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Cassini 2009 - Son Necesarios Los Modelos para Identificar A Las Teorías
Cassini 2009 - Son Necesarios Los Modelos para Identificar A Las Teorías
Cezar A. Mortari
Luiz Henrique de A. Dutra
(orgs.)
Anais do V Simpósio
Internacional Principia
FICHA CATALOGRÁFICA
(Catalogação na fonte pela Biblioteca Universitária
da Universidade Federal de Santa Catarina)
A LEJANDRO C ASSINI
CONICET/Universidad de Buenos Aires
alepafrac@yahoo.com.ar
1. Introducción
las teorías está libre de todos los defectos y dificultades de la concepción clásica, que,
con toda justicia, han criticado los partidarios de la concepción semántica. En segun-
do lugar, trataré de probar que la concepción semántica no tiene ventajas evidentes
sobre la concepción proposicional tal como la he de presentar aquí. Finalmente, in-
tentaré mostrar que la concepción proposicional tiene al menos alguna ventaja sobre
la concepción semántica en tanto reconstrucción racional de las teorías científicas tal
como de hecho las formulan los científicos.
2. La concepción clásica
parcial de dicho significado, que permanece siempre abierto. Podemos, entonces, re-
sumir la concepción clásica diciendo que una teoría empírica es un sistema axiomá-
tico formal parcialmente interpretado por medio de un conjunto finito de reglas de
correspondencia.
Esta concepción de las teorías fue objeto de numerosas críticas durante las déca-
das de 1960 y 1970, y, como resultado de ello, hace ya tiempo que ha sido abandonada
por la mayoría de los filósofos de la ciencia. Ya no es más la concepción standard de
las teorías. No es mi propósito revisar aquí todas las críticas dirigidas a la concepción
clásica desde diferentes puntos de vista.5 Sólo consideraré algunas de las principales
críticas que los filósofos de la tradición semanticista le han dirigido. En lo esencial,
pueden reducirse a las siguientes cuatro.
Primero, los semanticistas han afirmado que la concepción clásica es un enfoque
puramente sintáctico de las teorías, y, como tal, es incapaz de capturar la verdadera
naturaleza semántica de las teorías empíricas de la ciencia. Desde mi punto de vis-
ta, esta afirmación es lisa y llanamente errónea. Según la concepción clásica, toda
teoría empírica debe estar formada por un sistema sintáctico de axiomas junto con
un conjunto de reglas interpretativas de correspondencia. La clausura deductiva de
un conjunto de axiomas no interpretados no es una teoría empírica, sino un sistema
axiomático puramente formal, es decir, una teoría lógica carente de todo contenido
empírico. Así pues, la concepción clásica es, desde el comienzo una concepción se-
mántica de las teorías empíricas.
Segundo, los semanticistas han sostenido que, para la concepción clásica, una
teoría es una entidad lingüística y que, por esa razón, está indisolublemente ligada
a un lenguaje determinado en el cual se la formula. De este hecho se sigue que un
simple cambio en el lenguaje en el que está formulada una teoría implica un cambio
de teoría, cosa que resulta obviamente absurda. Por otra parte, según los semanticis-
tas, es evidente que una misma teoría puede formularse en diferentes lenguajes sin
perder su identidad. Esta crítica, como veremos, es correcta en tanto las teorías se
conciban como conjuntos de oraciones, que siempre son oraciones de un determi-
nado lenguaje.
Tercero, los semanticistas han argumentado que, como consecuencia de su ca-
rácter lingüístico, la concepción clásica no puede distinguir entre una teoría y sus
diferentes formulaciones, todas ellas lógicamente equivalentes. Para muchos seman-
ticistas, este es el defecto principal de la concepción clásica.6 Esta crítica es correcta,
al menos en parte. Ante todo, para la concepción clásica una teoría, tal como la he
definido antes, no es una entidad lingüística, sino una entidad abstracta. Es un con-
junto de oraciones y no un simple agregado o colección de oraciones. No obstante, es
cierto que la identidad de cada oración depende del lenguaje en el que se encuentra
formulada. En consecuencia, un cambio del lenguaje de una teoría producirá como
resultado un nuevo conjunto de oraciones y, por tanto, otra teoría diferente.
Cuarto y último, los semanticistas han señalado que, según la concepción clásica,
las teorías son entidades rígidas que no pueden experimentar ningún cambio sin per-
26 Alejandro Cassini
der su identidad. En contraste con ello, afirman que la historia de la ciencia muestra
que las teorías científicas son frecuentemente modificadas; experimentan toda clase
de revisiones y cambios y, sin embargo, son capaces de mantener su identidad. La
primera de estas afirmaciones es indudablemente verdadera. Si las teorías son con-
juntos de oraciones, entonces, son inmodificables. En efecto, un conjunto de oracio-
nes, como cualquier otro conjunto, está determinado por sus elementos, por lo que
su identidad se pierde cuando se cambia algún elemento. Así, si agregáramos o qui-
táramos una sola oración a una teoría dada, estaríamos cambiando la teoría misma.
Por consiguiente, el dictum según el cual todo cambio en una teoría es un cambio de
teoría resulta verdadero respecto de la concepción clásica de las teorías. En cuanto a
la segunda afirmación, que las teorías cambian manteniendo su identidad, argumen-
taré en la próxima sección que hay buenas razones para pensar que es falsa y que, por
tanto, la rigidez de las teorías no es un defecto que deba remediarse.
Como dije al comienzo de esta sección, creo que la concepción clásica no es más
un candidato serio para proporcionar un análisis plausible de la estructura de las teo-
rías empíricas. Con todo, las críticas que me parecen fatales para esta concepción no
son las que le han hecho los semanticistas. El problema principal del enfoque clásico
es que, después de muchos intentos, nadie fue capaz de esclarecer las nociones de
definición parcial e interpretación parcial. La oscuridad de estas nociones arruina el
concepto mismo de regla de correspondencia, y, privada de las reglas de correspon-
dencia, la concepción clásica colapsa, ya que se vuelve incapaz de distinguir entre
teorías formales y teorías empíricas, y, en última instancia, entre ciencias formales
y fácticas. Retrospectivamente podríamos decir que la raíz del problema se encon-
traba en una teoría del significado insostenible, teoría en realidad nunca formulada
de manera explícita, pero presupuesta en la distinción entre términos teóricos y ob-
servacionales. Con el derrumbe de esta dicotomía lingüística, ya a comienzos de la
década de 1960, la concepción clásica se volvió insostenible.7
3. La concepción semántica
la identidad de una teoría es una clase de modelos y no una clase de oraciones. Con-
secuentemente, proponen definir a las teorías como familias de modelos. Frederick
Suppe lamenta que la riqueza de la concepción semántica a menudo se reduzca a una
única expresión como “las teorías son colecciones de modelos” (Suppe 2000, p. 111).
Señala que se trata de un enfoque mucho más complejo y sofisticado que lo que su-
giere esa expresión. Esto es indudablemente cierto de cualquiera de las versiones de
la concepción semántica en particular, entre ellas la del propio Suppe. Sin embar-
go, no resulta fácil hallar un conjunto sustantivo de características comunes a todas
las diferentes concepciones semánticas. Pienso que el siguiente enunciado captura el
núcleo fundamental de toda concepción semántica de las teorías científicas:
Creo que todos los semanticistas estarían de acuerdo sobre esta tesis general tal
como la he formulado. No hace falta decir que no existe acuerdo alguno entre ellos
28 Alejandro Cassini
acerca de cómo los modelos representan y, sobre todo, acerca de qué es una repre-
sentación en general. Las dos maneras fundamentales de representación que propu-
sieron los semanticistas son el isomorfismo entre estructuras (o bien el homomorfis-
mo u otros morfismos) y la semejanza entre modelos y sistemas reales. De acuerdo
con la primera concepción, sostenida por Suppes, Sneed y los estructuralistas, y Van
Fraassen, entre otros, los modelos de una teoría tienen alguna relación de morfismo
con los modelos de datos (que también pueden concebirse como estructuras conjun-
tistas) y de esta manera representan los fenómenos. Según este enfoque, la repre-
sentación es esencialmente un morfismo entre modelos o estructuras conjuntistas.
De acuerdo con la segunda concepción, sostenida principalmente por Giere, los mo-
delos tienen una relación de semejanza con los sistemas reales que representan, de
modo que la relación entre modelos y realidad puede establecerse de un modo di-
recto (aunque también, por cierto, a través de modelos de datos). Para este enfoque,
la representación es una relación de semejanza entre modelos abstractos y sistemas
reales concretos. Ambas maneras de concebir la representación científica han sido
sometidas a severas críticas9 . Me parece evidente que hasta el momento no tenemos
una teoría satisfactoria de la representación científica, ni de los modelos científicos
en general.
Creo que la tesis representacionista es lógicamente independiente de la concep-
ción semántica de las teorías, tal como la he definido antes. Es un hecho puramente
accidental que todos los semanticistas que he mencionado sean también represen-
tacionistas. Por supuesto, es posible establecer por definición que todos los modelos
de cualquier teoría empírica son representaciones de los fenómenos, esto es, que lla-
maremos “modelos” sólo a los modelos representacionales. No me parece que esta
sea una estrategia muy atractiva, pero, en cualquier caso, no puede aceptarse sin al-
guna justificación. En principio, está lejos de ser evidente que todos los modelos que
emplean los científicos sean modelos representacionales. Por otra parte, si la inten-
ción de representar los fenómenos por parte del usuario se admite como una condi-
ción necesaria, aunque no suficiente, de toda representación, creo que, como nos lo
muestra la historia de la ciencia reciente, muchos modelos científicos se construyen
sin ninguna intención de representar. Se los emplea de una manera puramente ins-
trumental para dar cuenta de los fenómenos y efectuar predicciones en determina-
dos dominios bien acotados. Po último, todavía no poseemos ningún criterio general
para distinguir las representaciones adecuadas de las inadecuadas, ni a éstas de los
modelos que no representan. Intuitivamente, parece plausible pensar que el modelo
de la doble hélice del ADN es una representación adecuada de la estructura de esta
molécula, mientras que el modelo de la triple hélice no lo es. Pero en otros casos la
situación no es clara. Si, por ejemplo, intentáramos emplear un reloj como modelo de
la estructura de la molécula de ADN ¿estaríamos usando una representación inade-
cuada, o un modelo que no representa, o ningún modelo en absoluto? La respuesta,
por supuesto, depende de qué se entienda por “representación”. Pero es obvio que si
la mera intención de representar algo fuera suficiente para producir un modelo re-
¿Son Necesarios los Modelos para Identificar a las Teorías? 29
cen esos axiomas, como se verá enseguida. Por otra parte, las teorías, según muchas
concepciones semánticas, tienen un componente lingüístico o enunciativo. Éste es-
tá formado por las oraciones que afirman que un modelo de determinada teoría se
aplica a un cierto dominio de fenómenos, o bien que un determinado modelo es se-
mejante a un cierto sistema real. Giere las denomina “hipótesis teóricas”, mientras
que los estructuralistas las llaman “afirmaciones empíricas”.15 Si atendemos, enton-
ces, a las formulaciones de una teoría, la concepción semántica es tan enunciativa y
axiomática como la concepción clásica.
Con todo, no se trata de concepciones equivalentes. La diferencia fundamental
entre ellas se encuentra en la manera de identificar o individuar a las teorías. El nú-
cleo válido de la crítica semanticista a la concepción clásica radica en la afirmación de
que ésta última no es capaz de distinguir entre una teoría, que es una entidad abstrac-
ta, y sus diferentes formulaciones, que son entidades lingüísticas. Este hecho tiene la
desafortunada consecuencia de identificar a una determinada teoría con alguna de
sus formulaciones, por ejemplo, con una cierta base axiomática, históricamente con-
tingente. Esto es ciertamente el resultado de una manera equivocada de identificar a
las teorías. Dado que es un hecho indiscutible que una misma teoría admite axiomati-
zaciones diferentes, que pueden expresarse en distintos lenguajes, formalizados o no,
cualquier enfoque viable de las teorías científicas debe proporcionar los medios para
distinguir una teoría de sus distintas formulaciones lingüísticas. En la próxima sec-
ción presentaré una concepción de las teorías, alternativa a la concepción semántica,
que permite hacer esta distinción y, a la vez, está libre de los problemas y oscuridades
que aquejan a la concepción clásica.
4. La concepción proposicional
La concepción de las teorías que quiero defender aquí es la que llamaré proposicio-
nal. No es más que la noción usual de teoría que se emplea en lógica, pero formula-
da en términos de proposiciones en vez de oraciones o enunciados. De acuerdo con
esta concepción, una teoría es simplemente un conjunto de proposiciones cerrado
respecto de la relación de consecuencia lógica. Las proposiciones no son entidades
lingüísticas, sino entidades abstractas portadoras de significado y de valor de verdad.
Por supuesto, las proposiciones se expresan lingüísticamente mediante oraciones de
un determinado lenguaje. Decimos que dos oraciones diferentes expresan la misma
proposición si y sólo si son lógicamente equivalentes. La relación de consecuencia
lógica es una relación semántica entre proposiciones, que establece que si una pro-
posición ϕ es consecuencia lógica de un conjunto Γ de proposiciones, entonces, no
es posible que todas las proposiciones de Γ sean verdaderas, y ϕ sea falsa.16 La re-
lación de consecuencia lógica establece un orden parcial entre las proposiciones de
una teoría.
Una teoría puede estar axiomatizada o no, pero, por razones de simplicidad, con-
sideraré sólo el caso de las teorías finitamente axiomatizables. Así, diré que una teoría
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5. Conclusiones
La concepción proposicional de las teorías, que aquí presenté de manera sumamente
esquemática, está libre de las principales dificultades que los semanticistasatribuyen
a la concepción clásica. No es una concepción sintáctica de las teorías; no las concibe
como entidades lingüísticas, sino como entidades abstractas; distingue entre una teo-
ría y sus diferentes formulaciones, sin identificar a una teoría con una determinada
formulación axiomática en un lenguaje determinado. Según la concepción proposi-
cional, las teorías son entidades bien definidas y perfectamente rígidas, como lo es
cualquier conjunto: admiten diferentes formulaciones, pero no pueden preservar su
identidad cuando se les quitan o agregan proposiciones.
La concepción semántica resuelve efectivamente algunas de los problemas de la
concepción clásica, pero no me parece que tenga ventajas evidentes sobre la concep-
ción proposicional que he presentado. Una comparación detallada entre la concep-
ción semántica y la concepción proposicional de las teorías es una tarea extensa, que
todavía está por hacerse. Se podría preguntar, sin embargo, si la concepción proposi-
cional tiene alguna ventaja evidente sobre la concepción semántica, como ha hecho
Van Fraassen.21 Encuentro al menos la siguiente.
En la concepción proposicional es perfectamente posible que una teoría sea ló-
gicamente inconsistente, o bien que sea consistente, pero no tenga modelos. Según
la concepción semántica, ninguna de las dos cosas podría ocurrir. Si el concepto de
modelo se entiende en el significado habitual que tiene en la teoría de modelos (co-
mo una estructura en la que son verdaderas todas las proposiciones de una teoría),
es evidente que las teorías inconsistentes no tienen modelos. Así, para todas las con-
cepciones semánticas que emplean este concepto de modelo, como la de Suppes, los
estructuralistas o la de Van Fraassen, la consistencia resulta una condición necesaria
para toda teoría. Dado que las teorías son colecciones de modelos, no puede existir
algo así como una teoría inconsistente. Esto ciertamente no resulta compatible con el
uso y la práctica de los científicos, sobre todo en matemáticas, pero también en física
teórica, donde el problema de la consistencia de las teorías se considera particular-
mente importante y donde es habitual hablar de teorías inconsistentes. Los semanti-
cistas podrían replicar que una teoría no es solamente una colección de modelos, sino
que también contiene afirmaciones empíricas o hipótesis teóricas, las cuales, puesto
que son oraciones, pueden ser inconsistentes. Sin embargo, el argumento todavía se
aplica si poseer una colección de modelos es una condición necesaria de toda teoría.
Y efectivamente lo es, ya que las afirmaciones empíricas y las hipótesis teóricas son
oraciones que especifican la relación entre los modelos de la teoría y los fenómenos.
De modo que una teoría que no tiene modelos tampoco puede contener afirmaciones
empíricas o hipótesis teóricas.
¿Son Necesarios los Modelos para Identificar a las Teorías? 35
Bibliografía
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Notas
1 Véase, entre otros, los trabajos clásicos de Hempel (1952) y Carnap (1956). La elaboración más detalla-
mos que un error crucial se cometió en el comienzo mismo. El error, según pienso, fue confundir una
teoría con la formulación de una teoría en un lenguaje en particular” (Van Fraassen 1989, p. 221).
7 Hanson 1958 y Putnam 1962 son dos de las críticas pioneras a la distinción teórico-observacional.
Suppe 1989, pp. 38–54 resume bien las críticas al concepto de interpretación parcial.
8 Véase, por ejemplo, Suppe 2000, para una descripción breve de las diferentes concepciones semánti-
cas. La llamada familia semanticista incluye, entre otros, la axiomatización mediante predicados con-
juntistas de Suppes (Suppes 1957 y 2002); la concepción estructuralista de Sneed y sus seguidores (Sneed
1971; Stegmüller 1973 y 1979; Balzer, Moulines y Sneed 1987); el enfoque de espacios de estado de Van
Fraaseen y Suppe (Van Fraassen 1980 y 1989; Suppe 1989); la concepción modelística informal de Gie-
re (Giere 1988, 1999 y 2006) y la concepción de estructuras parciales de Da Costa y French (Da Costa
y French 2003). Una comparación entre las diferentes concepciones semanticistas está más allá de los
límites de este trabajo.
9 Véase Frigg 2006, para un análisis crítico de estos modos de representación y otras referencias sobre el
tema.
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10 Así, por ejemplo, Suppes escribe que “. . . una representación de algo es una imagen, modelo o repro-
ducción de esa cosa” (Suppes 2002, p. 51). Ciertamente, esta definición no ayuda mucho a comprender
en qué consiste el carácter representativo de un modelo.
11 Al respecto dice que “la Concepción Heredada tiene un componente semántico y no es totalmente
sintáctica” (Suppe 2000, pp. 103–4). Uno se pregunta cómo una teoría podría ser “parcialmente” sintác-
tica.
12 Giere lo expresa de esta manera: “De hecho, uno puede abandonar la distinción entre [los enfoques]
‘sintáctico’ y ‘semántico’ como un desecho de un viejo debate. La distinción importante es entre un en-
foque que toma a los modelos como fundamentales versus uno que toma a los enunciados, en particular
a las leyes, como fundamentales.” (Giere 2000, p. 523, subrayado por el autor).
13 Stegmüller 1973 y 1979, y los estructuralistas han puesto especial énfasis en estas oposiciones.
14 Véase, entre otros, Mc Kinsey, Sugar y Suppes 1953; Suppes 1957 y 2002; y Balzer 1997.
15 Véase, por ejemplo, Giere 1988, p. 80; 1996, p. 25; 1999, p. 179. Giere reconoce explícitamente que
su concepción de las teorías es heterogénea, pues, incluye elementos no lingüísticos (“una población
de modelos”) y lingüísticos (“un conjunto de hipótesis teóricas”). Las afirmaciones empíricas de los
estructuralistas relacionan los modelos de la teoría con los modelos de datos (véase Balzer 1997, p. 293).
Como toda oración, las hipótesis teóricas y las afirmaciones empíricas pueden ser verdaderas o falsas,
y, en general, estarán más o menos confirmadas por los datos disponibles.
16 Esta es sólo una de las definiciones posibles del concepto de consecuencia lógica, pero resulta sufi-
sido aquí. Su definición de la formulación de una teoría es la siguiente: “dos formulaciones expresan
la misma teoría si son empíricamente equivalentes y hay una reinterpretación de sus predicados que
transforma una teoría en lógicamente equivalente en la otra.” (p. 320). “La teoría expresada por una
formulación dada es la clase de todas las formulaciones que son empíricamente equivalentes a esa for-
mulación y pueden transformarse en lógicamente equivalentes a ella o viceversa mediante una reinter-
pretación de sus predicados.” (p. 321). Para los fines de este trabajo me resulta suficiente la afirmación
de que la teoría expresada por una determinada formulación es la clase de todas las formulaciones que
son lógicamente equivalentes a ella.
18 Se encuentran claramente resumidas en Díez y Moulines 1997, pp. 319-320.
19 Véase, por ejemplo, Shapiro, 2005, para un análisis de seis caracterizaciones diferentes de la noción
de consecuencia lógica, en ninguna de las cuales se emplea el término modelo. Es evidente que no hay
un único concepto de consecuencia.
20 Para mayores detalles sobre este punto véase Balzer, Moulines y Sneed 1987.
21 En una comunicación personal.