Uno de los actos más vandálicos, cruel y sangrientos es la masacre que fue
ordenada por Carias. La que tuvo lugar en San Pedro Sula, el 6 de julio de 1944. Todo empezó el 4 de julio, el día que se celebra la independencia de Estados Unidos. Este evento, era celebrado por los opositores de Carías, se aprovecharon de la situación y convocaron a una manifestación en el parque central e invitaron a estadounidenses de las transnacionales bananeras. Los discursos sorprendieron a los empresarios invitados, porque basándose en los planteamientos de patriotas estadounidenses fustigaron a las tiranías y pidieron directamente a Carías que renunciara a la presidencia. Al tiempo que se recorría las calles de la ciudad se distribuyeron tres mil hojas sueltas con una carta firmada por ciudadanos de distintas clases sociales y partidos políticos que pedían la renuncia de Carías. Los oradores advirtieron a Carías que, si no renunciaba el 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla en Francia, el pueblo sampedrano declararía una huelga de brazos caídos. Pero algunos no quisieron esperar más y distribuyeron desde ese día volantes declarando la huelga y llamando al pueblo para que la apoyara. Los gobiernistas distribuyeron una hoja volante diciendo que la huelga había fracasado porque "el pueblo unánime apoya a Carias". La situación se volvió insoportable y esa misma tarde se organizó el comité de huelga con los licenciados Francisco R. Le solicitaron permiso para hacer una manifestación al siguiente día con el compromiso de que ninguno de los manifestantes portaría armas, para evitar cualquier incidente. Gálvez accedió, ofreciendo “plenas garantías” a los peticionarios y a su vez les pidió que terminaran con la huelga, pero la comisión dijo que no creía poder convencer a los obreros de que desistieran del paro. Una vez reunidos los impulsores del movimiento en casa de Graciela Bográn, se planteó a los obreros la posibilidad de terminar la huelga, pero ellos respondieron acusando a la comisión de cobardes y vendidos.
Ante la actitud firme de los obreros, los profesionales decidieron continuar
apoyando la huelga, pero el Dr. El 6 de julio, el comercio amaneció cerrado, aunque la policía obligó a algunos a abrir las tiendas. La manifestación comenzó a las tres de la tarde frente a la estatua de Morazán. Salieron unas trescientas personas, la mayoría mujeres que encabezaban la marcha, pero se fueron sumando en el recorrido hasta alcanzar más de dos mil según el Dr. Peraza que iba adelante y según otros creen que fueron hasta diez mil los congregados. Peraza dispuso dirigir unas palabras para indicar que el acto había terminado y para ello subió al segundo piso de la casa del comerciante Jesús Sahur, a media cuadra de la dirección de policía. El mayor de plaza Ángel Fúnez dijo que no permitiría que hablara Peraza, aunque solo fuera para agradecer. Se acerco entonces el periodista Alejandro Irías para convencer al Mayor. Estas últimas palabras fueron seguidas por un disparo que el mayor Ángel Funes asestó en el pecho al periodista Alejandro Irías. La manifestación estaba rodeada, no tenía salida. Relatan los testigos presenciales que cuando Irene se sintió herida de un balazo en la frente, con el ultimo hálito de vida que le quedaba se lanzó contra el verdugo que blandía una ametralladora "Thompson" en las manos. Los sobrevivientes narraban con horror como la calle quedó anegada en sangre y cubierta de cadáveres y heridos. " Las calles fueron lavadas para borrar el río de sangre y los heridos eran conducidos al hospital del Norte y al Hospital Americano de La Lima, una aldea situada muy cerca de San Pedro Sula, que sirve de sede a la United Fruit Company", contó el licenciado Carlos Perdomo a Alfonso Guillen Zelaya. Los camiones municipales los tenían listos para trasladar los cuerpos, lo cual hizo suponer que la masacre fue detalladamente preparada. Las cifras de muertos varían según los testimonios, pero todos coinciden en que no fueron menos de cien y pudieron llegar hasta doscientos los asesinados y unos ciento cincuenta heridos, considerando la cantidad de gente concentrada y las enormes descargas de proyectiles. Otros testigos aseguran que algunos heridos que huyeron del lugar de la masacre fueron alcanzados en los potreros vecinos y rematados por la policía. Se asegura además que a la matanza se sumaron civiles seguidores de Carías. Los nombres que se recuerdan de los muertos son los de las personas de mayor reconocimiento público o conocidos de quienes escribieron las memorias, quedan en el anonimato los trabajadores y trabajadoras, niños y ancianos, hijos del pueblo que anónimamente dieron su vida en su lucha contra la dictadura. El mismo día de la masacre comenzaron las capturas indiscriminadas y se llenaron las celdas policiales. Referencias Bibliográficas Wikipedia, (2023) Tiburcio Carías Andino https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tiburcio_Car%C3%ADas_Andino