores, si b i en no siempre se limitan a dar
por la ambivalencia misma de esas rel acio n es; un ca m bi o político o un con su cortesía reconocimiento impllcito de la legitimidad
mesurada
nuevo avance en la ruina del estado podia trasformar al beneficiario del n uevo diflcilmente llevan su militancia h a s ta �uperar su pre·
pod er.
en e ncoleri za da vlc t i ma . ferencia por la penumbra de las segund as filas. En 1 8 1 6 e l enviado
Ese complejo haz de i n tereses, cuyas coincidencias no son siempre norteamericano Bra cke nri dge recibe de quien conoce mejor que él
duraderas crea en_to n e� entre los titulares Clel P..Qdú revol ucion ari o y_Jos Buenos Aires un excelente consejo: que visite al señor Escalada. Sin
se�ores _económicamente rr müyenteSl[anto los criollos como los ex· duda Escalada "es si m ple ciudadano y· n u nca ha tomado otra parte que
como individuo p a n icu l ar, pero su riqueza lo ha habilitado para pres·
tra njeras, eco n ó mica me n te cada vez más po derosos, y ben efic i arios del
influjo politico de sus n a ci o n es de origen) relaciones a la vez In ti mas tar sen-icios a la causa".83 Su riqueza,. ju n to con su viejo pres tigio (su
y más ambiguas de lo que el antes señalado desapego reci proco podría padre, antes que él, había sido en Bu e nos Aires hombre de for t u na
hace� suponer. No hay casi medida pol�� �ue no a fecte in tereses e�o y miembro del e<1 bi ldo en 1757) . k da un i n flujo que muchos apren·
nómJcos, y los a fe ct ado s buscarán .:.. usa nd o conta ctos -olas-medios de den a no desdeñar; antes que Brackenridge, un ofi ci a l criollo que
presión de q·ue dispongan- m�dificarla en -�1:1- pro�echo; en 1 8 1 6 los abandonó los reales ejércitos para sen-ir a la causa pa trio ta y no te nía
en Buenos Aires conexiones personaJes y de fami lia -J 05é de San
agentes del gobie rno de Wash in gt on no tardan en descubrir que más de
1\Iartln- encontró e n l a casa de Escalada, a má.s de preciosos comac·
uno de los norteamericanos que con tanto entusiasmo de fien den la cau
seria su esposa. Su matrunonio con Remedios de Escalada
tos, a q u ie n
sa de Artigas defiende en realidad la.s p a tente s de corso que el caudi·
!lo oriental ha distribuido con l i beral ida d. Pero esas causas de a pro· y de la Quintana, haya tenido o no móviles pol.lticos, tuvo i ndudable-
Z25
224 DEL VJIIJI.N
.EI ATO A l."-S PII.OVI.NCIA.S UNIDA; t.A UVOLIJCIÓN tN IUEHOS AlllES
mente efectos polfticos: le dio -pese a que su nueva familia, si h e mos - pese a algunas engañ os as apariencias- remplaz� rla �el tod� . Es1 clase
de creer a tenaces tradiciones, nunca lo consideró del todo su igu l a alta mutila da de un sector pen insular, cuya lnttma
mtegnc1ón sólo se
231
ES III..t:SOS A I R.U
LA llE.\"OLt:CIÓ:-1
c ia po� el
D(L VIUXLNATO A t..A.S P&OVI:-IC:IAS USIDA.S
sido devue lta a su poder e i n ( l ue n
ción se balla lejos de haber :1m1gos
p�u1e ntes-.�
a �censo de Alvear) . Lo
pronto a revelarse limitados. Los hombres que aco mpa ñ aron a Alvear que domin a e1 el rcu\sL
c_( d�
dlfCCtor su p re.mo del
.
del Di r�r> que
�upieron en más de un caso man tener esa lealtad admirativa luego ele su contro la la asamb lea y ha hecho
.
desgraci a; a un un po lltico tan l úci do, tan e viden te men te superior en est= 1 4 . a Getvasio Anto � to d� Posadas. notarl
o eclc·
es ta do, en enero de 1 8 .
aspecto a su ldolo como lo es el canónigo Valentln Gómez, en medio rehúye todo compr omiso revolu Ciona � o, persegu tdo l ue o por �
�i!st ico que
morenista ( aunqu e, según asegur
de una brillante carrera recomenzada independientemente del influjo a en su autob• ograU a, por erro• . pues
) i tos má.s e v i de ntes son su !>lr,·•uéKO
era m:ls bien
del caldo Alvear, apenas lo ve reaparecer en el hori zo n te politice, diez rea li s t a y cuyos mér
años después de su c alda de 1 8 1 5, se pone inmediatamente al setvicio icanci a , _garan t la de futura docdt dJ
_ � Pero
con A lvea r y su propia i n s ign if
de sus no disminu idas ambiciones . Y esa devoción algo ciega tra s· expres ión demas tado
_
{le) de esa Bueno s .-\1res re·
se
c1 3Jvearbm o es una
para ser exclusi vamente un c l <1 n
.
mite de padres a hijos; precisamente el hijo de un alve arist a de 1 8 1 3· 1 5 , vuelta por años de revolu ción. como
. Si bien Posadas debe s.11 :t.>c.cnso
a
\'icente Fidel López, es quien luego de la calda de Rosas escribe a fami li ar o a u n u na alianz a d e clanes
Alvear: a j u icio de López, en esa Argentina que domina la figura de sus lazos de famili a, si bien el
coman dante Ferná ndez se salvJ gra oas
de ma la r a un sargento en u n
Urquiu y en l a que actú an Mitre y Sarmiento, falt an hombres; ¿el gene· lCCC:IO de
a ello de todo castigo luego .
-tam btén
ira en p rese ncia del e n tero campa
ral. perdonando gen e ro sa mente la ingratitud del país para con sus pa· mento que co m a n d a, Frenc h
sados desvelos, no se di gna da volver para darle la dirección que le falta? to con fuene
e1 Pariente de Posadas y Alvea
r- no elude el confmamten
s desconoc idas por su pnmo · y cuna - d o e1
.'\miunllario y antirrosista, López ol vi da que Alvear ha sido una de las escolla, decidido, por razone
espadas del unitarismo y luego diplomático resista, olvida to dos los giros
director su premo .8
8
record ar
.
S11 primer a tarea -la de conservar
�lejor organiza do que nunca para
de una carrera a la que la desgracia ha hecho tan tortuosa para
tan sólo una esper anza que para él no ha mue r to, aquella que en 1 8 1 2 l ciona r o, bajo su nueva
.
Jefatu ra, n? se hal a �
rano, la. ..�•s
el poder- el grupo re o
v u i
tantos depositaron en ese brillante oficial d e veintirrés años que aca·
por eso mejor in tegra do a la socied
ad urban a. � or el cont
v ea n stas que m son onoma
_ .
baba de volver de Ja penlnsula. las f1las al
1
ma abund ancia de adher e n
más influe ncia en ella que <� denva
entes . da
Pero ese ascendiente sólo podla ejercerse en un circulo reducido: la r ios de Buenos · Ai res ni tienen
[acción alvearista es posible gracias al estrech ami ent o o de �� s _ava oc s en la carrera de
� la revo·
formación de la de sus cargos y magistraturas, . da.do
u:nl.l
l u c ión (notemos entre ellos al
e c lestasuco onen tal Ftgu� rcdo,
previo de la ba$( dC' poder revolucionaria, a cuyo efecto se debe que
capell án castre nse; al sm duda port�ño
una facción p ue da alcanzar el poder acumulando y utilizando adhesio· a B uenos Aires en 1 8 1 2 como
sólo pu do aba�don � r su curato �r1en
ne$ de personas con poder de decisión, aunque privadas de una popula· Valen lin Gómez. que, sin embargo,
que 5e ha tomado innecesaria . ¿Cuál es, p ara esas personas. y sus mérito s revoluoonanos; a l ecl�t.n uco
tal de Canel ones graci<1s a
nen tale . Ven·
ridad .
militares igu<llmente ? �
dC$contando el ya señalado poder de persuasión de su jefe, el atracti,·o orien tal Pedro Pablo Vida! ; a los
a Nicol ás He rra a, tambi én él. onem
al,
del alveansmo? I:I aber ace ptad o y asumido como pro pio un p roblema tura Vázquez y Javier de Viana;
.
ca_pHaJ: la conqu ut a y defensa del poder en manos de un grupo deter· ional no trabad o por una excesiva consecuenaa eu las
políti co profes a
a públi� :n las cortes de Bayon
m1nado. San Martln, más leal a los objetivos originarios de la asociación ideas, que había comenzado su c:mer .
!ecreta, más dispuesto a aceptar la prioridad de la victoria mil ita r como l impen o brastl eno) prueba nuevamente
�
y no la concl uir a sin servir al
po
anteri ormen te señala as, el p9der .
objetivo revolucionario (y sobre lOdo a aceptar también en e l plano hasta qué punto, por las razones
p� rsonaJ la_s consecuencias de esa prioridad) pudo ser rápidamente mar litice ha ido· ai s l se _d� _cu � l qu ier [
� erte apoyo . soci al __en su capita l.
na bastaba para el d 1 r los pel•gr
á ndo
- � os
gm ado, pnmero al comando de un ejército del N.orte al borde de la ¿ Pero 1� mayor -diseip lina inter
? Es in d udab l e que la [ac ció n _alveanSta n�
disol ución y luego al gobierno de la intendencia de Cuyo. desgajad a imp llcitos en ese aislam i ent o
n ast,
de la de Córdoba. Alvear, que no eludia la a ctuació n guerrera· pero tenia demasiadas razones para
temer reacc iones e n l a capnaJ; au
�
que la cons1 era.ba un aspecto de su avance en el plano polltico (y s:: qu� . exced 1 era n . el es·
la renun cia inici al a
_ el apoyo .:_de sect _ores
organ izar
en es tomaban las deci Sion e_s no hbraba
.
as�guró el tnunfo frente a Mon tevide o/
asignándose el comando de Jos trecho-núCie-o-·formado por qui
<;�yo para � aparato esta_ta! t�n �
er·
s . uadores cuando el desenl ace era ya cercan o) , respondla mejor a las i n·
_
de la necesidaa· de buscar algún a p
a poy.o no podla lle�r del
sin� t=jhC ltO;
quietudes apenas secretas de los dirigen tes que, provenie n tes de las faccio· fectamen r e dominado . Diého
la planta
nes antes contrapuestas (pero en mayo• grado del morenismo) , se rece· terisl iCam ente, el aÍ veari smo sacÓ a la guarnició n .de
muy carac
d� las afueras,
urban a de )a capi tal , la conc
nocen en su jefatura. entró en un camp a ment �
. oón oudad� na
La máquina pol!tica ast montada sitve a un grupo necesari amente res, aislados de cualq uier agua
desde uond e esos 6 000 homb
n asegu rar a l gob•er-
reducido, y ello provoca las esperables reacciones de los que se sienten de segura lealta d debía
y comandados por oficiales
víctimas de una ma rgi n a ci ón injusta: las lamentaciones de Beruti, que
arrecian a lo largo de 18.15, son 3 8� y � 870.
.. Benl li, MemorillS curiosas ciL,
buen testimonio de ello (testimon io
parcial, desde luego; el morenista Beruti está desc ubrie ndo que su fac·
�o contr� c � quíer 10rpreu. Pero esa gt12mici6n no era todo
el ejtr ��o. podi� mllntentt su he gemo�la �i enu;n !u pol ítica fu"c inequ l\o
�
a.to, Y a �pnaJ no era. b mten :lrea n::voluciona
_ na : ade.mJs de la. clLIDrnle exitosa. -. penu fl�n los re-veleS. el IKtndtc:nte deJ grupo
...
dtudenc•;� hto� trnd\Ktlble, el alve2rismo debe
tomar en cuenta ocru gobernante comienza a sul ñr una ripid<� ero
Sión. que a[cci:J. de in medi a
_
menos sutem:lt rcu que su desaforada empresa de domin<�ción
pollti ca to su &aliduid.ld tmerna. El Jefe de l.l sublev..-ción de Fontnurh, l.lva
encontraba en tantas parta. En 1811, s.�endo aún
director Pos�das. Al· rcz Thomas. .;arequ&pe-ño. mJhtu de UJTen de.sde uempch coloni.alti y
"ear, tras de: su retomo triunfal de Montevideo, revolucionario de la primen. hora, ¡¡unque no pertenece al red ucido gru
parte hacia el e�rci to
.
c!el Nort e JMr:l rempln�t a :;u corn�dante Rondeau (al po que compane el poder electivo baJo Ah·ear.ha sido (avorc-culo 11or
�
p do ama en eJ que smaba . que ha rem
la a pttal onent.al) . Ll cun-po de ofic:Jale$ éste y puecc corres ponderle co n una. ¡egura lealtad . Pero esa le :ah,¡rl
se mega sobriamen �e a recibirlo, y el h�roe de
Montev tdeo debe empren no llega hasta aml!igar la o posictón uuva de �us subordinatl os. p()(.O
der una poco glor10sa re�irada . En Cu yo, S4.n Martln, dupucstos a proseguir la guerra ov1l comra una disid�nci:a litonl al
que se ruega a
cncuadruse en el mecamsmo de conuol dominan te parecu irrefrenable; prefiere entonca �ncabeurlo! . . . En b. ciudad es
en Buenos Aire ·
se ha he ch� pel igroso; -� enviado un rcnpbun te e igualmen te rcchuad
por el cabildo mendocHJo; de nu�-o el gobierno supremo
� 1\f.Jgucl Eluoislao Soler, también 1 militar de carrera desde tiCitlpos
co· oniales (hijo de oficiales, (ue udcte a Jos 12 aftos) , tambitn �1 te:m·
se indjna ante
uoa routeno. que no osa enfreDLlr con la violencia. prano revolucionario, quien da el golpe de gncia contra el al11eariSJuo
En esas conuicion� l.a devadón de Alvear � cargo que !o ha bedlo coronel mayor y ga bernlldor·i nteAdente de BueraOl>
de director su
premo, que le e' enuegacJo $in dilaciones por su menos
ilustre tlo e� Au-el. ¿Traioóo? Si se qute-re; pero Soler iálo actúa cu.tndo d cabildo
h� comenz;ado ya -�Jentado por el pronunciamjc-mo de Fontezuc:ht- 'u
UJJa medida de em�:Tg�ncia ante una coyuntura. que .se
prueba abun�an temc:m� recibida del cx:aso dominio
�abe crluca . si la
•
_como el máximo ar .
-
o
polltica ex rema -er- oder
p- � �� .� _��
re o ucrona no habla
pol ! !l � m teno r tanto com"""en
c fronteras. Pero una y otra parec en exigir cambi os sustancialmente coin
·. . term . iñad . o por hacer del cidentes: en el país (sobre todo en el Interior, donde no se l1abia
eJércuo s u _!_n�m en10 - e<>Utico por eXC�l�OC!�,.
.
que hast� �ntonces se ha con r::taz I a �e co n la s ��blacio nes a las los .perjudicados , el apoyo de los favorecidos por la po l ! ti ca de eman
do con dOIIllnar "· util 1zar. Las cipación ind ígena se hil.o s en tir ya hacia 1 8 1 5 ; como consecuencu de
cuenoas negauvas de esa .
· .
cense-
acti tud '�'o . . al podla n
Buenos Aires• pero se . sm duda perc íbi rse en ello, en medio d e de los avances del conservadu rismo, esa pol iuc a 1ba
median meJor en los terr
- it- onos que la revolu- a ser mantenid a (la admini stra ción del Interior no se iba J mostrar
·
·
ctón habla precendido
controlar desde Buen os
vo!�ción _hab la enfr�ncado Arre s. En ellos, �a r� mejor dispuesta a sacrificar ventajas inmediatas a la lealtad a las nue
un robl ema � l a . v z más
rentemen te men os urge nte � grave y a pa vas ideologías dominan tes, ahor� conservadoras, de Jo que había est a·
formas de an icu lación poU i�
�
u e n su cap al
n : le tocab a cre ar n uevas do en el pasado a sacrificarlas al radicalismo por un momelllo de
t. a que tefl. eJaran de algún mod moda) .1 S_er !a entonces simplificar excelivamente ver · en el rc:ncucntro
áreas el cambio radical o en esas
ue la re;;: u�ón pret
tentación de utili zar en � endla producir. Pero la con el paí& un puro esdmu.l.o pan la reo rientación con�rudo ra , JUn
u ró e o . azos de ..Jubor;dina c. óri_ he é
dados del aníiguo -régi men t � �
- d
o
� t _
odav a
i r así un balance cuidadoso de los cambios de política frente al I nterior
pudiera n servir eficazrnen t �
a
Cl
a u - p
Z � �
e
; ! � ás - e�trictos p.ara g ue permitirá concluir que en casi jodas . pai-tes l � el respet� los localmen
ba extraer - de las zonas doi:n1n·ad as '
revoll,lcwnan_o_ q_�e nec
esita te poder_9_sos desembocaba en un respeto ma yor al statu quo. Pero pese
recursos incluso lllá� a la agudeza crecíeñte -de-los problemas derivados del . In terior. los i n·
éste, e ra am pli o . s
Entre un3 Y Otra alte rnat _
-
fuer te. ·gue
iva el poder revo 1 uoo nano flujos políticos más inmediatos segulan provenieodo de la capi tal,
-
- ·.
SJgu•1ó . un ca mino medio, _ -
Qa
l'atos febrilin ente z¡gza
gueame, que sin Buenos Aires cuya élite -fatigada de las prepotencias de los roihtaru
a
emb argo se man tuvo casi siem
pre m á cercano a la seguoda so1 . y de las diques polfticas do min an �s- habla revelado en la crisis de
•
. s ,'
que a j a pnmera . Las reac UCJó n
ciones (el desapego del
crec iente del Li toral) plan In teno .
r, la oposición 1 8 1 5 que, a unqu e escasamente militan tes, sus opiniones no podían ser
tea ron un problema
a ¡ os go bernan tes revolucio . . cada vez m · á s urgente. ignoradas sin peligro . El aisl a.mí én to entre los gr u pos gobem;a ntes y
narios l �� mar la protección
br� t;i esa élite social ha mostrado súbitamente todos sus ri es gos , y pan ce
nica o esperar la improbab
buscar un refulr io a
le bene ;�: �n a e rey r�ta urad o, pare oan rrarlo el nuevo co nservadurismo parece singularm en t e ade c u ado Cuan
o· la vez q ue con tra el tem
ple re9CCionan·o de la do d restaurado poder nacional promete dar Hn a la rnoludón y
• ·
época que
comenzaba en l a hiJton. a m
prin cipio al orden, espera con esto hacerse grato tam �ién a un pública
_
undial contra ¡as I·ras
das de sus gobernados. La mal conteni-
cald a de Alvea r • baJo .
los golpes_ ', menos remoto que e l d e las cancillerías ultramarinas. Desde Europ�. el
.
-
cno destinado a combatir la de un ejér-
disidenci a li toral no hace .
hasta smo subrayar enviado porteño Manuel José Garda escribe por entonces sobre los peli
. qué punto era en las área.s som ' .
. eo d as a su dominio, no
quie ta capita l, dond e se decíd en ru m- gros de un poder poUtico que esté alli donde no está el económico;
ia la suerte del pode
r revolucionario . más que el sufragio casi universal establecido en 1 8 1 5 (de hecho no
CONCLUSIÓN LOs UCCAPOS O� LA a.EYOLUCIÓI<
RUR.A.LIZACIÓN Dt LAS BASES DE PODER cuerpo elenora l. y su creación es con secu enc i a del remplazo de 13 sobe
ranla del mo na rca por la del pue blo (que en ella l a delep} ; l a s t a r eas
de go b ierno sig uen a ca rgo del gobe rn ador y de l cabildo. Aun en Cór
E� _1 820, e � es pa cio sobl'e el cual la gu erra h a b la ucgur ado el predo
doba, el est.atuto de 1 822. q ue se a los preceptos del
adecua mejo r
nunlO poU u co de los he �ederos del pod er _ creado por la roolución por·
_ constitucionalismo liberal europeo. a l gobernador las at rib u
co n cede
tena de 1 8 } 0 n � b ada f1gura de es tado m apenas de nación; los diaJn.
_lOs poderes regtanales que se repartlan !U domini o t1taban casi todo, buciones íi jada� por la borbónica ordenan� de io tendenres . va se ha
vis to cómo. si bitn -Je nuevo de a cuerdo con l os modelos más ace p
ellos marcados de una _con fesada provisionalidad; el marco in sti tucio
tados- la leg-isla t ur a es a q u l en efecto un poder legislativo, su gra v it �
�al en el cual l a_ polluca se desenvolvía, inexistente en el n ivel na
ción r ea l se ve li mi ta da por la am p l itud de las atribuciones q u e con·
o o nal , est a ba destgu �l �ente -pero en todos los casos incompletamen.
servan el go bern ador y el cabildo.
te- esbozado en l as dtstmtas provin cias. En varias de ellas (por ejemplo,
. Esa.o; su peTV ivenci as ¿son el !ruto del arcalsmo cultural de las arc as
en to�as l as de � LH? � l) - mforma el P?rteño,
more ni sta y l uego ri
_
vadavtano lgnac10 Nunez al cónsul bntámco Parish-,1 no hay desl i nde
antes marginales y subordinadas al poder central? Si se compara lo que
ocurre en las prov i nc ias co n l a i n tra nsigen te ortodoxia liberal-conniJu
entre l �s tres �oder es, "por falta de i deas"; en Córd oba, el gobern ador
sólo r��ne l a J� ta cuando quiere y se reserva el poder judicial; en cion al que do m i n a en Buenos Aires, podr!a concluine que sl; si n
que el esrablecimiemo del gobierno general". En San Luis, la saJa d � heredado del virreinato. y l as tentativas de reformarlo no han ido muy
lejos) y tiene por añadidura funciones muy claras en el marco de l os
re pres ent a n tes no se re ú n e y el gobernador permanecerá inddinída
conflictos poUt icos locales, que explican su éxito lu ego de 1820; la su
men te. en el cargo. :rucumán y Salta merecen un·a concisa aprobación
_ ez ; más e f_ust a es la �torgada a Mendoza y San J ua n, donde presión del cabildo, institución esencialmente urbana que ha venido
de N u n �
regulando la administración de la campaña, y la cons igu ie n te amplia
las cámaras provtnc1ales, eleg¡das po r suf ra gio directo, "se ocupa n
. ción de atri b �:�ci ones de un gobernador cuyos apoyos se encuentran en
en las est aci Ones más beni gn as del año en la reforma de las institu·
esa campaña, y de una legislatura la mitad de cuyos miembros son
�o nes públicas", donde existe libertad de impren t a y seguridad indi·
el egidos por ella no parece tener como objet iv o principal adecuar la
vtdual, y _ el _ poder judicial e� "l o mi! indepencüe.nte po ible''. Aun a s
orga n ización de la provincia a un pres t igio so mo del o ul t rama rino . . .
es;u prov10oas aiortt�nadas, . sm emba rgo, "les resta
rqucho por hacer"
Habria que agTegar que ese arcaíS;IDO cultu ral -menos o clu s i vo de
para alcam:ar un sawfactono desanollo instiruciona.l.
las provincias i n ter i ores de lo que gusta suponerse- no tiene nada
Si_n d uda el balance trazado por Núñez no es siem pre fiel: en Cór
la adhesión de p.-incipio a las más modernas soiuciones
d_oba la leglSla tura ba crea do u na comis ió n permanente para que fun
. de mili tante;
institucionalt>s no podrla extrañar, por otra p art e, en entidades surgi
aone durante los receS03 del cuerpo; cualquiera que sea el aicerio das de un movimiento que en todas partes se ha autodenominado li
e legido, no se ve cómo puede j uzga rse buena la situación de Tucu
beral; n ovedad del término mismo -s u rgi do, como se sa be, en la
la
mán . . . Si n embargo este inventario de situaciones loca le s refleja muy España antioapoleónica- sin contar la orie n ta ción_ innovadora de la ten
bien el carácter en todas partes incompleto de la reconstrucción insti dencia con que se i den t i [ic a, h ace men os so rp rendeJ ues los criterios
tucional comenzada en 1820; aun en Buenos Aires -de la que Núñez utili.zados por el gobierno de Santa Fe para conceder su aprobación a
la poUtica británica (según asegu ra E.stan islao López al cónsul Parisb,2
1 Ign acio Núilcz a Woodbine Parish, 2 de enero de 1825, PRO, FO, 35t-35?. •Est.anis.lao Ulpez a Woodbine Parish, U de junio de 1824, rao, Fo,
SanQ re K complace en descubrir "en el gobierno de Su Majes t <t d jaulada, la cabeza de �u aliado' y luego riv¡l Rarnfrn. qu i<'n � la
Británic¿ n a politica i lustrada y una conducta liben! dignas del es
u ··remite en pr�nte" � el coronel cordob6 Fr.�ncisco de Ikdoya. en
píritu y l uces del siglo ' ) . E).";� adhesión a las novedade$ aport ada s por 1 8 1 5 colu.mna de la resistencia antiartigu ista: al mi�mo 11empo. ¿ ) go
el liberalismo no supone ignorancia de su contenido concreto; hay bieroo Busto.s-Bedoya recibe en Có(doba otro ·presente ígu:�lmenre maca·
posiciones l i berales que serán expllcitamente excluidas de esa aproba bro: la cabc:u del caudillo federal Felipe Álvarez; y quien la e n via
ción: as! la libenad religio� no será considerada, en las más de las para que sea exhibida "en e l Frayle Muerto, lugar de su •ecinda rio. pa ra
prMÍncias argentina$. un corolario legitimo del principio de libertad que en el 'uceso que ella les recuerde, escarm ienten lo� que hay.11 n
polrtica. . . Sin embargo, esta libertad polldca misma, aceptada como sido seducidos .por su ejemplo" � Tomás Godoy Cruz. ames i l w tre
objetivo válido, tiene vigencia muy limiuda en las provincias. y lo cola borador de San Martín en su nati va Mendoza • Y aun en B ue no s
mismo ocurre con las exigencia� liberales en cuanto a la organización Aires. si bien la Coc<'la dice
e$perar que se dé rá pida sepultura al
d! los poderes del estado. despojo del Supremo Entrerriano, haciendo cesar un es peC!áculo · · a la
Más que el peso de una tradición adminis trativa prerrevolucionaria, vez horroroso y repugn ante", ello no le impide dar hospitalidad a la car·
e ·la m.ism01. mas tenue �n las provincias recientemente creadas que en ta en que " u n sujeto respetable de Córdoba· · celebra. sin hacerse eco
las antiguas sedes virreinales e i n tendenciale!l. es · el marco concreto de t»aS reticencias. la desaparición de esos dos faci nerosos que iOn Güe
en que las instituciones han de desenvolverse el que aparta a tstas mes y Ramírez. . . Por otra parte. la exhi bición de miembros de ref:Íel ·
oe. modelo cuya va.lidez teórica no se discute. T.al como señala Núñez, des ejecuudos era ya un recurso normalmente util izado por la admi
la perpetuación de los !(Obemantes y legisladores es dificil de evitar, nistración regi a . y justi[icado por l a finalidad intirnid,ltoria que Godoy
"en estos pueb!ot casi es absolutamente neceurio que as! sea porque en Cruz le asigna .
d eStado de independencia absoluta en que han estado se ven preci� Sería en tonces pel igroso ver en ems avances de un estilo delibe rada·
·1C'S a poner en el gobierno individuo� naturales o vecinos de cada menee brutal el abandono de otro más refinado, legado por una tra·
1)t�eblo; pero como l;a población ílusrrada es muy reducida en cada uno, dición cultural que la quiebra polltica ha hecho cnás frágil; se ha vis
naturalmente no pueden variar de personas y hacen ley de la nece· to ya cómo esa tradición es más ambigua en sus orientacione� de lo
siaad"'. Concluye Núñez que este inconveniente sólo podrá ser salvado que a veces se supone. Y, por otra parte. la experiencia revolucionaria
cu,mdo se recomrituyan las a ntiguas provincias (es decir, las inten 'f guerrera l a ha tOrnado aun más ·compleja: antes de favorecer el aseen·
aencias fragmentadas en unidades menores a partir de 1814) "porque · so polltico de grupos de base rur_;¡l. la . revolución y la guerra han
en las cap1tales hay siempre mayor número de. personas ilustradas con cambiado las actitudes de los ya domin a n tes: el avance de la brutali·
que proveer a estos gobiernos". Que las más de las provincias eran dad en las relaciones pollticas y no sólo pollticas es uno de los aspectos
demasiado pobres y despobladas para sostener un complejo aparato ins más significativos de ese cambio. Ya se ha comprobado cómo la mili·
titucional era también el juicio de Bustos; s y una solución aoalo· tari¡ación tiene su parte en el proceso: lo.s jefes · del ejército revolu
ga a la de Nuñez iba a ser suge rida en el congreso de 1824 por el cionario parecen a veces considerar a la ferocid:�d como una virtud
federal Dorrego. Todos estos juicios y soluciones postulan una dife· profesional que exhiben complacidaroente. La consecuencia es que, en
rencia radical entre los centros que cuentan con una tradición admi· la guerra civil del Litoral, si bien las tropas an iguistas (en particular
nistrariva local y los que carecen de ella. las de la Banda Oriental sistemáticamente mal pagadas por su� je fes)
Pero esas mismas diferencias se extienden todavla a otros planos: podían ser temibles en el saqueo, las del gobierno central eran aun
desde la primera década revolucionaria, Buenos Aires se ha acostum más adictas a la ferocidad y l a rapiña, a las- que las alentaba esp�' ,\
brado a ver en sus enemigos a Jos representantes de un salvajumo rús· dicamente el gobierno mismo (con expresiones rotundas como la Cl\IP
tico a l que es preciso cerrar el paso por cualquier medio; luego de encomendaba al terror producir los efectos "que no pueden la ra ¡t>,.,
1 820 va a atirmarse l a tendencia a explicar sobre la misma clave el modo y los intereses de la sociedad") 0 y de modo mas continuo sus oficiales
a menudo más brutal y di recto con que la autoridad se ejerce en las (en la Banda Oriental Dorrego, cuya indisciplina lo habla hecho inso·
provincias. Sin embargo, los hechos no parecen confirmarla del todo; portable a San Manl n y a Belgnno, 5e condujo de tal manera que
algunos de los actos más feroces que acompañan al retorno a la paz motivó la apasionad¡ protesta del jefe artiguista Otorgués, cuya hija
luego del atormentado año 20 están a cargo de quienes se han formado fue -parece colegine de un texto que sacrHica la precisión a la de
en la escuela militar y administrativa del poder revol ucionario; si cencia- violada por un militar de su mando; e en Santa Fe el mismo
bien es el ant iguo disidente Estanislao López quien hace exhibir, en·
' Cele�ia, op. cil� !1 7 y !2!.
• BU5l<n a J. P. C1sneros, Có rd oba, !9 d� m a yo de 1820, C�!uia, f<'d�· ' P.1eyrred6n a Soler, 23 de diciembre de 1814, Joh.n St rttt , tirtigas, p. 156.
raliJmo . . . , 11, 199-20 l . ' Strcet. op. ::ir., 1�.
L06 L(GJ\00$ DE LA R.f\ OLL'CIÓN 385
on. YT�ATO A LA$ PROYINCJAa UNIJ)Al
sinieuras mujere s que acompañan a los sol d ado s-e hace abandonar no
'
B. Frias, Historia de Güemes, t, 396. no es en todaJ
Aun dentro de �se �mbito mis li.q¡jtado, la dualidad
•
tiene de si mismo.
orgul losos corre ntino s. dura nte la oc.upacrón arugueña
Aun estando �sí las cosas, en Buenos Aires esa dualidad se pTe$enta zón " trata a Jos
m la ocu pación ponuguesa-braaileña �n 1823. no ha de retornar nunca Pero esta imagen de la relación entre los dueños del poder y los que
de �Q misi ón, por otra parte fracasada, que lo hace 10spechoso ant� contribu�·en a administ�rlo corre peligro de subt'ayar demasiado. a la
las autoridades impuestas a au ciu<Ud: se queda �n Santa Fe. al ledo vez que las tensiones entre un<n y otros. la cohcrc n ci :� i n terior a cada
del gobernador E.Hani&lao Lópcz. con cuya familia ha de ero pan:nt anc uno de esos gru � . La presen tac ió n del segu ndo como id en t i fi ca tlo
y a q uien ha de servir de ministro por quince añ06: asl don J � ·d� con un exigente ideal in,tituc.ional. en cuyo servicio templa su u ni dad.
Oro, comprometido en su na t i v a San Juan por la derro ta d el movimien a la vet que se enfrenta a los rüsticos dueños del poder. si bi e n �
to hosúl a la libertad de cul tos imp u est a por el go�m ado r Del Canü explica e.o el clima pol l t ic o de la Argentina de LA segunda mitad del
en � que ha participado. sirve de h a bil bimo asente ante las provia sigl o xrx, den tro del cual pued e brindar precisos be nefici os a qui en es
cias litorales 3l gobernador Dorrego, de Bueno' Aires; as!. todavla veinte � reconocen en ese ideal, es por lo menos una simplificación delibe
a6os más t a rde e·l san tiaguefu:> Adeodaro de Gondra. que ha perdido rada dt los hechos. La re laci ón entre las so brevi vien tes élites poHdca'
eJ favor del gobernador !barra, del que ha sido por largo tiempo mi urba nas y los dueños del poder está marcada por una colaboración
nistro, p asa a serlo del gobernador de Tucumán, Celedonio Gutiérrez . . . sin duda forzada por las circunstancias y dispuesta a queb rar se cuando
Aat· todavl a el doct or Santiago Derquí, que b;uta 1St 1 ha aido una parece debilitarse el peso de éstas, pero aun así más dur:�dera que los
do lu figuras más acúv:a.s en la sinuosa poHtica cordobesa, ha de reaur. conflictos abiertos que enfrentan a uno y otro sector.
gir c:n Corrimtes, adonde ha se gui do al general Paz; allJ forma fa Y no es sólo la debilid�d en que han quedado las élites pollticas
mil i.. 1. y se t'nSfotma en hombre de co nsejo de laa situaciones sucet.iv., golpeadas por el derrumbe de 1 820 la que las empuja a una rencorosa
mente dominantes. Los ejemplos podrían multiplicarse, y al lado de colaboración. La distancia entre éstas y los nuevos dueños del po de r
estas reu!»caciones definitivas o por lo menos muy prolo n gada s son es menor _de lo que imágenes excesivamente esq uemá t i cas suponen. Para
aun más fr¡x:ueD&es las ocasionales; de vuelta de una misión al Norte. poner un ejemplo extremo: en Salta, Juan Ignacio de Gorriti. canó
el coronel ManueJ DoiTCgo, porteño, es huésped del gobern ado r de nigo de la catedral, hijo de una familia opulenta, diputado a juntal
S.núago del Ettero, con quien al parecer se entiende muy bien: el resul y congresos en Buenos Aires en 1811 y n ueva men te en 1 824. doctor en
Lado es que Donego será representante de Santiago en el co ngreso na.cio Córdoba, gobe-rnador de Salla e n 1829. parece ser casi el ld�al-typus
n3J constituyente que � ba reunido en 1 824 en Buenos Aires; en el mismo del intc gT.:!nte de una élite urbana formada por la colonia y librada de
congreso es diputado por La Rioja el mili tar oriental Ventura Vázquez, s us rivales peo iosula:e� por la revolución. Su hermano José Ignacio
que debe ese <.argo a l a relación que mantiene con el hom.bre fuerte de Gorriti, oficial en los ejt-rúto� revolucionarios; djputado en 1 816 al
�e ·e$a provi nci a . el comandante de armas Juan F<tcundo Quiroga, junto con greso constituyente, dos veces gobe-rnador de Salta en la década
con el cual participa en empresas comerciales (pero su identil':icación con siguiente, doctor en Chuquisaca. pero también seguido.- de Guemcs.
Quiroga no le impide servir también a los futuros enemigos de éSte, del que sólo toma distancia al finalizar la carrera de éste, se adecua
que han creado en Buenos Aires un n u evo gob iemo central; como ya menos bien al mismo tipo. Y el tercer hermano. Francisco de Gorriti,
agente de ese gobierno Vázquez parte a Chile a comprar armas, y que no ha visitado universidades, y en · las tierras de la frontera dirige
ha de morir en un naufragio dura n te ese viaje) . La el ecc ión de Váz a la vez las explotaciones rústicas y la clientela plebe-ya de la poderosa
quez se debe sin dud" a la demasiado notoria escasel de hombres ilu� familia, se acerca, por su parte, al nuevo tipo de di ri gen'te que alcanzó
trados que aqueja a La Rioja; en la de Donego influye ta m bién el las primeras filas luego de 1820. Esas difer�ncias no eliminan la soli
descontento que provoca en !barra la condccta de los diputado. que daridad que une a los tres hermanos en l a azaros a política s al teña, y
ya ha enviado a Buenos Aires; estos miembros de la reducida dale ilus- se revelan por otra parte más l imi tadas de lo que se deduce de esta
trada santiagueña conservan en el congreso muy poco doe la docilidad presentación deliberadamente esquemática: el ma cizo y v io len to estilo
que los h.a distinguido en su rincón nativo. polémico del canónigo Gorriti, la incontenible litigiosidad de su her·
U�1do a Dorrego, !barra logra prescindir de la col.aboración de mano el general, ¿no son ambos expresión de tendencias profundas
ew' auxiliues q ue de 'úbito se han hecho inseguros; privados de cual que en una fi gura como la del rústico Fra nc isco multan menos sor
quier base u.dependiente de poderlo polit ice, és.t.os no podrían ver sin prendentes?
indignación cómo la inesperada aparición de un elemento exte rno los Ejemplo extremo, sin du d a. Pero la situación que en él se reveLA
despoja de ese monopolio en el dominio de un saber polltico-adminis- con particuJa.r claridad está lejos de ser ex cep cional ; el cambio que
trarivo que ha hecho de ellos colaboradores indispensable de sus ven en el equilibrio poUtico in t roduce más que la revolución la guerra es
cedo ra de 1820. He aq-ul sin duda la causa principal dr. la impo pul a . -como se ha señalado ya- interno más bien que exterior al grup<>
ridad de los cola boradores llegados de fuera, que han ocu pa d o a m en udo diri gent e; los lazos internos a és te · no han de disolverse al dibuja rse
en sw lugares de ori8en situación análoga a b de los que no les per dentro de él la hegemonfa de un �ctor antes secundario. Examíne
donan haber adquirido exc esivo influjo en su ti erra de refuglc>. s e desde este punto de vista el proceso c ordo bés, el santiagueño o el
..
390 l>EI.. VlUZLNATO A \.AS PllOVlHClAS UN UIAJ. !..OS L[CAI..Iru DI!. LA &l:VOLUCIÓN
391
mendocino, tan distint�. 6in embargo, en� :ú; Bwtos, 106 Aldao. Iba. Pero eps criw oo hao de escuear: �s que l a r i v alichd de )U> prf'de
rra. eran de origen lo bastan te: elevado para que su ascenso al pode r cesor�. a los que en su ma ha forudo con éxito a tra.sforoursc en sus
•u premo no tuviera nada de: escandaloM>; su bcito pollt ico agud ita sin auxiliares, el nuevo orden dehe temer sus propi�� dcblli"ade1 . que
·
· d uda rivalidades y crea rencores nuevos; no por cl.lo los separa irn. 10n las que: ,le impiden consolidan«:.
mediablemen tc: de una élite de la ..que ya fo!'lll3 ba.o pa n: e ances de Eus de�ilidades son de lll<lli ado compremibles: surgido de una dele·
a l canzarlo. ga.ción progresiva de funciones ejecutÍ\:P$ loca le s. lln·adas adelante en
Sin duda. al consolidar nuevas bases de poder. abn=n el camino para un contexto fuertemente mil itaruado, ese nuevo ort.lrn suple mal la
sucesores menos bien i ncegrados en la élite provincial; sobre: todo a ausencia del poder central, bajo cuya égida ha hecho �u� prime�
partir de 18�5. cuando Jual'l Manuel de Rosas intenta rehacer sobre: avan�s. debidot ellos mis.roos. antes que al po..Jerfo de los futuros
bases más wscas y mis s61idas l� hegemonla de Buenos Aires. su ascen vencedores. � las insuficiencias crecientes de ese poder cent�l fre n t e a
diente sobre el interior úvorecerá el encumbramiento de figuras que tareas que le �ceden. Los nuevos dueños del poder no tienen en tonce.
ocupan. aun en la nue\•a jerarquía polltica· nacida del doble proceso de a menudo los recursos ( n i l a ambición) oecl!$ill' Í OS para rem pl¡¡zar al·
mili tarización y roraliución, un lugar secundario; es el caso de Ma d�aparecido poder central en el desempeño de fun�iones que kte ya
nuel López en Córdoba, el de Nazario Benavides en San Juan, el de cumplla tan mal. Un ej em pl o revelador lo tenemos eu <:1 des:rope�o
Ctledonio Gutié.rrez en Tucuro.á n ; los tres han ascendido lentamente de los nuevos dirigentes polfti<:os rurales o ruralizados como custodios
en las miücia.s prov inciales y parecen condenad�n a carrera.s mediocres, armados del orden interno; es precisamente su capacidad para dcsem·
cuando el inOujo del gobemador de Buenos Aires los em pu ja a otra peñar esta función la clave de su ascenso durante la pr im era década
más exaltada. Pero ya para entonces Wla larga historia de derrotas en revol ucionaria. Pero esta tarea la han desempeñado en el mart a de
sw pretensiones de retomo a ·la hegemonía ha enseñado mejor a lo s una estrl\(tura estatal que se las ha deleg<�do porque de este modo
auxi!i ares letrados del nuevo poder los limites que la situación· fija los c�tos derivados de ella eran menores, y lo eran en cuaoto la po
a sus ambiciones; por lo tanto, la tentación de enfrentar a los gober- sición económico-soc.i;¡l de los titulares de la autoridad local les per·
. nadares que ahora eme-rgen no es -de nuevo �lvo crisis de origen roitla reque rir con éxito el aux.ilio gratuito de quienes de todos modos
extemo- mayo r que cuando éstos son ta,mbién sus pares. fonnaban parte de su.' clientelas. Aun asf. en la medida limitada en
Hay todavJa otro motivo para que ese sector letrado sea sólo inrer que una financiación era n,ecesaria, ésta corrl2 a cuenta del estado
mitentemente rival' de- los nuevos dueños del poder; alll donde es más central.
n umeroso y cuenta con fuentes ;¡dicionales de poder económico (en Esto . era así todayfa allJ donde la afirmación del orden tenia como
el comercio o e n );¡· tierra) se encuentra además demasiado frec ue nte · bendiciarios principales e in mediatos a esos mismos que hablan reci
menee dividido por ril'alidades internas: es el caso de Córdoba, donde bido en delegación del poder central la tarea de i mpone rlo. Ocurre
Bustos u� esas rivali<Udes con sabio virtuosismo para consolidar su as! de modo muy ca-racterlstico en l a organizg_ción del sistema de mili·
pro �;>io poder; pero es c.unbién el de J',fendoza y S;¡lta. La oposición cí as ru.rales en l a campaña de Buenos Aires. que el decreto de 1 8 1 9
demasiado nftida entre dueños y administradores del poder polltico dispone sea costeado por los hacendados; e l estado· sigue comribuyeo
esconde mal entonces un juego más complejo de afinidades y oposicio do al trasferir a los nuevos cuerpos oficiales de carrera c.uyo sueldo
nes i n termiten.tes: uno y otro s«tor represen tan más que un grupo sigue a cargo de la Caja de Buenos Aires, � el caso de los Colorados
cimentado por la solidaridad de sus miembros, un t i po de dirigente de San Miguel del Mon te, ese cuerpo miliciano que alcanzó celebridad
polltico que -como suele ocurrir- la realidad sólo reproduce modifi· durante ·las luchas de 1820; si bien su comandanre era el hacendado
cándolo. Si p;or una parte la afinidad de experiencias podrla crear Juan Manuel de Rosas, éste tenia a su lado, como segundo jefe. al
d::mro de cada uno de esos sectores una coincidencia de puntos de vista cordobés José Antonio Carranza, que desde 17.95 no habla cesado de
que· con ducirla a 1.a adhesión a determinadas lineas polí ti ca s . en cuyo . servir como oficial de carrera en el ejército regio primero. e n el revo
seguimiento se consolid.arllln como grupos po ll t icos objetil'aroente exis lucionario luego. Y se ha visto ya cómo la reforma militar de. 1821
tentes. la complementa.riedad de funciones entre mie mbros del primero pondrá en la üsta de pagos del estado al . entero cuerpo de oficiales
y segundo sector Eaciüta el surgimienro de solidaridades que unen .1 in de esas mi)jcia.s.. No significa eUo que los jefes rurales, cuyo poderlo se
tegrantes de uno y otro. reveló en Buenos Aires en _octubre de 182,0, pierdan el coAtro.l de esos
que el derrumbe político de 1 820
La rival�ad del sect.Or letrado, al cuerpos� simplemente han logrado pasar la entera carga financiera
ha con�nado a una función auxiliar, no implica entonces en si mism1 al fisco de la provincia. .
una a�naza seúa para el orden que emerge de ese de rr umbe ; sólo De este modo la esperanza de derivar hacia el fi5Co -aun haci?. el
cuando una crisis que él no podrJa provocar sacude a la !Si tuación menguado fisco de las n uevas provincias- el costo de lo ,que es en suma
dom inante. bs ambiciones de ese sector osarán n uevamente exbibine. su propia base poUtica, contribuye a explicar la tendenci� · a perma·
•
; Cj LA BÚSQUEDA D.E U"lA NUEVA COH.E.SIÓN continuidad pat rimon i al se mi el e muy bien a través de:! ejem p lo ya
exam inad o de los Funes, ¿ quié n dudada de la solidez del v!n<ulo
Los �le men tos de cohesión indudablem ente no fal tan : !tere<.lado�
del
que los une? Y. sin embargo. eQ solidaridad no d ismin u i da denrro
pasado colonial, sobreviven mejor a la tormenta revolucion aria del nr.icleo f:tmiliar -que adquiere nuevas mod a li dades es la ¡x: n u ria
que
el a para to estatal al que ahora cr.. :an e n parte de suplir. En el s..i rve, sobre todo . para a ten ua r las consecuencias de su pt:nuri<� eco
ni ve1
mas . ln r· o. la solidaridad familiar parece ser -a ún más que en nómica y pollli ca ; no basta par;� hacer de los Funes el n uc le o de una
� tiem.
pos coloniales- el punto de partida pa ra alianzas y ri validad clientela mas vasta, capaz d<.: hac er sentir su gr h· i •aci ó n en la Córdoba
e s con Ja.s
que se teje la t•ama cotidiana de la política en más de una re'iolucionaria.
provinc;a;
desde Salta hasta Mendold, quienes hacen inyentario de adhesiones Pero algunas de las consecuencias de esa solida ri dad sob re\·i v i e n t c a
a
la causa revolucionar ia y a la del rey no mencionan individuos. ]¡¡ ru in a del patrimonio raroiliar conservanplen a relevancia pol!tit.:a:
sino
en teras. famili11s, volcadas en bl ue en favo de una u otra ; u siglo ]U
� junto a me nguada riqueza, lo que los funt:s comparten es preci·
�
y med1o despues de la revoluc16n, los estudiosos siguen a pl i can do
el same m e su i n flujo polí t ico ; comparativamente más cousiderablc. el
. _
m1smo. cn t cn o. l � que el deán posee en Buenos Aires debe sen·ir, por 'ejemplo. p;�ra que
Es induda b le q u e una atenuación a su validez -se descub re en
el su sobr i no cobre deudas a trasadas en Lima; el que don AIJlbrosio ha
hecho d.e que mis de un Ji na je � divide contr si mism o. tl(ás impo r adquirido gracias a sus relaciones privadas en :\ le ndoza debe facilitar
� ·
.
�
tant e sm em argo, . que m veman ar las e:x.cepoones a una solida ridad
: el cobro de sus rentas decimales por el dean. . . Estos aspectos de b
.
farrubar que �1gue s1endo dominan te, es quizá examinar las ralees.
y a solidari dad {ami liar están lejos de ser in novaci ones traídas por J.¡ re·
la vez lo!; Hml tes. de esa sohdaridad. volución ; su solidaridad interna puede ser el medio q u e tiene carla
t.nas parecen ser dobles. En , primer tÉ:rmino, consolida esa solidar i· famil ia para defender el lugar que le corresponde en e$a constel�ción
dad la exístenci.a de un pa trimon io de tierra s• riqueza e infiuencia de gra nde s familias que define el orden dominante en c:: a s de u n a co
m u y excepcionalmente es h ec h a
que
sólo p u ede �r . .
conservado m.J en tras la familia retenga su coherencia. marca rio plattnse . pero esa defensa sólo
�
Aqu la famd1a consanguínea no es sino el n ú cleo central de un agr.u necesaria por la presenci a de conflictos violen tos en tre uniciades fami·
P��Ienco mucho más vasto; que i nc luye colaterales y una clientela liares. no regul ados por n i nguna autoridad superiqr. Más frecuente es
, rusoc: a . y u �ba.na, o.:uyos vln<... .t!os con ese n úcleo pueden ser cie natu· que sirva para forti ricar a cada familia {rente a la rivalidad de otras.
ralez.a JU rld.lca muy variable: en Salta, en Catamarca, en la Rioj a . en en u n complejo proceso en que la a u toridad administrativa se reserva
el none �e Córdoba no fal tan ejemplos de fa mi l ias que en efecto papel arbitral (en cuyo desempeño, sin emba rgo. se cuida ra de no
i gnora r el equi li brio de fuenas entre los rival es)
.
dqm¡ n a n Slil ri vales . una entera z El hecho de que
. �� a, en la que ocupan los ca.rgos de
la llllllc.La y las ma8lstraturas mumapales de policla y baj a justicia. Sin los funcion arios de la corona, al e n carar sus rela6ones con los más
cmb �go, estas constelaciones _familiares están lejos de ser estables; in· infli.T)'entes entre sus adm i n istrados. los consideren agrupados en bmi·
sufJ �e.n � emen te _in stitu.c:ionalízadas (los mayorazgos. que asegurarían la l í as (un uso que, como se ha visto, la · revolución conse rvó) , n o hace
. .
coounu1dad md1vtsa del patrimon i o familiar, no ab un dan en el Rlo sino consolidar la solidaridad in tern a de ésias, y l a extiende de las que
d e l a Pl a ta) , el número de hombres que aglutinan parece ser u
n a fun· figuran por patri mo n io . y prestigio entre las primera s a otras me·
nos poderosas, pero también deseosas de obtener la atención de esos
.
c1ón del poderío económico y polltico de que pueden disponer
. El caso
de los col:.ue raJ es �s revelador: .en comaras de población reducida, funcionarios. Ya desde a.ates de 1 8 1 0, entonces, la solidaridad familiar
se hace sentir aun alll donde falta eQ ri'q ueza y a bund; mcia de seguí·
en
q u e la escaQ gente decente se :n iega orgullosamen te a mezclar
su san·
gre con la de fami l ia s de menor · alcurnia, son pocos los miembros
de dores que asegu.ran la domi nación de a lgu n as familias sobre enter as
ésta 9ue no podrian alegar lazos de paren tesco con más de comarcas. Es la existencia de este otro e stimulo para la consolidación
una de las
de la familia como unidad la que la éx ti ende aun a l l í donde la ausen
.
fam1has más poderosas; su inclusión en la clientela de una de éstas
�
e d �ta.do a me.nudo provisi on al del pa rronazgo que ella puede. cia de un régimen de la tierra dominado por la gra n - propiedad (o el
dJSpemar. Lo que queda de 1� solidarid.ad familia carácter reciente y a ú n no consolidado de ésta) hacen · i m pensable
: cuando falta esa
la ex istenci a misma de situaciones como las que hallam06 en Sal ta. en La
" Para S:llt�, informe de F. A. Chiclana de diciembre de 1 8 1 0 Rioja y en ciertas comarcas de Catamarca y Córdoba. Pero, al hacer
en R.
l.et'c.ne, En.1ayo hi.ll6rico sobre la Revolución de Mtryo y Mariano 'M<>Teno, de l a (amilia una organización orientada a la co nq uista del favor de la
2i C'd., BueOOG. Aires, l 925, u, 195·9; pua Mendou, D . . HadiOn. Recuerdos m archa
a u toridad le da algo de la ine!;tabilidad que can.cteriza a la
hí.J óricos .de /.a prouincia de Cuyo,
� uenos Aires, 1898, 1, 22·23. de ésta, aun en la época colonial, la que el remplazo de un ÍWl·
Por C:Jemplo A. R. Bazán, 1.-<J Rro1a en la ipoca de la /né�f>u.d�nci4,
� e.n
TrabaJ04 Y Comuai�ciones, u Pl.a.ta, 15 ( 1 966) ; Th. M. Ha igh, Martín cionario podi a tene1 eo. este aspecto consecuencias comp ara bles a las
· ¿En qué medida afectó la �voiución a.! vigor de e�a insti tu ción de polida y baja justicia : la n ueva coyuntura da a r�s funcion
es u n a
amp )n
·
. ud y a quten ·
familiar? Se ha visto ya cómo otorgó a su grav itación un reconocimicil l a e_¡ttce un poderlo que son utml>iéo ellos nue·
to más explicito que la ad mi nís rración retia; la necesidad de buKu vos. y que trasforman a la magistra t ura . ejercida en nombre de una
apoyos más activos en el país migmo la llevaría en efee1o a componer fa�ilia colectivamen � e in fluye n te , en un peno
liderazgo fuertemente
con una fuerza que hubiera sido imprudente ignorar. Al mismo tiem naluado. Pero. preasamente porque es asJ. d ámbito de
innuenciil
po. la revolución fue acusada de disolver las solidaridades familiare5, de é�te no coincide con l.a zona en que la familia a la que el jde
de alzar a unos miembros contra otros dentro de � unidades antes pert enece tic:ne ascendiente direClo. (Sin duda, Juan Facundo Q ui
concordes. Los choques generacionales y los que oponen a distintas roga debió la posibilidad mi sma de comenzar una carrera publica a
ramas dentro de un mismo tronco familiar son en efecto frecue'ntes; su condición de hi jo de José Prudencia Quiroga, es decir de un fuerte
po� su parte, al res petar el patrimonio de cada linaje, a la vez que hacendado de los Llanos riojanos, que es a la vez oficial de milicias;
pnva de él a los individualmente desafectos, el poda revolucionario pero no debió a esa condición su ascenso al dominio militar del en
da alimento nuevo a esos conflictm. de los que se com titu ye en un tero I nterior) . Este ejemplo extremo muestra con particular cla ;idad
arbiov ::! "cla rad amen re parcial. AsJ, una de las consecuencias de 1a re las consecuencias de la aparición de una abierta lucha poHtica con el
p�ión det motín de .Alz.aga, en 1812; es � traslado de la fortuna fami ámbito local, que da nuevo alcance a la rivalidad entre grupos fa
liar dei conspirador ejecutado a rus heredam patriotas; resultados se miliares: el patrimonio ·y el poderlo de una familia son ahora un capi
meja��� se a lcan zan en ot ras partes; e n Salta, si hemos de cree. :! las tal que su jefe arriesga co n t in uamente en esa lucha; las oscilaciones
apasionadas :>legaciones de don Miguel de Archondo, ha sido la denun de fortuna son, por Jo tanto, más i nten sas y rápidas que en el pasado;
cia' de sus propios hijos la que ha impulsado a Bel grano a despojarlo antes que el pa tr i monio y los otros elementos que marcan la conti
de lll administración de sus bienes, encomendada a esos mismos hijos nuidld de un l in aje . es la personalidad pol í tica de su jefe la que pasa
en premio de su celo revolucionarill. No siempre ese arbi traj e supone a primer plano.
ta.n sólo la reasig'naci ón del patrimonio: frente a la cordobesa "casa Con auo mayor intensidad este proceso ha de darse en los lin aje s
de los AJlende", al fusilar al coronel que era el jefe reconocido de ella que, sin contar con patrimonio impor tan te, han venido actuando soli
y nombrar coronel a su sobrino lo que el poder �volucionario hace es dariamen te en la conquista de ven tajas administrativas y avances en la
do tarl a de un nuevo jefe. De este modo, es el equilibrio interno a cada burocracia. Ya en tiempos coloniales la inestabilidad era pan ellos
familia el que es afectado por el nuevo peder polttico de modo más mayor; la d e pendencia de la habilidad del que hace de jefe del grupo
directo y brutal que por el an tiguo régimen (que, sin em ba rgo, no familiar era más marcada. Ahora el lazo familiar se dobla en una suene
dejaba de influir -50bte é.l: basta pensar por · ejemplo en los no pocos de clientela pollúca respecto del jefe (que a m en u do
se constituye en
burócratas de origen pen i nsular que en el último tercio del siglo xvru tal gracias a sus éxitos en la carrera pública, que son en verdad los
en t ro ncan en familias fundacionales de Salta y se t.ra!forman en sus que originan la solidaridad d.el linaje. constituido para . defender y
jefes) ; parece esperable que esa intromisión creciente lleve a una deca aprovechar colectivamente el capital polltico creado por los personales
dencia dd poderlo de las mayores familias. No es asJ, s.in embargo; e l talentos de aquél) . Asi ocurre en S a n ta Fe con la familia de Esta
nuevo poder necesita demasiado d e ellas como para ejercer una super nislao López, en Santiago del Estero con la de !barra; en el primer
visión excesivamente celosa y sistemática; ]a delega ción progr esiva de · caso el linaje que se identifica con el jefe de la provincia e� entera
sus !unciones en autoridades locales que, cualquiera que sea el origen mente nuevo (puesto que aquél ha nacido fuera del matri.monio) ; en
fo�al de su investidura, la deben a su arraigo en la comarca que ad el segundo, más de un encumbrado linaje de la .capital provincial
mmutra o. conrrarrestlt bien pronto ese apenas esbozado avance del acepta la jefatura de quien ha comenzado por ser un col a te ral relati
poder revolucionario, y lo devuelve al papel m:i.s tradicional de árbitro vamente oscuro. No significa esto que la constelación de grandes fami·
en la rivalidad entre familias (en el cual su liber ta d de acción es aun lías haya dejado de contar; hay comarcas de evolución más tranq uil a
más limitada que la de los funcionarios de la corona) . en que la vida política sigue girando en torno de sus conflictos y coíu
cidencias; aún en las m ás hondamen te . trasfonnadas por la revolución
La disolución del estado centra.! en 1820 devuelve un inmenso poder
atravesar la tormenta revolucio
y sus consecuencias, ese juego desesperantemente complejo es uno de
a las grandes familias que han sabido
naria salvando el p atrimonio de tierras y dientes acumu.lado en t iem Jos elementos capitales de cualquier constelación politila.
pos coloniales. Sin rmbargo. la experiencia revolucionaria ha dejado En suma. pese a la decadencia de los paderes de más a mp l io ámbi to,
en ellas su man;a; precisamente la delegación de funciones ha hecho el poderlo de las primeras {amilias de cada comarca sigue siendo muy
surgir dirigentes locales más _poderosos; estas figuras se destacan ahora variable; sólo en regiones de fuerte predo mi n io rural (o conti ouiclad
de esa unidad que es la familia con m ás vigor que en tiempos colo completa entre la éli te rural y urbana) , con grandes propiedades con
niales. Jua n Facundo Qu iroga puede sucedCT a su padre en funciones solid adas desde antiguo y por añadidura escasamente afectadas por la
LOII L1 c.AI)(M. 0!. LA lli\'OLOCI'ÓN
�98 DJP:L YIUI:I�AT'O 1\ LAS I'J.OVlNCIAS UN IDAS
Rjoja las exaltadas esperanzas del gobernador, que busca respaldo para _
y ese principio no puede proporcionarlo la est ructura mstHUCIOnal
sus e mpr�a s por parte de los que -como todos saben- tienen en La -débi l e inconexa en �u cxpr�ión formal, pero aun más en los he
Rioja mayor gravitación que él mismo. Los accionistas de la casa de chos-, se ha visto ya cómo para Facundo es más decisivo el infl ujo
moneda -escribe Agüero a Quiroga-IB han autorizado a todos Jos co de ese rico mercader de Buenos Aires. que e$ don Braulio Costa, que
mandantes a suscribir una acci ón ; aunque Quiroga no quiera suscri· el de la legalidad vigente en La Rioja y personiEicada en su ser:vicial
birla, su amigo el gobernador 1e ruega que finja hacerlo, adelantando gobernador.
·los $ 1 000 que ella monta, por los cuales el propio gobernador le pa
No es entonces sorprendente que esta red, hecha de coinciden cias de
gará un interés de un peso diario; es necesario que el nombre de Quiro
in tereses y afini dades privadas, tenga a veces como con$ecuencia pol!tica
ga se asocie a la empresa "para dar más respetabilidad a la casa de
la ruptura y no la consolidación del sistema de equ�librio � ntre lo!
moneda",
distintos poderes regionales del que depende una paz s1empre msegu ra.
La relación pol!tica entre Agüero y Quiroga se dobla así de otra
Así, las esperanzas despertadas por la minerla riojana no sólo b�rren
económica, y se trasforma en uno de los tan tos vínculos entre el se
con el gobernador de esa provincia; todavfa favorecen el acercam1ento
ñor de los Llanos y el vasto mundo circundante; su apoyo en u n
entre ella -y Córdoba que al lado de La Rioja hace papel de centro
sistema poUtico-in�titucional en q u e tan to Agüero como Quiroga des
de importantes recursos financieros y humanos, sin l s cuales la ex pl?"
empeñan papeles formalmente definido' no confiere a esa relaaón �
tación minera se haría más difícil. Pero el alineami ento de La R1oja
privilegio alguno �bre las establecida.5 por el azar de un viaje o un
sobre las posiciones de Córdoba ma.rca el (in de la soljdaridad de las
más prolon�do contacto comercial. Asf, cuando sos nuevos anligos
provi ncias andinas -desde Mendo� a Catamarca- que desde 1821 ha
�e Buenos Aires hagan entender a Quiroga las ventajas de una em
dominado el eq u iü br io del Interior. Seria excesivo ver aqul Ja cauu
presa de acuñación planeada = gnn 6Ca la, la suerte de Agüero queda
únie:il -o aun la prim;ipal- de la guerra civü que bien pron to ha de
!oellada; y el gobernador ceGe Úl res i.st<:ll ci a el ror.. trol de la sociedad comenzar en él (en tre otras cosas. cuando la guerra estalla ya muy
acuñadora a los finan cistas porteños (y el gobierno a u n rnandat:�rio pocos creen en el porvenir minero de la regió�) , pero no hay duda
de q ue, al denruir un 'iuem;;a de a lianz as y rivali �de s que h;abl• a¡e u so de u n lenguaje que e� el de los afectos privados puede incitar l ve r
guradó l a pa..z �gional. i naugu r;;a ba un periodo de tensio nes crecientes el prob l em a desde u n a perspe � tiva m� �l ; la ra!z de _é�re es 1in �mbargo
.
po Hti ca ; la complejidad e •nestabd•da d del eq u 1 l 1b no surg•do
en que el surgimiento de nuevos conUictos s.e hada m�s Ucil. del
En sum¡ -de modo n¡¡d¡ sorp�ndente- la ri ca multiplicidad de derrumbe d e 1820 hace. que a u n las temativas de consolida rlo :sobre
contut os . so lidaridades y hostilidades que se dan en el plano econó 1:t base de lazos estables en t � los distintos poderes
re gi on a les ten ga n
ex.c_esivam ent�
mico y social no podrla connüuirs.e. sin más, en la bas.e de un orden resultados singularm ente !r Agi l es. que sea por lo . tanto
s u� 1 r d e f a n 1 1 1 ·
pólltico estable; éste sólo puede apoyarse en solidaridades especifica imprude nte pa r a c ua lq u i e ra de e sos poderes reg1onale
.
vameute su suene a la d e alguna de esas effmeras constdac
mente polhicaJ, dentro de un siuema que haya reducido al mi n imo •ones.
la posi biüdad de conOictos de lealtades. Sin dud a, loJ nuevos titulares Pero esa situación , q u e hace de la l ea ltld polltica sin �licenci as u n a
del potlcr loca l se es!ue na n por cre ar un orden de este tipo; para ello virtud tan aprecia d:� corno i m posi ble de Pr :' cticar, t i ene a 1 m otr¡¡s con·
a firmw. con s uen e variable. su propio predominio en su zona de in· u
secuenci :u; · p es to que ni ngú n poder
reg10 n al p uede . con �ar �on 1�
Ouencia y lJuscan fuen de e lla apoyos tan sólidos y vastos como pue 1:1_ coha•ón mtcnor eJe
a mistad s.egura de ni ngú n otro. debe socavar _
den. Todo� una é tica po l ltka , que hace de la lealtad a la pa lab r;o. bás1co en el arte pol!uco
todos ellos. De all! surge un corolario que es
empeña da y de l a fidelidad al jefe las virtudes cardinala, s.e cons 4ue está nacien do en las p rovinci as desun
�
das; los disiden tes d e las
_
tituye en el fund�ento ideal de esa recomtru cc ión de un sist ema . st em pre protecCJón, y SI esas áreas están
áreas vecinas merecen cas1
poUtico. Pero. aunque univenalmente rnpetadas, es•u virwde1 no son ción ha d� t rasforma rse en
domina das por d i rigenta hostiles, la prote-c
univcnalmente pract icadas . Tampoco podrían serlo; anien cras ese orde n. a poyo activo. De nuevo e l ejemplo de ! a b rra es pcrune 111e; poco s go·
q ue K tr.ua de recon¡t ru i r no hay¡¡ efectivamente surgido, el precio d� o de su pred � m t n � o en
uerna dores hay mis seguros que el de Santiag
su propi:t provi ncia . No por eso tl ej a de
la supeoivc n ci a CJ la atención cont t41.1l � a los datos de un equi librio tener ra zon t:s tle tntlu•et u d ;
.
C"n ca si constante cambio; con t! de � vuiar lu abanzas con fue rzas d e Sa l t a. su � wemt¡; o'
mis all� de l a r�ya <te Tucum :in. d e Cata marca.
exteriores que, salvadoras en el p01sado, pueden hacene rui nos as si una prep:lTJil . el tltS<luit e, wlerado s. :1 ve�e.s a le
� ta!los por gobtt:rnos_ �on
fidel id ad demuiado litt'ral a la palabra dada intenta conservarlas en, los cua les lharra. q ue no puede permu trse s1empre uno ru p t u ra ����r·
un contexto trasformado. lAs incert id umbrn que atorm6ltan a qui en relacion es marcad as por el mismo tono de perplej td �c.J
�
t:l, mantie ne
dt'be pra cti car sin d oca oso. ese juego agotador s.e reflejan admira ble· sendme nÍal que caracteriza su correspondenc a
con Pa�. No e5 n �ce5ano
men te, por CJemplo, en la co rresponden c ia que el gob4!mador santia· enemig os tengan apoyos muy am plto s
_
en Sanuag o; segun Iba·
�
4ue esos
_ d _ pu es to_s a secunda r los en
gue ño I�rra m:Jnúene con el �neral Paz. a putir del dla de 1829 rra, por ejemplo, siempre hab�á tuc m nos ss
exto�t�nes [ . . . } porque
:,
tn que ese ex ron dísdpulo y compañero de al'l!lU toma el poder en cua l qu ie r aventu ra; su propóstto ser.. . causar
Córdo ba. Pn lleva guerra. con tra Quiroga; Jbarra no . quiere participar nac1ó con ellos .2. El temor a las
la inclinación al mal parece que
en ell a, no qu iere a la vez que Pu, de5e5perado de ganarlo para su fronteras i ntcrpro vinciale s, que de pro n to �- h a c e n p erm� ables al paso
causa, ado pt� b de los enemigos untiagueños de lbarra. Con una de5- s demes. no ttene_ nada de
de pequeños ejércitos capitane ados por d t t
conccrtada sinceridad -por otr a paree muJ poco sincera- plantea a de án que a los OJOS d� &�s
fantasioso ; . en !835 un gobern ador Tucum
su amigo las disyuntivas de la sit uación en que ha venido a encon verá invadid a su provmCta
vecinos se ha hecho demasi ado poderoso
trarse, w;;wdo par¡ ello un lenguaje inetperadamente sentimental. s i d e n tes orga nizada en Bo l iv i a, que �a cruzado
por umr fuerza de di
¿Cómo puede Pu dudar de l.c firme amistad de lbarra? Pero al mismo y Catarnarca s1n que los
con armas y ganados por tierras de Salta
t iempo éste debe con1ideraciones a Quiroga, que "en cu atro años de Tucum án, ha ya n hecho n�da
gob ier no s de esas provi nc ia s, a l iado� del de
amistad íntima no le ha sido infidente" .20 Sin duda los problemas por detenerla . . . Dentro de cada p ro � i n
cía. as( como en_ la r�la.Ción
elemen tos _ • nsuprumbles
<.le Ibarr;r no :10n los de un coru.ón irremedia blemente dividido en 'w interprovincial. la hostilidad y la te ns • ó_n son . :
alectas, :100 los de una provincia d�peradamente' pobre, treS de cuyas eq ui l ib rio que ha surgido en 1820; qwen qutera sobrevtv t r en él debe
del
cuauo veci nas son más p oderosas que ella. Los dos interlocutores de s aber utilizar también esos elemen tos en su
provecho, pero de es t�
s fragili dad, la inesta�il id a_d que le obh·
esta efusiva corrnpondcncia lo �aben muy bien; e Ibarn no parecerá modo no hará i no acentu ar la
s a n d •scu t�l:>les. .
wrprendene n1 mdigmane en cxcew cuando su [ro�ternal amigo apoye g;¡n a incluir en su ax-senal poHtic o recurso � _
la estabil tdad· �s tmpost �le; ello
p_u c·
Dentro de ese equilib rio. en t on ca ,
el movimsento que lo forura a re.lu�¡¡� en Santa Fe.
De e$le mouo, las promesas de amistad a la privada y poll tica hace que ni a u n lo s que se han benefi cia �
o con s� tmpla � taoón
SJn agud u ar los con·
Vet
.
odt f¡car lo
defienden m:aJ la estabilidad de Jo. IUOI que en eUaJ ¡e apoyan. :El dan ha lla rlo satis(aClorio. �Pero cómo m
a precisamente d e elimina r? La solución más obvia,
flictcs que se t r a t
• !barra a Paz, 15 de ma,o de 1829, AIIredo Garp.ro, Pot e /barro, San·
tigo del útero, 1942, p. 57. ., El mismo a! misrt,)o, 16 de mayo de !829, Gugaro, op. cit., P· 6 1 .
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