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El mecenazgo en la actualidad

La figura del mecenas ha estado presente tradicionalmente en el mundo del arte, pero a día de hoy
también existe en otras áreas del conocimiento como la ciencia o el deporte.

Esa tradición sigue viva siglos después de la mano de la filantropía: personas muy ricas que invierten
parte de su riqueza en investigar y promover proyectos en el ámbito de la cultura, la ciencia, la medicina o
el bienestar social.

Bill y Melinda Gates, Mark Zuckerberg o Amancio Ortega son ejemplos de multimillonarios que


realizan donaciones para crear proyectos culturales, mejorar la educación, defender el medio
ambiente y promover la investigación científica, entre otros.

Una nueva concepción del hombre y del mundo. Así se define la época del Renacimiento,
un movimiento cultural y humanístico que tuvo lugar en varios países de Europa Occidental durante los
siglos XV y XVI.

Una parte importante de ese esplendor cultural se debe a la existencia de los mecenas: personas
adineradas que invertían parte de sus riquezas en el arte.

La figura del mecenas


Después la Edad Media, una época oscura en la que el conocimiento estaba reservado a unos pocos,
el Renacimiento intentó recuperar parte de los estudios y artes que habían sido tan importantes durante
la época clásica: filosofía, matemáticas, arte, poesía, filosofía...

Este movimiento cultural estuvo impulsado por la burguesía, una nueva clase social que se enriqueció
con el comercio y desarrolló la vida en las ciudades. Los burgueses se convirtieron en una clase culta y
refinada que se interesaba por el arte y la cultura.

Siendo tan ricos, también adoptaron el papel de mecenas: utilizaban parte de su dinero para
impulsar proyectos artísticos o financiar la carrera de un artista. Los burgueses eran los coleccionistas
de arte de la época.

Italia fue el gran epicentro del movimiento renacentista. Las familias italianas más ricas e influyentes
se convirtieron en grandes mecenas: la familia Médici en Florencia, la familia D’Este en Ferrara,
los Sforza en Milán o los Gonzaga en Mantua, son algunos ejemplos de la época.

Leyes de mecenazgo
Las actividades artísticas y científicas requieren de dos ingredientes fundamentales: el talento y
la dedicación de una persona y, por otra parte, una fuente de financiación. En este sentido, el
patrimonio cultural del Renacimiento italiano no existiría sin el apoyo financiero de los Medici.

Las leyes de mecenazgo que existen en la actualidad tienen un doble propósito: fomentar la
cultura y las artes y, paralelamente, que la persona o la institución que financia un proyecta
obtenga un beneficio fiscal.
Por otra parte, las instituciones privadas o públicas que proporcionan su apoyo económico,
también obtienen un beneficio para la imagen y el prestigio de la entidad.

Origen del mecenazgo en la Antigua Roma


Los romanos heredaron de los griegos el interés por las creaciones artísticas y por las
ciencias. En este contexto nació Cayo Mecenas. El nombre de este personaje es el
referente histórico a partir del cual se ha formado el término mecenazgo.

Se trataba de un patrocinador rico que a lo largo de su vida actuó como consejero del
emperador César Augusto. La trayectoria de este personaje está ligada a la literatura,
ya que brindó su apoyo económico a los poetas con talento que iniciaban su carrera
literaria, como Horacio y Virgilio (este último escribió las Geórgicas como un
homenaje a su patrocinador).

Historia del mecenazgo


La actividad de mecenazgo ha existido a lo largo de la historia y aún continúa existiendo, cuando se
habla de personas con grandes recursos económicos que impulsan la investigación científica y el
desarrollo artístico. Tuvo origen hacia finales del siglo I a.C., cuando el noble romano Cayo Clinio Mecenas
(70-8 a.C.), impulsó y promovió el arte mecenas, al proteger artistas para que realizaran sus obras, por lo
que se tomó su nombre para el ejercicio de patrocinar artistas.

El Cayo Mecenas, quien fue confidente de César Augusto, apoyó a artistas como Horacio (65-8 a.C.),
quien fue uno de los principales iconos latinos de la poesía y la lírica; y a Virgilio (70-19 a.C.), también
poeta, que tuvo participación en La Divina Comedia de Dante Alighieri.

El mecenazgo fue muy importante en el renacimiento, ya que se comenzaba a salir de esa época
oscura que dejó la edad media; representó el surgimiento de un sin número de artistas que iban tras la
búsqueda de nuevas ideas artísticas y que deseaban proyectar la realidad tal cual la observaban, dejando
a un lado las representaciones asociadas con imágenes religiosas.

Durante la Alta Edad Media únicamente la iglesia ejerció el mecenazgo, por lo que la predominancia
del arte religioso fue una característica cultural de ese periodo. Más tarde, durante la Baja Edad Media,
muchos aristócratas y burgueses pidieron ser retratados y donde las figuras religiosas comenzaron a
perder centralidad, tomando protagonismo el mecenazgo civil.

Muchos de estos trabajos patrocinados eran producto de encargos; sin embargo, los artistas con
obras esporádicas fueron también respetados por personajes importantes, lo que elevaba su nivel y la
práctica se difundió rápidamente. El Duque de Milán Ludovico Sforza (1452-1508), tomó el rol de mecenas
de Da Vinci y de otros artistas.

En la época contemporánea, la práctica comenzó a institucionalizarse, por lo que el carácter de estas


obras pasó de ser privado al disfrute de un público.

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