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UNIDAD IV: modelos humanistas.

LOGOTERAPIA.

FRANKL, V. Análisis existencial como terapia de neurosis colectivas.

II. Análisis existencial como terapia de neurosis colectivas.


Hemos definido la neurosis, en sentido restringido, como una enfermedad psicógena y, en sentido amplio,
tenemos las (pseudo)neurosis somatógenas, noógenas y sociógenas, todas ellas son neurosis en sentido clínico. Pero
también existen neurosis en un sentido meta-clínico y paraclínico, donde encontramos a la neurosis colectiva (cuasi-
neurosis). Éstas últimas en la actualidad se caracterizan por cuatro síntomas:
1. Actitud provisional ante la existencia.
2. Actitud fatalista ante la vida.
3. Forma de pensar colectiva: patología del espíritu de la época, ignora su personalidad.
4. Fanatismo: ignora la personalidad del otro, del que piensa de otra forma.
Estos cuatros síntomas de la neurosis colectiva se pueden reducir a la fuga de la responsabilidad y al miedo a
la libertad. Sin embargo, la libertad y la responsabilidad constituyen la espiritualidad del hombre. El hombre de hoy
está hastiado del espíritu y en este hastío consiste la esencia del nihilismo contemporáneo. Vemos entonces que no
solo un conflicto psíquico puede conducir a una neurosis, sino también, un conflicto espiritual-ético (respecto de
responsabilidad y libertad) puede llegar a hacerlo.
Este conflicto espiritual-ético emerge del hecho de malograr aquello que está profundamente arraigado en el
hombre, su voluntad de sentido, es decir, su lucha por la realización del sentido de su vida en el mayor grado posible.
De esta manera, el hombre de hoy no sufre tanto por el sentimiento de que vale menos que cualquier otra persona,
sino, que sufre más por el sentimiento de que su ser carece de sentido. El hombre de hoy puede enfermar
psíquicamente por este sentimiento de carencia de sentido.
Cuando se malogra la voluntad de sentido es que podemos hablar de frustración existencial, es decir, hay una
existencia que carece de sentido que impide poder sentir que la vida es digna de ser vivida. Así, lo que vemos es un
efecto de vacío interno y carencia de contenido, junto con el sentimiento de haber perdido el sentido de la existencia.
El vacío existencial se puede poner de manifiesto o permanecer latente y el hombre frustrado existencialmente no
conoce nada con que podría llenarlo. En la actualidad, el aburrimiento se ha convertido en una causa de enfermedad
psíquica de primer orden que puede llegar a ser mortal; los suicidios también se pueden atribuir a este vacío interno
como aburrimiento abismal. Consideramos el ritmo acelerado de la vida actual como un intento, aunque vano, de
autocuración de la frustración existencial: cuanto menos conoce el hombre la meta de su vida, tanto más acelera el
ritmo de la misma.
Ahora bien, es importante insistir en que esta frustración existencial, en el fondo, no representa ninguna
enfermedad (no hay que caer en el patologismo). La duda, preocupación o la lucha que libra el hombre por dar sentido
a su existencia no es en absoluto enfermizo, sino, algo humano por excelencia, lo más humano que se pueda imaginar.
Y si bien hablamos de ella en psicoterapia como “enfermedad”, lo hacemos en una medida muy reducida. El proceso
psicoterapéutico que se emprende podría denominarse “psicoterapia apelativa”, porque apelamos a la voluntad de
sentido: donde ella se encuentra inconsciente, tenemos que empezar por estimularla, ofreciéndole oportunidades y
posibilidades concretas para la realización del sentido. Donde está incluso reprimida, la Logoterapia debe empezar por
evocarla.
Cualquier Logoterapia desemboca en un análisis existencial, de la misma manera que, en el fondo, cualquier
análisis existencial culmina en una logoterapia. El análisis existencial ve la lucha por descubrir el sentido de la existencia
y se entiende como ayuda en el hallazgo de ese sentido. El médico suele fallar en esta tarea porque, al enfrentarse

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con una frustración existencial, en vez de dirigirse a lo espiritual-ético, se aparta hacia lo somático o lo psíquico de
manera exclusiva. El análisis existencial de la Logoterapia puede servir tanto en una frustración existencial ligera como
en aquella que se volvió patógena, es decir, en neurosis noógena.
El análisis existencial debe recurrir a la voluntad de sentido si quiere hacer que el hombre se vuelva capaz de sufrir en
situaciones límites que no se pueden hacer menos insoportables. El sentido que se busca es un sentido reservado a
cada individuo, cuya concreción se vuelve una exigencia.

III. Logoterapia como cura de almas médicas.


Todos los médicos, no solo los especialistas, deben prestar cura de almas médica, siempre que tenga ante sí a
un paciente que se ve enfrentado a un sufrimiento necesario ineludible. El hombre que sufre reivindica lo humano del
médico que no solo trata como médico, sino que también actúa como hombre. El medico también debe consolar el
alma, no sólo reducirse a su saber teórico-técnico. La relación del médico con el paciente se transforma en un
encuentro de persona a persona.
La cura de almas médica se preocupa de hacer que el hombre sea capaz de soportar un sufrimiento necesario
ineludible. Ella no se preocupa por re-establecer la capacidad de trabajar y disfrutar, sino, por establecer la capacidad
de soportar, es decir, la capacidad de realizar valores actitudinales. Puede dar sentido a la existencia:
- el producir (realización de valores creativos),
- el vivir, encontrarse y amar (valores experienciales,),
- atravesar el sufrimiento (cuando es ineludible).
Aquí, en el sufrimiento, se comprueba verdaderamente que la cura de almas médica es necesaria allí donde la
psicoterapia, en el sentido restringido de la palabra, ya no es posible. Lo que en estos casos hace falta es: habilitar
internamente al enfermo para que aprenda a aceptar lo inevitable -lo que ni somática, ni psíquicamente es asequible
a un tratamiento- como un auténtico destino que se acepta, por lo tanto, como algo frente a lo que solo puede
importar la manera en cómo se asume, cómo se soporta, cómo se sufre su sufrimiento.
Son los pacientes los que nos colocan ante la obligación de asumir en la misma psicoterapia la tarea de cura
de almas, y ha sido nuestra época la que ha llevado al médico al papel de realizar en una medida creciente tareas que
antes eran del sacerdote y del filósofo. Esta evolución ha sido impulsada por la misma situación y demasiadas veces la
psicoterapia está obligada a desembocar en cura de almas.

Patodicea meta clínica.


Después de haber encontrado la voluntad de sentido más allá de la voluntad de placer y de la voluntad de
poder, nos topamos -más allá del sentido de producir y del sentido del amar- con el sentido de sufrir.
De esta forma, se habrían originado tres posibilidades de dar sentido a la existencia: realizando valores
creativos, realizando valores experienciales y realizando valores actitudinales. La realización y el cumplimiento de tales
posibilidades de sentido y de valor, es lo que es exigido e impuesto a la persona.
¿Qué sentido se debe atribuir en especial al sufrimiento? En mi intento de una patodicea he intentado
contestar al grito de la pregunta ¿para qué sufrir? a partir de cómo uno asume el sufrimiento que se le impone.; en
este cómo del sufrimiento está la respuesta al para qué del sufrimiento. Lo que importa es la actitud con la que una
persona se sitúa ante la enfermedad, la actitud con la que se enfrenta a la enfermedad. En una palabra: lo que importa
es la actitud adecuada, es el sufrimiento adecuado y digno del auténtico destino. Lo que importa es el soportar donde
ya no es posible acción alguna -que podría conformar el destino- allí es necesario afrontar el destino con la actitud
adecuada.
En la medida en que es posible, en general preguntar por el sentido, hay que preguntar por el sentido de una
persona concreta y de una situación concreta. La pregunta por el sentido de la vida solo se puede plantear de forma
concreta y solo se puede responder de forma activa. En la responsabilidad de la existencia tiene lugar su respuesta, en
la misma existencia el hombre lleva a cabo el responder a las preguntas que ésta le plantea.

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La realización de un sentido, que me imagino, depende de mí acción y omisión: según lo que hago y omito, o
sucede algo o no sucede nada. El sentido de la existencia humana se basa en su carácter irreversible. Se podría expresar
la máxima del análisis existencial con el siguiente imperativo: “vive como si vivieras por segunda vez y como si la
primera vez hubieras hecho todo tan mal como estás a punto de hacerlo”.
El sentido de la vida es tal, que este se cumple incluso en los fracasos. La existencia humana es digna de ser
vivida, incluso cuando parece una “vida no digna de ser vivida”. El hombre que sufre está más alto que el hombre
hábil. Y a pesar de toda ineptitud su vida es precisamente lo contrario de no digna de ser vivida. Solo si uno se
encuentra en la situación desde la que puede soportar el destino más desesperante y sin salida alguna, solo entonces
se puede decir sí a la vida, a pesar de cualesquiera condiciones y circunstancias incluso bajo las más desagradables y
desfavorables.

IV. Logoterapia como terapia específica de neurosis noógenas.


Las neurosis no sólo tienen su raíz en el ámbito psíquico (neurosis psicógena), también la pueden tener en un
problema espiritual, un conflicto moral o una crisis existencial (neurosis noógena). Nosotros sostenemos que sólo
existen neurosis noógenas, que todas las neurosis son noógenas y para ellas es indicada una psicoterapia específica
que también proviene de lo espiritual: la Logoterapia.
¿Cuándo se vuelve patógena la frustración existencial? Cuando a ella le sale al encuentro una afección somato
psíquica. Si se quiere hablar de neurosis, debe existir una afección psico-física.
En este sentido, el logoterapeuta debe guardarse toda imposición de su visión de mundo en el tratamiento.
Debe tratar de que el paciente cargue su responsabilidad, porque la Logoterapia es esencialmente educación a la
responsabilidad. Desde esta responsabilidad el enfermo debe penetrar autónomamente hasta el sentido concreto de
su existencia personal. El análisis existencial debe llevar al hombre a la conciencia de su responsabilidad, pero, además,
no se le deben proporcionar valores concretos de ningún tipo, sino, que más bien se debe limitar a hacer que el
paciente encuentre de manera autónoma los valores que de él esperan su realización y el sentido que de él aguarda
un cumplimiento.
La logoterapia intenta ordenar y orientar al paciente hacia un sentido concreto y personal. Sin embargo, no
sirve para dar un sentido a la existencia del paciente. No facilita valores, pues no se trata de dar al paciente un sentido
de la existencia. De lo que se trata es de ampliar su horizonte de valores de modo que perciba todo el espectro de
posibilidades personales y concretas del sentido. La Logoterapia solo busca hacer consciente al paciente de su
responsabilidad con el fin de que después él mismo decida en favor de qué: en favor del cumplimiento de qué sentido
concreto y en valor de la realización de qué valores personales y ante qué. En síntesis, no se trata de darle un sentido
de la existencia, sino, de que lo pongamos en condiciones de que por sí mismo encuentre el sentido de su existencia.

V. Logoterapia como terapia no especifica.


La Logoterapia es específica para neurosis noógenas y, a la vez, no específica para neurosis psicógenas
(causadas por lo psíquico) y somatógenas (lo psíquico no es la causa, pero hay efectos sobre él).
En muchos casos, la angustia de espera es lo patógeno dado que fija el síntoma, por lo que la terapia debe
dirigirse contra ella, sin dejar de considerar en simultáneo el circulo que forman el polo psíquico y somático. Lo que
provoca la angustia de espera es (modos de reaccionar de las personas):
1) Neurosis ansiosa (con agorafobia). Hay angustia frecuente del paciente ante la misma angustia, ya que tiene miedo
de las posibles consecuencias de la excitación angustiosa, temiendo a tener un colapso, un infarto o una embolia. Por
angustia ante la angustia, huye de la angustia, escapa de ella, paradójicamente, quedándose en casa. Escapa de la
angustia.
2) Neurosis obsesiva. El obsesivo enfrenta a sus obsesiones con angustia. Los pacientes tienen miedo de sus ideas
obsesivas porque ven en ellas indicios o incluso signos de una psicosis o, al contrario, temen llevar a cabo sus impulsos

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obsesivos. A diferencia del ansioso, que por temor a la angustia huye de ella, el neurótico obsesivo reacciona luchando
contra la obsesión por angustia ante la obsesión. Lucha contra la obsesión con angustia.
3) Neurosis sexual. Vemos un paciente que se ha vuelto inseguro de su sexualidad, reacciona a ésta inseguridad
volviéndose hipersensible frente a la exigencia de prestaciones sexuales, pudiendo este carácter de exigencia
ajustarse: a) a la situación, b) al compañero y c) provenir del paciente. Lo mismo acontece siempre que el paciente
intenta el placer sexual de manera demasiado forzada (lo programa) o bien reflexiona el acto sexual de modo
excesivamente forzado (hiperreflexión). Cuanto más importa a uno el placer, tanto más se desvanece. Cuanto más
intensamente añoramos algo, tanto más lo malogramos.

Técnicas utilizadas en Logoterapia.

1. Intención paradójica. Se basa en la capacidad de autodistanciamiento, en animar a la persona a hacer o desear que
ocurran las cosas que teme. Se reemplaza el miedo patógeno por el deseo paradójico. Por ejemplo: una paciente que
tenía miedo a sentir palpitaciones afirmaba “Si en alguna ocasión tengo palpitaciones, me digo a mi misma: el corazón
debe palpitar todavía más.”
En los tres tipos de reacción descriptos se puede observar el temor ante algo anormal (neurosis ansiosa y
obsesiva) y el deseo forzado de algo anormal (neurosis sexual). En el mismo instante en que el paciente aprende a
sustituir la angustia –aunque sea por unos segundos- por la intención paradójica, quita fuerza a su temor.
La intención paradójica es la Logoterapia más auténtica. El paciente debe objetivar la neurosis y distanciarse
de ella, se debe apartar en cuanto persona espiritual de la neurosis, en tanto afección del organismo psicofísico, es
decir, lo espiritual en el hombre debe apartarse de lo psíquico en él.
El paciente debe aprender a mirar a la cara a la angustia, de ser posible reírse de ella; nada hace que el paciente
se distancie más de sí mismo que el humor. Para ello es necesario coraje para aguantar el ridículo. “El neurótico que
aprende a reírse de sí mismo, puede que ya se halle en camino de su autodominio, quizás incluso en camino de su
curación.” (Gordon W. Allport).
Puede ser que el síntoma fóbico al que la intención paradójica se dirige en primer lugar represente sólo la
superficie sintomatológica de una angustia originaria profunda existencial. Sin embargo, eso no le quita potencia a la
intención paradójica como medio para una conversión más profunda y existencialmente radical, es decir, para el
restablecimiento de una confianza originaria respecto a la existencia.

2. Derreflexión. Técnica por la cual la persona debe olvidarse de sí misma desenfocando su atención de sí, volcándola
hacia otro objeto o hacia otra persona, con lo cual, consecuentemente, se detienen los síntomas. Vemos que en la:
- Neurosis de ansiedad: hay angustia a la que se añade una obsesión de observación, una excesiva atención, una
autoobservación forzada hacia la perturbación temida. Hay angustia de espera de que ocurra algo “anormal”.
- Neurosis sexuales: hay intención forzada del placer sexual a la que se añade una reflexión forzada del acto sexual,
que hace surgir el deseo forzado de un desenvolvimiento tranquilo de la función sexual. Hay angustia de espera de
que ocurra algo “anormal”.
- Neurosis obsesiva: la repetición obsesiva se puede atribuir a una insuficiencia del sentimiento de evidencia y a una
insuficiencia de la seguridad de los instintos. En el ámbito cognitivo, en las neurosis obsesivas, se llega a una
hiperreflexión, precisamente a la obsesión de observación, mientras que en el ámbito de la decisión se llega a una
hiperreflexión de la conciencia.
Tanto en el neurótico obsesivo como en el ansioso encontramos una aspiración a la seguridad, en el primero
de perfección, en el segundo de garantía ante catástrofes. La persona normal sostiene y vive con una seguridad vaga.
En síntesis, podemos decir que la persona normal pretende estar en un mundo más o menos seguro, mientras que el
neurótico aspira a un sentimiento de absoluta seguridad.

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Está claro que, así como tenemos que elegir el método terapéutico de la intención paradójica frente a la
angustia de espera, del mismo modo ante la obsesión de observación se hace necesaria la derreflexión. Mientras que
la intención paradójica capacita al paciente para ironizar la neurosis, con la ayuda de la derreflexión es capaz de ignorar
los síntomas. La derreflexión quiere decir: ignorarse a sí mismo.

La Logoterapia como análisis existencial.


Refiere a considerar al hombre como centrado y orientado hacia el sentido concreto de su existencia personal.
Pertenece a la esencia del hombre el carácter orientado y centrado sea en algo, sea en alguien, sea en una obra o en
un hombre, en una idea o en una persona.
Esta ley fundamental de la existencia humana también tenemos que hacerla fecunda desde el punto de vista
terapéutico. Y es el neurótico ansioso quien, en última instancia, puede ser arrancado del círculo vicioso de sus
pensamientos que se mueven en torno a su angustia, sólo cuando aprende a alejar su atención del síntoma y sabe
dirigirse a un objeto. El paciente coloca en primer plano de su conciencia un objeto que se vuelve capaz de hacer que
su vida tenga sentido y sea digna de ser vivida, colocando sus problemas personales detrás, en el trasfondo de la
existencia.
Nos liberamos de la angustia de espera no a través de la autorreflexión o autoobservación, sino, a través de la
autoinmolación, es decir, a través del autoabandono, del autosacrificio por algo digno de tal sacrificio.
Así, podemos diferenciar entre distintos tipos de actitudes esenciales:
 La pasividad falsa: la huida del neurótico ansioso ante sus ataques de angustia.
 La actividad falsa: a) la lucha del neurótico obsesivo contra sus ideas obsesivas; b) el perseguir de forma
forzada el placer sexual.
 La pasividad correcta: el ignorar (derreflexión), incluso el ironizar (intención paradójica) el síntoma.
 La actividad correcta: el actuar dejando el síntoma de lado, el existir orientado hacia algo.

La Logoterapia no se entiende como un sustituto, sino más bien como un complemento de la psicoterapia.
Pretende complementarla, completar también su imagen del hombre en una imagen del hombre “completo” (a cuya
totalidad pertenece también lo espiritual).
La Logoterapia pasa por alto lo biológico, lo fisiológico; ésta sólo pretende una cosa: a saber, que al tratar lo
fisiológico y lo psicológico, no se olvida de lo neológico. En este sentido, la Logoterapia se acredita no sólo como terapia
adecuada y específica de neurosis noógenas, sino también, de neurosis no noógenas (somatógenas y psicógenas) pues
incluso en el caso de que el vacío existencial no sea el factor patógeno propiamente dicho, llenar este vacío, es anti
patógeno.

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