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Derecho

Constitucional
c-254

Módulo II
Derecho Constitucional c-254 Módulo II

Índice
El acto jurídico constitucional 2
Las normas constitucionales 3
Normas especiales en la Constitución argent 4
Contenido 5
Contenido 6

Función de las nuevas normas constitucionales 8


Sujetos constitucionales 8
Modos de acceder a la nacionalidad argentina 9
Suspensión de la ciudadanía argentina 10
Status de los extranjero 10

Derechos y garantías 12
Derechos personalísimos 12
Derecho a la vida 13
Derecho a la integridad persona 14
Derecho al honor 14

Actividad de Evaluación (Optativa) 16

Bibliografía 16

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El acto jurídico constitucional


El acto jurídico constitucional: es el tramo de conducta social realizado
descentralizadamente a través de comportamientos reiterados sentidos como obligatorios
(costumbre constitucional) o centralizadamente a través de los órganos específicos (acto
jurídico constitucional propiamente dicho), por medio del cual se crea o se cumple la
constitución positiva del Estado.

La costumbre constitucional: la costumbre es un dato de la realidad social que integra la


realidad jurídica. Ello es de la mayor relevancia cuando de la constitución se trata, pues, si
se intenta modificar la costumbre constitucional, se modificará también la constitución
jurídica. Tal es la importancia de la costumbre, que Savigny y Durkheim sostuvieron la
inconveniencia de legislar, pues hacerlo sería
inútil dado que la “ley” sólo será lo que las costumbres sean.

La costumbre constitucional está formada por:


La uniformidad de la conducta social, producida por la comunidad toda o por los órganos
competentes.
Un sentido subjetivo objetivado, consistente en que la comunidad tenga la conciencia de la
obligatoriedad de la costumbre.
Los cambios en la costumbre constitucional sólo se dan si se actúa, sincrónicamente,
sobre cada uno de sus elementos. No habrá cambio constitucional si no se altera la
expresión de la uniformidad del uso; tampoco lo habrá si no se modifica la conciencia de la
población respecto de un tipo de comportamiento (si no hay toma de conciencia de esa
obligación).
La costumbre constitucional presenta diferencias en relación con la costumbre común.
La mutación constitucional: es un cambio en el contenido y no en el texto de la constitución
escrita.

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Las normas constitucionales

Clasificación: las normas constitucionales son normas de competencia suprema, siendo


tarea de la ciencia constitucional sistematizarlas. A partir de la clasificación formulada por
Vanossi, distinguimos tres pares de normas, sobre la base de otros tantos criterios
clasificarnos, a saber:

a) Por su disponibilidad o indisponibilidad, ellas pueden ser o discrecionales o imperativas;


b) por los destinatarios a los cuales están dirigidas, ellas pueden ser o de organización o de
conducta, y estas últimas, a su vez, pueden ser individuales o colectivas, y
c) por su condicionalidad o incondicional, ellas pueden ser programáticas u operativas.

Los tres pares normativos que contiene la Constitución no son excluyentes, se integran en
forma sucesiva, de modo tal que las normas programáticas o las operativas pueden ser,
indistintamente, discrecionales o imperativas, y estas últimas, a su vez, serán o normas de
organización o de conducta.

Normas imperativas o discrecionales:


Normas imperativas: son las de cumplimiento necesario para
sus destinatarios (órganos públicos o particulares), quienes no pueden disponer
discrecionalmente de ellas. Por ejemplo:
a) Órganos públicos: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa
republicana federal (art. I CN), es una norma cuyo cumplimiento no puede dejar de
producirse;
b) particulares: “Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria
y de esta Constitución” (art. 21, CN);
c) órganos públicos y particulares: deber de preservar el ambiente
(art. 41, párrs. Io y 2o, CN).

Normas discrecionales: aquellas cuyo cumplimiento está


puesto a disposición de sus destinatarios (sean órganos públicos o
particulares).
Por ejemplo:

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a) Órganos públicos: el presidente puede promulgar o no un proyecto de ley sancionado


por el Congreso (art. 78, CN);
b) particulares: los ciudadanos pueden votar o no en el caso de la consulta popular no
vinculante (art. 40, párr. 2o, CN).

Normas especiales en la Constitución argent

Preámbulo de la Constitución: se entiende por tal “un esbozo o enunciado general de la


doctrina a desenvolver o una síntesis anticipada de los principios desarrollados” en la
Constitución.

Partes del Preámbulo:


El acta de establecimiento de la Constitución, que certifica el ejercicio del poder
constituyente por parte del pueblo de la Nación Argentina (acto de pura creación normativa
donde se manifiesta la soberanía).

El acto ratificatorio del Pacto de Federación entre las provincias y de cumplimiento de los
pactos preexistentes: Pacto Federal de 1831, Protocolo de Palermo y Acuerdo de San
Nicolás, ambos de 1852 (se trata de un acto de creación y aplicación normativa).

Un conjunto de fines que operan como normas programáticas.

Su carácter: a consecuencia de las diversas partes que lo integran, el carácter del


Preámbulo es múltiple. Por un lado, es norma, pero también es acto de ejecución y de
creación normativas.

Su valor jurídico: la teoría constitucional difiere acerca del valor jurídico de los preámbulos
en las constituciones. El formalismo no le dará valor jurídico sino simbólico; el decisionismo
no tendrá inconveniente en reconocer dentro de él a la verdadera constitución del Estado,
siempre que contenga la decisión fundamental correspondiente.
Para nosotros el Preámbulo debe ser considerado como derecho ya que los jueces y los

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órganos de aplicación de la Constitución lo utilizan como elemento de interpretación de sus


decisiones, tema que se profundiza en el capítulo siguiente relativo a la interpretación
constitucional.

Contenido

Contenido y comparación con el de los Estados Unidos: acerca de la influencia del


Preámbulo de la Constitución de Filadelfia en nuestro derecho constitucional, tema ya
discutido por Sarmiento y Alberdi (ver esa polémica en interpretación constitucional),
resulta de interés compararlos al analizar el contenido del nuestro:

“Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina": consagra la soberanía del
pueblo, ejercida a través de la forma representativa, con lo cual la Constitución no necesita
ser ratificada.
El de los Estados Unidos dice: “Nos, el pueblo de los Estados Unidos”, lo cual significa que
los constituyentes no tenían poder para sancionar la Constitución y ella precisaba ser
convalidada posteriormente; “reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y
elección de las provincias que la componen" (a la Nación Argentina): indica que las
provincias encargaron a los representantes del pueblo de la Nación el ejercicio del poder
constituyente y que, en consecuencia,
ellas no lo ejercieron, pues de lo contrario la Constitución hubiera sido el producto de un
pacto y no de un acto imperativo como lo fue.
El de los EE. UU. guarda silencio sobre este punto;

”cumplimiento de pactos preexistentes”: indica la ejecución del Pacto Federal, el Protocolo


de Palermo y el Acuerdo de San Nicolás. El de los EE. UU. también aquí guarda silencio;

“con el objeto de constituir la unión nacional: es el primer objetivo de los constituyentes,


pues hasta ese momento dicho anhelo no se había logrado; dice “unión” y no unidad, lo
cual indica que no se postula el Estado unitario. En cambio, en los EE. UU. el Preámbulo
dice “constituir una unión más perfecta”, lo cual indica que allí la unión ya había tenido
principio de realización por los artículos de
Confederación y Perpetua Unión de 1777;

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“afianzar la justicia”: indica que en la convicción de los constituyentes este valor ya estaba
en nuestro pueblo pero que era necesario asegurar su efectividad en todos los ámbitos de
las relaciones sociales. El de los EE. UU. dice “establecer la justicia”, lo cual indica una
valoración más rigurosa;

“consolidar la paz interior”: expresa en forma sintética la necesidad de aventar


definitivamente el estado de guerra interno, frecuente durante todo el proceso que
desembocó en la organización nacional. En cambio, el de los EE. UU. dice “asegurar la
tranquilidad interior”, lo cual refleja que allí se llegó a la organización definitiva sin lucha
interna;

Contenido

“proveer a la defensa común”: objetivo que destaca el surgimiento de la Nación con las
necesidades propias de su defensa frente a la eventual agresión extranjera, que debe ser
entendida tanto militar como económica. Este objetivo es el mismo en el de los EE. UU.;

“promover el bienestar general”: objetivo colocado como estímulo para todos los
habitantes, muy propio del individualismo liberal, a la vez que indicativo de la posibilidad de
intervención del Estado en dicha consecución. El de los EE. UU. expresa lo mismo;

“y asegurar los beneficios de la libertad se marca aquí el nítido perfil liberal de nuestra
Constitución en el sentido de que protege todas las libertades, en contradicción con los
sistemas autocráticos. El de los EE. UU. consagra el mismo beneficio;

“para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino’'’'. determina el ámbito de los destinatarios de todo el mensaje
que encierra el Preámbulo; pretendió satisfacer las necesidades del pueblo de entonces,
aspiró a garantizar el goce de esos beneficios y abrió las puertas de nuestra patria a los
extranjeros bajo el signo alberdiano de que

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“gobernar es poblar”. El de los EE. UU. sólo dice “para nosotros y para nuestra
posterioridad”, señalando una actitud reticente para la integración nacional con los
extranjeros;

“invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”: expresa la profesión de


fe de los constituyentes. El de los EE. UU. no contiene esta invocación;

“ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina":


esta cláusula es el acta que indica el establecimiento de la Constitución con fuerza
imperativa y validez jurídica en todo el territorio de la Nación. El de los EE. UU. contiene una
cláusula semejante.

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Función de las nuevas normas


constitucionales
Función de las nuevas normas constitucionales: una cuestión
interpretativa especial se genera con motivo de la incorporación al texto constitucional
originario de normas que por su nuevo contenido económico-social pudiesen colisionar
con aquél, como ocurrió con la Constitución argentina a mediados del siglo XX (reformas
de 1949 y 1957), problemática que, de alguna manera, se reactualiza con la reforma de
1994. Partiendo de la idea de que el constitucionalismo social (ver su descripción en
derechos sociales) implica adición y no negación de los derechos individuales, se impone
su conciliación o armonización que, en los casos concretos, queda en manos de los jueces.

En relación a la reforma de 1994: a más de una década de esta importante modificación


constitucional, no se observan definidos y decantados criterios interpretativos en derredor
de sus abundantes novedades normativas, muchas de las cuales incluyen pautas de alto
valor hermenéutico (por ej. “desarrollo humano”, las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”, “justicia social',
“preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos'", entre otras).

En cambio, sí se ha pronunciado la Corte respecto del caso especial que resulta de la


necesidad de armonizar la Constitución con los instrumentos internacionales sobre
derechos humanos dotados de jerarquía constitucional por el artículo 75, inciso 22, párrafo
2o CN, a partir de la pauta de interpretación que dice “no derogan artículo alguno de ¡la
primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos”

Sujetos constitucionales

Los sujetos particulares (habitantes de la Nación: nacionales o ciudadanos, y extranjeros)


con prescindencia de los órganos públicos son aquéllos que conforman el ámbito personal
de validez del derecho constitucional argentino y, en especial, el presupuesto de los

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derechos, garantías y deberes como normas de conducta (que se estudian en la sección


siguiente) de todos los individuos como integrantes de la población del Estado.

Población del Estado: está formada por todos los habitantes del territorio nacional.
Habitante es toda persona que permanece en dicho territorio (ámbito espacial de validez
donde el Estado ejerce su soberanía) y son nacionales (argentinos) o extranjeros.

A su vez, los nacionales pueden ser nativos, por opción o por naturalización; se
convierten en ciudadanos a partir de los 18 años por la mera actualización, a los 16, de los
datos de identificación ante el Registro Nacional de las Personas. Por su parte, los
extranjeros pueden convertirse en nacionales y ciudadanos por el trámite de la
naturalización y concesión de la carta de ciudadanía. Si bien todos los habitantes no
extranjeros son nacionales, no todos los nacionales son habitantes, pues pueden residir
fuera del territorio y no perder por ello su carácter

Modos de acceder a la nacionalidad argentina

En el texto constitucional reformado (art. 75, inc. 12 y art. 20, CN) y en las señaladas
normas infraconstitucionales, el cuadro demográfico vinculado con la nacionalidad en
nuestro país supone tres categorías de argentinos: una dispuesta imperativamente para los
nacidos en nuestro territorio (los argentinos nativos o naturales) y dos adquiridas por
manifestación de voluntad del interesado (argentinos por opción y argentinos
naturalizados), cada una con sus respectivos requisitos.

Argentinos nativos: son todos los individuos que nacen en el territorio de la República, sea
cual fuere la nacionalidad de sus padres, con excepción de los hijos de ministros
extranjeros y miembros de las legaciones residentes en el país (Ley 346, art. 1.1).

Argentinos por opción: son los hijos de argentinos nativos que habiendo nacido en país
extranjero optasen por la ciudadanía de origen (Ley 346, art. 1.2). Corresponde entender
que basta para que se cumpla la condición exigida por la ley, que uno solo de los
progenitores sea argentino nativo (F. 199:165 y 179).

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Argentinos por naturalización: los extranjeros pueden adquirir esta condición si residen en
la República dos años continuos (art. 20, CN) a partir de los 18 años y manifiestan ante el
juez federal la voluntad de serlo (Ley 346, art. 2.1)

Suspensión de la ciudadanía argentina

Suspensión de la ciudadanía argentina: según prescribe el artículo 8 de la Ley 346, no


podrán ejercer en la República los derechos políticos: los naturalizados en país extranjero,
los que hayan aceptado empleos de gobierno extranjero sin permiso del Congreso, los
declarados por sentencia como quebrados fraudulentos, o los que tengan sobre sí
sentencia condenatoria que imponga “pena infamante o de
muerte”. Según surge del artículo 16, Decreto 3213/84, dicha suspensión del ejercicio de
los derechos políticos no priva de los derechos ni exime de las obligaciones inherentes a la
nacionalidad argentina, sea ésta nativa o adquirida. Criterio invocado en el con. 14 de la
disidencia de Petracchi-Bacqué en el caso “Olmo y/o Kutschman” de 1986 (F. 308:301),
donde se discutía una cuestión de competencia acerca del pedido fiscal de cancelar la
nacionalidad adquirida por fraude de una persona que, según la embajada alemana, era ex
oficial nazi.

La ley dispone que la rehabilitación se decretará de oficio por el juez electoral, previa vista
del fiscal, siempre que la cesación de la causal inhabilitante surja de las constancias que se
tuvieron al disponerla (art. 9, Ley 346, modif. por la ley 20.835). Los hechos nuevos o
nuevas probanzas deberán ser acreditados en el expediente, sea por informes oficiales o
por presentaciones de parte interesada.

Status de los extranjero

Status de los extranjeros: la noción de extranjero se define por oposición a la de


nacionales: son todos los individuos nacidos fuera del territorio de la República o que no se
encuentren en las condiciones de excepción previstas por la ley para ser considerados
nativos.
A fin de determinar su situación en el derecho argentino los extranjeros pueden clasificarse

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según se encuentren dentro o fuera del país.

Extranjeros fuera del país: por no ser habitantes sólo tienen el derecho a obtener el visado
de su pasaporte para ingresar al país, y obtener una radicación temporaria o permanente,
según los casos (esto necesariamente se vincula con el tema de la inmigración); el derecho
de asilo, en especial si son ciudadanos de Estados contratantes del Tratado de Montevideo
de 1889 (ver su análisis como derecho no
enumerado: art. 33, CN), y el derecho a la jurisdicción argentina para hacer valer sus
derechos.

Inmigración. La migración es el movimiento de población desde (emigración) hacia


(inmigración) y dentro del país (migración interna). La inmigración fue la preocupación de
Alberdi; “gobernar es poblar” fue el lema prominente para quien la Argentina en 1853 era un
“desierto” lleno de barbarie: había que poblar y civilizar, y la civilización, según él, estaba en
Europa; de este modo, su idea era
cuantitativa (atraer extranjeros) y cualitativa (selectividad europea propiciada). Alberdi,
decía, con un indeseable rasgo de inferioridad americana bajo la obvia influencia
eurocentrista de superioridad racial:
“poblar es instruir, educar, moralizar, mejorar la raza [...] es civilizar cuando se puebla con
gentes civilizadas, es decir, con pobladores de la Europa civilizada”.

Extranjeros dentro del país: según la forma de ingreso y/o permanencia (conforme o no a
las normas internas sobre la materia) es necesario distinguir entre los extranjeros habitantes
y aquellos casos en que se discute si poseen esta condición. Sin perjuicio de esto, todo
extranjero cuando estuviere en juicio tiene la facultad de optar por el fuero federal como
garantía de imparcialidad (art. 116, CN).

Derechos y garantías

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En principio, los derechos se encuentran consagrados en la tradicional parte dogmática o


preceptiva (Primera Parte), a partir de la reforma de 1994 dividida en: Capítulo Primero (arts.
Io a 35, sin alteración gramatical alguna desde 1860) denominado Declaraciones, derechos
y garantías, y el nuevo Capítulo Segundo (arts. 36 a 43) denominado, precisamente, Nuevos
derechos y garantías por haber
sido incorporado en 1994.

Sin embargo, como se dijo, el carácter de norma de conducta o de organización no


depende solamente de su ubicación en la sistemática seguida por nuestra Constitución con
sus dos grandes partes (dogmática y orgánica) ya que algunos derechos aparecen en la
Segunda Parte (ej. derechos de los indígenas: art. 75, inc. 17, CN) y algunas normas de
organización se encuentran en la Primera Parte (ej. estado de sitio: art. 23, CN).

Ello se profundiza con la reforma constitucional de 1994 que coloca a nuestra Constitución
con una “dualidad de fuentes en el sistema de derechos” (Bidart Campos, : la interna y la
internacional, reconociendo la tendencia universal progresiva del derecho internacional de
los derechos humanos (art. 75, inc. 22, párr. 2o, CN) que se estudia en principio de
supremacía

Derechos personalísimos

Son los derechos más conexos con la persona individual que se han desprendido, como
categoría autónoma a partir del siglo XX, de los clásicos derechos individuales o civiles
reconocidos desde los inicios del constitucionalismo y consagrados premonitoriamente en
nuestra Constitución desde 1853 en sendas normas (art. 19, parte I y art. 18, partes 4a y
5a). El adjetivo de personalísimos enfatiza su íntima e inescindible vinculación con su titular.

Se caracterizan por ser: vitalicios y necesarios por oposición a lo contingente; esenciales


en el sentido de que funcionan como presupuesto para el ejercicio de los demás derechos;
no patrimoniales, aunque su violación puede acarrear consecuencias económicas;
relativamente indisponibles e irrenunciables (intransmisibles, inembargables, inejecutables,
inexpropiables), pero sí puede disponerse del as pecto patrimonial de los derechos
personalismos; oponibles erga omnes ya que valen tanto frente al Estado como ante los

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demás particulares, e imprescriptibles.

En estos tiempos, la identificación del contenido, número y alcance de esta categoría de


derechos se encuentra en acelerada expansión, lo que hace que su estudio no pueda
agotarse en esta obra de carácter general. Así, en este acápite se intenta tan sólo un
esbozo de algunas de esas problemáticas, en especial a partir de que la reforma de 1994
otorgó a ciertos instrumentos internacionales jerarquía constitucional que los contienen.

Derecho a la vida

Derecho a la vida:
A pesar de funcionar como presupuesto existencial de los demás derechos, no encuentra
reconocimiento expreso en el texto constitucional. Salvo la mención del vocablo “vida” en
el artículo 29 CN, como bien jurídico a tutelar, su base constitucional la debemos buscar en
el artículo 33 de los denominados derechos no enumerados o implícitos (que se estudian al
final del capítulo). Después de la reforma de 1994, al darle jerarquía constitucional a ciertos
instrumentos internacionales de derechos humanos, encontramos nuevos fundamentos
constitucionales relativos a este derecho.

No sólo se refiere a la protección de la mera existencia biológica de la persona, también


supone la tutela de una existencia digna (material y espiritual) y, por ende, tiene múltiples
manifestaciones que abarcan cada momento de la vida, desde su comienzo hasta su final.
Tiene como correlato dos deberes: el negativo de abstenerse de atentar contra la vida por
los particulares o el Estado (ej. homicidio y pena de muerte), y el positivo en sus dos
aspectos: por obligaciones de dar a través de la provisión de prestaciones que la aseguren,
también por particulares (familia y sociedad) y por el Estado, y por obligación estatal de
hacer.

Obligación de no hacer, si se admitiera la potestad estatal de prever y aplicar en su caso la


pena de muerte, confrontaría abiertamente con el derecho a la vida.

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Derecho a la integridad persona

Derecho a la integridad personal:


No encuentra reconocimiento expreso en el texto constitucional, salvo la mención de la
abolición de “toda especie de tormento y los azotes” del artículo 18, parte 5a, CN. Dicha
expresión constitucional, que denota una de las formas de afectación de la integridad
personal, debe entenderse comprensiva de toda especie de tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes en la más moderna y comprensiva
terminología utilizada en el derecho internacional de los derechos humanos.

Este derecho es una especificación derivada, necesaria y directa del derecho a la vida en
sentido amplio como lo señalamos más arriba.
Por ende, la integridad personal comprende tanto los aspectos físicos como los psíquicos y
morales (art. 5.1, C. A. D. H.), y también sirve de base para el derecho a la salud (ver su
análisis al concluir derechos personalísimos). Integra el elenco de derechos que conforman
el “núcleo irreductible” insusceptible de suspenderse por emergencia alguna (art. 27.2). Al
igual que el genocidio, ciertas violaciones a la integridad personal (torturas y desaparición
forzada) son consideradas delitos de
lesa humanidad.

A su vez, consagra la conocida “cláusula del individuo más favorecido” en el artículo 1.2
(ver explicación en principio de supremacía), y como fuertes limitaciones para los Estados
la imposibilidad de invocar como justificación de la tortura situaciones excepcionales o la
obediencia debida (art. 2.2 y 2.3).

Derecho al honor

Derecho al honor:
No encuentra reconocimiento expreso en el texto constitucional, salvo la mención del
vocablo “honor” en el artículo 29 CN, como bien jurídico a tutelar. Su base constitucional la
encontramos en el artículo 33 de los denominados derechos no enumerados o implícitos.
Después de la reforma constitucional de 1994, al darle jerarquía constitucional a ciertos
instrumentos internacionales de derechos humanos, encontramos nuevo fundamento

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normativo relativo a este derecho, el cual es consagrado con diferente terminología (honra,
honor o reputación): artículo V, D. A. D. D. H.; artículo 12, D. U. D. H.; artículo 17, P. I. D. C.
R; artículo 11, C. A. D. H.

Su alcance, a veces impreciso, reconoce dos facetas: una, la autovaloración y aprecio que
cada sujeto tiene de sí mismo (subjetiva), y la otra, la valoración que los demás efectúan
sobre uno (objetiva).

Sin perjuicio del conflicto entre ambos aspectos, este derecho, a su vez, puede verse
enfrentado con el legítimo interés social de conocer algún aspecto del comportamiento de
un individuo. Como generalmente el acceso a esa información se produce en virtud de la
tarea periodística, su análisis en particular lo efectuamos en oportunidad de estudiar el
derecho a la información -a donde remitimos- en aquellos casos en que se discute su
alcance (prohibición de censura previa; responsabilidades civiles o penales).

Actividad de Evaluación (Optativa)

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Si llegamos hasta aquí es momento que practiquemos con una actividad. Para acceder a la
actividad es importante que tengas acceso a internet. En caso de no tener podés solicitar el
módulo complementario de actividades.

¡Importante! Las actividades podés realizarlas cuantas veces desees. No suman ni restan
puntos a la asignatura. Y es muy recomendable que las hagas.

Bibliografía
https://sosunnedrch.files.wordpress.com/2014/04/quiroga-lavic3a9-benedetti-cenicacelaya
-derecho-constitucional-argentino-tomo-i.pdf

http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

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